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Andrés Martínez Fernández-Salguero

Ludwig van Beethoven (Bonn 1770 – Viena 1827)


Nacido en el seno de una familia de origen flamenco, su padre, ante las evidentes
cualidades para la música que demostraba el pequeño Ludwig, intentó hacer de él un
segundo Mozart, aunque con escaso éxito.
La verdadera vocación musical de Beethoven no comenzó en realidad hasta 1779,
cuando entró en contacto con el organista Christian Gottlob Neefe, quien se convirtió
en su maestro. Él fue, por ejemplo, quien le introdujo en el estudio de Johann
Sebastian Bach, músico al que Beethoven siempre profesaría una profunda devoción.
Miembro de la orquesta de la corte de Bonn desde 1783, en 1787 Ludwig van
Beethoven realizó un primer viaje a Viena con el propósito de recibir clases de Mozart.
Sin embargo, la enfermedad y el posterior deceso de su madre le obligaron a regresar a
su ciudad natal pocas semanas después de su llegada.
En 1792 Beethoven viajó de nuevo a la capital austriaca para trabajar con Haydn y
Antonio Salieri, y se dio a conocer como compositor y pianista en un concierto que
tuvo lugar en 1795 con gran éxito. En Viena había aproximadamente trescientos
pianistas, que competían entre sí para destacarse y, además, todos se ganaban la vida
enseñando a más de seis mil estudiantes de piano en la ciudad. La rivalidad entre estos
pianistas era feroz. Beethoven hablaba de su "deseo de avergonzar" a sus oponentes, a
los que se refería como a sus "enemigos jurados". Temía que alguno de sus rivales
copiara "las peculiaridades de mi estilo y que me las escamoteen apropiándose de ellas
orgullosamente". Decía que "se vengaría" de tales pianistas.
Los pianistas competían como gladiadores y los de más éxito tenían un gran número de
seguidores. En realidad, los virtuosos eran considerados más bien como rarezas que
como artistas (a los niños prodigio se los exhibía públicamente junto a malabaristas y
acróbatas). Los recitales en los que tocaban estos pianistas se asemejaban más a
duelos. Beethoven, que muy pronto llegó a la cima en cada duelo, recibió el apoyo de
un gran número de familias aristocráticas. Estas abrumaban al joven intérprete con
dinero y obsequios con la intención de establecer su propio nivel social elevado. Tan
grande era esta atención que, a menudo, Beethoven se sentía avergonzado por la
excesiva generosidad.
Su carrera como intérprete quedó bruscamente interrumpida a consecuencia de la
sordera que comenzó a afectarle a partir de 1796 y que desde 1815 le privó por
completo de la facultad auditiva.
Los últimos años de la vida de Beethoven estuvieron marcados también por la
soledad y una progresiva introspección, pese a lo cual prosiguió su labor compositiva, e
incluso fue la época en que creó sus obras más impresionantes y avanzadas.

Sonatas para piano


Una Viena musical donde la música, entre los siglos XVIII y XIX, tenía tres
dimensiones principalmente: pública, cámara y doméstica. Esta última ha
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desaparecido, y precisamente, como música doméstica, es decir, privada o


