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Paidós Gomunicación Dick Hebdige

Colección dirigida por José Manuel Pérez Tornero y Josep Lluís Fecé

Últimos títulos publicados:

30. T. A. Sebeok y J. Umiker-Sebeok - Sherlock Ht¡lmes y Churle.s S' Peirce


Subcultura
31. J. Martínez Abadía - lntroclttt'tiótt a la tet'nttlogía audir¡t'isual
34.
36.
M. Rodrigo Alsina - Ltt tonstrucción de la ruttit'itt
J. Tusón - El luio de! lenguaie El significado del estilo
37. D. Cassany - Destribir el estribir
38. N. Chomsky - Barreras
39. K. KrippendortT - fuletodrtlogíu de análisis de ct¡nteniclt¡
40. R. Barthes - L« atentut'a sentiológica
41. T. A. van Dijk - La tu¡ticia ronu¡ discurst¡
43. R. Barthes - La cúm¿tr« lticida
44. L. Gomis - T«»'ía del periodisnrtt
4-5. A. Mattelart - La publicidad
46. E. Gotlman - 1.¡rs monrcntos t- sus hombres
49. M. DiMaggio - Est'ribir para felevisión
50. P. M. Lewis y J. Booth - El medio int'isiblc
51. P. Weil - Ltt t'ontunicación glttbal
52. J. M. Floch - Seniótit'a, murkef ing v comunicot'iritt
-54. J. C. Pearson y otros - Comuttitaci(¡n "- génartt
55. R. Ellis y A. Mclintock - Tet¡ría y prútticrt dc la conu.tttiL'ttt'ión humunu
56. L. Vilches - La teletisitin
58. R. Debray -Vida v muerte dc la intugen
59. C. Baylon y P. Fabre - Lu sentúnticu
60. T. H. Qualier - Pubticidad y demrx'ratitt en la sot'iedrtd de musas
61. A. Pratkanis y E. Aronson - l,a era dc la propaganda
62. E. Noelle-Neumann - La espiral del silencio
63. V. Price - La opinión Pública
66. M. Keene - Práctica de la fotttgrafía de prensa
67. F. Jameson - La estétitu gertpolítito
69. C. Durandin - La inlbrmación, la desinli¡rmot'iótt v lu realidad
71. J. Brée - Los niños, el consumo v el nrurketing
74. T. A. Sebeok -.Signo.r: unu introtlurción o la semiótiL'a
17. M. Mcluhan - Conrprentler lt¡s medios da ct¡municación
79. J. Bryant y D. Zillman - Efectos mediúticos
82. T. A: VanDijk - Racismo v análisis crítico tle lo's medit¡s
83. A. Mucchielli - Psicr.r/o.gía de la cttmunita<ión
It8. P. J. Maarek - Marketing ¡xslítit'tt v conunicttt'ión
90. J. Curran y otros (comps.) - Estudios cultut'ales v comuni.cutión
91. A.Mattelá.tyH/t.Matietart -Histt»'iusdelusteoríasdelact¡ntunicución
92. D. Tannen - Género v disturso
97. J. Lyons - Scnúntica lingíiístictt
99. A. Mattelarf - Ltt mundiuli:ación de lu c¡¡nutttit'utititt
100. E. McLuhan y F. Zingrone (conrps.) - Mtl'uhon cstrifos esentiales
l0l. J. B. Thompson - Los nrcdiu v la motlernidad
105. V. Nightingale - El esÍttdio de lus audiencias
109. R. Whitaker - El .fin de la ¡tritacidad
I 12. J. Langer - La televisión sensucionalisÍa
l2l . P. Pavis - El análisis de los cspectúcukts
122. N. Bou y X. Pérez - El tiempo del héroe
123. J. J. O'Donnetl - At'otares de la palabra
124. R. Barthes - Lak¡rre Eilfel
125. R. Debray - lntnxlut't'ión u lo nrcdiologíu
132. A. Iv{atteiart - Historitt de lu sot'iedatl de lu informuL'ión
l3ó. R. Barthes -\tariutionas sobrc la literafura
137. R. Barlhes - \/oriat'ioncs sobre la esrrifw'a
138. I. Moreno - Musas v tilterus tct'nologítts
143. C. Barker - Telct'isión. globalizaL'ión e identidades tttlturales
144. M.-L. Ryan - La narrot'ión conto realidud tirlual
147. J. Cilbeit y E. Pearson - Cultura t polítit'as de la ntúsicu danca
148. J. Puig - Lrt,'onttmitu(ión munit'i¡tal cónr¡tlite (t¡n los t'iudadanos
153. A. Mittelart y É. Neueu - InÍrt¡¿lut'tititt u los cstudios culturales
157. D. Hebdige - SubtulÍura
\ll» #P,"gp-.
Título original: Subculture. The Meaning of Style Sumario
publicado en inglés, enZr)Z,por Routledge, an imprint of the Taylor and Francis Group,
Londres y Nueva York
Originalmente publicado en 1979 por Methuen & Co' Ltd'

