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Seminario 2 2do Semestre 2014

Profesor: José Agustín Vásquez

Valparaíso como lugar de


falsa memoria
Ensayo final seminario 2

Daniela Morales Donoso

19 de Diciembre de 2014

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Profesor: José Agustín Vásquez

Índice

Pág.

Desarrollo de tema......................................................................................... 3-7.

Imágenes de referentes.................................................................................. 8.

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Profesor: José Agustín Vásquez

"Valparaíso como lugar de falsa memoria"

La falsa memoria como una serie de recuerdos, detalles o eventos que no ocurrieron o
que han sido distorsionados. Podemos considerar que ciertos traumas urbanos se
producen de manera silenciosa y oculta: se trata de la sistemática destrucción de la
memoria social; un proceso de borrado de la memoria colectiva. Las grandes
transformaciones en la evolución de Valparaíso demuestran una desvinculación
progresiva entre la ciudad y su memoria, proyectándolo como un escenario
cinematográfico. Valparaíso como lugar de todos y nadie, pierde su esencia,
generando espacios artificiales, aparentando la preservación de estilos de vida,
disfrazando la realidad, borrando la memoria para conservar solo el objeto. Simulando
ser una ciudad histórica, sin su verdadera historia.

La memoria y el patrimonio son elementos necesarios para la reconstrucción de la


identidad cultural, para que las culturas puedan reconocerse y conocerse, y por ende
diferenciarse y relacionarse en el escenario cultural mundial. Forjar una identidad
cultural propia es fundamental para enfrentar la universalización propia del siglo en
curso.
La identidad cultural se logra cuando lo local se desarrolla paralelamente al proceso
global.

“La memoria es la base de la personalidad individual, de igual modo que la tradición lo


es de la personalidad colectiva de un pueblo. Vivimos en y por el recuerdo, y nuestra
vida espiritual, en el fondo, no es más que el esfuerzo que hacemos para que nuestros
recuerdos se perpetúen y se conviertan en esperanza, para que nuestro pasado se
transforme en porvenir.” 1

Miguel de Unamuno.

Valparaíso debería definirse desde su gente y su identidad, por ello es necesario


recorrer el otro Valparaíso, el que queda negado tras su abrupta geografía, una ciudad
muy distinta a la que se observa en el plan, es aquí donde quedan en claro las
distinciones de las clases sociales. La parte más alta es lo que la ciudad se opone a
mostrar, creando un escenario de imágenes inventadas, una pseudoidentidad
patrimonial que amenaza con una falsificación del verdadero puerto.

Se intenta la recuperación de lugares manteniendo fachadas donde se resguarda la


identidad formal de una época determinada, con ello se anula la historia, mostrando
una nueva ciudad en desmedro de la conservación de los estilos de vida, por tanto, se
borra la identidad cultural de esta, perdiendo la condición de la ciudad como lugar de

1- http://www.abc.es/hemeroteca/historico-24-11-2006/abc/Toledo/toledo-patrimonio-de-la humanidad_153127220689.html

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la memoria, recreando y negando al verdadero Valparaíso, teniendo como prioridad lo


turístico por sobre los intereses de sus ciudadanos, con esto deteriorando su
dinamismo.

Cuando se borran las nociones de pertenencia e identidad, en la experiencia urbana


los lugares quedan de paso, son no lugares pues nadie puede hacerlos, ni sentirlos
suyos a través de falsas fachadas que disfrazan su verdadera realidad.

El olvido trae consigo la deformación, destrucción y transformación de la memoria


colectiva, lo que genera un simulacro o escenario de ciudad que pierde toda condición
de reservorio de memoria, encubriendo la realidad, creando falsos históricos.

