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“El carisma mismo de los Fundadores


se revela como una experiencia del Espíritu,
transmitida a los propios discípulos
para ser por ellos vivida, custodiada, profundizada y
desarrollada constantemente
en sintonía con el Cuerpo de Cristo en crecimiento perenne”.
(MR, 11).
4
5
ABREVIATURAS
DE ENRIQUE DE OSSÓ Y DE LA COMPAÑÍA

AGSTJ Archivo General de la Compañía de Santa Teresa de Jesús (Roma)


EEO Escritos de Enrique de Ossó y Cervelló (tres volúmenes)
E. Escritos autógrafos de Enrique de Ossó presentados en los
Procesos Canónicos (28 volúmenes, en AGSTJ)
HSTJ [Historia de la] Compañía de Santa Teresa de Jesús 1876-1932
PIB Proceso informativo de Barcelona
PIT Proceso Informativo de Tortosa
AMS Apuntes de las Misericordias del Señor
AP Apuntes de Pedagogía
C Constituciones de la Compañía publicadas en 1888
CEM Cartas sobre la educación de la mujer de la RT
CH El Cuarto de Hora de Oración
Sardá Cartas a F. Sardá y Salvany ( Publicadas en Barcelona 1997)
Ed. Cartas (Publicadas en Barcelona 1969)
D15 El Día 15 de cada Mes
DCP Directorio de las costumbres pías de la Casa Madre de Compañía
de Santa Teresa de Jesús
Dir. P. Directorio Provisional
DJ El Devoto Josefino
DS Directorio de Superioras (Catecismo Directoras)
D Deberes
EE Ejercicios Espirituales según San Ignacio, escritos para la Compañía
EF Exámenes de Capítulos de Faltas
GP Guía de la Postulante y directorio de la maestra de Novicias.
GC Guía Práctica del Catequista
LT La Escuela de Santa Teresa de Jesús
MCJ Un Mes en la Escuela de Santa Teresa de Jesús
MM María al corazón de sus hijos.
MR Mi Reglamento
NES Novena al Espíritu Santo
NMI Novena a la Inmaculada Concepción de María
OC Oficios en la Compañía de Santa Teresa de Jesús
OG Organización y Gobierno de la Compañía
PC Preces de la Compañía de Santa Teresa de Jesús
PE Plan Provisional de Estudios de la Compañía
RHM Reglamento para la Archicofradía Teresiana
RP Remedios preservativos y curativos de las enfermedades del alma
RR Reglamento para el Rebañito del Niño Jesús
RT Revista Teresiana
SC Sumario de las Constituciones de la Compañía de Santa Teresa
SM Siete Moradas en el Corazón de Jesús
STJ Compañía de Santa Teresa de Jesús:
Societas Sanctae Teresiae a Jesu
TF Tres Florecillas a la Virgen María de Montserrat
TFS Tributo Amoroso [a San Francisco de Sales]
TJ Tesoro de la Juventud
TN Tesoro de la Niñez
VJ ¡Viva Jesús!
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ABREVIATURAS OBRAS
DE SANTA TERESA DE JESÚS

C Camino de Perfección
CC Cuentas de Conciencia
Cta Cartas
Excl Exclamaciones
F Fundaciones
M Moradas
MC Meditación Cantares
V Vida

OTRAS ABREVIATURAS

CDC Código de Derecho Canónico


DRAE Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia
Española, 1992.
DTVC RODRÍGUEZ APARICIO A., cmf – CANALS CASAS J., cmf
(dirigido por), Diccionario Teológico de la Vida Consagrada,
Publicaciones Claretianas, Madrid 1989.

HVR ÁLVAREZ GÓMEZ J., cmf, Historia de la Vida Religiosa., Voll.


I-II-III, Publicaciones Claretianas, Madrid 1987-1990.

Vit. Cons. Revista Vita Consacrata, Ancora, Milano.

VR Vida Religiosa.

HE JIMÉNEZ DUQUE B. – SALA BALUST L., Historia de la


espiritualidad, Voll. I-IX, Juan Flors, Barcelona 1969.

DE ANCILLI E. (dirigido por), Diccionario de Espiritualidad, Voll. I-


III, Herder, Barcelona 1984.

DIP PELLICCIA G. – ROCCA G., Dizionario degli Istituti di


Perfezione, Voll. I-IV Paoline, Roma 1974.
7
SUMARIO1

Abreviaturas.
Presentación.

Capítulo Introductorio: El Fundador: vocación y misión de E. de Ossó.

PARTE I LA COMPAÑÍA DE SANTA TERESA DE JESÚS.


Capítulo 1 Un contexto, un nombre y una misión.
Capítulo 2 Un campo de batalla: la educación.
Capítulo 3 Unas características de sus miembros.
Capítulo 4 Unas tácticas o estrategias:
A- Preparación.
B- Religiosas sin parecerlo.
Capítulo 5 Formación para ser capitanas.
Capítulo 6 Un lema: o vencer o morir.

PARTE II APÓSTOLES.
Capítulo 7 Comunidad de discípulas-apóstoles.
Capítulo 8 Apóstoles como Jesús, como los doce.
Capítulo 9 Apóstoles como Teresa de Jesús.
Capítulo 10 Conocer y amar a Jesús y hacerle conocer y amar,
razón de ser de la Compañía de Santa Teresa de Jesús.

PARTE III EDUCADORAS.


Capítulo 11 Maestras como Jesús, como Pablo, como Teresa.
Capítulo 12 Formar maestras.
Capítulo 13 Filosofía de la educación en la Escuela de S. Teresa.
Capítulo 14 Destinatarios de la Escuela de S. Teresa.
Capítulo 15 El Proyecto y la Pedagogía de la Escuela de S. Teresa.
A. Educación integral
B. Síntesis de la pedagogía teresiana.
Capítulo 16 Posiciones apostólicas de frontera.

PARTE IV El TRIPLE APOSTOLADO DE LA COMPAÑÍA .


Capítulo 17 Oración, enseñanza y sacrificio.

CONCLUSIONES:
A. El Carisma de Enrique de Ossó entregado a la Compañía.
B. El Carisma de la Compañía hoy.
Anexos
Enrique de Ossó. Cronología.
La Iglesia en el siglo XIX.
España en el siglo XIX.
Europa en el siglo XIX.
El Carisma de Enrique de Ossó y de la Compañía.

Fuentes y Bibliografía
Índice completo

1
Al final hay un Índice General con detalle de los capítulos.
8
9

PRESENTACIÓN

VOLVER A LAS FUENTES es el fruto de cinco años de trabajo. Un estudio sobre La


Compañía de santa Teresa de Jesús proyectado en continuidad de la obra de Gloria
Rodríguez y Silvia Mª Casado, Experiencia espiritual de Enrique de Ossó (1995). El trabajo
comenzó en grupo. Cinco hermanas de la Compañía tuvimos la suerte y la responsabilidad
de “continuar” investigando sobre la espiritualidad apostólica de la Compañía durante el
curso 1994-95.

Aquel primer año, “algo desconcertado”, fue para mí no sólo entrenamiento sino que me
proporcionó la clave de posteriores hallazgos. Lo que más me impresionó ya entonces fue
encontrar, en la experiencia espiritual y apostólica de Enrique de Ossó anterior a 1876, los
elementos esenciales de la Compañía. Su lectura del Evangelio y de la Santa, su modo de
orar, su pasión por Jesús y sus intereses, su proyecto apostólico educativo, el talante
amable de la educadora y el espíritu de la comunidad teresiana, estaban ya presentes en la
vida y la obra apostólica de aquel a quien el Espíritu Santo preparaba para Fundador.
Faltaban elementos, pero estaban los verdaderamente importantes.

El segundo año continué trabajando sola con el mismo método. He prescindido de


certezas a priori y de apoyos bibliográficos —estudios interesantes sobre el Fundador o la
Compañía—, pues quería acudir directamente a las fuentes sin ideas preconcebidas. Y
empecé a investigar sobre “el triple apostolado de la Compañía: oración, enseñanza y
sacrifico”. Quería llegar a la génesis de la triple formulación y conocer cómo y cuándo se
integraron los tres elementos. Cómo los entendió el Fundador, cómo los vivieron las
primeras hermanas. Qué significado y lugar tiene cada uno en el conjunto. Cuál su relación
intrínseca con la misión que la Iglesia confió a la Compañía, con los ministerios concretos y
sus circunstancias cambiantes.

Aquel segundo año leí y releí bastante. Todo lo que escribió Enrique de Ossó durante sus
casi 30 años de intensa vida apostólica —casi todo publicado ya por la editorial STJ—, y oré
también con ello. Por otra parte, necesitaba conocer mejor las circunstancias históricas, la
sociedad española y sus leyes, la cultura laica que se estaba gestando y se imponía, la
Iglesia y las congregaciones apostólicas modernas que estaban surgiendo a la par de la
Compañía, y también las anteriores. Recorrí la historia de la Vida Religiosa hacia atrás y
hacia adelante. Todo lo que pudiera aportar luz en torno a la Fundación de la Compañía y
a su crecimiento era digno de tenerse en cuenta y me interesaba. Escribí algunas
intuiciones aquel año, muy poca cosa.

Después he seguido leyendo un poco de todo, de ayer y de hoy. Teología espiritual y de


la vida religiosa, antropología, filosofía, teología pastoral y catequética, estudios diversos y
artículos sobre vida religiosa en los distintos continentes, sobre el carisma de los
fundadores, sobre la espiritualidad apostólica, sobre vida comunitaria y misión, sobre
fidelidad creativa, inculturación y refundación. Autores clásicos del pensamiento cristiano y
teólogos precursores del Vaticano II. He vuelto sobre varios documentos del Concilio y del
postconcilio y he profundizado en los actuales. Acudí a las fuentes espirituales y teológicas
de Enrique de Ossó: santo Tomás, san Agustín, san Ignacio de Loyola, san Francisco de
Sales y san Alfonso de Ligorio y el P. Faber, más reciente. Más tarde he tenido que buscar
y leer sus fuentes pedagógicas. Y por supuesto he leído a santa Teresa. No he podido
10
dejarla de la mano. Hemos pensado y dialogado y orado juntas muchas horas. Creo, como
Enrique de Ossó, que es “una mina, que todavía está sin explotar”.

De la investigación de las fuentes pasé a la reflexión personal y a la oración sobre lo


investigado. Y me impuse formular por escrito lo que iba descubriendo personalmente. A
esta tarea me ha ayudado y hasta me obligó la preparación de los cursos del CIT y la
colaboración que se me pedía desde las provincias y comunidades para la reflexión sobre
la espiritualidad y la misión de la Compañía.

No ha sido tarea fácil. Los elementos estaban encarnados, inculturados en una época
bien distinta de la nuestra, y corría el riesgo de interpretarlos con nuestras categorías
culturales. Se trataba no de juzgar, sino de comprender el pasado en el pasado. Y de
aprehender lo esencial, lo carismático, para verterlo después en nuevos odres, los del siglo
XXI, más distantes del XIX cultural que cronológicamente.

He buscado apasionadamente la unidad del carisma de la Compañía. Desde el principio


me iluminó esta intuición y ella me ha conducido. Un fuerte núcleo espiritual y apostólico se
desveló el primer año, el mismo en el Fundador y en su Obra inspirada por el Espíritu.
Entrar en ese núcleo y comprender su coherencia interior y saborearla, para mostrar
después sus fundamentos evangélicos y teresianos, ha sido mi propósito y mi tarea. Ha
requerido mucho tiempo y atención, pero creo que ha merecido la pena, porque solo desde
el conocimiento interno del carisma es posible explicar las partes e integrarlas en el todo.

El MÉTODO de la exposición es concéntrico, como concéntrica ha sido la investigación y


la reflexión. Cuanto más nos acercamos al centro mejor comprendemos las partes, y desde
ellas es preciso volver sobre las experiencias fundantes, sobre las palabras esenciales del
Fundador. Por tal motivo algunos textos se analizan o se evocan varias veces y en
distintos momentos. Lo mismo ocurre con los temas principales, que no se agotan ni se
desarrollan de una vez por todas. Son temas recurrentes que aparecen, desde diversas
perspectivas, en las cuatro partes de la obra. Su desarrollo es gradual y entreverado con
otros temas para no perder de vista el conjunto en que se hallan. Pues cada dimensión está
entretejida vitalmente con el todo. La obra está dividida en CUATRO PARTES, un Capítulo
introductorio dedicado a Enrique de Ossó y una Conclusión.

La PRIMERA PARTE se titulada “La Compañía de santa Teresa de Jesús”. He


abordado el tema de la Compañía naciente desde una clave de interpretación “guerrera y
militar”. Una clave muy ligada a su momento histórico político y eclesial, reinterpretado
además por Enrique de Ossó desde la Reforma teresiana del siglo XVI, hasta el punto de
recrear una iconografía que daba cuerpo al símbolo.

Aparece aquí la Compañía bajo la imagen militar, tal como la pensó y la presentó en
sociedad Enrique de Ossó y tal como la fue configurando en un momento histórico
conflictivo, de posiciones ideológicas enfrentadas y trazas eclesiales de cruzada. Abundan
las alusiones concretas al momento histórico de la Restauración española que sucedió al
agitado Sexenio Revolucionario, últimas etapas del complejo siglo XIX español, en las que
se desarrolla la vida apostólica de Enrique. Están presentes también diversos
acontecimientos europeos que influyeron en la toma de posición de la Iglesia y de la
Compañía.

No se ahorran en esta primera parte las alusiones a la metáfora militar, tan rica en
matices, antes al contrario salen a la luz las formulaciones emblemáticas —presentes
muchas de ellas todavía en las tradiciones de la Compañía ya centenaria—, para analizar
sus elementos y procurar, eso sí, trascenderlas e interpretar su significado y su sentido en
su momento. Nada de relectura hay aquí, más bien habría que hablar de exégesis. Los
títulos de los seis capítulos en que se divide esta Primera Parte, algunos de ellos
formulados con expresiones textuales, son también expresivos de la metáfora.
11
Trascendiendo el contexto sociocultural y eclesial del momento, es posible ya en esta
parte determinar aquello que Enrique de Ossó, inspirado por el Espíritu, entendió y proyectó
para la Compañía. Intuición y proyecto que naturalmente encontraremos formulado y
realizado en las formas históricas del tiempo. Es lo que se llama las “intenciones fundantes”,
que se manifiestan en la espiritualidad y la misión, en el modo de entender y organizar la
vida religiosa apostólica teresiana de la nueva familia, en la formación, en el talante
comunitario, en las opciones ministeriales preferentes y en la expansión apostólica. Y sobre
todo, se ve con bastante claridad, la vinculación y la interdependencia de la Compañía y de
las otras obras apostólicas teresianas anteriores a ella: La Revista Teresiana, La
Archicofradía y las Escuelas dominicales, el Rebañito e incluso la Catequística de la diócesis
de Tortosa.

La SEGUNDA PARTE se anuncia con un título muy breve “Apóstoles”, que revela una
clave de interpretación más evangélica —y por lo tanto menos sujeta a cambios de tiempos
y lugares—. En ella se ofrecen pistas de reflexión en clave espiritual y apostólica, mostrando
los fundamentos evangélicos y teresianos de la misión y de la espiritualidad de la Compañía.
La dimensión cristocéntrica y paulina de la Compañía, así como su expresión mística y
teresiana de la vida en Cristo, predominan en los cuatro breves capítulos de esta segunda
parte.

Objeto de esta reflexión es presentar a la Compañía de Santa Teresa de Jesús, en el


conjunto de vocaciones en la Iglesia, y en continuidad con la tradición de la vida religiosa a
lo largo de los siglos. Ofreciendo, a su vez, la hondura y especificidad del significado de
apóstoles para el Fundador y para la obra por él fundada, así como la raíz místico-teresiana
de esta experiencia espiritual y apostólica en la Compañía.

La TERCERA PARTE, es una interpretación de la Compañía naciente desde la clave


eclesial-ministerial. El título es también sintético y expresivo, “Educadoras”. Dividida en
seis capítulos más extensos, aborda aspectos diversos entreverados y que me han
parecido de capital importancia. Algunos, que no estaban en mi proyecto inicial, nacieron
como exigencia de la investigación y reflexión sobre aspectos más espirituales.

En esta tercera parte abordo la mística de la educación en la Compañía. Sus raíces


evangélicas, centradas en Jesús Maestro, las fuentes paulinas y teresianas. El sentido
humanizador y evangelizador más profundo de la educación, así como el talante de la
educadora teresiana y su necesaria formación personal y profesional. Y lo hago, volviendo
constantemente al documento de Inspiración y a otros escritos programáticos de la
comunidad primitiva, donde se descubre el proyecto educativo del Fundador, ciertamente
utópico y con mucho futuro.

Me ha parecido interesante presentar también un esbozo de la filosofía de la educación


de Enrique de Ossó y sus fuentes pedagógicas, y analizar incluso las formas históricas de
educación femenina e infantil que, en respuesta a las demandas socioeclesiales del último
cuarto del siglo XIX, ofreció hace más de 100 años la Escuela Teresiana. Y en el último
capítulo aparece, casi en directo, una fundación de frontera. Porque en esas formas
concretas es posible y necesario re-descubrir intuiciones y dimensiones que siguen siendo
válidas hoy en la escuela y en otros ámbitos educativos.

Aunque los títulos de los capítulos puedan parecer dispersos, espero que desde el fondo
de todos ellos se perciba la unidad y la integración de las partes en el todo. Se caracteriza
esta tercera parte, pues, por contemplar lo ideal y lo concreto, la teoría y la práctica de la
educación en la Compañía, sin olvidarnos de las utopías, de los deseos carismáticos todavía
sin realizar y que quizás hoy y mañana podrían desarrollarse.
12
La CUARTA PARTE es una recapitulación en la clave del “Triple apostolado”, aquel
tema que despertó en mí el interés por encontrar la integración y la coherencia de todos los
elementos en la unidad del carisma.

El método de la exposición es distinto en esta parte más breve. Sencillamente ofrezco


una selección de textos ordenados con una intención. La de conducir al lector a formular
personalmente lo que tal vez ya tiene formulado si ha leído con atención las otras partes.

A modo de CONCLUSIÓN, termino con una síntesis de la espiritualidad y la misión


de Enrique de Ossó entregada a la Compañía, elaborada desde cuatro dimensiones
fundamentales del carisma. Destaco, después, algunos aspectos del carisma original que
me parecen de especial relevancia hoy, en nuestra cultura. Y termino señalando algunas
pistas de actuación, en relación a los ministerios apostólicos de la Compañía en las
cambiadas circunstancias en que nos encontramos en cualquiera de las 23 naciones
donde está presente hoy la Compañía.

Este libro se dirige principalmente a las hermanas de la Compañía de todas las culturas y
contextos eclesiales. En vosotras he pensado sobre todo mientras escribía. Creo que
podréis leerlo y aprovecharlo, cada una desde vuestra situación concreta.

No pretende ser un trabajo definitivo ni acabado. Nacido de la reflexión, quiere provocar


reflexión personal y comunitaria, y quedará enriquecido con vuestras aportaciones y
experiencias. Porque la Interpretación del carisma es tarea de todas. En nosotras está
“como un código genético”. Se manifiesta en nuestra vida personal, en nuestras
comunidades y en las obras apostólicas. Si somos dóciles al Espíritu, Él nos conduce hacia
una interpretación actualizada, inculturada en las realidades concretas donde ha sido
enviada la Compañía.

Al escribir he tenido presentes también a los hombres y las mujeres de nuestro tiempo,
de nuestros mundos culturales. A los cristianos que ya participan del carisma teresiano de
Enrique de Ossó, especialmente los miembros del MTA y los asociados. Y por supuesto, a
las educadoras y educadores laicos con los que compartimos diariamente la vocación de
educadoras teresianas. A las madres de familia y también a los padres que han recibido
algo de la pedagogía de Enrique de Ossó, y a tantos otros que podrían ser buenos
discípulos de su escuela, muy especialmente a la mujer. Y a los niños y jóvenes que, año
tras año, a través de nuestro testimonio y acción, descubren a Jesús como el mejor amigo
y la posibilidad diaria del trato de amistad con Él.

Todos vosotros estáis de alguna manera presentes en el carisma de la Compañía. Todos


podéis participar de su espiritualidad y misión. Y podemos compartirlo con otros porque es
un tesoro que gratis hemos recibido para entregarlo gratis.

Roma, 15 de octubre de 2000,


Fiesta de santa Teresa de Jesús.
CAPÍTULO INTRODUCTORIO

EL FUNDADOR:
VOCACIÓN Y MISIÓN DE ENRIQUE DE OSSÓ

INTRODUCCIÓN

“El fundador introduce a sus discípulos en su propio seguimiento en pos de Cristo. Esto lo
hace comunicando su propia experiencia a manera de código genético—la experiencia que
el Espíritu le ha hecho sentir—, llevando a sus discípulos a su misma percepción del
misterio de Cristo y de su evangelio, a conformarse con él, a realizar en torno a él su misma
síntesis existencial, a percibir y a leer con su misma óptica los signos de los tiempos y a
darles su misma respuesta ministerial”1.

¿Cuál fue la experiencia espiritual que Enrique de Ossó transmitió a la Compañía,


experiencia bien precisa, que llegó a configurar una determinada mirada al mundo y le
capacitó para dar una respuesta salvadora en la Iglesia, manifestada en el proyecto
apostólico de la Compañía con un estilo de vida comunitaria y un servicio ministerial propio?

Para interpretar los orígenes de la Compañía de Santa Teresa de Jesús —la inspiración
inicial, el desarrollo gradual, la progresiva comprensión del carisma por el mismo Fundador y
la primera generación de hermanas, hasta la formulación de la Regla— es necesario
mantener contacto con el Fundador, no puede ser de otra manera. Él fue quien recibió del
Espíritu el carisma de la Compañía y quien le dio su forma histórica. Él, quien redactó la
Regla de vida y acompañó durante 20 años a las primeras hermanas. En todo lo que
escribió en aquellos años encontramos las fuentes. Sus cartas, los documentos formativos y
normativos para la Compañía, sus libros espirituales y también la gran variedad de
artículos publicados en la Revista Santa Teresa2 antes y después del nacimiento de la
Compañía, hasta la muerte de Enrique de Ossó.

Por otra parte, “la inspiración de fundar una familia religiosa no es nunca algo subitáneo”3.
El momento de la iluminación fundamental —la Inspiración de la Compañía— no puede
aislarse del resto de la vida de Enrique de Ossó, “sino que se inscribe y advierte en todo el
camino que la precede y la sigue”4. Es necesario, por ello, conocer también la fase
preparatoria que, en el caso de Enrique de Ossó, presenta además características muy
particulares como veremos. Porque, como afirma Fabio Ciardi, “el carisma del fundador se
coloca en la experiencia unitaria por la que el Espíritu lo conduce y que gradualmente toma
cuerpo en la familia religiosa. Es necesario, por tanto, saber recorrer el hilo genético de la
experiencia que ha llevado al fundador a dar vida a su obra y encontrar en ella los
elementos que aseguran al instituto la propia identidad”5.

Conocer la Compañía de Santa Teresa de Jesús, ahondar en sus raíces, encontrar el


manantial de donde brota el agua viva del carisma, no es posible sin un diálogo constante
con Enrique de Ossó, fundador, padre espiritual y guía. Su presencia, pues, a lo largo de

1
F. CIARDI, Los Fundadores, Hombres del Espíritu, Ed. Paulinas, Madrid 1983, 356.
2
Revista Santa Teresa de Jesús, revista mensual fundada y dirigida por Enrique de Ossó desde octubre de 1872
hasta su muerte, en enero de 1896. En adelante nos referiremos a ella como la Revista Teresiana o la Revista,
como ya la llamaba entonces su Director, o con la sigla RT.
3
F. CIARDI, op.cit., 77.
4
Ibid., 78.
5
F. CIARDI, A la escucha del Espíritu, hermenéutica del carisma de los fundadores, Ed. Claretianas, Madrid,
1998, 107.
14
los capítulos que siguen es continua, relacionando constantemente su mensaje y doctrina
para la Compañía con su propia experiencia personal, normalmente anterior o precedente.

A pesar de que nos vamos a encontrar con él a lo largo todo el estudio creemos
conveniente ofrecer un capítulo introductorio presentando una síntesis de la vocación y
misión de Enrique de Ossó, que ayudará a interpretar la vocación y misión de la Compañía.
No es éste el lugar para hacer la biografía de Enrique de Ossó, remitimos a las ya
existentes6, ni tampoco pretendemos hacer un estudio exhaustivo de su persona y
espiritualidad. Su experiencia espiritual, en la que hunde sus raíces la Compañía, está
perfectamente delineada y analizada paso a paso dentro del marco sociohistórico y cultural
en que se movió, en una obra cuya lectura debería preceder a la del presente estudio. Nos
referimos a la Experiencia Espiritual de Enrique de Ossó de Gloria Rodríguez y Silvia Mª
Casado.

En este capítulo nos limitamos a señalar algunos hitos de su trayectoria espiritual y


apostólica, durante los primeros años de sacerdocio, reduciendo al mínimo las alusiones a
épocas posteriores. Seleccionamos algunos textos que hablan de su vocación y misión y
aquellos que ponen de relieve su propia conciencia de haber sido enviado.

VOCACIÓN Y MISIÓN DE ENRIQUE DE OSSÓ

Enrique de Ossó fue un hombre siempre enamorado de Jesucristo. Desde joven


mantuvo una intensa relación de amistad con Jesús, el Hijo amado del Padre, y guiado por
el Espíritu Santo vivió un proceso radical de configuración con Cristo: Ocupado sólo de
Jesús y de las cosas de Jesús —sus intereses—, despreocupado de sí mismo y de sus
cosas y preocupado únicamente por la gloria del Padre y la salvación de sus hermanos.

Este cristocentrismo, que podríamos llamar cristopatía, como en el caso de Teresa de


Jesús o de Francisco de Sales, gran amigo de ambos, es lo sustantivo de su experiencia.
Pero no podemos silenciar su relación con Teresa de Jesús, por tratarse de una mediación
tan significativa en su espiritualidad y misión. Porque el conocimiento de Jesús y el amor
apasionado a Jesús, así como la dedicación a sus intereses, en Enrique se produce, aunque
no exclusivamente, sí muy particularmente a través de Teresa, en quien descubre el amor
de Dios que transforma a la persona.

Al referirnos a la experiencia espiritual y apostólica de Enrique de Ossó es necesario,


pues, hablar de la mediación teresiana. De sus dos encuentros decisivos, con Jesús y con
Teresa, el mismo Enrique ha dejado constancia en sus escritos autobiográficos.

1. El Encuentro con Jesús:


Una experiencia que explica su vida y su misión.

1854 es fecha clave en la vocación y misión de Enrique de Ossó. La muerte de su madre


pone en crisis al adolescente. Se cuestiona el mundo en el que vive y, solo y a pie, sube la
montaña de Montserrat en busca de su vocación. La historia es suficientemente conocida.
Años después, en vísperas de sus bodas de plata sacerdotales, Enrique de Ossó recuerda
aquel momento trascendental, en diálogo con la Señora. Las dos madres —Micaela y
María— fueron las mediadoras de la llamada de Dios y del encuentro con Jesús:

6
En la bibliografía final hay una relación de los “Estudios sobre Enrique de Ossó”, y el ANEXO I es un cuadro
cronológico con las fechas más importantes de Enrique de Ossó.
15
“A vuestros pies hallé la paz perdida […]. Desperté como de un sueño […]. Creí,
deseé y amé lo que nunca debía haber olvidado […]. Hallé mi vocación”7.

La descripción es la clásica de conversión, escrita con la conciencia de que aquel


momento configuró su persona. Enrique relee el encuentro con la lucidez de quien ha vivido
casi 40 años orientado totalmente en esa dirección:

“…Y al mostrarme a Jesús, fruto bendito de vuestro vientre, al verlo tan agraciado y
hermoso, dije:
“Seré siempre de Jesús, su ministro, su apóstol, su misionero de paz y amor”.

A vuestras plantas, ante vuestro altar, resolví ser


ministro de Jesucristo, sacerdote eternamente según el orden de Melquisedec”8.

La formulación en primera persona y el estilo directo y dialogal del recuerdo, ponen de


relieve tanto la iniciativa de Dios en la llamada como la dimensión de respuesta personal
que hay en toda vocación. En Montserrat el joven Enrique no sólo comprendió lo que Dios
quería de él, sino que se comprometió para siempre. Estamos ante una determinada
determinación en el sentido teresiano del término.

A partir de este momento la vida del seminarista —13 años de formación y maduración
personal— y más tarde la del joven presbítero no serán sino la realización gradual de aquel
proyecto de vida en Cristo. Porque ser siempre de Jesús, para Enrique no podrá tener otra
concreción que la del ministerio sacerdotal, la del apóstol y misionero de paz y amor.

Sus biógrafos nos cuentan cómo vivió estos años de formación en los seminarios de
Tortosa y Barcelona. En la obra antes citada9, Gloria R. y Silvia Casado hacen un precioso
estudio de este tiempo, aprovechando los recuerdos del mismo Enrique en sus Apuntes de
las Misericordias del Señor10.

Para nuestro propósito nos detenemos en unos apuntes espirituales muy breves,
salvados por Juan Bautista Altés11. Nos dice este amigo de Enrique —que además es su
primer biógrafo— que la libretita personal se titulaba: Ordo Vitae “vince te ipsum”. Y
contenía anotaciones de varias fechas y momentos significativos en la vida espiritual de
Enrique de Ossó:

Las primeras notas transcritas literalmente en la revista Teresiana son de 1862 — primer
curso de Teología en el Seminario Mayor de Tortosa— , cuando el seminarista tiene 22
años:

“Como fundamento de la vida espiritual grabaré en mi alma, con la gracia de Dios, y


tendré siempre presente en mis acciones, aquella resolución tan generosa y noble
de Santa Teresa de Jesús, mi especial protectora: Húndase el mundo antes que
ofender a mi Dios, porque más debo a Dios que a nadie. Luego a Él debo, antes

7
Tres florecillas a la Virgen de Montserrat, opúsculo publicado en 1892. Nueva edición en Escritos Enrique de
Ossó III, Altés, Barcelona 1977, 194. En adelante citaremos: EEO I, II y III. En otro lugar dirá, recordando la
muerte de su madre: “Estuve presente a su muerte santa, y lloré mucho, porque mucho lo sentí verme privado
de ella. Mas a esto que parece desgracia debo tal vez mi dicha y mi suerte, porque luego me vino deseo de ser
sacerdote recordando lo que me decía mi buena madre (e.p.d.)[…]: “Fill meu, Enric, fes-te capellà. Quin goig
em daries!”. “No quiero”, le decía. “¿Pues qué quieres ser?”. —“Vull ser mestre”. EEO III, 11 y 10.
8
Ibid.
9
RODRÍGUEZ G. Y CASADO S., Experiencia espiritual…
10
Apuntes de las Misericordias del Señor (AMS), escrito autobiográfico inconcluso y sin datar, que no pudo
escribir antes de 1885, en EEO I,10-15.
11
Desde febrero de 1896, la Revista Teresiana (RT) empezó a publicar por entregas unos “Apuntes biográficos
de Enrique de Ossó” escritos por J. Bta. ALTÉS a raíz de la muerte del Fundador de la Compañía de Santa
Teresa de Jesús. En 1926, fueron publicados en una nueva edición por la Compañía.
16
que a todos contentar y servir. En su servicio seré, con su gracia, atente, devote,
confidenter, alacriter et ferventer”12.

Han pasado 8 años desde aquella primera decisión de Montserrat y Enrique de Ossó
aparece ya como un hombre maduro en la fe y en la experiencia de Dios. Conoce bien las
obras de santa Teresa —cartas incluidas13— y se identifica con esa determinación teologal
de la Santa.

A estas alturas de su formación inicial, el joven estudiante ha elaborado un proyecto de


vida firme, bien fundamentado, apoyado en profundas convicciones y realista. Capaz de dar
respuesta a posibles situaciones ya previstas. Habla de “grabar en el alma” y “tener siempre
presente en mis acciones”. Y, por otra parte, concreta actitudes de vida que quiere cultivar:
“atente, devote…”.
La disposición ascética de fondo —“vince te ipsum”—, que manifiesta no sólo su talante
realista sino su decisión de poner el eje de su vida más allá de sí, en el Señor, la vive con
una clara conciencia de que esta forma de vida sólo es posible “con la gracia de Dios” —
repetirá—, sin la cual nada podemos.

Cuatro años después, está terminando la Teología en el Seminario de los Jesuitas de


Barcelona. En mayo de 1866 lo encontramos en la casa misión de Gracia, donde se
prepara, con unos Ejercicios Espirituales, a recibir el subdiaconado14. A través de los breves
párrafos que nos ha transmitido Altés podemos intuir algo de su relación con Jesús, con el
Espíritu Santo y con el Padre:

Relación con Jesús:

“última página: “Aprende de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Fin: Imitar y
copiar en mi corazón y en mi exterior a Jesús, de modo que se pueda decir de mí lo
que al ver a San Francisco de Sales: “Así se portaba Jesús”15.

No ha cumplido aún 26 años, ni es todavía sacerdote y, sin embargo, Jesús manso y


humilde es ya su maestro, quien se dirige personalmente a Enrique invitándole a seguirle
como discípulo. La identificación con Jesús es ya la meta de Enrique.

Este versículo de Mateo 11,29 se repetirá, después, en todos sus escritos. Jesús
Maestro, que se dirige a sus discípulos —los catequistas, las jóvenes cristianas, los
lectores de la Revista, los niños y las niñas, las teresianas educadoras y también las
madres de familia— invitándoles a aprender las bienaventuranzas del Reino, en su
seguimiento. Y hacia el final de su vida, Enrique de Ossó escribirá, para todos los cristianos,
su último libro, Un mes en la Escuela del Corazón de Jesús16. “Porque cristiano quiere decir
alter Chritus, otro Cristo […], y ¿cómo, por ejemplo, aprenderemos su mansedumbre y
humildad […] si no conocemos los sentimientos de su Corazón?”17. Pues el seguimiento a
Jesús no se reduce a una imitación externa de sus acciones, de sus gestos salvadores. Es
algo mucho más profundo, que lleva a la persona a configurarse con Cristo, a vivir “en unión
de Jesús, en unión de aquella divina intención y con aquellos sentimientos con que lo hizo

12
RT, 1895-96, 236.
13
Las frases están tomadas de dos cartas de Teresa de Jesús. La primera dirigida al P. Ambrosio Mariano,
desde Toledo 21 octubre de 1576, dice así: “Cuando hay cosa de conciencia en ello, no basta amistad,
porque debo más a Dios que a nadie” (Edición de BAC, Madrid 1975, Nº 130). La segunda, escrita al P.
Jerónimo Gracián un mes después, también desde Toledo 19 noviembre de 1576: “Hase hecho cuanto se ha
podido en el caso; y como ello sea cosa que toque en agradar a Dios, húndase el mundo” (Nº 145).
14
RT 1895-96, 236.
15
RT, 1895-96, 270.
16
Un Mes en la Escuela del Sagrado Corazón de Jesús, impreso en 1895 en Barcelona, por la Imprenta Altés.
Hoy publicado en EEO III, 456-629. En adelante lo citaremos con la sigla MCJ.
17
MCJ, en EEO III, 456-457.
17
Jesús”18. “[Así] se transformará en Jesús y podrá decir con el Apóstol: Vivo yo, mas no yo,
que Cristo vive en mí”19.

Relación con el Espíritu Santo:

“20 de mayo, Pentecostés: ¡Oh Espíritu de Dios!, en tu día, una gracia te pido. Ya
que dentro de poco voy a consagrarme a Dios para ser de un modo especial su
Templo y su Ministro eternamente, llena mi corazón de tus sagrados dones, que me
infundan un espíritu de oración y celo como a los Apóstoles, y en especial more en
mí el don de Sabiduría y santo Temor de Dios”20.

Este joven, a punto del sacerdocio, tiene conciencia de que el ministerio ordenado le
consagra para vivir de modo especial lo que ya es: templo de Dios y ministro, apóstol,
servidor. Su madurez espiritual le permite relacionarse explícitamente con el Espíritu Santo,
el santificador, aquel que le guía y le conduce en el descubrimiento de su vocación y misión.
En este momento temprano de su vida apostólica —100 años antes de que el Vaticano II
recomendara la lectura asidua de la Biblia especialmente a los “dedicados por oficio al
ministerio de la Palabra”21—, Enrique de Ossó conoce bien la Escritura. Ha meditado
especialmente los evangelios, las cartas paulinas y los Hechos de los Apóstoles, que se
sabe casi de memoria; y conoce la esencia de la vida apostólica a la que se siente
particularmente llamado. Ser apóstol consiste en “estar con Jesús” y “ser enviado para
anunciarle”22. Por ello pide al Espíritu Santo el espíritu de oración y celo que animó desde
Pentecostés hasta el martirio a los apóstoles.

Los dones que especifica no dejan de ser significativos: “El temor de Dios” es “el
principio de la sabiduría”, que “hace entrar al hombre dentro de sí mismo”, y que “es el
fundamento de la santidad”. Don que “hay que pedir de continuo” al Espíritu Santo, como el
mismo Enrique explicará años más tarde23.

“El don de sabiduría”, que es “el máximo entre todos los dones del Espíritu Santo”, pues
“por la sabiduría no sólo se conoce a Dios sino que se le gusta por experiencia”. “El don de
sabiduría nos hace conocer interiormente a Dios y nos permite orientar hacia Él todos
nuestros proyectos”. Es el don que nos hace “buscar a Dios en todas las cosas y a referirlas
todas a Él, […] a buscar el reino de Dios y su justicia”. Se alcanza “siendo alma de oración,
[…] “deseándolo con vehemencia y pidiéndolo de corazón”24.

Relación con Dios Padre:

Termina: “Dios se ha[lla] con nosotros como un Padre con su hijo pequeño, que
corre y anda en su presencia, y cae…Pero más le mueve a compasión sus caídas
que a enojo…Sirvo al Señor con alegría”25.

A través de estos párrafos nos asomamos a su experiencia trinitaria. Vemos cómo está
vitalmente fundamentado en Cristo, consciente de la acción interior del Espíritu y en una
relación de confianza plena con Dios Padre misericordioso.

18
MCJ, en EEO III, 457.
19
MCJ, en EEO III, 458.
20
RT 1895-96, 270.
21
Dei Verbum (1965) Nº 25.
22
Mc 3,13 y Hch 6,4.
23
Las expresiones entre comillas están tomadas de la Novena al Espíritu Santo, firmada por Enrique de Ossó,
en Sancti Spíritus, el 14 de enero de 1996, 12 días antes de su muerte. Se publicó como obra póstuma en
1903. Hoy la podemos leer en EEO III, 742-743. En adelante la citaremos: NES.
24
EEO III, 745-748.
25
RT 1895-96, 270.
18
De sus primeros años de sacerdocio es también una obra de pastoral catequética, la
Guía Práctica del Catequista26. En ella se descubre ya esa progresiva cristopatía que le lleva
de la oración y el deseo ardiente de conocer y amar a Jesús, a la pasión por hacerle
conocer y amar, y a la infatigable dedicación a los intereses de Jesús. Ya en esa época
tiene formulados sus conocidos slongans, lema y leiv motiv en sus obras apostólicas, que
recorrerán también todos sus escritos. En la Guía encontramos ya los elementos esenciales
del cristocentrismo de Enrique de Ossó, aquellos textos evangélicos en los que resume todo
el Evangelio de Jesús: “Yo he venido para que tengan vida…”(Jn 10,10). “Ésta es la vida
eterna…” (Jn 17,3). “Yo he venido para meter fuego en la tierra…”(Lc 12,49). “Aprended de
mí, que soy manso y humilde…” (Mt 11,29. “Yo soy la vid… sin mí no podéis hacer nada…”
(Jn 15,5) “Yo soy el camino, la verdad y la vida…”(Jn 14,6) 27.

Los mismos textos que inspirarán el nacimiento de la Compañía. Palabras de Jesús que
más tarde van a iluminar la vida de las hermanas con-vocadas a estar con Él y a seguirle.
Palabra de Dios que seguirá siendo clave de interpretación de la Regla, al releerla “en las
cambiadas circunstancias de la Historia”. Palabra esencial que configura la espiritualidad de
Enrique de Ossó y de la obra por él fundada.

“Jesucristo es la piedra o el fundamento de la vida espiritual —afirma en 1875 con plena


conciencia y experiencia— y su conocimiento es la vida eterna”28. Para estas fechas Enrique
de Ossó está viviendo ya la vida nueva en progresivo conocimiento interno del Maestro, a
quien se atreve a pedir en el mismo libro, “Te suplico me des, como a Pablo, a mí el mínimo
de tus ministros, el evangelizar a todo el mundo las insondables riquezas de amor que Tú
atesoras”29. Ha encontrado su vocación, como Jesús que vino al mundo a meter el fuego del
amor de Dios en nuestros corazones, y no desea otra cosa sino que ardan en ese fuego30
de amor.

2. Encuentro con Teresa de Jesús: Mediación Teresiana

Hemos adelantado ya que el encuentro de Enrique de Ossó con Jesús y su misión


cristocéntrica pasa, de alguna manera, por la persona de Teresa de Jesús. Pero ¿cómo y
cuándo se produjo este encuentro y qué características tuvo?

La huella de Teresa en Enrique de Ossó es temprana. La decisión de retirarse a


Montserrat estuvo acompañada de una serie de cartas de despedida —catorce— llenas de
resonancias teresianas, y el mismo hecho de la “huida” está inspirado consciente o
inconscientemente en la Santa31. Por otra parte, aquella primera “resolución tan noble y
generosa” de seminarista, que hemos leído, está formulada a partir de frases extraídas de
dos cartas de Teresa de Jesús, “su especial protectora”. De manera que podemos situar su
primer encuentro con Teresa de Jesús en torno a 1854. Probablemente la pregunta sobre
el origen y la razón de este encuentro se la hicieron al mismo Enrique las personas que
conocieron de cerca su experiencia interior y su amplísima misión teresiana. Y en algunas
ocasiones habló del tema.

Son interesantes en este sentido los Apuntes de las Misericordias del Señor32, un escrito
autobiográfico de profundas resonancias teresianas, no sólo por el estilo y el modo de
evocación de las raíces familiares —que recuerda el capítulo primero del libro de la Vida de
Teresa—, sino porque el hilo conductor del escrito parece precisamente éste: cómo y
26
Publicada en 1872 por primera vez. Actualmente está publicado en EEO I, 27-187.
27
Sobre la centralidad de Jesucristo en la Guía del Catequista y la “pasión por Jesús” de Enrique de Ossó
formador de catequistas, se puede leer un artículo reciente de C. MELCHOR, “Enrique de Ossó patrono de
los catequistas españoles”, publicado en la revista Actualidad Catequética, Nº 186, abril-junio 2000, 262-278.
28
Viva Jesús (VJ) en EEO I, 483. La misma síntesis sobre Jesús aparece ya en GC, EEO I, 111.
29
VJ, en EEO I, 485 y 486.
30
El texto de Lc 12,49 se repite constantemente en sus escritos a partir de estas fechas (cf. VJ, en EEO I, 486).
31
Cf. AMS, en EEO III, 11-12.
32
EEO III, 12-13.
19
cuándo fue su encuentro con Teresa de Jesús. Veamos cómo va enumerando las
circunstancias vinculadas a personas y a lugares, hasta su ordenación sacerdotal:

 “Dómine Sena, muy devoto de santa Teresa de Jesús, […] empezó sin duda a
despertar la devoción a la Santa”. Un profesor del seminario menor que les contaba
historias teresianas.

 “Mi tía María me dio las obras de las Santa que había publicado la Librería
Religiosa33, porque me decía que ella no las entendía”.

 “Pero lo que más despertó mi devoción a la Santa, fueron los viajes que hice a
Benicasim”.

Ahora se concitan una serie de circunstancias encadenas, preparadas ya por las


experiencias anteriores. A partir de este momento Los Apuntes se extienden en
detalles que explican el atractivo y la influencia que, para el joven Enrique, va a tener
todo lo teresiano:

- “Unos tíos viejecitos”, vecinos de la Comunidad de Frailes Carmelitas, la


única comunidad que ha quedado en España después de la desamortización.

- “Tenía muchos libros de la Santa, la Vida Meditada34, sobre todo, y leyendo


me vino más deseo de subir al Desierto…

- “Subí allí y estuve algunos días…

- “…Hasta que después, casi todos los años iba a pasar las vacaciones […] en
el Desierto, donde a veces estaba más de un mes, y hasta dos meses”.

“La vista de Ermitas en especial la de Santa Teresa, que es tan


hermosa por su Transverberación, me encantaba, enamoraba y
extasiaba. ¡Cuántas veces la hubiera robado a no ser pecado!. Los
frailes me dejaban la llave, y yo me iba solo y me estaba lo más que
podía, y repetía a vista de tan encantadora imagen: Cuán hermosa
eres, amada mía, cuán hermosa eres, y hacía versos que me ponían
mucha devoción”.
“Cantaba en el coro con los monjes las Misas, salves y rezos y
ayudaba a las Misas que podía”.

“Hice una confesión general con el P. Mariano, y me holgaba mucho


en las conversaciones espirituales de los PP. Manuel y José Marco, y
otro P. José el pequeño”.
“Comía en refectorio con los frailes y de su misma comida, e iba al
recreo después de comer, y a paseo por las tardes con ellos”.

El contacto con la comunidad de frailes carmelitas y todo lo relacionado con la Santa,


despierta en Enrique de Ossó el deseo de fundar en Tortosa un convento de monjas
carmelitas: “Dolíame de que en nuestra Diócesis no hubiese ningún convento de Monjas

33
Una edición de bolsillo publicada en Barcelona 1851.
34
Esta obra escrita por un carmelita italiano, P. Fr. Manuel de TRAGGIA, debió impresionar mucho al joven
seminarista, hasta el punto de reeditarla él mismo con motivo del III Centenario de la muerte de la Santa, con
el siguiente título completo: La Mujer grande. Vida meditada de Santa Teresa de Jesús, enseñando como
madre, maestra y doctora universal, con ejemplos y doctrina. Obra distribuida en lecciones que forman un
año cristiano-teresiano completo, por el Rvdo. P. Fr. M. de T. Nueva edición corregida y aumentada por Don
Enrique de Ossó, Pbro., Tipografía Católica, Barcelona 1882.
20
Carmelitas, y quería hacer uno, y le pedía mucho al Señor y a la Santa, y después se hizo
como diré”35.

- “Repetía casi todos los años siendo estudiante dicha visita […], y tanto, que la
revolución de septiembre de 1868 me halló en dicho Desierto, 29 de
septiembre”.

La minuciosa enumeración de la serie de acontecimientos que le acercaron a la Santa,


sugiere el carácter providencial de los hechos y pone de relieve la importancia que para
Enrique de Ossó tuvo este encuentro. Es evidente que su relación temprana con los
Carmelitas del Desierto, intensificó el conocimiento y la sintonía con el espíritu de Teresa,
que Enrique encontró en sus escritos, en la misma comunidad de frailes carmelitas, y de
una manera particular en la soledad de la Ermita donde pudo contemplar una imagen de
Santa Teresa transformada por el amor de Dios.

Enrique de Ossó descubre, en Teresa de Jesús, a la Mujer Nueva. Él, que deseaba
profundamente vivir en Cristo, se encuentra con esta mujer totalmente transformada por
Cristo. A través de su Vida, el Camino de perfección y las Moradas sobre todo, la Santa
aparece ante la mirada de Enrique, como la persona que ha conocido y amado de tal modo
a Jesús, que Él la ha transformado en su esposa, y le ha confiado su misión salvadora.

En su itinerario espiritual, Teresa de Jesús ha hecho experiencia de la eficacia mística de


la Palabra de Dios: “Sus palabras son obras”36. El mismo Señor, se le dio como “Libro vivo”,
Maestro interior, que desde dentro le ha enseñado “todas las verdades”37. A Teresa se le ha
desvelado progresivamente Jesucristo, como a muy pocas personas. Ella llegó a contemplar
repetidas veces la belleza inefable de la Humanidad gloriosa del Crucificado38. Vivió la
experiencia profunda de Jesús en su interior, y la unión íntima con Él hasta poder decir con
san Pablo, vivo yo, mas no yo, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20). Y a partir de un
determinado momento experimentó cómo el Amor de Dios “se le metía en las entrañas,
hasta transformarla” por la efusión de este amor purificador39. Y al contemplarla en este
trance, Enrique de Ossó comprende que se ha cumplido en ella exactamente aquel deseo
vivo de Jesús: “Fuego he venido a meter en la tierra [de nuestros corazones] y ojalá
estuviera ya ardiendo”40. Este fuego del Amor de Dios —fuego del Espíritu— como en un
nuevo Pentecostés dilata el corazón de Teresa hasta hacerlo eclesial, a la medida del
corazón de Dios.

En este corazón magnánimo, dilatado, Enrique encuentra a Dios. Y tal impacto le produjo
la experiencia, que la convierte en tema central de muchos artículos de la Revista
Teresiana, y todas las obras apostólicas por él emprendidas llevarán el sello de corazón
transverberado de Teresa de Jesús.

