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C

S Introducción

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i
La siguiente monografía fue hecha para entender la relación que existía entre la
literatura y el movimiento Peronista que surgía en el año 1945, liderado por Juan
Domingo Perón y Eva Duarte en Argentina.
El tema a tratar será la utilización de la literatura como medio para expresar el

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repudio al movimiento Peronista.
Es muy común observar a peronistas deshacerse en homenajes a Cortázar sabedores
de que a ese escritor el peronismo le resultaba abominable.
¿Será producto de la famosa reconciliación nacional? Entre los relatos de
ese escritor figura ‘Casa tomada’, el más famoso de ese género.

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Escribió también otros de esa misma índole: El pésimo y desgraciado poema
‘Patria’ y los relatos ‘Gardel’, ‘Cada cual’, ‘Las puertas del cielo’, ‘Los
premios’, ‘Ómnibus’, ‘Las babas del diablo’, ‘El veneno’ y ‘La banda’; y la
novela vergonzosamente discriminatoria El examen, escrita en 1950, pero
publicada en 1986. Entre otros.

á
El cuento ‘Casa tomada’ se lo debe leer como una metáfora del país

e
estancia, que el peronismo ‘toma’ y pone en peligro a partir del 40-50.
En la siguiente monografia hablaremos sobre lo que fue el peronismo y la
relacion que realiza Cortazar y como ve el autor a la Argentina en esa epoca
Una interpretación que tuvo Casa tomada, entre tantas, era que se trataba de una

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metáfora: la Argentina tradicional que retrocedía bajo la avanzada del peronismo y la

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participación en la vida política de sectores populares, hasta entonces, mayormente
marginados. Esta visión ha significado un verdadero anatema contra el autor por parte
de la cultura oficial peronista, que durante años lo calificó de “gorila” (término con el
que se designaba a los opositores al gobierno de Perón). Cortázar ha dicho que esa
interpretación del relato bien puede ser válida; sin embargo, declaró en varias

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ocasiones que el origen de la idea para el cuento proviene de un sueño, una pesadilla

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en la que un ente misterioso se hace presente en su casa y paulatinamente (por el
temor) va empujándolo hacia distintas áreas de la casa, hasta que por fin, termina
dejándolo fuera de ella sin siquiera haberse percatado de la precisa naturaleza o
composición del mismo.

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“Casa tomada bien podría representar todos mis miedos, o quizá, todas mis
aversiones; en ese caso la interpretación antiperonista me parece bastante posible,
emergiendo incluso inconscientemente”, en una entrevista explicó el autor sobre su
cuento. Es decir, la lectura política que se hizo al respecto bien pudo estar equivocada
o sesgada; igualmente, vale la pena la interpretación y tomarla como una metáfora
muy sugestiva para pensar la política y su acontecer.

