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FEMINISMO EN MÉXICO, AYER Y HOY

EL! BARTRA
ANNA M. FERNÁNDEZ PONCELA
ANALAu

FEMINISMO EN MÉXICO, AYER Y HOY


Prólogo de Ángeles Mastretta

NÚM. 130
COLECCIÓN MOLINOS DE VIENTO
SERlE MAYOR / ENSAYO
Casa abier1a al tiempo
UNIVERSIDAD AUT6NOMA METROPOLITANA

Rector General
Luis Mier y Terán Casanueva

Secretario General
Ricardo Solís Rosales

Jefe del Departamento Editorial


Gilberto Alvide Arellano

Segunda edición: 2002

© Universidad Autónoma Metropolitana


Reserv~dos todos los derechos, 2002
ISBN: 970- 654 -292-2
Medellín 28, colonia Roma, 06700 México, D. F.
Tel.: 5511 6192 fax: 5511 0717
editor@correo.uam.mx.
Impreso y hecho en México / Printed and bound in Mexico
PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIÓN

El México de ayer y el de hoy no son siempre los mismos. La realidad


presente, que muy pronto se convierte en ayer, va cambiando porque los
ojos de la memoria son fluctuantes, y por esas siempre distintas interpreta-
ciones del pasado.
Así, aunque este libtosobre el movimiento feminista mexicano pa-
reciera ser más sobre el ayer que sobre el hoy, sigue teniendo gran vigencia.
Las luchas feministas continúan, su herencia y su accionar se encuentran
presentes en casi todos los ámbitos, sean públicos o privados. Muchos de
los problemas que el feminismo ha puesto en la mesa de discusión aún
esperan ser resueltos: la violencia y el maltrato, la despenalización del aborto,
el hostigamiento sexual, las dobles y triples jornadas de trabajo, entre otras
muchas manifestaciones de la subordinación y la opresión que son aún
asignaturas pendientes.
Si al principio de los años setenta encontramos a unos pequeños gru-
pos que pusieron en el centro del análisis colectivo la experiencia indivi-
dual de ser mujeres, para de ahí iniciar un proceso de cambio personal y
social, hoy en el inicio del siglo XXI desaparecieron esos grupos, pero exis-
ten nuevos y el feminismo como pensamiento y como práctica política ha
influido en movimientos sociales y gremiales, partidos y universidades,
medios de comunicación, organismos civiles y legislativos, instancias de
gobierno y hasta podríamos añadir que ha impactado favorablemente a
parejas, a padres y madres, a hijos/as ya familias enteras. Por ello, conocer
su trayectoria es importante ya que constituye una parte indiscutible de
nuestro itinerario.
Por fortuna, en los últimos tiempos se han publicado unos cuantos
textos significativos que historizan y reflexionan sobre el movimiento so-
cial más importante de las últimas décadas del siglo xx: el feminismo. Ello
ha hecho que nuestros trabajos se sumen a otros que han ido apareciendo
y que resultan más que necesarios, imprescindibles, para conocer las accio-
nes y el pensamiento de este movimiento que ha venido a revolucionar
hábitos y costumbres, además de poner a las mujeres en diversas "agendas"
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en muchas partes del mundo. Este libro tiene la particularidad de que en
un mismo volumen se tienen tres visiones diferentes, desde tres disciplinas
distintas -la historia, la filosofía y la antropología- sobre el mismo proceso
social.
El movimiento feminista en México se vuelve más y más complejo
cada día que pasa; sigue creciendo, se multiplica y diversifica de manera
muy rápida. Ha cambiado enormemente su faz en los últimos tiempos y
por momentos cuesta incluso trabajo reconocerlo. Es importante dejar pa-
sar más tiempo para gozar de una mejor perspectiva, tanto para la reflexión
yel análisis como para reescribir su historia. Quizás hubiera sido necesario
actualizar los tres trabajos aquí reunidos, ponerlos al día, pero eso implica-
ría seguramente -si fuéramos rigurosas- escribir otro libro. Mientras tan-
to, consideramos importante que aparezca una segunda edición con el fin
de que este libro siga existiendo y pueda participar en el debate acerca del
neofeminismo y de las reflexiones que en torno a él se están librando.
Le pusimos por título El feminismo en México, aunque, en realidad,
prácticamente sólo nos referimos al movimiento en el Distrito Federal.
Nunca pretendimos abarcar a todo el país, aunque el nombre así lo sugie-
re. Una vez más el centralismo de la megacapital nos atrapó y, lo peor de
todo, sin darnos cuenta.
Fuimos valientes y desaforadas, quizá. Pero no ha quedado todo en
el pasado, en aquellos "luminosos años de juventud"; seguimos desde el
feminismo abriendo caminos para las mujeres en distintos lugares, en par-
ticular dentro de la academia. Sabemos bien que la eliminación de la su-
premacía masculina no es cosa de un día; esta revolución, la de la vida
cotidiana, es una tarea diaria que cada una (y uno) de nosotras enfrenta y
construye; este libro representa una parte de nuestros quehaceres en la
universidad, y esperamos que nuevas generaciones sigan asomándose a él y
tal vez se miren reflejadas en ciertas experiencias del pasado.

Eli Bartra y Ana Lau


México, D.F, agosto de 2002

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VALIENTES y DESAFORADAS

ÁNGELES MASTRETTA

Ella aún recuerda con ahínco la tarde en que bajó de un paraíso contando
la inaudita historia de amor que dos pájaros tenían en el alero de una casa.
Bajó por una larga escalera que fue acortándose mientras oía sus palabras.
Iba abrazada de alguien, como van abrazados quienes saben que el mar
podría abrirse a su paso. No le temía a la nada en ese instante, ni buscaba
el futuro como se busca el pan. Sólo venía de un cielo que ella había con-
quistado y hablaba de dos pájaros, como quien teje sueños al escucharse
hablar. La escalera que recogió sus pasos de entonces terminaba en el qui-
cio de una puerta cerrada, que ella tuvo que abrir con las únicas armas que
tenía entre las manos. Las puertas que bajan del cielo se abren sólo por den-
tro. Para cruzarlas es necesario haber ido antes al otro lado, con la imagina-
ción y los deseos.
Así lo hizo aquella tarde la mujer que hoy recuerdo y así tendremos que
seguir haciéndolo, cada día nuestro, todas las mujeres. Después uno va y
viene por el umbral como si fuera un pájaro, sin dejarse pensar ni cuándo
ni hasta cuándo volverá hasta el alero que ha cobijado las migas de su
eternidad. Sin miedo, o mejor dicho, aptas para desafiar a diario los mie-
dos que les cierren el camino.
Se necesita valentía para cruzar cualquiera de los umbrales con que tro-
pezarnos las mujeres en el momento de decidir a quién amamos o a quié-

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nes amamos, y cómo, rompiendo con qué enseñanzas atávicas, qué hace-
mos con nuestros embarazos, qué trabajo nos damos, qué opción de vida
preferimos, o incluso en qué tono hablamos con los otros, de qué modo
vemos crecer a nuestros hijos, si tenemos o no tenemos hijos, qué conver-
samos, qué no nos callamos, qué defendemos. Yo creo que una buena dosis
de la esencia de este valor imprescindible tiene que ver, aunque no lo sepa
o no quiera aceptarlo un grupo grande de mujeres, con las teorías y la prác-
tica de una corriente del pensamiento y de la acción política que se llama
feminismo.
Saber estar a solas con la parte de nosotras que no conoce voces que
nunca imaginamos, sueños que nunca aceptamos, paz que nunca llega, es
un privilegio de la estirpe de los milagros. Yo creo que ese privilegio, a mí
y a otras mujeres, nos lo dio el feminismo que corría por el aire en los
primeros años de los setenta. Al igual que nos dio la posibilidad y las fuer-
zas para saber estar con otros sin perder la índole de nuestras convicciones.
Entonces, como ahora, yo quería ir al paraíso del amor y sus desfalcos,
pero también quería volver de ahí dueña de mí, de mis pies y de mis bra-
zos, mi desafuero y mi cabeza. Y poco de esos deseos hubiera sido posible
sin la voz, terca y generosa, del feminismo. No sólo de su existencia, sino
de su complicidad y de su apoyo. La política y el muchas veces inhóspito
mundo de los hombres, me resultaron aceptables y hasta me sentí capaz de
entenderlos gracias a las tesis del feminismo, a la presencia clave de muje-
res que dedicaron y dedican su vida a explicar y defender las diferencias y
audacias que se valen en el mundo de las mujeres.
¿Quién es la mujer que perdió el miedo a cruzar las puertas de los más
arduos paraísos, sabiendo que para volver de ellos a la inevitable tierra de
todos, hay que ser valiente? Es, lo sé ahora, una mujer feminista. Aunque
ni entonces ni ahora se considerara una militante, aunque no pregonara su
filiación, era y es una feminista.
Aprender a mirar el mundo con generosidad y alegría es un sueño que
vale la pena ambicionar. Un sueño y un privilegio que yo asocio mil veces
en mi vida diaria, a la benéfica aparición de las propuestas, los sueños y
desafueros del feminismo. Vivimos en un mundo casi siempre más dis-
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puesto a fomentar la desesperanza y el tedio que la paz interior, la sereni-
dad y la precisa pasión por aquello que nos deslumbra. De ahí que me
parezca un prodigio haber dado con una teoría dispuesta a cultivar en las
mujeres el impulso de abrir los ojos y las manos, a la maravilla diaria que
puede ser la vida. La vida que se sabe riesgosa y ardua, pero propia.
Darle al espíritu el lujo de crecer no sólo sin temor sino con audacia, es
un aprendizaje y no el más común, pero sí el más crucial. Un aprendizaje
que también es necesario fomentar en los hombres, pero que según mis
ojos, en las mujeres ha sido fomentado fundamentalmente por el feminis-
mo, en cualquiera de sus manifestaciones. Incluso, me atrevo a decir, el de
las abuelas o las madres que sin ninguna teoría compleja quisieron libertad
y valor para sus cuerpos y sus vidas y se empeñaron en conseguirlos.
Educar seres humanos valientes, dueños de su destino, tendría que ser la
búsqueda y el propósito de nuestra sociedad. Pero no siempre lo es. Empe-
ñarse en la formación de mujeres cuyo privilegio, al parejo del de los hom-
bres, sea no temerle a la vida y por lo mismo estar siempre dispuestas a
comprenderla y aceptarla con entereza, es un anhelo esencial. Creo que este
anhelo estuvo y sigue estando en el corazón del feminismo. No sólo una
teoría que busca mujeres con valor, sino como una práctica que pretende
de los hombres el fundamental acto de valor que hay en aceptar a las mu-
jeres como seres humanos libres, dueñas de su destino, aptas para ganarse
la vida y para gozarla sin que su condición sexual se los impida.
De la historia de este largo esfuerzo en nuestro país da cuenta el libro
que Ana Lau, Eli Bartra y Anna María Fernández nos ponen hoy en las
manos. Hay que ofrecer la bienvenida a este libro, alegrarnos de que exista
con su dosis crítica de pasión, y la fiebre de quienes lo han escrito no sólo
para recuperar una historia que se nos olvida, sino para contarnos esta
historia, al tiempo en que sueñan con que se cumplan los sueños de quie-
nes se atrevieron a forjarla.

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EL NUEVO MOVIMIENTO FEMINISTA MEXICANO
A FINES DEL MILENIO

ANA UU

Instituto Mora/UAM -Xochimilco


No cabe duda de que el feminismo con su diversidad de reflexiones y prác-
ticas se ha convertido en uno de los paradigmas transformadores del pen-
samiento y de los comportamientos sociales y políticos del mundo de fin
de siglo. El feminismo no sólo ha conseguido llamar la atención sobre la
invisibilidad y la ausencia de las mujeres en el mundo público, su subordi-
nación y explotación, sino que ha ido formando un corpus teórico nove-
doso que ha transformado todos los campos del conocimiento y por ende,
ha incidido tanto en los discursos políticos como en las prácticas sociales.
En la historicidad del término feminismo han confluido muchos signi-
ficados en distintos momentos, que permitieron construir un corpus que
hoy englobarnos bajo ese concepto: desde cuando se hablaba de "la causa
de la mujer", o de "los derechos de la mujer" o "del sufragio de la mujer" y
"la emancipación de la mujer", hasta referirse al "movimiento de la mujer",
para destacar la manera en que éstas salieron de su confinamiento para
iniciar acciones caritativas, contra el abuso del alcohol, a favor de la salud
y el bienestar, para exigir el voto, acceder a la educación superior o al me-
joramiento del salario, así como por la paz y para pedir respeto a las opcio-
nes sexuales y a los derechos reproductivos.
En este sentido, el vocablo feminismo ha evolucionado hasta llegar a
designar, entre otras cuestiones, un movimiento social y político que supo-

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ne la toma de conciencia de las mujeres como grupo, de la opresión, domi-
nación, subordinación y explotación de que han sido objeto por parte del
sistema social, económico y político imperante. Este movimiento, en últi-
ma instancia, busca transformar y revolucionar las relaciones entre los sexos,
alcanzar una condición igualitaria entre ellos y democratizar a la sociedad.
Dentro de lo que llamamos feminismo es necesario, además, distin-
guir entre la teoría feminista -el cuerpo de las ideas- y el feminismo
como movimiento social, ya que si bien ambos están estrechamente liga-
dos no significan necesariamente lo mismo y su desarrollo no siempre ha
corrido parejo.
En ese sentido es que a lo largo de casi treinta años el nuevo movimiento
feminista mexicano l ha atravesado por varias etapas y sufrido transforma-
ciones no sólo en su práctica, sino también en sus estrategias de lucha y en
el tipo de mujeres que han transitado por sus diversas formas de agrupa-
miento. Aunado a ello ha tenido un sustancial crecimiento teórico fomen-
tado por las académicas, quienes han contribuido con explicaciones sobre
logros, fracasos y análisis de la realidad social femenina.
Este nuevo movimiento se constituyó en 1970 con mujeres urbanas de
clase media universitaria -particularmente de la Ciudad de México-
que, preocupadas por la falta de oportunidades para intervenir en la toma
de decisiones, no sólo en los grupos políticos sino en la resolución de sus
propios problemas y necesidades en tanto mujeres, se organizaron en lo que
hoy conocemos como la "nueva ola del feminismo mexicano". Su objetivo
consistió en desplazar la desigualdad que sufrían en busca de la construcción
de una justa equidad entre los géneros, partiendo del entendimiento de
que el sexismo imperante es un fenómeno de raíces netamente culturales.

1 Larga ha sido la trayectoria de lucha de las mujeres mexicanas, no obstante, las

historiadoras no nos hemos puesto de acuerdo acerca de cuándo se puede considerar el


despegue del feminismo en México. Hay indicios de demandas desde la segunda mitad
del siglo XIX y más específicamente desde finales del siglo. Hay quienes consideran que
los años veinte fueron el antecedente en las luchas feministas y otras sostienen que el
feminismo de los setenta es heredero de las luchas del Frente Único Pro Derechos de la
Mujer (FUPDM) de 1930.

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La organización y el surgimiento de los grupos de liberación femenina
mexicanos fueron el reflejo de varios factores a través de los cuales las mu-
jeres tomaron conciencia de la opresión de que eran objeto para transfor-
marla en lucha política: un ingreso femenino masivo en el mercado laboral,
mayor número de mujeres matriculadas en la educación superior y, por lo
tanto, "una súbita politización de la nueva masa cultural'? en este caso la
femenina con preparación universitaria; el desarrollo de métodos anticon-
ceptivos baratos, eficientes y al alcance de la mano y la aparición de los
movimientos de protesta en los años sesenta, fueron fenómenos que con-
tribuyeron a promover la conformación de ese incipiente movimiento, que
a lo largo de los años iría desarrollándose, influyendo en la opinión pública
y consiguiendo algunos cambios en la condición de las mexicanas.
El feminismo que apareció en México en 1970 fue el resultado del agota-
miento del modelo de desarrollo estabilizador, el cual respondió también a la
ebullición de nuevas ideas en el seno de las elites intelectuales y de un creci-
miento importante de la izquierda mexicana;3 además, fomentada y planea-
da como reacción a los sucesos de 1968, en el país se propició una apertura
política democrática, que buscaba cooptar a la oposición y que favoreció la
organización de sindicatos y movimientos sociales independientes del con-
trol oficial, organismos en los cuales las feministas intentaron incidir.
El nuevo movimiento feminista logró aglutinar a mujeres que conjuga-
ban sus preocupaciones personales con sus intereses políticos a fin de pre-
sentarlos de forma articulada y congruente; no obstante, frecuentemente
hubo problemas al tratar de encajar cuestiones con las que no todas esta-
ban de acuerdo y que, hasta la fecha, ha sido uno de los obstáculos que los
grupos han venido arrastrando.
Algunas feministas coinciden en que el feminismo que se gestó en Mé-
xico durante los setenta, a diferencia del de otras partes del mundo, no se

2 Término acuñado por Carlos Monsiváis en "Los de atrás se quedarán (1). Notas sobre

cultura y sociedad de masas en los setenta" en Nexos, núm. 26, febrero de 1980, p. 4l.
3 Esperanza Tuñón, Mujeres en escena: de la tramoya al protagonismo (1982-1994),
1997, p. 65.

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centró en torno a la crítica del trabajo doméstico, el papel del ama de casa
yel peso social del ejercicio de la maternidad. Ello se debió a las caracterís-
ticas de desigualdad social prevalecientes en el país, que permiten pagar a
una empleada doméstica para que releve a las mujeres de dicha carga y, por
el otro lado, a la existencia de una familia extensa siempre lista a ayudar y
a sustituir en el hogar a las mujeres que trabajan. 4
Ahora bien, para conocer cómo ha sido la trayectoria de este movimien-
to tan sui generis, creemos necesario explicar el derrotero que ha seguido,
por ello dividimos la cronología del movimiento en tres etapas que abar-
can cada una poco más de 10 años: la primera de 1970 a 1982 -la más
fecunda- de "organización, establecimiento y lucha". La segunda etapa,
durante los años ochenta, de "estancamiento y despegue", de confrontación
entre las integrantes clase media y las mujeres de sectores urbanos y de los
sindicatos. La tercera y última, la de los noventa, "de alianzas y conversio-
nes", ha sido la década de la política y de la búsqueda de la democratización.
Las feministas, antes aisladas y restringidas en su accionar, hoy se han
volcado hacia la esfera pública nacional y sus esfuerzos se encaminan a
establecer relaciones con las diversas posturas políticas; por ello, se han con-
vertido en interlocutoras, han logrado escaños en las cámaras y se han
organizado en asociaciones políticas para poder encarar y al mismo tiempo
cabildear con mayor peso, las cuestiones que atañen a las mujeres, en este
sentido han introducido la categoría "género" en el lenguaje gubernamen-
tal y en el cotidiano y han propiciado y fomentado la discusión de nuevas
formas de acercarse y ejercer la democracia.
En cada una de estas etapas se ha dado la reflexión, la discusión y el
cuestionamiento de los asuntos más candentes que atañen a las mujeres
dentro del contexto económico, político y social del país, así como en lo
que respecta al análisis por clase social y etnia. Al mismo tiempo, se ha

4 Marta Lamas, Alicia Martínez, Ma. Luisa Tarrés y Esperanza Tuñón, "Encuentros y
desencuentros: el movimiento amplio de mujeres en México, 1970-1983", ponencia
presentada en el XVIII Congreso Internacional de la Asociación de Estudios Latinoamericanos
(LASA), 1994.

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desatado la polémica entre las mismas feministas al cuestionarse si es válido
relacionarse con las instancias del poder y con mujeres de los partidos po-
líticos, quienes se cobijan en el feminismo corno una forma de escalar el
poder o por "necesidades de la moda".
En términos generales, durante estos treinta años, las feministas han
hecho uso de los medios de comunicación y de información para dar a
conocer sus propuestas; han editado, coordinado y redactado multitud de
artículos en revistas y periódicos;5 han salido a manifestarse a las calles en
contra de la violencia hacia las mujeres, por el ejercicio de una sexualidad
libre, por la despenalización del aborto y en favor de los derechos huma-
nos. También han producido programas de radio, organizado conferen-
cias, simposio s, coloquios y han logrado establecer, conjuntamente con las
académicas, centros de investigación y docencia multidisciplinarios con
enfoque de género y se han dado a la tarea de publicar revistas especializa-
das e infinidad de estudios acerca de las características de las mujeres en
México. Todo ello ha llevado a la conformación de una identidad política
feminista que forma parte importante del debate que, a raíz de la llegada
del fin de siglo, se está dando en cuanto a las asignaturas pendientes de la
modernidad.

ORGANIZACI6N, ESTABLECIMIENTO Y LUCHA: EL ACCIONAR PÚBLICO

El nuevo movimiento feminista nació del descontento que sentían algunas


mujeres por no ser tornadas en cuenta dentro de los movimientos políticos
y contraculturales que estaban viviendo. A fines de los años sesenta,6 Mé-

5 Los periódicos unomdsuno, El Día, La Jornada y El Nacional han dado cabida en sus
páginas en diferentes momentos a las expresiones feministas.
6 Al respecto vale la pena mencionar que Adolfo GilIy a propósito del Mayo Francés
apuntó que éste más que ningún otro movimiento puso los problemas de la vida cotidiana
en el centro de las preocupaciones de la Revolución: "Mayo de 1968 fue un vasto
movimiento de subversión de todos los valores establecidos y aceptados por los poderosos,
que abrió las compuertas a cuantas rebeliones recorrieron la década, y particularmente a

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xico vio nacer y crecer, al igual que muchos lugares del planeta, un movi-
miento estudiantil que puso en evidencia la poca respuesta que el Estado
mexicano tenía hacia sus jóvenes, por lo que la represión no se hizo espe-
rar. Las estudiantes universitarias, además de tomar conciencia del estado
de indefensión en que se encontraban socialmente, establecieron contacto
con mujeres de otras partes que ya estaban organizándose para pedir para
ellas la "otra mitad del cielo".
Hay que hacer notar que para 1968 habían pasado apenas quince años
del otorgamiento del voto a las mujeres; la práctica de elegir a los gober-
nantes mediante el sufragio en México, país entonces con un partido úni-
co en el poder, no era un ejercicio ni profuso ni común. Pocas mujeres
habían pasado por la Cámara de Diputados o la de Senadores, de ahí que
la experiencia política femenina fuera aún incipiente. Entre 1955 y 1970
sólo se eligieron cuatro senadoras frente a 240 senadores, mientras que se
votaron a 45 diputadas frente a 769 hombresJ La práctica política en la
toma de decisiones y en el ejercicio parlamentario y democrático era muy
pobre y seguiría así por muchos años.
Fue en ese contexto en el que las feministas iniciaron el periplo que las
llevaría a ocupar un lugar tanto en la vida social y cultural como, a la larga,
en la dimensión política. Abrigadas en el marxismo, se organizaron a partir
de grupos de autoconciencia, similares a los de sus congéneres estadouni-
denses, esgrimieron el lema "lo personal es político" y se dispusieron a leer,
a conocer y a analizar todo aquello que les concernía y les era cercano,
como el cuestionamiento del sexismo y el androcentrismo en sus varias
manifestaciones, presente en el trabajo, la casa, la escuela y la vida cotidiana.
Los grupos se estructuraron con base en compañerismos estudiantiles,
amistades, vínculos familiares, lugar de residencia, incluso lazos afectivos.

una de las más profundas y más perdurables en el tiempo venidero: la rebelión feminista,
la sublevación contra las diversas, cambiantes e inmutables formas de la dominación
patriarcal", "Los años del gran desorden", en Nexos, núm. 26, febrero de 1980, p. 4.
7 Cfr., Antonieta G. Hidalgo, Participación femenina en los partidos políticos mexicanos.
El caso de las mujeres en el PR!, 1996, p. 105.

