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RESIDUOS RURALES EN AYACUCHO

La actividad principal que se desarrolla en las zonas rurales de Ayacucho se centra en el


sector primario, es decir, la agricultura y la ganadería.
Los problemas ambientales más graves en las zonas rurales proceden de las actividades
agrícolas y ganaderas. Observándose con mayor relevancia el aumento en la producción
de residuos rurales.
La agricultura y la ganadería han sufrido una evolución rápida con la implantación de
nuevas tecnologías, que han permitido un aumento en los rendimientos y un mayor
control sobre los recursos, ocasionando al mismo tiempo un aumento considerable en la
producción de residuos rurales.
Este desarrollo aparentemente positivo de la agricultura y de la ganadería tiene una cara
oculta, aspectos hasta ahora desconocidos sobre los impactos negativos provocados por
estas actividades, generando graves problemas ambientales (contaminación de aguas,
producción de residuos contaminantes, desertización, etc.) e incidiendo de forma
significativa sobre el medio ambiente de las zonas rurales.
La agricultura y la ganadería están interrelacionadas. Los residuos de la agricultura se
integran en la ganadería y viceversa.
En el ámbito de los residuos agrícolas orgánicos se debe diferenciar entre aquellos
residuos de los que se pueden sacarse provecho y aquellos que no son valorizables. Un
claro ejemplo son los cereales. Después de recoger la cosecha, de la que se aprovecha el
grano, resta la paja que puede ser utilizada por el agricultor de dos formas: enterrarla en
el suelo para evitar la erosión o bien utilizarla para la ganadería.
Los residuos agrícolas no siempre tienen connotación negativa, dependen, entre otros
factores, de la composición, la cantidad generada y la capacidad de recepción del medio
sobre el que se deposita.
El aprovechamiento de los residuos debe estar precedido por un estudio de viabilidad
técnico – económico y deberá actuarse en función de los precios del mercado y de la
tecnología disponible. En este sentido, la valorización de los residuos, además de
planteamientos medio ambientales, implica la sustitución de otros productos (materia
prima, energía, etc.), con los que se entrará en competencia económica.
LA EDUCACIÓN AMBIENTAL NO FORMAL
Los bienes y servicios que proporcionan los ecosistemas son fundamentales para mantener los
suministros de la humanidad; no obstante, en el medio rural los pobladores hacen uso de estos
recursos provocando un daño ambiental y sobrexplotación (López Gómez, Bastida Izaguirre). La
educación ambiental tuvo su origen en el ámbito de la educación no formal, en una época
caracterizada por cambios sociales, políticos y culturales de gran trascendencia para el mundo,
cuando a finales de los años setenta y principio de los ochenta surgen las primeras experiencias
impulsadas por grupos ecologistas que buscaban un cambio de conciencia en el ser humano
(Novo, 1996; Tello, Rodríguez y Guerrero, 2015).

Puente y López (2008) señalan que la educación no formal es la “transmisión de conocimientos,


aptitudes y valores” que no forman parte del sistema educativo oficial e institucional, y procura
la adquisición de actitudes positivas hacia la naturaleza y la sociedad, además de concretar
acciones de cuidado y respeto por la diversidad cultural y biológica. Es también objeto de la
educación no formal crear condiciones que fomenten el pleno desarrollo de las generaciones
actuales y futuras. De acuerdo con estas características, se considera a la educación no formal
como un modelo educativo capaz de provocar cambios de carácter social, económico, político y
cultural. Surge de la elaboración de un proyecto curricular flexible e innovador y, como lo
señalan Herrera y Didriksson (1999), lo importante es desarrollar propuestas originales en
situaciones de la vida real de los sujetos para conseguir resultados concretos; solo de esa forma
se consigue romper con las estructuras rígidas normalmente utilizadas. Se trata básicamente de
un currículum flexible que se nutre de todas las disciplinas y de los recursos humanos y
biológicos disponibles. El sector rural fue objeto de experimentación de formas abiertas de
educación por parte del Estado. Sin embargo, los datos que surgieron durante esta experiencia
muestran que la idea de los programas oficiales con este tipo de educación dista mucho de una
concepción de la educación como herramienta de desarrollo de las comunidades, ya que carece
de un proyecto que integre las diferentes expresiones sociales e individuales.

Para la educación ambiental no formal es primordial partir de los contextos más cercanos a las
personas, desde el hogar, la escuela, el barrio, tratando de identificar y entender las relaciones
que las vinculan con el entorno. La flexibilidad que la educación ambiental no formal tiene como
filosofía, abre un escenario inclusivo donde se busca trabajar con personas de todas las edades
ya sean niños o personas mayores (educación permanente). Lo importante es el aprendizaje, el
conocimiento y la práctica de lo aprendido en situaciones reales de manera directa, para lograr
así el desarrollo de habilidades cognoscitivas elevadas (North American Association for
Environmental Education, 2004). De acuerdo con Novo (2005), entre las características de la
educación ambiental no formal destacan: es una educación contextualizada, favorece los
procesos interdisciplinares, permite que surja la conciencia participativa, flexibiliza el papel del
profesor(a) y alumno(a), estimula las relaciones entre educación y trabajo, usa múltiples
recursos y vías para el aprendizaje, y estimula la creación de redes (sociedad global). Los valores
en los que se fundamenta son: el concepto de interdependencia, la relación entre lo global y lo
local, la ética como referente educativo, la integración entre conceptos, actitudes y valores, y la
educación en la acción.

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