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LA INCONSCIENCIA HUMANA

¿Espiritual o racional?

RAFAEL ANDRES CAMACHO DIAZ


Sacerdote

Hoy día hablar de la inconsciencia humana, resulta algo muy problemático para la

sociedad porque llegamos a tomar las acciones como adjetivo para calificar el estado

emocional de las personas; determinando lo que puede ser bueno y malo en dichos conflictos.

Es como juzgar la acción de un niño que muerde a otro cuando se enoja, su impulso defensivo

es natural y controlable desde una disposición mental. ¿Pero qué es la inconsciencia en sí? si

nos dirigimos al significado etimológico de la palabra inconsciencia, podemos observar que

tiene diversos vocablos en su dicho lenguaje; en el prefijo “in” se conoce como la negación,

y el “con” que es equivalente a junto. El término “Scire” y el sujeto “nte” que es el participio

presente del término. Asimismo, la locución inconsciente se convierte un sistema de impulso

reprimido que no llega a la consciencia sino que pasa a permanecer activo en el sujeto que

no se da cuenta de los actos.

Dado que la inconsciencia es una condición del submundo extraño y fascinante

generador de fantasías, de lapsus e impulsos incontrolados que nos permite ver gran parte de

los trastornos mentales no como enfermedades somáticas, ni como enfermedades del cerebro,

sino como alteraciones puntuales de nuestra mente, permitiendo que nuestra conducta tenga
distintas definiciones como la personalidad y la tomas de decisiones al momento de elegir lo

que conviene en un juicio moral entre lo bueno y lo malo. Así mismo, lo que conocemos

como inconsciencia es la organización asequible en el entorno social que se ve reflejado en

los comportamientos físicos y psicológicos.

Dicho de otra manera, la inconsciencia comprende actos latentes y temporalmente

conscientes del ser humano que fuera de esto en nada se diferencian de los intereses del bien

social que si llegaran a tener sentido común desde la religión, clan, familia, y la nación. No

obstante, la condición de las acciones como conducta en el hombre están asociadas a los

distintos comportamientos del ser como objeto social que se relacionan con las normas

universales de la moral; considerando los actos conscientes e inconscientes del hombre en

una organización estructural desenvuelta en cada sujeto.

Asimismo, permite un condicionamiento holográfico en el hombre, brindándole una

eficacia externa e interna a la afectividad de los individuos, trasmitido por el sentido social

de cada persona en el dolor. Puesto que en el ámbito del comportamiento el hombre puede

actuar desde sus emociones como lo puede ser el enojo o la felicidad. Convirtiéndose en

juicios reflejados desde su subjetividad hasta el punto de verse como naturales, lógicos y

verdaderos, como lo puede ser la venganza o dicha defensa causando estragos en las vidas

de las personas como lo es el “suicidio”:

“Un inconsciente que manejaba a cien kilómetros por hora en medio de la

ciudad atropelló a una familia y causó una tragedia”, “No seas inconsciente,
¿cómo vas a escalar la montaña sin la asistencia de profesionales?”, “Siempre

me acusaron de inconsciente: cuando tenía veinte años, vendí mis pertenencias

y me fui a vivir al medio del bosque en carpa”, “No estaba consciente y

aborte”.

En relación con los ejemplos anteriores, San Agustín plantea que la

inconsciencia humana está asociada a los distintos entornos sociales en donde se ve

comprometida la conducta de la persona. Lo que evidencia que la consciencia puede

ocultarse de aquellos que no quieren enfrentar la realidad o cambiar su

comportamiento; como les suceden en ciertos casos a individuos que sufren de

trastornos psicológicos o mentales, que aun compartiendo en su entorno deciden

aislarse por distintos motivos que comprometen su historia de vida. En conclusión, los

distintos factores que condicionan los actos humanos corresponden en dichos casos al

entorno según su condición social, como lo puede ser opresión; el engaño, desánimo

y el sin sentido de la vida, lo que lleva a las personas a hacer de su entorno social un

producto irracional de sus juicios mentales.

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