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No obstante, al aflorar las diferencias políticas, los grupos se armaron y
desbarataron constantemente, circulando las miembros entre uno y otro
grupo. Otra característica de esos primeros tiempos fue la rotunda negativa
a relacionarse con los partidos políticos y con las instancias gubernamenta-
les; es decir, con el poder. Esta cerrazón motivó que algunas mujeres se
vieran enfrentadas al predicamento de elegir si participaban en algún orga-
nismo político o en un grupo feminista. El debate que surgió frente a la
doble militancia provocó interminables discusiones que sólo desgastaron a
las feministas sin llevarlas a ningún lado. Años después, esta condición se
aceptaría sin reclamo y el deterioro resultó inútil.
Aunque rechazaban el poder, lo manejaban entre ellas y dentro de los
grupos. A pesar de querer instaurar la democracia interna, pronto fue pa-
tente que el autoritarismo y las preferencias valían más que el trabajo. Ésa
fue una de las causas de la permanencia temporal de muchas de las mujeres
que se acercaban a militar y de los grupos que se organizaban y al poco
tiempo se disolvían. Marta Lamas dice que la inconstancia se debía a que
"no requerían del activismo para mejorar sus condiciones de vida, y no
estaban interesadas en una transformación del modelo organizativo ni en
la construcción de un proyecto político". 8
A pesar de este tormentoso inicio, los grupos que sobrevivieron fueron
los pioneros de la nueva ola y son las hoy consideradas "feministas históri-
cas", quienes estructuraron las premisas que habrían de constituir al movi-
miento y las encargadas de formar y preparar a las jóvenes que se acercaban.
No obstante el proselitismo, las militantes entraban y salían perjudicando
al movimiento por el escaso compromiso que adquirían y el desgaste in-
vertido en su entrenamiento. "No necesitar del movimiento para mejorar

8 Marta Lamas, "Mis diez primeros años: el MAS Y el MLM", en fem, octubre de 1996,
p. 14. Como no necesitaban quejarse del trabajo doméstico ya que contaban con empleada
doméstica, podían enfocar su lucha a otras cuestiones. En ese sentido vale la pena mencionar
el pronóstico de Rosario Castellanos cuando anunció que "cuando desaparezca la última
criada, el colchoncito en que ahora reposa nuestra conformidad, aparecerá la primera
rebelde furibunda". ¿Será cierto?

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la propia vida llevó a la mayoría de las feministas mexicanas a vivir el he-
cho de ser feminista como una postura con pocas repercusiones en la vida
cotidiana y su militancia quedó reducida a una cuestión de convencimien-
to y no de necesidad". 9
Entre 1970 y 1976 se constituyeron seis grupOS.lO Mujeres en Acción
Solidaria (MAS, 1971), Movimiento Nacional de Mujeres (MNM, 1973),
Movimiento de Liberación de la Mujer (MLM, 1974). Como desprendi-
miento de este último se organizaron -con propósitos definidos- el
Colectivo La Revuelta (1975) yel Movimiento Feminista Mexicano (MFM,
1976). En el seno del Partido Revolucionario del Trabajo (PRT), y cobijado
por este organismo político, se creó el Colectivo de Mujeres (1976). Ade-
más, continuó en activo, como lo había hecho desde 1968, el grupo con
trayectoria cristiana y con sede en Cuernavaca, Morelos, llamado Comu-
nicación, Intercambio y Desarrollo Humano en América Latina (CIDHAL) ,
que trabajaba con mujeres de las mayorías populares, a través de un Cen-
tro de Documentación y un Boletín Documental; posteriormente, en 1979,
se constituiría el grupo Mujeres para el Diálogo, enfocando sus objetivos
también al trabajo con sectores populares, principalmente mujeres.
Con excepción del MNM Y los ligados a la Iglesia, los demás grupos se
asumieron socialistas y cuestionaron el sistema capitalista, por la manipu-
lación que hacía de la condición de la mujer; su lucha estaba encaminada a
desenmascarar al poder donde éste resultaba más evidente: el ámbito coti-
diano, a fin de modificar el ámbito público Y

9 Marta Lamas, "Venir de los 17: el movimiento feminista en México" en fem, octubre

de 1987, p. 20.
!O Para seguir paso a paso el desarrollo de los grupos y la trayectoria de cada uno de

ellos véase: Marta Acevedo et al., "Piezas de un rompecabezas", en fem, oct.-dic. 1977;
"Grupos feministas en México"; "Nuestra historia", octubre de 1996; Ana Lau, La nueva
ola delfeminismo en México, 1987; Ma. Cristina González G., "El movimiento feminista
en México. Aportes para su análisis", 1987.
11 Entre 1972 y 1980 se transmitió por Radio UNAM la serie Foro de la Mujer, ideada

y conducida por Alaíde Foppa, fundadora además de la primera cátedra de Sociología de


la mujer, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. En 1980 sería secuestrada

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Estos grupos se enfocaron a diversas actividades para consolidarse yofre-
cer una postura coherente frente a una sociedad que los criticaba, descon-
fiaba de ellos y los consideraba una amenaza; proponían cambiar modelos
socioculturales que transformaran los comportamientos de hombres y
mujeres, ya que no entendían cuál era el papel que pretendían ocupar dentro
del tejido social.
De inicio, la mayoría de los grupos se nuclearon en torno a la reflexión
y el análisis de la condición femenina: la maternidad, la doble jornada de
trabajo, la sexualidad, etcétera, a través de los "pequeños grupos" de re-
flexión en el interior de las organizaciones, a fin de plantear trabajos polí-
ticos concretos. "El pequeño grupo es un método de concientización que
han creado los movimientos feministas en todo el mundo y que significa un
paso importante para las mujeres en el proceso de toma de conciencia de
su opresión". 12
La ocasión propicia se daría en 1974 ante la inminente reunión de la
Organización de las Naciones Unidas sobre la mujer, que se llevaría a cabo
en 1975 en nuestro país. En ese entonces se reformó el artículo 40. consti-
tucional, otorgando la igualdad jurídica de la mujer, "que tuvo la virtud de
convertir en inconstitucionales las discriminaciones y produjo una progre-
siva adecuación de los ordenamientos secundarios y locales", 13 así como de
los artículos 30 y 123 constitucionales, además de siete leyes secundarias
de carácter federal, correspondientes a población, nacionalidad y naturali-
zación; al trabajo, al suprimir restricciones al trabajo de la mujer, como la
jornada nocturna; el Código Civil, reiterando la igualdad consagrada en
la Constitución, así como el derecho a planear la familia; el Código de

y asesinada en Guatemala. En 1982 en Radio Educación se inició la realización de una


serie para campesinas denominada Por nosotras mismas. Tiempo después salió al aire el
programa La causa de las mujeres, que luego se convertiría en Dejemos de ser pacientes, que
todavía se difunde. En la televisión se han realizado dos series de escasa duración: A brazo
partido y El oficio de ser mujer.
12 La Revuelta, México, núm. 9, julio de 1978, p. 3.

13 Rosa María de la Peña, "La igualdad jurídica de la mujer 22 años después", en


Quórum, mayo de 1996, p. 32.

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Procedimientos Civiles y el Código de Comercio, cuyos preceptos, basa-
dos en un tradicional concepto de tutela, discriminaban a la mujer, ya que
ésta debía pedir licencia al marido para ejercer actividades mercantiles. Se
expidió la Ley General de Población, que contenía numerosas disposicio-
nes, novedosas para el país, acerca de la planificación familiar. 14 Asimismo,
en las cámaras se pidió la derogación de las leyes que prohibían el aborto. 15
En 1975 los grupos feministas saltaron a la palestra dándose a conocer a
nivel nacional con motivo de la Conferencia del Año Internacional de la
Mujer organizada por las Naciones Unidas. La mayor parte de las feminis-
tas mexicanas se negó a participar y se encargó de difundirlo a través de los
medios de comunicación y por la organización de un Contracongreso a
través del Frente de Mujeres contra el Año Internacional de la Mujer. 16 Sin
embargo, hubo un grupo que trabajó en las discusiones con miras a refor-
mar los códigos para que en el país sede no hubiera rezagos discriminatorios
y colaborar con la creación del Centro de Información y Documentación
para el Decenio de la Mujer y el Desarrollo (CIDDEM). Esta conferencia
tuvo repercusiones en la región ya que, "por primera vez los gobiernos
debieron informar a la comunidad internacional y a sus propias/os gober-
nadas/os sobre el estado de la educación, el trabajo y la salud de la pobla-

14 Para conocer la modificación que han sufrido las leyes, cfr. Alicia Inés Martínez,
Mujeres latinoamericanas en cifras. México, 1993, pp. 83-92. "La planificación familiar
persigue regular y estabilizar e! crecimiento de la población [... ] se aceptan los métodos
anticonceptivos que no sean perjudiciales a la salud y e! empleo de métodos anticonceptivos
irreversibles requiere e! consentimiento escrito de la persona'. Éstas son algunas de las
disposiciones contenidas en la Ley General de Población, p. 92.
15 Múltiples han sido las iniciativas de ley que se han presentado en las cámaras para
lograr la despenalización de! aborto, ninguna de ellas ha sido aprobada. Para conocer e!
desarrollo de la discusión en torno al aborto durante los últimos treinta años, cfr. Alicia
Márquez Murrieta, De la relación vinculante entre tema y organización. Variaciones alrededor
del aborto desde el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), 1998; Isabe!
Barranco, "Aborto: cronología de! debate en México" en Triple Jornada, núm. 1, septiembre
7 de 1998 y María Luisa Tarrés, "El movimiento de mujeres y e! sistema político mexicano:
análisis de la lucha por la liberalización de! aborto, 1976-1990" en Estudios Sociológicos,
mar.-ago. 1993.
16 Este rechazo provino de una consigna que acató todo e! feminismo a nivel mundial.

22
ción femenina. Aprobaron un plan de acción mediante el cual se compro-
metían a diseñar y poner en práctica políticas estatales dirigidas a compen-
sar las desigualdades de las mujeres y eliminar las formas legales y de hecho
de discriminación" Y
En 1980, de acuerdo con la declaración emitida y firmada por México
en 1975, sobre la igualdad de la mujer y su contribución al desarrollo y la
paz, nuestro país se comprometió a poner en práctica políticas de acción
destinadas al cambio en el papel tradicional de la mujer; por ello se estable-
ció el Programa Nacional de Integración de la Mujer al Desarrollo (PRONAM),
que llevó a cabo proyectos específicos para mujeres a lo largo del país 18
y que sirvió de antecedente para los intentos sucesivos de crear comisiones
de la mujer dependientes de la Secretaría de Gobernación en todo el país.
No obstante la negativa a participar en la conferencia de 1975, las
feministas tuvieron contacto con mujeres de otras latitudes y ello permi-
tió un cuestionamiento de su accionar que dio como resultado un avance
en sus propuestas que las llevó, en 1976, a conformar, por vez primera,
una alianza con objetivos comunes: la Coalición de Mujeres Feministas
(CMF) , que acordó trabajar sobre tres ejes que desde entonces han sido
prioritarios para la práctica feminista: la despenalización del aborto y la
educación sexual, luchar en contra de la violación, la cual exige una mayor
penalización, y la protección a las mujeres golpeadas. La Coalición actuó
entonces como elemento cohesionador de las demandas coincidentes de to-
dos los grupos, independientemente de la orientación y los objetivos de cada

17 Teresita de Barbieri, Zona de reflexión: "Feminismos latinoamericanos/m", en Doble


Jornada, abril 7 de 1997.
18 cft. CONAPO/SecretarÍa de Gobernación, Memoria PRONAM, die. 1980-nov. 1982.
En 1980 se llevó a cabo, en Copenhague, Dinamarca, la Segunda Conferencia Mundial
del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz, que fue
una evaluación de los primeros cinco años. En 1985 se reunió en Nairobi, Kenya, la
Tercera Conferencia para el examen y evaluación de los logros del Decenio de las Naciones
Unidas para la mujer. En 1995 se verificó la IV Conferencia Mundial de la Mujer en Beijing,
China. Asimismo se verificaron varias reuniones regionales sobre la mujer, en 1977 en La
Habana, Cuba, yen Macuto, Venezuela, en 1979.

23
uno. 19 ElIde diciembre de 1977, las feministas presentaron un primer
proyecto de despenalización del aborto, al que denominaron "por un aborto
libre y gratuito". 20
Las feministas, entonces, resolvieron que una estrategia viable para or-
ganizarse y lograr visibilidad sería el establecimiento de alianzas estratégi-
cas que les permitieran, no sólo darse a conocer en distintos ámbitos, sino
vincularse con mujeres de los sindicatos universitarios y con militantes de
partidos de izquierda. No obstante, aún no estaban preparadas para enta-
blar relaciones con mujeres obreras de fábricas y de talleres,21 alianza que
en el futuro establecerán con las costureras a raíz del sismo de 1985.
Cabe abrir un paréntesis para mencionar que en octubre de 1976 se
fundó la revista fem, "proyecto editorial pensado y conducido por feminis-
tas para difundir las ideas del feminismo", 22 publicación que hasta la fecha
sigue apareciendo y que no ha variado el objetivo bajo el que fue fundada.
Desde 1990 se publica el libro-revista Debate feminista, cuyas característi-
cas han sido la traducción de artículos académicos de todo el mundo y el
hecho de que cada número esté dedicado a un tema en particular. Desde
ese mismo año aparece el primer lunes de cada mes el suplemento Doble
Jornada, que desde septiembre de 1998 se transformó en Triple Jornada.
Otra publicación que esporádicamente ha aparecido es La Correa Feminis-
ta, que editan las mujeres integrantes del Centro de Investigación y Capa-
citación de la Mujer A. C. (ClCAM).

19 En ese entonces surgieron algunas publicaciones que duraron poco como La Revuelta,

aparecida en septiembre de 1976, de la que sólo salieron nueve números, el último en julio
de 1978. Cihuat. Voz de la Coalición de Mujeres Feministas. Compañeras y Cidhal Noticias.
20 Cihuat. Voz de la Coalición de Mujeres, año Il, núm. 6, 1977.

21 Cfr. Marta Lamas, "Venir de los 17: el movimiento feminista en México", enfem,

octubre de 1987, p. 20. Lamas habla de que la relación entre obreras y feministas no fue
posible porque "no logramos plasmar en puntos concretos de lucha la relación entre su
papel en la producción y sus actitudes y comportamientos de subordinación en sus vidas".
22 Ma. Cristina González G., El movimiento feminista en México. Aportes para su andlisis,

p. 137. Un buen análisis de la trayectoria de la revista fem lo hace Judirh M. Woodward


en "fem as an Instrument and Reflection ofModern Mexican Feminism, 1976-1986", en
Anales, 1994.

24
Ahora bien, a fines de esta primera década hicieron su aparición grupos
como Lucha Feminista (LF, 1977), el Grupo Autónomo de Mujeres Uni-
versitarias (GAMU, 1979) y también el primer grupo de lesbianas feminis-
tas, Lesbos, en 1977. Todos coincidirían en la constitución, en marzo de
1979, del Frente Nacional por la Liberación y los Derechos de la Mujer
(FNALIDM), que propuso unificar los esfuerzos de todas las organizaciones
políticas partidarias, sindicales, feministas y sociales que busquen la ob-
tención de los más plenos derechos de las mujeres teniendo como meta su
plena liberación en los planos económico, político, social y sexual". 23 El
plan de acción del Frente giraba en torno a cuatro ejes:

1. Maternidad voluntaria.
2. Guarderías como una demanda.
3. Campaña contra la violencia sexual en todas sus formas: hostiga-
miento, insulto, violación, represión a los homosexuales, etcétera.
4. Problemas de las trabajadoras discriminadas de la Ley Federal del
Trabajo; sirvientas, maquiladoras, costureras a domicilio, pequeño
comercio, banca, etcétera. 24

Esta segunda tentativa de unificación, amparada en premisas comparti-


das, no dio los frutos que algunas feministas esperaban. Había demasiadas
corrientes dispares que querían atraer hacia sus objetivos a las militantes y
no todas concordaban con la plataforma25 y los principios constitutivos,
amén de que muchas militantes se cansaron de las interminables discusio-

23 FNALIDM, Resoluciones de la Conferencia Nacional Constitutiva, Boletín, núm. 1,


1979, p. 8.
24 FNALIDM, Documentos de discusión para la primera reunión del FNALIDM en el
Valle de México, Boletín, núm. 2, agosto de 1979, p. 5.
25 La salida poco cordial del Frente de la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas
-grupo formado en 1962 que fungía como la sección femenil del Partido Comunista
Mexicano-, a raíz de sus diferencias con la plataforma y los principios adoptados en
torno a las demandas de las mujeres lesbianas y de la presencia de grupos homosexuales
sacó a la luz las intensas contradicciones que había entre las organizaciones promotoras y
la plataforma de principios.

25
nes y de las múltiples posiciones políticas que confluían en el Frente; el
desgaste fue patente. El FNALIDM realizó varias reuniones y participó junto
con la Coalición en la presentación del segundo proyecto de ley para la
legalización del aborto. Este anteproyecto de ley, denominado por "Una
maternidad libre yvoluntaria", fue introducido en diciembre de 1979, por
el Grupo Parlamentario Comunista (Coalición de Izquierda) en la Cámara
de Diputados, de donde no logró salir y fracasó, como en sucesivas ocasio-
nes volvería a suceder.

Este proyecto de ley [... ] no fue ampliamente debatido ni prosperó debido a


varias causas: las dificultades de una izquierda recién legalizada en el país; la
campaña de desprestigio en contra de las feministas y de los diputados de
izquierda impulsada por la Iglesia católica y por grupos cercanos a ella; el
hecho de que se incorporaba solamente la perspectiva feminista de la materni-
dad voluntaria y no se daba más peso a argumentos como el de salud pública. 26

El fin de esta primera década de vida del nuevo feminismo mostró la


variedad de posturas intrínsecas, a veces irreconciliables, que cada grupo
sostenía y que seguirían subsistiendo a lo largo de los años. El último in-
tento por unificar esfuerzos demostró la debilidad teórica y práctica que
venían arrastrando e hizo caer al movimiento en un impasse del que saldría
robustecido en cuanto se dieron cuenta que debían visualizar integralmente
la participación y la condición de las mujeres dentro de la sociedad Y
A finales de 1970, un grupo de mujeres consiguió establecer el Centro
de Apoyo a Mujeres Violadas (CAMVAC) y también el Colectivo de Ayuda a

26 Alicia Márquez Murrieta, op. cit., p. 48. Tanto la Iglesia católica como el PAN Y el
grupo Pro-vida han orquestado constantes campañas en contra de la despenalización
del aborto.
27 Marta Lamas ofrece una visión desencantada del accionar del feminismo durante
los 30 años que lleva de vida. Yo no coincido con ella en cuanto al desdibujamiento que
percibe dentro del movimiento en los años ochenta, ya que considero que las premisas
feministas permearon muchos ámbitos del quehacer público. Véase Marta Lamas, "El
movimiento feminista mexicano y su papel en la formulación de políticas públicas", 1992
(mimeo).

26
la Empleada Doméstica (CASED). 28 Asimismo, un grupo de mujeres cineastas
ligadas estrechamente a las feministas conformaron el Colectivo Cine Mu-
jer, que funcionó desde fines de los setenta hasta 1984, llevando a la pantalla
temas como el trabajo doméstico, la violación, el aborto y la prostitución.
Estas propuestas resultaron viables porque representaban formulaciones prác-
ticas y concretas con posibilidades de llevarse a cabo y mantenerse en activo.
Vale la pena apuntar que las feministas lesbianas no constituyeron una
mayoría dentro del movimiento, por lo que en ocasiones hubo algunos
enfrentamientos entre la postura heterosexual y la homosexual, al grado de
que esta última, en ocasiones se separó para integrarse a grupos de libera-
ción homosexual que todavía funcionan y que dependiendo de la coyun-
tura apoyan las acciones de algunos grupos del movimiento. Una escisión
del grupo Lesbos en 1978 conformó el grupo de Lesbianas Feministas So-
cialistas Oikabeth,29 que reivindicaría el lesbianismo como una actitud ante
la vida. Actualmente las feministas lesbianas cuentan con una representan-
te en la Cámara de Diputados. 30

ESTANCAMIENTO Y... DESPEGUE

La segunda década de la práctica feminista se caracterizó por la participa-


ción y la organización de innumerables reuniones, encuentros y foros en
los que las feministas tuvieron oportunidad de discutir sus puntos de vista,
ampliar sus tácticas e intercambiar experiencias de lucha y, sobre todo,
ejercitarse en foros internacionales lo que, entre otras cosas, daría por re-

28 Hoy permanecen con otros nombres como el Centro de Apoyo a la Trabajadora


Doméstica Asalariada (CATDA, A. c.), el Colectivo Atabal, yel Grupo La Esperanza.
29 Se presentaban bajo el seudónimo de Movimiento de mujeres guerreras que abren
camino y esparcen flores, que es lo que significa en lengua maya.
30 Entre los grupos que integran el movimiento de liberación homosexual han estado

El Clóset de Sor Juana, el Grupo Lambda de Liberación Homosexual y el Frente


Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR). Actualmente hay muchos grupos entre
los que se cuentan, Grupo Lésbico Patlatonalli, Musas de Metal, Colectivo LesBiGay de
d!VERSA, etcétera.

