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El nuevo gobierno y la lucha de los trabajadores del sector salud

Miguel Uribe

Hace unos meses se eligió como presidente del país al candidato de MORENA,
Andrés Manuel López Obrador. Al final, el discurso demagógico de este candidato
atrajo a un amplio sector de la clase trabajadora, entre ellos a los trabajadores del
sector salud y a una grandísima parte de su disidencia sindical; sin embargo, hubo
organizaciones, como el caso de la Resistencia IMSS, que llamaron a mantener la
independencia política, pues ninguno de los partidos electorales defendía de lleno
los intereses de los trabajadores, y también denunciaron a la dirigencia charra del
Sindicato Nacional de los Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), por su intento
terrorista de que su base trabajadora votara por el PRI, partido del cual siempre ha
funcionado como un brazo de control sindical.

Con el nombramiento de Germán Martínez como titular del IMSS, es claro que el
nuevo gobierno no detendrá el avance de la privatización total de la seguridad
social, ya que tiene importantes compromisos con los monopolios que ansían dicha
privatización, esto se manifiesta en sus propios programas de gobierno sobre la
seguridad social, en donde evidencia que no tiene por objetivo terminar con la
participación del sector privado en el control de los hospitales y en el manejo de los
servicios médicos, más bien, lo que buscará será su “regulación”. Hay que recordar
que esa fue la posición de los gobiernos anteriores, y lo que en realidad sucedió fue
una paulatina concesión de los servicios médicos y hospitales al sector privado,
como sucedió a principios de este año en el IMSS, que, a través de las APP
(Asociación Público-Privadas), firmó contratos de hasta 25 años con empresas para
la administración del Hospital Regional de García, Nuevo León; así como de los
hospitales generales de zona de Tapachula, Chiapas; y Bahía de Banderas, Nayarit.

Es muy probable que en las futuras elecciones de secretario general del SNTSS, a
finales de este año, el nuevo gobierno no busque cambiar la estructura “charra”,
sino que recicle a los anteriores dirigentes, pero incorporados ya a MORENA, ya
perdonados por sus pecados políticos y arrepentidos por haber sido parte de la
“mafia del poder”, o que incorpore sindicalistas de la misma calaña, aunque de
segundo orden. MORENA seguirá utilizando al charrísimo sindical como un medio
para reprimir y desmovilizar a los trabajadores que denuncien la privatización de la
seguridad social y la desaparición del Contrato Colectivo, y ello se irá revelando
poco a poco. Al respecto, cabe mencionar que el liderazgo charro del SNTSS, que
encabeza Manuel Vallejo Barragán, después de la victoria de López Obrador, sacó
un comunicado donde lo felicitaba por su triunfo y refrendaba su compromiso para
trabajar juntos por el IMSS y la seguridad social.

Por lo tanto, el deber de la disidencia sindical seguirá siendo la lucha por un


sindicato independiente y combativo, la exigencia al nuevo gobierno (de la misma
manera que se exigió a los anteriores), de solucionar los principales problemas de
la seguridad social y de los trabajadores de la salud, como son: la privatización de
hospitales y servicios médicos, la desaparición del contrato colectivo de trabajo, el
fraude de las AFORES, la rescisión de contrato y la sanción a trabajadores del IMSS
que aplicó el sindicato charro contra ellos por protestar, etc.

En la lucha real, en la disyuntiva entre los intereses de los trabajadores y los de los
empresarios, el nuevo gobierno socialdemócrata mostrará su verdadero rostro.

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