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La acción

Teoría de la
administración
jurídica
La acción
Texto bibliográfico: “La noción de razón para la acción en el análisis jurídico”,
Redondo, María Cristina. Presentación.

Introducción
Para discutir el concepto de razón para la acción, debemos desarrollar una tarea de tipo
metalingüística, ya que lo emplearemos para analizar otros conceptos. Primeramente
revisaremos todos los significados con que dicha expresión se utiliza y luego evaluaremos
cuál contribuye mejor para que comprendamos temas como: las normas, la noción de
aceptación de la existencia de un sistema jurídico y la justificación de decisiones
judiciales.

Cabe distinguir que no lo es lo mismo usar que mencionar una expresión, en el primer
supuesto su referencia la forman otros objetos o relaciones que se mencionan bajo ese
nombre. En cambio en el segundo su referencia es la propia palabra que aparece entre
comillas.

La acción
Comúnmente esta palabra hace alusión a un determinado resultado o cambio en el
mundo, que se lleva a cabo intencionalmente, por ello intención y resultado son dos
elementos integrantes de la misma. Con esto, es evidente que descartamos todos
aquellos cambios que son generados de manera involuntaria.

En cuanto al resultado, suele indicar la realización de un cambio externo al agente,


aunque también podremos tener la posibilidad de resultados internos al mismo, quienes
son denominados “actos mentales”. Por ej. la acción de nadar no es solo un movimiento
corporal sino también requiere una actitud psicológica de la persona que lo realiza,

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vinculada a tales movimientos. Como expresa Redondo “el aspecto interno es el que
permite comprender las manifestaciones externas, como una determinada acción
intencional del individuo (…) toda acción esta compuesta de una intención y un resultado
causalmente vinculados” (Redondo: 1996, pág. 33).

Existen acciones genéricas e individuales, las primeras son un predicado aplicable a


distintas situaciones particulares (ej. nadar), serían como el nombre de una clase de
acciones particulares. Estas en cambio son eventos situados en el espacio y el tiempo
que ejemplifican una acción genérica, por ej. Juan está nadando en éste momento y en
esta piscina.

Fuente: www.fitnesszona.com/noticias/imagenes/nadar.jpg (01/07/2010)

Un mismo hecho individual lo podemos describir de diversas maneras, es decir que podría
identificar más de una acción genérica. De todas maneras es posible que el agente no
haya alcanzado con su intención, todas las acciones genéricas ejemplificadas. Lo que
sucede cuando hacemos cosas por error, queremos algo pero realizamos otra cosa
distinta. Ej. alcanzo la sal en la mesa y vuelco el vaso de vino de mi vecino.

Como expone Von Wright que un acto tipo sea intencional es una condición mínima y
esencial para identificar acciones individuales de esa clase. Ya que la falta de intención
impide su identificación como tal. Hay que mencionar que la distinción entre un
comportamiento intencional y no intencional no es del todo clara, ante lo cual imputar una
acción seria imputar una intención, aun cuando no esté claramente demostrada.

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Reglas definitorias de acciones - tipo e identificación de acciones
individuales

Tenemos reglas lingüísticas y de conducta que guían la imputación de una acción


individual a un determinado agente. Las de tipo lingüístico definen una palabra a través de
otras palabras, delimitando su significado. Primero necesitaremos definir la noción de
acción en general y luego las distintas acciones - tipo que se le adjudican al agente. Por
ejemplo: votar, es siempre relativo a y presupone el conocimiento de las pautas
lingüísticas que rigen en determinada comunidad. Esto es importante dado que no es lo
mismo el concepto de acción, a las reglas concretas que definen las distintas acciones
genéricas. Generalmente no son elaboradas por una teoría, sino que se establecen
espontáneamente.

Podemos expresar que:

A mayor imprecisión de la definición de una acción genérica,

Mayor es la posibilidad de discusión de su aplicación,

Más problemática la individualización de una acción individual.

Hay acciones que son imputables por el solo hecho de la producción de un resultado por
parte del agente. Debido a que se presupone la intención y se torna irrelevante si existe o
no. Por ej. la acción de votar, una vez realizada esa acción se le imputará al sujeto, aun
cuando intente demostrar que se equivocó o que deseaba elegir a otro candidato.

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Fuente: www.viax.cl/wp-content/uploads/2010/01/voto.jpg (14/06/2009)

En cambio encontramos situaciones que exigen la demostración de la intención sumado a


la prohibición de la imputación de la acción cuando haya ausencia de demostración. Ej. el
asesinato o cualquier figura jurídica que requiera dolo.

Las reglas que rigen la aplicación de las acciones genéricas no son explícitas en relación
a la prueba de intención, es decir que no la impiden o exigen. Es decir que la imputación
puede condicionarse a la demostración de la intención o realizarse directamente ante la
verificación de ciertos acontecimientos. Por ej. la acción de insultar se asocia a
manifestaciones externas determinadas, es controvertido si es necesario probar la
intención o es suficiente haber producido un resultado ofensivo; ya que es posible que
argumentemos tanto a favor como en contra, en estos casos no hay un único uso correcto
del término en cuestión.

Dos clases de acciones: acciones normativas y no normativas


Como ya se esbozó anteriormente, las reglas lingüísticas son distintas de las de conducta,
estas últimas permiten, prohíben o impiden determinados comportamientos. Ambas
conforman bases para distinguir dos clases de acciones: normativas y no normativas.

Una acción tiene un resultado normativo cuando da lugar a la creación de una norma o
hace aplicable las existentes. Aquí es importante distinguir el resultado de una
consecuencia de una acción; el primero es una parte vinculada intrínsecamente a la
acción, en cambio las consecuencias son efectos de un resultado. Tanto una como otra
pueden no ser empíricos, como en el caso de dar lugar a efectos normativos (creación de
nueva norma de conducta o aplicación de las existentes).

