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Los títulos de crédito son una institución que se incorpora tardíamente a la ciencia del Derecho, pues
su funcionamiento no es concebible sino en una economía de cierto desarrollo. Estos constituyen el
mecanismo jurídico destinado a resolver de manera simple y segura los problemas propios de la
circulación de los derechos.
Si se examina el diverso contenido del título, fácilmente se llega a la conclusión de que es más
adecuado usar las expresiones papel valor o título valor por ser estas más comprensivas que la de
título de crédito
TERMINOLOGÍA
Messineo prefiere la utilización de la expresión papel valor y explica que papel alude al documento y
valor al diverso derecho, siempre de contenido patrimonial, que puede contenerse en el, agregando
que papel por otra parte, es más cercano que título.
CLASIFICACIÓN DE LOS TÍTULOS VALORES
A. Por la forma de creación de los títulos son singulares o en serie.
1. Los primeros se caracterizan por su individualidad.
2. Los segundos, llamados igualmente títulos en masa, se distinguen por su fungibilidad.
Teniendo todos las mismas características, son intercambiables y corresponden todos al mismo
negocio.
B. Por el sujeto que los crea, los títulos son públicos o privados. En el primer grupo entran los títulos
de deuda pública o los títulos emitidos por las diversas personas de derecho público. Al segundo
grupo corresponden los creados por las personas de derecho privado.
C. Por el objeto del derecho incorporado, los títulos valores son personales, reales y obligacionales.
1. Los títulos personales representan la participación del titular en una sociedad, razón por la cual
también se les llama títulos de participación.
2. Los títulos reales confieren al poseedor legitimo un derecho real sobre una cosa. Estos títulos
también reciben el nombre de títulos representativos de mercancías, para indicar que las cosas
a las cuales se refieren se encuentran incorporadas en los títulos.
3. Los títulos obligacionales incorporan créditos de carácter pecuniario. Son llamados también
títulos de pago. El hecho de que incorporen una promesa incondicional de pagar una suma de
dinero, es decir, que representen un crédito, ha dado lugar a la denominación de títulos de
crédito.
D. Por los efectos de la causa en la vida de los títulos, estos pueden agruparse en causales y
abstractos.
1. En los títulos causales, la causa esta deliberadamente expresada en el documento y no se
separa de él para ningún propósito.
2. En los títulos abstractos, la causa es desvinculada del título, aunque esté indicada en él, y no
tiene ninguna relevancia ulterior en la vida de éste.
E. Por su forma de circulación, los títulos valores se dividen en nominativos, a la orden y al portador.
Es la clasificación que lleva a cabo la propia ley.
1. Los títulos normativos o directos son aquellos que señalan como titular a una persona
determinada. Para la transmisión del título es necesario que se cumplan las reglas de cesión de
créditos. El título nominativo más usado en Venezuela es el de la acción de la sociedad
anónima, forma obligatoria en razón de disposiciones provenientes de los acuerdos de
integración económica.
2. Los títulos a la orden son los que señalan como beneficiario a una persona determinada o
cualquier otra que ésta indique. La transmisión de los títulos a la orden se verifica por medio
del endoso y por la entrega del documento. Este puede ser objeto de negociación por medio
distinto al endoso.
3. Los títulos al portador son aquellos que designan como titular al portador o aquellos en que la
falta de designación implica atribución al portador.
EL CHEQUE
La palabra cheque está indisolublemente unida al vocablo inglés exchequer, que significa tablero (de
ajedrez o de damas). El soberano ingles libraba ordenes contra su tesorería, las cuales llamaban
exchequer bills, por la forma que adoptaba el tapiz que cubría la mesa de la tesorería inglesa. De la
expresión exchequer bill surgió la palabra cheque. Fueron los ingleses los padres adoptivos del
cheque (Bonelli) y los promotores de su divulgación, la cual se extendió al mundo entero.
