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Úrsula Pérez Casás

ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LENGUAS

Práctica: Casa tomada.


1. ¿En qué tiempo transcurre el relato?
2. ¿En qué espacio?
3. ¿Qué clase de cronotopo refleja?

Los textos presentan tres características fundamentales: tiempo, espacio y cronotopo, los cuales
serán tratados en el siguiente análisis del relato Casa Tomada de Julio Cortázar.

1. El tiempo.
Con respecto a los marcadores temporales que nos sirven para deducir el tiempo en el que se
desarrolla la historia, si bien el narrador relata cómo es la vida rutinaria de los personajes, los
hechos concretos se suceden en unos días (los primeros días), y los ruidos y la invasión de la
casa, durante la noche (las ocho de la noche).

El relato se podría dividir, a nivel textual y teniendo en cuenta el carácter lineal de los sucesos,
en las siguientes partes:
 Los cuatro primeros párrafos sirven de introducción para contextualizar a unos
personajes que viven tranquilamente sumergidos en sus actividades pasivas y rutinarias
en una casa grande y antigua propiedad de sus antepasados.
 El quinto párrafo describe, con más detalle, la casa y su distribución, el espacio donde
tendrán lugar los acontecimientos de la historia.
 A partir del sexto párrafo, se da el punto de giro donde los personajes se ven atacados
y sufren el temor a esa invasión desconocida. La placidez en la que vivían se rompe, y
el silencio representa ahora una amenaza.
 A continuación, parecen adaptarse a la nueva situación y seguir con sus rutinas en
aquellas zonas de la casa que todavía no han sido tomadas.
 Finalmente, la casa es tomada por completo y ellos la abandonan.

Para realizar el análisis de este tiempo desde un plano morfológico, cabe destacar que el tiempo
se gestiona de forma lineal.
 En los cuatro primeros párrafos, predominan los verbos conjugados en pretérito
imperfecto de indicativo (pensaba, guardaba, pasaba, hacíamos…), un tiempo
indeterminado, largo y pausado, lo cual refleja la inactividad y la harmonía en la que
vivían los personajes. Se transmite la pasividad y tranquilidad de sus vidas cotidianas:
ella tejiendo y él leyendo libros o atendiendo otros quehaceres banales y rutinarios.
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 El quinto párrafo describe la distribución de la casa, también mediante el empleo del


pretérito imperfecto de indicativo, tiempo verbal recurrente para los textos descriptivos.
 En el párrafo sexto, el relato adquiere movimiento y tensión mediante la locución
adverbial de repente y el uso del pretérito perfecto simple como mecanismo que rompe
esa harmonía cotidiana e introduce la acción, el ruido, la incertidumbre… De manera
violenta, el ruido toma parte de la casa; se suceden tiempos breves y repentinos (me tiré
contra la pared, la cerré de golpe, corrí el gran cerrojo…). La tranquilidad que habitaba
la casa se ve ahora irrumpida por algo o alguien que les quiere hacer daño.
 A continuación, se recupera el ritmo lento y sosegado, de nuevo mediante el uso del
pretérito imperfecto. Se describe cómo al principio lo pasan mal y la manera en que
finalmente se adaptan y se atienen a esa nueva situación sin ofrecer resistencia alguna,
acostumbrándose a los ruidos y prosiguiendo con sus actividades rutinarias en un
ambiente que, sin serlo, lo adquieren como pacífico.
 En los últimos párrafos, el autor recurre nuevamente al pretérito perfecto simple para
marcar el ritmo y el movimiento de los últimos acontecimientos: la casa es invadida en
su totalidad hasta que se ven obligados a huir de ella y abandonarla.

Existe una contraposición bien marcada entre la harmonía y normalidad del día y la tensión y
actividad de la noche, que se refleja de la misma manera con el uso de los tiempos verbales de
pretérito imperfecto y perfecto (de día eran los rumores domésticos,…; de noche siento sed, y
antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde
la puerta del dormitorio […] oí ruido en la cocina…).

2. El espacio.
En cuanto al espacio que enmarca la historia, el texto se insiere en Buenos Aires, como bien se
explicita en el párrafo cinco, donde se menciona, además, el nombre de lo que podría ser una
calle a la que da la casa (el comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios
grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña.). De este modo,
Cortázar consigue dotar de realismo y naturalidad su cuento fantástico.

Los acontecimientos, la acción del relato, tienen lugar dentro de la casa, la verdadera
protagonista de la historia. Por la descripción del narrador, coincide con una casona propia de
la alta burguesía, por lo que deducimos que se trata de una familia acomodada que no necesita
trabajar para vivir sino que se mantiene a cuenta del dinero llegado de los campos. Hablan de
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una casa espaciosa y antigua, donde podían vivir ocho personas sin estorbarse, profunda y
silenciosa. El párrafo cinco describe su distribución, por lo que deducimos que la casa es
realmente grande (un comedor, una sala con gobelinos, una biblioteca, tres dormitorios
grandes, un pasillo, un baño, una cocina, un living central, un zaguán, etc.). Los detalles sobre
los materiales y elementos ornamentales reflejan también la robustez de la construcción y el
poder económico de la familia y de la clase social burguesa de la época: puerta de roble maciza,
zaguán con mayólica, mármoles de las consolas, los pianos, el cancel… Además, al final de la
historia, el protagonista recuerda los quince mil pesos que había dejado en su dormitorio.

