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Ana Longoni
Mi proyecto intentará pensar en aquellos textos que, ponen en cuestión esta binariedad.
Ana Longoni se pregunta por lo que pasa cuando un desaparecido regresa, cuando vuelve
de ese lugar del horror, cuando habla o decide no hacerlo. El sobreviviente, dice la autora,
es un reaparecido, “un cuerpo lastimado que retorne , y porta las marcas de lo ocurrido en
el campo clandestino de detención” (21).
Forster en “Las almas de los muertos” dice “por eso la memoria (…) siempre tiene algo de
impostura y de imposibilidad, como si esa experiencia hubiera quedado clausurada en el
silencio de los que no regresaron”.
En el caso de Marcia Merino, su voz está cruzada por múltiples vectores, como son el haber
sido militante y también dirigente del movimiento revolucionario de los años 60-70, víctima
y testigo del horror provocado por el aparato estatal y luego parte de este mismo aparto
de represión.
Longoni reconoce una baja o la ausencia de lectura de los sobrevivientes de Argentina, cuya
circulación se ve reducido únicamente a instancias judiciales. “Fuera de esos ámbitos
estrictos, su aislamiento es enorme. Su (sobre)vida los condena” (24). Como hipótesis
acerca de la “inaudibilidad de los sobrevivientes” es que enuncian una realidad tremenda y
dolorosa que es que esos desaparecidos fueron asesinados –en contradicción a la consigna
de las Madres de la Plaza de Mayo “aparición con vida”-. Los testimonios de los
sobrevivientes hablan de muertos, no de desaparecidos.
Por otra parte, está el discurso hegemónico de la “teoría de los dos demonios” en que
“ubica a militares y guerrilleros en un plano de simétrica exterioridad” (25).
¿Qué pasa en Chile con las familias de los miristas asesinados? ¿Se reconoce su participación
en la violencia política de los años previos? Según Longoni, el desparecido en el contexto
argentino, se reivindica como una “víctima inocente y absoluta, a costa de anular el
reconocimiento (y el balance) de su condición política, su historia militante” (25).
¿Qué pasa en Chile? La figura del desparecido parece condensar toda su vida en esa
condición. El discurso de la memoria reduce la memoria de un sujeto a la memoria de un
desaparecido.
En el caso de Marcia Merino, ¿qué decide contar, y que decide no contar? ¿Qué pasa con
su historia anterior, como militante?¿Enmarca su discurso en esta teoría de los dos
demonios?¿Hasta que punto absorbe el discurso hegemónico y en qué punto puede
distanciarse de él?
La teoría de los dos demonios provoca sin duda una despolitización general en en el modo
de pensar la violencia política, pero en particular en el testimonio de los propios
sobrevivientes, que deben callar su condición de ex militantes.
Mi objetivo será pensar en qué medida los testimonios de los sobrevivientes en Chile
reproducen una determinada épica, y ver en qué medida, el caso particular del testimonio
de marca Merino permite pensar y desarticular las cristalizaciones narrativas que se
identifican con una visión binaria de amigo/enemigo, héroe/traidor,
“Si el vacío que significa la figura del desaparecido condensa toda la explicación del pasado,
la historia corre el riesgo de disolverse en una trama trágica de crimen y castigo” (39). ¿Son
así las narrativas de la derrota?
“Reconocer esa derrota no supone dejar caer los brazos sino generar las condiciones de un
balance y los argumentos necesarios para relanzar un discurso emancipatorio que sea capaz
de aprender de la experiencias de signo revolucionario del pasado y de reinstalarse en el
presente con autoridad moral e intelectual –retomando las palabras de Antonio Gramsci-
para postular la construcción de un futuro distinto” (40)
Responsabilidad que le cabe a la lógica militarista: errores del MIR, malas evaluación del
presente, condena al exilio y a la delación, etc. Necesidad de repensar la compresión
mesiánica de la causa revolucionaria, necesidad de una retórica menos religiosa y épica, el
distanciamiento de las bases, la ausencia casi absoluta de autocrítica, etc (ver Olga Ruiz).
“Nadie puede apiadarse de la conciencia del traidor: sólo la tragedia. El traidor no tiene
reparación posible porque el mundo descansa al encontrar un culpable, al descubrir una
circunstancial y tranquilizante explicación al espanto del mal encarnado”.
