66/2014

n.o 66/2014
6,50 €

ESTUDIAR
MEJOR
Las técnicas
de aprendizaje,
a examen

SERIE
NEUROFILOSOFÍA DE LAS
EMOCIONES Y LA MORAL (III)
Culpa y responsabilidad
PSICOLOGÍA
Los efectos del yoga
NEUROCIENCIA
Bases neurológicas
de la tartamudez
PSICOTERAPIA
Tratamiento
de la depresión crónica
MAYO/ JUNIO 2014

00066

9 771695 088703
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SUM ARIO
8 52
Movimiento y serenidad
Millones de personas encuentran en el yoga
un alivio a sus problemas mentales y corpo-
rales. Los investigadores estudian el motivo.
ARTÍCULOS
P SI CO LO GÍ A
8 El yoga: un camino apacible
hacia el bienestar
Cada vez más médicos y psicólogos
investigan el supuesto efecto sana-
dor del yoga. ¿Alivia los estados de
estrés, ansiedad y depresión? De ser
así, ¿cómo? Por Miriam Berger
P SI COT ER A PI A
14 Superar la depresión
Muchos adultos con depresión cró-
nica sufrieron una experiencia de
desatención de niños. Un método de
terapia cognitivo-conductual trata de
solventar su deterioro en las relacio-
nes interpersonales. Por Knut Schnell,
Henrik Walter y Elisabeth Schramm
P SI CO PATO LO GÍ A
20 Fobia a las matemáticas
Rara vez, el miedo a los números se
debe a una deficiente habilidad para
el cálculo. Algunas personas con arit-
mofobia poseen incluso una capaci-
dad especial para esta asignatura
«de talentosos». Por Patricia Thivissen
Mayo / Junio de 2014 – N.o 66
2
Cerebro en desarrollo
Modernos dispositivos de neuroimagen
funcional permiten observar la actividad
cerebral del niño en el vientre materno.
CO GN I CI Ó N
26 La inteligencia
en el siglo xxi
En el actual milenio se está confi-
gurando una visión integrada del
intelecto que plantea nuevos retos
para la educación. Por José Antonio
Marina
N EU RO D ES A R RO L LO
52 Neuroimágenes fetales
Incluso en el seno materno, los niños
reaccionan a estímulos ambientales.
Con ayuda de técnicas de última
generación se investiga el modo en
que el cerebro del feto procesa la
información del exterior. Por Hubert
Preissl, Franziska Schleger y Jana
Münssinger
CO M P O R TA MI EN TO
58 Bases neuronales
de la autolesión
¿Por qué algunas personas se lasti-
man a sí mismas una y otra vez?
Los investigadores ahondan en la po-
sibilidad de que la respuesta se halle
en el funcionamiento cerebral de los
afectados. Por Christian Schmahl
70
Olvidar para recordar
El cerebro dispone de un mecanismo que
le permite ganar espacio en la memoria al
inhibir recuerdos superfluos.
S E R I E «N EU RO FI LO S O FÍ A D E L A S
EM O CI O N ES Y L A M O R A L» (III)
64 ¿Ni responsables ni culpables?
Desde que la neurociencia pusiera en
tela de juicio el libre albedrío, parece
que la responsabilidad y la culpa son
conceptos obsoletos. Sin embargo,
el cerebro no alberga todas las claves
del ser humano. Por Florian Leiss
68 «El cerebro no constituye
siempre la primera opción»
Entrevista a Stephan Schleim.
Por Steve Ayan
MEM O R I A
70 Recuerdos bloqueados
Una región del lóbulo frontal del ce-
rebro se encarga de inhibir de forma
selectiva las recordaciones molestas.
Por Christoph Böhmert
N EU RO CI EN CI A
74 Neurología de la tartamudez
Al parecer, las áreas cerebrales que
intervienen en el habla se activan
según una secuencia equivocada en
las personas tartamudas. Por Martin
Sommer
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
 A PR E N D E R M E J O R
MEM O RI A
32 Técnicas de estudio
Los alumnos de hoy en día no aprenden mejor que
los de antaño, a pesar de que deben asimilar más
conocimientos. Existen ciertas reglas de oro que
no deben olvidar. Por Steve Ayan

A PREN D IZ A J E
39 Ocho preguntas clave sobre
el aprendizaje
¿Resultan útiles los ejercicios de entrenamiento
mental? ¿Podemos aprender mientras dormimos?­
Ocho respuestas a los mitos populares más
­extendidos sobre el aprendizaje y la memoria.
Por la redacción

SECCIO NES

4 Encefaloscopio 42 Avances 80 Syllabus

> Metáforas ocultas que se infiltran
en la mente
> Escribir para sanar
> Gestos para reforzar el vocabulario
> Narración en tercera persona
> Una proteína para combatir el
estrés postraumático
> Ruptura en el circuito neuronal
de la empatía
> Vencer el miedo a la felicidad
> La actividad física mejora la Neuromielitis óptica. Por Friedemann
atención sostenida y el tono vagal. Paul
Por Antonio Luque Casado, Mikel Za- 84 Ilusiones
bala Díaz y Daniel Sanabria Lucena Un parecido fiel. Por Susana
> Los estimulantes no facilitan el Martinez-­Conde y Stephen L. Macknik
aprendizaje. Por Katherine Sharpe
88 Retrospectiva
> Bases funcionales del sistema aten-
Los controvertidos ensayos
cional. Por Antonio Arjona y Carlos
de Milgram. Por Stephen Reicher
M. Gómez
y S. Alexander Haslam
49 Instantánea
94 Libros
Cerebro transparente
Neurociencia. Por Luis Alonso
50 Sinopsis
Desarrollo infantil: el primer año
de vida
www.menteycerebro.es

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 3

ENCEFALOSCO PIO
LENGUA JE
Metáforas ocultas que se infiltran en la mente
El ambiente puede despertar el pensamiento figurativo e influir en la conducta
M ire a su alrededor. ¿Qué ve?
¿Cuatro paredes o una gran
panorámica? La respuesta podría in-
fluir en su capacidad de pensamiento
creativo. Un creciente número de es-
tudios sugieren que nuestras expe-
riencias sensoriales pueden suscitar
pensamiento metafórico e influir
en nuestra intelección y conducta
sin que nos percatemos de ello. Re-
cientes investigaciones revelan cómo
poner a nuestro servicio estas fuerzas
subconscientes.
Tomemos la idea metafórica de que
el corazón es cálido y emotivo, mientras que la cabeza es fría y
racional. En un estudio publicado en agosto de 2013 en Journal
of Personality and Social Psychology, los investigadores hicieron
creer a los participantes que iban a estudiar cómo se responde
cuando no se puede utilizar la mano hábil. Para asegurar que los
probandos no lo hicieran, se les instruyó que tenían que colocar
el índice de esa mano, bien en la sien, bien sobre el lado izquierdo
del pecho. Los que apoyaron el índice en la sien respondieron más
acertadamente a las preguntas de la prueba. En cambio, quienes
apuntaron al corazón, al plantearles un dilema moral, se prestaron
más a modificar sus juicios por razones emotivas. Este hallazgo
viene a sumarse a una larga lista de efectos metafóricos: en in-
vestigaciones anteriores se observó que la visión de movimiento
hacia adelante nos induce a «avanzar» en sentido metafórico,
asimismo, al palpar texturas suaves las interacciones sociales
difíciles parecen «suavizarse».
En todos esos estudios, la influencia de las metáforas implícitas
escapó a la explicitación consciente; esto es, los probandos no
apreciaron vínculos entre sus sensaciones y los sentimientos o
decisiones subsiguientes. Los investigadores conjeturan, no obs-
tante, que podríamos valernos de este efecto modificando nuestro
entorno o nuestros hábitos; por ejemplo, decorando la oficina
con objetos o imágenes que evoquen progresión. «La palpación
activa y esperanzada de un objeto, con el fin de que influya en la
situación, seguramente no producirá efectos inmediatos», expli-
ca Joshua Ackerman, psicólogo en el Instituto de Tecnología de
Massachusetts y coautor del trabajo. «Pero si tal comportamiento
se torna habitual, se irá dejando gradualmente de pensar en su
finalidad; entonces el efecto será más acusado.»
En un sentido similar, la liberación de las restricciones per-
cibidas puede facilitar un pensamiento más ocurrente. En una
serie de experimentos, publicados en mayo de 2012 en Psycholo-
4
gical Science, se evaluó la capacidad
creativa de los participantes, senta-
dos unos dentro de una gran caja de
cartón y los demás fuera de ella. En
otro experimento, unos probandos
podían pasear con toda libertad y a su
antojo, mientras otros disponían tan
solo de un terreno rectangular para
GETTY IMAGES / CLAYTON HANSEN
desplazarse. Los sujetos que gozaban
de mayor libertad puntuaron más en
las medidas típicas de pensamiento
creativo. Angela Leung, profesora de
psicología en la Universidad de Em-
presariales de Singapur y coautora
del estudio, afirma que se puede estimular la propia creatividad
cuando se eliminan restricciones de movimiento, por ejemplo, si
se pasea por la oficina o se camina sin rumbo por un parque. La
clave reside en la variedad y espontaneidad: «Si quiere ser más
creativo, salga de casa, eche a correr libremente y al albur por un
día. No se atenga a la ruta diaria ni a la hora habitual; cambie de
música e incluso de ritmo», aconseja Leung.
En cualquier situación, fíjese en lo que le rodea, en los estímulos
que perciben sus sentidos, en sus actos. Es posible que influyan
en sus procesos mentales por medio de las sutiles metáforas im-
plícitas en la vida cotidiana.
—Tori Rodriguez
TER APIA
Escribir para sanar
La descripción intimista puede acelerar
la recuperación de lesiones
E ra sabido que fijar por escrito los sentimientos o las vi-
vencias (como llevar un diario personal o escribir cartas
íntimas) contribuye a aliviar traumas psicológicos y a me-
jorar el estado de ánimo. Estudios recientes apuntan a que
la escritura intimista, que se caracteriza por descripciones
de los pensamientos o sentimientos propios más profundos,
también resultan benéficos para la salud corporal.
Investigadores de Nueva Zelanda indagaron si este tipo de es-
critos intimistas podrían ayudar a adultos de edad avanzada a
una recuperación más rápida tras una biopsia. En el estudio, 49
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
 DESARROLLO INFANTIL
TER APIA
Gestos para reforzar el vocabulario
Ademanes y miradas pueden contribuir a que los niños aprendan palabras, Narración en
con independencia de lo que conversen el padre y la madre con ellos tercera persona
L os niños que poseen un amplio vocabulario se desenvuelven mejor en la escuela y,
  más tarde, en el mundo laboral. Cuánto les hablen sus padres desempeña una función
de primer orden, pero investigaciones recientes apuntan a que no es solo la cantidad, sino
Cambiar el punto de vista puede
servir de alivio

también la calidad de la aportación familiar lo que cuenta. Gestos explicativos y miradas

intencionadas pueden facilitar a los hijos la comprensión de ciertos conceptos.
En un estudio publicado en junio de 2013 en PNAS, Erica Cartmill, de la Universidad
S i un suceso pasado le supone un
continuo incordio, pruebe a re-
latarlo por escrito, pero como si le
de Chicago, y su equipo grabaron vídeos de padres que, en casa, leían cuentos a sus hijos, hubiera ocurrido a otro. Redacte, por
de entre 14 y 18 meses de edad, o jugaban con ellos. De estas interacciones se extraje- ejemplo, «ella chocó con su coche»
ron cientos de grabaciones mudas, de 40 segundos de duración cada una. Otro grupo de en lugar de «yo choqué mi coche». En
participantes visionó las filmaciones. Por los gestos y pistas que mostraban las escenas, un estudio publicado en febrero de
trataron de adivinar qué sustantivos pronunciaban los padres en distintos momentos de 2013 en Stress and Health, este tipo de
las secuencias. Los investigadores se valieron de la proporción de aciertos de estos adul- narración benefició a sujetos que se
tos para valorar el éxito de los progenitores para aclarar el significado de alguna palabra enfrentaban a la intrusión de pensa-
mediante indicaciones gestuales (señalar objetos o mirar en su dirección, entre otros). mientos relacionados con un trauma.
Los investigadores hallaron que la calidad de las señales no verbales de los padres per- «Al parecer, la narración de los
mitía pronosticar la extensión del vocabulario sentimientos en tercera persona abre
de los niños al cabo de tres años. La posición una oportunidad constructiva para
socioeconómica no afectaba a la calidad de esa que el sujeto objetive lo sucedido,
gesticulación. Este resultado sugiere que las distanciándolo de él, por lo que su
diferencias de vocabulario infantil, que es sa- percepción resulta menos inmedia-
bido que están en relación con la renta familiar, ta y amenazante», asegura Matthew
son consecuencia de lo mucho o poco que los Anderson, doctorando en psicología
padres les hablen a sus niños, lo que depende social en la Universidad de Iowa y
de sus ingresos, más que de la mímica que les coautor del estudio.
GETTY IMAGES

ofrezcan durante esas interacciones. —Tori Rodriguez

 —Janelle Weaver

adultos sanos, de edades comprendidas entre los 64 y los 97 años,
dedicaron 20 minutos diarios, durante tres días consecutivos, a
escribir ora sobre sucesos desagradables, ora sobre actividades
diarias. Dos semanas después, para asegurarse de que habían
dejado atrás los sentimientos negativos iniciales implícitos al
evocar procedimientos molestos, todos los sujetos fueron so-
metidos a una biopsia en el brazo. Su curación
se rastreó mediante fotografías diarias en los
21 días siguientes. En el undécimo día, el 76 por
ciento de los «intimistas» habían sanado, frente
al 42 por ciento del grupo de control.
«Creemos que al escribir sobre sucesos que
causan molestias y temor, los pacientes objeti-
CORBIS / DAVID LEAHY
julio de 2013 en Psychosomatic Medicine. Una zozobra emotiva
prolongada puede elevar las concentraciones de hormonas de
estrés (como el cortisol), lo que dificulta la acción del sistema
inmunitario. En septiembre pasado, un artículo del British Jour-
nal of Health Psychology daba cuenta de que, en efecto, escribir
sobre un tema emotivo reducía los valores de cortisol en los
participantes.
Es posible que en el trabajo de Broadbent
la sanación se acelerase porque, al escribir
sus sentimientos, los probandos dormían
mejor. Los sujetos que descansaron más du-
rante la semana anterior a la biopsia sana-
ron antes, posiblemente porque el dormir

van la situación, ello alivia la angustia», opina acelera numerosos procesos fisiológicos
Elizabeth Broadbent, de la Universidad de Auc- implicados en la curación.
kland y coautora del estudio que se publicó en —Tori Rodriguez

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 5

ENCEFALOSCO PIO

NEUROLOGÍA

Una proteína para combatir el estrés postraumático

Un espray nasal previene en ratas el trastorno de estrés postraumático

L legan los primeros auxi-

lios al lugar del desastre (el
estallido de una bomba, por
ejemplo) y, tras estabilizar a
las víctimas, las tratan con una
dosis de espray nasal, en pre-
vención del trastorno de estrés
postraumático (TEPT). El pulve-
rizador proyecta hasta las pro-
fundidades nasales y el cerebro
una diminuta pero potente
proteína señalizadora, el neu-
ropéptido Y (NPY). Desde allí
impide que el sistema cerebral
del estrés se acelere y provoque
TEPT, que, en algunas personas,
causa alteraciones del sueño,
del estado de ánimo y del pen-
y las sometieron a una serie
simultánea de acontecimien-
tos traumáticos; por ejemplo,
inmovilizarlas y obligarlas
después a nadar por un tubo
de plexiglás. Las examinaron
siete días después para ver si
presentaban ansiedad o indi-
cios de depresión. Observaron
estos síntomas en el grupo de
roedores que había sido tratado
solo con suero. Sin embargo, las
ratas que habían recibido NPY
no parecían distintas de las del
grupo de control, no sometidas
a estrés. Asimismo, detectaron
un aumento de la concentra-
ción de hormonas del estrés y

samiento a resultas del trauma
sufrido. La idea de este futu-
rista tratamiento profiláctico
procede de estudios recientes
realizados en ratas por Esther
Louise Sabban, de la Escuela de
Medicina de Nueva York.
Sabban y sus colegas ad-
ministraron a las ratas un
espray nasal que contenía, o
bien NPY, o bien suero salino,
sus receptores en las tratadas
con suero, pero no en aquellas
a las que se administró NPY.
Las ratas insufladas con NPY
inmediatamente después de
las experiencias traumáticas
quedaron protegidas, según el
estudio, publicado en Neuros-
cience en 2013.
Un chorro de NPY en la nariz
puede extenderse por todo el
cerebro, pero no por el cuerpo,
donde podría dañar el corazón
debido a sus efectos secunda-
rios. Sabban ha determinado
en fecha reciente que el tra-
tamiento parece actuar me-
diante la reducción del núme-
ro de receptores para el cortisol
(la hormona del estrés), sobre
JASON LEE
todo en el hipocampo ventral,
región cerebral relacionada con
la formación de la memoria
emocional. Se investigará en
futuros trabajos con ratas si el
NPY funciona también frente
a síntomas de tipo TEPT ya es-
tablecidos.
—Stephani Sutherland

NEURO CIENCIA
imaginar que esas mismas si-
Ruptura en el circuito neuronal de la empatía tuaciones les ocurrían a ellos o
a otra persona. Se trata de una
Las conexiones deficientes entre centros cerebrales de la emoción pueden provocar la apatía social
técnica de traslación de enfo-

C asi todas las personas,

al imaginar que alguien
sufre, sentimos desazón y
deseos de ayudar. No así los
psicópatas: en el meollo de
la personalidad psicopática
hallamos frialdad, e incluso
crueldad, ante el sufrimiento
ajeno. Un estudio por magne-
tografía cerebral reveló que
presos psicópatas presenta-
ban deficiencias en un circui-
to cerebral que desempeña un
papel clave en la empatía, lo
que apunta hacia una posible
diana terapéutica.
Jean Decety, de la Univer-
sidad de Chicago, y sus cola-
boradores obtuvieron imáge-
nes de resonancia magnética
funcional del cerebro de 121
internos varones mientras
estos miraban fotografías de
situaciones que causan dolor
(recibir un pisotón en una uña
o pillarse los dedos al cerrar
un cajón). Los sujetos debían
que, que fácilmente suscita
empatía.
Cuando se pensaban a sí mis-
mos sufriendo el dolor, los pre-
sos con máxima puntuación en
un test estándar de psicopatía
mostraron respuestas norma-
les en los centros cerebrales
de la emoción y de percepción

6 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

 PSICOLOGÍA
que el miedo a la felicidad presentaba una
Vencer el miedo
FUENTE: «FEARS OF COMPASSION AND HAPPINESS IN RELATION TO ALEXITHYMIA, MINDFULNESS, AND SELF-CRITICISM». P. GILBERT ET AL., EN PSYCHOLOGY AND PSYCHOTHERAPY, VOL. 85, N.o 4, DICIEMBRE DE 2012 (cuestionario)

elevada correlación con la depresión, si bien

dicho temor se manifestaba de diferentes
a la felicidad formas. «Hay quienes asocian la felicidad
Aprender a asumir sentimientos gratos a estar relajados u ociosos, como si la feli-
allana el terreno para futuras terapias cidad fuera algo frívolo y uno tuviera que
estar dedicándose sin cesar a alguna cosa;

S uele considerarse que la desdicha es otros se sienten mal si no tienen siempre

algo que debemos prevenir, evitar o
eliminar. Sin embargo, estudios recientes
han revelado que, a ciertas personas, lo que les asusta es el bienes-
tar. Identificar este temor y superarlo mediante terapias especí-
ficas podría constituir un primer paso fundamental previo al
tratamiento de otros trastornos mentales.
Según dos nuevos estudios, entre las ra-
zones para temer las emociones positivas se
cuenta el sentimiento de que no son mere-
cidas o la creencia de que la buena fortuna
viene siempre acompañada de una inevitable
pérdida. Mohsen Joshanloo, de la Universi-
dad de Wellington, en Nueva Zelanda, ha
elaborado una escala de temor a la felicidad,
en la cual los participantes indican su grado
de conformidad con enunciados como «Dis-
frutar mucho y pasarlo muy bien provoca
desgracias». Tales creencias amargan a indi-
viduos de muchos países, según un trabajo
publicado en línea en octubre de 2013, en el
Journal of Cross-Cultural Psychology. El estu-
dio afirma que la escala es fiable en catorce
culturas.
Utilizando una escala similar, Paul
Gilbert y sus colaboradores del Hospital
Kingsway, en Derby, constataron en 2012
MÁGOZ
hace felices, les será arrebatado.»
Investigaciones previas respaldan la idea de que la aversión a
las emociones positivas a menudo guarda relación con trastornos
¿Le asusta ser feliz?
Asigne a cada uno de los siguientes ítems
un valor de 0 (nada que ver conmigo) a 4
(ese es justo mi caso). El cuestionario no
tiene fines diagnósticos, pero un resul-
tado de más de 20 puntos podría indicar
que al lector le asusta ser feliz más que a
la mayoría de los individuos.
1. Temo llegar a ser demasiado feliz.
2. Me resulta difícil confiar en sentimien-
tos positivos.
3. Mis buenos sentimientos nunca duran
mucho.
4. Siento que no merezco ser feliz.
5. El bienestar me causa incomodidad.
6. No me interesan en gran medida los
logros o situaciones positivas.
7. Cuando se es feliz, nunca se sabe si
caerá del cielo una desgracia.
8. Me preocupa que si me siento bien
pueda ocurrir algo malo.
9. Cuando uno se siente a gusto baja la
guardia.
alguna preocupación», explica Gilbert. «Y
no faltan quienes temen que si algo les
mentales. Se ha observado que los pacientes
que sufren depresión grave tienden a temer
y a suprimir las emociones, tanto negativas
como positivas, en mayor medida que los
individuos sanos. Según Gilbert, estos ha-
llazgos arrojan luz sobre un aspecto crítico
para el tratamiento, muchas veces olvidado,
y añade: «Es muy importante que el mie-
do a la felicidad se considere una diana
terapéutica por derecho propio; debe ser
tratado como cualquier otra fobia», ya sea
mediante la administración de tratamien-
tos o con técnicas de concienciación, a tra-
vés de las cuales los individuos se permitan
ser felices sin juzgarse por ello. En la tera-
pia tradicional suele animarse al paciente
deprimido a participar en situaciones pla-
centeras, pero estos nuevos hallazgos indi-
can que hay personas que necesitan una
práctica previa, antes de permitirse sentir
emociones gratas. —Tori Rodriguez

el procesamiento del miedo y capacidad en la que fallan los

las emociones) y la corteza pre- individuos con una elevada
frontal medioventral. Se trata puntuación en personalidad
CORTESÍA DE JEAN DECETY

de una conexión crítica para la psicópata, explica Decety. La

regulación de las emociones, la terapia cognitiva puede ayu-
empatía y la moralidad. Algu- dar a algunas de estas perso-
Normal Psicópata
nos resultados indicaban que nas. Decety propone que los
La corteza prefrontal ventromedial (círculo) de un psicópata apare- podrían haberse activado re- clínicos puedan medir los
ce menos coordinada con otras regiones de empatía. giones asociadas con el placer. cambios en las conexiones ce-
Esas áreas cerebrales, que en rebrales defectuosas con el fin
del dolor. Mas cuando se les sona, su cerebro no mostraba los casos de psicopatía apare- de mejorar las estrategias para
pidió que imaginasen que la conectividad típica entre la cían peor comunicadas, resul- estimular la empatía.
aquello le ocurría a otra per- amígdala (región central para tan clave para sentir empatía, —Meredith Knight

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 7

P SICOLO GÍA
El yoga: un camino
apacible hacia el bienestar
Millones de personas aseguran que les calma, les aporta un beneficio corporal
y les da energía para seguir con la rutina. También cada vez más médicos
y psicólogos investigan su supuesto efecto sanador. ¿Alivia el yoga los estados
de estrés, ansiedad y depresión? De ser así, ¿cómo?
MIRIA M BERGER
EN SÍNTESIS
Para el cuerpo
y el alma
1 Según los estudios, el
yoga mitiga la inquietud
producida por el estrés y
aumenta el bienestar.
2 Investigaciones median-
te neuroimagen mues-
tran efectos neurobiológicos,
entre ellos, el aumento de
la secreción del neurotrans-
misor inhibidor GABA y un
incremento del volumen del
hipocampo, la central de la
memoria en el cerebro.
3 El yoga puede servir
como medida de apo-
yo en el tratamiento de la
ansiedad y la depresión.
8
D
esenrollan la esterilla y practican
la postura del guerrero, el cuervo
y la cobra. Ya sea con un profesor
de yoga, ya en su domicilio con
las instrucciones de un libro, un
curso en línea o, sencillamente, por su cuenta.
No se trata, en absoluto, de individuos con una
tendencia espiritual a encontrarse consigo mis-
mos. Hace tiempo que el yoga ha dejado de ser
una práctica alternativa; al contrario, está de
moda entre todos los grupos de edad y ámbitos
profesionales.
Muchas personas practican yoga por motivos
de salud: para relajarse y atenuar el estado de es-
trés, a fin de cuidar la espalda o para mantenerse
(o ponerse) en forma. Pero si las modas vienen y
van, el yoga se queda. En los últimos años, el nú-
mero de adeptos y de centros que imparten esta
disciplina ha crecido sin cesar en diversos países
del mundo, también en España.
El mercado ofrece los utensilios adecuados para
convertirse en un verdadero yogui: esterilla, ropa,
libros, música y un sinfín de útiles que se pueden
comprar. Sin duda, el boom del yoga aporta bene-
ficios económicos, pero ¿hasta qué punto fortalece
la salud psíquica? ¿Dónde se encuentran las posi-
bilidades y los límites de los estiramientos y los
ejercicios de relajación?
El yoga tradicional (del sánscrito yuga, «unir»)
proviene de la India. Se presume que sus inicios
se remontan a más de 5000 años. Como fuente
importante de esta escuela espiritual, que debe
allanar el camino hacia Dios, encontramos un es-
crito del sabio indio Patanjali: los Yoga sutra, obra
que contiene las bases esenciales del maestro.
Por tanto, el objetivo del yoga consiste en al-
canzar una forma superior de autoconocimiento
a través de la reflexión interior. Además de los
ejercicios corporales (asanas) y las técnicas de
respiración (pranayama), la versión tradicional
abarca la meditación, el vegeterianismo y una filo-
sofía de vida determinada. La versión occidental,
la moderna, se ahorra numerosos de estos aspec-
tos. Hoy por hoy se centra en la tonificación y la
flexibilidad, aunque también abraza la meditación
y los ejercicios de respiración.
A principios del siglo xx, un pequeño grupo de
yoguis indios comenzó a expandir la enseñan-
za por occidente. El auge repentino de los años
ochenta de los gimnasios que promovían el culto
al cuerpo había originado en estos países un des-
censo paulatino de la preocupación por la cons-
trucción espiritual. Actualmente, el yoga Hatha
reúne los estilos modernos de la disciplina de
origen oriental, es decir, los relacionados con el
entrenamiento del cuerpo.
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
 CUERPO FLEXIBLE, ALMA RELAJADA
El yoga combina ejercicios corporales
de equilibrio y flexibilidad con el efec-
to tranquilizante de la meditación.

THINKSTOCK / SZEFEI

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 9

 P SICOLO GÍA
En los últimos años, los investigadores han in-
tentado indagar de forma sistemática los efectos
saludables del yoga. Según algunos estudios, los
ejercicios mejoran la percepción del cuerpo y la
coordinación, fortalecen la musculatura así como
el riego sanguíneo. A menudo también ejercen
efectos antidepresivos y ayudan a lidiar mejor con
el estrés. Asimismo, favorecen el aumento de la se-
creción del ácido gamma-aminobutírico (GABA),
neurotransmisor que disminuye la excitabilidad
de las neuronas. Se ha comprobado que el yoga
propicia un incremento de la concentración de
GABA en distintas regiones cerebrales.
En el año 2010, el equipo de Chris Streeter, de la
Universidad de Boston, determinó el nivel de GABA
en sujetos que practicaban yoga desde hacía tres
meses otras tantas veces por semana. Durante
el mismo espacio de tiempo y de forma regu-
lar, un grupo de control realizaba excursiones
a pie. Al cabo de pocas sesiones, los científicos
observaron que los practicantes de la disciplina
física y mental presentaban un aumento de los
valores de GABA en el tálamo (centro cerebral
de los estímulos sensoriales). En comparación con
los excursionistas, también había incrementado
THINKSTOCK / DAN COMANICIU
su sensación de bienestar a la par que habían
disminuido los síntomas de ansiedad. Estudios
anteriores han constatado que los pacientes con
depresión presentan a menudo un nivel de GABA
reducido.
¡Estable como una Movimiento y tranquilidad
­ ONTAÑA! Póngase
M De ese modo logran afrontar con serenidad las
derecho y cierre los ojos a La psicóloga Britta Hölzel investiga los efectos de
fin de percibir mejor cuáles
la meditación y el yoga en la Universidad Charité
son los músculos que tensa
para sostenerse. Recorra con de Berlín. Sabe, por experiencia propia, cuán re-
atención su cuerpo, empezan- lajada y animada se siente una persona tras una
do por los pies. Note el peso hora de práctica. Por lo general, en la meditación
sobre las plantas, la tensión
se necesita cierto tiempo para alcanzar un bienes-
en las piernas, los movimien-
tos en el vientre y tórax que tar similar, por lo que el yoga podría ejercer un
produce con la respiración y efecto más rápido gracias a su componente de
los movimientos sutiles que,
ejercicio corporal. Desde hace años se conoce que
de modo inconsciente, realiza
para mantenerse erguido. Fije la actividad física mejora el humor. ¿Es posible
la atención en su cuerpo como que el yoga produzca un efecto balsámico inme-
un todo e intente notar las diato en la psique porque combina movimiento
cualidades de la compactación
con ejercicios tranquilos y de meditación?
y la estabilidad que caracteri-
za la montaña como postura Esa característica complica, sin embargo, la in-
de yoga. vestigación del yoga mediante neuroimágenes.
(Los textos sobre las posturas Las posturas no pueden llevarse a cabo en el estre-
­recomendadas corresponden a cho tubo del escáner cerebral. «En Boston estamos
extractos de:
Yoga für Skeptiker. ­Ulrich Ott. trabajando en un estudio en el que los sujetos,
O. W. Barth, Múnich, 2013) tumbados dentro del escáner, deben imaginar que
10
practican yoga», explica Hölzel. Los investigado-
res examinan cómo el recogimiento, actividad
mental que forma parte del yoga, repercute en
la capacidad atencional y en el estado de salud.
La concentración puede investigarse con facilidad
en el laboratorio.
El primer estudio sobre meditación a través de
imágenes por resonancia magnética funcional se
publicó en el año 2000. Un equipo encabezado por
Sara Lazar, de la Escuela de Medicina de Harvard,
comprobó que la meditación suave aumentaba la
actividad en una serie de regiones cerebrales. Así
pues, desde un punto de vista neuronal no puede
hablarse de una «desconexión».
Otros trabajos han confirmado que el recogi-
miento mental regular deja rastro en el cerebro.
En 2007, Hölzel y sus colegas pidieron que, tum-
bados en el escáner, los sujetos, de forma alterna,
se concentrasen en la respiración o solucionasen
operaciones mentalmente. Los probandos exper-
tos en meditación mostraron un aumento de la
actividad neuronal en la corteza del cíngulo an-
terior cuando prestaban atención a la respiración.
Dicha región cerebral resulta importante para
aplacar los estímulos molestos.
La meditación traslada al practicante a una aten-
ción más intensa. En este estado puede percibir
la divagación de sus pensamientos y volver, una
vez tras otra, a «sí mismo». Las personas que me-
ditan también aprenden a observar los estímulos
externos y las propias emociones sin valorarlas.
situaciones emocionales.
También el yoga no estrictamente enfocado a la
meditación deja una huella cerebral. Hölzel des-
cubrió en probandos que llevaban ocho semanas
entrenando la disciplina que su hipocampo (es-
tructura relacionada con el aprendizaje y el pro-
cesamiento de la información) había crecido. Por
el contrario, el volumen hipocampal de personas
con depresión, traumatizadas o que sufrían si-
tuaciones de gran estrés, disminuía. Un aumento
de la materia gris en el hipocampo indicaba una
conexión más intensa entre las neuronas que se
alojan en él. ¿Yace aquí la clave del efecto reductor
del estrés que proporciona el yoga?
«Al inicio centramos nuestro interés en la ma-
teria gris, es decir, los somas de las neuronas de
la corteza cerebral», explica Ulrich Ott, del Insti-
tuto Bender de Neuroimagen de la Universidad
de Giessen. «Pero recientemente se ha constatado
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

