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Albert Einstien dijo: “Locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados
diferentes”. La historia misma cuenta la desigualdad y violencia resultado de una
mente patriarcal. Yo, añadiría, que también pudiera hablarse de los efectos dañinos de
de un pensamiento matriarcal. Por lo tanto, crianza con ternura es un enfoque
diferente en medio de una cultura acaparada por la fuerza, la violencia, la desigualdad,
la pobreza, etc.
Acá en Puerto Rico decimos que la educación empieza en el hogar. Y esto me lleva a
reflexionar el cambio radical que se lograría en las familias, las escuelas, las calles y el
gobierno, si nuestra forma y manera de educar fuera distinta. Anna Grellert habla del
“analfabetismo afectivo” como uno de los principales desafíos de la crianza con ternura.
Si pensamos detenidamente en esto, quisiéramos ser parte de esta filosofía de vida; de
un nuevo comienzo; de una nueva generación criando, pensando y actuando diferente.
Hemos visto y vivido patrones de violencia, abuso y desigualdad que han resultado en
más violencia, más abusos y más desigualdades. ¿Por qué no hacerlo de manera
diferente? La comunicación es una parte vital de la vida diaria del ser humano. Según
Grellert: el diálogo mediado por la ternura y las relaciones confiables y estables son lo
que las personas requieren en los escenarios de crianza social para desarrollarse
plenamente. Si logramos ese diálogo, esa diferencia en crianza y esa mentalidad en
nuestra sociedad y cualquier sociedad, tendremos entonces los resultados que
anhelamos. Una sociedad estable en todas sus áreas incluyendo la política, la
economía y la cultura.