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REYKJAVÍK, LA CAPITAL DE ISLANDIA

¿Cómo es Reykjavík?
En pocas palabras, la capital de Islandia es moderna, dinámica, creativa, abierta, acogedora y muy especial.
Reykjavík no es como otras capitales europeas, aquí no encontrarás edificios espectaculares, monumentos históricos ni un
centro clásico al estilo del centro de Europa. Pero Reykjavík ofrece mucho más de lo que te encuentras a primera
vista. Reykjavík es una ciudad diferente, llena de vida pero limpia, segura y muy cerca de la naturaleza. Las casas
de Reykjavík, bajas y muy coloridas, le dan un encanto especial a la ciudad. Algunas de esas casitas, con sus decoraciones
de elfos y flores, nos recuerdan a los cuentos de hadas de nuestra infancia.
Perderse en esta capital es casi imposible. Dos puntos destacan por encima del resto: uno de ellos es la iglesia
Hallgrímskirkja y el otro, la colina Öskjuhlíð, con el espectacular edificio de Perlan. Deja de soñar y ven a Reykjavík, te
sorprenderá.

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Reykjavík, una ciudad verde


En Reykjavík el aire es tan limpio que, desde la bahía de Faxaflói, se pueden ver hasta las montañas que se encuentran a
unos 100 km. De hecho, en un día de buena visibilidad, se puede contemplar hasta el glaciar de Snafellsness, que está
situado a unas 3 horas de distancia en coche.
La ciudad está rodeada por el mar en tres partes diferentes y dispone de muchos espacios abiertos y zonas verdes. Hay
parques, zonas para peatones, un lago en el mismo centro de la ciudad y una playa termal, Nauthólsvik, a unos 15 minutos
andando desde el centro.
Los ciudadanos de Reykjavík intentan proteger su ciudad y mantener su fama como la capital más limpia y atractiva del
mundo. Una ciudad sin humo y sin peligro. Por eso de los visitantes se espera que hagan lo mismo para que Reykjavík nunca
deje de ser una ciudad muy limpia y acogedora.

Reykjavík, una ciudad histórica


La historia de la capital más nórdica del mundo data del año 874, cuando llegó su primer colono, Ingólfur Arnarson. Fue él
quien construyó allí su finca y dio el nombre a este magnífico sitio: Reykjavík, literalmente "bahía de humo". El nombre nos
descubre una de las principales cualidades de Reykjavík y nos ayuda a entender la razón por la que Ingólfur escogió este
sitio. Al encontrar las aguas termales y ver el humo saliendo de la tierra, supo que Reykjavík era único para vivir.
El siglo XVI cambió la historia de Reykjavík, al convertirse la ciudad en un importante lugar de comercio. Pero no sería hasta
el año 1876 cuando Reykjavík se estableció por fin como una ciudad independiente, aunque solo contara con 170 habitantes.
Después se produjo un significante crecimiento de la población y ya, a principios del siglo XX, contaba con unos 6.000
ciudadanos, que pasaron a ser 55.000 en el año 1950.
Hoy en día, 180.000 personas, dos de cada tres islandeses, viven en esta ciudad situada en el sudoeste del golfo Faxaflói.
Esto hace de Reykjavík la ciudad más cosmopolita de Islandia, con muchos museos, galerías y cafés, lo que permitió que en
el año 2000 fuera proclamada junto a otras ciudades europeas como Capital Europea de la Cultura.
Las aguas termales, que dieron lugar al nacimiento de Reykjavík, son hoy utilizadas por los islandeses para calentar
viviendas, escaleras de bloques de pisos, piscinas, aparcamientos y aceras.

Reykjavík, una ciudad que nunca para


Reykjavík es una ciudad que nunca para y siempre tiene algo que ofrecer. Desde grandes conciertos al aire libre, pasando
por tiendas modernas y originales, excelentes museos y pequeñas galerías con artistas de todos los estilos. Restaurantes y
locales nocturnos dan mucho ambiente a la capital hasta alta horas de la noche y, especialmente durante los fines de
semana, la fiesta no para hasta que uno quiera.
Además, los islandeses disfrutan mucho de las ventajas que ofrecen las aguas termales y han convertido las piscinas en uno
de sus placeres predilectos. Reykjavík tiene hasta 7 piscinas termales municipales, lo que alegra, relaja y dulcifica, sin duda,
la vida de todos los habitantes de esta ciudad.

