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Dialnet LaSociologiaDeLaMusicaTeoriasClasicasYPuntosDePart 4152515 PDF
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Recibido/Received: 30/05/2012
Modificado/Modified: 12/09/2012
Aceptado/Accepted: 11/10/2012
RESUMEN
La música es una forma de percibir el mundo y un potente instrumento de conocimiento que contribuye
a la construcción social de la realidad. Desde esta perspectiva, la sociología siempre ha mostrado un
especial interés por su estudio analizando los procesos de interacción entre el hecho musical y sociedad,
analizando especialmente las diversas formas de interacción que surgen en esta relación. El objetivo de
este trabajo de investigación es exponer las principales teóricas clásicas que han dado lugar a la
construcción de la sociología de la música, de este modo, se plantean las principales aportaciones de los
trabajos de G. Simmel, M. Weber y Th. W. Adorno como punto de partida para concluir con un primer
acercamiento teórico a la definición de la disciplina.
PALABRAS CLAVE
Sociología de la música, teorías sociológicas clásicas, Georg Simmel, Max Weber, Theodor. W.
Adorno.
SUMARIO
1. Música y sociedad. 2. Georg Simmel y los estudios psicosociales de la música. 3. Max Weber y la
racionalización del discurso musical. 4. Theodor W. Adorno y la sociología de la música como crítica
social. 5. Conclusiones. Hacia una definición de la sociología de la música. Bibliografía.
ABSTRACT
Music is a means of perceiving the world and an instrument of knowledge. Music contributes to the
social construction of reality and sociology has always shown a special interest in its study. The current
sociological studies of music analyze the process of interaction between music and society, taking in
account particularly the various forms of attitude arising in this connection. This paper research
analyzes the sociological theories of G. Simmel, M. Weber, and Th. W. Adorno as starting point to
build the theoretical sociology of music.
KEYWORDS
Sociology of music, classical sociological theory, Georg Simmel, Max Weber, Theodor W. Adorno.
76 Jaime Hormigos Ruiz
CONTENTS
1. Music and Society. 2. Georg Simmel and psychosocial studies of music. 3. Max Weber and the
rationalization of musical discourse. 4. Theodor W. Adorno and sociology of music as social criticism.
5. Conclusions. Definition of the sociology of music. References
1. MÚSICA Y SOCIEDAD
La música forma parte de nuestro día a día, siempre nos ha acompañado, es uno de los
rituales más antiguos de la especie humana. No se sabe muy bien cómo y porqué el hombre
comenzó a hacer música pero sí está claro que la música es un medio para percibir el mundo
y un potente instrumento de conocimiento. No hay vida cotidiana sin música. Desde que
nacemos estamos acostumbrados a que las melodías y canciones se interioricen en nuestra
memoria, sonoricen nuestros recuerdos, y actúen por sí solas desencadenando emociones que
nos unen al imaginario colectivo. Las diferentes culturas han logrado ordenar el ruido y crear
melodías, ritmos y canciones que han desempeñado un papel trascendental en el desarrollo
de la humanidad, desde los cantos de los pueblos primitivos hasta los ritmos más urbanos
como el rock, el jazz o el blues han tenido una repercusión muy importante en el desarrollo
de la sociedad. Por tanto partimos de la idea de que la música se ha dotado desde un principio
de una carga inherente de sociabilidad, es expresión de la vida interior, expresión de los
sentimientos, pero a su vez exige por parte de quienes la escuchan, receptividad y
conocimiento del estilo de que se trate, además de conocimiento de la sociedad en la que se
crea, ya que cada obra musical es un conjunto de signos, inventados durante la ejecución y
dictados por las necesidades del contexto social. Si desligamos a la obra de la sociedad que la
creó los signos musicales tendrán sentidos distintos.
La música constituye un hecho social innegable, presenta mil engranajes de carácter
social, se inserta profundamente en la colectividad humana, recibe múltiples estímulos
ambientales y crea, a su vez, nuevas relaciones entre los hombres. Las canciones y melodías
que llevamos dentro de nuestro equipaje cultural implican determinadas ideas,
significaciones, valores y funciones que relacionan íntimamente a los sonidos con el tejido
cultural que los produce. La música es una experiencia colectiva, pero en la actualidad es
habitual que olvidemos esta dimensión ya que estamos demasiado acostumbrados a
escucharla en solitario. Este es el motivo por el que, en demasiadas ocasiones, queda
desprovista de cualquier forma de interacción social. Pero esto no ha sido siempre así, hasta
hace relativamente poco, el contacto del individuo con la música se producía en el directo,
compartiendo la experiencia musical con otros y generándose, de este modo, un verdadero
acontecimiento social (Drösser, 2012).