Su especial sintonía con esta gracia mística, nos lleva a preguntarnos si él mismo
participó personalmente de esta experiencia, recibiendo los frutos del amor de Dios —celo
ardiente—, y con ellos la llamada a ser apóstol teresiano41. Lo cierto es que durante toda su
vida manifestó un deseo creciente de transformación en el amor y puso los medios para
facilitar esta transformación en los hermanos. Ese es el contenido profundo de su misión

35
Tiene previsto continuar el relato de su vida en clave “teresiana”, pero quedó inconcluso.
36
Vida 25,19.
37
Vida 26,6.
38
Vida 27 y 28.
39
Vida 29,8-13.
40
Esta texto de Lc 12, 49 es uno de los más repetidos, en relación con Jesús y con Teresa. En los artículos de
la RT aparecen constantemente expresiones como ésta: “¡Oh Serafín del Carmelo […], como tu divino
Esposo puedes decir con toda propiedad: Fuego he venido a meter en la tierra, ¿y qué quiero sino que arda?.
Mira con amor esta tierra helada de los corazones humanos, y deja caer una chispa, una centella […].
Extiende y comunica este divino fuego…”.(RT 1878-79, 34).
41
Al final del capítulo 9 volveremos sobre el tema.
21
teresiana. Veamos cómo lo expresa en una meditación tardía del Triduo del Corazón de
Jesús:

“Oh Amor de Cristo Jesús, que me amas más de lo que yo puedo amar!, ven a mi
corazón y reina en él, y con flecha divina traspásalo, como traspasaste el corazón
de tus siervos enamorados42, en especial como el de mi madre Teresa de Jesús.
Envía tu ángel con el dardo de oro inflamado de fuego, y penetra con él mis
entrañas, y arráncalas de todo lo creado, y llévalas hacia Ti […]. Ven, serafín
deseado, traspasa mi corazón y consúmelo en el divino amor, de suerte que no
sepa amar en adelante más que a Jesús y con Jesús. Dame vida y muerte de amor
divino […]. No quiero vivir sino amándoos con todo mi corazón, con toda mi alma y
con todas mis fuerzas, y trabajando con todo ahínco para despertar otros corazones
en vuestro amor”43.

Si nos fijamos en la orientación de los escritos y en la serie de obras apostólicas iniciadas


a partir de 1872, todas con el sello de Teresa, podríamos afirmar que en el verano de 1872
Enrique de Ossó vivió alguna experiencia especialmente significativa durante su estancia en
el Desierto44, experiencia que despertó o al menos le confirmó en su misión teresiana. Sin
embargo, entre sus escritos autobiográficos no encontramos afirmación tan precisa, ni
referencia a esta fecha. Más bien al contrario, como ya hemos visto en los Apuntes de las
Misericordias del Señor.

En un artículo de la RT, El Solitario mantiene un diálogo íntimo con Teresa de Jesús y


reconoce haber sido conquistado por ella. Pero o no quiere revelar cuándo ocurrió o cree
sinceramente que no hubo un momento determinado y único al que vincular tal encuentro.
Sus palabras sugieren un encuentro temprano, progresivamente alimentado y
correspondido, fundamental:

“¡Santa Teresa de Jesús!, Robadora de corazones!. Yo no sé cuándo robaste el


mío, ni sé cuándo despuntó la devoción y el cariño hacia ti: sólo sé que tu imagen
agraciada y la lectura de tus obras despertaron en mi alma un amor vehemente a ti,
y que luego que te conocí te amé con pasión45”.

2. La Misión apostólica teresiana de Enrique de Ossó

Ciertamente, a partir de octubre de 1872 todas las obras apostólicas de Enrique de Ossó,
que se suceden año tras otro, tendrán el sello teresiano. Primero, La Revista Santa Teresa
de Jesús. Un año después, en septiembre de 1873, La Asociación de Hijas de María y
Teresa de Jesús. Y al año siguiente, en 1874, El Cuarto de Hora, manual de oración
teresiana para las jóvenes de la Asociación, y para todos los que desean orar con Teresa. El
Rebañito del Niño Jesús, sección infantil de la Asociación de jóvenes, y la Compañía de
Santa Teresa Jesús, vanguardia apostólica de la Asociación de jóvenes católicas, en 1876.

Dentro del Vasto Plan apostólico teresiano, que Enrique de Ossó pergeñaba al hilo de las
necesidades, hubo otros proyectos que no llegaron a realizarse. Los Misioneros de Santa
Teresa, versión masculina de la Compañía y de ministerio ordenado, en 1877. Animado
algunos amigos de Santa Teresa, en agosto de aquel mismo año, el Fundador de la
Compañía había diseñado otro proyecto mucho más ambicioso —con el fin de aglutinar las
diversas ramas del gran movimiento teresiano que se estaba poniendo en marcha, así como

42
San Juan de La Cruz vivió una experiencia semejante, como expresa en la Llama, y san Felipe Neri —que
nació y fue canonizado el mismo año que la Santa—, vivió una experiencia muy parecida en plena juventud
(29 años), hasta el punto de padecer repercusiones somáticas en su cuerpo.
43
Publicó este opúsculo junto con el MCJ en 1895. Hoy se puede leer en EEO III, 589 y 591.
44
Ésta es la opinión defendida por G. RODRÍGUEZ y S. CASADO en el capítulo VII “Experiencia de Dios a
través de Teresa de Jesús” de su obra ya citada pp. 189-237.
45
RT 1886-87, 355-357.
22
para unir a una gran variedad de personas que sintonizaran con Teresa—, La Hermandad
Teresiana Universal.

Cada una de estas obras se iba sumando a las anteriores de manera que “el Árbol de
santa Teresa” —como él mismo lo llama— iba teniendo cada vez más ramas y más frutos.
Su vasto plan apostólico, cada año se concretaba en obras de mayor envergadura46.

Apóstol de oración como Teresa

Muy pronto se presenta Enrique como apóstol del conocimiento y amor de Jesús —
apóstol de oración—, testigo y portavoz del magisterio de la Santa, que desde la Soledad
invita a la oración a sus hermanos. Porque “con la oración crece el espíritu de fe, el espíritu
de oración, con el cual [nos] vienen todos los bienes, [y sin embargo] es la cosa que menos
se practica por la gente del siglo, la que menos se conoce aun entre los cristianos que
pretenden pasar por devotos. De ahí el origen de nuestros males. La tierra está desolada
porque no hay quien recapacite en su corazón y ore como debe orar […]. A esto se añade
que ser devoto de santa Teresa de Jesús y no ser hombre de oración es imposible “47.

En la Tercera Parte de este estudio trataremos de las diversas facetas del apostolado de
la oración de Enrique de Ossó y de la Compañía48. Ahora nos limitamos a presentar al
Solitario, maestro de oración durante 23 años a través de la Revista Teresiana49. Veamos
cómo anuncia en un artículo programático una cita mensual con los lectores:

“Yo, pues, alejado del bullicio del mundo, oculto en apacible soledad contemplo la
vida inquieta de mis hermanos, deseando ayudar con mi cornadillo al mayor bien de
los españoles y gloria de la Santa, maestra de oración, haré oír de vez en cuando
mi voz franca y reposada para advertir a los lectores y amantes de santa Teresa,
que ninguna cosa podrán hacer más provechosa al alma y de más agrado a la
santa, que el darse a la práctica de la oración […], y reflexionar sobre sí mismos,
para que sean dueños de su alma en soledad, a lo menos por un cuarto de hora al
día”50.

Junto a la valoración profunda de la oración y la solidez doctrinal, observamos el


realismo de Enrique de Ossó y su capacidad de conexión con las situaciones concretas de
las personas de mundo. Así como la audacia y simpatía con que se atreve a invitarles a
perder (o ganar) 15 minutos de la jornada para encontrarse con Dios y consigo mismos:

“Oh vosotros, que andáis afanados en los negocios temporales, que la


inquietud y desasosiego son el estado habitual de vuestra alma!, deteneos un
momento para preguntaros, quién soy, de dónde venís y adónde vais.
Desembarazaos de vuestras ocupaciones por breves instantes; hurtad
vuestra atención a estas cosas exteriores y, ya que sois de todos, de todas
las cosas que reclaman vuestros cuidados, procurad ser también de vosotros
mismos”51.

46
Los 24 años que Enrique de Ossó dirigió la RT son la mejor crónica de sus actividades apostólicas. A través
de la RT podemos hoy seguir, paso a paso, los proyectos y las realizaciones apostólicas de Enrique de
Ossó. Sobre este tema se puede consultar “Actividad apostólica teresiana de Enrique de Ossó 1872-1876”, I
Parte de un trabajo inédito titulado Espiritualidad apostólica de la Compañía de Santa Teresa de Jesús.
1876-1879, de Mª.F. MAGALHÂES, Mª C. MELCHOR, Mª P. PÉREZ, A. Mª SEVILLA y E. VILLESCAS, Roma
1995, pp.11-35.
47
RT Nº 3 diciembre 1872, 74.
48
Ver el capítulo 11, apartado 2.2. “Maestras de oración”.
49
Desde diciembre de 1872, Nº 3 de la RT, hasta enero de 1896, fecha de su muerte repentina en Sancti
Spíritu, raro es el mes que Enrique de Ossó —El Solitario— falta a la cita con sus lectores, para enseñarles a
orar. Escribió 240 artículos Desde la Soledad, con esta finalidad prioritaria, si bien fueron apareciendo otros
temas relacionados con la vida y la realidad de los lectores, nunca al margen de la oración.
50
RT Nº 3 diciembre 1872, 74-75.
51
RT Nº 3 diciembre 1872, 75.
23

“Si así lo hacéis, si cada día tenéis un cuarto de hora de reflexión en soledad de espíritu
—les dice—, en nombre y de parte de Teresa de Jesús, os prometo el cielo”52 . Sólo de esta
manera se puede volver a la actividad con una actitud renovada, interiorizada,
verdaderamente humana y humanizadora.
Y se despide: “Uno de los amantes hijos y devotos que mora en la mansión de la paz”53.

Apóstol de Jesús y de Teresa, Apóstol teresiano

La Revista Teresiana dedicaba siempre el artículo de fondo, escrito naturalmente por el


Director de la Revista, a hablar de santa Teresa. En el primero de estos artículos Enrique de
Ossó quiere presentar a la consideración de los lectores la “incomparable grandeza” del
corazón de la Santa. En el mismo artículo, Enrique se presenta a sí mismo como discípulo y
heredero del carisma apostólico de Teresa, en una escena que recuerda la petición de
Eliseo a Elías en el momento de recibir el relevo como profeta54. Las palabras de Enrique
de Ossó son una confesión o testimonio vivo, expresado en diálogo con la Santa, de quien
espera recibir su espíritu si ha de llevar a cabo la misión que se le ha confiado:

“Confieso que sin la gracia de Dios nada podemos, pero también reconozco que
con ella lo podemos todo, y que no sería imposible escribir y obrar como tú lo
hiciste, si el Señor nos favoreciere con el espíritu que guió tu pluma y te ayudó en
tus obras. Alcánzanos, pues, de tu esposo Jesús, una parte, si no todo, de tu
espíritu, para llenar cumplidamente el deseo vivísimo de Cristo, que vino al mundo
para inflamar las almas, y no ansía otra cosa, sino que todas ardan en este fuego
divino”55.

Él mismo reconoce en muchas ocasiones que el apostolado teresiano es una misión


específica recibida del Señor (o de la Santa), con el fin —siempre presente— de hacer
conocer y amar a Jesús, “en lo que consiste la vida eterna”. La Revista Teresiana está llena
de alusiones a esta conciencia de misión teresiana no siempre salidas de la pluma de
Enrique de Ossó. En noviembre de 1875, por ejemplo, encontramos expresiones como
ésta, en un artículo un tanto enigmático firmado por S.C. (Salvador Cid) un labrador amigo
íntimo de Enrique de Ossó:

“Veo tanta mancomunidad de intereses entre Jesús de Teresa y Teresa de Jesús,


que suplicar a Teresa me parece lo mismo que suplicar a Jesús…”

Y un poco más adelante, afirma el labrador, dirigiéndose a la Santa:

“…Ya sabes. Heroína castellana, que Tortosa ha sido la tierra privilegiada en donde
ha nacido el germen primitivo para dar conocimiento de tus inspirados escritos, tus
saludables máximas, tus heroicas virtudes. Tú has movido el corazón de un
sacerdote, amigo nuestro, escogiéndole para apóstol de tu Jesús y tuyo…”56.

La semejanza que encuentra entre Teresa y Jesús, la identificación entre la misión y las
preocupaciones de Teresa de Jesús con las de su Esposo Jesús, se convierten bien pronto
en la vocación de Enrique de Ossó. Está convencido, por otra parte, de que el gran atractivo
que la Santa de Ávila ha ejercido sobre él, puede ser un instrumento apostólico de enorme
52
Ibid.
53
Ibid.
54
II Re 2, 9-10 : “Dijo Elías a Eliseo: “Pídeme lo que quieras que haga por ti antes de ser arrebatado de tu lado”.
Dijo Eliseo: “Que tenga dos partes de tu espíritu”. Le dijo: “Pides una cosa difícil…”.- Esta petición de Eliseo
tiene una explicación en Dt 21,17 donde se explica que el primogénito recibía doble parte de la herencia. Por
lo tanto la petición de Eliseo significa que desea ser el primer heredero espiritual de Elías, y Dios se lo
concede. El paralelismo con el caso Teresa y Enrique es obvio.
55
RT Nº 2 noviembre 1872, 30.
56
RT 1874-75, 36.
24
eficacia. Así lo comenta, en la primavera de ese mismo año, escribiendo a su amigo y
censor Felix Sardà y Salvany, a quien nunca “conquistó” para la causa teresiana. Se
lamenta de la falta de conocimiento de Jesús, y afirma con persuasiva convicción:

“¡Oh amigo mío, qué poco se conoce a Jesús! y, créame. Teresa de Jesús es la
más a propósito para hacer conocer y amar a Jesús […] A V. en sus escritos le falta
la salsa teresiana”57.

Al final de otro artículo titulado “Las aficiones de Santa Teresa”, escrito en marzo de
1876, el mismo Enrique de Ossó manifiesta explícitamente su conciencia de misión
teresiana:

“A este modo pienso, lector mío, […] que habiéndonos escogido Su Divina Majestad
para hacer amar a su querida esposa Teresa de Jesús, quiere que pintemos en los
corazones de sus devotos las aficiones y perfecciones de esta alma sobre manera
bella”58.

Vocación personal

Conforme avanzan los años, y sobre todo desde la fundación de la Compañía, Enrique de
Ossó se va sintiendo cada vez más atraído y requerido por esta misión y desea verse libre
de las obligaciones que le distraen de su orientación carismática y le dividen interiormente.
En varias cartas a la Hna. Mayor de la Compañía, Teresa Plá, se lo comenta a modo de
desahogo personal. En noviembre de 1877, le dice:

“Paréceme que no estoy en mi centro; cada día se me hace más pesada la vida que
llevo. Quisiera más soledad y consagrarme más por entero a la vida de oración y
recogimiento y a la vida apostólica teresiana”59.

Nuevamente en febrero de 1878 vuelve a hacerle la confidencia:

“Me hallo muy bien gracias a Dios, pero con deseos cada vez más vivos, hija mía,
de retirarme de tanta barahunda que sofoca el espíritu, y descansar trabajando en
la soledad y a veces en el bullicio por la mayor honra de Jesús y su Teresa.
Créeme, no me hallo en mi centro. Debe ser todo de la santa de mi corazón, y no
me dejan. Quiero exclusivamente consagrarme a sus obras: Compañía,
Archicofradía, Revista, libros, y no puedo. Ésta es mi más pesada cruz […]. Todos
saldremos ganando […] y vosotras, a cuyo cuidado podré dedicarme
preferentemente”60.

Por fin, en el verano de 1878 le llega el reconocimiento oficial, afectivo y efectivo de su


obispo, al liberarle de las clases del seminario que le impedían dedicarse por entero a su
llamada personal:

“Hoy he recibido carta de mi Obispo descargándome de la ocupación de la cátedra


y animándome con palabras dignas de un apóstol san Pablo a seguir mi vocación,
trabajando y consagrándome de lleno a orar, escribir y predicar”61.

Una misión teresiana personal que se identifica con el espíritu de oración y celo de los
Apóstoles, y que se concreta en actividades realizadas con enorme creatividad y

57
Cartas de san Enrique de Ossó y Cervelló al Dr. Félix Sardà y Salvany, edición preparada por G. VOLPE,
Barcelona 1997, Nº 29, sin datar [entre marzo-abril de 1875]. En adelante citaremos: a Sardá.
58
RT 1875-76, 162.
59
Tortosa 19/11/77 (Ed. Nº 37, falta en el AGSTJ).
60
Tortosa 26/2/78 (Inédita AGSTJ E Vol. 2, 25).
61
Carta a Teresa Plá, Benicasim Desierto de las Palmas 25/7/78 ( Ed. Nº 71, AGSTJ E. Vol. 3,22).
25
dinamismo. Predicación y dirección de ejercicios espirituales, catequesis y formación de
catequistas, educación directa e indirecta a través de las asociaciones apostólicas, de los
de libros. Magisterio de oración también a través de la Revista y de otras publicaciones,
como el Cuarto de Hora de Oración. Actividades compatibles con tiempos largos de oración,
verdadera fuente y motor de su mensaje.

Enrique de Ossó crece también en esta conciencia que se le va clarificando con los
acontecimientos:

“El Solitario, por su condición y por su misión especial en dos puntos de examen tan
solo quiere ayudaros […] y estos son la oración y el celo por los intereses de
Jesús”62.

Como para la Santa, la oración y el celo se proyectan en las obras, en el servicio


apostólico. Y éstas son el termómetro del amor:

- “¿Qué celo por los intereses de Jesús reina en nuestro corazón?


- Examinemos qué obra santa hemos tomado con empeño […] haciendo valer a
este fin nuestro talento, la posición social, en una palabra, todos los recursos
que la Providencia ha puesto en nuestra mano…”63.

Por propia experiencia conoce la interrelación entre oración, amor de Dios, celo, y
compromiso o servicio activo. Son eslabones de una misma cadena, la de quien sólo busca
conocer y amar a Jesús y hacerle conocer y amar, con Teresa y a través de ella.

“Oremos, oremos hermanos queridos y amantes teresianos, pues sólo la oración


puede salvarnos, elevar nuestro corazón, enardecer el celo por los intereses de
Cristo Jesús, y darnos perseverancia en el bien obrar”64.

Y no sólo eso. El mismo espíritu de oración y celo hemos de pedirlos en la oración,


conscientes de que son don del Espíritu. En la oración podemos ofrecer también nuestra
pobre respuesta, la tarea que se nos encomienda al recibir el don:

“Pidamos y ofrezcamos. Pidamos espíritu de oración, pidamos celo ardiente, eficaz,


por los intereses de Cristo, y ofrezcamos un corazón dócil, generoso y una voluntad
pronta, decidida, inquebrantable, de hacer todo lo que haya de dar por resultado
práctico la mayor gloria de Dios”65.

Enrique de Ossó está convencido, además, de que su misión teresiana contribuirá a su


mayor identificación con la Santa, de manera que él mismo pueda vivir y morir de amor a
Dios:

“Habiéndonos escogido su Divina Majestad para hacer amar a su querida esposa


Teresa de Jesús […]. Lo emprendemos con gran complacencia, así por cumplir la
voluntad expresa del Señor Jesús, que quiere que sea de todo el mundo conocida
[…], como por la esperanza que tenemos de que al grabarla en [el alma de] los
otros, quizás la nuestra quede santamente enamorada”66.

Afirma con frecuencia que su acción apostólica es en realidad la Acción apostólica de


Teresa. Llama “la Obra de Santa Teresa en el siglo XIX”, unas veces al conjunto de las
obras teresianas por él promovidas, y otras, reserva este nombre para la Compañía. Ya

62
RT septiembre 1878, 345.
63
Ibid.
64
Ibid.
65
Ibid.
66
RT marzo 1876, 163.
26
hemos hablado también del sentido de complementariedad con que Enrique de Ossó
proyecta las distintas ramas del “árbol de santa Teresa”67.

Ella es en realidad la protagonista. Con frecuencia se presenta a sí mismo como simple


instrumento material del apostolado de Teresa. Así entendido, el carisma sería el de Teresa
de Jesús, releído por Enrique de Ossó, un hombre que supo vivir y proponer a sus
hermanos y hermanas del siglo XIX el espíritu con que la Santa de Ávila vivió en su siglo.

Y no sólo fueron sus obras, la misma persona de Enrique de Ossó era un reflejo del alma
y el atractivo personal de Teresa. Nos lo dicen quienes lo conocieron de cerca. Ahí están
sus palabras de reconocimiento y valoración.

El testimonio que hemos elegido, para terminar el capítulo, no es una de las


declaraciones post mortem, cuando el santo está ya hecho68. Es la expresión espontánea y
sincera de una muchacha, miembro de la Asociación teresiana de Calaceite, que en una
carta familiar comparte con su hermana la suerte que ha tenido al hacer Ejercicios
Espirituales con Mosén Enrique, un sacerdote que acaba de cumplir 34 años:

“Y de los Ejercicios aún no he tenido tiempo de decir nada, aunque por mucho que
te diga, será desfigurar el valor y méritos que en sí llevaron. En cuanto a mí, puedo
decirte, mi querida hermana, que fueron los días más felices de mi vida […].
Cuando nos predicaba Mn. Enrique estábamos todas convencidas de que nos
predicaba un santo […]. Yo digo de él lo que decía nuestra Madre [Teresa] de sí
misma, que si será santo Mn. Enrique, lo dirá el tiempo. Y el que no lo conozca, lea
el retrato de Sta. Teresa de Jesús y sepa que dicho señor reúne las mismas
circunstancias. Yo así me lo figuro, y otras personas más prácticas en la materia
aseguran lo mismo, pues el Sr. Cura dice que Mn. Enrique tiene un corazón como
el de Teresa de Jesús, y además Dios le concedió como a nuestra Madre la gracia
de prender corazones, así es que quien lo conoce lo ha de amar”69.

Así veían a Enrique de Ossó dos años antes de la “Inspiración”. Éste era el hombre que
el Espíritu y la Santa preparaban para fundar la Compañía de Santa Teresa de Jesús,
teresianas educadoras para regenerar el mundo.

67
Son muchos los artículos en los que se pone de manifiesto su proyecto teresiano global, como por ejemplo en
éste de 1878: “Cuando veamos extendida su Archicofradía y que bajo su sombra se cobijan todas las jóvenes
católicas españolas, y todas las tiernas niñas formando parte del Rebañito se hallen agrupadas alrededor del
Niño Jesús, guiadas, enseñadas, educadas por la porción escogida de sus hijas de la Compañía de Santa
Teresa de Jesús, y todo este movimiento de celo por los intereses de Jesús, sostenido, fomentado y dirigido
con acierto con sus escritos [los de Teresa], con la palabra de fuego y con su ejemplo por los Misioneros
teresianos, entonces sí, y sólo entonces, exclamaremos: Ya moriremos gozosos”(RT septiembre 1878, 247).
68
Las coincidencias entre las personas que declararon en la causa de beatificación son significativas y tienen
ciertamente valor documental. Se pueden leer en Derthusen seu Barcinonen. Beatificationis el canonizationis
Servi Dei Henrici de Ossó y Cervelló. Positio super virtutibus, Summarium. SACRA CONGREGATIO PRO
CAUSIS SANCTORUM, Roma 1975. En nuestro estudio, sin embargo, hemos prescindido prácticamente de
las fuentes, escritas o trasmitidas por tradición oral, posteriores a la muerte de Enrique de Ossó.
69
Carta de Saturnina Jassá a su hermana Gregoria, Calaceite y noviembre de 1874 (Inédita en AGSTJ, fondos
S. Jassá, v. I, n. 3).
27

PARTE I

LA COMPAÑÍA
DE SANTA TERESA DE JESÚS

“Habrá llegado a tus oídos este nombre de


Compañía de Santa Teresa de Jesús,
y desearás oír de mis labios qué es esta compañía,
en qué consiste, toda vez que yo misma inspiré esta obra de celo,
complemento de la Archicofradía Teresiana y del Rebañito […].

Me propuse formar un ejército aguerrido


de todas las doncellas que vivís en el mundo […].

Mas no basta esto a mi plan general de conquista.


En todo ejército bien organizado,
hay siempre una compañía escogida o de preferencia,
dispuesta a volar en primera línea a lugar de peligro
para defender a su rey y su bandera…”.

Santa Teresa de Jesús


(CH, en EEO I, 433- 434).
28
29
INTRODUCCIÓN

A pesar de que sólo nos separan 125 años del nacimiento de la Compañía, las cosas han
cambiado tanto que difícilmente podemos entender nuestros orígenes sin un esfuerzo por
nuestra parte de aproximación a aquellas circunstancias.

Para entrar en diálogo con aquel momento histórico y cultural, hemos de ser conscientes
de que nuestras categorías culturales, estéticas, teológicas y antropológicas son distintas,
sabiendo que nuestra comprensión de la Iglesia y la comunidad, la evangelización, la familia
y la mujer —por citar algunos ejemplos— tampoco son iguales. Y que tenemos conceptos
diferentes de la Biblia, la historia, la sociedad, la fraternidad universal y la justicia. Hemos de
ser tolerantes, también con el pasado, sin absolutizar nuestra sensibilidad cultural, atentos a
las diferencias y a sus posibles razones históricas. La dificultad está en que no podemos
liberarnos fácilmente de nuestros prejuicios culturales, consecuencia casi siempre de falta
de información y reflexión.

Entender en profundidad la Compañía naciente supone, en primer lugar, un esfuerzo de


“traslación” en el tiempo y en las categorías culturales. Esto es lo que pretendemos en esta
Primera Parte. Facilitar una primera aproximación a lo que fue la Compañía de santa
Teresa de Jesús en el conjunto de vocaciones de aquella Iglesia española del último cuarto
de siglo. Presentar cuáles fueron las concretas circunstancias de que se sirvió Dios para
inspirar y acompañar su proyecto apostólico. Qué situación social contempló Enrique de
Ossó y con qué óptica, y cómo se planteó responder a los signos de aquel tiempo con la
fundación de la Compañía. Detrás de todo esto, buscamos sus preocupaciones profundas,
sus verdaderos intereses.

Como hijo de la sociedad y de la Iglesia española de su tiempo, Enrique de Ossó se sirve


del símbolo militar —de tradición bíblica, jesuítica y teresiana— para presentar a sus
contemporáneos la Compañía de Santa Teresa de Jesús. Y bajo ese símbolo la vamos a
contemplar nosotros.

En esta Primera Parte del estudio, nos mantendremos dentro del campo semántico de lo
militar, especialmente en los títulos, respetando frecuentemente formulaciones textuales —
aun a sabiendas de que no es del gusto de nuestra época—, con el fin de profundizar en el
significado y alcance de aquella simbología, que trasciende aquel momento y que hay que
reinterpretar hoy.
30

Si no estuviéramos convencidos de que el carisma se encarna, y que no es posible


aprehenderlo sino en las circunstancias sociohistóricas en las que nace y vive, hubiéramos
prescindido de estos aspectos hoy anacrónicos. Pero sabemos que conocer lo carismático,
lo trascendental, lo duradero de la Compañía sólo es posible descubriéndolo en el
entramado de la vida personal, eclesial y social de Enrique de Ossó, y de las primeras
generaciones de hermanas. O lo que es lo mismo, releer un texto, supone una lectura previa
bien hecha atendiendo a su contexto. Todo lo demás se presta a extrapolaciones,
interpretaciones subjetivas o adaptaciones incorrectas, que queremos evitar, llevando—
como se dice con gracia en el lenguaje coloquial— el agua a nuestro molino.
CAPÍTULO 1

UN CONTEXTO, UN NOMBRE
Y UNA MISIÓN

1. UN CONTEXTO: LA RESTAURACIÓN.

El 29 de diciembre de 1874 fue proclamado rey Alfonso XII, tras los turbulentos años del
Sexenio democrático. Con él se abría un nuevo período de la historia de España lleno de
esperanza para la mayoría de los católicos que deseaban la pronta recuperación de la paz
perdida1. El mismo Pío IX interviene diligentemente en apoyo de la Nación, facilitando las
relaciones del nuevo gobierno con la Iglesia:

"Dimos comisión al mismo Nuncio para que, por todos los medios que estén a su
alcance, procurase con los que gobiernan la nación, y con el serenísimo Rey
católico, que fuesen reparados plenamente los daños inferidos a la Iglesia de
España por las turbulencias civiles durante el tiempo de la revolución."2.

Durante el Sexenio revolucionario, España había conocido todas las formas posibles de
gobierno, vividas en medio de una gran inestabilidad social. Para un sector minoritario de
españoles, sin embargo, este breve período representó la esperanza del cambio y la
emancipación del poder religioso y clerical de la sociedad española.

La revolución de septiembre de 1868 terminó con la monarquía de Isabel II que en los


últimos años había demostrado su incapacidad para resolver las crecientes exigencias de la
sociedad española3. Se constituyó un Gobierno provisional que expuso a la nación los
objetivos prioritarios de la revolución: La caída de la monarquía, para configurar un sistema
democrático y el establecimiento de la libertad religiosa, de enseñanza, de imprenta, de
reunión y de asociación para todos los españoles. Sin embargo, “desde los primeros días de
la revolución, las juntas revolucionarias añadieron a sus medidas democráticas unos
contenidos anticlericales que no sólo herían los sentimientos católicos, sino que se oponían
a los principios liberales que proclamaban. El Gobierno provisional convalidó las medidas
anticlericales de las Juntas en los decretos de octubre; y las Cortes constituyentes, por su
parte, las elevaron a categoría de leyes”4.

En 1869 se elaboró y aprobó la nueva Constitución, que establecía todas las libertades, y
“proclamaba la libertad de todas las iglesias, menos la de aquella única Iglesia que conocían
los españoles, como decía Le Jurnal de Paris en tono irónico”5. Se rompieron las relaciones
con la Santa Sede, y el Gobierno liberal olvidó casi todos los puntos del Concordato6. La
Iglesia católica se vio privada del control de la enseñanza y, lo que era peor, por primera

1
En este capítulo primero y en el siguiente, tratamos de situar al lector en el contexto en que nace la
Compañía, los primeros años de “La Restauración monárquica” (El período constituyente y la aprobación de
la Constitución), presentando la problemática que vive la sociedad y la Iglesia española en aquel momento.
Aludiremos, inevitablemente, al período inmediatamente anterior, el llamado “Sexenio revolucionario”,
“liberal” o “democrático” (1868-1874), sin cuya referencia no se podría entender “La Restauración”. (Cf.
ANEXO III: “España en el siglo XIX”).
2
Carta de Pío IX al Cardenal de Toledo, publicada en RT Nº 44, mayo 1876, 200-203.
3
Para un mayor conocimiento de los acontecimientos políticos y religiosos de este período, en relación con
Enrique de Ossó, se puede leer “Se derrumba el edificio social” (capítulo V. apartado 1.) de G. RODRÍGUEZ
Y S. CASADO, Experiencia espiritual de Enrique de Ossó, Ed. STJ, Barcelona 1995, 131-135.
4
M. REVUELTA GONZÁLEZ , “El anticlericalismo en la España del siglo XIX”, en Razón y Fe, Tomo 233
(1996), 405.
5
R. AUBERT, Pío IX y su época, en Historia de la Iglesia XXIV, Valencia, EDICEP, 1974, 437.
6
Este Concordato se había firmado en 1851, en la década moderada de Narváez, durante el reinado de Isabel
II, y hasta el momento lo habían respetado todos los gobiernos.
32
vez en su historia perdió la unidad católica de la nación, al permitirse la práctica de otros
cultos.

En 1871 se constituyó una monarquía democrática, con la elección de un rey extranjero,


Amadeo de Saboya, que nunca fue aceptado por la mayoría de los españoles. Dos años
después, el rey electo abandonaba España y, ante el fracaso de la monarquía, se
proclamaba la República en 1873, desenlace lógico de la revolución del 68. El gobierno de
la República no respetó las normas constitucionales, y la inestabilidad política se puso de
manifiesto en la sucesión de cuatro presidentes en menos de un año, con lo que se
demostraba que tampoco éste era el sistema político ideal para entonces.

Por fin, a finales de 1874, y tras dos golpes de estado, se restaura en España la
monarquía dinástica de los Borbones en la persona de Alfonso XII (hijo de Isabel II), y se
inaugura un nuevo período histórico7. Siguió al frente del gobierno D. Antonio Cánovas,
quien se propuso como tarea prioritaria la redacción de una nueva Constitución, que no iba
a ser de partido sino de toda la nación8.

De acuerdo con su ideario político, el Gobierno de Cánovas promulgó en seguida


diversas Órdenes que derogaban las medidas sancionadas por las legislaciones
precedentes, y que habían causado mayor escándalo entre la jerarquía9. Restableció las
relaciones diplomáticas con la Santa Sede, rehabilitando los acuerdos del Concordato. Sin
embargo, las esperanzas de que la monarquía alfonsina consagrase la unidad católica
perdida durante el Sexenio revolucionario, quedaron defraudadas. La redacción de la nueva
Constitución fue polémica y trabajosa.

7
Fue muy bien recibido el nuevo rey, salvo por los partidarios del Carlismo. El ministro de Gracia y Justicia se
apresuró a dirigir a los obispos el futuro programa de la Monarquía canovista, reforzando así la confianza y la
alegría despertadas entre el clero y los fieles por su instauración. Decía así: “La proclamación de nuestro Rey
Don Alfonso XII, siendo el verdadero término de aquellos disturbios, será por lo mismo el principio de nueva
era, en la cual se verán restablecidas nuestras buenas relaciones con el Padre común de los fieles,
desgraciadamente interrumpidas por los excesos de estos últimos tiempos; se procederá en todo lo que
pueda afectar a estas recíprocas relaciones con el consejo de los sabios prelados y de acuerdo con la Santa
Sede, y se dará a la Iglesia y a sus miembros toda la protección que se les debe en una nación como la
nuestra eminentemente católica”.(Cf. J.M. CUENCA TORIBIO, “El Catolicismo Español en la Restauración”,
en Historia de la Iglesia en España V. La España contemporánea, BAC, Madrid 1979, 277; V.CÁRCEL ORTÍ,
La revolución Burguesa (1868-1874), en Historia de la Iglesia española V. La España contemporánea, BAC,
Madrid 1979, 274-276; B. BARTOLOMÉ (Dr.), Historia de la Acción educadora de la Iglesia en España II.
Edad contemporánea, BAC, Madrid 1997, 18-21).
8
Cánovas de Castillo, liberal moderado y jefe del partido alfonsino, ya antes de ser Presidente del Gobierno,
había dicho en 1873, preparando la Restauración: “Empeñarse en restablecer lo que pasó sería falta grave, y
sus consecuencias funestas las tocaríamos primero que nadie la monarquía y nosotros. Aspiro a que una
Constitución liberal y generosa cobije a cuantos españoles deseen la prosperidad de la patria […]. Para mí
tendrán la misma consideración moderados, progresistas, unionistas o revolucionarios […]. No preguntaré al
que venga lo que ha sido; me bastará saber lo que se propone ser”(J. Mª GARCÍA ESCUDERO (ed.),
Cánovas, un hombre para nuestro tiempo. Antología de textos y discursos, BAC, Madrid 1989, 187).
9
De especial importancia fue todo lo referente al matrimonio civil y a la libertad de cátedra. (Cf. CUENCA
TORIBIO, op. cit., 278). Veamos cómo cuenta el tema de la libertad de cátedra —la llamada “segunda
cuestión universiataria”— D. Marcelino M. Pelayo, una persona contemporánea a los hechos que, sin estar de
acuerdo con los profesores krausistas, intenta ser objetivo: “La infección de la enseñanza, aun en sus grados
inferiores era tal, que el primer Gobierno de la restauración trató de atajarla, si bien de un modo incompleto,
doctrinario, y en sus resultados casi ilusorio. El Ministro de Fomento (Orovio), en 26 de febrero de 1875,
circuló una orden a los rectores para que no tolerasen en las cátedras ataques contra el dogma católico y
las instituciones vigentes y obligasen a cada profesor a presentar sus respectivos programas. Salmerón,
Giner, González Linares, Calderón, Azcárate y algún otro se alzaron en rebeldía y fueron separados en virtud
del expediente. La separación fue justa; no los destierros y tropelías que la acompañaron. Siempre fue la
arbitrariedad muy española. Y lo fue también el hacer las cosas a medias. Cierto que salió de la enseñanza la
plana mayor krausista, y la siguieron, renunciando sus cátedras, los ex ministros Castelar, Montero Ríos […];
pero fueron muchos más las protestas […]. Otros, más prudentes o más tímidos, aunque no menos sectarios
se sometieron en silencio, y continuaron enseñando lo que bien les pareció, hasta que vino un gobierno más
radical a restituir las cátedras a todos los separados […] y a sentar la omnímoda libertad de dar a las nuevas
generaciones veneno por leche” (M. MENÉNDEZ PELAYO, Historia de los heterodoxos españoles II,(1882),
BAC, Madrid, 1956,1165-1166). Sobre el krausismo informaremos al final del capítulo, al hablar de la
Institución Libre de Enseñanza.
33
Mientras el sector liberal pretendía que se mantuvieran todas las libertades reconocidas
por la Constitución de 1869, el sector católico aspiraba a una vuelta a la Constitución
moderada de 184510. Sin embargo, D. Antonio Cánovas se mantuvo en un término medio
tolerante y ambiguo, que no satisfizo ni a unos ni a otros, pero que daría verdadera
estabilidad a la nación11.

El artículo 11º de la Constitución declaraba el Estado Confesional de la nación, pero


sancionaba de manera explícita la tolerancia religiosa. Dice exactamente así el polémico
párrafo: ”La religión católica, apostólica, romana es la religión del Estado, pero nadie será
molestado en territorio español por sus opiniones religiosas, ni por el ejercicio de su
respectivo culto, salv[ad]o el respeto debido a la moral cristiana”12. Efectivamente, el párrafo
implicaba ambigüedad, pues entraba en contradicción con la aplicación estricta del artículo
2º del Concordato de 1851 con la Santa Sede, de nuevo vigente en la Monarquía de Alfonso
XII.

Por otra parte, los artículos 12º y 13º de la nueva Constitución continuaban en la línea
liberal de la Constitución de 1869. Éste último establecía la libertad de emisión de
pensamiento o de expresión, y el artículo 12º garantizaba la libertad de creación de centros
educativos a la iniciativa privada, si bien el Estado se reservaba “no sólo la facultad de
expedir los títulos profesionales, sino la de establecer las condiciones”13.

En la práctica, “la tolerancia religiosa implantada en la Constitución de 1876 disgustó a


católicos y liberales. A los primeros les parecía una libertad de cultos disfrazada, a los
segundos un retroceso de la libertad religiosa, la conquista más preciosa de la Revolución.
[Pero] en realidad el sistema tolerante de la restauración alfonsina favoreció a todos. A la
Iglesia en primer lugar, que pudo desplegar sus propias fuerzas y recuperar su influjo social;
pero también a los numerosos grupos y fuerzas disidentes de la religión católica, a quienes
no se impedía la publicación de sus críticas y la organización de sus instituciones culturales,
educativas sobre todo”14.

Durante los meses de redacción, el famoso artículo 11º provocó la alarma general entre
gran parte de los católicos españoles quienes, representados por la prensa católica, el clero,
los prelados e incluso el Romano Pontífice, elevaron sus protestas y formularon sus
reclamaciones15. Veamos en qué términos se expresa el Papa Pío IX:

10
Cuando el presidente del gobierno D. Antonio Cánovas ofreció las carteras, muchos de los candidatos a
ministerios no aceptaron al tener noticia de que no pensaba restablecer la Constitución de 1845, y de que
por lo menos en los primeros tiempos pensaba dejar vigentes muchos de los preceptos de la de 1869.(Cf.
Enciclopedia Universal ESPASA Vol. 10, 208).
11
CÁNOVAS pretendía una Constitución de conciliación entre las distintas fuerzas políticas tan enfrentadas, y
en realidad lo logró, pues con ella pudieron gobernar partidos políticos de distinto signo hasta bien entrado el
siglo XX. Por otra parte, en lo referente al tema religioso, Antonio Cánovas —que era profundamente
católico— se mantuvo fiel a sus ideas, manifestadas ya en las Cortes de 1869, donde declaró: “Durante
mucho tiempo he deseado, y deseo en el fondo hoy todavía, el mantenimiento de la unidad religiosa […].
Pero, en cambio, señores, hace mucho tiempo ya también que profeso la opinión sincera, concreta,
terminante, de que el tiempo de toda represión material ha pasado para siempre. Yo no defiendo, pues,
hace mucho tiempo, yo no defenderé jamás la intolerancia religiosa […]. Todo esto ha pasado para no volver.
En mi concepto todo eso constituía una excepción en el mundo, que es honra de todo español que
desaparezca” (Cf. J. Mª ESCUDERO (ed.) Cánovas, un hombre…, 194).
12
El artículo despenaliza las confesiones religiosas no católicas, y sugiere cierto reconocimiento de la libertad
de cátedra. Con todo, supone un control de las confesiones no católicas, pues añade: “no se permitirán
otras ceremonias ni manifestaciones públicas que las de la religión del Estado” ( Cf. AUBERT R., Historia
de la Iglesia XXIV.Pío IX y su época, Edicep, Valencia 1974, 439).
13
ESPASA CALPE Vol. 15, 34.
14
M. REVUELTA GONZÁLEZ , “El anticlericalismo en la España del siglo XIX”, en Razón y Fe, Tomo 233
(1996), 406-407.
15
“En la sesión [constitucional] de 18 de abril se presentó una proposición firmada por D. Fernando Álvarez,
marqués de Vallejo, D. Manuel Batanero y otros, pidiendo que se restableciera en la nueva Constitución el
artículo 11º de la Constitución de 1845 referente a la Unidad católica, la que rechazó Cánovas recordando
unas declaraciones suyas hechas en 1869, en las que decía que no defendía ni defendería jamás la
intolerancia religiosa, ni mantendría las sanciones existentes en el código penal contra los españoles que no
comulgan con el credo de la Iglesia católica, por considerar que después del pasado período de libertad
34

"Declaramos que dicho artículo, que se pretende proponer como ley del reino, y en
el que se intenta dar poder y fuerza de derecho público a la tolerancia de cualquier
culto no católico [...] viola del todo los derechos de la verdad y de la religión
católica,[...] y abierta la entrada al error, deja expedito el camino para combatir la
religión católica [...].
Esta ilustre nación [...] mientras rechaza con desprecio dicha libertad y tolerancia,
pide con todo empeño y con todas sus fuerzas se conserve intacta e incólume la
unidad religiosa que le legaron sus padres"16.

La Revista Teresiana del año 1876 refleja la situación tensa que están viviendo los
católicos españoles en espera de la nueva Constitución, con la esperanza de modificar
dicho artículo. Además de la publicación de textos episcopales o de la Santa Sede, como el
que hemos citado de mayo de 1876, El Solitario se hace eco del sentir de la Iglesia
española, lamentando o implorando al cielo con tonos proféticos:

 En la Revista del mes de abril hace una llamada a la oración de todos:

"En estos tiempos tristísimos para la Religión debemos redoblar las preces al
Señor, porque las necesidades son extremas. No sólo en España, donde peligra la
unidad católica, el más rico don que nos legaron nuestros padres, y el único resto
glorioso de su antigua grandeza"17.

 Dos meses después, en junio, "Desde la Soledad" llegan a los lectores los lamentos
del profeta. Isaías y Jonás le prestan su palabra, para la ocasión:

"¿Quién dará lágrimas a mis ojos para llorar las desventuras de mi patria? ¿Quién
calmará las angustias de mi pueblo?[...].
Si por los pecados de vuestro Solitario se ha levantado la tormenta, arrojadme,
Señor, al mar del olvido"18.

 Y en el mes de agosto, el "triste Solitario" está de luto, inconsolable, como el salmista


en la Babilonia del exilio, por el trágico desenlace19:

"¿Cómo cantar el triste Solitario en los días de luto para la Religión Católica?
¿Cómo templar la cítara, colgada ha[ce] días del melancólico sauce, desde que vio
rota la Unidad católica en su patria por manos españolas?"20.

A partir de este momento, junto a las lágrimas, la denuncia y las oraciones que no cesan,
se abre nueva puerta a la esperanza teologal —ahora que parece perdida la esperanza
humana—, a la par que D. Enrique redobla los esfuerzos por la regeneración de España.

En este contexto de ruptura definitiva de la unidad católica –tal como interpretó la Iglesia
la nueva situación legal—, pero aprovechando las libertades que ofrecía la Constitución, hay

religiosa, sería una especie de revocación del Edicto de Nantes, en pugna con los conquistadores de Toledo
y los mismos reyes Católicos que, tanto en Granada como en la ciudad imperial, concedieron a los árabes el
libre culto de su religión. Después del elocuente discurso, la proposición fue desechada, y restablecida la
tolerancia religiosa en España” (Enciclopedia Universal ESPASA Vol. 10, 208).
16
RT 1875-76, 202.
17
RT Nº 43, abril 1876, 188.
18
RT Nº 45, junio 1876, 247-248.
19
La Constitución había sido aprobada por las Cámaras de Diputados y Senadores el 27 de junio. El 29, el Rey
la sanciona y la promulga, y el 2 de julio España despierta con una nueva Constitución en las primeras
páginas de la Gaceta de Madrid. (Cf. J. Mª GARCÍA ESCUDERO (ed.), Canovas del Castillo op. cit., 40; L.
AGUIAR DE LUQUE, “Los fundamentos doctrinales de la Restauración. El proceso constituyente y la
Constitución de 1876”, en J. Mª JOVER ZAMORA (Ed. dirigida por), Historia de España Menéndez Pidal, vol.
XXXVI, Espasa Calpe, Madrid 2000, 37-45; Gaceta de Madrid, domingo 2 de julio de 1876, Tomo III, pág. 9 y
ss.).
20
RT Nº 47, agosto 1876, 303.
35
que situar las nuevas iniciativas apostólicas de Enrique de Ossó y su llamada acuciante al
compromiso de los católicos que le escuchan, así como el nacimiento de la Compañía de
santa Teresa de Jesús, en un momento de posibilidades legales para la nueva creación de
centros educativos.

En sintonía con el episcopado español —y haciéndose eco de sus preocupaciones


pastorales— D. Enrique había comenzado ya su propaganda católica durante el Sexenio
revolucionario, a través del periódico El Amigo del Pueblo (1871), que surgió para defender
a la Iglesia de la anticlerical publicación tortosina El Hombre. Sin preparación periodística
específica se vio urgido entonces a luchar con las mismas armas que los del frente contrario
y los pocos meses de vida de este periódico fueron suficiente entrenamiento para el futuro
Director de la Revista Teresiana. Ésta salía a la luz en octubre de 1872, con el fin de formar
en el espíritu teresiano a los “españoles todos, sin distinción de clases, opiniones y
partidos”21. Para la mujer en particular creó, un año después, la Asociación de jóvenes
Católicas: Una catequesis postbautismal de iniciación a la oración y el compromiso cristiano,
vividos en el propio ambiente.

Ahora, en la nueva situación, desde la Revista denuncia el error, reivindica la Unidad


Católica perdida, pero sobre todo se siente responsable de formar la conciencia de los
cristianos españoles ante las nuevas circunstancias. Y les hace una llamada a la
responsabilidad, animándoles a nuevos compromisos ahora que han cambiado las
circunstancias. Con motivo de la aprobación de la Constitución, escribe tres artículos que
titula Organicémonos22, en los que pone de relieve esta finalidad prioritaria. Dice en el
primero de ellos:

"Reconocemos que cambiadas las circunstancias debe modificarse la regla de


conducta, así como con los nuevos inventos y armas de guerra ha tenido que
cambiarse la táctica militar. Y en nuestra España urge más esta organización23 por
el modo nuevo de ser de las leyes. Hasta nuestros días el Estado cuidaba de todo,
lo vigilaba todo [...]. Mas hoy, el Estado ha querido prescindir de este cuidado y vigi-
lancia especial en el ramo de la Religión24, rompiendo la unidad católica y hemos
quedado los españoles casi huérfanos en esta parte, obligados a cuidarnos por
nosotros mismos y a atender a mil cosas que hasta ahora desatendíamos, fiados en
el buen celo de la Nación [...]. No es ocasión ahora de entretenernos en lamentar
tamaña desgracia, sino en escogitar medios prácticos para avivar la fe y sostener
los intereses de Cristo Jesús y su Iglesia, trabajando con celo y supliendo lo que
antes hacía el estado. No se nos oculta que esta situación nueva nos impone
deberes nuevos"25.

