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“AÑO DEL DIALOGO Y LA RECONCILIACION NACIONAL”

FACULTAD DE DERECHOS Y CIENCIAS


POLITICAS

Ciclo : IV

Asignatura : Derecho Civil II

Tema : El Dolo

Docente : MARQUEZ G. Margarita

Alumna : LOPEZ MEZA, Greissy

TINGO MARÍA
2018
2018

EL DOLO

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INTRODUCCION
Se puede entender por culpa la posibilidad de prever o previsibilidad el resultado
no requerido. Esta es otra de las formas de participación psicológica del sujeto
en el hecho, junto al dolo el cual se puede definir como la conciencia de querer
y la conciencia de obrar, traducidas estas en una conducta externa, es decir, es
la voluntad consciente, encaminada u orientada a la perpetración de un acto que
la ley prevé como delito.

La preterintencional es el resultado punible que sobrepasa la intención del autor


denominase delito preterintencional. El diccionario jurídico de Cabanellas, define
al delito preterintencional como aquel que resulta más grave que el propósito del
autor, es decir, que el autor del delito obtiene un resultado que no se esperaba y
que sobrepasa a lo que el busco o tenía como fin a cuando cometió el delito.

En la civilización actual se le debe prestar una atención especial a los delitos


culposos, en razón del aumento y el progreso de las maquinas porque cada vez
más frecuentemente los accidentes que estos producen y con el conocimiento
de los distintos puntos relevantes del dolo, la culpa y la preterintencional se podrá
determinar si dichos accidentes fueron accidentes como tal y de esta manera
determinar el grado de culpabilidad de la persona y así poder establecer una
sanción. He aquí la importancia del tema y el objeto principal del trabajo el cual
va a radicar a expresar los distintos puntos relevantes a la culpa, el dolo y a la
preterintencional para facilitarnos el estudio y el entendimiento de estos temas

Para la recopilación de esa materia fue necesaria la investigación en textos y


libros especializados en la materia que nos permitieran el entendimiento mejor
de los temas.

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DEDICATORIA

Este presente trabajo monográfico


está dedicado primeramente a Dios,
a nuestro profesor(a) quien nos
enseña cada día y nos brinda su
apoyo para seguir adelante y triunfar
en la vida.
A nuestros padres, por estar con
nosotros, por enseñarnos a crecer y
a que si caemos debemos
levantarnos, por apoyarnos y
guiarnos a llegar hasta aquí.

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INDICE

DEDICATORIA..................................................................................................... 3

EL DOLO ........................................................................................................... 5

1. IDAS GENERALES ..................................................................................... 8

2. CONCEPTOS DOCTRINARIOS. ................................................................ 8

3. RELACIÓN ERROR Y DOLO ..................................................................... 9

4. CLASIFICACIÓN DEL DOLO. .................................................................. 10

4.1. DOLO BUENO Y DOLO MALO. ......................................................... 10

4.2. DOLO POSITIVO Y DOLO NEGATIVO. ............................................. 12

4.3. DOLO DETERMINANTE Y DOLO INCIDENTAL. .............................. 13

5. PERSONAS DE LAS QUE PUEDE PROVENIR EL DOLO. ..................... 13

6. LA ACCIÓN POR DOLO ........................................................................... 14

CONCLUSIONES ............................................................................................ 18

BIBLIOGRAFIA ............................................................................................... 19

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EL DOLO

El dolo, en derecho, es la voluntad deliberada de cometer un delito a sabiendas


de su ilicitud. En los actos jurídicos, el dolo implica la voluntad maliciosa de
engañar a alguien o de incumplir una obligación contraída.

En el derecho el término dolo, se usa con significados diferentes. En derecho


penal, el dolo significa la intención de cometer la acción típica prohibida por la
ley. En derecho civil se refiere a la característica esencial del ilícito civil, en
el incumplimiento de las obligaciones designa la deliberada inejecución por parte
del deudor y, por último, es un vicio de los actos voluntarios.