Traducción de Carles Roche

Cubierta de Mario Eskenazi

Agradecimientos 11
Introducción: subcultura y estilo 13

UNO t7
la autorización escrita de los titulares del t'opyright'bajo
De la cultura ala hegemonía 17
Quedan rigurosamente prohibidas, sin
parcial de_esta obra por cualquier
las sanciones estableciaas en ü. l"y.r, la reproducción total o
infbrmático, y la
medio o procedimiento, coÁpr"ndídos la reprografÍa y el tratamiento
públicos'
ái.t.iUr.iOn de ejemplares dé elta mediante alquiler o préstamo

@ 1979 Dick Hebdige PRIMERA PARTE: ALGUNOS ESTUDIOS DE CASOS


@ 2OO4 de la traducción, Carles Roche
@ 2OO4 de todas las ediciones en castellano
Ediciones Paidós lbérica, S. 4., DOS 39
Mariano Cúí.92 - 08021 Barcelona
Vacaciones en el sol: el triunfo de Mister Rotten 39
http ://www.Paidos.com
Bostezos en Babilonia. 43
ISBN: 84-493-1609-X
Depósito tegal: B-3 1'208 12004
TRES 49
Impreso en HuroPe, S' L.,
Lima, 3 - 08030 Barcelona Regreso a Africa. 49
La solución rastafari. 53
Impreso en España - Printed in Spain
SUMARIO sl rM A l{ ¡()

El reggae y el rastafarianismo 55 OcHo . . 157


Éxodo: una travesía en dos direcciones . 60 El estilo como homología . 157
El estilo como práctica significante . 162
CUATRO 69
Hipsters, beats y teddY boYs. 69 NUEVE 175
Elegancia de producción nacional: el estilo de De acuerdo, es Cultura. Pero ¿es Arte? 175
los mods . . 16
Piel blanca, máscara negra : 79 CONCLUSIÓN 183

i,TLIiJl.':'o':''':* 1':'*' ":i' 85 Notas 193


Raíces decoloradas: los punks y la identidad Bibliogr afía 223
étnica blanca. 89 Otras lecturas recomendadas 235

Índice analítico y de nombres 247


SEGUNDA PARTE: UNA INTERPRETACION

CINCO. .
103

Función de la subcultura 103

Especificidad: dos clases de teddy boy Llz


Las fuentes delestilo ll7

SEIS r25
Subcultura: la ruptura antinatural . 125
Dos formas de integración 128

SIETE r39
El estilo como comunicación intencional . L39
El estilo como bricolaje . 142
Un revulsivo parael estilo: el estilo repulsivo 147
UNO

De la cultura a la hegemonía

Curruna

Cultura: cultivo, cuidado, en los autores cristianos, ado-


ración; acción o práctica de cultivar el suelo; labranza,
agricultura; cultivo o crianza de ciertos animales (peces,
por ejemplo); desarrollo artificial de organismos micros-
cópicos y los organismos así producidos; cultivo o desa-
rrollo (de la mente, las facultades, las maneras), mejora
o refinamiento por la educación y la formación; condi-
ción del ser formado o refinado; vertiente intelectual de
la civilización; prosecución o especial atención o estudio
dedicados a cualesquiera temas o actividades (Oxford
English Dictionary).
18 SUBCULTURA DE LA CULTURA A LA HT,CETT,TONíA 19