No pertenencia – intrumento técnico del poder: “Al borrar la ¡dea de falta, la traición -
que es un acto perteneciente al espacio de la moral- desdibuja cualquier identidad. Hans
Joñas reconoce en el gnosticismo de los primeros siglos de la era cristiana, una vocación
sostenida por el nihilismo. "El yo descubre que no se pertenece, sino que es el ejecutor
involuntario de los designios cósmicos". Una nueva y reforzada vigencia del nihilismo es
la que estamos viviendo en los dos últimos siglos; hace casi dos mil años y ahora se
subvierte la idea de ley en el sentido de una ética que hace hombre al hombre. La
traición, en el marco del nihilismo gnóstio (donde "la trascendencia se encuentra
despegada de cualquier normativa con el mundo"), no tiene lugar. En el nihilismo
moderno ("infinitamente más radical y más desesperado que el nihilismo gnóstico")
también se desvanece la raigambre ética de la traición, para transformarse en un
instrumento técnico de la construcción del poder”.
“El traidor, en consecuencia, requiere ser pensado como un otro absoluto: la traición
posee una esencialidad que la separa drásticamente de nuestra propia experiencia. Sólo
así logramos que la culpa no nos toque y exorcizamos el mal que de otra manera también
podría instalarse en nosotros; afirmamos nuestra inocencia. La traición señalada en el
otro nos protege: quedamos resguardados en un bando unificado por el miedo y la
vergüenza.”
Dice: Ideología de la traición en que todo se disuelve en al dicotomía amigo enemigo.
“En síntesis, oriente mi lectura la sospecha de que existen fuertes vínculos entre el
stigma de traición que existe sobre los sobrevivientes, las dificultades (de las
organizaciones políticas, de la izquierda, del movimiento de derechos humanos, de
sectores de la sociedad) para admitir y explicar a fondo la derrota del Proyecto
revolucionario y la imposibilidad de ejercer un balance (auto)crítico acerca de las formas
y el rumbo que asumió la militancia armada en los años 70” (44).
¿Cuál es el pacto de lectura que tiene el testimonio de MM? ¿Cuáles son los signos que
establecen el contrato de la literatura no-ficcional? Aquí es donde se pueden pensar en
los pactos de lectura que hay detrás de la idea de confesión en el testimonio (revelación
de una verdad hasta ese punto no revelada o distorcionada).
Búsqueda de las condiciones de posibilidad del testimonio. Por una parte dice que dice
la verdad. ¿Si? Es enfática en esto? O dice que busca la verdad?
A pesar de que el testimonio de MM establece claramente como objetivo la búsqueda de
la verdad, expresa una desconfianza ante el lenguaje, en tanto portador de una memoria
que se afirma y de la que se duda, y también con respecto a su “transparencia”.
La escritura de MM expresa lo que Longoni llama “la condición ideológica de su propia
materialidad”, la oscuridad que determina las operaciones de su construcción, las
complicadas intersecciones entre la culpa y la autoafirmación.
¿Es el traidor un mentiroso?¿se debiera dudar de su palabra?¿de la correspondencia
entre lo dicho y la realidad?¿Cómo enfrenta la idea de “verdad” Merino?¿asume una
complejidad o su transparencia?
Identidad diluida, difusa, líquida del traidor. Marcas textuales.
Modos de narrar lo inenarrable.
La eficiencia/eficacia de la tortura
Culto a la resistencia a la tortura. Primera derrota de Merino parece fijar el límite
de esa resitencia.
Códigos de la militancia. Exilio como deserción y traición. ¿Existen estos códigos
aún como pautas morales para pensar en el exilio y la experiencia del campo de
concentración?¿Ayuda la literatura a perpetuar estos códigos de lectura? militarización
de lo político.
Detención ilegal. Cuestión del tiempo (se eterniza, no tiene límite, no tiene fin).
Cuestión del nombre.
Economía de la información. Transacción de la información por la vida, la vida no
se quita hasta que siga aportando información útil. El prisionero no es dueño de sí.
Mercancía.
Nelly Richard, refiriéndose al libro del Guatón Romo “Confesiones de un torturador” dice
“falta de vigilancia crítica” … Buscar.
Traidora puta
“Por cierto la figura de la “puta” en la tópica del imaginario social argentino es la que
más fuertemente asocia a la mujer con la traición” (150). En los hombres, en cambio, la
traición es una conversión ideológica o moral, no de una economía sexual. Las putas son
siempre mujeres, no hombres.
Eternauta 2
Sobre el registro durante los años 70 de gente que aceptó integrarse a los distintos
modos la lucha armada. “Allí aparece aquella estructura del culto al heroísmo, al
heroísmo y a la abnegación que puede leerse como el revés del discurso público
triunfalista”. En el caso del Eternauta es una antesala, es un discurso pronunciado aún
en el espacio público.
Disociación entre el discurso triunfalista, la formulaica construcción de la victoria siempre
e inevitable, el pueblo unido jamás será vencido, y un sentimiento de derrota que
aparece con anticipación, la autoconciencia de la derrota, la posibilidad o inevitabilidad
de la muerte. ¿A qué mito responde El Eternauta 2?