GENERALIDADES.

El dolo refiriéndonos al dolo malo, el fraude y el engaño son


comportamientos del ser humano que no son aceptables en el Derecho.
Este rechazo al dolo, fraude y engaño mantiene una estrecha relación
con lo ético, lo moral, con el concepto del buen padre de familia, el hombre
prudente y razonable, el cual a su vez impuso el uso y costumbre de
aceptación social.

En Génesis el engaño de la serpiente a Eva al inducirle a error de que al


comer del árbol prohibido tendría los atributos de Dios es reprobado
por todos los cristianos desde tiempo inmemorial. El engaño
intencionado con interés de dañar a otro es un acto sancionado por el
Derecho desde los primeros albores de la civilización.

Dolo es el propósito deliberado de perjudicar a otros con quienes se tiene


contrato. En los negocios jurídicos es, por lo tanto, dolo todo empleo de
ardides o enredos con intención de engañar o de mantener en error a la
persona con la cual se está negociando un beneficio propio en perjuicio
del otro; es decir, toda simulación intencionalmente malvada o
disimulación de la realidad de los hechos.

El uso y la costumbre (en rechazo al dolo, fraude y el engaño)


generalmente aceptados en la sociedad incluye la falta de aprobación de
actos contrarios a la moral; a la ética; a lo fraudulento; a los actos

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engañosos; actos contrarios a la buena fe y al dolo malo, grave o
causante, según trataremos de exponer.

Existe una estrecha relación entre lo moral y el esquema moral del orden
social. Elaborando la teoría de Hayek en cuanto a las relaciones
del Derecho y la moral, nos dice la Dra. Caridad Velarde:“... la teoría de
Hayek consiste en afirmar la existencia de unas normas de conducta a las
cuales el hombre se adecúa a pesar de no conocer, en la mayoría de las
ocasiones, cual es el origen de esas normas ni el motivo por el que debe
someterse a ellas. No niega que exista una estrecha relación entre el
orden moral y el jurídico, entre otras razones por la coincidencia de ambos
tipos de normas al cristalizar las morales en jurídicas. Otro tema es la
cuestión de la obligación moral de secundar la normativa jurídica.

En primer lugar, de la obra de Hayek se desprende que las pautas de


conducta que cabe considerar comprendidas dentro del concepto de “ley”,
coinciden con las normas morales correctas, es decir, con aquellos
sentimientos que impelen al hombre a actuar en una dirección que
favorece al mantenimiento del orden espontáneo. No se debe olvidar que
los sentimientos podían ser correctos o equivocados ya que en las
diferentes culturas que se han desarrollado a lo largo de la historia, los
hombres han mantenido esquemas morales, beneficiosos en unos casos
y perjudiciales en otros.

Al llegar a este punto se plantea una cuestión interesante. Si para Hayek


“la ley” (entendida en su sentido fundamental) es la pauta de conducta
obligatoria que, por otra parte, coincide con las normas morales
beneficiosas para el recto mantenimiento del orden social, de aquí se
concluye que las normas morales beneficiosas se tornan obligatorias para
todos los miembros de la sociedad y será muy conveniente que se vean
recogidas a lo largo del proceso legislativo. Todo esto es lo que parece
que cabe extraer lícitamente de su consideración acerca del derecho y la
moral. Sin embargo, paradójicamente, en las páginas que dedica al
estudio detenido de las relaciones entre lo jurídico y lo moral el primer
problema que cuestiona es el de si el derecho debe recoger

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necesariamente las convicciones morales vigentes. En dichas páginas
se recoge un aserto de Hart que reza así: “en ningún sentido tiene por
qué ser cierto que la ley deba recoger o satisfacer determinadas
exigencias morales.” Estas tesis parecen identificarse con los postulados
de la escuela positivista, sin embargo, Hayek afirma que, estableciendo
las debidas matizaciones, puede darse por válida la proposición en
cuestión:

“Muchas normas legales, no tienen ninguna relación con las morales;


otras, indudablemente válidas, pueden discrepar abiertamente con algún
mandamiento moral que por las gentes sea mayoritariamente asumido”.