Desde el análisis sociológico podemos afirmar que la experiencia musical genera campos
de actividad cultural, desempeñando un papel activo y social. Todas las funciones de la
música son determinadas por la sociedad, por tanto, podemos decir que únicamente
conoceremos la música y los movimientos sociales que hay en torno a ella, si conocemos el
trasfondo cultural en el que se crea, ya que cada cultura musical está compuesta de sus
propias peculiaridades y tiene establecidos procedimientos concretos para validar la música,
para desplazar los límites de lo que se incluye y lo que se excluye como parte de un género o
para crear etiquetas que ayuden a la interpretación y clasificación del sonido. Desde esta
perspectiva el interés por el producto musical en sí se pierde, cobrando, en su lugar, especial
relevancia el análisis de los aspectos dinámicos de la cultura que influyen en la composición
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Simmel dedicó varios de sus ensayos al estudio sociológico de la música, si bien no fue
este su único enfoque analítico. Desde la etnología comparativa, consideró a la música como
el arte menos mediado por el entendimiento en el que puede darse un tránsito directo entre
los sentimientos del músico, la música y los sentimientos del oyente. En su ópera prima,
Estudios psicológicos y etnológicos sobre música (1882), realiza un estudio del hecho
musical desde una vertiente eminentemente social, centrándose en el papel que ocupan la
melodía y el ritmo en la vida cotidiana de las sociedades. Su punto de partida es la necesidad
de descubrir el sentido profundo de la música en su estado original, descubrir cómo y porqué
el individuo se adueña de ella para utilizarla en distintos contextos y situaciones. Para poder
responder a esta cuestión de fondo es necesario analizar los usos y funciones de la música, ya
que el hecho musical, bien sea el acto de escuchar, componer, o ejecutar, es parte de la
condición originaria del hombre, surge naturalmente de nuestros sentimientos y vivencias
generando sonidos que pueden expresar algo al individuo que la escucha. Ahora bien, como
exteriorización de nuestros sentimientos internos, necesita ser también una práctica social, y
es precisamente ahí, en su relación con la sociedad, donde la música toma fuerza.
La investigación de Simmel amplía el discurso sobre la relación entre cultura y música. De
este modo nos muestra cómo el discurso musical de una época se impregna del carácter y las
características de los pueblos que la practican, de ahí la relación que establece entre la música
y las esferas anímicas del amor, la mística, la ideología o el trabajo. Desde su perspectiva,
podemos ver la clara dimensión social que posee la música en el hecho de que aparece como
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un complemento del desarrollo del lenguaje hablado, y este es una manifestación de las
relaciones sociales. La música surge naturalmente de la elevación que los afectos producen
sobre nuestros actos de habla y sobre nuestros movimientos, es expresión de las más variadas
sensaciones anímicas. Así, se produce un tránsito del habla al canto, vehiculizado por la
elevación espiritual que constituyen los diversos afectos: de ira, de alegría, de tristeza, etc. La
música instrumental surge espontáneamente de las palmas, del choque rítmico de las manos, y
luego de los instrumentos que ellas sostienen. El baile surge de los pasos, de las pisadas al
compás. Teniendo en cuenta esto, Simmel nos enseña que el canto, el baile y la música
instrumental surgen naturalmente de los sentimientos más universales y más vehementes: de
un estado de alegría o de tristeza, lo que nos puede llevar a pensar que todos somos músicos
preexistenciales, ya que existe una relación entre el hablar y el caminar y el cantar y el bailar.
Se trata sólo de oír el ritmo y la melodía de nuestros estados anímicos.
Ahora bien, en este punto Simmel aboga por resolver el conflicto entre la idea de la
universalidad de la música ya que no todas las músicas son iguales, ni todas las sociedades
producen un ritmo similar o disponen de los mismos instrumentos musicales. El sociólogo
explicaría estas diferencias argumentando que cada pueblo se beneficia de la música de un
modo característico, y se sirve de ella en las diferentes esferas del trabajo, del amor, de la
guerra y de la mística. Por estas prácticas, que son diferentes en cada contexto social, se
experimenta un desarrollo desigual de la música y de los artefactos que se utilizan para su
interpretación. El músico, a la hora de componer, se verá influenciado por la herencia
musical de su sociedad. La historia de la música presenta casi continuamente el fenómeno de
que cada compositor se para sobre los hombros de sus antecesores, eso reside implícitamente
en que la suma total del desarrollo musical de su pueblo hasta un cierto momento es el
fundamento de su formación musical, y tanto debe él a la cadena de sus antecesores, que sin
ellos nunca habría devenido esto que es (Simmel, 2003:12).
