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LA VISION LITERARIA

DE TULIO BUSTOS

Si vemos a una persona con un instrumento musical, en pose de


ejecutarlo -de hacerlo sonar- decimos que se trata de un músico. No
nos cabe ninguna duda. Que el músico sea un guitarrista. Es decir
que aquella persona a quien presumimos que se trata de músico,
esté con una guitarra, la esté preparando con la tensión ideas de las
cuerdas para que el tono y el timbre musicales resulten agradables
-está templando las cuerdas, está templando la guitarra, decimos- no
nos cabe la menor duda de calificar, a esa persona, de músico, o de
guitarrista. Hasta lo podemos escuchar en sus interpretaciones. No
importa que la ejecución de notas y ritmos tengan fallas. No por ello le
dejamos de calificar de músico , o de persona que sabe tocar un
instrumento.

Asimismo: vemos a determinados grupos de personas, apostados


en alguna acera o en alguna vereda, y hasta sentados muy cómo-
damente. Ellos están observando detenidamente algún aspecto de la
naturaleza. Puede ser el campo o puede ser la ciudad. Si se trata de la
ciudad, de seguro que estarán observando lo monumental de un
edificio, de una arquitectura, de una ruina, de alguna, ajuga o torre de
iglesia. Además, están on tableros pequeños, con lápices y papel
virgen sobre el cual van a reflejar una perspectiva de su observación.
No nos equivocaremos al decir que se trata de estudiantes de dibujo,
de pintura, de bellas artes. Más aún, si al ser humano lo vemos con
una paleta, llena de pintura, sus pinceles y brochas, junto a un
caballete, copiando de la realidad alguna obra, o fantaseando sobre
ella para crear su producto, para hacer su criatura, terminaremos indi-
cando que es un pintor, que es un artista, que es un maestro del
dibujo, de la pintura.

En los casos del músico o del pintor, ¿quién deja de reconocer los
conceptos básicos en ellos de que no se trata de música, o no se trata
de pintura? Creo que ninguno. Se termina aceptando que si es
música o que si es pintura. Inicialmente, no importa los grados de
precisión sobre las técnicas utilizadas en la ejecución de las obras
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arte: música o pintura. Será el formalismo o el academicismo que
terminarán procesando la precisión o imprecisión de las técnicas. Pero
no se los negará como productos de arte. Es decir que el músico o el
pintor pueden hacer mala música o mala pintura; empero su actividad
no es por ello menos específica.

Por el contrario la literatura es el único arte léase mejor: actividad


humana- que no tiene nada de objetivamente clasificable que le
distinga del no arte . La literatura se sirve del lenguaje común. Al
menos eso es lo que creemos. Ninguna técnica específica la
distingue. Sin embargo no negamos su sentido estético. Es decir
que lo literario, ordinariamente se ha apoyado en el uso estético del
lenguaje. A pesar de todo: existe una especificidad de la literatura, a
pesar de que el uso estético del lenguaje tenga algo de la virtud
dormitiva del opio. Para que exista literatura es necesario que exista
un texto, un sentido estricto, un tejido verbal constante o por lo menos
su trama, en la que se pueda injertar variaciones secundarias.

En ningún caso se trata de un trozo, bruto, espontáneo de lenguaje,


sino de un texto; es decir, lenguaje organizado, cerrado sobre sí
mismo, con un principio y un final, con señales de puntuación para su
reproducción, que permitan su grabación por la memoria. El texto si a
algo distinto se puede llamar texto- que escape de estos principios
formalizantes, deja de ser texto; y no podría se literatura. Entonces,
¿qué decir del llamado discurso literario ? Es preferible, a esta altura,
movernos sobre pautas academicistas, formalistas que pretendan la
muerte de lo, que ha sido escrito con finalidad literaria, según
concepción de su autor. Sin que dejemos de observar que, por sí
solo el desplazamiento del lenguaje, incluso coherente, no produce
la calidad literaria. Pues, y para terminar esto de que no es nuestro
objetivo, la calidad literaria se basa, parejamente, en un doble
funcionamiento de las palabras y de las expresiones. Quiere decir que
este doble funcionamiento está organizado y organizado en función
de la literatura.

Empero, Tulio Bustos escribe. No es un escritor profesional, ni de


profesión. Es un hombre que vive la vida, que vive la música, ama y
sigue amando. Y ama la naturaleza, y ama las cosas, ama los seres.
Concibe y siente el ritmo de la vida, de la sociedad; por eso hace y
escribe sus versos; por eso concibe un ritmo musical, básicamente
hace el pautado y lo transmite al músico para escribir la partitura, y
sobre ello hacer canción.

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¿Qué hace, entonces, con Angelina, el Zhañi y su luna ? su
nuevo mundo de reflejar las vivencias-. Es el hombre que vive la
pasión de la naturaleza, de las plantas, de las especies, de las flores,
de la fauna. No en vano es ingeniero agrónomo , actividad
profesional y ocupacional que le da su preferencias para amar la
naturaleza y reflejar, o poder reflejar los recuerdos, las vivencias , a
través de las descripciones que dejan sentir su amor por la naturaleza,
que dejan sentir su lirismo, su romanticismo, su cuño de nuevo
romántico.

No importan la concepción ni la técnica literaria para volcar esas


vivencias. Lo importante, para él, está en decirlas, en expresarlas. No
importa que se mezclen los lenguajes cotidianos con los lenguajes
técnicos he allí su condición de profesor, que también nos quiere
enseñar-. Lo importante es aprovechar la circunstancia, el motivo, el
tiempo que provocó que motivó el recuerdo, y que le dio la oportunidad
para decir las cosas respecto de la naturaleza, de ese famoso
escenario, que bien propician oportunidades relatísticas a Tulio
Bustos.

Así vistas las cosas, los epónimos de Tulio Bustos, son las plantas
en sus géneros próximos y en sus diferencias específicas no en
vano son presenta clasificaciones en forma camuflada- con las cuales
hace historia, recuerda historias, vive mundos y circunstancias que, en
el fondo, le permiten más vivencias de su alma enamorada de la
naturaleza

Loja, Verano de 1987

Fausto Aguirre T.

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