Aparentemente esta afirmación se contradice con el conjunto de sus


consideraciones acerca del derecho y la moral. Sólo cobra sentido en el
supuesto de que se considere el concepto “convicciones morales” como
equivalente a “opinión pública”. La opinión pública no tiene por qué
coincidir necesariamente con los sentimientos morales correctos, es decir,
con aquellos que benefician a la sociedad y que por ese motivo se deben
mantener y secundar.

En cuanto a las normas jurídicas, para Hayek no existe un deber moral de


obediencia estrictamente hablando. La razón de su obligatoriedad no
radica en consideraciones morales sino en la conveniencia para el
grupo social de su adopción, demostrada por su eficiencia a lo largo del
tiempo. Muestra de ello es el desarrollo alcanzado por la civilización
occidental, la cual es la que más ha avanzado con respecto a otras, tanto
en lo económico cuanto a lo que hace a la consideración de principios
esenciales a la dignidad del hombre como la libertad, igualdad, etc.

En orden a conseguir ciertos resultados, no existe, en principio, distinción


alguna entre lo que procede hacer y lo que correspondería hacer. Hay
tan sólo una manera establecida de hacer las cosas. El conocimiento de
la relación causa-efecto es algo indistinguible de la forma de obrar
considerada adecuada o permitida. (...) Las normas de conducta no han
surgido como entes conceptuales encaminados al logro de concretas

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finalidades. Tomaron forma porque permitieron prevalecer, sobre los que
no lo hicieron, a aquellos grupos humanos que decidieron adoptarlas.

Los actos realizados con dolo son evaluados por el Derecho, tanto civil como
penal.

1. IDAS GENERALES
1.1. Supuesto 1º: Para desarrollar los efectos jurídicos que le son propios, la
voluntad requiere un conocimiento de la realidad.
Supuesto 2º: Si ese conocimiento es equivocado, se puede privar de
eficacia a la respectiva declaración de voluntad.
1.2. Cuando el error en el conocimiento de la realidad es provocado por un
sujeto ajeno, quien actúa sobre la inteligencia del otro mediante el
engaño, estamos en presencia de una declaración de voluntad viciada
por el dolo.
2. CONCEPTOS DOCTRINARIOS.
2.1. Tradicional: “Vicio del consentimiento constituido por la maquinación
fraudulenta destinada a que una persona preste su consentimiento para
la celebración de un acto o contrato”.
2.2. Betti: “Toda forma de artificio, capaz de inducir a engaño a otros, que
excede de aquél genero de habilidades que se pueden considerar
permitidos a las partes en la lucha de astucia que suele desarrollarse
en el curso de las negociaciones de un contrato”.
2.3. Stolfi: “Error provocando engaño a otro”.
2.4. Domat: “Toda maquinación para engañar a alguien”.

Elemento común definiciones: dolo = engaño provocado.

Tradicionalmente exige maniobras, una maquinación, un atentado voluntario


contra el derecho y los intereses del prójimo. Más precisamente, y en materia de
contratos, se trata de una astucia, de un engaño que tiene por objeto sorprender
el consentimiento de la víctima, el cual, por consiguiente, queda con ello viciado.

El dolo para la doctrina tradicional es el conocimiento y la voluntad por realizar


un tipo penal, el querer realizar dicha acción y consentir el resultado, o como
lo diría José Cereso Mir “:el dolo es la conciencia y voluntad de la realización

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de los elementos objetivos del tipo, se distingue un elemento intelectual y un
elemento volitivo”; esta concepción es también llamada la concepción dualista
que ayuda de alguna forma una diferenciación con la culpa pues aunque hay
conocimiento(culpa conciente) no hay voluntad para que se produzca el
resultado. Los juristas también hablan de una concepción monista

pues ellos nos dicen que el dolo es solo el conocimiento del resultado o en
palabras de Enrique Bacigalupo: “El dolo se caracteriza básicamente por el
conocimiento de los elementos del tipo objetivo”.

