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C Sistemas de transporte
en plataformas
O reservadas
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C o m i s i ó n d e Tr a n s p o r t e s
C O L E G I O D E I N G E N I E RO S D E C A M I N O S,
C A N A L E S Y P U E RTO S
ISBN: 978-84-380-0407-4
Cuaderno nº 4 de
la Comisión
de Transportes
Sistemas de transporte en plataformas reservadas Mayo 2008
Comisión de Transportes
COLEGIO DE INGENIEROS DE CAMINOS,
CANALES Y PUERTOS
COMISIÓN DE TRANSPORTES
Presidente
Vicente Cerdá García de Leonardo
Vicepresidente
Manuel Santos Sabrás
Secretario
Julián Sastre González
Vocales
Enrique Belda Esplugues
Joan M. Bigas Serrallonga
Antonio Carbonell Romero
Miguel Ángel Dombriz Lozano
Jorge Fanlo Nicolás
Rafael Fernández de Alarcón Herrero
Ignacio García-Arango Cienfuegos-Jovellanos
Alfredo Irisarri Castro
Heriberto Linares Coronado
Andrés López Pita
José Luis Martínez Pombo
Jorge Mijangos Linaza
Lluis Moreno Barceló
Antonio Moyano Romero
Luis M. de los Mozos Villar
Josep Oriol Carreras
José Ramón Pérez de Lama
José M. Pérez Revenga
Francesc Robusté Antón
Sandro Rocci Boccaleri
Miguel Domingo Rodríguez Bugarín
Emilio Sánchez Direitinho
Francisco Selma Mendoza
José Manuel Vasallo Magro
Torcuato Vega García
Clara Isabel Zamorano Martín
Aniceto Zaragoza Ramírez
ÍNDICE
1. Presentación .....................................................................................................5
6. Planificación................................................................................................... 33
11. Bibliografía..................................................................................................... 59
1. PRESENTACIÓN
Las plataformas reservadas están hoy de plena actualidad. En estos años, se han construido y cons-
truyen en España, impulsadas por las Comunidades Autónomas, varias líneas de tranvía o metro lige-
ro, tanto en ámbitos urbanos como suburbanos. La Comunidad de Madrid ha anunciado su intención
de llevar a cabo varias líneas de metro-bus. La Dirección de Carreteras del Ministerio de Fomento tiene
en fase de proyecto varios carriles bus en las autovías de acceso a las grandes ciudades. Finalmente,
nos llega del extranjero el tradicional carril bus urbano convertido en carril bus + bici.
Todas estas novedades justifican la decisión de la Comisión de Transportes del Colegio de Inge-
nieros de Caminos, Canales y Puertos de redactar este Cuaderno cuya intención es resumir, en un
texto breve, el estado del arte en esta materia.
Agradecemos, especialmente, a Jesús Rubio Alférez, de la Dirección General de Carreteras del Ministerio de
Fomento, su magnífica aportación, al habernos proporcionado una clasificación clara, sencilla y ordenada
de las distintas tipologías de plataformas reservadas, así como a Jesús Rodríguez Molina, Director Técnico del
Consorcio Regional de Transportes de Madrid, por sus valiosas aportaciones al documento.
El vehículo privado ha sido uno de los desarrollos tecnológicos que más ha influido en el modo de
vida actual en nuestra sociedad. Desde su universalización, en las primeras décadas del siglo XX,
se ha convertido en un elemento inseparable del ser humano: su posesión es uno de los sueños de
los jóvenes del mundo desarrollado y las ciudades se diseñan, construyen y modifican de acuerdo
con los parámetros necesarios para su circulación.
Sin embargo, desde hace ya décadas, la utilización masiva del vehículo privado ha provocado la
congestión en el centro y en los accesos de muchas ciudades, consume un espacio vital para el
ciudadano, genera problemas de ruido, contaminación y accidentes y hace perder, en algunos
casos, parte de las ventajas inherentes a este modo de transporte por el tiempo perdido en atascos
y en la búsqueda de estacionamiento. Además, la congestión producida por el vehículo privado
hace perder tiempo a los usuarios de los transportes colectivos. Esta situación se ha agravado en
los últimos años de forma progresiva.
Como alternativa al modelo actual, el desarrollo sostenible de las ciudades debe estar orientado
hacia una planificación eficaz que combine urbanismo y transporte y que considere, de forma simultá-
nea, los usos de la población con las necesidades de movilidad de sus habitantes, incidiendo, en lo posi-
ble, en una de las mayores causas de movilidad, las distancias entre el domicilio y el lugar de trabajo,
En este sentido, una solución que se viene aplicando, desde hace décadas y en numerosas ciuda-
des de todo el mundo, es la reserva de una parte de la red viaria para el uso, exclusivo o compartido
con alguna otra categoría de vehículos, por los vehículos de transporte colectivo, de manera que al
evitar la incidencia de la congestión se preservan su velocidad comercial, su fiabilidad y regularidad
y, consecuentemente, la capacidad y calidad del servicio de transporte público colectivo.
Una solución de este tipo parece, ante todo, equitativa, porque contribuye a distribuir la capaci-
dad de la red viaria en función del número de personas transportadas y no del flujo de vehículos.
A esta solución, que tiene ya medio siglo de existencia, se añadió, justificada en los mismos argu-
mentos, el moderno ferrocarril ligero, aparecido en nuestro país en los últimos veinte años. Más
recientemente, incluidas en los planes de movilidad urbana sostenible, han surgido redes de carri-
les bici, aún escasamente desarrollados en España.
Es difícil establecer una clasificación de los tipos de plataformas reservadas. En seguida, aparecen
numerosas variantes que poseen características de diferentes tipos. Sin embargo, lo importante al
tratar de plataformas reservadas es tener en cuenta:
• Su ubicación:
– En zona urbana.
– En las vías de gran capacidad de acceso a las ciudades.
– En nuevas vías de uso exclusivo, definitivas o transformables.
• Su utilización:
– Plataforma reservada: destinada al uso de los vehículos autorizados. Pueden ser de trans-
porte colectivo y otras categorías de vehículos con restricciones en su uso, según el tipo de
vehículo o su ocupación. También pueden ser de uso exclusivo para bicicletas.
– Plataforma de uso restringido, con restricciones en su uso variables en el tiempo en función
de la congestión. Pueden ser utilizadas por todos los vehículos cuando no existe congestión
y, cuando ésta aparece, su uso está restringido a determinados tipos de vehículos. En el fon-
do, se trata de una plataforma que puede ser reservada o no en función de la congestión. Su
implantación exige la instalación de señalización variable, lo que no es ningún problema gra-
cias al desarrollo tecnológico actual en este campo.
Por norma general, la plataforma reservada está destinada al transporte de personas, estando
prohibida su utilización por camiones.
