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Capítulo 1 – La violencia
(30) “La descolonización, que se propone cambiar el orden del mundo es, como se ve,
un programa de desorden absoluto. Pero no puede ser el resultado de una operación
mágica, de una sacudida natural o de un entendimiento amigable.”
(31) “La descolonización no pasa jamás inadvertida puesto que afecta al ser, modifica
fundamentalmente al ser, transforma a los espectadores aplastados por la falta de
esencia en actores privilegiados, recogidos de manera casi grandiosa por la hoz de la
historia. Introduce en el ser un ritmo propio, aportado por los nuevos hombres, un nuevo
lenguaje, una nueva humanidad. La descolonización realmente es creación de hombres
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nuevos. Pero esta creación no recibe su legitimidad de ninguna potencia sobrenatural: la
«cosa» colonizada se convierte en hombre en el proceso mismo por el cual se libera.”
(33) “El intermediario del poder utiliza un lenguaje de pura violencia. El intermediario
no aligera la opresión, no hace más velado el dominio. Los expone, los manifiesta con la
buena conciencia de las fuerzas del orden. El intermediario lleva la violencia a la casa y
al cerebro del colonizado.”
(34) “Es evidente que lo que divide al mundo es primero el hecho de pertenecer o no a
tal especie, a tal raza. En las colonias, la infraestructura es igualmente una
superestructura. La causa es consecuencia: se es rico porque se es blanco, se es blanco
porque se es rico. Por eso los análisis marxistas deben modificarse ligeramente siempre
que se aborde el sistema colonial. Hasta el concepto de sociedad precapitalista, bien
estudiado por Marx, tendría que ser reformulado.”
El colono habla de los colonizados en términos zoológicos, pero el colonizado sabe que
es un hombre y ese saber está asociado a la preparación para la batalla (cfr. Hegel –
Sorel). Cuando el proceso de descolonización comienza, se envían embajadores
culturales a convencer a los rebeldes sobre las bondades de los valores occidentales.
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(38) “Pero sucede que cuando un colonizado oye un discurso sobre la cultura occidental
saca su machete o al menos se asegura de que está al alcance de su mano.” Desconfía y
escupe sobre esos valores y no se conformará con ellos, quiere la tierra. Quiere llegar a
la igualdad tomando el lugar del colono. Es un camino a la igualdad.
(39) “Descubre que una piel de colono no vale más que una piel de indígena. Hay que
decir, que ese descubrimiento introduce una sacudida esencial en el mundo. Toda la
nueva y revolucionaria seguridad del colonizado se desprende de esto. Si, en efecto, mi
vida tiene el mismo peso que la del colono, su mirada ya no me fulmina, ya no me
inmoviliza, su voz no me petrifica. Ya no me turbo en su presencia. Prácticamente, le
fastidio. No sólo su presencia no me afecta ya, sino que le preparo emboscadas tales que
pronto no tendrá más salida que la huida.”
La lucha por la liberación termina disolviendo también los valores asimilados por los
intelectuales colonizados. Para comenzar, el individualismo. Porque la organización
para la lucha lleva a la construcción de formas comunitarias, no hay más salvación
individual.
El colono sabe que hace la historia, pero se trata de la historia de la metrópoli, no del
país colonizado. Para que esa historia comience a existir, es necesario que el colonizado
salga de su quietud. La violencia se torna así, como describían Marx y Sorel en partera
de la historia.
Recordemos que Fanon es psiquiatra, como afirma la nota a pie de página, el capítulo V
se titula “Guerra colonial y trastornos mentales”. Aquí está tratando de pensar qué pasa
con esa violencia recibida que no encuentra posibilidad de respuesta en una venganza y
se esparce entre los suyos (casi lo contrario que en Girard).
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La religión también impide comprender la responsabilidad de la colonización en la
situación de opresión. Todo un mundo de mitos terroríficos impide la acción.