Hoy sabemos que la preocupación por los temas musicales siempre estuvo presente en la
obra weberiana, y sobre todo, que esta preocupación ocupó un lugar principal en la trastienda
de sus intereses. Sin embargo, debemos saber buscar en sus obras las referencias a este tema
ya que, aparte de en el célebre ensayo sobre Los fundamentos racionales y sociológicos de la
música (1921), no es fácil encontrar alusiones al tema. Podemos encontrar referencias a la
música en sus estudios sobre la cultura o la religión. La sociología de la música de Weber ha
quedado oculta ante la enorme pluralidad de áreas de estudio que desarrolló y, quizá por esto,
se la considera a menudo como algo secundario en su pensamiento, pero a la hora de
establecer las bases teóricas que sustenten a la sociología de la música como disciplina propia
y autónoma nuestro punto de partida debe estar en las teorías del gran sociólogo alemán,
tanto por su alto grado de conocimiento metodológico, como filosófico. Weber fue uno de
los primeros en ver la riqueza que suponía el acercamiento al estudio del hecho musical
desde la perspectiva sociológica. A pesar de haber pasado de puntillas por el tema, dejando
únicamente algunas páginas dedicadas a la música, hoy sus teorías constituyen una referencia
ineludible. La originalidad de su planteamiento está en la búsqueda de la racionalidad en la
música que a simple vista aparece como algo irracional.
En Los fundamentos racionales y sociológicos de la música (1921), nos explica que la
historia de la música debe entenderse a partir de la influencia de factores externos, pero
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también de factores derivados de la lógica musical, para ello traza un camino muy lineal que
nos lleva desde las teorías musicales primitivas, que se basan en una resolución fisiológica o
psicológica de momentos de tensión, a la elaboración de una música cada vez más racional,
en el sentido en el que adapta sus medios a sus fines. El sociólogo alemán señala que hasta
un terreno de experiencias tan interno, y al parecer subjetivo, como el de la música, puede ser
tratado sociológicamente con arreglo a su concepción de la racionalización. Así pues, ve la
fijación de modelos sonoros por medio de un sistema concreto de signos, el establecimiento
de las escalas bien temperadas, etc., como un síntoma de racionalización progresiva. Weber
parte, para establecer sus líneas de investigación, de la existencia de una relación o
paralelismo entre el desarrollo de la sociedad y el de la música que se verifica al nivel de las
estructuras lingüísticas. Es por ello que para desarrollar este presupuesto se centra en un
análisis de la historia del lenguaje musical más que de la historia de la propia música.
Considera que la música occidental se ha desarrollado en una dirección peculiarmente
racional que la distingue de otras músicas. Este proceso de racionalización reduce al hecho
musical a procedimientos rutinarios basados en principios comprehensivos. Así, en el mundo
occidental se ha experimentado una transformación del proceso de producción musical que la
ha convertido en un asunto calculable que opera con medios conocidos, con instrumentos
efectivos y reglas comprensibles, lo que facilita su estudio, análisis y circulación.
La teoría weberiana defiende que la evolución de la música, como la de la sociedad, se
produce dentro de unas categorías conceptuales exactas, que vinculan el progreso o evolución
musical con el de la sociedad dentro de unos caminos muy concretos. El elemento técnico está
absolutamente indiferenciado del proceso creativo. La transformación sonora de la música
europea occidental tuvo en la tecnología uno de sus pilares básicos ya que fue la imprenta de
Gutenberg, junto con las nuevas técnicas que aparecen a finales de la Edad Media en la
construcción de instrumentos de cuerda, los principales hechos que determinan la evolución
del discurso sonoro occidental. Posteriormente, con la organización gremial de los músicos en
el siglo XVIII, se proporciona la aparición de trabajos fijos en las orquestas de las cortes y
municipios quedando la actividad del músico reconocida socialmente. Las exigencias técnicas
generan procedimientos racionales de creación sonora en una dialéctica mutua inseparable.
Siguiendo estas premisas, Weber llega a un estudio evolutivo del lenguaje musical,
concluyendo que este no se cierra en sí mismo, sino que nace en conexión con una serie de
acontecimientos que no son solamente musicales, nace en conexión con las exigencias de
comunicación musical de una determinada sociedad y con la progresiva extensión de la
racionalización de los lenguajes y de las relaciones sociales. Considera la música como una
forma de comunicación, impersonal y anónima, cuyo desarrollo se inserta con múltiples
nexos dentro de un proceso más amplio de racionalización que afecta a las estructuras
sociales y económicas y que tiene su punto culminante en la expansión del sistema
temperado en la época de la aparición del capitalismo industrial. Ahora bien, para que la
música tenga el poder de comunicar es necesario ponerla en contacto con la sociedad. Sólo
bajo esas condiciones se podrá definir la música como acción social.