Gunter Jackobs4 en su tesis nos dice que: ”el dolo es el conocimiento con un
valor de juicio y no es un mero pensar u ocurrirse sin cualidad de juicio”.

3. RELACIÓN ERROR Y DOLO

Dado que el dolo conduce inevitablemente al error, hace que la víctima


manifieste su voluntad en razón del error a que se le ha inducido, puede uno
preguntarse si la teoría del dolo no está prácticamente envuelta por la del
error.

Sin embargo, lo anterior no significa que dolo y error se confundan, pues el


acto se anula por dolo, sin que sea necesario que concurran, además, los
requisitos del error como vicio del consentimiento. El dolo constituye un vicio
del consentimiento distinto del error y, por lo mismo, es una causa en sí
suficiente para anular un acto, aún cuando el error provocado por el dolo no
sea no sea de tal magnitud que vicie el consentimiento.

Las razones del distingo son claras:

1. En el error hay una falsa representación de la realidad que surge


espontáneamente del sujeto; mientras que en el dolo, si bien también se
produce una falsa representación de la realidad, a diferencia del error,
ésta no surge espontáneamente del sujeto, sino que a consecuencia de
maquinaciones fraudulentas fraguadas por otras personas para inducir al
error al sujeto. Este error en lugar de ser espontáneo ha sido determinado
a sabiendas por una de las partes en detrimento de la otra.

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En conclusión, en ambos hay una representación errada de la realidad,
más en el primer caso es espontánea y en el segundo provocado.

2. En el error no hay mala fe; en cambio, en el dolo sí. (Aquí se castiga el


acto ilícito que importa el artificio de inducir a contratar a base de engaño).
3. Los hechos constitutivos del dolo son ordinariamente más patentes,
más fáciles de probar que la existencia de un error que ha podido no
exteriorizarse.

Por todas estas razones, los efectos de derecho son diversos: cuando hay
error, vicio del consentimiento, podrá obtenerse la rescisión; si, además, hay
dolo, habrá lugar también a la indemnización de perjuicios.

4. CLASIFICACIÓN DEL DOLO.


4.1. DOLO BUENO Y DOLO MALO.

Dolo bueno es el comportamiento lícito realizado con astucia,


malicia, halagos, jactancia, propaganda, incitaciones, etc. que son
permitidas en la vida comercial, jurídica o social y respecto de las que,
por lo tanto, cualquier sujeto está preparado o habituado. Es un engaño
menor, una simple exageración de cualidades de la cosa ofrecida.

Ejemplo: propaganda de comercio que exagera bondades de un


producto y guarda silencio sobre sus defectos secundarios.

Dolo malo es un comportamiento ilícito, destinado a engañar a otra


persona y que induce a una manifestación de voluntad que, sin el dolo,
no habría realizado o habría realizado en otras condiciones. Es un
engaño de verdadera consideración que supera la simple exageración
de la cosa. Este es el dolo que vicia el consentimiento.

Ejemplo: propaganda de comercio que no sólo exagera bondades de un


producto sino que también aparenta maliciosamente cualidades que no
tiene y silencia defectos esenciales.

La delimitación entre uno y otro es una cuestión de hecho y


esencialmente moral y relativa, pero que se puede deducir a partir de
ciertos antecedentes como:

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 La magnitud del engañó.
 las posibilidades que tuvo la víctima, sin negligencia de su parte.
de percatarse del dolo.
 las condiciones personales de la víctima.
 las condiciones en que se celebre el contrato.
 los usos y costumbres del lugar, sus ideas dominantes, la práctica
común, el tráfico comercial, etc.