Como demuestra esta definición, la cultura es un con- aun sin ser necesariamente congruentes con respecto a las
cepto bastante ambiguo. Refractada a través de siglos dos trayectorias subrayadas más arriba. La primera
guramente aquella con la que el lector estará más -se-
de uso, la palabra ha adquirido una serie de significa- fa-
dos bastante dispares, a menudo contradictorios. Incluso miliarizado- es esencialmente clásica y conservadora.
como término científico, alude indistintamente a un pro- Representa a la cultura como norma de excelencia estéti-
ceso (desarrollo artificial de organismos microscópicos) ca: <<Lo mejor que se ha pensado y dicho en este mundo>>
y a un producto (organismos así producidos).x Más es- (Arnold, 1868), y deriva de una apreciación de la forma
pecíficamente, desde finales del siglo xvIII los intelec- estética «clásica» (ópera, ballet, teatro, literatura, arte).
tuales y literatos ingleses 1o han empleado para dirigir la La segunda, cuyos orígenes se remontan según Williams
atención de los críticos hacia todo un abanico de cues- hasta Harder y el siglo xvtrr (Williams, 1976), tiene un
tiones polémicas. La «calidad de vida», las repercusio- punto de partida antropológico. Aquí, el término <<cultu-
nes en términos humanos de la mecanización, de la divi- ra» se refiere a
sión del trabajo y de la creación de una sociedad de
masas han sido discutidas en el amplio marco de 1o que [...] un modo especítico de vida que expresa determina-
dos significados y valores no sólo en el arte y la ense-
Raymond Williams llamó el debate de <<Cultura y socie-
flanza, sino también en las instituciones y el comporta-
dad» (Williams, 1961). Si el sueño de una «sociedad or-
miento cotidiano. Analizar la cultura consiste, según
gánica» sociedad como un todo integrado y dotado
-la
de significado- ha sido tan longevo es, sobre todo, gra'
esta definición, en dilucidar los significados y valores
implícitos y explícitos en un modo de vida concreto, una
cias a esta tradición de discrepancia y cfítica. El sueño ha cultura concreta (Williams, 1965).
tenido dos trayectorias primordiales. Una conducía de
vuelta al pasado y a la noción feudal de una comunidad
estructurada por jerarquías. Aquí la cultura asumió una El alcance de esta definición es, por supuesto, mucho
función rayana en lo sagrado. Su <<perfección armoniosa>> mayor. En palabras de T. S. Eliot, abarca
(Arnold, 1868) era esgrimida en contra del erial de la
vida contemporánea. [...] todas las actividades e intereses particulares de un
La otra trayectoria, mucho menos frecuentada, nos pueblo. El día del derbi ,la regata de Henley, Cowes, el
lleva hacia el futuro, hacia una Utopía socialista donde la 12 de agosto, la final de la copa, las carreras de perros, el
distinción entre trabajo y ocio iba a ser anulada. Dos defi- expositor de insignias, la diana y los dardos, el queso
niciones básicas de cultura emanaron de esta tradición, Wensleydale, la col hervida y troceada, la remolacha en
vinagre, las iglesias góticas del siglo xrx, la música de
* En castellano nos referiríamos, naturalmente, a «cultivo» y Elgar [...] (Eliot, 1948).
no a «cultura>>. (N. del t.)
20 SUBCULTURA DE LA cULTURA A LA Heceuoní,r 2l

Como observó Williams, el único modo de sustentar ras infancias (Leeds en el caso de Hoggart [1958], un pue-
una definición de tales características fue fundar una em- blo minero galés en el de Williams [960]), pero sus tra-
presa feórica nueva. En adelante, la teoría de la cultura bajos dejan entrever una marcada predilección por las
implicaría el <<estudio de las relaciones entre elementos letras y la alfabetización,r así como un moralismo igual-
en el seno de un modo de vida en su conjunto» (Williams, mente palpable. Hoggart deploraba el modo en que la co-
1965). El énfasis pasó de los criterios inmutables a los munidad de clase trabajadora tradicional comuni-
históricos, de 1o fijo a la transformación: -una
dad de valores probados y demostrados pese al adusto
paisaje en el que fue a radicar- se estaba viendo minada
[...] un énfasis que, a partir del estudio de los significa- y sustituida por un <<Mundo de Algodón de Azitcar>> de
dos y valores concretos, aspire no tanto a compararlos emociones baratas y noveluchas, un mundo tan insípido
como forma de establecer una escala, sino, por el estudio como sórdido. Williams defendíatímidamente los nuevos
de sus modalidades de cambio, a descubrir ciertas causas mass media, pero lo que ante todo le preocupaba era afir-
generales o <<tendencias>> que nos permitan comprender mar unos criterios estéticos y morales para distinguir los
mejor los procesos sociales y culturales en su conjunto productos válidos de la <<basura>>; el jazz forma
(Williams, 1965). -<<una
juego
musical auténtica>>- y el fútbsl maravillo-
-11rrn
so>>- frente a las <<noveluchas de sexo y violencia, las ti-
Lo que proponía Williams era, pues, una fbrmulación ras dominicales y la última memez de la música popular»
mucho más amplia de las relaciones entre cultura y socie- (Williams, 1965). En 1966 Hoggart sentó las bases sobre
dad, que mediante el análisis de los «significantes y valo- las que se fundarían los estudios culturales:
res concretos>> tratase de sacar a la luz las bases ocultas
de la historia; las <<causas generales>> y las <<tendencias>> so- En primer lugar, sin apreciar la buena literatura nadie
ciales generales que se esconden tras las apariencias ma- podrá entender de manera cabal la naturaleza de la so-
nifiestas de una <<vida cotidiana». ciedad; en segundo, el análisis crítico literario puede
Al principio, cuando empezaron a arraigar en las uni- aplicarse a ciertos fenómenos sociales además de la lite-
versidades, los estudios culturales ocupaban un lugar bas- ratura <<académicamente respetable» (por ejemplo, las
tante incómodo en la frontera entre estas dos definiciones artes populares, las comunicaciones de masas) y de este
contrapuestas cultura como norrna de excelencia, la modo se iluminarín los significados que poseen para los
-la
cultura como (<un modo de vida en su conjunto>>-, sin individuos y las sociedades (Hoggart, 1966).
decantarse por ninguna de ellas como línea de investiga-
ción más provechosa. Richard Hoggart y Raymond Wi- Paradójicamente, la idea implícita de que seguía
lliams elaboraron una sentida crónica de la cultura obrera siendo necesaria una sensibilidad literaria para <<leer>> la
en forma de nostálgicos relatos de sus respectivas prime- sociedad con la debida sutileza y que las dos ideas de cul-
22 SUBCULTURA DE LA cULTURA A LA HE,csN4oNín 23