Los primeros carriles bus de la ciudad de Madrid se instalaron en 1966, el mismo año en que circula-
ron los primeros autobuses articulados y se suprimieron los trolebuses. Aún faltaban varios años
para la desaparición total de los tranvías tradicionales (1972) y para la implantación del bonobus de
10 viajes (1979). Hoy, la longitud de los carriles bus de la ciudad de Madrid es de 90,76 km, de los
que 39,51 km disponen de separador o calzada reservada. Entonces, como ahora, estábamos en
primera línea en la aplicación de la innovación al transporte urbano; no hacía más que dos años
que, en París, se instaló el primer couloir bus.
El carril bus se implantó con una simple línea de separación. La experiencia de un creciente
aumento del número de invasiones ha llevado a utilizar separadores físicos, solución que no se aplica
en todas las ciudades, como muestra el cuadro 1.
La decisión de instalar un carril bus debe estar justificada por una utilización suficiente; si ésta no se
alcanza con los vehículos de transporte colectivo, se puede pensar en autorizar su uso por el taxi. Con
una intensidad circulatoria baja, es fácil que el carril bus resulte invadido por otros vehículos, tanto para
circular como para detenerse. En el proyecto del carril bus, debe estudiarse el impacto sobre la activi-
dad de carga y descarga y sobre el estacionamiento. Los servicios de mensajería y paquetería y el esta-
cionamiento en doble fila inciden negativamente sobre el funcionamiento del carril bus.
El eje español de transporte urbano en autobús que, probablemente, registre las mayores intensida-
des de autobuses y viajeros es el que recorre de sur a norte el eje de la Almendra Central: Paseos de
Delicias, del Prado, de Recoletos y de la Castellana en Madrid. La versatilidad de las diferentes solu-
ciones de implantación del carril bus ha permitido al proyectista adaptarse a los cambios de configu-
ración de los Paseos: en el tramo Atocha-Colón, el carril bus está situado a la derecha del sentido de
circulación; entre Colón y Nuevos Ministerios, el carril bus está situado en la izquierda de las calzadas
laterales; y desde Nuevos Ministerios hasta la Plaza de Castilla, el carril bus está situado a los lados de
la calzada central, separado de ella mediante una acera estrecha.
El carril bici es un caso típico de plataforma reservada. Se trata de una plataforma de uso exclusi-
vo cuando se implanta en las calzadas; en su establecimiento en aceras, el carril bici se encuentra
frecuentemente invadido, salvo que tenga una intensidad de circulación elevada.
Aunque, desde diversos ámbitos, se presiona para que se incrementen las redes ciclistas urba-
nas, los desarrollos existentes en España son todavía limitados. Es verdad que no existe tradición
en el uso de la bicicleta como modo de transporte, aunque sí tiene un uso intenso como deporte,
probable razón de que sea mayor su utilización fuera de las poblaciones.
Los carriles bici en ciudad no suelen formar una red. En general, se trata de actuaciones muchas veces
independientes unas de otras. En ocasiones, los carriles bici están instalados en aceras o zonas peato-
nales en forma de banda reservada para bicicletas y patines. Este tipo de actuaciones propicia poco el
uso de la bicicleta como modo de transporte que, por ahora, es meramente testimonial, aunque empieza
a tener importancia en algunas ciudades, como, por ejemplo, Barcelona, como puede apreciarse en el
cuadro 2. En este cuadro hay que tener en cuenta que Sevilla ha mejorado su red de carriles bici desde
el 2004 y actualmente cuenta con 8 rutas ciclistas, 77 km con más de 50.000 usuarios diarios.
Algunas de las actuaciones realizadas han supuesto un esfuerzo económico considerable, como
es el caso del Anillo Ciclista de Madrid.
Anillo ciclista de Madrid. Anillo ciclista de Madrid. Carril bici en puente sobre A-1.
En algunas ciudades extranjeras, se realizan planes con objeto de incrementar el uso de la bici-
cleta como modo de transporte. Gran parte de estos planes son relativamente recientes y sus resul-
tados son, aún, muy limitados; será necesario un periodo de tiempo bastante largo para acercarse
a los resultados que se obtienen en países con una gran tradición ciclista, de los que se presentan, a
continuación, dos ejemplos.
En Amsterdam, la red de ciclo vías se inició al final de los años setenta. En paralelo, se pusieron
en práctica:
Con estas medidas, y con una enorme tradición, la bicicleta alcanza en Amsterdam el 20% de los
desplazamientos urbanos.
En Bogotá, la Alcaldía Mayor construyó, entre 1995 y 2001, una red de ciclo rutas, de 303,5 km de lon-
gitud, completada con cicloestaciones, 13 de ellas de conexión con el sistema Transmilenio. La red se
está ampliando con tres nuevas ciclo rutas, con una longitud de 5,5 km. La red de ciclo rutas está consti-
tuida en tres niveles jerárquicos (red principal, secundaria y complementaria) y el 84% estará iluminado.
Según el Instituto de Desarrollo Urbano, alrededor de 82.000 personas transitan en bicicleta cada
día por las ciclo rutas de Bogotá y realizan 170.000 viajes diarios, con una longitud media de 8 km,
aunque, según asociaciones de ciclistas, la cifra diaria de usuarios aumentaría hasta 300.000.
La conclusión es que, en el caso de las bicicletas, los responsables de transporte, con alguna
excepción, solicitan de su comunidad que emplee para la bicicleta mucho más de lo que exigiría
ese reparto equitativo de la red viaria que comentábamos al principio.
El carril bus-bici es, aparentemente, una experiencia que nos llega de Francia. Sin embargo, ya exis-
tían carriles compartidos en Inglaterra, Suiza, Alemania y Canadá. Aunque a primera vista parece
un contrasentido, es un tema muy estudiado y debatido. Con fino sentido del humor, los franceses
han recuperado el concepto de cohabitación, en su momento referido a la política, para aplicarlo al
hecho de compartir el autobús y la bicicleta un mismo carril de circulación.
Los nuevos carriles son más anchos que los anteriores. Las recomendaciones del Syndicat des Trans-
ports de l’Île-de-France (Autoridad de transportes de la región) aconsejan un ancho de 3,20 m a 3,30 m para
un carril bus, incluida la delimitación; en el caso del carril bus-bici, el ancho aconsejado es de 4,50 m.
Los carriles bus-bici de París tienen 4,50 m de ancho y están separados del resto de la calzada
por medio de un andén de 70 cm de ancho y 10 cm de alto.
La primera fase del programa, con una longitud de 40 km, se terminó en marzo de 2002. Está ini-
ciada una segunda fase, también de 40 km.
El seguimiento de la actuación realizado en los meses posteriores indica que los autobuses han
aumentado su velocidad en 3 km/h (según RATP, en el tramo Châtelet-Gare du Nord la velocidad
se ha duplicado). La velocidad del resto de los vehículos ha disminuido en 1 km/h, según el Ayun-
tamiento. En las vías adaptadas, la intensidad de circulación se ha reducido en un 15%.
