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AEROPUERTO
INTERNACIONAL
En Tizayuca SÍ,
sobre el Lago de Texcoco NO
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niería para evacuar el agua hacia el estado de Hidalgo, me refiero a los grandes
sistemas de desagüe que se construyeron a lo largo del tiempo, desde el Tajo
de Nochistongo, en el siglo XVII, El Gran Canal del Desagüe construido du-
rante el Porfiriato, y finalmente, los sistemas modernos de desagüe profundo.
En paralelo, un desarrollo urbano creció sin control sobre estas zonas
originalmente lacustres, borrando del mapa todo rastro de aquel origen hi-
drológico. Lamentablemente, todas las advertencias hechas por especialistas a
lo largo de la historia de la Ciudad de México sobre el alto riesgo de eliminar
áreas naturales de inundación, no han sido tomadas en cuenta y hoy sucede lo
mismo. A veces, da la impresión que las autoridades en turno o no conocen, o
de plano prefieren olvidar la historia.
A finales del siglo XIX, cuando ya se habían agotado prácticamente todas
las fuentes superficiales de agua, se inició la explotación del agua subterránea
mediante bombeo de pozos profundos. Hoy la situación del acuífero es
insostenible; se está sobreexplotando en cantidades excesivas sin dar
oportunidad a su recuperación. Por ejemplo, la extracción anual solo en
el acuífero de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM), es de
1,226 millones de metros cúbicos al año y la recarga media anual se estima en
apenas 513; es decir, la extracción se da en razón de 2.4 a 1. Los especialistas
en aguas subterráneas de todo el mundo, insisten en no rebasar nunca una
extracción del 40% sobre la capacidad de recarga de los acuíferos.
En la Ciudad de México extraemos el 240%, lo que significa seis veces lo
recomendado y casi nadie lo sabe. Esto conduce al agotamiento y destrucción
del acuífero, cuestión que debería estar inscrita en un tema de emergencia
nacional.
Muchos capitalinos siguen creyendo –por un manejo informativo equivo-
cado– que los sistemas Lerma y Cutzamala son las principales fuentes de abaste-
cimiento de la Ciudad, sin embargo, sólo representan el 30% del total de agua
que consumimos. El mayor volumen, que representa casi el 70%, proviene
de los acuíferos del Valle que se encuentran en una situación muy grave
de sobre extracción que los lleva, irremisiblemente, a su desaparición.
Actualmente, dicha situación se está viviendo en Iztapalapa, Texcoco y Ecatepec.
Vamos por el camino de la autodestrucción; si no se establecen condicio-
nes radicalmente distintas en el manejo del agua en la Ciudad, y no iniciamos
inmediatamente obras gigantescas de infraestructura para recuperar en parte
los acuíferos, las consecuencias van a ser catastróficas en el corto plazo. Se
requiere urgentemente de nuevas fuentes externas de agua, ser mucho más
eficientes en su uso, no desperdiciarla, y finalmente, construir las plantas de
tratamiento que hacen falta para reusar el mayor volumen posible.
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obstante, en las zonas del oriente donde ocuparon lugar los lagos de Chalco,
Xaltocan y parte del Lago de Texcoco, los hundimientos medidos van de 20 a
40 centímetros.
Existen estructuras en la Ciudad que son testigos silenciosos de esta si-
tuación. Si observamos el monumento del Ángel de la Independencia, se apre-
cia una escalinata que llega a la plataforma donde se encuentran los cuatro
obeliscos. Cuando éste se inauguró con motivo del primer Centenario de la
Independencia, la plataforma estaba al nivel de la acera (Fig. 1). Asimismo, está
el caso de pozos profundos instalados hace tiempo, donde los motores de las
bombas quedaron varios metros por encima del suelo, cuando originalmente
estaban al mismo nivel (Fig. 2).
Figura 1.
Hundimiento en el
monumento del Ángel
de la Independencia de
1910 a 2010.
Fuente: Conagua,
2010.
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Este gravísimo fenómeno, que debe considerarse en sí mismo una
catástrofe, está siendo provocado por la sobreexplotación irracional
del agua del subsuelo. Como se dijo, el estado crítico en que se encuentran
los acuíferos del Valle de México nos puede llevar, en el corto tiempo, a una
crisis de falta de agua y de verdadera emergencia nacional. Por si fuera poco,
hoy en día los hundimientos ya evidencian problemas de muy difícil solución.
Para entender este fenómeno es necesario volver al origen geológico del
Valle, que siendo una cuenca cerrada y rodeada de montañas, albergó gran-
des espacios lacustres. El suelo, principalmente de una gruesa capa de arcilla,
mantenía su volumen y plasticidad gracias a la presencia de moléculas de agua
que forman una “liga hidráulica”.
