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El Último Encuentro

Lily miró a su alrededor. Estaba a punto de averiguar algo que no debía saber. Pero no le quedaba
otra opción. Los últimos acontecimientos habían turbado su mente, su juicio y su corazón. ¿Por qué
todo se había complicado tanto? El miedo la paralizó. Y sin embargo, una oleada de esperanza se
apoderó de ella. Dumbledore les había dicho que había sido una fuente anónima, pero ella no le
creyó…Sabía que era él. ¿Quién si no podría ser?

En un primer momento se conformó, no quiso darle importancia. Pero los días pasaban y Lily
estaba cada vez más preocupada. La idea de que él hubiera sido quién dio el chivatazo no la dejaba
dormir. No quería que James se diera cuenta, así que salió al porche para hablar con Dumbledore a
solas. James nunca lo entendería. ¡A duras penas lo entendía ella! Presionaría a Dumbledore si era
necesario hasta que confirmara sus sospechas.

- Albus, necesito saber quién ha sido… - suplicó Lily.

- Una vez más, no puedo responder a tu pregunta, Lily. Aunque quisiera, no podría. Hay mucho en
juego. - dijo Dumbledore con seriedad.

- Lo entiendo Albus, pero no sabes la agonía en la que vivo. De repente, un día me entero de que
Quién-tú-ya-sabes ha descubierto una profecía sobre un niño que presuntamente le destruirá, y
llega a la conclusión de que ese niño es MI HIJO. Me pides que me esconda junto a mi familia sin
preguntas y así lo he hecho. ¡Pero necesito saber quién te lo contó! - explicó Lily con determinación.

- ¿Para qué, Lily? ¿Con qué finalidad necesitas tal confirmación?

- Para aliviar un poco esta angustia que me carcome desde hace semanas. Y…porque sospecho de
una persona.

- Lily, debes entender que no puedo decírtelo. Pero si miras en tu interior, tal vez hallarás la
respuesta que tan desesperadamente buscas. ¿Qué te dice el corazón?

- El corazón me dice que fue él…Severus Snape. - Lily pronunció su nombre despacio. Hacía mucho
tiempo que no lo decía en voz alta.

- Entonces no necesitas más confirmaciones.

- Dios mío…Entonces es cierto. Ha sido él. Severus. - Lily se llevó la mano a la boca. El corazón le
latía muy deprisa. Sus sospechas no eran infundadas. Era él…Severus.

Se produjo un tenso silencio entre los dos. La persona que había revelado la profecía a Voldemort
era la misma que había prevenido a Dumbledore del peligro al que ella y su familia se enfrentaban.
Y esa persona no era otra que Severus, el que fuera su mejor amigo durante toda su infancia y
adolescencia. Alguien a quién Lily había llegado a querer mucho, tiempo atrás. ¡La había vendido y
advertido al mismo tiempo! Lily necesitó unos momentos para asimilarlo. Respiró profundamente,
y habló:

- Él… ¿Nos vendió? - dijo Lily disimulando la rabia -

- Sí - admitió Dumbledore - Pero debes tener en cuenta que él no sabía que se refería a tu hijo.
- ¡De todas formas lo hizo! Y de no haber sido mi hijo, ¡habría condenado al de otro! - Lily sentía
cómo la cabeza le iba a estallar de ira - Cómo pudo hacerlo…Es despreciable.

- Yo también pensé lo mismo cuando me enteré de sus propios labios, pero luego vi el profundo
arrepentimiento en sus ojos…Y supe que sus intenciones eran buenas.

- ¿Buenas? ¡Ha jugado con mi vida y la de mi familia!

- No era consciente de ello, Lily. Está muy arrepentido, y dispuesto hacer lo que sea por salvaros.
Pone su vida en peligro a diario. Ha cambiado.

- ¿Y se puede saber que motivos tendría para querer salvarme?

- ¿No es evidente? Aún le importas, Lily. Dejaste una profunda huella en su interior. Probablemente
la misma que él ha dejado en ti.

- Él…no…me importa - balbuceó Lily -

- Si lo hace. De no haber sido así, no me habrías presionado para sacarme la verdad.

- ¿Entonces…crees le importo? - preguntó tímidamente Lily -

- Mucho más de lo que tú crees.