La sociología de la música de Weber no considera el valor estético de la música, sino los
diversos condicionamientos entre la música y la sociedad dentro del marco de una ley formal
reguladora de la evolución de la estructura interna de ambas. La aproximación al hecho
musical desde la sociología weberiana resulta especialmente importante en tanto que abre las
puertas a una sociología racional y estructural, al hacerse tangible el vínculo que se establece
entre la música y la sociedad, en el ámbito estructural interno, y no como una serie
fragmentada de condicionamientos de diferentes naturalezas. Sin embargo, la teoría
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weberiana deja una serie de elementos muy importantes sin analizar, quizá porque su obra
quedó inacabada, nos referimos al estudio de la dimensión simbólica de la música, la relación
entre la música y la ideología, la recepción musical o el tema de la contribución social del
valor estético. Aspectos todos estos que la sociología acometerá más adelante en la obra de
otros importantes autores.
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interpretación o consumo, desde dentro o desde fuera. El objeto central de estudio para el
sociólogo de la música no es la música en sí misma, que puede ser conceptualmente analizada
y tratada como estructura, sino la relación que esta música crea entre el individuo y la
sociedad. De esta forma, podemos observar que en la relación aparecerán maneras de actuar,
pensar y sentir exteriores al individuo que permiten a la música generar experiencias y valores
compartidos, así como, a través de tensiones generadas por la cultura y la acción social
subyacente, símbolos expresivos compartidos que van a formar parte del proceso de
interacción musical contribuyendo a facilitar la comunicación entre música y público,
organizando el proceso de interacción y regulando normas de apreciación del discurso musical
que se irán adaptando a las necesidades sociales del momento.
No hay duda de que el hecho musical debe entenderse como una actividad social y, de
este modo, la sociología aparece como una disciplina necesaria para ordenar el actual
repertorio musical y ponerlo en relación con el contexto social contemporáneo para observar
como es, precisamente, este contexto el que dota de valor y funcionalidad al hecho musical.
Sociológicamente sólo puede captarse la música en el momento en que se expone la relación
artista-oyente, cuando la obra musical llama al exterior, donde provoca un momento
trascendental. Teniendo en cuenta este presupuesto, decimos que la sociología de la música
se ocupará de averiguar cuáles son las formas esenciales de la actividad musical en un tipo de
sociedad y en un tiempo determinado, y cuáles son los grupos sociales específicos que se
reúnen en torno a una forma musical concreta. Por otro lado, si consideramos a la música
como un proceso social vivo y actual, la sociología de ésta, debe estudiar la interrelación que
se produce entre música y sociedad, teniendo especialmente en cuenta las diversas formas de
actitud que se derivan de dicha interrelación.
El desarrollo de las teorías sociológicas clásicas expuestas en el presente artículo supone el
punto de partida básico para comenzar el estudio del paralelismo que existe entre el desarrollo
de la sociedad y el de la música. La evolución de la música, como la de la sociedad, se
produce dentro de unas categorías conceptuales exactas, que vinculan el progreso o evolución
musical con el de la sociedad, dentro de unos caminos muy concretos. De este modo, los
primeros acercamientos sociológicos al tema se centran en el estudio del lenguaje musical,
concluyendo que este no se cierra en sí mismo, sino que nace en conexión con una serie de
acontecimientos que no son solamente musicales, nace en conexión con las exigencias de
comunicación musical de una determinada sociedad y con la progresiva extensión de la
racionalización de los lenguajes musicales y de las relaciones sociales. Muchos de estos
primeros acercamientos sociológicos a la música carecen de perspectiva sociológica para
perderse, únicamente, en el estudio de la estética musical, descuidando su perspectiva social.
La forma de unir estos enfoques teóricos sobre la estética musical al objeto de estudio de la
sociología de la música es considerar que el valor estético es también un valor social, y por
tanto, es inútil acercarse a la dimensión estética de la música con otras orientaciones que
prescindan de la sociología, ya que, cualquier otra aproximación será inadecuada para explicar
todo lo que engloba el fenómeno musical. Cuando el músico está creando una melodía o una
canción, por muy bella que esta resulte, no tiene nada de social, es necesario poner esa música
al servicio de una sociedad para comprobar qué sentimientos despierta, para analizar la
sensación de la música, desde este punto de vista es posible incluir en el objeto de estudio a
aquellos sonidos que quedarían muy alejados del campo de análisis de la estética musical
tradicional por considerarlos carentes de belleza. Desde esta perspectiva, consideramos que la
sociología de la música debe despojarse de toda esa dimensión valorativa que busca la crítica
fácil del sonido, o la clasificación del hecho musical, nuestra disciplina debe intentar describir
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el paisaje sonoro que rodea al individuo. La música, sea del tipo que sea, siempre roza al
hombre, en su casa, en el trabajo, por la mañana, por la noche, en su vida interior o en su vida
social, individualmente o en grupo. La sociología de la música debe considerar a ésta como
una esfera institucional que, por sus funciones tradicionales, extraordinariamente importantes,
está en condiciones de lograr procesos de identidad social.
BIBLIOGRAFÍA
Breve currículo:
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