THINKSTOCK / DAN COMANICIU
que mediante el yoga también se dan cambios
en la materia blanca, la conductora de las fibras
nerviosas». Investigadores de la Universidad de
California en Los Ángeles han demostrado a partir
de la tomografía por resonancia magnética que el
proceso de deterioro relacionado con la edad se
ralentiza en los sujetos que meditan. Ott incluso
defiende la posibilidad de que esta práctica con-
tribuya a la prevención de la demencia: «El yoga
ejerce un efecto contra el estrés, el cual favorece
el deterioro mental». No obstante, la investigación
no ha hecho más que empezar.
Efectos duraderos
Para un estudio piloto en curso, Ott y sus cola-
boradores compararon tres intervenciones, de
ocho semanas de duración cada una, que inte-
graban, respectivamente, el entrenamiento au-
tógeno, la meditación de consciencia plena y el
yoga Hatha. Una vez cumplido el programa, todos
los participantes presentaron un crecimiento del
hipocampo. Sin embargo, al cabo de un mes se
comprobó que el yoga propiciaba el efecto más
duradero. Si bien el volumen del centro cerebral
de la memoria había disminuido algo en estos
probandos, como cabía esperar una vez dejaron
de entrenar, no menguó tanto como en los otros
grupos. Además, los alumnos de yoga se sentían
menos estresados que el resto de los participantes.
Otro dato llamó la atención de los investiga-
dores: los practicantes de yoga percibieron una
sensación de bienestar desde el mismo momento
de comenzar con la intervención; en cambio, los
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
El ÁRBOL (izquierda) es, en
primer lugar, un ejercicio de
equilibrio que requiere un
alto nivel de tranquilidad y
concentración. A través de
una práctica regular, pronto
notará progresos. La postura
pone de manifiesto la relación
entre el equilibrio interior y
exterior: si los pensamientos
se disparan en su cabeza, se
tambaleará con intensidad; en
cambio, si se encuentra equi-
librado por dentro, le costará
menos esfuerzo mantener el
equilibrio.
El GUERRERO (derecha)
persigue el estiramiento de
la parte superior del cuerpo
así como ampliar el radio de
movimiento de la cadera. La
posición se caracteriza por
individuos que se ejercitaban en las técnicas de una marcada separación de
meditación parecían incluso más estresados al las piernas y una posición de
principio. Ott opina que, con frecuencia, la mira- los brazos que, en horizontal
o vertical, proporcionan una
da interior consciente descubre a uno mismo lo sensación de estabilidad y
intranquilo y preocupado que está. «El yoga puede fuerza (guerrera). En posturas
resultar una buena ayuda para inexpertos, pues como esta resulta esencial
observar las emociones y los
dirige la concentración hacia el cuerpo», explica el
pensamientos que se desen-
psicólogo. No obstante advierte de que los resulta- cadenan. Preste atención a las
dos de las pruebas que se han desarrollado hasta sensaciones de esfuerzo físico
ahora son insuficientes para extraer conclusiones con una actitud positiva.
estadísticas válidas.
Médicos y psicólogos recomiendan cada vez
más el yoga para las personas con problemas re-
lacionados con el estrés. «Sabemos que mitiga, so-
bre todo, las depresiones leves y los trastornos de
ansiedad», señala Andreas Michalsen, de la Chari-
té de Berlin. Dos metanálisis que Purvi Metha y
Manoj Sharma, de la Universidad de Cincinnati,
publicaron en 2010, y otro que dio a conocer en
2011 Andrea Forfylow, por entonces en el con-
sorcio Campus Alberta de Psicología Aplicada,
reúnen los hallazgos más recientes. El trabajo
de Forfylow destaca, entre otros resultados, que
los ejercicios de respiración del yoga reducen la
ansiedad.
Un grupo liderado por Patricia Anne Kinser,
de la Universidad Virginia Commonwealth en
Richmond, investigó en 2013 a 27 pacientes con
depresión antes y después de un programa de
yoga que duraba ocho semanas. La intervención
redujo los síntomas depresivos; también ayudó
a atenuar la percepción negativa que, sobre todo
las mujeres, tenían de ellas mismas. Después de
11
P SICOLO GÍA
Silencio cautivador
¿Es usted de esas personas
que se hallan en una búsque-
da permanente de estímulos
y distracciones? Si es así, el
siguiente ejercicio le supondrá
todo un reto, pues rompe con
ese patrón conductual. En un
entorno tranquilo, siéntese en
una postura erguida para evi-
tar dormirse. Cierre los ojos y,
durante al menos 15 minutos,
no haga nada. Solo observe,
de manera pasiva, qué ocurre
cuando se retira a su mundo
interior.
En la postura del NIÑO,
póngase de rodillas e incline
la parte superior del cuerpo
hacia delante, de modo que
el cuerpo repose sobre los
muslos. La frente toca el suelo
y los brazos se encuentran al
lado de las piernas. Incorpó-
rese de nuevo, lentamente.
Ya erguido, vuelva a ofrecer la
frente al mundo.
12
la intervención, las participantes confirmaron que
podían manejar mejor sus sentimientos.
Thiemo Zeppernick, jefe del Instituto de Yoga y
Salud en Colonia, ha hallado resultados similares:
«Los participantes y los alumnos de yoga que se
están formando se vuelven a matricular; ello nos
demuestra que experimentan una transforma-
ción positiva». Una mayor alegría de vivir, más
vigor para el día a día y serenidad para afrontar
la presión del tiempo o el ajetreo se cuentan entre
los efectos usuales de esta disciplina. No obstan-
te, el yoga no representa la panacea. No todos los
ejercicios son apropiados para todas las personas
ni para todas las situaciones psíquicas.
La postura del puente (tumbarse boca arriba
y elevar la espalda) puede activar el cuerpo, sin
embargo es desaconsejable en estados de intran-
quilidad. Por el contrario, arrodillarse y flexionar
el tronco hacia delante con los brazos hacia atrás
(postura del niño) o trabajar la posición del árbol
(de pie, con los brazos hacia arriba y un pie recos-
tado sobre la pierna contraria) proporcionan un
efecto tranquilizador. Deben elegirse los ejercicios
en función de las necesidades y condiciones de
cada individuo. Si existen problemas serios, es
preferible consultar antes al médico o psicólogo.
Extensa gama de posibilidades
«A pesar de que el repertorio de ejercicios es muy
amplio, debe actuarse con precaución», apunta
Michalsen. La variada oferta de modalidades den-
tro del yoga entraña por sí sola una dificultad:
ejercicios corporales y de respiración, diversos
estilos de meditación, una filosofía de vida con-
creta, una alimentación vegetariana... discernir
qué pertenece al yoga es cuestión de pareceres.
No se ha desarrollado aún una comparación
sistemática de las distintas escuelas, pues la ma-
yoría de las investigaciones se centran en un es-
tilo de yoga que destaca el aspecto corporal de
THINKSTOCK / DAN COMANICIU
la disciplina: el Yoga Iyengar, denominación que
hace referencia a su fundador, el maestro Bellur
Krishnamachar Sundararaja Iyengar. El método
incorpora material auxiliar (cinturones y sopor-
tes, entre otros) a los ejercicios corporales y re-
sulta adecuado para todo tipo de personas. Los
médicos respaldan esta opción. «Eso no significa
que los otros estilos sean malos», subraya Michal-
sen. «Pero con el Iyengar cada uno sabe lo que
tiene.» La cuestión esencial estriba en adaptar
los ejercicios a los problemas o a las molestias
de cada cual.
El efecto del yoga se encuentra relacionado,
al parecer, con los procesos mentales, el siste-
ma nervioso y el aparato locomotor, los cuales
se influyen mutuamente. Así, por ejemplo, los
estiramientos suaves alivian los dolores muscu-
lares, la respiración tranquila calma el sistema
nervioso vegetativo y ello, a su vez, favorece la
relajación.
Aunque también existen leyendas urbanas en
torno al yoga. Imogen Dalman y Martin Söder, mé-
dicos y fundadores del Centro de Yoga de Berlín,
advierten de las creencias erróneas más populares
en su libro Heilkunst Yoga. Entre otras, no puede
comprobarse que haga fluir «energías» en el cuerpo
y el alma. Los supuestos dudosos se han cubierto en
los últimos años de una pátina de ciencia. Hoy se
habla de los efectos curativos asociados, supuesta-
mente, con el nivel hormonal o el riego sanguíneo
de diversos órganos del cuerpo.
Un problema para la investigación se asienta
en la falta de método. A menudo la fiabilidad
de los trabajos se ve mermada porque se usan
muestras reducidas, no se seleccionan al azar o
se prescinde de grupos de control. Arndt Büssing,
de la Universidad Witten-Herdecke, junto con un
equipo internacional de investigadores, exami-
nó bajo lupa los conocimientos actuales sobre la
aplicación terapéutica del yoga. Clasificaron una
serie de estudios según el tipo de trastorno. La
conclusión fue contundente: muchos estudios no
cumplen con los estándares de calidad necesarios.
Hay que investigar más.
Pese a la prudencia necesaria en este terreno,
estudios fiables certifican la utilidad del yoga en
terapia. Michalsen investiga su aplicación en en-
fermedades relacionadas con el estrés y el dolor.
«Reivindicamos el impacto beneficioso del yoga
sobre la depresión, la ansiedad y la calidad del sue-
ño. Con frecuencia la mejoría es notable», asegura.
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
Incluso le parece un método tan efectivo como los
antidepresivos o calmantes.
La incorporación del yoga en los programas clí-
nicos de intervención empieza a dar sus primeros
pasos. En Alemania, la Clínica Essen Mitte ofre-
ce yoga Iyengar y meditación a los enfermos de
cáncer; también el hospital de la Charité de Berlín
incluye a dos profesores de yoga en su plantilla.
Ambos trabajan con pacientes que sufren dolor
crónico o reuma y que a menudo presentan de-
presión y ansiedad. «En psiquiatría existe un gran
interés por esta metodología», explica Michalsen.
«Pero necesitamos estudios más sólidos.»
Medida de apoyo
Uno de los primeros programas clínicos que in-
trodujo la práctica del yoga fue el ideado por Jon
Kabat-Zinn, profesor emérito de la Escuela de Me-
dicina de la Universidad de Massachusetts, y que
acuñó con el nombre de «reducción del estrés ba-
sado en la consciencia plena» (MBSR, por sus siglas
en inglés). Las ocho semanas de entrenamiento
combinan ejercicios de yoga con meditación de
consciencia plena, conferencias e instrucciones
para practicar una conducta consciente en el día
a día.
Zindel Segal, de la Universidad de Toronto,
junto con dos investigadores británicos, creó a
partir de ahí la terapia cognitiva basada en la
consciencia plena (MBCT, por sus siglas en in-
glés). Combina elementos del programa MBSR
con técnicas de terapia cognitivo-conductual.
Está dirigido sobre todo a personas que, sin su-
frir una depresión aguda, han vivido episodios
depresivos. La MBCT les ayuda a prevenir una re-
caída, pues los pacientes reconocen con rapidez
las primeras señales de aviso, lo que les permite
pedir ayuda a tiempo.
Sin embargo, no debe considerarse el yoga
como única medida terapéutica, ya que, por lo
común, los trastornos son complejos y persis-
tentes. De todas maneras, Michalsen recomienda
probarlo al menos una vez, tras consultarlo con
el médico o el psicólogo. «Los pacientes no deben
pensar que pueden dejar los antidepresivos y las
sesiones con el psicoterapeuta y dedicarse solo
al yoga», recalca. El yoga sirve de apoyo comple-
mentario.
El curso que se elija ha de ser también el ade-
cuado. «Muchas personas acuden a un profesor de
yoga porque se lo han recomendado en su círculo
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
privado», explica Thiemo Zeppernick, del Insti-
tuto de Yoga y Salud en Colonia. Sin embargo a
menudo esa búsqueda se realiza en solitario. ¿Qué
debe tenerse en cuenta? Por un lado, existen múl-
tiples estilos; por otro, la designación «profesor de
yoga» se encuentra desprotegida. «Existen buenos
profesionales, pero, por desgracia, también los hay
muy malos», advierte Michalsen.
Un peligro añadido radica en que el practicante
se estrese durante los ejercicios o que el profesor
no sea lo bastante positivo y motivador. Las per-
sonas con problemas psíquicos deben evitar las
variantes de yoga más exigentes. «Desaconsejaría
el Power o el Bikram porque se practican en espa-
cios con temperaturas elevadas», recomienda Mi-
chalsen. Una persona de 60 años que presenta un
estado de ánimo depresivo seguramente se sienta
incómodo en un moderno y exclusivo estudio de
yoga. Con todo, lo mejor es probarlo, incluso dos
o tres veces si es necesario. «En ocasiones me sor-
prende la rapidez con la que se empuja a algunas
personas a adoptar una postura difícil», asegura
Hölzel. Eso debería evitarse, ya que el yoga mal
practicado puede perjudicar.
En 2012, el libro The science of yoga, del pe-
riodista William Broad, sacó a la luz los riesgos
de salud que puede provocar el yoga: lesiones en
articulaciones y tendones, ataques de apoplejía,
paros respiratorios e incluso la muerte. Muchos
expertos reprochan el alarmismo que suscitó
la obra de Broad. Si el yoga se practica como es
debido, el peligro de lesionarse resulta menor en
comparación con otros muchos deportes. Para saber más
«Por lo general, los problemas surgen cuan- Integrating yoga with psy­
chotherapy: A complementary
do no se adaptan los ejercicios a la persona o treatment for anxiety and
cuando los principiantes practican con libros depression. A. L. Forfylow en
Canadian Journal of Coun-
o DVD sin un asesoramiento profesional. Una
selling and Psychotherapy,
orientación competente resulta esencial», re- vol. 45, págs. 132-150, 2011.
calca Zeppernick. El amplio abanico de estilos Mindfulness practice leads
to increases in regional brain
proporciona una variedad de oportunidades. «El
gray matter density. B. K.
yoga ofrece tantas posibilidades que cualquier Hölzel et al. en Psychiatry
persona que pueda respirar por sí sola halla ejer- Research, vol. 191 págs. 36-42,
2011.
cicios a su medida.»
Enhanced brain connecti­
vity in long-term meditation
practitioners. E. Luders et
al. en Neuroimage, vol. 57,
págs. 1308-1316, 2011.
En nuestro archivo
La meditación de consciencia
plena. C. André en MyC n.o 59,
Miriam Berger es psicóloga 2013.
y periodista.
13
P SICOTER APIA
Superar la depresión
Muchos pacientes con trastorno depresivo crónico sufrieron una experiencia
de desatención durante la infancia. Ahora, ya de adultos, muestran problemas
en sus relaciones interpersonales. Un método de terapia cognitivo-conductual
específico trata de solventar este deterioro, entre otros objetivos
KNUT SCHNELL , HENRIK WALTER Y ELISABETH SCHR A MM
EN SÍNTESIS
Apoyo para
las interrelaciones
1 A menudo, los pacientes
con depresión crónica se
sienten indefensos cuando
están en contacto con otras
personas. En numerosos
casos, esta vivencia arraiga
en la desatención emocional
que experimentaron durante
la infancia o adolescencia.
2 El sistema de análisis
cognitivo-conductual de
psicoterapia es una técnica
terapéutica ideada para el
tratamiento de la depresión.
3 Entrena habilidades
sociales del paciente y
proporciona experiencias
interpersonales positivas.
El terapeuta informa de las
reacciones personales que
la conducta del sujeto le
despierta.
* Nombres alterados por la redacción.
14
E
l televisor acompaña una noche más
a Sandra M.*, de 32 años, y a su insom-
nio. En la pantalla aparece un psiquia-
tra. Habla de los síntomas típicos de la
depresión: tristeza, inseguridad, falta
de energía vital y trastornos del sueño. Según in-
dica este tertuliano en el programa nocturno de
salud, la enfermedad se cierne, como un tupido y
sombrío velo, sobre todos los aspectos de la vida
del afectado. Con angustia, la espectadora se re-
conoce en esa descripción.
Al contrario que la mayoría de las personas con
depresión, Sandra no logra rememorar épocas pa-
sadas en las que se encontraba mejor. Todo cuanto
recuerda es sentirse aislada del mundo, tener poca
confianza en sí misma y mirar hacia el futuro con
pesimismo. Padece distimia, un trastorno crónico
depresivo. A los síntomas usuales de la enferme-
dad se suman reiterados episodios de depresión
que le causan pérdida de apetito y apatía. En esos
períodos solo logra salir de la cama por las maña-
nas con gran esfuerzo.
Cuando Sandra acudió por primera vez al psi-
quiatra, sintió esperanzas. Las depresiones pueden
tratarse con éxito mediante fármacos y psicotera-
pia, le indició. Sin embargo, la paciente no respon-
dió al primer antidepresivo, tampoco al segundo
ni al tercero. El médico intentó motivarla para que
hablase con su superior acerca de los problemas
que sufría a diario en el trabajo. En cada sesión,
Sandra repetía que le resultaba imposible llevar
a la práctica esos consejos. Debido a los intentos
fallidos, el psiquiatra se mostraba cada vez más
desorientado, lo que desanimaba nuevamente a
la paciente.
Aunque los medios de comunicación hablan
en ocasiones de la depresión como si se tratara
de un malestar pasajero, no es cierto. Se estima
que entre el 15 y el 25 por ciento de las personas
padecen depresiones episódicas repetidas; ade-
más, el trastorno puede comenzar en la infancia
o juventud y perdurar durante decenios e incluso
toda una vida.
Atrapados en la infancia
A mediados de la década de los setenta del siglo
pasado, el psicólogo James McCullough, de la Uni-
versidad Virginia Commonwealth en Richmond,
desarrolló una técnica de tratamiento para las de-
presiones graves y persistentes: el sistema de aná-
lisis cognitivo-conductual de psicoterapia ­(SACCP).
En el año 2000 se publicó una guía práctica de
intervención para profesionales.
La estrategia terapéutica propuesta por McCu-
llough se apoya en la teoría del psicólogo Jean
Piaget (1896-1980), por lo que discurre de acuerdo
a las etapas de desarrollo cognitivo del niño. De
esta manera, los pacientes con depresión cróni-
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
 ca persisten a menudo en un estadio temprano
del desarrollo social e interpersonal. Se trata de
la etapa preoperacional, que Piaget situaba entre
los dos y los siete años. A esa edad, los niños toda-
vía tienen un pensamiento egocéntrico, es decir,
no pueden adoptar mental ni emocionalmente la
perspectiva de otra persona. En concreto, McCu-
llough describió que sus pacientes con depresión
crónica presentaban dificultades para estimar
las consecuencias que podía causar su propio
comportamiento en otros sujetos. Esto reforzaba
su impresión de no ser capaces de influir en los
demás y, con ello, de sentirse desamparados y a
merced del mundo.
Bajo ese trastorno del desarrollo podrían en-
contrarse experiencias de desatención emocional,
malos tratos o abuso sexual durante la infancia. Si
bien algunos pacientes sufrieron castigos corpo-
ISTOCKPHOTO / LEMINUIT
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
rales o agresiones sexuales cuando eran niños, la
mayoría no recibieron, por parte de sus personas
de referencia, el cariño y la atención necesarios
para proporcionarles un apego seguro [véase «El
peso del apego temprano», por K. Gaschler; Mente
y cerebro n.o 60, 2013]. Se estima que al menos
dos de cada tres pacientes con depresión crónica
han experimentado relaciones interpersonales
traumáticas en la infancia. ¿Por qué ese tipo de
experiencias preparan el terreno para los tras-
tornos depresivos?
El psicólogo Martin Seligman, de la Universidad SOMBRAS DE LA INFANCIA
de Pensilvania en Filadelfia, se interesó por resol- Las personas que se han sen-
ver el enigma ya en la década de los setenta. En tido desamparadas por sus
su investigación con animales, enjauló a un grupo padres durante la infancia o
de perros a los que administraba electrochoques. juventud creen con frecuen-
Mientras que algunos ejemplares no podían es- cia, ya de adultos, que ejercen
una escasa o nula influencia
capar de la situación, otros tenían la posibilidad
en su ambiente.
15
P SICOTER APIA
A los sujetos de parar las descargas si, con un poco de destreza,
con depresión lograban presionar una palanca. En una segunda
fase del estudio, el experimentador ofreció a to-
crónica les costó dos los animales la oportunidad de refugiarse en
más determinar una jaula segura a la que llegaban a través de un
la confiabilidad pasillo. Sin embargo, esta salida solo la encontra-
ron aquellos perros que, con anterioridad, habían
del interlocutor podido salvarse de las descargas eléctricas al ac-
a partir de cionar una palanca. Los canes que habían carecido
sus gestos de ese alivio perdían, al parecer, toda iniciativa y
valentía, pues se rendían a su destino sin buscar
una salvación. Seligman se refirió a esta conducta
como «indefensión aprendida». En la actualidad
se considera una de las causas fundamentales de
la depresión.
¿Puede aplicarse ese modelo a las relaciones in-
terpersonales? ¿Es posible que las personas con
depresión crónica no perciban que pueden influir
en los demás? Investigamos esta hipótesis. Pedi-
mos a probandos sanos y con depresión crónica
que participaran en una conversación ficticia que
acontecía en una fiesta también imaginada. Cada
participante debía escoger una de entre varias fra-
ses con diverso contenido (el pronóstico de un
tiempo soleado para los próximos días o sobre una
inflación económica inminente). A continuación
debían predecir la reacción gestual del supuesto
Psicoterapias más habituales
La terapia cognitivo-conductual entiende los trastornos psíquicos como pa-
trones de pensamiento y conducta desadaptativos cuyo origen reside en ex-
periencias de aprendizaje desfavorables. El paciente analiza el modo en que
se entrelazan sus sentimientos, pensamientos y acciones, y ensaya formas de
pensamiento y comportamiento alternativas.
Los procedimientos psicodinámicos (o de la psicología profunda) indagan
sobre la base subconsciente de los trastornos mentales. Las psicopatologías
se consideran como expresión de conflictos o traumas que los afectados han
vivido en la infancia temprana y que no han elaborado. En la terapia, el paciente
detecta estos conflictos y los analiza.
La terapia interpersonal entiende los trastornos psíquicos como expresión de
patrones problemáticos de comunicación y relación. El tratamiento se concentra
en conflictos interpersonales del presente y relacionados con el trastorno actual.
Las conversaciones asistidas sirven de control en los estudios comparativos
entre psicoterapias. No siguen un principio o plan concreto, sino que más bien
ofrecen al paciente un marco en el que puede hablar regularmente sobre sus
problemas. Los investigadores comparan el efecto de estas conversaciones con
el de los procesos de tratamiento, a fin de atribuir su efecto al método psico-
terapéutico en cuestión.
16
interlocultor (¿respondería con una actitud posi-
tiva o negativa?).
Mostramos a cada uno de los sujetos una fo-
tografía en la que aparecía un hombre con una
expresión alegre o malhumorada. Dos del total
de tres contertulios (a los que los probandos solo
conocían por las imágenes) expresaban siempre
emociones adecuadas (una sonrisa ante la noticia
de buen tiempo, por ejemplo). Uno de ellos, en
cambio, reflejaba por azar un gesto apropiado o
inapropiado.
Repetimos el ensayo con 12 frases distintas. Al
final, los sujetos tuvieron que valorar a sus con-
tertulios ficticios: ¿en qué medida les parecieron
dignas de confianza las personas uno, dos y tres?
Nuestros datos aún sin publicar revelan que a los
pacientes con depresión crónica les resulta más
difícil determinar la confiabilidad a través de
las reacciones gestuales. En comparación con las
personas sanas, presentaban más dificultades a
la hora de percibir las contingencias, es decir, la
manera en que los estímulos y las respuestas se
relacionaban. Dicho de otro modo, no diferencia-
ban las personas a las que influían con su conver-
sación de las que no eran influenciables.
El terapeuta como entrenador
A través del SACCP se practica con el paciente
la atención en las relaciones interpersonales así
como la percepción de su influencia sobre el en-
torno. La intervención integra al terapeuta como
una persona con sus propios pensamientos y
sentimientos, a diferencia de lo que ocurre en la
terapia cognitivo-conductual clásica. Por tradi-
ción, esta última busca transformar las vivencias
(conflictos en el trabajo o traumas, entre otras) al
margen de la relación terapéutica. Sin embargo,
por lo general, el paciente transfiere sus experien-
cias de aprendizaje temprano a muchas personas
y, en ciertas circunstancias, también al terapeuta.
El concepto SACCP considera y emplea al propio
afectado como estímulo para rescatarle de los
pensamientos, los sentimientos y las conductas
depresivas. El fin último estriba en modificar los
patrones de respuesta desadaptativos.
El psicoterapeuta se involucra personalmente
con el paciente, ya que le informa de las propias
reacciones ante su conducta. Estas impresiones
las transmite al afectado de palabra, de manera
dosificada y controlada. El sujeto aprende que una
conducta negativa u hostil provoca, por lo gene-
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
ral, disgusto y enfado; en cambio, un compor-
tamiento amistoso o tolerante cosecha simpatía
o gratitud. También se le enseña que la demanda
abierta de ayuda proporciona el respaldo espe-
rado. En el transcurso de la terapia, el paciente
experimenta que el terapeuta se comporta de
manera muy distinta a como lo hicieran en su
día las personas de referencia.
Volvamos al caso de Sandra. Según recuerda,
en raras ocasiones era capaz de prever o manejar
las reacciones de su padre, quien apenas le ofrecía
ayuda o comprensión. En el SACCP, si durante una
sesión la paciente cree que comete una equivoca-
ción, equipara la conducta que su progenitor le
mostraría en esas circunstancias con la del psi-
coterapeuta. Sin embargo, este último la apoya
en las tareas difíciles a las que se enfrenta, sobre
todo si demanda ayuda. Al contrario de lo que
experimentaba en la infancia, en la actualidad la
paciente percibe que puede influir en el compor-
tamiento de los congéneres, y sabe cómo hacerlo.
El psicólogo se encarga de que tome buena cons-
ciencia de ese cambio.
No obstante, el terapeuta que aplica la técni-
ca SACCP debe observar con atención las propias
reacciones con respecto al paciente. Si la persona
con depresión crónica se muestra pasiva o muy
conformista, a menudo provoca una conducta
complementaria en él, por lo que puede dismi-
nuir el trabajo terapéutico con el sujeto. Se tra-
ta de la llamada trampa de dominancia: el afec-
tado permanece en su papel de persona pasiva y
distanciada, de manera que el comportamiento
del terapeuta contribuye a que se mantenga el
problema.
Cuando la depresión persiste, pese a —o pre-
cisamente por— el entusiasmo del psicoterapeu-
ta, este acaba creyendo que no puede ayudar al
afectado y posiblemente se resignará. Con ello le
reafirmará en su complejo de inferioridad. Por
ese motivo, el psicólogo debe rehuir de un papel
dominante e hiperactivo. Por el contrario, ha de
ofrecer al sujeto la posibilidad de aprendizaje y
fomentar la propia responsabilidad.
Analizar las conclusiones erróneas
Otro pilar del SACCP descansa en la terapia cog-
nitivo-conductual tradicional, a saber, el análisis
situacional. Con ayuda de esta técnica, el paciente
explora el modo en que sus pensamientos, senti-
mientos y conducta se hallan interrelacionados y
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
Método combinado
1) Terapia cognitivo-conductual
Modifica los esquemas El sistema de análisis
cognitivos y entrena E cognitivo-conductual de
la conducta psicoterapia combina una
R selección de estrategias de
tratamiento validadas (1). La
C terapia cognitivo-conductual
Paciente se centra, por lo general, en
patrones de pensamiento
y conducta problemáticos
2) Psicoterapia psicodinámica fuera de la sesión terapéutica.
Identifica la transferencia
y trabaja los conflictos Por el contrario, la terapia
psicodinámica (2) se basa en
que el paciente transfiere los
Transferencia
conflictos interpersonales que
se derivan de sus experiencias
de aprendizaje temprano a su
Paciente Terapeuta relación con el psicoterapeuta;
es decir, proyecta la conducta
de las personas de referencia
3) Sistema de análisis cognitivo-conductual
y apego de su infancia en
de psicoterapia el psicólogo. El sistema de
Distingue entre el interlocutor actual análisis cognitivo-conductual
y las personas de referencia y apego de psicoterapia (3) combina
ambos principios: emplea la
relación entre terapeuta y pa-
E ciente como campo de ensayo
Persona
R
C S de referencia
en el que el individuo puede
R experimentar las diferencias
y apego
entre las experiencias pasadas
C
Paciente Terapeuta y las nuevas.
E: estímulo social
R: reacción del paciente
C: consecuencia de la reacción
las consecuencias que tienen, tanto para él como
para su entorno. Además, puede examinar even-
tuales conclusiones erróneas («No tengo influen-
cia alguna en el comportamiento de los demás»,
por ejemplo) a partir de circunstancias reales.
En una de las sesiones, Sandra debe analizar
mediante esta técnica su propia conducta en
situaciones sociales: ¿cómo se comporta? ¿Qué
espera de los demás? ¿Cómo valora la conducta
de otras personas? ¿Qué puede conseguir? ¿Por
qué medios? A ello se añade un entrenamiento
progresivo de las habilidades sociales básicas de
la paciente mediante mímica, gestos y expresión
corporal, método que nace también de la tradición
terapéutica conductual.
Con todo, ¿resulta más exitoso el SACCP que la
terapia cognitivo-conductual convencional para
el tratamiento de la depresión crónica? Por lo que
sabemos, no existe ningún estudio que compare
ambas terapias. No obstante, el procedimiento
resulta útil, tal y como constató en 2000 un equi-
po de la Universidad Brown en Providence enca-
17
P SICOTER APIA
Para saber más
A comparison of nefazodone,
the cognitive behavioral ana­
lysis system of psychotherapy
and their combination for the
treatment of chronic depres­
sion. M. B. Keller et al. en New
England Journal Medicine,
vol. 342, págs. 1462-1470, 2000.
Psychotherapie für chronis­-
che Depression: Cognitive
Behavioral Analysis System
of Psychotherapy — CBASP.
J. P. McCullough. Elsevier,
Múnich, 2006.
Cognitive behavioral analysis
system of psychotherapy
and brief supportive psycho­
therapy for augmentation
of antidepressant nonres­
ponse in chronic depression.
J. H. Kocsis en Archives of Ge­
neral Psychiatry, vol. 66,
págs. 1178-1188, 2009.
Cognitive behavioral analysis
system of psychotherapy
versus interpersonal psycho­
therapy for early-onset chro­
nic depression: A randomized
pilot study. E. Schramm en
Journal of Affective Disorders,
vol. 129, págs. 109-116, 2011.
En nuestro archivo
La psicoterapia a examen.
C. Spitzer, B. Löwe, R. Richter
y H. Freyberger en MyC
n.o 62, 2013.
Terapia de la depresión. R. M.
Henig en IyC, febrero de 2013.
18
bezado por Martin B. Keller. Los investigadores
examinaron los datos de unos 500 sujetos depre-
sivos crónicos de entre 18 y 75 años que habían
participado en un tratamiento concreto durante
12 semanas. Algunos recibieron antidepresivos;
otros, entre 12 y 16 sesiones de SACCP. En ambos
casos, uno de cada dos probandos experimentó
una reducción de los síntomas; un tratamiento
combinado benefició incluso a un 85 por ciento
de los sujetos.
En 2009, el equipo dirigido por James H. Koc-
sis, de la Universidad Cornell de Nueva York, ob-
tuvo un resultado menos alentador. Trataron a
alrededor de 200 depresivos crónicos, que habían
respondido poco o en absoluto a un tratamiento
con antidepresivos de tres meses, con el sistema
de análisis cognitivo-conductual de psicoterapia
o una intervención de conversación asistida du-
rante otros tres meses adicionales. Casi 100 sujetos
de control recibieron solo medicamentos. Descu-
brieron que, en los tres grupos, un 40 por ciento
como máximo de las personas que no habían res-
pondido al tratamiento farmacológico superaron
la enfermedad o experimentaron una reducción
de los síntomas.
Grupos diana especiales
El efecto relativamente débil del SACCP que re-
fleja el estudio de Kocsis podría atribuirse a que
12 sesiones a lo largo de tres meses resultaban
escasas para el tratamiento de estos pacientes.
Debe tenerse en cuenta que se trataba de casos de
gran dificultad, pues la intervención anterior con
antidepresivos no obtuvo en ellos ninguna mejo-
ría apreciable. También cabe otra explicación: en
la evaluación de los probandos, los investigadores
no tomaron en consideración si los pacientes ha-
bían sufrido una desatención emocional durante
la infancia. ¿Es posible que el procedimiento surta
efecto en las personas que han padecido este tipo
de experiencias traumáticas?
Un detallado análisis del estudio de Keller con-
firmó en 2003 dicha hipótesis. Si se atendía solo a
los casos en los que habían existido experiencias
traumáticas durante la infancia, los pacientes
respondían mejor al SACCP, recibieran o no me-
dicación adicional, que si se les ayudaba solo con
farmacoterapia.
En 2011, Elisabeth Schramm y su equipo de la
Universidad de Friburgo reafirmaron esta expli-
cación. En su investigación, el 80 por ciento de
los 30 probandos experimentaron de niños una
desatención, física o emocional, por parte de sus
padres o sufrieron abusos sexuales. El sistema
de análisis cognitivo-conductual de psicoterapia
ayudó al triple de personas con depresión crónica
que un tratamiento mediante terapia interper-
sonal (TIP). Tras 22 sesiones, repartidas a lo largo
de 16 semanas, el 57 por ciento de los sujetos del
grupo intervenido con SACCP no presentaba de-
presión, mientras que el método terapéutico TIP
solo surtió efecto en un 20 por ciento de los par-
ticipantes. Un año después de finalizar la terapia,
no existían diferencias entre ambos grupos.
Suponemos, por tanto, que el SACCP beneficia
sobre todo a los pacientes con depresión que en su
infancia sufrieron desatención, maltrato o abusos
sexuales. ¿Subyace tal vez en este tratamiento un
mecanismo especial que equilibra esa experiencia
infantil no superada?
En la actualidad usamos las técnicas de neu-
roimagen a fin de ahondar en la cuestión. En un
estudio en curso en ocho clínicas universitarias
alemanas analizamos primero la eficacia del
­SACCP en pacientes con depresión crónica. De
manera paralela, investigamos en cinco clínicas
y mediante tomografía por resonancia magnética
funcional el modo en que el tratamiento actua-
ba sobre las funciones sociales en el cerebro. Los
resultados preliminares de un estudio piloto con
40 pacientes parecen confirmar nuestra conjetura.
Si se pudieran constatar estas primeras observa-
ciones en una muestra mayor, podría considerarse
que el sistema de análisis cognitivo-conductual
de psicoterapia constituye una suerte de clases de
repaso dirigidas a incrementar las habilidades de
relación interpersonal de los pacientes.
Knut Schnell es director médico del área de psiquiatría
general de la Clínica Universitaria de Heidelberg y dirige el
grupo de investigación de terapia psiquiátrico-traslacio-
nal. Henrik Walter es profesor de neurociencia psiquiátri-
ca en la Clínica Universitaria Charité de Berlín. La doctora
en psicología y psicoterapeuta Elisabeth Schramm dirige
la sección de psicoterapia del área de psiquiatría del
Hospital Universitario de Friburgo.
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
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EL MONSTRUO
DE LAS MATEMÁTICAS
Las fórmulas y las ecuaciones
provocan a las personas con
aritmofobia verdaderos ata-
ques de pánico.

20 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

 P SICOPATOLO GÍA

Fobia a las matemáticas

Rara vez, el miedo a los números y a la aritmética se debe a una deficiente
habilidad para el cálculo. Algunas personas con aritmofobia poseen
incluso una capacidad especial para esta asignatura «de talentosos»

PATRICIA THIVISSEN

D
ar la propina adecuada en un res-
taurante, comprobar el cambio en
el supermercado o, sencillamente,
sumar ocho y quince. Para algu-
nas personas, este tipo de situacio-
nes cotidianas suponen un estrés. Experimentan
auténtico miedo ante todo lo relacionado con las
matemáticas; incluso la simple idea de los nú-
meros les provoca palpitaciones y sudoración. El
EN SÍNTESIS
cálculo en presencia de otros semejantes se les
plantea especialmente difícil. Inseguridad ante
Las expectativas negativas y la inseguridad los números

1
son características de la aritmofobia. Como con- Las personas con arit-
secuencia se desarrolla un patrón de evitación, mofobia sufren estrés
según indica Mark H. Ashcraft, psicólogo cogni- cuando deben calcular. Por
tivo de la Universidad de Nevada. Los sujetos con este motivo tratan de evitar
miedo a las matemáticas esquivan las situaciones en lo posible el manejo de
números.
que demandan realizar cálculos. De este modo,

2
prefieren que sea la pareja quien vaya a comprar El cálculo activa en el
o descartan cursar una carrera universitaria re- cerebro de estos sujetos
TODAS LAS ILUSTRACIONES DE ESTE ARTÍCULO: GEHIRN UND GEIST / DENIELA LEITNER

lacionada con las ciencias. los centros del miedo, así

¿Por qué algunos individuos muestran reaccio- como las áreas que reaccio-
nan al peligro y el dolor.
nes tan extremas cuando se las tienen que ver con
la inofensiva aritmética? Una razón podría hallarse
en la imagen que los afectados elaboran del cálculo,
explica Günter M. Ziegler, profesor de matemáticas
3 La mejor manera de
combatir la fobia a los
números es incidir en el
en la Universidad Libre de Berlín. «Por lo general, factor que la origina: los
las matemáticas se consideran una materia com- ejercicios matemáticos.
Una mejor formación de los
plicada. Pero el coqueteo de muchas personas con
docentes puede contribuir
el lema “nunca he sido bueno en mates” tampoco
a la prevención de la fobia
ayuda.» Enunciados como este transmiten con fa-
matemática en escolares.
cilidad el miedo paterno a los hijos.

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 21

P SICOPATOLO GÍA
DÓNDE SE ORIGINA EL MIEDO
Cuando los aritmofóbicos
realizan cálculos, su amígdala
(centro del miedo en el cere-
bro) se activa con fuerza. Tal
y como muestran los escá-
neres cerebrales, la amígdala
se conecta de manera más
eficiente con la corteza pre-
frontal ventromedial. En cam-
bio, la actividad en las áreas
encargadas del razonamiento
matemático se interrumpe.
Entre ellas, la corteza pre-
frontal dorsolateral, el surco
intraparietal y zonas de los
ganglios basales.
Entre la frustración
y la desesperación
Por aritmofobia se entiende la
sensación de tensión y miedo
que dificulta el manejo de nú-
meros, así como la resolución
de problemas matemáticos
en diversas situaciones. En
algunos afectados, la fobia a
las matemáticas es leve y con-
duce a la frustración. Otros,
en cambio, luchan contra
autén­ticos arrebatos emocio-
nales cuando se enfrentan a
ejercicios de cálculo.
(«Mathematics anxiety and the
­affective drop in performance».
M. Ashcraft y A. Moore en Journal of
Psychoeducational Assessment,
vol. 27, págs. 197-205, 2009)
22
Corteza prefrontal
Surco dorsolateral
intraparietal
Rose Vukovic, psicóloga de la Universidad de
Nueva York que investiga la fobia aritmética
(aritmofobia) en niños, constata esta tesis. «So-
cialmente se acepta que una persona diga de sí
misma que es mala en matemáticas. Sin embargo,
esa descripción no es válida cuando se trata de
habilidades lectoras.» Incluso diversas cadenas
de grandes almacenes en Estados Unidos venden
camisetas que lucen lemas como I’m too pretty to
do math («Soy demasiado guapa para dedicarme
a las mates») o Allergic to algebra («Alérgico al ál-
gebra»). Vukovic no ve con buenos ojos ese tipo
de enunciados supuestamente graciosos: «Con
ello, los niños reciben continuamente mensajes
negativos sobre las matemáticas». Cuando tales
esquemas de pensamiento se instauran, resulta
difícil salir de ellos.
A simple vista, podría pensarse que los indi-
viduos con aritmofobia desarrollan un rechazo
hacia los números debido a su escasa habilidad de
cálculo. Sin embargo, la explicación no resulta tan
sencilla. Diversos estudios han revelado una débil
relación entre la inteligencia general y la fobia ma-
temática. Además, en una situación distendida, es
decir, sin sentirse bajo presión, las personas que
padecen miedo a las matemáticas suelen puntuar
igual de bien que los individuos sin dicho proble-
ma. La merma en el rendimiento se debe, antes
bien, al estrés, sobre todo si el individuo dispone
de un tiempo limitado para responder o si se en-
frenta a una evaluación; también si se trata de un
ensayo experimental.
Ganglios basales
Corteza prefrontal
ventromedial
Amígdala
Bloqueo de la memoria operativa
Otra muestra de que la aritmofobia no guarda
una relación directa con la inteligencia la encon-
tramos en las personas de alto rendimiento (high
achievers), entre las que a menudo se da este tipo
de miedo. Su memoria operativa es sobresaliente,
por lo que alcanzan unos resultados intelectua-
les que se sitúan por encima de la media. Pero
precisamente esa destacada memoria de trabajo
(encargada de almacenar, de forma temporal, in-
formación y soluciones a problemas complejos)
parece bloquearse debido a la fobia, según des-
cubrió Ashcraft.
Solicitó a un grupo de probandos con aritmo-
fobia que resolvieran una serie de ejercicios de
cálculo a la par que memorizaban combinaciones
de letras. Los pensamientos y sentimientos nega-
tivos que despertaba la tarea en los participantes
afectó a su memoria de trabajo, por lo que res-
pondieron números equivocados, pero también
letras erróneas.
La psicóloga Sian Beilock, de la Universidad de
Chicago, ha investigado, asimismo, la relación en-
tre la aritmofobia y la capacidad de memoria ope-
rativa. En uno de sus ensayos pidió a una serie de
probandos con diferente grado de aritmofobia que
juzgaran si una complicada ecuación era correcta
o errónea. Beilock evaluó la memoria de trabajo
de cada voluntario mediante pruebas memorís-
ticas. Además, les tomó muestras de saliva antes
y después del ejercicio matemático, con el fin de
registrar la concentración de cortisol (hormona
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
del estrés que se libera sobre todo en condicio-
nes de tensión sostenida).
Según descubrió, el aumento de cortisol se
acompañaba de un peor rendimiento en las tareas
matemáticas; sobre todo en los sujetos con una
aritmofobia intensa. Por el contrario, los proban-
dos menos fóbicos obtenían mejores resultados,
a pesar de experimentar, asimismo, un aumento
hormonal. Todo apunta, concluye Beilock, a que
mientras estos últimos consideraban los ejercicios
un desafío, para los más propensos a sentir miedo
se trataba de un estímulo estresante.
EN LAS GARRAS DEL ESTRÉS
Las personas con fobia a las
matemáticas presentan en la
sangre una cantidad de cortisol
(hormona característica del
estrés) elevada cuando se en-
frentan a ejercicios de cálculo.
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
Otro hallazgo sorprendió a Beilock y a su equi-
po: los aritmofóbicos con una memoria operativa
destacada obtenían peores resultados en compa-
ración con aquellos cuyo rendimiento memorís-
tico era peor. Al parecer, los probandos con una
capacidad de memorización menor no se fiaban
de sus recuerdos a corto plazo, por lo que trata-
ban de estimar o adivinar los resultados de los
ejercicios.
Rose Vukovic y Gerardo Ramírez, de la Universi-
dad de Chicago, observaron un fenómeno similar
en escolares con aritmofobia. Los niños con un
23
P SICOPATOLO GÍA
NÚMEROS AMENAZANTES
En ocasiones, la simple idea de
tener que resolver un ejercicio
de cálculo activa áreas cerebra-
les que se movilizan en caso de
peligro y dolor.
24
gran potencial intelectual se convirtieron en «evi-
tadores» de las matemáticas. Ambos investigado-
res revelaron, además, que el miedo al cálculo no
aparece a lo largo de la etapa escolar y se refuerza
con una retroalimentación negativa; con frecuen-
cia puede observarse en niños de primaria.
En 2012, Vinad Menon, de la Universidad Stan-
ford en California, exploró las bases neurocientífi-
cas de la aritmofobia en alumnos con edades com-
prendidas entre los siete y nueve años. Mientras
yacían en el escáner de tomografía por resonancia
magnética, los jóvenes probandos debían deter-
minar si el resultado de una serie de ecuaciones
sencillas eran correctos o erróneos. Las neuroimá-
genes mostraron que, en el cerebro de los niños
con una fobia más grave, la amígdala derecha se
activaba con mayor intensidad y desarrollaba más
conexiones con las áreas cerebrales relacionadas
con el miedo (entre ellas, la amígdala izquierda y
la corteza prefrontal ventromedial). En cambio, las
conexiones entre la amígdala derecha y la corteza
parietal posterior aparecían más débiles.
Menon afirma que la gran implicación de la
amígdala explica que los niños procesen emo-
ciones negativas y estímulos que desencadenan
el miedo al enfrentarse con números y ejercicios
de cálculo. Otras regiones (la corteza prefrontal
dorsolateral derecha, el surco intraparietal y el nú-
cleo putamen en los ganglios basales) eran menos
activas en el grupo de niños aritmofóbicos que en
el de control. Dichas áreas cerebrales se relacionan
con el razonamiento matemático.
Miedo anticipatorio
El equipo de Menon apoya la tesis de que las
personas con aritmofobia disponen de menores
recursos para el procesamiento cognitivo de la
información. A grandes rasgos, su cerebro trata
de contrarrestar un fracaso: tal y como han ha-
llado los estudios anteriores, la corteza prefron-
tal ventromedial regula las emociones negativas
mediante la disminución de la actividad de la
amígdala. El hecho de que dichas regiones se
comuniquen con mayor intensidad en los niños
con fobia a las matemáticas podría señalar pro-
cesos compensatorios. Menon confía en que estos
hallazgos permitan establecer puntos de partida
para un tratamiento específico de esta fobia.
El control cognitivo desempeña una impor-
tante función para manejar la anticipación del
miedo. Beilock e Ian Lyons, también de la Univer-
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
 Chicas aritmofóbicas: ¿verdad o prejuicio?
Cuando se trata del cálculo, las mujeres suelen tener que combatir la sudoración y las palpitaciones
más que los hombres. Una investigación llevada a cabo con más de 400 escolares británicos reveló
que, en promedio, las alumnas padecían más miedo a las matemáticas y a los exámenes que sus com-
pañeros varones. El temor mermaba con mayor intensidad las habilidades para calcular en ellas que
en los chicos. Sin embargo, ambos sexos puntuaban igual de bien en las pruebas. Los investigadores
creen que muchas alumnas eran capaces de calcular mejor que sus compañeros, a pesar del cliché,
algo que lograrían si no fuese por el maldito miedo.
Al parecer, las profesoras también fomentan prejuicios del estilo «los chicos son buenos en cálculo y
las chicas en lectura». Según colaboradores de Sian Beilock, de la Universidad de Chicago, las docentes
de primaria con miedo a las matemáticas contribuían a la aritmofobia femenina, pues transmitían
con el tiempo su propia inseguridad a las alumnas. En cambio, no se detectó ese efecto en los varones
que asistían a las clases de las mismas profesoras.
(«Female teacher’s math anxiety affects girls’ math achievement». S. Beilock et al. en Proceedings of the National Academy
of Sciences, vol. 107, págs. 1860-1863, 2010; «Gender differences in mathematics anxiety and the relation to mathematics
performance while controlling for test anxiety». A. Devine et al. en Behavioral and Brain Functions, vol. 8, pág. 33, 2012)

sidad de Chicago, constataron que la simple idea ma a través de más horas de aritmética tiene poco
de tener que calcular activaba en las personas sentido, opina Rose Vukovic. En cambio, pueden
con aritmofobia las áreas cerebrales que ejercen ayudar actividades que faciliten a los alumnos
un papel en la identificación de peligros y dolor. reconocer las reacciones de miedo y les enseñen
Sin embargo, esta red neuronal entraba en acción cómo pueden activar los recursos de control cog-
solo cuando aparecía un indicio de que habría nitivo a tiempo.
que resolver un ejercicio matemático, no durante En el caso de los niños más pequeños, tam-
el ejercicio en sí. bién deberían implicarse los padres. Junto con
Los autores concluyen que son las expectativas sus hijos podrían resolver ejercicios adecuados a
las que despiertan más miedo en los aritmofóbi- la edad de estos últimos y posiblemente superar
cos, fenómeno que podría explicar por qué mu- de esta forma el propio miedo a las matemáticas.
chos individuos con fobia a las matemáticas tien- Aunque quizá ya sea suficiente con inculcar la
den a evitar los números. Pero, según constataron, autoconfianza.
no todos los sujetos con ese miedo cometen el Ziegler va más allá: aboga por una mejora de la
mismo número de errores: algunos se equivocan formación de los pedagogos. «En mi opinión, los
con mayor frecuencia que otros. profesores que reflejan una inseguridad en mate-
Cuando anunciaban el ejercicio matemático a máticas no ayudan a que los alumnos con miedo a
los sujetos menos afectados, aumentaba la activi- los números mejoren su autoconfianza.» También
dad en las regiones frontoparietales de su cerebro. discrepa con la imagen creada de las matemáti- Para saber más
Dichas áreas se relacionan con situaciones en las cas como una asignatura «para talentosos», solo The relation between salivary
cortisol and math perfor­
cuales queremos controlar nuestros sentimientos accesible para los genios. «Si se quiere estudiar mance depends on individual
y evaluamos de nuevo reacciones emocionales matemáticas en la universidad, es preferible tener differences in working me­
mory and math-anxiety.
negativas. En el momento en que esta red neuro- un talento especial para los números, pero seguro S. Beilock et al. en Emotion,
nal se activaba con intensidad, la tasa de errores que esa facultad no es necesaria para aprender las vol. 11, págs. 1000-1005, 2011.
disminuía. En los sujetos de control (sin aritmo- matemáticas de primaria.» When math hurts: Math
anxiety predicts pain network
fobia) no se halló semejante patrón de activación; activation in anticipation
tampoco debían combatir un estímulo desenca- of doing math. I. Lyons y
denante del miedo. S. Beilock en PLoS One, vol. 7,
pág. e48076, 2012.
Una posible terapia específica para la fobia a
The neurodevelopmental ba­
las matemáticas debería incidir en el origen del sis of math anxiety. V. Menon
miedo, es decir, en los instantes previos a los ejer- et al. en Psychological Science,
Patricia Thivissen es psicóloga vol. 23, págs. 492-501, 2012.
cicios matemáticos. Intentar solucionar el proble- y periodista científica.

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 25

CO GNICIÓN
La inteligencia en el siglo xxi
La inteligencia humana ha sido objeto de numerosas definiciones científicas
a lo largo de los años. Ninguna definitiva. En el actual milenio se está configurando
una visión integrada del intelecto que plantea nuevos retos para la educación
JOSÉ ANTONIO M ARINA
EN SÍNTESIS
A dos bandas
1 Los conocimientos
psicológicos y neuro-
científicos apuntan a una
inteligencia que integra dos
niveles operativos.
2 En concreto se compone
de una inteligencia com-
putacional (inconsciente) y
otra ejecutiva (consciente).
3 La educación debe fa-
vorecer el desarrollo de
ambos niveles de inteligen-
cia, con especial atención en
el ejecutivo, y favorecer la
colaboración mutua.
26
E
n un mundo tecnológicamente avan­
zado, la inteligencia despierta gran in­
terés, incluso desde el punto de vista
económico. La revista Forbes anuncia
que el «cociente intelectual» va a ser el
próximo negocio del billón de dólares; las empre­
sas farmacéuticas trabajan para producir «poten­
ciadores cerebrales» y se contempla la posibilidad
de mejorar genéticamente la inteligencia.
Algunas voces incluso apuntan que en un futu­
ro próximo se producirá una suerte de simbiosis
entre inteligencia individual y artificial, porque
las conexiones entre cerebro y ordenador serán
más fáciles. Ray Kurzweil, director de ingeniería
de Google, habla del advenimiento de la era de las
máquinas «espirituales». Según esta corriente de
pensamiento, pronto hablaremos de una «inteli­
gencia aumentada», correlato subjetivo de la «rea­
lidad aumentada» que actualmente manejamos.
La tecnología de los macrodatos (big data) aspira
a un conocimiento de la realidad sin necesidad
de teorías, mediante la utilización de poderosos
algoritmos capaces de encontrar patrones en in­
formación masiva y heterogénea.
En definitiva, la innovación continua produce
un cambio acelerado al que la población tiene que
adaptarse. Ello lleva a que se configure una nueva
visión del intelecto, según la cual la función pri­
mordial de la inteligencia humana consiste en diri­
gir la acción para conseguir la homeostasis interna,
la satisfacción de las necesidades y la adaptación
al entorno. Así, pues, la capacidad de aprender con
rapidez, de elaborar información, de resolver pro­
blemas y gestionar emociones son competencias
que colaboran a la función principal.
En este nuevo modelo que se está configuran­
do, la inteligencia humana se organiza en dos
niveles, que corresponden a los dos ámbitos fun­
cionales que la neurología, la psicología cognitiva
y las ciencias de la computación identifican: por
un lado, las operaciones mentales que nuestro ce­
rebro realiza sin que seamos conscientes de ellas;
por otro, las funciones ejecutivas que controlan,
hasta cierto punto, esas operaciones.
El componente inconsciente
La inteligencia computacional constituye el «nue­
vo inconsciente» estudiado por la neurología. En­
globa el conjunto de operaciones mentales que el
sujeto lleva a cabo sin tener consciencia de cómo
las realiza, pero que el cerebro es capaz de ejecu­
tarlas en paralelo, lo que proporciona gran eficien­
cia. De esa manera se genera información: ideas,
imágenes, recuerdos, emociones, deseos, etcétera.
Muchos autores han reconocido la existencia
de un «generador de ideas»: el psicólogo Jerome
Bruner habla de un generador de hipótesis; el
lingüista y filósofo Noam Chomsky, de estruc­
turas generativas en el lenguaje, y el psicólogo
clínico Paul Salkovskis, de la Universidad de Bath,
considera que las intrusiones cognitivas reflejan
las actuales preocupaciones de una persona que
brotan desde un generador de ideas en el cerebro.
Basta intentar mantener la mente en blanco para
comprobar el trabajo incesante de esa máquina
de ocurrencias.
La capacidad de la inteligencia computacional
para llevar a cabo complejas operaciones de forma
no consciente es uno de los más asombrosos ha­
llazgos de la neurociencia actual. Sin embargo, el
fenómeno se conoce desde hace tiempo. Numero­
sos matemáticos han apelado a un «pensamiento
no consciente» para explicar sus descubrimientos.
Carl Friedrich Gauss (1777-1855) contó en una car­
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
THINKSTOCK
ta su descubrimiento de un complejo teorema de
la teoría de números: «Hace dos días, lo logré, no
por mis penosos esfuerzos, sino por la gracia de
Dios. Como tras un repentino resplandor de re­
lámpago, el enigma apareció resuelto. Yo mismo
no puedo decir cuál fue el hilo conductor que co­
nectó lo que yo sabía previamente con lo que
hizo mi éxito posible». La misma sensación ex­
perimentó William Rowan Hamilton (1805-1865)
cuando descubrió los cuaternios: «Vinieron a la
vida completamente maduros, el 16 de octubre
de 1843, cuando paseaba con la señora Hamilton
hacia Dublín, al llegar al puente de Brougham. Allí
saltaron en mi interior, como chispas, las ecuacio­
nes que buscaba». El científico polifacético Henri
Poincaré (1854-1912) recuerda que la solución al
complicado problema de las funciones fuchsianas
apareció de repente en su cabeza en el momento
de subir a un autobús para iniciar una excursión.
Sacó la conclusión obvia: él no estaba pensando
en esas funciones, pero su cerebro, sí. La creación
matemática, concluyó, es inconsciente. El caso del
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
NUEVAS ESTRATEGIAS
matemático Srivanasa Ramanujan es paradigmá­
En un escenario de simbiosis
tico. Afirmaba que sus teoremas le eran inspirados entre inteligencia personal
directamente por la diosa Namagiri, durante sus y artificial será necesario un
sueños. Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), fortalecimiento de las funcio-
por su lado, afirmaba que las composiciones se nes ejecutivas a fin de dejar a
le aparecían de una vez. salvo la libertad individual.
Una parte de los resultados de esa «inspiración»
(imágenes, ideas, emociones, recuerdos, melodías)
pasa al estado consciente. Esta es otra de las ca­
racterísticas fundamentales del nuevo modelo de
inteligencia ejecutiva: la importancia que conce­
de a la consciencia y a la información en estado
consciente. Pero no siempre ha sido así.
Investigadores como Ray Jackendorff o Marvin
Minsky, uno de los padres de la inteligencia artifi­
cial, han negado la relevancia de la consciencia en
el comportamiento humano. En opinión de Mins­
ky, la consciencia va siempre un poco retrasada
respecto de los acontecimientos neuronales que la
producen y, por tanto, es inútil. Los experimentos
del neurólogo Benjamin Libet (1916-2007) demos­
traron que unos doscientos milisegundos antes de
27
CO GNICIÓN

que decidamos ejecutar un movimiento, ya se han contaminada. Si el impulso dirigiera su acción,

activado las zonas premotoras correspondientes bebería a pesar del peligro. Sin embargo, detiene
[véase «Tras el libre albedrío», por Cristoph Her­ la acción. Esta es la tarea de la inteligencia ejecu­
man; Mente y cerebro n.o 53, 2012]. tiva: bloquea el impulso, compara la información
No obstante, parece confirmarse que la cons­ consciente con un criterio de evaluación, la acep­
ciencia mejora la capacidad de la inteligencia para ta, rechaza o pide a la inteligencia computacional
Desde un dirigir la acción. «La mente humana consciente que la reelabore. El criterio de evaluación puede
punto de vista ha hecho que la evolución tome un rumbo nue­ ser variado: estético, racional, emocional, ético.
vo, precisamente porque nos ha facilitado la po­ El proyecto vigente, o la meta buscada, funciona
estructural,
sibilidad de elegir», indica el neurólogo Antonio también como criterio de evaluación del proceso.
la inteligencia Damasio. Cuando nos levantamos para buscar un libro
humana es de la biblioteca, activamos esquemas muscula­
Conversación a dos bandas res que funcionan de manera automática, pero
lingüística
Rastreemos la génesis de un deseo, por ejemplo, de forma consciente sorteamos los obstáculos y
la sed. Conocemos los mecanismos neuronales evaluamos si alcanzamos el volumen o debemos
que detectan un nivel elevado de cloruro sódi­ buscar una escalera.
co en la sangre y producen el impulso a beber. El diálogo entre los dos niveles de la inteligen­
Asistimos aquí al momento en que una operación cia se manifiesta en las actividades creativas. Los
de la inteligencia computacional (la necesidad de artistas reconocen que la primera idea les viene
disminuir el nivel de sodio) se transforma en una a la cabeza sin saber por qué. Procede de la inteli­
experiencia consciente (la sed). Imaginemos que gencia computacional. Al artista puede resultarle
el sujeto que la siente solo tiene a su alcance agua interesante: el novelista Henry James explicaba
que «veía posibilidades» y entonces centraba la
atención y construía sobre ella un proyecto. El
Habilidades de la inteligencia ejecutiva poeta Paul Valéry señalaba: «El primer verso de
un poema lo proporciona la Musa; a partir de ahí
Las funciones ejecutivas del cerebro representan uno de los temas más inves- debemos continuar voluntariamente».
tigados por la neurociencia en los últimos años. Se las relaciona con los lóbulos Lo que caracteriza al creador —sea en el cam­
frontales, que trabajan como un director de orquesta del resto de la actividad po del arte, de la ciencia o de la tecnología— es
cerebral. En torno a la inteligencia ejecutiva se han identificado nueve funciones ver posibilidades donde otros no ven nada. Jeff
principales: activación cerebral intencionada, inhibición del impulso, control de la Hawkin, investigador que ha pasado de la infor­
atención, selección de metas, mantenimiento del flujo de energía dirigido a una mática a la neurología, considera que el intelecto
meta, memoria operativa, flexibilidad, regulación emocional y metacognición. está siempre a la caza de patrones. Cuando la in­
teligencia ejecutiva acepta un proyecto, activa la
Inhibición memoria correspondiente a esa tarea (memoria
de la operativa o de trabajo), la cual actúa como ana­
impulsividad
Activación Dirección lizadora de la información. Evalúa todo a partir
cognitiva de la atención del proyecto. Esa actitud permanece mientras el
propósito se halla vigente; desaparece cuando se
ha cumplido. Se trata del efecto Zeigarnik, es decir,
Control la tendencia a recordar mejor las tareas inacaba­
Metacognición
FUNCIONES emocional
das que las acabadas según publicó la psicóloga
EJECUTIVAS Bluma Zeigarnik en 1927.
La relación de la memoria operativa con las
Planifica­
actividades creativas está confirmada. John Joni­
Memoria ción y
operativa organización des, de la Universidad de Michigan, explica: «La
de metas
memoria operativa se halla causalmente relacio­
Mante­ nada con el éxito del pensamiento de alto nivel.
Flexibilidad
nimiento
cognitiva Constituye un excelente predictor de la capacidad
de la acción
de resolver problemas». Philip Merikle, de la Uni­
versidad de Waterloo, reveló a través de un me­

