Está en la página 1de 13

Autores JUAN JOSÉ SALINERO

Titulo PROBLEMAS DE DIGESTION Y


DEPORTE DE RESISTENCIA.
Fecha de publicación Enero/2013
Volumen edición paginas 3
Tipo de artículos De investigación
Nombre de la revista EFDeportes.com revista digital
Palabras clave Síntomas gastrointestinales. Deporte.
Carrera de larga distancia.
Resumen El deporte, y más concretamente el de
larga duración, suele acarrear
diferentes síntomas gastrointestinales,
que generalmente son leves y de
carácter transitorio. En el presente
artículo, centraremos la atención sobre
la carrera de larga distancia, por la
elevada incidencia de estos problemas
y el incipiente auge de esta modalidad
en nuestro país especialmente en
corredores populares. Los síntomas
más frecuentes en la carrera de larga
distancia son los del aparato
gastrointestinal inferior, tales como
diarrea, urgencia por defecar o
sangrado gastrointestinal. Los del
aparato gastrointestinal superior, como
náuseas, vómitos o acidez, tienen una
menor incidencia en este colectivo.
Estos síntomas, si bien no suelen
suponer un riesgo para la salud del
corredor, sí pueden afectar a su
rendimiento. Un buen nivel de
entrenamiento y adaptación a la
distancia, una correcta alimentación e
hidratación antes y durante la
competición son las herramientas
básicas para prevenir estas
complicaciones.

Antecedentes
Objetivo del articulo El objetivo principal es educar a las
personas de lo que se debe ingerir
antes de realizar un ejercicio físico
intenso, las prevenciones y
consecuencias que pueden llegar a
ocurrir si no hacemos esto bien, es
informar a las personas sobre las
posibles enfermedades que pueden
llegar a acarrear por el deporte y
culturizarlas y mostrarles en que
consisten este tipo de enfermedades,
como se pueden evitar y tratar.
Metodología empleada Se consultaron las bases de datos
PubMed y SportDiscus, utilizando
como criterios de búsqueda
“gastrointestinal symptoms”,
“gastrointestinal disease” o
“gastrointestinal disturbances” and
“exercise”, “runner” o “physical
activity”. Además, se consultaron los
artículos relacionados que ambas
bases de datos vinculan a partir de
aquellos de interés localizados con
estos términos. En total, se incluyeron
en este estudio 28 artículos sobre esta
temática.
Resultados obtenidos Deporte y aparato digestivo

El ejercicio físico tiene efectos


beneficiosos y perjudiciales para el
sistema gastrointestinal, dependiendo
en parte de la intensidad del ejercicio
(Martin, 2011; Simren, 2002). El
ejercicio de alta intensidad a menudo
conduce a estrés gastrointestinal,
especialmente cuando se asocia con
deshidratación y/o presión intra-
abdominal (De Oliveira & Burini, 2009).

Los síntomas gastrointestinales


como nauseas, acidez, diarrea o
sangrado gastrointestinal son
frecuentes en deportes de resistencia,
si bien estos síntomas generalmente
son transitorios y pueden considerarse
protectores de un daño orgánico, al
hacer que el deportista reduzca la
intensidad o duración del ejercicio. No
obstante, estos síntomas pueden
agravarse y limitar el rendimiento
deportivo (Halvorsen, Lyng,
Glomsaker, & Ritland, 1990; Koistinen,
Jauhonen, Lehtola, Takala, &
Salokannel, 1991) o incluso impedir la
realización de la práctica deportiva
(Peters, et al., 2001). Las mujeres
presentan síntomas más
frecuentemente que los hombres (De
Oliveira & Burini, 2009; Moses, 1990).