tura podían en última instancia reconciliarse iba también Como en Eliot , paÍa Barthes la idea de cultura traspa-
a informar los primeros trabajos del escritor francés Ro- sa los límites de la biblioteca, el teatro y la ópera para
land Barthes, aunque en su caso la validación provenía de abarcar el conjunto de la vida cotidiana. Pero esta vida
un método semiótic¿- sntendido como una forma cotidiana está cargadapara Barthes de una trascendencia
-la
de leer signos (Hawkes, 1977). más insidiosa y de organización más sistemática. Partien-
do de la premisa de que el <<mito es un tipo de discurso>>,
en Mitologías Barthes se propone examinar el conjunto,
B¿.nrurs: Mrros Y srcNos generalmente oculto, de reglas, códigos y convenciones
que provocan que los significantes característicos de gru-
Utllizando modelos derivados de la obra del lingüista pos sociales específicos (los que ocupan el poder, por
suizo Ferdinand de Saussure, Barthes2 quiso poner de re- ejemplo) se conviertan en universales y «dados» para el
lieve el carácter arbitrario de los fenómenos culturales, resto de la sociedad. En fenómenos tan dispares como un
desvelando los significados latentes de una vida cotidiana combate de lucha, un escritor de vacaciones, una guía tu-
QUe, a todos los efectos, era «perfectamente natural». A di- rística, Barthes encuentra una misma naturaleza artifi-
ferencia de Hogg afi, Barthes no estaba interesado en dis- cial, una misma médula ideológica. Cada uno de ellos ha-
tinguir entre el bien y el mal en la moderna cultura de ma- bía sido expuesto a idéntica retórica dominante (la
sas, sino que sólo pretendía mostrar de qué modo todas las retórica del sentido común) para convertirse en mito, en
formas y todos los rituales, supuestamente espontáneos, de puro elemento de un <<sistema semiológico de segundo
las sociedades burguesas contemporáneas están sujetos a orden>> (Barthes , 1972). (Barthes pone el ejemplo de una
una sistemática distorsión, siempre susceptibles de verse fotografía de París-Match en la que un soldado negro sa-
de-historizados, <<naturalizados >>, convertidos en mito : luda la bandera francesa, que posee connotación simbóli-
ca de primer y de segundo orden: [ 1] gesto de lealtad,
Toda Francia está anegada en esta ideología anónima: pero también l2l <<Francia es un gran imperio, y todos sus
nuestra prensa, nuestro cine, nuestro teatro, nuestra lite- hijos, sin discriminaciones de color, sirven fielmente bajo
ratura de gran tirada, nuestros ceremoniales, nuestra jus- su bandera».)
ticia, nuestra diplomacia, nuestras conversaciones, la La aplicación por parte de Barthes de un método ba-
temperatura que hace, el crimen que se juzga, el casa- sado en la lingüística a otros sistemas de discurso distin-
miento que nos conmueve, la cocina que se sueña tener, tos al lenguaje (la moda, el cine, la comida, etc.) abrió
la ropa que se lleva, todo, en nuestra vida cotidiana, es perspectivas completamente nuevas para los estudios
tributario de la representación que la burguesía se hace y
culturales contemporáneos. Se esperaba que la invisible
nos hace de las relaciones del hombre y el mundo (Bar-
sutura entre lenguaje, experiencia y realidad pudiese ser
thes, 1972).
localizada y desenmascarada mediante un análisis semió-
24 SUBCULTURA DE LA cuLTURA A LA Hsce,uoNín 25

