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Andrés Martínez Fernández-Salguero

Wolfgang Amadeus Mozart (Salzburgo, 1756 - Viena, 1791)


Desde joven mostró un gran talento musical y viajó por todas las cortes europeas, lo
que suposo valiosas experiencias para Mozart: conoció la célebre orquesta y el estilo
de Mannheim, la música francesa en París, y el estilo galante de J.Ch. Bach en Londres.
Durante este periodo escribió sonatas, tanto para piano como para violín (1763) y una
sinfonía (K.16, 1764).
De regreso a Salzburgo, continuó sus primeras composiciones. Después de unos
cuantos años en casa, Mozart y su padre Leopold marcharon a Italia (1769-71). De los
años inmediatamente posteriores datan los primeros cuartetos para cuerda, las
sinfonías K.183, 199 y 200 (1773), el concierto para fagot K.191 (1774), las óperas La
finta giardiniera e Il re pastore (1775), diversos conciertos para piano, la serie de
conciertos para violín y las primeras sonatas para piano (1774-75).
En 1777 Mozart marchó hacia Munich con su madre, Anna Maria. A la edad de
veintiún años Mozart buscaba por las corte europeas un lugar mejor remunerado y
más satisfactorio que el que tenía en Salzburgo. Llegó a Mannheim, capital musical de
Europa por aquella época, con la idea de conseguir un puesto en su orquesta, y allí se
enamoró de Aloysia Weber. Posteriormente Leopold envió a su esposa e hijo a París,
donde éste estrenó la sinfonia K.297 y el ballet "Les petits riens". La muerte de su
madre en la capital francesa en 1778, el rechazo de Weber -después del segundo
encuentro de Mozart con la familia- y el menosprecio de los aristócratas para los que
trabajaba, hicieron que los dos años transcurridos entre su llegada a París y el retorno
a Salzburgo en 1779 fueran un periodo muy difícil en su vida.
El año 1781, Mozart rompe sus relaciones laborales con el príncipe-arzobispo de
Salzburgo y decide trasladarse definitivamente a Viena. Este mismo año se casa con
Constanze Weber, hermana pequeña de Aloysia; juntos vivieron frecuentemente
perseguidos por las deudas hasta la muerte de Mozart.
De esta época data su amistad con F.J. Haydn a quien le dedicó seis cuartetos (1782-
85); estrenó también la sinfonía Haffner (K.385, 1785) y otras obras, de expresividad
muy superior a la de la música de su tiempo. La llegada de Lorenzo da Ponte a Viena le
proporcionó un libretista de excepción para tres de sus mejores óperas: Le nozze di
Figaro (1786), Don Giovanni (1787) y Così fan tutte (1790). Muerto ése año Gluck, el
emperador José II concedió el cargo de kapellmeister a Mozart, pero redujo el salario,
hecho que impidió que saliese del círculo vicioso de deudas. Estas crisis se reflejaron
en obras como en el quinteto de cuerda K.516, en las tres últimas sinfonías (K.543, 550
i 551, Júpiter, del 1788), los últimos conciertos para piano, etc. Los años finales Mozart
escribió sus últimas óperas, Die Zauberflöte (La flauta mágica) y La Clemenza di Tito,
(1791). Precisamente mientras trabajaba en La flauta mágica, el emisario de un
misterioso conde Walsegg le encargó una misa de réquiem. El Réquiem en Re menor
K.626, inacabado por la muerte de Mozart -el 5 de diciembre de 1791- fue su última
composición, acabada por su discípulo F.X. Süssmayr.