28 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

taanálisis de 77 estudios la alta correlación entre
la memoria de trabajo y la capacidad de compren­
sión lingüística. Art Markman, de la Universidad
de Texas, ha correlacionado esta capacidad me­
morística con la creatividad.
Desde el consciente y el lenguaje
El modelo ejecutivo de la inteligencia no ha surgi­
do de repente; antes bien, ha requerido un largo
período de elaboración. Cabe recordar como pre­
cursores a Alexander Luria (1902-1977) desde la
neurociencia, y a Ulric Neisser (1928-2012), Tim
Shallice, Donald Norman, y Robert Sternberg des­
de la psicología cognitiva. Luria estudió los lóbu­
los frontales, sus funciones y patologías a través
de la expresión del cerebro ejecutivo. Asimismo
investigó, siguiendo la huella de su maestro Lev
Vigotsky, el «habla interna», como herramienta
para que el cerebro lleve a cabo sus funciones
ejecutivas. Desde un punto de vista estructural,
la inteligencia humana es lingüística, ya que las
personas necesitamos del lenguaje para pensar
y comunicarnos con los demás y con nosotros
mismos, y gestionar el propio cerebro.
Neisser apuntó la necesidad de admitir un
«agente que seleccione y emplee la información
almacenada, aunque nos parezca desagradable».
Le atribuía el adjetivo «desagradable» porque ha­
blar de un elemento que selecciona o toma deci­
siones resucitaba el fantasma del «alma» o del
«homúnculo» que se hacía cargo de los mandos.
No le parecía aceptable la idea de un yo que to­
mase decisiones, porque este debería tener den­
tro otro yo que tomara las decisiones, y así hasta
el infinito. A pesar de esta dificultad, afirmaba:
«Es difícil imaginar un sistema explicativo que
no distinga entre una memoria que guarda los
conocimientos y un agente o procesador que, de
alguna manera, la utilice».
Tim Shallice y Donald Norman, director del Ins­
tituto de Neurociencia Cognitiva de la Universi­
dad de Londres y de la Universidad Noroccidental,
respectivamente, presentaron en 1986 un modelo
en el que distinguían un procesamiento automá­
tico y otro controlado. Frente a las conductas auto­
máticas e involuntarias se encuentran aquellas
que requieren un control deliberado y consciente
(planear y tomar decisiones, buscar soluciones a
un problema o enfrentarse a situaciones de alta
complejidad y que precisan superar un hábito so­
breaprendido, entre otras). Bautizaron el primer
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
nivel como procesamiento distribuido en paralelo En el ámbito de las
(PDP) y al superior como control consciente y de­ psicopatologías
liberado (CCD). Las alucinaciones, los trastor-
nos obsesivos compulsivos o
También habría que considerar las aportacio­
las depresiones son producto
nes de los psicólogos preocupados por el tema del de la inteligencia computa-
control de la conducta, concepto que pasó de la cional, que funciona de forma
cibernética a la psicología a través de la teoría de autónoma. También se han
identificado alteraciones
la agencia (estudia el autocontrol de la conducta ejecutivas: la incapacidad de
humana). Todos ellos admiten algún proceso que inhibir la respuesta, de iniciar
dirige el comportamiento. la acción, tomar decisiones,
mantener las metas o de
En este contexto, Anette Karmiloff-Smith, de la
cambiar los objetivos. James
Universidad de Londres, ha elaborado en fecha re­ Russell, de la Universidad
ciente una versión de la obra de Piaget que repara de Oxford, ha estudiado el
en los fenómenos de control. Divide la evolución autismo como desorden
ejecutivo. Russell A. Barkley,
infantil en tres etapas: el niño aprende a llevar a uno de los más reputados
cabo una actividad; se centra en controlar la ma­ investigadores en trastorno
nera de ejecutarla, y vuelve a centrarse en reali­ por déficit de atención e hipe-
ractividad, considera que esta
zarla, pero de otra manera. Desde la arqueología
psicopatología forma parte de
cognitiva, Merlin Donald, de la Universidad Case una alteración de las funcio-
Western, revela que el primer desarrollo que dife­ nes ejecutivas más amplia.
renció a Homo sapiens de otras especies consistió
en la capacidad de recuperar de manera voluntaria
las entradas de memoria. Y William Powers (1928-
2013), padre de la teoría del control, sostuvo que
la conducta intencional y el control son la misma
cosa. Definió este último como «la producción de
resultados estables frente a factores que deberían
producir inestabilidad».
En resumidas cuentas, controlamos la conducta
cuando mantenemos estable nuestro plan, aun­
que las circunstancias exteriores cambien.
Formulaciones actuales
El modelo de los dos niveles ha sido propuesto
también por el premio nobel Daniel Kahneman en
su obra Pensar rápido, pensar lento (2012). «El sis­
tema 1 opera de manera rápida y automática, con
poco o ningún esfuerzo y sin sensación de control
voluntario. El sistema 2 centra la atención en las
actividades mentales esforzadas que lo deman­
EN BREVE
dan; sus operaciones están a menudo asociadas
a la experiencia subjetiva de actuar, elegir y con­ Tipos de inteligencia
centrarse.» Esta es una operación que consume n Computacional: Conforma la
gran cantidad de energía. [véase «Psicología de parte inconsciente del inte-
lecto; se la relaciona con los
las preferencias», por Daniel Kahneman y Amos
automatismos adquiridos,
Tversky, en Investigación y Ciencia, mayo de también con la creatividad.
1982.] n Ejecutiva: Pertenece al nivel
Los experimentos de Roy Baumeister, de la consciente; se la considera
Universidad estatal de Florida en Tallahassee, han sede de la capacidad de
decisión, el autocontrol y,
demostrado que todas las variantes del esfuerzo en último término, de la
voluntario (cognitivo, emocional o físico) se sir­ libertad individual.
29
CO GNICIÓN

directrices operativas que deben seguirse para

Un término con numerosas versiones que el organismo alcance sus metas.
La esencia de esas líneas directrices se antoja
El concepto de inteligencia ha sido vivamente debatido a lo largo de la historia.
bastante sencilla: «Si sucede A, entonces hacer B».
En el año 1921, The Journal of Educational Psychology convocó un simposio sobre
Para que cierta acción se lleve a cabo de manera
el significado de esta palabra. Catorce expertos propusieron definiciones varia-
expeditiva y correcta debe existir un incentivo
das: «el poder de dar buenas respuestas desde el punto de vista de la verdad»
que favorezca un tipo de reacciones sobre las
(Edward L. Thorndike, 1874-1949); «la capacidad de pensar abstractamente»
otras. Las recompensas y los castigos se admi­
(Lewis M. Terman, 1877-1956); «la capacidad de adaptarse a situaciones relativa-
nistran basándose en el diseño de sistemas de
mente nuevas» (Rudolph Pintner, 1884-1942); «la capacidad para adquirir capa-
criterios de reacción. La consciencia y, en espe­
cidad» (Herbert Woodrow, 1883-1974). Ninguna de las definiciones presentadas
cial, la de sí mismo, supuso para los humanos un
contentó a la totalidad de los investigadores. En un famoso artículo publicado
aumento de la eficiencia en la conducta. «Antes
en New Republic, Edwin Boring, historiador de la psicología, concluyó que habría
de su aparición, la regulación de la vida era to­
que definir la inteligencia como «lo que miden los test de inteligencia». Setenta
talmente automática. Después de la aparición de
y cinco años más tarde, Robert Sternberg y la redacción de la revista Intelligence
la consciencia, la regulación de la vida conservó
plantearon la misma cuestión a otro grupo de especialistas. El desacuerdo con-
automatismos, pero de manera paulatina quedó
tinuó, hasta tal punto que Hans Eysenck, una de las personalidades consultadas,
bajo el influjo de deliberaciones orientadas por el
respondió a la pregunta con un artículo titulado: «¿Existe la inteligencia?». San-
sí mismo [...] La consciencia es una recién llegada
dra Scarr y Louise Carter-Saltzman afirmarían con contundencia: «Nadie sabe
en la gestión de la vida», señala Damasio. En otras
lo que es la inteligencia». En los años noventa aparecieron nuevos enfoques,
palabras, evolutivamente, la inteligencia ejecutiva
como la «inteligencia emocional» (Daniel Goleman), la «inteligencia práctica»
ha emergido de la inteligencia computacional.
(Sternberg) o las «inteligencias múltiples» (Gardner), que no fueron capaces de
La capacidad de autocontrol es una creación
presentar un modelo completo del funcionamiento de la inteligencia humana.
cultural, que se transmite por la educación. «La
Allen Newell, padre de la inteligencia artificial, anunció en su libro Unified
infancia y la adolescencia del ser humano duran
theories of cognition la necesidad de crear una teoría unificada de la cogni-
el desmedido tiempo que duran porque se tarda
ción, que integrase los conocimientos psicológicos y los relacionados con la
mucho en formar y capacitar los procesos incons­
inteligencia artificial. Aunque él mismo pretendió elaborarla, solo se ocupó del
cientes de nuestro cerebro y en crear, dentro de
conocimiento, por lo que dejó de lado el mundo de las emociones.
ese espacio cerebral inconsciente, una forma
WIKIMEDIA COMMONS / WORLD ECONOMIC FORUM / CC-BY-SA 2.0

de control que, de manera más o menos fiable,

pueda actuar de acuerdo a metas e intenciones
conscientes.»
WIKIMEDIA COMMONS / SIRSWINDON / CC-BY-SA

Para la neurofilósofa Patricia Churchland, en

WIKIMEDIA COMMONS / DOMINIO PÚBLICO

la actualidad en la Universidad de California en

San Diego, esa lenta formación puede describir­
se como el proceso de transferencia de parte del
control consciente a un servidor inconsciente. Su
Edward L. afirmación nos conduce directamente al campo
Thorndike Hans Eysenck Daniel Goleman
de la educación.

Futura sociedad del aprendizaje

ven, al menos en parte, de un fondo compartido Los retos a los que se enfrenta la pedagogía en
de energía mental. La inteligencia ejecutiva se en­ este siglo xxi pueden resumirse en tres objeti­
cargaría de la administración de esa energía. vos esenciales: desarrollar la inteligencia com­
Con todo, la formulación más completa hasta el putacional, fomentar la ejecutiva y conseguir
La consciencia
presente del modelo ejecutivo de la inteligencia la una buena colaboración entre ambas. En este
del sí mismo encontramos en las investigaciones de Damasio. sentido, los estudios sobre neuroplasticidad
supuso un Comenzó estudiando la corteza prefrontal y su constatan nuestra capacidad de aprender más
enlace con las áreas límbicas y ha terminado ela­ de lo que creíamos, ya que podemos educar el
aumento de
borando un modelo general del funcionamiento inconsciente, es decir, el conjunto de operaciones
la eficacia de la mente. El diseño homeostático de todas las que desarrolla la inteligencia computacional. En
de la conducta criaturas vivas se conforma de una colección de ese primer nivel de la inteligencia se encuentran

30 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

 Un bucle prodigioso en el cerebro
Una persona puede modificar los esquemas que ha configurado a partir del aprendizaje. ¿Cómo?
Mediante un entrenamiento desde la consciencia. Según expone el neurólogo Antonio Damasio,
desde un control consciente (inteligencia ejecutiva) puede guiarse la construcción de la maquinaria
inconsciente (inteligencia computacional), de la que a su vez procede. De esta manera se forma un
«bucle prodigioso». Como señaló Norman Doidge, experto en neuroplasticidad, el cerebro se construye Para saber más
a sí mismo. Ello abre un abanico de posibilidades en el ámbito de la educación. Handbook of self-regulation.
R. F. Baumeister y K. D. Vohs.
The Guildford Press, 2004.
INTELIGENCIA EJECUTIVA Entrenamiento
Think different: The merits of
unconscious thought in prefe-
rence development and deci-
sion making. A. Dijksterhuis
Umbral en Journal of Personality and
de la consciencia Adquisición Social Psychology, vol. 87,
de hábitos págs. 586-598, 2004.
Where creativity resides:
INTELIGENCIA GENERADORA The generative power of un-
O COMPUTACIONAL conscious thought. A. Dijks­
No consciencia terhuis, A. y T. Meurs en Cons­
ciousness and Cognition, vol. 15,
Sistema Sistema Sistema Automatismos págs. 135-146, 2006.
cognitivo motor afectivo
What is computational inte­
lligence and where is it going.
Challenges for computational
intelligence. W. Duch en Stu­
dies in Computational Intelli­
los esquemas que generan ideas, emociones o la relación entre la neurología y la ética: si las gence, vol. 63, págs. 1-13, 2007.
movimientos, que ya describiera el psicólogo funciones ejecutivas constituyen el fundamen­ Towards comprehensive
Frederic Bartlett (1886-1969). Según su teoría, to neurológico de la autonomía, el autocontrol foundations of computational
intelligence. W. Duch en Cha­
el «esquema» es una estructura neuronal con­ y, en último término, la libertad, nos estamos llenges for computional inte­
figurada por aprendizaje, que permite realizar moviendo en un terreno de trascendental im­ lligence, Springer, 2007.
operaciones cognitivas, emocionales o motoras. portancia para la evolución de la humanidad. Modelos de funciones y con-
trol ejecutivo (I y II). J. Tirapu-
Como describía Bartlett, cuando un tenista gol­ Daniel Dennet, filósofo que conoce bien las Ustárroz et al. en Revista de
pea la pelota, utiliza sus esquemas musculares. nuevas tecnologías y la neurociencia, asegura Neurología, vol. 46, n.o 11 y 12,
págs. 684-692 y 742-750, 2008.
Pero cuando llevamos a cabo una operación ma­ que la libertad es el final de un largo proceso de
The unconscious mind. J. Bargh
temática, usamos los cognitivos. Los esquemas «autodomesticación» de la especie humana. Es y E. Mosella en Perspectives on
pueden cambiarse, lo que abre a la educación decir, se trata de una creación cultural que es pre­ Psychological Science, vol. 3,
n.o 1, págs. 73-79, 2008.
insospechados horizontes. ciso mantener y transmitir. Por eso, una de las
The organisation of mind.
Los descubrimientos de la neurociencia, que grandes tareas que tenemos quienes trabajamos T. Shallice y R. Cooper. Oxford
ya se aplican en la clínica, deben emplearse en en el complejo transdisciplinar que engloba la University Press, Nueva York,
2011.
la escuela. Se han dado los primeros pasos. En neurociencia, la psicología y la pedagogía, con­
La inteligencia ejecutiva. J. A.
2004 se constituyó la Sociedad Internacional de siste en conocer bien y aprender a fortalecer las Marina. Ariel, Barcelona, 2012.
Mente, Cerebro y Educación (IMBES por sus siglas funciones ejecutivas. Es una tarea decisiva para Neuropsicología de la corteza
en inglés) para impulsar una ciencia transdisci­ mantener la humanización de nuestra especie. prefrontal y las funciones eje-
cutivas. J. Tirapu et al. Viguera,
plinar, construida sobre la neurociencia, la psi­ En palabras de Alain Caron, de la Universidad
Barcelona, 2012.
cología y la pedagogía. También se ha producido Laval: «Necesitamos elaborar una pedagogía de
una abundante bibliografía sobre neurodidáctica la atención, el autocontrol y el mantenimiento En nuestro archivo
o neuroeducación, es decir, sobre cómo enseñar del esfuerzo». La neurodidáctica a examen.
pensando en el cerebro. N. Westerhoff en MyC n.o 44,
2010.
Asimismo, el nuevo modelo de la inteligen­
José Antonio Marina es filósofo y di- Inteligencia 2.0. C. Wolf en
cia aviva el debate sobre la libertad individual. rector de la Cátedra sobre Inteligencia MyC n.o 48, 2011.
En 2011, Michael S. Gazzaniga, neurólogo que Ejecutiva de la Universidad Antonio de La inteligencia: ¿un eterno
Nebrija. Ha escrito numerosos libros debate? C. Wolf en MyC
se distinguió por sus estudios sobre el cerebro y artículos sobre la inteligencia y la n.o 65, 2014.
dividido, reflejaba en la obra Who’s in charge? creatividad.

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 31

MEMORIA Y APRENDIZ A JE

Técnicas de estudio
Más de un siglo de investigación, miles de experimentos
y múltiples modelos de aprendizaje. ¿Algún resultado?
Los alumnos de hoy no aprenden mejor que los
de antaño, pese a que deben asimilar más
conocimientos. Sin embargo, existen ciertas
reglas de oro que no deben olvidar

STE VE AYAN

DESCUBRA
SUS POSIBILIDADES
Existen tantas formas de
aprendizaje como capacidades
y conocimientos posibles. Los
psicólogos de la memoria in-
vestigan por qué vía se consi-
gue lo mejor en cada caso.

32 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

 MEIKE TEICHMANN

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 33

MEMORIA Y APRENDIZ A JE
EN SÍNTESIS
Bien memorizado,
bien recordado
1 En el aprendizaje parti-
cipan distintos sistemas
de memoria que se subdivi-
den, grosso modo, en cons-
cientes e inconscientes.
2 Las pruebas de autoeva-
luación, el estudio frac-
cionado y las aclaraciones de
tipo «¿por qué?» se encuen-
tran entre las técnicas de
aprendizaje más efectivas.
Una de las menos útiles es la
lectura repetitiva.
3 Si la adquisición de
conocimiento se
acompaña de sentimientos
positivos, las posibilidades
de su fijación en el cerebro
aumentan.
*En castellano: «Buenos días, ¿cómo
está usted?» «¡Buenos días! Muy
bien, ¡gracias!»
34
A
l inicio de la clase, la profesora se di
  rige hacia mí. «Merhaba, Steve bey.
  Nasılsiniz?» Tranquilo, enseguida
  lo tienes, me digo. «Merhaba! Çok
  iyiyim. Te ... teşe ... teşeküler!»* Su
respuesta: «Çok iyi! Muy bien».
Aunque son mis primeros pinitos en el apren-
dizaje del turco, pienso que de joven se me daban
mejor las lenguas extranjeras. Claro que por en-
tonces mi cabeza trabajaba con mayor agilidad.
¿O solo lo imagino porque soy consciente de que
ya no tengo veinte años y sé que el cerebro pierde
flexibilidad a medida que pasa el tiempo?
Las convicciones sobre las propias capacidades
mentales (metacogniciones) influyen en la mane-
ra en que nos autoevaluamos y juzgamos nuestro
rendimiento, pero también pueden impedir que
aprendamos con éxito. Thomas Hess, de la Univer-
sidad de Carolina del Norte en Raleigh, constató
ese efecto en un grupo de personas mayores. Los
experimentadores presentaron a los probandos
diversas palabras relacionadas con la tercera edad:
algunas de ellas transmitían un cierto sentido
negativo (senil), otras reflejaban un significa-
do positivo (sabio). En unas pruebas de memoria
posteriores, los participantes que habían leído
términos negativos puntuaron peor. Al parecer,
la falta de autoconfianza reducía su capacidad de
retención memorística.
En la moderna sociedad del conocimiento, la
lluvia de informaciones es continua. Debemos
MEIKE TEICHMANN
adaptarnos a constantes avances técnicos, a mé-
todos de trabajo novedosos y a formas de comu-
nicación cambiantes. Ello supone una actualiza-
ción ininterrumpida de los conocimientos a fin
de aprender competencias nuevas y mantenernos
al día. En épocas pasadas, el ciclo de aprendizaje
podía darse por finalizado una vez se supera-
ba la educación escolar y la etapa de formación
profesional o superior. En cambio, el lema actual
reza: «Estudia durante toda la vida». También ha
cambiado la forma de emplearse en los estudios.
Si antes se basaba sobre todo en procedimientos
estables (memorizar la lección, por ejemplo), hoy
por hoy los alumnos tienen mayor libertad para
manejarse con los contenidos.
El arte de aprender
Ahora más que nunca debemos formarnos de ma-
nera activa, objetivo que demanda sobre todo la
intervención de las capacidades metacognitivas.
Se debe aprender a aprender.
Lo cierto es que ya lo hacemos. Cada uno de
nosotros se forja de modo automático una idea
sobre cómo puede retener de la mejor forma po-
sible contenidos determinados. Seguimos ciertas
estrategias de aprendizaje y empleamos métodos
que se corresponden con nuestros presumibles
talentos. Con frecuencia no somos conscientes de
ello. Aquí surge el peligro, pues muchas personas
aplican sistemas de aprendizaje erróneos, los cua-
les, más que facilitar, entorpecen la adquisición de
nuevos conocimientos.
En 2013, el equipo de psicólogos dirigido por
Robert Bjork, de la Universidad de California en
Los Ángeles, examinó las técnicas de estudio pre-
feridas por los universitarios estadounidenses. El
análisis de una amplia muestra de encuestas re-
veló cuatro yerros frecuentes entre el alumnado:
• Error número 1: Cuanto más, mejor. A menu-
do los alumnos intentan estudiar el máximo
contenido posible de una tacada; engullen cada
lección y su contenido. Sin embargo, según los
investigadores, un aprendizaje bien distribuido y
escalonado aporta mejores resultados. Por ejem-
plo, en lugar de memorizar cincuenta palabras en
un solo día es preferible estudiar diez términos
cada tarde.
• Error número 2: Ir a piñón fijo. Sea por costum-
bre o porque, supuestamente, va con la manera
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
 Consciente frente a inconsciente Ganglios basales

Cuerpo estriado Globo pálido

A grandes rasgos, la memoria humana se divide en dos sistemas:
una declarativa (explícita) y una no declarativa (implícita). Mientras
que la primera contiene elementos aprendidos de forma consciente
y recuperables (desde el preámbulo de la Constitución hasta el PIN
del móvil), en la segunda se guardan las interconexiones incons-
cientes y las aptitudes. Ambas modalidades de memoria se hallan
bastante separadas la una de la otra desde un punto de vista fun-
Amígdala
cional y anatómico.
El hipocampo, en el lóbulo temporal medio, funciona como centro Hipocampo
del aprendizaje consciente. Por el contrario, la adquisición de conoci-
mientos no declarativos requiere de más áreas cerebrales: la amíg-
dala, los ganglios basales, las cortezas premotora y prefrontal (en la Corteza premotora
región anterior del cerebro), así como parte de la corteza parietal. Corteza parietal
Corteza prefrontal
Atarse los cordones, conducir un vehículo o nadar son procesos
que, una vez automatizados, ya no necesitan de un control cons-
ciente. Lo aprendido explícitamente también puede trasladarse a
la memoria implícita. Ello sucede, sobre todo, en la coordinación de
movimientos.
Por el contrario, el conocimiento semántico se aprende de ma-
nera consciente («Palma es la capital de Mallorca»), pero se modi-
fica, a menudo de forma inadvertida, al ser recuperado, de manera
que recibe nuevos matices (por ejemplo, una nota emocional es-
pecialmente positiva tras unas vacaciones en la isla). Numerosas

GEHIRN UND GEIST / MEGANIM

investigaciones constatan, además, lo propensa que es la memoria
humana a las distorsiones (si no, algunas vacaciones no nos resul- Lóbulo temporal medio
tarían, desde la retrospectiva, tan románticas).

de ser, muchas personas se basan siempre en la
misma estrategia de estudio: marcan o subrayan
en el libro los párrafos que les parecen impor-
tantes y los repasan una y otra vez. Sin embar-
go, es la variedad la que contribuye a anclar los
conocimientos en el cerebro. Repetir sin cesar el
diálogo que el profesor ha puesto como ejemplo
en el curso de idiomas resulta menos productivo
que leer el texto, escucharlo, decirlo en voz alta
para sí mismo y poner en práctica los modismos
aprendidos. Cuanta más diversidad, mejor.
• Error número 3: Marcar sin pensar. La recopi-
lación pasiva de datos, sin digerirlos o desarro-
llarlos, supone a menudo una pérdida de tiempo.
Por el contrario, si se expresa el conocimiento con
las propias palabras y se aplica y traslada a otros
ejemplos, se conseguirán mejores resultados. En-
tender una norma gramatical resulta más útil que
aprendérsela de memoria.
• Error número 4: Miedo a equivocarse. Para
no parecer tonto, algunos individuos evitan la
autoproducción (chapurrear unas frases en una
lengua en la que no se está todavía versado, por
ejemplo). La timidez resulta en este caso con- Aprender para la vida
traproducente, ya que la repetición activa de lo Motivos intrínsecos que se
desarrollan «desde dentro
aprendido, aunque sea rudimentaria, resulta efec- hacia afuera» (la curiosidad,
tiva. Practique el idioma que está aprendiendo por ejemplo) favorecen el éxi-
cuando coincida con un nativo. En el peor de los to en el aprendizaje más que
los extrínsecos (el deseo de
casos, obtendrá de respuesta una expresión de
elogios y reconocimiento). Así
desconcierto. lo indica un antiguo dogma.
Sin embargo, la cuestión no
Con todo, ¿pueden formularse reglas generales está del todo clara: existen
estudios que revelan que el
válidas para el estudio? Cada proceso de aprendi- prestigio o el dinero pueden
zaje apenas se asemeja a otro: entrenarse en una igualmente estimular el
disciplina deportiva (sea el tenis o el tiro con arco) aprendizaje aunque solo sea
como medio para un fin.
es distinto a estudiar para la selectividad o apren-
der programación. («Interests and learning». U. Schie-
fele en Encyclopedia of the science of
Una de las conclusiones más destacadas que ha learning, págs. 1623-1628. Springer,
aportado la psicología del aprendizaje al cabo de Heidelberg, 2012)

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 35

MEMORIA Y APRENDIZ A JE

Los cinco métodos más aconsejables

El psicólogo John Dunlosky, de la Universidad estatal de Kent, ha revisado junto con sus colaboradores alrededor de 700 trabajos que
someten a un test práctico las diversas técnicas de aprendizaje. A partir de estos datos, los investigadores establecen una jerarquía
que va desde recomendable hasta obstaculizador. Entre los menos exitosos se encuentran el resaltado de informaciones (marcar un
texto) y la lectura repetida. Sin embargo, según las encuestas, estos son los métodos más difundidos entre los estudiantes. El equipo
de Dunlosky valoró otros cinco métodos como útiles:

1. Autoevaluación
La forma más segura de retener nuevos
conocimientos consiste en expresarlos de
manera activa. Resulta beneficioso explicar
a otras personas lo que se ha aprendido y
dejarse acribillar a preguntas. Ello revela el
contenido que queda por entender.
La autoevaluación surte efecto incluso
cuando apenas se tienen conocimientos
sobre un asunto. Los investigadores pidie-
ron a los probandos que explicaran lo que
sabían sobre un tema antes de comenzar la
respectiva unidad didáctica. Tras este árido
ejercicio, en las siguientes lecciones retuvie-
ron más información que sin él. Al parecer,
la preparación mental ayuda a incorporar
nuevos conocimientos a los ya existentes.
2. Aprender en porciones manejables
Aprender en pequeñas dosis a lo largo del
tiempo resulta por lo general más efectivo
que «tragarse» una gran cantidad de cono-
cimientos de forma concentrada. Debe dis-
tribuirse el plan de estudios en segmentos
lo más manejables posible e introducir de
forma regular fases de comprobación y
de distensión entre las unidades didácticas.
3. Preguntarse por qué
¿Cómo es que la teoría de la evolución
proporciona una explicación para la biodi-
versidad? ¿Por qué motivo en italiano los
adjetivos se ponen a veces delante y otras
detrás del sustantivo? ¿Por qué una perso-
na no puede hacerse cosquillas a sí misma?
Si se incita a argumentar, reflexionar y no
conformarse, las respuestas suelen fijarse
mejor.
Los pedagogos saben que sirve de poco
bombardear a los alumnos con respues-
tas prefabricadas. ¿Cuál es el problema?
¿Por qué vale la pena resolverlo? ¿Y cómo
puede lograrse? Por regla general, los estu-
diantes sacan más provecho de tales pre-
guntas. Pero muchas lecciones y libros de
texto ofrecen pocos alicientes para inferir
por uno mismo. Un posible motivo: pue-
de tardar en encenderse la bombilla. Dar
las soluciones funciona más rápido, pero
también peor.
4. Saber lo que (aún) no se sabe
Muy similar a preguntarse el porqué, es lo
que los psicólogos denominan «autoexpli-
cación». Aquí no se insiste en el conteni-
do del aprendizaje en sí mismo sino en el
propio trasfondo: ¿qué tiene que ver con lo
que ya sé? ¿Me recuerda a algo? ¿Cómo en-
caja en mis conocimientos previos? ¿Dónde
tengo lagunas todavía? Una ventaja de este
método estriba en que el conocimiento
metacognitivo activado de esta manera
facilita abrirse camino por entre la jungla
de información. A menudo ayuda a conocer
lo que (todavía) no se conoce.
5. Aprender de forma variada
Leer, anotar conceptos clave, autoexplicar-
se las interrelaciones, contárselas a otros y
hacerse preguntas. La mezcla de métodos
ofrece la mejor garantía para una recorda-
ción robusta.

(«Improving student’s learning with effective learning techniques: Promising directions from cognitive and educational psychology».
J. Dunlosky et al. en Psychological Science in the Public Interest, vol. 14, págs. 4-58, 2013)

más de cien años de investigación es que existen
diferentes sistemas de memoria, los cuales fun-
cionan con independencia unos de otros. En parte,
para cada uno existe una máxima.
¿Quiere usted mejorar su bagaje cultural con
datos y observaciones ingeniosas y así brillar en
¿Ahora además
las conversaciones informales? La memoria se-
tenemos que mántica entra aquí en juego, pues contiene infor-
aprender a maciones almacenadas y recuperables de forma
consciente. En el hipocampo se encuentra su cen-
aprender? La
tro de control. Se trata de una estructura curva
verdad es que con nombre de caballito de mar y que se aloja
ya lo hacemos en la parte interna del lóbulo temporal medio
[véase «El hipocampo, un enigma por resolver»,
por Helmut Wicht; Cuadernos de Mente y cere-
bro n.o 1, 2012] . Su capacidad de procesamiento
representa algo así como el cuello de botella del
aprendizaje de datos. Sin embargo, el estudian-
te no solo debe escoger bien las informaciones
que desea recodar (su cerebro no puede retenerlo
todo), sino también dotarlas de significado.
Los efectos beneficiosos de estas medidas las
puede comprobar el lector en el estudio de acon-
tecimientos históricos. Si los viste con narraciones
vívidas, incluso emocionales, su memorización re-
sulta más sencilla. ¿Por qué motivo? El hipocampo

36 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

se encuentra en estrecha conexión con la vecina
amígdala, la cual asigna significado emocional a
los estímulos sensoriales. De ahí que, por lo ge-
neral, recordemos mejor los sucesos que desatan
sentimientos.
Si el objetivo es aprender la práctica de algún
deporte (jugar a tenis o a golf), no existe mejor
camino que el de ejercitarse en ello regularmen-
te, ya que de esta forma se activará la memoria
procedimental. Las áreas premotora y motora de
la corteza cerebral almacenan programas de mo-
vimientos que los ganglios basales (estructura
que se halla cerca de la base del cerebro) ajus-
tan con precisión. El tenista o el golfista novel se
imagina los movimientos que debe coordinar,
los descompone en pasos individuales y los en-
saya y corrige hasta que, poco a poco, los ejecuta
de forma automática. El cuerpo es una máqui-
na de costumbres, por lo que no basta con alma-
cenar la información.
En la tranquilidad reside la virtud
¿Le interesa al lector adquirir alguna destreza para
maniobras concretas, como negociar un asunto
con un superior o flirtear con un colega? Con
frecuencia, en estos casos no es el conocimiento
limitado lo que desbarata los planes, sino la zo-
zobra, el darle vueltas al asunto. En el momento
decisivo resulta esencial mantenerse relajado y
«convocar» al genio que llevamos dentro.
El control de acción que se requiere lo propor-
cionan regiones del lóbulo frontal, entre ellas, la
corteza prefrontal. Para reforzarla tiene que darse
la correspondiente situación una y otra vez, es
decir, de manera sistemática (con un grado de difi-
cultad creciente). Si lo desea, puede usted ponerse
a prueba en una reunión de ventas simulada o
durante una charla en el bar.
Resumiendo, la mejor manera de aprender de-
pende al menos del tema, la situación y la finalidad
del aprendizaje. Pero ¿qué hay de la personalidad?
¿No resulta también decisiva? «Las preferencias
individuales no desempeñan una función tan im-
portante en el aprendizaje», asegura la psicóloga
Elsbeth Stern, del Instituto Federal de Tecnología
de Zúrich. Es cierto que algunas personas tienen
más facilidad para aprender, pero el modo de con-
seguirlo no obedece tanto al tipo de personalidad
de cada uno como se tiende a pensar.
La mayoría de las veces aprendemos incluso sin
darnos cuenta de ello. Evitamos el escalón con el
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
Caminar, sentarse,
estar tumbado
El movimiento hace sudar a
la sustancia gris. ¿Pero ayuda
la actividad motora también
durante el aprendizaje? La
investigación sobre cognición
corporizada aporta pruebas
de que la actividad muscu-
lar produce con frecuencia
efectos mentales. Así, tomar
impulso con los brazos favore-
ce la imaginación, y cerrar los
puños, la retención de listas
MEIKE TEICHMANN
de palabras. Parece que el res-
ponsable de este fenómeno se
encuentra en una especie de
efecto de precalentamiento:
a través de la actividad moto-
ra, el cerebro pasa a un estado
que tropezamos últimamente; nos preparamos de excitación que también
puede facilitar el aprendizaje.
una réplica para el próximo sermón del jefe, o evi-
Por supuesto, para estudiar se
tamos con antelación que nuestros hijos se fijen requieren más elementos.
en la enorme bolsa de caramelos que ocupa una
(Special issue: Modalities of body
de las estanterías del supermercado. engagement in mathematical acti-
En consecuencia, no podemos no aprender vity and learning en Journal of the
Learning Sciences, vol. 21, 2012)
nada. Sin embargo, por lo general queremos dis-
poner de los recursos necesarios para determi-
nados objetivos. Algunas máximas pueden alla-
narnos el terreno:
• Regla de oro número 1: Quien quiere aprender,
debe elegir. La capacidad de discriminar lo im-
portante de lo irrelevante, de concentrarse en la
información esencial, constituye el primer paso
para un aprendizaje exitoso. Es mejor afrontar
con coraje las lagunas que acumular detalles
anecdóticos y perderse entre ellos. Por supuesto
que la cantidad de materia necesaria para el estu-
dio depende de múltiples factores (el tiempo del
que se dispone y el propio talento, entre otros).
Oriéntese por aquellos que persiguen la misma
meta que usted (los círculos de estudiantes y
grupos de aprendizaje aportan este útil efecto
¿Con música?
Por término medio, las
secundario).
personas extravertidas se las
arreglan mejor con música de
• Regla de oro número 2: Quien quiere aprender, fondo que las introvertidas.
Pero la sonorización es en
debe relacionar. Nada de lo que aprendemos se
conjunto más bien impeditiva:
encuentra aislado. Cada fecha, cada vocablo, cada la distracción echa a perder el
teoría científica y cada paso de danza se integra efecto estimulante. Podemos
en lo que ya sabemos o dominamos. Como en una enmascarar peor la música
vocal que la instrumental.
gran red, establecemos relaciones entre elemen-
tos que, en principio, no tienen nada que ver. La («The impact of background music
on adult listeners: A meta-analysis».
inventiva apenas conoce fronteras, por lo que J. Kämpfe, et al. en Psychology of
la memoria resulta potencialmente inagotable. Music, vol. 39, págs. 442-448, 2011)
37
MEMORIA Y APRENDIZ A JE
Para saber más
MEIKE TEICHMANN
Gehirngerecht lernen: Eine
Lernanleitung auf neuropsy-
chologischer Grundlage.
P. Gasser. Hep, Berna, 2010.
Lernen zu lernen: Lernstrate-
gien wirkungsvoll einsetzen.
W. Metzig y M. Schuster (8.a
edición). Springer, Heidelberg,
2010.
Ten benefits of testing and
their applications to educa-
tional practice. H. L. Roediger
III et al. en Psychology of
Learning and Motivation,
vol. 55, págs. 1-36, 2011.
Bestnote. Lernerfolg verdop-
peln, Prüfungsangst halbieren.
M. Krengel (2.a edición). Eazy-
books, Berlín, 2012.
Self-regulated learning: Be-
liefs, techniques and illusions.
R. A. Bjork et al. en Annual
Review of Psychology, vol. 64,
págs. 417-444, 2013.
En nuestro archivo
Bases cerebrales del apren­
dizaje. U. Hermann en MyC
n.o 44, 2010.
Hacia un modelo unificado
de la memoria. F. Eustache en
MyC n.o 43, 2010.
Técnicas para la estimulación
del aprendizaje. G. Stix en IyC,
octubre de 2011.
38
El caudal de conocimiento ya disponible en el
cerebro decide cuándo y cómo una información
novedosa se almacenará en la memoria. Las per-
sonas habituadas a estudiar retienen contenidos
con mayor facilidad porque poseen más puntos
de conexión. La cita «a quién más tiene, más se le
dará» también sirve para la memoria.
• Regla de oro número 3: Quien quiere aprender,
debe olvidar. Incluso los maestros de la memoria
olvidan muchos datos. Al cerebro le resulta casi
inevitable desechar información cuando asimi-
la contenidos nuevos, puesto que la memoria
no trabaja como un banco de datos rígido, sino
como una red viva. La información más recien-
te desplaza a la antigua, los recuerdos se desva-
necen, retornan y cada vez que se recuperan se
almacenan algo cambiados. Para contribuir en
la reorganización del conocimiento continuo, se
intercalan con regularidad pausas y momentos
ociosos entre las fases de aprendizaje intensivas.
Asimismo, durante el sueño, nuestra memoria
alcanza un rendimiento de «altos vuelos» al
soltar lastre.
• Regla de oro número 4: Quien quiere aprender,
debe sentir. Las emociones se hallan íntimamente
ligadas con los procesos de aprendizaje. Sentimos
rabia cuando olvidamos una vez más un núme-
ro de teléfono o si no encontramos la manera de
recordar el nombre de aquel famoso escritor. Al-
gunas personas temen que su memoria las deje
en la estacada, por lo que se bloquean aún más.
Una estrategia para prevenir estas situaciones
consiste en aplicar sentimientos positivos a lo
aprendido. Puede que esta relación se antoje más
complicada si se trata de fórmulas binomiales,
términos médicos o artículos de derecho penal,
pero casi siempre existe un camino para hacer
agradable el aprendizaje: con juegos de pregun-
ta y respuesta, intercambiando información con
otras personas o a través de la utilidad práctica del
estudio. La diversión y la creatividad constituyen
ingredientes del aprendizaje que, con frecuencia,
se infravaloran.
Para finalizar, atemos los puntos más impor-
tantes para el aprendizaje:
Expresar el conocimiento con las propias pala-
bras es más provechoso que el estudio pasivo.
Aunque con frecuencia esta acción requiere es-
fuerzo, vale la pena: busque sus propias explica-
ciones, establezca conexiones comprensibles y
hable sobre ello con otras personas.
Con respaldo emocional resulta más sencillo
aprender. Quien estudia con amigos, suele apro-
vechar más que si trabaja con material didáctico.
Sin embargo, por lo común, el sistema de ense-
ñanza sigue prescindiendo de este consejo.
Aprendido no significa recordado. Para asegu-
rarnos de que podemos acceder al conocimiento
que hemos adquirido, es importante ponernos a
prueba durante el aprendizaje. Practique la con-
centración también bajo estrés.
Si todo lo dicho no le sirve de nada, no desespe-
re. Recuerde las palabras de William Shakespeare
(1564-1616): «El aprendizaje es un simple apéndice
de nosotros mismos; dondequiera que estemos,
está también nuestro aprendizaje».
Steve Ayan es psicólogo y redactor de
Gehirn und Geist, edición alemana
de Mente y cerebro.
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
 Ocho preguntas clave sobre el aprendizaje
L A REDACCIÓN

¿Qué tipo de estudiante soy?