tico de este tipo, y se descubriría cuál era el significado que se inscribía en el más mundano de los ritos, determi-
de la brecha entre el intelectual alienado y el mundo <<real>>, nando la más azarosa de las relaciones sociales. Pero
y que ésta desaparecería como por milagro en ese mismo ¿cómo puede la ideología ser <<anónim&>>, y cómo puede
momento. Además, bajo la batuta de Barthes, la semiótica revestir una tal trascendencia? Antes de ensayar cual-
prometió nada menos que reconciliar las dos definiciones quier lectura del estilo subcultural, debemos definir con
opuestas de cultura sobre las que tan ambiguamente fue- mayor precisión el término «ideología».
ron postulados los estudios culturales: un maridaje entre
convicción moral (en este caso, las creencias marxistas de
Barthes) y temas populares: el estudio de todo el modo I»r,olocía: uNe RELACIóN vIVIDA
de vida de una sociedad en su conjunto.
Eso no significa que la semiótica encajase con facili- En La ideología alemana, Marx muestra cómo el
dad dentro del proyecto de los estudios culturales. Por fundamento de la estructura económica capitalista (la
más que Barthes compartiera las inquietudes literarias de plusvalía, hábilmente definida por Godelier cuando dijo
Hoggart y Williams, su obra introdujo una nueva <<pro- que «El beneficio [...] es trabajo impagado>> [Godelier,
blemáticarr3 marxista ajena a la tradición británica del l9l0)) es ocultado a la conciencia de los agentes de pro-
<<comentario social», comprometido y en buena medida ducción . La incapacidad de atravesar la opacidad de las
desprovisto de bases teóricas. El resultado fue que, de re- apariencias para ver las relaciones reales subyacentes en
pente, el viejo debate pareció limitado. Daba la impre- ellas no es consecuencia directa de ningún tipo de opera-
sión, en palabras de E. P. Thompson, de que sólo refleja- ción de enmascaramiento premeditadamente ejecutada
ba las pequeñas inquietudes de un grupo de «caballeros por individuos, grupos sociales o instituciones. Todo lo
diletantes». Thompson quería reemplazar la definición contrario: por definición, la ideología discurre por deba-
williamsiana de la teoría de la cultura como <<una teoría jo de la conciencia. Es ahí, en el plano del <<sentido co-
de las relaciones entre elementos dentro de un modo de mún ordinario>>, donde los marcos de referencia ideológi-
vida en su conjunto>> por su propia formulación, más ri- cos están más firmemente sedimentados y donde más
gurosamente marxista: «El estudio de las relaciones den- efectivos resultan, porque es ahí donde su carácter ideo-
tro de un modo de conflicto en su conjunto>>. Hacía falta lógico se disimula más eficazmente. En palabras de
un esquema más analítico; había que aprender un nuevo Stuart Hall:
vocabulario. Como parte de ese proceso de teori zación,
la palabra «ideología» acabó adoptando una gama de sig- Es precisamente su <<espontaneidad>>, su transparencia,
nificados mucho más amplia que antes. Barthes, como su <<naturalidad>>, su rechazo a examinar las premisas en
hemos visto, había encontrado una «ideología anónima>> las que se basa, su resistencia a los cambios o las modi-
que calaba en todos los niveles posibles de la vida social, ficaciones, su efecto de reconocimiento instantáneo, y el
26 SUBCULTURA DE LA cuLTURA A LA HecnuoNín 27

círculo cerrado en el que se mueve los que determinan etc., para ilustrar la cuestión nos podemos valer fácil-
que el sentido común sea, a un tiempo, <<espontáneo», mente de una estructura física como ejemplo. La mayoría
ideológico e inconsciente. Con el sentido común no se de centros educativos modernos, pese a la aparente neutra-
puede descubrir cómo son las cosas; a 1o sumo, se apren- lidad de los materiales con que están construidos (ladrillo
de dónde encajan en el esquema existente de las cosas. rojo, teja blanca, etc.) son portadores de supuestos ideoló-
De este modo, su aparente incuestionabilidad lo instaura
gicos implícitos que, literalmente, se inscriben en la propia
como un medio cuya supuesta transparencia tiene por
arquitectura. La categorización del conocimiento en artes
objeto volver invisible.s sus propias premisas y presu-
y ciencias se reproduce en el sistema de facultades, que al-
puestos (Hall, 1977).
berga disciplinas distintas en edificios distintos, y la ma-
yoría de universidades mantienen las divisiones tradicio-
Dado que la ideología satura el discurso cotidiano en
nales y dedican una planta a cadaespecialidad. Además, la
forma de sentido común, no puede ser puesta entre pa-
relación jerrárquica entre profesor y alumno está inscrita en
réntesis y separada de la vida cotidiana como un conjun-
el propio diseño del aula de conferencias, donde la distri-
to independiente de «opiniones políticas>> o <<puntos de
bución de los asientos escalonados en gradas
vista partidistas». Ni tampoco puede ser reducida a las di- -bancos
ante un estrado elevado- dictan el flujo de información y
mensiones abstractas de una «visión del mundo>> o em-
sirven para <<naturalizar>> la autoridad profesoral. Así, toda
pleada en el típico sentido marxista de «falsa concien-
una serie de decisiones acerca de qué es posible y qué no
cia». Como señaló Louis Althusser:
es posible en la educación ya han sido tomadas, aunque sea
inconscientemente, incluso antes de que se decida el con-
[...] la ideología tiene muy poco que ver con la «cofl- tenido de cada uno de los cursos.
ciencia» [...] Es profundamente inconsciente 1...1Sin duda
Estas decisiones ayudan a establecer los límites no
la ideología es un sistema de representación, pero en la
mayoría de los casos tales representaciones nada tienen sólo de 1o que se enseña sino de cómo se enseña. Los edi-
que ver con la <<conciencia»: suelen ser imágenes y a ve- ficios reproducen literalmente en términos concretos las
ces conceptos, pero es sobre todo en cuanto estructuras nociones (ideológicas) dominantes acerca de qué es la
como se imponen a la gran mayoría de hombres, no afra- educaciófi, y t través de ese proceso la estructura educa-
vés de su <<conciencia>>. Son objetos culturales percibi- cional, que por supuesto puede modificarse, pasa a ocu-
dos-aceptados-sufridos y funcionalmente actúan en los par un lugar incuestionable y se presenta como <<dada>>
hombres a través de un proceso que permanece inadver- (esto es, como inmutable). En nuestro ejemplo, los es-
tido para ellos (Althusser,, 1969). quemas de nuestro pensamiento han sido traducidos en
ladrillos y argamasa reales.
Aunque aquí Althusser se esté refiriendo a estructuras De modo que los individuos sólo hacen suyas las re-
como la familia, las instituciones culturales y políticas, laciones y los procesos sociales a través de las formas en
28 SUBCULTURA DE LA cuLTURA A LA uncEl¡oNín 29