Un claro ejemplo es lo que ocurre en el Cerro Alegre y el Cerro Concepción, donde


queda en evidencia esta desvinculación, se intenta la recuperación de estos lugares
manteniendo fachadas, mostrando una nueva ciudad en desmedro de la conservación
de los estilos de vida, donde sus actuales habitantes son personas que han visto el
potencial económico que generan ambos cerros por su condición de turísticos,
evidenciando una progresiva pérdida entre la ciudad y su memoria. Creando un
escenario de imágenes recreadas, con ello amenazando con una falsificación,
recreando y negando al verdadero Valparaíso, ese que se oculta tras su geografía,
ese que realmente da cuenta de cómo es la vida de Valparaíso, ese que no tiene
como prioridad lo turístico, ese que al parecer a muchos no les interesa
verdaderamente mostrar. Cerro Alegre y Cerro Concepción han pasado a ser la cara
bonita de la ciudad, una linda postal donde sus colores y calles limpias quieren dar
cuenta de una realidad del puerto que no es más que una imitación de una vida que no
existe en la ciudad. Un Valparaíso que tiene como prioridad lo económico por sobre
los intereses de sus porteños, esos que sí saben lo que es vida en este puerto. Estas
falsas fachadas disfrazan su verdadera realidad, deformando esta condición tan
evidente de la vida en los cerros, transformándolo en un escenario de ciudad que más
que ser para sus habitantes intenta ser para una cierta elite que queda cegada ante
esta imagen de un falso histórico.

Se potencian lugares que intentan demostrar algo que no son, generando no lugares,
ya que no se recuperan a partir de su memoria, sino de una imagen que al parecer fue
inventada para mostrar y vender Valparaíso de una manera más atractiva para sus
visitantes. Detrás de este supuesto maravilloso mundo construido, queda renegado el
verdadero Valparaíso, ese que queda perdido en el abandono y la miseria, es aquí
donde se halla el capital social y cultural de la ciudad.

Entonces las intervenciones de rehabilitación en la ciudad no se debiesen entender


como restauración de piezas de arte, sino como rehabilitación urbana, siendo el eje
central de estas la recuperación de la autenticidad del lugar, lo que hace característico
al verdadero Valparaíso, ese que no queda en una versión perfecta para una postal,
porque a los porteños no les sirve vivir en un museo, en un falso histórico que intente
copiar las construcciones patrimoniales, sino que antes que todo Valparaíso debe ser
ciudad para sus habitantes. Como ya he mencionado es lo que ocurre en el Cerro
Alegre y el Cerro Concepción, ese patrimonio que no es más que un escenario
montado, donde sus habitantes fueros desplazados por la tentación del gran valor de
venta de sus inmuebles. Se intenta representar o imitar un falso histórico que no
responde a esa singularidad que identifica la vida porteña.
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La creación de una imagen turística atractiva, amenaza con la pérdida del sentido de
Valparaíso, a través de restauraciones que echan mano a lo pintoresco y reemplazan
la identidad cultural local por una supuesta identidad compatible con un
reconocimiento global.

Un Valparaíso de cara y sello, donde al contrario de lo que pasa en los "cerros


postales", es en el Barrio Puerto donde el patrimonio pasa a ser un lugar de peligro,
desteñido, mal oliente; se advierte al turista que no debe ir, creando prejuicios,
negando conocer la real vida porteña, el punto de origen. Con ello se genera un
Valparaíso fronterizo, una raya que separa lo bueno de lo malo, lo digno de ser
recordado y lo que debe ser sepultado en el olvido, pero aquí hay algo que responde a
otras lógicas, se trata de algo que a pesar del abandono físico y de la miseria reinante,
sobrevive y permanece en los pensamientos, en las acciones y en el quehacer
cotidiano y colectivo de su gente. Aquí se mantiene algo que en otros lados no está,
lo indescriptible, como una suerte de magia que le pertenece sólo al verdadero Puerto.

