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119.

- Madre Dolorosa

Siempre lo supe, aunque durante muchos años no quisiera creerlo. Pero ya


cuando el ángel me habló, intuí que me invitaba al vértigo. Luego, durante
años, vi acercarse la cruz. También muchas veces, grité al Padre que apartara
aquel cáliz de mi Hijo... Tantas veces leí en los profetas la historia de su muerte
que, cuando llegó, me parecía que, juntos, recorríamos un mapa conocido.
Aquélla era su hora. Yo no debía hacer nada por apartarle de ella. Aquellas
fueron las horas más largas de mi vida. Llegaban noticias preocupantes y la
esperanza se alternaba con la angustia. Yo seguí desde lejos cada uno de sus
pasos, subí con Él las largas escaleras hacia la casa de Anás, sentí sobre mi
cuerpo los latigazos y las espinas traspasaron también mi frente. Aquella carne
herida era la mía, la carne que yo besé de niño, la que yo vi sudando en el
trabajo, la carne que salió de mis entrañas... Bajo la cruz oí su voz y de pronto
me sentí fortalecida. Así pude mantenerme de pie, recogiendo su sangre y sus
palabras. También me encomendó una tarea, os lo aseguro. Fue cuestión de
estirar el corazón. En él tienen cabida todos los desheredados, los que sufren
la soledad y el olvido, los que no cuentan para nadie... Perdí un hijo pero gané
muchos hijos y ¡qué feliz me siento siendo Madre!
(Adaptación de J. L. Martín Descalzo, Lo que María guardaba en su corazón)

Palabra de Dios (Jn. 19, 25-27)

Estaban en pie junto a la cruz de Jesús su madre, María de Cleofás, hermana


de su madre, y María Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y al discípulo a
quien amaba, dijo a su Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego dijo al
discípulo: “Ahí tienes a tu Madre”. Y desde aquel momento el discípulo se la
llevó con él.

Reflexión

Jesús nos confía a su Madre y nos la entrega como Madre nuestra. ¿Qué
mejor regalo podía ofrecernos? Ella estuvo acompañando a su Hijo en los
momentos de gozo y en el camino de la cruz, hasta el final. Ella también nos
acompaña como Madre en nuestras alegrías y en nuestras penas.

Canción: Madre del dolor (cantado o rezado)

1. Madre, vengo ante ti, 2. Madre, te quiero rezar


mis hermanos están sufriendo hoy. con la fe del enfermo en su dolor,
Te presento al que nunca rezó con aquel que le cuesta pensar
porque nadie le ha hablado de ti. pero vive la fiesta interior.

2. Madre, vengo ante ti, 1. Madre, quiero recordar al


y te ofrezco sus penas y el dolor. hambriento,
El llanto de aquel niño sin hogar
y el viejo que hoy vive en soledad. y al que sueña libertad,
a aquel que es marginado sin
1. María, Madre del amor, razón
das tu corazón al pie de la cruz. o muere, tal vez, por sembrar
María, Madre del dolor,
la paz.
llévanos siempre junto a Ti.

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