Al desaparecer los lagos y toda el agua superficial que mantenían “sa-
turadas” las arcillas, aunado a la sobreexplotación del acuífero, se ha ido
perdiendo gradualmente la asociación agua-arcilla. El fenómeno de deshi-
dratación de las arcillas produce una fuerte reducción de su volumen,
“compactándolas”, lo que genera los hundimientos del suelo. Además,
las arcillas también pierden una característica esencial: su plasticidad, con-
virtiéndose en un material quebradizo; esto explica la constante aparición
de grietas y socavones en Iztapalapa, la inclinación de muchos edificios en
el Centro Histórico, el hundimiento de puentes, estructuras, vías del Metro,
plantas de bombeo, entre otros; pero también la fractura de tuberías de dre-
naje y de agua potable con fugas muy grandes en distintos puntos de la Ciu-
dad. En el siguiente gráfico (Fig. 3) se establecen las zonas del Valle de México
Sierra de Guadalupe
Zona Federal
Lago de
Texcoco
Bosque de Aragón
Zócalo
AICM
Chapultepec
Figura 3. Zonas de igual velocidad de hundimiento. Fuente: Bancos de nivel, CICM, 1984-2010.
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de acuerdo a su promedio de hundimientos del suelo por año; lo más crítico
corresponde a la zona en color azul que tiene hundimientos de entre 20 y 40
centímetros por año.
En este aspecto, el problema más grave lo tenemos con los siste-
mas de desagüe superficial. La mayor parte de estos drenajes han perdido
la pendiente original que llevaba grandes volúmenes de agua de un punto
a otro. Esto sucede con todos los cauces que fueron entubados y que lle-
vaban el agua de los escurrimientos de lluvia del poniente del Valle al Lago
de Texcoco, como eran los ríos: Churubusco, La Piedad y Los Remedios, que
actualmente son drenajes de aguas negras y que ahora solo pueden manejar
pequeños volúmenes.
El siguiente gráfico (Fig. 4) corresponde al perfil del Río de la Compañía,
realizado mediante LIDAR (tecnología láser topográfica). A lo largo de casi 50
km., desde la salida a Puebla por el lado sur-oriente, hasta la salida a Pachuca
en el norte, se puede observar cómo el canal tiene varias zonas con hundi-
mientos tan pronunciados que ahora el agua se mueve por esclusas y sistemas
de bombeo muy costosos.
msnm
Autopista México-
Autopista México -
Puebla
2260
Pachuca
2250
Bordo Poniente
Chalco
2240
Lago Nabor
Carrillo Cd. Netzahualcóyotl
2230
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50
km
Flujo
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3. El Lago de Texcoco
Figura 5. Lagos y obras de defensa del Valle de México a principios del siglo XVI. Fuente: Santoyo Villa,
Enrique, et. al., Síntesis Geotécnica de la Cuenca del Valle de México, México, TGC, 2005, p. 37.
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Cuando se estableció la Ciudad de Tenochtitlán en el Lago de Tex-
coco, los mexicas iniciaron la construcción de la Ciudad en un islote don-
de, según la leyenda, encontraron al águila devorando la serpiente.
Desde esos tiempos hasta el día de hoy, los habitantes de la Ciudad de
México sostenemos una lucha contra el agua. Este hermoso Valle según los
relatos de códices antiguos, era un verdadero paraíso con ríos importantes, ma-
nantiales de agua cristalina, lagos inmensos y montañas de frondosos bosques.
De aquella riqueza ecológica, nos queda muy poco. Es triste reconocer
que ahora no se relacionan los nombres de avenidas importantes como Chu-
rubusco o Mixcoac con los verdaderos ríos que descargaban sus aguas en el
Lago de Texcoco.
El crecimiento de la Ciudad en la época colonial se enfrentó al reto
de constantes inundaciones. En 1604, el Virrey Luis de Velasco contrató a
un reconocido cartógrafo de origen alemán llamado Heinrich Martin. Enri-
co Martínez –como lo llamaron aquí–, estudió en poco tiempo la hidrología
del Valle y propuso un desagüe ubicado al norponiente. El proyecto consistía
en desviar los cauces de los ríos Cuautitlán y Tepozotlán hacia un túnel que
enviaría las aguas al río Tula. Los trabajos fracasaron y después de muchos
problemas se decidió abrir un tajo en los cerros para permitir el paso del agua;
esta obra tardó 150 años en su conclusión. Actualmente, todavía funciona el
Tajo de Nochistongo.