Al no ser debidamente valorado no sólo se desconoce como un cultural intangible, sino


que además se barre, se pasa a llevar; al deslindar con lo "patrimonial" sufre el
desprecio de éste, pasando de este modo a ser el reverso, la cara oculta, el negativo,
el patio de atrás donde va a dar la basura que desluce la fachada del Valparaíso que
se exporta y que se busca proteger. Todo lo cual hace que la cultura, el sujeto y la
identidad de este sector, como intangibles que son, desaparezcan, se hagan invisibles
para las políticas culturales del Patrimonio. Para revertir lo anterior, es fundamental
entrar a la profundidad del barrio Puerto para así lograr la conservación de la identidad
propia de Valparaíso, conocerlo y apoderarse de alguna forma de él, encontrar lo
oculto, la parte de la historia que no se ha querido contar, recuperar ese intercambio
de experiencias en las cuales el lenguaje estaba vivo, para reconstruir la historia del
verdadero Valparaíso. Es aquí donde al parecer el patrimonio se desvanece y
desvincula, en que las políticas implementadas no han sido suficientes para su
conservación, sino más bien solo para mejorar la estética de algunos puntos de la
ciudad, pretendiendo recrear una riqueza cultural, pero que no apuntan a la
preservación de su memoria, dando paso una pérdida de autenticidad en ella. Un
barrio Puerto relegado al abandono, pero es aquí donde aún podemos encontrarnos con
esta esencia cultural, evidencia de un pasado y presente de la ciudad, es por esto que
se plantea la necesidad comprometer su conservación y resguardo ante la aparición
de espacios urbanos como el centro comercial que amenazan con el deterioro de la
riqueza cultural, fragmentando e individualizando a la población.

La valorización de los espacios patrimoniales es considerada idealmente en la


actualidad como base para el desarrollo cultural y, por ende, a largo plazo para el
desarrollo económico, mediante fenómenos como el interés mundial que estos
concitan, el turismo cultural, y la interacción cultural que permite un traspaso más
fluido del conocimiento entre las distintas culturas, que asegura un enriquecimiento
cultural, no solo nacional, sino también mundial. Para lograr la conservación de la
identidad propia de Valparaíso, se debe entender entonces que ser patrimonio no solo
se refiere a una manera de construcción arquitectónica. Las políticas públicas,
entonces deberían tener como objetivo la no focalización de recursos que intentan
recrear una vida pasada, sino que el desarrollo de modo compatible entre patrimonio y
cultura, por sobre lo turístico. La reutilización del patrimonio generando espacios
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funcionales a partir de los existentes, pues no es suficiente con remodelar las


fachadas sino reultilizarlas, generar un impulso que mantenga las edificaciones y
contribuya a realizar más proyectos de regeneración urbana, reactivar el interior de
edificios patrimoniales para no caer en lo que actualmente se evidencia en la ciudad:
un Valparaíso artificial, de fachadismos y escenografías.

Un claro ejemplo de una buena reutilización es el Edificio Cousiño, el cual se


encontraba en deplorables condiciones, siendo solo sus fachadas las que se
mantenían en pie, este edificio constituye un hito en el paisaje urbano por ello era
indispensable su recuperación.

“El valor del edificio se fundamenta en primer lugar porque contiene


de manera coherente y representativa las invariantes formales
características del eclecticismo historicista. Y en segundo término
porque su particular emplazamiento y funcionalidad original lo
constituyen como edificio “testigo” dentro de las transformaciones
urbanas de Valparaíso.
La primera evidencia procede de un análisis formal de la obra que
considera su volumetría, el carácter estructural expresivo y su
referente ornamental en el orden de fenetraciones entre pilastras, la
incluye dentro de un momento de la arquitectura chilena que
corresponde al eclecticismo historicista. La arquitectura de este
período, y en particular esta obra, es la expresión de las condiciones
estructurales del proyecto histórico del liberalismo republicano del
Chile finisecular, que en el desarrollo económico de Valparaíso tuvo
su máxima expresión.
La segunda evidencia es el hecho de que su emplazamiento fue
producto de una transformación urbanística, por lo que esta obra
denota la pertenencia a un contexto de la cual ella es la obra más
antigua en existencia. Esta condición de edificio testigo de la
extensión del plan, producto de los trabajos de ensanche de la Avenida
Errázuriz en 1870 y su posición en crucero entre esta y la calle
Blanco, le otorgan un valor particular”2

La Fundación DUOC adquiere para generan un proyecto educacional y turístico.