Existen diferentes soluciones para implantar la vía reservada. En algunas ciudades de Estados
Unidos, el objetivo no es tanto promover el transporte colectivo como la utilización del coche por
dos o más ocupantes (car pooling); las autoridades sugieren a las empresas que esta preferencia
en la circulación se amplíe a prioridades en la localización de los aparcamientos y dejar los más ale-
jados para vehículos de un único ocupante.
El carril BUS-VAO, que funciona desde junio de 1995 en el acceso a Madrid por la carretera A-6,
permite el acceso a autobuses y vehículos con dos o más ocupantes. Tiene una longitud total de
16,1 km dividida en dos tramos; un primero, de 12,3 km, compuesto por dos carriles de 3,5 metros
de ancho y arcenes de 1,5 metros y un segundo, de 3,8 km, con un solo carril de 5 metros y arce-
nes de 0,5 metros. Es reversible en función de las horas del día y los días de la semana. Su tráfico
ha aumentado, entre 1995 y 2005, el 11,2% anual acumulativo, gracias al efecto conjugado de la
plataforma reservada con un nuevo intercambiador (Moncloa) y una nueva línea de metro con esta-
ción en el mencionado intercambiador (la 6, circular). Cada día, utilizan el transporte público en el
BUS-VAO 50.000 personas, sin tener en cuenta los autobuses de largo recorrido y, en 10 años, se
ha duplicado el número de usuarios que usan el autobús en el corredor de la A-6.
Llevar al extremo la solución de la plataforma reservada es disponer una vía destinada, exclusiva-
mente, al transporte colectivo. Es lo que está previsto en la Comunidad de Madrid con la construc-
ción de las líneas de metro-bus, que va a conjugar rutas mixtas, con y sin plataforma reservada, en
zonas de menor densidad de tráfico.
Ejemplos:
Proyecto metro-bus
en Madrid.
El desarrollo tecnológico de los últimos años ha permitido que los sistemas de transporte público
hayan evolucionado para adaptarse a las distintas tipologías de demanda provocadas por los cambios
en los usos del suelo y la movilidad en las áreas metropolitanas. Esto hace que, actualmente, exista
una amplia gama de vehículos con diferentes características técnicas, lo que da lugar, incluso, a que,
mientras con anterioridad la clasificación de los sistemas de transporte se realizaba fundamentalmen-
te sobre la base de la tecnología de los vehículos, ahora el principal criterio, el que marca realmente la
diferencia, sea el grado de segregación de su plataforma.
Para altos niveles de demanda, el metro y el ferrocarril de cercanías son las soluciones más ade-
cuadas. Sin embargo, su alto volumen de inversión, sus costes de explotación y mantenimiento y su
mayor plazo de construcción provocan que los sistemas de capacidad intermedia se estén convir-
tiendo en protagonistas de la movilidad urbana. Los sistemas de capacidad intermedia se implan-
tan tanto en ciudades medias, como nuevo modo de transporte, como en grandes áreas metropo-
litanas con una red de transporte consolidada, como servicios a barrios o municipios periféricos
que llegan, en algunos casos, hasta el centro urbano.
El tranvía o metro ligero aparece como una solución óptima en muchos corredores; pero cada vez
más expertos promueven dotar a las redes de autobuses de las condiciones de explotación que les
Junto a los sistemas más consolidados (autobús, tranvía, metro ligero, metro, ferrocarril de cer-
canías), el desarrollo tecnológico motiva que la industria pueda ofrecer, actualmente, sistemas híbri-
dos que intentan aprovechar las ventajas de tecnologías diferentes, como pueden ser los denomi-
nados tren-tranvía o autobús-tranvía.
Esta diversidad hace que el planificador, a la hora de proyectar una nueva línea de transporte en
un área metropolitana, tenga una amplia gama de posibilidades para conseguir un servicio que se
adecue perfectamente a la demanda; pero aumenta, en algunos casos, la dificultad de la elección.
La decisión debe tomarse sobre la base de las necesidades reales a corto y medio plazo y los requi-
sitos previstos a largo plazo, de acuerdo con la versatilidad y las posibilidades de ampliación que
ofrecen las distintas tecnologías.
Los carriles reservados para autobuses, más conocidos como carril-bus, empezaron a implantar-
se en los años setenta en distintas ciudades de Estados Unidos (Los Ángeles, Filadelfia), de Méxi-
co, de Brasil (São Paulo) y Francia (París). La experiencia ha demostrado su interés cuando se con-
jugan los siguientes factores: densidad de autobuses, vigilancia sobre el tráfico y control
permanente de la infraestructura. Tienen el problema de que una relajación en el control de acce-
sos lleva, rápidamente, a una ocupación del carril por el vehículo privado, especialmente para el
estacionamiento de corta duración, y de que resulta relativamente fácil su supresión, por ejemplo,
por un cambio político. Esto lleva a la necesidad de implantar elementos físicos que obliguen a res-
petar su delimitación.
Los carriles reservados para autobús también pueden ser utilizados por otros sistemas de trans-
porte como taxis, bicicletas, motos, etc., aunque se debe tener presente que, siempre que sea posible,
Un paso de gran importancia ha sido saltar de los carriles reservados a la plataforma reservada,
totalmente independiente. En este caso, se trata de una verdadera infraestructura sin acceso de los
vehículos no colectivos, con reserva exclusiva de la calzada para los autobuses. El aumento de la cali-
dad de servicio que se produce es muy elevado, ya que se limitan totalmente las interferencias con
otros modos de transporte, aunque se produzcan problemas de cruce. Existen muchos ejemplos de
estos sistemas, entre los que merecen destacar los implantados en Brasil (São Paulo y Curitiba), Aus-
tralia (O’Bahn de Adelaida), Colombia (Transmilenio de Bogotá), Ecuador (Trolebús de Quito), Francia
(TVM de París, Busway de Nantes, Teor de Rouen), Holanda (Circunvalación Sur de Amsterdam) y
Suecia (Estocolmo), que han dado lugar a análisis en todo el mundo. En el caso de Latinoamérica, dis-
tintas ciudades han sustituido con estos sistemas, antiguos proyectos de metro convencional que no
llegaban a construirse, dado su elevado coste de ejecución. En Estados Unidos, se construyeron dife-
rentes líneas con la misma filosofía, pero han evolucionado hacia corredores de alta ocupación que
permiten el acceso de vehículos privados con un determinado número de ocupantes, con o sin pea-
je, en algunos casos, con buenos resultados.
Antes. Después.
Busway de Nantes.
En todo caso, al analizar estos datos y comparar distintos proyectos hay que tener en cuenta que
los resultados dependen mucho del tipo de ciudad, del sistema de transportes y el reparto modal
existente, así como de otros numerosos factores.