(48) “Esta superestructura mágica que impregna a la sociedad autóctona cumple, dentro
del dinamismo de la economía libidinal, funciones precisas. Una de las características,
en efecto, de las sociedades subdesarrolladas es que la libido es principalmente cuestión
de grupo, de familia.”
Ese mundo mágico-mítico es en muchos casos más aterrador que el ejército de los
colonos. Se sale de estos enfrentamientos fantasmagóricos en las operaciones mismas
que implican las guerras de liberación.
(50) “Todo está permitido porque, en realidad, no se reúnen sino para dejar que surja
volcánicamente la libido acumulada, la agresividad reprimida. Muertes simbólicas,
cabalgatas figuradas, múltiples asesinatos imaginarios todo eso tiene que salir. Los
malos humores se derraman, tumultuosos como torrentes de lava.”
Se trata de operar una reorientación de esa violencia, para que no se pierda en los mitos
y en las agresiones internas. Pero ¿cómo saber cuándo están dadas las condiciones para
la descolonización y cómo llevarla a cabo? Se trata de organizar las fuerzas y las
voluntades (cfr. Gramsci).
¿Por qué otros canales llevar a la violencia? Partidos políticos, intelectuales. Pero los
partidos políticos son reformistas, buscan jugar dentro de la lógica del voto y conseguir
más poder. Son violentos en las palabras, pero no en los hechos. Están compuestos por
pobladores de las ciudades, quieren mejoras en sus condiciones de vida, quieren
negociar con el colonialismo. (cfr. Sorel)
(54) “No tiene nada que perder y tiene todo por ganar. El campesinado, el desclasado, el
hambriento, es el explotado que descubre más pronto que sólo vale la violencia. Para él
no hay transacciones, no hay posibilidad de arreglos. La colonización o la
descolonización son simplemente una relación de fuerzas. El explotado percibe que su
liberación exige todos los medios y en primer lugar la fuerza.”
Si el colonialismo es una máquina violenta, solamente puede ser vencida por una
violencia mayor. La no violencia es el discurso de los colonialistas que quieren arreglar.
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En una dinámica muy similar a lo que Sorel explicaba, los nacionalistas se presentan
como interlocutores o negociadores entre los colonos y los violentos. Creen que la
violencia no podrá ser eficaz frente a las armas modernas del ejército francés. Fanon
introduce la importancia de la guerrilla en esa lucha de técnicas bélicas.
(57) “Pero la guerrilla del colonizado no sería nada como instrumento de violencia
opuesto a otros instrumentos de violencia, si no fuera un elemento nuevo en el proceso
global de la competencia entre los trusts y los monopolios.”
Los ejércitos coloniales tampoco tienen como estrategia el arrasar a los colonizados, hay
estrategias comerciales y financieras, como el bloqueo a Cuba.
Las burguesías colonizadas apelan a las masas como amenaza, pero no las movilizan
realmente. Los verdaderos revolucionarios son echados de los partidos y cuando llegan
al campo, se dan cuenta de que allí están ávidos por avanzar violentamente sobre la
colonia.
(60) “Los partidos políticos toman la palabra, que escriben en los periódicos
nacionalistas, hacen soñar al pueblo. Evitan la subversión, pero de hecho introducen
terribles fermentos de subversión en la conciencia de oyentes o lectores. Con frecuencia
se utiliza la lengua nacional o tribal. Esto es también fomentar el sueño, permitir que la
imaginación se libere del orden colonial. A veces esos políticos dicen: «Nosotros los
negros, nosotros lo árabes» y esa apelación cargada de ambivalencias durante el periodo
colonial recibe una especie de consagración. Los partidos nacionalistas juegan con
fuego.”
(62) “El surgimiento de la nación nueva, la demolición de las estructuras coloniales son
el resultado de una lucha violenta del pueblo independiente, o de la acción, que presiona
al régimen colonial, de la violencia periférica asumida por otros pueblos colonizados.”
La lucha no está aislada sino conectada con otros lugares donde la violencia ha
permitido el triunfo, como en la batalla de Dien-Bien-Phu en la Indochina francesa.
