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Esquivel Nieves José Itzcoatl

Siglos de Oro II

Cuestionario

Sarduy, Severo. «El Barroco.» Sarduy, Severo. Ensayos generales sobre el barroco. Buenos Aires:
FCE, 1987. 147-221.

1. Este trabajo es un ejemplo de…


Es una interesante aproximación, desde varias disciplinas, a un comentario sobre la
epistemología del período Barroco. Incorpora la disertación filosófica a la manera de
Foucault, la semántica al estilo de Barthes, la objetividad filológica y la inteligencia de
Borges y Nietzsche. Es un texto enfocado en la epistemología barroca –y de lo barroco –
pero no alcanza a ser un texto especializado en alguna de las ramas de las que se sirve, sino
que utiliza este conocimiento de varias disciplinas aplicado en un ensayo literario. Recuerda
mucho a obras de autores como Bataille y Nietzsche, quienes desde sus respetivas disciplinas
escriben sobre historia, psicología, lingüística y literatura, aunque dentro de este campo de
ensayos literarios me sigue pareciendo un poco extraviado, quizás porque su lectura no es
del todo amena como literatura ni del todo útil como un texto especializado. Si se me permite
la audacia, es un centauro maltrecho.

2. Desde el punto de vista metodológico, el acercamiento de este trabajo se enfoca en…


Trata de “elucidar el campo simbólico de lo barroco”. Empieza a ensayar sobre la
cosmología como un a priori epistemológico que “sintetiza o por lo menos incluye” las
diversas formas del saber humano –no sólo ciencias naturales, también humanidades y artes
–dentro de la idea o imagen que una sociedad determinada tiene del universo. La diferencia
que tiene con Foucault es que procuran llegar a dos lugares distintos usando la misma
herramienta, la epistemología. En Las palabras y las cosas, Foucault rápidamente escribe
que el objeto de estudio de toda ciencia humana es el hombre mismo. Lo que Sarduy quiere
es llegar del cosmos a las humanidades –no al hombre –, descubrir en qué medida el modelo
cosmológico de una época determina su episteme y cómo se traduce esta codificación
intelectual en las expresiones artísticas de una sociedad.

3. ¿Cuál es el objeto de estudio? ¿De qué autor, libro, corriente, etc., se ocupa esta obra?
Su objeto de estudio es lo barroco, pero su principal reto es estructurar el relato
epistemológico –usa el término epistémico –de las resonancias del discurso científico en los
discursos no científicos. Parte de la historia de los modelos heliocéntricos renacentistas para
describir su cosmovisión y habla de las obras del barroco en función de la influencia
epistemológica que reciben de la cosmovisión de la época. Le importan Guarini, Velázquez
y Góngora principalmente.

4. ¿Qué cuestión trata de responder el autor con su trabajo?


Quiere observar, como “una cita textual”, la influencia de la astronomía contemporánea en
las expresiones culturales del Renacimiento y de esta manera esquematizar lo barroco de
acuerdo a condiciones epistemológicas dadas, su retombée o resonancias provenientes de la
forma del universo en otros aspectos del saber.
Plantea que existió una ruptura epistémica protagonizada por los modelos heliocéntricos de
Galileo y Kepler, –en cuyas observaciones coincide en cierta medida con Nietzsche al
distinguir las implicaciones morales de su conocimiento. Al calificarlas de “naturales” llega
a un lugar muy similar que Nietzsche con sus “moralinas” de la literatura y la filosofía en El
Anticristo.
La elipse de Kepler juga un papel fundamental, según Sarduy, en el surgimiento de la
modernidad al transmitir sus cualidades a la cultura de la época. En lo tocante a la poesía, la
retórica barroca tiene su foco principal en la elipsis, que se manifiesta de varias maneras a
través del artificio poético. Intenta demostrar, por ejemplo, que la antítesis al estar compuesta
por dos signos, tiene un significado ausente expresado por un significante metafórico,
generalmente opuesto al significante original. Esa ausencia se explica por la incorporación
de la elipsis en la figura. La antítesis barroca también es elíptica.

5. ¿Cuál es la tesis principal del autor? ¿Qué respuesta propone para la cuestión que ha
planteado?
Su tesis principal es algo arbitraria. Utiliza en concepto de retombée, definiéndolo como
“causalidad acrónica, isomorfía no contigua” para demostrar “la resonancia” de los modelos
y discursos científicos en sus objetos de estudio no científicos, como la arquitectura
renacentista o la poesía barroca de Góngora.
Utiliza un relato de los modelos cosmológicos de Galileo y Kepler para describir sus
consecuencias en el conocimiento de otras áreas. Galileo propuso un modelo heliocéntrico
que era más o menos igual al modelo clásico, en el que el sol se coloca al centro y los planetas
giran a su alrededor en círculos. Sarduy señala las implicaciones morales de este sistema.
Kepler observó que Marte no gira en círculos alrededor del sol, sino describiendo una elipse.
Estas teorías sobre el espacio le permiten a la cultura humana, según Sarduy, figurar sus
propios espacios barrocos de forma válida, pues surgen como esquemas influenciados por la
configuración epistemológica de la época. Estos esquemas provienen de un pensamiento
datable, por lo que la crítica o el avance científico no logran desmentirlos. Nos hablan de
estadios culturales como productos de una manera de pensar.