que éstos les son representados. Como hemos podido ver, A continuación Hall describe esos códigos como <<mapas
esas formas no son en absoluto transparentes. Vienen en- de significado» que son necesariamente el producto de
vueltas en un <<sentido común>> que las refrenda al tiempo una selección. Recorren transversalmente toda una serie
que las adultera. Esos «objetos culturales percibidos- de significados potenciales, liberando algunos de ellos y
aceptados-sufridos>> son, precisamente, los que la semió- excluyendo otros del terreno de juego. Estamos acostum-
tica pretende <<interrogar>> y descifrar. Todos los aspectos brados a habitar esos mapas con la misma certeza con la
de la cultura poseen un valor semiótico, y los fenómenos que habitamos el mundo <<real>>: nos <<piensan>> en la mis-
en apariencia más incuestionables pueden funcionar co- ma medida en que los <<pensamos)), y en sí esto resulta
mo signos, esto es, como elementos en sistemas de comu- bastante <<natural». Todas las sociedades humanas se re-
nicación regidos por norrnas y códigos semánticos no di- producen a sí mismas de este modo, mediante un proce-
rectamente aprehendidos por la experiencia. Estos signos so de <<naturalízación>>. A través de este proceso
-5usrts
son tan opacos como las relaciones sociales que los pro- de reflejo inevitable de toda vida social-, los conjuntos
ducen y que ellos re-presentan. En otras palabras, toda concretos de relaciones sociales, las formas concretas de
significación conlleva una dimensión ideológica: organizar el mundo se nos aparecen como universales y
eternas. A eso se refiere Althusser ( 197l) cuando dice
Un signo no existe simplemente como parte de la reali- que «la ideología no tiene historia» y que la ideolo gía en
dad, sino que reflej a y refracta otra realidad. Por lo tan- este Sentido general será siempre <<un elemento esencial
to, puede distorsionar esa realidad o serle fiel, o bien de toda formación social» (Althusser y Balibar, 1968).
percibirla desde un punto de vista especial, etcéteru. Sin embargo, en sociedades muy complejas como la
Todo signo está sujeto a criterios de valoración ideológi- nuestra, que funcionan mediante un sofisticado sistema
ca [...] El dominio de la ideología coincide con el domi- de división (esto es, especialízación) del trabajo, la clave de
nio de los signos. Ambos son equiparables. Cuando un todo tiene que ver con las ideologías específicas, las que re-
signo está presente, la ideología también 1o está. Todo presentan los intereses de los grupos y las clases predomi-
lo ideológico reviste un valor semiótico (Volosinov, nantes en un momento dado, en una situación dada. Para
t973). abordar este asunto primero debe tomarse en consideración
el modo en que el poder se distribuye en nuestra sociedad.
Para sacar alaLuz la dimensión ideológica de los sig- Es decir, tenemos que preguntamos qué grupos y clases
nos, primero deben tratarse de desentrañar los códigos participan en la definición, ordenación y clasificación del
empleados para organizar el significado. Especial impor- mundo social. Por ejemplo, a poco que pensemos en ello nos
tancia tienen los códigos <<connotativos>>. Como afirma daremos cuenta de que el acceso a los medios de difusión
Stuart Hall, cubren el rostro de la vida social y la vuel- de las ideas en nuestra sociedad (esto es, principalmente los
"[...]
ven clasificable, inteligible, significativa» (Hall, 1977). mass media) no es igual paratodas las clases. Algunos gru-
30 SUBCULTURA DE LA cuLTURA A LA Hsc¡,vtoNíR 31

pos tienen más voz y más voto, más opciones de dictar nor- Ésta es la base de la teoría de Antonio Gramsci de la
mas, de organizar significado, mientras que la situación de hegemonía, que proporciona la explicación más eficaz de
otros es más desfavorable, tienen menos poder para produ- cómo se mantiene la dominación en las sociedades capi-
cir e imponer al mundo sus definiciones del mundo. talistas avanzadas.
De modo que, cuando miramos por debajo del nivel
de la «ideología-en-general>> para ver cómo operan las
ideologías específicas, cómo algunas adquieren poder y HrcnuoNín: EL EeUILIBRIo EN MovIMIENTo
otras se mantienen en la marginación, comprobamos que
en las democracias avanzadas de Occidente el terreno <<La sociedad no podrá compartir un sistema de comuni-
ideológico no es en modo alguno neutral. Volviendo a los cación común mientras siga dividida en clases enfrenta-
códigos <<connotativos>> mencionados por Stuart Hall, das>> (Brecht, Pequeño organum para el teatro).