La idea de que Snape aún sintiera afecto hacia ella desconcertó a Lily. Estaba terriblemente
enfadada con él, pero no podía evitar estar al mismo tiempo muy agradecida, pues de no haber sido
por su rápida intervención, quizás Voldemort ya la habría matado a ella, a James y…a Harry. Lily
sintió arcadas sólo de pensarlo.

- Necesito verle en persona, Albus.

- ¡Absolutamente no! - bramó Dumbledore - Eso sería muy peligroso, además de contraproducente.
Severus actualmente es un espía doble, si Quién-tu-ya-sabes lo descubriera o entrara en su mente y
viera una reunión contigo…

- Si Quién-tu-ya-sabes entrara en su mente, ver una posible reunión conmigo sería el menor de sus
problemas. Le mataría de todas formas, ¿no es así? - contraatacó Lily -

- Cierto - dijo Dumbledore con aspereza - De todas formas, lo que me pides es imposible. Severus no
accederá.

- Severus no tiene por qué saberlo - al pronunciar de nuevo su nombre, Lily sintió una punzada de
dolor - Engáñale. Hazle creer que ha quedado contigo.

- No puedo hacer eso, Lily. No me lo pidas, por favor…

- Está bien - y de repente, unas lágrimas silenciosas comenzaron a resbalar por el bello rostro de
Lily.

- Lo siento mucho, de verdad.


- No pasa nada, Albus. Al menos lo he intentado. - Lily le dio la espalda a Dumbledore, pero cuando
dio dos pasos hacia la puerta de su casa, oyó la voz de Dumbledore:

- ¡Espera! - gritó Dumbledore - De acuerdo; verás a Severus.

- ¡Oh, Albus! ¡Muchísimas gracias! - dijo Lily apretando la mano de Dumbledore -

- ¿Entiendes que esto es una completa locura y aún así asumes los riesgos?

- Sí, los asumo. Estoy dispuesta a todo por ver a Severus.

- ¿Se lo dirás a James?

- No - sentenció Lily - Sabes que ellos dos…James no lo entendería.

- Comprendo. Estate atenta al correo. Pronto recibirás una lechuza con mis instrucciones.

- Gracias, Albus. Esto significa mucho para mí.

Los días pasaron. Lily apenas podía dormir, su estado de nervios era cada vez más agudo. Hacía
verdaderos esfuerzos por ocultárselo a James, pero en el fondo sabía que su esposo intuía algo. La
conocía bien. Y al fin, una semana después de su reunión en el jardín con Dumbledore, recibió una
lechuza suya con instrucciones.

"Estimada Lily:

Lo he arreglado todo. Será el próximo miércoles, a las 18.00. Te esperaré en la parte trasera de tu
casa. Inventa una buena excusa para justificar tu marcha ante James. Ven sola, pero sé cauta.

Albus Dumbledore"

Lily sintió cómo el corazón iba a explotarle de emoción. ¡Iba a verle! Hacía años que Lily no le veía.
Desde que salieron de Hogwarts. ¿Cómo sería ahora Severus? ¿Habría cambiado mucho? La
emoción embargó a Lily, pero también la duda y el miedo. Aquello una auténtica locura. ¿No habría
perdido la razón? ¿Y si salía mal? Lily intentó alejar esos pensamientos de su cabeza. "Todo irá
bien", se dijo a sí misma.

Lo peor fue convencer a James. Lily abordó a su marido durante el desayuno, y le soltó la mentira
que había preparado durante aquellos días. La taza le temblaba en las manos.

- Cariño… Mañana saldré de casa durante la tarde. He quedado con Mary McDonald.

- ¿Cómo? ¿Qué te vas con Mary? - dijo James extrañado - Lily, ¿se puede saber que bicho te ha
picado?

- Ninguno. Necesito ver a Mary, es muy importante para mí.

- ¿Estás loca? ¡Sabes que no podemos salir de esta casa y quedas con Mary! - gritó James.

- No me grites - dijo suavemente Lily - Más que un deseo, es una necesidad.

- ¿Por qué? ¿Para qué? ¡Pero si últimamente no hablas con ella!


- Precisamente por eso. Vivo aquí encerrada contigo y con Harry las 24 horas del día. Tú al menos
tienes el consuelo de que tus amigos vienen a verte, ¿pero qué consuelo tengo yo?

- Tienes a Bathilda Bagshot. Sois amigas, ¿no?