Síntomas del aparato digestivo


relacionados con el ejercicio

 Reflujo gastroesofágico. El
ejercicio puede incrementar el
reflujo, en función del tipo de
ejercicio y la ingesta anterior de
alimentos (Simren, 2002). Es un
síntoma que presenta el 60% de
los deportistas y ocurre con
mayor frecuencia en ejercicio
que durante el reposo. Está
relacionado con el tipo de
deporte, siendo más frecuente
en ejercicios anaeróbicos (De
Oliveira & Burini, 2009). Las
actividades con “rebote” como la
carrera, producen más cantidad
de episodios de reflujo y de
mayor duración. Además, esto
se incrementa si se ha ingerido
comida previamente al ejercicio
(Bi & Triadafilopoulos, 2003).
 Diarrea. La diarrea aguda
provocada por el ejercicio puede
considerarse fisiológica y no
suele conducir a estados de
deshidratación o pérdida del
balance de electrolitos y tiende
a revertir por si sola (De Oliveira
& Burini, 2009). Es uno de los
síntomas más comúnmente
relacionados con el ejercicio de
larga duración y especialmente
en la carrera y si bien no suele
acarrear problemas de
gravedad, puede limitar el
rendimiento deportivo (Gremion,
2011).
 Sangrado gastrointestinal. Ha
sido bien documentado,
especialmente en corredores de
larga distancia. El sangrado
gastrointestinal en los
corredores es multifactorial
(Horn & Feller, 2003). Por una
parte viene provocado por la
redirección del flujo sanguíneo
hacia los músculos activos, por
lo que este sangrado se
produce fundamentalmente
debido a la isquemia en el tracto
gastrointestinal, habiéndose
observado tanto gastritis
hemorrágica como colitis
isquémica. Además de la
explicación isquémica para el
sangrado, el efecto mecánico
tiene que tener un efecto en
este síntoma, por su mayor
incidencia en corredores que
ciclistas (Bi & Triadafilopoulos,
2003; De Oliveira & Burini,
2009). El riesgo de sangrado
gastrointestinal se incrementa
en el caso del ejercicio en calor
y en caso de deshidratación
(Simren, 2002). Este síntoma
afortunadamente suele ser
transitorio, si bien debe ser
tenido en cuenta y valorar los
niveles de hierro sérico y
ferritina en deportistas de
modalidades de larga distancia
(De Oliveira & Burini, 2009;
Peters, et al., 2001). En
corredores de maratón, se
observó este signo en el 15%
de los participantes tras la
carrera, mientras que a las 48
horas había desaparecido en
todos ellos (Buchman, et al.,
1999).

Beneficios derivados de la práctica


deportiva

El ejercicio físico de baja y media


intensidad puede tener un efecto
protector contra los desórdenes del
tránsito gastrointestinal (De Oliveira &
Burini, 2009).

 Cáncer del sistema digestivo y


actividad física. La incidencia de
la actividad física en la
reducción del riesgo de cáncer
es controvertida. En el cáncer
de estómago, los resultados son
contradictorios, en el cáncer
rectal no presenta ninguna
relación, mientras que en el
cáncer de colon, la evidencia
científica es clara (Peters, et al.,
2001). Estudios observacionales
concluyen que el ejercicio en el
cáncer de colon puede reducir
el riesgo de muerte por la
enfermedad, además de
mejorar la calidad de vida (De
Oliveira & Burini, 2009). La
actividad física reduce el riesgo
de cáncer de colon,
presentando las personas
inactivas un riesgo entre 1.2 y
3.6 veces superior de
padecerlo. Los motivos
expuestos hacen referencia a la
reducción del tiempo de tránsito
gastrointestinal, que permite
menor tiempo de contacto entre
sustancias cancerígenas y la
mucosa, aunque también está
asociado a otros efectos
indirectos, como la síntesis de
prostaglandinas y factores
relacionados con el sistema
inmune (Simren, 2002).
Además, este efecto es
independiente de otros factores
como la dieta o la composición
corporal (Peters, et al., 2001).
Se sugiere que aquella actividad
de mayor intensidad resulta más
beneficiosa que aquella de
menor intensidad (Peters, et al.,
2001).
 Enfermedad diverticular
(diverticulosis). Diferentes
estudios indican una relación
inversa entre actividad física y
enfermedad diverticular (De
Oliveira & Burini, 2009; Peters,
et al., 2001; Simren, 2002),
debido a que el ejercicio
moderado puede acelerar el
tránsito intestinal. Esta patología
se ha mostrado en mayor
medida en personas
sedentarias. Además, la carrera
es la actividad que mejor
previene esta enfermedad. Los
mecanismos que explican este
hecho se basan en la mayor
actividad del colon por vía
hormonal, vascular y aspectos
mecánicos, que conducen a una
reducción del tránsito intestinal
(Peters, et al., 2001).
 Inflamación del intestino. Se han
realizado diversos estudios en
enfermedad de Crohn y colitis
ulcerosa sin un acuerdo entre
ellos. Aunque no ha quedado
clara la eficacia, sí se ha
demostrado que no tiene
efectos negativos para estas
patologías (Peters, et al., 2001).
 Estreñimiento. Parece asociarse
a la inactividad. No hay una
evidencia clara de que el
ejercicio pueda ser una terapia
eficaz para el estreñimiento
crónico (Simren, 2002). El
efecto de la actividad física en el
estreñimiento parece probable,
pero tampoco hay evidencia
científica concluyente (Peters, et
al., 2001; Simren, 2002). Los
mecanismos que pueden
favorecer esta patología están
relacionados con la motilidad
del colon, la disminución del
flujo al intestino, el balanceo
durante la carrera, la
compresión del colon por la
musculatura abdominal y el
incremento en la ingesta de
fibra como resultado del
incremento del gasto energético
(Peters, et al., 2001).
 Colelitiasis. La actividad física
tiene un efecto protector frente a
la colelitiasis (De Oliveira &
Burini, 2009; Peters, et al.,
2001; Simren, 2002). Además
se ha establecido una relación
de dosis respuesta. No está
clara la razón por la que la
actividad física ayuda a reducir
la formación de piedras en la
vesícula, pero puede estar
relacionado con la disminución
de la secreción biliar de
colesterol, la mejora de la
vesícula biliar y la motilidad del
colon, además de otros factores
que incrementan el riesgo de
cálculos biliares como la
tolerancia a la glucosa, niveles
de insulina sérica, triglicéridos,
hormonas reguladoras de la
vesícula biliar y niveles de HDL,
que son favorablemente
modificados por la actividad
física (Peters, et al., 2001).
 Síndrome de colon irritable. El
efecto del ejercicio en esta
patología no está claro (Simren,
2002), si bien en algún estudio
ha aparecido una relación entre
actividad física y menores
síntomas asociados al colon
irritable, y recomiendan el
ejercicio como medida para
mejorar esta enfermedad
(Lustyk, Jarrett, Bennett, &
Heitkemper, 2001). En estudios
recientes, se ha constatado que
el ejercicio ligero o moderado
puede ser beneficioso para
pacientes con esta patología
(Daley, et al., 2008).
 Hemorragia gastrointestinal. En
personas mayores, la actividad
física se ha mostrado
beneficiosa para reducir el
riesgo de hemorragia severa GI.
En otro tipo de poblaciones, los
resultados no son concluyentes
(Martin, 2011; Peters, et al.,
2001).
 Apetito. El ejercicio parece tener
efectos a corto plazo en el
control del apetito, por lo que
podría mejorar el equilibrio
energético a través de dos vías,
incrementando el gasto
energético y modulando la
ingesta energética (De Oliveira
& Burini, 2009).
Causas sintomatología