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Desarrollo

El cuento casa tomada, publicado por primera vez en 1946, narra la historia
de dos hermanos que comparten una casa grande pero con el tiempo, este
espacio es tomado por una entidad misteriosa.
Este cuento tiene la particularidad de no usar solamente las letras como
herramienta de narración sino también, aprovechar la imaginación del lector,
ya que no se da explicación alguna sobre los sucesos extraños que toman
lugar en la casa, de manera que queda en el lector sacar sus propias
conclusiones y dar una explicación propia a lo sucedido en el cuento.
El cuento da inicio detallando la rutina diaria de Irene y su hermano que son
los dos únicos habitantes de una casa espaciosa. Además, este último es
también el narrador del cuento y, a través de él, se describe la difícil tarea
que llevaban a cabo para mantener limpia la casa, tras lo cual, se expresa
también el deseo de permanecer en la casa hasta el día de su muerte,
temiendo que una vez ocurrido su deceso, la casa pudiera ser vendida por
algún familiar, lo cual puede interpretarse simplemente como el deseo de
proteger el fruto de su trabajo o en términos más generales, el temor de que
nuevas generaciones destruyan el patrimonio creado por las pasadas.
Al continuar con el texto, descubrimos que el pasatiempo de Irene es el de
tejer y que por alguna razón ella se encuentra todo el tiempo encerrada
dentro de la casa. Es el narrador quien sale cada sábado a comprar lana
para Irene y a buscar libros para el mismo. Además, se describe que en
alguna ocasión el narrador encuentra un cajón lleno de pañoletas, que
podríamos pensar Irene tejió, denotando la gran cantidad de tiempo libre que
tiene Irene y haciendo más grande la duda sobre la razón por la que no sale
de la casa.
Un día, mientras los personajes seguían con su rutina, el narrador comienza
a escuchar ruidos extraños provenientes del fondo de la casa, por lo que
cierra una puerta, sellando el acceso a esa parte de la casa y le cuenta
después a Irene, con gran tranquilidad, que una parte de la casa fue
“tomada”. Ella lo acepta rápidamente después de un momento de miedo,
como si entendiera perfectamente de lo que se tratara, sin embargo no se da
gran detalle de que es lo que toma la parte posterior de la casa pero es
posible pensar que se trata de parientes que son mencionados con
anterioridad en el cuento y con los cuales ni Irene ni su hermano desean
relacionarse.
En esta nueva etapa, con la casa reducida en tamaño se narran las nuevas
costumbres de los personajes, que en un inicio están tristes por perder
algunas cosas que dejaron del otro lado de la casa, pero rápidamente se
acostumbran a las nuevas dimensiones de su hogar. Se cuenta además que
cuando se encontraban en una habitación contigua a la parte tomada de la
casa aumentaban el volumen al hablar o Irene cantaba canciones de cuna.
Esto pareciera dar otro indicio sobre la identidad de aquello que tomo la
casa, reforzando la posibilidad de que se trate de familiares a los cuales los
hermanos informan que aún se encuentran habitando en la parte de la casa
que se les dejo libre.
Después de un tiempo, el suceso se repite. El narrador escucha ruidos
extraños provenientes de la parte tomada de la casa. Dándose cuenta que la
parte en la que vivían fue tomada también, corre junto con Irene hasta la
puerta de la casa, saliendo únicamente con lo que traían encima y dejando
detrás cualquier pertenencia.
Una vez fuera, el mismo cierra la puerta con llave y abraza a Irene por la
cintura, indicando una posible relación amorosa que era reprimía mientras se
encontraban dentro de la casa. Es a partir de esta posibilidad que se puede
pensar que la razón por la que Irene no salía de la casa, era para evitar ser
víctima de chismes provocados por cualquiera que la viera junto a su
hermano y que los ruidos extraños que el narrador escuchaba antes de que
alguna parte de la casa fuera tomada, eran murmullos de sus propios
familiares, que no aprobaban su relación con Irene, sin embargo, ahora se
habían vuelto libres de consumar esta relación de la manera que desearan.
En realidad en el cuento en ningun momento se hace alusion a que algo o alguien
haya tomado la casa. En si es una sensación que tienen los hermanos, y ellos mismos,
quizás por miedo a lo desconocido y no saber como afrontar la situacion se van
excluyendo de la casa.
De "La casa tomada" se dijo que era una alegoría del Peronismo y de la situación de
Argentina a final de los años cuarenta. Cortázar no rechaza totalmente esta tesis: "Esa
interpretación de que yo estaba traduciendo imaginativamente mi reacción como
argentino ante lo que sucedía en el país, no es la mía, pero no se puede excluir. Es
perfectamente posible que yo haya tenido esta sensación y que en el cuento se
tradujera así, de manera fantástica y, simbólica" Esto cuenta cortazar acerca del
cuento:
"La casa tomada", donde dos hermanos, peculiar pareja adánica, son expulsados de su
pequeño y cerrado "paraíso" y arrojados a la vida, a un mundo desconocido.