El piano de la época de Mozart


En sus viajes Mozart tocó muchos instrumentos diferentes. En el Museo Mozart de
Salzburgo hay un piano construido por Anton Walter de Viena. Este piano tiene dos
Andrés Martínez Fernández-Salguero

octavas menos que el actual, el pedal es operado con la rodilla, y tiene una perilla para
“una corda”que controla la distancia entre los martillos y las cuerdas.
El fortepiano de Mozart era mucho más claro que el de ahora, más liviano, por lo
que era más fácil tocar rápido. El sonido no se sostenía tanto como en el piano actual.
En una carta que escribió a su padre en 1777, Mozart le dice que su piano favorito
era de Johann Andreas Stein. La cita es la siguiente:
“En este momento, voy a empezar de una vez con los pianos de Stein.
Cuando no había visto ninguno de estos pianos, los favoritos siempre habían
sido los de Späth. Pero ahora prefiero mucho más los de Stein, pues estos
apagan el sonido mucho mejor que los instrumentos de Regenburg. Cuando
toco fuerte, puedo mantener o levantar el dedo, pero el sonido cesa en el
momento que lo he producido; de cualquier manera que toque las teclas, el
sonido siempre es parejo. El sonido nunca choca, nunca es más fuerte o más
débil, o enteramente ausente; en una palabra, siempre es parejo. Es verdad que
un pianoforte de este tipo por menos de 300 gulden, pero la preocupación y la
labor que que Stein pone en su construcción no se puede pagar. Sus
instrumentos tienen una espléndida ventaja sobre los otros, que están hechos
con acción de escape. Solo un constructor entre cien se preocupa de esto. Sin el
escape es imposible evitar la sacudida y la vibración después que se golpea la
nota. Cuando uno toca las teclas, los martillos caen de vuelta en el momento
que tocan las cuerdas, ya sea que sostengas la tecla o la sueltes.”

Ideas de Mozart sobre la técnica del piano

Las demandas técnicas que se encuentran en las sonatas para piano, desde la
primera a la última, sugieren que la técnica prodigiosa de Mozart se alteró poco
durante toda su vida. Sus cartas dan puntos de vista muy fuertes al respecto. En una
carta que escribe a su hermana en 1783, recomienda manos quietas, muñecas flexibles
y deplora el pulso inexacto. Siempre insistió en prestar una atención precisa a las
dinámicas y en mantener el tiempo estricto en la mano izquierda, mientras la derecha
tocaba rubato en los tiempos lentos.

Las Sonatas para piano


Mozart escribe sonatas a partir de los 18 años y a través de toda su vida como
compositor. Su última sonata, K.576 la escribió en 1789.
Todas sus sonatas tienen tres movimientos. El primero es en forma sonata en todas
excepto por las K.331 en La mayor. En ésta no usa la forma sonata en ningún
movimiento.
En la Sonata K.284 en Re mayor, por primera vez se utiliza un set de
variaciones para el último movimiento de una sonata. Aquí no hay modelos anteriores.
Se expresa gran profundidad y variedad en las variaciones. Los segundos movimientos
son en tempo Andante, Adagio, Minuetto (una K.284). Los terceros son casi siempre
un rondo, excepto la K.284.
Andrés Martínez Fernández-Salguero

La K.309 en Do mayor de 1777 fue dedicada a Rosina, hija del compositor


Cannabich, compositor de la conocida como Escuela de Mannheim. En esta se nota la
influencia de las orquestas de Mannheim. Con la Sonata K.310 y K.311 de 1777 y 78
respectivamente, demuestra las capacidades dinámicas y del sostenuto del piano. La
Sonata en Do M K.545 conocida como “fácil” o “para principiantes”, de publicación
póstuma, es una de las más conocidas.

Conciertos para piano y orquesta

La estructura de estos conciertos está escrita en tres movimientos siguiendo el


esquema clásico: rápido, lento, rápido. Los primeros movimientos siempre están
compuestos en forma bitemática tripartita o forma sonata, el segundo movimiento en
forma sonata abreviada, mientras que el tercero suele ser un rondó.2 Todos los
conciertos están escritos en tonalidades mayores, excepto dos: el n.º 20, en re menor,
y el n.º 24, do menor. Los conciertos presentan sus segundos movimientos en la
tonalidad de la dominante, a excepción de siete: dos escritos en modo menor
(números 20 y 24), en los que el segundo tiempo está en la tonalidad del VI, y otros
cinco conciertos, cuyos segundos movimientos están escritos en el relativo menor de
la tonalidad principal: los números 4, 9, 10, 22 y 23.