21
La Introducción del primer fascículo de octubre de 1872 es una especie de ideario o declaración de
intenciones, donde el fundador y director expresa la finalidad de la revista, interpelando a los futuros lectores:
“Hora est jam nos de somno surgere […]. Despertemos de nuestro letargo, hora es ya de que cese nuestro
olvido […]. Españoles todos sin distinción de clases ni partidos, cavemos en esta mina [Teresa de Jesús]”.
RT, 1872-73, 12.
22
La aprobación definitiva de la Constitución con la formalización del nuevo régimen había sido a finales de
junio de 1876. En el mes de octubre de este año fue la famosa Peregrinación a Roma de 10.000 españoles,
como “protesta de amor, veneración y adhesión inquebrantable a la Iglesia y a su Vicario” del pueblo español
(RT 75-76, 337). El 15 de octubre fueron recibidos por Su Santidad, que les dirigió un discurso invitándoles a
la “Unidad de los buenos” (Cf. RT 76-77, 8-11; 20). La Revista de noviembre publica el discurso (RT 76-77,
29-32). Y en diciembre empieza la serie de artículos “Organicémonos” que glosarán admirablemente las
palabras del Papa a los españoles. En realidad la fuerza persuasiva de estos artículos de D. Enrique es fruto
de su experiencia apostólicas de hace años.
23
Se refiere concretamente al artículo 12º de la Constitución que, en la línea liberal, garantiza a la iniciativa
privada la libertad de creación de asociaciones y centros educativos.
24
Ahora alude al artículo 11º, de tolerancia religiosa. El hecho de que el Estado deje de “cuidar” la Fe católica,
es una oportunidad para ejercer la responsabilidad de los propios católicos como tales. Ha llegado la
mayoría de edad de los católicos.
25
RT Nº 51, diciembre de 1876, 63. Publicado en EEO III, 814.
36
A D. Enrique no se le ocultan las dificultades que van a surgir en la nueva situación, "pero
estamos seguros, —dice— y acometamos esta empresa, confiando en que Dios no nos
faltará con su auxilio". Es necesario resistir "los embates de la impiedad". El arrojo y la
fortaleza para la lucha se apoyan en la confianza en Dios y en la oración:

"Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? [...].Oremos para que el Señor
nos ilumine y dé acierto al fijar las bases de la organización, y gracia para
cumplirlas, a todos los católicos, a mayor gloria de Dios"26.

A finales de 1876, Enrique de Ossó no podía juzgar esta situación como la mejor, pero
con el sentido positivo que le caracteriza es capaz de ver las posibilidades de militancia y
acción que le ofrecen las mismas leyes. Quiere aprovecharlas personalmente y que las
aprovechen sus hermanos católicos. Organicémonos I se adelanta unos cuantos años a la
llamada estrategia posibilista, “que parte de la aceptación del marco político liberal como mal
menor y trata de lograr el objetivo de reconquista desde las nuevas instancias y cauces
institucionales”27. Esta estrategia coexiste en la Iglesia española con la estrategia integrista,
mucho más frecuente sobre todo en los primeros años de la Restauración, que parte de la
posibilidad social y política de mantener la “tesis” de cristiandad. En los Congresos Católicos
(1889-1902) y en relación con la cuestión escolar, la Iglesia propone la utilización de esta
doble estrategia, de acuerdo con la ambigüedad del marco legal. Pero se observa —dice F.
Montero—, conforme se consolida la situación liberal, una mayor insistencia en la estrategia
posibilista especialmente a partir de 189828.

“Organicémonos” es un artículo programático. Está proponiendo a los lectores las


mismas tácticas apostólicas que él mismo practica hace tiempo. Nada de lo que Enrique de
Ossó proyecta y realiza lo hace sin una contemplación previa de la realidad y un
discernimiento de los modos de proceder más convenientes en cada situación. La lectura de
los signos de estos tiempos había de tener necesariamente en cuenta la nueva legislación.
En este contexto y en esta situación va a nacer, el 23 de junio de 1876, la Compañía de
Santa Teresa de Jesús, en vísperas de ser aprobada y promulgada la nueva Constitución.

2. UN NOMBRE Y UNA MISIÓN:


COMPAÑÍA DE PREFERENCIA DE SANTA TERESA DE JESÚS

En el documento de Inspiración aparece ya el Nombre propio, "Compañía de Santa


Teresa de Jesús”, como la mejor síntesis de la obra proyectada por Enrique de Ossó aquel 2
del abril de 1876, aunque no se dan explicaciones de la elección del Nombre. Sin embargo,
en el discernimiento personal escrito al margen, donde se pregunta si es verdaderamente
de Dios este pensamiento, anota como 3ª razón:

“Es el complemento de la Congregación de Jóvenes católicas. ¡Oh qué bien se


darían la mano! ¡cuántos milagros veríamos! ¡Cuán pronto regenerado el mundo,
España en especial!”29

En los días sucesivos a la Inspiración, debió de ir madurando la relación estrecha entre


estas dos obras de celo, pues en todos los artículos sobre la Compañía, y en general
siempre que habla de ella especialmente los primeros años, Enrique de Ossó la presenta

26
Ibid.
27
B. DELGADO CRIADO (Coord.), Historia de la educación en España y América 3. La Educación en la
España contemporánea (1789-1975), S.M., Madrid, 1994, 286.
28
F.MONTERO, en B. DELGADO CRIADO (Coord.), op. cit., 286. Y añade: El Congreso de Burgos (1899) y
sobre todo el de Santiago (1902) insisten sobre todo en el desarrollo de la escuela católica como alternativa
pedagógica, en el marco de un reconocimiento académico pleno, apelando al artículo 12 de la Constitución,
286.
29
Autógrafo en AGSTJ. Transcripción publicada en EEO II, 406.
37
como íntimamente relacionada con la Asociación de Jóvenes Católicas. Y esto no sólo
por razones tácticas, pues esta Asociación era ya muy conocida entre los lectores de la
Revista, sino porque la Compañía “como su nombre indica” nace de la espiritualidad
apostólica teresiana de Enrique de Ossó, de la que ya están participando, como laicas y
como mujeres, estas jóvenes de la Archicofradía30, algunas de las cuales van a formar parte
de la Compañía.

Por esta razón, no sería posible conocer la Compañía, sin tener presente lo que
representó en aquel momento la Asociación de Hijas de María y Teresa de Jesús, su
pretensión y sus medios apostólicos y también sus límites. Sólo de esta manera
comprenderemos la Compañía. Aquello que comparte con esta asociación de teresianas
laicas —de la que nace, y a la que pertenece de alguna manera— y las diferencias. Y sólo
desde la profundidad de esta relación, será posible proyectar hoy y sobre todo vivir una
espiritualidad compartida; espiritualidad que desde sus orígenes es común a laicos y
hermanas teresianas.

2.1. “La Asociación de Jóvenes Católicas o Archicofradía”

Hemos aludido ya en el capítulo introductorio a la fundación de esta Asociación teresiana,


durante la I República. Enrique de Ossó, preocupado por la Iglesia y la sociedad de su
tiempo, especialmente en aquellos años tan difíciles posteriores a la Revolución del 68,
había llegado a la conclusión de que la mujer es pieza clave en la regeneración de la
sociedad. Sabe por experiencia familiar y personal que la madre es el corazón de la familia,
el sacerdote del hogar y que sólo desde el corazón pueden cambiar las personas y los
grupos sociales, el principal de los cuales es la familia. Por eso, con la fuerza de su
convicción y su celo, y con su sensibilidad personal, en octubre de 1873 se dirige a las
jóvenes de Tortosa y les hace un Llamamiento apremiante y atractivo:

“Bajo la bandera de estas dos Heroínas os convida a militar el que os ama en


Jesucristo y aspira a salvar la patria y el mundo salvándoos a vosotras. Vosotras
sois quienes debéis decidir si la familia y el individuo, y por consiguiente si la
sociedad entera, han de ser de Jesucristo o de Lucifer”31.

Y en otro lugar del Llamamiento:

“La mujer católica posee la virtud de la asimilación, virtud sin límites e irresistible. El
mundo ha sido siempre lo que le han hecho las mujeres. Y un mundo hecho por
vosotras, formadas según el modelo de María con las enseñanzas de Teresa, no
podrá ser sino un mundo de santos. Manos, pues, a la obra, que el tiempo urge, y
apremian las circunstancias”32.

Por otra parte, Enrique de Ossó es consciente de que en esta lucha entre las fuerzas del
mal y los cristianos, hoy —como en tiempos de la Santa— sacerdotes, teólogos y pastores
de la Iglesia han de ser los capitanes, quienes llevarán a los fieles a la victoria final. Ésta es
otra razón por la que invita a las jóvenes católicas a participar también en esta campaña
bajo la bandera de María y Teresa de Jesús, quienes a pesar de ser mujeres, son
consideradas como Capitanas.

30
La Asociación de jóvenes católicas, hijas de María y Teresa de Jesús, fundada en Tortosa en octubre de 1873,
fue elevada, por Pío IX, a categoría de Archicofradía primaria en diciembre de 1874. Desde entonces se
habla indistintamente de Asociación, Congregación teresiana o Archicofradía. Este último es el nombre que
prevaleció. A las jóvenes de la asociación se les llamaba teresianas, denominación que más tarde pasó a las
de la Compañía.
31
Reglamento de la Archicofradía (RHM), publicado en EEO I, 205.
32
Ibid., 207.
38
Estas jóvenes, que viven en el mundo, pueden salvar España y el mundo entero, viviendo
con seriedad y coherencia sus compromisos bautismales:

“No se trata de que entréis monjas, ni siquiera de cargaros con nuevas obligaciones
o de imponeros duros sacrificios: no se trata sino de que seáis cristianas de veras, y
de facilitaros los medios de serlo”33.

Y ayudando “a los que trabajan en la salvación de las almas con sus oraciones, buen
ejemplo y propagación de los escrito de Santa Teresa de Jesús”34:

“Este castillo son los buenos cristianos, y los capitanes los sacerdotes y obispos
[…]. Pero me diréis: ¿qué podemos hacer nosotras, débiles doncellas para ayudar a
la defensa de este castillo? —Todo lo podéis hacer. —¿Cómo? —procurando ser
tales, que valgan vuestras oraciones para ayudar a estos siervos de Dios que con
tantos trabajos se han fortalecido: orando por los Pastores, que son los que
esfuerzan a la gente flaca y ponen ánimo a los pequeños”35.

La misión apostólica de estas muchachas consiste, pues, en orar por los pastores de la
Iglesia. Y además, en su condición de mujeres y de laicas, pueden ser “predicadoras de
obras” —que es la más importante predicación—, reclamo y estímulo para el bien:

“La misión más elevada de una mujer es la de ayudar a los que trabajan en la
conversión y santificación de las almas. A este fin se dirigían todas las oraciones,
trabajos y buenas obras de Santa Teresa […]. Las hijas de Santa Teresa en el
mundo deben continuar hoy su obra. Por ello debe ser muy continua su oración por
los que nos dan luz. Además, como el Apóstol y su inhabilidad quita a las mujeres
que sean predicadoras de palabras, quiere la Santa que sean sus hijas
predicadoras de obras, que es el género más eficaz de predicación”36.

“Oración, pues, y buenas obras, junto con la lectura y la imitación de las virtudes de
Teresa” son las armas que aseguran la victoria a las jóvenes de la Archicofradía, que no es
otra que el reinado del conocimiento y amor de Jesucristo en todo el mundo37.

El Reglamento de la Archicofradía y los artículos de la Revista que hablan de la


Asociación, ponen de relieve la orientación apostólica combativa de este movimiento
femenino que nace en plena República, en un momento de ateísmo militante en el que era
necesario defender no sólo a la Iglesia sino a la misma religión. Enrique de Ossó compara
la situación de España con la del siglo XVI, y desea contribuir a la regeneración de la
sociedad, como en otro tiempo lo hizo Teresa de Jesús con la Reforma del Carmelo.

Algunos años después, en unos artículos de la Revista Teresiana sobre la importancia de


la formación de los sacerdotes en esta empresa de regeneración social, Enrique de Ossó
se apoya en las palabras de la Santa a sus monjas de San José, para decirles lo mismo a
las jóvenes teresianas:

“Sabido es que lo que más preocupaba a santa Teresa de Jesús era el procurar
que en la Iglesia de Jesucristo hubiera sabios y santos sacerdotes, esforzados

33
RHM, 205-206.
34
Ibid., 209.
35
Ibid., 208.
36
Ibid., 210. La referencia al apóstol (san Pablo) y la inhabilidad de la mujer es muy antigua, Santa Teresa
también la recoge. El texto paulino que la fundamenta es I Cor 14,33b-35, una afirmación fundada más en las
costumbres del judaísmo que en la Buena Noticia que trae Jesús. Esta prohibición paulina contrasta con la
transformación realizada por la fe, donde “ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, ni hombre ni mujer”, sino
criatura nueva, como afirma Pablo en Gal 3,27-28.
37
Cf. Ibid., 208.
39
capitanes que guiasen con la palabra y el ejemplo a los fieles a la conquista del
reino de los cielos38.
“Por eso decía a sus amadas hijas después de reunirlas bajo la enseña de la
reforma de la Orden de Nuestra Señora del Carmen: “Cuando vuestras oraciones,
ayunos, disciplinas, cilicios y mortificaciones no los dirijáis a este fin, esto es, a que
haya sabios y santos sacerdotes, sabed que no cumplís con el fin con que aquí os
juntó su Divina Majestad”39.

Llega incluso a homologar apostólicamente el Carmelo Reformado y la Archicofradía,


dejando muy claro —eso sí— una diferencia fundamental: las carmelitas son religiosas, y las
jóvenes teresianas seglares:

“Penetrados de esta verdad, nosotros fundamos también muy principalmente la


Archicofradía de Jóvenes Católicas […], por completar el sublime e inspirado
propósito de Teresa de Jesús. Tuvimos la mira en que no sólo unas cuantas almas
escogidas que moran en el claustro en deliciosa soledad, sino todas las doncellas
españolas se asociasen a este gran pensamiento de Teresa; y procurasen llevarle
felizmente a cabo con su cooperación; esto es, con sus oraciones y buenos
ejemplos y consejos”40.

De esta manera estaba evidenciando la posibilidad y la realidad práctica del apostolado


seglar, que se fundamenta en los sacramentos de iniciación, y que no ha sido reconocido
oficialmente hasta 100 años después, con el Vaticano II.

2. 2. “La Compañía de preferencia de la Congregación Teresiana”

En agosto de 1876, cuatro meses después de la Inspiración, la Compañía es presentada


en sociedad, cuando ya tiene casi 2 meses de vida. Dos artículos de la RT permiten a
Enrique de Ossó hacer una presentación rica, desde varias perspectivas, pero siempre en
relación a las obras de celo teresianas, y muy especialmente a la Archicofradía. “Desarrollo
[lógico] de la Congregación teresiana”, nueva concreción o “realización paulatina del vasto
plan [apostólico] del Fundador”, “el fruto más hermoso, vistoso y precioso del árbol de Santa
Teresa”41.

El primero de los artículos empieza con una interrogación retórica, que justifica la
explicación o descripción de la Compañía que se hace a continuación:

“Una compañía de preferencia en la Congragación Teresiana, ¿qué será?…”

El autor del artículo, que firma X., se presenta, como lector asiduo, buen conocedor de la
Revista e intérprete de la curiosidad de los lectores, quien, por otra parte, va a ser capaz
de “extraer” del Nombre propio, el significado y el sentido de esta nueva obra de celo:

“…Esto se habrán preguntado conmigo no pocos de los lectores de la Revista al ver


que se les recomendaba a sus oraciones esta obra santa”.

38
RT Nº 53 artículo titulado “La Obra de las Vocaciones sacerdotales bajo la protección de San José y santa
Teresa de Jesús”, en EEO III, 821-822.
39
Ibid, 824.
40
RT 54 (1877), en EEO III, 824.
41
Para profundizar mejor en esta reflexión convendría leer enteros los dos artículos citados, pues son la fuente
principal. RT Nº 47, agosto de 1876, publicados en EEO III:
1º: “La Compañía de Santa Teresa de Jesús” ( firmado X.), 794-797.
2º: “El árbol de Santa Teresa de Jesús”( firmado C.), 797-800.
40
Efectivamente, antes de estos artículos de agosto, se ha hecho alguna referencia discreta
a esta “compañía de preferencia de la Congregación teresiana”, apareciendo el nombre
propio algunas veces incluso en la Revista:

 Mayo, alusión subliminal en un artículo de la Revista, antes incluso del nacimiento de


la Compañía:

“¿Cuándo descenderá y alentará el espíritu de la gran Teresa sobre una docena al


menos de pechos animosos y esforzados, de almas reales que ardan en deseos de
promover, y por fin promuevan, en la mayor escala posible, tus divinos intereses,
formando una compañía de preferencia en la Congregación Teresiana?”42.

 24 de Junio, en carta a Sardà, al día siguiente de la fundación:

“Ayer los empecé [ejercicios espirituales] a 9 jóvenes teresianas escogidas que se


disponen a formar una Compañía de Santa Teresa de Jesús de preferencia en
nuestra Congregación aspirando nada menos que a regenerar España por medio
de la educación de la mujer según el espíritu de Santa Teresa”43.

 Julio, en la sección “Gracias que se piden a Santa Teresa y se recomiendan a las


oraciones de sus devotos”, de la RT:

“La Compañía de preferencia teresiana”44.

 Agosto, en la misma sección de la Revista, se repite idéntica la intención:

“la Compañía de preferencia teresiana” 45.

Los lectores de este artículo de presentación se encontraron entonces —y hoy nos


encontramos nosotros— con una explicación del nombre “Compañía de preferencia”, que se
remonta a los comienzos de la Archicofradía, y que pone de relieve su enfoque combativo.
Para explicarlo se citan incluso palabras del Llamamiento a las jóvenes católicas, de 1873:

“Como sé —les decía a las jóvenes católicas en primer día de instalarse la


Congregación— que los pechos españoles son generosos […] y que late un
corazón de fuego capaz de grandes empresas, os propongo mi plan bajo la forma
de batalla...”.

Y hace un balance muy positivo de esta asociación-ejército, tres años después de


fundarse:

“Lo que apenas tres años atrás era un pelotón, es hoy un numeroso y aguerrido
ejército46, que bajo el estandarte de María y Teresa, guiado y alentado por tan

42
RT Nº 44 “Aficiones de Santa Teresa de Jesús” II, 222.
43
Carta a Sardà Nº 38.
44
RT 1875-76, 298.
45
Ibid., 304.
46
Como la Iglesia jerárquica y en general todos los cristianos, Enrique de Ossó mira la España de su tiempo y
reconoce el radicalismo con que los liberales progresistas están persiguiendo a la Iglesia y sus principios, a
sus instituciones y a los eclesiásticos; y compara este momento histórico y eclesial con el de la
Contrarreforma del siglo XVI. También entonces del interior de la Iglesia surgieron “traidores”, hubo herejías y
lucha fratricida en Europa. Teresa de Jesús surgió entonces como mujer providencial en defensa de la
Iglesia: concibió y puso en marcha la reforma carmelitana. Hoy —piensa Enrique de Ossó— la situación de
España no es mejor sino peor que aquella, porque “ahora los enemigos los tenemos dentro”. Se está
refiriendo a los brotes de protestantes, espiritistas, etc. como consecuencia de la libertad de cultos y de
enseñanza sancionadas primero por la Constitución liberal de 1869, y ahora nuevamente por la Constitución
canovista.
41
invencibles capitanas, pelea y alcanza todos los días grandes y repetidas victorias
de los enemigos de nuestra eterna salvación”47

Por fin, ha llegado el momento de presentar la “Compañía de preferencia” del gran


ejército de la Archicofradía. Es el significado militar de compañía48, y no otro, el que subyace
a la explicación del nuevo instituto, vanguardia apostólica del ejército de Teresa de Jesús:

"[pero] en los grandes ejércitos debe haber y hay siempre alguna división o
compañía al menos de preferencia a las demás...

Se la pone, primero, en relación con la Reforma teresiana, las hijas y los hijos del
Carmelo:

- [En el siglo XVI] quiso la Santa que fuese [esa compañía] la Reforma
carmelitana, sus hijos del Carmelo, los cuales […] habían de ayudar no poco a la
Reforma de costumbres y salvación de las almas […] contra la falsa reforma”.

- Hoy49 esta división de vanguardia es “la Compañía de Santa Teresa de Jesús”


que, como dice su nombre, es una legión escogida del nuevo ejército de hijas
de la invencible Capitana Santa Teresa de Jesús50".

Y continúa relacionando el siglo XVI y el siglo XIX; las teresianas de la Archicofradía y


“algunas escogidas” de esta asociación, que va despertando Teresa:

"Hoy que los días son malos, peores que en tiempo de Teresa de Jesús […], fuerza
era también que la bendita Santa —que no duerme cuando se trata de promover los
intereses de Cristo— despertase entre tantos miles de sus hijas algunas [...] que al
ver cómo va ganando almas Lucifer, saquen la cara por su Jesús y se adiestren y
dispongan [...] para lograr fin tan alto...

Y como conclusión:

“En una palabra, trabajen en medio del mundo por hacer el apostolado de la mujer
fecundo en la mayor escala posible"51.

Hoy como ayer la Santa sigue despertando algunas jóvenes que “no se contentan con
plañir y lloriquear al ver cómo los malos aportillan el reino de Cristo Jesús”, sino que “
ciñéndose de fortaleza, sacan la cara por Jesús”. Éstas son las llamadas a la Compañía de
preferencia, la vanguardia apostólica de la Archicofradía: jóvenes con grandes deseos de
promover los Intereses de Jesús en la mayor escala posible, llamadas por Jesús, y
dispuestas a trabajar en medio del mundo, que se preparan y disponen para una acción
apostólica más eficaz:

“Es verdad que todas las hijas y devotos de la gran Santa tienen esta especial
encomienda de mirar la honra de Jesús y su Teresa; pero la tienen de un modo

47
RT Nº 47, en EEO III, 794-795.
48
Compañía: “unidad de infantería, de ingenieros o de un servicio, que casi siempre forma parte de un batallón.
Es mandada casi siempre por un capitán”. El ejército, dirigido por un general, se divide en batallones
dirigidos por comandantes; y los batallones, a su vez, se dividen en varias compañías. DRAE 92. Éste
significado militar de compañía es exactamente el que subyace a la explicación del nuevo instituto, gran obra
de celo del ejército de Teresa de Jesús.
49
La situación de esta España con una Constitución que rompía definitivamente la unidad católica, no era mejor
que la del tiempo de la Santa. Enrique de Ossó es muy consciente de ello: “Hoy que los días son malos,
peores que en tiempo de Teresa de Jesús, pues entonces los enemigos estaban fuera y hoy los tenemos en
casa”.
50
Sumario de las Constituciones de la Compañía de Santa Teresa de Jesús (SC) en EEO II, 66.
51
RT Nº 47, agosto de 1876, en EEO III, 795-796.
42
ESPECIALÍSIMO las jóvenes que son llamadas a formar en nuestra Congregación
tan distinguida Compañía”52.

Además de esta afirmación, hay otra más incisiva y recurrente, que ya apareció
veladamente en el artículo de mayo, y que ahora, en agosto, se repite tres veces con
pequeñas variantes.

 La primera vez se refiere al PROYECTO de la Compañía:

“según su nombre indica, está destinada a celar los intereses de Jesús en la mayor
escala posible a la mujer católica”.

 La segunda, se concreta en la ACCIÓN misma:

“En una palabra, trabajen en medio del mundo por hacer el apostolado de la mujer
fecundo en la mayor escala posible".

 La tercera, es la más explícita. Habla de las aspiraciones de sus miembros y por fin
desvela la MEDIACIÓN:

“desean obedeciendo promover en la mayor escala posible que es dado a una


mujer en el siglo XIX, estos divinos intereses, por medio del apostolado de la
enseñanza” 53.

La estructura y las palabras son casi las mismas. Se podría leer como indica el esquema
siguiente:

LOS INTERESES
COMPAÑÍA DE PREFERENCIA

DE JESÚS
CELAR
EDUCACIÓN

PROMOVER
EN LA MAYOR
ESCALA POSIBLE
LA

HACER
FECUNDO

El APOSTOLADO POR
DE LA MUJER

52
Ibid., 794, 796 y 798 respectivamente.
53
EEO III, 795-796.
43

Tanta insistencia en las mismas ideas nos hace pensar que con la Inspiración de la
Compañía, a Enrique de Ossó se le descubren nuevas posibilidades apostólicas para la
mujer, en las que antes no había siquiera pensado. Es como si aquella noche del 2 de abril,
y en los meses sucesivos que fue madurando la Idea, el Espíritu Santo le hubiera abierto
los ojos a algo nuevo.

A los lectores de 1876, y especialmente a las lectoras teresianas, les debió interesar la
nueva obra, a la que “se apuntaron” bastantes de ellas. Nosotros no podemos pasar por alto
esta afirmación —que se irá aclarando y explicando en años sucesivos—, pues nos parece
clave para interpretar la Compañía de ayer y para releer y proyectar la Compañía de hoy y
de mañana.

2.2.1. “¿Cómo lograr fin tan alto?”

El segundo de los artículos de la Revista Teresiana que presentan la Compañía, apunta


aunque no explica, una razón interesante que habremos de tener presente en la lectura e
interpretación de todos los textos que hablan de la Compañía:

“Esta honrosa Compañía con justo motivo se ha titulado de preferencia, porque por
LOS MEDIOS DE QUE DISPONE PREFERENTEMENTE podrá mirar por el honor
de Jesús y su Teresa”54.

Ya el artículo anterior sintetizaba perfectamente estos medios preferentes y nuevos. Se


refieren a la preparación: “preparándose en el silencio”, “formando su espíritu”, “con gran
adiestramiento” y “disponiéndose mediante una formación esmerada”. Y a la acción misma:

“extender el reinado del conocimiento y amor de Jesucristo por el mundo, POR


MEDIO del EJEMPLO y la EDUCACIÓN cristiana”.

Nuevas posibilidades apostólicas para la mujer están en relación con su vocación de


educadora. La enseñanza y la educación teresiana será, junto con la oración, como
veremos, la mediación apostólica de la Compañía, recibida como participación en la Misión
de Jesús que continúa en su Iglesia.

En otro artículo emblemático, es la misma Teresa de Jesús la que presenta la Compañía


a las jóvenes teresianas, despertándolas a “este espíritu de celo y magnanimidad”:

“Habrá llegado a tus oídos, hija mía, este nombre de Compañía, en qué consiste,
toda vez que yo inspiré esta obra grande de celo, complemento de la Archicofradía
Teresiana y del Rebañito […]. Me propuse formar un ejército de todas las doncellas
que vivís en el mundo, para mover guerra a Satanás, […] y este ejército sois
vosotras, las que os llamáis hijas de María y Teresa de Jesús. Mas no basta esto a
mi plan general de conquista [...]”. En todo ejército bien organizado, siempre hay
una compañía escogida o de preferencia”55.

Añade un nuevo aspecto interesante, que enriquece la interpretación de compañía de


preferencia:

“En todo ejército bien organizado, hija mía, hay siempre una compañía
escogida o de preferencia DISPUESTA A VOLAR EN PRIMERA LÍNEA AL

54
EEO III, 798.
55
RT Nº 83 agosto 1879, en EEO III, 800.
44
LUGAR DEL PELIGRO para defender a su rey y bandera […].Aquí tienes,
hija mía, la razón de la Compañía que lleva mi nombre”56.

Nueva interpretación de vanguardia: La disponibilidad y la libertad de cada miembro y de


todo el cuerpo apostólico para acudir rápidamente a los puestos de más necesidad, a los de
más riesgo, allá donde peligren especialmente los Intereses de Jesús.

2.2.2. Las Hermanas de la Compañía de santa Teresa de Jesús, “Capitanas”.

La Compañía de preferencia de Santa Teresa de Jesús —tal como la concibe y la


presenta su Fundador, especialmente durante los primeros años— representa un salto
cualitativo en la consideración de la mujer y sus posibilidades apostólicas.

El pensamiento de Enrique de Ossó hasta 1876 —que es característico de la mentalidad


de la época, como hemos visto en los textos dedicados a las jóvenes de la Archicofradía—,
podemos resumirlo de la siguiente manera: La influencia benéfica de la mujer, su actividad
terapéutica, educativa, evangelizadora es callada, silenciosa, oculta. Su acción directa no
traspasa los límites del hogar, de la familia. Mientras el varón rige los destinos de los
pueblos, gobierna las naciones, enseña y pastorea en la Iglesia, la mujer es también reina,
pero “del hogar doméstico; sacerdote, pero de la familia, puede ser apóstol, predicadora,
pero solamente, indirectamente, “con las obras, ya que el Apóstol y su incapacidad le impide
hacerlo con la palabra”(I Cor 14,34). Eso sí, aunque a ella le está vedada la predicación
apostólica, porque la mujer no está capacitada ni vocacionada para enseñar directamente
en la Iglesia, “puede —con sus oraciones, trabajos y buenas obras— ayudar a los que
trabajan directamente en la conversión y santificación de las almas, orando por los
“capitanes” —obispos y sacerdotes— por los “pastores de las almas”, por “los que nos dan
luz”.

Como veremos, el nacimiento de la Compañía, en cuanto vanguardia apostólica de la


Archicofradía —tanto para su Fundador como para todos aquellos a los que llegó el
mensaje—, representa, en primer lugar, el reconocimiento de que la mujer puede realizar un
verdadero y directo apostolado más allá del hogar familiar57. En segundo lugar, significa el
descubrimiento de que la educación teresiana de la mujer, no sólo es un bien social, sino
también es “verdadera misión, apostolado, la más alta vocación”58.

Para entender este cambio de consideración de la mujer, puede iluminarnos un apelativo


frecuente del Fundador a las de la Compañía que, sólo interpretado en este contexto militar
en el que nos sitúa el Nombre, podremos valorar adecuadamente.

Enrique de Ossó llama capitanas a las hermanas —en contraste evidente con las
teresianas de la Archicofradía— precisamente porque tienen una misión directamente
apostólica. La denominación aparece repetidas veces en los documentos doctrinales de la
Compañía y en las cartas dirigidas a las hermanas, como veremos en el capítulo cinco.
Veamos un ejemplo del Sumario de las Constituciones, que ejemplifica los demás casos:

“Este documento [la claridad de ánima] es la base de la fortaleza y firmeza de la


Compañía junto con la obediencia, y su práctica fiel es lo que las hará capitanas
invencibles, heroínas invulnerables a todos los tiros de Satanás, del mundo y de su
propia inconstancia”59.

56
Ibid., 801.
57
Dejamos para la Segunda Parte del libro el análisis de uno de los textos bíblicos más significativos y
expresivos del cambio de óptica apostólica al concebir la Compañía.
58
La expresión se refiere directamente a las maestras de párvulos y empieza así: “Coadjutores sois de Cristo en
la obra de la salvación. Es una verdadera misión”. Apuntes de Pedagogía (AP), en EEO II, 747.
59
SC, en EEO II, 34.
45
La denominación de “capitana”, referida a una hermana concreta, o la de “capitanas” en
plural, cuando se dirige a una comunidad o a todo el cuerpo apostólico, más allá del
significado militar, expresa una vocación y una misión en la Iglesia. Las hermanas de la
Compañía llamadas a ser otras teresas de Jesús en lo posible, como la Santa, han de ser
guías, maestras, lideres de comunidades y grupos cristianas y aun no cristianos. Como
Teresa, han de remitir siempre al Maestro, con su vida y sus palabras y mostrar a los
hombres sus hermanos el único Camino que conduce al Padre, Jesús.

2.2.3. La Compañía de santa Teresa y Teresa de Jesús

Hemos visto la estrecha relación de la Compañía con la Archicofradía. Más evidente aún
es la filiación directa de santa Teresa. En los artículos de la RT aparecen constantes
alusiones al amor de predilección de la Santa hacia la Compañía, ya que ella misma “ha
inspirado en estos últimos tiempos la formación de la Compañía de su nombre”60.
Precisamente esta vinculación tan directa con Teresa de Jesús, permite al Fundador
implicar a “todos los devotos de la Santa” en el crecimiento y la misión de la nueva obra de
celo. Lo hace de formas diversas.

Unas veces, él mismo informa a los lectores de las características de esta nueva obra
que lleva el nombre de santa Teresa de Jesús”61.

“La obra de Santa Teresa de Jesús en el siglo actual, […] su obra por
antonomasia, su obra predilecta en el siglo actual”62, y termina pidiendo “una
limosna para la obra grande de Teresa de Jesús en el siglo XIX”63.

Sobre todo durante los meses en que se proyecta la construcción de la Casa-colegio de


Jesús, D. Enrique pide constante colaboración a todos los teresianos:

“Es de absoluta necesidad por el complemento y desarrollo de esta obra de santa


Teresa de Jesús en el siglo actual, tener casa propia […]. Al proponernos levantar
de pie esta obra grande que ha de coronar las obras teresianas hasta aquí
fundadas […]. Confiamos en la protección y ayuda de la Santa de nuestro Corazón,
Teresa de Jesús, que no dejará de tomar por su cuenta esta que podemos llamar
su obra por antonomasia en el siglo actual, como lo fue la Reforma Carmelitana en
el siglo XVI […]. Todos pueden contribuir a esta obra de la mayor gloria de Dios”64.

En la reseña de la Primera Piedra de la Casa Colegio dice:

“Principiada ya la obra, sólo falta que los que se interesan por la extensión del
conocimiento y amor de santa Teresa la favorezcan con sus limosnas para
continuarla y, si es posible, concluirla cuanto antes. De los frutos de salud que
produzca han de ser partícipes, no sólo los fieles de la diócesis de Tortosa, sino
toda España, y nuestro deseo es que lo sea todo el mundo. ESTE COLEGIO HA
DE SER DE LOS CENTROS MÁS UNIVERSALES Y ACTIVOS DE PROPAGANDA
TERESIANA […] allegados los recursos necesarios pueda darse cima cuanto antes
a esta obra de mayor gloria de Jesús y su Teresa”65.

Otras veces, es la misma Dirección de la Revista la que habla de la Compañía,


implicando directamente a los lectores en la propagación de las obras teresianas:

60
RT 1876-77, 336. (Cf. EEO III, 800).
61
RT 1876-77, 162.
62
RT 1877-78, 167.
63
RT 1877-78, 162.
64
RT 1877-78, 168.
65
RT 1877-78, 232.
46
 Agosto y septiembre 1877:

“Nos merecen nuestros constantes favorecedores y suscriptores de la Revista, que


pronto va a entrar en el 6º año de su existencia, una confianza y vamos a
hacérsela. Y es que todo el producto líquido que sacamos se destina íntegro a una
obra de mayor gloria de Dios, y que creemos está destinada a ser como el
fundamento, el sostén y el complemento más perfecto de todas las obras
[teresianas] que hemos emprendido y en adelante se emprendan.”66.

 Octubre 1877: En un breve artículo titulado “La obra de Santa Teresa de Jesús”
agradece la colaboración de los lectores que han aumentado las suscripciones
considerablemente:

“Contribuyendo de esta suerte al sostenimiento y desarrollo de la obra de santa


Teresa de Jesús. La llamamos así, porque creemos que es la obra que está
destinada a extender el reinado y conocimiento y amor de Jesús y de Teresa por
medio del Apostolado teresiano en la mayor escala posible”67.

También “Desde la Soledad” llegan comentarios interesantes sobre los temas de


actualidad y también se comentan los mismos artículos de la RT:

“Mucho me ha deleitado la lectura de los fundamentales artículos dedicados a


propagar la obra de mayor gloria de Dios, la obra de santa Teresa de Jesús, mi
querida Madre, en el siglo XIX […]. Tal vez no haya dejado de alarmar una nueva
obra que lleva el nombre de Teresa de Jesús […]. La Compañía de Santa Teresa
de Jesús ha de ser como el centro68.

Hemos hablado ya de la relación de la Compañía con aquella otra vanguardia femenina


de la Reforma teresiana, pero volvemos ahora sobre ella. Es tal la coincidencia en la
inspiración apostólica entre las Carmelitas y la Compañía de santa Teresa, y tan fuerte la
vinculación, que se corre el riesgo de confundir las dos obras. ¡Y son muy distintas!

Enrique de Ossó se preocupa de dejar bien clara la identidad de la Compañía:

 Pone de relieve las coincidencias:

Su propósito [el de la Compañía] “no es cosa nueva”, pues ya la Santa deseó


dedicarse a la educación de jóvenes.
Lo que la Santa en vida no pudo hacer —“lo que entonces no pudo cuajar—, lo van
a llevar a cabo sus nuevas hijas de la Compañía”69.

 Pero también destacan las diferencias:

“No son Carmelitas Descalzas, son simplemente Compañía de santa Teresa de


Jesús”70.
“No podremos ofrecer a nuestro bienhechores, que nos manden mil reales, una
celda como el convento de San José; porque no será convento, sino Compañía de
santa Teresa; pero en cambio podrán llenar una plaza […] en esta milicia femenil
“71.

66
RT 1876-77 (agosto), 331 y362 (septiembre).
67
RT 1877-78, 77-78,39.
68
RT 1877-78, 162.
69
RT 1877-78, 162-163.
70
Ibid.
71
RT 1877-78, 168.
47
Llega a la conclusión de que la Compañía viene a realizar aquello que ya en su
tiempo le hubiera gustado llevar a cabo a Teresa y no pudo:

“De este modo la Obra y el pensamiento de la Santa de nuestro corazón será


completo, y satisfará plenamente todas las necesidades del siglo XIX”72.

Por otra parte, las Carmelitas y la Compañía se complementan apostólicamente y se


apoyan mutuamente. Precisamente esa complementariedad de tareas quería expresar la
construcción de la Casa-colegio de la Compañía junto a las Carmelitas de Jesús:

“Hemos levantado de pie un Convento de Carmelitas descalzas en el espacio de


catorce meses; y tratamos —al lado de esta casa de oración— de levantar un
colegio modelo de enseñanza, según el espíritu de la seráfica Doctora Teresa de
Jesús, para que de esta suerte vivan hermanadas la santidad y la sabiduría, el
apostolado de la oración, de la enseñanza y del sacrificio”73.

Los lectores de la Revista Teresiana, que han ayudado generosamente en la


construcción del convento de Jesús, están invitados a colaborar también con la nueva obra.
Pueden ser bienhechores y fundadores de “La Obra de santa Teresa de Jesús”, la
Compañía:

“A nosotros toca empezar esta obra de mayor gloria de Dios: a nuestros lectores y
amantes teresianos continuarla y concluirla. Y confiamos no ser defraudados en
nuestro piadoso intento, pues nunca apelamos en vano a la generosidad de los que
tienen celo por la mayor honra de Jesús y su Teresa […]. Todos pueden contribuir a
esta obra bajo el título de bienhechores o de fundadores. Bienhechores serán los
que den alguna limosna, por pequeña que sea. Fundadores serán los que den una
limosna más crecida.”74.

2.2.4. La Compañía de Santa Teresa de Jesús y la Compañía de Jesús.

Evidentemente el enfoque militar de la Compañía de Jesús influyó en la Compañía de


Santa Teresa. El espíritu de los Ejercicios Espirituales con la Conquista del Rey Eternal y la
meditación de las dos Banderas estaba presente de alguna manera en la nueva obra de
celo teresiana. Probablemente, el espíritu de Ignacio había influido ya en el planteamiento
del Carmelo reformado y en la espiritualidad de la Santa, por lo que al Apóstol teresiano le
llegó por doble vía el espíritu ignaciano75.

A Enrique de Ossó le gustaba la radicalidad de san Ignacio. Sintoniza con esa


“agresividad apostólica” de la Compañía de Jesús, al unísono con el celo y la magnanimidad
de Teresa de Jesús.

Durante el primer año de la Compañía de santa Teresa, encontramos un hecho que no es


episódico sino que tiene más bien un valor emblemático. Leemos en una carta a Teresa
Plá, que está en Barcelona, estas instrucciones del Fundador:

“Puedes ir […] a visitar la Cueva de Manresa, donde San Ignacio, el Santo más
parecido a vuestra Santa Madre, escribió su admirable libro de los Ejercicios. Pídele

72
RT enero 1878, en EEO III, 844-845.
73
RT enero 1878, en EEO III, 844.
74
Ibid., 845.
75
En una carta de 7/2/1878, Enrique de Ossó le dice a Teresa Plá, Hermana Mayor de la Compañía:“No salgáis
del P. Martorell por ahora de confesaros. Creo es lo que más os conviene; pues mi intención es que donde
haya Padres de la Compañía de Jesús confiesen siempre a las de la Compañía de santa Teresa, ya por la
identidad de miras y medios de lograrlas, ya también porque ellos fueron los que formaron en gran parte el
espíritu de nuestra santa Madre”. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.2,11).
48
para ti y Compañía os dé la gracia de aprovecharos bien de ellos y salir otras
Santas Teresas de Jesús”76.

Es interesante la doble encomienda que hace a Teresa Plá, a quien está preparando para
Hermana Mayor del grupo. Le dice en esa misma carta, aunque en hoja aparte:

 “Al visitar la cueva de S. Ignacio en Manresa”:

“Haga una hora de oración, pidiendo con instancia derrame Jesús y su Teresa, por
intercesión del Santo Patriarca Ignacio, el espíritu de hacerlo todo a la mayor honra
y gloria de Jesús […] y que sea esta obra la que más cele los intereses de Jesús
[…]”77

 Y “en Montserrat”:

“Pida a la Virgen tome bajo su protección nuestra Obra […]. Para armarse caballero
o capitana, pase una noche sobre las armas, como lo hizo San Ignacio antes de
fundar la Compañía de Jesús; esto es, pase toda la noche en oración […] pidiendo
lo mismo que en Manresa, esto es, que la Compañía de preferencia de Santa
Teresa de Jesús sea siempre la obra que dé más honra y gloria a Jesús”78.

Este gesto emblemático hay que interpretarlo en clave caballeresca, y como lo vivió san
Ignacio a su paso por Montserrat. Por tratarse de mujeres, se traduce por capitana, como
Teresa, lo que en el caso de Ignacio de Loyola sería caballero.

Un año después, el 31 de julio fiesta de san Ignacio, Enrique escribe otra vez a Teresa
Plá, insistiendo en una idea que ya está presente en los primeros esbozos de la Regla o
Constituciones y que debe convertirse en oración:

“He ofrecido el Santo sacrificio todo, todo, para que lo que es la Compañía de Jesús
en los hombres, sea la Compañía de Santa Teresa de Jesús entre las mujeres.
Creo es lo que más podemos desear, a fin de que seáis las primeras en conocer y
amar y hacer conocer y amar a Jesús”79.

Poco a poco también las hermanas van aprendiendo lo que es la Compañía de santa
Teresa en relación a la Compañía de Jesús. Veamos cómo se las arregla Saturnina para
explicar a su familia la extraña misión de su Instituto, diferente a otras religiosas:

“Las de la Compañía [de santa Teresa] serán tan monjas como las más estrechas
capuchinas, digámoslo así, sino que junto a la perfección espiritual han de reunir la
ciencia o bien la sabiduría, imitando a la gran Santa Teresa de Jesús, para de este
modo poder mejor extender el conocimiento y amor de Cristo Jesús. ¿Qué es la
Compañía de Jesús en los hombres? Ha sido y será como la luz y encanto de todos
los bien nacidos corazones, y he aquí lo que va a ser esta Compañía respecto a las
mujeres. Nuestra santa Regla que hace poco nos dieron, participa bastante de la de
los jesuitas”80.

El proyecto combativo de la Compañía de santa Teresa de Jesús es bastante claro,


aunque no agotamos en esta reflexión toda la simbología militar presente en el proyecto y
en la vida de las primeras hermanas.

76
Carta a T. Plá, Tortosa 5/5/77, (Ed. Nº 18, original en AGSTJ).
77
“Encargos a la romera de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, Plá, en nombre de la Compañía” (Ed. Nº
19, original en AGSTJ).
78
Ibid.
79
Carta desde Benicasim 31/771878 (Ed. Nº 72, original en AGSTJ, E. Vol.3,24).
80
Carta de Saturnina a su madre y hermana, Tarragona 9/2/1878. ( Inédita AGSTJ, fondos S. Jassá vol. I, nº
29).
49

Su vinculación a la Reforma Teresiana, por una parte, y a la Compañía de Jesús, por


otra, es también algo objetivo, relación que provocó reacciones de todo tipo. Simpatía y
aprecio entre los más. En la Revista Teresiana aparecen repetidos testimonios de los
obispos de Salamanca, D. Narciso Martínez Izquierdo; el de Eumenia, Monseñor Moreno; el
de Valladolid, Fr. Fernando Blanco O.P, y tantos otros.

Recelo y prevención entre otros. No es momento de hablar del Pleito con las Carmelitas
de Tortosa y el Entredicho81, pero sí podemos recordar que desde 1878 la Compañía vive
momentos de verdadero combate y persecución. Su Fundador habla de ello a las hermanas
y a los amigos y también en la Revista Teresiana.

A las hermanas les escribe animándolas a vivir los momentos de lucha con espíritu de fe,
con espíritu teresiano. Tenemos abundantes testimonios de 1878, que fue el primer año de
la persecución:

 A Teresa Plá:

“ Cada día me voy convenciendo más y más de que es obra de Dios y la amo más
porque la veo más combatida […]. Nada temo de este mundo y del infierno junto
contra la Compañía mientras vosotras os esmeréis en ser las que debéis. Dilo a mis
hijas y que se preparen para la lucha y la contradicción. Esto debe animaros
porque nuestra obra es obra de lucha, y ¡ay de nosotros el día que nos falte!”82.

 Desde Falset, a Teresa Plá:

“He recibido en ésta carta de nuestro Sr. Obispo. Me dice textualmente: “Que se
prepare la Compañía para la persecución. Yo la bendigo”. Con que ya lo sabéis por
conducto autorizado: la persecución ha de ser nuestra herencia, preparaos […].
Preparémonos, o mejor, vivamos ya preparadas para la persecución. Os lo he dicho
muchas veces: La Compañía, como indica su nombre, es obra de lucha, de
combate, de persecución, porque es obra de triunfo, de mayor gloria de Dios, de
conquista. Es esencial a ella el combatir y vencer con la gracia de Dios. Quien,
pues, sea tímida y medrosa no servirá para ello.
Alegraos pues con este aviso o predicción de nuestro prelado, recordando que la
más perfecta de las bienaventuranzas es la de aquellos que padecen persecución
por la justicia”83.

81
“Desde 1879 Enrique de Ossó se vio envuelto en un PLEITO que le obligó a comparecer ante los tribunales
eclesiásticos de Tortosa, Tarragona, Madrid y Roma. Duró hasta su muerte en 1896 y quedó zanjado con
sentencia adversa en 1897 […]. El pleito coincide con su labor de fundador, y enfrenta en la contienda las
dos porciones predilectas de su obra: a las carmelitas descalzadas de Tortosa , fundadas por él en 1877, y a
la Compañía de santa Teresa de Jesús, fundada el año anterior en 1876. El pleito exigirá la demolición de la
“casa matriz” de este segundo instituto, erigida al lado del primero, y envolverá en la contienda a las personas
más queridas del fundador”. Dentro del largo proceso judicial del Pleito, está el “Entredicho”, sanción que se
dio a D. Enrique y al noviciado de la Compañía: Un decreto gubernativo diocesano de 17/3/1884 impuso
pena de ENTREDICHO a la casa y privó a sus moradoras de la presencia del Santísimo y la celebración de la
Eucaristía, por no haber cumplido el anterior decreto que exigía la demolición total del edificio”. (Cf. T.
ÁLVAREZ, “Crisol del alma. Pleito en Tortosa”, en Mano de Oro. Enrique de Ossó sacerdote y teresianista,
Ed. Monte Carmelo, Burgos 1879, 251-285). Para más información: Inquisitio Histórica de Lite iudiciali circa
propietatem domus principis dertusensis Congregationis sororum a sancta Teresia a Iesu ex officio
concinnata, Roma 1974).
82
Carta de 1878 (Inédita en AGSTJ, E. Vol.3,15). Durante estos meses se multiplican las dificultades: los
exámenes en Barcelona, en abril, en los que han suspendido Talarn, Alcoverro y Llorach: “¿Has comunicado
a nuestros protectores y superiores la prueba ruda que el Buen Jesús nos ha enviado a la Compañía
[…].Todos han exclamado: “Una contradicción más, adelante y que no desmayen: es obra de Dios aunque
cien veces sucediere…”. (a Teresa Plá de 27/4/78, Inédita en AGSTJ, E. Vol.2, 35). Y esta otra: “Me dice
[Mn. Amades] que la primera vez que van extrañas a la Normal a exámenes, sea quien quiera, no las
aprueban. Es regla invariable siendo forasteras. La segunda vez seguras” aTeresa Plá, 18/5/78, (Inédita en
AGSTJ, E. Vol.3,19).
83
Falset 17/11/78, (Publicada en México, el original está en AGSTJ).
50

Las cartas de Enrique de Ossó a Felix Sardà y Salvany84, nos revelan la confianza que
tiene con este sacerdote, a pesar de que no consiguió atraerlo a su causa teresiana. El
famoso publicista catalán tampoco debió de hacer tanta propaganda de la Compañía como
le hubiera gustado a su amigo, a juzgar por lo que Enrique de Ossó le recuerda en uno de
los momentos más duros para la Compañía por motivo del Pleito:

“Ha mucho tiempo, mi buen amigo, que prometiste decir algo de las obras de la
Santa, sobre todo de su Compañía, y creo sería muy oportuno dijeses algo en el
próximo número, o números de la Revista [Popular] en este mes de la Santa”85.

En esta misma carta le hace una confesión interesante, un desahogo confidencial, que
revela cómo en los momentos de difamación y abandono, los ataques se multiplican:

“La obra más combatida es la Compañía de Santa Teresa de Jesús. A los Jesuitas
y Carmelitas no les gusta el nombre, aunque no pueden menos de loar su espíritu.
Me consta. Un P. Eliseo Carmelita escribió en El Vasco unos artículos contra el
nombre de Compañía de Santa Teresa de Jesús. Creen que les hace sombra o
quita gloria, o no sé qué, cuando tienen las Carmelitas de la Caridad, que tienen el
mismo nombre, y nada les dicen. A pesar de todo marcha bien la obra, gracias a
Dios”86.