En Europa hay pocos ejemplos, aunque destaca, desde 1993, la línea Trans-Val-de-Marne, TVM,
la primera implantación de este tipo en el continente, en las afueras de París. La línea cuenta, actual-
mente, con 19 km, tras una prolongación de 7 km este mismo año, en cuyo recorrido la velocidad
Los elementos que configuran y pueden contribuir al mayor éxito de un sistema de autobús en
plataforma reservada son:
• Infraestructura soporte: muy variada, en función del entorno. Incluye desde tramos en vía compar-
tida, hasta túneles o puentes construidos ex profeso para el sistema. Es fundamental que, en bue-
na parte de su recorrido, la plataforma no pueda ser accesible físicamente a vehículos privados.
• Vehículos: pueden ser autobuses convencionales, aunque, en general, la tendencia es utilizar
vehículos con un diseño que los diferencie de las líneas convencionales, para marcar la dife-
rencia y dar un mayor protagonismo a la nueva línea.
• Tecnología ITS: muy importante para dar un transporte de calidad con información al usuario
en tiempo real, aunque no es exclusiva de los sistemas en plataforma reservada.
• Funcionalidad de servicios y redes: servicios “express” entre las paradas más importantes y, en
algunos casos, servicios que alimentan la red troncal.
• Paradas y estaciones: los puntos de parada suelen estar más distanciados que en las líneas con-
vencionales y, en algunos casos, incluyen sistema prepago para acelerar la subida a los vehículos.
• Expedición de billetes: se intenta agilizar el pago de los títulos de transporte y fidelizar a la clien-
tela mediante la emisión de abonos y billetes multiviaje.
• Aparcamientos de disuasión: elemento de especial importancia, cuyo objetivo es captar para la
nueva línea usuarios del vehículo privado y facilitar el acceso a la misma.
Entre los autobuses en plataforma reservada destacan los autobuses guiados, sistemas bimodales,
denominados también autobús-tranvía. Los defensores de este sistema de transporte destacan, como
una de sus principales ventajas, que las características de su infraestructura imposibilitan que se con-
viertan en carriles BUS-VAO (que permiten el acceso a vehículos con dos o más pasajeros) lo que ase-
gura la calidad de servicio de los autobuses. En este aspecto, es fundamental precisar que la ocupación
de la plataforma debe estudiarse desde una perspectiva global de gestión de la movilidad, lo que impli-
ca optimizar la capacidad existente y dar prioridad al vehículo privado o al transporte público en función
de las necesidades del transporte. Fines de semana, fiestas, inicios de vacaciones... pueden dar lugar
a que la versatilidad de una determinada plataforma sea una ventaja y no un inconveniente para una ciu-
dad, por lo que habrá que examinar cada corredor con el suficiente grado de detalle y con la perspec-
tiva del conjunto de la ciudad. Un ejemplo de este tipo de sistemas es el Teor de Rouen.
Los tranvías son sistemas de tracción eléctrica y rodadura metálica que operan en las calles y com-
parten la red viaria con el resto de los modos. Su principal ventaja estriba en las buenas condiciones
de confort por sus características dinámicas y, entre sus inconvenientes, cabe señalar: la irregular cali-
dad de servicio, que viene influida por las condiciones del tráfico, el coste de electrificación y el ruido
o contaminación acústica que pueden originar.
El tranvía surge, en el siglo XIX, como un modo de transporte urbano de viajeros sobre carriles.
Los primeros vehículos utilizaban tracción animal, pero es con la llegada de la tracción eléctrica
cuando adquieren su mayor importancia. El primer tranvía español circuló en Madrid, donde, el 31
de mayo de 1871, se inauguró la línea “Sol-Salamanca”, construida mediante concesión por una
empresa con capital británico; el último lo hizo en Zaragoza, en 1976, y hubo que esperar a mayo
de 1994 para poder ver, en Valencia, circular, de nuevo, tranvías en España.
Estas antiguas redes de tranvía contaban, en general, con las siguientes particularidades:
• Había un gran número de compañías, todas ellas con participación de capital privado.
• La coordinación e integración de los servicios de las distintas líneas era, prácticamente, inexistente.
• No existía una política de integración tarifaria.
• Había carencias importantes en cuanto a regularidad y cumplimiento del servicio, originadas
por una falta de inspección.
• Las líneas se construían de acuerdo con los intereses comerciales, sin planificación.
Con la electrificación del tranvía, en el entorno de 1900, el sistema adquiere una mayor velocidad
comercial, mejores condiciones de explotación y, por tanto, un aumento de la demanda. En estos años,
empieza, también, la construcción de líneas subterráneas, los metropolitanos, que, poco a poco, alcan-
zan una importancia capital en la movilidad de las ciudades en que se implantan.
A partir de 1960, se inicia en España la sustitución paulatina de las líneas de tranvías por líneas de auto-
buses a los que, en algunos casos, preceden los llamados trolebuses. Lo mismo ocurre en otros países,
como Estados Unidos, Francia e Inglaterra. Las líneas de tranvías se mantienen, pese a la tendencia
generalizada de suprimirlas, en algunas ciudades del resto de Europa, principalmente en Europa Central
y Europa del Este, donde no había una presión tan importante del tráfico de vehículos privados. En
Madrid, las dos últimas líneas de tranvía fueron la 70 y la 77, que se cerraron en junio de 1972.
A lo largo de la década de los años 1970, los problemas de congestión en las ciudades se agra-
van y los autobuses se ven afectados, de manera importante, por los atascos. El aumento del índi-
ce de motorización y la utilización del coche para la realización de trayectos urbanos provocan el
colapso de los centros de las ciudades y de las vías de acceso a las mismas. La flexibilidad de los
autobuses se convierte en su principal enemigo y empiezan a verse los beneficios que proporcio-
nan los tranvías en las ciudades europeas que habían mantenido las antiguas líneas.
Esto produce un resurgir del tranvía, con la aceptación de nuevos proyectos que utilizan este tipo de
sistema, aunque para evitar la connotación anticuada de “tranvía” se utiliza el término “metro ligero”.
La ECMT (European Conference of Ministers of Transport) definía, en 1994, el metro ligero (light
rail en inglés, stadtbahn en alemán, o métro léger en francés) como “Modo de transporte guiado
mediante carriles que puede ser desarrollado por fases desde un moderno tranvía hasta un siste-
ma similar pero con la presencia de tramos soterrados o en viaducto. Cada una de dichas fases
puede ser la fase final del proyecto, pero debe permitir el desarrollo hacia una fase más completa”.
Pueden encontrarse en esta definición todos los sistemas desde los modernos tranvías hasta los
La UITP (Unión Internacional del Transporte Público) reconoce que “Desde sus inicios a finales de los
años sesenta y principios de los setenta en la Europa germanófona, el propio concepto LRT (sistema de
metro ligero) ha experimentado versátiles interpretaciones e implementaciones. La popularidad y el éxito
de este sistema creció considerablemente a escala mundial durante las décadas de los ochenta y noven-
ta y la definición del sistema LRT tendió a desdibujarse todavía más. Hoy en día, el concepto abarca des-
de el tranvía tradicional hasta los pequeños trenes subterráneos que circulan con plataforma totalmente
reservada. El concepto que la gente entiende por LRT tiende a ser diferente a ambos lados del océano
Atlántico. Tradiciones distintas y, también, limitaciones físicas y a nivel de la planificación urbanística con-
tribuyen a este efecto. Sin embargo, lejos de ser una desventaja, se considera esta “imprecisión” como
una flexibilidad esencial que explica el éxito del metro ligero en muchos y muy distintos entornos.
