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Yo psicológico

El yo psicológico es la realidad constituida por todas nuestras vivencias, es el yo


objeto, el yo poseído en el acto de reflexión que realizamos (introspección) para
poder comprendernos. El yo psicológico se caracteriza por: a) individualidad: en
tanto se distingue del "no—yo", o sea en tanto se establecen las diferencias entre
nuestras vivencias y el mundo que nos rodea b) Unidad: nuestras vivencias no son
mera acumulación, sino una totalidad; todas y cada una de nuestras vivencias
guarda relación con el todo. De la individualidad y de la unidad psicológica resulta
la personalidad psicológica: conjunto de vivencias que constituyen una totalidad y
se distingue de todo lo que le es extraño.

Yo ontológico
El yo ontológico es el yo sujeto, el yo que se revela como posee en el acto de la
reflexión realizado para comprender nuestra naturaleza. El yo ontológico se
caracteriza por: a) unidad; se revela como uno de modo inmediato en nuestro acto
de conciencia, b) Identidad histórica: permanencia de nuestra mismidad a lo largo
del tiempo, c) Libertad y autonomía: condiciones esenciales de la mismidad del yo
ontológico.
Planteado el tema de la naturaleza del hombre en estos términos, el problema de la
realidad substancial de la personalidad ontológica es decisiva, pues el yo ontológico
se nos muestra como fundamento y posibilidad del yo psicológico y del yo moral.
¿Es el yo ontológico una realidad substancial o una mera proyección del yo
psicológico?. La respuesta es clara: el yo ontológico es una realidad metafísica, es
una "substancia", en la que podemos distinguir perfecciones e imperfecciones.
Perfecciones: a) unidad: puesto que el yo ontológico es persona. Vale decir que el
hombre es un individuo que constituye una hipostasis pues es una substancia
espiritual que no depende de un todo ni integra un todo, tiene realidad en sí misma
y es persona porque se trata de una hipostasis que tiene conciencia de su unidad y
de su autonomía en el ser, el conocer y el obrar, b) Libertad: la persona es el ser
más perfecto en su obrar porque conoce sus fines y sus medios, Al ser el hombre
una "persona" (hipostasis de naturaleza racional) su voluntad es exigida por su
pensamiento y de aquí nacen la libertad y la responsabilidad del hombre.
El yo ontológico es una realidad metafísica que tiene también sus imperfecciones:
a) inteligencia limitada, b) voluntad debilitada; c) deficiencias de espíritu: soberbia,
etc. y d) indigencia social: el hombre necesita de la sociedad. El alcance que tiene
el análisis de la personalidad ontológica, en el pensamiento filosófico del Dr. Quiles,
quedará en evidencia en el ítem que sigue, pues esta "realidad humana tal como la
experimentamos en su núcleo más original" ("persona") se convierte en centro y
fundamento del pensamiento filosófico.
Yo social
Uno de los temas más investigados en la actualidad es sobre el Yo, que tiene una
función adaptativa al dirigir nuestras actitudes y acciones ante situaciones sociales;
por tanto es válido hablar de un Yo social, de ese sistema que está en constante
contacto con la realidad externa y que nos remite a un contexto sociocultural.
Así pues, los seres humanos somos una especie preocupada por la autoimagen,
que frecuentemente sobrevaloramos nuestra notoriedad, teniendo la creencia de
que los demás ponen mayor atención en nuestra apariencia y comportamiento de
lo que en realidad sucede; tendemos a vernos en el centro del escenario creando
así el Efecto del centro del universo, sin dar crédito que quizá en muchas ocasiones
pasemos desapercibidos o incluso que los demás están tan ensimismados como
nosotros mismos. Análogamente acontece con las emociones, tenemos la
sensación de que nuestro estado de ánimo se revela fácilmente y puede ser leído
por los otros sin necesidad de expresarlo verbalmente, a lo cual se le conoce
como Ilusión de trasparencia. Estos dos fenómenos se presentan debido a la
importancia que tiene la interacción humana, ya que los pensamientos y
sentimientos acerca de la propia persona afectan en cómo se interpreta, se procesa
y se responde a los acontecimientos sociales y que estos a su vez nos ayudan a
moldear el sentido del yo.
Para hablar acerca del Yo social es necesario aclarar que las relaciones sociales, y
lo que conllevan, comienzan a estructurarse desde la propia percepción, desde la
imagen que se tiene de uno mismo, ya que es la propia persona el punto de
referencia que se posee para iniciar una interrelación; siendo así se analizará
el Autoconcepto. Myers plantea que está constituido por tres elementos, en primer
lugar se encuentran los Esquemas de sí mismo que se refieren a las creencias
específicas con las que nos definimos, son patrones mentales por los que
organizamos y procesamos la información relevante para la persona,
entendiéndolos como los adjetivos con los cuales nos calificamos; en segundo lugar
está el Efecto de Autorreferencia siendo la tendencia de procesar de manera
eficiente y recordar fácilmente la información relacionada con uno mismo, a saber,
todo comentario o situación que tenga que ver con la propia persona; y por último
los Posibles yos, en los cuales se incluyen tanto la imagen del YO que anhelamos
ser como la imagen que tememos ser en el futuro, sirviéndonos como estímulos
motivantes para crear una noción de la vida que deseamos.
Ahora bien, es cierto que el autoconcepto establece las bases para la interacción
social Myers va más allá que una escueta génesis de ésta, proponiéndonos dos
subtemas que atañen específicamente a la construcción del yo social.

