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Harold J. González
Fuchs comienza el texto ejemplificando, a partir de extractos de información obtenida
con activistas de distintos movimientos de “ocupas”, el hecho de que las redes socio
digitales tienen un carácter ambiguo en el terreno del activismo político. Esto como
producto de la relación asimétrica de poder que existe entre los activistas políticos y los
actores gubernamentales y corporativos, que lleva a que las Redes Socio Digitales
permitan la expansión de las reivindicaciones de movimientos alternativos, al mismo
tiempo que favorecen la vigilancia, la persecución y la censura.
Tomando esto como punto de partida, el autor nos ofrece un recorrido por algunas
definiciones de poder que permiten abordar de mejor manera este fenómeno de interés.
Más específicamente Fuchs nos muestra la definición de poder desde tres perspectivas
dominantes, la objetivista, la subjetivista y la dialéctica, esta última la que desarrolla con
mayor profundidad en el texto y desde la que ubica su análisis el propio autor.
Por su parte en la concepción individualista del poder, éste es inherente a los individuos,
bajo esta concepción el poder no es necesariamente represivo o coercitivo, puede tener
una faceta creativa. Además, el poder reside en los individuos y en todas las relaciones
sociales que estos forman y puede definirse como la capacidad para intervenir en un
evento determinado y transformarlo.
Por último, en la concepción dialéctica del poder “El poder se concibe como un proceso
dinámico que conecta estructuras de poder y prácticas de poder, objetos y sujetos de
poder”(Fuchs, 2015, p. 6). Bajo esta definición, el poder no reside ni en las estructuras
sociales ni en los individuos exclusivamente, sino que puede encontrarse permitiendo o
coartando ciertas acciones de los individuos, que a su vez influyen sobre esas mismas
estructuras de poder para transformarlas o hacerlas permanecer iguales.
Bajo esta definición el autor llama la atención sobre tres distintas formas de poder: el
económico, el político y el cultural. Estando el primero relacionado con la posesión de
recursos que sirven para producir y distribuir bienes y servicios; el segundo con la
influencia en las decisiones colectivas, que afectan a una sociedad; y el tercero con la
definición de significados y valores sobre lo que está bien y está mal dentro de un
determinado contexto.
En las sociedades contemporáneas el poder está distribuido de distintas formas entre las
personas y los grupos, no obstante, las luchas sociales pueden permitir cambios en la
distribución de poder. En este sentido, existen hegemonías y actos contra hegemónicos o
de resistencia. La resistencia es siempre una potencialidad según Fuchs, no una reacción
automática ante la dominación, pues la hegemonía se sostiene justamente porque los
integrantes de una colectividad legitiman y sostienen las estructuras de poder, bien sea
por miedo o por convencimiento de que las cosas funcionan bien.
Bibliografía
Fuchs, C. (2015). Power in the Age of Social Media. Heathwood Journal of Critical
Theory, 1(1), 1–29.