¿Influye la edad en la manera de aprender?
L a tipología de aprendedores constituye uno de
  los temas de investigación todavía abiertos
en psicología. Su origen se remonta a una conoci-
da clasificación del químico y activista ambiental
S í. Las personas adultas y mayores aprovechan su bagaje de experiencias
al adquirir nuevos conocimientos, por lo que, en general, centran su
aprendizaje en lo que ya saben. Sustituyen el método del ensayo y error,
Frederic Vester (1925-2003), quien propuso cuatro
más propio de los jóvenes, por el predominio de las reglas. Es decir, en lu-
tipos: el visual, el auditivo, el háptico y el cognitivo.
gar de probarlo todo desde abajo, parten de las analogías con fenómenos
El primero retiene mejor la información gráfica; el
que les resultan familiares. A escala neuronal, esta tendencia se refleja en
segundo repite el contenido para sí mismo con frases
el aumento de la actividad en las áreas frontales, las cuales participan de
fáciles de recordar; el tercero se sirve de modelos
manera decisiva el control de la acción.
para entender los datos, y el último discute, punto
Hoy en día se sabe que el cerebro adulto genera neuronas nuevas, como
por punto, el contenido del aprendizaje (de ahí que
sucede en el hipocampo. Investigadores del grupo de Wei Deng y Fred Gage,
esta variante también reciba el nombre «comunica-
del Instituto Salk en La Jolla, descubrieron en animales que las nuevas célu-
tivo»). No obstante, la investigación empírica no ha
las en el giro dentado (una parte del hipocampo) eran las responsables de
confirmado que existan preferencias prefijadas a la
conectar temporal o espacialmente los acontecimientos que se producen
hora de estudiar.
de manera paralela (una capacidad elemental de la memoria). Aunque la
Las personas parecen organizarse acorde a la ex-
plasticidad decae de manera progresiva al iniciarse la edad adulta, nunca
periencia personal a la hora de aprender, lo cual a
desaparece por completo.
su vez influye en el éxito académico. Por ejemplo,
(Wenn das Gehirn älter wird. A. Aleman. C. H. Beck, Múnich 2013; «New neurons and new
quien se tiene por un aprendedor orientado a lo vi- memories: How does adult hippocampal neurogenesis affect learning and memory?»
sual capitula pronto ante los libros de texto áridos. W. Deng et al. en Nature Reviews Neuroscience, vol. 11, págs. 339-350, 2010)

Así pues, la clasificación de las personas según sea

su forma de estudiar funciona como una suerte de
«profecía autocumplida». Más vale olvidar el tipo
¿La gimnasia cerebral impulsa la memoria?
de aprendedor al que se pertenece y, en lo posible,
usar todos los sentidos cuando se estudia.
(«Learning styles: Concepts and evidence». H. Pashler et al.
en Psychological Science in the Public Interest, vol. 9,
C rucigramas, rompecabezas, actividades de concentración. Supuesta-
mente, resolver con regularidad ejercicios de gimnasia cerebral fortalece
la memoria. Sin embargo, este enunciado se ha puesto en tela de juicio. Un
págs. 105-119, 2009)
equipo dirigido por Adrian Owen, de la Universidad de Cambridge, confir-
mó con más de 11.000 probandos que, tras seis semanas de ejercicios en
línea para el entrenamiento de la inteligencia, solo se produjeron avances
en aquellos ámbitos en los que entrenaron. No se observó una mejoría
generalizada. En otras palabras, a quien se devane los sesos buscando un
«neurotransmisor de cuatro letras que comienza por G» es posible que
el ejercicio le ayude a encontrar la palabra en cuestión; no obstante, es
improbable que aumente su capacidad para retener palabras extranjeras
o acrónimos (sea GABA u otro).
Ulman Lindenberger, del Instituto Max Planck para la Investigación en
Educación de Berlín, recomienda que antes que decantarse por practicar la
gimnasia cerebral se opte por tareas que requieran cuerpo, mente e inte-
racción social. Como el baile. La actividad corporal, la memorización de se-
cuencias de pasos y el ambiente con personas afines surtirá un triple efecto.
(«Putting brain training to the test». A. Owen et al. en Nature, vol. 465, págs. 775-778, 2010;
MEIKE TEICHMANN

«Enrichment effects on adult cognitive development: Can the functional capacity of older
adults be preserved and enhanced?» C. Hertzog et al. en Psychological Science in the Public
Interest, vol. 9, págs. 1-65, 2009)

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 39

MEMORIA Y APRENDIZ A JE

¿Promueve el mundo digital la estupidez?

E n 2012, el director de la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Ulm,

Manfred Spitzer, planteó en su superventas Demencia digital una
aguda tesis: la omnipresencia de las nuevas tecnologías, entre ellas,
el teléfono móvil, la tableta o las redes sociales en línea debilitan las
capacidades cognitivas. ¿Es cierto? En gran medida, depende del uso
que se haga de ellas. Si bien su utilización reduce la práctica de ciertas
tareas que estas tecnologías realizan por nosotros (calcular, corregir
un texto, memorizar y marcar un número de teléfono, etcétera), se
ha constatado que favorecen la memoria operativa o el cambio flui-
do entre diversas tareas en las personas habituadas a trabajar con
ordenadores e Internet. En conclusión, no puede hablarse de una
disminución de la inteligencia general o capacidad de memoria.
Cada vez más personas emplean medios auxiliares electrónicos
con fines didácticos, sea un entrenador de vocabulario a través del
teléfono inteligente o un curso de cocina en línea. En tiempos de
vacas flacas en los presupuestos de educación, proliferan los cursos
y las tutorías de las universidades que se ofrecen como aprendizaje
a distancia a través de la Red. Las informaciones y los ejercicios están
de este modo siempre disponibles desde casi cualquier lugar. Además,
solo se necesita colgar el contenido una vez en la página web, lo que
ahorra tiempo y costes. No obstante, el vínculo personal entre alumno
y profesor se debilita. En general, las plataformas de aprendizaje digi-
tal exigen mayor capacidad para la autoorganización del aprendizaje.
De la misma forma que medios de comunicación como la radio
o la televisión cambiaron los hábitos perceptivos de las personas,
la revolución digital no pasará sin dejar huella en los humanos. Sin
embargo, no existe por ello motivo para una inquietud generalizada.
(Demencia digital, por M. Spitzer. Ediciones B, 2013; «Children, wired: For better
and for worse». D. Bavelier en Neuron, vol. 67, págs. 691-701, 2010; «Online learning:
Campus 2.0». M. M. Waldrop en Nature, vol. 495, págs. 160-163, 2013)

MEIKE TEICHMANN

¿Tiene límites nuestro espacio cerebral de almacenamiento?

L a comparación de la memoria humana con un disco duro

  inspirada en el mundo de la informática resulta pertinaz.
Si bien un chip puede contener mucha información, aunque
limitada, el cerebro funciona de forma distinta que un orde-
nador. Aparte de que las personas disponemos de sistemas
de aprendizaje variados, cada uno de ellos presenta una ca-
pacidad potencialmente inagotable. No debería compararse
la memoria humana con un cajón rígido; antes bien, funciona
como una red en constante cambio y capaz de establecer
numerosas conexiones casi a voluntad.
(Das Konnektom. Erklärt der Schaltplan des Gehirns unser ich?
S. Seung. Springer, Heidelberg, 2012)

40 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

 «¿Aprendemos siempre de forma consciente?»

N o. La mayoría de los procesos de aprendizaje ocurren de manera inconsciente. En psicología se di-

ferencia la memoria declarativa o explícita de la no declarativa e implícita. Desde el punto de vista
neuroanatómico, ambas trabajan de forma separada, según se comprobó ya en la década de los cincuenta
del siglo xx a partir del caso Henry Molaison (1926-2008). Los neurocirujanos extirparon del cerebro de este
paciente epiléptico, conocido en la literatura médica como H. M., los focos que le provocaban los tormentosos
calambres. También extrajeron una gran parte del hipocampo (estructura cerebral decisiva para la memoria
declarativa) en ambos hemisferios del cerebro. La operación alivió de inmediato a H. M. de los dolores, mas
este pagó un alto precio por ello: a partir de ese día no fue capaz de retener ninguna información nueva, o
dicho con más precisión, era incapaz de almacenar nuevos datos de manera consciente.
Al cabo de pocos segundos de presentarle a una persona, H. M. olvidaba de quién se trataba. Sin embargo,
se descubrió que si un sujeto le ofrecía la mano para saludarle tras una presentación previa en la que el
individuo portaba una chincheta oculta, con la que había provocado dolor a H. M., este se negaba a repetir
el apretón de manos. En esos momentos, Molaison no recordaba nada del primer encuentro, pero ¿darle
la mano a un «desconocido»? Mejor no.

(«What’s new with the amnestic patient H. M.?» S. Corkin en Nature Reviews Neuroscience, vol. 3, págs. 153-160, 2002;
«Naturaleza y extensión del aprendizaje implícito». R. Schumacher y E. Stern en Mente y cerebro, n.o 36, págs. 32-37, mayo de 2009)

¿Podemos aprender durante el sueño?

S í y no. Dormir sirve, entre otras funciones, para consolidar la memoria. En el transcurso del sueño se
suprimen las conexiones superfluas y se generan nuevas sinapsis y neuronas. Al parecer, ello causa
que durante el sueño revivamos experiencias del día. Según demostró el grupo dirigido por Jan Born, de
la Universidad de Tubinga, recordamos mejor las palabras que hemos memorizado justo antes de irnos a
la cama. Además, parece posible mejorar la sensibilidad de regiones del cuerpo mediante la estimulación
directa de ciertas áreas de la corteza cerebral.
Sin embargo, la idea de que podemos almacenar conocimiento durante el sueño a través de una grabación
que nos recita de forma subliminal el contenido que queremos aprender es una patraña. Mejor mantenga
los dedos apartados de ofertas como Super learning, Deep learning o como quieran llamarse. En una oca-
sión, el actor Woody Allen bromeó sobre su experiencia con un método de lectura rápida que le permitió
leer Guerra y Paz de Tolstoi en un abrir y cerrar de ojos. ¿Qué recordaba de la obra? «Trataba sobre Rusia.»

(«Learning without training». C. Beste y H. R. Dinse en Current Biology, vol. 23, págs. R489-R499, 2013;
«The memory function of sleep». S. Diekelmann y J. Born en Nature Reviews Neuroscience, vol. 11, págs. 114-126, 2010)

¿Empleamos solo una parte de nuestro cerebro?

¿E l 30 por ciento? ¿Quizás el 10? ¿O incluso solo el 5 por ciento? Una y otra vez se escucha el rumor de
que las personas aprovechamos una pequeña parte de nuestra capacidad cerebral. Entonces, ¿por qué
llevamos a cuestas tantas neuronas en barbecho?
La propuesta de que en cada uno de nosotros duerme oculto un potencial insospechado resulta tenta-
dora. Nuestra materia gris trabaja siempre al límite acorde con las exigencias que le demandamos. Así, el
cerebro de un sujeto que haraganea en el sofá frente al televisor realizará menos trabajo que el de quien
repasa, como entretenimiento, los cálculos de la teoría de la relatividad de Einstein. Con todo, la cabeza de
los teleadictos no presenta áreas cerebrales desocupadas, aunque las que tiene seguro que podrían rendir
más. El cerebro posee plasticidad, pero no es ningún almacén de reserva.

(50 Great myths of popular science. S. O. Lilienfeld et al. Wiley, Nueva York, 2010)

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 41

 AVANCES
CO GNICIÓN
La actividad física mejora la atención
sostenida y el tono vagal
La práctica habitual de deporte repercute de forma positiva, aunque selectiva,
sobre el rendimiento de los sistemas nerviosos central y autónomo
ANTONIO LUQUE C A SADO, MIKEL Z ABAL A DÍA Z Y DANIEL SANABRIA LUCENA
M
ens sana in corpore sano. El
antiguo lema sigue vigente en
nuestros días. Hoy, numerosas­
investigaciones demuestran que la activi­
dad física ejerce una función esencial en la
protección de la salud física y mental [véase
«Los beneficios del ejercicio»; por S. S. Bas­
suk, T. S. Church y J. E. Manson en Investi-
gación y ciencia, febrero de 2014].
Se ha constatado que la práctica regular
de actividad física mejora el funcionamien­
to del sistema nervioso autónomo (SNA) y
fa­vorece las adaptaciones estructurales y fun­
cionales beneficiosas para el sistema ner­
vioso central (SNC). Entre otros beneficios,
previene la neurodegeneración y promueve
la neurogénesis así como el crecimiento de
capilares sanguíneos en el hipocampo, la
corteza motora, el cerebelo y los ganglios
CORTESÍA DE ERGONOMÍA SOLEI
42
basales. Pero ¿de qué manera influye la
práctica de deporte regular en el organismo?
Para resolver la incógnita, decidimos
centrarnos en la relación entre el SNA y
el SNC, y en la influencia que desempeña el
ejercicio físico regular a través de las adap­
taciones fisiológicas y la interconexión que
se produce entre ambos sistemas.
Distribuimos a 26 adultos jóvenes en
dos grupos: 13 de ellos presentaban una
excelente forma física; los otros tantos
llevaban una vida sedentaria. Evaluamos
su capacidad de atención sostenida y tem­
poral (habilidad de generar expectativas
sobre eventos futuros) y la percepción del
tiempo. Estos datos nos proporcionaron su
rendimiento cognitivo.
Mientras llevaban a cabo las pruebas, re­
gistramos la variabilidad de la frecuencia
cardíaca (VFC) de cada probando. Para me­
dir la interacción entre el SNA y el sistema
cardiovascular de cada sujeto, utilizamos
las oscilaciones temporales entre los lati­
dos cardíacos. Ya que la variabilidad de la
frecuencia cardíaca se relaciona con el fun­
cionamiento del SNA, nos permitía cono­
cer la predominancia del sistema nervioso
simpático o parasimpático. En este sentido,
el aumento de VFC revelaba un predomi­
nio del sistema nervioso parasimpático
(o vagal), mientras que una reducción de
la misma indicaba una preeminencia del
sistema nervioso simpático.
Mejoras cognitivas
El ensayo reveló tres hallazgos importan­
tes. Primero, los participantes mostraban
unos valores de VFC mínimos mientras
desarrollaban las tareas de percepción
temporal. Ello confirmaba la influencia
de este proceso cognitivo sobre el funcio­
namiento del sistema nervioso autónomo
(responsable de las acciones involuntarias,
tales como respirar o sudar).
Segundo, la variación de frecuencia car­
díaca disminuía a medida que la duración
de la actividad atencional aumentaba; esto
solo ocurría en los probandos sedentarios.
Así, las personas con una buena condición
física presentaban un sistema nervioso
CON MOVIMIENTO, MÁS CONCENTRACIÓN
Según registraron los investigadores, las
personas que practicaban ejercicio con re-
gularidad presentaban una mejor capacidad
para mantener la atención durante un tiem-
po, además de un sistema autónomo más
eficiente.
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
autónomo más eficiente que los menos
deportistas ante las tareas cognitivas de
larga duración.
Tercero, los individuos que practicaban
ejercicio físico con regularidad obtuvie­
ron un mejor rendimiento en las tareas
de atención sostenida (tardaban menos
en responder).
Todo ello lleva a pensar que los pro­
cesos perceptivos influyen en el fun­
cionamiento del sistema nervioso autó­
nomo. Por otra parte, tanto los resultados
FAR M ACOLO GÍA
Los estimulantes no facilitan el aprendizaje
Demuestran que la medicación para el trastorno por déficit de atención e hiperactividad no mejo-
ra el rendimiento académico a largo plazo de los pacientes; tampoco el de las personas sanas
K ATHERINE SHARPE
B
en, de diez años, no podía estarse
quieto ni un instante. En casa lleva­
ba a cabo tres actividades a la vez:
jugaba con su tableta, daba su opinión
mientras veía la televisión y hacía rodar
una pelota. A veces, golpeaba las paredes;
otras, literalmente, rebotaba en ellas.
En el colegio, sin embargo, su compor­
tamiento era otro. Casi todos los días, se
sentaba en clase con la cabeza sobre el pu­
pitre. «Como una mole vencida», recuerda
su madre, Suzanne Harkless, trabajadora
social de Berkeley, en California. Las notas
de Ben eran bajas y su profesor ya no sabía
cómo ayudarle. Harkless decidió llevar al
niño a un terapeuta, quien le diagnosticó
un trastorno por déficit de atención e hi­
peractividad (TDAH). También le recetó me­
tilfenidato, un estimulante que se usa para
mejorar la concentración en estos pacientes.
Reacia a medicar a su hijo, la madre deci­
dió administrarle la primera dosis una ma­
ñana que podía acudir al colegio a observar
a su hijo. «No realizó su tarea con mucha
rapidez, pero la terminó, y después ayudó
a la compañera que se sentaba a su lado.
Me quedé boquiabierta», explica Harkless .
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
fisiológicos como los conductuales sugie­
ren que el principal beneficio del ejercicio
físico regular y, con ello, de una buena
condición física, parece estar asociado
con los procesos que implican la atención
sostenida.
Sin embargo, se requieren más estu­
dios para clarificar si existe una estracha
relación causal entre la actividad física re­
gular y sus beneficios a nivel cognitivo. En
un futuro próximo prevemos incluir en
las investigaciones técnicas de registro y
Los casos de TDAH van en aumento a
escala mundial, sobre todo en Estados Uni­
dos, país en el que la cifra de afectados al­
canza un 11 por ciento entre los niños de
4 a 17 años. De estos, entre la mitad y los
dos tercios reciben farmacoterapia, deci­
sión a la que con frecuencia se llega por la
necesidad de encontrar una solución para
los problemas escolares. Se sabe que un
número elevado de adolescentes y adultos
jóvenes sin TDAH utilizan los fármacos con
el fin de mejorar su rendimiento escolar o
universitario.
A medida que el uso de los fármacos se
ha extendido, ha crecido también su presti­
gio cultural. Los estimulantes se han gana­
do una reputación de «turboalimentado­
res» de la inteligencia; incluso noticias en
los medios de comunicación que critican
su uso se refieren a ellos como «pastillas
de las buenas notas», «potenciadores cog­
nitivos» y «esteroides mentales».
A la mayoría de las personas con TDAH,
estos medicamentos compuestos de me­
tilfenidato o anfetamina les tranquilizan
de manera inmediata a la par que aumen­
tan su capacidad de concentración. Pese a
análisis más potentes; entre ellas, la elec­
troencefalografía.
Antonio Luque Casado, Mikel Zabala Díaz
y Daniel Sanabria Lucena
Dpto. de educación física y deportiva
Dpto. de psicología experimental
Universidad de Granada
Para saber más
Cognitive performance and heart rate varia­
bility: The influence of fitness level. Antonio
Luque-Casado, Mikel Zabala, Esther Morales et
al. en PloS ONE, en línea, febrero de 2013.
que estos cambios apoyan la utilidad de
los fármacos en esos casos, proliferan los
estudios que advierten de que los benefi­
cios terminan aquí. Según indican diversas
investigaciones, las mejoras no se traducen
en mejores logros académicos ni en una
mayor adaptación social a largo plazo.
Aquellos sujetos que fueron medicados
cuando eran niños no muestran de adultos
una reducción en la conducta antisocial,
el abuso de sustancias o la frecuencia de
arrestos por delito, por ejemplo. Un trabajo
reciente sugiere, además, que la medica­
ción puede perjudicar a algunos niños.
Tras décadas de investigación, ha que­
dado claro que los fármacos no poseen el
poder de transformación que sus fabrican­
tes querían hacer creer a los padres. «No
conozco ninguna prueba que demuestre
que la medicación sea beneficiosa a largo
plazo», indica James Swanson, de la Uni­
versidad de California en Irvine.
Ahora, los investigadores intentan cono­
cer el porqué de estos límites. La respuesta
podría encontrarse en un uso subóptimo
de los fármacos o en su incapacidad para
abordar otros factores involucrados en el
43
AVANCES
rendimiento escolar, como los problemas
de aprendizaje. O quizá sea que las perso­
nas esperan demasiado de una solución
sencilla para una cuestión tan compleja.
«Las expectativas que nos creamos de un
medicamento puede que no partan de
un planteamiento realista», señala Lily
Hechtman, de la Universidad McGill, en
Montreal.
Efectos inconsistentes
En 1937, el psiquiatra Charles Bradley
(1902-1979) informó de que niños proble­
máticos tratados con sulfato de benzedri­
na, un estimulante, se tranquilizaban, su
comportamiento mejoraba y estudiaban
más. Desde entonces se ha confirmado
que los fármacos estimulantes disminu­
yen los síntomas principales del TDAH: la
actividad incesante y molesta y una falta
de reflexividad e inhibición.
En concreto, los estimulantes incre­
mentan los niveles de dopamina, neuro­
transmisor que actúa sobre las regiones
cerebrales involucradas en la atención, el
autocontrol y la percepción de una activi­
dad gratificante. Producen efecto de inme­
diato y ayudan a un 80 por ciento de los
pacientes con TDAH, lo que los convierte
en uno de los psicofármacos con mejor tasa
de eficacia.
Años de investigación, tanto en el labo­
ratorio como en las aulas escolares, con­
firman que estos medicamentos ayudan a
los niños con trastorno de hiperactividad
a mejorar su comportamiento; se mueven
menos; obtienen mejores resultados en
las pruebas que requieren concentración
y memoria a corto plazo; toman mejor
los apuntes, y colaboran más en las tareas
domésticas. Nora Volkow, directora del
estadounidense Instituto Nacional sobre
el Abuso de Drogas confirma que estos
beneficios se trasladan al mundo real, al
menos a corto plazo. «Ayudan al niño a
fijar la atención», asegura. Y agrega: «Las
calificaciones mejoran».
Sin embargo, algunos estudios sobre
los efectos de la medicación para el TDAH
que se han prolongado hasta más allá de
un año concluyen que los beneficios dis­
44
THINKSTOCK / SOMMERSBY
minuyen o incluso desaparecen a largo
plazo.
A comienzos de la década de los noven­
ta del siglo xx, cuando la prescripción de
estimulantes empezaba a aumentar, el
Instituto Nacional de la Salud Mental de
Estados Unidos financió una investigación
destinada a comparar las diversas terapias
para el trastorno por déficit de atención e
hiperactividad. Los responsables del «Estu­
dio de tratamiento multimodal de niños
con TDAH» (MTA, por sus siglas en inglés)
asignaron de forma aleatoria a 579 niños
con edades comprendidas entre los siete
y los diez años y con TDAH uno de cua­
tro tratamientos posibles: farmacoterapia,
terapia conductual, una combinación de
ambas o cualquier intervención que estu­
vieran recibiendo en esos momentos.
Catorce meses después, los sujetos a los
que se había tratado solo con medicación
o con una intervención combinada (fárma­
cos y terapia conductual) mostraron una
mejoría mayor de los síntomas principales
del trastorno en comparación con los de­
más participantes. En cuanto a los logros
académicos, tan solo los niños que recibie­
ron un tratamiento combinado superaron
al grupo que recibía un cuidado constante.
Tres años después, ninguno de los cuatro
grupos destacaba sobre el otro en ningún
aspecto. Dicho de otro modo, la interven­
ción terapéutica respectiva no consiguió
beneficios duraderos en las calificaciones,
ni en el resultado de los exámenes ni en
la adaptación social. Transcurridos ocho
años, los resultados permanecían igual.
«No había nada en lo que nos pudiéramos
basar para concluir que se producía un
efecto a largo plazo», comenta Swanson,
uno de los autores principales del MTA.
La mayoría de los estudios llevados a cabo
en los 20 años posteriores confirman esos
resultados. Una revisión bibliográfica efec­
tuada en 2012 y que incluía el análisis de
niños con TDAH a los que se había realizado
un seguimiento a lo largo de tres o más años
aportó escasas pruebas de que los fármacos
produjeran efectos destacados en los resulta­
dos de los exámenes rutinarios de los niños,
en sus calificaciones o en su capacidad de
controlar su comportamiento durante un
año. En 2013, una revisión de ensayos alea­
torios controlados y cuya duración abarcaba
más de 12 meses determinó conclusiones
parecidas: apenas existen pruebas de que
mejoren los síntomas del TDAH o los resul­
tados académicos más allá de un año.
Algunas pruebas incluso demuestran
que la medicación puede empeorar los re­
sultados. En 2013, un grupo de economis­
tas publicó un trabajo en el que examina­
ban los efectos de un cambio de política en
Quebec por el cual miles de niños recibían
tratamiento con metilfenidato. Según con­
cluyeron, los sujetos que habían empezado
a tomar el fármaco manifestaban un peor
rendimiento en el colegio y presentaban
más posibilidades de abandonar el centro
que los probandos con un nivel de sínto­
mas similar pero que no recibían medica­
ción alguna. Las niñas que consumían el
medicamento mostraban más problemas
emocionales; en ambos sexos, las relacio­
nes con sus padres habían empeorado.
Pocos estudios confirman las mejoras
en el rendimiento académico a largo plazo,
y en ese supuesto, resultan muy leves. Una
investigación puso a prueba a 594 escola­
res de 5 a 11 años que habían seguido un
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
tratamiento a causa del TDAH. Reveló que
los probandos que habían tomado medi­
cación durante al menos un año obtenían,
en comparación con los que no se habían
medicado, 3 puntos más, de un total de
100, en los ejercicios de matemáticas y 5
puntos por encima en las actividades de
lectura.
Sin embargo, estos hallazgos resultan in­
suficientes para sacar conclusiones sobre la
brecha existente entre las puntuaciones de
los niños. Por otro lado, la mejora se perdía
con el tiempo; incluso en los sujetos que
seguían tomando la medicación, según
Stephen Hinshaw, de la Universidad de
California en Berkeley y coautor del MTA.
En 2012, una investigación llevada a cabo
en Islandia, único país en el que el porcen­
taje de utilización del estimulante es equi­
parable al de Estados Unidos, constató que
las puntuaciones de los niños con TDAH
entre los 9 y los 12 años decrecían, por tér­
mino medio, en las pruebas estandarizadas
de matemáticas. Ese descenso era menor
en los escolares que habían comenzado a
tomar el fármaco antes en comparación
con los que habían iniciado el tratamiento
medicamentoso más tarde.
Es posible que existan beneficios a lar­
go plazo que los estudios hasta la fecha no
hayan descubierto. No obstante, dada la
abundancia y la consistencia de los datos,
parece que los estimulantes no influyen en
la mayoría de los millones de niños que los
toman, opina Alan Sroufe, psicólogo emé­
rito de la Universidad de Minnesota, en
Minneapolis. «Si así fuera, no sería difícil
detectarlo.»
Una paradoja desconcertante
Los investigadores comienzan a abordar el
siguiente dilema: ¿cómo es posible que un
medicamento que consigue que los niños
se queden quietos y presten atención no
mejore las calificaciones?
Pueden conjeturarse diversas explicacio­
nes. Una respuesta posible señalaría que
los niños se convierten en tolerantes al fár­
maco. Otra, que la dosis desempeña una
función destacada: a medida que los niños
crecen y aumenta su peso, debe ajustarse la
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
dosificación de mantenimiento, factor que
no siempre se contempla. Una más: mu­
chos pacientes dejan la medicación, sobre
todo en la adolescencia, cuando comien­
zan a notar que afecta a su personalidad.
A veces también la rechazan a causa de sus
efectos secundarios, los cuales incluyen
dificultad para conciliar el sueño, pérdida
del apetito y cambios de humor, así como
aumento de la frecuencia cardíaca. Un ter­
cer motivo plantearía que los estimulantes
mejoran la conducta, pero no las funciones
intelectuales.
En los años setenta, Russell Barkley y
Charles Cunningham, de las universida­
des de Carolina del Sur y McMaster, res­
pectivamente, advirtieron que cuando
los niños con TDAH tomaban estimulan­
tes, los padres y profesores percibían un
importante aumento en su rendimiento
académico. Sin embargo, a partir de las
mediciones objetivas, se observó que la
calidad del trabajo de los escolares no había
cambiado. Lo que parecía un incremento
en el rendimiento académico no era más
que una mejora de la conducta en clase.
Los autores sugirieron, no obstante, que
si la medicación hacía que los niños se
esforzaran más, se la consideraría eficaz,
por lo que se desatendería la ayuda que
necesitan. Janet Currie, de la Universidad
de Princeton, señala que precisamente
este fenómeno podría haber influido en
los resultados del estudio de Quebec, que
revelaba un menor rendimiento entre los
escolares que habían seguido una terapia
medicamentosa.
Aún cabe otra posible explicación, a
saber, que los fármacos no resulten sufi­
cientes para solucionar el problema. Los
medicamentos estimulantes presentan dos
efectos principales: por un lado, contribu­
yen a que la persona desarrolle una activi­
dad mental sostenida; por otro, favorecen
que perciba como interesantes las tareas
monótonas y repetitivas. Esas capacidades
son necesarias en numerosas tareas escola­
res, aunque no en todas. Los niños tratados
con estimulantes se muestran capaces de
completar una hoja de cálculo con proble­
mas matemáticos sencillos más deprisa
y con mejores resultados de lo habitual,
explica Volkow; pero cuando se requiere
un pensamiento más flexible, por ejem­
plo, si cada problema de la hoja de cálculo
necesita un tipo de solución diferente, los
estimulantes no ayudan.
Impacto intelectual mediocre
En los alumnos que no presentan un tras­
torno por déficit de atención e hiperactivi­
dad, pero que consumen fármacos sin rece­
ta con el fin de mejorar en las actividades
académicas, el impacto intelectual de los
estimulantes resulta mediocre. Psicólogos
de la Universidad de Pensilvania constata­
ron en 2012 en un estudio que analizaba
los efectos de la anfetamina Adderall en
personas sin TDAH que los probandos no
presentaban ninguna mejora, según se
desprendía de las numerosas mediciones
cognitivas que llevaron a cabo. Tampoco
se daba ese efecto en las personas que to­
maban la medicación y opinaban que su
rendimiento había incrementado.
Algunos expertos indican que el aumen­
to de la concentración aporta beneficios,
pero muchos niños con TDAH necesitan
ayuda en otras áreas para tener éxito en
la escuela. «Existen diferentes factores»,
afirma Joshua Langberg, de la Universidad
de Virginia Commonwealth en Richmond.
«Uno de ellos es, por supuesto, la conducta
y la capacidad de concentración, aspectos
en los que la medicación contribuye, pero
a ello se suman unas habilidades básicas
en matemáticas y lectura, el cociente de
inteligencia y la capacidad para planificar
y utilizar bien su tiempo. No está claro por
qué esperamos que la medicación actúe en
todos estos ámbitos.»
Con todo, algunos investigadores pien­
san que la falta de pruebas sobre los be­
neficios académicos a largo plazo se debe
a un mal diseño del estudio. Peter Jensen,
uno de los principales autores del MTA,
cree que si se hubiera mantenido a los ni­
ños en el protocolo de la investigación, los
avances en su rendimiento habrían perdu­
rado. Ensayos aleatorios controlados más
prolongados serían un desafío desde el
punto de vista técnico y ético, pero ponen
45
AVANCES

4,0
Unidades estándar de medicamentos (miles de millones)

Otros países RECETAS POPULARES dificultad que tenga el niño. Sin embargo,
Estados Unidos En Estados Unidos se si el problema en ese momento reside en
3,5
prescriben muchos más que no supera segundo de primaria o no
fármacos para el TDAH tiene ningún amigo en tercero, debemos
3,0
que en todo el resto del
actuar ahora para solucionarlo.»
mundo, aunque algu-
2,5 Algunos padres parecen entenderlo. La
nos países empiezan a
reducir esta brecha. madre de Ben asegura que las esperanzas
2,0
que ha puesto en la medicación son mo­

PUSH FOR PERFORMANCE». S. P. HINSHAW Y R. M.

FUENTE: IMS HEALTH / «THE ADHD EXPLOSION:
destas. Quiere que su hijo permanezca en

SCHEFFLER, OXFORD UNIVERSITY PRESS , 2014.

MYTHS, MEDICATION, MONEY, AND TODAY’S
1,5
el centro hasta sexto de primaria mientras
1,0 busca un colegio de enseñanza secundaria
que le pueda proporcionar la estructura
0,5 que necesita. «Mi objetivo ahora no es
conseguir que entre en una buena uni­
0
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 versidad», aclara, «sino mantenerlo en el
colegio».
al descubierto otro problema: la diferencia conservaban durante más tiempo sin im­ Otros padres pueden depositar en estos
entre el cuidado óptimo durante el ensayo portar el tratamiento que habían recibido. fármacos esperanzas poco realistas al ver
y el que reciben la mayoría de los niños en En cambio, los niños en una situación más que su consumo ha aumentado a escala
su rutina diaria. desfavorecida, por lo general, progresaban mundial. «La competencia en la actual eco­
Tras 14 meses (período del ensayo alea­ con mayor lentitud y sufrían una regresión nomía global se refleja en el fuerte incre­
torio), los participantes del estudio MTA cuando se finalizaba la intervención tera­ mento de la utilización de fármacos para
comenzaron a recibir lo que Jensen de­ péutica. Tanto la medicación como la tera­ el TDAH, sobre todo en Estados Unidos»,
nomina «tratamiento en la comunidad» pia conductual les resultaban beneficiosas. señala Richard Scheffer, de la Universidad
y describe como de escasa calidad. Según «Los niños con más problemas necesitan de California, en Berkeley. Para Currie, la
señala, pocos médicos supervisan de ma­ esta combinación», explica Jensen. cuestión se reduce a la transparencia. «Los
nera adecuada a los niños, lo que les impi­ Futuras investigaciones podrían averi­ padres se preocupan por lo que sus hijos
de conocer la dosis óptima que requieren guar si la medicación proporciona mejoras hacen en el colegio», explica, «es engañoso
o identificar y tratar alteraciones concomi­ sutiles que no se reflejan en los resultados decirles que esa medicación ayudará a sus
tantes, como en el caso de la depresión y la de las pruebas ni en las calificaciones. Nu­ niños a triunfar, cuando no existen prue­
ansiedad, que afectan al 70 por ciento de merosos investigadores opinan que una bas de que ello vaya a suceder».
los pacientes con TDAH. «Tan solo uno de temporada recibiendo medicación, cuan­
cada cuatro niños consigue algo parecido a do es necesaria, puede originar una espiral
Katherine Sharpe
lo que llamaríamos un buen tratamiento», creciente de autoestima, lo que supondría Periodista científica
subraya Jensen. una diferencia crucial en la vida del niño;
Artículo original publicado en Nature,
Cuando el grupo de autores del MTA no obstante, no existen datos consistentes vol. 506, págs. 146-148, 2014.
examinó los datos de seguimiento de los que sostengan tal teoría. «Puede ser que Traducido con el permiso de
Macmillan Publishers Ltd. © 2014
pacientes, advirtió que numerosos elemen­ el tratamiento no suponga unas mejores
tos fuera del ámbito clínico desempeña­ calificaciones a largo plazo, pero lo que me
ban una función destacada en la mejora gustaría ver es si estos niños se encuentran Para saber más
de larga duración. Al parecer, no dependía más integrados», apunta Jensen. A 14-month randomized clinical trial of
treatment strategies for attention deficit/
tanto del tipo de tratamiento como del Algunos expertos piensan que poner el hyperactivity disorder. Grupo cooperativo MTA
conjunto de factores presentes al comien­ foco de atención en los logros académicos en JAMA Psychiatry, vol. 56, n.o 12, págs. 1073-
1086, 1999.
zo de la terapia para el buen resultado de constituye un error. Según ellos, el objetivo
Does long term medication use improve the
la misma. Así, los niños con más ventajas de los fármacos no debe centrarse en me­ academic outcomes of youth with attention
personales y sociales (mayor inteligencia, jorar las calificaciones de los niños o en su deficit/ hyperactivity disorder? J. M. Langberg
mejores habilidades sociales, estructuras probabilidad de ser admitidos en las uni­ y S. P. Becker en Clinical Child and Family Psy­
chology Review, vol. 15, n.o 3, págs 215-233, 2012.
familiares sólidas, educación superior de versidades más prestigiosas. «Los fárma­
Objective and subjective cognitive enhancing
los padres, menores problemas de con­ cos se dan por sus efectos a corto plazo», effects of mixed amphetamine salts in healthy
ducta o situación socioeconómica más afirma Swanson. «No hay que esperar que people. I. Iilieva, J. Boland y M. J. Farah en Neu­
ropharmacology, vol. 64, págs. 496-505, 2013.
elevada) obtenían beneficios antes y los la medicación consiga deshacerse de cada

46 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

NEUROP SICOLO GÍA
Bases funcionales del sistema atencional
Sin que seamos conscientes de ello, nuestro cerebro cambia su cálculo de probabilidades con el fin
de adaptarse a los estímulos inesperados
ANTONIO AR JONA Y C ARLOS M . GÓMEZ
E
l cerebro humano desarrolla cons­
tantemente hipótesis sobre el fu­
turo próximo, con el propósito de
predecir qué ocurrirá en su entorno. Para
ello, utiliza la experiencia previa, elabora
conjeturas, las pone a prueba y, finalmen­
te, las rechaza o acepta según haya consta­
tado los sucesos previstos. El denominado
método hipotético-deductivo no es más
que una extensión del funcionamiento de
nuestro cerebro.
De esta manera, nos comportamos in­
conscientemente como investigadores
desde que nos levantamos de la cama. A
primera hora de la mañana ya buscamos
corroborar la hipótesis de que si pulsa­
mos el botón del despertador se apagará
la alarma.
Preparación cerebral
El fenómeno de «atender» o «prestar aten­
ción» podría definirse como el proceso a
través del cual nuestra consciencia se fo­
caliza de forma selectiva: filtra la infor­
mación y desecha la que no interesa. La
capacidad atencional se encarga de dirigir
la percepción hacia estímulos o tareas de­
terminadas. Existen dos tipos principales
de atención: una exógena (los estímulos
salientes o más destacados que capturan
nuestra percepción) y otra endógena (los
propios recursos atencionales se focalizan
de forma autónoma).
Cuando prestamos atención endógena
a un estímulo concreto, nuestro cerebro
desarrolla un esfuerzo neurocognitivo
previo a la percepción y a la acción. Pon­
gamos un ejemplo. Ante la luz roja de un
semáforo, el conductor frena el coche. A
partir de ahí, prepara los recursos cere­
brales que necesita para percibir con ra­
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
pidez la inminente luz verde y pisar el
acelerador.
Esta preparación anticipatoria se basa en
la experiencia previa de la persona como
automovilista. La información que ya po­
see por la experiencia le proporciona las
bases en las que apoyar la hipótesis sobre
lo que va a ocurrir a continuación. Esta
conjetura le permite preparar las acciones
y ejecutarlas de forma más efectiva. ¿Ima­
gina el lector qué ocurriría si después de
la luz roja se encendiese una de color azul
en vez de verde?
Una aproximación matemática trata
de asignar probabilidades a los eventos
en función de las claves ambientales. Esta
teoría, entre cuyos padres destaca Karl Fris­
ton, del Centro de Neuroimagen Wellcome
Trust del Colegio Universitario de Londres,
propone la hipótesis siguiente: el cerebro
humano calcula continuamente cuál será
el próximo evento más probable (S2) según
los estímulos actuales (S1). Desde la teoría
probabilística, este tipo de supuestos reci­
ben el nombre de probabilidades condicio­
nales (P(S2/S1)).
¿Qué probabilidad calculará nuestro ce­
rebro de que, en el semáforo, después de la
luz roja aparecerá otra de color verde? Si
descontamos el ámbar, el porcentaje se en­
contrará muy próximo a uno. ¿Y de que se
encienda una luz azul? Ninguna; es decir,
cero. De hecho, si aparece una luz azul, la
interpretación más probable será que he­
mos experimentado alguna ilusión ópti­
ca. Sin embargo, si la luz azul se enciende
de forma sistemática después de la roja,
empezaremos a cambiar la estimación de
la probabilidad condicional «rojo-verde»
(disminuyéndola) y la de «rojo-azul» (in­
crementándola).
Ondas neuronales reveladoras
A través de la variación negativa contin­
gente (CNV), una de las señales electroen­
cefalográficas, corroboramos estas hipó­
tesis sobre el funcionamiento del sistema
atencional. Esta onda neuronal se asocia
con la preparación del cerebro para percibir
ciertos estímulos y emitir una respuesta
adecuada.
Cuando ejecutamos alguna tarea, la CNV
se genera en el período que comprende
desde la percepción de los estímulos clave
hasta la aparición de aquellos que confir­
man o rechazan las conjeturas. En nuestro
estudio descubrimos que dicha señal se ac­
tualiza de manera permanente en función
de que las hipótesis previas se hayan ratifi­
cado o, por el contrario, descartado. De este
modo observamos que, cuando aparecía un
estímulo que no correspondía con la clave
percibida previamente, dicho estímulo ge­
neraba una onda P300. Esta señal se relacio­
na con la modificación de la hipótesis sobre
el entorno: indica que estamos cambiando
las probabilidades condicionales entre cla­
ve y estímulo. Este cambio lo comproba­
mos en el ensayo siguiente a uno con clave
incorrecta, pues la onda CNV disminuía su
amplitud, mientras que el tiempo de res­
puesta se incrementaba, lo que indicaba
que el probando restaba credibilidad a la
clave y al valor de las probabilidades con­
dicionales clave-estímulo.
En conclusión, el sistema atencional hu­
mano altera el valor que otorga a las claves
del ambiente según los resultados de sus
predicciones. En otras palabras, los recur­
sos atencionales se guían por un sistema
sumido en un balance continuo de proba­
bilidades cambiantes. Este sistema sería
nuestro «investigador encubierto», ya que,
47
AVANCES

El ciclo cognitivo-conductual: un esquema del pensamiento adaptativo

Para el estudio se colocaron unos auriculares a los probandos. En cada ensayo (bloques de 100 pruebas sin interrupción) aparecía un
estímulo visual ( flecha azul) y, a continuación, un breve sonido en uno de los auriculares. Tras el sonido, los sujetos debían responder,
mediante un pulsador con dos teclas, en la correspondiente al lado del que provenía el sonido (derecha o izquierda). En un 80 por ciento
de los ensayos, la flecha indicaba el lugar correcto del que aparecería el sonido (condición válida) y en un 20 por ciento el opuesto
(condición inválida) (a). A través de esta prueba, se estudió el modo en que los participantes desarrollaban hipótesis al tiempo que
actualizaban la credibilidad que le daban a la flecha como predictora del lado en el que aparecería el sonido. Mediante el análisis de
parejas de ensayos (válido-válido, válido-inválido, inválido-inválido e inválido-válido), observamos que la condición del primer ensayo
(N) influía en el tiempo de respuesta del segundo (N+1), siguiendo un patrón de decrecimiento (válido-inválido > inválido-inválido >
inválido-válido > válido-válido) (b). Asimismo comprobamos, a partir del electroencefalograma, que la onda P300 era mayor en los
ensayos inválidos (c), ya que estos provocaban una actualización de la credibilidad de la clave. Por su parte, las pruebas precedidas
por ensayos inválidos generaban una CNV menor, puesto que la credibilidad de la clave había disminuido y, como consecuencia, los
sujetos se preparaban menos para responder el lado que indicaba la flecha (d).

a c Ensayo N
Condición inválida Condición válida
7
Potencial eléctrico
(microvoltios) 5

1
P300
–1

–3
Estímulo Sonido Válido
previo Inválido
Transferencia
de información

b Tiempo de respuesta en el ensayo N+1 d Ensayo (N+1)

500 8
Tiempo de reacción

Potencial eléctrico

4
(milisegundos)

(microvoltios)

0
400
–4
Variación
–8 negativa
300
contingente
–12
Ensayo N Válido Inválido Inválido Válido Estímulo Sonido Válido
Ensayo N+1 Inválido Inválido Válido Válido previo Inválido

sin nosotros saberlo, trabaja de forma per­
manente para crear hipótesis novedosas y
corroborarlas, a fin de lograr una adapta­
ción eficiente al medio.
Mañana, cuando se encuentre parado
ante en un semáforo de peatones en rojo
confirmará la hipótesis de que a continua­
ción se encenderá el hombrecillo verde, los
coches pararán, las personas que esperan
cruzarán al otro lado de la calzada y usted
con ellas. Ahora bien, si la luz del semáforo Para saber más
cambia a azul, más vale que modifique sus The free-energy principle: A unified brain
theory? K. Friston en Nature Reviews. Neuro­
hipótesis. Ello evitará que le atropellen y
science, vol. 11, págs 127-138, 2010.
permitirá que su pequeño «averiguador A neurophysiological evaluation of a cognitive
interior» siga trabajando. cycle in humans. C. M. Gómez y A. B. Flores en
Neuroscience & Biobehavioral Reviews, vol. 35,
págs. 452-461, 2011.
Antonio Arjona Updating of attentional and premotor allocation
Carlos M. Gómez resources as function of previous trial outcome. A.
Dpto. psicología experimental Arjona, M. Escudero y C. M. Gómez en Scientific Re­
Facultad de Psicología ports, vol. 4, art. 4526, 2014. doi:10.1038/srep04526
Universidad de Sevilla

48 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

INSTANTÁNE A

Cerebro transparente
Hasta no hace mucho, los neurobiólogos debían seccionar el cerebro en finas láminas si querían
conocer en detalle su estructura. Desde 2013, una técnica de neuroimagen novedosa les facilita el
trabajo: se trata del método Clarity, que convierte en transparente el tejido cerebral superfluo, de
KWANGHUN CHUNG Y KARL DEISSEROTH, UNIVERSIDAD STANFORD

manera que la disposición de las neuronas se torna visible a los ojos del investigador sin necesidad
de cortes ni disecciones. Para ello, el tejido se fija por medios químicos. En concreto, se emplean
formaldehído y monómeros de hidrogel (acrilamida, entre otros). El «lavado» de los lípidos opacos
convierte las estructuras cerebrales en translúcidas.
Un equipo dirigido por Karl Deisseroth, de la Universidad Stanford, logró mediante esta técnica
mantener intacto el cerebro de un roedor a la vez que lo convertía en transparente. Ello les permi-
tió recoger imágenes como esta, en la que aparecen las terminaciones de las neuronas Thy1 de un
ratón transgénico y que los investigadores iluminaron con proteínas verdes fluorescentes. El antíge-
no de superficie Thy1 efectúa numerosas funciones en nuestro organismo: entre ellas, participa en
el crecimiento de las prolongaciones nerviosas. Las investigaciones con múridos han demostrado,
además, que los animales que carecen de Thy1 son incapaces de aprender a partir de las señales
sociales.