En Venezuela, la legislación sobre cheque fue introducida en 1.904. El Código de Comercio de ese
año adoptó las normas del Código de Comercio italiano de 1.882, a las cuales se hizo insensible. El
descuido del legislador venezolano en materia de cheque ha sido tan grande, que al producirse la
incorporación de la reglamentación de la reglamentación de la letra de cambio en 1.919, ni siquiera
se tomó el trabajo de revisar las normas de revisión cuando en materia de letra de cambio no existen
dispositivos sobre el particular.
El cheque es el medio más utilizado para disponer de los fondos de una cuenta corriente bancaria,
pero no la única forma. Por la relativa independencia del cheque y de la cuenta corriente bancaria, la
doctrina prevaleciente habla de la existencia de un pacto accesorio de cheque, superpuesto a los
contratos bancarios de una cuenta corriente. El convenio de cheque no es un contrato autónomo, sino
un acuerdo accesorio de la cuenta corriente.
El cheque, como título de crédito, es el documento necesario para ejercitar el derecho literal y
autónomo indicado en el mismo.
LETRA DE CAMBIO
Su función es la de permitir la circulación y la realización del crédito en forma particularmente
rápida y segura. Cumple esencialmente la función económica de ser instrumento de crédito a corto
plazo, tanto en el campo comercial como en el financiero. Su función típica es la de diferir el pago
de una suma de dinero, dando al mismo tiempos al beneficiario la posibilidad de convertir el crédito
en moneda mediante la transferencia del título.
Una letra de cambio es el título de crédito formal y completo que contiene la promesa
incondicionada y abstracta de hacer pagar a su vencimiento al tomador o a su orden una suma de
dinero en lugar determinado, vinculando solidariamente a todos lo que en ella intervienen.
La letra de cambio no nace de improvisto, la actual letra de cambio es el producto de una lenta
evolución a través de la cual fueron precisándose sus rasgos y sus reglas propias. Las letras de
cambio se popularizaron con el florecimiento del comercio, cuyas manifestaciones más importantes
ocurrían en las ferias, hacia donde mercaderes y señores se dirigían, transportando el dinero en
forma de letras de cambio. Antes de la fecha indicada en la letra para recibir su monto se
acostumbraba presentar está al librado, quien verbalmente manifestaba estar dispuesto a cumplir la
orden o retenía el documento y tal retención equivalía a aceptación.
El endoso
Antes de la utilización del endoso, la letra era empleada para el pago de deudas recíprocas entre los
comerciantes, a través de mecanismos diferentes: el acreedor libraba una letra contra su deudor y por
cuenta de su propio acreedor; el tomador que quería pagar con la letra a un tercero, firmaba como
avalista, el título acordaba al representante del tomador la facultad de ser sustituido por otra persona
para el cobro de la letra.
La letra pasa a constituirse en un instrumento de pago entre los extraños al primitivo contrato de
cambio trayecticio que le había dado origen y su uso sin la intervención de los banqueros se vuelve
frecuente.
El endoso permitirá que la cambial se transforme, con el tiempo, en instrumento para la circulación
de un crédito independiente de la relación de emisión, en el papel moneda de los comerciantes.
El aval
Durante la época en que la letra de cambio constituyó la representación del contrato de cambio
trayecticio y, en consecuencia, era un título expedido por un banquero, el documento estaba dotado
de una gran seguridad en cuanto a su pago. La palabra aval ha dado lugar a discrepancias en cuanto a
su origen.
El aval puede definirse como una institución típicamente cambiaria, que tiene por finalidad
garantizar el pago de la letra de cambio. Esa garantía tiene como función, entre oras, reforzar la
capacidad circulatoria de la letra de cambio.
EL PAGARÉ
El pagaré cambiario nace en la baja edad media con la fisonomía propia de otros documentos
notariales que contenían el reconocimiento de haber obtenido una suma de dinero y la consiguiente
promesa de restituirla. El pagaré se mantuvo en las legislaciones como lo que fue desde su origen,
como una promesa de pago: el emitente del pagaré no ordena a nadie que pague sino que se obliga él
mismo a pagar.
El pagaré es un título por medio del cual una persona se obliga a pagar a la orden de otra persona
una cantidad de persona en una fecha determinada. El pagaré es una promesa de pago y siendo un
título a la orden es transmisible por medio de endoso.