En sus conciertos para piano, Mozart exhibe una enorme habilidad técnica y un
dominio completo de los recursos que ofrece la orquesta, creando un amplio abanico
de afectos y emociones. Sus conciertos presentan, en líneas generales, un carácter
improvisatorio y virtuosístico, sobre todo en los primeros movimientos, que explotan
todas las posibilidades técnicas del piano de la época. En la actualidad, se considera
que los conciertos para piano de Mozart constituyen la cumbre del concierto clásico y
son los más influyentes para la posterioridad. Tres de sus conciertos para piano
(números 20, 21 y 23) se hallan entre las obras más grabadas y conocidas del
repertorio clásico.

Se pueden establecer 4 grupos:

1. 1773-1780 Primera etapa: Salzburgo (Concierto del 1 al 10)

Los primeros 4 conciertos K.37, 39, 40, 41 de 1767 son transcripciones de


diferentes movimientos de compositores contemporáneos de Mozart.
(Raupach, Honauer, Schobert, Eckard, C.P.E. Bach, y otro no identificado)

El primer concierto original de Mozart, en el que introduce nuevo material


temático en la primera sección del piano solo, es el n.º 6, KV 238, en si bemol
mayor que data de 1776. Fue su primer inicio real en el género, y gozó de gran
popularidad durante mucho tiempo.

2. 1782 –1783 Tres conciertos. Viena. (Conciertos del 10 al 13)


Andrés Martínez Fernández-Salguero

Tras su ruptura definitiva en 1781 con el Príncipe-arzobispo de


Salzburgo, Hieronymus von Colloredo, Mozart se estableció en Viena como
músico por cuenta propia. Los diecisiete conciertos escritos en esta etapa
vienesa ocupan un lugar central en la producción mozartiana. Los compuso en
primera instancia como repertorio de sus propios conciertos públicos y procuró
que agradasen a toda una multiplicidad de oyentes.

Estos tres conciertos son bastante diferentes de cualquier otro concierto


mozartiano: son obras relativamente íntimas, a pesar de la burlesca grandeza
del último. El n.º 12, KV 414 en la mayor, el segundo de la serie, es
particularmente sutil: es con frecuencia descrito como «tirolés», y guarda algún
parecido con el concierto en la mayor, KV 488.27 El último de estos tres,
n.º13, KV 415, es quizá la obra más ambiciosa de la serie, que introduce el
primer tema, de carácter militar, en un canon con un impresionante inicio
orquestal: el último movimiento está considerado el mejor.

2. 1784-86 Doce conciertos: las obras maestras de madurez (Conciertos del


14 al 25)

El avance en técnica y estructura desde los primeros ejemplos de Viena está


marcado desde el primero de los conciertos de su serie más madura. Cada uno
de los conciertos de Viena es una obra maestra individual; todos juntos
evidencian al mejor Mozart.

4. 1788 y 1791 Dos últimos conciertos (Conciertos 26 y 27)

El Concierto K.537 (Nº26) conocido como “Coronación” lo compuso para la


coronación de Leopoldo II en 1790. Finalmente, el último concierto, el n.º 27,
KV 595 fue la primera obra que escribió Mozart en su último año de vida:
representa un retorno de Mozart al género. Su textura es escasa, íntima e
incluso elegíaca.

Con Mozart se estableció la estructura del concierto moderno. Enriqueció el


concierto con obras maestras más que cualquier otro compositor de su época. Estos
tienen gran diversidad de carácter. Para muchos el concierto es un género menos
valioso que la sinfonía, porque su objetivo es destacar el virtuosismo del ejecutante.
Esto no es cierto en el caso de Mozart. La esencia del concierto es establecer una
especie de diálogo o duelo entre orquesta y solista. Hay partes donde ambos
colaboran, y al final se reconcilian. Ambas partes deben ser balanceadas.

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