Así, un mismo hecho puede o no constituir dolo según sean las


condiciones personales de la víctima o las circunstancias en que se
celebre el contrato. Se trata pues de una cuestión esencialmente relativa.

Importante: El elemento subjetivo, el engaño, se emplea con la intención


de inducir a una persona para celebrar un acto jurídico y no
necesariamente con la intención de causar daño a la persona que se
llega a engañar.

El dolo en las dos modalidades antes enunciadas fue objeto de


consideración en el Derecho romano, en el cual prevalece el aspecto
penal del dolo. El “Dolus bonus” (Dolo bueno) trata de engaños y
estratagemas que desde el punto de vista moral romano no son
censurables. “Las astucias y las afirmaciones inexactas encaminadas a
engañar a un enemigo o a un ladrón; igual consideración tuvieron las
mañas o malicias del comercio diario, alabando exageradamente las
mercancías, resaltando cualidades que no tienen, sin que por ello
lleguen a ser fraudulentas, en cuanto se trata de artificios más o menos
hábiles para conseguir una finalidad lícita”.

El “Dolus malus” (Dolo malo) supone para los juristas romanos la


intención consciente de causar daño, dentro del concepto inmoral, y
supone el deseo intencionado de causar daño antijurídico a otra
parte.

El edicto del Pretor (magistrado romano) crea una acción judicial (acción
de dolo malo) cuando ocurra dolo malo, en una relación entre partes, que
no haya otra acción en ley y que parezca haber justa causa para

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conceder tal acción. La acción legal de dolo malo es en Derecho romano
una acción subsidiaria, utilizada para cuando no exista otra acción legal.
Cuando puede utilizarse un interdicto o excepción para defenderse no
se autorizará acción por dolo malo (la cual llama infamatoria). Cuando
se puede obtener la restitución total del bien jurídico violentado no
procede la acción por dolo malo (Ponomio).

Esta idea de intencionalidad antijurídica parece ser la nota que distingue


el dolo malo de la culpa. Cuando sin intención consciente y contraria a
derecho se causa un daño por inadvertencia puede haber culpa, pero no
dolo malo. El dolo es un acto contrario a la buena fe y la culpa va de la
mano con la falta de diligencia.

El dolo de por sí, siempre y cuando no haya causado error esencial, no


anula el acto ipso iure. Se puede decir que la voluntad, aun cuando esté
irregularmente determinada, existe. Pero conviene también tener
presente que los remedios contra el dolo fueron creados por el Pretor,
el cual no podía sino eliminar indirectamente las normas rigurosas
formales y las consecuencias jurídicas reconocidas inocuas, para no
ponerse en contradicción abierta con el Derecho Civil, y la justicia. Tales
remedios fueron introducidos al final de la República, cuando el
incremento del comercio y la disminución de las fides, aumentó el
número de los negocios dolosos, mientras que por otra parte la afinación
del sentido jurídico tendía a considerar la esencia de las relaciones más
que la forma. El querer intrínseco más que la declaración, y los bonos
mores comenzaban a obtener sanciones jurídicas.

4.2. DOLO POSITIVO Y DOLO NEGATIVO.

A diferencia de la clasificación anterior, en este caso, ambos tipos de


dolo vician el consentimiento.

Dolo positivo es aquel engaño que se realiza a través de actos, hechos


o circunstancias tendientes a alterar la realidad o que colocan a la
víctima en imposibilidad de apreciarla debidamente. Ejemplo: se
representa como verdadera una circunstancia falsa.

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Dolo negativo o por omisión es aquel engaño que consiste en ocultar,
guardar silencio sobre algún hecho o circunstancia que la otra parte
necesita conocer para formarse un juicio verdadero de la realidad.
Lohman da una definición más amplia y lo entiende como “no solamente
el silencio entendido como no sacar a la parte de su error, sino también
es dolo omisivo el silencio que tiene como intención hacer que el otro
caiga en error, por no informarle de aquellos hechos o circunstancias
que la víctima no tenía manera de enterarse por sus propios medios”.
Este dolo negativo es conocido en doctrina como reticencia. Ejemplo: En
el contrato de seguro, dada la importancia de la reticencia por la
naturaleza misma del contrato, la ley la ha reglamentado expresamente
en el art. 557 del Cº Com.