Actualmente, en general, se tratan los términos “tranvía” y “metro ligero” de forma casi similar,
respetando en cada proyecto el nombre dado por la autoridad responsable, que responde, en la
mayoría de los casos, a motivos comerciales o de marketing más que técnicos o de porcentaje de
plataforma totalmente segregada.
La presencia del metro ligero en las ciudades europeas es amplísima y se ha reforzado en los últi-
mos años: Sheffield, Manchester, Nantes, Grenoble, Montpellier, Karlsruhe, Roma, Barcelona, París
y Estrasburgo son ejemplos de lo afirmado.
Los metros ligeros surgen en Alemania de la necesidad de mejorar las prestaciones de las redes de tran-
vías que, por falta de inversión, entre otros motivos, habían llegado al límite de su eficacia. Las primeras rea-
lizaciones se encuentran a finales de los años setenta en ciudades alemanas de tamaño medio, Frankfurt,
Stuttgart y Hannover, aunque las realizaciones más destacadas fueron las realizadas en los años ochenta
en ciudades que habían desmantelado completamente sus redes de tranvía y decidieron implantar una red
de metro ligero: en Francia, Nantes (1985) y Grenoble (1987); en Canadá, Calgary y Edmonton; y en Esta-
dos Unidos, San Diego, entre otras. En los años noventa, son numerosas las ciudades que implantan sis-
temas de este tipo, lo que impulsa, definitivamente, el concepto de metro ligero: Manchester, París, Karls-
ruhe, Rouen, Valencia, Estrasburgo, etc. En el día de hoy, esta concepción se ha extendido por todo el
mundo con la realización, en algunos casos, de líneas de nueva construcción y, en otros, con la renovación
de líneas ya existentes. Según datos de la UITP, existen, actualmente, 400 sistemas del tipo tranvía o metro
ligero en 50 países distintos y hay más de 100 proyectos con esta tecnología en distintos grados de desa-
rrollo. Hay que destacar que la construcción de metros ligeros ha ido acompañada, en la mayoría de las
ciudades, de un proyecto completo de renovación urbana en las inmediaciones del trazado de la línea, lo
que ha permitido la rehabilitación de zonas degradadas, tanto en el caso de reconversión de antiguas
líneas, como en Valencia, como en la penetración de cascos históricos, como en Estrasburgo.
En definitiva, puede decirse que los metros ligeros son modernos tranvías (de concepción actual, con
elevadas prestaciones de comodidad y servicio y respetuosos con el medio ambiente), que cuentan con
plataforma segregada en ciertos tramos para evitar los problemas operacionales ligados al tráfico. Son
especialmente apropiados para lugares donde los niveles de demanda no hacen viable económica-
mente modos convencionales con infraestructura totalmente independiente, como el metro tradicional.
El metro ligero es, por tanto, un modo de transporte, en general, de tracción eléctrica, cuya pla-
taforma tiene una longitud importante en superficie (aunque puede tener tramos subterráneos, por
ejemplo, en el centro urbano) que está, en gran parte de su recorrido segregada, es decir, separa-
da de la de otros modos, aunque con la posibilidad de interferencias y cruces a nivel.
La comparación ente distintos modos es muy compleja y resulta difícil una lectura simplificada de los
datos, ya que son muchos los parámetros que pueden influir en una determinada variación de la
demanda; pero existe el denominado factor “ferroviario”, que hace que el metro ligero tenga un cierto
poder de atracción para los usuarios, como se ha visto en algunas ciudades americanas en los últimos
años, especialmente si se combina con los servicios de autobuses. Por ejemplo, en Estados Unidos,
Sacramento (California) o Portland (Oregón) han visto duplicado el número de usuarios del transporte
público en 12 años tras la construcción de una red de metro ligero y la reestructuración de la red de
Hay que tener en cuenta al analizar estos datos y comparar distintos proyectos que los resultados
dependen mucho del tipo de ciudad, del sistema de transportes y el reparto modal existentes y de
numerosos otros factores. En Madrid, como ya se ha señalado anteriormente, la utilización del BUS-
VAO implantado en la carretera de La Coruña ha aumentado, entre 1995 y 2005, el 11,2% anual
acumulativo gracias al efecto conjugado de la plataforma reservada con un nuevo intercambiador
(Moncloa) y una nueva línea de metro estructurante con estación en dicho intercambiador.
La capacidad, el coste y la calidad de servicio potencial del metro ligero se sitúan entre los del auto-
bús y los del metro convencional, con un amplio rango de valores posibles. Puede actuar como modo
de transporte principal en ciudades de tipo medio, como alimentador/distribuidor de otros sistemas de
transporte de mayor capacidad (metro convencional o ferrocarril tipo cercanías) o como una línea sim-
ple para conectar una ciudad principal con una ciudad periférica de su área metropolitana. En todos
los casos, existe la posibilidad de su desarrollo con características diferenciadas por tramos, en función
de las condiciones urbanas o de las características de la demanda, así como la posibilidad de un cre-
cimiento modular a medida que la demanda y otros condicionantes lo justifiquen.
Algunas veces, también se denominan metros ligeros aquellos con plataforma reservada y total-
mente automatizados, tipo metro VAL de Lille (Francia), que, por sus características, están más cerca
del metro tradicional.
En España, es en Valencia, en 1994, donde se inaugura el primer tranvía moderno. Actualmente, como
en el resto de países europeos de nuestro entorno, hay un importante número de proyectos basados en
esta tecnología: se han inaugurado pequeñas líneas en Bilbao y A Coruña, están en servicio dos redes
en Barcelona (Trambaix y Trambesòs), cuatro líneas en Madrid (Sanchinarro, Boadilla, Pozuelo y Parla), …
La planificación es la fase fundamental del proceso de desarrollo y organización del transporte, pues
es la que permite conocer los problemas, diseñar soluciones y, en definitiva, optimizar y organizar los
recursos para atender la demanda de movilidad.
En el caso de plataformas reservadas, su importancia es aun mayor, si cabe, por la incidencia que
va a tener el proyecto en la reordenación urbana, en el funcionamiento del resto de modos de trans-
porte y, en definitiva, en la vida de los ciudadanos. En los gráficos siguientes se muestra, en el pri-
mero, el proceso global de planificación del transporte y, en el segundo, las distintas fases de un
estudio genérico más detallado. Según la concreción de cada caso, será necesario profundizar en
unas actividades más que en otras.