Se debe reconocer la inteligencia y tenacidad de este hombre visionario
que con los pocos recursos tecnológicos de entonces, logró resolver un difí-
cil dilema hace más de 400 años. Bajo el mismo concepto, tiempo después,
fueron construidos el Gran Canal del Desagüe, el Emisor Poniente, el Emisor
Central y actualmente en proceso, el Túnel Emisor Oriente (TEO).
Estos sistemas de desagüe funcionaron y los lagos fueron deseca-
dos, los ríos convertidos en drenajes de aguas negras y prácticamente
todo el espacio de la zona lacustre hoy es ocupada por asentamientos
humanos.
El TEO es fundamental para prevenir inundaciones, pero frente a tormen-
tas atípicas se requieren áreas de regulación adicionales. El Valle de México
se ha convertido en una mega ciudad de más de 20 millones de habitantes,
pero bajo un proceso de crecimiento anárquico. Una gran olla impermeabili-
zada por asfalto, que al ocupar zonas agrícolas, bosques y muchas áreas de
inundación, ha provocado que los escurrimientos de agua durante las lluvias
se incrementen exponencialmente.
Por lo tanto, además de sistemas eficientes de bombeo y drenaje,
es imprescindible mantener zonas de inundación. Espacios donde antes
hubo lagos, son susceptibles de usarse como vasos reguladores en temporada
de lluvia.
Todavía hay autoridades y desarrolladores sin escrúpulos que pretenden
ocupar zonas inundables para distintos proyectos, como si no fuera suficiente
el daño irreversible que se le ha provocado a la naturaleza con autorizaciones
ilegales de uso del suelo.
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Existen zonas lacustres que debemos mantener y proteger, aprovechar su
belleza como símbolo de lo que fueron en otros tiempos, pero principalmente,
como áreas de amortiguamiento frente a las fuertes lluvias que tenemos en
la Ciudad. Los espacios que todavía existen de los lagos de Texcoco, Chalco,
Tláhuac, Xochimilco y Zumpango, deben preservarse a toda costa, convertir
sus alrededores en espacios verdes y parques ecológicos.
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En 2008, se registró un proyecto muy ambicioso dentro del programa de
festejos del Bicentenario de la Independencia: el “Parque Ecológico Lago de
Texcoco” (Fig. 6).
Figura 6. Parque Ecológico Lago de Texcoco. Fuente: Arq. Iñaki Echeverría, 2008.
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ción natural de regulación hidrológica en temporadas de lluvias de dicha zona.
En este estudio se establece con claridad que además de los grandes sistemas
de bombeo y conducción, la Ciudad de México requiere de zonas de regula-
ción para absorber los “picos” que se generan en las grandes tormentas.
A pesar de las evidencias técnicas y la contundencia de la información
que se presentó en aquella ocasión, ahora las nuevas autoridades de la SCT en
la actual administración del presidente Peña Nieto, no solo han retomado el
proyecto, sino que afirman que no hay ninguna otra alternativa para construir
un nuevo aeropuerto que no sea precisamente en la ZFLT. Se basan en un estu-
dio de la consultora americana MITRE, que si bien son expertos en cuestiones
aeronáuticas, no tomaron en cuenta los aspectos ambientales, de desarrollo
urbano regional y sobre todo de regulación hidrológica del lugar. Con esta pro-
puesta, anulan el esfuerzo de personalidades, que como el Dr. Nabor Carrillo,
han trabajado a lo largo de 58 años.
5. La tormenta Arlene
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todos los registros de la Ciudad, calculándose una acumulación de 106.7 mm,
que equivalen a la cantidad de 341.3 millones de metros cúbicos.
Esta lluvia, rebasó la capacidad de todos los drenajes y sistemas
de bombeo de la Ciudad, causando inundaciones muy serias en la zona
oriente del Valle. Se supone que el sistema de desagüe de toda la Ciudad
tiene una capacidad de manejar una lluvia con “período de retorno de 50
años” (cálculo estadístico); sin embargo, “Arlene” solo representó un 50% de
dicha capacidad teórica.
En la Coordinación General de Atención de Emergencias de la Conagua,
se tomó la decisión de inundar deliberadamente una parte de la ZFLT (Fig. 7).
Gracias a esta medida de emergencia, se logró salvar de una inun-
dación catastrófica a miles de familias de Ecatepec y Nezahualcóyotl.
“Arlene” representa la prueba palpable de la absoluta necesidad de
mantener en la Ciudad distintas áreas de inundación como “reguladores de
tormentas”, condición de seguridad frente al riesgo de inundaciones. El Lago
de Texcoco es la principal zona de regulación con que contamos hasta
ahora, pretender ocuparla para cualquier tipo de infraestructura sería
además de ilegal e inconstitucional, un verdadero acto irracional.