Las Libranzas
La función de la libranza era la de hacer posibles ciertas formas de giro que entonces no estaban
autorizadas valiéndose de la letra de cambio. Por otra parte, la letra debía librarse a cargo de una
persona distinta del librador. Tales limitaciones quedaban superadas con la libranza, la cual era
concebida como un título que podía cumplir las mismas funciones de la letra, pero
también como un título en el cual librador y librado podían ser la misma persona, y el lugar del
pago podía ser el mismo de la emisión.
A. DEFINICIÓN
El artículo 619 del Código de Comercio enseña que los títulos valores son
documentos necesarios para legitimar el ejercicio del derecho literal y
autónomo que en ellos se "incorpora".
Por lo tanto debe afirmarse que estos dos conceptos: derecho y documento,
son inseparables, imposible de concebirlos el uno sin el otro, de manera que el
derecho se incorpora en el título, existe y vive en el documento, o como
corrientemente se ha afirmado el documento es el lugar de habitación del
derecho, por lo que donde está el documento está el derecho.
C. CONSAGRACIÓN LEGAL
II. LA LITERALIDAD
A. DEFINICIÓN y NATURALEZA
Se parte del ya citado artículo 619 del Código de Comercio, norma que al definir
los títulos valores hace referencia al ejercicio del derecho "literal", para dar a
entender el derecho escrito, el contenido impreso en el título valor.
Ahora, si es cierto que todos los aspectos principales o accesorios de los títulos
valores se miden, se definen o determinan sólo por el contenido mismo del
texto, por su tenor literal, la literalidad implica que los derechos que se
incorporan en el documento por lo menos originariamente, no pueden ser
objeto de complementación o adición mediante documentos extraños, al igual
que las estipulaciones contenidas en un título, naturalmente distintas al propio
título valor, no están llamadas a dejar sin efecto, a variar el derecho inserto en
el documento, en la forma y en los términos como se encuentran escritos en el
mismo.
Este aspecto plantea una discusión: Saber qué efectos tiene en la vida de un
título valor los acuerdos, convenios, pactos o estipulaciones que se hayan
celebrado en otros documentos diferentes del título valor. Pues bien, tales
aspectos, dichas estipulaciones no están llamadas a modificar, a alterar, a
afectar o derogar las estipulaciones o el tenor literal del documento; ello en
principio, de manera originaria.
Lo anterior debe verse desde una doble acepción: Los pactos extraños no están
llamados a alterar el documento respecto de terceros, es decir, frente a
personas que no han intervenido en tales pactos o en la elaboración del
documento, pero sí podría verse afectado el tenor literal de un título valor con
convenciones o acuerdos contenidos en documento extraño si se trata de las
mismas partes que lo elaboraron, o sea, si puede invocarse entre las personas
que han celebrado dichos pactos y han suscrito el título valor. Así por ejemplo,
si en un título valor se acuerda el pago de una determinada suma de dinero
para pagarla en cierto tiempo y cualquier tenedor del título condona alguna
parte de la deuda o concede una prórroga en el plazo o acuerda un lugar
distinto para la cancelación de su importe o rebaja los intereses, tales
convenios valen, surten efectos entre quien lo concedió y el obligado; sin
embargo, si el título es negociado o transferido a un tercero, sencillamente ese
tercero no está llamado a respetar los pactos de su antecesor, razón por la cual
el nuevo tenedor, de buena fe, puede exigir el pago teniendo en cuenta el
tenor literal del título valor. De manera contraria, si con quien se pactó el
beneficio incumple, el deudor perfectamente podrá impetrar la correspondiente
excepción en caso de ejecución.
Vale la pena hacer referencia a la sentencia del 19 de abril de 1993 emitida por
la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia. Refiriéndose al tema
expresó:
D. CONSAGRACIÓN LEGAL
Con la literalidad hace relación el artículo 622, norma que posibilita la entrega
de títulos valores con espacios en blanco o de hojas firmadas en blanco en la
medida que advierte que el tenedor legítimo del mismo debe llenar tales
espacios antes de presentar el título para exigir el pago o el derecho en él
incorporado, porque de no hacerlo no habría manera de determinar su
contenido, sus aspectos fundamentales, o accesorios; en otras palabras, no
podría ser pagado.