Significativamente lo único que consiguen "salvar" de la casa es un reloj, que les
recuerda obsesivamente su temporalidad, su condición de mortales.
El autor explica así ese cuento: Ese cuento fue resultado de una pesadilla. Yo soñé
ese cuento. Sólo que no estaban los hermanos. Había una sola persona que era yo.
Algo que no se podía identificar me desplazaba poco a poco a lo largo de las
habitaciones de una casa, hasta la calle.
Me dominaba esa sensación que tienes en las pesadillas: el espanto es total sin que
nada se defina, miedo en estado puro. Había una cosa espantosa que avanzaba, una
sensación de amenaza que avanzaba y se traducía en ruidos. Yo me iba creando
barricadas, cerrando puertas, hasta la última puerta que era la puerta de la calle. En
ese momento medesperté: antes de llegar a la calle. Me fui inmediatamente a la
máquina de escribir y escribí
el cuento de una sentada.
Entre los recursos que se harían habituales en el cuento de Cortázar se cuentan el uso
de signos gráficos (en este caso, paréntesis) como reflejo de la censura.
Cortázar se basó en una casa de la ciudad de Chivilcoy, todavía en pie sobre las calles
Suipacha y Necochea.
En el relato que realiza el autor después de una detallada descripción de la casa y de
las meticulosas costumbres de sus habitantes, encontramos el nudo: a causa de unos
extraños ruidos (susurros, el volcar de una silla...), estos dos hermanos tienen que ir
abandonando partes de la mansión que son tomadas por los intrusos. Las incursiones
de éstos acaban por tomar toda la casa y los hermanos tienen que irse, tirando la llave
por la alcantarilla para que ningún desafortunado ladrón entrase y se encontrase con
la casa tomada. En ningún momento del cuento el autor deja claro de qué naturaleza
son estos intrusos. De todos modos es sorprendente con que facilidad y resignación
los dos hermanos abandonan la casa, su casa, la que los ha mantenido unidos y a la
que han dedicado tanto tiempo, sin ni siquiera intentar luchar.
En más de una oportunidad, se ha hecho una interpretación del cuento en la que se
indica que el mismo es una alegoría antiperonista. La casa tomada no sería otra cosa
más que la Argentina tradicional que debe ir retrocediendo bajo la avanzada del
peronismo y la participación en la vida política de sectores, hasta entonces,
marginados de esa actividad. Esta visión de esta obra cortazariana ha significado una
verdadera anatemización del autor por parte de la cultura oficial peronista, que
durante años lo calificó de gorila (término con el que se designaba a los opositores al
gobierno de Perón)
Cortázar ha dicho que esa interpretación del relato bien puede ser válida, sin
embargo, declaró en varias ocasiones que el origen de la idea para el cuento proviene
de un sueño, una pesadilla en la que un ente misterioso se hace presente en su casa y
paulatinamente (por el temor) va empujándolo hacia distintas áreas de la casa, hasta
que por fin, termina dejándolo fuera de ella sin siquiera haberse percatado de la
precisa naturaleza o composición del mismo.
“Bien podría representar todos mis miedos, o quizá, todas mis aversiones; en ese caso
la interpretación antiperonista me parece bastante posible, emergiendo incluso
inconscientemente”..
El cuento como dijimos antes fue escrito por un joven Cortázar. Juan Domingo
Perón había ganado en febrero del 46 las elecciones, imponiéndose ante su rival, el
radical José Tamborini, con el 52,84 por ciento de los votos. Apesumbrado y
convulsionado por el mantenimiento de la intervención universitaria llevada adelante
por el gobierno de facto del que también había participado el general, el joven
profesor de 32 años renunció a las tres cátedras que dictaba en la Universidad de
Cuyo. Empezaba así el primer capítulo de la turbulenta y no siempre consistente
relación de amor y odio que mantendría los 38 años siguientes de su vida con el
movimiento peronista.
No fueron pocos quienes señalaron, casi de inmediato, que el “silencioso avance
amenazador” al que hace alusión el escritor en el cuento no era otra cosa que una
metáfora hacia el peronismo. Las dudas por la doble interpretación llegaron hasta
confundir al propio Julio Florencio, quien no tardó en aplicar su ingenio lúdico para
dejar abiertas todas las puertas posibles, como siempre lo hizo con sus cuentos.
“Un cuento de Julio Cortázar, ‘Casa tomada’, expresa fantásticamente esta angustiosa
sensación de invasión que el cabecita negra provoca en la clase media”, escribió
Juan José Sebreli en su ya clásico libro Buenos Aires: vida cotidiana y
alienación.
Sebrelli inauguraría así una lectura de los primeros cuentos de Cortázar en la
que se otorga un importante relieve a la dimensión histórica del relato. Y
subraya dos elementos: el ruido y la sensación de invasión.Es la línea que
seguirán (entre otros), tanto Aníbal Ford como David Viñas. Para Ford, “Casa
tomada” es un “demoledor análisis de la burguesía”, y retomando cierto
bagaje psicoanalítico, realiza una analogía entre “casa” y “madre”: los