6. Incompatibilidad de un aeropuerto
en la Zona Federal del Lago de Texcoco
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los ríos de La Compañía, Mixcoac, Churubusco y Los Remedios, todos lamen-
tablemente como drenajes de aguas negras. Si bien están canalizados al Dren
General del Valle y a lagunas de regulación, la realidad es que ante la presen-
cia de fuertes tormentas, buena parte de los terrenos federales también se
inundan. Por el lado oriente descargan otros once ríos desviados hacia El Gran
Canal del Desagüe. Cuando se presentan fuertes lluvias, también inundan una
parte de la ZFLT. Además, esta zona de la Ciudad presenta hundimientos anua-
les de entre 20 y 40 centímetros, lo que está generando serios problemas de
conducción de los drenajes.
La Constitución protege los terrenos inundables de lagos y la-
gunas como “inalienables e imprescriptibles”; la Ley de Aguas Nacio-
nales los declara “depósito natural de aguas nacionales” y prohíbe
que se autoricen construcciones o cualquier cambio de uso de suelo.
Muchos dirán que hay todo tipo de invasiones sobre zonas federales en el
país y es verdad, pero esa es una de las razones, precisamente, de muchas
tragedias que estamos viviendo cuando se presentan fenómenos de tormen-
tas muy fuertes.
Por lo tanto, lo que debemos hacer es proteger y rescatar estas áreas na-
turales de inundación que son nuestra salvación. Sería un contrasentido que el
gobierno federal por un lado, autorice miles de millones de pesos para rescatar
zonas inundables en Acapulco que fueron devastadas por huracán “Manuel” y
que en la Ciudad de México – que es una de las zonas más vulnerables frente
a estos fenómenos–, autorizara “desaparecer” lo poco que nos queda del
Lago de Texcoco.
Por otra parte, desde el punto de vista de impacto ambiental, desde
1971 se creó la Comisión Lago de Texcoco para rescatar el Lago y en 1982,
se logró inaugurar el bellísimo lago artificial que lleva su nombre. Esta obra
replica en parte la belleza ancestral del gran Lago, pero además se ha con-
vertido en zona de descanso y anidación de cientos de especies de aves
migratorias y está declarada como Área de Protección de Flora y Fauna. El
proyecto del aeropuerto en la ZFLT, acabaría con el Lago y el hábitat
de las aves.
¿Es posible que desde 1954 hasta la fecha, los técnicos, especialistas,
y ambientalistas que han luchado por el rescate del Lago de Texcoco se ha-
yan equivocado? Están en lo cierto y todos juntos debemos trabajar en este
gran proyecto, así como apoyar a la SCT a encontrar una mejor alternativa
de solución.
Un nuevo aeropuerto internacional en ZFLT es absolutamente in-
compatible con la función natural de regulación de este importante
vaso y representaría un riesgo inminente de inundaciones catastróficas.
7. La alternativa en Tizayuca
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12,000 ha. que conforman la ZFLT. Ese espacio es el mejor amortiguamiento
frente a fuertes tormentas como lo fueron recientemente “Ingrid” y “Ma-
nuel”. Además, debe haber continuidad a trabajos y proyectos que desde hace
tiempo se justificaron y que tienen una base técnica y científica contundente;
desde la “Comisión Lago de Texcoco”, hasta el “Parque Ecológico”, ya que
representan el cúmulo de esfuerzo de muchísimos mexicanos y por lo tanto
nuestra obligación es concluirlo.
No tenemos alternativas frente a la situación de “grave riesgo” de
inundaciones, pero si las hay para la solución aeroportuaria. El proyecto
del NAICM en Tizayuca (Hidalgo), sin lugar a dudas es una mejor opción.
Los trabajos de investigación y de proyecto fueron contratados por el
gobierno de Hidalgo, siendo responsables del ejecutivo de forma consecutiva
Jesús Murillo Karam, Manuel Ángel Núñez Soto y Miguel Osorio Chong. Las
distintas administraciones formaron una reserva de terrenos para este proyecto
y cuentan con la superficie necesaria para desarrollar un aeropuerto de cuatro
pistas tal y como lo quiere la SCT. La empresa contratada por el estado de Hi-
dalgo para desarrollar los proyectos fue Aéroports de Paris (ADP).
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Demandas y capacidades aproximadas
Distancias típicas
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- Condiciones meteorológicas más favorables para la aeronave-
gación. La precipitación anual en Tizayuca es de 350 mm. en
promedio (la mitad que en el área de Texcoco). La incidencia de
niebla es nula.
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Conclusiones
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www.ciudadposibledf.org
© Derechos Reservados
Primera Edición
Marzo 2014