6. ¿Explica bien los principales conceptos que utiliza?


En general, no. El concepto de retombée es evidentemente objetivo, pero al definirlo como
“causalidad acrónica, isomorfía no contigua, o, consecuencia de algo que aún no se ha
producido, parecido con algo que aún no existe” no sólo pone en duda su objetividad, sino
que introduce un conflicto en la metodología del autor: el concepto le permite pasar de la
epistemología a la ideología con relativa facilidad, movimiento innecesario ya que no vuelve
a aprovechar retombée porque el trabajo centra sus esfuerzos en describir el relato ideológico
de lo barroco y no vuelve a recurrir a la ideología sino hasta un momento muy posterior del
ensayo donde, en todo caso, utiliza argumentos similares a Bataille.
Describe la palabra “barroco” sin éxito y, de hecho, en un trabajo posterior, brinda un mejor
comentario sobre la definición del término: “Lo barroco estaba destinado, desde su
nacimiento, a la ambigüedad, a la difusión semántica. […] para el catálogo denotativo de los
diccionarios, amontonamientos de banalidad codificada […]” (Sarduy, El Barroco). Lo
barroco, entonces, pasando de la esfera a la elipse, deja de ser lo “inmediato y natural” y se
define como lo “elaborado y minucioso”, aplicación orfebre, marquetería.
Pero el término más importante de todo el trabajo es el de la elipse, y tiene éxito –no
metodológico, pero si, digamos, literario –al definirlo y utilizarlo de dos maneras. Primero,
al describir “el corte epistémico” que, en el Renacimiento, permitió pasar de la esfera de
Galileo a la elipse de Kepler y de esa manera cambiar los esquemas utilizados por las
diferentes expresiones del conocimiento. Y segundo, como figura retórica, la elipsis, y su
presencia en las diferentes bellas artes. Sarduy logra demostrar que la elipsis –figura
geométrica de dos centros –mantiene uno de sus centros iluminado –el sol –y el otro en la
sombra –la tierra –de manera que, al presentarse en una obra de arte, como figura, uno de los
elementos de la composición se convierte en significante de un significado ausente. La elipsis
está presente en Las meninas de Velázquez y en tanto que antítesis, es la figura más
representativa, según Sarduy, del barroco. Es un concepto bastante útil para Sarduy ya que
le permite desplazarse de su narración epistemológica hacia una descripción más
metodológica y semántica, desde donde puede deducir lo barroco.

7. ¿El autor expresa con claridad cuál es la tesis que sostiene? ¿En qué sección o capítulo? Cita
el pasaje en el que te basas.
Al presentar su metodología y las intenciones de su trabajo:
“Si el espacio promulgado tipo es el que describe la Cosmología, es simplemente porque esta
ciencia, en la medida en que su objeto propio es el universo considerado como un todo,
sintetiza, o al menos incluye, el saber de las otras: sus modelos, en cierto sentido, pueden
figurar la episteme de una época –aún si consideramos la indagación cosmológica como
simple región de un discurso datable, esos esquemas serán válidos: reflejos de otros,
generadores de la episteme dada, sinopia del fresco visible.”
Y:
“La constitución del modelo cosmológico reposa en un relato y a su vez lo estructura.”
Al hablar del modelo copernicano, Sarduy señala el fin de la influencia moral del modelo de
Galileo –inmediato y natural –y escribe, con relación a la arquitectura:
“La ciudad deja de ser un doble imperfecto, un reflejo: la existencia terrestre ya no es
considerada solamente como una etapa hacia la vida celeste: el hombre que mide no está al
paso, su vida no es un olvidable prólogo, vale la pena mejorarla, prolongarla […].”
Galileo le otorga al círculo poder teológico en tanto que reflejo moral:
“Galileo se aferra al círculo como a la noción de naturalidad que en la tradición aristotélica
le es consubstancial; la fetichización de esta figura participa también del espejismo que deriva
de las últimas lecturas, mecánicas, de esa tradición: el espejo de la similitud, […] los
miembros del cuerpo humano, había observado, describen círculos en sus movimientos de
rotación […] los planetas, pues, deben trazar estas mismas figuras en su recorrido alrededor
del Sol.” Galileo se empecina, es adverso a la elipse, es un antibarroco.
Finalmente, con el arribo del modelo de Kepler, describe el desplazamiento del círculo a la
elipse que abarcó toda la cultura:
“Las tres leyes de Kepler, alterando el soporte científico en que reposaba todo el saber de la
época, crean un punto de referencia con relación al cual se sitúa, explícitamente o no, toda
actividad simbólica: algo se descentra, o más bien, duplica su centro, lo desdobla; ahora, la
figura maestra no es el círculo, de centro único, irradiante, luminoso y paternal, sino la elipse,
que opone a ese foco visible otro igualmente operante, igualmente real, pero obturado,
muerto […]”. De esta manera, Sarduy explica el famoso interés humanista del renacimiento
que desplazó en cierta medida la importancia de Dios en la cultura, el inicio de la modernidad.