Pero como para que exista dolo es necesario que haya intención
positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro, no habrá dolo
si el silencio proviene de desconocimiento de la realidad o si el error se
provoca involuntariamente.

4.3. DOLO DETERMINANTE Y DOLO INCIDENTAL.

Dolo determinante o principal es el que induce en forma directa


a una persona a realizar una declaración de voluntad que, de
no mediar dolo, se habría abstenido de realizar.

El dolo incidental no es determinante para la manifestación de


voluntad. La víctima la habría realizado de todas maneras pero
en condiciones menos onerosas.

5. PERSONAS DE LAS QUE PUEDE PROVENIR EL DOLO.


5.1. Actos jurídicos unilaterales: el dolo debe provenir
necesariamente de una persona que no es parte en el acto.
5.2. Actos jurídicos bilaterales: el dolo puede provenir de una de las partes
o de un tercero.

Si proviene de una de las partes y es determinante, vicia el consentimiento.


Si proviene de un tercero no vicia el consentimiento, salvo que la parte

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beneficiada con él hubiere tenido conocimiento del dolo y no lo hubiere
advertido a la contraparte (dolo negativo).

5.3. Acto jurídico plurilateral: El dolo puede provenir de una de las partes o
de un tercero.

El acto no se invalida para todas las partes sino sólo para aquella que fue víctima
del dolo. La nulidad solo puede ser solicitada por aquéllas partes que fueron
directamente engañadas.

6. LA ACCIÓN POR DOLO

El acto de dolo en el Derecho romano nace como un delito penal. Es una


acción gravísima, la cual tiene como consecuencia la infamia del condenado;
por lo tanto, no se puede recurrir a ella sino cuando falte cualquier otro
remedio jurídico; es subsidiaria.

Se distinguía por los comentadores el dolo determinante o grave (dolus


causam dans), que fue causa propiamente del acto, de modo que, sin él, no
se habría llevado a efecto y el dolo incidental (dolus incidens), sin el cual el
acto se habría cumplido pero en condiciones mejores. El primero era
suficiente motivo para pedir anulación con la acción o la excepción del dolo,
la anulación del acto y de sus consecuencias. El segundo permitía
solamente conseguir la ejecución justa del negocio o una indemnización.
Pero esta distinción no tiene base en las fuentes originarias romanas. Fue
producto de su desarrollo por el tiempo, la jurisprudencia y la equidad.

Cuando el dolo es empleado recíprocamente por las partes, ni una ni otra


tienen derecho a ejercitar la acción de anulación del contrato. Si fue
empleado por un tercero, el acto contractual es válido siempre, la acción se
dirige contra este tercero para el resarcimiento de daños, y la excepción
también contra la parte que saca provecho, cuando se trate de negocios a
título lucrativo.

Las raíces de la conducta dolosa y su implicación en el Derecho Español


tienen su inicio en el Derecho Romano según indiqué. El dolo es reprimido
en el Derecho Romano mediante la “Actio de dolo” la cual es una acción “ex

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delicto” (tenía carácter penal) con matiz civil, al ser protectora del tráfico
jurídico. Es la acción judicial (subsidiaria) en ausencia de otra acción legal,
para resolver los conflictos entre partes que no pueden ser resueltos
mediante otra acción legal (ver nota 8 anterior). El Pretor autoriza esta
acción cuando no hay otra. El Actio Doli tiene su origen en las doce Tablas,
y se le atribuye a C. Aquilio Galo su creación, según Cicerón, allá por el año
668 cuando Galo ejercía como pretor peregrino de Roma.