1. Desarrollo del YO social.


Además de los tres componentes antes expuestos, el autor declara que
existen cinco determinantes sociales que influyen en la formación del
autoconcepto, que a continuación se detallan:

o Los papeles que adoptamos. Es decir, cuando representamos un


nuevo rol o papel, al inicio somos muy conscientes de las conductas
que realizamos sobre este rol, estamos al pendiente de nuestro
proceder, pero con el paso del tiempo, de manera gradual, el sentido
del yo lo va absorbiendo hasta hacerlo parte de nuestro autoconcepto
y dando como resultado la automatización de acciones que conllevan
dicho rol.
o Identidad social. Además de la identidad personal, el autoconcepto
contiene una identidad social; para ésta, el autor habla de grupos
sociales (raza, religión, género, especialidad académica, etc.) que
implica un sentido de pertenencia, por un lado está el Endogrupo,
refiriéndose a aquel grupo social al cual pertenecemos; y al Exogrupo,
entendido como el grupo social al cual no pertenecemos, “nosotros” y
“ellos” respectivamente.
o Comparaciones sociales. En esta parte, los esquemas de sí mismo
que constituyen el autoconcepto son adquiridos a través de los otros,
pues son ellos un parámetro por el cual nos definimos al identificar las
diferencias, verificando y/o confirmando aquellos adjetivos a través de
los cuales nos miramos y evaluamos.
o Éxito y fracaso. Los seres humanos al emprender metas
desafiantes pero realistas y tener éxito en ellas, nos hace sentir más
competentes, tener mayor confianza y poder. El éxito alimenta la
autoestima, que a su vez se ve reflejada en el autoconcepto. No
obstante también sucede lo opuesto, los problemas y fracasos causan
baja autoestima, ya que la valía y evaluación propia está
fundamentada en los fallos.
o Los juicios de los demás. Se refiere al reconocimiento de los logros
por parte de los otros hace que mejore el autoconcepto, pues nos
vemos a través de la evaluación positiva de los demás, ayudando a
tener una buena opinión de nosotros mismos.

Por lo tanto, es gracias a la influencia social, a las experiencias que se tienen


con los demás que el autoconcepto se construye y reconstruye a lo largo de
la vida, aun cuando se trata de la propia percepción puede crearse sólo a
través del contacto e interacción con los otros, de ahí que se proclama la
existencia de un Yo social.
Ahora bien, estos “otros” a los que hago referencia son parte de un grupo
social sin importar que se traten de endogrupos o exogrupos que los contiene
un grupo más grande llamado sociedad, que se encuentra matizada por
una Cultura, entendiéndola como formas de comportamiento, ideas,
actitudes y tradiciones duraderas, compartidas y transmitidas de una
generación a otra, por lo cual es preciso tratar el siguiente subtema.