personajes “temen” salir de “ella”. Viñas, ya inaugurada la década del 70,
sostiene en su libro De Sarmiento a Cortázar que la presencia “inquietante”
de las masas -“los concretos, locales y numerosos cabecitas negras”,
agrega- sea percibida como esa posible “agresión” que “acecha
permanentemente en los zaguanes, tras los biombos, o en las
transposiciones zoológicas que corroen las ´casas tomadas´”.
Nicolás Avellaneda, por su parte, agrega en El habla de la ideología, que en
estos cuentos prima una lógica de “destino trágico”, en donde los personajes
quedan sometidos a lo que sucede, sin rebelarse. La contraposición “mundo
normal” (familiar) versus “mundo anormal” (hostil) estructura los relatos de un
modo en que la dinámica familiar se ve aplastada por lo hostil. Así, se
comienza por un mundo concreto, una realidad familiar rutinaria y trivial en la
que prácticamente no pasa nada, hasta que lo extraño, de modo enigmático,
irrumpe dejando a los personajes -seres comunes y corrientes, sin visión de
su destino ni pasión histórica- en una suerte de intento -infructuoso- de
adaptarse a la nueva situación, en un mundo totalmente descompuesto. Al
final, algo extraordinario e inquietante cierra el ciclo.
Algo de todo esto puede leerse en “Casa tomada”, si pensamos en cómo
reaccionan los dos hermanos que habitan la casa ante los ruidos que
escuchan, y cómo terminan por irse del lugar, resignados. Es el “trasfondo
ideológico” del que habla Avellaneda. Esa “obsesión” del “pequeño burgués
inadaptado” que siente por lo “monstruoso” esa “ambivalencia” que tan bien
tematizó en sus escritos Sigmund Freud: a la vez una sensación de
“atracción y rechazo” por lo desconocido, inquietante, inadaptado, que es lo
a-normal.
Casi tres décadas después de que Sebrelli publicara Vida cotidiana y
alienación, en ese libro magistral que combina historietas con textos críticos,
publicado en 1993 bajo en nombre de La Argentina en pedazos, Ricardo
Piglia subraya: “Cabecita negra (se refiere al cuento de Germán
Rozenmacher que lleva ese nombre) puede considerarse una visión irónica
de Casa tomada… O mejor: una versión del comentario de Sebrelli al cuento
de Cortázar”.
Sin embargo, en su libro de 2006 (El nacimiento de la literatura argentina y
otros ensayos), Carlos Gamerro va a poner las cosas en su lugar, y haciendo
un juego entre estas prestigiosas citas, va a sostener que, en realidad,
Sebrelli ya lee a Cortázar desde Rozenmacher, porque el cuento de este
último fue publicado antes (en 1962) que el texto crítico del primero (1965). Y
trazará la siguiente hipótesis: “nada horroriza más al Cortázar de esa época
que la revuelta, lo mezclado, lo que no está en su sitio”. Así parece haberlo
asumido el propio Cortázar, autocríticamente, cuando en 1970 afirma ante
Francisco Urondo -que lo entrevista para la revista Panorama– que “Las
puertas del cielo” es un “cuento típico de reaccionario”, donde se describe
despectivamente (incluso denominándolos monstruos) a los cabecitas
negras. “Es una actitud realmente de antiperonista blanco”, sentencia
Cortázar.
No es para menos, si tenemos en cuenta algunas afirmaciones que el
personaje principal sostiene en el cuento, como por ejemplo, “yo iba a esa
milonga por los monstruos”; o sus formas de mencionar a las mujeres de los
sectores populares: “casi enanas y achinadas” y “con enormes peinados
altos que las hacen más enanas”.
Como en Borges, los “monstruos” de Cortázar también son brutos y se
potencian al reunirse: “los monstruos se enlazan con grave acatamiento…
Los machos se ponen más torvos y yo he visto volar un sopapo y darle vuelta
la cara y la mitad del peinado a una china bizca vestida de blanco que bebía
anís”. La caracterización es muy similar a la que Borges y Bioy realizan en
“La fiesta del monstruo”: “Además está el olor, no se concibe a los monstruos
sin ese olor a talco mojado contra la piel, a fruta pasada, uno sospecha los
lavajes presurosos, el trapo húmedo por la cara y los sobacos”. Las
descripciones sobrepasan el prejuicio de clase para devenir en racismo liso y
llano: “Las negras levantan mazorcas rígidas sobre la tierra espesa de la
cara, hasta se estudian los gestos de rubia, vestidos verdes, se convencen
de su transformación y desdeñan condescendientes a las otras que
defienden su color”.
Por supuesto, en el cuento “Las puertas del cielo” es donde más claramente
aparece la atmósfera del contexto histórico-social de la Argentina peronista.
Pero así y todo, también en “Casa tomada” puede leerse ese sentimiento de
encierro, de ahogo, del que se habló líneas arriba.
“La banda”, publicado cinco años después que los cuentos de Bestiario (con
el peronismo ya depuesto del gobierno), retorna sobre los mismos lugares
que “Casa tomada” y “Las puertas al cielo”. El relato, a diferencia de los
anteriores, aparece esta vez claramente fechado: febrero de 1947. Leyendo
nos topamos con un personaje, Lucio Medina, quien abandonó el país ese
mismo año, luego de “renunciar a su profesión”. Por esa misma época
-cuenta el narrador- Buenos Aires ya andaba “escasa de novedades”. Pero la