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llama a la violencia aún sin la organización de un partido. Y no se logra mucho si se
encarcela a sus dirigentes.
(65) “¿Qué es pues, en realidad, esa violencia? Ya lo hemos visto: es la intuición que
tienen las masas colonizadas de que su liberación debe hacerse, y no puede hacerse más
que por la fuerza. ¿Por qué aberración del espíritu esos hombres sin técnica,
hambrientos y debilitados, no conocedores de los métodos de organización llegan a
convencerse, frente al poderío económico y militar del ocupante, de que sólo la
violencia podrá liberarlos? ¿Cómo pueden esperar el triunfo?”
Resulta inaudito para algunos que el método elegido para la liberación sea la violencia,
así como acusaban a los colonizados de estar dormidos, ahora lo hacen de ir demasiado
rápido. ¿Y qué sucede si se triunfa? ¿Cómo se apaga esa violencia? ¿Cuáles son los
resultados tangibles para las masas hambrientas y maltratadas?
Estos enfrentamientos se insertan en las lógicas mundiales de los dos polos mayores en
conflicto: capitalismo y comunismo. (68) “Cada rebelión, cada sedición en el tercer
mundo se inserta en el marco de la Guerra Fría.” La violencia continúa una vez
conquistada la “independencia” porque se depende de lo que pase en el resto del Tercer
Mundo y entre las potencias.
(70) “Lo mismo que Castro al acudir a las Naciones Unidas con uniforme militar, no
escandaliza a los países subdesarrollados. Lo que demuestra Castro es que tiene
conciencia de la existencia del régimen persistente de la violencia. Lo sorprendente es
que no haya entrado en las Naciones Unidas con su ametralladora. ¿Se habrían opuesto
quizá? Las sublevaciones, los actos desesperados, los grupos armados con cuchillos o
hachas encuentran su nacionalidad en la lucha implacable que enfrenta mutuamente al
capitalismo y al socialismo.”
(71) “El capitalismo comprende entonces que su estrategia militar lleva todas las de
perder en el desarrollo de las guerras nacionales. En el marco de la coexistencia
pacífica, todas las colonias están llamadas a desaparecer y, en última instancia, la
neutralidad ha sido respetada por el capitalismo. Lo que hay que evitar antes que nada
es la inseguridad estratégica, el acceso a las masas de una doctrina enemiga, el odio
radical de decenas de millones de hombres. Los pueblos colonizados son perfectamente
conscientes de esos imperativos que dominan la vida política internacional. Y por eso,
aun aquellos que se expresan contra la violencia deciden y actúan siempre en función de
esa violencia universal. Actualmente, la coexistencia pacífica entre los dos bloques
mantiene y provoca la violencia en los países coloniales. Mañana quizá veamos
desplazarse ese campo de la violencia después de la liberación integral de los territorios
coloniales. Quizá se plantee la cuestión de las minorías. Ya algunas de ellas no vacilan
en favorecer los métodos violentos para resolver sus problemas y no es por azar si,
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como se nos afirma, los extremistas negros en los Estados Unidos forman milicias y en
consecuencia se arman. Tampoco se debe al azar que, en el mundo llamado libre,
existan comités de defensa de las minorías judías de la URSS o que el general De
Gaulle, en uno de sus discursos, haya derramado algunas lágrimas por los millones de
musulmanes oprimidos por la dictadura comunista. El capitalismo y el imperialismo
están convencidos de que la lucha contra el racismo y los movimientos de liberación
nacional son pura y simplemente trastornos teledirigidos, fomentados «desde el
exterior». Entonces deciden utilizar la siguiente táctica eficaz: Radio-Europa Libre,
comité de apoyo a las minorías dominadas... Hacen anticolonialismo, como los
coroneles franceses en Argelia hacían la guerra subversiva con los SAS o los servicios
psicológicos, «utilizaban al pueblo contra el pueblo». Ya sabemos el resultado de esto.”