- No es lo mismo. Bathilda es buena mujer y me hace compañía…Pero necesito una amiga de


verdad, ajena a todo esto. Alguien que no seas ni tú, ni Sirius, ni ninguno de tus amigos. Por favor,
James, déjame ir - rogó Lily mientras cogía la mano de su marido -

- Es realmente importante para ti, ¿no? - preguntó James apesadumbrado. Lily asintió con la cabeza
- ¿Cuánto tiempo estarás fuera?

- Muy poco, sólo media hora. Y no iré sola. Dumbledore me escoltará.

- De acuerdo. Pero que sea la primera y única vez, ¿vale? Juntos somos más fuertes.

- Gracias por tu compresión, cariño. Puedes ser un sol cuando quieres. - Lily se inclinó, besó a su
esposo, y le dedicó una radiante sonrisa.

Llegó el miércoles. Lily miraba constantemente el reloj. Estaba muy nerviosa. Lo que estaba
haciendo era una absoluta locura. Ni siquiera sabía si estaba bien o estaba mal. Pero tenía que
hacerlo. El momento de la verdad se aproximaba. Lily subió las escaleras hacia su dormitorio. Abrió
un poco la puerta, y vio a James durmiendo con Harry en brazos. La imagen era tan tierna…Quiso
que el tiempo se detuviera. Y entonces miró de nuevo el reloj. Las 18:00. Había llegado el momento.
Ya no había marcha atrás. Ahora o nunca.

Lily salió silenciosamente hacia el patio trasero de su casa. Allí estaba Dumbledore, puntual como
un reloj. Lily levantó la mano para saludarle.

- Hola Lily. ¿Qué le has dicho a James?

- Le he dicho que he quedado con una vieja amiga. No sospecha nada. Espero que me perdone… -
dijo tristemente Lily.

- ¿Estás segura de esto? Aún estamos a tiempo de parar.

- No, Albus. Debo marcharme antes de que me arrepienta.

- Como tú quieras.

Lily siguió silenciosamente a Dumbledore. No podían desaparecerse dentro de los límites del
encantamiento Fidelio, así que anduvieron hasta el otro lado de la calle. Allí, en medio del asfalto,
Lily agarró el brazo de Dumbledore y se desapareció. Un nuevo paisaje muy familiar apareció
delante de ella. Estaban en los terrenos de Hogwarts. El castillo podía verse a lo lejos. La tarde
estaba cayendo, y las luces rojizas del atardecer teñían el cielo.

Y entonces fue cuando le vio. Allí estaba él, de espaldas a ella. Lo reconoció al instante. Su cabellera
negra hasta los hombros era inconfundible. Lily sintió cómo le daba un vuelco al corazón. Y en ese
preciso momento, Snape se dio la vuelta. Sus ojos negros se abrieron de par en par. Su rostro
reflejaba una gran perplejidad mezclada con asombro. Era obvio que no se lo esperaba. No había
cambiado mucho, excepto por algunos detalles. Era más alto, y su rostro denotaba cansancio. Tenía
ojeras, y había perdido la luminosidad en la mirada que había tenido antaño, cuando eran amigos.
Cuando al fin pudo articular palabra, habló:
- ¿Lily? - preguntó extrañado. Su rostro mostraba ahora una incipiente preocupación - Albus, ¿qué
significa todo esto?

- Severus, cálmate por favor. Lily ha venido para hablar contigo.

- ¿Cómo? ¿Se lo ha contado? ¿Le ha dicho que fui yo el que…? - Snape se frenó y tragó saliva.
Hablaba con dificultad, y cada palabra que salía de sus labios denotaba decepción.

- No hizo falta. Lily lo descubrió ella solita. Subestimaste su poder de intuición.

- No…Esto no es posible…Ella no debía saberlo… - balbuceó Snape.

- Severus - intervino solemnemente Lily - No actúes como si no estuviera aquí. Albus nunca quiso
contarme nada, lo adiviné yo sola. Estoy aquí por voluntad propia.

- Pero yo… - Snape volvió a parar a mitad de frase.

- Necesitáis intimidad. Os dejaré solos. Estaré por los alrededores - Dumbledore se dirigió hacia Lily
- Recuerda Lily, dispones de treinta minutos. Aprovéchalos bien - Dumbledore se acercó a Snape - Y
tú, contrólate y no digas ninguna tontería - le susurró.