“avidez de novedad” del personaje no es lo que más importa, sino su
descripción del entorno. Lucio, sin mucha expectativa, entró a un cine. ¿Con
qué se encuentra? Con que a su lado se sienta, no una persona, sino “un
cuerpo voluminoso”, que “olía a Cuero de Rusia de Atkison”, y que para
colmo “iba acompañado de dos cuerpos menores” que “bulleron intranquilos
durante un buen rato”.
Mientras tanto, “señoras obesas” se diseminaban por la platea,
acompañadas “de una prole más o menos numerosa”. ¿Cómo eran estas
señoras? Vemos cómo las describe Cortázar: “tenían el cutis y el atuendo de
cocineras endomingadas”. Eso, por supuesto, “tenía perplejo a Lucio”. Como
si fuese poco para el pobre personaje, arriba del escenario aparece “La
banda de alpargatas”, una compañía de música femenina que brindaba una
“función para empleados y familias” de la empresa Alpargatas. “Demasiado
sabían que si los de afuera nos enterábamos de la banda no íbamos a entrar
ni a tiros”, aclara el personaje, diferenciándose de “la chusma”, que oscila
entre reírse a gritos, putear a todo el mundo o irse. “Tenía ganas de reírse
pero estaba enojado”, dice. Y aclara: “Como calidad, la banda era una de las
peores que había escuchado en su vida”.
Con esa sensación de “extrañamiento”, el personaje se sincera: “Sintió como
si le hubiera sido dado ver al fin la realidad”. En un tono afín al Borges de “El
simulacro”, también Cortázar escribe que ese “momento de realidad” le había
parecido hasta entonces “falsa”. Pero entendió que lo que veía, lo cierto, lo
otro, era paradójicamente lo falso. Ese mundo otro, el de la “banda de
Alpargatas”, podía también “prolongarse a la calle”.
Lo inadecuado y fuera de lugar, para escritores como el joven Cortázar,
habían ocupado todos los espacios en la Argentina peronista. Tal vez por eso
se irá a Europa, para desde allí sí, años más tarde -y a diferencia de Borges-,
asumir su destino sudamericano.
Pero la plácida política dictada por las vacas y los granos una vez llega a su
fin: “(…) daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo
en el comedor o la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo (…)”. Es “un
ahogado susurro de conversación”.
Ante ese ruido, que no son palabras, porque la barbarie no habla sino que
susurra o balbucea, “me tiré contra la puerta antes de que fuera demasiado
tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta
de nuestro lado y además corrí el cerrojo para más seguridad”.
Es tarde para cerrojos. Así la oligarquía y sus intelectuales voceros se
guarecen en una parte del país que les queda. Tienen razón de sentir horror
porque son los propietarios de la casa-país-estancia y porque ahora “han
tomado la parte del fondo”.
“Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la
parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa,
por ejemplo, estaban todos en la biblioteca”. Pena y también tristeza sienten
ante la toma de la casa.
Ante ese hecho político, aludido en la ficción, de todas maneras, ellos sienten
alivio porque así tenían más tiempo para sus quehaceres domésticos.
“Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir
sin pensar”. Qué otra cosa puede producir la barbarie invasora. No se puede
vivir sin pensar, pero el odio de los personajes ante la incautación sorpresiva
de la casona colonial hace que maten su razonar. Los ocupas les anulan la
razón.
“Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces
hacían caer el cobertor”, escribe luego. Si hubiera escrito “mis pesadillas” le
habría dado más fuerza al relato. Soñaba con el peronismo que, para la
visión de mundo de Cortázar, se trata de una pesadilla.
Una interpretación que tuvo Casa tomada, entre tantas, era que se trataba de una
metáfora: la Argentina tradicional que retrocedía bajo la avanzada del peronismo y la
participación en la vida política de sectores populares, hasta entonces, mayormente
marginados. Esta visión ha significado un verdadero anatema contra el autor por parte
de la cultura oficial peronista, que durante años lo calificó de “gorila” (término con el
que se designaba a los opositores al gobierno de Perón). Cortázar ha dicho que esa
interpretación del relato bien puede ser válida; sin embargo, declaró en varias
ocasiones que el origen de la idea para el cuento proviene de un sueño, una pesadilla
en la que un ente misterioso se hace presente en su casa y paulatinamente (por el
temor) va empujándolo hacia distintas áreas de la casa, hasta que por fin, termina
dejándolo fuera de ella sin siquiera haberse percatado de la precisa naturaleza o
composición del mismo.
“Casa tomada bien podría representar todos mis miedos, o quizá, todas mis
aversiones; en ese caso la interpretación antiperonista me parece bastante posible,
emergiendo incluso inconscientemente”, en una entrevista explicó el autor sobre su
cuento. Es decir, la lectura política que se hizo al respecto bien pudo estar equivocada
o sesgada; igualmente, vale la pena la interpretación y tomarla como una metáfora
muy sugestiva para pensar la política y su acontecer.