Los hombres del Tercer Mundo saben que están viviendo instancias decisivas, son
animales políticos y se vive la disputa y la ayuda o asimilación de los distintos bloques.
(77) “Para el colonizado, esta violencia representa la praxis absoluta. El militante es,
además, el que trabaja. Las preguntas que la organización formula al militante llevan la
marca de esa visión de las cosas: «¿Dónde has trabajado? ¿Con quién? ¿Qué has
hecho?». El grupo exige que cada individuo realice un acto irreversible. En Argelia, por
ejemplo, donde la casi totalidad de los hombres que han llamado al pueblo a la lucha
nacional estaban condenados a muerte o eran buscados por la policía francesa, la
confianza era proporcional al carácter desesperado de cada caso. Un nuevo militante era
«seguro» cuando ya no podía volver a entrar en el sistema colonial.”
(77) “La violencia es entendida así como la mediación real. El hombre colonizado se
libera en y por la violencia. Esta praxis ilumina al agente porque le indica los medios y
el fin.”
La obra citada de Aimé Césaire da cuenta de la relación del rebelde con el acto violento,
con su liberación a través de la muerte de su amo.
Las matanzas son respondidas con matanzas y por supuesto las que reciben los
colonizados son mucho mayores que las de los franceses, aunque parece que solamente
estas últimas cuentan (cfr. Butler “Las vidas lloradas”). Pero eso echa por tierra todos
los discursos humanistas.
Una vez que se llega a un punto de no retorno, una gran matanza, hace que la batalla se
intensifique y las cosas no puedan volver a sus cauces “normales”. En Argelia, la
creación de las milicias urbanas por parte del ejército francés en 1956, desata la cacería
de argelinos.
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encuesta y de información. A los ojos del colonizado, esas comisiones no existen. Y de
hecho, ya han pasado siete años de crímenes en Argelia y ni un solo francés ha sido
presentado a un tribunal francés por el asesinato de un argelino.”
(85) “Para el colonizado, la vida no puede surgir sino del cadáver en descomposición
del colono. Tal es, pues, esa correspondencia estricta de los dos razonamientos. Pero
resulta que para el pueblo colonizado esta violencia, como constituye su única labor,
reviste caracteres positivos, formativos. Esta praxis violenta es totalizadora, puesto que
cada uno se convierte en un eslabón violento de la gran cadena, del gran organismo
violento surgido como reacción a la violencia primaria del colonialista. Los grupos se
reconocen entre sí y la nación futura ya es indivisible. La lucha armada moviliza al
pueblo, es decir, lo lanza en una misma dirección, en un sentido único.”
(88) “El bienestar y el progreso de Europa han sido construidos con el sudor y los
cadáveres de los negros, los árabes, los indios y los amarillos. Hemos decidido no
olvidarlo. Cuando un país colonialista, molesto por las reivindicaciones de
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independencia de una colonia, proclama aludiendo a los dirigentes nacionalistas: «Si
quieren ustedes la independencia, tómenla y vuelvan a la Edad Media», el pueblo recién
independizado tiene tendencia a aceptar y recoger el desafío. Y, efectivamente, el
colonialismo retira sus capitales y sus técnicos y rodea al nuevo Estado con un
mecanismo de presión económica. La apoteosis de la independencia se transforma en
maldición de la independencia.”
Fanon afirma que la matriz económica colonial es lo difícil de transformar si no hay una
compensación por la riqueza expoliada. Europa tiene que pagar, las ayudas a los países
subdesarrollados no son caridad, sino deuda.
Fanon cree que los capitales financieros e industriales deben invertir en las excolonias,
para no ahogarse y cerrar mercados, espera contar con “ayuda” europea.
