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de la Razón de Mi vida
Por Alberto Buela (*) buela.alberto@gmail.com
Evita Perón nació en el año 1919 en un
pequeño pueblo de la pampa argentina
denominado Los Toldos, nombre que hace
referencia al tipo de vivienda -las tolderías-,
que utilizaban los indios que habitaron
originariamente la zona. Dicen, los que saben,
que el paisaje infinito de la pampa infunde en
el ánimo de quien lo vive un sentido indómito
de libertad y coraje, que no hay escuela que lo
reemplace. Drieu la Rochelle, ese observador
privilegiado, viajando en compañía de Jorge
Luis Borges la definió como "un vértigo
horizontal", y Ortega y Gasset como "promesa que
promete".Este fue el genius loci (clima, suelo y paisaje) en donde
cayó Evita a la existencia.
Fue Evita la que con tesón logró que la mujer argentina fuera la
primera que votara en Nuestra América. El voto femenino es un
logro suyo casi exclusivo. Pero, y esto vale la pena destacarlo,
ella no fue feminista. Lejos estuvo de la exaltación de la
diferencia sexual a que nos tienen acostumbrados las feministas
de hoy. Ella fue una mujer hecha y derecha, enamorada de su
esposo, volcada hacia los más desprotegidos y amante de su
patria. Su temprana muerte a los treinta y tres años, acaecida en
pleno cambio de las estructuras sociales de la vieja sociedad
conservadora, la transformaron lentamente en un mito fundador
de los argentinos, lo mismo que Juana de Arco para los
franceses. Incluso, siempre se ha hablado del gran secreto de
Evita, y el padre Hernán Benitez, su confesor, ha afirmado
muchas veces que "Ella caminaba en el sendero de Dios".Así
pues, como dice el agudo pensador español Javier Esparza
respecto de Madona:"Que una golfa del show bussiness, y
además gringa, encarne a Evita es, simplemente, un sacrilegio".