Dumbledore se alejó a marchas forzadas. Cuando su figura hubo desaparecido en la lejanía, Lily y
Snape se miraron. Los ojos verdes se encontraron con los negros en una profunda mirada. Durante
unos segundos, minutos quizás, ninguno de los dos apartó la mirada ni dijo nada. De repente, Lily
caminó lentamente hacia Snape. Y con la vista clavada fijamente en sus ojos negros, le asestó una
sonora bofetada.

- ¡Me vendiste! ¡Le contaste a Quién-tú-ya-sabes lo de la profecía! - Lily sintió un repentino ataque
de furia. Snape se tapó la cara con la mano.

- No tengo justificación alguna para lo que hice. Ignoraba que la profecía se refería a ti, a tu hijo…De
haberlo sabido, jamás te habría delatado - la voz de Snape denotaba un gran arrepentimiento.

- Bien - dijo secamente Lily - A lo hecho, pecho. Ya no puede cambiarse. ¿Pero por qué, Severus?
¿Por qué buscaste a Dumbledore y se lo contaste?

- Eso no es asunto tuyo - se limitó a contestar Snape - ¿Por qué has venido aquí? ¿Para reprocharme
una vez más mis errores, Lily Evans? …O mejor debería decir, ¿Lily Potter?

Por primera vez desde que se iniciara la discusión, Lily se sintió avergonzada de sí misma. Había
esperado ese momento durante días, y ahora que tenía a Severus delante, se estaba dejando llevar
por un ataque de ira injustificable. No era eso lo que había planeado. En realidad, no había planeado
nada. Había estado tan desesperada por verle, que no había previsto que reacción tendría cuando le
tuviera delante. Lily decidió calmarse. Debía aprovechar el tiempo que les habían concedido.

- Los dos tomamos sendas distintas. No hace falta que te recuerde el motivo, porque estoy segura de
que lo recuerdas tan bien como yo. Nos hemos herido mutuamente.

- ¿Pero por qué Potter? De entre todos los hombres de este mundo, ¿por qué él? - Snape le dio la
espalda. Su voz reflejaba un profundo dolor y resentimiento.

- No lo sé. No elegí enamorarme de él. Ocurrió sin más - dijo Lily con sinceridad - Además, en esa
época tu y yo ya no…Fue un capricho del destino - sentenció.
- Sigo sin entenderlo… - susurró Snape.

- Yo tampoco entiendo porque me llamaste…lo que me llamaste. ¡Era tu mejor amiga!

- Te pedí perdón, pero ignoraste mis súplicas.

- Es cierto, lo hice. ¡En ese momento estaba tan dolida y enfadada contigo! Aquel día me rompiste el
corazón.

- Y tú rompiste el mío marchándote con Potter - sentenció fríamente Snape.

- Severus, no he venido aquí para discutir. Sólo quería…darte las gracias por todo.

- ¿Las gracias? - Snape se volvió. Lily notó que tenía los ojos humedecidos.

- Sí… Por advertirnos del peligro. Ha sido un gesto muy noble por tu parte.

- De nada - Snape volvió a darle la espalda a Lily - Debes pensar que quiero ganarme tu perdón.

Lily se puso tensa. ¡Porqué debía sacar a relucir eso! Lily deseaba con todas sus fuerzas poder
perdonarle, pero las palabras no le salían de la boca. Su orgullo era más fuerte. Y una vez más, Lily
se avergonzó de sí misma. ¿Por qué era tan difícil para ella poder perdonarle?

- ¿Hay algo más que quieras decirme? - preguntó Snape.

- Yo…No sé que decir - dijo Lily contiendo las lágrimas.

- Entonces escúchame atentamente - Snape se puso frente a ella. La miró fijamente a los ojos, y
colocó sus manos sobre los hombros de Lily - No confíes en nadie, excepto en Dumbledore y en tu
marido. Dumbledore debe ser el guardián del encantamiento Fidelio.

- ¿Por qué me dices esas cosas? - preguntó Lily desconcertada.

- Dumbledore y yo sospechamos que hay un espía del Señor Tenebroso infiltrado en la Orden. No
sabemos quién es, pues el Señor Tenebroso tiene su identidad muy bien escondida, por lo que ahora
mismo sospechamos de cualquiera.

- ¿Estás tratando de decirme que uno de los amigos de James podría ser un traidor?

- Ciertamente, no lo sé. Sabes que nunca me he fiado de Black…

- ¡No acuses a Sirius sin tener pruebas!