27
sultado una conversión de feministas en ONGistas aferradas a las agencias
financiadoras, modalidad que caracterizará en gran medida a la década de
los noventa.
Muchas militantes se incorporaron al sector público, a la docencia e
investigación en universidades y centros de educación superior, a la orga-
nización y promoción de proyectos productivos financiados por fundacio-
nes internacionales Y Al mismo tiempo que hacían labor hacia el exterior,
dentro del país se fomentó la constitución de redes de mujeres; en 1982 se
dio un intento de alianza entre los grupos que fue la Red Nacional de
Mujeres, a fin de mantener la comunicación entre los grupos y seguir par-
ticipando de manera conjunta en los principales temas políticos y econó-
micos del país. En 1984 se instauró el Colectivo de Lucha contra la Vio-
lencia hacia las Mujeres (COVAC) y en 1989, la Red Nacional contra la
Violencia hacia las Mujeres, con el objetivo de apoyar legal y psicológica-
mente a mujeres maltratadas o violadas; por sus derechos yeducación. 32
Al mismo tiempo aparecieron centros y programas de estudios sobre la
mujer. El primero de ellos, entre 1981 y 1983, fue el Núcleo de Estudios
de la Mujer surgido en el Centro de Estudios Económicos y Sociales del
Tercer Mundo (CEESTEM), que organizó algunos balances acerca de la pro-
blemática de la mujer en el continente y una reunión nacional de estudios
de la mujer en Guanajuato como continuación de lo que había sido el
Primer Simposio Mexicano Centroamericano de Investigación sobre la Mujer
realizado en 1977; además, estableció un Centro de Documentación y
Consulta y promovió la organización de la Asociación Latinoamericana
y del Caribe de Estudios de la Mujer (ALACEM).
En 1982 inició actividades en el Departamento de Política y Cultura de
la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Xochimilco, el área Mujer,

31 Cfr., María Luisa Tarrés, "Espacios privados para la participación pública. Algunos

rasgos de las ONG dedicadas a la mujer", en Estudios Sociológicos, ene.-abr. 1996.


32 Esta década, la de los ochenta, fue testigo del desarrollo y organización de varios
encuentros latinoamericanos y del Caribe realizados en Colombia, en 1981; en Perú, en
1983; en Brasil, en 1985; en México, en 1988.

28
Identidad y Poder, donde a partir de 1987 se imparte docencia y se hace
investigación. Al principio ofreció cursos de actualización acerca de la con-
dición de la mujer, actualmente cuenta con un programa de especializa-
ción-maestría en estudios de la mujer. Un año después, en 1983, se cons-
tituyó el Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer de El Colegio
de México (PIEM), cuyos objetivos han sido promover la investigación, la
publicación de textos idóneos y la creación de un centro de documenta-
ción y servir de foro a mujeres académicas de diversas instituciones, así
como promover talleres y seminarios de discusión. Con el tiempo el PIEM
se ha convertido en un foco de financiamiento de proyectos de investiga-
ción y especialización. Desde 1976 en la Escuela Nacional de Antropolo-
gía e Historia se imparte un Seminario de la Mujer para alumnas/os de la
carrera de Antropología, además de que existen líneas de investigación en
la maestría y en el doctorado especializadas sobre el tema.
Por otra parte, con integrantes de GAMU, en 1984 se formó el Centro de
Estudios de la Mujer (CEM), dependiente de la Facultad de Psicología que
en 1993 daría origen al Programa Universitario de Estudios de Género
(PUEG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) , cuyo
objetivo fundamental reside en:

Coordinar en forma horizontal los esfuerzos de investigación, docencia y ex-


tensión en el campo de estudios de la mujer. En ese sentido se abrió un espacio
académico de coordinación para propiciar el contacto, facilitar los vínculos,
estrechar relaciones, y compartir y criticar propuestas para entiquecer la activi-
dad académica que se realiza en sus diferentes dependencias. 33

Distribuidos a lo largo del país hay más de 35 centros de estudios de la


problemática de género, donde se imparten cursos, seminarios, maestrías y
doctorados en Estudios de la Mujer.
Un sector de mujeres poco estudiado y atendido por el feminismo ha
sido el perteneciente a la teología feminista desarrollada a lo largo y ancho

33 Programa Universitario de Estudios de Género, folleto.

29
de América Latina durante esta década. Este feminismo busca hacer explí-
cita la conexión entre el mundo de Dios -caracterizado por la abundan-
cia de salvación, de gracia y vida integral- y las mujeres que están intere-
sadas en crear un mundo libre de violencia. Estas mujeres celebraron un
encuentro en México en 1986, cuyo tema central fue "hacer teología des-
de la perspectiva de las mujeres del Tercer Mundo".34
Sin la participación de las feministas en 1980 se llevó a cabo el Primer
Encuentro Nacional de Mujeres, que estuvo plagado de representantes de
los sectores populares, quienes le imprimieron un contenido feminista, lo
que dio pie al acercamiento y relación con las trabajadoras, colonas, inte-
grantes del movimiento campesino independiente y sindicalistas afiliadas
al amplio espectro de la izquierda. Este encuentro y el que le siguió en 1981
de Mujeres Trabajadoras sirvió, entre otras cosas, para revitalizar e inyectar
nuevos bríos al entonces decaído movimiento, ya que algunas feministas a
título personal vieron posibilidades de relacionarse con mujeres de otros
sectores y, al mismo tiempo permitió un cuestionamiento de las tácticas
hasta entonces utilizadas respecto a la relación de feministas de clase media
con mujeres de grupos populares. El objetivo de la reunión, y de las que le
seguirían, residió en discutir la problemática específica que vivían las mu-
jeres de cada sector laboral y cómo debían de enfrentar la crisis económica
del país, amén de la manera en que les afectaba esa relación laboral en su
vida cotidiana. 35

A través de asociaciones no gubernamentales, el movimiento feminista nutrió


a estas organizaciones por medio de talleres, seminarios, pláticas, congresos,
foros, cursos y proyectos especializados de capacitación durante los años ochenta.
Las feministas, las activistas de derechos humanos y las mujeres de organiza-

34 Ma. Pilar Aquino, "Teología feminista latinoamericana", en Cristianismo y Sociedad,


1998, p. 1l.
35 Apud, Gisela Espinosa Damián, "Feminismo y movimientos de mujeres: encuentros
y desencuentros", en El Cotidiano, mar.-abr. 1993, pp. 10-16; EMAS/CIDHAL et al.,
"Feminismo y movimiento popular en México", en Jornadas feministas, feminismo y sectores
populares en América Latina, México, noviembre de 1986, 1987.

30
ciones comunitarias se encontraron en este terreno común del movimiento
amplio de mujeres intercambiando puntos de vista y experiencias sobre la pro-
blemática de género. 36

Fue por ello que esta década se distinguió por la proliferación de movi-
mientos con demandas urbanas en las que las mujeres eran quienes iban a
exigir solución a sus necesidades inmediatas, con lo que la concientización
se enlazaba con la politización. En 1981 se fundó la Coordinadora Nacio-
nal del Movimiento Urbano Popular (CONAMUP), cuya base social la cons-
tituyeron las mujeres que contribuyeron a:

Hacer visible y socializar la problemática y demandas específicas de la mujer


popular, por medio de la herencia del movimiento feminista; así las mujeres de
la CONAMUP han planteado y batallado: contra la opresión patriarcal en la
familia y en la sociedad; la explotación y desvalorización del trabajo domésti-
co; la violencia hacia las mujeres en sus distintas formas y caras; el papel de la
mujer como objeto de consumo sexual. Y por la igualdad de salarios. 37

La maternidad libre y voluntaria tendría que esperar para volver a ser


enarbolada, ya que tanto el aborto como los derechos reproductivos no se
consideraron prioritarios en la agenda de las mujeres populares. Estas nue-
vas organizaciones demostraron que el movimiento feminista necesitaba
reenfocar sus prioridades y reestructurar su campo de acción para poder
relacionarse de manera efectiva con mujeres de todas las clases sociales que
esperaban de ellas una respuesta concreta a sus necesidades.
Otro rasgo de esta década fue que frente al crecimiento de distintas
manifestaciones de lucha popular, muchas de las militantes se dedicaron a

36 Elizabeth Maier, "La experiencia de México. Dilemas y retos de nuestros


feminismos", en Doble jornada, febrero 3 de 1997, pp. 7-8.
37 Alejandra Massolo, "Mientras crecía, crecíamos. Mujeres colonas", en fim, junio de
1989, pp. 12-13. El primer encuentro nacional de mujeres del movimiento urbano popular
se verificó en Durango el 26 de noviembre de 1983. Es interesante ver cómo se relacionaron
las demandas políticas inmediatas con aquellas cotidianas e Íntimas.

31
la práctica política feminista de nuevo cuño, el conocido como "feminis-
mo popular", cuyo objetivo ha sido el trabajo de apoyo a mujeres de los
sectores populares. Entre 1981 y 1984 surgió Acción Popular de Integra-
ción Social (APIS), cuyos objetivos se orientaron al trabajo con colonos (as)
en áreas de salud, cooperativismo, comunicación social y capacitación; el
Grupo de Educación Popular con Mujeres (GEM), que se propuso elaborar
materiales educativos relacionados con la mujer, participar en talleres, se-
minarios de reflexión y discusión acerca de los problemas de la mujer; el
Equipo de Educación Popular con Mujeres (EMAS), yel Grupo de Mujeres
Revolucionarias (GMR), cuyo objetivo era impulsar la organización de las
mujeres trabajadoras a través de la lucha sindical. 38 También en estos años se
constituyeron los grupos Nosotras y Madres Libertarias, este último surgi-
do en 1981, "con la intención de ser un grupo amplio, en donde tuvieran
cabida las madres solteras, divorciadas o viudas y también, todas las muje-
res que quisieran participar" .39
La presencia de las feministas en la escena nacional era controversial, ya
que aparecían esgrimiendo posiciones que antes habían objetado; en con-
traste, la presencia de las organizaciones populares, surgidas como respuesta
a la crisis económica, presentaron un auge en sus luchas y en su organiza-
ción. En estos momentos, el cuestionamiento de las feministas frente a la
existencia del movimiento giró en torno a la estrategia de lucha que cada
una de ellas debía de blandir. Para ellas, el concepto de autonomía y la
relación clase-género estaba en juego, mientras que para las "populares", el
dilema era preguntarse si el movimiento en el que participaban era o no
coyuntural, debido a que el tipo de demandas enarboladas por los movi-
mientos sociales, una vez resueltas, dispersaban la lucha.
A fin de dar respuesta a las demandas del movimiento amplio de muje-
res y de estructurar sus posturas y concretar sus acciones, las feministas
mexicanas organizaron siete encuentros nacionales que se llevaron a cabo

38 Cfr. Ma. Cristina González G., op. cit., pp. 196-197.


39 "Madres libertarias", enfem, dic.-ene. 1985, p. 39.

32
en varios estados del país,40 donde se discutieron alternativas de lucha y
demandas prioritarias y se subrayó la calidad autónoma que debía caracte-
rizar al feminismo. Conjuntamente organizaron grupos en otros estados
que trabajaban con objetivos comunes y en estrecha relación con las orga-
nizaciones capitalinas Y A raíz de la preparación del IV Encuentro Femi-
nista Latinoamericano y del Caribe que se llevó a cabo en Taxco en 1987,
la coordinación del encuentro se enfrentó a las diferencias que entonces
existían en el movimiento y que afloraron de manera explosiva:

Mientras que unas feministas defendieron la participación de las mujeres de


los sectores populares en el evento, otras expresaron la necesidad de un en-
cuentro cerrado que permitiera entablar una discusión profunda sobre los
nudos teóricos y sobre la experiencia del quehacer político feminista. Se es-
tablecieron acuerdos en torno a las garantías de la pluralidad del encuentro y
de las condiciones de participación de todas las mujeres que se asumiesen
como feministas. 42

Un fenómeno natural propició una relación más estrecha entre feminis-


mo y mujeres trabajadoras: el sismo de 1985 y la secuela de muerte y
destrucción entre las trabajadoras de las fábricas de ropa, las costureras,
permitió la constitución del sindicato de costureras "19 de septiembre",43
en el que algunas feministas participaron. Los sismos de septiembre de
1985 sacaron a relucir las contradicciones del desarrollo urbano de la capi-
tal y las terribles condiciones de trabajo que sufrían gran cantidad de mu-

40 En abril de 1982 se convocó a la realización del Primer Encuentro de Grupos


Autónomos Feministas; en noviembre tuvo lugar el Segundo Encuentro; el tercero tiene
lugar en Colima en 1983, el cuarto en Morelia un año después, el quinto en el D. F., el
mismo año de 1985; el sexto en Chapingo en 1989 ye! último en Acapulco en 1992. Cft.
Amgaro Albores K. y Alma Rosa Rivera, Una mirada al feminismo en México, 1989.
1 El Grupo Cihuad de Monterrey, Mujeres de Culiacán, Colectivo Feminista de

Colima y el grupo Ven Seremos de Morelia. Cft. Ma. Cristina González G., op. cit., p. 20l.
42 Marta Lamas, Alicia Martínez, Ma. Luisa Tarrés y Esperanza Tunón, op. cit., p. 28.
43 Una relación de la lucha llevada a cabo por las costureras ha sido documentada por
María del Carmen de Lara en su documental No les pedimos un viaje a la luna, de 1986.

33
jeres y con ello se incrementó el estilo de trabajo de las feministas popula-
res. 44 El desarrollo del feminismo en los años ochenta presentó una facha-
da contrastante:

El movimiento feminista en México se dividió en dos tendencias claramente


identificables: una, es la que se conocía en aquellos años como feminismo
popular, integrado por las militantes de los grupos -algunas sobrevivientes de
los setenta-, quienes llevaban a cabo trabajo asistencial y de educación popu-
lar con mujeres de base de otras agrupaciones del movimiento urbano, campe-
sino y sindical. La otra, era el feminismo "puro", conformado por las feminis-
tas independientes, las de mayor reconocimiento, las históricas; generalmente
no pertenecían a ningún grupo, aunque ocasionalmente se relacionaban con
ellas, su militancia era individual; algunas de ellas son también las que se dedi-
can al trabajo intelectual en las universidades, o bien sus espacios son periódicos
y revistas. 45

Esta condicionante provocó una diversificación de objetivos que no se


lograron conjuntar ni estructurar en pro de un trabajo unificado, por ello
no hubo propuestas viables hasta fines del periodo, cuando los aconteci-
mientos políticos rebasaron el desencanto y la crisis que sufría el movi-
miento y las mujeres se vieron empujadas a la vorágine de los hechos.
Grupos de mujeres de fuera del feminismo dieron respuesta a cuationes
relativas a la democratización y contra la carestía, cuestiones que las femi-
nistas habían dejado de lado.
Además, a finales de esta década, para las elecciones federales por la presi-
dencia de la República, contendió una candidata, postulada por el PRT Ycon
una amplia trayectoria de lucha por los presos y desaparecidos políticos,46

44 Para información acerca de las mujeres y la reconstrucción véase Alejandra Massolo


y Martha Schteingart (comps.), Participación social, reconstrución y mujer. El sismo de
1985, 1987.
45 EIsa Muñiz, El enigma de ser: La búsqueda de las mujeres, 1994, pp. 65-66.
46 Rosario Ibarra de Piedra, figura reconocida y respetada, inició su militancia cuando
su hijo desapareció debido a su relación con la guerrilla urbana; esta mujer se politizó en

34
y se constituyeron varios organismos que buscaban proteger el voto, que
las elecciones fueran transparentes y que apoyaran al Frente Democrático
Nacional--escisión del partido oficial conformado con políticos inconformes
con el régimen Y En esa tónica, la respuesta fue la formación de Mujeres
en Lucha por la Democracia (MLD), grupo integofado por mujeres prove-
nientes del feminismo, de la universidad, de partidos políticos, etcétera,
cuya finalidad era negociar demandas de mujeres con los partidos políti-
cos. Se constituyó la Coordinadora Benita Galeana, que agrupó a un sin-
número de organizaciones femeniles, urbanas, sindicales, Organizaciones
No Gubernamentales (ONG) y de partidos políticos, "que definió tres ejes
de lucha: por la democracia, contra la violencia hacia las mujeres y por el
derecho a la vida (la sobrevivencia)48 y la Coordinadora Feminista, surgida
luego del VI Encuentro Feminista de Chapingo, para fungir como vocera
de las feministas; poco después, en 1991, a fin de poder negociar política-
mente y presentar candidatas a diputadas, se conformó la Convención
Nacional de Mujeres por la Democracia.

ALIANZAS y CONVERSIONES

La última década, la de los noventa, presencia los estragos que un sistema


económico dispar ha desatado sobre los sectores más desprotegidos del
espectro social mexicano, las mujeres y los indios. La situación de las mu-
jeres no ha mejorado, el neoliberalismo ha incrementado las desigualdades
de las mujeres: 17 de cada 100 hogares urbanos dependen económicamen-
te de mujeres. Apenas 1.6% de las mujeres que sostienen hogares en las

la lucha y ahora encabeza un movimiento por la recuperación y búsqueda de los presos,


perseguidos, exiliados y desaparecidos políticos. Desde 1977 participa en el Comité
Nacional Pro Defensa de Presos Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos que en
1979 se convierte en Frente Nacional contra la Represión por las Libertades Democráticas
y la Solidaridad (FNCR).
47 Esta escisión a la que se sumaron algunos de los partidos de izquierda, daría origen
a lo que hoyes el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
48 Gisela Espinoza D., op. cit., p. 15.

35
grandes urbes se emplean como funcionarias de gobiernos locales o estata-
les y únicamente 3% es profesionista. Las principales ocupaciones para la
mayoría de las mujeres mexicanas son el trabajo doméstico asalariado, de-
pendientas en comercios, agentes de ventas, encargadas de funciones ad-
ministrativas y vendedoras ambulantes. De éstas, 83 mil 123 jefas de ho-
gar no tienen un ingreso fijo, 120 mil 695 perciben menos de dos salarios
mínimos y apenas 179 mil 133 cuentan con entre dos y más salarios míni-
mos. 49 Aún persisten desigualdades entre hombres y mujeres en todos los
ámbitos, entre lo que más destaca está la violencia contra las mujeres, vio-
lencia permanente a la que son sometidas como una demostración de poder.
No obstante este panorama tan desolador, esta década ha visto incrementarse
el número de mujeres que o se acercan a militar en el feminismo, o se
asumen como feministas o se han beneficiado de las premisas feministas.
Ha habido, además, una proliferación de ONGs, en las que trabajan femi-
nistas que, financiadas por países y organizaciones europeas y estadouni-
denses, desarrollan trabajos de promoción, producción y salvaguarda de
los derechos humanos de las mujeres, por ejemplo, el GEM; en 1992 el
Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), o bien Salud In-
tegral para la Mujer (SIPAM). Además, hay activistas en la educación por los
derechos reproductivos de las mujeres. Desde las conferencias de El Cairo
en 1994 y de Beijing en 1995, el tema de la salud reproductiva, los derechos
sexuales y reproductivos y la democracia son parte integrante de la agenda
feminista, al igual que en la lucha por la igualdad de oportunidades entre
los géneros, por crear una nueva conciencia ciudadana, como el Grupo de
Mujeres y Punto, que intenta contribuir a fomentar el crecimiento ciuda-
dano. Por lo cual se puede decir que en México existe una serie de organi-
zaciones de mujeres que trabajan para y con mujeres, a través de acciones
encaminadas a lograr su mejoría y la superación de la inequidad. 50

49 Rosa Rojas, "Mujeres mexicanas. Avances sin cambios de fondo", en Triple Jornada,
marzo 1 de 1999, p. 5.
50 Para conocer la variedad de grupos y organizaciones que trabajan en favor de las
mujeres se puede consultar la revista fem, especialmente la sección que publica Guadalupe

36
El alcance de la lucha contra la violencia hacia las mujeres se ha visto
coronado con la creación y apertura de Agencias Especializadas en Delitos
Sexuales (AEDS), tanto en la capital como en algunos estados del país, pro-
movidas por el Movimiento Nacional de Mujeres. La ciudad capital cuen-
ta, además, con algunos Centros de Atención a la Violencia Intrafamiliar
(CAVI) promovidos en las delegaciones administrativas con sus respectivas
Casas de Mujeres.
En esta última década, las feministas se han persuadido de la necesidad
de aprender a relacionarse con las instancias gubernamentales, tanto na-
cionales como internacionales, por lo que han diversificado sus prácticas y
se han transformado en feministas que integran el movimiento propiamente
dicho; quienes participan en los organismos gubernamentales, tanto para
la superación de la mujer como en el terreno de la política formal; quienes
desarrollan y promueven proyectos enfocados hacia las mujeres; aquellas
que dentro de los partidos militan en el ámbito legislativo con objetivos de
género y las académicas que asesoran con sus análisis a todas éstas.
Por otro lado, han aparecido organizaciones políticas femeninas cobija-
das por los partidos políticos y promovidas por algunas feministas con
trayectoria en la política (mujeres que, debido a su doble militancia, acce-
dieron a las cámaras); el Grupo Plural, que trabajó en un proyecto de re-
forma a la ley sobre delitos sexuales que hasta 1999 vio la luz; la "acción
afirmativa"51 para las mujeres, y la campaña Ganando Espacios, estableci-
da para incrementar el número de mujeres en las representaciones políticas
y en los cargos de decisión. La propuesta de reforma electoral presentada
en 1993 52 recogió la recomendación de establecer un porcentaje de partici-
pación de 30 mujeres candidatas en las listas de los partidos políticos a
puestos de elección popular. Ello no se ha traducido a la realidad, ya que
en las cámaras el número de mujeres ha disminuido respecto a años ante-

López García con el título de "Bitácora de la Mujer". Enumerar las múltiples organizaciones
que existen no es el objetivo de este trabajo.
51 Las acciones positivas son medidas de carácter temporal, que se asumen a efecto de
construir condiciones de equidad en la sociedad entre hombres y mujeres.

37
riores: en la Cámara de Diputados de 500 miembros, 93 son mujeres; en la
Cámara de Senadores, de 128 representantes, 21 son mujeres; la Asamblea
Legislativa es la que tiene un mayor nivel de representación popular de
mujeres con 17 legisladoras de un total de 66 asambleístas. 53
Ahora bien, el último experimento, que por lo nuevo no se puede aún
aquilatar, es el de la agrupación política nacional feminista, Diversa, con
registro del Instituto Federal Electoral (IFE) desde abril de 1999, que pre-
tende incluir en las plataformas de los partidos políticos una agenda femi-
nista en la que realmente se negocien, entre otras cosas, políticas y leyes
que garanticen la igualdad de oportunidades y de trato para las mujeres.
Otras agrupaciones feministas buscan fortalecer la ciudadanía femenina a
través de la equidad en la participación y en la representatividad. 54
Con amplia injerencia del Estado dentro del Consejo Nacional de Po-
blación, en 1980 se estableció el Programa Nacional de Integración de la
Mujer al Desarrollo (PRONAM). En 1983 se estableció la Comisión Nacio-
nal de la Mujer, "creada con el objeto de dar cumplimiento a los objetivos
establecidos en el Plan de Acción gubernamental y al Programa de Acción
orientado a la mujer" .55 En 1994 este organismo quedó a cargo de la Secre-
taría de Gobernación y fuertemente constreñido a las decisiones del Ejecu-
tivo Federal, con muy poco margen de acción y decisión. El Programa
Nacional de la Mujer 1995-2000 quedó conformado como un instrumento
gubernamental para impulsar acciones que promovieran la participación
equitativa de hombres y mujeres en el desarrollo como parte integrante del

52 "Los partidos políticos promoverán, en los términos que determinen sus documentos
internos, una mayor participación de las mujeres en la vida política del país, a través de su
postulación a cargos de elección popular", Reforma al Código Federal de Instituciones y
Procedimientos Electorales, artículo 175, fracción III.
53 La Jornada, 28 de junio de 1999.
54 Las comisiones de Equidad y Género del Congreso de la Unión y de la Asamblea de
Representantes del D. E, son algunos logros con clara influencia feminista. También hay
organizaciones como Agrupación Política Feminista, Mujeres en Lucha por la Democracia,
Red Nacional de Abogadas, Coordinación Nacional de Mujeres de Organismos Civiles
por un Milenio Feminista, etcétera.
55 Alicia 1. Martínez, op. cit., 1993, p. 113.