semiprivada, concibió Beethoven sus sonatas. A pesar de esto, él nunca hizo
concesiones a los pianistas amateur. Ni la Op.79, ni por supuesto sus grandes obras
Op.53, Op.57, Op81a, parecen siquiera medianamente accesibles para los pianistas
aficionados de la época.
Décadas después de su muerte, y con la consolidación del recital pianístico
inaugurado por Liszt, las Sonatas de beethovenianas entran definitivamente en el
repertorio pianístico. En este sentido, surgen ciertos problemas al trasladar esta música
a la sala de conciertos –lo mismo ocurre con Schubert-, pues al tocar una de estas
obras para 20 o 30 personas, se está alterando la naturaleza para la que fue pensada 2.
Aún así, las sonatas de Beethoven toleran muy bien este cambio de auditorio.
Sus 32 sonatas (que en realidad son 29 más tres sonatinas) conforman un extenso
ciclo a través del cual se puede observar la evolución misma del género clásico, que de
la mano de Beethoven va adquiriendo una nueva profundidad intelectual y sirve más a
la fantasía y a la intensidad creativa del compositor. De hecho, la serie suele dividirse
en tres grupos que responden a los estilos recorridos por el compositor alemán. El
primero contiene 11 trabajos contenidos en los Opus 2, 7, 10, 13, 14, 22 y las dos
sonatinas Opus 49, cuya composición abarca de los años 1795 a 1800. El segundo
grupo está integrado por las 13 sonatas comprendidas en los Opus 26, 27, 28, 31, 53,
54, 57, 78, 81, 90 y la sonatina Opus 79 realizadas entre 1801 y 1814. Por último, el
tercer grupo lo conforman cinco sonatas: las Opus 101, 106, 109, 110 y 111,
compuestas entre 1816 y 1822.
Se suelen señalar como las composiciones más destacadas del ciclo, entre otras, las
siguientes sonatas:
• Número 8, Opus 13 Patética, compuesta a sus 28 años de edad, en la que destacan
las características tímbricas, las texturas sonoras y el empleo de una célula musical de
la que parte el material temático de sus diferentes movimientos.
• Número 14, Opus 27 Al Claro de luna, es la más célebre del compositor, poseedora de
una gran expresividad poética y en la que Beethoven altera la estructura tradicional de
la forma sonata.
• Número 15, Opus 28 Pastoral, consta de cuatro movimientos y es apreciada por sus
cualidades técnicas, que se encuentran en el marco de serenidad que proyecta y
dentro de su aparente sencillez.
• Número 21, Opus 53 Waldstein, apodada así debido a la dedicatoria para el conde
Ferdinand von Waldstein. Se trata de una sugerente composición, fresca, suave y
luminosa en la que se encuentran varias referencias a la naturaleza.
• Número 23, Opus 57 Appassionata, una brillante muestra de emoción hecha música,
su composición inició en 1803, año en el que la sordera de Beethoven empeora de
manera definitiva.
• Número 26, Opus 81 Les Adieux, sonata que de manera novedosa incorpora
características programáticas en su estructura. Sus tres movimientos se titulan: El
adiós, La ausencia y El regreso. De hecho, los tres primeros acordes del primer
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movimiento corresponden a las sílabas de la palabra “lebewohl”, “adiós” en alemán.


• Número 28, Opus 101, descrita por el propio compositor como “una serie de
impresiones y sueños”. Demuestra la completa maestría alcanzada en su última etapa,
en la que se mueve hacia una dirección más personal e íntima, de la que esta sonata es
ejemplo con su carácter introspectivo y lleno de belleza.
• Número 29, Opus 106 Hammerklavier, obra de gran dificultad y extensión que
constituye una demandante prueba para cualquier pianista, en la que destaca entre
otras cosas la grandilocuente fuga del último movimiento. La sonata toma su
sobrenombre de la indicación hecha por el propio compositor de que ésta debía ser
ejecutada en el “hammerklavier” (piano de martillos), nombre empleado para
diferenciar al todavía recién creado instrumento del clavicémbalo, al que ya
consideraba insuficiente para transmitir el vigor y la brillantez de sus composiciones.

Conciertos para piano


El modelo de Beethoven para los conciertos para piano era Mozart, un pianista y
compositor que había escrito una larga serie de conciertos para uso propio. Mozart se
había convertido (irónicamente, recién después de su muerte) en el orgullo de Viena.
El competidor más poderoso de Beethoven era un recuerdo. De los conciertos de piano
de Mozart, Beethoven tomó sus conceptos de oposición equilibrada entre solista y
orquesta, la claridad de formas y el virtuosismo del teclado destinado a hacer
sobresalir al solista. El denominado Primer Concierto (que en realidad fue el segundo
en ser compuesto) fue el último donde Beethoven se apegó a sus modelos.
Posteriormente, en el Tercer Concierto amplió el alcance y la gama emotiva. Este
proceso llegó a su culminación con el Concierto “El Emperadorr”
El Concierto nº1 en Do mayor, no fue, en realidad, su primera obra de este tipo. Su
Concierto Número 2 en Si bemol fue dos años anterior, pero el Concierto en Do mayor
fue publicado en primer lugar y, por lo tanto, fue numerado primero. Además, existe
un Concierto en Mi bemol que Beethoven escribió a la edad de catorce años, mucho
antes de llegar a Viena. También hay un Concierto en Re y un Rondó en Si bemol para
Piano y Orquesta, que datan, aproximadamente, de 1795. Beethoven intentó mantener
el denominado Primer Concierto para su uso particular, y no permitió su publicación
hasta 1801. Para entonces, ya empezaba a dejar su carrera como solista y quería
dedicarse más en exclusiva a la de compositor.
La oposición dramática del núcleo del Primer Concierto aparece de inmediato,
cuando las cuerdas contrastan un tema poderoso con una escala rápida, ambos
separados totalmente por silencios. Otra fuente de contraste es el gran número de
temas diferentes introducidos durante la exposición orquestal. Cuando finalmente
entra el piano, lo hace como catalizador para conciliar los extremos. Las escalas se
convierten en la fuente de virtuosismo pianístico, mientras llenan los silencios. Es
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especialmente dominante la transición hacia la recapitulación: el piano y los cornos