- Vale, no le acusaré. Pero lo más seguro para ti y tu familia es que solamente os fíes de Dumbledore.

- ¿Y de ti, Severus? ¿Debo fiarme de ti?

- Esa elección es sólo tuya, pero yo siempre velaré por ti. Jamás permitiría que…Eres demasiado… -
la voz de Snape flaqueó y paró.
Entonces Lily lo vio claro. De repente, todo cobró sentido. Las piezas del puzzle encajaron: el
cambio de bando, su preocupación hacia ella, sus celos hacia James…Lo que Snape sentía hacia ella
no eran sentimientos propios de una amistad…Sino de amor. ¡La amaba!

- ¿Tú…sientes algo…por mí? - dijo Lily escogiendo cuidadosamente las palabras.

- Si tu pregunta es si aún me importas, entonces mi respuesta es sí - Snape contrajo el rostro. Estaba


sufriendo.

- No es sólo a eso a lo que me refiero. Lo que sientes por mí...Va más allá de la amistad, ¿me
equivoco? - dijo Lily armándose de valor.

- Lily, creo que esta reunión debe terminar. Busquemos a Dumbledore. Cada minuto que pasas aquí,
representa un peligro para ambos.

- Severus, ¡no cambies de tema! Sabes a lo que me refiero. Nunca tuviste el valor de decírmelo en la
escuela, y luego fue demasiado tarde, ¿cierto?

- No juegues conmigo. ¿Por qué quieres que hable de cosas que es mejor callar? De todas formas, tú
nunca me has visto de esa forma.

- ¡Qué sabrás tú de mis sentimientos! Si no me hubieras llamado aquello…Quizás no habría


terminado con James. Quizás…te habría abierto mi corazón.

Snape no dijo nada. Se quedó inmóvil. A pesar de que su rostro era impasible, sus ojos le delataban.
Aquellas palabras le habían afectado profundamente. Unas silenciosas lágrimas recorrieron su nariz
ganchuda. Lily le miró. Cuando Snape la insultó aquel fatídico día, Lily sintió cómo aquellos
confusos sentimientos que había comenzando a albergar por él morían…Y sin embargo, ahora
habían resucitado. Y con más fuerza que nunca.

"Lily…" Snape pronunció su nombre con suavidad. Fue un susurro apenas inaudible. Lily se acercó
lentamente hacia él, y puso un dedo entre sus labios. Y sin saber por qué, le besó. Sus labios se
fundieron con los de él lentamente. El beso se volvió más y más apasionado. No existía nada más en
el mundo, excepto Severus y ella. Pero de repente, la imagen de James vino a su cabeza, y Lily se
soltó bruscamente.

- ¡No puedo! - sollozó - ¡No soy una mujer libre! Estoy…casada - y por primera vez en su vida, su
estado civil representó un problema para ella.

- Lo siento Lily…No debería… - Snape estaba visiblemente avergonzado, pero una extraña luz
brillaba en su ojos.

- ¡Oh, Severus! - exclamó Lily - Jamás pensé que esto pasaría. De haberlo sabido, yo… ¿Por qué nos
ha pasado esto aquí y ahora?

- Te arrepientes de lo que ha ocurrido - dijo Snape tristemente - Lo comprendo, es normal.

- Al contrario. Lo deseaba tanto como tú. Me siento tan mal por James… ¡Pero Dios, no me
arrepiento! - bramó Lily totalmente contrariada - ¿Qué vamos a hacer?

Se produjo un silencio entre los dos. Lily abrazó a Snape con fuerza. Al principio él no reaccionó,
pero finalmente correspondió al abrazo y acarició cariñosamente los rojizos cabellos de ella. Lily
deseó que Dumbledore no regresara. Quería quedarse allí, con él. La revelación de la verdadera
naturaleza de sus sentimientos por Severus lo había cambiado todo. Aunque amaba a James, lo que
sentía por Severus era muy fuerte. Y Lily volvió a sentirse cómo aquella adolescente por la cual dos
chicos pujaban por su afecto.