38
Plan Nacional de Desarrollo y en el mismo sentido se establecieron comi-
siones de la mujer en las diversas instancias gubernamentales y entidades
federativas. Fue hasta 1998 cuando se "creó la Comisión Nacional de la
Mujer (CONMUJER) como un organismo des concentrado de la Secretaría
de Gobernación, encargado de promover la ejecución, evaluación y segui-
miento del PRONAM, tanto en la Administración Pública Federal como en
los programas estatales" .56
Desde 1997 funciona el Programa para la Participación Equitativa de la
Mujer en el Distrito Federal (PROMUJER) dependiente del Gobierno de
la Ciudad de México, compuesto por un consejo de expertos provenientes
de instituciones académicas, ONG, partidos políticos y autoridades. Ac-
tualmente, en las 16 delegaciones del Distrito Federal se han establecido
Casas de Mujeres. En 1998 se conformó el Parlamento de Mujeres de
México "con el fin de elaborar propuestas legislativas que contribuyan a
eliminar todas las formas de discriminación de género y promover políti-
cas y acciones gubernamentales que garanticen la aplicación de leyes y
programas hacia las mujeres en rubros como salud, educación, trabajo,
cultura, alimentación y políticaY La Asamblea Nacional de Mujeres para
la Transición a la Democracia, que agrupa alrededor de 60 organizaciones
y funciona también desde 1994, el Foro Nacional de Mujeres y Políticas
de Población, surgido desde la IV Conferencia Internacional sobre Pobla-
ción y Desarrollo que tuvo lugar en El Cairo. 58
Si bien el panorama se vislumbraba alentador para muchas de las pro-
puestas feministas, la irrupción en la vida nacional, en 1994, del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) evidenció la pobre respuesta que
el feminismo mexicano tenía para las indígenas. La cuestión indígena se
colocó en la agenda nacional, aunque la situación específica de la mujer
india siga sin contar con el espacio suficiente. "Si esto sucede en el plano
político, en el jurídico encontramos que si bien existen una serie de nor-

56 fem, agosto de 1999, p. 9.


57 la Jornada, 8 de marzo de 1998.
58 cft. http://www.laneta.apc.org/foropob/nnantecedentes.html
39
mas internacionales, constitucionales y legales relativas a los derechos de la
mujer en general, continúa ausente la indígena con su doble problemática:
la de género y la de pertenencia étnica".59 Fue por ello que rápidamente las
organizaciones feministas comenzaron a reflexionar sobre el género a par-
tir de la diversidad y de la asimetría patriarcal que estos grupos enfrentan y
a trabajar conjuntamente con las indígenas en torno a la Ley Revoluciona-
ria de las Mujeres. 6o

CONCLUSIONES

¿Qué tanto ha logrado incidir el movimiento feminista en el cambio de


mentalidad de la mayoría de las mujeres? ¿Han sido las tácticas y las estra-
tegias las correctas para incorporar a un mayor número de éstas al cambio?
Hay muchas respuestas que nos obligan a repensar al movimiento como
en constante renovación, construcción y adaptación a las necesidades que
las mismas mujeres están exigiendo.
El respeto al cuerpo, los derechos reproductivos, el derecho a la educa-
ción y al trabajo, el salario justo, y la igualdad social junto al derecho de ser
reconocidas como diferentes, son aún asignaturas pendientes para la ma-
yoría de las mexicanas. Por ello hay que seguir poniendo el dedo sobre el
renglón para alcanzar la ansiada equidad.
Si bien puede decirse que en otros países los diversos movimientos han
conseguido cambios y transformaciones considerables, en México, un país
machista, mayoritariamente católico y tradicionalista, el que el feminismo
subsista es un logro ya de por sí, pero además que haya integrado a mujeres
con intereses feministas al ámbito público, que se hayan establecido agru-
paciones con clara influencia feminista, que haya organismos con perspec-
tiva de género y que en el lenguaje se ponga el acento en la diferencia

59 Magdalena Gómez, "Mujeres indígenas, iguales y diferentes", en LaJornada, 8 de


marzo de 1999.
60 Cfr. "Ley revolucionaria de las mujeres", en El Despertador Mexicano, órgano
informativo del EZLN, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, 1 de enero de 1994.

40
sexual, demuestra que la lucha ha incidido en la vida cotidiana, así como
en la política formal y en alguna medida en la toma de decisiones.
No obstante, continúan los rezagos, todavía se debe luchar por el respe-
to a la diversidad y a la tolerancia, en contra del hostigamiento y la violen-
cia hacia las mujeres y por una infinidad de derechos no adquiridos. Las
mujeres herederas del feminismo de los setenta, participan en las luchas
reivindicativas de los y las indígenas de Chiapas y de todo el país, en las
elecciones democráticas por el gobierno de la ciudad capital. Contribuyen
dando fe de los procesos electorales y en las discusiones por cambiar leyes
discriminatorias en la Cámara de Diputados y en la Cámara de Senadores.
Además, no debemos olvidar que en la protección de los derechos huma-
nos, el papel de las mujeres resulta indiscutible.
El movimiento feminista tiene treinta años de incidir en la vida nacio-
nal, la utopía democrática que sigue planteando aspira a establecer nuevas
relaciones sociales donde la diferencia no signifique desigualdad y en últi-
ma instancia, donde sea posible definir una práctica política para las muje-
res en que estén representados sus intereses y reividicaciones de género.

41
TRES DÉCADAS DE NEO FEMINISMO EN MÉXICO

EL! BARTRA

UAM-Xochimilco
Treinta años es mucho tiempo para una persona y muy poco para la histo-
ria. Intentaré ofrecerles unos cuantos jirones de mi pensamiento sobre el
periodo de neofeminismo que se ha vivido en México en las postrimerías
del siglo xx.
Antes que nada me parece necesario explicar el concepto de neofeminismo,
ya que no he visto que se haya utilizado con anterioridad. El feminismo de
la llamada nueva ola es aquella lucha de las mujeres por sus derechos que
resurgió en la década de 1960 y principios de 1970; éste representa una
continuidad del que existió a finales del siglo XVIII y con grandes bríos en
el XIX Y la primera mitad del xx. Ese feminismo se caracterizaba por la
lucha a favor de los derechos políticos y sociales de las mujeres, con espe-
cial énfasis en el derecho de voto, de ahí el nombre de sufragistas que
recibieron aquellas luchadoras.
El nuevo feminismo representó una rebelión por otros muchos dere-
chos, incluidos los de carácter estrictamente político que existen en la le-
tra, más no defacto. Pero, más allá de la lucha por una igualdad de dere-
chos políticos y sociales (que pronto se convertiría en una lucha por la
equidad más que por una igualdad, ya que hombres y mujeres no somos
iguales sino diferentes y se requiere de un respeto a la diferencia), en esta
nueva ola se dio un vuelco significativo, un cambio de fondo en la medida

45
en que se acentuó la lucha por la conquista de la libertad sobre el propio
cuerpo. Se ha luchado incansablemente por la despenalización del aborto
en cuanto que representa la libertad elemental de decisión sobre el propio
cuerpo; se reivindicó la sexualidad femenina con formas de placer propias
y específicas; se pusieron de manifiesto, en fin, toda clase de abusos sobre
el cuerpo femenino que van desde la denuncia de la utilización de la mujer
como un mero objeto sexual y llega hasta la violaCión.
Por otro lado, en este feminismo se da un desarrollo, sin precedentes, de
la teoría y esto también es nuevo. A partir de 1960, como iremos viendo,
se presenta una multiplicidad de características nuevas dentro de las lu-
chas de las mujeres que permiten denominarlas neofeminismo. Mi interés
es el de aportar elementos que ayuden a entender la historia del movimien-
to feminista de los últimos treinta años.

Los PRIMEROS AÑos

El movimiento feminista de la década de 1970 se caracterizó por su espon-


taneidad, por sus manifestaciones escandalosas y por la militancia a través
de pequeños grupos. Por un lado, se desarrolló una labor de toma de con-
ciencia, un intenso trabajo hacia adentro, tanto del movimiento como de
cada mujer participante en lo individual y, por el otro, se llevaron a cabo
acciones públicas que hacían mucho ruido y fueron extremadamente es-
pectaculares. Un grupo de una treintena de mujeres era el total de lo que se
auto denominó Movimiento de Liberación de la Mujer en México en 1975.
Pero, dada su capacidad de llamar la atención y, debido también a la reali-
zación de la Conferencia del Año Internacional de la Mujer, éste tuvo una
auténtica presencia, no digo de movimiento masivo porque nunca lo ha
sido, pero sí tenía una voz propia y sobre todo un grito que se hacía oír. Lo
primordial en los años setenta fue el descubrimiento de la existencia de
algo que se llamó "la condición de la mujer"; la década estuvo marcada por
el hecho de que algunas de ellas se percataron de su inferioridad social y
surgió la imperiosa necesidad de comunicar a la mayor cantidad de gente
posible esa "noticia". Las mujeres se dieron cuenta de que la subalternidad
46
no era, pues, personal, individual, sino colectiva. Antes, cada una pensaba
que sus problemas eran estrictamente personales, pero al comunicarse en-
tre ellas descubrieron su carácter social. Ahora bien, la forma en que cada
una iba despertando se dio de muy diversas maneras.
Es preciso no olvidar que el movimiento surge en el seno de la clase
media más o menos ilustrada y que, por lo tanto, frecuentemente las ideas
sobre la inferioridad social llegaron por la vía intelectual. A través de la
razón llegaban al estómago, al corazón; y en muy contadas ocasiones el
camino fue a la inversa; es decir, de lo sentido, de lo sufrido, a la razón.
Con frecuencia, aunque no siempre, las mujeres empezaban por querer
saber qué es lo que andaba mal con su género, qué era esa cuestión de la
inferioridad y de la discriminación de la que oían hablar y luego las sentían
en carne propia. Es decir, quienes integraban el movimiento, en general,
no habían sufrido lo más brutal de la opresión machista, no habían sido
víctimas de violación o de golpes del marido y no peligraba su vida en
abortos clandestinos, mal practicados; ellas tenían la posibilidad de abortar
en buenas condiciones de salud e higiene. Eso sí, todas habían padecido el
hostigamiento sexual en las calles de la gran ciudad y muchas otras formas
de discriminación, aunque no se tenía plena conciencia de ello. El movi-
miento, en esos años, creció poco en números absolutos, pero esparció las
ideas por muchos rincones, sembró semillas que años después germinarían.
Otra característica fundamental en esa década fue la autonomía. Se en-
fatizaba el carácter autónomo del movimiento de liberación de la mujer
frente a todo, a los partidos políticos, a los sindicatos, a otros grupos y
organizaciones y, también, al colectivo de los varones. No podían entrar
hombres a formar parte del movimiento o participar en las reuniones. Las
mujeres reclamaban el derecho a estar en ese pequeñísimo espacio sin ellos.
Se decía que si ellos querían ser solidarios, lo principal era que guardaran su
distancia, que no trataran de inmiscuirse directamente y respetaran el dere-
cho a la autonomía. Que si querían ayudar las dejaran solas y no estorbaran.
También hubo feministas que practicaban la doble militancia, o sea,
pertenecían al movimiento autónomo y al mismo tiempo a algún partido
político o sindicato. Además existieron, al igual que en cualquier corriente

47
revolucionaria, quienes pensaban que era conveniente "infiltrarse" en el
partido oficial o en el gobierno para poder impulsar, desde ahí, las ideas
feministas; se trata de la conocida táctica del "entrismo". En general, estas
personas fueron simple y llanamente cooptadas.
A mediados de la década de 1970 se levantaron las tres banderas de
lucha que habían sido fundamentales en el movimiento de liberación de la
mujer a nivel mundial: despenalización del aborto, contra la violación y en
defensa de las mujeres golpeadas. Cada una de estas cuestiones ha tenido
una historia particular que ya ha sido descrita en diversos espacios.! Las
mujeres siguen sin contar con la posibilidad de un aborto libre y gratuito;
sin embargo, por lo que se refiere a las otras dos cuestiones se han dado
grandes avances tanto en el campo de la conciencia y por lo tanto en el de
la denuncia, como en el del castigo a violadores y a golpeadores.
El feminismo de los años setenta estuvo muy emparentado con la des-
obediencia civil, al igual que el movimiento estudiantil de 1968. Con suma
frecuencia se ha dicho que el feminismo de la nueva ola tiene como ante-
cedente directo al movimiento estudiantil del 68, así como al movimiento
por los derechos civiles y el black power en Estados Unidos. Lo que resulta
evidente es que las mujeres desempeñaron un papel secundario durante el
movimiento estudiantil mexicano de 1968 y ese hecho fue un elemento
que contribuyó al despertar de la conciencia de la inferioridad, de la
subalternidad femenina. De manera directa la influencia se dio por el he-
cho de que quienes iniciaron el movimiento de liberación de la mujer,
habían participado en el movimiento estudiantil o habían estado cerca de
él y se percataron del papel de comparsas que desempeñaron. De manera
indirecta, la influencia de todos los movimientos sociales mencionados se
vio plasmada en la rebeldía de la juventud, en la desobediencia civil.
Al igual que los movimientos estudiantiles de la década de 1960, el
feminista no estaba estructurado, con declaraciones de principios, ni tácti-
cas ni estrategias de lucha cuidadosamente reflexionadas. Era una revuelta

1 Véase mi artículo "Mujeres y política en México: aborto, violación y mujeres golpeadas",


1992.
que se iba dando de manera improvisada y espontánea, como ya he dicho.
Sin embargo, muy pronto aparecieron discrepancias sobre las distintas
posibilidades que se abrían en cuanto a formas de proceder, en cuanto a
cómo llevar a cabo la lucha.
Ya en 1976 aparece la necesidad de crear algún órgano de expresión y de
comunicación, ante lo cual se presentaron diferencias en el seno del movi-
miento. Algunas querían sacar una publicación, otras pensaban que era
prioritario organizar un movimiento de masas. Salieron publicaciones, efí-
meras, que pasaron como cometas por el firmamento del feminismo mexi-
cano, una se llamó La Revuelta, otra Cihuat; pero, de hecho, ni se sacó una
publicación que permaneciera, ni se formó un movimiento de masas en
términos clásicos. ¿Cuál es la razón? Probablemente las feministas eran
unas cuantas y no tuvieron la capacidad humana, intelectual, política o de
la naturaleza que fuera, para crear tanto un movimiento de masas (en el
cual tal vez no creían de todas maneras porque se pensaba en otra forma de
hacer política, en otra forma de organización) como publicaciones sólidas
y duraderas. También hay que señalar que las publicaciones feministas com-
parten lo que sucede en el país en general; en esta nación las publicaciones
se caracterizan por su carácter efímero, en realidad son poquísimas las que
permanecen por muchos años. ¿Qué fue lo que se creó entonces? De he-
cho, es interesante señalar que la publicación feminista que se ha manteni-
do por más de veinte años, la revista mensual fem, salió de unas cuantas
mujeres que no estaban propiamente dentro del movimiento, sino más
bien en la academia y en la cultura. Y el movimiento de masas se ha con-
formado, pero con las características propias de un movimiento distinto.
Es una organización horizontal que se va extendiendo como una red de
vasos comunicantes.
El Movimiento de Liberación de la Mujer (MLM) fue el grupo más im-
portante que sirvió para sentar las bases de conciencia neofeminista en el
país. A partir de ahí fue creciendo y multiplicándose hacia mil y un lados
durante la década de 1980. No es que el MLM fuera el primer grupo que
existía en esta última ola de feminismo, antes de éste, dentro del neofeminismo,
sólo estaba Mujeres en Acción Solidaria (MAS) de corta existencia, sino

65
que, a mi modo de ver, fue el más significativo porque es el que tuvo más
presencia, más empuje, más compromiso, más cohesión y porque la mayo-
ría de sus integrantes ha permanecido en la lucha. Sin embargo, otras al
parecer se olvidaron casi por completo de que algún día fueron feministas;
seguramente resulta más fácil ser radical a los 20 años que a los 50.
La década de los setenta es, pues, la época del despertar, de la toma de
conciencia, de la búsqueda, a veces a tientas, y el periodo de más eferves-
cencia, sin lugar a dudas. Las acciones, sin embargo, se limitaron en gran
medida a la expresión, al grito. Romper el silencio era la consigna. Resulta-
ba importante manifestarse; hablar en público, en distintos foros; escri-
bir y publicar donde se pudiera, salir a la calle. Y la verdad es que pocas
mujeres hacían mucho ruido. Indudablemente que aparejado a esto lo
fundamental era cambiar, en la medida de lo posible, las condiciones de
vida de cada una de las mujeres, transformar la esfera doméstica, la labo-
ral, la sexual.
Como la mayoría de los temas que se trataban eran inéditos en el país,
varias de las cuestiones que se decían sobre la opresión de las mujeres te-
nían gran impacto, pero cuando se trataban en público cosas que eran, o
parecían, nuevas, lo tenían aún más. Se ponía el acento en cuestiones de
sexualidad y ese tema es siempre candente. Se "descubrió" la existencia del
orgasmo clitoridiano y así se decidió luchar contra la tiranía del orgasmo
vaginal y se cayó, casi inadvertidamente, en una nueva tiranía: la del orgas-
mo clitoridiano. Por las formas diferentes de organización y de manifesta-
ción, por la temática novedosa en torno a la inferioridad de las mujeres y
por abordar la problemática de su sexualidad de manera pública, se produ-
ce la gran resonancia de las actuaciones de esos primeros años.
El hecho de ser un movimiento de la clase media, por un lado, y de estar
fuertemente influido por el anarquismo, el marxismo o el socialismo, por
el otro, llevaba consigo, en muchos casos, un sentimiento de culpa que
había que remediar. Una culpa ante los privilegios de clase frente a las
mujeres de los sectores más desprotegidos. De ahí que se buscara el acerca-
miento con mujeres de otras clases sociales y de que surgiera el feminismo
popular que dominó la escena durante los ochenta.

66
EL FEMINISMO POPULAR

La década de 1980 se caracterizó por la multiplicación de los grupos y por


el acercamiento del feminismo a otras clases sociales. El movimiento cre-
ció. Las feministas de la clase media se volcaron a trabajar con mujeres
obreras y campesinas. Se creó el feminismo popular vinculado con el mo-
vimiento amplio de mujeres y ello dominó durante toda la década. En
1988, cuando se llevó a cabo el IV Encuentro Feminista Latinoamericano y
del Caribe en Taxco, se vio sellado por el enfrentamiento entre el movimien-
to amplio de mujeres y las pocas feministas autónomas (de "hueso colora-
do") que no trabajaban con el movimiento amplio de los sectores populares.
Sin embargo, aún se mantenía la resistencia ante lo inminente de la
institucionalización y se manifestaba en los Encuentros Feministas Latino-
americanos y del Caribe. Es en ellos donde se intentaba cargar las pilas de la
crítica y la revuelta de las feministas. Pero lo radical iba en franca retirada.
El feminismo pierde poco a poco su capacidad de constante impugna-
ción, su papel de conciencia crítica. La respuesta espontánea y rebelde ante
las manifestaciones más aberrantes del machismo se adormeció y, en cam-
bio, las energías se invirtieron en ayudar a las mujeres de los sectores popu-
lares. El movimiento se convirtió, así, en un feminismo asistencialista. Su
trabajo fundamental estuvo dirigido a apoyar a las mujeres violadas, a las
golpeadas; se proporcionaba información, asesoría legal, médica y psicoló-
gica. Después del sismo de 1985 las feministas también se vincularon con
las obreras que organizaron el sindicato de costureras" 19 de septiembre".
Es asimismo en esta época cuando se inicia el proceso de "oenegeización"
y de institucionalización del feminismo que es lo que va a caracterizar al
movimiento en los noventa. La "oenegeización" es la transformación del
movimiento feminista en una multitud de organizaciones no gubernamen-
tales (ONG), donde se institucionaliza, así como la creación de una gran
variedad de organismos gubernamentales que trabajan para las mujeres.
Las ONG se crearon principalmente con financiamiento internacional
-europeo y estadounidense- y una que otra con base en la filantropía de
gente de dinero.

67
La lucha por la despenalización del aborto quedó congelada junto con
la propuesta de ley de maternidad voluntaria que se entregó a la coalición
de izquierda para que, a su vez, fuera presentada en la Cámara de Diputa-
dos en 1979. Ahí duerme en algún cajón.
Se avanzó muchísimo en el terreno de la legislación para aumentar la con-
dena a los violadores. La violación se persigue de oficio y éstos, en la letra,
no pueden salir libres bajo fianza. La violación representa, no hay que
olvidarlo, un atentado contra la propiedad privada de algún hombre -las
mujeres generalmente "pertenecen" a un hombre, llámese marido, herma-
no, padre, amante o novio- yeso hay que castigarlo. Las diputadas logra-
ron también que el hostigamiento sexual fuera considerado un delito.
Por un lapso de 15 años no se notó que hubiera un crecimiento del
feminismo entre las mujeres jóvenes. Al principio no llegaba a la juventud
sino que eran mujeres de las mismas edades que las que habían iniciado el
movimiento a principios de 1970, las que se iban incorporando a los gru-
pos no gubernamentales y a los gubernamentales.
Durante toda la década de 1980, cada vez que se hacía una reunión
feminista se constataba una y otra vez, que asistía siempre más o menos la
misma gente y si había nuevas mujeres, no eran jovencitas de 20 años.
La razón por la cual las jóvenes prácticamente no se sumaron al movi-
miento feminista durante esta década, nadie la sabe bien a bien. Sin em-
bargo, creo que hay una cuestión que quizá contribuye a explicar este fe-
nómeno. Los y las jóvenes, en general, son rebeldes y les gusta manifestarlo.
Cuando el movimiento fue una clara expresión de la rebeldía de mujeres
jóvenes, éstas crearon el movimiento en los años setenta, en la medida en
que los grupos se volvieron menos belígeros, menos radicales, menos re-
beldes, a las jóvenes no les interesó. La cuestión es que toda la generación
que nace de padres sesentaiocheros es relativamente apolítica, carece de
interés por las luchas políticas y sociales en general y, por lo tanto, por el
feminismo.
y si no hubo un relevo generacional en el movimiento, éste tampoco se
dio en las instituciones, por ejemplo, en la academia. No es sino hasta
mediados de la década de 1990 cuando se empieza a dar la incorporación
68
de jóvenes, hombres y mujeres. Se forman varias ONG mixtas e incluso
alguna sólo de hombres como el Colectivo de Hombres por Relaciones
Igualitarias A. C. (CORIAc).
En algunas acciones públicas, como en el Congreso Feminista por el
Cambio Social, organizado en 1996, se vio una fuerte presencia de jóve-
nes. También ha empezado a darse el relevo generacional en las institucio-
nes académicas, ya que nos estamos percatando de la entrada de feministas
más jóvenes.