Persona social
Desde los primeros planteos del personalismo de muchos autores de las más
diversas corrientes psicológicas se han referido a los conceptos de persona y de
personalidad como el foco de interés central, si bien el tratamiento en ocasiones ha
carecido de algunas precisiones necesarias. Las consecuencias de ese manejo
indiferenciado se hacen sentir, las más de las veces, en el dimensionamiento más
amplio o estrecho acerca de lo que el individuo es por su esencia vital: un individuo
humano con una riqueza interior y una proyección social en el más extenso de los
sentidos.
Nuestro concepto de Persona reflexiva, creativa e integra a manera de paradigma
ideal, como veremos más adelante, se funda en esta última comprensión del
individuo. De aquí que nos interese, particularmente, esclarecer las intersecciones
o planos de análisis entre los conceptos de persona y personalidad, como enfoques
que consideramos complementarios y cuya necesidad de articulación no está
agotada. G.W. Allport (1965, 665) expresó que "la misión asignada a la psicología
es el estudio de las personas, el estudio de la persona humana adquiere su máxima
plenitud cuando consideramos al individuo", que a pesar de sus complicadas
interacciones con el mundo, el individuo es una unidad separada", pero a nuestro
juicio sólo en parte. Lo positivo es que destaca el carácter unitario de la persona
como totalidad irrepetible; la limitación estaría en considerar la persona un concepto
coordinador que posibilita explicar sólo la interacción de los procesos psicológicos,
la forma en que existen en patrones concretos y únicos.
Por otra parte, al destacar este último aspecto se plantea, entonces, que es
conveniente considerar a la personalidad como el objeto especial de la psicología.
De donde, los conceptos de persona y personalidad parecen quedar identificados
con el mismo orden de relaciones entre procesos internos. De esta manera, la
persona humana, en toda la riqueza de su dimensión interior y sus interacciones en
el contexto social queda referida al sistema de procesos y estructuras que
conforman las configuraciones psicológicas de la individualidad; los conceptos de
persona y personalidad, son en última instancia, tratados de manera equivalente, si
bien hay muchos matices, a veces contradictorios a un concepto más social de la
dialéctica vital de la persona
A todo el mundo le gustaría ser una persona social, hasta al más tímido de los
tímidos. Una persona social tiene los ingredientes necesarios para tener una vida
plena y feliz, al menos para tener uno de sus principales ingredientes.
Una persona social no rehúye del contacto humano y aunque le puede gustar estar
sola jamás perderá la oportunidad de charlar un poco o conocer personas nuevas.
Si bien es cierto que todos tenemos nuestros momentos y épocas que no tenemos
ganas de hablar con nadie, por norma general una persona social habla y conversa
un poco allí donde va con las personas que se encuentra.
Una persona anti-social rehusará todo contacto con otras personas y buscará la
forma de librarse de ese contacto, desde temprano tenemos que cortar de raíz ese
problema. Hay miles de personas que rehúyen sus tareas sociales como comprar
el pan o ir al supermercado. Porque les incomodan los sitios donde hay otras
personas.
Es obvio que para ser una persona social tienes que, poco a poco, ir deshaciéndote
de estos tabúes. Tampoco es que toda persona social tenga que hablar 30 minutos
con cada persona que se cruza, pues eso ya no sería una persona social, sino una
persona ultra social. Solo he conocido una persona que se liaba a hablar hasta con
las paredes y aunque eso le da un círculo social muy grande resultaría excesivos
para las personas que quieren gozar de una vida más tranquila.
Lo que sí que tienes que hacer es empezar a charlar en tu día a día, con
dependientes, vecinos y la gente que te cruces en el camino. Hola, ¿Qué tal? es
una simple pregunta que no dura ni un segundo pero que da pie a algunos
intercambios verbales y que vuelve tu vida menos anónima.
El siguiente paso depende del tipo de sociabilidad que quieras tener. Lo anterior
considéralo más un entrenamiento de sociabilidad, porque si buscas como ser una
persona social obviamente primero deberás pasar un entrenamiento y un proceso
para convertirte en una persona social. Aunque luego tú podrás usar esa
sociabilidad acorde a tu gusto y tu personalidad.

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