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 49

SINO P SIS

Desarrollo infantil: el primer año de vida

Tras nacer y durante un tiempo, el bebé depende de los padres para satisfacer sus necesidades
básicas. La única estrategia de que dispone para conseguir que le presten atención, y así asegurarse
su sustento, son el llanto y los gritos. Si las personas de referencia atienden de forma adecuada
a los ruegos del pequeño, este gana en seguridad y confianza. Las experiencias en los doce prime-
ros meses de vida resultan esenciales para sentar las bases de un desarrollo posterior saludable.

TEXTO: CHRISTIANE GELITZ / GRÁFICOS: ANKE HEINELMANN

noctu o diur
ño eñ

no
rn

Su
Sue

o
8o 8o
De los 3 a los 10 días 9 horas 9 horas
• Autorregulación: El bebé puede
aliviar las propias activaciones fisio-
lógicas y emocionales. Por ejemplo,
chupando.
• Sentidos: La capacidad auditiva
de la criatura es buena; su agudeza
visual, en cambio, tan solo le per-
mite ver los objetos que se en-
cuentran a una distancia de entre
20 y 25 centímetros. En el sexto mes
• Preferencias: El recién nacido
muestra predilección por los ros- • Alimentación: La leche materna ya no
tros y las voces humanas. También resulta suficiente; el bebé necesita pro-
prefiere el habla y las entonaciones teínas animales y verdura. No obstan-
que escuchaba cuando se encon- te, la sal y las especias no forman
traba en el vientre de la madre. parte todavía de la
dieta. Para las papilas
De las 4 a las 6 semanas
gustativas del niño,
De las 6 a las 8 semanas las comidas espe-
• Primera fase de ciadas resultan
balbuceos: El bebé aún demasia-
produce sonidos, • Mímica: La primera
sonrisa del niño suele do fuertes.
los cuales los pa-
dres emulan me- aparecer cuando los padres le
diante sones exage- sonríen o juegan con él.
rados y ralentizados;
incluso con mímica o
movimientos.

De los 3 a los 4 meses noctu o diur

ño eñ
no
rn

Su
Sue

• Desarrollo neuronal: La neocorteza crece y toma el

relevo al tronco cerebral en el control de la conducta.
• Motricidad: El bebé puede girarse y sostener, en
posición vertical, la cabeza erguida.
• Sentidos: En torno a los cuatro meses de vida se
desarrolla la visión binocular y el bebé gana en agude-
za visual; el rostro de los padres se convierte en una
fuente de información importante.
• Protoconversación: El niño muestra interés en
el intercambio visual, oral y gestual con los padres.
• Memoria: El bebé es capaz de anticipar aconte-
cimientos a partir de experiencias pasadas. 10 h ras 5 horas
o
• Emociones: A través de la expresión facial,
transmite interés, alegría, frustración, rabia,
preocupación o sorpresa.
• Autorregulación: Tras un repunte en el tercer
mes de vida, el bebé llora y grita cada vez me-
nos. De forma progresiva, se muestra más flexi-
ble en el manejo de los estímulos externos.

50 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

 De los 11 a las 12 meses

En el noveno mes • Desarrollo neuronal: Maduran la corteza prefrontal, el hipo-

• Permanencia del objeto: El bebé busca a las
personas y los elementos que desaparecen de su
campo visual; sabe que existen aunque no los vea.
• Miedo a la separación: Distingue a las personas
de confianza de las desconocidas; muestra las
primeras señales de miedo a la separación. Ante
la inseguridad, busca la cercanía de los referentes
más importantes.
• Referencia social: El bebé observa a la persona
de referencia y se orienta según
sus reacciones.
FOTOLIA / JAN ENGEL ( juguetes de bebé); FOTOLIA / LIDDY HANSDOTTIR; FOTOLIA / OKSUN70 (siluetas de bebé); ADAPTADO POR GEHIRN UND GEIST; COMPOSICIÓN: GEHIRN UND GEIST / ANKE HEINZELMANN
campo y las conexiones básicas entre el sistema límbico y la
neocorteza.
• Motricidad: El bebé se mantiene de pie solo y realiza los
­primeros intentos para andar. Por lo general, se sujeta todavía
de algún lugar.
• Referencia emocional y social: Gana seguridad a través
de la atención o apoyo de los padres; busca en ellos consuelo
o estimulación.
• Habla: Las primeras palabras se componen de dos sílabas
iguales; suelen ser «mamá» y «papá».

En el décimo mes

• Autoconsciencia: El bebé sabe

distinguirse de otros individuos.
• Revolución social y contacto
De los 6 a los 7 meses visual triangular: El niño quiere
orientar su atención junto con
• Desarrollo neuronal: Se perfecciona la la de sus padres a objetos de los
cooperación entre los dos hemisferios cere- que pretende comunicar o parti-
brales, lo que permite ampliar las capacidades cipar. Se trata de la base para el Un año
motoras y cognitivas del niño. desarrollo del lenguaje, la com-
• Segunda fase de balbuceos: El bebé intenta petencia social y el conocimiento
imitar, en forma de balbuceos, los sonidos del cultural. • Apego: El bebé ha construi-
habla. • Emociones: Muestra placer do una relación personal con
• Cognición: Entiende por primera vez las pa- o enfado. las personas de referencia y ha
labras habladas y las relaciones causa-efecto. • Habla: Forma las primeras desarrollado un sentimiento
• Atención: Se orienta a partir de la mirada ­sílabas. emocional de seguridad o inse-
de los padres; puede concentrarse de manera guridad. El apego influye, entre
alterna en las personas de referencia otros factores, en la explora-
y los objetos, así como dirigir la atención ción de su entorno.
a sus propias actividades. • Emociones: El miedo a la
• Jugar: Los objetos se convierten en el foco separación alcanza su punto
de atención de las actividades con otros. álgido.

noctu o diur
ño eñ
no
rn

Su
Sue

Atención: Las edades son orientativas. Esta evolución
varía de un niño a otro, por lo que no deben relacionarse
con un avance o retraso en el desarrollo del bebé. Por
ejemplo, la horquilla de edad en la que un niño dice sus
primeras palabras comprende entre los 10 y 18 meses
de vida.
Fuentes: Die Chancen der ersten Monate. Feinfühlige
Eltern; gesunde Kinder. U. Ziegenhain et al., Hospital
12 horas 1o
Universitario de Ulm, 2008. 2 horas
Auf dem Anfang kommt es an. Ein Kurs für junge
Eltern Kursmaterialien. U. Ziegenhain et al., Hospital
Universitario de Ulm, 2.a edición, 2012.

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 51

 REFUGIO MATERNO
Durante nueve meses, el niño
se encuentra bien protegi-
do en el útero de la madre.
Desde ese cobijo percibe los
estímulos provenientes del
mundo exterior.
ISTOCKPHOTO / NINJAMONKEYSTUDIO

52 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

NEURODESARROLLO
Neuroimágenes fetales
Incluso en el seno materno, los niños reaccionan a los estímulos ambientales.
Con ayuda de técnicas de última generación se investiga el modo en que
el cerebro del feto procesa la información del exterior
HUBERT PREISSL , FR ANZISK A SCHLEGER Y JANA MÜNSSINGER
«¡H
oy nuestro pequeño se ha
dado la vuelta solo por pri-
mera vez! Y me parece como
si lo hubiese parido ayer»,
anuncia una madre orgullo-
sa. A los padres les fascina la rapidez con la que
sus vástagos se desarrollan y aprenden día a día.
De repente, una criatura, en apariencia indefen-
sa, comienza a agarrar objetos, luego incorpora
el tronco, más tarde gatea sin parar por el hogar,
y en algún momento emite su primer «mamá».
Sin embargo, el rápido desarrollo no se limita
al período posnatal. Ya en el útero materno, los
bebés adquieren nuevas habilidades. No obstan-
te, se requieren medios técnicos adecuados para
observar lo que ocurre en el vientre de una em-
barazada.
El feto envía señales de vida. Primero a la ma-
dre, quien comienza a sentir sus movimientos
entre la semana 16 y 20 de gestación. Al poco
tiempo comunica a su padre y a los hermanos
que está allí mediante enérgicas patadas en la
pared abdominal materna. Crece, y el vientre de
la madre va en aumento.
A partir del segundo mes de embarazo se gene-
ran las primeras células nerviosas del diminuto
organismo, las cuales migran a su lugar de des-
tino. En la octava semana, el cerebro empieza a
desarrollarse. Esta fase resulta decisiva, pues una
enfermedad o el abuso de medicamentos o alco-
hol de la madre en ese período pueden comportar
consecuencias graves para el niño.
En el año 2008, Lynn T. Singer y sus colaborado-
res de la Universidad Western Reserve de Cleve-
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
land comprobaron que los niños cuya madre con-
sumía cocaína durante el embarazo manifestaban
mayores dificultades en el pensamiento lógico y
abstracto a los nueve años en comparación con
sus compañeros de la misma edad. El consumo
de alcohol acarrea consecuencias similares. Tam-
bién una diabetes puede empeorar las funciones
cognitivas (el reconocimiento de objetos, entre
otras), como constató en 2007 un grupo dirigi-
do por Charles Nelson, de la Escuela de Medicina
de Harvard en Boston, a través del análisis de la
corriente cerebral de bebés en ocho meses de vida.
Las primeras 38 semanas
EN SÍNTESIS
¿Cómo se desarrolla el cerebro del feto durante la
media de 38 semanas que mora en el vientre? En Observación
los últimos 20 años, la investigación ha logrado
profunda
grandes avances en el conocimiento anatómico
de este proceso gracias a las técnicas modernas de 1 Con ayuda de disposi-
tivos de neuroimagen
funcional adecuados puede
obtención de imágenes. La resonancia magnética
observarse la actividad
(RM) permite obtener una visión fiable del cerebro
cerebral del niño en el seno
humano, incluso del de un bebé que evoluciona
materno.
en el útero materno. Proporciona neuroimáge-
nes de alta resolución que permiten deducir en
qué momento se originan diversas estructuras 2 Las mediciones median-
te resonancia magnética
funcional o magnetoence-
cerebrales.
falografía constatan que
En 2005, Ellen Grant, profesora de la Escuela
el feto procesa estímulos
de Medicina de Harvard y directora del Centro externos al menos desde el
Científico de Neuroimagen y Desarrollo Fetal y último tercio de la gestación.
Neonatal en Boston, publicó un estudio en el que
se comparaba, mediante dicha técnica, el cere-
bro de bebés nacidos en la fecha esperada y el
3 Las bases de los proce-
sos de aprendizaje del
bebé se empiezan a asentar
de neonatos prematuros. Halló que durante el
en el útero materno.
último tercio del embarazo aumentaba primero
53
 NEURODESARROLLO
AG. FOCUS / SCIENCE PHOTO LIBRARY / MONA LISA PRODUCTION / THIERRY BERROD
FIGURA LUMINOSA
Las ecografías no ofrecen una
reproducción tan definida
del cerebro fetal como la que
aparece en esta imagen co-
loreada y obtenida mediante
tomografía por resonancia
magnética. No obstante,
proporcionan imágenes fas-
cinantes acerca del desarrollo
del feto.
54
el volumen del área frontal del cerebro, a conti-
nuación le seguían los lóbulos temporal, parietal
y occipital y las áreas del sistema límbico. Por lo
común maduraban primero las regiones cerebra-
les responsables del procesamiento de estímulos
externos.
Mielina para una rápida
comunicación
Durante ese período también se transforma la
composición de la masa encefálica. En el último
trimestre de gestación, la sustancia blanca (ma-
teria que contiene importantes conexiones ner-
viosas que procuran una comunicación cerebral
eficiente) experimenta un desarrollo decisivo. Es
la fase en la que crece la característica vaina de
mielina que rodea a los axones (prolongaciones
de las neuronas). Dicha capa aislante se encarga de
que la transmisión de señales eléctricas sea rá-
pida en los apéndices nerviosos. En la vigésima
novena semana de embarazo, es decir, al inicio del
tercer trimestre, la proporción de mielina resulta
aún escasa, pero se multiplica por cinco entre las
semanas 35 y 41. El equipo dirigido por Moriah
Thomason, de la Universidad Estatal Wayne, en
Detroit, logró mostrar mediante tomografía por
resonancia magnética funcional que estas co-
nexiones nerviosas ya funcionaban en fetos entre
la semana 24 y 38 de gestación.
El cerebro no solo madura anatómicamente;
también se desarrolla a escala funcional. Desde el
quinto mes del feto, su oído se encuentra en ple-
no funcionamiento y le permite reaccionar a los
estímulos externos: si escucha ruido, aumenta su
tasa cardíaca o realiza movimientos espontáneos.
En el año 1994, Peter Hepper y Sarah Shahin-
dullah, de la Universidad de Queen en Belfast,
observaron que los fetos percibían una variedad
de tonos cada vez más amplia. Registraron que, en
la decimonovena semana, comenzaban a mover-
se ante una señal acústica con una frecuencia de
500 hercios. Un tiempo después reaccionaban ante
sonidos más graves (de 100 y 200 hercios) y, final-
mente, en presencia de ruidos de frecuencias más
agudas. En la semana 27 del embarazo, el 96 por
ciento de los fetos comenzaban a patalear cuando
sonaban señales acústicas de 250 y 500 hercios. A
partir de la semana 35, a más tardar, reaccionaban
a frecuencias de 1000 y 3000 hercios, es decir, ante
sonidos de tono medio.
Las exploraciones con resonancia magnética
funcional (RMf) confirman la relación entre los
movimientos reflejos en la bolsa amniótica y la
percepción acústica. Renaud Jardri, de la Universi-
dad de Lille, registró actividad en la corteza audi-
tiva primaria de fetos con 33 semanas de vida. Por
tanto, el centro auditivo procesa sonidos durante
el último trimestre del embarazo. Si se hace sonar
música sobre el vientre de la madre, aumenta la
actividad en el lóbulo temporal del feto
No obstante, este tipo de estudios plantean cier-
tos problemas. A pesar de que los fuertes campos
magnéticos a los que se exponen la madre y el
feto se consideran, hoy por hoy, inocuos, la apli-
cación de este método se limita en muchos países
a fines diagnósticos. Por otra parte, la RMf mide
indirectamente la función cerebral, ya que esta se
deduce a partir del aumento del flujo sanguíneo
en determinadas áreas.
En la Clínica Universitaria de Tubinga emplea-
mos la magnetoencefalografía (MEG) a fin de sol-
ventar ese inconveniente y poder ahondar en el
conocimiento del desarrollo cerebral desde sus
inicios. La MEG mide cambios electromagnéti-
cos en el cerebro que se producen a partir de las
señales eléctricas procedentes de las neuronas.
De esta manera observamos cómo funciona este
órgano en directo.
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
 Medición de los campos magnéticos
Aunque la idea no es nueva. En el año 1984, Fundamentos físicos
colaboradores de Thomas Blum, de la Universi-
Cada corriente eléctrica produce un campo magnético, cuya intensidad se
dad Libre de Berlín, informaban del empleo de
mide en teslas. El campo magnético estático de la Tierra es de aproximada-
MEG para estudiar el cerebro de embriones en
mente 10–4 teslas. Los que se producen en el cuerpo humano son de intensida-
el útero materno. Para ello aplicaban un sensor
des mucho más reducidas. El corazón materno produce un campo magnético
sobre la pared abdominal de la embarazada, el
de unos 10 –12 teslas, el del feto, de 10 –13 teslas, y el cerebro de este último,
cual captaba incluso los campos magnéticos más
de 10–15 teslas. Los campos magnéticos tan débiles solo pueden medirse con
débiles. Blum demostró que la técnica permitía
sensores superconductores. Se trata de los llamados SQUID (del inglés super-
distinguir las señales eléctricas y mostraba las
conducting quantum interference devices), que se enfrían con helio líquido.
reacciones específicas del cerebro fetal. En los
Los científicos emplean estos sensores desde los años setenta del siglo xx
siguientes años usaron este método sobre todo
con el fin de registrar la actividad cerebral y cardíaca en los adultos. A lo largo
investigadores alemanes. Descubrieron que, a
de los años se han creado dispositivos que incluyen un gran número de sensores
medida que avanzaba la gestación, aumentaba
(más de 300), los cuales permiten analizar órganos completos. La medición de
la rapidez de respuesta neuronal del feto ante un
la actividad magnética constituye, hoy por hoy, un procedimiento consolidado
estímulo acústico.
que se emplea sobre todo en la investigación básica.
A finales de los años noventa, Curtis Lowery,
de la Universidad de Arkansas en Little Rock, en
colaboración con investigadores de la Universi-
dad de Tubinga, desarrolló un aparato concebido esta manera puede filtrarse mejor la respuesta
especialmente para el estudio con mujeres em- cerebral del feto. El aparato ofrecía tal precisión
barazadas. La madre se sienta sobre el disposi- que el equipo, al que pertenecía por entonces
tivo y apoya el vientre relajado sobre una placa uno de los autores (Preissl), pudo observar por
que contiene sensores, los cuales registran las primera vez las reacciones fetales ante los es-
señales que acontecen en el interior; también tímulos luminosos.
permiten determinar con exactitud los campos En el Centro de Magnetoencefalografía de la
magnéticos del corazón materno y del hijo. De Universidad de Tubinga trabajamos en la actuali-

4
CORTESÍA DE RENAUD JARDRI, DE: «FETAL CORTICAL ACTIVATION TO SOUND AT 33 WEEKS OF GESTATION: A FUNCTIONAL MRI STUDY».

2
Variación porcentual del flujo sanguíneo

PERCEPCIÓN DEL SONIDO

0 Las dos imágenes por reso-
nancia magnética funcional
R. JARDRI ET AL. EN NEUROIMAGE , VOL. 42, P.10-18, 2008; REIMPRESO CON PERMISO DE ELSEVIER

(izquierda) muestran la acti-

–2 vidad de una parte del lóbulo
0 6 9 12
temporal izquierdo en el cere-
4 bro de un feto de 33 semanas.
Se trata de una zona de la
corteza auditiva responsable
2 del procesamiento de estímu-
los sonoros. Los gráficos de
la derecha ilustran el cambio
0 porcentual de la señal BOLD,
la cual permite deducir el
aumento de la actividad
–2 neuronal. Se observa un in-
0 6 9 12 cremento del flujo sanguíneo
Duración de la señal sonora (segundos) local mientras suena la señal
( franja oscura).

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 55

CORTESÍA DE LA UNIVERSIDAD DE TUBINGA NEURODESARROLLO

dad con una versión más moderna de ese primer

artilugio. Dispone de más sensores que su prede-
cesor, por lo que proporciona resultados de mayor
precisión. Además, se ha adaptado a la ergonomía
de las embarazadas, por lo que pueden sentarse
cómodamente y tolerar las exploraciones de más
de media hora de duración.

Antes de lo esperado
A lo largo de los últimos años hemos logrado
ahondar en el conocimiento del cerebro fetal.
Desde hace tiempo se sabe que los recién nacidos
son capaces de diferenciar sonidos de frecuen-
cias distintas, un requisito indispensable para el
desarrollo posterior del lenguaje. Nuestras inves-
tigaciones nos han permitido concluir que esta
capacidad básica se constituye muy temprano. Ya
en la semana 28 del embarazo, los fetos perciben
multitud de ruidos generales del exterior, pero
también son capaces de diferenciar tonos entre sí,
según hallamos mediante el patrón de actividad
en la MEG.
Es más, el feto aprende a ignorar estímulos,
habilidad necesaria para procesar de manera
adecuada la información. ¿Un ejemplo? El sonido
repetitivo de una aspiradora no aporta informa-
30 ción relevante para el bebé, en cambio, las voces
Intensidad del campo magnético (femtoteslas)

de los padres sí. Del cerebro adulto se conoce

20 que la respuesta neuronal disminuye cuando un
sonido se repite de manera prolongada sin que
10 provoque consecuencias o acciones (proceso de
habituación).
0 Junto con investigadores de Little Rock descu-
brimos que el feto posee dicha capacidad en el
–10 tercer trimestre de gestación. Carol Sheridan in-
vestigó el modo en que reaccionaban un total de
–20 25 fetos, que se encontraban entre las semanas 29
y 37 de gestación, ante estímulos lumínicos que
–30 se repetían sobre la pared abdominal de la madre.
En casi uno de cada tres, la actividad cerebral dis-
– 0,1 0,0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6
minuía después del primer destello. Los neonatos
Tiempo (segundos)
mostraban una mejor habituación; además, en
todos los bebés la intensidad de la reacción dis-
CORRIENTES CEREBRALES DESDE EL VIENTRE minuía de manera progresiva desde la primera
En las exploraciones con el dispositivo de magnetoencefalografía, la madre apoya la señal luminosa.
barriga sobre una placa con sensores que registran los campos magnéticos del feto En Tubinga estudiamos el modo en que los ni-
(arriba). Los investigadores reconocen, a partir de la medición de las oscilaciones de
ños se habitúan dentro del útero materno a los
potencial de membrana neuronal, si el procesamiento de estímulos exteriores, como
estímulos auditivos. Para ello repetimos un mis-
sonidos o luz, se ha puesto en marcha. La gráfica muestra la reacción cerebral de un
feto ante un sonido con una frecuencia de 500 hercios. Las oscilaciones en cada uno mo pitido cinco veces seguidas; a continuación
de los canales de medición (círculo) alcanzan, tras pocos milisegundos del estímulo uno diferente, y al final, dos veces más el primero.
auditivo, un valor máximo (rojo). Disponíamos de 41 mujeres entre la semana 33

56 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

y la 39 de gestación. Comprobamos que los fetos
reaccionaban, aunque de modo relativamente dé-
bil, a los primeros pitidos. Después disminuía la
respuesta cerebral a partir de la segunda señal. El
nuevo y desconocido sonido, en cambio, desenca-
denaba una reacción neuronal más intensa; la re-
petición del primero volvía a reducir la actividad
en el cerebro fetal.
Asimismo confirmamos que la habituación se
encuentra más desarrollada en los recién naci-
dos, lo que demuestra que se trata de una habili-
dad que se aprende de forma progresiva. Según
observamos en 22 bebés de entre 6 y 89 días de
vida, la actividad cerebral específica aumentaba
cuando sonaba un nuevo pitido; por el contrario
disminuía si se repetía la primera señal acústica.
Actividad espontánea destacada
Los estudios revelan que el cerebro del niño posee
ya en el útero materno capacidades básicas para
procesar estímulos externos. Por otra parte, el
desarrollo correcto del cerebro también depende
de la actividad espontánea. Sabemos que los mo-
vimientos de los recién nacidos se acompañan
de patrones de activación cerebral específicos.
Se trata de un mecanismo de retroalimentación
esencial que favorece que los pequeños aprendan
a controlar su motricidad.
En los últimos años hemos averiguado que los
fetos también muestran esta actividad espontá-
nea. Para comprobarlo, pedimos a un grupo de
mujeres embarazadas que se colocasen sobre el
dispositivo de exploración. Durante un tiempo
prolongado observamos qué ocurría en sus vien-
tres. Mediante la MEG detectamos siempre acti-
vidad cerebral del feto, incluso sin que existiera
ningún estímulo.
Aunque no podemos mirar directamente en
el vientre y comprobar si se da un movimiento
simultáneo a la presencia de algún estímulo,
nuestro conocimiento sobre las fases de descan-
so y movimiento fetales nos llevó a la conclusión
de que los patrones característicos de la MEG se
debían a la agitación y pataleo de la criatura.
La mayoría de las exploraciones de fetos me-
diante magnetoencefalografía resultan útiles
para la investigación básica. Con ello pretendemos
averiguar cómo se desarrolla el cerebro del bebé
que está madurando en el útero materno y qué
habilidades adquiere antes de ver la luz exterior.
Es previsible que en un futuro esta técnica con-
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
tribuya a comprender los problemas que surgen
durante la maduración del feto.
Los primeros estudios revelan que influencias
negativas como el estrés o el abuso de sustancias
adictivas durante el embarazo frenan el desarrollo
funcional de las neuronas ya en el útero materno.
Isabelle Kiefer-Schmidt, de la Clínica Ginecológica
de la Universidad de Tubinga, ha llevado a cabo
un primer estudio con fetos desnutridos a causa
de un funcionamiento defectuoso de la placenta.
La investigadora ha constatado que los afectados
no solo se hallaban en desventaja física respecto
a los sanos, sino que además se retrasaban las
respuestas neuronales a las señales acústicas. Al
parecer, el cerebro también se ve influido por este
tipo de alteraciones. Un reciente estudio dirigido
por Katarzyna Linder, de la Clínica Universitaria
de Tubinga, ha revelado el efecto que los cambios
en el metabolismo maternal pueden producir en
la actividad del cerebro del feto. Las voluntarias
embarazadas participaron en una prueba de to-
lerancia a la glucosa. Una hora después de que
tomaran una bebida azucarada, los fetos de las Para saber más
mujeres con una alta resistencia a la insulina Imaging the developing
epileptic brain. E. P. Grant en
mostraron una reacción cerebral más lenta ante Epilepsia, vol. 46, págs. 7-14,
estímulos auditivos que los de las madres con una 2005.
menor resistencia insulínica. Ello indica que la Fetal programming of cardio-
vascular diseases in later life:
resistencia a la insulina en el sistema nervioso Mechanisms beyond maternal
ya se programa en el útero materno. undernutrition. B. Hocher en
Journal of Physiology, vol. 509,
Por el momento, solo podemos observar y des-
págs. 287-288, 2007.
cribir el desarrollo cerebral del feto y sus posibles Imaging biomarkers of out-
alteraciones mediante la magnetoencefalografía. come in the developing pre-
No obstante, nos aporta información a la que an- term brain. L. R. Ment et al. en
The Lancet Neurology, vol. 8,
tes no podíamos acceder con la ecografía fetal, n.o 11, págs. 1042-1055, 2009.
lo que contribuye a la ampliación de los conoci- Auditory habituation in the
mientos sobre los procesos fundamentales. Cabe fetus and neonate: An fMEG
study. J. Münssinger et al. en
esperar que en el futuro podamos detectar antes Developmental Science, vol. 16,
y mejor el desarrollo anormal del niño dentro n.o 2, págs. 287-295, 2013.
del útero materno. Incluso esperamos que un Cross-hemispheric functional
connectivity in the human
día hallemos la manera de evitar consecuencias fetal brain. M. E. Thomason en
posteriores. Science Translational Medicine,
vol. 5, n.o 173, 173ra24, 2013.
The early development of
brain white matter: A review
of imaging studies in fetuses,
newborns and infants. J.
Dubois et al. en Neuroscience,
2014. dx.doi.org/10.1016/j.
neuroscience.2013.12.044
Maternal insulin sensitivity is
associated with oral glucose-
Hubert Preissl es físico y dirige el Centro de Electrografía induced changes in fetal brain
Magnética Funcional de la Clínica Universitaria de Tubin- activity. K. Linder et al. en
ga. Las psicólogas Franziska Schleger y Jana Münssinger Diabetologia (en prensa), 2014.
investigan en su equipo.
57
COMPORTA MIENTO
Bases neuronales
de la autolesión
¿Por qué algunas personas se lastiman a sí mismas una y otra vez?
Los investigadores ahondan en la posibilidad de que la respuesta se halle
en el cerebro de los afectados
CHRISTIAN SCHM AHL
«T
EN SÍNTESIS
Dolor que alivia
1 Muchas personas se
autolesionan de forma
reiterada para liberarse de
sentimientos angustiosos
o de la sensación de vacío
interior.
2 Patrones de actividad
cerebral alterados indi-
can que la regulación emo-
cional de estas personas se
encuentra perturbada.
3 Al contrario de lo que
ocurre en sujetos sanos,
los estímulos dolorosos
mitigan en estos individuos
la excitación emocional. El
dolor les proporciona alivio.
58
odo da vueltas en mi cabeza. Los pen­
samientos se precipitan y los senti­
mientos son tan fuertes que casi
exploto. Ya no aguanto la tensión.
Corro las cortinas, pongo mi música
favorita, me siento en el sofá y preparo pañuelos,
compresas y una venda de gasa. Tomo una hoja
de afeitar, la apoyo sobre mi brazo y cierro los
ojos. Presiono la cuchilla; noto cómo se desliza
por mi piel, pero no siento dolor. Entonces la mue­
vo lentamente hacia abajo. Cuando abro los ojos,
observo como la sangre roja fluye sobre mi piel;
me tranquilizo. Poco a poco comienzo a percibir
el dolor, mi cabeza se serena, los pensamientos
vuelven a ordenarse. Mi tensión disminuye pau­
sadamente.»
Este breve relato de una joven con trastorno
límite de la personalidad (TLP) expone las ca­
racterísticas típicas que presenta una persona
cuando se autolesiona: en un inicio siente una
elevada tensión; a continuación, su percepción
del dolor se reduce y, tras la acción, se encuentra
relajada y empieza a experimentar las molestias
por el daño que se ha causado. Muchos de los
afectados se producen cortes con una hoja de
afeitar; otros se queman la piel con un cigarrillo
o se golpean la cabeza contra la pared.
Casi todos los individuos con TLP muestran este
comportamiento al menos de forma ocasional.
No obstante, las autolesiones aparecen también
en otras psicopatologías, entre ellas, la depresión,
los trastornos de la conducta alimentaria y el es­
trés postraumático. En algunos casos no subya­
ce una enfermedad psiquiátrica. La conducta de
autolesión se da más entre las niñas y mujeres
jóvenes, posiblemente porque, al contrario que los
hombres, ellas tienden a dirigir los sentimientos
negativos contra sí mismas.
¿Cuál es el motivo de que las personas inflijan
daño a su propio cuerpo? Durante mucho tiempo,
el comportamiento autolesivo se clasificó como
síntoma de una psicosis, es decir, de un juicio de
la realidad equivocado, como ocurre en la esqui­
zofrenia. Aun así, muchos profanos creen que los
afectados solo quieren llamar la atención. En la ma­
yoría de los casos, ninguno de los dos supuestos es
correcto. En 2008, un equipo liderado por Nikolaus
Kleindienst, del Instituto Central de Salud Mental
de Mannheim (ZI, de Zentralinstitut), llegó a otra
conclusión. Preguntaron a mujeres con trastorno lí­
mite de personalidad el motivo por el cual se auto­
lesionaban. Las pacientes destacaron que de esta
forma reducían su tensión interior. Con frecuencia
señalaban también que ese comportamiento les
permitía terminar con los estados disociativos en
los que se experimentaban a sí mismas o a su en­
torno como irreal o extraño.
Los investigadores y terapeutas conocen desde
hace años que, sobre todo en las personas con TLP,
las estrategias «sanas» para regular las emociones,
como puede ser la distracción, no alivian el males­
tar de estos pacientes, por lo que deben recurrir a
medidas drásticas. Pero ¿cómo es posible que, de
manera voluntaria, prefieran sufrir dolor?
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
 NO DUELE EN ABSOLUTO
Cuando los pacientes con
trastorno límite de persona-
lidad se producen cortes en
su propio cuerpo, encuentran,
en un primer momento, alivio
a su sobrecarga psíquica.

CAROLIN WANITZEK

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 59

COMPORTA MIENTO

EN BREVE

Trastorno límite Autolesiones

de la personalidad
Definición
Los afectados padecen una
autoimagen inestable, fuertes Lesiones reiteradas e intencionadas al propio cuerpo sin propósito (consciente) de suicidio.
fluctuaciones en el estado de
ánimo y una tensión interior. Manifestaciones
Les resulta difícil controlar
emociones como la ira y la Cortes, arañazos, rascaduras, mordeduras, quemaduras, cabezazos contra la pared, incluso formas
rabia. Presentan una tenden- singulares como arrancarse el pelo o ingerir sustancias peligrosas.
cia a las reacciones impulsivas,
lo que puede conducirles a
Prevalencia
numerosos conflictos.
La conducta autolesiva aparece sobre todo entre los jóvenes y adultos jóvenes, y disminuye en la
Disociación
mediana edad. Un equipo dirigido por Romuald Brunner, de la Clínica Universitaria de Heidelberg,
Se trata de una alteración
o desdoblamiento de las publicó en 2007 datos de más de 5000 alumnos de entre 14 y 15 años escogidos de manera aleatoria de
funciones psíquicas, sobre institutos de secundaria y de centros de formación profesional ubicados en el distrito de Rhein-Neckar.
todo de la percepción de sí Casi el 2 por ciento de los chicos y el 6 por ciento de las chicas señalaron que se habían autolesionado
mismo o del ambiente. Uno
intencionadamente al menos tres veces en el último año.
de los síntomas típicos de
los pacientes con trastorno
límite de la personalidad es Señales de alarma
la despersonalización, en la • Frecuentes cicatrices no explicables, cortes, quemaduras y hematomas; sobre todo en brazos,
que los afectados se perciben
alejados, irreales o extraños. muslos, vientre y caderas.
Las disociaciones a menudo • Ropa para disimular (jersey en época de calor), negativa a desvestirse en presencia de alguien o a
cursan acompañadas de una ir a la piscina.
reducción en la percepción
• Guardar cuchillas de afeitar, vidrios rotos y apósitos.
de dolor.
• Dibujos de autolesiones.
• Signos inespecíficos: aislamiento, cambios de humor, conductas de riesgo, baja autoestima e
impulsividad.

Factores de riesgo
Un gran número de estudios constatan que las experiencias traumáticas en la infancia pueden de-
sequilibrar las reacciones (hormonales) frente al estrés. Entre los mayores factores de riesgo se en-
cuentran, junto al abuso sexual y a los malos tratos, la desatención emocional y el rechazo por parte
de las personas de referencia. Muchos pacientes con trastorno límite de la personalidad informan de
que los padres ignoraban, rechazaban o se mofaban de sus sentimientos.

Detonantes
Las experiencias interpersonales frustrantes (humillaciones o sobreexigencia en las relaciones sexuales,
por ejemplo) pueden desencadenar una conducta autolesiva. También personas de la misma edad u
otros pacientes que se autolesionan pueden «contagiar» el comportamiento, puesto que la colecti-
vidad refuerza el sentimiento de pertenencia. Sin embargo, por lo general, solo los afectados que se
hallan bajo fuertes problemas emocionales se autolesionan con regularidad para superar el estrés.

Reforzadores y consecuencias
La respuesta corporal directa ejerce de reforzador central de la conducta autolesiva: la tensión interior
del afectado disminuye, los sentimientos disasociativos desaparecen y la persona encuentra alivio.
Más tarde aparecen sentimientos de culpa y vergüenza, así como cierta preocupación por ocultar
los vendajes y las cicatrices, lo que puede desembocar en evitación social y aislamiento. Llamar la
atención, provocar a los padres y entablar relaciones con otros afectados son comportamientos que
pueden contribuir al mantenimiento de la autolesión.
(Por Franz Resch, Universidad de Heidelberg)

60 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

 Un grupo dirigido por Martin Bohus, a la sazón
director médico de medicina psicosomática en
el ZI, investigó en 2000 en la Universidad de Fri­
burgo la percepción de dolor en estos afectados.
Los probandos debían mantener una mano en un
cuenco con agua helada el máximo tiempo posi­
ble y valorar el grado de dolor que les provocaba.
Las participantes con TLP evaluaron la molestia
que sentían por debajo del grupo sano de control;
tampoco ninguna de ellas retiró la mano del agua
antes de finalizar el experimento. En cambio, to­
dos los sujetos de control no aguantaron el dolor
punzante, por lo que tiraron la toalla antes de
tiempo. En un experimento semejante posterior,
se solicitó a las mismas pacientes que volvieran al
laboratorio cuando se sintieran tan tensas como
para, en circunstancias habituales, autolesionarse.
Las afectadas se mostraron todavía menos sensi­
bles al dolor.
Insensibilidad reversible
Para comprobar si el umbral del dolor se incre­
menta, asimismo, en otras enfermedades men­
tales, testamos en 2010 estímulos dolorosos ca­
lientes y fríos en mujeres con trastorno por estrés
postraumático (TEPT) o de la conducta alimen­
taria (TCA), además de pacientes con TLP. Las vo­
luntarias con trastorno límite de la personalidad
que se autolesionaban presentaban una mayor
insensibilidad a las sensaciones dolorosas, fuese
en condiciones normales o bajo estrés.
Ya en 2007, Petra Ludäscher y sus colaborado­
res en el ZI quisieron averiguar la relación entre
la tensión interior, la percepción de dolor y las
autolesiones a través de estímulos dolorosos eléc­
tricos. En las pacientes con TLP, el umbral de dolor
era superior que en las mujeres sanas. También
se descubrió que cuanto más intensa era la sen­
sación de encontrarse bajo tensión o si padecían
sentimientos disociativos (como el de irrealidad),
menos dolor percibían. En el grupo de control no
se observó esta relación.
En una investigación posterior se constató que
la sensibilidad alterada al dolor puede revertirse.
Las participantes con TLP que, tras una psicotera­
pia de al menos seis meses, ya no se autolesiona­
ban, presentaban un nivel de percepción de dolor
entre el registrado en las pacientes que todavía
se producían daño a sí mismas y el del grupo de
control. El grado de sensibilidad a las sensacio­
nes dolorosas había sido igual en ambos grupos
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
Diez consejos para los familiares:
1. Converse con el afectado sobre las autolesiones sin irritación y con respeto.
2. Hable sobre ello abiertamente, pero sin imponer la conversación.
3. No reaccione con espanto, enfado o reproches.
4. No ignore la conducta ni la minimice.
5. Ofrezca una cercanía física, pero no la fuerce.
6. No exprese prohibiciones, castigos ni ultimatos.
7. Interésese por las preocupaciones y necesidades que originan la conducta.
8. Mantenga el contacto con el afectado; ofrézcale apoyo y proporcióneselo.
9. Facilite material para vendar y curar las heridas, y ayude a desinfectarlas
y curarlas; acuda a un médico en caso de lesiones graves.
10. Infórmese y déjese aconsejar por expertos.
de pacientes con TLP antes de la terapia. En otras
palabras, la percepción de dolor se normalizaba
tras dejar de autolesionarse.
Con todo, las causas de la reducción en las sen­
saciones dolorosas solo podrán aclararse median­
te estudios a largo plazo. Ahora bien, la visualiza­
ción del funcionamiento del cerebro nos descubre
una interrelación entre la sensibilidad al dolor y
la conducta autolesiva. Mediante tomografía por
resonancia magnética investigamos la posibilidad
de una alteración del procesamiento del dolor en Ayuda profesional
el cerebro. Según observamos, cuando provocá­ Algunas de las personas que
bamos dolor en el dorso de la mano de mujeres se autolesionan consiguen
sanas mediante un thermode (dispositivo para dejarlo por sí solas; otras
necesitan asistencia psicote-
producir estímulos de calor), se incrementaba la
rapéutica para lograrlo. Como
actividad en la amígdala y en la corteza cingular sucede con las adicciones, los
anterior (ambas regiones cerebrales participan en afectados logran abandonar
su conducta disfuncional solo
el procesamiento emocional del dolor). En pacien­
si realmente quieren. En psi-
tes que se autolesionaban, la actividad en estas coterapia aprenden la manera
regiones disminuía, aunque se les aplicaban las de reducir la tensión interior
mismas condiciones. Otra particularidad: en es­ sin tener que autolesionarse.
Los terapeutas proporcionan
tas participantes las neuronas de la corteza pre­
a los clientes herramien-
frontal dorsolateral, área que se relaciona con el tas para superar el estrés,
control del dolor, se excitaban cada vez más. Ello incrementar la tolerancia a
los sentimientos negativos y
apunta a que el procesamiento neuronal de las
para entrenar las competen-
personas que se autolesionan se encuentra dete­ cias sociales y habilidades de
riorado y que la corteza prefrontal dorsolateral resolución de problemas. Los
inhibe de manera excesiva esa sensación. afectados deben mejorar por
sí mismos las circunstancias
Nuestros resultados podrían, además, aclarar vitales. Hasta ahora no existe
por qué los individuos con personalidad límite re­ un tratamiento farmacológico
curren a las lesiones contra el propio cuerpo para efectivo contra las autole-
siones, aunque los medica-
aliviar los sentimientos negativos: el incremento
mentos para otros trastornos
en el control a través de la corteza prefrontal no mentales, como la depresión,
solo disminuye la sensibilidad al dolor, sino tam­ pueden ayudar a evitarlas.
61
COMPORTA MIENTO
Un control
excesivo de
la corteza
prefrontal
reduce la
sensibilidad
al dolor, pero
también el
procesamiento
de las emociones
en la amígdala
SENTIMIENTOS REPRIMIDOS
En las pacientes que se auto-
lesionan, los estímulos do-
lorosos reducen la actividad
cerebral en regiones respon-
sables del procesamiento
emocional del dolor: la corte-
za cingular anterior (izquier-
da) y la amígdala (centro).
Por el contrario, la excitación
neuronal se incrementa en
la corteza prefrontal dorso-
lateral (derecha), responsable
del control de las reacciones
emocionales.
62
bién minimiza el procesamiento emocional en la
amígdala y la corteza cingular anterior.
Con el fin de comprobar dicha hipótesis, indu­
jimos en nuestras pacientes tensión emocional
adicional presentándoles imágenes de personas
heridas y de escenas violentas. Como esperába­
mos, la actividad cerebral se incrementó en los
centros de la emoción (la amígdala y la corteza
cingular anterior). Pero no solo durante la obser­
vación de las imágenes negativas. La sobreacti­
vidad se produjo de manera similar con imáge­
nes en apariencia neutras que empleamos como
control. Al parecer, en ocasiones las pacientes
encontraban gravosas las escenas sociales que se
les mostraban. La actividad cerebral resultó más
elevada cuanto peor estimaban su capacidad de
regulación emocional. A continuación, indujimos
de nuevo estímulos dolorosos calientes o tan solo
tibios (mediante un thermode) sobre el dorso de
su mano. Otra vez se redujo la activación en las
regiones cerebrales «afectivas», pero no solo ante
los estímulos dolorosos calientes, sino también
ante los tibios.
Quisimos afinar aún más el experimento, por
lo que empleamos el análisis de conectividad, un
procedimiento estadístico que permite medir la
interrelación entre las distintas regiones cerebra­
les. Nuestro equipo, dirigido por la psicóloga Inga
Niedtfeld, llegó al siguiente resultado: los estímu­
los tibios produjeron menos señales de inhibición
entre la corteza prefrontal y los centros emocio­
nales en el sistema límbico de las pacientes en
comparación con mujeres sanas. Bajo estas «con­
diciones normales» parecían carecer de la inhibi­
ción recíproca entre ambas regiones cerebrales,
base neuronal de la regulación emocional. En las
pacientes, únicamente los estímulos dolorosos ac­
tivaban la inhibición en cuestión. Es decir, existía
un correlato neurobiológico para la mejora de la
regulación emocional a través de las autolesiones.
En su mayoría, los afectados no se producen
quemaduras, sino cortes profundos en la piel,
por ejemplo, con cuchillas de afeitar. Por ello,
en 2012 empleamos incisiones en una nueva in­
vestigación. Se trataba de pequeños cortes que
causábamos con un bisturí en la piel del ante­
brazo, similar al que produce una aguja para la
extracción de sangre. Las participantes debían
resolver, bajo la presión del tiempo, tareas de
cálculo mental cuyo grado de dificultad se había
adaptado de forma que ninguna pudiera respon­
der correctamente a más de la mitad de ejerci­
cios. Además, puntuamos todos con comentarios
negativos como, por ejemplo: «Lo has hecho re­
matadamente mal».
Con ello, incrementamos la percepción subjeti­
va de estrés y la frecuencia cardíaca tanto en las
pacientes con trastorno límite de personalidad
como en las mujeres sanas. En estas últimas, el
posterior corte con el bisturí provocó que siguie­
ra aumentando su excitación. En cambio, en las
pacientes, el estrés emocional y la frecuencia car­
díaca descendieron. Pasados entre 15 y 30 minu­
tos tras la incisión, la tensión en las participantes
con TLP fue especialmente baja. En un período de
tiempo similar, disminuyó, asimismo, la tensión
después de la autolesión.
Control alternativo del estrés
El anterior estudio ofrece un indicio más de que
las personas con trastornos en la regulación emo­
cional emplean las autolesiones para liberarse de
estados emocionales desagradables, como es una
fuerte tensión interior. Este mecanismo les fun­
ciona tan bien, que siempre vuelven a recurrir a
él a falta de otros métodos.
Otras investigaciones revelan que existen otras
anomalías biológicas. Las personas que con más
frecuencia se autolesionan presentan una insu­
ficiencia en las reacciones hormonales del eje
GEHIRN UND GEIST / BUSKE-GRAFIK, SEGÚN CHRISTIAN SCHMAHL
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
S. REITZ, C. SCHMAHL ET AL. EN JOURNAL OF PERSONALITY DISORDERS, VOL. 26, PÁGS. 605-615, 2012

SciLogs
alta Mujeres con trastorno límite
FUENTE: «STRESS REGULATION AND INCISION IN BORDERLINE PERSONALITY DISORDER (...)».

de la personalidad con conducta

autolesiva
Tensión psíquica

DISMINUCIÓN DEL ESTRÉS

VÍA BISTURÍ Ciencia en primera persona
Los ejercicios de cálculo men-
tal bajo presión del tiempo La comunidad de blogueros
estresan tanto a las pacientes científicos de habla hispana.
Mujeres sanas
con trastorno límite de la
(grupo de control)
personalidad (TLP) como a El cerebro
baja las mujeres sanas. En estas de Rubik
Antes Ejercicios Tras últimas, un corte con el bisturí Neuroepigenómica
de la de cálculo la lesión
prueba bajo la presión en la piel aumenta aún más el nivel de Raúl Delgado Morales
del tiempo Instituto Max Planck
estrés; en cambio lo reduce en
Transferencia de Psiquiatría
las participantes con TLP. en Múnich
electrónica
El comportamiento
del estrés, una cadena de señales que produce el de la materia a escala
atómica
propio cuerpo entre el hipotálamo, la hipófisis y Oriol Vendrell
Sincrotrón alemán
En las entrañas
la corteza suprarrenal y que se activa bajo situa­
DESY de la mente
ciones estresantes. Michael Kaess y sus colabo­ El cerebro y la
radores de la Clínica Universitaria de Heidelberg inteligencia humana

observaron este fenómeno en 2012 en jóvenes que Ignacio Morgado

Tecnología Universidad Autónoma
se autolesionaban con regularidad. Bajo presión de andar por casa de Barcelona

psíquica, su nivel de cortisol (hormona del estrés) Maravillas cotidianas

de la ciencia y la tecnología
en saliva aumentaba bastante menos en compara­
Joaquín Sevilla Meróder
ción con las personas sanas del grupo de control. Universidad Pública El rincón
de Navarra de Pasteur
Un equipo de la Escuela de Medicina de Harvard
El mundo invisible
descubrió un efecto semejante en monos que se de los microorganismos
mordían a sí mismos. Estas peculiaridades hor­ Para saber más Ignacio López Goñi
Blues Universidad
monales señalan, al igual que nuestros resultados, Selbstverletzendes Verhal-
del planeta azul de Navarra
ten bei stressassoziierten
a la conducta autolesiva como una reacción a las Erkrankungen. Dirigido por
Una nueva perspectiva
sobre la Tierra
situaciones estresantes. C. Stiglmayr y C. Schmahl.
Kohlhammer, Stuttgart, 2008. Pedro Castiñeiras
En cualquier caso, todavía no queda claro si las Universidad
Pain sensitivity is reduced in Complutense
peculiaridades biológicas son el origen o una con­
borderline personality disor- de Madrid
secuencia de las autolesiones. También permanece der, but not in posttraumatic
abierta la pregunta de si este mecanismo puede stress disorder and bulimia
nervosa. C. Schmahl et al. en
explicar los daños que se causan a sí mismos los World Journal of Biological
pacientes de sexo masculino. En la actualidad, Psychiatry, vol. 11, págs. 364-
371, 2010.
nuestro grupo investiga esta cuestión en el Insti­
Functional connectivity of
tuto Central de Salud Mental en Mannheim. No pain-mediated affect regula-
obstante, los resultados ya existentes contribu­ tion in borderline personality
disorder. I. Niedtfeld et al. en
yen a entender la conducta de la autolesión, en PLoS One, vol. 7, pág. e33293,
apariencia incomprensible, como una reacción 2012.
subjetiva al estrés. Stress regulation and inci-
sion in borderline personality
disorder: A pilot study model-
ling cutting behaviour. S. Reitz
Christian Schmahl es director médico et al. en Journal of Personality
en el Instituto Central de Salud Mental Disorders, vol. 26, págs. 605-
en Mannheim. Dirige el grupo de inves- 615, 2012.
tigación clínica sobre los mecanismos Borderline: Das Selbsthilfe-
del procesamiento emocional alterado
en el trastorno límite de la personali-
buch. A. Knuf y C. Tilly. Balance
Buch + Medien, 2012.
investigacionyciencia.es/blogs
dad, del mismo centro.

