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El multiverso: una teoría desesperada

La teoría del multiverso puede estar revestida con ropaje matemático, pero necesita un
salto de fe similar o superior al de aceptar la existencia de un Dios creador. CONCIENCIA
AUTOR Antonio Cruz Suárez 05 DE JULIO DE 2014 Ante la evidencia del extraordinario
ajuste fino que muestra el universo, que nos conduce a muchos a la conclusión lógica de
que éste es obra de la deidad, bastantes científicos ateos se aferran a una teoría que parece
proporcionar una escapatoria a dicha deducción. Se trata del multiverso. Un planteamiento
que supone la existencia de múltiples universos, cada uno con unas leyes físicas o
parámetros diferentes al nuestro. Entre los trillones y trillones de universos que se puedan
imaginar, solamente unos pocos poseerían leyes con un ajuste lo suficientemente preciso
como para permitir la vida. Esto no sería nada milagroso ya que si existen todos los
universos posibles, deben darse también aquellos en los que puedan surgir los seres vivos.
El hecho de que nuestro universo tenga exactamente los valores que sostienen la vida,
“probaría” que debe haber otros universos que carezcan de ellos. Si, gracias a la Gran
Explosión inicial, es posible que el universo no sea infinito en el tiempo, quizás lo sea en el
espacio. Desde semejante perspectiva, resultaría posible la existencia de una serie infinita
de universos paralelos en el espacio, cada uno de los cuales constituiría sólo una pequeña
parte de un multiverso mucho más grande. Igual que una burbuja de jabón forma parte de la
espuma que la contiene. El físico Max Tegmark, uno de los proponentes del multiverso,
escribió en mayo del 2003 estas palabras: “El modelo cosmológico más simple y más
popular predice que usted tiene un gemelo en una galaxia situada a diez elevado a
veintiocho metros de aquí. Esta distancia es tan grande que está más allá de lo astronómico,
pero eso no hace menos real a su doble. En un espacio infinito hasta los eventos más
inverosímiles deben tener lugar en alguna parte. Hay infinitos planetas habitados, lo cual
incluye no solo uno sino infinitos que tienen personas con la misma apariencia, nombre y
recuerdos que usted.”[1] Por supuesto, no hace falta decir que tal afirmación hay que
aceptarla por fe ya que jamás podremos comprobar la existencia de nuestros gemelos
intergalácticos, ni siquiera enviarles un correo electrónico. Vivirían demasiado lejos. Trece
mil setecientos millones de años luz es la distancia más lejana que se puede observar en el
borde de nuestro universo porque desde allí nos llega luz de estrellas. Esto significa que no
podemos ver ningún otro universo que esté más allá. Suponiendo, desde luego, que exista.
Puestos a imaginar, Tegmark predice que los multiversos pueden tener espacios, tiempos y
leyes físicas diferentes al nuestro. Incluso podrían crearse universos nuevos cada vez que
cualquier persona, en la Tierra, escoge un camino y no otro. Esto sería matemáticamente
posible suponiendo un espacio de infinitas dimensiones en el que todas las realidades
alternativas existirían al mismo tiempo. Y, en fin,Tegmark está convencido de que su
hipótesis de los múltiples universos desconocidos parece más razonable que la del diseño
inteligente del único universo que conocemos. Pero, ¿lo es realmente? Lo primero que me
gustaría señalar es quela idea de los infinitos universos paralelos no es nueva. El filósofo
griego Epicuro (341-271 a. C.) se imaginaba ya, tres siglos antes de Cristo, un “universo
infinito que lanzaba mundos aleatoriamente”[2]. Lo que constituye una versión antigua de
la moderna teoría del multiverso. No es, por tanto, que la ciencia contemporánea haya
descubierto esta posibilidad y la imponga necesariamente, sino que se trata de una
concepción más ideológica que matemática. Suponer la existencia de múltiples universos
que no se pueden detectar de ninguna manera en la realidad, puesto que estarían más allá
del alcance de los telescopios más sofisticados o de las posibilidades de la ciencia, es como
caminar por una pendiente sumamente resbaladiza.La teoría del multiverso puede estar
revestida con ropaje matemático, pero necesita un salto de fe similar o superior al de
aceptar la existencia de un Dios creador. Si no es una teoría simple como las que buscan
habitualmente los científicos, ¿por qué hay tantos que la aceptan? ¿Será quizás que para
deshacerse de Dios se requieren infinitos universos, de los que no hay constancia y nada
podemos saber? La elección continúa siendo la misma que en tiempos de Epicuro: Dios o el
multiverso. No parece que hayamos avanzado mucho. Refiriéndose a los múltiples
universos, el biólogo ateo Richard Dawkins escribe que ha leído que “la mayoría de los
físicos odian esta idea. No puedo entender por qué. Creo que es muy bella, quizá porque mi
conciencia ha sido mejorada por Darwin”[3]. Como era de esperar, Dawkins aplica su
ferviente darwinismo no sólo a la biología sino también a la cosmología. Cree que la teoría
del multiverso se complementa perfectamente con la selección natural de Darwin aplicada a
los universos paralelos. Lo que no explica Dawkins es el motivo por el cual dicha teoría no
gusta a la mayoría de los físicos. Yo creo quelos físicos odian la hipótesis del multiverso
porque no ofrece ninguna evidencia a su favor. Pretende explicarlo todo pero en realidad no
explica nada. No hay forma de investigar o verificar esta teoría. Solamente puede resultar
interesante para quienes, como Dawkins, desean evitar a toda costa la conclusión obvia de
que el ajuste fino del universo, su elegancia física y exquisitez matemática, necesita una
explicación divina. Se pretende sustituir el diseño inteligente que muestra el cosmos por
una especie de payasada matemática infinitamente compleja y carente de explicación. El
hecho de que pudieran existir múltiples universos con sus propias leyes no demuestra, ni
mucho menos, que tales universos existan realmente.No se conoce, hoy por hoy, la menor
evidencia física de tal existencia y, por tanto, se trata de una idea absolutamente
especulativa. Incluso en el supuesto de que dichos mundos fueran reales, estarían sometidos
necesariamente a leyes particulares. ¿De dónde habrían surgido tales leyes? Existiera o no
el multiverso, todavía tendríamos que responder a la pregunta acerca del origen de las leyes
de la naturaleza. Y la única respuesta razonable es la Mente inteligente que se revela en lo
creado. La existencia del multiverso no eliminaría tampoco la necesidad de un origen
divino. En resumen, yo creo que el multiverso no es más que una teoría desesperada que
procura borrar las múltiples huellas de Dios en la naturaleza pero, inclusive aunque fuera
cierta, nunca lograría su objetivo.
Leer más:
http://protestantedigital.com/magacin/14583/El_multiverso_una_teoria_desesperada

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