Conclusión

El cuento es una protesta al regimén, solapado dentro de una


historia. El titulo tiene significado fisico en el sentido de que la casa
“es tomada” por “algo” que no se deja conocer, y que es la razón que
convierte a este cuento en uno fantástico. Sin embargo me parece
que cierra un sentido alegórico si lo analizamos referente a la
situación del país.
Cortázar dijo que él soñó el relato pero también estableció que en el
mismo no había personas. En la historia el narrador nos dice que él,
no es importante:Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa
y de Irene, porque yo no tengo importancia.
De forma tal que podriamos considerar que la casa es la Argentina, Irene es
el pueblo, el invasor es Perón.
El tema de la situación política es presentado al mencionar la fecha de 1939. Este año
marca el final del movimiento derechista en Argentina. Cortázar aborda el
tema cuando el narrador dice que:Desde 1939 no llegaba nada valioso a la
Argentina.
Tradicionalmente, el mismo ha sido interpretado como una “invasión” que produce el
ingreso de los sectores populares (llamados, despectivamente “cabecitas negras”) a
las clases medias. Esto se manifiesta con la llegada del Peronismo (por lo menos
hasta el `60, la ficción ha tematizado el peronismo como una “pesadilla”). Hay
muchos elementos pertinentes para considerar esa lectura, varios de los cuales se han
incluído en este análisis: aquello que progresivamente va ganando la casa, esa
presencia indescifrable que deja a los hermanos fuera de allí, ¿podría tratarse de los
“cabecitas negras”?
En efecto, en la Argentina y en Latinoamérica, la matríz de la literatura fantástica
comienza a mutar en otras formas literarias como el realismo mágico y la ciencia
ficción. Este último género es el que inaugura Borges en su libro Ficciones. La
literatura fantástica tematiza lo masivo (el peronismo) y da paso a otras formas
literarias (la ciencia ficción) para representar la lógica de los medios de
comunicación.
En más de una oportunidad, se ha hecho una interpretación del cuento en la que se
indica que el mismo es una alegoría antiperonista. La casa tomada no sería otra cosa
más que la Argentina tradicional que debe ir retrocediendo bajo la avanzada del
peronismo y la participación en la vida política de sectores, hasta entonces,
marginados de esa actividad. Esta visión de esta obra cortazariana ha significado una
verdadera anatemización del autor por parte de la cultura oficial peronista, que
durante años lo calificó de gorila (término con el que se designaba a los opositores al
gobierno del general Perón)

Bibliografia

1. Cámara de Diputados de la Nación Argentina en "Diario de sesiones de la


[...] " (pp. 1596, 1827 y 1530, Ed. Imprenta del Porvenir, 9 de septiembre de
1954).

2.[http://www.todo-argentina.net/historia/peronista/peron1/1946.html Todo
Argentina: Perón (1946-1952)

3.Los tribunales laborales se crearon por Decreto-Ley 32.347 del 30 de


noviembre de 1944.

4.Luna, Félix (1981). El 45. Sudamericana. pp. 244-246.

5."Desde estos mismos balcones". Nota sobre el discurso de Perón del 17 de


octubre de 1945. En Juan Carlos Torre (comp.): El 17 de octubre de 1945.

6.Real (1962): 30 años de historia argentina. Buenos Aires-Montevideo:


Actualidad, p. 90

7.EL BOMBARDEO Jorge Coscia, ISBN 9789500752473. SUDAMERICANA.


2015 p 214/215

8. El 24-F de 1946: Perón derrotó a la Unión Democrática, El Estadista, 11 de


marzo de 1946

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