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 63

SERIE – NEUROFILOSOFÍA DE L A S EMO CIONES Y L A MOR AL
¿Ni responsables
ni culpables?
Desde que la neurociencia pusiera en tela de juicio el libre albedrío, parece
que la responsabilidad y la culpa constituyen conceptos obsoletos. Sin embargo,
no todas las respuestas se encuentran en el funcionamiento cerebral
FLORIAN LEISS
S
ea el libre albedrío, la intuición o un
«módulo cerebral» de la creencia en
Dios: las neurociencias han desperta­
do en los ultimos años un gran interés
entre el gran público. ¿Por qué motivo?
¿Acaso los neurocientíficos aportan respuestas
novedosas a cuestiones antiguas de la humani­
dad? ¿O más bien se esconde detrás una inteligen­
te estrategia de autopublicidad?
Ninguna de las dos propuestas hace justicia a la
realidad. El estudio del cerebro humano mientras
trabaja proporciona conocimientos apasionantes
sobre nuestra naturaleza como seres pensantes.
No obstante, con frecuencia —y por razones pu­
blicitarias—, se interpretan los resultados de las
investigaciones de manera exagerada.
Con facilidad se cae en la trampa de sacar con­
clusiones precipitadas. A partir de los patrones
de la actividad cerebral que ofrece la tomografía
computacional puede sugerirse, por ejemplo, que
solo los procesos inconscientes determinan nues­
tro comportamiento, o que los automatismos del
cerebro no dejan espacio a la acción responsable.
¿Qué significa que una activación típica del cere­
bro refleje decisiones antes de que el individuo
sea consciente de ellas?
Parte del gran interés actual por la neurocien­
cia se basa en falacias científicas muy extendidas.
Examinemos la solidez de algunas aceptaciones
populares.
1. Los experimentos han demostrado que no
somos responsables de nuestros actos.
Los neurocientíficos investigan el cerebro: estu­
dian procesos complejos que suceden en la trans­
64
misión de señales entre las células nerviosas; se
SERIE
ocupan de los patrones de actividad en regiones
cerebrales diversas y centran su atención en men­
Neurofilosofía de las
emociones y la moral
sajeros químicos, canales iónicos y expresiones
genéticas. Sin embargo, no abordan el tema de la Parte 1: Por qué las emo-
responsabilidad. Este aspecto humano tampoco ciones van más allá de los
hallazgos neurocientíficos
se encuentra en las neuronas. No podemos cul­
Enero 2014
pabilizar de nada ni a los genes ni a las células
nerviosas. Parte 2: Ética experimen-
La responsabilidad no nos la enseñan los neuro­ tal, una nueva rama
de la filosofía de la moral
científicos, sino los padres, los amigos, los compa­
Marzo 2014
ñeros y otras personas con las que convivimos o
queremos entendernos. La idea de que somos Parte 3: Lo que quedó
responsables de nuestras acciones constituye de la culpa y la respon­
sabilidad
un pilar esencial de la estructura social. De esta
manera, la responsabilidad comprende una triple
realidad: en primer lugar, un sujeto que actúa;
segundo, una acción o una circunstancia de la que
es responsable el individuo, y en tercer lugar, otras
personas frente a las que se es responsable.
¿De qué se podría responsabilizar a un cerebro?
¿De los procesos neuronales que transcurren en
él? ¿De las contracciones musculares que provoca?
Y una pregunta particularmente curiosa: ¿frente a
quién podría ser responsable un cerebro? ¿Quién
o qué podría responsabilizarlo? ¿El cuerpo, del que
también forma parte? ¿Otros órganos? ¿El yo? En
la interacción cotidiana de las personas, estas
cuestiones se resuelven con facilidad. ¿MALOS CONTRA
NUESTRA VOLUNTAD?
La idea de que cerebro y responsabilidad no tie­
De manera intuitiva, consi-
nen nada que ver entre sí se antoja igualmente
deramos responsables a los
absurda. Las personas dependemos de operacio­
demás de sus acciones. Pero
nes cerebrales complejas que nos permiten actuar ¿qué sucede si su compor-
de modo responsable dentro de la comunidad. Sin tamiento se debe solo a los
embargo, ello no puede aprehenderse con catego­ engranajes del cerebro?
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
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TODAS LAS ILUSTRACIONES DE ESTE ARTÍCULO: NEUFFER-DESIGN
SERIE – NEUROFILOSOFÍA DE L A S EMO CIONES Y L A MOR AL
EN SÍNTESIS
¿Imprescindibles?
1 Algunos neurocientíficos
sostienen que el libre
albedrío no existe, puesto
que el cerebro prepara las
acciones antes de que poda-
mos decidirlas.
2 Sin embargo, para la
convivencia humana
dependemos de las ideas de
culpa y responsabilidad.
3 A menudo, los resul-
tados de los estudios
neurocientíficos se exageran
de cara al gran público.
66
rías puramente neurocientíficas. Tampoco existe
un experimento que demuestre que la responsa­
bilidad es pura ilusión. Los neurocientíficos pue­
den recopilar indicios de cuándo no se cumplen
ciertas condiciones que, por lo común, se conside­
ran esenciales. Sin embargo, de qué requisitos se
trata, no constituye una cuestión neurocientífica.
Un problema usual en la investigación puede
arrojar luz al asunto. En el siglo xix, una de las
cuestiones más discutidas versaba sobre si el ce­
rebro, como otros tejidos del cuerpo, se componía
de células individuales o, en cambio, constituía
una red continua y sin límites entre las células.
Se dieron argumentos plausibles a favor de ambos
supuestos, pero los métodos disponibles en aquel
entonces no permitían determinar la solución del
enigma. Con todo, pudieron investigarse de forma
experimental ambas teorías, lo que llevó a una
decisión a favor de la primera hipótesis.
Sin embargo, no puede formularse como una
cuestión puramente neurocientífica si se es res­
ponsable de las propias acciones o no, como si se
tratase de un fenómeno que puede responderse
por medio de experimentos ingeniosos. No está
nada claro qué se debería entender por responsa­
bilidad desde un punto de vista neurocientífico.
2. Los investigadores pueden demostrar si una
persona cumple los requisitos para actuar con
responsabilidad.
Sin mucha dificultad indicamos las condiciones
que determinan si una persona se encuentra ca­
pacitada para actuar con responsabilidad. Damos
por supuesto que, en ese caso, debe disponerse
de al menos una acción alternativa. Difícilmente
podríamos recriminar a una persona que no sabe
nadar que se niegue tirarse al río para rescatar a
un niño que se está ahogando. Aparte de que su
ayuda de poco serviría para salvar al pequeño,
él mismo se pondría en peligro. Tampoco se le
podría echar nada en cara a quien, en legítima
defensa, hiere al atacante, siempre y cuando no
disponga de otra manera de defenderse.
La idea básica que subyace a estos dilemas
puede expresarse mediante una fórmula sencilla:
deber exige poder. ¿Podría esta persona haberse
comportado de otro modo? Si la respuesta es nega­
tiva, tampoco tiene culpa de ello. Los experimen­
tos pueden aclarar los casos en que los acusados
no pudieron evitar sus acciones. El análisis de
los procesos biológicos, por ejemplo, en la droga­
dicción o en enfermedades neurodegenerativas
como el alzhéimer, cambia nuestra percepción
de los afectados. De este modo, la investigación
neurocientífica influye en que responsabilicemos
a otras personas de sus actos.
3. Los investigadores pueden demostrar que
nadie cumple los supuestos para una acción
responsable.
Si los conocimientos de la neurociencia pueden
probar que un individuo (o un grupo) no es res­
ponsable de algún acto, parece lógico pensar que
esa máxima valga para todos. Sin embargo, la su­
posición es errónea. En nuestro día a día estamos
muy familiarizados con la cuestión de si una per­
sona determinada es responsable de una acción
concreta, pregunta muy distinta a plantearse si
el ser humano está libre de responsabilidades en
sus actos. ¿Podemos pensar siquiera que sea así?
¿Podemos imaginar una sociedad que descono­
ce la responsabilidad o que la conciba como una
ilusión útil?
Con frecuencia, la ciencia pone en tela de juicio
viejas convicciones. Los descubrimientos de que
la Tierra no es el centro del universo o que los
humanos y los simios compartimos ancestros
comunes sacudieron en su día visiones del mun­
do aceptadas durante largo tiempo. En ambos
casos, las consecuencias de esa nueva realidad
parecían claras: la posición nuclear de la Tierra
en el cosmos y de los humanos en la naturaleza
corría peligro. Sin embargo, las consecuencias de
que ninguno de nosotros seamos responsable
de nuestros actos son una incógnita.
El concepto de responsabilidad parece dema­
siado vinculado a la convivencia en sociedad. ¿A
qué certeza nos llevaría el hecho de abandonar
ese valor humano? Es más probable que podamos
prescindir de la neurociencia que de la idea de que
somos responsables de nuestras acciones.
4. Se ha demostrado que llevamos a cabo acciones­
sin decidirlas a voluntad.
Numerosos experimentos de laboratorio pueden
interpretarse en este sentido. Pero ¿sorprende el
hallazgo? ¿Acaso debería inquietarnos? Al fin y al
cabo, en nuestro día a día ejecutamos muchas ac­
tividades sin que hayamos decidido desarrollarlas
de forma voluntaria.
Si un conductor, cuando llega a un cruce, gira
a la izquierda, la maniobra no sucede por un des­
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
piste del piloto, pues antes ha conectado el inter­
mitente y ha observado si se acercaban vehículos
o ciclistas por ambos lados. Sin embargo, no ha
decidido cambiar el rumbo del automóvil de ma­
nera consciente, es decir, no ha reflexionado sobre
ello. Quizás antes de salir de casa haya decidido,
de manera consciente, tomar esa ruta concreta
para trasladarse al trabajo o, simplemente, ha gi­
rado por costumbre.
Cuando los investigadores describen los proce­
sos neurofisiológicos que preceden al movimiento
de un dedo o a la predilección por una imagen,
pongamos por caso, abarcan operaciones menos
complejas en comparación con cambiar de direc­
ción mientras se conduce [véase «Libre albedrío y
libre censura», por S. S. Obhi y P. Haggard; Mente
y cerebro n.o 11, 2005]. Si tuviéramos que decidir
de forma consciente cada mínimo movimiento
necesario para llevar a cabo dicha acción, tendría­
mos infinidad de cosas en la cabeza. Los patrones
de acción complejos implican una variedad de
costumbres y hábitos para los que se necesita re­
flexionar poco o nada. Por ello no sorprende que
se preparen y coordinen en el cerebro.
¿Debería inquietarnos, en caso de que pudiera
demostrarse, que las decisiones trascendentales
se inicien en el cerebro? ¿No sería más angustioso
que nuestro órgano pensante no contribuyese a
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
esta tarea? ¿Qué ocurriría si se lograra predecir el Ningún
resultado de los procesos de decisión? experimento
Sería impresionante, ahora bien, solo si se logra­
se por métodos neurocientíficos. Nos sorprende
neurocientífico
menos, en cambio, que un buen amigo prevea es capaz de
nuestras decisiones. Estas no caen del cielo, aun­ constatar que la
que a veces nos lo parezca; se basan en deseos,
metas y convicciones que nos son propias y que fi­
responsabilidad
jan el espacio de opciones para la acción en el que es solo una
nos movemos. Solo por eso, es nuestra decisión. ilusión
Aun cuando un buen amigo o un neurobiólogo
pronostiquen nuestra decisión, somos nosotros
los que la determinamos.
Podemos abandonar deseos u objetivos concre­
tos y revisar algunas convicciones. Pero, dado que
no cambiamos todos los deseos, ni metas ni con­
vicciones de manera simultánea, nuestro margen
de maniobra queda limitado. Ello nos hace prede­
cibles. En el caso extremo, puede incluso provocar
que no consideremos seriamente la posibilidad de
acciones alternativas; también favorece que las
personas que nos conocen bien puedan predecir
con facilidad nuestra determinación.
Eso no quiere decir, sin embargo, que no to­
memos ninguna decisión o que no seamos res­
ponsables de ellas. Al contrario. Puede que Lute­
ro, después de clavar sus tesis en la puerta de la
iglesia de Wittenberg, dijese en su defensa: «Aquí
¡NO ERA YO!
La idea de una especie de
homúnculo que hace de las
suyas en nuestras circunvolu-
ciones cerebrales lleva hasta
el absurdo la idea del «cerebro
manipulador».
67
SERIE – NEUROFILOSOFÍA DE L A S EMO CIONES Y L A MOR AL

ENTRE VISTA

«El cerebro no constituye siempre

la primera opción»
¿Está todavía de actualidad el problema
del libre albedrío? Parece que existe un
consenso en que conceptos como la cul­
pa y la responsabilidad son una suerte de
«ilusiones necesarias» para los humanos.
Durante un tiempo, los ánimos en torno a
esta cuestión han estado calmos. Sin em-
bargo, desde hace algunos años, el interés
entre la comunidad científica de Estados
Unidos y los Países Bajos, por ejemplo, se
ha vuelto a encender. Los investigadores
remiten a trabajos que muestran cómo los
procesos inconscientes influyen en nuestro
hacer y dejar hacer. Es cierto que a veces
producimos racionalizaciones post hoc, es
decir, fabricamos con posterioridad razones
para nuestras acciones. Es conveniente una
cierta desconfianza frente a la autopercep-
ción. De ahí que no se ponga en duda que
la reflexión consciente y las intenciones
deliberadas no influyan en nuestro com-
portamiento. Por supuesto que lo hacen.
La reducción de la psique a los elementos
inconscientes se queda corta.
El punto clave en la atribución de culpa radi­
ca en la posibilidad de actuar de otra mane­
ra. ¿Estamos los humanos completamente
determinados por los procesos cerebrales?
No existen pruebas concluyentes. Por lo
demás, el cerebro tampoco es siempre la
primera opción para aclarar este tipo de
cuestiones. Cuando se trata, por ejemplo,
de la responsabilidad penal de los adoles-
centes, pueden determinarse en el plano
psicológico cuestiones como hasta qué
punto el individuo predice las consecuen-
cias de sus actos o qué control tiene de sus
impulsos. Solo en casos especiales, cuan-
do se carece de datos sobre la conducta
o estos se hallan potencialmente falsea-
dos, como en pacientes con el síndrome
del enclaustramiento, los métodos neu-
rocientíficos proporcionan informaciones
más precisas.
Hoy por hoy, ¿cuáles son los grandes temas
de la neurofilosofía?
Existen muchos. ¿Qué nos aporta la neu-
rociencia sobre los fundamentos de la
moral? ¿Cómo ponemos en consonancia
la causalidad psicológica y la física? ¿Qué
es la consciencia? Personalmente creo que
la modularidad de la mente vuelve a atraer
la atención. Se ha demostrado que no exis-
ten áreas cerebrales «para esta o aquella
función», sino redes flexibles que se reor-
ganizan constantemente. Sin embargo, el
STEPHAN SCHLEIM
Imparte neurofilosofía en la Universidad
Ludwig Maximilian de Múnich.
pensamiento modular, por desgracia, to-
davía se halla muy extendido.
Los profanos suelen pensar que el discurso
filosófico no avanza y que los debates se
mueven en círculos. ¿Qué les contestaría?
Aclarar y diferenciar conceptos es una tarea
importante de la filosofía. También exami-
nar si estos términos son compatibles con
la praxis en los diversos ámbitos de la vida.
Ante las nuevas y proclamadas «neurorre-
voluciones» que se dan cada pocos años,
la filosofía ofrece una orientación esencial,
pues ayuda a investigadores y profanos a
ordenar los conocimientos individuales en
un marco global y razonable.
Steve Ayan

estoy, no puedo obrar de otra manera». Aunque
entendamos su confesión, no le absolveríamos de
la responsabilidad de sus actos.
5. Los procesos cerebrales determinan nuestras
decisiones.
Cuando tomamos una decisión, sopesamos las
opciones a favor y en contra. Las razones que con­
sideramos positivas las acordamos a través del
intercambio con otras personas que son impor­
tantes para nosotros y cuya opinión valoramos.
Por lo común, las razones se caracterizan por que
pueden explicarse y hacerse entender a los demás.
Podemos discutir si los motivos que apoyan una
acción son suficientes o si existen otros más rele­
vantes que censuran el acto en cuestión.
La acción responsable requiere que, en princi­
pio, estemos abiertos a su discusión. Fuera de la
comunidad en la que nos movemos, no podría­
mos examinar los motivos que tenemos para la
acción y no sabríamos qué razones podemos con­
siderar buenas. Los procesos cerebrales no pue­
den determinar los motivos que tomamos por
adecuados, pues el cerebro no es parte directa de
la estructura social. Los cerebros no intercambian
impresiones acerca de los motivos para la acción

68 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

ni se consultan unos a otros sobre la responsa­
bilidad.
Por supuesto que dependemos de nuestro ce­
rebro cuando llevamos a cabo ese intercambio de
opiniones: cuando hablamos unos con otros, las
palabras de los demás inician procesos en nuestro
órgano pensante que resultan esenciales para que
encontremos una respuesta apropiada. Recíproca­
mente, esta influye en los procesos neuronales de
los contertulios.
6. Los resultados neurocientíficos son irrelevan-
tes para la pregunta sobre la responsabilidad.
Tampoco es cierto. Como hemos visto, los conoci­
mientos que aportan las neurociencias en torno a
la adicción, la demencia u otros trastornos pueden
modificar nuestra atribución de responsabilidad
y, en consecuencia, nuestro trato con los demás.
También los hallazgos sobre los procesos de apren­
dizaje que nos posibilitan actuar en sociedad re­
sultan de gran interés en este ámbito.
No responsabilizamos a los niños pequeños de
sus acciones, porque suponemos que carecen de
los requisitos esenciales para serlo. Nos esforza­
mos para convertir a los menores en miembros
Revista de psicología y neurociencias
* Precios para España
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
responsables de la comunidad, y sabemos que los
procesos cerebrales resultan fundamentales para
la capacidad de aprendizaje. Una comprensión
más honda de estos procesos podría respaldar el
esfuerzo de enseñar a los demás o de aprender
uno mismo.
Volvemos entonces a la pregunta de la que
partíamos: ¿está justificado el interés actual en
las neurociencias? Claro. Mas, cuando los científi­
Para saber más
Die Neurogesellschaft.
cos se aventuran en público con tesis escabrosas, Wie die Hirnforschung Recht
detrás suele esconderse un objetivo publicitario. und Moral herausfordert.
S. Schleim. Heise, Hannover,
En cualquier caso, los resultados en neurociencia
2010.
brindan la oportunidad de analizar las grandes Erklärungen von Handlungen
cuestiones del ser humano. ¿O habría leído usted und Hirnen. F. Leiss. Mentis,
Münster, 2013.
este artículo si su contenido hubiese tratado sobre
los mecanismos moleculares en el desarrollo ce­
En nuestro archivo
lular y no sobre los valores morales como la culpa
Cerebro y libre albedrío.
y la responsabilidad? M. Pauen en MyC n.o 1, 2002.
Libre albedrío y derecho penal.
K. Könneker en MyC n.o 19,
2006.
La neurociencia en el sistema
judicial. M. S. Gazzaniga en
IyC, junio de 2011.
Florian Leiss es doctor en filosofía por Tras el libre alberdrío. C. Her-
la Universidad Ludwig Maximilian de mann en MyC n.o 53, 2012.
Múnich.
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69
MEMORIA
Recuerdos bloqueados
La mayoría de las veces relacionamos el olvido con un problema de memoria.
Sin embargo, al eliminar información superflua en el cerebro se deja espacio
para contenidos nuevos y más importantes. Una región del lóbulo frontal
se encarga de inhibir de forma selectiva las recordaciones molestas
CHRISTOPH BÖHMERT
EN SÍNTESIS
Tecla de «suprimir»
en el cerebro
1 La corteza prefrontal
dorsolateral (CPFdl) se
muestra particularmente
activa cuando intentamos
olvidar o reprimir recuerdos.
2 El área frontal del ce-
rebro inhibe neuronas
del hipocampo, central de la
memoria.
3 La CPFdl interviene
también en el proce-
samiento a largo plazo de las
vivencias traumáticas.
70
H
a sido lo más innoble que me
he encontrado a lo largo de mis
estudios universitarios de psi-
cología. Uno de mis profesores
perdía constantemente el hilo
mientras nos impartía la lección. Le gustaba irse
por las ramas con la descripción de problemas
insignificantes sobre la interpretación estadística
y con regularidad finalizaba esa incursión en el
mundo de los números con la frase: «No necesitan
conocer tantos detalles, tampoco se los pregunta-
ré en el examen». ¡Sin embargo, en la evaluación
oral preguntaba justamente ese tema!
De esa forma perturbaba la preparación con-
cienzuda de los estudiantes para el examen y,
además, alteraba mecanismos psicológicos fun-
damentales. Múltiples estudios indican que, de
modo automático, olvidamos con mayor rapidez
información si alguien nos ha indicado antes que
no necesitamos retenerla. En el fondo se cumple
el elemental principio económico: concedemos
la mínima atención posible a los contenidos que
nos parecen irrelevantes.
A diario nos bombardean con contenidos que
debemos seleccionar. Solo una pequeña parte de
los estímulos que captan nuestros órganos sen-
soriales llegan a la consciencia. Los estímulos
ambientales despiertan también recuerdos. En el
caso ideal solo llegan a nuestra consciencia los
recuerdos relevantes. Cuando, por ejemplo, nos
indican un código PIN nuevo para nuestra tarjeta
de crédito, frente al cajero automático deberíamos
acordarnos del número más reciente que nos han
dicho y no del anterior.
Karl-Heinz Bäuml, psicólogo de la Universidad
de Ratisbona, señala que resulta razonable no
acordarse más de determinada información. Ello
concierne tanto a antiguas claves secretas o nú-
meros telefónicos como a experiencias negativas.
Exigencia de borrado
Desde hace años, Bäuml estudia los procesos del
olvido selectivo. En sus experimentos, los pro-
bandos oyen repetidas veces listas de palabras
sin conexión alguna entre ellas (por ejemplo, ro-
dilla, invierno, oro, etcétera). Después de unos diez
términos consecutivos, indica a los participantes
que pueden olvidar todo lo que han oído hasta
entonces, pero deben retener las diez palabras que
se les dirá a continuación. Al finalizar, Bäuml y su
equipo preguntan a los sujetos por la totalidad de
los vocablos que han oído.
Desde los años setenta del siglo xx, los investiga-
dores se sirven de la prueba del olvido dirigido con
el método de lista (LMDF por sus siglas en inglés).
Los resultados son siempre los mismos: cuando
se pide a los participantes, después de la fase de
aprendizaje, que reconozcan en una nueva lista
de términos las palabras que han aprendido previa-
mente, lo consiguen tanto si se trata de los vocablos
que se les ha dicho que pueden olvidar como de
los que podían seguir recordando. En pocas pala-
bras, parece que ambas series se fijan por igual en
la memoria. Ahora bien, si se invita a los sujetos
a que repitan a su antojo las palabras, separan el
grano de la paja: las de la lista que deben recordar
aparecen con mayor frecuencia. Efectos similares
se han registrado usando rostros o videoclips.
Los resultados hablan en favor de que la invi-
tación a olvidar información bloquea el acceso
activo al recuerdo. Varios estudios apuntan a
la corteza prefrontal dorsolateral (CPFdl) como
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
responsable de este bloqueo. En 2012, Bäuml y
Simon Hanslmayr, de la Universidad de Constan-
za, junto con otros investigadores, analizaron el
funcionamiento del cerebro durante un ensayo
con el método de la lista de palabras. Para ello
utilizaron dos técnicas: por un lado, registraron
la actividad neuronal de los probandos mediante
tomografía por resonancia magnética funcional
(TRMf) al tiempo que observaban la actividad
eléctrica de sus respectivos cerebros a través de
electroencefalogramas (EEG).

Ondas cerebrales asincrónicas

Con ayuda de la combinación de ambas técnicas
encontraron una interesante relación. La invita-
ción a olvidar unas determinadas palabras activa-
ba la CPFdl. El intento por conseguir este olvido,
a su vez, provocaba que las ondas eléctricas de
los participantes «perdieran el compás»: diver-
sas conexiones neuronales dejaban de transmi-
tir sus señales eléctricas de manera sincrónica;
funcionaban cada una por su cuenta. Anteriores
investigaciones han demostrado que cuando exis-
te sincronicidad de la actividad eléctrica cerebral

GEHIRN UND GEIST / SIMONE CIHLAR

recordamos mejor la información. Parece ser que
este mecanismo se desarrolla en la corteza pre-
frontal dorsolateral.
Hasta ahora los investigadores habían locali-
zado en la CPFdl, sobre todo, funciones psíquicas
complejas. Las neuronas allí alojadas se activan
cuando hemos de decidir entre llevar a cabo va-
rias acciones. Pero esta área frontal del cerebro
cumple también una importante función en la
memoria. Según Robert Blumenfeld y Charan
Ranganath, de la Universidad de California en Da-
vis, en esta región se ordenan las informaciones
de la memoria operativa (retención de la infor-
mación durante breve tiempo). En 2006, ambos
científicos hallaron que la CPFdl determina el gra-
do en que los conocimientos se transmiten de la
memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo.
Hanslmayr, Bäuml y sus colaboradores cen-
traron su trabajo en conocer con mayor detalle
la función que desempeña la corteza prefrontal
dorsolateral en la desincronización de las ondas
eléctricas cerebrales, mecanismo a través del
cual actúa en el olvido. Invitaron a un grupo de
participantes a que ejecutaran tareas incluidas
en la prueba de la lista de palabras; de manera
simultánea registraron la actividad eléctrica del
cerebro mediante un EEG. En esta ocasión, los
BORRAR PARA RECORDAR
investigadores midieron con mayor detalle el
La mayoría de las informa-
nivel de excitación de las neuronas en la CPFdl ciones no las olvidamos ton-
mediante repetidos estímulos magnéticos trans- tamente. El olvido tiene sus
craneales. Con esta intervención, el trazado del buenas razones de ser; de lo
EEG era todavía más asincrónico que en el primer contrario, nuestra memoria
experimento; también los probandos recordaron estaría sobrecargada.
menos palabras de la lista que debían olvidar.
Similares resultados obtuvo Michael Anderson,
quien trabaja en la Unidad de Ciencias Cerebrales
y Cognitivas de la Universidad de Cambridge. En
2012, junto con Roland Benoit, estudió qué ocurre
en el cerebro cuando, de manera consciente, re-
primimos un recuerdo. En una primera fase del
experimento, los investigadores presentaron a
los participantes parejas de palabras relacionadas
(«playa» y «África»). A continuación debían esfor-
zarse en evitar específicamente esa relación. Se
les presentó al menos diez veces en la pantalla la
palabra «playa» sin que en modo alguno hubieran
de pensar en «África» ni tampoco la relacionaran
con ningún otro concepto.

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 71

 MEMORIA
Áreas cerebrales que contribuyen a olvidar
En 2012, Roland Benoit y Michael Anderson, de la Universidad de Cambridge,
observaron que cuando el probando reprimía recuerdos, aparecía un aumento
de actividad de la corteza prefrontal dorsolateral en el escáner cerebral (a).
Además, estos investigadores registraron una disminución de actividad en el
hipocampo (b).
Con todo, la represión no es el único método con el que los humanos somos
capaces de librarnos de pensamientos desagradables: con frecuencia desecha-
mos información ocupando la mente con otros asuntos. Esta estrategia funciona
tan bien como la represión de recuerdos. En un experimento, los probandos
olvidaban de esta manera las asociaciones de palabras que habían aprendido
previamente (por ejemplo, «playa» y «África»). Sin embargo, el cerebro de los
sujetos presentaba otras características que en la represión de los recuerdos.
Dos áreas en la corteza prefrontal, la caudal (c) y la ventrolateral medial (d),
aumentaban su excitación. Ello se acompañaba de un incremento en la activi-
dad del hipocampo, lo que indicaba que se habían evocado recuerdos. Parece
ser que en esta tarea, la única intervención de las áreas prefrontales consiste
en favorecer que afloren unos contenidos concretos a la consciencia y evitar
que otros lo hagan.
Olvido por represión
a b
DE: «OPPOSING MECHANISMS SUPPORT THE VOLUNTARY FORGETTING OF UNWANTED MEMORIES». R.G. BENOIT Y M.C. ANDERSON
Plano sagital Corte frontal
Olvido por distracción
EN NEURON, VOL.76, PÁGS. 450-460, 2012; REIMPRESO CON PERMISO DE ELSEVIER / CCC
c d
Plano sagital Corte frontal
DISTINTOS PROCESOS
La activación de las regiones que cumplen una función relevante en la memo-
ria ( flecha) es distinta según el mecanismo que empleamos para librarnos de
un pensamiento. En amarillo aparece una hiperactivación de ciertas áreas del
cerebro en comparación con la remembranza normal (azul), que presenta una
actividad disminuida.
Ya en los años ochenta, el psicólogo social Da-
niel Wegner (1948-2013) demostró que no es fácil
reprimir un pensamiento específico. En su famo-
so estudio, los participantes debían no pensar en
un oso blanco, sin embargo lo hacían permanen-
temente, tal vez precisamente porque se les dijo
que no pensaran en él. Luego Anderson y Benoit
dieron a los participantes una nueva instrucción:
72
si aparecía en su cabeza un recuerdo no deseado
debían eliminarlo lo más rápido posible de sus
pensamientos.
Durante ese bloqueo mental, los investigadores
realizaron un escáner cerebral mediante TRMf.
También aquí aparecía en la CPFdl un aumento de
actividad. Al mismo tiempo, el hipocampo (centro
de la memoria en el cerebro) se iba «apagando».
Según concluyeron, la CPFdl inhibía la evocación
de recuerdos problemáticos.
La exploración mediante TRMf revela los efec-
tos que produce este patrón de actividad: las pala-
bras reprimidas afloran menos a la memoria que
las palabras de control, las cuales no han sido re-
primidas ni evocadas de forma específica después
de la fase de aprendizaje. Otro hallazgo refuerza
la importancia de la CPFdl en el proceso del olvi-
do: cuanta más actividad se registraba durante
la represión de los recuerdos, tanto menor era el
número de conceptos que recordaban después los
probandos. Quienes más se habían entrenado en
la represión de recuerdos eran también los que
más habían olvidado.
Sobre sus propios resultados y los de sus cole-
gas de Inglaterra, Bäuml comenta: «En el fondo
hemos investigado cosas diferentes, sin embargo
nuestros resultados son del todo compatibles».
Mientras que Bäuml y Hanslmayr fijan su aten-
ción en las activaciones sincrónicas de la corteza
cerebral durante los olvidos intencionados, Benoit
y Anderson se concentran en el hipocampo. Ello
tiene su explicación. «En nuestra práctica de la
corteza prefrontal dorsolateral se dan de modo
paralelo dos procesos mentales: se trata de olvidar
lo que no es importante y retener lo relevante. En
el experimento de Benoit y Anderson, a diferencia
del nuestro, se trata de reprimir específicamente
una única asociación». En consecuencia, resulta
probable que en el ensayo de los investigadores
de Ratisbona se vea implicada una red neuronal
mayor del cerebro, mas esta conclusión no puede
afirmarse con toda seguridad. Anderson y sus co-
legas no registraron la actividad eléctrica cerebral,
por lo que no pudieron determinar su sincronici-
dad en diferentes vías neuronales.
Los investigadores alemanes también han
medido la excitación del hipocampo. Según su
trabajo, existe una correlación con la actividad
en el área dorsolateral de la corteza prefrontal.
Al parecer, ambas zonas se hallaban igualmente
activas cuando los participantes tenían que fijar
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
su atención en un estímulo. Sin embargo, cuando
se trataba de olvidar alguna información concreta,
esta correlación iba debilitándose de forma pro-
gresiva. Surge, pues, una contradicción con los
resultados de los autores de Cambridge. Bäuml
atribuye tal discordancia a la diferencia de las ta-
reas que se solicitaron de los participantes. Con
todo, existen similitudes destacadas entre ambos
hallazgos: «En los dos estudios queda claro que la
corteza prefrontal dorsolateral regula la actividad
de áreas cerebrales que cumplen una función im-
portante en la memoria. Es la concordancia más
relevante de los estudios».
¿Más masa cerebral tras un trauma?
El bloqueo que se produce mediante la actividad
de la CPFdl desempeña una función en el proce-
samiento de traumas. Investigadores del Colegio
de Medicina de la Universidad Nacional de Seul
informaron que, al parecer, el grosor de esta re-
gión cerebral cumple una función importante en
el curso del trastorno por estrés postraumático
(TEPT). Muchos de los supervivientes del acci-
dente de metro que ocurrió en 2003 en la ciu-
dad surcoreana de Daegu y en el que resultaron
afectadas por quemaduras casi 200 personas, de-
sarrollaron posteriormente un TEPT. Un equipo
dirigido por Kyoon Lyoo atendió a un total de
30 de estos pacientes entre 2004 y 2007. En ese
intervalo de años, los investigadores midieron
en tres ocasiones la estructura cerebral de los
pacientes mediante tomografía estructural por
resonancia magnética.
En el primer escáner año y medio después
del accidente, la corteza dorsolateral del lóbulo
prefrontal derecho de las personas con TEPT era,
por término medio, un 5 por ciento más grueso
que el de los probandos sanos. Al cabo de cuatro
años, la medida cerebral de casi todos los suje-
tos se había igualado a la de los individuos de
control. Lyoo interpretó las diferencias iniciales
en el volumen cerebral como un posible indicio
de la hiperactividad persistente durante largo
tiempo a consecuencia del trauma. No obstante,
los investigadores consideraron esta conclusión
una mera conjetura, puesto que con la TRMf no
se mide directamente la actividad. Por otra par-
te, tampoco debe descartarse la posibilidad de
que las alteraciones cerebrales que presentaban
los pacientes con TEPT existieran antes del ac-
cidente.
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
No obstante, resulta sorprendente la influencia Ideas equivocadas
de la corteza prefrontal dorsolateral en el curso Muchas personas tienen un
del trastorno de estrés postraumático: los par- concepto erróneo de cómo
funciona la memoria. Dos
ticipantes que en la primera exploración cere- estudios llevados a cabo en
bral mostraron una CPFdl muy desarrollada, se Estados Unidos revelan que
recuperaron del trauma de forma rápida en los alrededor de la mitad de los
estadounidenses creen que la
años siguientes de la tragedia. Este hallazgo arroja
memoria funciona como una
una nueva luz sobre la función del olvido dirigido cámara de vídeo. Casi un ter-
en el TEPT. Uno de los síntomas principales de cio de los encuestados opina
esta enfermedad sigue siendo la pérdida de los que, una vez almacenados, los
recuerdos no cambian. Según
recuerdos traumáticos. Muchos terapeutas cen- se sabe hasta ahora, ambas
tran el tratamiento en este fenómeno y proponen suposiciones son falsas.
al paciente la presentación controlada de imáge- («Common (mis)beliefs about me-
nes del trauma. La importancia de la CPFdl en mory: A replication and comparison
la recuperación del afectado plantea la cuestión of telephone and mechanical turk
survey methods». D. J. Simons
de si en algunas circunstancias no pudiera tener y C. F. Chabris en PloS One, n.o 7,
sentido no provocar que afloren los recuerdos pág. e51876, 2012)
del accidente.
Aquí aparecen los puntos débiles de los estu-
dios sobre el olvido intencionado. Se ha descu-
bierto una zona del cerebro que pone en marcha
el proceso de olvidar al bloquear los recuerdos.
Sin embargo, desconocemos si aplicamos este blo-
queo y, si es así, hasta qué punto en la vida diaria.
Bäuml subraya: «En los ensayos en los que se trata
de romper asociaciones, se debilita el vínculo en
la memoria de los participantes, por ejemplo, al
reprimir diez veces un recuerdo». También pone
en duda que llevemos a cabo este proceso con
frecuencia en la vida diaria.
¿Con qué frecuencia nos encontramos en situa-
ciones en las que, de un momento a otro, dejamos Para saber más
de necesitar una determinada información? Las The neurobiological role of
the dorsolateral prefrontal
señales de tráfico nos indican un cambio en el
cortex in recovery from trau-
límite de velocidad o prohibido adelantar. Revisa- ma. I. K. Lyoo et al. en Archives
mos los correos electrónicos antes de borrarlos. Si of General Psychiatry, vol. 68,
págs. 701-713, 2011.
quisiéramos estar constantemente reteniendo los
Opposing mechanisms sup-
recuerdos, nuestra cabeza se convertiría en una port the voluntary forgetting
auténtica jaula de grillos. of unwanted memories. R. G.
Benoit y M. C. Anderson en
Existen ocasiones en las que recordamos in- Neuron, vol. 76, págs. 450-460,
formación que en realidad debiéramos haber ar- 2012.
chivado. En mi caso, la nota del último examen. Prefrontally driven downregu-
lation of neural synchrony
Sin embargo, con el paso del tiempo, casi todo se mediates goal-directed for-
olvida y perdona. getting. S. Hanslmayr et al. en
The Journal of Neuroscience,
vol. 32, págs. 14.742-14.751, 2012.
En nuestro archivo
Fijación de la memoria. R. D.
Fields en IyC, abril de 2005.
Christoph Böhmert es psicólogo y Borrar los recuerdos dolorosos.
redactor de Gehirn und Geist, edición J. Adler en IyC, julio de 2012.
alemana de Mente y cerebro.
73
NEURO CIENCIA
Neurología
de la tartamudez
Alrededor de uno de cada cien adultos no logra hablar con fluidez.
Las áreas cerebrales que intervienen en el lenguaje oral se activan en las personas
tartamudas según una secuencia, al parecer, equivocada
M ARTIN SOMMER
EN SÍNTESIS
Mala conexión
1 La comunicación entre
las áreas más importan-
tes del lenguaje del hemis-
ferio izquierdo se encuentra
alterada en los adultos con
tartamudez.
2 Es probable que ello
modifique la secuencia
de activación de las regiones
cerebrales involucradas. Los
centros motores no se acti-
van con la rapidez suficiente
en el momento decisivo.
3 Con frecuencia, las
regiones del hemisferio
derecho compensan el tras-
torno. No obstante, la estra-
tegia fracasa, sobre todo en
situaciones de estrés.
74
D
e los jefes de Estado se esperan
siempre discursos llenos de pa-
sión y elocuencia. Pero si un rey
fracasa en esa pericia, la situación
se agrava. Al menos así lo experi-
mentó a comienzos del siglo xx el regente inglés
Jorge VI, cuyo destino cautivó a millones de ciné-
filos no hace tanto. En 2010, la película El discurso
del rey expuso el tema de la tartamudez con gran
sensibilidad, pues reflejó los sentimientos de una
persona tartamuda: la pena y la frustración de
hacer esperar al auditorio durante una eternidad
o el enorme sufrimiento de los allegados. ¿Cómo
puede ocurrir que un individuo inteligente fra-
case en una tarea que, en apariencia, no ofrece
ningún problema? ¿No existe modo alguno de
aprender a hablar con fluidez, aunque sea con una
artimaña sencilla y eficaz?
Tras una ardua lucha, Jorge VI logró controlar
su trastorno del habla. En el camino experimentó
el mismo rechazo que muchos otros tartamudos
menos renombrados: cerca del 5 por ciento de los
niños empiezan a tartamudear, sin una causa ex-
terna aparente, entre los tres y los seis años. El
trastorno prosigue en la vida adulta en el 1 por
ciento de la población.
Durante largo tiempo han permanecido en la
penumbra los motivos por los que los afectados
realizan repeticiones y pausas y emiten sílabas y
sonidos prolongados tan característicos. Las dife-
rentes hipótesis han propiciado multitud de mo-
dalidades de tratamiento. Se sabe, no obstante,
que la tartamudez no consiste en un trastorno del
lenguaje. La persona sabe qué quiere decir, por lo
que hay que dejarla hablar, aunque tarde más en
articularlo. En ningún caso debe interrumpirse su
discurso con consejos bienintencionados.
Investigación con gemelos
Solo en los últimos años, los neurocientíficos han
descubierto por qué los individuos con tartamu-
dez pierden de manera brusca el control de la
articulación del habla.
Los estudios con gemelos han revelado que la
herencia influye notablemente en el tartamudeo
habitual, es decir, en el trastorno de la fluidez del
habla que aparece durante la infancia sin nin-
guna causa reconocible. Susan Felsenfeld, por
entonces en la Universidad de Duquesne en Pitts-
burgh, y sus colaboradores examinaron diversos
estudios con gemelos. Este tipo de investigaciones
analizan la probabilidad de que, si un miembro
de la pareja tartamudea, el otro también lo haga.
Los resultados mostraron una mayor probabili-
dad entre los hermanos univitelinos que entre los
bivitelinos. En el supuesto de que los factores am-
bientales (como la educación o el estatus social)
fueran los únicos influyentes en el tartamudeo,
los porcentajes entre unos y otros hubiesen sido
similares.
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
CINETEXT / IPP
El equipo de Changsoo Kang, de los Institutos
Nacionales de Salud en Bethesda, descubrió en
2010 varios genes relacionados con la tartamu-
dez habitual. Sin embargo, todavía no se ha ob-
tenido una confirmación independiente de sus
hallazgos. Por otro lado, el ejemplo del rey Jorge
VI demuestra que existen más influencias, aparte
de las hereditarias. Según se sabe, no tenía antece-
dentes familiares ni descendencia con ese mismo
problema.
Sigue sin conocerse el mecanismo por el que
los factores hereditarios modifican el control
de los instrumentos del habla y su desarrollo.
Ya que los daños cerebrales graves (por ejemplo,
después de un ictus) pueden ocasionar una tarta-
mudez neurogénica, se ha buscado algún tipo de
vulnerabilidad cerebral en los jóvenes y adultos
tartamudos. Mediante técnicas de neuroimagen
se han descrito alteraciones anatómicas sutiles
entre probandos con tartamudeo habitual. Al pa-
recer, presentan un problema en la sustancia blan-
ca, las fibras nerviosas largas a través de las cuales
las regiones cerebrales se intercambian señales.
Este descubrimiento se logró en fecha reciente
a través de imágenes por tensor de difusión. El
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
BALBUCEO REAL
tomógrafo de resonancia magnética mide dónde
En la película El discurso del
y en qué dirección se desplazan las moléculas de rey (2010), los espectadores
agua por el cerebro. Las partículas se mueven, al contemplan las dificultades
igual que el agua que corre por una manguera de que sufría el príncipe Alberto,
riego, preferentemente a lo largo de las vías ner- futuro rey Jorge VI de Ingla-
viosas, por lo que puede obtenerse una medición terra, para superar su tras-
de la intensidad de comunicación entre las regio- torno del habla. Los nuevos
hallazgos neurocientíficos
nes cerebrales. Al parecer, esta conexión se halla
podrían contribuir a mejorar
debilitada en los tartamudos. Sea por un núme-
el tratamiento futuro de la
ro de fibras inferior, un aislamiento menor, una tartamudez.
asociación laxa entre las fibras o porque concurre
una combinación de estos u otros factores, los da-
tos se transmiten de manera menos adecuada y
fiable. Cinco grupos de investigación, entre ellos
un equipo al que perteneció el autor del presente
artículo en 2002, han descrito esta limitación en el
cerebro de los adultos con tartamudez persistente,
cuando el habla espontánea durante la infancia
prosigue hasta la adultez.
A pesar de que los resultados varían ligeramen-
te de un estudio otro, este trastorno se ha rela-
cionado siempre con la región inferior del lóbulo
frontal izquierdo. Seguramente no se trata de una
coincidencia, pues en este lugar discurren las vías
que entrelazan las áreas cerebrales esenciales para
75
NEURO CIENCIA
Al cantar, el
balbuceo suele
desaparecer,
ya que el
hemisferio
derecho, mejor
conectado, se
encarga de
procesar la
información
Problema arraigado
Cerca de un 5 por ciento de
todos los niños comienzan a
tartamudear sin una causa
que lo justifique, y muchos
de ellos dejan de hacerlo
antes de alcanzar la pubertad.
Por desgracia, hoy por hoy
no ­puede predecirse quién
logrará la recuperación espon-
tánea. Los padres necesitan
el asesoramiento de un logo-
peda si el tartamudeo dura
más de medio año o si el niño
sufre por ello y evita hablar.
76
el lenguaje. Además del área de Broca, necesaria
para la planificación del habla, entre otras funcio-
nes, se alojan allí las cortezas premotora y moto-
ra (encargadas de la planificación y ejecución del
movimiento, respectivamente) y la parte anterior
de la ínsula, la cual interviene en la articulación
del lenguaje. Es probable que se afecten otras vías
destinadas a zonas del lóbulo parietal que proce-
san las palabras oídas.
Recepción distorsionada
La conclusión de los investigadores resulta plau-
sible: como ocurre cuando una emisora de radio
está mal sintonizada, lo que provoca que los alta-
voces crepiten, falla la recepción en las regiones
del cerebro esenciales para el habla, sobre todo
si se añaden otras alteraciones. Si se trata de la
radio de un automóvil, estas pueden deberse a
un túnel; en el caso de la persona tartamuda, a un
estado de excitación o de estrés. Quien conoce
a individuos con tartamudez está familiarizado
con este fenómeno. Jorge VI, como se muestra en
el filme, sufría sobre todo cuando debía hablar
en público.
Sin embargo, los sujetos que no tartamudean
experimentan sensaciones parecidas. Una pieza
de piano que se ha practicado a conciencia sale
de maravilla en el comedor de casa, mas al inter-
pretar la misma melodía en el conservatorio de
música, brotan los errores. En general puede afir-
marse que todas las funciones sensitivomotoras
que entrañan gran complejidad, entre las cuales
se cuenta el habla, empeoran bajo un estado de
estrés.
La dependencia del tartamudeo de factores
externos pone asimismo de relieve que, en con-
diciones normales, el cerebro no se encuentra in-
defenso frente al trastorno. Dispone de medios y
recursos para anularlo. Estas estrategias cerebra-
les han empezado a conocerse mediante las técni-
cas de neuroimagen. Peter Fox, de la Universidad
de Texas en San Antonio, y sus colaboradores des-
cubrieron en 2005, a partir de una revisión de ar-
tículos, que el hemisferio izquierdo es el que más
se activaba en las personas que hablan con fluidez.
En cambio, en los adultos con tartamudeo, la acti-
vidad se reparte de una manera menos asimétrica
o incluso se desplazaba hacia el hemisferio dere-
cho. Es como si las áreas cerebrales del otro lado
compensaran los problemas de comunicación que
presenta el hemisferio izquierdo.
Esta teoría del cambio de lateralización cerebral
beneficioso se ha visto reforzada por el estudio de
algunos casos de ictus en los que se observó un
fenómeno parecido. Otro argumento a favor, tam-
bién observado en el caso de Jorge VI, es la facilidad
con la que casi todos los tartamudos cantan.
De nuevo, las técnicas de imagen cerebral apor-
tan una explicación. De la entonación melódica
se ocupan principalmente ciertas regiones del he-
misferio derecho. Cuando un tartamudo canta,
puede dejar aparcadas sus alteraciones de comu-
nicación del hemisferio izquierdo y controlar los
instrumentos del habla a través de las regiones
contiguas que procesan las melodías. Sin embar-
go, como también revela El discurso del rey, estas
disociaciones simples no resultan demasiado úti-
les para la vida cotidiana de los afectados: un rey
no puede pasarse todo el día cantando. Tampoco
esta parece una salida muy airosa para los súb-
ditos tartamudos.
Volvamos al hemisferio izquierdo y a las vías
alteradas de comunicación. ¿Cómo se reflejan los
problemas comunicativos de las regiones cerebra-
les durante el habla? Los científicos han buscado
la respuesta sobre todo mediante la magnetoen-
cefalografía (MEG). A grandes rasgos, esta técnica
registra la actividad electromagnética del cerebro
a partir de multitud de puntos de medición en
la cabeza. La resolución temporal, del orden de
milisegundos, es altísima, lo que la convierte en
una técnica ideal para medir las alteraciones que
presenta el patrón de actividad neuronal cuando
el cerebro debe resolver una acción concreta. Dos
estudios comprobaron los procesos que ocurren
cuando se leen palabras en voz alta. Se descubrió
que las regiones que intervienen en el habla se
activaban en los tartamudos con una secuencia
al parecer equivocada.
Peter Walla, de la Universidad de Viena, y sus
colegas descubrieron en 2004 que el cerebro de
probandos con habla fluida mostraba una activi-
dad eléctrica en las regiones motoras poco antes
de que se les presentara una palabra para su lec-
tura. El cerebro parecía prepararse de antemano
para llevar a cabo la tarea. No ocurrió lo mismo
con los probandos tartamudos: su sistema de arti-
culación no se ponía a trabajar con la rapidez que
reclamaban las otras regiones cerebrales.
Riitta Salmelin, de la Universidad Técnica de
Helsinki, y sus colaboradores pidieron en 2000 a
una serie de probandos que leyeran algunas pala-
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