En casos justificados, y a falta de otra acción, es la “actio doli” concedida por


el pretor cuando ha habido dolo malo, para evitar que la malicia sea fuente
de lucro, y la simplicidad ocasión de daño. Es una acción subsidiaria, penal
e infamante, transmisible por herencia en la medida en que el dolo lucró al
causante. La defensa era restituir al perjudicado lo recibido mediante
conducta dolosa. Esta acción prescribe al año.

En caso de poca monta “modica summa” el pretor no concedía la acción de


dolo. La “actio doli” era algo similar a lo que conocemos en Puerto Rico
como un remedio extraordinario judicial. (ej.: Injunction, Mandamus, Quo
Warantos, etc.)

La dinámica del curso del tiempo, de la jurisprudencia y evolución natural del


Derecho permitieron la acción por dolo cuando existía otra acción, pero
que no resolvía apropiadamente la controversia.

Las acciones dolosas se pueden dividir en dos grupos:

1. Las acciones por hurto y robo que son de carácter penal.


2. La acción pauliana, faviana, calvisiana, delito civil dirigida ante todo a
reintegrar al perjudicado lo que ha perdido.

La restitución no se menciona en el procedimiento de la acción de dolo de la


época clásica. Hay quien indica que la restitución fue suprimida por los
compiladores del Corpus Iuris Civilis. (Biondi)

“La acción de dolo, es una acción nacida de un delito, ya que el dolo, en si


constituye una figura delictiva de carácter pretorio, apta por su propia definición,
para sancionar todos aquellos casos en que existiendo intención dañosa, no se

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dan las notas típicas de otra figura delictiva (por ejemplo, “furtum” o “iniuria”),
por lo que constituye una acción de cáracter general. Esta misma generalidad
hace que, cuando exista una relación contractual, y el acto doloso pueda ser
reparado por cualquiera de las acciones derivadas del contrato mismo, no quepa
acudir al ejercicio de la acción de dolo, sino solamente al de la acción contractual
correspondiente, dada la accesoriedad de la primera. Nos encontramos,
por lo tanto, ante un remedio de carácter general que viene a suplir posibles
lagunas del sistema de acciones, y a consagrar, de este modo, el triunfo de la
buena fe en las relaciones jurídicas, en cuanto hace posible la reparación de
todas aquellas infracciones derivadas de una conducta engañosa o inmoral,
que de otra forma quedaría sin sanción jurídica”.

El dolo aparece en el Derecho romano cuando no se percibía que el fundamento


del contrato estaba en el consentimiento, sino que bastaba que un hombre
hubiese observado ciertos requisitos de forma para quedar vinculado. La
posibilidad de liberarse de una obligación contractual en caso de dolo se fundaba
en la necesidad de evitar que alguien pudiese obtener provecho de un acto ilícito,
en lugar de considerarse como un propio vicio del consentimiento.

En el Derecho intermedio los glosadores destacaron la relación entre la acción


por dolo y las restituciones saliendo del formalismo estricto. Se pierde el
carácter penal de la acción por dolo, lo cual se sustituye por la restitución de
propiedad. La restitución íntegra sale de la intervención judicial para ser un
remedio general cuando hay que indemnizar un perjuicio.

En el Código de Napoleón el dolo entró como uno de los vicios del


consentimiento del contrato junto al error y la violencia. Se consideró la voluntad
de las partes como base al contrato, la cual si violentada causaría su impacto
negativo en el contrato.

En el Derecho actual no existe una acción especial de dolo como en el derecho


romano. No contamos con una norma procesal que permita conseguir un
remedio para los casos de conducta dolosa. El Código Civil Español contiene
algunos artículos de ley en los cuales se alude al dolo. (Ver página 10, Supra en
la introducción). No existe ninguna disposición especial que de forma clara y
terminante establezca las consecuencias de la actuación dolosa. La doctrina se

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encuentra implícita dentro del derecho positivo que impone no cometer dolo en
las relaciones jurídicas.