Las primeras razones que se


adujeron para explicar estos
problemas digestivos hacían referencia
a la falta de riego al intestino
provocada por el ejercicio (Sharman,
1982). No obstante, las razones de
esta sintomatología no están del todo
claras. La alteración del flujo
sanguíneo gastrointestinal, cambios
neuroendocrinos, efectos en la
motilidad gastrointestinal y factores
mecánicos parecen estar relacionados
con éstos (Brouns & Beckers, 1993;
Peters, et al., 2001) y cobra especial
importancia en el ejercicio intenso, y
sobre todo en situaciones de calor e
hipohidratación, produciendo una
situación estresante para el sistema
gastrointestinal (De Oliveira & Burini,
2009).

El efecto isquémico se produce por


la redirección de la sangre hacia la
musculatura activa, el corazón y los
pulmones, para afrontar el ejercicio
intenso. Como resultado, la mucosa
intestinal está menos irrigada,
incrementando la permeabilidad
intestinal. Puede producir diarrea,
pudiendo llegar incluso a producirse
isquemia celular e inflamación. El
efecto mecánico hace referencia al
aumento de la presión intra-abdominal
y el rebote producido en los órganos
por el movimiento del ejercicio. El
efecto neuroendocrino es el menos
conocido e incluye varios péptidos
neuroendocrinos y gastrointestinales
relacionados con la homeostasis
gastrointestinal, el sistema inmune y
los hábitos alimenticios (De Oliveira &
Burini, 2009).

La ingesta de comidas ricas en fibra,


grasa y proteína antes del ejercicio, así
como las bebidas hipertónicas, pueden
causar síntomas del sistema
gastrointestinal superior, como dolor
de estómago, vómitos y reflujo o
acidez (Brouns & Beckers, 1993).
También la deshidratación incrementa
la aparición de los síntomas del
sistema gastrointestinal (Brouns &
Beckers, 1993; Rehrer, Janssen,
Brouns, & Saris, 1989) ya que a la
disminución del flujo hacia el sistema
gastrointestinal por el ejercicio, podría
unirse el efecto del menor volumen de
plasma por la deshidratación. En un
estudio realizado en corredores de
larga distancia, se observó que no
hubo relación entre la cantidad de
fluido ingerido y los síntomas
gastrointestinales, pero sí lo hubo con
el nivel de deshidratación alcanzado,
teniendo más síntomas aquellos que
perdieron un mayor porcentaje de peso
corporal, por la diferencia entre las
pérdidas por sudoración y la ingesta
hídrica (Rehrer, et al., 1989).