IlI. LA LEGITIMACIÓN
A. CONCEPTO y CARACTERIZACIÓN
Pues bien, esta última posición parece ser la que acoge nuestro código, en la
medida que el numeral 13 del artículo 784 permite al demandado proponer
cualquier excepción personal contra el demandante, pero cualquier excepción
de él frente a su demandante. También apoyaría esta tesis el hecho de que el
mismo artículo, en su numeral 11, permite probar y hacer prosperar la
excepción de falta de entrega o entrega sin intención de ser negociable un
título valor, hechos que comprenden el extravío, el robo, el hurto del título, o el
abuso de confianza, pero siempre y cuando que se trate de un tercero tenedor
que no sea de buena fe exenta de culpa, y obviamente nos está diciendo la
norma que si se trata de un tercero que es de buena fe exenta de culpa, pues
no puede prosperar este tipo de excepción.
"El artículo 619 del Código de Comercio define los títulos valores como aquellos
"documentos necesarios para legitimar el ejercicio del derecho literal y
autónomo que en ellos se incorpora ...", concepto que pone de presente, entre
otras características, su fuerza o función, legitimadora, en virtud de la cual
invisten o facultan al tenedor legítimo, es decir, a quien los "posea conforme a
su ley de circulación" (artículo 647 ejusdem), para que ejercite el derecho en
ellos incorporado, inclusive, cuando de acuerdo con las reglas del Derecho
común, éste no sea el titular de los mismos, particularidad que apareja, por
consiguiente, la renuncia de cualquier intento de indagación respecto de la
propiedad del derecho.
De modo, pues, que "el significado pleno del concepto de legitimación -ha dicho
la Corte con apoyo en la doctrina-, lo da, precisamente, el hecho de abstraerse
totalmente de la investigación sobre pertenencia del derecho de crédito que
pueda corresponder al que ha sido admitido para ejercitarlo ... Así las cosas, el
poseedor del título, amparado por la apariencia de la titularidad que le
proporciona la circunstancia de ser su tenedor en debida forma, está facultado,
frente a la persona que se obligó a través de la suscripción para exigir el
cumplimiento de lo debido" (Casación del 23 de octubre de 1979). En síntesis,
la función legitimadora de los títulos valores, usualmente justifica en la teoría
de la apariencia, prescinde de la demostración de la titularidad del derecho,
para, en su lugar, habilitar al tenedor para que ejerza el derecho en ellos
incorporado mediante la exhibición de los mismos, siempre y cuando, claro
está, los posea conforme a su ley de circulación.
Despréndese de lo dicho "en el campo relativo a las normas que regulan los
títulos valores, deba distinguirse entre la persona que lo posee materialmente,
pudiendo hacer uso frente al deudor o suscriptor, de su derecho cambiario, y el
sujeto que, en realidad de verdad, es el propietario del documento y por ende
del derecho en él contenido o incorporado. En ocasiones, claro está, existe
plena identificación entre uno y otro sujeto, pero en otras no dejará de
presentarse la falta de coincidencia" (casación del 23 de octubre de 1979).
Significa lo anterior, que puede darse la ruptura o separación entre el titular del
derecho cartular (el propietario del instrumento), despojado del mismo e
impedido, subsecuentemente, para ejercitarlo, y la persona legitimada para
hacerlo, esto es, quien lo posee conforme a su ley de circulación. En esa
hipótesis, en caso de conflicto, valga la pena anticiparlo, si ese poseedor
legitimado es de buena fe, exenta de culpa, la ley lo protege con excepcional
preeminencia y tan paladinamente, por cierto, que llega a negar la acción
reivindicatoria en su contra (artículo 820 del Código de Comercio) e, inclusive,
habiendo iniciado el propietario el proceso de cancelación y reposición del título
extraviado, su pretensión naufraga si a ellas se opone dicho tercero, poseedor
de buena fe exenta de culpa.