podemos ver que esos <<mapas de significado» están car-


gados de una trascendencia potencialmente explosiva El término hegemonía alude a una situación en la que
porque están trazados y reffazados siguiendo las líneas una alianza provisional de determinados grupos sociales
establecidas por los discursos dominantes sobre la reali- puede ejercer una <<autoridad social total» sobre otros
dad, las ideologías dominantes. Así que tienden a repre- grupos subordinados, no sólo por coerción o imposición
sentar, por oscura y contradictoriamente que sea, los in- directa de las ideas dominantes, sino «ganándose y confi-
tereses de los grupos dominantes de la sociedad. gurando la aceptación de manera tal que el poder de las
Para entender la cuestión tenemos que citar a Marx: clases dominantes parezca a la vez legítimo y natural>>
(Hall, 1977). La hegemonía sólo se mantendrá a condi-
Las ideas de la clase dominante son, en cada época, las ción de que las clases dominantes <<consigan poner de su
ideas dominantes, es decir, la clase que es la fuerza ma- lado todas las definiciones opositoras» (Hall, 1977), con
terial dominante de la sociedad es al mismo tiempo su lo que todos los grupos subordinados estarán, si no con-
fuerza intelectual dominante. La clase que tiene a su dis-
trolados, sí por 1o menos contenidos dentro de un espacio
posición los medios de producción material controla a la
ideológico que no parecerá en absoluto «ideológico>>:
vez los medios de producción mental, de modo que, en
que, en cambio, se mostrará como permanente y <<natu-
términos generales, las ideas de quienes carecen de me-
ral>>, externo a la historia, como si estuviera más allá de
dios de producción mental se someten a ella. Las ideas
dominantes no son más que la expresión ideal de las re- los intereses concretos (véase Social Trends, nn 6, 1975).
laciones materiales dominantes vertidas en forma de ideas; Así es como, según Barthes, la «mitología» desem-
las relaciones que hacen de una clase la clase dominante peña su función vital de naturalización y normalizacíón,
son las mismas que hacen dominantes sus ideas (Marx y siendo Mitologías la más contundente demostración bar-
Engels, 1970). thesiana del alcance de tales formas y significados nor-
32 SUBCULTURA DE LA cuLruRA A LA HecsvtoNíR 33

malizados. Sin embargo, Gramsci añade la importante Podemos volver ahora al significado de las subcultu-
cláusula que dice que el poder hegemónico, precisamen- ras juveniles, pues la emergencia de estos grupos ha mar-
te porque requiere del consentimiento de la mayoría do- cado espectacularmente el fracaso del consenso en la era
minada, jamás podrá ser ejercido de forma permanente de posgueffa. En los siguientes capítulos veremos que lo
por la misma alianza de «fracciones de clase>>. Como ya que se expresa en la subcultura son precisamente las ob-
hemos señalado, ,,1a hegemonía [...] no es universal y jeciones y contradicciones del tipo descrito por Lefebvre.
"dada" para el dominio perpetuo de una clase determi- Con todo, el desafío a la hegemonía representado por las
nada. Debe ser conquistada, reproducida, sostenida. subculturas no emana directamente de ellas: en realidad
Como dijo Gramsci, la hegemonía es un "equilibro mó- se expresa sesgadamente en el estilo. Las objeciones y
vil" que contiene relaciones de fuerzas favorables o des- contradicciones quedan planteadas y exhibidas (y, como
favorables a esta o aquella tendencia» (Hall y otros, veremos , <<mágicamente resueltas») en el nivel profunda-
197 6a). mente superficial de las apariencias: esto es, en el nivel
De la misma manera, no es posible normalizar per- de los signos. Ya que la comunidad-signo, la comunidad de
manentemente las formas. Éstas siempre pueden ser de- consumidores de mitos, no es un corpus homogéneo. Co-
construidas, desmitificadas, por un <<mitologista>> como mo escribió Volosinov, se entrecruza con las clases:
Barthes. Además, las mercancías pueden ser simbólica-
mente <<recuperadas>> en la vida cotidiana y dotadas de La clase no coincide con la comunidad-signo, esto es,
significados implícitamente opuestos por parte de quie- con la totalidad de usuarios de un mismo conjunto de
nes en un principio las produjeron. La simbiosis entre signos de comunicación ideológica. Así pues, clases dis-
ideología y orden social, entre producción y reproduc- tintas emplearán un mismo y único lenguaje. Resulta de
ción, ni es ni fija ni está garantizada. Puede verse vulne- ello que acentos de orientación diversa intersectan en
rada. El consenso puede romperse, o ser cuestionado o cada signo ideológico. El signo se convierte en el esce-
nario de la lucha de clases (Volosinov, 1973).
anulado, y la resistencia a los grupos dominantes no tie-
ne por qué ser siempre descartada sin más o autom ática-
mente incolporada. Aunque, como ha escrito Lefebvre, La lucha entre diferentes discursos, diferentes defini-
vivamos en una sociedad donde «[...] en la práctica los ciones y significados dentro de la ideología es siempre,
objetos se convierten en signos y los signos en objetos y por consiguiente y al mismo tiempo, una lucha dentro de
una segunda naturaleza ocupa el lugar de la primera, la la significación: una lucha por la posesión del signo que
capa inicial de la realidad perceptible» (Lefebvre, I97l), se extiende hasta las áreas más triviales de la vida coti-
existen siempre, como é1 mismo aduce, <<objeciones y diana. Volviendo una vez más a nuestros ejemplos de la
contradicciones que entorpecen el cierre del circuito>> en- introducción, los imperdibles y los tubos de vaselina, ve-
tre signo y objeto, entre producción y reproducción. mos que tales artículos se abren, ciertamente, a una doble
34 SUBCULTURA DE LA cuLTURA A LA upceuoNín 35