El entrenamiento y una hidratación


adecuada deberían proteger de los
efectos de los ejercicios de alta
intensidad (De Oliveira & Burini, 2009).
Junto a esta hidratación adecuada,
una correcta nutrición es un factor
preventivo de la sintomatología del
sistema gastrointestinal y de los
efectos provocados por el ejercicio que
pueden comprometer el sistema
inmune del deportista y su rendimiento
(Berg, Muller, Rathmann, & Deibert,
1999).

Además, el entrenamiento provoca


que la disminución del flujo sanguíneo
al sistema gastrointestinal sea menos
severa y los síntomas aparezcan en
menor medida (Brouns & Beckers,
1993). En un estudio realizado en
corredores de ultra-resistencia, los
síntomas fueron más elevados en
aquellos que entrenaban menos
kilómetros y hacían carreras más
cortas (Glace, Murphy, & McHugh,
2002).

Discusión La frecuencia de aparición de


síntomas GI es el doble en carrera de
resistencia que en otros deportes de
larga duración como ciclismo o
natación, donde los movimientos en el
eje vertical son muy reducidos. Estos
movimientos de rebote, arriba y abajo,
se producen en mayor medida en
deportes como la carrera a pie, pero la
forma en que éstos afectan a la
función gastrointestinal es todavía
desconocida (Peters, et al., 2001).

En los corredores de larga distancia,


los síntomas del sistema
gastrointestinal inferior (dolor
abdominal, diarrea, urgencia por
defecar) son más frecuentes que los
del sistema superior (náuseas,
vómitos, pérdida de apetito, acidez)
(Glace, et al., 2002; Keeffe, Lowe,
Goss, & Wayne, 1984; Peters, et al.,
1999; Riddoch & Trinick, 1988),
mientras que en ciclistas, ambos se
igualan (Peters, et al., 1999), lo que
refrenda la teoría del efecto mecánico
en la incidencia sobre la
sintomatología del sistema
gastrointestinal. En el estudio de
Riddoch y Trinick (1988), sobre 471
maratonianos, el 74% de los
corredores indicó uno o más síntomas
del sistema inferior, por el 56% que
indicó alguno del sistema superior.

A pesar de que suelen hacerlo antes


de la carrera para prevenirlo, la
urgencia por defecar es el síntoma
más citado por los corredores de larga
distancia durante la carrera (Keeffe, et
al., 1984; Riddoch & Trinick, 1988;
Sullivan, Wong, & Heidenheim, 1994).
La urgencia por defecar en corredores,
parece deberse a los efectos directos
del ejercicio sobre el colon. La
estimulación simpática durante el
ejercicio produce una relajación del
tracto gastrointestinal, lo que favorece
el paso del colon al recto debido a las
oscilaciones producidas por la carrera,
lo que provocaría la necesidad de
defecar. De hecho, esta sintomatología
la sufren los corredores generalmente
en la parte final de la carrera, lo que
refuerza esta teoría (De Oliveira &
Burini, 2009).

En el estudio de Keeffe et al. (1984)


sobre 707 maratonianos, la urgencia
por defecar fue el síntoma más citado
por los corredores y se da tanto
durante la carrera como
inmediatamente después (36.4%-
38.6%) (Keeffe, et al., 1984). La
aparición de diarrea fue citado por uno
de cada cinco corredores
produciéndose en mayor medida al
terminar la carrera (Keeffe, et al.,
1984).
De la misma forma, en el estudio
realizado por Riddoch y Trinick
(Riddoch & Trinick, 1988), la urgencia
por defecar fue el síntoma más citado
(53%) seguido por diarrea (38%). Uno
de ellos fue indicado por un 58% de los
participantes, durante o después de la
carrera.

Conclusiones Hacer ejercicio intenso dos o tres


horas de haber ingerido alimentos para
que haya una buena digestión.
Una de las formas sería la de suavizar
ambas necesidades; es decir, comer
en cantidad moderada y alimentos de
sencilla digestión cuando pensemos
salir casi seguido a hacer algo, y
reducir la intensidad del esfuerzo para
que las necesidades de riego de los
músculos puedan ser atendidas con
menor aporte de sangre. De esta
forma, con moderación, podremos
satisfacer sin demoras esas dos
necesidades básicas de nuestro
organismo: la alimentación y el
ejercicio.

También podría gustarte