Durante el 2007, la institución toma la decisión de embarcarse en una ambiciosa
iniciativa que involucra recuperar el tradicional Edificio Cousiño, popularmente
conocido como “La Ratonera”, que se encontraba en un deplorable estado de
conservación, aun cuando era ícono del período de esplendor porteño. Las
negociaciones comenzaron en momentos en que Valparaíso decide recuperar éste y
otros dos edificios emblemáticos para entregarlos en concesión a la administración de
privados, sin embargo, tras muchos inconvenientes, la Municipalidad optó por su
venta.
El proyecto abarca el Centro de Gestión del Turismo, Patrimonio y Cultura de
Valparaíso, solucionando importantes falencias en áreas prioritarias que son
fundamentales para el desarrollo de la ciudad.

2- José de Nordenflycht Concha. Patrimonio Local. Ensayos sobre Arte, Arquitectura y Lugar. Ed.
Puntángeles U. de Playa Ancha. Valparaíso 2004.

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Siendo este un ejemplo a seguir en la rehabilitación del patrimonio por su capacidad


de regenerar un espacio muerto en la cuidad, entregándole a esta un lugar de
conocimiento asociado a la cultura, poniendo en valor lo patrimonial ligado a lo
moderno.

En la actualidad Valparaíso es la evidencia del olvido y la segregación, la ciudad se


ha construido en función de un sujeto ajeno que no la reconoce, ya que este pone en
el centro sus preocupaciones e intereses individuales y no colectivos, generando una
anexión entre sus habitantes, reflejo de una sociedad en conflicto que ya no es capaz
de apoderarse de su historia, generando falsas tradiciones, liquidando referentes,
fingiendo lo que no se tiene, deformando la realidad para crear una falsa identidad
dando culto a objetos urbanos que pierden la condición de reservorio de memoria
colectiva.

Se deben configurar políticas, ya sea con aportes públicos, privados o mixtos, que
incentiven el desarrollo de proyectos que tengan como objetivo la recuperación de
estos lugares en deterioro, para así rehabilitar no solo un edificio si no toda la pieza
urbana que lo compone.

Reconstruir la memoria de Valparaíso no solo a través de fachadas, sino más bien,


desde el modo en que se habita un lugar, social y políticamente. Recuperar la ciudad
construida es un derecho de los ciudadanos.

“(...) La identidad es una construcción que se relata. Se establecen acontecimientos


fundadores, casi siempre referidos a la apropiación de un territorio por un pueblo o a la
independencia lograda enfrentando a los extraños. Se van sumando las hazañas en
las que los habitantes defienden ese territorio, ordenan sus conflictos y fijan los modos
legítimos de vivir en él para diferenciarse de los otros.(...)”

“(...)la conciencia de reconocerse históricamente en su propio entorno físico


y social crea el carácter activo de la identidad cultural por la acción de la
conservación y renovación que genera: se conserva esto porque nos reconocemos
en él, se reemplaza aquello porque nos resulta carente de significado o porque la
significación inicial quedó agotada con la extinción de su uso”(...) 3

Néstor García Canclini

3- Néstor Garcia Canclini. ¿Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalización?. Grijalbo, México, 1995.

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Figura 1, "Cerros Postales", Cerro Alegre, Paseo Atkinson. Figura 2, Quebrada, Cerro Rodelillo Valparaíso tras incendio
ocurrido el día sábado 12 de abril de 2014.

Figura 3, Edificio Cousiño antes de reconstrucción por parte de la Fundación DUOC. Figura 4, Edificio Cousiño post reconstrucción por parte de
la Fundación DUOC.

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