EL EMPODERAMIENTO

No hay ninguna duda de que la participación de las mujeres en la vida


pública del país ha ido en aumento en los últimos veinte años, como resul-
tado, en buena medida, del movimiento feminista. Cada día hay más
mujeres en puestos de dirección, cada día tienen más poder. De qué mane-
ra lo ejercen, aún está por analizarse. No se ha podido determinar si existe
una forma propiamente femenina de ejercer el poder. También dentro de
las ONG feministas se ejerce el poder y, a su vez, las organizaciones detentan
un cierto poder en la sociedad. Hay unas más poderosas que otras que,
además, en general son las que cuentan con más recursos financieros.
En la década de 1990 es cuando el feminismo se institucionaliza plena-
mente en organismos gubernamentales, no gubernamentales y en la aca-
demia. Había entrado en esta última en años anteriores, pero es en esta
época en la que cobra un cierto poder y se puede decir que, de alguna
manera, se legitima. Esto significa, al mismo tiempo, que se produce el
fenómeno de profesionalización del feminismo. Surgen las feministas pro-
fesionales: trabajan para el feminismo y sobreviven gracias a él. Durante
los primeros años, se vivía para la lucha feminista, en los noventa se puede
vivir de ella.
La institucionalización lleva consigo, además, un proceso de burocratiza-
ción. Las ONG y los organismos gubernamentales que trabajan para las
mujeres tienen sus secretarias que toman los recados, hacen las citas, con-
testan el teléfono y generalmente no saben nada de feminismo, sólo sirven

69
de intermediarias entre las "dirigentes" y el resto del mundo. Se ha creado
una élite de feministas que son buscadas para que participen ahí donde se
necesita la voz del feminismo: prensa, radio, televisión, conferencias, me-
sas redondas.
Tanto en las organizaciones no gubernamentales como en las guberna-
mentales y en la academia se ha establecido una jerarquía entre las mujeres
cada vez más acentuada. Esto representa una gran diferencia con el femi-
nismo de los setenta, cuando se estaba en contra de la existencia de diri-
gentes y en contra de las jerarquías.
Al final de esta década se puede percibir un repunte de la combativi-
dad de las feministas. Han vuelto a abrir la boca y a poner puntos sobre
las íes. También se observa un incremento en el interés de las jóvenes por el
feminismo.
El feminismo en México, a fin de siglo y de milenio, es una corriente de
opinión (integrada por muchas voces discrepantes) que se expresa en los
medios masivos de comunicación, en el gobierno, en libros y revistas, en
las aulas de las universidades de todo el país, en el cine, en las artes plásti-
cas, en la literatura ... , es también un movimiento convertido en decenas de
ONG y de asociaciones políticas.

EL FEMINISMO ES POLÍTICO

La lucha feminista siempre ha sido fundamentalmente política. El femi-


nismo es también una filosofía política. La lucha por el derecho a la ciuda-
danía de las mujeres se remonta a la Revolución francesa, con Olympe de
Couges y su texto Los derechos de la mujer y de la ciudadana (1791), ya que
en la Declaración de los derechos del hombre de 1789 se les "olvidó" incluir a
las mujeres.
Si bien en los inicios del neofeminismo se hablaba de que lo personal es
político y, por lo tanto, la opresión de las mujeres es un asunto político,
tres décadas después hay quienes plantean el quehacer de las feministas
como una lucha propiamente política en términos de real polítik, de la
política formal. "Lo personal es político", significa que las vidas domésti-

70
cas de las mujeres y las opresiones que padecen tienen que ver con relacio-
nes de poder, con el poder que detentan los varones sobre éstas dentro de
un sistema de privilegios que se llama patriarcado. Los embarazos son cues-
tión personal pero, a su vez, están relacionados con las políticas públicas,
las políticas de salud, las demográficas ... y el aborto, igualmente. El femi-
nismo (o los feminismos) representa el enfrentamiento con el sistema pa-
triarcal, es la lucha por destruirlo; tiene su razón de ser porque persigue la
transformación económica, política, social, ideológica, psíquica y sexual
de las mujeres. Estos cambios buscan el mejoramiento, el enriquecimien-
to, pero a su vez significan un paso más en el proceso general de "humani-
zación" del ser humano. Es una lucha civilizatoria por excelencia, como lo
es toda defensa de los derechos humanos; es una lucha contra la barbarie,
la injusticia irracional, la animalidad que manifiestan, aún hoy en día,
unas personas sobre otras.
Con la creación de la asociación Diversa en 1997 y la obtención de su
registro como agrupación política en el Instituto Federal Electoral en 1999
se dice que "el movimiento feminista se adentra en el terreno de la polí-
tica, de las propuestas fundamentales, de las alianzas y negociaciones; en
suma, de la lucha por el poder".2 Ésta es otra vuelta de tuerca, nada más. El
feminismo siempre ha tenido que ver con lo político y la política; sin em-
bargo, la diferencia radica en que ahora se crea una asociación que se dedi-
ca, por entero, a hacer política en el sentido tradicional del concepto.

EL DEBATE SOBRE EL ABORTO O LAS NUEVAS CORTINAS DE HUMO

En 1998 hubo un intento, cuya iniciativa surgió del gobierno, de entablar


un debate nacional sobre la despenalización del aborto. Se escucharon unas
cuantas voces, pero las más fuertes y furibundas fueron las de los antiabortistas
de Provida (que en realidad deberían llamarse pro-embrión). Las feminis-

2 Alejandro Brito, "dNERSA: el segundo despertar de la política feminista" en Letra S,

México, 4 de febrero de 1999, p. 5.

71
tas han repetido hasta la saciedad la necesidad de despenalizar el aborto,
por razones de salud pública y, sobre todo, para que recaigan en las muje-
res las decisiones sobre el propio cuerpo. La ultraderecha también ha repe-
tido hasta la náusea que ellos defienden la vida ante todo. ¿Cuál vida? ¿La
de un posible ser humano?3
El aborto se irá despenalizando poco a poco, por necesidades inherentes
a las políticas de población y por razones de salud pública. Mucho habrán
tenido que ver las luchas de las feministas desde las primeras décadas de
este siglo, a todos los niveles, y en particular las que se llevan a cabo en la
actualidad en el seno de las asociaciones y los partidos políticos e instan-
cias del gobierno del Distrito Federal; sin embargo, aparecerá como una
iniciativa de arriba, del gobierno, como sucedió con el derecho a votar.
Después de varios años de luchas y presiones, doña Amalia Caballero de
Castillo Ledón, una de las sufragistas más destacadas de México, funcio-
naria pública y diplomática, quien entre otros cargos tuvo el de presidenta
de la Comisión Interamericana de Mujeres en 1948, habló con el candida-
to a la presidencia Adolfo Ruiz Cortines y le pidió que otorgara el voto a
las mujeres (muy a la mexicana). Se le dijo que sí como no, pero que tenía
que conseguir 500 mil firmas solicitándolo. Ella, a través de la Alianza de
Mujeres de Mexico, las juntó y el ya presidente concedió el derecho a votar
y ser votadas en 1953. 4 Tal vez si algún día, un candidato menos retrógrada
llega a la presidencia de la República, alguno que ya no tema perder millo-
nes de votos de las "buenas conciencias" del país por aventurarse a despenalizar
el aborto, quizás entonces, se logre.
La cuestión de la despenalización del aborto sigue pendiente tras varias
cortinas de humo. Tan importante como el derecho a votar es el derecho

3 Véase un excelente artículo de Richard Seid sobre el aborto, "El tema del aborto",
enfem, México, año 23, núm. 195, junio de 1999, pp. 6-1l.
4 Para una historia del otorgamiento del voto a las mujeres en México véase el artículo
de Enriqueta Tuñón, "La lucha política de la mujer mexicana por el derecho al sufragio y
sus repercusiones", en Carmen Ramos (comp.), Presencia y tramparencia: la mujer en la
historia de México, México, El Colegio de México, 1987, pp. 181-189.

72
sobre el propio cuerpo. Eso mismo, lo que representa en cuanto a poder de
decisión, es justamente una de las razones por las que aún no se ha despenalizado.

"TODAS LAS MUJERES DEBERÍAN SER FEMINISTAS"

La nueva generación, la de las niñas de hoy, presenta características un


tanto distintas de la generación de las jóvenes de más de 20 años. Las ideas
feministas y antimachistas, mal que bien, se han ido colando por muchos
resquicios. De manera espontánea el comentario frecuente de estas niñas
es: "Todas las mujeres deberían ser feministas ¿o no?" Es el sentido común
puesto en boca de las pequeñas. "Los niños y los borrachos dicen la ver-
dad", reza el dicho popular, por eso mismo cuando tienen seis años les
parece de lo más extraño que se diga Día del Niño, ya que ellas automáti-
camente preguntan: "¿Y de las niñas, qué?" Un poco más grandes ya les
parece totalmente "natural" que se diga de esa manera, "ahí estamos inclui-
das nosotras", expresan convencidas. Sin embargo, se nota que ciertas cues-
tiones aparentemente insignificantes del lenguaje, que eran una preocupa-
ción únicamente del feminismo, han permeado de tal manera la sociedad
que aparecen como "normales". Hace apenas unos pocos años, el Presi-
dente de la República se dirigía al pueblo diciendo "mexicano" y punto.
En la actualidad tiene mucho cuidado en decir siempre "mexicanos y me-
xicanas", "ciudadanos y ciudadanas".
Esto tiene que ver con las mujeres de los sectores populares que partici-
paron en el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe de Taxco,
en el cual salió a la luz la clara diferencia entre las feministas y las mujeres
del llamado movimiento amplio. Estas últimas, al percatarse de la situa-
ción, gritaban: "Todas somos feministas".

DE LAS DIFERENCIAS

A casi treinta años de feminismo en México, podemos observar una nota


dominante que sella todo cuanto se refiere a las mujeres en lucha por sus
derechos: la noción de diversidad. Se sabe de las diferencias entre hombres

73
y mujeres, pero más que eso se subrayan las diferencias entre las propias
mujeres y entre las feministas. Lo cual produce una enorme diversidad. En
estos últimos tiempos llegan los vienros de la posmodernidad, el
poscolonialismo, el multiculturalismo e incluso del posfeminismo y nos
ponemos a bailar a ese son.
Cuando en la década de 1970 se empezó a manejar la noción de dife-
rencia dentro del movimiento feminista, representó un gran paso teórico y
político frente a la idea de igualdad de la que se había hablado hasta enton-
ces. Diferencia o igualdad respecto a los hombres. La lucha de las sufragistas
era por la igualdad de derechos y, en particular, por la igualdad de derechos
como ciudadanas con la posibilidad de votar y ser votadas. Esa lucha era
también por una democracia.
Una vez obtenido el derecho al voto la lucha feminista quedó semicongelada
por algunos años. Décadas más tarde, el neofeminismo rechazó la idea de
la igualdad entre los sexos y apostó por la diferencia, y por el respeto a la
diferencia. Las mujeres ya no queríamos ser como los hombres, somos di-
ferentes: un género distinto con similitudes entre todas las mujeres, una
opresión y una discriminación por el solo hecho de ser mujeres.
A finales de 1980 se empezaron a señalar las diferencias más que las
semejanzas entre las mujeres. Con base en las distintas experiencias de
vida, en la clase social a la que se pertenece, en el color de la piel, en el idioma
o la preferencia sexual, en función del país, la región o el barrio en que se
nace, todas las mujeres son diferentes entre sí.
Sin embargo, el hecho de buscar las especificidades de cada una o de
cada grupo para conocerlas mejor no debería ser una razón para negar lo
común como género. Pienso que se puede hablar de un punto de vista
feminista general que está anclado en lo que comparte todo el género fe-
menino: hay un común denominador de opresión por género. Por supues-
to que luego las diferencias entre ser negra, india o blanca, pobre o rica,
añadirdn opresiones y discriminaciones, pero no por ello se puede negar la
opresión común, la condición de subalternidad social compartida.
El primer problema que aparece ante esta teoría de las diferencias es el
que se muestra al intentar analizar los procesos de dominación. ¿Quién

74
oprime a las mujeres indígenas mexicanas? ¿Los hombres de su grupo?
¿Los hombres mestizos? ¿Los blancos del propio país? ¿Los blancos de los
Estados Unidos? ¿De qué manera reciben la opresión, la dominación de
género? Lo mismo se puede decir de las negras estadounidenses. Si existe
una metodología feminista negra, ¿cómo se estudia la dominación desde
ahí? ¿Sólo en su especificidad? ¿Es diferente la discriminación sexista hacia
una mujer negra que hacia una mujer blanca? Si el hombre se emborracha
y golpea a su mujer, ¿importa el color de su piel? Las mujeres de Gran
Bretaña son "igualmente" golpeadas que las mujeres indígenas de Chiapas.
Si una mujer es violada, el color de la piel Y su preferencia sexual no modi-
ficará el hecho de la violación en sí misma aunque, sin duda, lo que cambia
es lo que se da alrededor de ella: las actitudes de la gente, el proceso judi-
cial, etcétera. La ley que penaliza abortar es también para todas las mujeres.
Ante tal situación aparecen algunos serios problemas. La filósofa femi-
nista estadounidense Sandra Harding,5 entre otras, llega a decir, con base
en la afirmación de Hegel de que la relación amo/esclavo se puede enten-
der mejor desde el punto de vista de las actividades de los esclavos, que el
punto de vista feminista es mejor (se refiere a más feminista, más revolu-
cionario) desde las mujeres negras o indias que desde las blancas. Si lo que
tratamos de entender es la relación amo/esclavo, de acuerdo con la misma
lógica de Hegel, lo que esto significa es que, dentro del sistema de domina-
ción hombre/mujer, las mujeres están en mejor posición que los hombres
para entenderla. Pero esto no quiere decir que necesariamente una mujer
india la va a entender mejor que una europea o de origen europeo. La
mujer india va a entender mejor, probablemente, su opresión especifica
como mujer y como india, lo cual es distinto. Si una mujer europea blanca
es violada por un árabe moreno, ¿quién es el amo (a) y quién es el esdavo(a)?
Esa forma de pensar quizá refleja una especie de sentimiento de culpa
de las feministas blancas de los países desarrollados. Ellas fueron, sin lugar
a dudas, quienes primero se movilizaron y mostraron la opresión hacia las

5 Sandra Harding, "Rethinking Standpoint Epistemology, What is 'Strong Obj ectivity' ?" ,
en Linda Alcoff y Elizabeth Potter (eds.), 1993, p. 59.

75
mujeres en la década de 1960, con el surgimiento del neofeminismo. Lue-
go, años más tarde, se les echó en cara que eran racistas y homófobas por
no haber contemplado, además, las diferencias de raza y de preferencia
sexual entre las reivindicaciones y entre los problemas que estaban venti-
lando. Estas acusaciones a veces se hacen de manera rápida y sin detenerse
dos minutos a pensar. Cuando en México las mujeres urbanas, clasemedieras
y mayoritariamente mestizas han luchado por despenalizar el aborto no es
sólo para su beneficio; a quienes más afecta el aborto clandestino es a las
mujeres pobres y las más pobres en este país son las indígenas. Así, aunque
no lo parezca, la lucha por la despenalización del aborto beneficia a todas
las mujeres, pero a las indígenas más. Por lo tanto, no se puede decir que
esa lucha sea indiferente a los problemas de raza y de clase y mucho menos
que sea racista.
Así, en la segunda mitad de la década de 1990, casi al fin del milenio,
tras el hundimiento de los socialismos reales y, tal vez, de los imaginarios,
de los muros de piedra y de las cortinas de hierro, las feministas (y los
feminismos) se ven acosadas por todos lados. Resulta que ellas han, no
sólo, "ido contra los hombres" sino que, además, son racistas, clasistas y,
por añadidura, ciegas ante los problemas de las lesbianas. El antifeminismo
viene de fuera, pero a veces también de adentro. Si cada mujer habla, pien-
sa y actúa en función de su específico lugar en el mundo, no es posible que
haya algo que se llame cultura de las mujeres, ¿o sí?
Ciertas corrientes del feminismo de fin de siglo en los Estados Unidos,
por ejemplo, afirman que para entender los mecanismos de dominación
hombre/mujer hay que pertenecer a una minoría étnica y/o a una clase
subalterna, ¿deben guardar silencio las feministas blancas de clase media?
¿Ellas no padecen ninguna opresión como mujeres? O sea, las feministas
que no son ni lesbianas, ni negras o indias, ni obreras, ¿tienen algo que
decir ante el sistema de dominación hacia las mujeres?
Resulta importante para el feminismo reconocer las líneas generales del
sistema de dominación hombre/mujer y, a partir de ahí, profundizar en las
diferencias específicas por el color de la piel, por la preferencia sexual, por
la clase social, por la etnia, por la lengua, por la nación. Pero lo que está

76
sucediendo en algunos países desarrollados, en particular en los Estados
Unidos y en Gran Bretaña, es que las feministas, tanto de minorías étnicas
como las lesbianas, enfatizan exageradamente el carácter de privilegio en
que supuestamente se encuentran las mujeres de origen europeo heterosexuales
de las clases medias, y olvidan (hacen invisible) su opresión como mujeres.
De un plumazo se han convertido en enemigas pertenecientes a los grupos
poderosos y opresores. 6
Por otro lado, justamente por esta cuestión de la importancia política
que están adquiriendo las diferencias entre las mujeres, tal parece que se
está dando un desfase entre el movimiento feminista y el avance de las teo-
rías filosóficas o científicas. Por ejemplo, sabemos, o mejor dicho intuimos,
que existen diferencias entre el arte de las mujeres y el de los hombres,
entre el proceso de conocimiento de las mujeres y el de los hombres, y no
nos sirve de mucho tomar a un hombre en particular y a una mujer desem-
peñando esas actividades y compararlos para conocer los procesos genera-
les. O sea, en ciertos campos (como en la teoría feminista del arte) se está
apenas intentando conocer cuáles pueden ser las diferencias entre hombres
y mujeres, las diferencias genéricas, cuando en otro se acentúan más las
diferencias entre las mujeres y se piensa que es una aberración considerar
que existe un denominador común en el sistema de dominación hacia
ellas. Por supuesto que no existe un conjunto de propiedades fijas, inmu-
tables, esencias no transformables, que tienen todas las mujeres. Eso, sin
lugar a dudas, es esencialismo y yo no creo que existan las esencias. Creo
que existen cualidades o características fundamentales de los objetos, pero
no esencias. Si se piensa en esencias, éstas tienen un carácter eterno, necesa-
rio y, además, imnutable. Lo que comparten las mujeres (aparte de las carac-
terísticas biológicas) es una similar condición de subalternidad social?

6 Véase por ejemplo Maxine Baca et al., "Los costos de las prácticas excluyentes en los
estudios de mujeres", y Patricia Hill Collins, "La práctica del pensamiento feminista
negro", en Marysa Navarro y Catherine R. Stimpson (comps.), ¿Qué son los estudios de las
mujeres?, pp. 233-252 y 253-312.
7 Véase Susan E. Babbitt, 1996, p. 134.

77
DEL PREFEMINISMO AL POSFEMINISMO

En México si bien, como dije, el feminismo ha ido creciendo no ha llegado


ni a la sombra del desarrollo que ha tenido en otros lugares. Una etapa
prefeminista es aquella que ignora las diferencias jerárquicas entre hom-
bres y mujeres. En una etapa plenamente feminista se descubre la opresión
específica, se reconocen las diferencias y se lucha por una emancipación de
todas las mujeres. La era posfeminista sería aquella en la que ya se ha inte-
grado, manipulado, amansado lo combativo del movimiento feminista, es
cuando se ha llegado a la etapa de la plena institucionalización y es enton-
ces, también, cuando surgen los feminismos "marginales" que cuestionan
todo pero, en primer lugar, están cuestionando al feminismo "dominante"
presumiblemente blanco, heterosexual y burgués.
En nuestro país vivimos una amalgama de prefeminismo dominante y
feminismo marginal, raquítico y tuberculoso en proceso de institucionalización
y contagiado por los vendavales del posmodernismo yel posfeminismo del
vecino país del norte. De hecho, tal vez aquí vamos a pasar del prefeminismo
al posfeminismo sin haber vivido jamás plenamente una era feminista sig-
nificativa. Desde luego que una de las razones principales de ello, no debe-
mos olvidarlo, es el poderoso andamiaje machista con el que se construyó
nuestra sociedad y nuestro imaginario colectivo.
En los países desarrollados desde el posfeminismo se mira de manera
crítica todo lo realizado por el feminismo de las últimas tres décadas y,
sobre todo, a lo no hecho o mal hecho. En México, el pensamiento feminista
se ha visto influido por esta ola de posfeminismo y se ha expresado el
pesimismo y el desencanto. Junto a esto, en los lugares en donde el femi-
nismo fue más fuerte, se vive un virulento contraataque machista y antife-
minista. Se ha detectado un alud de información profundamente anti-
feminista en los medios masivos de comunicación, encabezados por el cine
y la televisión. También ha aparecido este antifeminismo de manera encu-
bierta, muchas veces, de pensamiento progresista. Se considera como algo
muy a la izquierda el hecho de criticar el supuesto dogmatismo, el
esencialismo, el elitismo, y hasta el racismo, la homofobia y el clasismo y

78
las relaciones de poder dentro del feminismo dominante. Se vive, por ello,
dentro del feminismo una situación que se caracteriza por la confusión
generalizada, el sentimiento de culpa y la decepción y, ante ello, es preciso
redoblar esfuerzos para buscar algunas certezas.
La sensación de incertidumbre y de duda reina en nuestros días dentro
y fuera del feminismo. Hemos llegado al momento de la tiranía del antidog-
matismo. La crítica constante es algo sumamente valioso siempre y cuando
no conduzca a la parálisis, si no significa decir que todo lo que se ha hecho
y se hace dentro del feminismo está mal. Creo que esta situación, en parte,
es el resultado de las constantes batallas libradas contra la lucha feminista;
han sido tan fuertes los embates que han logrado resquebrajar al feminis-
mo desde adentro.

¿ACCIÓN POSITIVA O MU]ERISMO?

