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El siguiente extracto, fue el que más me merco del texto Sobre la muerte y su relación con el carácter

indestructible de nuestro ser en sí.

La muerte es el momento de liberarse de la unilateralidad de aquella individualidad, que no constituye el


núcleo interno de nuestro ser, sino que más bien ha de ser considerada como una especie de extravío del
mismo: la libertad verdadera y originaria vuelve a surgir en este instante que, en el sentido
indicado, puede ser considerado como una restitutio in integrum La paz y el reposo que se aprecia en el
rostro de la mayoría de los muertos parece proceder de ahí. Tranquila y dulce es, por lo
regular, la muerte de los hombres buenos: pero morir voluntariamente, a gusto, alegre, es privilegio del
resignado, de aquel que ha suprimido y negado la voluntad de vivir. Pues solo él quiere morir
realmente y no en apariencia, por lo que no necesita ni reclama una permanencia de su persona. La
existencia que conocemos la abandona con gusto: lo que tendrá a cambio es, a nuestros ojos, nada;
porque nuestra existencia, en comparación con aquello, no es nada.
La creencia budista lo llama nirvana, es decir, extinción..1

Al haber leído esto me llega a la cabeza el pensamiento de todas las civilizaciones que consideran que el
tiempo es cíclico, y que más allá de terminar algo sólo vuelve a empezar. Puedo dar un ejemplo banal de
las animaciones japonesas donde en un capitulo todo está destruido y en el otro todo ha sido reconstruido.
Esto nos explica también como después de dos bombas atómicas Japón resurgió de entre las cenizas. Y
esto me lleva a pensar en el glifo de espiral que siempre se encuentra entre muchas inscripciones sobre las
rocas o pinturas rupestres. En Colombia en un monte que se llama cerro quinini (luna en la lengua de los
panches). Allí en una excursión que hice hace algunos años encontré el glifo de un hombre con una cola
en espiral que era más grande que él. Y que hablaba de ese eterno retorno, esa característica indestructible
del ser.

Por todo esto siento que en cierta medida hemos sido cortados de una forma más sana de ver la muerte a
causa de la evangelización. Los antiguos tenían una visión que iba más en concordancia con nuestras
propias limitaciones y estaban más cercanos a analizar la vida a través de los animales luego
superponiéndolos a si mismos. Si pudiéramos volver a tener un espíritu más claro con respecto al
funcionamiento de nuestro mismo planeta y lo que nos rodea. Asumiendo la muerte como algo que sólo
determina una duración y que no hay que escaparla ni temerla. Tal vez así nos conoceríamos y
encontraríamos a nosotros mismos. Y al hacerlo decidiríamos abandonar la vida o la forma en que nos
han enseñado la vida.

El hecho de saber que no somos más que un segundo en la historia de la humanidad, una fracción mucho
más pequeña de la historia de la tierra y nada de la historia del universo. Nos hace enfrentarnos a nuestra
futilidad y tal vez empezar a reflexionar de que utilidad tendremos. Como encontraremos sentido a
nuestra existencia sí al haber pensado todo esto ya una vida normal y anodina no se nos antoja. Se genera
en el ser una necesidad de significado y de trascendencia. Trabajar para tener un empleo, para tener una
casa, para tener unos hijos, para luego darte cuenta que no quisiste tener nada de lo anterior y tu
verdadero propósito lo abandonaste al dejarte absorber por lo que los estados naciones inculcan a sus
ciudadanos como mejor forma de gastar su existencia.

Entonces de esta forma habiendo perdido el miedo a la muerte y dándose cuenta de la importancia que
ella tiene para nuestra forma de concebir la vida. Podemos liberarnos y al hacerlo vivir nuestras pasiones
y nuestros yo interiores comenzar a ser lo que nosotros hacemos de lo que el estado, la iglesia, la familia
han hecho de nosotros. Así tomando esa decisión podemos tomar a la vida como nos llega con sus
dolores, penas y sufrimientos, viviendo todos esos sentimientos asumiéndonos como ser que acepta su
fin.

1
El mundo como voluntad y representación II. Complementos Arthur Schopenhauer. editorial Trotta
2013, pg 562.

Peter Joseph Castro


Este extracto me transporta a los inicios de la historia. Al poema épico más antiguo hasta ahora
encontrado. El Poema de Gilgamesh o la angustia por la muerte, más específicamente al instante cuando
Gilgamesh luego de haber pasado 7 día y 7 noches al lado del cuerpo muerto de Enkidu
se espanta al ver que caía un gusano de su nariz. En ese momento Gilgamesh se ve abrumado por el hecho
de saber que él también es mortal. Y de ahí va a vagar en el desierto en búsqueda de la inmortalidad,
fracasará y nos trasmitirá la idea de que el hombre por más que lo intente termina siendo un ser
intrascendente.

Al ser la muerte el tema central de una de la primeras creaciones literarias de la humanidad, da razón y
sustenta el argumento que da Schopenhauer. Yendo más lejos podemos hablar del templo de Göbekli
Tepe que datan en 10.000 a. C. Este descubrimiento nos habla de que la primera construcción hecha por
el hombre fue un templo, lo cual de cierta forma viene a reivindicar que la necesidad metafísica en el
hombre viene de la muerte. En este templo se encuentran representaciones del inframundo. Y los
investigadores plantean que lo que hizo la revolución del neolítico no fue la agricultura sino la religión.

Con esto ya dicho queda la cuestión de que la religión es la impulsora del pensamiento humano, y que el
pensamiento y por tanto la filosofía viene de orígenes diferentes que occidente, porque si bien las
religiones y filosofías llegadas con los europeos parecen haber siempre existido y ser perfectas. Estas en
realidad son la apropiación e reinterpretación de tradiciones más antiguas, a veces a causas de malas
traducciones, o del sesgo de una parte de la población que modifica n las escrituras a su conveniencia.
Pero todo esto para decir occidente invisibilizá las tradiciones de otros pueblos más antiguos. Para así
establecer el inicio de la civilización y de su imperio colonial en Grecia.

Pero aun después de todo no hay respuesta a la muerte y sigue existiendo esa necesidad metafísica que
hace aún haya estudiantes en cátedras de filosofía, o de antropología, o inclusive historia, porque hay algo
que nos atrae a querer explicarnos a nosotros mismos el porqué del dolor y el sufrimiento de la existencia.
O más humildemente él porque de la violencia y acontecimientos históricos en nuestras naciones y
continentes.

Peter Joseph Castro

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