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Según Redondo “una norma de conducta es aquella que regula comportamientos
estableciendo obligaciones, prohibiciones o permisiones” (Redondo: 1996, pág. 40). Para
que estemos frente a una acción normativa es fundamental un acto-tipo, es decir un
concepto de recorte determinado tramo de comportamiento y lo ubique por un efecto
normativo.

Las acciones individuales pueden poseer diversas propiedades, dadas por la forma en
que se llevan a cabo o por los atributos deónticos que tienen. Por ej. la acción de fumar
en determinado lugar tiene la propiedad de estar prohibida. Lo cual no es ni resultado ni
consecuencia de la acción de fumar, en realidad es el resultado de otra acción, la que
prohíbe fumar en ese lugar.

Fuente: www.soloepis.com/images/senal-prohibido-fumar.gif

Señal que prohíbe fumar

Una acción genérica es normativa, si las reglas semánticas que la conforman las definen
por sus efectos normativos. De igual manera una acción individual tendrá el mismo
carácter al ser identificada por sus efectos normativos; lo que nos interesa son los efectos
normativos que pueda tener un comportamiento, ellos se toman como esenciales, son
identificados con su resultado y utilizados para individualizar la acción. No debemos
confundir esto con la imputación de una acción, ya que supone la atribución de la
intención al agente, interpretándolo como un hecho propio del mismo.

Veamos este ejemplo, que cita Redondo:

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“La acción de contraer matrimonio se realiza mediante la firma de un documento ante una
autoridad determinada. El mismo hecho puede describirse como la acción de firmar o la
de contraer matrimonio: ¿cuál es la diferencia que hay entre estas dos acciones?”
(Redondo: 1996, pág. 42).

Podemos decir al respecto que en este caso, firmar no es una acción normativa, dado que
la aplicación de ciertas normas es solo una consecuencia posible de ella; no siendo un
resultado necesario, en cambio casarse si configura una acción institucional 1. Esto se
debe a que se define por sus efectos normativos, como ya venimos comentando; en el
caso aludido, da lugar a la aplicabilidad de determinadas normas.

Es necesario distinguir que las propiedades normativas que forman el resultado del acto
de contraer matrimonio, no las debemos confundir con la calificación deóntica que ellas
tengan en determinados momentos (estar permitida, prohibidas, etc.) porque suponen
propiedades de las acciones pero no efectos de ellas.

Fuente: http://www.lapaginadelosnovios.cl/content/view/304637/Los-pasos-del-matrimonio-civil.html
(22/10/2008)

Concluyendo, como expone Redondo, “toda descripción de una acción particular


individualiza como resultado aquello que se toma como su propiedad esencial (…) en las
acciones normativas el resultado es siempre consecuencia de una acción natural”
(Redondo: 1996, pág. 43).

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Algunos autores denominan a las acciones no normativas y normativas: hechos brutos e
institucionales respectivamente.

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Con todo esto no queremos decir que es necesario multiplicar ontologías, sino que hay
que entender que el mismo comportamiento individual ejemplifica más de una acción
genérica.

Como dijimos al comienzo, estas distinciones refieren a la clasificación de reglas de tipo:

 SEMÁNTICO: quienes delimitan el vínculo entre las palabras y las cosas


 DE CONDUCTA: su lenguaje se vincula con la realidad, prohíben, permiten y
obligan, la realización de determinados comportamientos.

La estructura de las acciones


Es común utilizar la estructura del silogismo práctico para mostrar los elementos de la
acción y su componente teleológico. Según este enfoque el primer elemento es el estado
mental que guía la obtención del fin (premisa mayor). El segundo es la creencia de los
medio suficientes para obtener dicho objetivo (premisa menor). Finalmente el resultado
seria el enunciado que ocupa el lugar de la conclusión.

Esta visión nos muestra la estructura de la acción de tipo instrumental es decir de medios
a fines. Lo que normalmente suele ser discutido en cuanto al tema es:

 La caracterización de los estados mentales involucrados.


 Su estipulación como necesarios o suficientes en la generación de la acción.
 La relación con el resultado, etc.

Los deseos y creencias se los entiende como estados intencionales, esto consiste en la
capacidad de dirigirse o ser acerca de, objetos y estados de cosas del mundo. Podemos
discernir, asimismo, su contenido representativo (ej. la existencia de determinado servicio)
y el modo psicológico en el que se tiene el mismo (la creencia o deseo que exista).

La dirección de ajuste es una nota clave, que nos servirá para diferenciar el sentido de los
deseos y las creencias. En el caso de los deseos es el mundo el que debe
corresponderse, con ellos; sucede a la inversa con las creencias quienes deben
corresponderse con el mundo. Al respecto Redondo afirma “la creencia en p es un estado
que tiende a desaparecer ante la percepción de no p, mientras que el deseo de p tiende a
refirmarse” (Redondo: 1996, pág. 47).

Existen estados intencionales que buscan adecuarse a lo que la realidad dispone, si ello
no ocurre se pretenderá modificar dicho estado, por existir algo erróneo en él; hablamos
en tal caso de estados con dirección de ajuste mundo- mente, como vimos el ejemplo mas
nombrado será el de las creencias. Con los deseos ocurre lo contrario ya que si la
situación mencionada ocurre, se tenderá a buscar los cambios necesarios en el mundo
para que éste se corresponda con el contenido de dicho estado (deseos ajuste mundo-
mente).

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Bibliografía de referencias
Copi, I. (1994). Introducción a la lógica (1ª Ed). Buenos Aires: Eudeba.

Redondo, M. C. (1996). La noción de razón para la acción en el análisis


jurídico. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.

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