El Código Penal actual no tiene una definición directa del dolo. El dolo se
caracteriza por el conocimiento de los elementos de tipo objetivo, es decir, de los
elementos que caracterizan la acción como generadora de un peligro
jurídicamente desaprobado que afecta de manera concreta un determinado
objeto protegido6.

Está constituido por un aspecto cognitivo que favorece la aprehensión del acto,
su conocimiento, y un aspecto autoexhortativo que mueve la ejecución al querer
el sujeto realizarlo. Ambos elementos del dolo facilitan “la imagen refleja del tipo
objetivo”.

El dolo directo y el dolo eventual suponen una simplificación y una reducción de


los complejos procesos psíquicos que se dan en la mente del sujeto en relación
con los elementos objetivos del tipo.

Para actuar dolosamente, el sujeto de la acción debe saber qué es lo que hace
y conocer los elementos que caracterizan su acción como acción típica. El
conocimiento que exige el dolo es un conocimiento actual, no bastando uno
meramente potencial; es decir, el sujeto ha de saber lo que hace, no basta con
que hubiera debido o podido saberlo; esto no quiere decir que el sujeto deba
tener un conocimiento exacto de cada particularidad o elemento de tipo
objetivo.

La tradicional definición del dolo que requería para este, además de la


representación o el conocimiento de la realización del tipo (elemento cognitivo),
también un elemento volitivo (la voluntad) ha sido puesta en duda en la
dogmática más moderna. El elemento cognitivo del dolo debe darse en el
momento de la comisión del hecho y requiere un conocimiento actual, es decir,
presente.

El dolo requiere que el autor haya conocido la antijuricidad. Ello surge con
claridad del propio art. 14 CP, en el que se establece que el autor que ha obrado
sin conocer la ilicitud del hecho, es punible con la pena prevista para el delito
doloso (aunque atenuada).

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CONCLUSIONES

El dolo; refiriéndonos al dolo malo, en su acepción de fraude, engaño, deseo


deliberado de perjudicar al otro contratante mediante maquinaciones, insidia o
medio inmoral sin ética, ni buena fe, aparece en el Derecho (todo el derecho)
desde que el hombre empieza a relacionarse entre sí. El dolo según fluye en el
Derecho hoy día tiene su origen en el Derecho romano, según vimos.

En el Derecho romano el dolo fue considerado a través de la “acto de dolo” la


cual es una acción de carácter penal. No se podía iniciar contra un incapaz.
Esta acción penal iba dirigida a recuperar el daño causado por el dolo.

El dolo requiere que el autor haya conocido la antijurídica, ello surge con claridad
del propio art. 14 CP, en el que se establece que el autor que ha obrado sin
conocer la ilicitud del hecho, es punible con la pena prevista para el delito doloso.

Las penas que tienen asignados los delitos cometidos con dolo son más graves
que por culpa, pues se trata del elemento que representa la forma más grave de
culpabilidad.

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BIBLIOGRAFIA

 BACIGALUPO, Enrique, Derecho Penal General: ARA Editores, Lima-


Perú, 2004.
 CEREZO MIR, José, Temas Fundamentales de Derecho Penal:
Rubinzal–Culzoni. Editores, Buenos Aires-Argentina, 2002.
 VILLA STEIN, Javier, Derecho Penal - Parte General: Editorial San
Marcos, Perú, 1998.
 BRAMOT-ARIAS TORRES, Luis, Manual de Derecho Penal – Parte
General: Editorial Santa Rosa, Lima-Perú, 2000.
 CLAUS, Roxin, Problemas Actuales de Dogmática Penal: Ara Editores,
Lima -Perú, 2004.
 MUÑOZ CONDE, Francisco, Teoría General del Delito, Editorial Temis,
Bogotá-Colombia, 2001. 2° Edición.

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