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No es que no hubo esfuerzos por llevar el desarrollo hacia donde era necesario
y de manera más apropiada. Sí lo hubo, desde experiencias concretas hasta
teorías desarrolladas en campo de las ciencias sociales y la comunicación; de
hecho en Latinoamérica los estudiosos han aportado con investigaciones
valiosas pero que lamentablemente no lograron un cambio en el mundo
académico. En las universidades la idea de comunicación aún no sale del
modelo EMISOR-MENSAJE-RECEPTOR -con algunas variantes-, de la
propaganda o del periodismo informativo que enseña que noticia es un ‘hecho
novedoso cuyo protagonista es un personaje conocido’, principios teórico-
prácticos que subsumen los esfuerzos de sobrevivencia y las iniciativas por
alcanzar el desarrollo del ciudadano común, de mujeres jefas de hogar, de
campesinos, indígenas y otras colectividades.
Todo ello más los bajos impactos de los proyectos destinados al desarrollo
durante las últimas 4 décadas del siglo pasado, nos motiva a re-pensar en el
desarrollo y por tanto, en la comunicación estratégica para el desarrollo. “La
ciudadanía desborda las reivindicaciones políticas con demandas que se
ubican en el significado mismo de la vida: la sexualidad, la ecología, el racismo,
la drogadicción, los derechos humanos, la salud, la educación… Se
reconceptualiza el desarrollo, para entenderse como una apuesta cultural de
cambio enfocado desde los objetivos últimos del desarrollo mismo, vale decir,
desde el cumplimiento de las aspiraciones de la gente (UlHaq, 1995: 3).
Las estrategias
Con el paso del tiempo comenzó una reflexión teórica donde proliferó una
fuerte crítica tanto al colonialismo tecnológico y cultural como a la dependencia
que estos modelos propiciaban para los países del tercer mundo. Esta crítica
se basó en derrumbar el modelo europeísta como cúspide de lo moderno, que
ignoraba la multiculturalidad como elemento fundamental para el desarrollo.
Deben verse reflejados todos los temas y grupos sociales, para sustentar el
carácter democrático de la comunicación. Podría citarse el ejemplo de la
violencia doméstica, a pesar de los esfuerzos por controlarla; las nuevas tribus
urbanas y sus estilos de vida; el problema ambiental, entre otros que surgen
con la misma dinámica social. Mario Kaplún (citado por Hernández, 2010)
sostiene que la comunicación social es democrática, cuando está basada en el
diálogo, la horizontalidad, la bidireccionalidad y está al servicio de las mayorías.
Contrario a la comunicación dominadora o tradicional, que es vertical,
unidireccionalidad, monopólica y al servicio de minorías poderosas. Sebastián
Hacher dice que el poder de los medios alternativos reside en llegar a donde
los medios tradicionales no llegan: «la realidad». (Hernández, 2010)
Todo medio con vocación verdaderamente comunitaria, sin embargo, tendrá en
común el objetivo de beneficiar a la comunidad en la que está inmerso por
sobre intereses económicos. En ese sentido, los medios de comunicación
comunitarios están orientados a funcionar como una herramienta
democratizadora de la sociedad y, en general, están comprometidos con la
defensa de sus derechos, comenzando por el derecho a pensar y expresarse
libremente.
Visto del modo anterior estos medios tienen como proyección la congregación
de la comunidad para que forme parte de su audiencia, pero a la vez hay una
búsqueda por posicionarse frente a este colectivo de otra manera, de ser para
la comunidad no sólo la emisora del pueblo, sino de convertirse en un actor que
contribuya decididamente a la movilización de los distintos grupos existentes a
su interior en favor de un proyecto(s) común(es) en donde la participación sea
movilizadora del proceso de gestión comunitaria.
Sin embargo, sería absurdo hablar de medios para el desarrollo local sino se
tuviera en cuenta la participación con elemento fundamental. El modo más
generalizado de concebir la participación ha sido aquel que se concreta en la
emisión; pues el oírnos y vernos nos permite una impronta donde el
reconocimiento y la posibilidad de imaginarnos en un mundo de
representaciones mediáticas nos coloca en el plano de existencia social. Ahí,
voces, rostros y lugares vistos en la lejanía o en la cercanía del desastre o la
mala noticia, se tornan vivos, cotidianos y cercanos, en últimas, familiares y
socialmente legitimados.
Radio comunitaria:
Radio comunitaria, radio rural, radio cooperativa, radio participativa, radio libre,
alternativa, popular, educativa… Si las estaciones de radio, las redes y los
grupos de producción que constituyen la Asociación Mundial de Radios
Comunitarias se refieren a ellos mismos por medio de una variedad de
nombres, sus prácticas y perfiles son aún más variados. Algunas son
musicales, otras militantes y otras musicales y militantes. Se localizan tanto en
áreas rurales aisladas como en el corazón de las ciudades más grandes del
mundo. Sus señales pueden ser alcanzadas ya sea en un radio de un
kilómetro, en la totalidad del territorio de un país o en otros lugares del mundo
vía onda corta.
Algunas estaciones pertenecen a organizaciones sin ánimo de lucro o a
cooperativas cuyos miembros constituyen su propia audiencia. Otras
pertenecen a estudiantes, universidades, municipalidades, iglesias o sindicatos.
Hay estaciones de radio financiadas por donaciones provenientes de su
audiencia, por organismos de desarrollo internacional, por medio de la
publicidad y por parte de los gobiernos.
Comunicación comunitaria:
Bibliografía
https://leilayushenka.spaces.live.com/