8. Su estilo ¿posee claridad y concisión? ¿O, por el contrario, abunda en incisos o redundancias
que entorpecen su lectura?
Lo hace con relativo éxito y eso se puede deber a su arbitrariedad metodológica, pero también
al estilo de su composición. Algunas veces es excesivamente barroco sin razón alguna, se
quiere dar a entender con largas sinonimias, párrafos enteros entorpecen su narrativa. Las
partes en que olvida su propuesta de las resonancias epistemológicas para optar por un
discurso más objetivo se concentran y recuerdan a propuestas de otros autores. Es un ensayo
literario que pretende ser especializado, quizás por eso utiliza con cierta precaución algunos
términos.
Hacia el final, en que quiere demostrar la pertinencia de sus propuestas para dilucidar la
episteme de cada período datable del conocimiento, su tacto estético entorpece su descripción
de los fenómenos científicos contemporáneos, deliberadamente opta por la poesía lo que
provoca que sus observaciones más valiosas se concentren en párrafos determinados,
rodeados de otros de poco valor que no aportan nada a su narrativa.
En Barroco y neobarroco ofrece un ensayo mucho más breve y conciso, y presenta un
dominio del estilo neobarroco, como el de Lezama Lima, que le brinda un agradable estilo a
su narrativa epistemológico-lingüística.

9. ¿Quedaste satisfecho con la argumentación del autor?


Sus observaciones sobre lo barroco me parecen sumamente apreciables. El problema es
metodológico, pues confía en la literatura casi como si de una moralina se tratara. Pasa de la
configuración epistemológica del conocimiento a la ideología con impunidad gracias a la
cosmología. Pero, como lo expresa al calificar el modelo cosmológico circular de moral,
existe la posibilidad de que los discursos ideológicos –y, por lo tanto, irracionales hasta cierto
punto –configuren las búsquedas de la ciencia antes de que los modelos cosmológicos sean
propuestos: la moral genera conocimiento, o bien, la ideología genera epistemología. En este
sentido, la moral –o algún otro discurso ideológico –sería el vehículo de la ideología a través
de la cultura de una época, y la episteme sería el resultado final de sus expresiones. Los
discursos científicos y no científicos serían un producto simultáneo –objetivamente hablando
–de la configuración intelectual del momento sin guardar necesariamente una relación de
causalidad, pero sí de contigüidad, es decir, coexisten. Es por eso que el discurso de Sarduy
luce arbitrario, porque para él la episteme está dada: “retombée: causalidad acrónica,
isomorfía no contigua, o, consecuencia de algo que aún no se ha producido, parecido con
algo que aún no existe.”
Bajo un esquema paralelo que considere a la obra como un generador de episteme, posterior
a la ideología, sus representaciones se mantienen contiguas e incluso pueden mantener entre
sí relaciones críticas.

10. ¿Qué aporta esta obra para el estudio de nuestra materia?


Es un acercamiento a la episteme del período barroco, en sus diversas expresiones culturales.
Su gran logro es distinguir el cambio que sufrió el conocimiento de manera paralela en la
cultura moderna con la implementación de los modelos cosmológicos de Galileo y Kepler.
Para Sarduy, el círculo de Galileo representa el estado “normal” del cosmos, paternal, solar,
teológico, moral, y la elipse de Kepler el humanismo, la descentralización, la antítesis.
En Barroco y neobarroco, Sarduy ofrece un nuevo acercamiento a lo barroco desde la
semántica. La retórica del barroco es a la vez la nostalgia de la naturaleza –en su orden moral
–y la artificialización de la misma. Su artificio elíptico y antitético –característica de la
episteme de la época –se describe en términos lingüísticos: en un signo (poético) compuesto
por significado y significante, se suprime el significante de manera que el verso escrito es un
metasignificante de un significado oculto, “raudos torbellinos de Noruega” significa
“halcones”. Esta descripción recuerda a la poética de lo erótico de Bataille:
“Cuando en Paradiso José Lezama Lima llama a un miembro viril “el aguijón del
leptosomático macrogenitoma”, el artificio barroco se manifiesta por medio de una
sustitución que podríamos describir al nivel del signo: el significante que corresponde al
significado “virilidad” ha sido escamoteado y sustituido por otro, totalmente alejado
semánticamente de él y que sólo en el contexto erótico del relato funciona, es decir,
corresponde al primero en el proceso de significación.” (Sarduy, El barroco y el neobarroco).
Este trabajo es mucho más exitoso metodológicamente ya que se interesa por el barroco desde
la perspectiva lingüística al enfocarse en el signo. A partir de aquí, es capaz de señalar las
cualidades epistemológicas de lo barroco, aunque por desgracia sólo habla de un verso de
Góngora y se decanta por la descripción del neobarroco latinoamericano.
Bibliografía
Sarduy, Severo. «El Barroco.» Sarduy, Severo. Ensayos generales sobre el barroco. Buenos Aires:
FCE, 1987. 147-221.

—. El barroco y el neobarroco. Buenos Aires: El Cuenco de Plata, 2011.

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