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Érase una vez, en el año 1488, cuando aún no se veía muchas jovencitas, al norte te Canadá,
en la Villa “Nadie Sabe Dónde”, donde vivían 5 amigas que se conocían desde su infancia.
Todas las tardes ellas se reunían en un parque un poco abandonado y desolado, alrededor
de una bella pileta con un ángel al centro para jugar y conversar
de las cosas que les pasaban día a día, entre estas hermosas
jovencitas, se encontraba Catalina o Cata de cariño, ella tenía
18 años, era de contextura delgada y talla media, le resaltaban
sus ojos marrones oscuros y sus mejillas redondas; Camila por
su parte tenía 17 años, ella era de talla mediana y delgada como
una pajita, le resaltaban sus ojos chinitos y las pecas que
adornaban su rostro; Carla tenía 18 años, tenía una talla
mediana y contextura promedio, sus ojos eran marrones y chinos, su tez morena y melena
preciosa; Coral tenía 17 años, de talla y contextura promedio, ojos grandes y marrones,
rostro redondo y larga melena negra Carmín tenía 17 años y al igual que Coral, tenía la talla
y la contextura promedio, sus ojos eran rasgados y marrones, su rostro redondo y una
melena hermosa y por ultimo Cecilia o Ceci de 18 años, quien poseía ojos marrones
oscuros y un rostro delgado. Cierto día, todas se vieron en el parque, este lucía un poco
más lindo que otros días, pues en los jardines, habían florecido dos florecillas que
desprendían un delicioso aroma.

- Pero que delicia- Dijo Cata mientras acercaba la nariz a una de ellas
- De hecho que lo es, hace tiempo no veía una- replicó Coral
- ¿A poco tú no tienes flores en tu casa? Preguntó Camila
- -Todas tenemos flores en casa- respondieron juntas, Carmín, Carla y Ceci

Todas empezaron a reír, sin embargo ya era hora de ir a sus casas, así que decidieron
juntarse al día siguiente, a la hora de siempre, a las 4 de la tarde.

Cuando ya el día hubo llegado, y la tarde empezaba a asomarse, la hora ya era la adecuada
para salir de casa, cada una de las amigas se dirigía al viejo parque de la Villa, todas al
verse, se dieron un abrazo muy fuerte, pero algo no iba muy bien, las florecillas se habían
secado y esto no era normal porque nadie en este lugar hubiera matado a dos bellas
florecillas.

- ¿Qué haremos? Dijo Camila


- -Pues cuidarlas, a ver si resisten- dijo Carmín

Las demás se miraban entre ellas, tratando de encontrar una respuesta. Y como si no
fuera suficiente, ya estaba llegando la noche, pero Cata no quería moverse, sentía algo
muy extraño, algo que no sintió nunca, sin embargo, no dijo nada para no asustar a sus
amigas, pero curiosamente no era la única en sentir esto,
Carmín sentía lo mismo, Carla también y por supuesto que
Ceci, Coral y Cami también lo sentían. –¡Hey miren!- grito
Cami dando un salto, pero solo era un gato que pasaba por
ese lugar, la noche ya estaba oscura y n ose podía distinguir
casi nada. Carla señalo a una señora que venía detrás del
gato, tenía una vestimenta negra y se acercaba lentamente.
Cuando la mujer llegó les dijo:

-¿Qué hacen unas niñas en medio de un parque a estas horas?-

-Nada señora- Dijo Cata

-Vean, estaba buscando a alguien a quien regalarle unas florecillas pero no encuentro a
nadie- Dijo la señora, con voz afligida

-Pero que hermosa es usted, muchas gracias- Dijo Cami, estirando sus manos

La señora, con una sonrisa entrego la flor a cada una de ellas, y les decía que las pusieran
en sus cabellos, pues se verían hermosas, y fue así, cuando las chicas ya tenían el adorno
en sus cabellos, pudieron sentir un aroma maravilloso y de tanto encanto no vieron que la
bruja las había trasladado a otra dimensión, al mundo de los sueños.

- ¿Qué hacemos aquí?, grito Carla confundida


- - Usted nos engañó- dijeron las chicas entre voces
- Pues que más podría hacer con unas niñas como ustedes, las veo todas las noches
y duermen tan plácidamente, y yo ¡yo no puedo dormir!, pero ya verán, ahora yo
tendré los mejores sueños de todo el mundo-
- Usted es una bruja malvada y fea y mala y muy mala- Dijo Cata
- Permítanme, soy la bruja chata de bronce, es un honor conocer a niñas tan
inocentes y como verán ¡Me robare sus sueños!

Dicho esto, arrancó las flores de sus cabellos y las mando de regreso a la villa. Pasaron
los días y no podían dormir, se quejaban entre sus sueños, Camila tenía el trastorno de
las piernas inquietas, Catalina el trastorno de Jet Lag, Carla tenía insomnio por su parte,
Carmín sufría de Narcolepsia, Ceci de sonambulismo y Coral tenía constantes
pesadillas. Ninguna podía descansar y estaban tan cansada que no podían ni salir de
sus casas, la falta de sueño las estaba consumiendo.

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