En la actualidad se ha visto como un imposible crear coordinadoras nacio-


nales que aglutinen a todos los grupos existentes y que empujen, en accio-
nes concretas, los intereses de las mujeres. Sin embargo, anclado en una
multitud de grupos de muy diversos colores, sabores, gustos, deseos y for-
mas de trabajo, el feminismo avanza. La idea de "abrir espacios" es una
realidad; las feministas los están abriendo por todos lados, cotidianamente;
espacios para el feminismo y para las mujeres. La lucha crece y se multipli-
ca. Hay quienes dicen que el movimiento ya murió o está en vías de extin-
ción. La realidad demuestra lo contrario.
Sin embargo, periódicamente han surgido iniciativas para la creación de
coordinadoras nacionales, instancias que intentan "poner orden", organi-
zar en forma piramidal este movimiento horizontal. Todas han fracasado.
Tal vez se pueda decir que la única excepción es la Red de Apoyo contra la
Violencia hacia las Mujeres, que se creó en 1988 y sigue en pie. Es proba-
ble que sea porque no presenta una estructura realmente jerárquica y
piramidal. Casi para terminar el siglo se ha creado otra más, La Coordina-
dora Nacional de Mujeres de Organismos Civiles por un Milenio Feminis-
ta, que por ahora no pasa de ser un membrete seguramente con una carga

79
de buenas intenciones, como todas las anteriores. Hace algunos años, ya
en la década de 1990, salió la consigna de "acción positiva" para las muje-
res, a imagen y semejanza del affirmative action de Estados Unidos. Se
empezó a hablar de las cuotas de mujeres en partidos políticos e institucio-
nes. Esta campaña ha logrado cuotas para los partidos políticos de no más
de 70 por ciento de un solo sexo para cargos de elección popular. Unas
cuantas migajas.
Todos los grupos sociales subalternos deben tener el derecho a partici-
par en el quehacer político, económico y social. Lo que se persigue es que
las mujeres participen en la vida pública del país en circunstancias de equi-
dad, es preciso que tengan la oportunidad de crecer, de tener el poder si lo
desean, pero si en un momento dado compiten un hombre y una mujer
por un puesto (de poder o no) y resulta que la mujer es reaccionaria y
limitada, y el hombre es progresista e inteligente, lo correcto sería apoyar al
hombre, de lo contrario no se llamaría acción afirmativa sino pura y sim-
plemente mujerismo. Ahora bien, si un hombre y una mujer compiten y
son igualmente capaces, es necesario apoyar a la mujer para ir equilibrando
el fiel de la balanza social en cuanto a la desigualdad genérica. Sin embar-
go, a menudo la acción positiva y el mujerismo están emparentados. El
apoyo a las mujeres debe darse siempre desde un punto de vista feminista
y no mujeril.
Considero que la teoría de los múltiples "frentes" de lucha se adecua
bien al feminismo. Hay que estar en todas partes y hay que combatir al
sexismo en todos los rincones de la sociedad. Sé que estas metáforas militares
son tremendas, pero resultan claras. Por ejemplo, la educación primaria es
un "frente" fundamental relativamente descuidado por el movimiento fe-
minista; las ideas feministas, el pensamiento y las actitudes no sexistas,
deberían estar ahí de manera significativa, cambiando mentalidades.
La tarea fundamental del feminismo debe ser la de conciencia crítica
radical, algo así como la punta de lanza del cambio en la condición de las
mujeres. Ésa es la función específica del feminismo. La acción positiva, la
atención a las mujeres violadas y golpeadas, la ayuda a quienes deseen
abortar, el asistencialismo en general le corresponde a las instituciones es-
80
tatales, a programas de gobierno y no de los grupos feministas. Las accio-
nes feministas son aquellas dirigidas a hacer desaparecer la existencia de
violadores, a que los hombres dejen de ser violentos, a cambiar las mentes.
El feminismo tiene que ver con revolucionar la vida doméstica, para que
cambie la existencia de las mujeres de manera real. Que los hombres com-
partan en igualdad de condiciones el trabajo doméstico y la crianza de los
hijos e hijas. Así, éstas dejarán de tener dobles jornadas de trabajo. Las
mujeres deben acceder al poder, pero ese hecho no es una acción feminista
en sí. En fin, la tarea del feminismo es ardua y larga aún pero, como digo,
está más que nada en el terreno de la transformación de las mentalidades
que modificarán, a su vez, usos y costumbres de la vida cotidiana.
Como feminista, uno de mis mayores deseos es que el feminismo desapa-
rezca de la faz de la tierra en el próximo siglo. Que se conquiste la equidad
entre los géneros y que el movimiento feminista no tenga ninguna razón
de existir. Pero está por verse hacia dónde nos dirigimos.*

* Agradezco a Anna Muria, Maiala Meza y John Mraz por la lectura y corrección del
original del presente trabajo.

81
FEMINISMO Y OPINIÓN PÚBLICA HOY.
APUNTES PARA UNA REFLEXIÓN

ANNA M. FERNÁNDEZ PONCELA


UAM-Xochimilco
La situación de las mujeres en el mundo, su creciente protagonismo en todos
los ámbitos de la vida social y su aportación a la construcción de la sociedad
son hoy en día cuestiomes centrales. Las mujeres hemos conseguido introducir
las políticas de la igualdad de la mujer y el debate sobre su papel en la sociedad,
en las agendas de las instancias decisorias, tanto públicas como privadas. Los
temas que afectan a las mujeres han dejado de ser sectoriales y forman parte
esencial de las políticas generales. Las mujeres somos un elemento dinamizador
de los cambios sociales y una parte activa en la búsqueda de soluciones. Si hay
en la actualidad un gran movimiento que afecte a la transformación de la socie-
dad, es el profundo cambio en las relaciones entre los hombres y las mujeres, es
la independencia y autonomía de éstas y su participación activa en la sociedad. 1

El feminismo es la preocupación de este texto. Concretamente se trata


de un pulso a la opinión pública del país en general, ya la juventud uni-
versitaria en particular, sobre cómo ven, valoran, perciben y juzgan este
vocablo -y la realidad social y práctica política que conlleva-, tan vitu-
perado como defendido, tan incomprendido como denostado. Para lo cual
contamos con las dos preguntas finales de una encuesta de carácter nacio-

1 Cristina Albereli, Las mujeres españolas en el umbral del siglo xx, p. 5, 1994.

85
nal aplicada en 1996 para un proyecto sobre participación y cultura políti-
ca de hombres y mujeres. También tenemos esos dos mismos interrogantes
en encuestas realizadas a estudiantes de la Universidad Autónoma Metro-
politana (Xochimilco) en 1995 y de la Universidad Iberoamericana (Santa
Fe) en 1996. 2 Además de las cuatro preguntas finales de una entrevista
llevada a cabo en ambos centros de educación superior. Éstas constituyen
un profundo y rico testimonio cualitativo respecto a la percepción actual
sobre el feminismo, si bien no representativo y extenso como las encuestas
mencionadas, las cuales muestran un amplio contexto estadístico de las
actitudes sociales respecto al tema. Así, se cuenta con información de ela-
boración propia, esto es, fuentes de primera mano, tanto cuantitativas como
cualitativas, para una temática, cuyo estudio desde estas perspectivas no ha
sido abordado hasta la fecha. 3

EL FEMINISMO

En resumidas cuentas y sin afán de revisar la multitud de definiciones


sobre el concepto, expondré algunas de las más sencillas y consideradas
como correctas por quien escribe. El feminismo es la lucha por la igualdad
de derechos y oportunidades entre las mujeres y los hombres, ni más ni
menos. Es un movimiento emancipatorio, la radicalización de la Ilustra-
ción según algunas autoras. Un proyecto que persigue cuestionar la hege-
monía masculina y la subordinación femenina en función de la diferencia
genérica asignada por la construcción social. 4 Es un pensamiento de la
igualdad y su vindicación para la mitad de la humanidad, a la cual no le es
atribuida. 5 Se trata de una perspectiva teórica que cuestiona la existencia

2 A partir de ahora las nombraremos por sus siglas respectivas: UAM y UIA.
3 Para ver las características de las encuestas y entrevistas consúltese la nota metodológica
final.
4 CeliaAmorós, Tiempo de flminismo. Sobre flminismo, proyecto ilustrado y posmodernidad,
1997.
5 Amelia Valcárcel, La política de las mujeres, 1997.

86
de papeles de género naturales y de un compromiso político por erradicar
la desigualdad entre hombres y mujeres. 6 Un concepto capaz de englobar
una ideología y un movimiento de cambio socio político fundado en el
análisis crítico del privilegio masculino y la subordinación femenina en
cualquier sociedadJ La cuestión es mejorar la condición de la mujer a
nivel político, económico, educacional, familiar, en fin, en todas las esferas
de la vida social, todo cuanto tienda a reconocer en ella a una personalidad
libre e independiente, pero no antagónica del hombre. 8
Se considera que como movimiento colectivo ha perdido adeptos y se-
guidoras; sin embargo, ha llegado a amplios sectores sociales e incluso ha
conquistado instituciones, partidos, gobiernos y organizaciones interna-
cionales que más o menos incorporan sus reclamos, cuando no de forma
abierta y directa, sus objetivos. 9

LA ACTITUD SOCIAL

La opinión pública se ha definido como barómetro social, esto es, toma el


pulso de la sociedad en un lugar concreto y en un momento dado. Se trata
de la suma de opiniones individuales sobre un asunto considerado de inte-
rés público. 10 Son las actitudes y los valores, qué piensan y qué dicen que
hacen las personas;ll el parecer, pensar o sentir de la generalidad de un
grupo humano acerca de alguna cuestión.
En concreto, las encuestas de opinión sirven para contextualizar cuanti-
tativamente determinado fenómeno social o un tema de interés. Son un
esbozo porcentual de la opinión de la gente que muestra su valoración en

6 Norma Chinchilla S., Sociedad, subordinación y feminismo, 1982.


7 Karen Offen, "Definir el feminismo: un análisis histórico comparativo", 1991.
8 Amalia Martín-Gamero, Antología del feminismo, 1975.
9 Mariette Sineau, Historia de las mujeres. El siglo xx. La nueva mujer, 1993; Anna M.
Fernández Poncela, Mujeres en la élite política. Testimonios y cifas, 1999.
10 Phillips Davison, "Opinión pública", 1979.
11 Robert Worcester. "Reflexiones sobre la opinión pública", 1994.

87
la respuesta a la pregunta formulada. En el caso específico que nos ocupa,
dos fueron los interrogantes aplicados sobre el tema. En primer lugar: ¿qué
opinión tiene usted de los grupos feministas? En segundo lugar: ¿usted se
considera feminista? Éstos constituían la última parte de una encuesta na-
cional 12 y son los que vamos a analizar en estas páginas.

LA OPINIÓN DE LA POBLACIÓN EN GENERAL

Ante la primera pregunta, un porcentaje importante cercano a la mitad de la


muestra contestó que buena (44.2%), pero más de un tercio dijo no tener
juicio al respecto (39.8%), y en tercer lugar se sitúan los que afirman poseer
mala opinión (16.16%). Lo que resalta de la respuesta obtenida, junto a la
buena opinión, es el elevado número de personas sin opinión, sea descono-
cimiento, desinterés o supuesta "neutralidad", rayando con la indiferencia.
Las mujeres son quienes tienen un buen concepto (53.1 %), en compa-
ración con sus homólogos masculinos (34.8%), y los hombres parecen
tener, en mayor porcentaje, mala opinión (22.7%) que las mujeres que
piensan de esa manera (9.7%).13 Lo cual significa que son las mujeres las
que tienen configurada una opinión favorable y positiva respecto a la valo-
ración de estos grupos y al feminismo en general.
Curioso e interesante resulta destacar que en este punto más hombres
que mujeres se declararon sin opinión, cuando muchas veces y para otros
temas en las encuestas de opinión pública sobre cuestiones políticas, resul-
ta casi siempre a la inversa. 14

12 Véase la nota metodológica.


13 En un "Estudio sociológico sobre las actitudes de las mujeres ante la política y el
feminismo" realizado en España en 1987, la mayor parte de las encuestadas opinó que
el feminismo es un movimiento de reivindicación y defensa de la mujer, una forma de
cambiar las relaciones entre los sexos y plantea un modo de vida distinto al tradicional; si
bien un grupo de encuestadas lo comparó con el machismo (Instituto de la Mujer, 1988).
14 Anna M. Fernández Poncela, Hombres, mujeres y política. Una mirada desde la opinión
pública y sus protagonistas, 1997.

88
Según sexo Según edad
Población jóvenes de Adultos de Mayores de 50
total Masculino Femenino 18 a 29 años 30 a 49 años añosy mds

Buena 44.2 34.8 53.1 47.7 48.2 28.7


Mala 16 22.7 9.7 17 13.7 19.8
Sin opinión 39.8 42.5 37.2 35.3 38.1 51.5
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

En cuanto a la edad, entre la población que expresó su buen parecer


sobre los grupos feministas, destacan los jóvenes (47.7%) y adultos (48.2%),
y entre los que expresaron mala opinión, hay algo más de personas mayo-
res (19.8%), pero son estas últimas las que se declaran en su mayoría sin
juicio sobre el tema, con más de la mitad de ese grupo de edad (51.5%).15

Según edad
Masculino Femenino
jóvenes de Adultos de Mayores de 50 jóvenes de Adultos de Mayores de 50
18 a 29 años 30 a 49 años añosy mds 18 a 29 años 30a 49 años añosy mds

Buena 36 39.1 24.5 59 56 33.6


Mala 23.8 18.9 28.3 10.4 9.1 10
Sin opinión 40.2 42 47.2 30.6 34.9 56.4
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Cabe mencionar que las mujeres de todas las edades manifestaron una
buena valoración sobre los grupos feministas; mientras los hombres mayo-
res son los que al parecer poseen una mala opinión sobre dichas agrupacio-
nes sociales (28.3%), y las mujeres de edad avanzada las que menos tuvie-
ron una valoración positiva de las mismas (33.6%) en comparación con

15 En la encuesta española citada, las mujeres de edad avanzada junto con las de bajo
nivel económico, de estudios, amas de casa y residentes en núcleos pequeños de población
fueron quienes menos se pronunciaron sobre el feminismo (Instituto de la Mujer, 1988).

89
otros grupos etarios de su mismo sexo. Hombres y mujeres destacan, como
decíamos, por su aparente desconocimiento del tema o su falta de juicio y
posicionamiento, más entre los primeros que entre las segundas, pero siem-
pre con mayor porcentaje las personas de 50 y más años, indistintamente
de su sexo.

Escolaridad
Sin escuela Primaria Secundaria Bachillerato Superior

Buena 24.3 39.2 46.1 47.1 55.7


Mala 20 17.3 14.3 15.6 15.8
Sin opinión 55.7 43.5 39.6 37.3 28.5
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Entre quienes dicen tener una buena opinión resaltan los de mayor grado
de escolaridad (55.7%), y entre los que no tienen opinión -incluso mala
opinión-los menos escolarizados (20%) o sin escolaridad (55.7%).

Escolaridad masculina
Sin escuela Primaria Secundaria Bachillerato Superior

Buena 15.6 34.8 34.8 33.6 43.7


Mala 34.4 23.7 21.5 23.7 17.2
Sin opinión 50 41.5 43.7 42.7 39.1
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Escolaridad femenina
Sin escuela Primaria Secundaria Bachillerato Superior

Buena 31.6 42.7 57.1 61.7 70.4


Mala 7.9 12.3 7.3 6.7 14.1
Sin opinión 60.5 45 35.6 31.6 15.5
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

90
Si bien a mayor educación, mejor opinión de los grupos feministas y a la
inversa, tanto para la valoración negativa como para aquella que no expresa
juicio alguno; las mujeres de varios niveles educativos prácticamente do-
blan a los hombres que dicen tener esa misma impresión o percepción.
Sobresale de manera notoria 70.4% de mujeres con valoración positiva
entre aquellas que poseen escolaridad superior, y 34.4% de la población
masculina declara una opinión mala en el nivel de sin escolaridad; al igual
que los elevados porcentajes de las personas sin opinión de ambos sexos en
este mismo grado educativo.

Ocupación
Sector Sector Cuenta Jubilados
público privado propia Desempleados Estudiantes Amas de casa Y otros

Buena 50.4 43.8 40.8 33.7 46 49.3 24.5


Mala 13.7 15.6 20 31.5 18 9.8 20.8
Sin opinión 35.9 40.6 39.2 34.8 36 40.9 54.7
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Respecto a las ocupaciones hay gran diversidad, por ejemplo, los jubila-
dos -personas mayores- sobresalen entre los que carecen de juicio al
respecto (54.7%), los desempleados entre los que afirman tener mala opi-
nión (31.5%), yel sector público y las amas de casa -mujeres-, entre los
que los consideran en buen concepto 50.4 y 49.3%, respectivamente.

Ingresos
$Oa 600 $601 a 1200 $1201 a 2400 $2401 a 4800 $4801 y mds

Buena 44.6 47.5 44.4 41.8 43.1


Mala 13.9 13.5 18.8 20.2 25.5
Sin opinión 41.5 39 36.8 38 31.4
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

91
También la disparidad reina en la variable ingresos, y es curioso que a
mayor percepción económica aumenta moderadamente la opinión negati-
va entre el grupo de las personas que expresaron dicha opción, mientras
que con la disminución del ingreso se incrementan los de sin opinión, por
ejemplo. Las personas que manifestaron una valoración positiva presentan
reducidas oscilaciones respecto a sus percepciones y recursos económicos,
no muestran tendencias, esto es, el porcentaje se distribuye de forma simi-
lar en todas las escalas.
Así las cosas, si bien la valoración positiva sobre los grupos feministas es
la mayoritaria, hay un alto porcentaje que parece no expresar opinión al
respecto, y un grupo nada despreciable que confiesa su opinión negativa
sobre los mismos. Las mujeres tienen, en general, una mejor opinión que
los hombres, así como los jóvenes y adultos que los de edad avanzada, lo
mismo que los que tienen un mayor nivel educativo, no así en lo referente
al ingreso en el que no se visualizan propensiones claras.

Voto masculino
PAN PRI PRD PT Otro Ninguno No sabe No respondió

Buena 39.3 33.1 34.8 33.3 88.9 35.4 34.2 29.3


Mala 24.6 29.8 18.8 33.3 11.1 20 13.2 24.4
Sin opinión 36.1 37.1 46.4 33.4 44.6 52.6 46.3
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Voto femenino
PAN PRI PRD PT Otro Ninguno No sabe No respondió

Buena 57.7 51.7 65 76.9 100.0 42.4 44.7 50


Mala 9.2 10.4 6.7 16.7 10.6 2.8
Sin opinión 33.1 37.9 28.3 23.1 40.9 44.7 47.2
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

De entre las mujeres, las que votarían por el PT son las que tienen mejor
opinión (76.9%), seguidas de las perredistas, mientras que, curiosamente,

92
entre los hombres destacan los que emitirían su sufragio por el PAN (39.3%).
La mala opinión destaca en hombres y mujeres que simpatizan con el PRl,
muy especialmente entre los primeros. Y en cuanto a los que pertenecen al
grupo sin opinión son los perredistas y las priístas los que así se manifesta-
ron. 16 Es necesario destacar que éstos, independientemente de su sexo,
concuerdan en gran medida con aquellas personas que no votarían a nin-
gún partido, no saben o no contestan. Los que dicen tener buena opinión,
en especial las mujeres, coinciden con los sectores que no muestran opi-
nión electoral, o dicen votar por otro partido. Hasta aquí la exposición y
análisis de la primera pregunta de la encuesta nacional, pasaremos ahora a
reflexionar en torno a la segunda.

SE CONSIDERA FEMINISTA...

Para empezar hay que tener presente que esta interrogante de carácter
eminentemente personal no es una opinión en abstracto y general como la
anterior, sino una pregunta directa y concreta: si se considera feminista.
Esto es, se trata de una cuestión de hecho, cuya respuesta es una afirma-
ción o una negación, con lo que tiene de posicionamiento personal.

Según sexo Según edad


Población jóvenes de Adultos de Mayores de 50
total Masculino Femenino 18 a 29 años 30 a 49 años años y mds

Buena 37 16.4 48.4 36.4 42.8 24


Mala 63 70.7 41.7 63.6 57.2 76
Sin opinión 12.9 9.9
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

La respuesta mayoritaria fue negativa (63%) con casi dos tercios de la


población encuestada, seguida por más de un tercio que dijo que sí (37%).

16 En esta ocasión se cruzó sexo y edad con la variable de a quién votarian para diputados
federales si hubiera elecciones en el momento de aplicarse la encuesta.

93
Si bien, claramente la mayoría contestó negativamente, el porcentaje que
lo hizo de manera favorable es digno de ser subrayado. 17 Aquí, ya diferen-
cia del interrogante anterior, el número de personas que no se considera
feminista en relación con las que tenían mala valoración de los colectivos femi-
nistas es más elevado; y es que la opinión más o menos favorable sobre
dichos grupos, según la respuesta ya analizada, no conlleva una implica-
ción personal, se trata de otro grado o nivel de afirmación, como señalába-
mos, de carácter más abstracto y general.
Desagregando por sexo la respuesta, se observa cómo más mujeres que
hombres dijeron que sí, 48.4% ante 16.4%, ya la inversa, más hombres
que mujeres señalaron que no, 70.7% frente 41.7%. Lo cual significa que
las mujeres se sienten o se consideran en mayor cantidad feministas que los
hombres. Se puede relacionar esta respuesta favorable con la positiva de la
pregunta anterior, ya que si 53.1 % de las mujeres dijeron tener una buena
opinión de los grupos feministas, 48.4% afirmó considerarse ella misma
feminista, cifras alrededor del 50%, esto es, la mitad de las mujeres consul-
tadas en este caso.
Los adultos destacan en el no (57.2%), los mayores (76%), y aparecen
los jóvenes en alto grado (63.6%), aunque en segundo lugar como en el sí
(36.4%). En todos los grupos etarios el no es el más elevado, y entre los de
menor edad dobla el sí.

Según edad
Masculino Femenino
jóvenes de Adultos de Mayores de 50 jóvenes de Adultos de Mayores de 50
18 a 29 años 30 a 49 años añosy más 18 a 29 años 30a 49 años añosy más

Sí 14.4 23.4 17.3 56.3 59 3l.8


No 85.6 76.6 82.7 43.7 41 68.2
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

17 Es preciso señalar que también se recogía la no respuesta, pero debido al reducido


número de casos que seleccionó esta opción, la misma ha desaparecido para efectos de
este análisis.

94
Las mujeres adultas se consideran en mayor número feministas (59%) en
segundo lugar las jóvenes (56.3%) y por último las mayores (31.8%); estas
últimas fueron las que en mayor medida dijeron no serlo (68.2%). Respecto
a los hombres, presentan variaciones porcentuales menos significativas.

Escolaridad
Sin escuela Primaria Secundaria Bachillerato Superior

Sí 21.7 34 42.1 36.9 40.4


No 78.3 66 57.9 63.1 59.6
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Los sin escolaridad sobresalen entre las personas o grupos de educandos


que dijeron no (78.3%) y el sí está repartido entre varios niveles, desco-
llando los de mayor nivel o grado; 40.4% escolaridad superior y 42.1 %
secundaria, por ejemplo.