(97) “El tercer mundo no pretende organizar una inmensa cruzada del hambre contra
toda Europa. Lo que espera de quienes lo han mantenido en la esclavitud durante siglos
es que le ayuden a rehabilitar al hombre, a hacer triunfar al hombre en todas partes, de
una vez por todas. Pero está claro que nuestra ingenuidad no llega hasta creer que esto
va a hacerse con la cooperación y la buena voluntad de los gobiernos europeos. Ese
trabajo colosal que consiste en reintroducir al hombre en el mundo, al hombre total, se
hará con la ayuda decisiva de las masas europeas que, es necesario que lo reconozcan,
se han alineado en cuanto a los problemas coloniales con las posiciones de nuestros
amos comunes. Para ello, será necesario primero que las masas europeas decidan
despertarse, se desempolven el cerebro y abandonen el juego irresponsable de la bella
durmiente del bosque.”
(7) “No hace mucho tiempo, la tierra estaba poblada por dos mil millones de habitantes,
es decir, quinientos millones de hombres y mil quinientos millones de indígenas. Los
primeros disponían del Verbo, los otros lo tomaban prestado.”
Pero llegó un momento en que hablaron por sí mismos para denunciar la inhumanidad
de los europeos. Y si en un primer momento los escucharon con atención o sin miedo,
pensando que los habían educado en los valores humanistas, luego quedó en claro que
no se habían convertido en europeos, se los había producido como monstruos: discurso
universalista y prácticas racistas.
Décadas atrás las voces de protesta no tenían el tono de lo que ahora está escribiendo
Fanon: se trata de abandonar a Europa, que está en decadencia. El libro de Fanon no le
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habla a los franceses, habla de ellos a los africanos. El europeo es el objeto de estudio
para la conversación entre colonizados, los nuevos sujetos.
(10) “En una palabra, el Tercer Mundo se descubre y se expresa a través de esa voz. Ya
se sabe que no es homogéneo y que todavía se encuentran dentro de ese mundo pueblos
sometidos, otros que han adquirido una falsa independencia, algunos que luchan por
conquistar su soberanía y otros más, por último, que aunque han ganado la libertad
plena viven bajo la amenaza de una agresión imperialista. Esas diferencias han nacido
de la historia colonial, es decir, de la opresión.”
Justamente porque los colonos han multiplicado las divisiones y los odios internos,
Fanon sabe que es la misma lucha por la liberación y por la unificación, con los
campesinos a la cabeza como clase radical.
La realización del socialismo se hará con la unión de todos los movimientos del Tercer
Mundo si se logra no caer en los valores burgueses europeos, ni un fetichismo por las
antiguas culturas africanas.
El libro es un llamado a la lucha que a falta de otras armas tiene “la paciencia del
cuchillo”, una indiferencia en relación a los europeos, que los vuelve zombis que
quedan en los márgenes de un fuego ajeno.
Sartre le habla a los franceses que “se olvidan” porque les conviene que se benefician de
ese imperialismo. Si leen el libro y se avergüenzan, todavía queda una oportunidad para
Europa.
(13) “Si descartan la verborrea fascista de Sorel, comprenderán que Fanon es el primero
después de Engels que ha vuelto a sacar a la superficie a la partera de la historia.”
(14) “Desnutridos, enfermos, si resisten todavía al miedo se llevará la tarea hasta el fin:
se dirigen contra el campesino los fusiles; vienen civiles que se instalan en su tierra y
con el látigo lo obligan a cultivarla para ellos. Si se resiste, los soldados disparan, es un
hombre muerto; si cede, se degrada, deja de ser un hombre; la vergüenza y el medo van
a quebrar su carácter, a desintegrar su persona.”
Sartre se dirige una y otra vez a los colonizadores, son ellos los que se han bestializado
a sí mismos en el ejercicio de la bestialización de los colonizados. Se han convertido en
objetos: en látigos, en bayonetas. Han creado la violencia que se volverá contra sí
mismos.
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(16) “No nos convertimos en lo que somos sino mediante la negación íntima y radical
de lo que han hecho de nosotros.”