3. LAS HERMANAS DE LA COMPAÑÍA


COMPAÑERAS DE JESÚS Y DE TERESA.

Cuando se dirige a las hermanas, con cierta frecuencia alude Enrique de Ossó al
significado etimológico del término “compañía”—cum panis—, para expresar la familiaridad
con Jesús y con Teresa de cada una de las hermanas y de todo el cuerpo apostólico.
Según el diccionario, com-pañeros son aquellos que con-parten el pan, se sientan en la
misma mesa y coinciden en los mismos intereses y preocupaciones. Son com-pañeros los
miembros de una familia o los que son llamados a vivir en una comun-unidad. Esto se vive
en la Compañía, comunidad de discípulas, en la que Jesús es Maestro y Compañero.

Para Enrique de Ossó, compartir el mismo pan de Jesús y de Teresa significa, en primer
lugar, participar de su pasión por el Padre y los hermanos: “Mi alimento es hacer la voluntad
del que me ha enviado y llevar a cabo su Obra”87.

Desde los primeros documentos de la Compañía aparece sobriamente esta idea:


“Tenemos pequeño caudal de bienes naturales y sobrenaturales […]. Vamos a
aprovecharlo en lo que puede aumentar más los intereses de Cristo Jesús y su
Teresa, con quienes hemos hecho Compañía”88.

84
FELIX SARDÀ Y SALVANY (Sabadell 1844- 1916 ) fue compañero de Enrique de Ossó en el seminario de
Barcelona y se ordenó de presbítero en 1865. Desde su ciudad natal, donde vivió casi toda su vida, desarrolló
una labor de propagandista, apologeta y polemista católico. En 1871 fundó una revista semanal, la “Revista
Popular”, de gran difusión entre los católicos integristas. Publicó numerosos opúsculos y algunos libros, pero
el que le hizo más famoso fue El Liberalismo es Pecado (1884), controvertida obra escrita 20 años después
del Syllabus y dos años después de la encíclica de León XIII Cum multa, en la que animaba a los españoles a
abandonar sus enfrentamientos ideológicos. Durante su vida, mantuvo una estrecha relación de amistad con
Enrique de Ossó, además de ser el Censor eclesiástico de sus obras. Amistad manifiesta en las 130 cartas
de Enrique a Sardá, que el famoso publicista conservó celosamente y que a su muerte fueron legadas, junto
con su biblioteca personal, a los Jesuitas de Cataluña. Los originales de las cartas están en el Archivo
Provincial Tarraconnese de la Compañía de Jesús, en San Cugat del Vallés (AHSIC FONS SIS C 4/3) y han
sido publicadas por G. VOLPE, Ed. STJ, Barcelona 1997.
85
Carta de octubre 1885, (a Sardà Nº 100).
86
Ibid.
87
Jn 4,34. También Teresa de Jesús expresa el celo apostólico en estos términos: “Su manjar es que de todas
las maneras que pudiéremos lleguemos almas para que se salven y siempre le alaben” ( VII M 4,4).
51

Se repite en Exámenes y en documentos importantes, siempre asociada esta idea a la


participación en la misión de Jesús:

“Acordaos de que sois Hijas de las gran Santa Teresa […]. Y haced cuenta de que
Jesús y su Teresa, con quienes habéis hecho compañía, os dicen: Mirarás mi
honra”89.

Otras veces se previene a las hermanas del riesgo de perder la compañía de Jesús y de
Teresa, si se pierde su espíritu:

“Penetraos bien que si llegare a faltar el espíritu de pobreza faltaría el espíritu de


Jesús y su Teresa en su Compañía, y sería desde entonces, no Compañía suya,
sino compañía de especulación y comercio”90.

Por ampliación metonímica, al lugar habitual de reunión de los com-pañeros, a la casa, se


la puede llamar también la compañía. Así se lo dice el Fundador a las fundadoras en la
“dedicatoria” de las primeras Constituciones editadas, el Sumario de las Constituciones:

“Entre tantos millones de jóvenes que han pasado en el transcurso de tres siglos
ante la mirada de Jesús y su Teresa, en vosotras solas ocho han fijado sus
amorosos ojos y con piedad os han traído a sí, a su casa, a su Compañía, y os han
conservado como piedras fundamentales de esta obra grande de celo, hasta el día
de hoy”91.

Es la misma idea del capítulo sexto de las Constituciones donde se pone de relieve la
importancia de la “claridad de conciencia”:

“Mientras se cumple con fidelidad este punto todo irá bien. Vivirán Jesús y su
Teresa y su espíritu de confianza, alegría, amor y paz en su Compañía”92.

Como hemos podido observar, en todas estas expresiones destaca la relación directa de
las hermanas con Jesús y con Teresa. La referencia a Jesús precede siempre a la de la
Santa, por lo que en buena lógica, la obra de celo teresiana podría haberse llamado
“Compañía de Jesús y de Teresa”. Esta apreciación se pone especialmente de relieve, en
muchas despedidas de cartas: “Jesús y su Teresa te [os] guarde(n) en su Compañía y
amor”93, que algunas veces se completa o se sustituye: “Jesús y su Teresa os guarden en
su servicio y amor, como se lo suplica todos los días vuestro Padre y Capellán, Enrique de
Ossó”94.

Vivir en la Compañía de Santa Teresa de Jesús es ante todo un regalo. Un don gratuito,
que hay que agradecer, saber recibir y cuidar todos los días. En los Ejercicios Espirituales
de cada año, las hermanas renuevan especialmente esta conciencia:

“Pondera, alma mía, y reflexiona seriamente el amor de predilección, de preferencia


que Cristo te ha mostrado al llamarte y elegirte para ser de su Compañía y de
Teresa”95.

88
Fines Principalísimos (1877). Primeras Constituciones o Reglas (sep. 1877), SC en EEO II, 411y415.
89
C 2ª Parte en EEO II, 360. (Cf. en EEO II: SC y Constituciones (C), 18-19; Organización y Gobierno (OG),
169; Exámenes de Capítulos de Faltas (EF), 215.219).
90
SC, en EEO II, 98.
91
SC, en EEO II, 10.
92
SC, en EEO II, 34.
93
Hemos consultado las cartas de 1883 ( Cf. Ed. Nº 246, 248, 254,256, 261) y de 1884 ( Ed.Nº 275).
94
Carta a Mª Antonia Bordas, Jesús 17/1/84, (Ed. Nº 275, original en AGSTJ, E. Vol.16,136).
95
EE, en EEO II, 653.
52
CAPÍTULO 2

UN CAMPO DE BATALLA: LA EDUCACIÓN

La segunda mitad del siglo XIX es un momento de fuertes divisiones ideológicos, que se
manifiestan en todos los ámbitos de la vida social de los españoles. Se enfrentan fundamen-
talmente el pensamiento católico tradicional, por una parte, y las ideologías reformistas de
inspiración liberal, por otra. Todos buscan en la enseñanza el remedio a los males de
España, y cada bando lo hace de manera excluyente. Por eso, los sistemas educativos se
convierten en campos de batalla. Los católicos concibieron la enseñanza como una cruzada
contra el espíritu racionalista de la escuela laica.

A pesar de los enfrentamientos políticos e ideológicos de la primera mitad del siglo XIX,
sin embargo hasta la Revolución del 68 y el Sexenio liberal, en el que se llevaron a la
práctica los ideales del liberalismo radical, la Iglesia española había mantenido una situación
general de privilegio en lo que a enseñanza se refiere. El Concordato de 1851, en el artículo
2º aseguraba la presencia de la jerarquía como garante de la pureza de la fe y las
costumbres en la enseñanza de la infancia y juventud, incluso en las escuelas públicas. Esta
situación cambió radicalmente con la Constitución de 1869 en la que se consagraba
legalmente la libertad religiosa proclamada por la Revolución de septiembre, entre cuyos
objetivos prioritarios estaba eliminar la influencia clerical en la enseñanza. La Constitución
liberal defendía la libertad de cátedra, que chocaba frontalmente con la censura episcopal
reconocida en el Concordato, y concedía amplísima libertad a la iniciativas sociales para la
creación de escuelas libres.

Con estas libertades legales se iniciaron, durante el Sexenio, tímidas manifestaciones


pedagógicas de las distintas fuerzas políticas, ideológicas y religiosas del país 1. Son de esta
época el nacimiento de las primeras escuelas protestantes y los primeros brotes de centros
aconfesionales que rechazaban cualquier tipo de injerencia eclesiástica en su organización
o programas. “En realidad se trataba de un fenómeno pedagógico, plural y diverso,
enmarcado dentro de una genérica tercera vía educativa independiente de la confesional y
la estatal. Era plural porque, bajo el común denominador de escuelas laicas, se
encontraban agrupadas como compañeras de viaje instituciones imbuidas de muy distintos
planteamientos ideológicas, y diverso porque no hacía referencia exclusivamente a la idea
tradicional de escuela (primaria o secundaria), sino que incluía otras instituciones de
carácter educativo, como casinos republicanos, ateneos obreros, etc."2.

1
Antes del sesenta y ocho el movimiento de escuelas laicas tuvo sus precedentes:
 El Colegio Internacional, fundado en Madrid por Nicolás Salmerón en 1866, antecedente inmediato de la
Institución Libre de Enseñanza (ILE): ideología reformista liberal-progresista de acentuada influencia
krausomasónica.
 Ateneos obreros: destinados especialmente a los adultos.
 Durante el Sexenio, como réplica a las escuelas religiosas y parroquiales destinadas a la infancia, y por
la ineficacia de las escuelas públicas o estatales, surgen las primeras escuelas laicas propiamente
dichas.
 La masonería, desde sus postulados seculares de neutralidad política y religiosa, y sobre la base de una
moral natural y universal, intentó crear algunas escuelas para niños, aunque todo parece indicar que
sus esfuerzos no alcanzaron el éxito (1871-73).
 Anarquistas: algunos intentos (1872-74).
 Republicanos internacionales: Madrid, Cádiz, Barcelona.
Todo parece indicar que el número de escuelas laicas fue reducido entre 1868 y 1874, tal vez por
corresponder esta etapa a una época de maduración de la idea por parte de los distintos sectores ideológicos
interesados en ella. (Cf. P. ÁLVAREZ, “Las escuelas laicas”, en DELGADO CRIADO B., op. cit., 418-420).
2
Ibid, 418-419.
54

1. LA CUESTIÓN ESCOLAR

Ahora, con la nueva situación política y legal, instaurada por la Constitución de 1876, La
Cuestión Escolar iba a ser el tema de máximo interés para la Iglesia española. Si durante el
Sexenio revolucionario la libertad de enseñanza había llegado a ser la mayor preocupación
del episcopado español3, a pesar de que los distintos grupos ideológicos apenas habían
tenido tiempo para organizarse, con la Restauración esa preocupación aumenta, cuando por
toda la geografía española "se fue tejiendo una tupida red heterogénea de centros que
adoptaron distintas denominaciones: laicos, neutrales, racionalistas, libres, etc., pero que de
manera genérica ellos mismos se autodesignaban librepensadores, en cuanto que
abiertamente se enfrentaban a la Iglesia católica"4. De todos estos grupos, la Institución
Libre de Enseñanza5 fue sin duda el más importante.

La pérdida de la Unidad Católica provocó en los prelados, en el clero y en los fieles


católicos, alentados por el Romano Pontífice, el gran movimiento de Restauración cristiana
en el que la Educación iba a tener una especial relevancia. Por su parte, las ideologías de
inspiración liberal también tenían en sus programas de reforma la enseñanza como
elemento, el más importante. Reformismo pequeño burgués, restauracionismo católico y
regeneracionismo liberal6 —un poco más tarde— coinciden y confluyen en el interés por las
aulas.

La Constitución de 1876 cambió la situación legal de muchas instituciones, contribuyó


positivamente a la responsabilidad de los católicos españoles, e influyó en la toma de
decisiones y en las acciones concretas de la Iglesia española y sus representantes. La
situación legal de la enseñanza no siempre fue la misma durante este largo período. Fue
cambiando con el cambio de gobiernos conservadores o liberales7, aunque contribuyeron
otras causas a su evolución. Junto a las disposiciones legales —y su resonancia social y
eclesial— es interesante conocer la práctica educativa, tanto de los centros estatales,
incluidas las Normales de magisterio tan relacionadas con la Compañía, como de las
múltiples escuelas de iniciativa privada, durante las décadas de los 70 y de los 80
especialmente. La tendencia secularizadora en la mayor parte de los países europeos,
influyó en la política educativa española. Enrique de Ossó estuvo muy al día de todo lo que
ocurría más allá de los Pirineos.

2. ENRIQUE DE OSSÓ Y LA COMPAÑÍA


ANTE LA CUESTIÓN ESCOLAR

En este estado de cosas surge la Compañía de Santa Teresa de Jesús, como surgen una
infinidad de congregaciones religiosas, sobre todo femeninas, cuyo objetivo era la educación
cristiana de los jóvenes8. Es el momento de regreso de algunas órdenes expulsadas en las

3
Durante los años anteriores, Pío IX había exhortado ya a los Católicos europeos a combatir, especialmente
en este campo, el avance de las ideologías de corte liberal y naturalista.
4
Cf. P. ÁLVAREZ, "Las escuelas laicas" en, DELGADO CRIADO B., op. cit., 420. También M. REVUELTA
habla de estos grupos: “una alineación de fuerzas opuestas bajo el punto de vista religioso, cada vez mejor
organizadas”. Por parte del sector anticatólico, existe un conjunto de “instituciones de espíritu e ideario
anticlerical, con métodos propios de difusión y de propaganda”. Además de los grupos políticos de izquierdas,
están los “grupos de protestantes y espiritistas, las diversas obediencias de la masonería y los numerosos
centros de Librepensamiento. Y de manera más cívica, pero con enorme influencia la Institución Libre de
Enseñanza, gran competidora en el campo educativo”.“La repulsa desde sectores eclesiásticos a estas
formaciones, no fue menos enérgica y excluyente que la de sus enemigos.” Ambos grupos “aspiraban a la
conquista de la sociedad española”.
(Cf. el artículo citado: “El anticlericalismo…”, 408.).
5
De ella hablaremos en el apartado cuarto de este capítulo.
6
Contra estos regeneradores escribe Enrique de Ossó en la Revista.
7
Ver la cronología de España, en el apéndice, donde se especifican los partidos turnantes.
8
Con anterioridad a esta fecha, durante el Sexenio revolucionario, los Misioneros del Corazón de
María, (fundados por S. Antonio Mª Claret en julio de 1849) cuyo objeto primario eran las misiones y
55
décadas anteriores, y de entrada de otras9, expulsadas también de sus países por
gobiernos liberales10.

Durante los primeros años de la Compañía, D. Enrique no se cansa de justificar la razón


de ser de esta gran obra de celo. En el artículo de la Revista Teresiana que titula "La
Compañía de Santa Teresa de Jesús", y que es como la presentación oficial de la nueva
obra teresiana, el Fundador adelanta ya lo que habrá de repetir con pequeñas variaciones
en tantísimos artículos:

"No se había de ocultar a la mirada elevada de la gran Santa que la cuestión capital
que hoy se debate entre la Religión y la impiedad, que el campo donde se da la
batalla más encarnizada es el de la enseñanza"11.

Precisamente en este mes de agosto en que la Compañía es ya "un hecho", es también


“un hecho” la ruptura legal de la unidad católica12. Ha llegado el momento de la lucha de
vanguardia en un frente de especial peligro, para el que será necesaria —como dice el
artículo— mayor audacia de sus miembros y preparación más esmerada.

Para crear esta obra grande de celo, el Espíritu Santo elige a Enrique de Ossó, el
maestro nato inclinado desde niño a la enseñanza “porque esto es cosa que muchas almas
lleva a Dios”13. Durante años había denunciado en la Revista la ignorancia cultural y
religiosa, como uno de los mayores males de la sociedad, y animaba a los lectores al
compromiso cristiano también en ese campo. Y en 1879, tres años después de la fundación
de la Compañía, confesará cómo su arraigada vocación de maestro había ido creciendo a la
par de la otra misión, la de Apóstol teresiano:

"Desde que el Señor puso en nuestro corazón el deseo de extender el conocimiento


y amor de la Heroína española santa Teresa de Jesús, hemos mirado con
preferencia todo lo que se relaciona con la educación de la juventud"14.

“La Cuestión escolar” en la Revista Santa Teresa

A continuación vamos a hacer un recorrido por la España de 1876 a 1882, respetando


la cronología de los hechos, con el fin de acercarnos directamente a la situación de la
Escuela durante los primeros años de la Compañía. Años de gestación de un proyecto y
comienzos de su andadura educativa. La Revista Santa Teresa será para nosotros la
ventana abierta al mundo y la caja de resonancia de todo lo que ocurre dentro y fuera de la
nación.

los ejercicios espirituales, se incorporan al apostolado de la enseñanza cristiana como forma apostólica
prioritaria. Es interesante leer la carta del P. CLARET (Roma y julio 16 de 1869) a don José Xifré, Superior
General de la Congregación, en la que le da instrucciones para que la congregación asuma esa nueva forma
de apostolado: “Hoy hace 20 años que Jesús y María dieron principio a la santa Congregación; y se ha seguido
hasta aquí, en que el Señor ha permitido esta persecución que estamos sufriendo, no para extinguirla, sino
para aumentarla y dilatarla. […] Como Superior General, cuando lo permitan las circunstancias y usted lo
considere oportuno, puede nombrar uno o dos que tengan buena letra, etc., para tener escuela de niños, para
hacer lo que practican los Hermanos de la Doctrina Cristiana que hay tantos en Francia, Italia, etc., y que tanto
bien hacen; yo creo que en la actualidad son los que hacen más bien a la Iglesia, y de los que más se debe
esperar. Esta misión especial, Dios y la Virgen la tienen reservada singularmente en España a la
Congregación. No quiero decir con esto que todos se deban ocupar en estas escuelas […]. Estas escuelas irán
creciendo según con qué fidelidad correspondan a la gracia. Dios y la Santísima Virgen traerán sujetos a
propósito […]. No se alarme ni piense que todos se han de poner a enseñar. Ya he dicho cómo se ha de
proceder”. ( Carta Nº 251 de J. BERMEJO (ed.) San Antonio María Claret. Cartas Selectas, BAC, Madrid 1996,
553-555).
9
Salesianos, Marianistas, Maristas, etc. entran en esas fechas.
10
Cf. ANEXOS III y IV: España y Europa en el siglo XIX.
11
Cf. RT Nº 47, agosto 1876, 306.
12
La pérdida legal de la unidad católica hay que asociarla a la aprobación y promulgación de la nueva
Constitución, en junio de 1876.
13
En un artículo veladamente autobiográfico, lo dice D. Enrique de sí mismo. Cf. RT Nº 64, enero 1878, 100.
14
RT Nº 85, octubre 1879, 3.
56

Nos interesa conocer todo lo relacionado con la educación, para hacernos una idea, lo
más objetiva posible, de aquel momento. Las leyes —la política educativa de los gobiernos
de turno— y cómo eran interpretadas por el episcopado español o incluso por la Santa
Sede. La situación de las escuelas estatales, en España y en los países europeos que
marcan la pauta de la libertad y el progreso. La pluralidad de escuelas de iniciativa privada
no católicas, su influencia ideológica en las nuevas generaciones y su aceptación social.

Una muestra de todo esto la encontramos en la Revista. Leyéndola estaremos más


capacitados para conocer e interpretar la resonancia que tuvo esta situación social en D.
Enrique y cómo influyó en los orígenes y la orientación de la Compañía de Santa Teresa
de Jesús. Los artículos hacen referencia a los hechos, pero nunca faltan los comentarios de
Enrique de Ossó, en nombre propio o como “el Director”, “El Solitario”, o bajo otros
pseudónimos. Su deseo de formar la opinión de los lectores, su interés por despertar la
conciencia de los católicos, e incluso su pretensión de comprometer a “ todos los devotos
teresianos” en la fundación de la Compañía y en la construcción de la Casa-colegio de
formación en Tortosa, es evidente en la selección de artículos que ofrecemos.

Presentamos, por fin, la pequeña antología, indicando el acontecimiento que ha dado pie
a ese artículo.

Bajo la influencia de la Constitución y la ruptura legal de la Unidad Católica

30 de junio de 1876: se promulga la Constitución


Inmediata reacción de los católicos españoles15.
Octubre: Peregrinación de 10.000 españoles a Roma a protestar su fe católica. Pío XI les
exhorta a la “Unidad y concordia de los buenos”. El Discurso papal lo publica la RT de
Noviembre16.

RESPUESTA DE ENRIQUE DE OSSÓ

En los meses sucesivos, Enrique de Ossó escribe tres artículos titulados “Organicémonos”,
exhortando a la organización de las fuerzas católicas. Y coincidiendo con Organicémonos
III, en febrero de 1877, inicia una serie de artículos interesantísimos, expresión de su
filosofía de la educación y “prueba” fehaciente de la oportunidad de la Compañía en
aquellas circunstancias concretas.

A través de 12 artículos publicados a lo largo de dos años, se descubren sus verdaderas


preocupaciones apostólicas y la estrecha relación que hay entre todas ellas. Dedica los
primeros artículos al tema del sacerdocio y la necesidad de promover las vocaciones
sacerdotales. Con agudeza pasa enseguida a tratar del fundamento de la vocación
sacerdotal, la educación, recibida en la escuela y muy principalmente en la familia.
Argumenta, en los siguientes, la importancia de la madre y de las maestras católicas, es
decir, la misión educativa de la mujer. Y cuando ya tiene el terreno preparado, habla —
primero veladamente y después abiertamente— de “la obra de la mayor gloria de Dios“, la
Compañía.

Tal variedad de aspectos interrelacionados, tratados a lo largo de los meses, obliga a


preguntarnos cuál es el tema central de aquella serie. Es interesante observar la evolución
incluso del título. Mientras el primer artículo lo titulaba: “La Obra de las Vocaciones
Eclesiásticas, bajo la protección de San José y Santa Teresa”, a partir del 2º —en el que
introduce a la Archicofradía como continuadora de la obra del Carmelo en su oración por los
15
La RT de septiembre de 1876, 337-339, e incluso de los meses anteriores anuncia y anima a la peregrinación.
Todo el Nº40, de octubre 1876 está dedicado al tema de la Peregrinación, al de la Unidad católica, y a Santa
Teresa (Cf. RT 1876-1877, 6 y ss.).
16
Titulado: “Discurso de su Santidad a los romeros españoles”, en RT 1876-77, 29-32).
57
sacerdotes—amplía el título: “La Obra de la Mayor Gloria de Dios, o sea la obra de las
vocaciones eclesiásticas bajo la protección de San José y Santa Teresa”. Y a partir de este
momento —sutilmente, casi imperceptiblemente—, irá conduciendo su discurso hacia la
necesidad de la Compañía. En algún artículo llegará a decir: “La obra de la mayor gloria de
Dios, la obra de santa Teresa en este siglo, la Compañía de Santa Teresa de Jesús”.

Presentamos, sin comentario, los fragmentos más significativos de estos artículos, para
que el lector pueda observar por sí mismo la secuencia progresiva del discurso, orientado
hacia la Compañía. Únicamente señalamos los acontecimientos de política educativa —
dentro y fuera de España— o las exhortaciones del Papa o de los obispos, que han podido
influir en los escritos.

 Diciembre de 1877, Importancia educativa de madres y maestras:

“Vimos que los primeros fundamentos en que descansa tan santa obra son la
educación de los padres y la enseñanza del sacerdote y de los maestros […] y hoy
vamos a tratar la PARTE PRINCIPAL que las madres y maestras desempeñan en
esta parte. No se puede negar en primer lugar que las madres son las encargadas
por la Providencia para formar el corazón de sus hijos e imprimir, como en blanca
cera, las imágenes de la virtud y de la santidad […]. De ahí es que, a pesar de los
males que afligen a nuestra sociedad, no desconfiamos de su curación mientras
haya madres católicas […]. Mas ¡ay de España! ¡Ay del mundo el día que nos
falten!. No habrá ni siquiera esperanza de regeneración posible. La mujer es como
el sacerdote de la familia, ¡ay pues, de la familia el día que el sacerdote se vuelva
hereje o indiferente! […]. Por ello habiéndolo comprendido la impiedad y la religión,
en este terreno traban su principal combate, toda su más principal batería se dirige
a conquistar este baluarte, pues quien quede en completa posesión de él será
dueño de todo el mundo. En esta formación de buenas hijas, que con el tiempo
serán buenas madres o vírgenes cristianas, le corresponde una muy principal parte
a la maestra católica, y en ciertos casos los más comunes hoy, lo debe hacer
todo”17.

 Enero de 1878, Misión insustituible de la madre. La influencia de Micaela en Enrique

“Que las madres lo pueden hacer todo por este punto [formación de los corazones
de sus hijos y en la vocación eclesiástica] es cosa fuera de toda duda […]. Por ello
no tememos afirmar que si no trabajamos por cristianizar las madres de familia,
dentro de algunos años apenas habrá vocaciones eclesiásticas. Pero Dios que es
próvido en todas sus cosas, y que al lado del mal hace brotar el remedio, parécenos
ha querido proveer el remedio a esta SUPREMA NECESIDAD moviendo no pocos
corazones generosos que se disponen en el retiro y silencio con la oración y estudio
PARA REGENERAR AL MUNDO, EDUCANDO CRISTIANAMENTE A LA
JUVENTUD FEMENIL, según el espíritu de la hidalga heroína española Teresa de
Jesús. Hoy la Santa conserva este deseo vivo, porque es más urgente y grave la
necesidad. Es IMPOSIBLE QUE HAYA BUENAS MADRES, DIGNAS ESPOSAS, si
no SE FORMAN Y EDUCAN BUENAS HIJAS […]. Y por desgracia escasean más
semejantes maestras […]. Hay en España y se están formando muchas jóvenes
que vendiendo su conciencia […] trabajan por adquirir el título de maestras,
prestando antes juramentos nefandos […]. Pues lo que para muchos de nuestros
lectores es sólo un deseo, es —podemos decir con toda verdad— un hecho,
aunque no tan glorioso como deseamos, al menos consuela y en esperanza
muestra frutos de bendición y de salud que ha de dar a las gentes, para toda
España, y quizás para todo el mundo. Y esta es la obra de la COMPAÑÍA DE
SANTA TERESA DE JESÚS, de la que hemos hecho otras indicaciones algunas
veces, y que deseamos dar a conocer a nuestros lectores. DIOS HA INSPIRADO

17
“La Obra… IV bis, RT, en EEO III, 837-840.
58
SIN DUDA ESTA IDEA para que, traduciéndose en obra, HAGA FRENTE A TAN
URGENTE NECESIDAD […]. A nosotros nos toca empezar esta obra de mayor
gloria de Dios, a nuestros lectores y amantes teresianos continuarla, concluirla […].
De este modo la obra y el pensamiento de la Santa de nuestro corazón será
completo, y SATISFARÁ PLENAMENTE TODAS LAS NECESIDADES DEL SIGLO
XIX”18.

En Francia se está preparando la famosa Ley Ferry de secularización de la


Enseñanza.

 Febrero de 1878, La Instrucción es la palanca y la Compañía semilla que ha de


germinar

“Decíamos al empezar esta serie de artículos, que EL CAMPO ESCOGIDO HOY


PREFERENTEMENTE POR LA REVOLUCIÓN ATEA PARA DAR LA SUPREMA
BATALLA Y APODERARSE DEL MUNDO, ES EL DE LA ENSEÑANZA. Ha visto
que la INSTRUCCIÓN ES LA PALANCA QUE HA DE REVOLVER EL MUNDO y
quien sea dueño de la enseñanza será dueño del mundo […].
Estas ideas nos las han sugerido la lectura de artículos de fondo de los periódicos
del vecino imperio, donde va a ser luego, si Dios no lo remedia, la enseñanza
obligatoria, gratuita, laica […]. A este fin la Revolución mansa y la Revolución fiera
tiene su cenáculo y sus apóstoles, a quienes preparan en silencio, les adiestran en
el misterio de la iniquidad, y los envían luego por todo el mundo diciéndoles: Id y
enseñan a todos los pueblos a vivir sin Dios, sin ley, sin conciencia […] En nuestra
católica España se ha intentado lo mismo […] no debemos dormirnos ni fiarnos en
las apariencias […].
Dios ha hecho sanables las naciones[…] una de estas semillas es sin duda LA
ENSEÑANZA Y LA EDUCACIÓN DE LA JUVENTUD femenil según el ESPÍRITU
DE SANTA TERESA de Jesús, por medio de su COMPAÑÍA de animosas jóvenes
[…]. Dos años hará el 2 de abril que EL SEÑOR NOS INSPIRÓ ESTE
PENSAMIENTO19 […]. Es, pues, esta pequeña grey teresiana el grano de mostaza
que ha de ser mortificado y vivificado, que ha de crecer y extender sus ramas
benéficas por España y aun por todo el mundo […]. Si persevera ésta siendo fiel a
la gracia recibida, obrará igual maravilla en este siglo XIX, que es el siglo del
egoísmo, de la ignorancia y del orgullo”20.

7 de febrero de 1878, muere Pío IX.

La RT de febrero está dedicada casi en su totalidad al Papa21.

 Marzo de 1878, La Compañía de Santa Teresa de Jesús viene a dar respuesta …

18
“La Obra…” V, EEO III, 841-845.
19
Indica también cómo “un año después en Italia, el celoso y sabio sacerdote director de la revista mensual
llamada Stella del Carmelo, destinada a dar a conocer a Teresa de Jesús, funda en Siena un colegio
dedicado a la enseñanza con el título de santa Teresa de Jesús, con el mismo fin que el nuestro […]. El
Obispo de Eumenia abunda en los mismos deseos que nosotros y, excepción de algunos ligeros detalles, su
plan de regenerar el mundo por medio de la educación de la mujer según el espíritu de santa Teresa de
Jesús es idéntico al nuestro…Es que Dios inspira esta obra en España, Italia y América, a fin de que
multiplicados los obreros teresianos celen la mayor gloria de Dios en mayor escala y abrasen el mundo en el
amor de Dios”. A continuación el artículo hace una preciosa síntesis del espíritu y la misión de la Compañía.
20
“La Obra…” VI, EEO III, 845-849.
21
La RT de febrero 1878 está prácticamente dedicada a Pío IX. Aparece, entre otras cosas, “El Testamento de
Pío IX o sea su último discurso: “Sus últimas palabras fueron un eco de la vida. Inculcóles el trabajar con zelo
por la conversión de los pecadores y por la instrucción cristiana…Buscad a los ignorantes, instruidlos con
celo.”(p. 140-141). La última encíclica del Papa “Luctuosus” habla también muchísimo de la educación
cristiana. Publicada en RT abril de 1877, 190 y ss.
59
“Si no hubiéramos estado ya plenamente persuadidos de la necesidad de la
enseñanza cristiana en nuestros días, la voz augusta de nuestro amantísimo Padre
Pío IX, de feliz memoria, hubiera sido suficiente para convencernos de esta verdad
[…]. Se trata de elevar un monumento digno a nuestro inmortal Pío IX; y creemos
que ninguno podría perpetuar más dignamente su memoria que el que se consagra
a buscar los ignorantes e instruirlos en celo […]. Este monumento ¿no puede ser en
parte la Compañía de santa Teresa de Jesús? […] ¿No ha de ser ésta una de las
más fecundas obras, la que ha de dar más excelentes y mayores resultados
prácticos en BIEN DE LA IGLESIA Y DE LA SOCIEDAD? Otras buscan las ramas;
LA COMPAÑÍA VA DERECHAMENTE AL CORAZÓN. El corazón de la familia es la
mujer: mejorando el corazón, el principio, todo estará sin advertirlo mejorado”22.

Aprobación de las “bases de la ley de instrucción Pública”.

Marzo de 1878: Está a punto de entrar en vigor una nueva Ley de Enseñanza que se
discutía desde hacía meses. Ya en 1877, el ministro de Fomento, conde de Toreno había
presentado para su aprobación a las Cortes y al Senado las “Bases para una Ley de
Instrucción Pública”23, que ofrecía un cauce legal a la tolerancia y la libertad de creación de
centros docentes, de acuerdo con los artículos 11 y 12 de la Constitución.

A estas “Bases” se oponen los obispos apoyándose en el Concordato y en la afirmación


del Estado Confesional.

 Abril de 1878. Rechazo de las llamadas “Escuelas Especiales” para los no católicos.

“Nos amenaza ya de cerca lo que tanto habíamos temido […]. Rota la Unidad
católica, trátase por los representantes de la Nación de amparar la enseñanza del
error como una consecuencia ineludible de la libertad de cultos. Ante este gravísimo
problema, los Prelados han dado un grito de alarma para conjurarlo, y creemos que
no podemos hacer otra cosa mejor a favor de nuestros lectores que transcribirles
los mejores párrafos de la magnífica y razonada exposición que el excelentísimo
señor Arzobispo de Granada con sus sufragáneos han elevado a las Cortes el 8 de
marzo del presente año. Dice así:

“Tenemos la necesidad de llamar la atención a los señores diputados hacia dos


puntos importantes consignados en las Bases que estamos examinando: es el
primero el de las escuelas especiales que según la base 9ª se permite establecer a
los disidentes del culto católico para los que no profesen sus creencias religiosas
[…]. Se refiere el segundo a la declaración que se hace en la base 10ª de que es
obligatoria la primera enseñanza […]. Dos escollos han de evitar los legisladores
supremos de la nación católica por excelencia […], a saber, el escollo de
secularizar y humanizar la ciencia, separándola de Dios y de su Religión, sin tener
en cuenta el orden sobrenatural; y el segundo escollo de separar la instrucción
pública, la educación de la juventud y los establecimientos enseñantes de la
autoridad, inspección y vigilancia de la Iglesia católica”24.

 Mayo 1878, “Desde la Soledad”, Llamada de atención sobre la amenaza de la Ley

“España está enferma de gravedad. Síntomas los más alarmantes […] hacen
pronosticar días pésimos […]. La propaganda protestante ayudada del oro y de la
impiedad de muchos […] cada día muestra más descaro y confianza en sus
fuerzas. Dos síntomas queremos hacer notar a nuestros lectores entre los miles de
disolución […]. Uno es el empeño de conceder escuelas a los que ya tienen
22
“La Obra…” VII, EEO III, 849-852.
23
Cf. F.MONTERO, en DELGADO CRIADO B., op. cit., 284.
24
“La Obra…” VIII, EEO III, 852-858.
60
templos en nuestra España. Al amparo de las leyes se piden escuelas, esto es,
libertad legal para enseñar doctrinas en abierta oposición de los dogmas de la fe
católica […]. Quieren sembrar el peor [germen] de todos, cual es la enseñanza del
error y de la herejía escudada por las leyes de una nación católica. ¡Quién es capaz
de medir la profundidad del abismo que abre esta disposición!. No tememos el
protestantismo por el proselitismo que puede hacer, pues anda recorriendo el mar y
la tierra por hacer uno, y no lo logra; pero le tememos porque si es impotente para
hacer fieles protestantes, es muy poderoso para hacer malos católicos entre la
gente sencilla o indiferente25 […]. El otro síntoma es lo que va sucediendo en
algunos pueblos, donde unos cuantos protestantizados o impíos tiranizan de un
modo brutal a todos los católicos […]. ¿Qué hacer entre tanto? Orar y obrar…” El
Solitario.26

Primera Encíclica de León XIII, Inescrutabili (21 de abril 1878).

Publicada en la Revista Teresiana de Mayo 187827. Es el escrito programático de su


Pontificado, sobre “el significado y la misión social de la Iglesia y el Papado. Sobre los males
de la sociedad, sus causas y su curación”. El programa de su gobierno, esbozado en esta
encíclica tiende a la conciliación, es decir, hacia la cristianización de la vida moderna y la
modernización de la vida cristiana28.

 Junio 1878, La Enseñanza, hoy y siempre, será la palanca que remueve el mundo

“La CUESTIÓN DE LA ENSEÑANZA ES LA CAPITAL entre todas las cuestiones


que pueden promoverse. SIEMPRE esta cuestión LLAMARÁ
PREFERENTEMENTE LA ATENCIÓN entre todas, PORQUE ES LA PALANCA
QUE REMUEVE EL MUNDO. De ella puede decirse […] que es la Suma del
Cristianismo. PREDICAD EL EVANGELIO A TODA CRIATURA; ENSEÑAR A
TODAS LAS GENTES; predicad el evangelio a todo el mundo. HE AHÍ EL
PROGRAMA DEL MAESTRO del mundo, del que es CAMINO, VERDAD Y VIDA.
[…]. Oigamos la voz del actual Pontífice que recuerda a sus Hermanos […] “el
deber de cuidar con todas sus fuerzas que la semilla de la celestial doctrina sea
esparcida […] y que desde los más tiernos años se infunda en las almas de los
fieles las enseñanzas de la fe católica”.
“Cuanto más se afanen —prosigue el Sumo Pontífice León XIII— los enemigos de
la Religión por enseñar a los ignorantes, y especialmente a la juventud, doctrinas
que ofuscan la mente y gastan el corazón, tanto mayor debe ser el empeño […]”.
Y en esta cuestión capital, ¿qué papel desempeña la mujer? Importantísimo.
Oigamos al mismo Sumo Pontífice cómo nos lo explica en su magna alocución
antes citada […]:
“Por esto la buena educación de la juventud, debe empezar desde los más tiernos
años en el seno de la familia”.
Pero ¿cómo empezar esta educación en el seno de la familia, si esta familia no
existe? Nuestro primer cuidado debe ser en este caso trabajar por FORMAR ESTA
FAMILIA, al menos la que es la piedra fundamental: LA MUJER, la madre. Y como
no existen estas madres naturales, menester es que tomen este cargo, el más
importante de todos, OTRAS MADRES A QUIENES EL AMOR DE JESUCRISTO

25
M.MENÉNDEZ PELAYO en su Historia de los heterodoxos españoles II (1882), documenta exhaustivamente
la presencia de los Protestantes en España, y también habla de la poca relevancia del protestantismo
español. Dice textualmente casi lo mismo del artículo: “No hubo rincón en España adonde no llegase algún
pastor protestante o algún expendedor de Biblias, sino que las ovejas no acudieron al reclamo. Lo que en
España se llama protestantismo es una farsa harto pesada […] las hojas y los folletos y las Biblias se
reparten como si se tirasen al mar, y suelen morir intactas y vírgenes en manos de los riosos que las reciben”
( op. cit., 1149-1150).
26
RT 1877-78, 226-228.
27
RT 1877-78, 217-226.
28
Cf. Historia de la Iglesia XXV , Edicef, 47 y ss.
61
HA PUESTO ENTRAÑAS DE MADRE. Y en este caso están las maestras católicas
[…]”29.

En 1879 el Gobierno de Cánovas restablece a las religiosas los derechos


concedidos en la Ley de 1857, suprimidos con la Revolución de 1868.

La Ley del 57, en el art. 153 decía así: “El gobierno podrá dar autorización para abrir
colegios y escuelas de primaria y secundaria a las instituciones religiosas de ambos sexos
legalmente establecidas en España, cuya finalidad sea la enseñanza pública, dispensando a
sus jefes o profesores del título y de la caución que exige el art. 150”30.

Esta decisión del Gobierno no tuvo eco en la Revista31.

1880 “Ley Ferry”32. Por fin, el 29 de marzo de 1880 triunfa en Francia esta Ley de
secularización de la Enseñanza y supresión de las órdenes religiosas docentes.

Este hecho afectará de manera especial a Enrique de Ossó, quien en el mes de abril
escribirá varios artículos en la Revista con el fin de concientizar a los lectores de la
gravedad de la situación europea. Amenaza, por otra parte, también para España.

 Abril de 1880: “Secularización de la Enseñanza” y estrategia de la Compañía

“Ésta es la última de las secularizaciones, pero la más trascendental, que corona el


edificio de la revolución atea. Hasta hoy la revolución veía que todas sus conquistas
serían parciales, pasajeras, que poco o nada servirían a sus planes si no se
apoderaban de las inteligencias por medio de la enseñanza […]. Hoy como siempre
se disputan el imperio de las almas Dios y el demonio, la virtud y el vicio […]. El
hombre en vez de Dios. El Estado en vez de Dios. A esta idea responde otra
palabra: secularización; nada de religión.
“ID Y ENSEÑAD A TODAS LAS GENTES LO QUE YO OS HE MANDADO”, decía
Jesucristo a sus Apóstoles […]. Pues si los hijos de Dios han de hacer algo para
RESTAURAR TODAS LAS COSAS EN CRISTO, preciso es que trabajemos en el
mismo campo que quieren destruir los enemigos. Nos lo ha advertido además
nuestro vigilantísimo padre León XIII33 […]. ENSEÑEMOS AL IGNORANTE,
CONFIRMEMOS EN LA FE AL DÉBIL […], cuando esto no podamos al menos
oremos para que el Señor envíe a su Iglesia multitud de sabios y santos
sacerdotes, multitud de almas generosas y decididas que consagren su talento y su
vida, sus bienes naturales y sobrenaturales al apostolado de la oración, enseñanza
y sacrificio. DONDE HAYA UNA ESCUELA SECULARIZADA SIN DIOS,
LEVANTEMOS ENFRENTE UNA ESCUELA CATÓLICA […] QUE FORME A
CRISTO JESÚS EN LAS TIERNAS INTELIGENCIAS POR LA INSTRUCCIÓN Y
EN LOS CORAZONES POR LA EDUCACIÓN”34.

29
“La Obra…”IX, EEO III, 858-861.
30
Cf. B. BARTOLOMÉ MARTÍNEZ , op. cit., 588.
31
Enrique de Ossó nunca se acogió a estos privilegios o dispensas de titulación oficial, para las de
la Compañía, como veremos en el capítulo cuarto B, apartado 8: “No aceptan privilegios”.
32
Decretos de 29 de marzo de 1880 (Cf. Espasa, Vol. 23, 1104). Francia, Bélgica, Alemania e
Inglaterra, sobre todo, son las naciones que nos preceden en la secularización de la enseñanza,
en la propuesta de una escuela laica, obligatoria y gratuita. Son muchos los artículos de la RT de
estos años y las noticias breves en Crónicas del Extranjero que se refieren a estos hechos. Pero
esta Ley del 29 de marzo, tuvo una resonancia especial en el Fundador de la Compañía. En la
Revista de abril publica un artículo titulado “La secularización de la enseñanza”, en el que intenta
concientizar a los lectores de la gravedad de la situación.
33
La RT de mayo 78 publicó íntegra la Encíclica programática del pontificado de León XIII
“Inescrutábili”.
34
RT, en EEO III, 882-885.
62

 Abril 1880 Desde la Soledad: Reflexión en momentos de dolor, desde la Pascua:

“Ha resucitado el Señor! ¡Aleluya!!. He aquí un grito que resuena ha diez y nueve
siglos en el mundo cristiano, que llena de consuelo, alegría y aliento a los fieles, y
causa horror a los perseguidores de Cristo […]. Triunfó, es verdad, el divino Rey, de
la muerte y del infierno […] pero sí que trabaja [el infierno] por dominar en sus
miembros y en su Esposa santa, la Iglesia católica. Tenemos dentro de nosotros el
fomes peccati, que de continuo nos combate incitándonos al mal […]. Mucho tiene
que sufrir y luchar, pues sus enemigos son fieros y no cejarán en su empresa
mientras dure este siglo […]. Y vosotras, almas que yacéis todavía en el sepulcro
del pecado, ¡levantaos y os iluminará Jesucristo”35

 Abril 1880: “Oremos por Francia”, la nación que ejerce más influencia en Europa. En
nombre de las libertades, persigue a los religiosos

“Hay una nación generosa que parece ser destinada por la Providencia, ya por su
posición topográfica, ya por su carácter y por su historia, a ejercer grandísima
influencia en el mundo civilizado. Su lengua, sus leyes, sus costumbres, y hasta sus
caprichos se imponen sin apenas percibirlo, a todos los pueblos, si no andan muy
advertidos. Mas esa nación, a la que llamamos Francia, no escarmentada con los
elocuentes y horrorosos desastres de su historia del 93 y de la Commune de
nuestros días, parece quiere coronar la obra de sus desaciertos consumando toda
iniquidad, arrojando de su seno a los sabios y virtuosos Jesuitas, y tratando de
disolver todas las Congregaciones de enseñanza por el único crimen de ser
religiosas […]. Y esto en nombre de la libertad de conciencia, libertad de cultos,
libertad de enseñanza y qué sé yo cuántas libertades […]. Mas lo que pasa en
Francia pasará luego en España, pasará en Italia, en todo el mundo, pues la
conspiración contra todo lo que esparce el buen olor de Cristo es universal […]. Son
religiosos o religiosas, esto es, con la verdad científica, natural quieren enseñar la
verdad moral, las verdades de la fe o sobrenaturales, y entonces exclama el
sanedrín de los flamantes regeneradores de hoy día: reo es de muerte […].
¿Lograrán sus planes de destrucción? Las oraciones y sacrificios que hagamos por
Francia, y en general por el mundo, responderán a esta pregunta […]. Oremos por
Francia, por España, por el mundo. E. de O.36.

Durante cinco meses, de mayo a septiembre de 1880, Enrique de Ossó escribe otra
serie de artículos “Adversus Dominum et adversus Christum ejus”, subtitulados: “Oremos por
Francia y por Europa cristiana”. Como casi todos los de la Revista, son una invitación a la
toma de conciencia, a “despertar del sueño de la irresponsabilidad”. Escritos en tono
profético decimonónico, sin ahorrar expresiones tremendistas. Terminan con la llamada a la
confianza y al compromiso cristiano: “orar y actuar”.

Presentamos sólo algunos párrafos que hablan de Educación:

 Mayo 1880: En la Educación se juegan los más importantes intereses de Jesús


“La batalla es lo que pasa en Francia; el campo es la enseñanza; porque
apoderándose de ella, la conquista será segura, perpetua […]. Si tenemos celo por
los intereses de Jesús no estemos callados, no miremos impasibles e indiferentes
en esta lucha: se juegan allí los intereses de Cristo, la salvación de miles de
almas”37.

35
RT 1879-80, 172-174.
36
RT 1879-80, 174-175.
37
RT, en EEO III, 868-670.
63
 Junio 1880: Destrucción de los colegios católicos

“Más de 30.000 religiosas de enseñanza serán expulsadas de sus colegios, todos


los colegios de los Jesuitas serán cerrados, y las comunidades religiosas con
pretextos fútiles por fin serán destruidas […] Oremos sin cesar por Francia […],
porque cegadas las fuentes de la enseñanza católica es imposible toda
restauración cristiana”38.

 Julio 1880: Expulsión de los Jesuitas

“Se ha consumado ya la iniquidad anunciada: Los hijos del gran Ignacio de Loyola,
como si dijéramos la avanzada de las Órdenes Religiosas, acaban de ser arrojados
de su domicilio por la violencia de un Gobierno que se dice protector de la libertad e
igualdad de sus súbditos […]. Orar por Francia y por Europa cristiana”39.

 Agosto 1880: La “Liga de la Enseñanza”, educación laica y atea

“La masonería francesa aceptó esta resolución de sus hermanos de Bélgica, y se


asoció a los esfuerzos hechos para hacer la instrucción gratuita, obligatoria y laica.
Laica, no solamente dada por seglares, sino separada de toda religión, y para este
fin de edificar una SOCIEDAD NUEVA, únicamente basada en la ciencia y en la
instrucción, se formó la Liga de la Enseñanza. Esto se decía y se escribía en 1876.
Y lo que pasa en 1880 no es más que el cumplimiento parcial de una parte del
programa de destrucción”40.

 Septiembre 1880: La masonería imita el “proselitismo” católico, para sus fines

“Decíamos en el artículo anterior: “para edificar una sociedad nueva, únicamente


basada en la ciencia y en la instrucción […]. Arrojadas en estos días de las
escuelas públicas de París las religiosas que enseñaban a conocer y amar a
Jesucristo, han sido sustituidas por maestras seglares, algunas de las que habían
figurado en los delirios y orgías de la Commune. Oigamos algunas preciosas
confesiones de los amigos del Gobierno actual francés […]:
“Es útil que la masonería no se limite a hablar, sino que es menester que obre. El
clericalismo sabe muy bien que el procedimiento más seguro para reclutar, es
poner la mano sobre la instrucción y la educación. Dirijamos pues las ideas del siglo
hacia la instrucción obligatoria, gratuita, laica. Hagamos más, fundemos más
escuelas. Probemos a los clericales, que no es necesario para hacer los actos de
beneficencia, vestirse con el ridículo traje de los Hermanos de la ignorancia o de las
Hermanas de la caridad. Imitemos su celo. Ellos hacen la propaganda a favor del
oscurantismo: ¿por qué nosotros no la hemos de hacer por la luz? Ellos piden la fe;
pidamos la razón. Ellos predican por la revelación, prediquemos para la ciencia.
Ellos ejercen el proselitismo y llenan sus iglesias. Hagamos lo mismo y
abastezcamos nuestras columnas. Imitémoslos, pues, en lo bueno que tienen;
tengamos como ellos el valor de nuestra opinión y la perseverancia en nuestras
empresas”.
He allí descrito todo su plan de batalla contra Dios y su Cristo”41

38
RT, en EEO III, 870-873.
39
RT, en EEO III, 873-875.
40
RT, en EEO III, 875-878.
41
RT, en EEO III, 879-881.
64
3. EL PRIMER CONGRESO PEDAGÓGICO
Y LA INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA.