Escolaridad masculina
Sin escuela Primaria Secundaria Bachillerato Superior

Sí 11.5 19.3 18.8 16.9 23.8


No 88.5 80.7 81.2 83.1 76.2
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Escolaridad femenina
Sin escuela Primaria Secundaria Bachillerato Superior

Sí 29.4 45.5 63.3 57.6 59.2


No 70.6 54.5 36.7 42.4 40.8
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Finalmente, entrecruzando sexo, escolaridad y ser o no feminista, entre


las mujeres de mayor educación formal había más predisposición y a la

95
inversa; mientras que entre los hombres, si bien a menor escolaridad la
respuesta era negativa, la positiva no presenta relación alguna con el grado
de instrucción y se percibe cierta fluctuación porcentual.

Ocupación
Sector Sector Cuenta Jubilados
público privado propia Desempleados Estudiantes Amas de casa Y otros
CO DO lA P

Sí 36.5 31.5 26.9 21.8 34.4 54.5 11.1


No 63.5 68.5 73.1 78.2 65.6 45.5 88.9
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Los jubilados (89.9%) y los desempleados (78.2%) consideran, en alto


porcentaje, que no son feministas, y las amas de casa (54.5%) -mujeres al
fin y al cabo-, piensan que sí, esto de acuerdo con su ocupación, similar a
los resultados obtenidos y analizados de la pregunta precedente. Se observa,
como ya se hizo con anterioridad, que las tendencias diferentes según edad y
sexo quedan reflejadas, cuando esto es posible, en la variable educación.

Ingresos
$Oa 600 $601 a 1200 $1201 a 2400 $2401 a 4800 $4801 y mds

Sí 37.6 39 32.5 40.6 35.3


No 62.4 61 67.5 59.4 64.7
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Sobre el nivel de ingresos, tampoco hay diferencias significativas dignas


de reseñar.
En relación con la preferencia electoral, se encontró que entre los hom-
bres que no se consideraban feministas están los posibles y futuros elec-
tores del PRD, del PAN Y del PRI o los que votarían a otro partido o a
ninguno, o no saben. Y entre los que afirman lo contrario están los del

96
Voto masculino
PAN PRl PRD PT Otro Ninguno No sabe No respondió

Sí 15.5 19.2 13.3 22.2 11.1 17.5 27.1 17.9


No 84.5 80.8 86.7 77.8 88.9 82.5 72.9 82.1
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Voto femenino
PAN PRl PRD PT Otro Ninguno No sabe No respondió

Sí 49.2 55.6 60.3 76.9 50 54.4 57.1 30.3


No 50.8 44.4 39.7 23.1 50 45.6 42.9 69.7
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

PT Y los del PRI O los que no saben, si bien las diferencias son relativas.
Para las mujeres votantes del PAN parece haber ciertas dudas, mientras que
las que sufragarían por el PRI Y el PRD dijeron, en mayor número, que sí
se consideraban feministas. Llama la atención el alto porcentaje de los sim-
patizantes del PT, partido pequeño de elevada militancia; en todo caso
invita a la reflexión.
Resumiendo esta última pregunta, si bien es mayoritario el número de
personas que se declaran no feministas, el porcentaje que dice que sí es
también respetable. Las mujeres y los adultos con mayor grado de instruc-
ción son quienes comparten en mayor proporción la última opción men-
cionada, y los hombres, mayores, sin escolaridad, la primera.

EL PUNTO DE VISTA ESTUDIANTIL

El ejercicio anterior fue también realizado entre jóvenes universitarios, se


trata de un recorte social no sólo generacional sino de sector juvenil con-
creto, que si bien no es ni representativo ni mayoritario de la sociedad o
entre la juventud, por sus características sí es un grupo con posibilidades

97
de influencia y contribución al desarrollo social del país. Se aplicaron las
dos mismas preguntas en sondeos que tuvieron lugar en la UAM y la UTA. 18

LA OPINIÓN DE LOS Y LAS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS/AS EN PARTICULAR

Los jóvenes estudiantes universitarios responden no tener una opinión so-


bre los grupos feministas (51.3% de la UAM y 44% de la UIA); en segundo
lugar dicen tener buena opinión (39.1 % los primeros y 38.8% los segun-
dos), y en tercer lugar poseen una opinión negativa (9.6 y 17.2%, respec-
tivamente). Esta postura contrasta con la encuesta nacional, ya que tanto
el total de la población consultada como el grupo de edad joven por sepa-
rado, coincidieron en primer lugar en tener una valoración positiva, y en
segundo lugar, confesaron no saber. Lo que resalta, en todo caso, es la
mayoritaria respuesta de los estudiantes que ronda la mitad de la muestra
consultada en relación con no posicionarse ni emitir juicio alguno sobre el
tema; cuando se supone que este sector posee mayor información y esto en
principio favorece la toma de posición y emisión de opinión para otro tipo
de cuestiones de cariz político. 19 Lo anterior merece una atenta reflexión
sobre el asunto; máxime y teniendo en cuenta que el ser joven y poseer
mayor grado de instrucción supuestamente conllevaría a estar más infor-
mado, conocer y ser más sensibles en torno a determinados temas.

Población total Hombres Mujeres


UAM UIA UAM UIA UAM UIA

Buena 39.1 38.8 31.3 36 45.7 41.5


Mala 9.6 17.2 12.9 17 6.7 17.4
No sabe 51.3 44 55.8 47 47.6 41.1
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

18 Véase la nota metodológica.


19 Fernández Poncela, op. cit., 1997; Cultura política juvenil en el umbral del milenio,
2000.

98
Si se desagregan por sexo los resultados obtenidos según la universidad
a la cual pertenecen, puede afirmarse que en términos generales las estu-
diantes de uno y otro centro tienen una opinión positiva hacia estos grupos
(45.7% las de la UAM y 41.5% las de la UIA), mientras que los hombres son
los que dicen no saber (55.8% los uameros y 47% los de la Ibero); si bien
la proporción de esta última respuesta entre las jóvenes es también destaca-
da: 47.6% para el primer centro y 41.1 % para el segundo. Comparando
únicamente por universidades, los de la universidad privada son los que
tienen mala opinión de los grupos feministas, pero cuando se realiza el
contraste entre los sexos no hay diferencia importante en cuanto a dicha
valoración, aunque en la universidad pública doblan los hombres a las
mujeres que así opinan. Sin embargo, las mujeres de la UAM son las que
tienen una opinión más favorable, seguidas por las de la UIA, en compara-
ción con los hombres de esas mismas instituciones académicas. Y entre los
que dicen no saber destacan los hombres de la institución pública. Señalar
para finalizar este punto que el porcentaje de mujeres de la UAM -la uni-
versidad pública- es realmente muy elevado, teniendo en cuenta las ca-
racterísticas de dicho centro docente y la opinión de sus estudiantes según
otras investigaciones. 2o
El resumen de los resultados de esta pregunta es que la mayoría de la
población universitaria consultada no tiene opinión sobre los grupos femi-
nistas, en más alta proporción que la población del país, por ejemplo, lo
cual salta a la vista y constituye un toque de atención hacia el feminismo,
sus postulados y protagonistas. Por otro lado, más de un tercio de la misma
parece tener una valoración positiva de estos colectivos, y son pocos los
que la poseen negativa, en este asunto de forma similar a la opinión obtenida
en la encuesta nacional. Parece ser que el desconocimiento o el desinterés
reinan sobre el tema. Aquí también las mujeres poseen juicios positivos en
la consideración de estas asociaciones en comparación con los hombres, y las
que cursan sus estudios en la universidad pública son las mujeres que más
los valoran.

20 Op. cit., 2000.

99
SE CONSIDERA FEMINISTA...

En cuanto al segundo interrogante sobre si se considera o no feminista, en


el cuestionario aplicado a los estudiantes universitarios, la respuesta se
diversificó y matizó más que en la encuesta nacional; así, además del sí y el
no, se podía responder en cierto modo y no sabe. Tras esta aclaración inicial,
podemos apuntar a una alta proporción de los y las estudiantes, 42.8% de
la UAM y 51.4%, de la UIA, que dicen no considerarse feministas, la más
elevada entre las opciones existentes y siguiendo la tendencia ya apuntada
en los datos arrojados y expuestos de la encuesta nacional. Si bien, en segun-
do lugar, la juventud universitaria dijo que en cierto modo, 40.1 % para el
centro público y 31 % del privado, lo que significa que alrededor de un tercio
de los estudiantes se consideran de alguna manera feministas. Y ya en tercer
lugar el sí, con 13 y 14.2%, para una y otra universidad respectivamente; en
este punto con cifras más reducidas que la nacional debido seguramente a
la opción intermedia de "en cierto modo" que en la otra no existía. 21

Población total Hombres Mujeres


UAM UIA UAM UIA UAM UIA

Sí 13 14.2 9.8 6.9 15.7 21.3


No 42.8 51.4 50.9 64.8 36 38.3
En cierto
modo 40.1 31 31.7 25.5 47.2 36.4
No sabe 4.1 3.4 7.6 2.8 1.1 4
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Si realizamos una comparación por sexos veremos que son los hombres
quienes más dicen no ser feministas y en mayor porcentaje los procedentes

21 Hay que indicar también e! escaso porcentaje de! no sabe en e! mismo sentido de la

diversificación de opciones que significa o representa, como decíamos la respuesta en


cierto modo; pero y también, como apuntábamos en su momento por tratarse de una
pregunta de carácter personal y muy concreta.

100
de la Ibero (50.9% para la UAM y 64.8% para la UIA); mientras que son las
mujeres las que más afirman serlo (15.7 y 21.3%), o consideran que lo son
en cierto modo (47.2% en la primera y 36.4% para la segunda). Esta últi-
ma opción representa los más altos porcentajes, lo que seguramente se
relaciona con el hecho de que hay más mujeres de la UIA que de la UAM que
dijeran que sí.
Para concluir este apartado podemos afirmar que las y los universitarios,
así como la población en general y los jóvenes del país, no se consideran
feministas, si bien entre los estudiantes un elevado porcentaje piensa que lo
son en cierto modo, cuestión que aunque matizada ajusta más la respuesta,
reduciendo tanto la proporción de los que en la encuesta nacional dicen que
no, como y también, los que se adhieren al feminismo. Así, los hombres son
los más reacios, en especial los pertenecientes a la universidad privada, mien-
tras que las mujeres, en general, se posicionan algo más en las otras opciones.
En estas respuestas, como en las de la pregunta anterior, yen las obteni-
das en la otra encuesta ya trabajada, el porcentaje de mujeres favorable
tanto en valoración de los grupos feministas, como en cuanto a identificar-
se o definirse como feminista, es siempre más alto que el de los hombres
que presentan esa misma opción. Puede considerarse que en este caso par-
ticular de estudio la variable sexo es importante e imprescindible para el
análisis de la opinión pública; si bien para otro tipo de preguntas, por
ejemplo, las relacionadas con cuestiones de política formal o institucional
ésta no presenta interés. Esto es, hombres y mujeres comparten puntos de
vista en torno a la política -interés, respeto e importancia del voto, parti-
cipación electoral, motivos e influencias a la hora de votar, tendencia y
simpatía política-; sin embargo, su valoración sobre la presencia de mu-
jeres en la política o las preferencias según el sexo del candidato es muy
diferente a la masculina, cuestión comparable con su actitud hacia el femi-
nismo. 22 Y si bien ha quedado claro que la mayoría de la población del país
no se considera feminista, parece tener en buena opinión a los colectivos

22 Fernández Poncela, op. cit., 1997, 2000.

101
identificados con dicha causa. Así las cosas, si bien el feminismo no es algo
que se conozca o se tenga muy claro, a juzgar por el gran número de
encuestados sin opinión en algunas respuestas, y no es un concepto con el
que la gente se sienta muy cómoda o identificada a nivel personal; tampo-
co es apreciado de forma negativa y mucho menos cuando se trata de valo-
rar en sentido abstracto y general. Esto último es una cuestión importante,
ya que si lo anterior se sospechaba de alguna manera, la buena opinión
sobre las organizaciones feministas es un poco una sorpresa, en el sentido,
también y seguramente, de desconocimiento por la falta de investigación
precedente sobre el tema.

TESTIMONIOS DE LAS Y LOS JÓVENES UNIVERSITARIAS/OS

Además de los importantes aportes estadísticos de las encuestas analizadas,


que esbozan un amplio panorama contextual sobre el tema, consideramos
necesaria la profundización de carácter cualitativo por medio de la recolec-
ción de testimonios a través de entrevistas en profundidad. Se persigue con
ello aprehender las actitudes y percepciones de las personas consultadas. 23
Así, en paralelo a la aplicación de los sondeos en las dos universidades se
realizaron sendas entrevistas sobre el tema. 24 En concreto se trató de una
consulta más extensa y las cuatro últimas preguntas versaron sobre feminis-
mo. Es esta información la que vamos a transcribir e interpretar a continua-
ción intentando, de alguna manera, rellenar de contenido testimonial el
análisis estadístico de opinión pública que las ha precedido. La formula-
ción del primer interrogante fue de carácter definitorio: ¿Qué es el femi-
nismo? En segunda instancia se preguntó: ¿Usted qué piensa del feminis-
mo? En tercer lugar se solicitó una breve respuesta muy concreta y puntual:
¿Cómo considera al feminismo: algo bueno, malo o no sabe? Finalmente:
¿Se considera feminista: sí, no, en cierto modo? y ¿por qué?

23 lno Rossi y Edward O'Higgins. Teoría de la cultura y métodos antropológicos, 1981;


S. J. Taylor y R. Bogdan, Introducción a los métodos cualitativos de investigación, 1986.
24 Consúltese la nota metodológica.

102
UNA DEFINICIÓN

Sobre la primera cuestión, hubo básicamente tres posturas, a favor, en con-


tra y la respuesta de no saber. Los y las jóvenes que estuvieron a favor
aludieron a la igualdad de derechos y oportunidades. "Una tendencia en la
forma de pensar la igualdad de las mujeres, la validación de sus derechos,
la apertura de espacios para ellas, la satisfacción de sus necesidades como
iguales a los hombres". Pero y también aquellas personas que expresaron
su contrariedad, generalmente hombres, señalaron el mismo argumento
para restar credibilidad al feminismo y acusarlo, poco menos que de radica-
lismo sin sentido: "Un capricho de las mujeres, todos tenemos los mismos
derechos, el feminismo al igual que el machismo es una tontería, porque
deberíamos fundamentarnos en la capacidad de hacer cosas y no en
caprichitos tontos". Fue usual la comparación en términos de igualación
negativa y como dos polos opuestos, entre el feminismo y el machismo,
eso sí, uno utilizado por mujeres y el otro por hombres. Y sobre la tercera
disposición: "Pues la verdad, no conozco esa postura... "; "¿quién sabe?, eso
sí no sé"; "francamente no sé lo que es el feminismo"; si bien es cierto que
fueron pocos los que así respondieron, posicionándose de una u otra ma-
nera, la mayoría.
Las opiniones de los jóvenes que apoyan o están de acuerdo con el femi-
nismo hablan en los siguientes términos, haciendo hincapié en la igualdad,
toda vez que reconociendo que existe la discriminación hacia la población
femenina: "Es una corriente que busca luchar por los derechos de las mu-
jeres". "Un levantamiento por parte de las mujeres para tratar de expresar
todos sus ideales de erradicar totalmente ese machismo que hay en la so-
ciedad mexicana".
Pero incluso en las definiciones positivas de los muchachos, se añade, a
veces, la sombra de la duda, respecto a la bondad del feminismo, como que
da miedo defenderlo plenamente, o como que la desconfianza vertida ha-
cia el ámbito de la política en general, entre otras cosas, se hace extensible
a una serie de espacios más amplios. "La búsqueda de las mismas mujeres
por sus derechos. Bien visto la lucha por los derechos de igualdad, y mal

103
visto, es una bola de revoltosas que andan ahí nada más gritoneando dere-
chos que ya tienen o andan reclamando cosas que son intranscendentes".
Las jóvenes también se expresaron, en ocasiones, en un sentido descripti-
vo y ambiguo, definiendo al feminismo como moda, expresión de imagen
intelectual o simple y llanamente rebeldía: "Mujeres rebeldes que salen a
hacer ruido, ése es el concepto que tengo". "Un concepto se usa mucho
entre personas que quieren sentirse intelectuales". "Es una moda, es un
papel que se imponen para desacomplejarse de una mentira". Otras deja-
ron claro su apoyo: "Buscar la igualdad de derechos para la mujer"; "una
actitud de vida, una propuesta política"; "la lucha de las mujeres por la
defensa del bien de las mujeres mismas"; "tener los mismos derechos";
"que te enfoques hacia los problemas de la mujer"; "es la lucha por los dere-
chos de las mujeres", como vemos se hizo énfasis en cuanto a los derechos.
Hubo quien lo reflejó en su persona y en la práctica: "Imponer mi voluntad
todos los días, es creer que uno como mujer, realmente puede salir adelante
independientemente de los hombres". Y hubo también quien puntualizó
las creencias y realidades en torno al concepto: "Una política, buscar igual-
dad de derechos entre hombres y mujeres. Antes se entendía estar en con-
tra de los hombres, pero creo que no es eso, ahora quizás es estar al mismo
nivel o más bien tener las mismas oportunidades". Reconocieron también su
largo caminar y el trecho que resta por recorrer: "Tiene mucho trabajo, mu-
chas cosas por qué luchar y apenas está en pañales, al menos en México".
Las mismas muestras de apoyo en boca de mujer, como en los jóvenes
anteriores, presentaron ciertas reticencias, cambios de rono y modulaciones.
Si bien están a favor, bajo sospecha, muestran su crítica, pero parecc algo
menos dura que cuando ésta la expresa un varón: "Es un movimiento en
el que las mujeres luchan por ser tomadas en cuenta, un grupo de muje-
res que trata de hacer valer sus derechos, como en casi todos los movi-
mientos se cometen errores y lo han desvirtuado"; "pues yo lo considera-
ría una corriente o una política en la que la mujer quiere defender sus
derechos, defenderse del machismo, pero a veces se puede malinterpretar";
"un movimiento de liberación, que también como que ya está divagando".
Como vemos, se señalan errores, malinterpretaciones y divagaciones, no

104
como los estudiantes que hablaban en términos de revoltosas y gritonas
de forma explícita.
Pasemos ahora a descifrar los posicionamientos contrarios al feminismo.
Muchos estudiantes de los que mostraban su disgusto, entre otras cosas,
acusaban al feminismo de ser lo mismo que el machismo, como ya hemos
visto, de querer imponerse, de radicalismo, y en el fondo de no saber lo
que quieren, esto es, desacreditando y desvalorizando a las mujeres, en el
sentido de ser malas o tontas, a la carta, o incluso enfermas y trastornadas. 25
"Son las mujeres las que quieren imponer sus reglas o algo así"; "son un
grupo de mujeres que quieren por igual tanto al hombre como a la mujer,
pero son como muy radicales que ni ellas mismas saben lo que quieren con
el hombre"; "se me imagina una bola de señoras, climatéricas, que ya no
saben ni qué onda con ellas"; "es una agrupación de mujeres, es una cosa
muy cerrada, la mujer, sin tomar en cuenta otras cosas, igual que el ma-
chismo"; "ahora, llevado al extremo es como el machismo"; "es el mejor de
los machismos"; "para mí decir que una mujer es feminista es lo mismo
que decir que un hombre es machista, son dos extremos totalmente ilógi-
cos, están criticando al machismo y se vuelven feministas, o sea se van al
otro extremo, se me hace lo mismo"; "es un extremismo como el machismo,
es llevar a idealizar demasiado a la mujer"; "es lo contrario del machismo, la
mujer, que domine la mujer".
Como vemos, la sombra de la venganza femenina contra los hombres y
el machismo enseña los dientes. No sólo el feminismo, según los estudian-
tes, sobre todo hombres, es malo o nefasto, es lo contrario del machismo,
reconociendo también la existencia y lo negativo de este último, pero a
veces se insinúa que es casi peor que el propio machismo con el cual se le
contrasta habitualmente. Además, las mujeres, como son tontas y no saben,
no se aclaran ni sobre lo que ellas mismas quieren, de malas se desvalorizan
y pasan a no ser nada minimizadas o infantilizadas, o incluso enfermas
como se enfatiza en alguna ocasión citando trastornos hormonales. Pero

25 El viejo y usado argumento de hacer recaer en sus víctimas la responsabilidad de la


situación desfavorable (Amorós, 1985).

105
vuelven a ser malas cuando se define el feminismo como algo radical, ex-
tremista y hasta con tintes de revancha vengativa contra el machismo o
contra los hombres, pues no siempre queda claro. "Es una ocasión extre-
mista, como revanchista ante la oposición del machismo que sería darle la
importancia al hombre, sería lo contrario darle existencia como mujer y
borrar al hombre". Otros más espetaron: "¿El feminismo? ¡Eso que lo con-
testen las mujeres!", tal vez dándoles voz desde el respeto y la valoración, o
quizá, todo lo contrario, descalificándolo y descalificándolas.
Las muchachas también compararon el feminismo con el machismo,
pero de manera más breve y superficial, no añadieron tanto sentimiento y
pasión al asunto como lo hicieron sus homólogos masculinos. "Algo así
como el machismo"; "es el límite, o sea, la obsesión de que somos mujeres
y tenemos derechos, ya es el otro lado, ya no es justicia, es machismo pero
del otro lado"; "se podría decir que es lo contrario del machismo, nada más
que en este caso la mujer es la que quiere llevar el dominio, el poder sobre
el hombre". Mostraron también su desacuerdo, pero de forma más escue-
ta, formal y respetuosa que los jóvenes: "Corriente con la cual no estoy de
acuerdo, tengo puntos a favor y puntos en contra, es correcto querer ser
igual, pero no en todo podemos ser iguales a los hombres"; "está mal, se va
al extremo, no es lo mismo buscar igualdad que superioridad, mujer con-
tra hombre"; "que las mujeres nieguen la participación conjunta. Es como
decir, yo como mujer puedo hacer más cosas que los hombres". Sin ahon-
dar mucho, algunas voces femeninas reiteran lo de la radicalización y exa-
geración de algo que supuestamente es justo, pero reclamado de forma al
parecer fuera de lugar, según ellas: "Pues así como una posición medio
radical"; "la exageración de tener derechos para la mujer".

UNA OPINIÓN

Los testimonios recabados en torno a la segunda pregunta, de alguna mane-


ra se entremezclaron con las respuestas a la primera y a la inversa. Algo simi-
lar sucedió con éstos y los comentarios a la pregunta que sigue. En todo caso,
recogemos aquí aquellas respuestas que consideramos más significativas.