alternan repeticiones del tema inicial, que gradualmente queda reducido a lo más
básico.

El segundo movimiento explora una florida partitura para piano. A pesar del tiempo
extremadamente lento, el piano se mueve en figuraciones rápidas y elegantes. Sin
embargo, esta estudiada sofisticación pronto se desvanece ante la despreocupada
inocencia del tema principal de rondó del final, introducido por el piano. El primer
tema secundario es igualmente encantador, en especial debido a sus acentuados
tiempos débiles. El segundo tema secundario también es atractivo: es en tono menor, y
está tratado como un rondó en miniatura completo en sí mismo, hasta con ideas
secundarias. Hacia el final, la música se detiene gradualmente mientras repite el
motivo inicial. Una pequeña cadencia sobre un acorde sostenido para cuerdas reduce
el tempo hasta llegar a un adagio para un solo de oboe. Tal vez no lo sospechemos,
pero el piano ya ha salido definitivamente y el concierto está próximo a su fin. Termina
seis compases después, con un súbito retorno al tempo de allegro.

El Concierto nº2 fue escrito entre 1787 y 1789 con intención de ser estrenado por la
orquesta de su ciudad natal (Bonn Hofkapelle), dependiente del arzobispado. Esta
orquesta había sido el sustento de varios miembros de su familia, entre ellos su
ancestro holandés (Louis van Beethoven), de su padre, y lo seríadel propio Beethoven
desde que ingresó en ella -al parecer, desempeñando diversas funciones, como pianista
o viola- desde los 21 años. El joven Ludwig no alcanzó su objetivo de estrenar la obra
en Bonn, de modo que llevó la partitura consigo cuando marchó a Viena en 1792 con la
intención de hacerse un hueco en la rica escena musical de esta ciudad. La obra fue
estrenada -tras ser revisada- en 1795 con el autor al piano, con bastante éxito.
El concierto se divide en tres movimientos:
I. Allegro con brio
II. Adagio
III. Rondo Molto allegro
El primer movimiento comienza con una apertura orquestal triunfal sobre el acorde
de tónica y mantiene un carácter jovial mientras utiliza pasages cromáticos para exibir
la técnica del solista. El segundo movimiento es de carácter sereno y apaciguante,
mientras que el Rondó final nos devuelve la jovialidad escuchada en el primer
movimiento.
El verdadero cambio de estilo llegará con el Concierto N° 3 en do menor Op.37,
terminado en 1800, estrenado en abril de 1803 y publicado en 1804. La música ha
dejado de ser fresca y ligera para adquirir rasgos épicos y turbulentos, mostrando el
sello de una segunda etapa en la vida del maestro, pues la sordera ha comenzado
definitivamente. En el otoño de 1802 Ludwig confesará su dolor en el testamento de
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Heiligenstadt (que solo se conocerá después de su muerte, veinticinco años más tarde),
donde se lamenta amargamente de que le haya tocado precisamente a él, un músico,
perder el sentido de la audición. El concierto N° 3 es el único escrito en modo menor y
refleja una clara evolución en su literatura pianística. No por nada, a esta altura
Beethoven ha compuesto dieciocho de sus 32 sonatas para piano.
El concierto está estructurado a la manera clásica (lento - rápido - lento) y sus tres
movimientos son:
I. Allegro con brío. En forma sonata, con dos temas principales (el segundo tema
es lírico)
II.Largo. Un tema reposado, propicio para la meditación.
III.Rondó - allegro. Gracioso y alegre, perfecto para el cierre de la obra.