Reikiavik, Islandia

Su casi completa utilización de energías renovables, su alta actividad geotérmica y su mínimo uso de combustibles
fósiles en el suministros de energía para la electricidad (0,1%), entre otras cosas, han permitido que Green
Uptown escogiera a la capital de Islandia la ciudad más verde del mundo. La ciudad estima que para 2050,
Reikiavik será independiente del uso de combustibles fósiles. Además, la publicación prevé que esta ciudad será
uno de los destinos más codiciados este año y los próximos.

n Islandia, tu nombre es tu identidad, tu apellido es "solo" el nombre de tu padre; puedes buscar


todos tus antepasados hasta 800 años atrás a un golpe de clic en Internet; la gente se divierte hasta
altas horas de la madrugada, pero los locales cierran escalonadamente para que todo el mundo
encuentre taxi... En Islandia, el 80% del consumo energético procede de fuentes renovables, pero
están preocupados en cómo llegar al 100% de sostenibilidad en menos de 10 años: aunque están en
bancarrota, encuentran fondos suficientes para incentivar la sostenibilidad.

Para encontrar los fondos (y la voluntad política) suficientes para echar a andar, saben que hace
falta sumar muchas fuerzas en el empeño. En un evento celebrado en Reikiavik hace unas semanas
(www.drivingsustainability.org) se reunieron cerca de 200 representantes de empresas energéticas,
fabricantes de coches (eléctricos y de recursos fósiles), Gobiernos nacionales, la agencia nórdica de
desarrollo energético, representantes de la Unión Europea, universidades, consultores, ingenieros,
periodistas, pymes y emprendedores de tres continentes. El reto, diseñar la sostenibilidad total en
un caso concreto: coches eléctricos como vertebradores de la ciudad ecológica. El campo de batalla
parece centrarse en las diferentes tecnologías para las baterías aunque los visionarios del hidrógeno
insisten en su apuesta.

Aunque está en bancarrota, encuentra fondos para la sostenibilidad

El 80% del consumo energético del país procede de las energías renovables
Todos coinciden en que se acerca el momento de madurez de la tecnología: los híbridos que se
lanzarán en 2011 tendrán autonomía suficiente para el 90% de nuestras necesidades (trayectos de
menos de 50 kilómetros) con solo la carga nocturna con adaptadores estandarizados. En todos los
países avanzados se trabaja ya en soluciones para esta nueva tecnología. En España, la eléctrica
Endesa participa en el proyecto más ambicioso de estandarización de adaptadores rápidos
(www.chademo.com).

Son dos los elementos que faltan por alinear: el liderazgo y la financiación. Para ambos, va a ser
clave que sigan con el modelo colaborativo: partenariados público-privados que encuentren
el mix de financiación óptimo. La oferta financiera privada y los incentivos públicos van a ser claves
en la adaptación de infraestructuras y la evolución de hábitos sociales inherentes a todo cambio de
paradigma. Hay ya decenas de ejemplos de que esta es la forma más viable de abordar una
revolución tecnológica de esta magnitud.

Una iniciativa europea, el proyecto SMART (www.smartransport.eu) ayuda a pymes europeas (en
España con el apoyo del CDTI) a encontrar socios y financiación para sus innovaciones en el
transporte por carretera. Los islandeses han sido los primeros en beneficiarse de este programa y
una docena de proyectos de pymes han identificado ya subvenciones de la Unión Europea y de los
países nórdicos. Media docena de emprendedores están en conversaciones con inversores para la
captación de capital riesgo.

Que los islandeses sean pioneros en esta gran transformación no es casualidad. Autoconfianza,
respeto por los ancestros, optimismo, convivencia modélica, apasionamiento y compromiso son sus
señas de identidad como pueblo. Tienen una enorme capacidad de motivarse en sus proyectos, de
involucrar a los demás y de sumar fuerzas. Se sienten tan reconfirmados por su pasado de vikingos
asambleístas milenarios que viven el presente inmediato a corto plazo como su base de éxito para
el futuro.

Mientras, en España, según Eurostat, generamos ya casi un 40% de nuestro consumo a través de
fuentes renovables. Tenemos la tecnología, las ayudas, las infraestructuras básicas y hasta
producimos coches. Tenemos ciudades que necesitan soluciones inminentes. Todo a favor para
lanzarnos en un proyecto tan tremendamente ambicioso como este. Quizá nos falte solo un poco
del talante islandés y una buena colaboración público-privada.

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