Recopilación de información
Trabajo
Análisis de la situación
de campo
Modelización
Diagnóstico
Definición de alternativas
Evaluación y selección
Escenarios de futuro
Trabajo de campo
Objetivos y
criterios actuación
Encuesta de
movilidad
Definición de
matrices O/D alternativas
Variables
demográficas, Evaluación:
Generación/
atracción de viajes socio-económicas • Costes
y territoriales y rentabilidad
• Demanda
Distribución de • Funcionalidad
viajes
• Otros
y multicriterio
Distribución horaria
Propuesta:
• Detalle
Encuesta de PD Reparto modal • Modelo de
implantación
Aforos y financiación
y encuestas Asignación • Programación
por modos • Impactos
• Objetivos y criterios.
• Tipos de actuaciones.
• Elección del modo o sistema. En esta fase, deben contemplarse tanto los sistemas existentes
como las últimas tendencias, y han de considerarse el número de alternativas que sea preciso.
La evaluación de alternativas puede hacerse mediante distintos métodos, entre ellos el análisis
coste/beneficio, que, en ocasiones, resulta complejo, porque hay que considerar impactos que no
• La movilidad futura.
• La calidad y funcionalidad del servicio y su encaje en el sistema de transporte, en especial la
intermodalidad (con o sin trasbordos).
• La disponibilidad del servicio (en sistemas ferroviarios puede caer todo el servicio en autobu-
ses; siempre hay alternativas).
• La rentabilidad socio-económica.
• La rentabilidad financiera.
• El impacto ambiental.
• Análisis y diagnóstico de la situación actual del servicio y movilidad que atiende la Empresa
Operadora de Transporte Público (en adelante, EOTP).
• Análisis de la situación futura tras la puesta en servicio de las líneas en plataforma reservada.
• Análisis del marco económico financiero resultante para el sistema de transportes en el año de
puesta en servicio de la reordenación.
• Aporta el punto de vista de los usuarios/clientes, que siempre mejoran los proyectos y planes.
• Demuestra un compromiso con una gestión eficaz y transparente.
• Potencia el papel de los agentes y aumenta la aceptación general del proyecto.
• Ayuda y mejora la toma de decisiones en todas sus fases.
• Puede evitar serios problemas de contestación que demoren o invaliden el proyecto.
• Facilita el desarrollo de los proyectos en fase de construcción.
• Otro ejemplo diferente ha sido el tranvía de Parla, que se ha realizado mediante concesión a
una empresa privada durante 40 años, a la que se compensa de distinta manera. Por una par-
te, la recuperación de la inversión, el Ayuntamiento de Parla y la Consejería de Medio Ambien-
te y Urbanismo de la Comunidad de Madrid (82% y 18% repectivamente). Por otra parte el
desequilibrio de la explotación que se reparte al 50%, entre el Ayuntamiento de Parla y el Con-
sorcio de Transportes de Madrid.
La implantación de sistemas en plataforma reservada, de tipo guiado o no, suele responder a moti-
vaciones distintas, según se trate de grandes ciudades o ciudades medianas y pequeñas. Las cir-
cunstancias que influyen en la elección del sistema son numerosas y, en general, tienen que ver
con aspectos de imagen, de necesidades de movilidad, de presupuesto... Sin embargo, es oportu-
no recordar el marco en el que se desenvuelve la implantación del sistema que ha sido previamen-
te diseñado y planificado, ya que tal implantación está fuertemente condicionada por el entorno, lo
que habrá sido considerado en las fases de planificación y proyecto.
En el caso de las grandes aglomeraciones, un sistema en plataforma reservada suele ser un sustitu-
tivo de redes existentes de autobús, cuando en ellas se plantean dificultades de congestión, problemas
de regularidad derivados de la densidad de circulación u otros motivos que hacen aconsejable su
implantación. En particular, como sucede en Barcelona (Trambaix / Trambesòs), en Madrid (Sanchi-
narro, Boadilla o Pozuelo) o en otras ciudades europeas, como París (St. Denis-Bobigny, Trans Val-de-
Marne) y Londres (tranvía de Croydon), se implantan este tipo de sistemas en zonas con densidades
de población moderadas, de forma que actúen como sistemas de aportación al metro.
Una vez realizadas las tareas de planificación del sistema de transporte público y seleccionada una alter-
nativa en plataforma reservada y tenida en cuenta la financiación del sistema, debe elaborarse un pro-
yecto, fase decisiva que concreta todas las actividades llevadas a cabo hasta el momento, y que condi-
cionará el éxito del nuevo sistema. Son muchos los requerimientos que deben estar definidos en el
proyecto de un sistema en plataforma reservada y, para su correcta definición, es necesario tener en cuen-
ta los inconvenientes o condicionantes habitualmente asociados a un sistema de transporte de este tipo:
• El incremento de la densidad de tráfico del espacio restante destinado al tráfico privado y al transporte
público, que suele ser menor que el espacio inicial, antes de la introducción del nuevo sistema.
• La dificultad de los giros del resto de vehículos: a la derecha, en el caso de vías laterales, y a la
izquierda, en el caso de plataformas centrales.
• En el caso concreto de plataformas junto a las aceras, como son los carriles-bus habituales, los
inconvenientes o condicionantes suelen ser:
Vistos los condicionantes anteriores, entre los aspectos que debe definir el proyecto de un siste-
ma en plataforma reservada figuran los siguientes:
– El itinerario, con una completa definición de su inserción en la vía pública: en planta, y en alza-
do. Tramos en superficie, soterrados y elevados.
– El grado de separación de la plataforma: tramos totalmente segregados, parcialmente segrega-
dos o compartidos con otros medios de transporte. Situación de la plataforma: central o lateral.
– Los acabados de la plataforma: césped, adoquines, hormigón...
– La forma de salvar los cruces: como el resto del tráfico, a través de una rotonda, con pasos
subterráneos o superiores a desnivel.
– Las estaciones, su ubicación precisa y las características de los elementos que las confor-
man: plataformas (y su nivelación con el suelo de los vehículos), postes y marquesinas, paneles
electrónicos, información sobre el servicio, señalización y accesibilidad de las personas,
soportes publicitarios.
– Las facilidades para estaciones de intercambio (con metro o autobuses, u otros modos de
transporte público o privado).
– Las instalaciones de prepago que faciliten una mayor fluidez en el acceso de los viajeros al
sistema.
– Previsión de vehículos de mayor longitud en el futuro, para reservar espacio en las estaciones.
– Características del material móvil, prestaciones de potencia y autonomía, tipo de tracción y ener-
gía, accesibilidad, equipamiento, espacio publicitario, información al usuario.
– La longitud, altura y anchura de los vehículos, así como la distancia al suelo, lo que condicio-
na los gálibos y el diseño de las estaciones.
– Si se trata de ramas unidireccionales o reversibles, lo que condiciona la presencia o no de puer-
tas y plataformas a ambos lados.