inflexión: a usos tanto «legítimos>> como «ilegítimos>>. Me dejó atónito ese edificio tan severo cuyos detalles se
Estos «objetos humildes» pueden ser mágicamente in- unían en mi contra. Nada en el mundo es irrelevante: las
cautados, <<robados>> por grupos subordinados que les ad- estrellas en la manga de un general, las cotizaciones de
judicarán significados <<secretos>>: significados que ex- bolsa, la recogida de la aceituna, el estilo de sistema ju-
presan, en código, una forma de resistencia al orden que rídico, el mercado del trigo, los parterres [...] Nada. Este
garantiza la continuidad de su subordinación. orden [...] tenía un significado: mi exilio (Genet, 1967).
El estilo en la subcultura viene, pues, cargado de sig-
nificación. Sus transformaciones van <<contra natura>>, in- Esta alienación ante la falaz <<inocencia>> de las apa-
terrumpiendo el proceso de <<normalización>>. Como tales, riencias es lo que inyecta en teddy boys, mods, punks, y
son gestos, movimientos hacia un discurso que ofenda a sin duda en los futuros grupos de <<desviados» hoy por
la <<mayoría silenciosa>>, que ponga en jaque el principio hoy inimaginables, el ímpetu para pasar de la segunda
de unidad y cohesión, que contradiga el mito del consen- «falsa naturale za>> del hombre (Barthes , 1972) a un artifi-
so. Nuesffa tarea, como la de Barthes, consistirá en dis- cio genuinamente expresivo; un estilo verdaderamente
cernir los mensajes codificados que se ocultan tras las subterráneo. Como simbólica violación del orden social,
brillantes superficies del estilo, en trazarlos como <<ma- un movimiento de esta índole afrae y seguiráatrayendo la
pas del significado>> que, veladamente, re-presentan esas atención, provocando censuras y actuando, lo veremos,
mismas contradicciones que están destinados a resolver o como portador fundamental de significación en la sub-
disimular. cultura.
Los académicos que adoptan un punto de vista se- Ninguna subculturaha tratado con mayor ahínco de
miótico no son los únicos en leer significaciones en las separarse del paisaje supuestamente incuestionable de las
fértiles superficies de la vida. La existencia de subcultu- formas normali zadas como la de los punks; nadie como
ras espectaculares abre incesantemente esas superficies a ellos ha buscado atraer sobre sí la desaprobación más ve-
otras lecturas potencialmente subversivas. De nuevo Jean hemente. Por esta razón empezaremos con la era punk, y
Genet, arquetipo del <<antinatural>> desviado, ejemplitica volveremos a ella a 1o largo de estas páginas. Quizá re-
la práctica de la resistencia a través del estilo. A su ma- sulte adecuado que los punks, que tanto reivindicaron el
nera, está tan convencido como Roland Barthes del ca- analfabetismo y que llevaron la irreverencia a tan radica-
rácter ideológico de los signos culturales. Siente, en la les extremos, nos sirvan ahora para poner a prueba algu-
misma medida que é1, la opresión de la red inconsútil de nos de los métodos de <<lectura>> de signos desarrollados
formas y significados que le incluye y le excluye al mis- en el centenario debate sobre el carácter sagrado de la
mo tiempo. Como la de é1, su lectura es parcial. Elabora cultura.
su propia lista y extrae sus propias conclusiones:

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