En 1882 se celebró en Madrid el Primer Congreso Nacional Pedagógico, solicitado desde


hacía años por los nuevos maestros. Fue apoyado por el Gobierno liberal de Sagasta e
impulsado en su organización por los intelectuales de la Institución Libre de Enseñanza (ILE)
que, sin título ni oposiciones, se habían interesado por la pedagogía. Éstos, llamados
“pedagogos de laboratorio” —que reclamaban con urgencia una amplia reforma de las
Normales y de la formación del profesorado—, fueron el blanco de las críticas de los nuevos
maestros, formados en las primeras Escuelas Normales.

Es éste el momento en que la ILE se presenta en sociedad con una nueva preocupación
pedagógica que no manifestó en sus comienzos. Había nacido, como la Compañía de santa
Teresa de Jesús, en el verano de 1876, pero —además de las diferencias ideológicas,
fundamentales— esta Institución “se había formado con la flor y nata del claustro
universitario”42, por un grupo de catedráticos krausistas43 de la Universidad Central, que un
año antes, había protestado y dimitido por la limitación oficial de su libertad de cátedra44. En
1876 la ILE nacía con una finalidad científica, una especie de Universidad privada, que
inmediatamente pudo empezar a funcionar impartiendo clases a los alumnos de nivel medio
y superior45:

“Se constituye una Sociedad, cuyo objeto es fundar en Madrid una Institución libre,
consagrada al cultivo y propagación de la ciencia en sus diversos órdenes,
especialmente por medio de la enseñanza”46.

Enseguida, por diversas razones, la Institución cambió de perspectiva: Se habla del


incremento numérico de la segunda enseñanza, y se introduce la primera enseñanza. La
preocupación científica y la defensa de la libertad de cátedra, recalcadas en los primeros
documentos, se traducen en compromiso educativo:

“La Institución no se propone tan solo enseñar e instruir, sino a la vez, educar. Para
ello tiene que atender, tanto por lo menos como a la inteligencia de sus alumnos, a
sus sentimientos y a sus acciones; tiene que cuidarse de los más mínimos

42
La frase está tomada de un artículo que publicó la RT de octubre de 1879, al que más adelante haremos
alusión. Cf. EEO III, 866.
43
Se llama Krausistas a los discípulos de KRAUSE (1781-1832), filósofo y pedagogo alemán de orientación
panteísta y masónica, con quien se formó J. SANZ DEL RÍO (1814-1869), transmisor y difusor en España del
pensamiento krausista. Becado por el gobierno español, Sanz del Río, había viajado, en 1843, a París,
Bruselas y Heidelberg, donde estudió la filosofía de Krause. En 1844 regresa a España, y sigue traduciendo a
Krause. En 1854 obtiene la cátedra de Historia de la Filosofía en la Universidad Central, de la que es
expulsado por heterodoxia políticorreligiosa en 1867, siendo repuesto en 1868 tras la Revolución. Falleció en
12 de octubre de 1869. No llegó a sistematizar su pensamiento pedagógico. Las ideas sueltas de sus escritos
siguen muy de cerca las ideas filosóficas y pedagógicas de Krauser.
Desde la muerte de Sanz del Río, en octubre de 1869, sus discípulos —ya profesores universitarios muchos
de ellos— representan el pensamiento y la pedagogía krausista, que en España iniciará un movimiento
intelectual y pedagógico de reforma, canalizado en la Institución Libre de Enseñanza, de enorme
trascendencia. En la práctica, krausismo e ILE o institucionalismo se identifican.
44
”Las medidas dictadas por el conservador Orovio, ministro de Fomento, habían sido, en síntesis, las
siguientes: en el mes de febrero de 1875 fueron derogados dos artículos de un real decreto precedente
(1868), en los que se declaraba la libertad de textos escolares y se eximía a los profesores de la obligación
de presentar el programa de su asignatura. Una circular, publicada por el mismo Orovio, iba aún más lejos:
exhortaba a los rectores de las universidades a que no tolerasen, en los establecimientos sostenidos por el
Gobierno, la enseñanza de “otras doctrinas religiosas que no sean las del Estado”, y que no permitiesen
“explicación alguna que redundara en menoscabo de la persona del rey o del régimen monárquico
constitucional”. Los profesores krausistas que manifestaron su decisión de no acatar tales disposiciones
fueron separados de sus cátedras. Giner de los Ríos […] no sólo fue separado de la cátedra, sino también
confinado en Cádiz. Análogas medidas se tomaron con Salmerón y Azcárate”. (J. Mª. PRELLEZO, en B.
DELGADO CRIADO (Coord.), op.cit., 438-439). En el capítulo primero, hemos aludido ya a este hecho,
transcribiendo la opinión de Marcelino Menéndez Pidal.
45
Cf. V. CÁRCEL ORTÍ, op. cit., 485-490.
46
Artículo 1º de “Estatutos de la Institución Libre de Enseñanza”, en Revista de Educación 243 (1976), 109.
65
pormenores de su conducta para enseñarles a vivir, no meramente a pensar y
estudiar”47.

Esta transformación de la ILE se había iniciado ya en el curso 1878-1879 por influjo de


algunos de sus miembros, muy especialmente Francisco Giner de los Ríos48, alma y texto
viviente49 de la Institución. Para él, la regeneración social es fundamentalmente un problema
de educación:
“Yo no sé si por ley de la naturaleza, mas de seguro sí por la del tiempo, entre estas
fuerzas civilizadoras de nuestra sociedad, corresponde el primero y más íntimo
influjo a la enseñanza”50.

En el Congreso Pedagógico de 1882, además de los enfrentamientos con los maestros


nuevos o normalistas, se creó también una polémica entre la tendencia reformista de la ILE
y la tendencia educativa católica tradicional. Los pedagogos de la Institución se proponen
“seguir todas las innovaciones, todas las ideas, todas las evoluciones de la ciencia en los
países extranjeros. La Institución —dice Cossío— será un eco de lo que pasa en el mundo.
Defienden el método intuitivo y la escuela mixta o coeducación, así como la escuela neutra o
laica. Es muy conocido el Art. 15 de los Estatutos de la ILE51, que refleja bien su modo de
pensar:

“La Institución Libre de Enseñanza es completamente ajena a todo espíritu e interés


de comunión religiosa, escuela filosófica o partido político; proclamando tan sólo el
principio de la libertad e inviolabilidad de la ciencia y de la consiguiente
independencia de su indagación y exposición respecto de cualquiera otra autoridad
que la de la propia conciencia del profesor, único responsable de sus doctrinas”52.

Ninguno o muy pocos de los principios de la Institución podían ser aceptados por los
educadores católicos de línea más o menos tradicional. Sin embargo, en el Congreso se
llegó a algunas conclusiones. El tema 4º de los tratados sugería que fuera la mujer la
educadora del párvulo, y el real decreto de 17 de marzo de 1882 encomendaba las escuelas

47
“Prospecto para el curso 1880-81”, BILE 4 (1880), 90.
48
F. Giner de los Ríos (1839-1917) dirigente del movimiento Krausista desde la muerte de J. Sanz del Río, el
maestro. Desde 1867 era catedrático de Filosofía del derecho de la Universidad Central, depuesto en 1875,
como ya hemos dicho. “Giner reúne en su persona la quintaesencia de la Ilustración y de la evolución de
ésta en el siglo XIX, con la integración de elementos idealistas, positivistas y krausistas. Seguro del poder
inapelable de la razón, lleno de esperanza en la ciencia rigurosa, amante de la naturaleza hasta el
misticismo-panteísta, rechazaba cualquier tipo de religión positiva que pretendiera poseer verdades reveladas
y su Dios no era sino el principio o potencia activa del cosmos. Enemigo, por tanto, aunque respetuoso de la
Iglesia y de las iglesias, a las que culpaba de oscurantismo. Como krausista era moralizante desde las bases
de la verdad, la justicia, la filantropía, aspirante a un orden natural armónico y perfecto para la humanidad.
Comprendió que la revolución de España no sería eficaz con las armas o desde la política. Cayó en la cuenta
—y fue su intuición más válida— que lo eficaz es educar las mentes y formar hombres con ideas, porque
éstas acaban por sobreponerse a toda violencia. Supo ser pedagogo y hacer de los discípulos amigos […].
Soñó con abrir España a Europa, haciendo que los mejores universitarios valorasen en poco las tradiciones
hispánicas y buscasen en la cultura europea la apertura a las luces, a la tolerancia, al pluralismo, el laicismo,
el naturalismo”. V. CÁRCEL ORTÍ, op. cit., 487.
49
La expresión “textos vivos” está en relación con la llamada “Cuestión Universitaria” y ésta con el Ministro de
Fomento, Orovio, que por dos veces —primero unos meses antes de la Revolución del 68, y después el 26
de febrero de 1875— había provocado la dimisión de una serie de profesores krausistas, y de algunos otros,
por reivindicar la libertad de cátedra. Si la Iglesia tenía derecho al control de la integridad doctrinal y moral de
los libros de texto, también podía controlar a los profesores mismos, libros vivos.
50
Giner, Estudios sobre educación,26; citado por J. Mª PRELLEZO, en B. DELGADO CRIADO (Coord.), op. cit.,
446.
51
Fueron autorizados por Real orden de 16 de agosto de 1876.
52
I.L.E. , “Estatutos…”, en Revista de Educación 243 (1976), 111.
66
de párvulos sólo a mujeres53, y se creaba el patronato general de las escuelas de
Párvulos54.

¿Cuál fue la postura de Enrique de Ossó respecto de la Institución Libre de Enseñanza?

Mientras estas instituciones liberales se centraron en los niveles universitarios, dirigió


alguna invectiva contra ellos, aludiendo a las “cátedras del error” o reprobando la
enseñanza de “librepensadores”, pero no se había enfrentado directamente. Sin embargo,
en el momento en que empiezan a dedicarse a la enseñanza primaria e infantil, y se
interesan por la reforma de las Normales de Maestros y Maestras, el Fundador de la
Compañía adopta una postura abiertamente crítica.

En la Revista Teresiana de octubre de 1879, tres años antes del Congreso de Pedagogía,
quiere poner alerta a los lectores sobre esta institución de apariencia inofensiva, y publica un
artículo titulado “El mayor enemigo en casa”:

“No sin contristarnos profundamente hemos leído el discurso inaugural que ha


pronunciado un libre pensador en la Institución libre de enseñanza de Madrid […].
Cada día nos convencemos más y más de las palabras de nuestro amantísimo
padre León XIII, cuando asegura que la educación y la enseñanza es EL CAMPO
que con preferencia han elegido los enemigos de la Iglesia […]. Sólo en nuestra
España pasa, parece, desapercibido el mayor enemigo que tenemos en casa, y no
le hacemos caso, y dejamos que “se muestren satisfechos y regocijados los libre
pensadores, porque se realiza silenciosamente dentro de los muros de su instituto,
pasando casi inadvertido por las gentes, su plan impío, cuyo lema es ser extraño a
toda secta religiosa, escuela filosófica o partido político”.
Y la España católica no se alarma […] al ver que sus pequeñuelos piden pan, y se
les da veneno […]. TODO DEPENDE DE LA EDUCACIÓN DE LA JUVENTUD. No
consientas, pues, Teresa de Jesús, que se arrebate a la Iglesia la divina
prerrogativa de enseñar y educar […].
¿Cuándo, hermanos míos, amantes teresianos, despertaremos y multiplicaremos,
con todas nuestras fuerzas y nuestros recursos, antes que todo las obras católicas
consagradas a la enseñanza y educación de la juventud? Esta es LA PRIMERA
NECESIDAD de nuestros tiempos, la base única posible de restauración del
reinado social de Jesucristo. Todo lo demás es andarse por las ramas”55.

Otro de los motivos de rechazo de la ILE, por parte del sector católico, era la influencia
que habían ejercido en los gobiernos del Sexenio Liberal, y la gran influencia que siguieron
teniendo en los gobiernos de la Restauración. Lo dice claramente el artículo citado, que
publica la RT:

“En la Institución Libre enseñan aquellos famosos jurisconsultos, políticos, filósofos


y economistas que de la Universidad Central salieron a poner en práctica sus
teorías en los gobiernos revolucionarios […]. Son los mismos catedráticos que, a la

53
Diez años después, en el Congreso Internacional de Pedagogía, más allá de los Pirineos se aceptaba
también la nueva idea de la educación de la mujer, gracias a las intervenciones de Concepción Arenal y
Emilia Pardo Bazán. (Cf. A. Del VALLE LÓPEZ, “La educación de la mujer” en B. BARTOLOMÉ MARTÍNEZ
(Dr.), op. cit., 589-591).
54
Idem., 590 y C. SANCHIDRIÁN, en B. DELGADO CRIADO (Coord.), op. cit., 401-406.
55
RT 1879-80, 3-4, publicado en EEO III, 864-865. A continuación aparece otro artículo, “La Institución libre de
enseñanza”, tomado de alguna revista católica y escrito por “ uno de los más distinguidos escritores católicos
de nuestros días”, que no es sino una glosa al Discurso inaugural del curso 79-80, pronunciado por
D.Gumersindo de Azcárate en la ILE, y que publicó El Imparcial. Gumersindo de Azcárate, en su discurso
alude orgulloso a la ampliación de niveles: “Me refiero a la primera enseñanza, planteada no sin temor y
recelo hace nada más que un año, y hoy ya legítimo orgullo de esta Institución”. Y la glosa del “autor católico”
dice así: “Pues esta Institución vive y prospera ya en España; y abraza desde la primera enseñanza hasta la
enseñanza superior; es decir, recoge a los niños de los brazos de sus madres, y los educa, los instruye, y los
guía hasta hacerlos hombres, completamente extraños a toda idea de Religión” ( EEO III, 865-868).
67
sombra de gobiernos moderados y conservadores, forman esta generación de
sabios que hablan de todas las cosas de este mundo […]. Son parte escogida de
ese ejército liberal […] que nos han traído, como maravillosos descubrimientos,
cuantos desatinos ha inventado la locura racionalista”56

4. LA ESCUELA DE SANTA TERESA,


¿RESTAURACIÓN O REGENERACIÓN?

Restauración y regeneración son dos términos vinculados política, sociológica e


ideológicamente al último cuarto del siglo XIX español, que hacen alusión a la necesidad de
un CAMBIO, respecto de la situación en la que se estaba. Hay en ambas posturas una
coincidencia en el descontento por el presente y una diferencia radical en la solución:
Restauración significó “re-greso al pasado” y Regeneración era sinónimo de “pro-greso
hacia un futuro nuevo”.

 Restauración, en su acepción política e ideológica, expresa el deseo de


RECUPERAR UNA SITUACIÓN PASADA PERDIDA, que se juzga ideal, mejor que
la presente, a la que se cree es posible volver o regresar.
 Re-generación57, es un término sociológico cultural, que se refiere al deseo y a la
posibilidad de que una realidad social, un pueblo, una comunidad humana RE-
NAZCAN Y ADOPTE UNA NUEVA FORMA DE VIDA.

Enrique de Ossó, como hombre de la Iglesia de su tiempo, participa de la mentalidad


restauracionista, cómo no. El ideal de la Iglesia española del momento tiene su expresión
más típica en la “restauración del reinado social de Jesucristo”, que Enrique de Ossó hace
suya en alguna ocasión. Con esas categorías elabora muchos de sus argumentos en
defensa de la Escuela y de la Educación cuando se dirige a los católicos españoles,
restauracionistas como él, poco despiertos la mayoría e incapaces de hacerse conscientes
de la realidad y actuar coherentemente.

Como hombre de Dios, guiado por el Espíritu, vive un utópico deseo de re-generación —
cuyas fuentes hay que buscar en la teología paulina—, que contagia a los que le siguen: re-
generar la sociedad, hacerla nueva en Cristo. Y está convencido de que esto es obra del
Espíritu58, que trabaja normalmente a través de hombres y mujeres nuevas. Su gran deseo,
casi obsesión, es que los cristianos entren en una dinámica de vida y vivan en Cristo. Le
conozcan y le amen y sirvan a la sociedad dinamizando el proceso regenerador, esto es,
haciéndole conocer y amar. Se trata, pues, de provocar un dinamismo de evangelización, de
manera que cada hombre y mujer sea evangelizado y se convierta a su vez en
evangelizador.

La mujer en esta concepción es figura clave. A ella le corresponde alumbrar la nueva


humanidad, con una verdadera misión renovadora, regeneradora:

“En todas las obras de Dios para la regeneración del mundo siempre encontraréis a
la mujer que las inicia, las fomenta, las sostiene, las propaga[…]. Por esto Dios, que
no abunda en lo superfluo, al señalar a la mujer este destino, dótala de los medios y
de las gracias más adecuadas para llegar a Él. Una gracia toda natural […], da a la
mujer, más que al hombre, recursos para combatir los más grandes males […]. La

56
RT, en EEO III, 867.
57
También existe en las últimas décadas del siglo, un movimiento de reforma llamado Regeneracionismo, cuyo
representante más característico es JOAQUÍN COSTA, de ideas afines a la ILE, conocido por su famoso
lema “despensa y escuela”.
58
Es precioso, en este sentido, el artículo, citado, Organicémonos I “El espíritu es el que vivifica, no la carne o
ropaje […]. Donde hay el Espíritu del Señor allí hay la libertad […], el justo , el mismo, es la ley viva, que trae
escrita en las tablas de su corazón. ¡Oh si todos los católicos fuéramos justos!” (EEO III, 813).
68
palabra de la mujer, reviste tal eficacia que no pueden resistirla los más duros
corazones. Como es palabra del corazón, tiene virtud especial para mover
corazones”59.

“¿Qué palabra hubo más contundente y persuasiva […], qué imán más fuerte para
atraer corazones que Teresa de Jesús? […]. La gracia natural de la encantadora
Castellana bastó por sí sola para atraer miles de corazones al seguimiento de los
consejos evangélicos”60.

Teresa de Jesús renovó la Iglesia y la sociedad de su tiempo, y “hoy” (siglo XIX) sigue
teniendo atractivo como para contagiar su espíritu nuevo y renovar esta sociedad.

Podemos concluir afirmando que restauracionistas y regeneracionistas confluyen en


Teresa de Jesús. Porque esta mujer excepcional no sólo representa lo mejor de nuestro
pasado glorioso —como argumentan los partidarios de la tradición—, sino que es prototipo
de mujer nueva, a la que admiran liberales y reformistas.

Veamos lo que dice Juan de Valera61 en un discurso para la Academia Española, que a
Enrique de Ossó le gustó y publicó en la Revista, con el significativo título de “Elogio de
Santa Teresa de un libre pensador”:

“…No la ensalzo yo como un creyente de su siglo, como un fervoroso católico,


como los Santos, […]. En verdad que no es éste el mejor punto de vista para hablar
de la Santa; pero yo apenas puedo tomar otro […].
Fray Luis de León dice llamaba a la doctrina suya la más alta y más generosa
filosofía que jamás los hombres imaginaron […]. Su filosofía no es mera
especulación, sino que se transforma en hechos y toda se ejecuta. No es
misticismo inerte, egoísta y solitario el suyo, sino que desde el centro del alma —la
cual no se pierde ni aniquila abrazada con lo infinito, sino que cobra mayor aliento y
poder en aquel abrazo, desde el éxtasis y el arrobo, desde la cámara del vino
donde ha estado regalándose con el Esposo—, sale, porque Él le ordena la caridad
y es Marta y María juntamente. Y embriagada con el vino suavísimo del amor de
Dios, arde en amor del prójimo y se afana por su bien […].

Me limitaré sólo a decir, no que sé y demuestro, sino que creo y columbro en Las
Moradas la más penetrante intuición de la ciencia fundamental y trascendente. Y
que la Santa, por el camino del conocimiento propio, ha llegado a la cumbre de la
metafísica, y tiene la visión intelectual y pura de lo absoluto. No es el estilo, no es la
fantasía, no es la virtud de la palabra lo que en ella persuade, sino la sincera e
irresistible aparición de la verdad en la palabra misma […].

Hundiéndose la Santa en los abismos de su alma, nos arrebata en pos de sí, y ya


no es su alma lo que vemos, sin dejar de ver su alma, sino algo más inmenso, y
más rico y más luminoso. La mente se pierde y se confunde con lo divino, mas no
queda allí aniquilada e inerte. Allí entiende aunque es pasiva, pero luego resurge y
vuelve al mundo pequeño y grosero en que vive con el cuerpo, corroborada por
aquel baño celestial, y capacitada y pronta para la acción, para el bien y para las
luchas y victorias que debe empeñar y ganar en esta existencia terrena”62.

59
RT Nº 72, septiembre 1878, 342.
60
Ibid, 343.
61
Juan de VALERA y ALCALÁ GALIANO (Córdoba 1824- Madrid 1905). Literato, periodista, político y
diplomático, insigne orador. Hombre de gran cultura, Estudió Filosofía y Derecho y dominaba varias lenguas.
Académico de la RAE desde 1862. De ideas liberales moderadas, “hombre de fe, no de fanatismos […]
“imparcial, sereno, ecléctico y tolerante”. (Cf.”Valera” en ESPASA, 701-703).
62
RT Nº79, Abril 1879, 197-202.
69
Si el estilo decimonónico y excesivamente académico del discurso nos ha permitido leer
y entender estos párrafos, habremos constatado que Teresa de Jesús y su experiencia
mística, —ayer como hoy— revelan a quien lo busca, lo esencial humano, que es divino.
CAPÍTULO 3

UNAS CARACTERÍSTICAS PERSONALES


DE SUS MIEMBROS

1. LAS CANDIDATAS: DISPOSICIONES INICIALES

Desde el primer momento Enrique de Ossó tiene en la mente y en el corazón el modelo


de Teresa de Jesús, y está convencido de que un cuerpo apostólico formado por “otras
teresas de Jesús” puede transformar el mundo.

¿Cómo lograr fin tan alto?, había preguntado a los lectores de la Revista. Teresa de
Jesús propone un camino formativo personalísimo, de cuya eficacia ella misma es testigo.
Un camino que han de recorrer estas futuras teresianas educadoras, para el que son
necesarios unos requisitos previos, señalados también por la Santa.

El perfil de la candidata a la Compañía de santa Teresa de Jesús está diseñado ya en


los primeros artículos y vuelve a aparecer, sistematizado, desde las primeras
Constituciones:

1876
 “almas reales y animosas que saquen la cara por su Jesús […] y no se
contenten con plañir y lloriquear” 1.

 “ jóvenes de buen entendimiento, gran corazón y celo por los intereses de Jesús,
que desean obedeciendo promover en la mayor escala posible que le es dado a
una mujer en el siglo XIX, estos divinos intereses por medio del apostolado de la
enseñanza” 2.

1879
 “gente esforzada y aguerrida”3.

1882
 “Las hijas de la gran Teresa deben tener buen entendimiento, carácter varonil,
dócil y obediente4, y celo grande por los intereses de Jesús”5.

En estos primeros escritos, se distinguen claramente tres rasgos fundamentales, que ha


de tener la candidata a la Compañía, al menos en algún grado:

1.1. “Celo grande” o amor apostólico.

La mayor parte de las muchachas, que iba despertando Teresa de Jesús” para la
Compañía, eran jóvenes de la Archicofradía llenas de amor a Jesucristo que, contagiadas
por el celo de Teresa, “no se contentan con plañir y lloriquear” ante los males del siglo, sino

1 o
RT N 47, agosto 1876. Publicado en EEO III, 795.
2 o
RT N 47, agosto 1876. Publicado en EEO III, 798.
3 o
RT N 83, agosto 1879. Publicado en EEO III, 801.
4
La obediencia, como disposición inicial o actitud de las candidatas tiene su razón de ser, por cuanto la
Compañía es un cuerpo apostólico. Sus miembros no podrán actuar como “francotiradores” —por emplear un
término bélico— sino que han de estar capacitados para integrar sus proyectos personales en los de la
Compañía.
5
SC, en EEO II, 16.
72
que desean “celar los intereses de Jesús en la mayor escala posible a la mujer católica6”,
incorporándose a esta Compañía de vanguardia.

Lo que les mueve a formar parte de esta comunidad apostólica, no es su mayor


perfección ni siquiera salvar su alma 7. El amor de Cristo les apremia a “celar la mayor
gloria de Dios por medio de la salvación de las almas. Quieren ser sabias y santas como su
madre Santa Teresa de Jesús, para con su virtud y sabiduría atraer infinitos corazones al
amor de Jesús”8.

1. 2.“Carácter varonil” o fortaleza de espíritu

Esta expresión, que hoy nos parece desafortunada, tiene una larga historia. La
encontramos muchas veces en la Santa9, y en la literatura espiritual hasta el siglo XIX,
siempre con significado positivo10. Enrique de Ossó, especialmente cuando se refiere a las
hermanas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, utiliza muchas veces la expresión
carácter varonil en cuanto síntesis de otras cualidades concomitantes:

“Almas reales y animosas”, “que no se contenten con plañir y lloriquear”, “de


gran corazón” l y grandeza de ánimo”.

Una empresa como la Compañía necesitaba personas fuertes, entusiastas y arriesgadas,


dispuestas a jugarse la vida por un ideal grande.

 “almas reales” 11

Es ésta una característica muy teresiana bien asimilada por Enrique de Ossó. En el
contexto en que aparece la expresión, la Santa se refiere a la capacidad de no
quedarse en las apariencias o en el exterior de las cosas, sino la disposición para
ahondar y captar lo esencial de la vida y de las personas. Esto es propio de
espíritus nobles.

 “animosas12”, “de grandeza de ánimo”

También proceden de Teresa de Jesús estas expresiones, como sinónimas de


magnanimidad, valor, fuerza de espíritu, parresía del Espíritu.

Con este conjunto de rasgos, lo que se quiere expresar es que “hacer el apostolado de la
mujer fecundo en la mayor escala posible” o “promover en la mayor escala posible que es
dado a una mujer en el siglo XIX estos divinos intereses por medio del Apostolado de la
enseñanza”13 implica estar naturalmente dotadas para superar el modelo sociológico de
mujer (aniñada, dependiente, tímida, indecisa, recluida en el hogar...) todavía dominante en
el siglo XIX.

6 o
Todas las frases entre comillas son del artículo N 47 ya citado.
7
Éstos era el “fin” principal y el móvil más común para ingresar en la vida religiosa.
8
Fines Principalísimos de la Compañía (1877), en EEO II, 408.
9
Teresa de Jesús alterna expresiones sinónimas: varoniles, varones fuertes, nada mujer, ánimo más que de
mujer…(Cf. en las Obras de Teresa de Jesús: V 8, 7; C 7, 8; R 3,6).
10
El DRAE, en su 2ª acepción, lo define así: “Esforzado, valeroso, firme”.
11
El significado de “real” lo explica el DRAE: (regalis): adj. “perteneciente o relativo al rey o la realeza, excelente,
superior. 12: fig. y fam. “Muy bueno”. Éste es el sentido que tiene en los escritos de Teresa de Jesús: “Son
estas personas [se refiere a las que han llegado al amor perfecto] almas generosas, almas reales; no se
contentan con amar cosa tan ruin como estos cuerpos, por hermosos que sean […], mas para detenerse en
ellos, no” (C 6,4).
12
DRAE: Ánimo, animoso, procede del lat. animus: alma o espíritu. Animoso: “que tiene ánimo o valor”.
13 o
En los dos artículos de agosto del 76 (RT N 47) aparecen estas dos expresiones y otra muy parecida: “(La
Compañía) destinada a celar los intereses de Jesús en la mayor escala posible a la mujer católica”.
73
Precisamente gran parte del éxito apostólico de esta empresa, iba a depender del acierto
en poner al servicio de la misión educativa las cualidades innatas de la mujer, liberada de
sus “complejos de inferioridad” y de los tópicos misóginos todavía vigentes. Teresa de Jesús
había sido pionera de un nuevo modo femenino —teresiano— de ser y de hacer en la
Iglesia y en el mundo; modelo que sólo en parte habían encarnado sus Carmelitas.
Aquellas hijas de la Santa, no pudieron dedicarse a una misión apostólica activa, vedada
durante siglos a la mujer. Ahora, en el siglo XIX, cuando se empezaba a reconocer a la
mujer la posibilidad del apostolado activo, esta Compañía de preferencia iba a dedicarse a
lo que ya se dedicó Teresa de Jesús, la oración, y a lo que a Teresa le hubiera gustado
hacer, la enseñanza14. De esta manera, Teresa de Jesús seguía ejerciendo su magisterio
después de tres siglos. Ella es maestra de oración y de vida. Y maestras de vida y oración
habían de ser las de la Compañía de santa Teresa.

1.3. “Buen entendimiento”

Teresa de Jesús, en la admisión de sus aspirantes al Carmelo, considera el buen


entendimiento15 como requisito esencial. A través de sus escritos se aprecia, además, que
en la valoración de las personas con las que se relaciona pone siempre de relieve esta
cualidad fundamental. No es de extrañar que Enrique de Ossó, formado en la escuela de
Teresa y tan amigo de la verdad, piense lo mismo que ella y considere el buen
entendimiento como requisito imprescindible para ingresar en la Compañía.

¿Qué entendía exactamente por buen entendimiento el Fundador de la Compañía,


cuando insiste en esta cualidad tan importante? Por suerte encontramos en la Guía de
Postulante16 una sencilla definición del buen entendimiento que pone de manifiesto las
implicaciones que tiene —en todos los ámbitos de la vida personal y social— la capacidad
de conocer la verdad, en lo que consiste:

“¿Tiene buen entendimiento, esto es, conoce las cosas como son en realidad, y ve
en las cosas ni más ni menos de lo que hay de verdad?”.

Vemos que no se trata de medir el coeficiente intelectual de la candidata mediante un test


proyectivo, sino de apreciar su capacidad de ajustarse a lo real y de crecer en objetividad,
capacidades necesarias para vivir en verdad.

Con los años y la experiencia formativa, el Fundador se hace más realista. Y en sus
últimos escritos sobre formación inicial, ya no habla del celo de las jóvenes aspirantes a la
Compañía, e incluso aclara a las formadoras que la virtud no es requisito previo a la
admisión, sino fruto de la formación y de la vida. Vuelve a concentrarse en los dos rasgos de
la personalidad de la candidata, que no pueden adquirirse, y que él juzga imprescindibles:

14
Enrique de Ossó, de alguna manera, atribuye a la Santa la inspiración de la Compañía de teresianas
educadoras, pero además suele repetir en diversos escritos unas palabras del P. Gracián en una nota a una
carta de la Santa: “Tenía Santa Teresa de Jesús tanto celo de las almas y estaba tan fervorosa en este
ministerio y deseosa de él que, no solamente en una villa, sino en todas las ciudades de España, gustara se
hiciese otro tanto de fundar colegios para la educación de las doncellas” (Cf. SC, en EEO II, 14;Ejercicios
Espirituales (EE), en EEO II,651; RT 1877-78,68, en EEO III, 839-840). — La Carta de Teresa de Jesús,
anotada por Gracián, se la escribió al P. Ordóñez, 27-VII- 1573, Obras Completas, BAC, Madrid 1977 Nº 50.
Sobre la historia del Colegio de Medina —tema de la carta—, y las anotaciones a la edición del P. Gracián,
se pueden consultar las interesantes notas a las Obras de la Gloriosa Santa Teresa de Jesús, edición y
notas del R. P. Fr. Antonio de S. José, Biblioteca Clásica de Religión, Madrid 1852, 442-443).
15
“Mírese mucho que las que hubieran de recibir […] tengan salud y entendimiento […]. Y no se dé profesión si
no se entendiere en el año de noviciado tener condición”. Constituciones 5,1, en SANTA TERESA Obras
Completas, BAC, Madrid 1977, 640.
16
Guía de Postulante y Directorio de la Maestra de Novicias(1895) (GP), en EEO II, 849.
74
1888 Directorio de las Costumbres Pías.

“ No se ha de buscar en las pretendientes la virtud, sino el carácter, el buen


espíritu, espíritu recto, el buen entendimiento, buen sentido común o práctico.
Quod non dat natura…”17.

“La Compañía dará la piedad verdadera, pero no dará el buen entendimiento o el


espíritu recto, o buen sentido práctico, ni puede darlo, sino Dios”18.

“Un espíritu recto, jovial, dulce, paciente, igual es una excelente disposición para
vivir bien en la Compañía”19.

Un año después, en la segunda edición de las Constituciones, vuelve a insistir en ello,


hasta el punto de señalar el buen entendimiento como cualidad determinante en ciertos
casos extremos:

1899 Segunda Parte de las Constituciones20.

“La Superiora General […] deberá de vez en cuando admitir alguna jovencita de
talento o buen entendimiento, por amor de Jesús y su Teresa…”

Y como conclusión de este párrafo:

“El talento, pues, o buen entendimiento de las postulantes es lo primero y


principal o esencial que se ha de atender en toda congregación de enseñanza, y
muy especialmente en la Compañía de Santa Teresa de Jesús”21.

1. 4. Síntesis del perfil: “vocación y aptitud”

En las últimas instrucciones sobre formación inicial en la Compañía, después de 20 años


de historia y habiendo experimentado dificultades concretas en la formación, Enrique de
Ossó reformula de esta manera las características de las candidatas22:

1895 Guía de la Postulante y Directorio de la Maestra23

“¿Qué condiciones se exigen a las postulantes?:


Primero buen entendimiento o talento,
[después] carácter varonil, dócil y obediente” .

En el mismo documento, a modo de síntesis, el Fundador habla de la necesidad de que


las aspirantes tengan vocación y sean aptas para el fin. Es éste el lugar donde las
condiciones anteriormente señaladas aparecen en función de la misión educativa de la
Compañía:

17
DCP, en EEO II, 825. Enrique de Ossó termina con cierta ironía su razonamiento, insinuando el conocido
refrán castellano: “Quod natura non dat, Salamanca non prestat”, que en versión popular se traduce así: “si
no hay mata, no hay patata”.
18
Ibid., 856.
19
Ibid.
20 a
2 Parte C, en EEO II, 366.
21
2ª Parte C, en EEO II, 366.
22
En muchas de las cartas vemos cómo se concretan estos criterios de discernimiento. Por ejemplo en ésta:
“Probadla bien antes de darle el santo hábito [del Carmen], y si no la halláis de buen entendimiento, carácter
varonil, dócil y obediente, mandadla sin vestir el hábito”. A Saturnina, 3/3/84, (Inédita en AGSTJ, E. Vol.14,8).
23
GP, en EEO II, 852.
75
“Porque sin vocación ni aptitud ni tiene gracia sobrenatural ni natural para
ello, y por lo mismo son como huesos fuera de su lugar, ruedas que no
engranan” .

Para formar parte de esta Compañía no basta, por tanto, un deseo genérico de vivir
radicalmente el evangelio, sino que es necesaria también la conciencia de que la educación
teresiana es el modo específico de evangelizar en la Compañía. Esto supone en la aspirante
cierta inclinación natural a la educación —al menos una actitud positiva hacia la misión de la
Compañía—, y algunas cualidades naturales que la hacen inicialmente apta para el fin
educativo de la misma.

Ésta es la razón por la que Enrique de Ossó habla de vocación religiosa y aptitud
educativa, necesarias ambas para formar parte de la Compañía de Santa Teresa de Jesús,
en la que la misión apostólica activa es elemento constitutivo y su razón de ser en la Iglesia.

Con esta claridad de criterios no debía resultar difícil entonces el discernimiento


vocacional de tantas jóvenes que pedían formar parte de la Compañía.

3. “LAS QUE SIENTAN PLAZA EN LA MILICIA DE SANTA TERESA”:


ACTITUDES QUE SE HAN DE CULTIVAR

Las jóvenes que entran a formar parte de la Compañía de Santa Teresa, han tenido un
encuentro personal con Jesucristo, y saben que todo lo que son y lo que tienen lo han
recibido de Él. Como miembros comprometidos de la Archicofradía han repetido varias
veces la "Contemplación para alcanzar amor"24 de los Ejercicios Espirituales y están en
disposición de entrega total. La Compañía les ofrece cauce adecuado para la respuesta:

"La Compañía de Santa Teresa de Jesús se ha fundado con la mira de dar solución
cabal a este difícil y elevado problema: Ya que somos de Jesús y todo lo que
tenemos lo hemos recibido de Jesús, negociar y emplear nuestro caudal entero,
pequeño o tal cual es, en lo que ha de darle mayor gloria y aumento de sus divinos
intereses"25.

Desde el primer momento, y en la medida en que toman conciencia de lo que quieren


vivir para siempre, las jóvenes entran en una dinámica de desapropiación:

"Quien entra en la Compañía y sienta plaza en la milicia de santa Teresa de Jesús,


debe hacer cuenta que ya no es suya; es toda de Jesús y su Teresa, y está
consagrada, dedicada, ofrecida a su servicio y amor toda, toda sin reserva"26 .

Jesús y sus intereses se convierten en su razón de ser y de hacer, hasta el punto de


polarizar toda la persona. Y al asumir como proyecto personal el de la Compañía, la
hermana renuncia a elegir o decidir independientemente o al margen de este proyecto, con
la conciencia de que su vocación personal más genuina se irá descubriendo en la vida e
integrando en el proyecto común de la Compañía, a la que cada hermana ha sido llamada
por Dios.

La obediencia se convierte así en el distintivo de las hermanas de la Compañía, en


cuanto concreta y expresa su total disponibilidad para la Misión, como la vivió Jesús en total
dependencia del Padre. Y también porque a través de la obediencia cada hermana recibe el
envío.

24
En el Cuarto de Hora (CH) se titula "El Amor de Dios", en EEO I, 390.
25
SC, EEO II p.18.
26
SC, en EEO II, 46.
76

La razón de esta obediencia se apoya en el seguimiento de Jesús y su misión. Las


hermanas, identificadas con Jesús, obediente al Padre hasta la muerte y muerte de cruz, y
entusiasmadas con su misión, se ejercitan en una disponibilidad total, fruto del
"desasimiento de sí mismas y de todas las cosas", "dispuestas a todo sacrificio"27.

Expresión de esa tensión espiritual, y de la prioridad del fin apostólico es el "modelo de


cuenta de conciencia":

"¿Cómo te hallas respecto de la obediencia? ¿Es pronta, alegre, ciega, universal?


¿Estás dispuesta a todo sacrificio por celar los intereses y la mayor honra de Jesús
y su Teresa?”28.

Se trata de una disponibilidad no sólo interior, sino también exterior —de movimiento—,
en una época en la que era muy poco frecuente la movilidad apostólica de las mujeres:

"Compañía escogida o de preferencia, dispuesta a volar en primera línea al lugar


del peligro"29 .

Así lo justifica el Sumario de las Constituciones de 1882:

"Como la Compañía de Santa Teresa de Jesús se ha fundado con el fin de


promover los intereses de Jesús en la mayor extensión posible en cualquier parte
del mundo y en especial en los lugares donde más peligren estos divinos intereses,
todas las de la Compañía estarán siempre y a todas horas dispuestas a volar a
ocupar el lugar de honor que la obediencia les indique en cualquier aldea, villa,
ciudad, o parte del mundo, sin oponer resistencia ni tardanza la más mínima"30.

Hay incluso, en las Constituciones, un capítulo dedicado a los viajes:

"Como han de ser tropa ligera dispuesta siempre a volar a dondequiera que
reclamen su auxilio y presencia los intereses de Jesús, habrá necesidad muchas
veces de ir de un lugar a otro"31.

El Fundador es consciente de que la movilidad de las hermanas va a llamar la atención


de la gente hasta el punto de ser criticadas incluso:

“…y no será difícil se las tilde, como a la gran Bullidora de negocios y Baratona
celestial Teresa de Jesús, de mujeres inquietas, andariegas, revoltosas. Todo por
Jesús y su Teresa”32.

En su deseo de llegar a todo el mundo, el Fundador pone en boca de Teresa de Jesús


una bella imagen, referida a la Compañía, para expresar la amplitud de miras y la libertad de
movimiento que ha de caracterizar a este cuerpo apostólico si quiere multiplicar su
influencia:

"No deben ser mis hijas de la Compañía como las fuentes que sólo riegan y
fertilizan un limitado espacio de tierra, sino como las nubes, que después de haber

27
SC, en EEO II,98.
28
EF, en EEO II, 216.
29
RT agosto 1879, publicada en EEO III, 801.
30
SC, en EEO II, 68.
31
SC, en EEO II, 122.
32
Ibid.
77
fertilizado un punto, una comarca, pasa a otra para fertilizarla con sus benéficas
aguas"33.

Y como los 72 discípulos del Evangelio o como los 12 apóstoles, las hermanas en estas
misiones especiales se desplazarán también de dos en dos. Así lo expresan el Sumario de
las Constituciones, en términos acordes con el carácter combativo de la Compañía:

"Nunca irán o estarán en estos casos sin grave motivo, sino de tres en tres, o de
dos en dos, formando pequeñas, pero fuertes divisiones, destacamentos o residen-
cias para así caer con más facilidad sobre las huestes de Satán y causarle mayores
[...] derrotas y estragos"34.

33
RT agosto 1879, publicado en EEO III, 803.
34
SC, en EEO II, 68.
CAPÍTULO 4

UNAS TÁCTICAS O ESTRATEGIAS

Junto a las disposiciones naturales de las candidatas y las actitudes cultivadas desde el
interior de cada una, la Compañía, en cuanto cuerpo apostólico activo, tiene muy en cuenta
las circunstancias socioculturales y las necesidades del momento tanto en la preparación de
las hermanas como en la elección de las estrategias apostólicas. Enrique de Ossó sabe muy
bien que nada es indiferente a la misión. Y en la Compañía de Santa Teresa de Jesús todo
se proyecta y se realiza con un único objetivo: responder con fidelidad a la misión recibida.

A. “Preparación esmeradísima y silenciosa”

Es esencial a la concepción y al proyecto de la Compañía la preparación profunda y


silenciosa, que se expresaba ya aquel artículo programático de agosto de 1876: “Se
adiestren y dispongan con gran aparejo de oración, de virtud y de saber para lograr fin tan
alto”1. Los miembros de esta vanguardia activa, antes de trabajar en el mundo, antes de salir
a "campaña", han de formar “su espíritu, su corazón y su inteligencia” en la oración, en la
vida. "Con copia de conocimientos sólidos y provechosos".

En 1882, el Plan de Estudios deja bien sentado el equilibrio, la síntesis de aspectos


fundamentales:

“Las escogidas a formar la Compañía de Santa Teresa de Jesús deben aspirar con
tesón a ser santas y sabias, tomando por modelo a […] Teresa de Jesús, para
poder atraer corazones al amor de Jesús”2.

A las superioras y formadoras de la Compañía, desde el principio les anima el Fundador


a poner todos los medios en la formación de las hermanas:

“Te mando otros apuntes llenos de celestial sabiduría y encaminados a formar


buenas cabezas en la Compañía, pues sin esto, nada se hará de provecho […].
Saluda a todas las hermanas, y que trabajen con constancia hasta corregirse de las
más leves faltas, pues un día habrá que miles de almas se formarán según sus
ejemplos” 3.

Las hermanas han de competir con gente muy bien preparada en el campo de la
educación. Por eso, en estos momentos, el estudio es fundamental en la preparación de las
futuras educadoras:

“La Compañía de Santa Teresa de Jesús se consagra con preferencia al


apostolado de la enseñanza para procurar la regeneración del mundo [… de ahí] la
importancia que se debe dar al estudio en ella, pues sin estudiar muchísimo, poco o
nada se sabe y por lo mismo no se puede enseñar con provecho”4.

1
RT 1875-76, 324.
2
PE, en EEO II, 232.
3
Carta a Teresa Plá, 14/11/1877 (Ed. Nº 36, copia autenticada en AGSTJ, Epistolario PIB/T. VI, 22).
4
PE, en EEO II, 232.
80
Las cartas de Enrique de Ossó están llenas de recomendaciones variadas sobre la
importancia y la necesidad del estudio sólido. No sólo como Fundador, sino como padre y
formador estuvo especialmente cercano a las formadoras y a las hermanas en formación:

 “Vuelvo a repetiros que por la mañana a las cinco y cuarto vayáis a misa a las
Carmelitas Descalzas […], y así tendréis libre toda la mañana después, para leer
o repasar o escribir, etc. […]. Dios os haga, hijas, tan santas y sabias como lo
suplica vuestro P. y C.”5.

 “Conviene que sin precipitarse, pero sin perder tiempo, estudien”6.

 “Las hermanitas que estudien mucho pero sin apurarse ni turbarse ni angustiarse.
Hagan de su parte lo que deben, que el Señor hará lo demás y estén tranquilas y
vivan en paz”7.

 “Si van a aprender, debe haber antes quien les enseñe, y bien, pues se han de
examinar […]. Las que estudian para maestras no deben entretenerse con
músicas, si no se quiere un chasco en los exámenes”8.

 “Me debo a todas, y estas pobrecitas que descansan en cuartel, o mejor, templan
las armas para salir pronto a la pelea, necesitan mucho consuelo y esfuerzo”9.

Además de los títulos oficiales de las Escuelas Normales del Gobierno —que no eran
obligatorios para la enseñanza religiosa en España—10, muy pronto la Compañía crea sus
propios títulos para garantizar la competencia profesional de las maestras11. En realidad el
Informe Proyecto de la Compañía, tal como quedó esbozado la noche del 2 de abril de 1876,
no era sino un proyecto de creación de Normales teresianas para la formación de
maestras12. Y así se lo comunica Enrique de Ossó a su amigó Sardà en una carta escrita el
24 de junio de 1876, al día siguiente de la fundación de la Compañía de Santa Teresa de
Jesús:

5
A Dolores Boix, 8/5/77, (Inédita en AGSTJ, E. Vol.2,69).
6
A Teresa Plá 10/5/78, (Inédita en AGSTJ, E. Vol.3,20).
7
A Teresa Plá, Tortosa 1/6/78 (Inédita en AGSTJ, E. Vol.3,11).
8
A Saturnina 19/9/1883 (Ed. Nº 261, original en AGSTJ, E. Vol.13,132).
9
A Saturnina 14/10/1880 (Ed. Nº 151, original en AGSTJ, E. Vol.10, 71).
10
Remitimos a las disposiciones legales del Gobierno de Cánovas en 1879, a las que hemos aludido en el
capítulo segundo. Nos consta que varias congregaciones religiosas dedicadas a las enseñanza hicieron uso
de la exención de título, como informa J. ÁLVAREZ GÓMEZ, en Espiritualidad de las Religiosas de María
Inmaculada (Misioneras Claretianas), Barcelona 1970, 26. Dice J. Álvarez que las religiosas enseñantes en
España y en Cuba, en aquellos momentos, no necesitaban título de maestras.
11
OG en EEO II, 150.
12
Para hacer una valoración justa del Proyecto de Inspiración del 2 de abril 1876, hay que conocer la situación
de las Normales en España en ese momento, e incluso su corta historia. Facilitamos un esquema-resumen:
La Escuela Normal es una institución típica del siglo XIX, no solamente en España sino en toda Europa, y
coincide con el hecho de que sean los Estados los que comienzan a hacerse cargo de la Educación. La
consecuencia inmediata es la necesidad de un cuerpo docente organizado, al servicio del Estado. En España
coincide que son liberales moderados los promotores de primera Escuela Normal:
 1839 se inaugura la primera Normal española, un año antes de que naciera Enrique de Ossó. En esa
misma fecha se abre la primera Escuela de Párvulos, en Madrid.
 1845 se hace “obligatoria” la asistencia, en cuanto se establece como requisito previo para el examen de
maestro “haber asistido por algún tiempo”. En estas fechas hay Escuelas Normales en 42 capitales de las
49 provincias españolas.
 1849 se reduce el número de Escuelas Normales por diversos motivos: son muy gravosas, producen
escasos resultados en los alumnos y en maestros de ideas revolucionarias. Hay de diferentes tipos: 22
en capitales de Provincia. Nueve Normales Superiores, en las capitales de Distrito Universitario. Una
Normal Central, en Madrid.
 1857 Ley Moyano de Educación: Establece normas, aumenta el número. Se vuelve a la anterior
organización provincial.
 1858 Primera Normal de Maestras
 1868: 2 de julio, Ley Catalina: suprime las Escuelas Normales
 1868 Revolución de septiembre: restablece La ley Moyano.
81

“Ayer los empecé [Ejercicios] a 9 jóvenes teresianas escogidas que se disponen a


formar una Compañía de santa Teresa de preferencia en nuestra Congregación,
aspirando nada menos que a regenerar España por la educación de la mujer según
el espíritu de la gran Teresa. Para ello tratamos de hacer una escuela Normal de
maestras bajo la inmediata inspección y Dirección de los Prelados en cada capital o
Diócesis”13.

Dadas las características sociopolíticas del momento, era conveniente que además de la
formación sólida, las hermanas se preparan en el silencio y la discreción, sin levantar
sospechas de nadie. Buscan más la solidez que la apariencia, evitando hacerse notar y
mucho menos llamar la atención de aquellos cuyas ideologías eran contrarias a la fe. Las
primeras hermanas que se examinaron de magisterio —durante el curso académico 1877-
78— se presentaron en la Normal de Barcelona y no en Tarragona, para evitar comentarios
y prejuicios entre los profesores de la ciudad. Con todo, el Fundador les recomienda una
vida retirada, y tiene interés en que no se las conozca como grupo homogéneo:

“Salid de casa de tres en tres cuando vais a la iglesia, y no salgan las unas sin que
haga un minuto al menos que salieron las otras”14.