El Concierto n.° 4 en Sol mayor, Op.58 fue compuesto entre 1805 y 1806; de él no
existen copias autógrafas. Fue estrenado por Beethoven como solista en un concierto
privado dado en marzo de 1807 en el palacio de su patrón, el príncipe Lobkowitz. Sin
embargo, el estreno público no fue hasta el 22 de diciembre de 1808 en el Theater an
der Wienn el de Viena de nuevo con Beethoven al piano. Este fue parte de un concierto
«maratón» que fue la última aparición pública de Beethoven como solista con
orquesta, y además también fue el estreno de su Fantasía para piano, orquesta y coro,
Op. 80, Quinta y Sextasinfonías. Beethoven dedicó el concierto a su amigo, alumno y
patrón el Archiduque Rudolf de Austria. Un comentario en el Allgemeine Musikalische
Zeitung de mayo de 1809 dice que «[este concierto] es el más admirable, singular,
artístico y complejo concierto que Beethoven haya escrito». Sin embargo, después de
su estreno la obra fue olvidada hasta 1836, cuando fue reflotada por Félix
Mendelssohn. Emil Ludwig, el más importante biógrafo de Beethoven, lo considera
también el «más perfecto concierto para solo instrumento jamás compuesto».
La obra tiene tres movimientos:
I.Allegro moderato
II.Andante con moto
III. Rondó (vivace)
El primer movimiento comienza con un solo de piano, que toca acordes simples en la
tónica principal antes de modular a la dominante. Sorprendentemente, la orquesta
entra entonces en Si mayor, lo que crea un cambio a un acorde de tercera que se revela
en sí como un motivo del primer movimiento.
Respecto del segundo movimiento, Franz Liszt lo caracterizó como un diálogo entre
el piano (Orfeo) y las Furias, representadas por las cuerdas al unísono. El piano,
tocando casi siempre ad una corda acentúa el carácter soñador de sus respuestas. Su
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quieto final en Mi menor se enlaza sin pausa con los acordes de Do mayor que
comienzan el finale.
El tercer movimiento es un Rondó con un tema muy rítmico, diferente en su carácter
de aquél del primer movimiento, más en tono de diálogo y calmado.

El Concierto nº 5 en mi bemol mayor Op. 73, conocido popularmente como El


Emperador, fue escrito entre 1809 y 1811 en Viena y está dedicado nuevamente al
archiduque de Austria, protector y pupilo de Beethoven. Fue estrenado el 28 de
noviembre de 1811 en Leipzig, y en 1812 Carl Czerny, alumno del compositor, estrenó
la obra en Viena.
El emperador está dividido en los tres movimientos tradicionales de los conciertos:
I.Allegro
II.Adagio un poco mosso
III.Rondo - Allegro ma non troppo

El primer movimiento está escrito siguiendo la forma sonata, con tres temas, y se
inicia con una particular introducción. Los dos primeros temas son introducidos por la
orquesta en la exposición, pero al final de la segunda exposición el piano presenta un
virtuoso y triunfante tercer tema. Beethoven usará este recurso en más conciertos. La
coda del movimiento es particularmente larga y compleja. En la introducción la
orquesta ejecuta tres acordes, seguidos cada uno de ellos por una pequeña cadencia,
de naturaleza improvisatoria pero escrita en la partitura. Esto hace que sea
particularmente larga, algo que anuncia obras románticas futuras como el Concierto
para violín de Mendelssohn o el Concierto para piano n.º 1 de Tchaikovsky.
El segundo movimiento posee un gran lirismo, y es sin duda el más conocido de los
tres movimientos. El tema es introducido por la orquesta, a lo que sigue la exposición
pianística. El tema se repite en tres ocasiones con distintas variaciones. La coda
termina introduciendo, lentamente, el tema principal del tercer movimiento.
Este sigue ininterrumpidamente al segundo y es un típico rondó italiano, de la forma
(ABACABA). El tema principal es interpretado por el piano y luego respondido por la
orquesta. Escalas en el piano introducen el segundo tema, que también es respondido
por la orquesta. En la sección C, mucho más larga, se presenta el tema A en tres
tonalidades diferentes.

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