La escisión anotada puede ocurrir por un acto voluntario del titular (como
cuando lo entrega en usufructo, depósito, prenda, etc.), o puede originarse en
un acto ajeno o contrario a su voluntad, como ocurre en los eventos de pérdida
o hurto del título, hipótesis en la cual, conviene distinguir entre dos situaciones
diversas la condición del primer adquirente (quien lo hurtó o lo halló) y la de un
tercero tenedor de buena fe exenta de culpa del mismo" (Corte Suprema de
Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia del 14 de junio de 2000, M.P. DI.
JORGE ANTOONIO CASTILLO RUGELES).
E. CONSAGRACIÓN LEGAL
El artículo 668 del Código de Comercio también hace una consagración expresa
de la legitimación cuando dice que tratándose de títulos valores al portador el
tenedor se legítima con la mera exhibición, con la sola presentación física del
documento. El artículo 810 advierte que si se adelanta un proceso de
cancelación de un título valor y un tercero se quiere oponer, su oposición no
será admitida si no exhibe el título.
Tal vez hay tres normas que constituyen una excepción a la legitimación,
excepción en el sentido de lo aquí afirmado, respecto a que nadie puede exigir
el pago sin exhibir el título.
1. El artículo 696 del Código de Comercio establece que si vencida la letra, norma
aplicable para los demás títulos valores, no es presentada para el pago dentro
de los plazos previstos en el artículo 691, cualquier obligado puede entrar a
depositar el importe de la letra en un establecimiento bancario facultado para
recibir depósitos judiciales y el pago que haga descarga el título. Entonces, es
una norma que expresamente autoriza pagar un título valor, a pesar de que el
documento no es presentado, norma de excepción que busca evitar que la
situación del obligado se agrave seguramente ante la negligencia del tenedor
en presentarse a exigir el pago incorporado en el título.
2. El artículo 812, en la medida que prevé que en el evento de un proceso de
reposición y cancelación de un título valor, durante el transcurso del proceso el
título vence o ya estaba vencido, el actor debe pedirle al juez que requiera a los
obligados para que depositen el importe del título, y si los obligados se niegan
a hacer el depósito el actor puede legitimarse, puede entrar a exigir el depósito
del importe del mismo con la sentencia, es decir, la decisión judicial viene a
sustituir el documento mismo.
3. Un tercer caso de excepción se presentaría cuando se cancela un título
(cheque) y el demandado se niega a librar un nuevo cheque. Frente a esta
circunstancia no cabría solución distinta que quien adelante el proceso de
reposición y cancelación de un cheque, tenga que legitimarse exclusivamente
con la sentencia si a esto se agrega el hecho que a medida que el título entra
en circulación pueden surgir circunstancias personales, vicios que podrían
afectar una determinada relación jurídica y el título seguía circulando, a medida
que se produjera su negociación, lejos de depurarse no estaría haciendo cosa
distintas que recogiendo o acumulando defectos o vicios como sería el caso de
que el creador fuera incapaz por edad, el aceptante incapaz por demencia, un
endosante pudiera endosarlo a nombre de una persona jurídica sin existir
personería, o teniéndola sin poderes suficientes para hacerlo, y así
sucesivamente, pues podría pensarse que el título al circular estaba
acumulando toda esa serie de defectos, de vicios, y a medida que circulara más
tenía la posibilidad de acumular, de traer nuevos efectos. En otras palabras, se
planteó la necesidad de idear unos principios que impidieran que todo
adquirente de un título valor fuera un simple continuador de los derechos de su
anterior titular o de su tradente, y además se trató de idear que todo el que
interviniera en un título valor para determinar si se había obligado o no
válidamente, pues se miraran exclusivamente las circunstancias en que esa
persona intervino en el título.