En bastantes cartas, el Fundador insiste en la reserva:

“Mirad si con el tiempo podéis hallar una pequeñita [demandadera] para hacer
algunos encargos que os convengan fuera de casa […]. Mi deseo sería que nadie
os viera más que Dios y sus ángeles”15.

El Pleito de la Compañía con las Carmelitas, a partir de 1879, fue otro de los motivos que
aconsejaba la prudencia y la discreción en las relaciones sociales de las hermanas. En
realidad, el silencio formaba parte del estilo personal y apostólico de Enrique de Ossó
aprendido en la Santa. A las hermanas de Orán, por ejemplo, les recomienda esta táctica
apostólica:

“Habéis entrado en Orán sin ser vistas (“entra como pudieres”, que decía el Señor a
la santa Madre). Lo demás vendrá después. Y este demás será la extensión del
reinado del conocimiento y amor de Jesucristo por esas tierras africanas, que tanto
lo necesitan. Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino”16.

Ésta es una táctica general mantenida no sólo en España sino en el extranjero, como
acabamos de ver con las hermanas de Orán. También a las fundadoras de Portugal les
había dado consejos semejantes, expresados, en este caso, en términos militares:

"Opino, no obstante, que no conviene ir muy aprisa en darnos a conocer. Yo querría


que pasasen un año o más ocultas e ignoradas del mundo: mucho estudio y ora-
ción; y después de bien preparadas, como por sorpresa caer sobre las huestes
enemigas y en poco tiempo apoderarnos de los principales puntos estratégicos"17.

La carta precedente ejemplifica aquella táctica radical propia de la vanguardia. Un


método apostólico que implica formación profunda y acción, y que fue experimentado
radicalmente en la Compañía del ochocientos, para promover en la mayor escala que le es
dado a una mujer en el siglo XIX, los intereses de Jesús, por medio del apostolado de la
enseñanza18.

13
A Sardá Nº 38.
14
Carta ya citada a Dolores Boix de 8/5/77 (Inédita en AGSTJ, E. Vol.2,69).
15
Carta a T. Plá, citada, (Ed. Nº 36, copia autenticada en AGSTJ, Epistolario PIB/T VI, 22 ).
16
A las hnas. de Orán, 26/6/1885 (Ed. Nº 327, original en AGSTJ.
17
A Saturnina Jassá, Tarragona 9/6/1884 (Ed. Nº 289, original en AGSTJ, E. Vol.8,16).
18
Cf. RT Nº 47 agosto 1876, en EEO III, 798.
82

B. “RELIGIOSAS, SIN PARECERLO”

En 1877, un año después del nacimiento de la Compañía, D. Félix Sardá i Salvany


publica un opúsculo cuyo título es ya significativo del ambiente adverso: “¿Para qué sirven
las monjas?19. Esta obrita salía al paso de las calumnias y tópicos negativos que, en torno a
la vida religiosa tan floreciente, corrían en los medios anticatólicos.

¿Cómo explicar tal florecimiento de religiosos y religiosas en un momento en que la


Iglesia estaba recibiendo tantos ataques?

A consecuencia de la Revolución Francesa la vida religiosa, sobre todo femenina,


experimentó un crecimiento espectacular, con el nacimiento de nuevas congregaciones
religiosas que se sumaban a las antiguas órdenes restauradas. Junto al modelo
contemplativo y con un apostolado limitado a los muros del monasterio o convento, nos
encontramos con un nuevo modelo plasmado por la revolución: Una apertura cada día
mayor a la sociedad y la aceptación de tareas apostólicas más variadas, fuera de los muros
religiosos20.

Del reto planteado a la Iglesia por la descristianización de Europa a lo largo del siglo
XIX, nacieron tantos institutos religiosos masculinos y femeninos. Sin embargo, la
restauración monástica llevada a cabo durante aquella centuria, no siempre favoreció el
nuevo estilo de las congregaciones nuevas. En muchas de ellas faltó la adaptación a las
cambiadas circunstancias del mundo y de la Iglesia. Y la espiritualidad monástica siguió
nutriendo a tantas congregaciones apostólicas modernas, ocasionando muchas veces un
conflicto entre observancia religiosa y misión apostólica21.

Según afirma el erudito publicista catalán en el artículo mencionado, en 1877 existen ya


muchos institutos religiosos de instrucción, “espirituales talleres de vida activa que tan
grandes conquistas iban a realizar en los siglos modernos”22. Pues “a proporción que se
multiplican las necesidades, nuevos institutos brotan como por encanto en este suelo de
Europa”. Es más, para estas fechas —continúa Sardá con su estilo romántico— “pueblos
enteros han debido un cambio total en sus costumbres a la presencia en ellos de dos pobres
hermanas para la educación de las muchachas”23.

Conocida esta situación general, ¿Cómo interpretar la pretensión de la Compañía, tal


como la concibe y la va perfilando Enrique de Ossó? ¿Cómo es percibida en los lugares
donde surge? ¿Cuál es la imagen social de las primeras hermanas y de las primeras
comunidades y colegios? ¿Cuál fue su situación jurídica y cómo le llegó el reconocimiento
eclesial?

Documento de Inspiración (1876)

El documento de Inspiración de la Compañía, escrito súbitamente la madrugada del 2 de


abril de 1876 por el Fundador, dice con claridad de estas maestras que “en 10 años
regenerarán España”, que han de ser como Teresa mujeres consagradas a Dios por la
educación teresiana y por los tres votos:

“Fin: regeneración del mundo […] por la educación de la mujer, según el espíritu de
Santa Teresa de Jesús […].

19
Publicado en Tipografía católica, Barcelona 1877. El ejemplar consultado se halla en AGSTJ, encuadernado
junto con otros opúsculos bajo el título de La Chimenea y el Campanario, Biblioteca Popular.
20
Cf. J. ÁLVAREZ GÓMEZ , Historia de la Vida Religiosa III, Ediciones Claretianas, Madrid 1990 (3ª ed.), 518 y
ss. En adelante citaremos HVR.
21
Ibid.
22
F. SARDÁ I SALVANY, “Para qué sirven las monjas”, 19.
23
Ibid., 20 y 31.
83
“Harán votos simples de obediencia, castidad y (no tener propio), que se renovarán
cada cinco años…”24.

El documento insinúa, además, que estas jóvenes teresianas de vanguardia, formarán


un cuerpo apostólico, organizado a modo de comunidad religiosa:

“Cada mes, un día de retiro, dando cuenta a la Hermana Mayor del estado de su
alma y salud […].
La Compañía se obliga a mantenerlas siempre y en todas las necesidades […].
Podrá haber una casa central donde concurran o se perfeccionen […] 25.

Como es natural en un primer documento, faltan elementos teológicos que hoy nos
permitan determinar con exactitud la modalidad canónica de la nueva obra proyectada. Lo
que predomina en el Informe-proyecto es la orientación netamente apostólica y educativa
de la Compañía. Pero también están presentes otros detalles relativos al estilo y a la
organización, que se mantuvieron en el Proyecto y en la realización de la Compañía
mientras vivió Enrique de Ossó. Así lo recuerda él mismo en unos Apuntes sobre el origen
de la Compañía, escritos cinco años después:

“Tanta impresión hizo en mí este pensamiento que me obligó a levantarme de la


cama y tomando la pluma escribí los siguientes borrones que contienen
perfectamente el plan de la Compañía, tal cual lo hemos ido desarrollando en los
cinco años que tiene de existencia esta obra de celo” 26.

Entre los detalles del modo de vivir de estas teresianas educadoras, nos interesa
destacar aquí lo que se refiere al vestido, por el valor de signo de consagración que siempre
ha tenido el hábito religioso, requisito necesario para el reconocimiento de la identidad
religiosa de una persona y o de un instituto, a lo largo de la historia:

“…Llevarán el hábito27 del Carmen como hacen muchas jóvenes por devoción, y en
lo demás vestirán con modestia según las de su clase, distinguiéndose tan sólo por
su modestia…”28.

¿Pensaba Enrique de Ossó, aquella noche, en una Sociedad de Vida Apostólica o en lo


que más tarde el Concilio Vaticano II reconocerá como Instituto Secular? ¿O estaba
soñando, más bien, un nuevo tipo de Vida Religiosa Apostólica, sin preocuparse entonces
de las prescripciones canónicas que más tarde le iban a limitar?

1. RELIGIOSAS DE VIDA APOSTÓLICA

Sumario de las Constituciones (1882), primeras constituciones editadas

Seis años después de la fundación, tanto en las primeras constituciones y documentos


impresos como en la vida de la Compañía, está claro que estas teresianas escogidas son
verdaderamente religiosas: Esposas de Jesucristo, como Teresa de Jesús, consagradas
totalmente a Él y a sus intereses por la oración y la educación cristiana, que viven en
comunidad de discípulas del Señor con radicalidad evangélica y que tienen un compromiso

24
Plan o Idea de la Compañía, en EEO II, 404-405.
25
Ibid.
26
Estos elementos estructurales y de estilo están presentes en las Constituciones de 1882 y en las de 1888-89,
que nunca fueron aprobadas por la Sagrada Congregación. Las Constituciones aprobadas, siguiendo las
orientaciones de la Normae 1901 y después el Código de Derecho Canónico (CDC) de 1917, se alejan ya
mucho del espíritu inicial de la Compañía.
27
En este momento tiene un significado más amplio que el actual, restringido al vestido religioso. El DRAE 1992,
lo define así en su primera acepción: “Vestido o traje que cada uno usa según su estado, ministerio o nación,
y especialmente el que usan los religiosos y religiosas”.
28
Plan o Idea…, en EEO III, 405.
84
eclesial, formalizado por los tres votos religiosos29 y por un cuarto voto de dedicación
apostólica. Leyendo las Constituciones no cabe duda de que la Compañía se define como
familia religiosa. Se habla incluso de casa religiosa, a las hermanas se les pide una relación
fraterna con llaneza y simplicidad religiosas, sobriedad y austeridad en el uso material de las
cosas, como exige la pobreza religiosa que profesan. También en Oficios de la Compañía,
donde se habla de las relaciones sociales se les recomienda a las hermanas urbanidad
cristiana, atención y madurez religiosa. Y en cuanto a las obligaciones con las Autoridades
de las ciudades donde vivan, el Fundador les dice: No se olviden que son religiosas, y por
lo mismo están libres de estas atenciones que se guardan entre gente del siglo30.

Más interesante nos parece el capítulo tercero de las Constituciones, el que se refiere a
los votos —requisito canónico indispensable de la Vida religiosa— con mucha parquedad:

“Si se reconoce [a las aspirantes] su vocación a la Compañía, se las admitirá a los


votos de obediencia, castidad y pobreza temporales: y después a los votos
perpetuos y al voto de enseñanza”31.

En el verano de 1882 — año del III Centenario de la muerte de santa Teresa— las
hermanas habían recibido las Constituciones impresas y, el 15 de octubre, las ocho
fundadoras hicieron su profesión definitiva en la Compañía. Todo un símbolo.
Seleccionamos dos cartas próximas a la fecha:

La primera de ellas nos informa de lo que estaba proyectado para ese día, lleno de
simbología apostólica, que no se cumplió del todo:

“El día de Santa Teresa, en la capilla de San Pablo, donde hicieron los primeros,
podrían hacer los postreros votos las Fundadoras, esto es, perpetuos, y de
enseñanza32; y día de la octava, en Montserrat […], podrían jurar bandera de la
Compañía, y de esta suerte, haciendo, además, alguna el voto de salvar el mayor
número posible de almas, quedaría ya completada y organizada perfectamente la
Compañía de Santa Teresa de Jesús y marcharía mejor con nuevo espíritu, “terrible
como un ejército en orden de batalla” ¿Qué te parece?”33

La segunda es memoria de lo que fue en realidad:

29
En la presentación de OG de las Constituciones de 1882, titulada “Breve noticia de la Compañía” se dice
exactamente: “El 1 de enero de 1879, previa consulta y aprobación del Prelado de Tortosa, las ocho
Fundadoras hicieron los votos de pobreza, castidad y obediencia, por el tiempo de un año en la capilla
antiquísima de San Pablo de Tarragona, donde es tradición haber predicado el santo Apóstol”. EEO II, 145.
¡Todo un símbolo el lugar! También se lo comunica el Fundador a Sardà: “…Han hecho ya los tres votos
las ocho fundadoras el día último de ejercicios con el beneplácito del Sr. Obispo de Tortosa; han vestido con
propiedad el Hábito del Carmen, y siguen animadísimas y consoladísimas. Son ya 25 entre profesoras y
educandas”. (Carta a Sardá, Maspujols 17/1/79, Nº 66).
30
Cf. SC en EEO II, 92 y 888; Oficios de la Compañía de Santa Teresa de Jesús (OC) en EEO II, 2111 y 192.
31
SC, en EEO II, 20. Esto mismo se repite en OG: “Si obtienen favorable votación, a los dos meses se les viste
el hábito del Carmen; y después de dos años se las admite a los votos religiosos, y por fin al de enseñanza”
(EEO II, 156.). Después, en las Constituciones no se dedica un capítulo entero más que al voto de obediencia
(Capítulo noveno).
32
Sentido del 4º voto en la VR: “La movilidad requerida por las nuevas formas de VR en razón de su misión
hace cristalizar la teología y la normativa del seguimiento de Jesús en la base común de la consagración
personal en castidad, pobreza y obediencia (s. XII), que desde entonces tomará el núcleo de la consagración
religiosa […]. Junto a ese núcleo universal de la profesión religiosa y como parte de ella, comienzan a
expresarse bajo diversas formas de compromiso (juramento, promesa, voto…) los servicios específicos de las
nuevas familias religiosas y su espiritualidad fundamental. Las fórmulas más antiguas del cuarto voto, que se
conocen como tales, son el de clausura de las Clarisas y el de redención de cautivos de la Orden de la
Merced” (I. IGLESIAS en, Diccionario Teológico de Vida Consagrada, RODRÍGUEZ APARICIO A. y CANALS
CASAS J. (Drs.), Publicaciones Claretianas, Madrid 1989, 468. En adelante citaremos: DTVC).
33
Carta dirigida a la Hna. Mayor, Saturnina, el 18/9/1882. (Ed. Nº 221, original en AGSTJ, E. Vol.12,85).
85
“Tenemos ya organizada la Compañía. Las fundadoras han hecho los votos
perpetuos de pobreza, castidad, obediencia y enseñanza. Vosotras luego”34.

Como veremos en el capítulo segundo del Sumario de Constituciones, se trata de un


modo específico de vivir la vida religiosa apostólica en la que se asumen, con una
orientación plenamente apostólica, los elementos esenciales de la vida religiosa,
prescindiendo de otros que no lo son. Por deseo explícito del Fundador, hay una mayor
insistencia en la consagración total a Jesús y sus intereses y en el estilo apostólico de
vivirla. Los aspectos jurídicos de la consagración, en estas primeras Constituciones
aparecen casi marginalmente, como dándolos por descontados.

Tan clara, pues, como la consagración religiosa de las hermanas de la Compañía es


esa particular concepción del nuevo camino evangélico teresiano con inéditas posibilidades
apostólicas para la mujer, como ya hemos visto al estudiar el Nombre y la Misión. Así
aparece, con reiterada insistencia, la primera vez que se habla de la Compañía en la Revista
en el mes de agosto 1876:

“…Que según su nombre indica está destinada a celar los intereses de Jesús en la
mayor escala posible a la mujer católica…

En una palabra, trabajar en medio del mundo por hacer el Apostolado de la mujer
fecundo en la mayor escala posible…

…Promover en la mayor escala posible que es dado a una mujer en el siglo XIX,
estos divinos intereses, por medio del Apostolado de la enseñanza”35.

Con este propósito no es extraño que la Compañía hubiera de ser necesariamente


distinta —en su modo de proceder y en su aspecto exterior— al modelo común de vida
religiosa femenina, incluidas aquellas congregaciones que ya se dedicaban a la educación36:

“Pretendemos que sean religiosas, esto es, que tengan el mérito de obrar por votos,
pero que no lo parezcan. Por ello es condición esencial —de lo contrario sería
destruir la obra— no usar ni velos, ni aún palabras que huelan a convento…”37

Enrique de Ossó, siempre atento a los signos de los tiempos, está convencido de que es
condición “sine qua non” para la eficacia de esta nueva obra de celo, el que sus miembros y
la Compañía toda prescinda de esa apariencia anacrónica que caracterizaba desde siglos a

34
Carta dirigida a Rosario Elíes, de la segunda generación de hermanas, al día siguiente de la Profesión:
16/10/1882 .(Ed. Nº 226, original en AGSTJ, E. Vol. 16,35).
35
RT Nº 47, agosto de 1876, 304, 306 y 323. Las tres expresiones pertenecen a dos artículos distintos “La
Compañía de Santa Teresa de Jesús” y “El Árbol de Santa Teresa”.
36
“Desde los días de la Revolución Francesa la Vida Religiosa femenina emerge con fuerza y creatividad […].
El ideal apostólico [...] es el que marca el ordenamiento de la vida en común, pero aunque […] haya un
empeño en no aproximar las congregaciones a las órdenes, son muchos los puntos de coincidencia. También
en las congregaciones se encuentran resonancias de la fuga mundi y una espiritualidad de tipo
contemplativo. El hábito, la discreción en la relación con las personas seculares, la misma clausura aunque
mitigada, son otros tantos aspectos que la aproximan a las órdenes” (J. SEDANO y T. VIÑAS, DTVC 334-335
y 341). Excepto algunos casos aislados, la tendencia que prevalece es la de la distinción [en el vestir],
aplicando rígidamente las prescripciones antiguas así como las nuevas normas y leyes de la Iglesia […].
Como consecuencia de esta mentalidad —reflejo de un neomedievalismo que, en todos los sectores, dominó
la vida de la Iglesia del siglo XIX— los antiguos hábitos se mantuvieron más como un recuerdo del pasado
que como una necesidad apostólica actual. Junto con el “arqueologismo” que defiende a ultranza el uso de
los antiguos hábitos […] encontramos el fenómeno de la multiplicación de congregaciones femeninas en el
siglo XIX. El número es impresionante. Por eso, debiendo distinguirse unas de otras, se explica por lógica
consecuencia la multiplicidad y la “rareza” de los respectivos hábitos”. (R. HOSTIE, Dizionario degli istituti di
Perfezione I, Paoline, Roma 1974, 74. En adelante citaremos: DIP).
37
Bases 1877, copia autenticada en AGSTJ, Escritos. PIB vol.10,18. Citado y transcrito en La Compañía de
Santa Teresa de Jesús (Historia), Ed. STJ, Barcelona 1969, 49. En adelante citaremos: HSTJ.
86
los religiosos38, y que en aquellos momentos de agudo laicismo anticlerical, podía
representar un verdadero obstáculo para la acción evangelizadora de la Compañía por la
educación teresiana:

“Sint ut sunt, aut non sint (sean como son o no sean)39. No tendría razón de ser la
Compañía de Santa Teresa de Jesús en este caso; y no existiría”40.

2. UNAS CARACTERÍSTICAS PECULIARES

Tras un análisis del modo de ser y de proceder de la Compañía en sus primeros años, se
pueden aislar algunos rasgos significativos, que distinguen objetivamente a la Compañía de
otras congregaciones religiosas femeninas del siglo XIX. Estos elementos ponen de
manifiesto facetas importantes de la identidad de la Compañía de Santa Teresa de Jesús,
que la definen entre las vocaciones apostólicas en la Iglesia.

2.1. Trabajan en el mundo

Antes de hablar del hábito, que es el elemento más visible y del que tenemos más
documentación, conviene considerar esta característica fundamental que en la historia
centenaria de la Compañía tal vez no se ha valorado suficientemente.

La Compañía de Santa Teresa de Jesús, tal como la concibe Enrique de Ossó y tal como
se va gestando y se desarrolla los primeros años, es verdaderamente un cuerpo apostólico
de mujeres enviadas al mundo para evangelizar. Y especialmente en aquellos ambientes
sociales menos cristianos, más secularizados o ateos. Porque esta nueva obra de celo
aceptó verdaderamente el reto de la laicización como tarea primordial41.

Frente al tópico de la “fuga mundi” generalizado en la vida religiosa durante tantos siglos,
la Compañía nace con una misión netamente apostólica y activa. A pesar de la referencia
constante del Fundador a la Reforma teresiana, de ninguna manera se pudo entender la
Compañía como un convento de Carmelitas que abría sus puertas a las alumnas42, sino
como vanguardia apostólica de un movimiento seglar ya apostólico, una rama
especialmente apostólica de la Archicofradía: TERESIANAS EDUCADORAS PARA
REGENERAR EL MUNDO:

“El fin de la Compañía de Santa Teresa de Jesús es, no sólo trabajar con todo
ahínco en la propia salvación y perfección, con el favor de Dios, sino celar con
sumo interés la mayor honra de Cristo Jesús, extendiendo el reinado de su
conocimiento y amor por todo el mundo. Consagrándose con preferencia a la

38
Hubo algunas tentativas de adaptación a las nuevas circunstancias, pero fallaron. “Las religiosas que
nacieron durante todo el siglo XIX adoptaron hábitos distintivos a veces curiosos. Sólo al inicio del siglo XX
encontramos algunas excepciones […]”. DIP, 74.
39
Expresión relacionada con la Compañía de Jesús en el momento de su expulsión de Francia por Luis XIV, en
1764. Ver Nota 65.
40
SC 1882 y C 1888, EEO II,104 y 105.
41
Los términos laicismo, laico, laicización, etc. acuñados en el siglo XIX, hay que tomarlos en su significado
original, en el sentido de “independencia de todo lo religioso o eclesiático”. En la práctica, la cultura laica del
siglo XIX era contraria a la fe. Para ahondar en este punto, y su lectura hoy, se puede leer en las
Concluisiones “B”, el punto 1.3: “Aceptación cordial de nuestra cultura secular”.
42
En los últimos siglos, y especialmente a raíz de la revolución francesa, era frecuente que las Órdenes
religiosas se dedicaran a alguna actividad caritativa. Por otra parte, La Compañía de María, fundada en 1605
por Juana de LESTONNAC, había sido la primera Orden religiosa femenina con finalidad específicamente
apostólica y educativa. Sin embargo, y a pesar de que consideraba el apostolado como parte integrante de
su identidad, debía realizarlo –como Orden que era– manteniendo la clausura y las características propias
de la vida monástica (Cf. ÁLVAREZ GÓMEZ, HVR III, 456 y ss.).
87
enseñanza, para procurar la regeneración de mundo por medio de la educación de
la mujer”43.

Como en el caso de los Jesuitas44, caracteriza a la Compañía de Santa Teresa su


incondicional dedicación a una misión, que está en el mundo. El fin propio de la Compañía
de Santa Teresa es la mayor honra de Cristo Jesús, extendiendo su conocimiento y amor
por todo el mundo, consagrándose con preferencia a la educación para la regeneración del
mundo. Busca siempre la mayor gloria de Dios, sin hacer separaciones entre la
santificación propia y la del prójimo45. Podríamos repetir nuevamente los textos
anteriormente citados: “Trabajan en el mundo”, para mostrar su orientación
predominantemente hacia fuera, exterior y activísima.

Después de hacer un recorrido por la historia de la Vida religiosa, podemos afirmar que la
intuición de Enrique de Ossó conecta con la de otros fundadores y fundadoras que, en
épocas diversas pero en situaciones siempre críticas para la Iglesia, quisieron conquistar la
calle y la acción para la vida religiosa —sobre todo femenina— y que encontraron también
dificultades hasta ser canónicamente reconocidos46.

En la primera obra pedagógica escrita para la Compañía, El Plan de Estudios (1882), se


advierte a las hermanas de los peligros que corren con esta forma de vida y actividad, si no
viven y trabajan con la conciencia de haber sido enviadas. Ante el riesgo que, para la vida
del espíritu, comporta esta actividad, y previendo que podrían asustarse las que empiezan,
el Fundador las confirma en la autenticidad de su misión, que está en el mundo:

43
Es el primer artículo de las Constituciones: SC, EEO II, 14.
44
El texto está tomado casi a la letra de la Cía. de Jesús ( Cf. Constituciones S.I. (3) 2, 417, en Obras completas
de SAN IGNACIO de LOYOLA, Madrid, BAC 1963, 70).
45
Tanto entre los Clérigos Regulares, como en las Congregaciones de nueva fundación del siglo XIX, era
frecuente distinguir entre fin principal y fin apostólico de una familia religiosa. Las Normae de 1901 establecen
el fin primario (común a todas las congregaciones de votos simples): “La santificación de sus miembros
mediante la observancia de los tres votos y de las propias constituciones”(Nº 42), y el fin secundario o
específico, que es el que distingue unos institutos de otros, y lo constituyen: “las obras particulares de caridad
hacia Dios o hacia el prójimo, para cuyo ejercicio fue fundado”(Nº 43). La Compañía de santa Teresa, en
vida del Fundador, nunca hizo estas distinciones.
46
Destacamos, algunos fundadores especialmente carismáticos y precursores de la Vida religiosa apostólica :
 En el siglo XVI:
San Ignacio de Loyola, porque con la Compañía de Jesús se inaugura una modalidad de vida religiosa
totalmente nueva. Los jesuitas no son ni monjes ni frailes mendicantes. De hecho, San Ignacio rechazó
expresamente algunas características específicas de todos ellos, tales como el oficio coral, las vigilias
nocturnas, las mortificaciones exteriores y todas las prácticas de observancia que pudieran ser un obstáculo
para la misión. Y Santa Ángela de Mérici, una mujer que, en pleno humanismo, se propuso salir de los muros
de los monasterios para ganar en medio de las calles las nuevas batallas apostólicas que exigían los nuevos
tiempos. La Compañía de Santa Úrsula, considerada como novedad sospechosa, tras la muerte de su
fundadora, fue conducida al enclaustramiento (Cf. ÁLVAREZ GÓMEZ, HVR III., 167 y 442).
 En el siglo XVII:
San Vicente de Paul y Santa Luisa de Marillac: con ellos se incorpora definitivamente la mujer a la vida
apostólica activa, pero tuvieron que dar a las Hijas de la Caridad una estructura jurídica distinta de la vida
religiosa para poder dedicarse con libertad al apostolado. Son famosas estas palabras del Fundador, que
expresan la estructura adoptada por opción carismática:
“Las Hijas de la caridad tendrán por monasterio, la casa de los enfermos; por celda una habitación de alquiler;
por capilla la iglesia parroquial; por claustro las calles de la ciudad o las salas de los hospitales; por rejas el
temor de Dios y por velo la santa modestia”.
Y San Juan Bautista de La Salle, que ha dejado bien definido el sentido apostólico de la misión educativa de
los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Con una espiritualidad centrada en la oración y el celo apostólico,
recuerda a Enrique de Ossó. Fundó una comunidad de hermanos, consagrados a la educación como
verdadero ministerio apostólico. (Cf. Ibid., 375 y 416 y ss.)
 En el siglo XIX:
D. Bosco: Considerado como el santo del siglo XIX, modelo de los fundadores apostólicos. Son interesantes
unas palabras del P. Pío IX dirigidas al fundador de la Sociedad Salesiana: “Creo revelarle un misterio. Yo
estoy seguro de que Dios ha querido tener escondido hasta ahora un secreto importante, desconocido en
otros siglos y en otras congregaciones antiguas. Su congregación es la primera en la Iglesia, de tipo nuevo,
hecha surgir en estos tiempos de tal forma que pueda ser una orden religiosa y secular […] cuyos miembros
sean religiosos y seculares […]”. (Citado por E. VIGANÓ, Un progetto evangelico di vita attiva, Torino, LDC
1982).
88

“¿Qué hacer, pues, no movernos del puerto seguro [el noviciado])?, diréis. No
hijas mías, no es esa vuestra misión.
Dios aborrece la paz de los que ha llamado a la guerra.
Dios aborrece el descanso de los que ha llamado al trabajo,
Dios aborrece la quietud de los que ha llamado al movimiento...”

Continúa el texto con una llamada a la lucidez y a la vigilancia evangélicas que,


apoyadas en la inmensa confianza en Dios, han de ser actitudes fundamentales de la
teresiana magnánima:

…No tengáis miedo. ¿Qué hay que temer? ¿Dónde está el peligro? Sólo hay un
peligro: la resistencia a la gracia.
Sed, pues, fieles a la gracia de vuestra vocación y nada temáis. Pues si Dios os ha
llamado a salvar vuestra alma salvando a las demás por medio del apostolado de
la enseñanza, Dios os dará gracia para cumplir vuestra misión”47.

Hay en esas palabras una afirmación atrevida, que explicita el artículo 1º de las
Constituciones —el Fin de la Compañía— y contribuye a formar la conciencia de que la
propia salvación, la de cada una, pasa por la salvación de las personas a quienes son
enviadas48.

2.2. No llevan hábito religioso

Ésta es una de las características externas de las hermanas de la Compañía,


consecuencia de su misión en el mundo, pues está claro para el Fundador que “cambiadas
las circunstancias debe modificarse la regla de conducta”49.

En un momento de crisis social y religiosa, Enrique de Ossó concentra su atención en los


valores cristianos esenciales, amenazados por el liberalismo que está calando rápidamente
en el pueblo sobre todo por la falta de formación de los católicos. Hay un deseo explícito del
Fundador de que, en esta situación, las hermanas de la Compañía sean conocidas por lo
que son. Por sus actitudes, por su persona toda de Jesús, que siempre ha de predicar a
Jesús. Y quiere evitar a toda costa que, vestidas con el hábito propio de las religiosas, sean
rechazadas por lo que representan. No quiere que se las incluya en un estatus-
sociorreligoso tan desacreditado50, que no tiene cabida en aquella sociedad laica a la que
son enviadas estas teresianas de vanguardia.
Hemos recogido abundantes testimonios de ello, tanto en escritos doctrinales como en
otros más próximos a la vida, que se refieren a situaciones concretas. Los textos hablan por
sí mismos y apenas necesitan comentario. Los presentamos ordenados cronológicamente y
clasificados en diversos tipos.

47
Plan Provisional de Estudios (PE), en EEO II, 260.
48
Tal vez puede parecernos hoy teológicamente inexacta esta afirmación. Sin embargo, en aquel momento
significaba la superación de un planteamiento cristiano individualista: “no nos salvamos solos”. Y la
conciencia de que la Compañía no ha nacido para que sus miembros busquen “en primer lugar su propia
salvación”, como todos los cristianos; ni “la propia perfección” como estaban obligados a procurar los
religiosos. Ésta es la idea que subyace al texto.
49
La expresión está tomada de un artículo de la RT, escrito a raíz de la Constitución de 1876. Cf. EEO III, 814.
50
Aunque el hábito religioso era lo más corriente entre las congregaciones masculinas y femeninas del siglo XIX,
tenemos algunos testimonios de Fundadores que pensaron como Enrique de Ossó: P. CHAMINADE
(Marianistas): “Se puede ser religioso bajo una apariencia secular. Hagamos una asociación religiosa por la
emisión de los tres votos de religión, pero sin nombre, sin hábito, sin existencia civil en cuanto sea posible:
Nova bella elegit Dominus” (citado por J. Mª SALAVERRI, Sobre el Vestir Religioso, S.M., Madrid 1984, 14).
DON BOSCO (Salesianos): “Nosotros hemos nacido en la Iglesia, no para aparecer como frailes o monjas,
sino para ser un grupo de consagrados públicamente en la Iglesia, con características insertadas en una
sociedad en proceso avanzado de secularización“, relectura que hace E. VIGANÓ en Interioridad
Apostólica, Madrid 1990, 107).
89
Textos doctrinales

Las Constituciones hablan siempre de este tema argumentándolo desde la misión.


Veamos cómo aparece reiteradamente en los borradores y esbozos, hasta la edición de
1882.

Primeras ideas sobre la Compañía, marzo 1877

“El vestido será de lana de hábito de Ntra. Sra. del Carmen, con correa, y el
escapulario oculto. Vistan pañuelo grande o mantón, sin que se distingan de otras
jóvenes o señoritas en el exterior más que por su modestia cristiana. Velen la
cabeza al ir a la iglesia, y el peinado sea siempre sencillo […]”51.

La Compañía no tiene todavía un año de vida, y vemos que el Fundador la está


configurando en coherencia con la idea inicial. Como han de trabajar en el mundo y han de
ser vanguardia de la Archicofradía52, no conviene que se distingan en lo exterior de otras
jóvenes cristianas, sino en la modestia y sencillez.

Bases, o sea, organización de esta Compañía”, 1877

“Pretendemos que sean religiosas, esto es, que tengan el mérito de obrar por votos,
pero que no lo parezcan. Por ello es condición especial —de lo contrario sería
destruir la obra— no usar ni toca ni velos, ni aún usar palabras que huelan a
convento.
Irán vestidas, para cortar de raíz toda moda o vanidad, con el hábito de Nuestra
Sra. del Carmen, como hacen ya muchas jóvenes o señoritas del mundo por
devoción o promesa, manto negro, mantilla con velo, peinado sencillo, en una
palabra, vestirán como las de su clase, distinguiéndose tan solo en su exterior por
su modestia cristiana […]”53.

Este texto, del mismo año, insiste en la idea del traje seglar. Aparece, además, una
indicación importante sobre la identidad religiosa y una explicación —que creemos
fundamental para entender la Compañía—, sobre el modo de vestir diverso al que les
correspondería por ser religiosas.

El texto explica además el porqué del hábito del Carmen, para unas jóvenes religiosas
que han de aparecer en su porte exterior como si no lo fueran. Esta forma de vestir, común
entre mujeres cristianas de entonces, contribuirá a la austeridad y modestia en el vestir,
evitando todo lo que pueda ser signo de vanidad o de lujo, tan frecuentes entre las jóvenes
de la época54.

Las primeras Constituciones manuscritas, verano de 1877, se mantienen en


lo dicho

“El vestido sea de lana de hábito de nuestra señora del Carmen, como usan
muchas jóvenes que viven en el mundo, por devoción o promesa; con pañuelo
grande o mantón según su clase y condición; sin que se distingan en el vestir y trato

51
Forma parte de un manuscrito, en una libretita personal, que lleva por título: “Segundo día de Ejercicios”.
Barcelona, 26 de marzo de 1877. (AGSTJ, Escritos PIB/T Vol. XIV pars. 6ª, 375-378. Publicado en HSTJ,
47).
52
Esto lo repetía en el famoso artículo de agosto 76.
53
Obsérvese el lugar preferente que ocupa esta indicación en relación al modo de vestir, que podría parecer
secundaria, ( AGSTJ, Escritos PIB/T X,18. Publicado en HSTJ, 49).
54
En PE les recuerda a las hermanas: “Una de las cosas que más estragos causa en las mujeres y arruina a
las familias hoy día, es la vanidad en el vestir, o sea el lujo”, en EEO II, 237.
90
de otras jóvenes o señoritas de su clase en otra cosa más que en la modestia y
sencillez cristianas. Velen su cabeza toda en el templo y el peinado sea sencillo”55.

Estas Constituciones manuscritas de 1877 se completaron en 1879 y fueron


publicadas, por fin, en 1882 bajo el título de Sumario de las Constituciones. Antes de pasar
al texto de las constituciones publicadas, el más completo de todos, comentamos otros dos
textos anteriores, de mucho interés.

El primero de ellos, titulado: “Algunas razones para ingresar en la Compañía de


preferencia de Santa Teresa de Jesús”, 1879:

“La Compañía tiene hábito bendecido religioso, y no lo parece para tener el mérito,
y poder hacer el fruto. Sin tocas pueden como tropa ligera caer sobre el enemigo, y
hacerle más estrago donde más peligren los intereses de Cristo Jesús. Los buenos,
que ya los tenemos, las amarán porque son buenas [a pesar de no llevar traje
religioso], y los malos no las temerán ni tendrán recelo; y de esta suerte podrán
comunicar a sus hijas una educación católica que de otra suerte nunca tal vez
hubiesen podido lograr. La experiencia lo confirma” 56.

El párrafo pertenece a un texto inédito de D. Enrique, en el que enumera las


peculiaridades de la Compañía en relación a otras congregaciones contemporáneas.
Aunque la redacción del fragmento es un poco enrevesada, queda clara su tesis y se
añade alguna explicación de estrategia apostólica. Todo son ventajas en el modo de
proceder de la Compañía, porque:

- tiene tanto mérito como los institutos que llevan hábito religioso y tocas, pues la
Compañía tiene un hábito bendecido, pero además,

- puede hacer más fruto, porque este hábito no es propiamente el típico de las
religiosas.

Nosotros hoy, como los lectores de ayer, podemos hacerle la pregunta al Fundador: “¿Y
por qué más fruto sin apariencia religiosa? La respuesta se nos da a dos niveles:

- Metáfora (militar): Como tropa ligera pueden acudir más fácilmente donde más
peligran los intereses de Jesús.

- Explicación (apostólica):
Entre los creyentes no tendrán dificultad de actuación porque las reconocerán como
lo que son, cristianas y religiosas.
Entre los no creyentes (anticlericales, laicos, ateos…) serán mejor acogidas, sin
prejuicios.

Sólo así podrán ofrecer educación cristiana y teresiana a quienes de otra manera no
hubieran tenido acceso. Conviene retener la afirmación final, “la experiencia lo confirma”.
El segundo texto, Breve noticia de la Compañía (1882), es recurrente en relación al que
acabamos de leer, pero además explica cómo la intuición del Fundador de la Compañía no
fue única ni aislada en aquel momento. Otros hombres de Iglesia, atentos a los mismos
signos de su tiempo, incluso fuera de España, habían pensado lo mismo:

55
Estas Primeras Constituciones manuscritas, fueron enviadas desde Montserrat a la Hermana Mayor Teresa
Plá, para lectura y estudio de la Comunidad de Tarragona. La HSTJ las llama “Directorio Provisional”. EEO
II, 425.
56
Ésta es la razón Nº 13. El manuscrito está sin datar, pero, un análisis del contenido, nos inclina a situarlo en
torno al verano de 1879, por múltiples razones. En la RT de agosto 1879 (Cf. pp. 321-324) aparece un
artículo, importantísimo, que podría haberse redactado a partir de “estas razones”. (Manuscrito autógrafo en
AGSTJ, E. Vol. 25, 64).
91

“Vino la peregrinación teresiana del 24 y 27 de agosto del año 1877 […] y se


confirmó esta obra de celo, mereciendo la aprobación y plácemes de los cuatro
Prelados que a ella fueron y muy especialmente del Sr. Obispo de Salamanca,
Excmo. Sr. Izquierdo, y del de Eumenia, Ilmo. Sr. Moreno, el cual había venido de
América a Europa teniendo un mismo pensamiento o plan que el de la Compañía
de Santa Teresa, sobre todo en el modo de proceder y vestir, porque quería fuesen
religiosas, pero sin parecerlo o sin tocas, por cuanto así mejor se pueden favorecer
los intereses de Jesús en muchos casos: pues si antes atendiendo al espíritu de la
época religiosa, los soldados se vestían de frailes para mejor guerrear, HOY, vistas
las corrientes del siglo, los frailes quizás se hayan de vestir de soldados para logra
mejor sus fines santos y píos”57.

No nos puede extrañar que esta coincidencia con Monseñor Moreno, respecto a la
concepción de una congregación femenina “sobre todo en el modo de proceder y vestir”,
confirmara a Enrique de Ossó en su propósito de la Compañía. Menos importante es saber
a quién de los dos se le ocurrió la expresiva comparación con las órdenes militares del
medioevo para justificar la opción de la Compañía, “vistas las corrientes del siglo”.

Sumario de las Constituciones de 188258

El capítulo dieciséis del Sumario de Constituciones expone, con mayor elaboración y


riqueza de elementos, lo que ya estaba dicho en las redacciones precedentes. Es
significativo el título: “Del modo de vivir en la Compañía de Santa Teresa de Jesús, o sea de
la comida, mortificación y vestido”, y el inicio del capítulo:

“El modo de vivir en la Compañía de Santa Teresa de Jesús sea común en lo


exterior, para procurar mejor la mayor gloria de Dios y aumento de los intereses de
Jesús…”

Sólo podemos determinar el significado de esta expresión leyendo su paralelo en las


Constituciones de los jesuitas en las que, San Ignacio, después de especificar todo lo
distintivo de la Compañía de Jesús, añade: “En lo demás la vida es común en lo exterior
[…]”. Y en otro lugar: “En lo que para el comer, dormir y uso de las demás cosas necesarias
[…] será común y no diferente de donde se vive […]”59.

Como Ignacio, Enrique de Ossó quiere que las hermanas de la Compañía sean fermento
en la masa, sobre todo en aquellos ambientes sociales donde más peligren los intereses de
Jesús. Por eso tiene mucho interés en que no se las distinga exteriormente de las cristianas
con las que van a relacionarse. Lo dice explícitamente al principio del capítulo:

“Las de la Compañía de Santa Teresa de Jesús no deben parecer a los ojos del
mundo otra cosa que doncellas nobles y cristianas […]. En el comer, pues, vestir y
conversar con el prójimo no se olviden de este documento”60.

Las hermanas vestirán sencillamente, con modestia y buen gusto, sin perder de vista el
sentido funcional y el significado humano que tiene el traje. Deben evitar por todos los

57
La Breve Noticia precede, a modo de Hª de la Compañía, la 2ª Parte de las Constituciones de 1882. El
encuentro de Enrique de Ossó con Monseñor Izquierdo, y la “Confirmación” de la Compañía había ocurrido
en el verano de 1877. El texto se puede consultar en EEO II, 145.
58
Se publicaron por primera vez en octubre de 1882, con el título de Sumario de las Constituciones, y aprobadas
por el obispo de Tortosa el 26 de enero de 1884. En 1888 se presentaron, en Roma, a la Sagrada
Congregación de Obispos y Regulares, para su aprobación definitiva, como veremos.
59
Cf.Constituciones de la Compañía de Jesús (8) y (580), en Obras Completas de San Ignacio, BAC , Madrid
1963, 418 y 537.
60
SC, en EEO II, 98.
92
medios, aquello que pueda parecer vanidad o lujo, y deben presentarse ante la gente sin
afectación ni ridiculez, siempre con la conciencia de que son educadoras61.

El párrafo con que se inicia el apartado del “Vestido” no puede disimular el estilo
decimonónico y algunos prejuicios de la época, pero es interesante porque anticipa parte del
contenido, de alguna manera nuevo, que desarrollará:

“Atendiendo el espíritu de vanidad e inconstancia que domina a toda hija de Eva, lo


que fijamos y mandamos en este capítulo es de lo más esencial [...]”62.

Lo que en definitiva se nos va a decir a lo largo de los artículos 89 y 90, está


perfectamente sintetizado en dos frases tajantes, conclusión cada una de ellas, de
afirmaciones aparentemente irreconciliables:

En la Compañía,
 “nada, por consiguiente, que huela a monja”.
 “Nada, en una palabra, que huela a mundo63”

Está prescribiendo el Fundador algo difícil de comprender hoy. Desde nuestra mentalidad
de siglo XXI, nos preguntamos: ¿cómo compaginar ambas prescripciones? Sigamos sus
argumentos, dejándonos conducir por su lógica interna, que no es la nuestra:

Primera afirmación:

“Queremos, y es una verdad, que las de la Compañía de Santa Teresa de Jesús


SEAN RELIGIOSAS, tengan el mismo mérito que ellas y más si es posible 64, con el
favor de Dios,
PERO SIN PARECERLO.
Nada, por consiguiente, que huela a monjas, ni aun en las palabras de convento…
Sint ut sunt, aut non sint65. No tendría razón de ser la Compañía de Santa Teresa
de Jesús en este caso; y no existiría”.

Segunda afirmación, que incluye la primera y la matiza:

”Acuérdense que el vestido es el manto que cubre nuestra desnudez… y que lo


hacemos servir muchas veces como muestra de vanidad…”

61
En el PE dice: “No pierdan nunca de vista que una de las cosas que más estragos causa en las mujeres y
arruina a las familias hoy días, es la vanidad en el vestir, o sea el lujo; y que la Compañía ha sido fundada,
entre otros fines, para curar este cáncer que corroe las entrañas de la sociedad actual. Por esto las de la Cía.
de Sta. Teresa de Jesús que renunciaron a Satanás, a sus pompas y obras, y dejaron la ignominia del vestido
seglar para vestir del modesto y santo hábito de Ntra. Señora del Carmen, deben aprovechar cuantas
ocasiones se ofrezcan para recordar a las niñas que eduquen, el cumplimiento de estas promesas solemnes
[…]”. (EEO II, 237-38).
62
A partir de aquí copiamos, reorganizando un poco el contenido, los artículos 89 y 90. EEO II, 104-105.
63
Hay que tener en cuenta que aquí la palabra “mundo” está tomada en su acepción peyorativa, como sinónimo
de vanidad, apariencia, banalidad. También tiene ese sentido, muchas veces, la palabra seglar. Actualmente
utilizamos, en todo caso, el adjetivo mundano con ese sentido negativo.
64
La atención al “mérito” religioso vuelve a aparecer.
65
Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre quién pronunció esta frase que se hizo famosa. C.
CASTIGLIONE se la atribuye a Lorenzo Ricci, Prepósito Gal. de la Compañía de Jesús, en respuesta al Papa
Clemente XIV, que le proponía la reforma de la Orden. (Cf. Historia de los Papas , Vol.II , Labor, Barcelona
1948, 519). Nos parece más probable la opinión de L. TODESCO, que comparte el historiador jesuita G.
MARTINA: Expresión del Papa Clemente XIII, ante la propuesta del rey de Francia Luis XV, de hacer una
revisión de la Regla jesuítica para crear, de acuerdo con el Parlamento francés, “una rama francesa
autónoma de la Compañía de Jesús”. Ni el Papa ni el Prepósito General Ricci aceptaron y la Compañía fue
expulsada de Francia en 1764. (Cf. L. TODESCO, Storia della Chiesa,”La Chiesa nei tempi moderni Vol. V,,
Marietti, Torino 1955, 34, y G. MARTINA, La Chiesa nell’ età dell’ Assolutismo, del Liberalismo,del
Totalitarismo, Morcelliana, Brescia 1970, 395). J. ÁLVAREZ GÓMEZ, comparte esta última opinión en su
HVR III, 482.
93
[POR CONSIGUIENTE]:
sólo lo necesario, nada de superfluo; sea sencillo, sin afectación, modesto, sin
ridiculez… Para despojarse de la ignominia del hábito seglar66, vistan siempre por
casa el santo hábito bendecido del Carmen…
Lleven por lo común al salir de casa pañuelo grande o mantón negro, o mantilla con
velo, zapatos abotinados o sencillos según usan las jóvenes de su clase y
condición…
Velen su cabeza toda en el templo, y el peinado sea sencillo, sin trampas, añadidos
o postizos…
Nada, en una palabra, que huela a mundo”67.

Y nueva síntesis final, por si no hubiera quedado clara todavía su tesis68:


“No deben distinguirse, repetimos, en el vestir y trato69 de las otras jóvenes o
señoritas de su clase más que por su modestia y sencillez cristianas, que son las
mejores gracias, elegancia y ornato de una doncella católica”70.

En la vida práctica

En coherencia con lo establecido en las Constituciones, las hermanas vestían con


modestia y sencillez, y en casa llevaban el hábito del Carmen, de manera que en lo exterior
no se distinguían de otras jóvenes cristianas. Contamos con algunos testimonios
interesantes:

La gente “no sabe etiquetar” a las de la Compañía

Era tan corriente el uso de hábito y tocas entre las religiosas, que algunas personas se
desconciertan al ver a las hermanas y no acaban de saber quiénes son las de la Compañía.

1877:Tenemos el caso de una señora piadosa de Barcelona, posiblemente una


bienhechora, a la que el Fundador le ha explicado, sin éxito, en qué consiste la Compañía:

66
Esta expresión tan negativa, no deja de ser un tributo a la mentalidad de la época, pero lo interesante en el
contexto es la intencionalidad disuasiva- persuasiva que tiene, al oponer: la ignominia del hábito seglar al
santo hábito bendecido del Carmen. – El capítulo tercero del Sumario, que habla “De la admisión en la
Compañía” dice refiniéndose a las postulantes: “Los dos primeros meses serán postulantes y vestirán como
en el siglo, después […] pedirán y se les vestirá el santo hábito del Carmen”. (Cf. EEO II, 20).
67
SC, en EEO II, 104 y 107. Los subrayados y las mayúsculas son nuestros.
68
En relación con este tema, nosotros HOY distinguimos dos modos excluyentes de vestir:
- de seglar (como en el siglo): una gama variadísima de modelos en cuanto a la forma, color, tejido,
etc…
- de religiosa: traje uniforme con o sin toca, el mismo para todos los miembros de una congregación,
llamado hábito.
Tanto el vestido seglar como el religioso admiten, a su vez, una enorme variedad de posibilidades…
AQUÍ, en las Constituciones de la Compañía sin embargo, subyace una triple distinción en los modos de
vestir. (Hay que tener en cuenta además que el término hábito está utilizado en un sentido más amplio, como
sinónimo de traje o vestido):
1.Vestido religioso: traje uniforme y tocas.
2.Vestido no religioso, que puede ser:
- “mundano” o “seglar”: lujoso, vanidoso, extravagante, caprichoso, superfluo (p. 23).
- “cristiano”: modesto, sencillo, sin afectación ni ridiculez, con gracia. Éste admite el “hábito del
Carmen”.
Sólo desde esta perspectiva se puede entender esa síntesis de la Compañía:
“Nada, por consiguiente, que huela a monjas…”
“Nada, en una palabra, que huela a mundo…”
69
San Ignacio también simplificó al máximo el traje de sus jesuitas, aceptando el modo de vestir de los demás
clérigos. Las Constituciones de la Cía. de Jesús decían lo siguiente: “Así mismo el vestido tenga tres partes:
una, que sea honesto; otra, que se acomode al uso de la tierra donde se vive; otra, que no contradiga a la
profesión de la pobreza…” (577) 15. p. 537.
70
SC, en EEO II, 104 y 106.
94
“Hoy tengo carta de la Sra. María Josefa Feu, de Sans, y me dice que lo
encomendemos a Dios, que hoy no se determina […]. Me habla de la cama dura y
estameña [...]. Ahora conozco que a pesar de lo que le dije, no se penetró de lo que
era la Compañía…”

En aquella conversación con la Sra. de Sans, D. Enrique le haría algún razonamiento


como el que ahora le sale del alma, en esta carta que escribe a Teresa Plá, Hermana
Mayor, tal vez porque las mismas hermanas necesitan también reforzar los argumentos:

“¡Pobre mujer! Cree ella que el hábito hace al monje! ¿No es verdad, hijas mías,
que si creyéremos que la toca y estameña basta habían de ser medios para mejor
lograr nuestro fin de celar la honra de Jesús y salvar el mayor número posible de
almas, no una toca, sino ciento, mil nos pondríamos y estameñas a millones?”71.