A diferencia del metro o de los sistemas guiados que, en buena parte, independizan su función de
las vías urbanas, el transporte colectivo urbano de superficie (sea autobús, tranvía o cualquier sis-
tema en plataforma reservada) se caracteriza por usar la propia vía pública de las ciudades como
soporte para efectuar su cometido: el transporte de viajeros.
La vía pública de la ciudad se caracteriza por un uso intensivo y complejo del espacio por parte de
actividades y agentes muy variados: presencia de mobiliario urbano de todo tipo, circulación y concen-
tración de peatones, circulación y aparcamiento de vehículos privados, circulación o carga y descarga de
vehículos pesados y de furgonetas, usos comerciales y de restauración, ocio y espectáculos, recogida
de basuras y un largo etcétera. La vía pública es, desde el ágora ateniense hasta los modernos centros
peatonales, lugar por excelencia para la actividad humana de relación y de contacto y, por ello, se tra-
ta de un lugar muy sensible. En los últimos años, se aprecia una tendencia generalizada en todas las
áreas urbanas occidentales a que el vehículo individual ceda progresivamente parte de su espacio a
otras actividades más directamente relacionadas con el peatón, pero el espacio reservado al transpor-
te público colectivo de superficie es un aspecto todavía en discusión.
Esta cuestión no se planteaba hace unas décadas. Solamente algunos personajes visionarios, como
Ildefons Cerdà, se plantearon, hace ya mucho, cuestiones del reparto equilibrado de la vía pública
teniendo en cuenta los distintos agentes y su potencial futuro: a finales del siglo XIX, Cerdà previó para
el Ensanche de Barcelona una división a partes iguales del espacio viario entre el peatón y los vehícu-
los (10 m para cada uno en calles de 20 m de anchura). Por su parte, Arturo Soria planteó su Ciudad
Lineal en Madrid como una ciudad jardín alrededor de un eje de transporte que debía articularla. Fren-
te a estos planteamientos avanzados a su tiempo, lo cierto es que el desarrollo de la automoción en
España, especialmente a partir de los años sesenta, otorgó al vehículo privado un predominio absolu-
to en las vías urbanas, muy por delante del transporte público e, incluso, del peatón. Es evidente que,
en las ciudades de principios del siglo XXI, el modelo viario debe ser reformulado con criterios de una
mayor igualdad entre el peatón, el vehículo privado y el transporte público: en los últimos lustros, se ha
puesto de manifiesto la necesidad de priorizar al transporte colectivo por delante del individual y de
otorgar un mayor protagonismo a los peatones frente a los vehículos.
De este modo, la presión existente sobre el uso del espacio hace necesario que las autoridades
lleven a cabo acciones decididas para dar prioridad al peatón, pero también al transporte público
sobre el transporte privado, ya que, de lo contrario, el primero no será capaz de competir con el segun-
do para asimilar la intensa movilidad urbana. Muchas ciudades europeas, donde modernos tranvías
o microbuses eléctricos conviven, perfectamente, con los peatones, son un buen ejemplo para
Actuaciones como el carril BUS-VAO en la carretera de A Coruña A-6, en Madrid, son otros ejem-
plos de cómo puede concederse prioridad al transporte público sin comprometer la movilidad
general, en este caso en los accesos a las grandes ciudades.
En términos generales y sin negar las particularidades de cada vía urbana, que deben ser analizadas
minuciosamente, una idea de reparto equitativo entre medios de transporte podría consistir en asignar
un tercio del espacio a cada uno de ellos: al vehículo privado (comprendido el aparcamiento), al trans-
porte público y al peatón (que puede incluir la circulación de bicicletas, normalmente adjunta a las ace-
ras). Con este reparto, el transporte colectivo se vería claramente favorecido respecto a la situación
actual en nuestras ciudades y sería posible el establecimiento de plataformas reservadas sin excesivas
protestas. De hecho, este planteamiento refuerza la idea de que la implantación de un tranvía viene a
ser la expresión de un pacto ciudadano sobre la movilidad urbana con el éxito deseable. Algunos auto-
res1, sin embargo, rechazan la teoría del reparto “a tercias”, por considerar que perjudica a una mayo-
ría (el usuario del transporte privado) para favorecer a una minoría (el peatón).
Las paradas son el punto de contacto habitual entre el servicio y el usuario/cliente y, por tanto, tienen
una gran importancia para la percepción que éste tiene del transporte público urbano, en términos de
comodidad, accesibilidad, limpieza, información, protección de la intemperie y diseño adecuado.
Aunque hoy ya no se considera el punto inicial del viaje en transporte público (el viaje se inicia con la
información previa a domicilio o en la calle que conduce a la elección modal y al desplazamiento hasta
la parada), sí que se mantiene su importancia como rótula o transición entre el desplazamiento a pie y el
desplazamiento mecanizado. Unas paradas descuidadas, situadas en entornos poco apropiados, difícil-
mente accesibles a causa de impedimentos físicos, con escasa o errónea señalización, poco protegidas
de la lluvia o el viento, inseguras, sucias o alejadas de los servicios complementarios, seguramente com-
portarán una valoración negativa de los usuarios/clientes y les incitarán a no usar un transporte público
que, paradójicamente, puede suministrar prestaciones adecuadas.
De igual modo, tiene importancia el desplazamiento desde el origen del viaje hasta la misma para-
da, de forma que, también, es necesario prestar atención a los itinerarios peatonales, los pasos de
peatones, las aceras... Y, sobre todo, tener en cuenta un factor decisivo en el intercambio modal,
como es la existencia de unos aparcamientos disuasorios de calidad.
Su ubicación suele comportar unas distancias entre paradas superiores a las del autobús con-
vencional, siendo habitual los 400-500 m entre las mismas (no sólo en los sistemas tranviarios: en
el TVM de París, mediante autobuses, la media es de 540 m), con lo cual se puede aumentar la velo-
cidad comercial del sistema; sin embargo, este parámetro puede variar según el entorno: centro,
periferia, tramos interurbanos... Las paradas suelen localizarse cerca de los cruces, sobre todo en
los sistemas donde la plataforma reservada no debe ser cruzada con facilidad por los peatones. Es
importante que, en caso de disponer de plataformas de sentido único junto a las aceras, las para-
das se sitúen después de los cruces, para orientar a los viajeros a que los realicen por la parte pos-
terior de los vehículos (evitando accidentes), y para no entorpecer los eventuales giros a la derecha
de otros vehículos.
El concepto que se plantea en las últimas décadas tiene que ver con la inserción del trazado tran-
viario, o del sistema en plataforma reservada, en tramas urbanas degradadas o desestructuradas,
donde el nuevo sistema de transporte provoca un vuelco en la situación existente del entorno y movi-
liza una operación de regeneración urbana en la que el tranvía es sólo una parte de un programa
de actuación más amplio.