IV. LA AUTONOMíA
A. DEFINICIÓN y NATURALEZA
C. IMPROCEDENCIA DE LA CESIÓN
E. CONSAGRACIÓN LEGAL
Existe un artículo aún más categórico, que es el 627, porque nos advierte que
todo suscriptor de un título valor se obliga autónomamente y las circunstancias
que invaliden la relación jurídica de alguno de los intervinientes no afecta la de
los demás. Esta norma nos está aclarando dos aspectos bastante
fundamentales: Que la autonomía es predicable de toda relación jurídica y que
todo interviniente se obliga autónomamente, lo cual conduce a que no sea de
recibo la afirmación, seguramente válida en otras legislaciones donde no hay
una norma como el artículo 627 nuestro, de que la autonomía solamente se
puede concebir cuando el título entra en circulación. No, entre nosotros es
autónoma la obligación del creador y es autónoma la responsabilidad del
aceptante y es autónoma la responsabilidad de un endosante. Agrega la norma
que las circunstancias que invaliden la obligación de uno de los intervinientes
no afecta la de los demás, advirtiendo con ello que los vicios, los defectos que
afecten una relación jurídica, solamente están llamados a repercutir en esa
relación jurídica, están llamados a servirle a la persona que intervino en el
título, no obstante mediar ese vicio, y seguramente sí es constitutiva de una
excepción esa circunstancia podrá exonerar de responsabilidad a la persona en
quien concurra el vicio, pero de manera alguna pasa a otros intervinientes, no
puede ser invocado ese vicio por otra persona que intervino en el título, sin que
mediara el defecto, sin que mediara el vicio y si la enfermedad mantiene sus
efectos en la relación jurídica en que concurre, pues los posteriores
intervinientes o los intervinientes en que no concurre esta circunstancia
defectuosa no la podrán invocada como excepción.
Es, pues, una norma que expresa grandes limitantes para formular excepciones
frente a una acción de cobro de un título valor y que explica el por qué cuando
el artículo 784 permite invocar la excepción; por ejemplo de incapacidad, o la
excepción de falta de representación o poder, o las demás excepciones
personales que tenga el demandado, advierte o previene que es la incapacidad
del demandado, que es la falta de representación o de poder suficiente en ese
demandado, que son las excepciones personales que tenga un determinado
demandado frente a un determinado demandante, pero de manera alguna un
demandando puede servirse de la incapacidad de otro demandante, ni de la
excepción de falta de representación y poder bastante en un demandado
diferente a él, o una excepción personal que no concurre frente a su
demandante, para poner de ejemplo, una excepción de pago parcial o de pago
total que no se hizo constar en el título valor; se puede invocar como excepción
personal en virtud del numeral 13 del artículo 784, en la medida en que el
demandante sea quien ha recibido el pago, y, entonces, el demandado que
pagó a ese demandante le puede invocar la excepción de pago parcial o pago
total según el caso.
Otro artículo que hace una consagración muy clara de la autonomía es el 636,
al ocuparse de la responsabilidad del avalista. El avalista es la persona que
garantiza en todo o en parte el pago de un título valor y no obstante ser un
garante, la norma advierte que el avalista contrae obligación autónoma, y en
consecuencia su obligación será valida aunque la de su avalado no la sea. En
otras palabras, el avalista responde aunque la obligación del avalado, del
garantizado sea ineficaz por cualquier vicio o defecto; tan autónoma, tan
independiente es la responsabilidad del avalado como la del avalista y, en
consecuencia, los vicios que tenga la obligación del garantizado no afecta la de
su garante. Supóngase de nuevo la letra aceptada por una persona incapaz, por
demencia o por edad, y un avalista que interviene garantizando la
responsabilidad del aceptante. En este evento, si el tenedor tiene que accionar,
el avalista al ser demandado no puede invocar, y si la invoca no está llamada a
prosperar como excepción la incapacidad del aceptante, o sea, la incapacidad
de la persona cuya obligación él está garantizando, porque ese es un vicio o un
defecto que concurre en la relación jurídica del aceptante, o sea, del avalado,
pero no concurre en la relación jurídica o en la responsabilidad del avalista. El
avalista intervino siendo plenamente capaz y en consecuencia no puede invocar
el vicio o el defecto; por lo tanto la excepción de incapacidad que no concurra
en su relación jurídica sino en la de un tercero no está llamada a prosperar.