Como estamos viendo, es la misión la determinante del modo de vestir, pero hay
siempre un trasfondo que no podemos despreciar: “El hábito no hace al monje”. No es
esencial el traje religioso, sino un elemento cultural de significado ambiguo en aquellos
momentos.

1889: Otro testimonio parecido nos llega en una carta de Enrique de Ossó dirigida a una
comunidad de México, en la que les habla de una reciente fundación en Madrid, el Colegio
del Refugio:

“Las gentes contentas de las Hijas de la Santa Doctora. Dicen que son muy finas y
amables, y no acaban de entender el misterio de las monjas o señoras hermanas
teresianas”72.

También de esta fecha es “La Memoria acerca del Instituto de las hermanas de la
Compañía de Santa Teresa de Jesús” presentada por D. Vicente Olivares en el Primer
Congreso Católico Nacional, en el que se hace una interpretación interesante del carisma y
de la obra educativa de la Compañía, que comentamos en el capítulo diecisiete. Lo que en
este apartado nos interesa es lo relativo al traje:

“[Las hermanas de la Compañía] prestan servicios de toda clase al frente de


establecimientos de enseñanza, sustituyendo en otros73 a las Hijas de la
Caridad, que no pudiendo arrancarse la gloriosa toca que cubre sus cabezas
y que sin duda no pueden mirar sin sonrojarse algunos pueblos descreídos,
tuvieron que abandonarlos, aunque con el consuelo de verse reemplazadas
por las Hermanas de Santa Teresa de Jesús, cuyo modesto traje apenas si
descubre la organización de un instituto religioso”74.

No tenemos datos para saber a qué situación concreta se refiere, pero en todo caso se
pone de relieve una vez más el rechazo de las religiosas, y su modo habitual de
presentarse, en los medios liberales.

El mismo Fundador evita llamar “religiosas” a las de la Compañía

Aunque en la tradición de la Compañía, las primeras hermanas han pasado a la historia


con el tratamiento de madre, sin embargo Enrique de Ossó se dirige a cada una, por
71
Esta carta de 1878, aunque no indica día ni mes, es seguro que se escribió antes del 19 de marzo. (Ed. Nº
59, original en AGSTJ, E. Vol.4,82).
72
Madrid 11/2/89 (Inédita en AGSTJ, E. Vol.4, 82).
73
En realidad en el caso del Colegio de la Real Hermandad del Refugio, la Compañía había sustituido no a las
Hijas de la Caridad sino a las Escolapias (Cf. la carta inédita aludida) “por no presentar títulos” adecuados.
74
En este Memorial la Compañía aparece como Instituto religioso de vida apostólica: se habla constantemente
de las Hermanas –término que designaba a las religiosas de votos simples– y se mencionan también las
Constituciones, pero hay un deseo evidente de presentarlas como congregación atípica poniendo de relieve
esos aspectos que ya hemos indicado.
95
ejemplo en las cartas, o se refiere a ellas, llamándolas directamente por su nombre propio,
o anteponiendo el Doña o hermana, de respeto. Cuando habla o se dirige a todas, suele
decir las de la Compañía o las hermanas, y alguna vez las llama religiosas, pero no suele
presentarlas así en la RT. Esta prudencia es mayor en aquellos ambientes laicos o
antirreligiosos especialmente adversos a la fe católica. Ambientes que, por otra parte,
reclaman la presencia de las hermanas preparadas para ello75.

Da la impresión de que estas jóvenes teresianas, que siguen con radicalidad a Jesucristo
en la Compañía, se sienten verdaderamente religiosas y no acaban de entender por qué
han de evitar el nombre. El Fundador es el que tiene la visión de todo, y las reprende
cuando permiten que así se las llame, tanto en los medios oficiales, como entre las mismas
niñas, sobre todo a las que viven en ambientes especialmente adversos a la Iglesia:

“Siento que os hayan puesto “religiosas” en el comunicado. No lo consintáis en las


niñas, pues día vendría, si os tienen por tales, que no podréis cumplir con el fin de
la compañía”76.

Las alumnas de los colegios y los parvulitos las llaman y hablan de ellas como maestras
de santa Teresa y en los Colegios de nueva fundación las hermanas se presentan como
profesoras de Santa Teresa. Hay varios testimonios.

1881: En un artículo de la RT, de la sección “Hechos Edificantes”, titulado “La pequeña


misionera”, encontramos una narración ingenua, que nos da idea del ambiente anticlerical
de entonces que afectaba incluso a los niños y que explica la postura de la Compañía. A
pesar de su extensión transcribimos todo lo que puede ser de interés de este artículo
firmado por E. de Ossó:

“Visitando uno de los colegios que dirigen las maestras de santa Teresa de Jesús77,
hemos tenido el gran consuelo de conocer y admirar a una niña que apenas cuenta
cinco años, y que merced a su celo ha logrado sacar de una escuela protestante y
traerla a una escuela católica a otra amiguita muy vivaracha, llamada Sofía. Antes
esta pequeña misionera […] frecuentaba también la misma escuela protestante;
pero atraída del buen nombre y fama de las maestras de Santa Teresa de Jesús, es
hoy una de las que más las ama y mejor se portan.
Oigamos su interesante diálogo, que escribimos sin añadir ni quitar un ápice:
- Has de venir a mi escuela, le decía la pequeña misionera…
- ¿Que pegan tus maestras? Replicóle Sofía.
- No, que nos quieren mucho […]
- ¿Y qué os enseñan?[…]. Pero ¿que van Capellanes allí?, Les tengo mucho
miedo, que son malos.
- No, no hay allí Curas; sólo he visto uno una vez, y nos regaló confites.
- ¿Y monjas? A éstas sí que tengo más miedo que a los Curas.
- Nuestras maestras no son monjas: son maestras de santa Teresa de Jesús78.
Nos dicen cosas muy buenas y son muy amables y nos quieren mucho. Ven y
lo verás”79.

75
Los Contratos de fundaciones de colegios se hacen explicitando la identidad religiosa de la Compañía, como
por ejemplo el de enero de 1889, con la Real Hermandad del Refugio, que se firmó con la conciencia
explícita de que la Compañía era un Instituto religioso dedicado a la educación, de acuerdo con lo que
buscaban los componentes de la Santa Hermandad: un Instituto religioso femenino cualificado en títulos y
competente, que diera a las “señoritas colegialas una enseñanza y educación profundamente religiosa”. (Cf.
Bases del Contrato Archivo Colegio del Refugio, Madrid).
76
Carta de 3/9/80 a T. Plá, superiora de Gracia (Ed. Nº 149, original en AGSTJ, E. Vol.5,20).
77
Y hay una nota a pie de página en el mismo artículo que dice: “Por este nombre son designadas en algunos
puntos las Hijas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús”.
78
Nueva nota a pie de página en el artículo: “Sabido es que las de la Compañía de santa Teresa de Jesús,
aunque visten hábito del Carmen, no llevan toca”.- Huelga insistir en lo que está claro.
96

1882: “Breve Noticia de la Compañía de Santa Teresa de Jesús”, en la presentación de


la segunda parte de las Constituciones de 1882, Organización y Gobierno:

“En todas partes se ve la acción de la gracia, que se comunica por las Profesoras
de la Compañía de santa Teresa de Jesús de un modo muy particular a sus
discípulas, al ejercer su benéfico apostolado de enseñanza80”.

1883. El rótulo exterior del Colegio de Junqueras:

“No dejéis pasar la ocasión sin arreglar el rótulo del colegio […] pone así: colegio de
Jesús, María y José para señoritas. Enseñanza elemental, superior y de párvulos.
En el que está a la puerta podéis añadir: dirigido por las profesoras de la Compañía
de santa Teresa de Jesús”81.

1890. El precioso Prospecto del Colegio de San Gervasio, donde se informa de las
característica de la educación y el internado, se presenta también así, con grandes letras:

“Colegio de Santa Teresa de Jesús,


para señoritas,
dirigido por profesoras de la Compañía de Santa Teresa de Jesús
Barcelona.- San Gervasio”82

Algunas fundaciones de la Compañía “se pidieron”


por no parecer religiosas

Enrique de Ossó desde el principio estaba convencido de la importancia de este modo


de proceder y con frecuencia insistía con razones y apelando a la experiencia. Veamos, a
continuación, cómo en algunos lugares se eligió a la Compañía precisamente por su
apariencia no religiosa:

ORÁN 1882

Leamos una interesante carta dirigida a Saturnina recién elegida Hna. Mayor, en la que
le anuncia otro pronóstico cumplido:

“Con esta carta recibirás otra de una señora muy principal que pide hermanas de la
Compañía para Orán, pues hay allí más de 60.000 españoles y no tienen quién
eduque a sus hijas, que han de mandar a moros y judíos. Las quieren porque no
llevan tocas, y ni parecen religiosas monjas, porque como dominan allí los
franceses no quieren monjas” 83.

79
Resisto la tentación de acabar el artículo… El lector lo puede encontrar en RT 1880-81, 136-138.
80
OG, en EEO II, 146.
81
Carta a Dolores Llorach, Superiora del colegio de Junqueras Barcelona, Jesús 31/3/83 (Ed. Nº 241, original
en AGSTJ, E. Vol.15,41).
82
Sería interesante observar la evolución de los Prospectos. El de San Gervasio, de1903, ha sustituido
“profesoras” de la Compañía (1990) por “Religiosas” de la Compañía.
83
El rechazo a todo lo religioso fue mayor todavía en Francia, donde el Estado quiso imponer una educación
obligatoria, laica y gratuita. En realidad había sido la Revolución Francesa (1789) la expresión más virulenta
de las ideas ilustradas, y la que desencadenó el rechazo y la persecución de los religiosos no sólo en Francia
sino en toda Europa. Sin embargo, durante el siglo XIX nacen concretamente en Francia muchas
congregaciones religiosas dedicadas al apostolado, gran parte de las cuales –sobre todo femeninas–
adoptan una forma de vida tradicional, por la influencia de las Órdenes antiguas restauradas preocupadas de
revalorizar antiguas tradiciones: el hábito es una expresión típica (Cf. R. HOSTE en DTVC, 79 ). Otras, sin
embargo, participan de la misma sensibilidad, en cuanto al modo, que Enrique de Ossó. Carta de 20/11/82,
(Inédita en AGSTJ, E. Vol.3, 138).
97
Y se lo repite, casi de la misma manera, a Teresa Plá, Ecónoma General en aquel
momento:

“Tenemos dos fundaciones pedidas: una es en Almunia […] la otra en Orán (África),
donde hay 60.000 españoles que mandan sus hijas con moros, judíos o
protestantes que las pervierten […] quieren sean de la compañía y no otras, porque
no llevan tocas y no parecen monjas”.84

Y en otra carta, del día siguiente, comenta lo mismo:

“… sólo la Compañía lo puede hacer. ¡qué lastima no tener 300 hermanas


perfectas!”85.

MÉXICO 1886

Ya vimos que el obispo de Eumenia, Monseñor Moreno, había sintonizado con la obra de
la Compañía sobre todo en el modo de proceder y vestir, probablemente porque la situación
sociopolítica de México así lo aconsejaba. Ahora encontramos algunos datos
complementarios sobre la fundación de Puebla de los Ángeles:

“La señora Joaquina Duxae, residente en Puebla de los Ángeles, […] había ido en
viaje de recreo a España y pasando por Barcelona se relacionó con otra señora que
frecuentaba la casa madre de la Compañía […]. Ésta la enteró de los excelentes
métodos que usaban en la enseñanza y del prestigio y rápida extensión que iba
teniendo el Instituto en España y así trató de que la señora Duxae conociese a las
religiosas. En su primera visita y aun antes de saludarles, se quedó suspensa un
instante y exclamó. “Ah, estas religiosas son buenas para mi país porque no llevan
tocas blancas”86.

2.3. Son “tropa ligera”, “andariegas”

La misión apostólica que caracteriza a la Compañía, la educación teresiana, y el deseo


de multiplicar en lo posible los centros educativos, pone a las hermanas en situación de
viajes y desplazamientos frecuentes de un lugar a otro. En el capítulo anterior ya aludimos a
una preciosa intuición del Fundador —la imagen de las nubes— en relación con la movilidad
apostólica de la Compañía87. Entre las “Razones para ingresar a la Compañía” encontramos
esta misma imagen, que hoy podría interpretarse incluso con nuevo sentido:

“El Apostolado de la enseñanza es uno de los más fecundos. Pero la Compañía lo


ha dispuesto del modo que pueda dar mayor fruto. La enseñanza es como agua
que fecunda la tierra; pero unos la riegan siempre en un lugar como las fuentes —y
éstas son las Religiosas de enseñanza con clausura que solo benefician un limitado
espacio—. Y otros como las nubes, que pueden beneficiar todo el mundo, y éstas
son las de le Compañía, que pasan como Jesús por el mundo haciendo el bien.
Cuando hayan regado y fertilizado un pueblo, una ciudad, una provincia, la
obediencia las trasladará a otra parte. Y así el bien puede ser incalculable,
inmenso”88.

Es también significativo el hecho de que en las Constituciones se dedique un capítulo a


los Viajes, perfectamente justificado desde la misión y el carisma:

84
Carta de 21/11/82, (Ed. Nº 228, original en AGSTJ, E. Vol.6,33).
85
Carta de 22/11/82 a Cinta Talarn, (Inédita en AGSTJ, E. Vol.2,72).
86
De la historia de la fundación de México. Citado en HSTJ, 245.
87
RT agosto 1879,en EEO III, 803.
88
”Algunas razones para ingresar en la Compañía”, razón 14ª. Inédito, en AGSTJ E. Vol. 25, 65.
98

“Como las de la Compañía de Santa Teresa de Jesús han de imitar a su y Madre


patrona Teresa de Jesús en la vida activa y contemplativa; como han de ser tropa
ligera dispuesta siempre a volar a dondequiera que reclamen su auxilio y presencia
los intereses de Jesús[…]”89.

Esta disponibilidad para desplazarse contrasta con una de las características propias de
la vida religiosa que todavía era común en el siglo XIX , el voto de estabilidad, hasta el punto
de que el mismo capítulo de los Viajes previene a las hermanas de la extrañeza que pueden
producir en la gente sus idas y venidas, como de hecho ocurrió:

“Habrá necesidad muchas veces de ir de un lugar a otro, y no será difícil que se las
tilde, como a Teresa de Jesús, de mujeres inquietas, andariegas y revoltosas. Todo
por Jesús y su Teresa.”90.

No entramos en un análisis minucioso del capítulo que, por otra parte, está lleno de
concreciones ya desfasadas. Sin embargo, en su planteamiento general descubrimos la
conciencia de que el servicio apostólico con sus circunstancias es para la hermana el lugar
del encuentro con Dios, así como lo es la soledad y el silencio:

“Nada perderán en estas ocasiones, si lo hacen todo por Jesús, y lo mismo podrán
santificarse en el viaje que en el retiro, pues en todas partes está Dios”91.

2.4. No cambian el nombre

El cambio de nombre, símbolo de “nueva vida” y relacionado también con la “fuga mundi”
de las órdenes religiosas, no se adoptó nunca en la Compañía. El ingreso en la Compañía
no supone para la joven renunciar a la vida cristiana anterior, sino la posibilidad de vivir en
plenitud sus compromisos bautismales, como los vivió Teresa de Jesús: “Revestirnos de
Cristo Jesús es nuestra ocupación esencial”. Esta es la razón por la que en las
Constituciones se alternan las expresiones cristocéntricas con las teresianas:

“Bien sabéis cuál ha sido el fin que ha presidido a nuestra obra de celo: no es otra
que “haceros otras Teresas de Jesús…

En este caso, el Fundador está planteando a las hermanas la vida en Cristo, desde una
lectura femenina y apostólica teresiana:

“…Habéis sido llamadas a despojaros de las miserias de Eva y a revestiros del


espíritu de celo y virtudes apostólicas que, por aumentar los intereses de Jesús
adornaban el corazón de Teresa de Jesús”92 .

Aunque en la Compañía no se cambiaba el nombre, sin embargo, y como rasgo


característico de la espiritualidad del siglo XIX, junto al nombre de pila o de bautismo, a
cada hermana se le asigna un sobrenombre “de Compañía”, en relación con los santos
protectores o con algún misterio del Señor o de la Virgen. Este nombre añadido al de
bautismo, expresaba algún rasgo espiritual en el que la hermana había de distinguirse. Hay
muchas testimonios. Copiamos dos fragmentos expresivos de dos cartas, que ponen de
manifiesto el sentido quasibíblico del nombre de Compañía. El primero, se refiere a Dolores
Llorach, antes incluso de la fundación de la Compañía:

89
“Del modo de portarse en los viajes”: Capítulo diecinueve de SC, en EEO II, 122-126. Al final del capítulo
tercero de este libro se habla de la “disponibilidad” como característica apostólica relacionada con la “movilidad”.
90
SC, en EEO II, 122. Ese triple epíteto de Teresa, que hoy nos resulta simpático y positivo, se lo puso a la
Santa el General de la Compañía de Jesús, que desconfiaba de aquella mujer.
91
Ibid.
92
A las Fundadoras, en EEO II, 11-12. 10.
99

“Ya no te diré más Delgadita, sino Dolores de San José. ¡Oh, cuántos dolores tuvo
este bendito Santo! Tú se los alivies con ser alma de oración, recogimiento y
mortificación”93.

El segundo ejemplo es de 1882, en una carta a Saturnina Jassá, directora de las


educandas de Jesús:

“Recibo la tuya. A Hermenegilda del Corazón de Jesús dígale que, pues ya tiene el
nombre de Compañía, sea mansa y humilde de corazón”94.

2.5. No viven en conventos

A las casas donde viven las hermanas, cualquiera que sea su finalidad, formativa o
apostólica, se las llamaba colegios o residencias: Colegio primario o principal, Colegios
Mayores, Colegios Centrales, Casa primaria o principal95, evitando en todo caso términos
que “suenen a convento”:

“Ni aun usar palabras que huelan a convento”96.

“Nada, por consiguiente, que huela a monjas, ni aun las palabras de convento,
noviciado, etc.”97

“Llámanse Colegios en general todas las casas de la Compañía, en las que las
niñas son informadas en letras y temor de Dios […]. Las casas de la Compañía, en
que las Hermanas no ejercen el apostolado de la enseñanza, llámese
Residencias”98.

Hay un artículo de la Revista Teresiana interesante en este sentido, pues deja bien clara
la identidad de la Compañía. Se informa a los lectores de la nueva casa-colegio que la
Compañía está edificando en Jesús, y se les pide ayuda económica para financiarla.
Enrique de Ossó, con su capacidad persuasiva, describe bien las características de esta
nueva obra de celo, su finalidad, su misión. Y les dice:

“No podremos ofrecer a nuestro bienhechores que nos manden mil reales una celda
como en el convento de San José, porque no será convento, sino Compañía de
santa Teresa; pero en cambio podrán llenar una plaza en esta Compañía de zelo
por los intereses de Jesús…”99.

2.6. No rezan el oficio coral

Además de las muchas prácticas piadosas y devociones características del siglo XIX, era
frecuente entre las religiosas el rezo del Oficio litúrgico completo, propio del clero y de los
monjes100. Algunas congregaciones femeninas de nueva fundación adoptaban una

93
Carta a Dolores Llorach, que está en La Canonja, con Dña. Magdalena. Tortosa, 27/ 4/1876, (Ed. Nº 10,
original en AGSTJ, E. Vol.16, 60) .
94
Tarragona, 4/2/1882, (Ed. Nº 199, original en AGSTJ, E. Vol.17,137) .
95
En realidad no hubo tanta variedad de casas o colegios, esto era lo que estaba proyectado: Cf. 2ª Parte C, en
EEO II, 332-334.
96
Bases, en AGSTJ Escritos PIB/T vol. 10,18. Publicado en HSTJ Nota 7, 49.
97
SC en EEO II, 104.
98
2ª Parte C, en EEO II, 334-335.
99
RT 1877-78, 168. Ya se citó en el capítulo primero: “La Compañía de santa Teresa y Teresa de Jesús”.
100
Así lo explica JUAN M. LOZANO: “El prestigio de la vida monacal y conventual, por un lado, junto con la
interpretación disciplinar del vivir comunitario que comienza a aparecer en el siglo XVII y se intensifica en el
XIX, hace que no pocos institutos apostólicos volvieran a multiplicar los actos de comunidad, particularmente
100
modalidad “mariana” y más breve del salterio, llamado Oficio Parvo. Nada de eso
encontramos en la Compañía.

Aunque en los reglamentos y en uno de los capítulos finales de las Constituciones101 se


habla también de devociones y ejercicios de piedad, el Fundador insiste a las hermanas
únicamente en el ejercicio diario de la oración mental, tan importante para ellas, educadoras
y maestras de oración, pues “va en ello la vida o la muerte, la prosperidad o la ruina de la
Compañía y de todas sus Hijas. Fáltese, pues, a todos los ejercicios antes que a la
oración”, les dice102.

En el capítulo citado, es interesante observar cómo se excluye explícitamente la práctica


del Oficio Coral. Y sobre todo conviene entender las razones que se dan para ello, así
como los argumentos con los que se aconseja el rezo diario del rosario:

“Cada día rezaréis una parte del santísimo Rosario en Comunidad […]. Este rezo
será vuestro oficio divino, al cual estaréis obligadas como los clérigos y monjas lo
están al rezo del Breviario o del Oficio parvo […]. El rosario es y será siempre el
único Breviario de las Hijas de Santa Teresa […] ya por la excelencia divina de esta
oración, ya por la facilidad en poderse rezar, muy conforme al modo de vivir de la
Compañía”103.

2.7. No hacen penitencias exteriores

También aquí se distancian de otras congregaciones femeninas, incluso de las


Carmelitas, con las que la Compañía mantiene tantas coincidencias. Ésta como aquellas,
considera que el sacrificio es esencial a la vida cristiana y a su proyecto apostólico
teresiano. Pero en el caso de la Compañía todos los medios ascéticos se ordenan
directamente hacia el fin apostólico activo. El criterio está muy claro desde el principio:

“Sean las Superioras muy amigas de apretar en las virtudes más que en las
penitencias exteriores; sobre todo aprieten en la abnegación y vencimiento de sí
mismas. Las austeridades y penitencias exteriores no deben jamás prescribirse por
regla, ni han de ser inmoderadas, ni indiscretas, porque dañan e impiden mayores
bienes, esto es, el conveniente ejercicio del apostolado de la enseñanza, que es el
fin principal de la Compañía”104.

En cuanto a los ayunos, la Compañía se atiene a lo que manda la Iglesia para todos los
cristianos:

“No habrá otros ayunos de obligación más que los de la Iglesia, excepto las vigilias
de San Francisco de Sales, del 2 de abril y de las fiestas del Corazón de Jesús y de
su seráfica Madre santa Teresa de Jesús105”

de oración, produciendo una tensión más o menos fuerte, entre las exigencias del ministerio que hizo nacer el
instituto y las observancias comunitarias que aparecieron luego”(“Vida Apostólica” en DTVC, 1799).
101
El capítulo se titula Del empleo del tiempo. Es una especie de reglamento pormenorizado donde se indican
las actividades apostólicas, formativas o piadosas que debía hacer la hermana en cada momento. La
explicación a la que nos referimos la hace únicamente en la redacción de 1888, Constituciones, EEO II, 113
102
SC en EEO II, 42.
103
SC, en EEO II, 113.
104
SC y C de 1882 y 1888, en EEO II, 100 y 103. Parte del texto constitucional está tomado casi textualmente
de las Constituciones de S. Ignacio: “La castigación del cuerpo no debe ser inmoderada ni indiscreta en
abstinencias, vigilias y otras penitencias exteriores y trabajos que dañan y impiden mayores bienes”. (Obras
Completas de San Ignacio, BAC, 478). En la edición de 1888 STJ se añade la concreción carismática de la
Compañía de Santa Teresa de Jesús. SC y C en EEO II, 100 y 103.
105
SC en EEO II p. 102.
101
2.8. No aceptan “privilegios profesionales”

A pesar del fuerte anticlericalismo que reinaba en España, manifestado en las leyes
educativas que se sucedieron a lo largo del siglo XIX, en algunos períodos —y
concretamente cuando surge la Compañía— religiosos y religiosas podían enseñar y
dedicarse a la instrucción en la escuela, sin necesidad de título de las Escuelas Normales106.
Por otra parte estaba bastante extendida la opinión de que frailes y monjas eran vagos e
incompetentes, pues no trabajaban como el resto de ciudadanos.

Enrique de Ossó concibe la Compañía como un instituto femenino dedicado a la


educación sólida e integral para la que se necesita preparación seria:

“Como la Compañía es obra de celo que ha de extender el reinado del


conocimiento y amor de Jesús por medio del Apostolado de la enseñanza, en este
siglo de luces (pretendidas) es de todo punto indispensable que se presenten las
Hijas de la gran Teresa ante el mundo, en medio de la sociedad, con copia
[abundancia] de conocimientos sólidos y provechosos...”

De ahí la importancia capital del estudio y el interés de que cada hermana tuviera su
titulación. Y no sólo título oficial, sino que la misma Compañía creará sus propios títulos para
garantizar la competencia profesional de las maestras teresianas:

“…Habrá por lo mismo, además de los títulos oficiales que se saquen en Normales
del Gobierno, títulos propios de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, y serán los
de verdadero mérito o valer de dos clases: Profesoras elementales y Profesoras
superiores”107

3. ¿QUÉ DIJO LA SAGRADA CONGREGACIÓN DE RELIGIOSOS?

En un momento de vacilaciones canónicas y de falta de claridad respecto a la Vida


Religiosa108, el Sumario de Constituciones describe bien la identidad de la Compañía y su
Proyecto apostólico. Un documento elaborado por el Fundador, que presenta
coherentemente y con unidad el fin y el espíritu del Instituto, su modo de proceder y de
comprometerse en el servicio de la educación cristiana, en la Iglesia y en la sociedad de su
tiempo, y su organización. Así lo piensa él mismo y lo dice en la presentación, dirigiéndose
a las fundadoras:

106
En el capítulo segundo hemos hecho alusión al Gobierno de Cánovas que, en 1879 restablece esos derechos
concedidos por la Ley de 1857 a religiosos y religiosas, que había suprimido la Revolución de 68. Además de
las religiosas de María Inmaculada fundadas en 1855, que se acogieron a estos derechos, tenemos otro
testimonio también relacionado con el P. Claret. En una carta suya a D. José Xifré, Superior General de los
Misioneros del Corazón de María le dice: “Al señor Passarell le dirá que el Padre Coll [Dominico y Fundador
de las Dominicas de la Anunciata en 1856] me ha instado ahora mismo para que sus monjas puedan quedar
autorizadas para enseñar sin pasarse maestras. Ya sabe él que yo hice la solicitud, y la envié al ministerio” (
Madrid 7/5/1858, Carta Nº 129 de San Antonio Mª Claret, Cartas Selectas, op. cit.).
107
Continúa el texto indicando los modos para obtener estos título: OG de las Constituciones de 1882, en EEO II,
150. A
108
Hasta 1889, por el decreto de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, Ecclesia Catholica, no se
asimilan jurídicamente las congregaciones de votos simples al estado religioso, pues no se reconocía el
carácter público de los votos. La aprobación oficial y el reconocimiento legislativo de las nuevas
congregaciones apostólicas fue objeto de dos documentos anteriores al Código de Derecho Canónico de
1917:
 En 1900 la Constitución Conditae a Christo de León XIII distingue el derecho de las congregaciones
como diferente al de las órdenes religiosas, especialmente en cuanto al estilo de vida, autoridad y
gobierno de las mismas. Se clarifica definitivamente la terminología.
 En 1901 las Normae son un complemento importante. Contienen un proyecto de constituciones para las
congregaciones modernas.
 En 1917 el Código de Derecho Canónico consagra el total acceso de las congregaciones al estado
religioso desde el punto de vista jurídico (Cf. M. ARROBA, “Congregación” en DTVC, 348 y ss.).
102
“Este cuerpo de doctrina […],principal alimento de vuestras almas […] contiene,a
nuestro modo de entender,el espíritu de la obra y los detalles más precisos. [Es] el
Directorio que contiene las Constituciones o Reglas que han ido formando y
formarán y confirmarán vuestro espíritu y el de las otras doncellas, que tras
vosotras han venido o vengan”109.

3.1. EL Decreto de Alabanza (1888)

En enero de 1884 la Compañía había recibido la aprobación diocesana. Ahora, doce


años después de su nacimiento, el Fundador presentaba a la Santa Sede, para su
aprobación definitiva, el texto de las Constituciones, acompañado de una breve reseña
histórica y un balance de la realidad espiritual y apostólica de sus miembros. Por fin, el 22
de septiembre de 1988 la Compañía de Santa Teresa de Jesús recibe el DECRETO DE
ALABANZA110 de la Santa Sede, primer paso para el reconocimiento oficial del Instituto. Ha
sido necesario un minucioso examen de las Constituciones del nuevo Instituto, cuyos frutos
se ven ya en su breve historia, y en las recomendaciones de varios señores obispos:

“Después de un diligente y maduro examen de todo lo expuesto, Su Santidad en


audiencia tenida por mí, Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación, se dignó
alabar y recomendar sobremanera el fin u objeto de la precitada pía Compañía de
Hermanas de Santa Teresa de Jesús, del mismo modo que se alaba y recomienda
sobre manera la misma Compañía y su fin por el presente Decreto”111.

El Decreto comienza con una brevísima relación de los 12 años de vida de la Compañía,
reformulando curiosamente al modo canónico, “el fin peculiar y objeto de esta pía
Comunidad”, atribuyéndole, sin más, las características del modelo común a todos los
institutos religiosos y omitiendo las peculiaridades de la Compañía que aparecen en las
Constituciones:

“Las Hermanas viven en Comunidad, llevan hábito propio del Instituto, están sujetas
a una Superiora General y hacen primeramente los tres votos comunes, simples y
temporales de obediencia, castidad y pobreza, y después los perpetuos”.

¿Cómo interpretar hoy esta “interpretación oficial”? Sabemos que la Santa Sede era
remisa en reconocer la identidad religiosa de las nuevas congregaciones dedicadas de
manera prioritaria a la acción, con un estilo de vida y organización distintos112. Sin embargo,
a juzgar por el Decreto de Alabanza podemos afirmar que, al examinar las Constituciones de
la Compañía, algo de consistente encontró en ellas el Censor, de manera que no pudo
dudar de la identidad religiosa del nuevo instituto. Eso sí, censuró el proyecto carismático,
queriéndolo asimilar o reducir al modelo canónico vigente.

3.2. Las 28 Animadversiones

El Decreto de Alabanza de la Compañía de santa Teresa de Jesús terminaba con un


dilata:

109
EEO II, 10.
110
El Decreto de Alabanza está firmado por el Cardenal Massoti, Prefecto de la Congregación de Obispos y
Regulares.
111
EEO II, 140-141.
112
La Sagrada Congregación de Obispos y Regulares (S.C.O.R.), con el Decreto Ecclesia Catholica (11-8-1889)
fue muy rígida y negó el título de religiosas a varias congregaciones femeninas, sin hábito religioso, que
solicitaban el reconocimiento canónico. (Cf. A. BONI, DIP I, 76).
103
“Se difiere la aprobación del Instituto y Constituciones, acerca de las cuales [el
Censor113] mandó se hicieran entre tanto algunas advertencias…”

Precisamente estas advertencias114 nos van a dar mucha luz para interpretar. Porque, por
paradógico que parezca, las Animadversiones representan el reconocimiento eclesial de las
peculiaridades carismáticas de la Compañía, en un momento en que no podían ser
aceptadas por la Santa Sede. Peculiaridades que se refieren al modo particular de vida
religiosa apostólica, con una espiritualidad y una misión claras, con un estilo de vida y
organización propios.

A continuación presentamos, ordenadas por temas, algunas animadversiones, que ponen


de relieve rasgos característicos de la Compañía en contraste con la legislación canónica de
1888-89:

1. Exagerada pretensión apostólica

Éste es un rasgo que comentaremos en el capítulo noveno. Únicamente adelantamos


que debe interpretarse atendiendo al elemento de ambigüedad o ambivalencia que se
encuentra en el documento. Mientras que para Enrique de Ossó la pretensión apostólica
exagerada es consecuencia de la experiencia espiritual y del amor, la Ley se escandaliza de
tal pretensión, sobre todo porque se trata de una comunidad de mujeres. Las Constituciones
están hablando con un lenguaje que no es jurídico sino experiencial y afectivo y por eso no
puede entenderlo el censor Lolli.

Animadversión 3ª: ¡La vida de la Iglesia confiada a estas mujeres!

CENSOR: “En general advierto que en las Constituciones se habla con tales
palabras acerca de esta nueva Sociedad, que la humildad cristiana se resiente con
justicia del daño que se le causa a ella con tales palabras […]. ¿Acaso no es
completamente fuera de lo normal confiar la vida de la Iglesia y de la sociedad a
esta Congregación de mujeres?”.

Animadversión 12ª: Como mujeres que son, solamente pueden educar a mujeres

CENSOR: “En las Constituciones se dice: “En cada Colegio habrá escuela de
párvulos hasta los 7 años”. Me parece que esto se debe prohibir completamente,
excepto en casos de absoluta necesidad”.

SAGRADA. CONGREGACIÓN: “La Santa Sede no suele admitir que un instituto de


Hermanas se encargue de párvulos. Así pues, omítase todo lo que a esta tarea se
refiere, y las Hermanas procedan poco a poco, a abolir este tipo de escuela”.

2. Han de ajustarse a los tres votos de pobreza,


castidad y obediencia, que constituyen la esencia
del estado religioso.

113
La S.C.O.R. encomendó el estudio de las Constituciones a un especialista –el Censor–, un canónigo
lateranense experto en leyes, llamado A. LOLLI. A él se deben las 28 correcciones (“animadversiones”)
redactadas en latín, que se entregaron a la Compañía en sus dos versiones: La del Censor, más espontánea,
a veces irónica y ridiculizadora, redactada y firmada por el propio Censor. La oficial que, basándose en la del
Censor, es más lacónica y respetuosa, firmada por el Prefecto C. MASSOTTI. Junto a los fragmentos
transcritos, indicamos si son del Censor o es la versión oficial de la Sgda. Congregación.
114
En el AGSTJ (Carpeta 48, III BC, 5-8) se encuentra el texto completo de las Animadversiones en su versión
original en latín, tal como se recibió de la Sagrada Congregación. Los fragmentos que reproducimos han sido
traducidos para este trabajo, con la mayor fidelidad posible. En la nueva versión informatizada del libro,
adjuntamos el texto completo traducido, para facilitar su lectura. Buscar Archivo 31. ANEXOS BIS.
ANIMADVERSIONES.
104
También en este caso se están hablando lenguajes distintos. El de la inspiración
carismática y el del Derecho Canónico. No es que la Compañía cuestionara los tres
consejos evangélicos expresados mediante los votos en la tradición de la vida religiosa,
que estaban claros. Pero al censor no le parece adecuado el planteamiento integrado que
presentan las primeras Constituciones de la Compañía. Era necesario formular por
separado cada uno de los tres votos. Su naturaleza, las obligaciones concretas e
independientes de cada uno. No interesan tanto las peculiaridades carismáticas del nuevo
instituto, cuanto su sometimiento o adaptación uniformante al Código general. Por esta
razón tampoco se admite un cuarto voto, que expresaba la consagración apostólica del
nuevo instituto.

Animadversión 5ª: Hay que dedicar un capítulo de las Constituciones al voto de


castidad

CENSOR: “En el capítulo XV [la Compañía de santa Teresa] define el voto de


castidad y se declaran las obligaciones de éste, pero si pareciere bien escribir un
nuevo capítulo acerca de este voto, sería óptimo”

Animadversión 6ª: Debe dedicarse también un capítulo de las Constituciones al voto


de pobreza y definirlo bien.

CENSOR: “Igualmente respecto a lo que se dice en el capítulo XVI. Formúlese un


capítulo acerca de la pobreza, en el cual se exponga clara y distintamente la
naturaleza y las obligaciones de este voto. Es lo más perfecto que, puesto que los
tres votos de pobreza, castidad y obediencia constituyen la esencia del estado
religioso, las Constituciones hablen de ellos claramente, concretamente acerca de
la pobreza, y en absoluto confusamente acerca de la castidad, ni por accidente”.

SAGRADA CONGREGACIÓN: “De la misma manera respecto a lo que trata el


capítulo XVI. Reformúlese un capítulo sobre la pobreza […]. A estos efectos se
deben insertar en estas constituciones las siguientes palabras: “Las Profesas en
este Instituto”. Cópiense los artículos del voto de pobreza de los Maristas. Véase
“Método Bizzarri” p. 43. Háganse, si embargo los necesarios cambios, es decir, el
masculino en femenino, y donde se habla de Superior General póngase Superiora
General”

Animadversión 10ª: No se deben inventar nuevos compromisos apostólicos. No se


admiten más que los tres votos

CENSOR: “¿Acaso no sería más seguro que se permitan solamente estos tres
votos que están aprobados por la Iglesia, que no inventar otros nuevos cada
día?115. Este voto: “salvar el mayor número de almas”, ya está incluido. Y además
“el voto o juramento de perseverancia”. La cuestión es aumentar, dice un antiguo
proverbio.

SAGRADA CONGREGACIÓN: Según la presente disciplina de la Iglesia, no se


admiten sino los acostumbrados tres votos de obediencia, castidad y pobreza, que
constituyen por sí mismos la esencia del estado religioso. De aquí que se deben
omitir los que se refiere a los otros, es decir, “de salvar el mayor número de almas”,
el voto de enseñanza y el juramento de perseverancia” .

115
“Durante la segunda mitad del siglo XIX corrientes uniformantes dentro de los organismos de la Santa Sede
[…] no autorizan a nuevas familias religiosas, que lo desean y lo intentan, expresar bajo forma de cuarto voto
su identidad original con toda la riqueza con que sus fundadores querían expresarla a impulsos de una
llamada interior. Se argumentó entonces diciendo que su contenido estaba implícito en el voto de obediencia
y desde esa base la Sagrada Congregación de Religiosos ratificó en 1901 (Normae Nª 102) esta no
autorización de cuartos votos”. (I. IGLESIAS, “Cuarto voto”, en DTVC, 468-469).
105

3. Han de adoptar en todo el modelo estándar de vida religiosa.

En este punto, menos que en los anteriores, tampoco fue posible un entendimiento. Es
más, el censor Lolli no sólo “prescribe absolutamente”, sino que malinterpreta las razones de
las Constituciones, tergiversa los hechos y los condena despiadadamente, cuestionando
incluso al mismo Fundador.

Animadversión 7ª: Tienen que llevar hábito religioso, sin avergonzarse de lo que son

CENSOR: “Hablando del vestido [las constituciones] prescriben: “En ninguna cosa
exterior deben distinguirse de las doncellas honestas seglares. Deben ser y son
verdaderamente hermanas consagradas de esta sociedad, pero que sin embargo
no aparezcan tales al mundo. Por esta causa, nada que sepa a monjas ni en
palabras, celdas, noviciado, etc. debe admitirse entre ellas. Sean como son o no
sean. En casa usen hábito carmelitano […]”.
Es ciertamente lamentable que, habiendo tenido la milicia de la Iglesia signos
peculiares durante todos los siglos, por los cuales se distinguía a primera vista del
enemigo, hoy por no sé qué soplo del Espíritu, los cristianos, avergonzados del
Evangelio, se esconden en vestidos profanos, abandonando los sagrados y propios.
A partir de esta capitulación, aunque con la esperanza de una victoria más fácil, se
originan muchas acciones malas y daños —testigo soy yo de la experiencia—.
Así pues, se debe prescribir absolutamente el hábito religioso, tanto en casa como
fuera, a todos los miembros de cualquier familia religiosa, y por tanto, a las mismas
hermanas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús”.
“Aquella frase sean como son o no sean, que algunos han usado como expresión
de piedad y fortaleza cristiana, es completamente altanera y debe ser rechazada,
ya que los hijos piden consejo al Padre, y no se exigen derechos”

SAGRADA. CONGREGACIÓN: “En el Nº 9 b hablando del vestido (las


constituciones) prescriben que en las formas exteriores no deben distinguirse en
nada de las jóvenes seglares y honestas; y que en casa han de usar el hábito del
Carmen. No puede admitirse que las consagradas a la Iglesia usen vestidos
profanos, desechando los sagrados y los propios. Así debe prescribirse en estas
Constituciones un hábito propio del Instituto, tanto en casa como fuera, según la
antigua disciplina, para todas las Hermanas”

Animadversión 27ª: Debe recuperarse el vocabulario religioso para asegurar el


espíritu y establecer el noviciado canónico.

CENSOR:“Las Constituciones prescriben que no deben usarse las palabras


cenobio, noviciado, y otras semejantes a este tipo, tal como se indicó en la Nº 7.
Pero temo que con las palabras se quiten las mismas cosas. Así, todo lo que fue
establecido por los Sumos Pontífices, con su sapientísimo consejo, para los
noviciados, se echa de menos aquí. Por tanto, prescríbase para las Hermanas que
observen con el mayor cuidado las cosas que fueron determinadas por los
sagrados Cánones y sobre todo por la Constitución Clementina “Regularis
disciplinae” y las inserten en las Constituciones.

SAGRADA. CONGREGACIÓN: “De ningún modo puede aprobarse lo que se


prescribe en estas Constituciones, es decir, que no se usen las palabras noviciado
y otras semejantes; al contrario, el noviciado se debe establecer según las reglas
106
canónicas referentes al noviciado, y sobre todo las que fueron determinadas en le
Decreto de Clemente VIII, que comienza “Regularis disciplinae”116.

4. CONCLUSIÓN

La orientación predominantemente apostólica de la Compañía, en cuanto instituto


religioso de vida apostólica activa, se pone de relieve en todos los capítulos de las
Constituciones por su particular integración de los elementos constitutivos de la vida
religiosa: intensificando unos, atenuando otros y subordinándolos todos a la misión.

Los primeros capítulos que hablan del fin único e integrador, del origen carismático de VII
Moradas, de las grandes miras de las hermanas, de la determinación en negociar todo el
caudal, y de dar a la Iglesia apóstoles más perfectos y celosos del conocimiento y amor de
Jesús, asustaron al Censor Lolli.

No era frecuente tal pretensión en los institutos femeninos. “¡Confiar la vida de la Iglesia
y de la sociedad a una congregación de mujeres!”. De ninguna manera se les podía permitir
que tuvieran otros destinatarios de su misión que las niñas y las muchachas jóvenes; ni
siquiera los párvulos podían ser educados por las Hermanas117. Otra innovación
improcedente era el voto de enseñanza: “¡La cuestión era aumentar!”—había dicho el
Censor— y sin embargo, no tenían bien definidos los tres votos canónicos, siendo un
instituto religioso.

Pero lo que le parece absolutamente inaceptable al Censor Lolli es que, tratándose de


una congregación religiosa, en lugar de prescribir usos y normas comunes a todos los
religiosos, prescriba exactamente lo contrario. No se dio cuenta lamentablemente, de que
las Constituciones de la Compañía de Santa Teresa de Jesús estaban proponiendo un estilo
de vida nada mundano y radicalmente evangélico. Y, sobre todo, el Censor no entendió las
razones y no captó la coherencia interna del Proyecto.

Hoy vemos con claridad que el hecho de prescindir de unos elementos tradicionalmente
vinculados a la vida religiosa femenina, significaba por parte del Fundador atención
prioritaria al fin; es decir, subordinarlo todo a la misión recibida, para vivirla con todas sus
consecuencias en la Iglesia y en la sociedad a la que la Compañía era enviada118.

La Compañía ponía así de relieve lo esencial cristiano, vivido en radicalidad evangélica


y sencillez. Las hermanas, apóstoles del conocimiento y amor de Jesús, han de
PREDICAR A JESÚS Y TESTIMONIARLO CON TODA LA PERSONA:

“Por eso, en las de la Compañía, todo: vestido, ademanes, miradas, modales,


palabras y acciones deben clamar: Viva Jesús, soy de Jesús, amemos a Jesús […].
Que no haya nada en su interior y exterior que no predique a Jesús[…]”119.

116
Había una estricta normativa sobre el año canónico de noviciado, que contrasta ciertamente con lo que dicen
las Constituciones de la Compañía art. 6: “Durante los dos primeros años que pasarán en oración,
adquisición de sólidas virtudes y estudio de las asignaturas que se exigen para la adquisición de títulos de
profesoras” (SC, en EEO II p. 20).- Clemente VIII escribió 3 decretos sucesivos sobre el tema. Regularis
Disciplinae (12-3-1579) fue la segunda. Esta normativa permaneció sustancialmente inmutable hasta tomar
forma legislativa en el CDC de 1917. (Cf. J. Mª ALDAY, “Noviciado”, en DTVC, 1158 y 1168).
117
Recordemos que fue en el Primer Congreso Pedagógico Nacional (1882)— en un medio laico!— donde se
decidió que los maestros de párvulos cedieran su puesto a mujeres.
118
En uno de los artículos de la RT, en el que pone en boca de la Santa la identidad de la Compañía, dice: “La
mejor Religión no es la más estrecha, dice el Santo Doctor (Sto. Tomás), ni de mayores austeridades, sino la
que tiene las Reglas ordenadas al fin con mayor discreción, y entre estas está sin duda mi Compañía, donde
se hace todo por amor de Jesús […]. Los medios que emplea esta obra de celo son los más suaves y
eficaces para lograr su fin […]”. RT agosto 1879, en EEO III, 802).
119
SC, en EEO II, 26.
107
Enrique de Ossó, como algunos fundadores contemporáneos, tuvo un concepto de vida
religiosa muy avanzado, que chocó con el Derecho Canónico de su tiempo. Hubo de
renunciar120 a algunas cosas para conseguir el reconocimiento canónico, pero las
Constituciones de la Compañía de 1888-89, revisadas después de las animadversiones,
siguen manteniendo la orientación fundamental de apertura al mundo y de “adaptación a las
cambiadas condiciones de los tiempos”, como pedirá 100 años después el Concilio Vaticano
II a los Institutos de vida apostólica121. Era una de las peculiaridades irrenunciables de la
Compañía de Santa Teresa de Jesús:

“Las hermanas de la Compañía no debéis parecer a los ojos del mundo, otra cosa
que doncellas honestas y cristianas; perfectas imitadoras de vuestra santa y
nobilísima Madre Santa Teresa de Jesús [...] “122.

En la segunda edición de las Constituciones de la Compañía (1888), no desaparece la


famosa frase latina “prohibida” por el Censor, sino que se refuerza con un final contundente:

“Sint, aut sunt, aut non sint. No tendría razón de ser la Compañía de Santa Teresa
de Jesús; y no teniendo razón de ser es evidente que no existiría; porque así como
Dios no falta en lo necesario, tampoco abunda en lo superfluo”123.

Y más allá de los escritos doctrinales y canónicos, vemos que en la práctica tampoco
renunció el Fundador de la Compañía a su proyecto original. Mientras él vivió, las hermanas
nunca se pusieron tocas, aquel elemento característico del vestir religioso. Es más,
conforme avanzan los años, Enrique de Ossó ve con mayor claridad la oportunidad de la
Compañía tal como se presenta —dentro y fuera de España— en aquel final de siglo, y
para el futuro. El Fundador es plenamente consciente de que, junto a la radicalidad
evangélica característica del Instituto, era también esencial la apertura al mundo. El modo
de proceder de la comunidad apostólica, el talante de las hermanas y también su aspecto
exterior y su vestido.

Los mismos acontecimientos y la sensibilidad hacia los nuevos tiempos — curiosamente


coincidentes en todos los países (México, Uruguay, Orán, Portugal….) que solicitaban la
presencia educativa y evangelizadora de la Compañía— fueron confirmando a Enrique de
Ossó en la oportunidad de su intuición y en su proyecto. Y aunque algunos no veían con
buenos ojos aquella novedad, sin embargo cada vez van siendo más, los que “con visión de
futuro”, reconocen “la oportunidad del traje”.