(17) “Se encuentran acorralados entre nuestras armas que les apuntan y esos tremendos
impulsos, esos deseos de matar que surgen del fondo de su corazón y que no siempre
reconocen: porque no es en principio su violencia, es la nuestra, invertida, que crece y
los desgarra; y el primer movimiento de esos oprimidos es ocultar profundamente esa
inaceptable cólera, reprobada por su moral y por la nuestra y que no es, sin embargo,
sino el último reducto de su humanidad.”
Antes de que se dirija a los colonos, la agresividad se vuelca hacia los pares, son
“víctimas expiatorias”. También se defienden de la enajenación colonial aumentando la
enajenación religiosa en ritos extáticos. Pero siguen teniendo que vivir la imposición de
la fuerza y la ideología de occidente.
(20) “Cuando los campesino reciben los fusiles, los viejos mitos palidecen, las
prohibiciones desaparecen una por una; el arma de un combatiente es su humanidad.
Porque, en los primeros momentos de la rebelión, hay que matar: matar a un europeo es
matar dos pájaros de un tiro, suprimir a la vez a un opresor y a un oprimido: quedan un
hombre muerto y un hombre libre; el superviviente, por primera vez, siente un suelo
nacional bajo la planta de los pies.”
Es a partir de esta institución de una batalla conjunta que se sientan las bases para las
primeras instituciones de paz. (21) “Con el último colono muerto, reembarcado o
asimilado, la especie minoritaria desaparece y cede su lugar a la fraternidad socialista.”
La descripción que hace Sartre del combatiente es la de alguien que está arrojado a su
propia muerte, que no espera sobrevivir, que ya ha visto demasiado sufrimiento y
tortura. Pero sin que se trate de un intento para llegar a ser europeo, sino un hombre de
mejor calidad.
(23) “Este libro no necesitaba un prefacio. Sobre todo, porque no se dirige a nosotros.
Lo escribí, sin embargo, porque no se dirige a nosotros. Lo escribí, sin embargo, para
llevar la dialéctica hasta sus últimas consecuencias: también a nosotros, los europeos,
nos están descolonizando; es decir, están extirpando en una sangrienta operación al
colono que vive en cada uno de nosotros. Debemos volver la mirada hacia nosotros
mismo, si tenemos el valor de hacerlo, para ver qué hay en nosotros.”
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(24) “Ustedes saben bien que somos explotadores. Saben que nos apoderamos del oro y
los metales y el petróleo de los “continentes nuevos” para traerlos a las viejas
metrópolis. No sin excelentes resultados: palacios, catedrales, capitales industriales.”
(25) “Para los hombres de enfrente, nuevos y liberados, nadie tiene el poder ni el
privilegio de dar nada a nadie. Cada uno tiene todos los derechos. Sobre todos; y nuestra
especie, cuando un día llegue a ser, no se definirá como la suma de los habitantes del
globo sino como la unidad infinita de sus reciprocidades.”
(27) “El terror ha salido de África para instalarse aquí: porque están los furiosos, que
quieren hacernos pagar con nuestra sangre la vergüenza de haber sido derrotados por el
indígena y están los demás, todos los demás, igualmente culpables.”
(28) “No es bueno, compatriotas, ustedes que conocen todos los crímenes cometidos en
nuestro nombre, no es realmente bueno que no digan a nadie una sola palabra, ni
siquiera a su propia alma, por miedo a tener que juzgarse a sí mismos. Al principio
ustedes ignoraban, quiero creerlo, luego dudaron y ahora saben, pero siguen callados.”
Sartre llama a dar el siguiente paso, dejar de condenar la guerra y apoyar francamente a
los combatientes argelinos.
(28) “Es el momento final de la dialéctica: ustedes condenan esa guerra, pero no se
atreven todavía a declararse solidarios de los combatientes argelinos; no tengan miedo,
los colonos y los mercenarios los obligarán a dar este paso. Quizá entonces, acorralados
contra la pared, liberarán ustedes por fin esa violencia nueva suscitada por los viejos
crímenes rezumados. Pero eso, como suele decirse, es otra historia. La historia del
hombre. Estoy seguro de que ya se acerca el momento en que nos uniremos a quienes la
están haciendo.”
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