La casa en sí misma adquiere personalidad propia, aparece personificada: guardaba los


recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia; a veces
llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos; la casa se ponía callada… Los
dos hermanos dedicaron sus vidas a cuidarla y quizás por ello no llegaron nunca a casarse y a
tomar caminos independientes.

Desde un nivel sintáctico, el texto presenta estructuras de diversa índole que quizás representen
matices concretos. Por ejemplo, en la oración pero es de la casa que me interesa hablar, de la
casa y de Irene, porque yo no tengo importancia, el hecho de iniciar con una cláusula
adversativa introducida por el adverbio pero hace que se destaque la idea de la casa como
elemento principal ante lo dicho previamente.

En los dos párrafo que están entre paréntesis, aparecen una serie de verbos y construcciones a
base de yuxtaposiciones, lo que transmite el agobio y la preocupación que pueden estar
sufriendo los personajes: nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la
llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios. De nuevo vemos esa contraposición entre
la tranquilidad diurna y el temor nocturno. De día los rumores son los habituales de la vida
doméstica (el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas, ruidos de loza
y vidrios, con el fin de acallar los “otros” ruidos), mientras que, de noche, el silencio se hace
tenso, los ruidos (tos, respiración, voz de Irene al soñar en alto) y el insomnio transmiten agonía
e inquietud. Incluso la construcción causativa era por eso que de noche, cuando Irene empezaba
a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida pone de manifiesto ese silencio que podemos
interpretar como un momento de intimidad con uno mismo donde hace eco la preocupación y
las cavilaciones del subconsciente, quizás manifestadas a través de la voz de Irene mientras
sueña.
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Dentro de la misma línea, desde un plano semántico, son abundantes a lo largo de casi todo el
texto los términos relativos a los tejidos, actividad a la que se dedica Irene a diario. Los párrafos
tres y cuatro se centran en el arte que posee Irene al tejer y en la admiración que despierta en
su hermano. Aparte de la repetición de múltiplos términos de la familia léxica de “tejer”,
abundan los referentes a tejidos y prendas de vestir: tricotas, medias, mañanitas, chalecos, lana,
madejas, pullover, pañoletas, mercería, agujas, ovillos…, lo cual constituye una relación
semántica de hiperonimia – hiponimia.

La idea de Irene tejiendo es un tema que se repite a lo largo de todo el cuento; podría ser el
leitmotiv de la historia.

3. El cronotopo.
El relato se contextualiza en la Argentina de los años 40, concretamente en Buenos Aires. Lo
podemos deducir de las siguientes líneas:
Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si
había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.
Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Latinoamérica quedó aislada y las relaciones
comerciales entre Argentina y Francia se minimizaron, de ahí que no llegasen a Argentina libros
interesantes del país francés.

Los personajes de la historia son dos hermanos de unos cuarenta años que viven en la casa
familiar que perteneció a sus antepasados. Representan a las clases burguesas de la época que
viven ajenas al mundo exterior sin querer mirar más allá de la realidad; viven cómoda y
tranquilamente a espaldas de un mundo cambiante en plena ebullición que no les interesa
asumir. La vida de los personajes se basa principalmente en una serie de actividades tranquilas
y rutinarias dentro de la casa: aparte de realizar en conjunto las tareas de la casa, ella se dedica
a tejer y él a leer libros u observar a su hermana, quizás para evadirse de esa realidad que los
presiona. Desde esta perspectiva social, deducimos que pertenecen a esta clase acomodada,
pues viven de las ganancias de los campos y no necesitan trabajar (no necesitábamos ganarnos
la vida, todos los meses llegaba plata de los campos y el dinero aumentaba).

Si bien Julio Cortázar, en una entrevista para el programa “A Fondo” de Radiotelevisión


Española, menciona que Casa Tomada no es más que la transcripción de un sueño, son varias
las interpretaciones que se pueden deducir del relato.
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En una primera lectura, la idea que me transmitió fue la de una sociedad burguesa viviendo los
cambios socio-políticos que el peronismo estaba engendrando en Argentina. Bajo mi punto de
vista, el estado de confort y tranquilidad en el que vivían los personajes, la clase burguesa,
empezaba a verse amenazado por el ascenso de las masas populares a la vida política de la
sociedad. Esas voces y ruidos invasores podrían constituir una metáfora de dicha clase popular,
la cual iba haciéndose cada vez más hueco en la sociedad del momento al igual que los
“intrusos” iban tomando las partes de la casa hasta que llegan a ocuparla por completo
expulsando a sus habitantes.

Por lo tanto, vemos cómo el hombre burgués de la época, a través del pensamiento de los
protagonistas, siente ese miedo a ser invadido y desplazado de su espacio (la casa). Los
personajes se van adaptando y resignando hasta que, finalmente, terminan huyendo nada más
que con lo puesto a un mundo exterior y convulso. Ahora ya no pueden seguir con ese intento
de mantener la vida acomodada a la que estaban acostumbrados; van perdiendo privilegios, su
entorno está cambiando y esa violencia en el ambiente se hace cada vez más latente. En el
marco de esta interpretación histórico-política, puede que el autor haya decidido reflejar con
este final las ansias del hombre por huir y sentir la libertad ante la llegada de la dictadura
argentina, de la amenaza externa de unos bárbaros que se llevan todas sus pertenencias, incluida
su casa.

Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay
demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las
consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero,
vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los
pianos.

El párrafo anterior puede ser interpretado como una metáfora del pensamiento antiperonista de
Cortázar, quien elige la ciudad de Buenos Aires para insinuar que el “aire” (el ambiente, el
entorno) no es “bueno” ni está “limpio” en realidad.

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