bras en alto. A diferencia de Walla y su equipo, de-
jaron un espacio de tiempo entre la presentación y
la práctica de la tarea encomendada. ¿Qué ocurrió
durante ese intervalo en las regiones cerebrales?
Cuando los participantes que hablaban con fluidez
leían la palabra escrita, se activaba primero la cor-
teza visual, seguida del lóbulo frontal izquierdo y,
finalmente, de las áreas motoras. Una secuencia,
por otro lado, lógica: el cerebro prepara, en el área
de Broca, el código motor y luego las áreas moto-
ras se encargan de ejecutarlo.
El cerebro de los probandos que tartamudea-
ban se comportó de forma distinta. En primer
lugar se activaba la región motora; luego, el área
de planificación. Al igual que el equipo de Walla,
el grupo de Salmelin constató una secuencia de
activación de la corteza motora que no se ajustaba
al ejercicio que se había propuesto a los partici-
pantes. El motivo parecía similar en ambos casos:
una alteración en el intercambio de señales entre
las distintas regiones cerebrales.
Fuera de control
Por lo común, las regiones cerebrales se coordinan
a través de un equilibrio fino entre las señales in-
hibidoras y estimuladoras. Si se altera el sistema,
como ocurre en la tartamudez, pueden darse dos
efectos: por un lado, si la inhibición es muy poten-
te, una de las áreas frena a la otra; por otro, cuando
la facilitación neuronal resulta muy débil, es decir,
la descarga es insuficiente para que aparezca un
potencial de acción, las señales nerviosas no se
transmiten con la velocidad necesaria o llegan
hasta zonas que no se hallan preparadas.
En ambos casos no se activan procesos impor-
tantes o, de hacerlo, acontecen con un retraso ex-
cesivo. Para averiguar cuál de los dos supuestos se
corresponde con la realidad, durante estos últimos
años hemos explorado a sujetos con tartamudez
a partir de la estimulación magnética transcra-
neal (EMT). En un principio queríamos averiguar
si la corteza motora derecha inhibía en exceso a
la izquierda o si esta última no estimulaba sufi-
cientemente a la diestra.
La importancia que ejerce la inhibición recí-
proca de la corteza motora de ambos hemisfe-
rios se ilustra en el control de la mano. Si uno
de los hemisferios no frenara al otro, la actividad
se propagaría sin ningún obstáculo y se produci-
rían movimientos especulares a cada instante.
Las funciones especializadas de la mano (el uso
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
Corteza
motora
Área de Broca/
Corteza premotora Área de Wernicke
2
1
GEHIRN UND GEIST / MEGANIM
FLUJO NORMAL
de herramientas o el dominio de un instrumento
DE LAS PALABRAS
musical, entre otros muchos) resultarían de otro El área de Broca traduce las
modo imposibles. Cabe suponer que este mismo unidades fónicas que deben
principio interviene en el control de los órganos emitirse en un código motor
responsables de la articulación del habla. y lo comunica a la corteza
La magnitud de la inhibición interhemisfé- motora (1). Esta utiliza la
rica puede medirse con fiabilidad a través de la información para controlar
los órganos que articulan del
estimulación magnética transcraneal. Mediante
habla. Al hablar se ejerce un
una bobina de hilo de cobre se genera sobre la
autocontrol permanente a
cabeza del sujeto un campo magnético durante través de las áreas auditivas,
un período corto de tiempo, de manera que se como la de Wernicke (2).
induce, de forma segura y no invasiva, un flujo pa- Según parece, esta cadena
sajero de corriente en el cerebro. Este origina, a su señalizadora se rompe en las
vez, potenciales de acción en las fibras nerviosas personas tartamudas, puesto
situadas por debajo, por lo que las neuronas des- que las comunicaciones entre
las regiones cerebrales corres-
cargan. De esta manera, los investigadores pueden
pondientes se encuentran
influir directamente en cualquier procesamiento
más debilitadas.
neuronal que les interese.
Si se sospecha que no se transmiten bien las
señales motoras, se estimulan las áreas correspon-
dientes del cerebro; a continuación se mide, en
la superficie de la piel, la llegada de los impulsos
nerviosos eléctricos a los músculos. Si se emplean
dos bobinas y se activa primero un hemisferio y
luego el otro, se obtiene una idea de la intensidad
con la que un lado inhibe el opuesto.
Nuestro grupo investigó en 2009 las caracte-
rísticas inhibitorias de los hemisferios cerebra-
77
NEURO CIENCIA
Mezcla confusa de tratamientos
La situación terapéutica para los pacientes con tartamudez
se antoja, en muchos casos, confusa e impredecible. Con fre-
cuencia se dispone de una diversidad de estrategias que los
terapeutas aplican en función de sus preferencias. Además, las
vías de formación de los profesionales son poco sistemáticas,
o incluso inexistentes, lo que ha favorecido la fragmentación
del panorama terapéutico.
Las opciones varían desde la hipnosis hasta el uso de aparatos
que reproducen con demora el mensaje del interlocutor a través de
unos auriculares. Su eficacia ha sido discutida en bastantes ocasio-
nes. Entre los métodos más extendidos se encuentran dos escuelas
dominantes: la modelación de la fluidez y la de la disfluencia.
La primera se basa en conseguir que la persona cambie su for-
ma de hablar a fin de eliminar el balbuceo. Durante las sesiones,
algunas con la asistencia de un ordenador, se practican nuevos
tipos de habla; los más antiguos son el habla ligada y el habla
con el ritmo de un metrónomo. Los sujetos tartamudos ejercitan,
entre otros, los inicios suaves de las palabras, para que las cuerdas
vocales vibren lentamente. Una ventaja de estos métodos suele ser
la rapidez con que desaparece el tartamudeo, en numerosos casos
de forma casi definitiva. Un inconveniente para muchos afectados
es que la nueva manera de hablar no les resulta natural: no pueden
adaptar la tonalidad ni las expresiones emocionales al contenido
del mensaje. Tras la euforia inicial, algunos se lamentan de haber
sustituido un problema por otro. Se requiere mucha práctica para
aplicar la técnica del habla aprendida en el día a día, de modo que
se pueda recurrir a ella en cada momento.
CON TELÉFONO INTELIGENTE
Uno de los dispositivos elec-
trónicos ideados para que los
niños con tartamudez puedan
ejercitarse incluso fuera de la
consulta es Fluxxy. La aplica-
ción (en alemán) puede des-
cargarse gratis en la página del
Instituto para la Terapia de la
Tartamudez de Kassel.
www.kasseler-stottertherapie.
de/fluxxy
Para saber más
Stottern. Erkenntnisse, Theo-
rien, Behandlungsmethoden
(2.a edición). U. Natke. Hans
Huber, Berna, 2005.
78
En la terapia de modelación de la disfluencia se combaten de
manera específica los episodios de tartamudeo a partir del control
del afectado. Este tratamiento abarca de ordinario cuatro fases.
Al principio, el sujeto aprende a identificar y a percibir qué ocurre
cuando tartamudea. Luego se le enseña a modificar el tartamudeo
dentro y fuera de la consulta. En las dos fases siguientes se ejercita
la superación, con una tensión amortiguada, del tartamudeo y,
finalmente, se procede a la integración en la vida cotidiana.
La supervisión de la eficacia terapéutica resulta, sin embargo,
complicada. Si el paciente es un niño, al investigador le cuesta
separar los efectos terapéuticos de los de la recuperación espon-
tánea. En cambio, en los adultos resultan frecuentes las recaídas,
por lo que se otorga preferencia a la satisfacción a largo plazo del
afectado con el tratamiento.
Un grupo liderado por Harald Euler y Katrin Neumann, de la
Universidad de Kassel y la Clínica Universitaria de Fráncfort, res-
pectivamente, investigó este aspecto a través de una encuesta
retrospectiva a los pacientes. Según los resultados, la técnica de
la modelación de la disfluencia, así como la modelación de la flui-
dez, ocuparon los primeros puestos, a gran distancia de las demás
terapias. No obstante, sería conveniente replicar en un futuro estos
resultados a partir del acompañamiento de un grupo de pacientes
durante el tratamiento.
Con independencia de los métodos terapéuticos elegidos, los
grupos de autoayuda contribuyen a afianzar los éxitos consegui-
dos y a afrontar mejor las situaciones, a menudo sumamente
frustrantes, de recaída.
CORTESÍA DEL INSTITUTO PARA LA TERAPIA DE LA TARTAMUDEZ DE KASSEL
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
les de las personas tartamudas. La pista estaba
equivocada: los dos hemisferios se comportaron
exactamente igual que los de las personas que
hablaban con fluidez. Tampoco se apreciaron in-
dicios de una inhibición débil en exceso o, por el
contrario, demasiado poderosa por parte de un
hemisferio sobre el otro, al menos en la corteza
motora primaria, objeto de la investigación.
Pensamos que las causas del trastorno del ha-
bla deben buscarse en la facilitación neuronal. Es
posible que las vías de procesamiento en el cere-
bro de las personas tartamudas resulten menos
eficaces porque, como se ha descrito antes, las es-
tructuras cerebrales esenciales para el habla no
experimentan la activación previa necesaria. En
2011 empezamos una investigación centrada en
el equilibrio entre inhibición y facilitación. Una
vez más recurrimos a la EMT.
Impulsos demasiado débiles
Colocamos una espátula en forma de cuchara y
que llevaba electrodos en la boca de 12 personas
con tartamudez y otras 14 no tartamudas. De esta
manera registramos los impulsos nerviosos que
el cerebro enviaba a la lengua de los probandos,
en particular los que provocábamos nosotros con
ayuda de la bobina magnética. El primer impulso
debía activarlo un hemisferio, con lo que prepara-
ba el campo para el segundo impulso. En condi-
ciones normales, esta facilitación sináptica propi-
ciaría la llegada de los impulsos a la musculatura
lingual: la amplitud de los estímulos eléctricos allí
medidos sería superior a la normal. Sin embargo,
el efecto en los adultos tartamudos resultó insufi-
ciente. Al parecer, la facilitación de las señales en
estas personas se encontraba disminuida.
Este hallazgo nos confirmaba, por otro lado, que
la tartamudez se diferencia de otros trastornos
motores neurológicos, como la enfermedad de
Parkinson, en los que se suele alterar la inhibición
hemisférica contralateral mientras que la facili-
tación sináptica se preserva. Además, revela que,
por lo que respecta a las aferencias que alcanzan
la corteza motora, el equilibrio entre inhibición y
facilitación se desplaza en contra de esta última.
Todo apunta a que los adultos tartamudos pre-
sentan alteraciones en la comunicación entre las
regiones del hemisferio izquierdo que soportan
el peso del habla. El hemisferio derecho trata de
compensar esa modificación, incluso más de lo
que se ha supuesto hasta la fecha, ya que algunas
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
tareas fundamentales en la planificación del ha-
bla se desplazan en los tartamudos al lado diestro
del cerebro. La causa del problema radica, posible-
mente, en un trastorno de la facilitación sináptica
en el hemisferio izquierdo. Sin embargo, todavía
se desconoce si fue antes el huevo o la gallina: no
sabemos si lo que asoma ante nuestros ojos es el
origen de la tartamudez o solo sus repercusiones
cerebrales.
Los interrogantes también se ciernen sobre
las repercusiones de estos hallazgos en el tra-
tamiento. ¿Habría que potenciar la función com-
pensatoria del hemisferio derecho? ¿O más bien
tratar de «reparar» las carencias del izquierdo?
Para saber más
¿Hasta qué edad del paciente podría actuarse? Los Single word reading in de-
primeros datos del grupo de la logopeda de la Clí- velopmental stutterers and
fluent speakers. R. Salmelin
nica Universitaria de Fráncfort Katrin Neumann,
et al. en Brain, vol. 123,
publicados en 2005, señalan que la terapia basada págs. 1184-1202, 2000.
en una modelación de la fluidez reactiva áreas Disconnection of speech-rele-
previamente dañadas del hemisferio izquierdo.
vant brain areas in persistent
developmental stuttering.
Además, los estudios con probandos que presen- M. Sommer et al. en Lancet,
taban dificultades para la lectura y escritura han vol. 360, págs. 380-383, 2002.
The lack of focused anticipa-
puesto de manifiesto que esta terapia, aplicada
tion of verbal information
durante varios meses, volvía a potenciar las co- in stutterers: A magnetoen-
municaciones nerviosas debilitadas. cephalographic study. P. Walla
et al. en NeuroImage, vol. 22,
La capacidad de adaptación del cerebro adulto págs. 1321-1327, 2004.
es, pues, mucho mayor de lo que se suponía, por Stuttered and fluent speech
más que sea inferior a la de los adolescentes y ni- production: An ale meta-ana­
lysis of functional neuroima­
ños, cuyo tartamudeo desaparece con frecuencia ging studies. S. Brown et al. en
de manera espontánea. Con todo, apenas se cono- Human Brain Mapping, vol. 25,
págs. 105-117, 2005.
ce el mecanismo de las curaciones «naturales»;
Mutations in the lysosomal
tampoco se dispone de ninguna explicación de enzyme-targeting pathway
los motivos por los que no todos los tartamudos and persistent stuttering.
C. Kang et al. en New England
vencen el problema. Es posible que los futuros
Journal of Medicine, vol. 362,
estudios arrojen luz en este sentido. Cuanto más págs. 677-685, 2010.
se aclaren los mecanismos por los que el cerebro Comparative effects of stut-
tering therapies in retrospec-
de los adolescentes erradica el trastorno del ha-
tive client evaluations.
bla, más posibilidades habrá de elaborar méto- H. Euler et al. 9th Oxford Dys-
dos curativos eficaces. La multitud de hallazgos fluency Conference, Oxford, 2
de septiembre, 2011.
acumulados en los últimos años sobre las defi-
Reduced intracortical inhibi-
ciencias descubiertas en el cerebro de los adultos tion and facilitation in the
tartamudos constituirán, sin duda alguna, una primary motor tongue repre-
sentation of adults who stut-
buena base. ter. N. E . Neef et al. en Clinical
Neurophysiology, vol. 122,
págs. 1802-1811, 2011.
En nuestro archivo
Tartamudez y logoterapia, K.
Martin Sommer es jefe de sección del Neumann en MyC n.o 13, 2006.
Servicio de Neurofisiología Clínica de la Neurobiología de la tartamu-
Universidad de Gotinga. Forma parte dez, C. Escera y S. Corbera en
de la asociación de la tartamudez MyC n.o 24, 2007.
­Bundesvereinigung Stotterer-Selbshilfe.
79
SYLL ABUS
Neuromielitis óptica
Considerada desde hace tiempo una forma grave de la esclerosis múltiple, hoy en
día se reconoce la neuromielitis óptica como una enfermedad con entidad propia.
En ella, los anticuerpos destruyen los canales de agua alojados en las membranas
de las células nerviosas
FRIEDEM ANN PAUL
EN SÍNTESIS
Neuronas en peligro
1 La neuromielitis óptica
(NMO) es una enferme-
dad autoinmunitaria rara.
Con frecuencia puede oca-
sionar ceguera y paraplejía.
2 Los anticuerpos pro-
ducidos por el propio
sistema inmunitario atacan
al canal de agua acuapori-
na 4 de los astrocitos del
nervio óptico y de la médula
espinal, lo que produce un
deterioro neurológico.
3 Durante mucho tiempo
se ha considerado una
forma especial de la esclero-
sis múltiple, trastorno más
usual. El hallazgo de anti-
cuerpos contra la acuapori-
na 4 en la NMO ha facilitado
el diagnóstico de la misma.
Sin embargo, todavía se
desconoce un tratamiento
eficaz.
* Nombres alterados por la redacción.
80
O
currió sin previo aviso: de un día para
otro Valeria F.* apenas podía mover sus
brazos y piernas. Los médicos del servi-
cio de neurología, adonde fue trasladada la mujer
de 51 años, diagnosticaron una tetraparesia, es
decir, una parálisis de las cuatro extremidades.
De inmediato, se pusieron a investigar las causas.
Primeramente analizaron el líquido de la mé-
dula espinal obtenido por punción lumbar. Era
normal. El estudio electrofisiológico, sin embargo,
reveló una alteración en la transmisión de los im-
pulsos nerviosos. Los análisis de sangre no apor-
taron resultados definitivos, mas descartaron
infecciones bacterianas, trastornos reumáticos y
carencias vitamínicas como causas del trastorno.
La exploración del cerebro mediante resonancia
magnética (RM) tampoco mostró alteraciones lla-
mativas. Tan solo la RM de la columna vertebral
proporcionaba, al menos, una explicación a los sig-
nos de parálisis: los médicos hallaron un edema
llamativo de la médula espinal cervical.
¿Qué provocaba los síntomas de Valeria? ¿Una
inflamación, una alteración de la perfusión san-
guínea o un tumor? Los neurólogos responsables
del caso no daban con la respuesta. El estado de
la paciente se deterioraba, por lo que los médicos
debían actuar con celeridad. Decidieron adminis-
trarle dosis altas de cortisona por vía intravenosa,
mas la medida resultó de escaso éxito. Finalmen-
te trasladaron a la afectada al servicio de neuro-
cirugía con el objetivo de descartar un posible
cáncer. Sin embargo, el examen de la muestra de
tejido que se le había extirpado en el quirófano
solo mostró una «necrosis en la zona excavada»,
es decir, tejido muerto eliminado por las células
fagocíticas del organismo. La causa de la necrosis
seguía siendo un misterio.
La operación comportó importantes complica-
ciones para Valeria. Por un lado, la parálisis em-
peoró y, por otro, el líquido de la médula espinal
se escapaba hacia otros tejidos del cuerpo, por lo
que precisó de varias intervenciones quirúrgicas
más. La paciente estaba desesperada. El diagnós-
tico en el informe médico rezaba: «necrosis me-
dular de etiología desconocida; destrucción del
tejido medular de causa desconocida». A pesar de
la rehabilitación intensiva, la mujer seguía confi-
nada a la silla de ruedas.
Mucho después, Valeria solicitó que la visita-
ran en el Hospital Universitario Charité de Berlín,
en concreto, en la policlínica para enfermedades
inflamatorias del sistema nervioso central. Al
revisar su historial clínico, los médicos toparon
con el hallazgo inusual de un edema en la región
cervical de la columna. Volvieron a tomar una
muestra de sangre de la paciente a fin de analizar
una proteína concreta, a saber, un anticuerpo di-
rigido contra un canal de agua que se encuentra
en las células del cerebro y de la médula espinal,
la acuaporina 4 (AQP4). Confirmaron su sospecha:
Valeria sufría neuromielitis óptica (NMO).
Durante largo tiempo, los médicos han enten-
dido esta enfermedad como una forma rara de
esclerosis múltiple con una evolución particu-
larmente grave [véase «Esclerosis múltiple», por
Howard Weiner; Mente y cerebro n.o 15, 2005].
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
Sin embargo, en los últimos años se han ido acu-
mulando datos que revelan la NMO como una
patología independiente, con entidad propia. El
descubrimiento de anticuerpos producidos por el
propio sistema inmunitario puso de relieve que
la NMO se diferenciaba de la esclerosis múltiple.
Ya en 1870, el médico Clifford Allbutt (1836-
1925) describió la enfermedad. Poco después, en
1894, el neurólogo Eugène Devic (1858-1930) infor-
mó sobre 16 casos de personas que presentaban
alteraciones visuales y parálisis casi de forma si-
multánea, cuadro patológico que, desde entonces,
también se conoce bajo el nombre de «síndrome
de Devic».

Síntomas progresivos
La neuromielitis óptica pertenece a las enferme-
dades autoinmunitarias del sistema nervioso cen-
tral. Una de sus características estriba en que se
inflaman los nervios ópticos y la médula espinal.
En el plazo de horas o días aparecen alteraciones
visuales, por lo general indoloras, en uno o en am-
bos ojos, que pueden incluso culminar en una
ceguera completa. Si se daña la médula espinal,

CORTESÍA DE FRIEDEMANN PAUL

como le ocurrió a Valeria, se produce una pará-
lisis de intensidad variable en las extremidades.
En el peor de los casos sobreviene una tetraplejía
completa.
Los ataques inflamatorios contra la médula
espinal y los nervios ópticos pueden suceder al
mismo tiempo, aunque lo normal es que exista
un intervalo de meses o años entre uno y otro bro-
te. No todos los afectados sufren inflamaciones
simultáneas en los nervios ópticos y la médula
espinal: algunos solo presentan una forma de la
enfermedad; se habla entonces del espectro de
la NMO.
Aunque los casos de neuromielitis óptica son
poco frecuentes, resulta difícil conocer la cifra
exacta, puesto que, con frecuencia, el diagnóstico
correcto nunca llega a establecerse o, como en el
caso de Valeria, muy tarde.
Los investigadores del equipo de Claudia Luc-
chinetti, de la clínica Mayo de Rochester, descu-
brieron en 2002 los primeros indicios de que los
anticuerpos desempeñan una destacada misión
en el cerebro de los pacientes con NMO. En 2004,
Vanda Lennon, del mismo centro, aisló los anti-
cuerpos; un año más tarde, halló la diana de su
ataque: la acuaporina 4. Este canal de agua se en-
cuentra en casi todos los tejidos y órganos corpo-
ENGROSAMIENTO FATAL
rales, sobre todo en los que reciben grandes canti-
La imagen de resonancia mag-
dades de líquidos, como los riñones, la mucosa del nética revela la presencia de
estómago y del intestino y las glándulas salivales, un edema y una inflamación
pero también en el sistema nervioso central (SNC). ( flecha) en la región cervical
Hace unos años se dudaba de que existieran de la columna de una pacien-
proteínas facilitadoras del transporte del agua te con parálisis. Se trata de un
a través de las membranas celulares. El químico síntoma característico de la
neuromielitis óptica.
Peter Agre descubrió por primera vez en 1988 este
tipo de acuaporina, hallazgo por el que recibió el
premio Nobel de química en 2003. Hoy por hoy
se conoce con bastante exactitud la estructura de
estas moléculas. El armazón de la proteína crea un
poro dentro de la membrana celular. Sin embargo,
no se trata de un simple agujero, pues el canal
trabaja de manera muy selectiva: solo deja pasar
el agua, pero ningún ion.
El cuerpo humano dispone de, al menos, 12
acuaporinas: en el SNC, el canal de agua más fre-
cuente e importante es la acuaporina 4. Esta se
aloja sobre todo en los astrocitos, unas células
auxiliares de las neuronas que sustentan, por un

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 81

 SYLL ABUS
RUTA DE AGUA
Este modelo estructural de
una acuaporina ilustra la pro-
teína de la membrana celular.
La cadena proteínica crea un
poro por el que discurren las
moléculas de agua. La carga
positiva del interior del canal
impide el paso de otros iones
(por ejemplo, protones).
Membrana celular
THE NOBEL FOUNDATION / TYPOFORM
82
lado, el tejido cerebral; por otro, participan en
la transmisión de las señales neuronales. Ade-
más, forman un elemento esencial de la barrera
hematoencefálica, la cual protege al cerebro de
sustancias dañinas. Las proteínas AQP4 de los
astrocitos cumplen, por tanto, una importante
misión: regulan el intercambio de agua entre la
sangre y el líquido cerebral y también con el te-
jido nervioso.
Los anticuerpos anti-AQP4, producidos por el
sistema inmunitario de las personas con NMO,
destruyen las acuaporinas de los astrocitos y da-
ñan, de esta manera, el tejido cerebral. Como ex-
puso en 2005 Alan Verkman, de la Universidad de
California en San Francisco, las proteínas AQP4 no
solo regulan el equilibrio de los líquidos sino que
modifican asimismo la excitabilidad neuronal. El
ataque inmunitario contra los canales de agua po-
dría alterar la comunicación entre las células del
cerebro y, de este modo, desencadenar los déficits
neurológicos de la NMO.
Se ignora, no obstante, por qué los ataques se
limitan casi exclusivamente a los nervios ópticos
y a la médula espinal, respetando el resto de los
componentes del sistema nervioso central. Cabe
suponer que partes del sistema inmunitario ce-
lular (entre ellos, los linfocitos T) contribuyen a
la enfermedad. La investigación en este campo se
encuentra aún en las primeras fases.
Moléculas de agua
Acuaporina
Cadena lateral
con carga positiva
¿Diagnóstico certero?
El descubrimiento de anticuerpos específicos con-
tra la acuaporina 4 proporciona una herramienta
decisiva para el diagnóstico certero de la NMO.
En el año 2007 desarrollamos en el Hospital Cha-
rité de Berlín, junto con otros grupos europeos,
un test para que los médicos detectaran los anti-
AQP4. Desde entonces, las pruebas de laboratorio
para localizar dichos anticuerpos no han cesado
de mejorar: con algunos métodos se ha logrado re-
conocer su presencia hasta en más del 80 por cien-
to de los casos de NMO. En la esclerosis múltiple,
enfermedad casi 100 veces más frecuente entre
la población que la neuromielitis óptica, apenas
se observan anticuerpos anti-AQP4. Existe una
razón. Aunque la esclerosis múltiple pertenece
al grupo de enfermedades autoinmunitarias neu-
rológicas, en su caso, el déficit a escala neuronal
viene provocado por los linfocitos T del propio
sistema inmunitario, no por los anticuerpos.
En la actualidad, el test de anticuerpos permite
distinguir las dos neuropatologías la mayoría de
las veces, eso sí, siempre y cuando los médicos to-
men en consideración la posibilidad de una NMO.
Todavía existen muchos neurólogos que, a causa
de la rareza de la enfermedad, apenas conocen
su cuadro clínico, lo que puede acarrear conse-
cuencias negativas para los pacientes, como ha
experimentado Valeria.
De hecho, la mayoría de los casos de neuromie-
litis óptica se resuelven, de forma errónea, como
esclerosis múltiple. El diagnóstico diferencial se
complica cuando el resultado de la prueba de anti-
cuerpos da negativo. Es el momento de recurrir a
otros datos. Entre ellos, las imágenes por resonan-
cia magnética de la médula espinal. Esta técnica
reveló a los médicos que Valeria presentaba una
inflamación medular, la cual se extendía a través
de más de tres vértebras (en los casos extremos
puede inflamarse la médula espinal entera). Dicho
síntoma casi nunca se observa en los afectados de
esclerosis múltiple; por otro lado, son muy pocas
las enfermedades neurológicas que ocasionan al-
teraciones similares en la médula espinal.
Los pacientes diagnosticados de NMO pregun-
tan, como es lógico, si su padecimiento empeora-
rá y cómo puede tratarse. La respuesta no resulta
sencilla. Dada la rareza del trastorno, se dispone
de pocos datos; además, el pronóstico individual,
como el de cualquier enfermedad crónica, se an-
toja difícil. A partir de la serie de casos anteriores
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
 Interrogantes abiertos
Los anticuerpos contra la acuaporina 4 (AQP4) proporcionan un importante marcador de la neuro-
mielitis óptica (NMO) a los médicos. Sin embargo, no se detectan en un 40 por ciento de los afecta-
dos. ¿Acaso existen otros autoanticuerpos contra AQP4? A las personas afectadas les gustaría saber,
además, si los tratamientos aplicados pueden supervisarse a partir de la medición de la cantidad de
anticuerpos. En estos momentos se estudia la posibilidad de que otras partes del sistema inmunita-
rio, por ejemplo los linfocitos T, como ocurre en la esclerosis múltiple, contribuyan a la génesis de la
NMO. Mientras, farmacéuticos y médicos investigan fármacos inmunoterapéuticos más eficaces. Es
posible que los anticuerpos monoclonales recién desarrollados surtan efecto. Para saber más
Mechanisms of disease: Aqua-
porin-4 antibodies in neuro-
myelitis optica. S. Jarius et
se sabe que la NMO suele presentar una evolu- diversos fármacos inmunodepresores: azatiopri- al. en Nature Clinical Practice
ción peor que la esclerosis múltiple. Numerosos na, prednisolona, mitoxantrona y rituximab, un Neurology, vol. 4, págs. 202-
214, 2008.
pacientes de neuromielitis óptica presentan un anticuerpo monoclonal artificial, este último,
Neues zu Pathogenese, Diag­
estado de salud más deteriorado, a pesar de que que anula las células precursoras de los plasmo- nostik und Therapie der
haya transcurrido el mismo tiempo de la enfer- citos productores de anticuerpos. Estos medica- Neuromyelitis optica. F. Paul
et al. en Deutsche medizinische
medad. Un número importante de afectados se mentos pueden ocasionar reacciones adversas Wochenschrift, vol. 133, págs.
queda ciego o necesita una silla de ruedas para importantes a largo plazo, como infecciones o 1125-1129, 2008.

moverse. Para aplicar el tratamiento idóneo re-
sulta fundamental un diagnóstico correcto y
oportuno.
Intervención compleja
¿De qué modo se trata la NMO? Primero debe dis-
tinguirse entre el tratamiento de un brote de la
enfermedad y una inmunoterapia a largo plazo.
En el primer supuesto, la mayoría de los médicos
administran dosis altas de corticoides. Sin embar-
go, muchos afectados no responden a esta medi-
da, pues, aunque la terapia intravenosa se lleve a
cabo durante varios días, los déficit neurológicos
remiten solo parcialmente. En ese caso puede
ayudar un «lavado de la sangre» mediante una
máquina de plasmaféresis (dispositivo que filtra
los anticuerpos nocivos en la sangre). No obstante,
esta solución tampoco es la panacea. La técnica re-
sulta molesta para el paciente y no está exenta de
riesgos: pueden aparecer infecciones, problemas
circulatorios, trombosis y embolias pulmonares,
entre otros efectos. Con todo, las alteraciones neu-
rológicas de numerosas personas mejoran en el
curso de la plasmaféresis. En última instancia,
son el médico y el paciente quienes deben sope-
sar de manera conjunta los beneficios frente a las
desventajas de la intervención.
En cuanto a la inmunoterapia a largo plazo, el
objetivo reside en inhibir el sistema inmunitario
del afectado, de tal modo que no se produzcan
anticuerpos anti-AQP4. Para ello se dispone de
cáncer, por lo que se requiere la intervención AQP4 antibodies in neuromye­
litis optica: Diagnostic and
de un especialista para su aplicación. También pathogenetic relevance. S.
es necesario que periódicamente se vigile el Jarius, B. Wildemann en Na-
ture Reviews Neurology, vol. 6,
hemograma, y que, al cabo de unos años, el tra- págs. 383-392, 2010.
tamiento se interrumpa o incluso se suspenda Diagnostik und Therapie
de forma definitiva. Para complicar aún más el der Neuromyelitis optica.
Konsensusemp-fehlungen der
asunto, los medicamentos habituales contra la
Neuromyelitis optica Studien­
esclerosis múltiple, como el natalizumab y los gruppe. C. Trebst et al. en
interferones beta, no actúan frente a la NMO y Der Nervenarzt, vol. 10.1007/
s00115-010-3192-4, 2011.
pueden resultar dañinos, lo que obliga a que se
Contrasting disease patterns
determine con prontitud si el paciente padece in seropositive and serone­
uno u otro trastorno. gative neuromyelitis optica:
A multicentre study of 175
En resumen, la neuromielitis óptica sigue sien- ­patients. F. Paul et al. en Jour-
do una enfermedad sombría que responde con nal of Neuroinflammation,
vol. 9, n.o 14, págs. 2-17, 2012.
dificultad al tratamiento y en la que las perspecti-
Update on the diagnosis and
vas de curación definitiva se vislumbran todavía treatment of neuromyelitis
a lo lejos. No obstante, el descubrimiento de los optica: Recommendations of
the Neuromyelitis Optica Stu-
autoanticuerpos contra el canal del agua AQP4 dy Group (NEMOS). C. Trebst,
nos ha revelado un mecanismo importante de S. Jarius, A. Berthele et al. en
la enfermedad que nos permite diferenciarla Journal of Neurology, vol. 261,
n.o 1, págs. 1-16, 2014.
con certeza de la esclerosis múltiple. Así, pues,
Neuromyelitis optica: Clinical
el primer paso consiste en un diagnóstico precoz features, immunopathogene-
y correcto. sis, and treatment. S. Jarius, B.
Wildemann y F. Paul en Clinical
& Experimental Immunology,
vol. 176, n.o 2, págs. 149-164,
2014.
Friedemann Paul es jefe médico de la
Clínica neurológica del Hospital Univer- En nuestro archivo
sitario la Charité en Berlín y profesor de Acuaporinas: los canales de
neuroinmunología clínica en el Centro agua celulares. Miriam Eche-
de Investigación Clínica del clúster de varría y Rafael Zardoya en IyC,
excelencia NeuroCure en la misma diciembre 2006.
ciudad.

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 83

ILUSIONES
Un parecido fiel
Nuestra capacidad de identificar rostros nos lleva a reconocer caras
donde no las hay. En esas ocasiones ver se transforma en creer
SUSANA M ARTINEZ- CONDE Y STEPHEN L . M ACKNIK
Hay cosas en el empapelado de las paredes que nadie conoce,
salvo yo, y que nadie nunca sabrá. Tras ese diseño externo, las
tenues formas se vuelven más claras cada día. Es siempre la
misma forma, solo que muy repetida. Y es como una mujer, que
encorvada, se desliza sigilosa por detrás del dibujo.
—Charlotte Perkins Gilman, «The yellow wallpaper», 1892
L
a protagonista del relato corto «The yellow
  wallpaper», escrito por Charlotte Perkins
  Gilman, presenta el caso de pareidolia más
notable dentro de la narrativa. Este fenómeno
psicológico lleva a atribuir a un estímulo vago
o casual un significado claro, aunque no exista
fundamento para ello. Este tipo de percepción
explica muchas experiencias presuntamente
paranormales o místicas, como avistamientos
de ovnis o de criaturas mitológicas (entre ellas,
el Yeti).
En la historia de Gilman, la heroína acaba tras-
tornada. Pasa el tiempo recluida entre las cuatro
paredes empapeladas de su dormitorio, sin ocupa-
ción alguna. Tan solo con la compañía de la mujer
que habita tras los motivos del papel amarillo ho-
rroroso que recubre la habitación y que la encami-
na a una esquizofrenia paranoide. Mientras se va
sumiendo en la locura, la protagonista incluso se
84
convence de que es ella misma la que se encuentra
presa en el empapelado.
Las enfermedades mentales pueden agravar
la pareidolia, lo mismo que la fatiga o la somno-
lencia. Después de una intervención quirúrgica,
uno de los autores (Martinez-Conde) veía caras
por doquier, en lugares tan inverosímiles como
las ecografías del brazo izquierdo que le realizaron
en el hospital a fin de descartar posibles coágu-
los postoperatorios. Enseguida comprendió que
aquellos rostros eran producto del insomnio y de
las elevadas dosis de analgésicos que circulaban a
través de su torrente circulatorio, por lo que sin-
tió más fascinación que preocupación. Aunque
el médico se mostró de acuerdo con este parecer,
consignó en la ficha de la paciente una nota: acon-
sejaba, por si acaso, un cambio de medicación en
el futuro. Por fortuna, las paredes de la habita-
ción del centro hospitalario se mantenían sobrias,
sin un empapelado amarillo a la vista.
El cerebro humano está «cableado» para hallar
significación. Nuestra aptitud para identificar es-
tructura y orden en el entorno, combinada con
un excelente talento para detectar rostros, puede
conducir a casos espectaculares de pareidolia, con
destacados efectos en la sociedad y en la cultura.
Susana Martinez-Conde y Stephen L. Macknik investigan
en el Instituto Neurológico Barrow, en Phoenix. Macknik
dirige el laboratorio de neurofisiología conductal. Marti-
nez-Conde, el de neurociencia visual.
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
 SATÁN AHUMADO
El 11 de septiembre de 2001, Mark D. Phillips, reportero gráfi-
co, captó el World Trade Center envuelto en humo y llamas
a los pocos segundos del ataque del segundo avión que
colisionó contra las torres gemelas. Aunque Phillips lo desco-
nociera en esos momento, su fotografía, que había distribui-
do la agencia Associated Press y que publicaban en primera
plana varios periódicos, contenía el rostro, nada menos, que
del Príncipe de las Tinieblas. Se produjo un frenesí mediático.
Phillips se retiró del fotoperiodismo aquel mismo día, pero
recibió más de 30.000 mensajes relacionados con «la faz del
mal» inscrita en la lóbrega nube y los sentimientos que pro-
vocó en quienes la vieron.
Un año después, los informáticos Vladik Kreinovich y Dima
Iourinski, de la Universidad de Texas en El Paso, publicaron
un análisis geométrico del rostro de la fotografía; este apare-
cía, asimismo, en una imagen difundida por la CNN. El aná-
lisis de los informáticos demostraba que las perturbaciones
del humo podían consistir en líneas horizontales (los «ojos»
y la «boca») y en otras verticales (la «nariz») superpuestas a
una superficie cónica (la «cabeza»). Concluyeron que tanto la
estructura (el cono) como los rasgos del fondo (líneas hori-
MARK D. PHILLIPS / MARKDPHILLIPS.COM

zontales y verticales) podían explicarse a través de los fenó-

menos físicos y la geométricos que se dan en los penachos
de humo que emanan del fuego.