¿Por qué el destino era tan cruel? Lily tenía su vida. Estaba casada, había sido madre. A pesar de la
amenaza que pesaba sobre ella y su familia, era feliz. ¿Qué sentido tenía esa revelación ahora? Lily
abrió los ojos. Contempló el paisaje que tenía delante. El sol ya casi estaba puesto, las luces del
castillo eran cada más visibles y se reflejaban en el lago. Había olvidado lo hermoso que era
Hogwarts. Y qué recuerdos albergaba de ese lugar… Buenos y malos. Lily se dio cuenta de que debía
separarse de Severus. Su tiempo había pasado. Prolongarlo sólo aumentaría más el sufrimiento de
ambos.

- He oído que Dumbledore va a darte el puesto de Slughorn. Las pociones siempre se te dieron bien.
Enhorabuena - dijo Lily cambiando de tema.

- Así es - respondió algo desconcertado Snape - A partir de ahora enseñaré en Hogwarts. No puedo
quejarme, Dumbledore está siendo muy generoso conmigo.

- Te deseo mucha suerte con tu nuevo empleo. Me alegro que, después de todo, hayas encauzado tu
camino - añadió Lily con sinceridad.

- Tienes que saberlo. Todo ha sido por ti, sólo por ti - dijo Snape tiernamente.

- Esto no puede ser, Severus. Amo a James. No puedo traicionarle de esta forma - dijo Lily con la
mano en alto. Con cada palabra que decía, sentía una punzada de dolor.

- Comprendo - dijo Snape con aplomo.

Lily se puso de espaldas a Snape, con las manos cruzadas. Estaba deseando salir de allí, alejarse
todo lo posible de Severus. Cada minuto que pasaba con él, mayor era la tentación.

- Lily… - susurró Snape - Cuando todo esto acabe, ¿volveremos a vernos?

- Quién sabe…Quizás nuestros pasos vuelven a cruzarse casualmente algún día. Además,
probablemente serás el profesor de Harry - dijo Lily enjugándose las lágrimas.

- Lily…yo… - comenzó a decir Snape. Estaba visiblemente decepcionado. Lily se volvió.

- Déjalo, Sev. Las cosas deben quedarse así. Es lo mejor para todos - a Lily le costaba creerse sus
propias palabras.

- Has vuelto a llamarme Sev - dijo Snape con una mezcla de emoción y tristeza en la voz.

- Sí. - respondió Lily esbozando una amarga sonrisa - Creo que te lo has ganado.

En ese instante vieron la figura de Dumbledore aproximándose hacia ellos. Le reunión había
terminado. Los dos permanecieron en silencio esperando la llegada de Dumbledore. No tardó
mucho. A pesar de sus años, el anciano era muy enérgico.

- Lily, ha llegado el momento de llevarte de vuelta a casa. Debemos irnos. Y tú debes volver a la
escuela, Severus - dijo Dumbledore sobriamente.

- Está bien - Lily se dirigió a Snape - Adiós… Y una vez más, gracias por todo.
Snape no dijo nada. Lily le dio la espalda. Si seguía teniéndole enfrente, perdería la fuerza de
voluntad y no se marcharía. Lily cerró los ojos y visualizó los rostros de James y Harry. Ellos eran su
familia, lo único verdaderamente real en el mundo. Lily estaba a punto de agarrarse del brazo de
Dumbledore cuando la voz de Snape la llamó:

- ¡Lily! - Snape la agarró del brazo y la hizo volverse - Ten mucho cuidado.

Le temblaba la voz. Snape miró por última vez aquellos bellos ojos verdes, grandes y brillantes, que
tanto le encandilaban. Tomó las manos de Lily con suavidad y las besó. Lily no dijo nada.
Simplemente le sonrió con cariño y asintió con la cabeza. Lily caminó hacia Dumbledore y le dirigió
una última mirada a Severus, que él correspondió con intensidad.

Snape se quedó inmóvil mirando fijamente el lugar donde Lily se había desaparecido con
Dumbledore. "Te quiero" susurró para sí, y la noche cayó en los terrenos de Hogwarts.

Unos segundos más tarde, Lily se hallaba frente a su casa. Dumbledore la acompañó hasta el jardín.
El anciano abrió la boca para decir algo, pero en el último momento se arrepintió. Debió notar la
tristeza de Lily, que mantenía los ojos clavados en el suelo. Cuando Dumbledore se hubo marchado,
ella se dispuso a entrar en la casa, pero vaciló. Se quedaría unos minutos más en el jardín. Lily alzó
la vista hacia cielo estrellado. Pensó en Severus. Aquel último encuentro permanecería en la
memoria de ambos…Siempre.

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