El primer ejemplo de una actuación en este sentido fue el de la ciudad francesa de Grenoble, una
típica ciudad de provincias que introdujo una línea de tranvía a través de su centro histórico, dota-
do de calles estrechas y con una estructura poco adaptada al tráfico. Para implantar el nuevo sis-
tema de transporte público, el automóvil fue vedado y el centro de la ciudad fue tomado por peatones
y ciclistas y, claro está, por el nuevo tranvía. Este concepto de centro peatonalizado y con transporte
público era novedoso en la década de los ochenta del pasado siglo, pero el éxito de Grenoble moti-
vó a muchas otras ciudades francesas, como Estrasburgo, y de otros países (como el ejemplo de
Valencia en España), a reintroducir el tranvía como elemento básico de la movilidad urbana y de la
mejora urbanística de sectores urbanos de la ciudad en regresión.
En cualquier caso, la mejora urbanística de las zonas situadas alrededor de una nueva línea de trans-
porte siempre ha sido evidente. Por una parte, debido a la propia inversión asociada a la construcción de
la plataforma reservada y a la urbanización de su entorno, que comporta la renovación total de aceras,
alcantarillado, iluminación y mobiliario urbano. Por otra parte, por la inversión privada que se moviliza ante
una mejora de la imagen y la accesibilidad de las avenidas por donde pasa el nuevo sistema. En el caso
de Londres, con el tranvía de Croydon, se estima que el valor del suelo alrededor de la línea se ha reva-
lorizado entre un 5 y un 25% por efecto del sistema en plataforma reservada. El atractivo para la inversión
se traduce en un incremento de la oferta residencial y del sector terciario: en Barcelona, se ha asociado
al tranvía el desarrollo de unos 116.000 m2 de suelo residencial y 57.000 m2 del sector terciario.
El grado de incidencia del nuevo sistema de transporte sobre el entorno urbano se traduce, direc-
tamente, en inversión. Normalmente, cuanto mayor es la mejora y transformación del entorno,
mayor es la inversión que es necesario efectuar. Aunque, incluso en el caso de transformaciones
potentes, las inversiones pueden variar enormemente: por ejemplo, la Ecovía de Quito requirió
menos de 1 M€/km, mientras que el Transmilenio de Bogotá supuso más de 4 M€/km, y distintos
metros ligeros de ciudades europeas requieren de 5 a 15 M€/km. Tiene interés observar las dife-
rencias de coste en relación con el grado de desarrollo del país en que se implanta el sistema.
Una explotación (operación y mantenimiento) eficiente y de calidad es la base para lograr el éxito
de cualquier sistema de transportes. Por lo tanto, estas actividades deben planificarse cuidadosa-
mente desde las primeras etapas de un proyecto de sistemas en plataforma reservada.
En la fase de concepción inicial del sistema, es fundamental contar con la experiencia de espe-
cialistas en operación y mantenimiento para la especificación funcional del sistema, el diseño del
trazado, la organización y usos de talleres y cocheras, etc. Deben participar, también, en la elabo-
ración de una primera aproximación a las dotaciones requeridas y costes asociados para el correc-
to desarrollo de estas actividades, riesgos que, generalmente, se transfieren a socios especializa-
dos mediante la firma de contratos de encomienda de operación y mantenimiento, de forma similar
al contrato que suele firmarse con los suministradores de material móvil.
Una vez elegida la alternativa que va a ser desarrollada e iniciarse la fase de redacción del pro-
yecto constructivo, resulta más importante, si cabe, la validación del proyecto por parte del operador
Finalizada la obra civil y las instalaciones y tras haber realizado las correspondientes pruebas de
cada subsistema y su integración, se lleva a cabo la marcha en vacío, consistente en la explotación
en condiciones análogas a las comerciales pero sin viajeros, con el fin de revisar gráficos de mar-
cha, tiempos de parada, condiciones de explotación… que permitirán depurar el diseño y corregir
los eventuales errores o disfunciones que pudiere haber en la planificación del servicio.
El periodo de pruebas se inicia con la puesta en circulación de las unidades a baja velocidad, con
el fin de calibrar los gálibos del recorrido, comprobar el cumplimiento de las Normas internaciona-
les en lo que se refiere a la envolvente cinemática de cada vehículo y demás tolerancias, márgenes
o limitaciones.
Cuando esta comprobación haya sido efectuada en todo el recorrido, en el momento en que el
centro de control esté plenamente operativo, podrá iniciarse la circulación normal y simultánea de
todas las unidades, sin viajeros a bordo, mediante el control centralizado de la circulación. Es enton-
ces cuando el fabricante del material móvil lleva a cabo los ensayos reglamentarios de los vehícu-
los in situ, con entrega formal al operador de dichos vehículos, una vez que tales ensayos estén
completados. A partir de este momento, los conductores pueden empezar su entrenamiento en
condiciones operativas, desarrollando sus conocimientos teórico-prácticos adquiridos en los talle-
res y cocheras, tanto en lo que se refiere a la conducción en sí misma, como al conocimiento pre-
ciso de la línea o al aprendizaje de las condiciones reales de explotación.
Sólo una vez obtenida la seguridad de que el periodo de pruebas ha sido completado satisfacto-
riamente, es posible proceder a la inauguración y puesta en servicio del sistema de transporte en
plataforma reservada, con las máximas garantías de que no se interrumpirá el servicio en las pri-
meras semanas, con el daño que ello comportaría para la imagen de un sistema que ha exigido un
largo periodo de planificación, proyecto y construcción.
• Las ciudades de nuestro tiempo plantean de forma creciente la reserva de una parte de la
red viaria para el uso, exclusivo o compartido con alguna otra categoría de vehículos, por los
vehículos de transporte colectivo, de manera que al evitar la incidencia de la congestión se
preservan su velocidad comercial, su fiabilidad y regularidad y, consecuentemente, la capa-
cidad y calidad del servicio de transporte público colectivo.
• La decisión de instalar un carril bus debe estar justificada por una utilización suficiente. En
el proyecto del carril bus, debe estudiarse el impacto sobre la actividad de carga y descarga
y sobre el estacionamiento. Con la instalación de los separadores, se ha conseguido evitar el
estacionamiento ilegal en el carril bus en las grandes vías.
• El carril bici es un caso típico de plataforma reservada. Se trata de una plataforma de uso
exclusivo cuando se implanta en las calzadas; en su establecimiento en aceras, el carril bici
se encuentra frecuentemente invadido, salvo que tenga una intensidad de circulación ele-
vada.
• El carril bus-bici implantado en París en 2001 permite también la circulación de taxis y vehí-
culos de emergencias, el servicio de furgones de transporte de fondos y la circulación de
médicos de urgencia. El ancho recomendado es de 4,50 metros.
• La reserva de carriles de circulación para el transporte colectivo y otras categorías de vehí-
culos en los accesos de las grandes ciudades son hoy una práctica muy extendida. La reser-
va se puede realizar por líneas de separación o mediante separadores físicos, creando cal-
zadas independientes.
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C O L E G I O D E I N G E N I E RO S D E C A M I N O S,
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ISBN: 978-84-380-0407-4