Temple Grandin es una mujer de 44 años que padece autismo ligero.
En este artículo cuenta como gracias a la atención y la intervención
temprana, ha conseguido superar los límites sociales y personales que su enfermedad le había puesto. A pesar de ser una mujer autista, a día de hoy ya ha completado su Ph.D en Ciencias Animales en la Universidad de Illinois en Urbana y ejerce de profesora auxiliar de Ciencias Animales en la Colorado State University.
En el periodo escolar, para Templen Grandin, suponía una gran
frustración no poder expresar con palabras lo que sentía. Poco a poco, con la ayuda de terapeutas, consiguió decir algunas palabras, un gran avance en su trastorno ya que hasta entonces solo había chillado ante alguna situación que no le gustaba, la única manera que tenía de comunicarse. Su nivel lingüístico se había desarrollado, pero no lo suficiente como para seguir el ritmo de los otros niños de su edad. Una de las mayores barreras que se le presentaron fueron los problemas auditivos que desarrollaba, Su oído era como un audífono con el control de volumen fijado en "extra fuerte", como un micrófono abierto que recoge todo e incapaz de modular los sonidos entrantes. Los ruidos súbitos y los lugares con ruidos confusos eran una verdadera tortura.
Las terminaciones nerviosas de su piel eran demasiado sensibles,
Estímulos que eran insignificantes para la mayoría de las personas, eran para ella como la tortura, su hipersensibilidad le causaba dificultades para adaptarse a diferentes tejidos por lo que su conducta frente a los cambios de texturas no era lo que se puede decir ``agradable´´.
Como todo niño, quería sentir el placer de sentirse abrazada (anhelo
del estimulo de presión en su libro "Emergencia: Etiquetado Autista"). Era una situación de aproximación-distanciamiento cuando las personas le abrazaban, los estímulos pasaban por encima suya como una ola y su cuerpo se volvía rígido y se alejaba para evitar el contacto. Empezó entonces a pensar en un aparato en el que se pudiera entrar y que aplicara una presión confortante y a la edad de 18 construyó una máquina de apretar, para sentir esa sensación tan agradable que tenía cuando la abrazaban, sin embargo le costo mucho tiempo aprender a aceptar el sentimiento y a no tirarlo lejos, comprendió que si no era capaz de aceptar la maquina de apretar nunca seria capaz de dar amor a ningún ser humano.
A medida que se adentraba en la adolescencia su conducta fue
empeorando. Comenzó a tener ataques de ansiedad y a manifestar un sentimiento constante de miedo. Esta sensación fue menguando cuando descubrió que dar un paseo en caballo le proporcionaba alivio temporal… había también otras dos maneras de combatir los nervios: ocuparse en una intensa actividad, o retirarse y tratar de minimizar estímulos externos.
En cuanto a la medicación que debe recibir una persona autista, varía
mucho de un caso a otro. Templen Grandin tomó durante ocho años antidepresivos notando mejoras en el lenguaje, sociabilidad y postura. Medicamentos como el prozac le fueron de gran ayuda para controlar sus nervios y para conseguir centrar su atención en las tareas que tenia que desarrollar.
Aun así, se dio cuenta de que su conducta, podría haberse mejorado o
suavizado, si no hubiera desarrollado un sentimiento de rechazo hacia estímulos (visuales, auditivos, táctiles) que son de vital importancia para el desarrollo pero que a ella le resultaban demasiado intensos.
Todo el pensamiento de Grandin es visual. Cuando piensa sobre
conceptos abstractos tales como salir con personas, usa imágenes visuales (como la de la puerta de vidrio corrediza). Cualquier concepto, ha de estar asociado a imágenes que ya ha visto, de o contrario es incapaz de asimilarlo y recordarlo. Para recordar hechos, tiene que leerlos de una página de un libro o "pasar un video" de algún evento previo. Hay sin embargo, un área de visualización en la que Temple no es buena. A menudo no reconoce caras hasta que ha conocido a una persona por mucho tiempo. A medida que los autistas sabios van aumentando sus dotes sociales, van perdiendo su fijación y sus habilidades se van oxidando. Temple con los años ha perdido capacidad visual, y necesita mayor concentración para realizar su trabajo, además se dio cuenta de que necesitaba concentrarse en las cosas concretas para poder recordarlas.
Durante su vida, Grandin se sometió a diferentes pruebas para conocer
sus limitaciones y sus habilidades. Poseía una gran capacidad de razonamiento espacial, pero le fallaba la memoria a menos que pudiera traducir la información verbal a cuadros visuales.
Teniendo en cuenta todas las dificultades de memoria que posee
Grandin, es digno de destacar como gracias a la ayuda de su madre consiguió aprender a leer. Con el método que requiere la memorización de cientos de palabras, nunca lo hubiera conseguido, sin embargo con ayuda materna y utilizando el viejo sistema fonético, aprendió laboriosamente los sonidos y consiguió leer. Al principio únicamente leía en voz alta, ahora cuando lee silenciosamente, reproduce imágenes simultáneas.
Si algo es importante en el desarrollo de una persona autista es la
existencia de estímulos que ayuden a desarrollar sus habilidades además de la aparición de una persona de referencia que le proporcione apoyo en varios frentes diferentes, el empleo es sólo un área. Muchos autistas de alto nivel tienen que aprender sobre manejar su presupuesto de dinero, como hacer demandas sobre el seguro de salud, y concejo nutricional. Cuando la persona se vuelve más y más independiente del mentor puede ser menos necesitado, pero puede volver a necesitarse si pierde su trabajo o tiene alguna otra crisis. A esta persona grandin la llama mentor, y en su caso fue su profesor de ciencias el Sr. Carlock, gracias al cual encamino su vida hacia lo que hoy en día se dedica y sin el cual nunca hubiera podido sacar partido a sus habilidades. Aunque sorprendente, Temple fue capaz de superar sus dificultades y de tener una vida fructífera, pero esto sucedió gracias al apoyo de numerosas personas que desde su infancia han estimulado sus sentidos y no la han dejado de controlar. A los dos años, ya poseía todos los síntomas del autismo, pero su madre y diversos terapeutas la mantenían continuamente ocupada realizando actividades físicas como patinar o salir a la nieve. Tuvo la suerte de tener a su lado a las personas correctas que la introdujeron poco a poco en el mundo de las fábricas de carne. Es importante conocer los distintos programas de tratamiento del autismo, y que aunque son generales deben estar adaptados a cada caso. La intervención precoz e intensa mejora el pronóstico. Las actitudes pasivas no funcionan. Un buen programa para niños pequeños debe incluir modificación flexible de la conducta, terapia de lenguaje, ejercicio, tratamiento sensitivo (actividades que estimulan el sistema vestibular y la desensibilización táctil), actividades musicales, contacto con niños normales, y mucho amor. Una persona autista nunca podrá tener una vida normal si no posee a personas a su lado que las apoyen.