106
Hubo comentarios que calificaban de válido al feminismo, sin embar-
go, se cubrían las espaldas recomendando también moderación, como que
resulta difícil, en especial para los muchachos, opinar a favor de forma
incondicional: "Es muy válido, sobre todo en países como el nuestro, donde
las mujeres tienen problemas de segregación y de disminución de sus dere-
chos, siempre y cuando, como en todas las cosas no se caiga en el fanatis-
mo". Otras afirmaciones proponían salidas salomónicas: "Deberíamos ser
más conscientes, más abiertos de pensamiento y se acaba todo eso, tanto
feminismo y machismo".
Algunas respuestas fueron aparentemente positivas, sin más: "Es un tram-
polín para que la mujer, de acuerdo con sus ambiciones y sus necesidades,
se desarrolle como ser humano". "En mi opinión libre, bastante válido en
la sociedad mexicana, para que las mujeres luchen por sus ideales". Como
puede observarse, el feminismo se validó, sobre todo en la sociedad mexi-
cana, en la que se reconoce y subraya la discriminación hacia la población
femenina, especialmente por parte de los jóvenes hombres. Esto último
hay que valorarlo como un avance en cuanto a la sensibilización sobre el
tema que se puede apreciar en nuestros días, y sobre la cual el feminismo
no es en modo alguno ajeno.
Varias estudiantes reflexionan en pasado, como si fuera algo que ya pasó
o, en todo caso, más anclado en otro tiempo que en la actualidad, ya en
algunas respuestas a la pregunta anterior se dijo, por ejemplo, que venía de
la Revolución, o que fue un movimiento de los años sesenta, incluso citan-
do a alguna pionera extranjera. Aquí se sigue en la misma tónica: "Bueno,
fue o es un movimiento revolucionario de mujeres que pretendían la igual-
dad con los hombres". Así, hay cierta vacilación sobre su ubicación histó-
rica y sobre su vigencia actual, las cosas no están muy claras.
Presentaron, en general, valoraciones más positivas que las mostradas
por sus compañeros, pero a veces, también con frases como de aclaración y
disculpa anticipada de lo que se dice o se va a comentar, como también
hicieron éstos: "Está bien, se malinterpreta pero es la manera como mujer
de abrir puertas". "Es algo que nació por necesidad, es útil", siempre en la
tónica de justificar el juicio favorable. "Es bueno que alguien nos defienda.

107
Yo no soy feminista, ni estoy de acuerdo con eso de las mujeres, pero está
bien que haya quien exija nuestros derechos", señaló una joven con cierta
ambivalencia. Y otra habló en primera persona: "Te da la oportunidad como
mujer de expresarte, de decir lo que sientes, de demostrar lo que eres, de la
capacidad que tienes". Opinión favorable, pero con sus dimes y diretes.
Se sigue relacionando con el machismo, por lo tanto, considerándolo
negativo: "Igual que el machismo, no es saludable para el pueblo". "Como
todo extremo negativo, lo mismo que el machismo. No tendría caso salir
de una cosa para caer en otra", repitieron una y otra vez, especialmente los
hombres.
"Yo no soy feminista porque muchas veces caen en el ridículo por que-
rer superar a los hombres en todo, creo que hay mujeres que serían mucho
peores que los hombres", afirmó una joven convencida de lo malo del
feminismo, e incluso añadiendo de su propia cosecha el tirar flores hacia
su propio sexo. Otra se permitió aconsejar a las feministas, en el mismo
sentido que los muchachos hicieron en la pregunta anterior al desvalorizar
a las mujeres porque no saben lo que quieren: "Necesitan enfocar su meta,
como que muchas veces no saben muy bien por lo que están luchando". O
incluso se descalifica directamente: "Es una tendencia demasiado egoísta,
no sé a qué conduce". "Lo respeto, pero no va conmigo, o sea, todos somos
iguales y no hay que querer ser superiores unos a otros", dijo una jovencita
con intención de perdonavidas.

UNA CALIFICACIÓN

En cuanto al tercer interrogante, las respuestas fueron más escuetas y hubo


posicionamientos para todos los gustos, algunos justificados y otros sim-
plemente calificando al feminismo en los términos del enunciado. En ge-
neral se dijo que bueno, con un sinfín de puntualizaciones y matizaciones,
no sin cierta ambigüedad, y un grupo afirmó no saber cómo juzgarlo;
también hubo expresiones que lo consideraron malo.
Como en los testimonios anteriores, los jóvenes mostraron contradiccio-
nes o falta de una posición clara, divagando entre esto y lo otro: "La mujer

108
tiene derecho de expresarse, está en toda libertad, si el feminismo es produc-
to de la conciencia de la mujer es muy bueno, pero si el feminismo es pro-
ducto del capricho de la mujer, pues es malo". "Es bueno en cuanto logra dar
más apertura a la participación de la mujer, en cuanto va forjando, le va
quitando toda esa castración histórica que se le ha impuesto. Pero resulta
peligroso en cuanto que pueda ser utilizado moviendo a las masas por inte-
rés", dijo un muchacho que al parecer relacionaba feminismo con clientelismo
o ciertos sesgos de la cultura política. "Depende de cómo se utilice", valoró
un joven y otro dijo: ''Algo bueno moderadamente", o como el que terció:
"No es que sea bueno o malo, bien hecho pues es bueno y mal hecho pues es
malo". Como vemos, los jóvenes no tenían posición clara, si bien algunos
dijeron "bueno" simplemente, la mayoría tenía dudas, como a los que le
costó calificar al feminismo directamente de bueno y se andaban por las
ramas, entre rodeos y dudas. Unos pocos, eso sí, dijeron "malo" directamente.
Las estudiantes también consideraron que el feminismo era bueno y
aportaron sus argumentos al respecto, y como los muchachos, añadieron
en ocasiones como muletilla, relativizando dicha opinión, "pues en extre-
mo es malo" o "creo que se ha desprestigiado mucho por convertirse en un
circo" o "me parece la contraparte del machismo, en ese sentido me parece
malo. Cuando es llevado con criterio, conciencia y conocimiento, me pa-
rece bueno", divagaba otra, en el mismo sentido que las respuestas de los
muchachos. También había salidas del tipo: "Ni bueno ni malo, es muy
idealista, no me gustan las posturas que tiene". Lo positivo: "Es bueno
porque impulsa a la mujer", pero "todavía hay que pulirlo y mucho". Ni
bueno ni malo fue un comentario socorrido entre las mujeres, incluso hubo
quien dijo "regular". "Bueno en algunos logros que ha tenido y malo en la
sismología (sic), que ha creado", dijo una joven, en sentido similar a otros
testimonios recabados en este punto y sobre este tema.

UNA IDENTIFICACIÓN

En la última pregunta se trataba de considerarse feminista o no. Las res-


puestas obtenidas fueron largas y meditadas, algunas otras, con humor e

109
ironía: "¿Yo feminista? ¡Pues si yo soy hombre!" "No, porque no soy mu-
jer", respondieron escuetamente algunos entre sorpresa y más que nada
broma fácil.
Un joven dijo muy convencido: "Sí, porque precisamente creo necesa-
rio que las mujeres tengan una igualdad, una participación, las considero
no solamente como mis iguales, sino en algunas situaciones y algunos as-
pectos, superiores a mí", lo cual por una parte, parece satisfecho con el
feminismo, sin embargo, aparece en el final el deje de la superioridad, en
este caso en particular de las mujeres, con lo cual vuelve a dejarse entrever
cierta versión que puede ser interpretada contrariamente a lo que en la
primera parte de su frase parece querer decir, pero el reconocimiento bien
vale un aplauso.
"Yo creo en la igualdad de la mujer y en los derechos de la mujer pero
nada más", dijo uno sin comprometerse, mientras otro sí se identificó: "Sí,
pienso que está bien que seamos iguales, sí ese es el sentido en que yo lo
interpreto". "Sí, porque precisamente creo necesario que las mujeres ten-
gan una igualdad, una participación", sentenció otro más convencido.
Algunas dudas: "No sé, porque para mí hombres y mujeres son iguales".
"Estoy en pro de la igualdad, pero no creo que eso me defina como feminis-
ta". "Sí, me gusta la igualdad de oportunidades pero así tanto como llegar al
feminismo de repente, no, no creo". "En cierto modo, porque hay cosas en
las que sí estoy de acuerdo con ellas, con su manera de ver las cosas, pero ya
cuando rayan con lo exagerado o en situaciones ridículas, pues ahí ya no".
O la negativa directa: "No, porque no sé qué es ser feminista". "No,
porque no le veo la razón de considerarme feminista", o el típico entre
convencido y gracioso que ya habíamos visto: "No, porque no soy mujer".
"No, porque sí hay que darle los valores a las mujeres, pero tampoco hay
que sobrepasarse", o en el sentido anterior de radicalismo y extremismo:
"No, porque todos los extremos son malos".
También las mujeres se identificaron o no, según, si bien se mostraron
más proclives a decirse o ser calificadas de feministas, no sin ciertas reti-
cencias como veremos. Entre las que dijeron no, se justificó tal posición en
el sentido: "No, nunca ando tratando de ser, de superar al hombre" o "no,

110
porque no buscan la igualdad sino ser superiores y es ahí donde está su
error, además, deberías de escuchar algunas de sus propuestas, son invero-
símiles, creo que su error está en ver al hombre como su enemigo". "No,
porque yo me considero una persona normal", identificando el término
con superioridad más que como igualdad. "No, la experiencia que tengo es
muy fea, conocí a un grupo de feministas aquí en la universidad y realmente
eran unas anarquistas. Odiaban a los hombres, y como que propuestas no
tenían", expresó una muchacha remarcando su experiencia personal. "No,
porque me considero femenina y quiero ganar espacios como mujer, no
como hombre", manifestó en contra de la masculinización. 26 "No, porque
son medio radicales". "No, no me considero feminista, me considero mu-
jer, ser humano", volviendo a la acusación de extremismo o como si hubie-
ra cierta contradicción o competencia entre los diferentes vocablos. "No,
porque pienso que este mundo está compuesto por hombres y mujeres, y
no puede haber división", dijo una considerando seguramente que el femi-
nismo divide a los sexos, y ella estaba por su unión o igualación.
Las que contestaron sí, reivindicaron la igualdad de derechos y oportu-
nidades, entre otras cuestiones: "Me considero feminista porque casi siem-
pre estoy en pelea por mis derechos, y al mismo tiempo que exijo derecho,
pues tengo obligaciones". "Sí, porque mi formación no fue estigmatizada",
señaló una joven calmada, y añadieron otras algo exaltadas: "Sí, porque
odio a los machistas, y ciento por ciento, defiendo a la mujer, y deseo que
se transmita la igualdad entre hombres y mujeres". "Sí, porque también
voy en contra del machismo, de la opresión y de que te discriminen como
mujer". "En parte sí, estoy de acuerdo que la mujer tenga los mismos dere-
chos y oportunidades que los hombres, pero quizá yo no he hecho todo lo
posible para poder hacerlo", confesó otra muchacha en su testimonio.
Hubo respuestas con matizaciones como las de ellos: "Sí, porque reivin-
dico las capacidades y habilidades de las mujeres, porque reconozco la par-
te masculina, porque vivo pensando en mejorar mi vida en relación con el
colectivo". "En cierto modo las bases son buenas y claro que nos apoyan a

26 Cuestión ésta bien importante y de debate en nuestros días (Subirats, 1998).

111
nosotras las mujeres, pero pues tampoco caer en que yo soy feminista y voy
a luchar por esto, no caer en los extremos", la sombra del extremismo y
radicalismo aparece de nuevo, ahora en boca de mujer. ''A veces, porque a
veces me encanta competir con los hombres y hacerles ver que son más
burros que yo", sentenció una joven en tono medio divertido, pero no por
ello menos serio.
Para finalizar se puede afirmar que dentro de la pluralidad de definicio-
nes, opiniones, calificaciones e identificaciones o no con el feminismo,
observamos una concepción y visión, en términos generales, positiva. Esto
es, las y los estudiantes se muestran favorables, si bien, siempre aparecen
las dudas, divagaciones y reticencias, como que les cuesta posicionarse di-
recta y claramente de forma satisfactoria sobre el feminismo o identificarse
con él; prefiriendo decir, por ejemplo, que es bueno y malo y argumentan-
do sus por qué, o escogiendo decir "sí, pero ... ", señalando errores y proble-
mas. Entre los y las jóvenes, éstas se mostraron más proclives en todas las
respuestas, si bien ellas también manejaron las gradaciones y
puntualizaciones en todo momento. La igualdad de derechos y oportuni-
dades conjuntamente con las necesidades de las mujeres, fue una justifica-
ción muy empleada, así como su presencia en México por la discriminación
que existe, esto último sobre todo en boca de los varones. Por el contrario,
la acusación de radicalismo e imposición, especialmente por parte de los
estudiantes hombres también se utilizó con cierta asiduidad. Una cuestión
socorrida fue la comparación, siempre en términos negativos, con el ma-
chismo, esto en palabras básicamente de los muchachos, pero también en
ocasiones femeninas. Así las cosas, opiniones para todos los gustos y dis-
gustos, en todo caso, el feminismo parece bueno, pero con todos los peros
del mundo y, por supuesto, no para todos y todas.

EL FEMINISMO A DEBATE: ANÁLISIS E INTERPRETACIONES

El feminismo en todo momento y lugar ha sido motivo de debate y polé-


mica. El objetivo de este texto es mostrar el estado actual de la percepción
o discusión sobre el tema, pero no desde las catedrales de sus acérrimas

112
defensoras políticas, ni en los púlpitos de sus expertas académicas, ni siquiera
desde los labios de sus detractores y detractoras más efusivas y delirantes,
sino en la sociedad en general, entre los hombres y mujeres de a pie de todo
el país, y entre los jóvenes estudiantes universitarios de forma especial.
Los resultados, lejos de tener una lectura pesimista como muchas femi-
nistas creen en el entendido de que la media de edad de las militantes es
más bien alta, o entre las que consideran que sus metas principales ya han
sido cumplidas, sus ideas asimiladas por el común de la sociedad y sus
propuestas por las instituciones políticas, muestran una visión más bien
plural y podemos decir que relativamente optimista.
En primer lugar hay que señalar la heterogeneidad de la juventud
encuestada y su representatividad estadística en el análisis del sondeo na-
cional. En segundo, el recorte sectorial de las encuestas realizadas en el
seno de las universidades. Y en tercero, la relatividad representativa de las
entrevistas frente a su profundización argumentativa, subjetiva, pero con
la riqueza de todo lo cualitativo y testimonial.
Con una y otra fuente se ha obtenido un panorama amplio en ocasio-
nes, hondo otras veces, sobre actitudes, opiniones, valoraciones e incluso
identificaciones en torno al feminismo, y su actual concepción desde la
población en general, la juventud, y las y los estudiantes universitarias/os,
en particular.
Podemos afirmar que la mirada de la juventud, universitaria especial-
mente, en términos generales es positiva, eso sí, siempre dentro de ciertos
grados de ambigüedad y duda, tanto por parte de los hombres, como de
las mujeres, especialmente mostrados en los testimonios cualitativos reca-
bados. Siendo estas últimas las más proclives, como cabría suponer, con
posiciones más favorables y próximas al feminismo.
Así, para la opinión pública, a partir de la encuesta nacional, son las
mujeres, los jóvenes y adultos, los de mayores grados de instrucción y
las amas de casa, el sector que considera "bueno" al feminismo. Los grupos
sin opinión o los de una opinión negativa se conforman básicamente a
partir de los hombres mayores, con menor educación y a veces también de
reducidos ingresos.

113
Sobre el considerarse feminista, son las mujeres adultas, con mayor nivel
educativo y las amas de casa las más identificadas. Por el contrario, la pobla-
ción masculina, las personas mayores, con menor instrucción, jubilados y
desempleados son quienes se muestran menos identificados o más hostiles.
Pasando a las encuestas universitarias, presentan una mejor opinión las
mujeres de la UAM, en comparación con algunas de la UIA. Las personas de
la UIA son las que manifiestan peor opinión en general. Y entre las gentes
que dicen no saber destacan los hombres de ambos centros de educación
supenor.
Respecto a la identificación total o relativa, sobresalen las mujeres de la
universidad privada y de la pública. y los que dicen no ser feministas son
básicamente hombres, en particular de la universidad privada.
En cuanto a la definición de feminismo, las entrevistas realizadas en los
dos centros educativos indican que más mujeres que hombres se expresan de
manera favorable en relación con la igualdad de derechos y oportunidades,
pero no por ello sin mostrar dudas y ambigüedad al respecto. Varios hom-
bres se manifestaron también en este mismo sentido, pero ellos conside-
ran, en su mayor parte, al feminismo como radical, impositivo, o como un
grupo de mujeres que no saben lo que quieren, desacreditanto y desvalori-
zando con mucha más dureza y agresividad que el grupo de mujeres que
así también se posicionó. La igualación con el machismo en sentido nega-
tivo, es quizá, la crítica más dura. Hay que aclarar que las jóvenes que
tenían definiciones negativas no expresaron tanta pasión ni se explayaron
con tanta amplitud como los estudiantes hombres que así lo hicieron.
La opinión general fue de validez, con grandes dudas en ocasiones. Los
hombres señalaron su necesidad, sobre todo por la discriminación femeni-
na que tiene lugar en México. Las personas que tenían una valoración
contraria lo igualaron nuevamente al machismo, especialmente los varo-
nes. La calificación fue positiva, otra vez con divagaciones y puntualizaciones
extensas por parte de ambos sexos. Un grupo pequeño también lo conside-
ró "malo".
En la cuestión de ser o no feminista, las mujeres se mostraron en todo
momento más proclives, a veces con sus asiduas reticencias y reparos, y el

114
acompañamiento de "en cierto modo"; algunos hombres se expresaron en
ese mismo sentido. Los que se revelaron contrarios, lo justificaron por el
extremismo que conlleva, y las mujeres que también se posicionaron de ese
modo, argumentaron en contra de la superioridad y masculinización que
ellas consideran presente en el feminismo, diciendo que todos y todas "so-
mos seres humanos", en aras de una abstracta y bella reconciliación
discursiva, como si ello por sí sólo excluyera la discriminación existente.
Percepciones y actitudes de toda clase, reflejo de la heterogeneidad so-
cial y la pluralidad ideológica de nuestro entorno, muestra de saludable
libertad de expresión, por un lado, y por otro también quizá carencias en
cuanto a los conocimientos o las tomas de postura concretas. Hay que acla-
rar que dentro de este mar, tempestuoso más que calmo, de pensamientos
y cosmovisiones, a veces favorable, otras en contra, en muchas ocasiones
ambiguas y poco perfiladas o claras, se puede observar un panorama, si no
favorable al feminismo sí relativamente abierto. Un esbozo de opinión,
que con dudas y contradicciones no juzga mayoritariamente negativo al
feminismo, sino al contrario: lo sienta en el banquillo de los acusados y lo
absuelve, aunque no con mayoría absoluta; por mayoría relativa y alguna
moción en contra.

Tenemos que avanzar en el cambio estructural. El contrato social implícito,


vigente durante siglos, por el que hombres y mujeres ocupan los espacios pú-
blicos y privados en función del sexo, está afortunadamente roto. Hoy se com-
parten ambos espacios cada día en mayor medida y es preciso, por tanto, ade-
cuar la organización de nuestras sociedades a esa nueva realidad. Otro elemento
esencial, tan importante como fue el derecho de sufragio en su día, es el logro
de lo que hemos denominado la democracia paritaria. Es necesario superar el
"déficit democrático" que existe en nuestras sociedades y por tanto acceder a
un reparto equilibrado en la representación política yen la toma de decisiones,
ya que la participación equitativa de hombres y mujeres en la representación
política es una condición esencial de la democracia, que contribuirá a mejorar
ya legitimar el funcionamiento de las instituciones. 27

27 Alberdi, op. cit., 1994, p. 7.

115
NOTA METODOLÓGICA

La encuesta nacional se realizó gracias al apoyo de CONACYT en junio de


1996 para un proyecto sobre cultura y participación política de hombres y
mujeres en México (Fernández Poncela, 1997). Las dos preguntas que ana-
lizamos en estas páginas no fueron trabajadas en el conjunto de la investi-
gación por tratarse de un tema específico y ciertamente algo marginal para
los objetivos del estudio en cuestión. Es por ello que aquí se exponen por
vez primera sus resultados y se reflexiona en torno a los mismos. El levan-
tamiento de la encuesta estuvo a cargo del Gabinete de Estudios de Opi-
nión, y la muestra contó con la representación de 19 estados de la Repúbli-
ca y el Distrito Federal, los casos fueron en total 1,200, 48.7% de hombres
y 51.3% de mujeres, se contempló la representatividad de los diferentes
grupos de edad según el censo de población; así como los diversos grados
de escolaridad, varias ocupaciones y diferentes niveles de ingreso; el mar-
gen de error es de +-2.8.
Por otra parte, se contó también con los datos de encuestas universita-
rias, una en la UAM (Xochimilco) y otra en la UIA (Santa Fe), la primera
realizada en 1995 y la segunda en 1996. De las cuales analizamos las mis-
mas preguntas mencionadas para la encuesta anterior, ya que el resto de la
información se centra en la participación y cultura política de los jóvenes
estudiantes, otra investigación específica que se realizó sobre este tema y
sector social (Fernández Poncela, 2000). El número de casos fue de 500 en
cada centro universitario, el margen de error es +-5; sobre los sexos hay
47.5% hombres y 52.5% mujeres, en cuanto a las edades en su mayoría
eran jóvenes entre los 20 y los 25 años, y los ingresos fueron calificados de
altos y medios en un centro y medios y bajos en el otro, según se tratara de la
universidad pública o privada.
Finalmente y respecto al enfoque cualitativo y testimonial, se cuenta
con cuatro preguntas, esta vez como parte de una entrevista en profundi-
dad que tuvo lugar entre estudiantes de los dos centros universitarios don-
de también se aplicó la encuesta mencionada, entre 1996 y 1997 (Fernández
Poncela, 2000), en esta ocasión se contó para su realización con la colabo-

116
ración del servicio social de la UAM. Las características de la entrevista y los
entrevistados son las siguientes: se realizaron 116 encuestas, 57 en la UAM
y 59 en la UIA, las mismas fueron aplicadas teniendo en cuenta de forma
aleatoria el sexo, el nivel de instrucción y la elección de especialización en
los estudios, así 42 hombres y 74 mujeres fueron interrogados, cuya edad
media fue de 23 años, con diversidad de ingresos familiares y con residen-
cia mayoritaria en el Distrito Federal o el Estado de México.

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124
ÍNDICE

PRÓLOGO
VALIENTES y DESAFORADAS 7
ÁNGELES MASTRETTA

EL NUEVO MOVIMIENTO FEMINISTA MEXICANO A FINES DEL MILENIO 11


ANALAU

TRES DÉCADAS DE NEO FEMINISMO EN MÉXICO 43


ELI BARTRA

FEMINISMO y OPINIÓN PÚBLICA HOY. APUNTES PARA UNA REFLEXIÓN 83


ANNA M. FERNÁNDEZ PON CELA

125
Se terminó la impresión de esta obra en noviembre del 2002
en los talleres de Editorial Progreso, S.A. de c.v.
Naranjo 248, Colonia Santa María la Ribera
Delegación Cuauhtémoc, 06400, México, D.F.

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