EL ROSTRO DEL ESPACIO

En 1976, mientras el Viking I de la NASA circunvalaba Marte en busca de posibles puntos de amartizaje para su nave gemela Viking 2, localizó
una estructura que se asemejaba a un rostro humano (¿o quizás a un marciano?) de un kilómetro y medio de ancho ( flecha). La cara le de-
volvía la mirada desde la región de Cidonia del planeta rojo. Los científicos consideraban que la esfinge marciana era una de las numerosas
«mesas» repartidas por Cidonia, y que las sombras formaban lo que parecía una cabeza humanoide. Los teóricos de la conspiración concibie-
ron una explicación bien distinta: tratábase de una «tapadera» del Gobierno. Criticaron las tentativas infructuosas de la NASA para ocultar
los restos de una antigua civilización marciana. Dieciocho años más tarde, la NASA estimó prioritario obtener imágenes de alta resolución de
Cidonia. «Teníamos la impresión de que los contribuyentes lo consideraban importante», explica Jim Garvin, científico-jefe de la NASA para el
programa de exploración de Marte. «Fotografiamos la faz en cuanto pudimos hacerle una buena toma.» En abril de 1998, el equipo del Mars
Orbiter Camera presentó una instantánea diez veces más nítida que las primera del Viking. La imagen reveló que el desconcertante rostro
marciano no era más que una altiplanicie.

CORTESÍA DE LA NASA

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 85

 ILUSIONES

DIOS SALVE A LA REINA

En 1954, la efigie de la joven monarca Isa-

GORD CARTER / COLECCCIÓN NACIONAL DEL MUSEO CURRENCY, MUSEO CURRENCY, BANCO DE CANADÁ
bel II decoraba unos billetes de curso legal
que se emitieron en Canadá. Hasta ahí, todo
normal. Sin embargo, el aire majestuoso y
sereno que exhibía el retrato de la monarca
escondía un rostro demoniaco arrebujado en
los rizos de su melena, tras la oreja derecha
(en rojo). Fue un real día a contrapelo. Los
ciudadanos canadienses se quedaron com-
prensiblemente horrorizados del resultado,
hasta el punto de que los billetes corrían
de mano en mano bajo el sobrenombre de
«la cabeza del diablo» o «la faz del diablo».
En 1956, el Banco de Canadá ordenó que las
fábricas de moneda oscurecieran ciertos
reflejos del cabello de la reina. Esa maniobra
resultó un exorcismo eficaz para expulsar de
la divisa canadiense al rey de los infiernos.

LA TOSTADA SAGRADA
Una región cerebral, el giro fusiforme, es
responsable de nuestras asombrosas facul-
tades para detectar rostros. Las neuronas
de esta área se hallan tan exquisitamente
afinadas para captar caras en el ambiente,
que a menudo señalan «falsos positivos»
cuando reciben datos difusos o dispersos.
De esta manera, otorgamos rostros a las
nubes, también al diseño del empapelado,
incluso al morro de algunos coches y a cier-
tos alimentos. Diane Duyse, de Florida, aca-
baba de darle un mordisco a un empareda-
do de queso recién tostado cuando observó
una imagen pirograbada en el pan. «Vi que
la dama me devolvía la mirada.» Diez años
después, el emparedado, que fue anunciado
THE MIAMI HERALD, 2004

en su día como una posible plasmación de

la Virgen, se vendió a través del sitio de
subastas en línea eBay por 28.000 dólares.
La pareidolia puede resultar lucrativa.

86 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

 OJOS DE TIGRE
A Péricles Maranhão-Filho y Maurice B. Vincent,
DE «THE EYE-OF-THE-TIGER SIGN». R. PAUL GUILLERMAN EN RADIOLOGY, VOL. 217, DICIEMBRE DE 2000

­neurólogos de la Universidad Federal de Río de Janeiro,

les gusta recurrir a ilusiones de detección facial como
auxiliar heurístico para el diagnóstico de trastornos
neurológicos. Un ejemplo es la neurodegeneración
­asociada a la pantotenato-quinasa (NAPK). La causa
principal de la NAPK reside en las mutaciones que
presentan los genes responsables de la síntesis de la
coenzima A. Este trastorno se manifiesta por lo común
durante la infancia, y al cabo de unos quince años casi
todos los afectados pierden la capacidad de andar. En
estos casos, el cerebro muestra una reducida activi-
dad en el globo pálido (estructura que participa en el

ANDY GEHRIG / ISTOCKPHOTO

control de los movimientos) a causa de la acumulación
de hierro, además de un área central más oscura a
con­secuencia de la necrosis. La neuroimagen caracte-
rística del trastorno se antoja felina, de ahí la denomi-
nación de «signo del ojo de tigre».
DE «THE FACE OF TESTICULAR PAIN: A SURPRISING ULTRASOUND FINDING». G. GREGORY ROBERTS Y
NAJI J. TOUMA EN UROLOGY, VOL. 78, No. 3, SEPTIEMBRE DE 2011. REIMPRESO CON PERMISO DE ELSEVIER

EN LA CIENCIA Y EL ARTE
Las técnicas de formación de imágenes
médicas abren terreno virgen y fértil Para saber más
para la pareidolia. Los urólogos G. Gre-
Was there Satan’s face in
gory Roberts y Naji J. Touma, de la Uni- the World Trade Center fire?
versidad Queen’s de Ontario, quedaron A geometric analysis. V. Krei-
atónitos al descubrir una cara contorsio- ­novich y D. Iourinski en Geo­
combinatorics, vol. 12, n.o 2,
nada en las ecografías escrotales (izquier- págs. 69-75, 2003.
da) de un paciente de 45 años que sufría
Neuropareidolia: Diganostic
dolor testicular agudo. Los médicos flir- clues apropos of visual illu-
tearon con la idea de que la imagen era sions. P. Maranhão-Filho
una manifestación de Min, dios egipcio y M. B. Vincent en Arquivos
de Neuro-Psiquiatria, vol. 67,
de la virilidad. Al final concluyeron que n.o 4, págs. 1117-1123, diciembre
los rasgos faciales del tumor benigno se de 2009.
debían a la casualidad. The face of testicular pain:
La capacidad del cerebro para estable- A surprising ultrasound fin­
cer vínculos infundados entre elementos ding. G. Gregory Roberts
y Naji J. Touma en Urology,
sin auténtica relación constituye una vol. 78, n.o 3, pág. 565, sep­
pieza fundamental del método crítico- tiembre de 2011.
SALVADOR DALÍ, FUNDACIÓ GALA-SALVADOR DALÍ, SOCIEDAD DE LOS DERECHOS DE LOS ARTISTAS (ARS), NUEVA YORK 2012
paranoico, técnica pictórica inventada Satan in the smoke? A photo-
por el pintor surrealista Salvador Dalí. journalist’s 9/11 story. Mark
En su cuadro Mercado de esclavos con el D. Phillips. South Brooklyn
Internet, 2011.
busto invisible de Voltaire, diversos rasgos
Lateralization of face pro-
del retrato del filósofo y escritor francés cessing in the human brain.
están formados por los cuerpos de per- Ming Meng, Tharian Cherian,
sonajes de la escena (debajo). Gaurav Singal y Pawan Sinha
En fecha reciente, Ming Meng, neu- en Proceedings of the Royal
Society B. Publicado en Inter-
rocientífico del Colegio Darmouth, y sus net el 4 de enero de 2012.
colegas exploraron, mediante técnicas de
neuroimagen, el cerebro de probandos
En nuestro archivo
que miraban bien rostros reales o bien
Por la cara. Susana Martinez-
objetos que se asemejaban a caras. Halla- Conde y Stephen L. Macknik
ron que el giro fusiforme izquierdo de los en MyC n.o 56, 2012.
sujetos se activaba ante unos y otros. En La superstición en la mente.
cambio, la parte diestra del giro fusiforme Susana Martinez-Conde y
Stephen L. Macknik en MyC
se excitaba más ante los rostros auténti-
n.o 64, 2014.
cos que ante las meras semejanzas.

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 87

RETROSPEC TIVA
Los controvertidos
ensayos de Milgram
Hace algo más de cincuenta años, el psicólogo Stanley Milgram desarrolló
una serie de experimentos que destaparon aspectos sorprendentes
de la conducta de obediencia humana
STEPHEN REICHER Y S. ALEX ANDER HA SL A M
EN SÍNTESIS
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de responsabilidad
1 Los experimentos que
Stanley Milgram llevó a
cabo hace más de cincuenta
años han abierto nuevos
campos en la psicología.
2 Descubrió que personas
corrientes estaban dis-
puestas a infligir descargas
letales a un extraño si un
experimentador se lo pedía.
3 Sin embargo, análisis
más recientes han
suscitado dudas sobre esta
interpretación.
88
S
tanley Milgram emprendió en 1961 un pro­
grama de investigación que habría de cam­
biar la psicología para siempre. Espoleado
por el deseo de comprender cómo ciudadanos ale­
manes normales y corrientes pudieron participar
en los horrores del Holocausto, decidió investigar
cuándo y por qué se obedece a la autoridad. A tal
fin, concibió y desarrolló un paradigma experi­
mental ingenioso, a través del cual desveló el gra­
do en que individuos normales están dispuestos
a infligir dolor a sus semejantes.
Sus estudios demostraron que no se requiere
una personalidad perturbada para causar daño a
otros: personas sanas y bien adaptadas se mostra­
ban prestos a administrarle descargas eléctricas
letales a un congénere cuando así se lo indicaba
una figura con autoridad. Los hallazgos de Mil­
gram provocaron una convulsión en el ámbito
de la psicología; también horrorizaron al público
general. Asimismo, su trabajo dejó abiertas cues­
tiones apremiantes sobre la naturaleza del con­
formismo. Los psicólogos, movidos por dilemas
éticos, se han esforzado durante decenios para
diseñar experimentos igual de reveladores pero
que no inflijan angustia ni remordimiento en los
participantes.
Obediencia a la autoridad
Cuando Milgram emprendió el proyecto, su obje­
tivo era otro. Se proponía evaluar si ciertas nacio­
nalidades son proclives a amoldarse a los deseos
de una figura de autoridad. Su plan consistía en
estudiar la obediencia en Estados Unidos y viajar
después a Europa para averiguar diferencias de
comportamiento en sus diversas poblaciones.
No era el conformismo un tema nuevo; de
hecho, Milgram había sido fuertemente influido
por el psicólogo Solomon Asch, con quien estudió
en 1959 en el Instituto de Estudios Avanzados de
Princeton. Asch había demostrado que las perso­
nas a las que se pedía que estimaran la longitud
de una línea ante otros sujetos, a menudo propen­
dían a doblegarse ante las opiniones de sus igua­
les, incluso si con ello desdecían lo que estaban
viendo con sus propios ojos.
Nuestro protagonista sospechaba que los re­
sultados de Asch albergaban posibilidades ocul­
tas, las cuales podrían revelar si estudiaba com­
portamientos de mayor trascendencia social en
vez de meros juicios sobre longitudes de líneas.
Con esa meta diseñó un experimento en el que
se explicaba a los participantes que debían actuar
como profesores asistentes de un experimen­
tador en un estudio sobre la memoria. Los pro­
bandos eran en su mayoría hombres que vivían
cerca del departamento de psicología de Yale,
donde se desarrollaba el ensayo. La tarea con­
creta consistía en administrar una prueba me­
morística a un «supuesto» alumno: en realidad
se trataba de un actor contratado por Milgram.
Cuando el examinando daba una respuesta in­
correcta, el probando profesor debía aplicarle una
descarga eléctrica. La finalidad de la investigación
consistía en determinar el impacto del castigo
sobre el aprendizaje. ¿Mejoraría con las descargas
el rendimiento del aprendiente?
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
89
GETTY IMAGES / STEVE MCALISTER (mano); SCIENTIFIC AMERICAN MIND (composición)
 RETROSPEC TIVA
Los estudios
de Milgram se
refieren tanto a
la obediencia
como a la
desobediencia
EXPERIMENTO ELÉCTRICO
Stanley Milgram (izquierda)
investigó la disposición de las
personas comunes a obedecer
las órdenes de una autoridad.
Los probandos del ensayo (de-
recha) debían examinar a su-
puestos alumnos (en realidad,
actores) en una prueba de
memoria. Si se equivocaban
en la respuesta, recibían una
descarga eléctrica, cuya inten-
sidad aumentaba a medida
que cometían más errores; los
electrochoques incluso podían
alcanzar potencias mortales.
ERIC KROLL, 1981
90
Para aplicar el castigo, los participantes dispo­
nían de un generador de electrochoque que ex­
hibía un total de 30 pulsadores en el panel fron­
tal. Los botones se hallaban dispuestos en orden
creciente a partir de 15 voltios y rotulados con
enunciados que iban desde «descarga leve» has­
ta «XXX», es decir, ¡nada menos que 450 voltios!
Después de cada error, el participante que hacía
las veces de profesor debía accionar el siguiente
pulsador a su derecha, con lo que intensificaba
en 15 voltios la descarga. Milgram quería saber
hasta dónde estaban dispuestos a llegar los vo­
luntarios. ¿Propinarían una «fuerte sacudida» de
135 voltios? ¿Y una «descarga intensa» de 225? Tal
vez se detuvieran en los 375 voltios, cuya etiqueta
rezaba: «peligro, riesgo de lesión grave». Segura­
mente, pensaba el autor del experimento, muy
pocos sujetos llegarían hasta el final, aunque per­
sonas de ciertas nacionalidades podrían ir más
lejos que ciudadanos de otros países. En particu­
lar, Milgram daba por hecho que los alemanes
estarían dispuestos a administrar descargas más
fuertes de lo que, por lo común, harían los esta­
dounidenses.
Sin embargo, los resultados le abrumaron. Sus
investigaciones preliminares con estudiantes de
Yale le descubrieron que, por lo general, los pro­
bandos se atenían a las instrucciones del expe­
rimentador. La inmensa mayoría continuaba ac­
cionando los pulsadores hasta alcanzar el voltaje
máximo, mucho más allá del punto en el que las
descargas ya hubiesen causado la muerte.
El generador de descargas no era real, por lo que
los «alumnos» no sufrieron descarga alguna. No
obstante, los participantes que ejercían de profe­
sores de la prueba ignoraban esta particularidad,
y, a juzgar por las apariencias, estaban dispuestos
a electrocutar a una persona simplemente porque
DE LA PELÍCULA OBEDIENCE , COPYRIGHT 1968 DE STANLEY MILGRAM, COPYRIGHT
RENOVADO 1993 POR ALEXANDRA MILGRAM Y DISTRIBUIDO POR PENN STATE MEDIA SALES
un experimentador revestido con bata gris se lo
indicaba.
Sorprendido por los hallazgos, Milgram qui­
so, en un principio, desechar los resultados tras
reflexionar sobre el peculiar carácter de los estu­
diantes de Yale. Solo después de repetir el expe­
rimento con una muestra de individuos menos
específica empezó a comprender que había topa­
do con un asunto grande. En una condición basal
o de realimentación por voz, el profesor ocupaba
un asiento en la misma sala que el experimen­
tador. El aprendiz se hallaba en otra sala, por lo
que se comunicaban mediante un interfono. Al
aumentar el voltaje de las descargas, el alumno
informaba de que sentía dolor y solicilitaba de­
jar el estudio. A los 150 voltios, gritaba: «¡Experi­
mentador, sáqueme de aquí! ¡No quiero seguir ni
un minuto más en el experimento! ¡Me niego a
continuar!». A pesar de las súplicas, 26 de los 40
participantes, es decir, un 65 por ciento, continuó
administrando descargas hasta alcanzar el nivel
máximo: nada menos que 450 voltios.
Ese descubrimiento transformó por completo
la carrera de Milgram. Dejó de lado sus planes de
desarrollar la investigación en Europa: si los es­
tadounidenses mostraban tan alto grado de obe­
diencia, era obvio que los alemanes no podrían ir
mucho más allá. Se centró, en cambio, en exami­
nar con precisión los aspectos del experimento
que habían llevado a ciudadanos estadounidenses
corrientes a comportarse de forma tan insospe­
chada. Según expresó el propio Milgram, estaba
decidido a lidiar a muerte con este fenómeno.
Ciencia del desacato
Las descripciones más conocidas del trabajo de
Milgram suelen mencionar el estudio basal, con
un 65 por ciento de sumisión. Pero el psicólogo
llevó a cabo un gran número de estudios. En Obe-
dience to authority (1974), Milgram describe 18 va­
riaciones de su experimento. Para desarrollar el
paradigma, realizó numerosos estudios previos,
nunca publicados. En uno de los ensayos preli­
minares, el presunto aprendiz no respondía a los
«castigos», de manera que casi todos los proban­
dos llegaron a aplicarle las corrientes eléctricas
hasta el valor máximo posible: 450 voltios. En otra
variante del experimento, en la que los partici­
pantes ayudaban en la prueba de memorización,
pero no pulsaban el botón de la descarga, los re­
sultados fueron similares.
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
 Ahora bien, cuando los probandos se sentaban
en la misma sala que el examinando ficticio, por Milgram, Arendt y el Holocausto
lo que le veían sufrir la descarga, el porcentaje de
Mientras Stanley Milgram (1933-1984)
asistentes obedientes se redujo a un 40 por ciento.
efectuaba sus investigaciones en la Uni-
La cifra descendió aún más cuando el probando
versidad Yale, la joven filósofa alemana
debía presionar la mano del alumno para obligarle
Hannah Arendt presenciaba el juicio de
a tocar el electrodo de la descarga; y se situó por
Adolf Eichmann en una sala de justicia en
debajo del 20 por ciento cuando otros dos par­
Jerusalén. Eichmann (derecha) fue un buró-
ticipantes (en realidad, actores compinchados)
crata clave en el Holocausto, organizador
se negaron a cumplir las instrucciones. En otras
de la deportación de judíos a los campos de
tres situaciones, nadie llegó hasta los 450 voltios,
exterminio. Los asistentes esperaban que
a saber, cuando el supuesto alumno solicitaba por
una persona que había participado en tan
sí mismo las descargas, cuando la figura de auto­
horribles acontecimientos fuese un mons-
ridad era la víctima, y cuando dos autoridades
truo. Sin embargo, cuando entró en la sala,
discutían y daban instrucciones contradictorias.

CORBIS
vieron a un hombre algo encorvado, medio
La gama de experimentos de Milgram sacó a
calvo y, por lo demás, del todo vulgar.
la luz que detalles al parecer poco importantes
Arendt sostenía que precisamente esa vulgaridad hacía que Eichmann resul-
podían invertir por completo el comportamiento.
tase aterrador. Era prueba de que hasta el funcionario más inocuo en apariencia
En pocas palabras, los ensayos trataban tanto de
posee la capacidad de llevar a cabo acciones inexplicables. La filósofa acuñó la
la obediencia como de la desobediencia. En lugar
expresión «la banalidad del mal» que, según sostenía, surge cuando las personas
de limitarnos a preguntar por qué obedecemos
dejan de pensar en las consecuencias de sus actos, centrándose, en cambio, en
las personas, sería necesario cuestionarse en qué
los detalles de su actuación. Escribió: «Eichmann (...) nunca tuvo consciencia
casos acatamos las órdenes y en qué circunstan­
de lo que hacía».
cias nos negamos a ello.
Milgram expresó su deuda con Arendt. Dejó por escrito: «La concepción de
En los diversos artículos en los que Milgram
banalidad del mal de Arendt se acerca más a la verdad de lo que uno osaría
describe sus estudios, ofrece un conjunto rico y
imaginar». La idea de la investigadora se vio respaldada por una combinación de
variado de explicaciones para sus hallazgos. Expli­
sucesos históricos, datos psicológicos y pruebas filosóficas, que la convirtieron
ca cómo a los participantes se les presenta el noble
en un punto de vista dominante tanto en la vida académica, como en la política
propósito del experimentador de progresar en el
y en la cultura popular.
conocimiento, objetivo que los probandos respe­
Sin embargo, en años recientes los historiadores han puesto en duda la des-
tan. Señala la angustia del participante, su dilema
cripción que Arendt dio de Eichmann. Asimismo, los psicólogos han empezado
entre seguir las instrucciones del experimenta­
a cuestionar la noción de «estado agéntico» de Milgram. El historiador experto
dor y los ruegos de la víctima, instándole el uno
en el Holocausto David Cesarani, del Colegio Royal Holloway de la Universidad
a proseguir y la víctima a suspender el proceso.
de Londres, en una reciente biografía de Eichmann, concluye que no solo sabía lo
También se interesó sobre la posible influencia­
que hacía, sino que celebraba las matanzas de los judíos. A grandes rasgos, aunque
de otros factores en la decisión del probando, en­
«personas corrientes» pudieran perpetrar el Holocausto, la afirmación de que eran
tre otros, la distancia entre los intervinientes.
meros espectadores que no sabían lo que hacían resulta difícil de sostener.
Para la opinión pública, sin embargo, una teo­
ría llegó a predominar: la idea de que los parti­
cipantes entraban en lo que Milgram denominó
«estado agéntico», es decir, cedían la autoridad les ordena y tienden a olvidar las consecuencias
a quien ocupaba el mando. Milgram desarrolló de sus actos. Su preocupación radica en cumplir
este concepto inspirado, en parte, por el famoso bien su función, no en ser bueno.
análisis que la filósofa Hannah Arendt hizo de Milgram era un brillante investigador, sin
Adolf Eichmann, uno de los responsables del Ho­ embargo, numerosos psicólogos se muestran
locausto nazi. En palabras de Milgram: «El sujeto escépticos con respecto al estado agéntico. Para
que propinaba descargas a la víctima lo hacía por empezar, tal hipótesis no puede explicar la gran
un sentido del deber, por una cierta forma de en­ variabilidad del grado de conformidad que expo­
tender sus obligaciones como subordinado, no por nen las diferentes versiones del estudio. En térmi­
una tendencia agresiva peculiar». Ante la autori­ nos generales, este análisis se centraba solo en las
dad, las personas se centran en ejecutar lo que se obligaciones de los probandos hacia el experimen­

MENTE Y CEREBRO 66 - 2014 91

RETROSPEC TIVA

EXPERIMENTS». MEL SLATER ET AL. EN PLOS ONE, VOL. 1, N.o 1, E39;

DE: «A VIRTUAL REPRISE OF THE STANLEY MILGRAM OBEDIENCE
SIN ANGUSTIA
Una simulación computariza-
da del planteamiento expe-
rimental de Milgram suscita
conductas similares a las
observadas en 1961, mas sin

DICIEMBRE, 2006
infligir la misma ansiedad en
los probandos.

tador, si bien, en diversos puntos, los ensayos se
enfocaban sobre la suerte del alumno.
Si se analizan las filmaciones de los experi­
mentos, se aprecia la angustia de los participantes
por su modo de actuar. Como Milgram observó
enseguida, el dilema nace del conflicto entre sus
deberes para con el experimentador y con el exa­
minando. Los probandos discuten con el primero y
reflejan hacia este la ansiedad del alumno. Buscan
justificación y tranquilidad de conciencia.
Al diseñar los estudios, su autor ya preveía este
proceso. Para mantenerlo bajo control, ideó cuatro
acicates verbales con el fin de que el experimen­
tador los utilizase si el participante dudaba en
actuar o se mostraba remiso a ello. Un sencillo,
«por favor, siga usted» iba seguido por «el ensayo
requiere que usted continúe»; a continuación, se
les insistía con un «es absolutamente esencial que
continúe usted». El empujón máximo rezaba: «No
tiene elección: debe continuar».
Como ha señalado Jerry Burger, de la Universi­
dad de Santa Clara, solo la última de estas cuatro
instrucciones constituye una orden directa. En
Obedience, Milgram ofrece un ejemplo de reac­
ción a este acicate:
Experimentador: «No tiene usted elección.
Debe continuar.»

Experimentación y ética
El psicólogo Thomas Blass, de la Universidad de Maryland, cuenta
en una biografía de Stanley Milgram la indignación que suscitó un
artículo publicado en 1963 por el New York Times sobre los trabajos
del investigador. También el St. Louis Post-Dispatch denostaba tales
ensayos, que calificaba de «tortura a sabiendas» en un editorial.
Bruno Bettelheim, famoso psicoanalista, tildaba de «viles» las in-
vestigaciones de Milgram y las equiparaba «con los experimentos
Aun así, los datos recopilados por él, extraídos de cuestionarios
cumplimentados tras cada experimento, son menos taxativos. De
los 656 probandos, el 84 por ciento afirmaba alegrarse de haber
participado, el 15 por ciento se manifestaba indiferente y un mero
1 por ciento lo lamentaba. Más de la mitad confesó haberse sentido,
en diversos grados, incómodo durante los estudios; alrededor de la
tercera parte admitió sentirse atribulado desde entonces. En este
segundo grupo, solo el 7 por ciento se mostró de acuerdo con que
CENTRO DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA, UNIVERSIDAD DE AKRON (máquina de electrochoques)

con humanos de los nazis». Milgram fue atacado incluso en Los

perros de Pavlov, una obra teatral del poeta galés Dannie Abse. la experiencia les había «desazonado no poco». Aunque es probable
En ella, Kurt, uno de los personajes, describe el planteamiento que Milgram se hallara en lo cierto al indicar que casi todos los
de los estudios de obediencia voluntarios se encontraban en
como «bobada», «falsedad» y perfecto estado, resulta igual-
«engaño». mente probable que una mi-
Milgram se defendió con ar- noría sufriera en cierto grado.
gumentos de peso. Proclama- Con todo, el hecho mismo de
ba: «Nadie en los estudios de que el autor recopilase esos
obediencia sufrió daño alguno datos demuestra que ponía
y a la mayoría de los sujetos atención en los aspectos éticos
les pareció una experiencia de sus experimentos, y que era
instructiva y enriquecedora». consciente de su importancia.

92 MENTE Y CEREBRO 66 - 2014

 Probando: «En Rusia, puede que sí. Pero
aquí, en América, no.»
(El experimento se da por finalizado)
Burger halló, en una repetición parcial del estu­
dio, que cada vez que se indicaba el aviso, los suje­
tos se negaban a continuar. Este punto resulta de
crítica importancia, pues revela que las personas
no se hallan enfocadas a cumplir estrictamente el
bien. Por el contrario, se centran más en ejecutar
lo correcto.
Es difícil no captar la ironía del asunto. A menudo
se exponen los descubrimientos de Milgram como
prueba de que los humanos ejecutamos sin refle­
xionar incluso las órdenes más extremas. Los en­
sayos con electrochoques demuestran que dejamos
de acatarlas en cuanto empiezan a dárnoslas. En
breve, sea lo que fuere que realizan los individuos
cuando llevan a cabo las indicaciones del experi­
mentador, no se limitan a obedecer órdenes.
Secuelas de los ensayos
En vista de la facilidad con la que los humanos
podemos ser inducidos a tales extremos, resulta
de máxima importancia la indagación de cuán­
do y por qué sucede. Mas, al mismo tiempo, se
plantean filosos problemas éticos que, de hecho,
convierten en inaceptable la investigación nece­
saria. Por mucho que queramos comprender la
atrocidad humana, para así prevenirla, no es lícito
angustiar a los probandos, quienes tendrán des­
pués que habérselas con su conciencia.
Los investigadores han desarrollado análisis
secundarios a partir de los datos de Milgram,
han estudiado acontecimientos históricos y han
diseñado experimentos que implican conductas
menos extremas, tal que solicitar a los sujetos
que se muestren negativos ante aspirantes a un
empleo, o que aplasten insectos. No obstante, por
muy sagaces que sean, ninguno de los estudios ha
conseguido constatar cómo los humanos pueden
infligirse daños tan graves unos a otros, de forma
tan directa como Milgram demostró. Tampoco
han tenido el mismo impacto o relevancia social.
En fecha reciente, este punto muerto ha co­
menzado a resolverse. Mel Slater, informático del
Colegio Universitario de Londres, ha desarrollado
una simulación del paradigma de la obediencia
valiéndose de la realidad virtual. Ha demostrado
que las personas se comportan en este ambiente
ficticio de forma muy parecida a como actúan en
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
contextos reales. Dicho de otro modo, ha sugerido
que su simulación puede servir de nuevo escena­
rio donde desarrollar experimentos en relación
a la obediencia. Además, Burger ha defendido
de manera persuasiva que quienes obedecen
las instrucciones del experimentador de aplicar
descargas a 150 voltios presentan grandes proba­
bilidades de seguir obedeciéndole hasta el máxi­
mo («XXX»). Así pues, deteniendo los ensayos al
llegar a este nivel, pueden estudiarse los mismos
aspectos que investigaba Milgram, pero sin exigir El dilema nace
a los probandos que inflijan lesiones muy graves del conflicto
a otros, ni provocar que estos individuos sufran
o se angustien sabiendo que están dispuestos a
entre los deberes
causarlas. del probando
Aun así, la cuestión clave sigue sin resolverse: para con el
¿cómo pueden definirse las circunstancias que inci­
tan a causar dolor a otros? El propio Milgram sugirió
experimentador
que la formación de grupos y la identificación con y con la víctima
ellos podría desempeñar una función, pues esa pre­
ferencia determina que se apoye más a la autoridad
que a sus víctimas. Otros estudios relacionados con
el de Milgram han llegado a la misma conclusión.
Los datos obtenidos apuntan a que solo llevamos a
la práctica los deseos de una figura de autoridad si
nos identificamos con su persona o con sus objeti­
vos. La obediencia es, en esencia, consecuencia de
un liderazgo efectivo. No se trata tanto de que los
seguidores pierdan sus directrices morales, como
de que hayan elegido a determinadas autoridades
para que les guíen en los dilemas éticos de la vida
cotidiana. Las personas obedientes no son, después
de todo, zombis descerebrados. Para saber más
Esta reinterpretación radical de los estudios de Eichmann in Jerusalem: A
Milgram exige hallar más datos que la respalden, report on the banality of evil.
Hannah Arendt. Viking Press,
así como un debate, el cual, por desgracia, no es 1963.
hoy menos apremiante que lo fuera en 1961. En Obedience to authority: An
vista de las masacres dirigidas desde el Gobier­ experimental view. Stanley
Milgram. Harper and Row,
no de Estados Unidos en Libia y Siria, entre otros 1974.
sucesos bélicos, resulta más necesario que nunca The man who shocked the
comprender cómo se induce a los ciudadanos a world: The life and legacy
of Stanley Milgram. Thomas
causar daño. Y el modo de evitarlo. Blass. Basic Books, 2004.
Replicating Milgram: Would
people still obey today? J. M.
Burger en American Psycho-
logist, vol. 64, n.o 1, págs. 1-11,
enero de 2009.
The new psychology of lea­
dership: Identity, influence
and power. S. Alexander
Haslam, Stephen D. Reicher y
Stephen Reicher es profesor de psicología en la Universi- Michael J. Platow. Psychology
dad Saint Andrews. S. Alexander Haslam es profesor de Press, 2010.
psicología en la Universidad de Exeter.
93
LIBROS
Neurociencia
Posibilidades y limitaciones
BRAINWASHED. THE SEDUCTIVE APPEAL
OF MINDLESS NEUROSCIENCE
Por Sally Satel y Scott O. Lilienfeld. Basic Books,
Nueva York, 2013.
L
a estructura más compleja de cuan-
  tas existen en el universo, el cerebro,
  constituye una pieza maestra de la
naturaleza. Consta de unos 80.000 millo-
nes de neuronas, cada una de las cuales
se comunica con millares de otras células
nerviosas. Ese complejo edificio neural,
campo de estudio de la neurociencia, sirve
de correlato o soporte de nuestro psiquis-
mo. Pero ¿qué puede decir de nosotros la
neurociencia? Para algunos, todo. Son los
que hablan de ella como si se tratara de la
nueva genética, la explicación última del
comportamiento. Militan en el neurocen-
trismo quienes explican la conducta hu-
mana a través exclusivamente del cerebro,
que se supone más fiable que el estudio de
los motivos, pensamientos, sentimientos
y acciones humanas.
94
Posibilidades y limitaciones de la neu-
rociencia vienen explicitadas por las
herramientas empleadas, las técnicas de
neuroimagen. Han recorrido estas un largo
camino desde su primer paso, la técnica de
rayos X, inventada en 1895 por Wilhelm
Conrad Röntgen. Su primera radiografía
mostraba los dedos de la mano izquierda
de su mujer con el cuarto ceñido por un
círculo, correspondiente a su anillo de ca-
sada. En la atmósfera de excitación creada
entonces, Hippolyte-Ferdinand Baraduc
proclamaba que él podía utilizar los ra-
yos X para fotografiar sus propias ideas y
sentimientos.
Ya a comienzos de los setenta del siglo
pasado, la tomografía axial computariza-
da (CT) permitió distinguir de la materia
blanca y la materia gris a los ventrículos
que la rodean. La técnica utiliza rayos X
de alta intensidad para captar imágenes
en cortes y producir un modelo tridimen-
sional del cerebro. Un decenio más tarde,
llegaron las imágenes de resonancia mag-
nética, que ofrecían una representación
más precisa de la anatomía cerebral. La
resonancia magnética estructural detecta
problemas estáticos: tumores, coágulos y
deformaciones de vasos sanguíneos. Toma-
das en conjunto, estas imágenes aportan
una información valiosa sobre anatomía
fija, pero nos dejan a oscuras en lo concer-
niente al funcionamiento cerebral.
La primera técnica funcional de forma-
ción de imágenes tridimensionales fue
la tomografía de emisión de positrones
(TEP), que apareció a mediados de los años
ochenta. Frente a las técnicas estructura-
les, la TEP y otros métodos funcionales
elaboran imágenes del cerebro en acción;
miden el metabolismo o el flujo sanguíneo
cerebral mediante el despliegue de molé-
culas trazadoras radiactivas. Sabido es que,
cuando las células cerebrales se hallan en
actividad, necesitan más energía en forma
de glucosa u oxígeno. El trazador, glucosa
en baja dosis marcada con un radioisótopo,
se inyecta directamente en vena o es inha-
lado. La glucosa cursa hacia las células más
activas del cerebro, donde emite energía
que es detectada en forma de positrones.
La resonancia magnética funcional
(IRMf) presenta una resolución espacial y
temporal superior y no implica material
radiactivo. Desde su introducción en la in-
vestigación y práctica clínica en los años
noventa, se ha convertido en herramienta
imprescindible de psicología y psiquiatría.
La resonancia magnética funcional asocia
o correlaciona psiquismo (sentir, pensar,
percibir y actuar) con cambios en el consu-
mo de oxígeno y en el flujo de las regiones
cerebrales. (El cerebro nunca para de fun-
cionar; la sangre está siempre circulando
y consumiendo oxígeno. El único cerebro
realmente silente es el muerto.)
La medición, por la máquina de IRMf,
de la concentración de oxígeno disuelto
en sangre constituye, pues, la clave para
detectar la actividad cerebral: la sangre
que acarrea más oxígeno presenta propie-
dades magnéticas diferentes de la que ha
consumido ya su oxígeno de suministro
a las neuronas. Las concentraciones relati-
vas de sangre abundante en oxígeno y de
sangre vaciada de oxígeno en una peque-
ña área del cerebro crea una señal que re-
cibe el nombre técnico de respuesta BOLD
(del inglés blood-oxygen-level-dependent).
Durante la recogida de datos, el computa-
dor del escáner adquiere datos BOLD en
finas unidades tridimensionales deno-
minadas vóxeles, vocablo creado a partir
de los términos «volumen» y «píxel». Un
cerebro típico consta de unos 50.000 vó-
xeles; cada uno mide unos tres milíme-
tros cúbicos. A cada vóxel se le asigna un
color, que depende de la intensidad de la
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
actividad bajo condiciones control y bajo
condiciones experimentales. El compu-
tador genera una imagen que resalta las
regiones que se activan más en una con-
dición que en la otra. Cualquier semejanza
entre un escáner cerebral y una fotografía
es ilusoria. La fotografía capta imágenes
en tiempo y espacio reales. En cambio,
los escáneres funcionales se construyen
a partir de la información derivada de las
propiedades magnéticas del flujo sanguí-
neo en el cerebro.
Los científicos no pueden «leer» pensa-
mientos específicos con la IRMf. Solo se
hallan capacitados para afirmar que re-
giones cerebrales concretas que sabemos
asociadas con determinados pensamientos
y sentimientos manifiestan una intensifi-
cación de su actividad: de ahí la muy ajus-
tada expresión de «correlatos neurales»
para designar las manchas coloristas de
los escáneres. En el mejor de los casos, los
barri­dos cerebrales constituyen representa-
ciones ambiguas de un sistema altamente
complejo. Cada región del cerebro participa
en numerosas experiencias e interacciona
con otras regiones. Por resumir: observar
que un área se ilumina, en una resonan-
cia magnética funcional, en respuesta a un
estímulo no indica de forma automática
una sensación particular ni capta las fun-
ciones cognitivas superiores asociadas. Las
imágenes no son fotografías de un cerebro
en acción en tiempo real. Los científicos no
pueden ver lo que está aconteciendo en él
ni lo que está realizando.
La mente necesita del cerebro. Pero no
podemos utilizar reglas celulares para
predecir actividades psicológicas. Por
mor de comparación, si quisiéramos en-
tender el texto de este párrafo, no podría-
mos valernos del análisis que acometiese
un químico de la composición molecular
de la tinta. Ni la explicación química nos
ayudaría a entender lo que esas palabras
significan, por no aludir a su significa-
do en el contexto de otras palabras de la
página. Se han dado pasos importantes
en la reducción de la complejidad orga-
nizativa desde el órgano entero hasta las
neuronas integrantes, con los orgánulos,
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
las proteínas, los genes y los metabolitos
que contienen.
El pensamiento y la acción se despliegan
en diversos niveles explicativos a partir
de elementos básicos. En el nivel neuro-
biológico operan las células componentes.
Los genes dirigen el desarrollo de las neu-
ronas; las neuronas establecen circuitos
entre ellas. En un nivel superior encontra-
mos el procesamiento de la información,
es decir, la computación y la dinámica
reticular neuronal. Viene luego el nivel
de los estados mentales (pensamientos,
sentimientos, percepciones, conocimien-
tos e intenciones). Por encima, los contex-
tos sociales y culturales, que desempeñan
un papel poderoso en la conformación
de nuestros pensamientos, sentimientos
y conducta. Unos niveles de explicación
son más informativos para determinados
fines que otros.
¿Convergerán en un lenguaje común
el idioma de la neurobiología y el de la
vida mental? Eso creen algunos. Para Sam
Harris, la investigación sobre el cerebro
terminará por explicar la mente y, por
consiguiente, la naturaleza humana. En
última instancia, declara, corresponderá
a la neurociencia dictar valores humanos.
Semir Zeki y Oliver Goodenough prevén
un futuro, unos decenios quizás, en que
el conocimiento del sistema cerebral de
la justicia y su reacción ante los conflictos
terminará por resolver conflictos políticos
y económicos. Michael Gazzaniga confía
en el advenimiento de una filosofía de la
vida basada en el cerebro, una ética fun-
dada en nuestro cerebro. Guerras, sufri-
mientos, conflictos podrían eliminarse si
conviniéramos en vivir mucho más cons-
cientemente.
Si cada acto sigue a una causa, el hombre
es víctima de la naturaleza que lo hizo así.
Tal es la doctrina clásica del determinismo,
que defiende que nuestras decisiones son
resultado inevitable de un amplio desplie-
gue de influencias: nuestros genes (con la
historia evolutiva que ellos representan),
los mecanismos de nuestro cerebro, nues-
tra educación y el entorno físico y social
donde vivimos. Esas fuerzas convergen
para producir un acto único y específico,
bueno o malo. No habría responsabilidad
moral. Después de todo, si la elección que
hacemos en una situación dada nos vie-
ne inducida, es decir, no existen opciones
alternativas, entonces no hay de qué cul-
parnos. Y si se carece de culpa, también
de pena. Tampoco tiene mérito que nos
comportemos como santos. No es nuestra
elección. Se acaba así con la idea de libre
albedrío. El lugar de la ética se cedería a la
neurociencia.
Hay quien ve compatible el determinis-
mo de la naturaleza con la responsabili-
dad moral. Según su modo de razonar, aun
cuando los humanos carezcan en última
instancia de libertad (es decir, de capaci-
dad para actuar de otro modo), podemos
considerar a los adultos personas respon-
sables desde el punto de vista moral, pues
tienen capacidad de comprometerse en
una deliberación consciente, seguir reglas
y controlarse a sí mismos. David Hume, en
el siglo xviii, avanzó la tesis compatibilista
al subrayar que las acciones de un agente
son libres si están causadas por nuestra vo-
luntad o deseos, aun cuando esa voluntad
y esos deseos estén determinados causal-
mente.
Pero la cuestión de si los humanos pue-
den vivir en un mundo mecanicista y se-
guir siendo moralmente responsables no
puede someterse a contrastación empírica.
No es un problema científico. La neuro-
ciencia no lo ha resuelto, como se supuso
a raíz de los experimentos de Benjamín
Libet. En los años ochenta, Libet realizó en
la Universidad de California una serie de
experimentos con electroencefalogramas
aplicados a individuos que debían levantar
el dedo o mover la muñeca en momen-
tos aleatorios. Ante el segundero de un
reloj debían indicar el momento en que
se sentían urgidos a actuar. Libet medía
la actividad eléctrica en una región del
lóbulo frontal denominada área motora
suplementaria, implicada en los movi-
mientos de planificación. Se encontró con
un descubrimiento sorprendente: podía
detectarse actividad en el área motora 400
milisegundos antes de que los probandos
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fueran conscientes de su decisión toma-
da. Con otras palabras, la conciencia de
los sujetos aparecía tarde en la secuencia
de hechos como para influir en la acción.
En un experimento análogo al de Libet,
pero utilizando IRMf, John Dylan Haynes
predijo con una precisión del 60 por ciento
si una persona movería su mano derecha
o izquierda para presionar un botón seis
segundo antes de que la persona fuera
consciente de la decisión adoptada.
Libet no consideraba que sus resultados
constituyeran un rechazo absoluto de la
conciencia en el comportamiento. Admi-
tía que aunque la conciencia interviniera
tarde en la secuencia de acontecimientos,
seguía manteniendo la libertad de «veto»
o de suprimir acciones causadas por pro-
cesos fuera de la conciencia. No dispone-
mos de libre albedrío, sino que tenemos
libertad de decir «no». En un intento por
buscar salidas a esa aporía, algunos auto-
res proponen una libertad con zonas gri-
ses, es decir, un comportamiento en parte
sometido a control consciente y en parte
fuera del dominio de la conciencia. Todo
dependería de las circunstancias de cada
momento.
La idea de que un área específica del
cerebro es la responsable de una función
mental determinada resulta sugerente,
si fuera cierta. Pero las actividades men-
tales no se cartografían sobre regiones
discretas. Por ejemplo, el área de Broca,
que se suponía el único centro de pro-
ducción del lenguaje, no posee derechos
exclusivos sobre esa facultad. Más riguro-
so parece considerarla uno de los nodos
clave, o centros de convergencia, de las
trayectorias que procesan el lenguaje. Ni
existe tampoco una zona a cargo de la
comprensión del lenguaje; intervienen
pautas de conectividad entre múltiples
regiones cerebrales.
Aunque los neurocientíficos conside-
ran a ciertas regiones corticales como
altamente especializadas en operaciones
particulares —percepción de rostros, lu-
gares y partes del cuerpo; adscripción
de estados mentales a otros («teoría de
la mente») y procesamiento de palabras
visualmente presentadas—, la situación
real es mucho menos unívoca. Además,
el cerebro puede a veces reorganizarse a sí
mismo tras una lesión, de suerte tal, que
otras regiones puedan hacerse cargo de las
funciones adscritas a las zonas dañadas, en
particular si la lesión se produce en fase
temprana de la vida.
Tomemos la variedad de funciones que
lleva a cabo la amígdala, una pequeña re-
gión, en ambos hemisferios, alojada en el
interior del lóbulo temporal. Es práctica
común asociar la amígdala biunívocamen-
te con el miedo. Pero la amígdala cumple
otras muchas funciones. Cada vez que
sentimos miedo, se activa la amígdala,
pero no siempre que se activa la amígdala
sentimos miedo. De hecho, se excita tam-
bién en momentos de felicidad, angustia
y pasión sexual, amén de mediar en la
respuesta ante lo inesperado, novedoso o
sugerente.
Los escáneres cerebrales no permiten,
por lo común, que el investigador afirme
que la estructura X causa la función Y.
La IRMf indica solo la existencia de una
correlación, es decir, qué partes del cere-
bro se activan cuando una persona par-
ticipa en una actividad determinada, no
qué área del cerebro está causando una
operación psicológica o una conducta
particular. La mayoría de las operaciones
mentales que parecen una tarea unificada
constan en realidad de muchos compo-
nentes menores. Pensemos en una tarea
fácil y elemental: un problema aritmético
sencillo. Primero, el sujeto debe reconocer
un número que se le presenta visualmen-
te; luego debe registrar la magnitud nu-
mérica; después ha de calcular la solución
correcta del problema. Puesto que esas
operaciones no las desarrolla la misma
región cerebral, los investigadores deben
descomponer la tarea de cálculo en corre-
latos neurales asociados con cada etapa.
Si descomponer una tarea aritmética re-
sulta tan complicado, imaginemos la di-
ficultad de descomponer estados mucho
más complejos, como las actitudes o las
emociones.
—Luis Alonso
MENTE Y CEREBRO 66 - 2014
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