Transcribimos, íntegra, una carta inédita escrita por Enrique de Ossó en 1891 a las
hermanas de Calahorra, en la que pone de relieve precisamente esto. Informa, en primer
lugar, de la cantidad de solicitudes que está recibiendo la Compañía desde distintos lugares
de América, cuando ya ha salido de las fronteras españolas:

“Recibida la tuya. Diga a ese Sr. Obispo que no sé si podré ir a ésa ni aún a Ciudad
Rodrigo, porque me escriben que tienen los pasajes para salir para Veracruz cuanto
antes y luego ir a Morelia (Méjico) veintiuna hermanas a encargarse de aquel
colegio que hay más de 1200 niñas. Y nos piden 20 hermanas más para completar
dicha fundación, y la de Chilapa, Puebla, etc., etc. Me dicen que también tiene los

120
250 años antes de la Compañía de Santa Teresa, en 1633, S. Vicente de Paúl rechazó para sus hijas la
estructura jurídica de las religiosas, para mantenerse fieles a la inspiración original. Les decía: “Vosotras no
sois religiosas de nombre, pero tenéis que serlo en realidad, y tenéis más obligación de perfeccionaros que
ellas”. Pero si se presentare algún espíritu enredado e idólatra que dijese: “Tendríais que ser religiosas; eso
sería mucho mejor”, entonces, hermanas mías, la Compañía estaría en la extremaunción…Pues quien dice
religiosas quiere decir enclaustradas, y las Hijas de la Caridad tienen que ir por todas partes” (Citado por
J. ÁLVAREZ GÓMEZ, HVR III, 375.).
121
“Principios generales de renovación” en PC Nº 2.
122
C, en EEO II, 95.
123
C, en EEO II, 105.
108
pasajes para Montevideo para seis hermanas, pero que mande ir luego hasta
veinticinco...

La segunda parte, bastante más larga, es una reflexión sobre las causas de tal éxito,
esgrimiendo los mismos argumentos de las primeras Constituciones:

…Y allí van tantas e irán muchas más porque no lleváis tocas, conditio sine qua
non, para hacer esas fundaciones, y las de África, Portugal, etc., etc.
Ayer cabalmente hablábamos con este Sr. Obispo de Madrid, que tanto quiere a las
hermanas, y a todos hace notar la oportunidad del traje. La Compañía es del
porvenir, y ya mucho del presente. Sint, ut sunt, aut non sint124.
Debéis ser como sois, si no ya no hay motivo de ser o de existir. Ya nos darán por
fin todos la razón, como nos la dan los que miran al porvenir. Además de que el
hábito no hace al monje, sino su espíritu y la observancia de las Reglas. Tened más
espíritu, observad mejor vuestras reglas que todas las religiosas que llevan tocas, y
seréis mejores que todas ellas.
Os bendice vuestro P. y C. Enrique de O. Pbro.

Madrid, 16/4/91125

Como estamos viendo, la Compañía de santa Teresa de 1891 quiere estar a la altura de
las circunstancias. Sabe leer los signos de aquel final de siglo para darles una respuesta
evangélica y teresiana desde un proyecto de vida cristiana y religiosa muy radical, nada
convencional, más atenta al espíritu que a la letra.

124
Los subrayados son de Enrique de Ossó.
125
Carta inédita a las hermanas de Calahorra (AGSTJ E. Vol. 4, 75). El obispo de Calahorra era Antonio Mª
Cascajares y el de Madrid, Ciriaco M ª Sancha y Hervás. Ambos fueron, años después, cardenales.
CAPÍTULO 5

FORMACIÓN PARA SER CAPITANAS

En el capítulo primero hemos hablado del apelativo capitanas y su significado. Vimos


cómo este término, referido a las hermanas de la Compañía, está vinculado al
descubrimiento de nuevas posibilidades apostólicas de la mujer que, en la Compañía, se
iban a realizar por la educación teresiana.

Ahora, antes de entrar en la Compañía y su orientación formativa, conviene conocer el


uso teresiano del término capitán y sus derivados. Y recordar cómo Teresa de Jesús, en el
siglo XVI a sus Carmelitas, y Enrique de Ossó, tres siglos después a las jóvenes de la
Archicofradía, les exhortaban a orar por los que son capitanes en la Iglesia.

Santa Teresa

En los escritos teresianos, el término capitán se refiere a diferentes personas pero


mantiene siempre el significado militar originario. Según el diccionario académico, capitán
es un “oficial del ejército al que corresponde el mando de la compañía o escuadrón”1.
Veamos los diferentes contextos y referentes en la obras teresianas:

 En primer lugar, para la Santa, el Señor Jesús es el verdadero Capitán, pues Él va


siempre delante:

“Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero en
el padecer, todo se puede sufrir. Es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo
verdadero”2.

“Oh precioso amor que va imitando a el capitán del amor, Jesús, nuestro bien!”3.

 Por analogía, y porque representan a Jesucristo, sacerdotes y teólogos, en el


contexto de la Contrarreforma, son considerados capitanes del gran ejército de la
Iglesia Católica que combate contra la herejía:

“Lo que hemos de pedir a Dios es que en este castillito que hay de buenos
cristianos no se levante ningún traidor […] y a los capitanes de este castillo o
ciudad, los haga muy aventajados en el camino del Señor, que son los predicadores
y teólogos”4.

“¡Buenos quedarían los soldados sin capitanes! Han de vivir entre los hombres, y
tratar con los hombres […] y hacerse a la conversación del mundo y ser en lo
interior extraños del mundo y enemigos del mundo […]y en fin ser no hombres sino
ángeles. Porque a no ser esto así, ni merecen nombre de capitanes […] porque no
es ahora tiempo de ver imperfecciones en los que han de enseñar”5.

1
Ésta es la primera acepción en el DRAE. El significado militar de “Compañía” es “Unidad de infantería, que casi
siempre forma parte de un batallón. Es mandada normalmente por un capitán” DRAE 1992.
2
V 22,6.
3
C 6,9.
4
C 3,2.
5
C 3,3.
110
“Se hace gran daño […] si a los que tienen ya en cuenta de capitanes y
amigos de Dios les ven no ser sus obras conformes al oficio que tienen”6.

Las monjas de San José vivían, “todas ocupadas en oración por los que son defensores
de la Iglesia y predicadores y letrados que la defienden”7:

“¡Oh hermanas mías en Cristo!, ayudadme a suplicar esto al Señor; éste es vuestro
llamamiento; éstos han de ser vuestros negocios; éstos han de ser vuestros
deseos; aquí vuestras lágrimas; éstas vuestras peticiones”8.

 Por último, la persona que se determina a hacer oración no vive aislada, sino que
arrastra tras de sí a muchos y nunca va sola al cielo. No es francotirador, sino
capitán, pues lleva mucha gente en su compañía. Es guía de muchos hacia la meta
final:

“Harta gran misericordia hace [el Señor] a quien da gracia y ánimo para
determinarse a procurar con todas sus fuerzas este bien [de la oración], porque si
persevera, no se niega Dios a nadie; poco a poco va habilitando Él el ánimo para que
salga con esta victoria […]. Si el que comienza se esfuerza con el favor de Dios a
llegar a la cumbre de la perfección, creo jamás va solo al cielo; siempre lleva mucha
gente tras sí; como a buen capitán le da Dios quien vaya en su compañía. Póneles
tantos peligros y dificultades delante que no es menester poco ánimo para no tornar
atrás, sino muy mucho y mucho favor de Dios”9.

Enrique de Ossó

También Enrique de Ossó, concibe la Archicofradía en términos militares, y habla a las


jóvenes teresianas de los capitanes en el mismo sentido que lo decía la Santa a las monjas
de San José:

 Los capitanes son los sacerdotes y obispos que fortalecen y guían a los cristianos:

“Este castillito son los buenos cristianos, y los capitanes los sacerdotes y obispos,
pues en esta empresa ha de valernos el brazo eclesiástico y no el seglar”10.

 Las jóvenes de la Archicofradía, como las monjas de san José, con sus oraciones y
buenas obras ayudan a los que son capitanes:

“Pero me diréis: ¿qué podemos hacer nosotras, débiles doncellas para ayudar a la
defensa de este castillo? Todo lo podéis hacer. Procurando ser tales que valgan
vuestras oraciones para ayudar a estos siervos de Dios […] orando por los
pastores de las almas, que son los que esfuerzan a la gente flaca y ponen ánimo en
los pequeños, pues buenos quedarían los soldados sin capitanes que les guiasen a
la victoria”11.

El fundador de la Asociación de jóvenes Católicas reconoce, además, como Capitanas a


dos mujeres excepcionales, María y Teresa de Jesús.

6
C 18,6.
7
C 1,2.
8
C 1,5.
9
I M 1,4.
10
Llamamiento, en EEO I, 208.
11
EEO I, 208.
111

 Ellas son las que dirigen el ejército de la Archicofradía:

“He ahí la idea que precedió a la formación de la Congregación Teresiana. Formar


un ejército aguerrido y decidido de doncellas cristianas que, bajo la dirección y
salvaguarda de María y Teresa de Jesús, las dos Capitanas invencibles que más
estragos han causado en las huestes de Satanás y más han aumentado las filas
del ejército de Cristo Jesús, peleasen en defensa de sus divinos intereses. He ahí
nuestro fin. ¿Por que medios? Por la oración, la lectura de las obras de la Doctora,
y el buen ejemplo”12.

La Compañía

En este contexto hay que entender el apelativo de capitanas referido a las de la


Compañía, que aparece ya en las primeras Constituciones manuscritas de 1877 y se
consagra en el Sumario de Constituciones de 1882:

“Las de la Compañía se crían para esposas del Crucificado, las más animosas,
para capitanas de la grey de Cristo y por esto deben tener libre su corazón de las
miserias y niñerías y menudencias de mujeres y melindres de espíritu”13. “

Ya dijimos en el capítulo primero, que el Fundador se sirve de esta expresión para


destacar la orientación directamente apostólica de la Compañía. Y lo hace, sobre todo,
cuando quiere poner de relieve la trascendencia apostólica de la formación.

 En escritos doctrinales:

Organización y Gobierno: De las Maestras de Educandas:


“En nada, pues, se descuide porque forma capitanas que pueden conquistar
millares de almas para Cristo, y tal vez el mundo entero ganarán para Jesús y su
Teresa”14.

 En la correspondencia con las hermanas responsables de la formación:

A La Hermana Mayor, responsable de las educandas:

“Anima y saluda de mi parte a todas las hermanas, en especial a las novicias. Que
se preparen para la Cruz […].Si no son tentadas ¿qué sabrán? Han de ser
capitanas, y han de saber guiar a otras”15.

A la Directora de Maella donde un grupo de educandas preparan sus exámenes de


magisterio:

“No os descuidéis en nada, pues se trata de criar capitanas esforzadas que guíen
miles de almas a la gloria eterna”16.

12
EEO I, 200.
13
EEO II, 424-425 y SC, 98.
14
EEO II, 153.
15
Carta a Teresa Plá, Benicasim 31/7/1878 (Ed. Nº 72, original en AGSTJ, E. Vol.3,24).
16
Carta a Concepción Pamies, directora de Maella, donde hay un grupo de educandas
preparándose para examinarse de magisterio. Barcelona, 16/2/1884, (Ed. Nº 278, original en AGSTJ, E.
Vol.18, 22).
112
 O cuando habla o escribe a las mismas formandas:

“Prepárese, hija mía, para la lucha. Quien ha de ser capitana de la grey femenil de
Cristo, ha de reñir muchas batallas hasta que se le dé este grado glorioso”17.

Si la concepción de la Compañía representa un salto cualitativo en la consideración


apostólica de la mujer, es natural que la formación de sus miembros sea una dimensión
especialmente importante. Las mujeres, a quienes —no sólo en tiempos de la Santa, sino
tres siglos después— se les limitaba su apostolado a orar por “los que nos dan luz y guían a
los débiles”; y aquellas jóvenes teresianas que antes sólo podían “ser predicadoras de
obras, toda vez que el Apóstol18 y vuestra inhabilidad os quitan que lo seáis de palabra”19,
iban a formar ahora una vanguardia apostólica de capitanas, para lo cual era absolutamente
necesaria una formación sólida, bien planteada. Unas mujeres, que iban a ser guías,
maestras de vida y oración, llevando detrás de sí a niños y jóvenes, y a futuras educadoras,
debían prepararse seriamente para esta misión.

1. LA FORMACIÓN, INTRÍNSECA A LA ACCIÓN

Desde este enfoque, no es difícil comprender que la formación inicial en la


Compañía se plantee desde los comienzos con una clara orientación apostólica.
Llama la atención el acierto de Enrique de Ossó al destacar con la misma fuerza dos
aspectos que frecuentemente se perciben en la vida como incompatibles o
excluyentes, pero que en el Proyecto de la Compañía de Santa Teresa de Jesús
están perfectamente integrados, interrelacionados, interdependientes. Nos referimos
a la acción y al silencio o preparación, fundamentales en la misión y en la vida de las
hermanas. Son los dos polos de la misma realidad apostólica, que se reclam an el uno
al otro y se complementan.

La unidad y armonía de estos dos aspectos está bien documentada tanto en los
escritos doctrinales, como en las cartas personales del Fundador a las hermanas o
en los artículos de la Revista. Siempre es el Fin el que da coherencia a estos dos
momentos apostólicos.

Presentamos a continuación dos textos, que hemos elegido por su especial


claridad y porque pertenecen al primer artículo de la Revista sobre la Compañía. Los
dos párrafos ejemplifican un esquema muy repetido. Los copiamos a continuación,
destacando tipográficamente la estructura rítmica del texto: adiestramiento y a cción,
o preparación y acción.

17
Carta a Mª Teresa Rubio, siendo novicia, Barcelona 27/5/1888, (Ed. Nº 392, original en AGSTJ, E. Vol. 5, 83).
18
Se refiere a la famosa “prohibición paulina” —apoyada en varios textos de las cartas de S. Pablo—, a la que
ya la Santa alude en su tiempo. Una de las citas más expresivas de la imposibilidad de la predicación de la
mujer es ésta: “Como en todas las cosas de la Iglesia, las mujeres cállense en las asambleas; que no les está
permitido tomar la palabra, antes bien, estén sumisas como también la Ley lo dice… pues es indecoroso que
la mujer hable en la asamblea”(1Cor 14,33b-35).
19
Llamamiento…EEO I, 208.
113

PREPARACIÓN ACCIÓN

Párrafo 1º 20

“se adiestren y dispongan con gran aparejo de


ORACIÓN, de VIRTUD y de SABER…

…para lograr fin tan alto.

En una palabra….

“TRABAJEN EN MEDIO DEL MUNDO


por hacer el apostolado de la mujer
fecundo en la mayor escala posible”

Párrafo 2º21 ¿Cómo lograr fin tan alto?

…preparándose en el SILENCIO
Y APARTAMIENTO del mundo,
formando SU ESPÍRITU, SU CORAZÓN
Y SU INTELIGENCIA al molde de Teresa…

Y alentadas por sus enseñanzas…

EXTENDER luego1
el reinado del conocimiento
y amor de Jesucristo POR EL MUNDO
por medio del ejemplo y la educación cristiana”

20
RT Nº 47, agosto 1876, 305.
21
Ibid.
114

Concebida la Compañía en términos militares, el Fundador considera que aquella milicia


femenina que tendría que combatir la más dura batalla, debía prepararse con solidez antes
de salir a campaña. Dos años debían estar en cuartel aquellas jóvenes formándose en
virtud y letras:

“Los dos primeros años pasarán en oración, adquisición de virtudes sólidas y


estudio de las asignaturas que se exigen para obtener el título de profesoras”22.

2. LA PRIMERA VICTORIA: "VÉNCETE A TI MISMA"

"Las que han de guiar a la victoria del mundo y del infierno y aspiran a conquistar millares
almas para Dios"23 han de haber triunfado primero sobre sí mismas. Éste fue el secreto de
tantas victorias de Teresa de Jesús, el secreto de la Reforma del Carmelo femenino y
masculino.

El lema ignaciano —umbral de los Ejercicios Espirituales— también en la Compañía de


santa Teresa se hace presente al principio, en el desarrollo y al final de la carrera:

"Se entra a la Compañía de Santa Teresa de Jesús por la puerta del "véncete a ti
misma"; se vive bien y se es feliz en ella negando la propia voluntad y juicio en
todas las cosas"24.

No es posible la sequela Christi en una dinámica de autoafirmación, porque "el reino de


los cielos padece violencia "25, y “el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir
y dar la vida por todos”26, siempre “obediente hasta la muerte y muerte de cruz”27. Jesús se
lo dice a sus discípulos de muchas maneras. A las de la Compañía, se lo recuerda también,
en el tercer capítulo del Sumario de las Constituciones:

“El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y
sígame”. [ Yo] “os he elegido para que deis fruto y permanezca vuestro fruto” 28.

Las dos citas evangélicas se proyectan sobre el capítulo De la admisión a la Compañía,


de manera que —más allá de lo jurídico— y con un lenguaje del siglo XIX, los artículos
hablan de una actitud permanente de autotrascendencia en el amor, actitud necesaria para
que los frutos de la Compañía sean duraderos, frutos del Reino.

En coherencia con la llamada de Jesús a seguirle de este modo, las Constituciones y el


mismo Ceremonial invitan a la hermana a preguntarse muy a menudo:

"¿A qué has venido a la Compañía?


— A padecer y morir por Jesús y su Teresa"
¿Quieres vivir feliz y alegre?
— Sé humilde siempre, sé obediente siempre 29.

22
SC, en EEO II, 20.
23
2ª Parte C, en EEO II, 350.
24
SC, en EEO II, 22.
25
El texto de Mt 11,12 ilumina el capítulo II del SC (EEO II, 16), De las hermanas, “otras teresas de Jesús”,
mujeres nuevas, que han de pasar por una ascesis necesaria.
26
Mt 20,28.
27
Fp. 2, 8. Éste texto, seguido de Mt.20,28 iluminan el capítulo IX: Obediencia extremada de SC y C, en EEO
II,46. 47
28
Lc 9,23 y Jn 15,16 son los dos textos evangélicos que iluminan este capítulo, De la admisión a la Compañía
de Santa Teresa de Jesús, donde se habla —más allá de lo jurídico— de una actitud permanente de amor
autotrascente.
29
SC, en EEO II, 22.
115
El Capítulo tercero, elaborado con una combinación de expresiones evangélicas,
ignacianas y teresianas —hilvanadas con un estilo del siglo XIX—tiene un fundamento
antropológico que no se puede ocultar. Antropología incompatible con la búsqueda
compulsiva de la autorrealización personal, que paradógicamente la encuentra quien se
pierde a sí mismo por el Evangelio, como Jesús anunció y experimentó plenamente en la
Pascua. Antropología que es condición y consecuencia del seguimiento de Jesús.

En esta perspectiva hemos de interpretar la invitación al vencimiento propio que recorre


todos los escritos doctrinales dirigidos a las hermanas:

"Venceos a vosotras mismas, Hijas de la gran Teresa de Jesús, venceos siempre a


vosotras mismas, porque en este vencimiento está [...] la verdadera y sólida virtud.
La que no se haga fuerza a sí misma, no será jamás santa" 30.

A veces, con expresiones que pueden resultar incluso duras:

"Trabajad para venceros en todo"31.

A las formadoras, el Fundador les recomienda de muchas maneras que trabajen a las
hermanas en ese difícil e importante ejercicio:

" Sean las superioras muy amigas de apretar en las virtudes más que en las
penitencias exteriores; sobre todo aprieten en la abnegación y vencimiento de sí
mismas"32.

"Fórmenlas [...] quebrándoles la voluntad aun en las cosas más menudas.


Ejercítenlas... para adiestrarlas en el vencimiento de sí mismas, que es la más difícil
de todas las victorias"33.

En algunas cartas es más explícito e indica la finalidad del vencimiento. Hay que buscar
la verdad en las actitudes, la solidez en las virtudes:

"Temo que todas vivís encantadas, y os criáis con una virtud imaginaria. La virtud
que no se adquiere con la punta de la espada no es virtud. Ejercítalas mucho
quebrándoles la propia voluntad"34.

Enrique de Ossó sabe por experiencia que el vencimiento propio produce virtudes
sólidas, aquellas que han de caracterizar a las hermanas:

"La mansedumbre es el más poderoso imán. Mas no sea esta dulzura natural, sino
hija de la fe, y del vencimiento de sí mismas"35.

Hay también una interesante relación entre conocimiento propio y conversión o


vencimiento de sí mismas:

"Cada semana tengan capítulo de faltas [...] para conocerse mejor y ayudarse a la
corrección y vencimiento de sí mismas"36.

30
C, en EEO II,101.
31
Carta inédita de 5/12/82, (Inédita en AGSTJ, E. Vol.5, 90).
32
SC 682, EEO II, 100.
33
OG, en EEO II, 153 y C, 350.
34
Carta a Cinta Talarn, noviembre 1882, (Inédita en AGSTJ, E. Vol.2,72).
35
SC, EEO II, 74.
36
SC, EEO II, 118.
116
Es lo que dice San Ignacio en los Ejercicios Espirituales y que el Fundador de la
Compañía de Santa Teresa de Jesús reformula carismáticamente para las hermanas en
términos más paulinos:

"Los Ejercicios Espirituales son para vencer a sí mismo y ordenar su vida, sin
determinarse por afección ninguna desordenada. Esto dice S. Ignacio y esto os
dicen y os mandan vuestras reglas: El fin de los Ejercicios es que Viva Jesús y
muera el pecado"37.

Es decir, se trata de dar lugar al Espíritu Santo para que realice en nosotros la vida en
Cristo, de manera que cada una de las hermanas "se transforme en otro Cristo sobre la
tierra"38.

3. “TAN VARONILES QUE ESPANTEN A LOS HOMBRES”: FORTALEZA

Éste es uno de los rasgos más específicamente teresianos, que consiste en una actitud,
fruto de señorío interior, grandeza de alma y libertad, que permitió a Santa Teresa lanzarse
a las empresas más arriesgadas. Actitud que deseaba para sus hijas del Carmelo.

Enrique de Ossó, que había quedado deslumbrado por esta mujer excepcional,
considera necesaria para la misión de la Compañía esa disposición interior, que
todavía en el siglo XIX estaba sociológicamente asociada a los hombres como rasgo
exclusivo del varón. El espíritu varonil no es sino una manera genuina de ser persona,
liberándose de las limitaciones o de los prejuicios con que tradicionalmente se
consideraba a la mujer. Para D. Enrique, es consecuencia o fruto de otras virtudes
interiores:

"Trabajen con todo ahínco por adquirir las sólidas virtudes, principalmente las que
su santa Madre Teresa de Jesús les dejó en su testamento por herencia, las que
repetimos a continuación, y han de formar el espíritu varonil y de celo apostólico de
la Compañía"39.

Como ya hizo la Santa tres siglos antes, reivindica para las mujeres la fortaleza interior y
exterior, y las pone en esa dinámica, de modo que no tengan nada que envidiar a los
varones.

4. “CONQUISTAR CORAZONES”: CORDIALIDAD

La influencia de San Francisco de Sales en la espiritualidad de la Compañía de Santa


Teresa de Jesús se une a la de la Santa del corazón magnánimo y atractivo, para configurar
el estilo apostólico. Enrique de Ossó quiere que las hermanas sean verdaderamente
cordiales y amables, como Jesús, manso y humilde de corazón. La mansedumbre o
cordialidad ha de ser una de las características “de su obra predilecta”.

Hay un capítulo de las Constituciones dedicado a la Mansedumbre, y en las primeras


generaciones de hermanas la mansedumbre fue una actitud especialmente cultivada.
Enrique de Ossó la considera virtud apostólica:
"Con ella las de la Compañía de Santa Teresa de Jesús serán dueñas de todos los
corazones […] pues los corazones cordialmente han de ser tratados para
conquistarlos”40.

37
EE, en EEO II, 518.
38
Ibid, 642.
39
SC, en EEO II, 26.
40
SC, en EEO II, 74.
117

Detrás de esas afirmaciones, está la psicología del educador que fue Enrique de Ossó,
fruto de su experiencia de maestro de espíritu, de gran poder persuasivo:

“Sobrevino la mansedumbre y fuimos curados. Es el más poderoso imán”41.

Tanto en la formación inicial como en la de toda la vida, la autoeducación del propio


carácter es una de las tareas importantes:

“Mas no sea esta dulzura natural, sino hija de la fe y del vencimiento de sí


mismas”42.

La maestra de educandas, las profesoras y la prefecta de estudios han de ejercitarse en


mansedumbre y amabilidad, de manera que el estilo pedagógico de la Compañía sea
verdaderamente amable y amado:

"Uno de sus principales cuidados o trazas por lograr el fin de la Compañía, debe ser
el ganar el corazón y confianza de las niñas a quienes educan. No será difícil
lograrlo si obran con espíritu de fe y les muestran amor dulce, compasivo y tierno,
inclinándolas al bien, animando sus pequeños esfuerzos, excusando con caridad a
veces sus defectos y no haciendo distinción entre ellas"43.

El párrafo del Plan de Estudios es sólo un ejemplo de un talante educativo que no tiene
miedo a la empatía, que mira con verdadero cariño a las personas, y que cultiva en la
oración y en las relaciones el amor pedagógico, aun a costa del sacrificio del ego.

También el amor y la concordia entre las educadoras, la unidad comunitaria, son signo
de cordialidad. Frecuentemente, el Fundador aprovecha la fiesta de San Francisco de Sales
para formar a las hermanas en mansedumbre y amor fraterno:

“Esforzaos por despojaros de vuestra condición de mujeres y revestiros de las


entrañas de Jesucristo, esto es, del espíritu de mansedumbre y dulzura, de
afabilidad y amor, de paz y gozo en el Espíritu Santo, a fin de que, no habiendo en
la Compañía más que un solo corazón y una sola alma, ganemos infinitos
corazones, infinitas almas para Jesús”.
“Francisco de Sales”44.

41
SC, en EEO II, 74.
42
Idem. En las Siete Moradas del Corazón de Jesús (SM), hay una meditación dedicada a la práctica de la
mansedumbre. El Corazón de Jesús aparece como el modelo, porque “tenía una ternura infinita para con los
hombres”. La persona orante le pide: “esfuérzame contra mí misma, y salga siempre vencedora de esta lucha
entre la naturaleza y la gracia […] para atraerte miles de corazones encadenados a tu servicio”. ( EEO III, 433-
437).
43
PE, en EEO II, 249.
44
Carta de Enrique de Ossó a las primeras hermanas de Tarragona, Octava de la fiesta de san Francisco de
Sales: 5/2/1878, (Ed. Nº 50, original en AGSTJ).
118
CAPÍTULO 6

UN LEMA: O VENCER O MORIR

A los tres años del nacimiento de la Compañía, en agosto de 1879, la Revista Teresiana
publicaba un artículo, titulado “Santa Teresa de Jesús a sus devotas”1. Una propuesta
vocacional dinámica y atractiva para aquellas jóvenes, hecha por la misma Teresa que
inspiró la Compañía, a la que presenta bajo la imagen militar, con toda la radicalidad
evangélica y el fuego apostólico que caracteriza a la Santa.

Es la “Compañía escogida o de preferencia, dispuesta a volar en primera línea al lugar


de peligro para defender a su rey y su bandera”, y que responde al “Plan general de
conquista” de la Santa. “Fórmanla la gente más esforzada y aguerrida, la que pretende
distinguirse en el trabajo y el premio, y que tiene como lema: O VENCER O MORIR,
vendiendo cara la vida”.

¿Qué significó este lema para las Fundadoras y para la primera generación de hermanas,
y qué significado puede tener para Compañía de Santa Teresa de Jesús del siglo XXI?

El significado primero procede del Camino de Perfección, donde la Santa se sirve del
símbolo de un soldado en campaña para explicar la determinanda determinación que debe
caracterizar a quien comienza oración. Pues, para quienes están en la guerra, el dilema “o
vencer o morir” es verdadero estímulo para la lucha:

“Sabe que, venga lo que viniere, no ha de tornar atrás. Es como uno que está en
batalla, que sabe si le vencen no le perdonarán la vida, y que ya que no muere en
la batalla, ha de morir después; pelea con más determinación, y quiere vender bien
su vida, y no teme tanto los golpes, porque lleva adelante lo que le importa la
victoria, y que le va la vida en vencer”2.

Por otra parte, la meditación con la que se inicia la 2ª semana de Ejercicios, “El
Llamamiento del Rey temporal ayuda a contemplar la vida del Rey Eternal”3 —re-leída por
Enrique de Ossó y reformulada para la Compañía—, tiene especial interés para comprender
la identidad del Instituto, no sólo por su rico contenido evangélico, sino porque el mismo
Fundador había interpretado la Compañía de Santa Teresa de Jesús en esa clave.

Para que las hermanas fueran conscientes de la importancia carismática de esta


meditación, escribe una introducción a la 2ª semana, en la que les advierte y les explica:
1
RT 1878-79, 321-324; publicado en EEO III, 800-804.
2
C 23,5. Al final del libro de la Vida, en un momento de gran tensión escatológica de la Santa —en situación
existencial Moradas VI—, le dice al Señor: “No me parece hay para qué vivir sino para esto [servir, padecer], y
lo que más de voluntad pido al Señor; dígolo algunas veces con toda ella: Señor, o morir o padecer; no os pido
otra cosa para mí” (V 40,20).
3
Cf. Obras Completas, San Ignacio de LOYOLA, BAC,Madrid 1963, 218-220. Dice el P. IPARRAGUIRRE en la
nota nº 72: “San Ignacio en esta clásica y fundamental meditación presenta a Jesucristo como la realización
práctica del ideal del principio y fundamento […]. Es la meditación más evangélica en su conjunto. Ha
extraído San Ignacio del Evangelio la quintaesencia del programa de perfección lanzado por Jesucristo”.(op,
cit., 218).
120

“Esta meditación, todas las hijas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús deben
hacerla con gran fervor, pues además de la grandísima excelencia e importancia
que tiene en sí, tiene otra especialísima para las Hijas de la Compañía. Pues todas
saben que la Compañía de santa Teresa nació al calor de unos Santos Ejercicios
Espirituales, que es hija del Corazón de Jesús pues en su día se fundó, y que su
fin, como dice la 1ª de sus Reglas es, no sólo atender con todo ahínco a la propia
salvación y perfección, sino celar con sumo interés la mayor honra de Cristo Jesús
por todo el mundo, extendiendo el reinado de su conocimiento y amor por los
apostolados de la oración, enseñanza y sacrificio.
Debe tener como dicho a sí: Mirarás mi honra como verdadera esposa mía, porque
mi honra es tu honra, y la tuya mía”4.

Por medio de algunas preguntas, les ayuda a comprender a las hermanas de qué manera
comparte la Compañía la única misión de Jesús, el anuncio y la llegada del Reino:

“Extender con sumo interés por todo el mundo el reinado del conocimiento y amor
de Cristo Jesús, orando, enseñando, sacrificándose,
¿no es por ventura trabajar de un modo, el más eficaz, en la conquista de su
reino?”.

[Y esto] ¿no es procurar restaurar eficazmente en Cristo Jesús todas las cosas?.

[Y] ¿no es mirar su honra como verdaderas esposas, y como cosa propia?”5.

He ahí tres modos diversos de expresar la participación carismática de la Compañía de


Santa Teresa de Jesús en “la Conquista del Reino”, en su Misión salvadora.

La Introducción insiste de diversas maneras en la trascendencia de esta meditación:

“Ved cómo puede decirse con toda verdad que de aquí nació la idea de la
Compañía de Santa Teresa de Jesús, y que toda su perfección, su espíritu, sus
miras están en ella encerradas como en su raíz o germen” 6.

“Debéis hacer siempre y con gran fervor esta meditación importantísima para las
Hijas de la Compañía […] ya que en ella está trazada vuestra imagen, vuestro plan,
vuestro espíritu, vuestra obra de celo”7.

Presenta, después, los elementos de la metáfora militar que configura la meditación de la


Conquista del Reino y que para la Compañía tienen un valor carismático, más allá de los
Ejercicios. Quizás, ésta es la razón por la que los Ejercicios Espirituales, en su totalidad,
pueden considerarse imagen de la Compañía.

Enumeramos, a continuación, estos elementos, respetando básicamente el esquema y el


texto original, destacando en cursiva lo que nos parece que sigue siendo válido, aun a
sabiendas de que está expresado con lenguaje decimonónico, en unas categorías culturales
y teológicas ya superadas, y con una concepción de la misión que no es la de hoy:

4
EE, en EEO II, 642.
5
EE, en EEO II, 642-643.
6
EE, en EEO II, 643.
7
Ibid.
121
 UN CAUDILLO8
“Jesucristo: Rey9 nuestro por derecho de creación, […] de conquista, […] de compra,
de donación y de herencia. Rey nuestro por derecho de elección […].
Él irá delante siempre con el ejemplo. Nunca nos dirá haced, sino hagamos” 10.

 UNA EMPRESA
“La empresa más noble, más honrosa, más grande, más divina. Esto es:
glorificar a Dios, destruyendo el reino del pecado, y
salvar las almas, librándolas de la cautividad del pecado, o mejor, no permitiendo que
caigan en él,
por los apostolados de la oración, enseñanza y sacrificio”11.

 UNOS ENEMIGOS
“ El mundo, el demonio y nuestra hija de Eva”12.

 UNAS ARMAS
“La fe, oración, la confianza en Él, paciencia, caridad y celo”13.

 UNOS COMPAÑEROS
“Los más ilustre héroes del mundo: apóstoles, mártires, confesores, todos los santos
y justos”14.

 UNAS CONDICIONES
“Sólo les exige a los soldados el querer, porque en esta conquista el querer es poder.
Si quieres, dice el Señor. Ésta es la primera y única condición de sus vasallos: que
quieran, de todas veras, trabajar en la conquista de su reino, que quieran seguirle […].
Luchar como Él, padecer con Él y menos que Él”15.

 UNAS AYUDAS
“Él mismo nos allana el camino al auxiliarnos con su gracia y movernos con su ejemplo
y el de innumerables almas…”16.

 UNA LLAMADA
“A todos. Dei enim coadjutores sumus, porque a todos quiere hacer partícipes de su
gloria y su Reino […]. A todos llama, a nadie rechaza. No mira que sean ricos ni
pobres, ni sabios ni ignorantes, ni poderosos ni débiles, ni nobles ni plebeyos…”17.

 UNA VICTORIA
“Con esta voluntad, la victoria es cierta, porque dice: tened confianza, yo he vencido
al mundo (Jn 16,33)” 18.

 UN PREMIO

8
El témino caudillo, como también capitán, derivan del latín: CAPUT-IS = cabeza. Concretamente caudillo
procede del lat. capitellum por capitulum, cabeza. Según DRAE 92: “El que, como cabeza,
guía y manda la gente de guerra”.
9
En las páginas 644-645 de EEO II, se hace una síntesis de un aspecto de la cristología de Enrique de Ossó,
bajo el título de Rey, que empieza así: “Dotes del Rey”.
10
EE, en EEO II, 644.
11
Ibid.
12
Ibid.
13
Ibid.
14
Ibid.
15
EE, en EEO II, 646 y 644.
16
EE, en EEO I, 646.
17
Ibid.
18
Ibid.
122
“El mayor premio: El que me sirviere, mi Padre le honorificará (Jn 12,26), y este
premio es igual al suyo [al mío19], porque donde yo estoy, allí estará mi ministro
(12,26)”20.

Tanta importancia tiene esta imagen para la Compañía, que en los “Ejercicios
Espirituales” re-escritos por el Fundador para las Hermanas, se repite en dos meditaciones
sucesivas. En la primera, Enrique de Ossó presenta textualmente la escueta meditación
ignaciana21, sustituyendo, únicamente, el titulo original por otro más acorde con la
simbología teresiana: “Conquista del Reino de Cristo”22.

La segunda meditación es una repetición de la primera, según aconseja San Ignacio en


la 1ª Nota23, releída carismáticamente por el Fundador, y titulada: “Conquista del Reino de
Cristo en la Compañía de Santa Teresa de Jesús”.

Sin pretender un análisis exhaustivo del texto, queremos subrayar algunos aspectos de
esta segunda meditación, por su interés carismático.

Petición inicial

Pone de relieve aspectos fundamentales del Proyecto de la Compañía:

“Conocimiento de Cristo y gracia eficaz para seguirlo lo más cerca posible”24.

Punto primero

Destaca el sentido profundo de la Encarnación del Verbo como misión25. El significado


salvador del “descenso” del Hijo para el “ascenso” del hombre, y la llamada o invitación
personal a participar de su Misión salvadora, en la que “Él va delante”:

“Considera a Cristo […] que se presenta delante de ti y te dice: Hija mía, yo he


bajado del cielo, me he vestido de vuestra carne, me he sujetado a vuestras
miserias […], me he compadecido de vuestra perdición, pues quiero salvar a todas
las almas y llevarlas al cielo. Quiero que me ayudes en esta empresa […]; el trabajo
será poco, yo iré delante y te ayudaré”26.

Justifica de una manera preciosa, incluso actual, la elección de Teresa como mediación
espiritual y apostólica de la Compañía en referencia al Reino de Dios, que trasciende las
fronteras geográficas, rompe las divisiones étnicas, deshace las incomprensiones
lingüísticas y culturales, supera los anacronismos históricos, restablece el diálogo
intergeneracional e intercultural:

“Como el Reino se extiende a todos los pueblos y naciones, a todos los lugares, a
todas las gentes y a todos los siglos…”27.

19
Se ha olvidado de que es “Jesús” el que habla. Hay una serie de citas de Juan 13-17 enlazadas, para
expresar la identificación del siervo con el Señor, también en la gloria, que consiste en la participación de la
vida trinitaria.
20
EE, en EEO II, 646.
21
San Ignacio la titulaba así: “El Llamamiento del Rey temporal ayuda a contemplar la vida del Rey eternal”
(SAN IGNACIO, Obras Completas, 218 y ss).
22
Cf. EE, en EEO II, 647 y 648.
23
Dice así la 1ª Nota: “Este exiercicio se hará dos veces al día…” (Cf. Obras…, 220)
24
EE, en EEO II, 648.
25
La expresión recuerda otra, bellísima, de Teresa de Jesús: “En fin, Señor, estáis en la tierra y vestido de ella,
pues tenéis nuestra naturaleza, parece tenéis causa alguna para mirar nuestro provecho”(Cf. C 27,3).
26
Ibid., 648-649.
27
Ibid., 649.
123

Sin abandonar la metáfora militar, explica el sentido de los carismas en la Iglesia,


adelantándose a la reflexión teológica sobre los Fundadores iniciada después del Concilio
Vaticano II. Si Jesús es el Rey en esta empresa —aunque también es compañero— y María
es la Reina, ha de haber otros líderes intermedios, otras personas que guíen y orienten
hacia el Reino:

“…Al lado de mi Madre y Reina María Inmaculada, he escogido y nombrado y


elegido otras capitanas invencibles que puedan transmitiros mis órdenes y mi
voluntad soberana con toda fidelidad, facilitándoos mi seguimiento e imitación”28.

Teresa de Jesús es la líder, la mediación carismática de la Compañía que lleva su


nombre:

“Y tú tienes señalada a la gran Celadora de mi honra y nueva Débora29 de la gracia


Santa Teresa de Jesús, para que militando bajo sus inmediatas órdenes, sigas
mejor a mi Madre y a Mí […]. ¿Te gusta la elección? ¿Te agrada militar bajo la
bandera de […] Teresa de Jesús? ¿Te complacerá recibir por ella las órdenes que
son las mías? ¿Sí? Pues escucha su arenga, sigue sus mandatos, sus
insinuaciones de palabra o por escrito, y nada temas […]. Siguiendo a Teresa de
Jesús, estás cierta que sigues y agradas a Jesús de Teresa”30.

Punto segundo

Repitiendo el esquema anterior, es ahora la Santa, en cuanto Esposa de Jesús, la que


expone su plan de conquista invitando a las de la Compañía. De alguna manera, hace
suyas las Constituciones de la Compañía:

“Estoy encargada por mi Esposo Jesús de mirar mi honra como cosa propia, porque
[…]. Lo gané con mis grandes trabajos y deseos en extender el reinado de su
conocimiento y amor por todo el mundo, pues todo mi afán fue y es que Jesús sea
conocido y amado de todos, y glorificado su nombre, y salvadas las almas ¿Queréis
ayudarme? Yo iré siempre delante de vosotras y con mi palabra y ejemplo os
alentaré […]. Hemos de ganar innumerables almas para Cristo”31.

Por fin, les propone “tres armas” concretas, tres instrumentos que hay que saber
manejar, tres mediaciones en la amplia misión de la evangelización. Son los modos de
relación carismáticos de la Compañía, que no pueden desvincularse de la misión:

“¿Qué habéis hecho por Cristo? ¿Qué hacéis? ¿Qué podéis, que debéis hacer por
Cristo?32.

28
Ibid.
29
Débora fue profetisa y juez de Israel, que libró al Pueblo de Dios de los Cananeos (Jc Cap. 4 y 5).
Gregorio XV, en la Bula de canonización de la Santa, la llama nueva Débora, apelativo significativo que
Enrique de Ossó repite tantas veces.
30
Así continúa la cita, con palabras puestas en boca de Jesús: “…tengo en ella toda mi confianza. Es esforzada,
animosa, varonil, invencible. No es nada mujer, ni lo parece sino en el sexo. Mi honra es su honra, y la suya
mía. Óyela, […], y te admitiré a nuestra compañía eterna”. (Ibid).
31
Ibid., 650.
32
Estas preguntas, no pertenecen a la meditación del Llamamiento del Rey eternal, en los E.E. de san Ignacio,
sino a un coloquio de la primera semana: “Imaginad a Christo nuestro Señor delante y puesto en cruz, hacer
un coloquio, cómo de Criador es venido a hacerse hombre, y de vida eterna a la muerte temporal, y así a
morir por mis pecados. Otro tanto mirando a mí mismo lo que he hecho por Cristo, lo que hago por Cristo, lo
que debo hacer por Cristo, y así viéndole tal, y así colgado en cruz, discurrir por lo que se offresciere” (Cf.
IGNACIO DE LOYOLA, op. cit. 211).
124
Tenemos tres armas que nadie nos las puede arrebatar si no queremos, y que si
sabemos manejarlas bien, la victoria es segura […]. Podemos siempre orar,
enseñar, sacrificarnos por Jesús, y con esto el reino de Cristo no tendrá fin en las
almas ¿Lo dudáis? ¡No es posible! Sería preciso no tener fe!.

Todo lo puede la oración. No hay males incurables mientras podamos orar. Éste es
el apostolado más fácil, más universal, más fecundo, más eficaz de salvación y
regeneración. ¿Y quién nos puede impedir el orar en todo tiempo y lugar? Basta
querer.

Enseñar con el ejemplo, con la palabra. Como Jesús que empezó primero a obrar y
después a enseñar. Así vosotras: primero hacer que decir; obrar que enseñar;
practicar que predicar: obras y palabras, y así la palabra es eficaz”33.

Aunque la propuesta, en cierto sentido, se refiere a medios concretos, sin embargo


están considerados en su dimensión más profunda. La Santa habla a la Compañía de “tres
armas que nadie [nos las] puede arrebatar si no queremos”. Se trata de algo nuclear, no
sujeto a los cambios de tiempo, de lugar o de circunstancias, sino de algo esencial.

Y por fin, con su talante magnánimo y confiado, termina la Santa animando a cada
hermana a la audacia evangélica y a la confianza ilimitada en Dios. Una confianza activa,
que crece en la medida en que se reconoce la gracia y se corresponde a ella con mayor
libertad:

“¿De qué temes seguir a Cristo, extendiendo el reinado de su conocimiento y amor


por todo el mundo? Si Dios está con nosotras, ¿quién contra nosotras? […]. ¿Quién
nos separará de nuestro Esposo Jesucristo?”34.
“Mis hijas todas han de trabajar con todo ahínco y constantemente por ser almas
reales, ánimas animosas y esforzadas, que defienden siempre como nobles
caballeros, la mayor honra de su Rey y Esposo Cristo Jesús, con las armas de la
oración, enseñanza y sacrificio y juren VENCER o MORIR en esta divinísima y
nobilísima empresa”35.

Paradógicamente, la muerte y la victoria se unen en el que es Caudillo, Capitán o Guía


de esta batalla. Pues Jesús, ofreciéndose voluntariamente a la muerte, alcanzó la victoria
sobre la muerte y la salvación para todos los hombres. Éste es el misterio pascual, que
canta Teresa en un conocido poema de profesión:

“Ya como capitán fuerte


Quiso nuestro Dios morir,
¡Oh qué venturosa suerte
Se le siguió desta guerra!

Con grande contentamiento


Se ofrece a morir en cruz
Por darnos a todos luz
Con su grande sufrimiento
¡Oh, glorioso vencimiento!
¡Oh, dichosa aquesta guerra!”

Misterio de muerte y victoria al que todos somos convocados:

33
Ibid.
34
Prácticamente toda la llamada a la confianza está tejida con textos del capítulo 8 de la carta a los Romanos,
aunque incorpora otras citas bíblicas.
35
EE, en EEO II, 651-652.
125
“Comencémosle a seguir
Pues que le dimos la muerte”36.

El resto del poema lo asumió desde sus comienzos la Compañía, como Himno propio o
“Canto marcial”, de extraordinaria aceptación entre las hermanas durante más de cien años.
En él están bien combinados los elementos emblemáticos de la metáfora militar de la
Compañía:

“Todas las que militamos


Debajo de las banderas
Del rey Jesús y Teresa
Peleemos no durmamos
Pues que no hay paz en la tierra.

Ofrezcámonos de veras
A morir por Cristo todas
Y en las celestiales bodas
Sed en amar las primeras.
Sigamos estas banderas
Pues Cristo va en delantera.
No hay que temer, no durmáis
Pues que no hay paz en la tierra.

No haya ninguna cobarde,


Vendamos cara la vida
Pues no hay quien mejor la guarde
Que el que la da por perdida.
Pues Jesús es nuestro guía
Y el premio de aquesta guerra
Ya no durmáis, no temáis
Cristo reinará en la tierra.

¡A morir, a morir por Cristo,


A orar, a trabajar por Cristo.
A luchar, a reinar, a luchar a reinar por Cristo
A morir, a orar, a luchar, a reinar con Cristo
Todas, todas, todas, todas, todas.
Y en las celestiales bodas,
Sed en amar las primeras,
Sigamos estas banderas,
Pues Cristo va en delantera!.

¡No hay que temer, no durmáis


No durmáis, pues que no hay paz en la tierra
No hay que temer, no durmáis
No durmáis, pues que no hay paz en la tierra
Pues que no hay paz en la tierra,
Pues que no hay paz en la tierra!”37.

Durante más de cien años, este Himno ha expresado la disponibilidad en acción del
cuerpo apostólico en cuanto tal, pues explicita la conciencia común de haber sido “todas”
convocadas “debajo de estas banderas [de Jesús y Teresa]”. El compromiso comunitario:
36
Poesías Nº 22, en op. cit., 551.
37
“Canto Marcial de la Compañía de Santa Teresa de Jesús”, música de J. PORTAS, (anterior a 1895), en
AGSTJ, Cantos Religiosos I, Nº 107).
126
¡Ofrezcámosnos de veras!”, que se funda, no en las propias fuerzas, sino en la confianza
ilimitada en Dios: “¡No hay que temer, pues Cristo va en delantera”.

Lo que le da fuerza dinámica al himno, es la construcción gramatical en primera persona


del plural. No son Jesús o Teresa los que hablan. Aquí somos “nosotras”, las hermanas
“todas, todas, todas, todas”. Y en cuanto cuerpo apostólico nos animamos,
comunitariamente nos comprometemos, unas a otras nos transmitimos la urgencia del
Reino, “pues que no hay paz en la tierra”.
PARTE II

APÓSTOLES

“Nosotras nos dedicaremos a la


oración
y al ministerio de la Palabra”

(Hch 6,4)

“A la Compañía de santa Teresa de Jesús,


ha dicho Jesús como a la Santa:
Mirarás mi honra
como verdadera esposa mía.
Mi honra es tu honra,
Y la tuya mía”.

(SC,en EEO II, 14)


128
129

INTRODUCCIÓN
Junto a la clave combativa y militante, especialmente vinculada a un momento histórico
socioeclesial, a la que hemos dedicado la Primera Parte de esta reflexión, hay una segunda
clave hermenéutica de raíces más evangélicas, que recorre toda la historia de la vida
religiosa entendida siempre como vida apostólica.

Dada la variedad de interpretaciones que se le vienen dando a lo largo de los siglos a la


vida apostólica, nos interesa saber cuál es el significado específico que tiene para la
Compañía este ideal evangélico, que vivió Enrique de Ossó y que se manifiesta
carismáticamente en la inspiración, el proyecto y la historia de la Compañía.

Lo que pretendemos en esta Segunda Parte es dar razón de las notas características del
ser apóstol, tal como las entendió y las vivió Enrique de Ossó y tal como se las entregó a la
Compañía, en los escritos de inspiración inicial, en las Constituciones escritas por el
Fundador y en la vida de la primera generación de hermanas.

En cuatro breves capítulos, profundizaremos en el significado de la vida apostólica, tanto


en la experiencia vocacional de Enrique de Ossó como en la Compañía misma. Un recorrido
rápido por las formas históricas de la Vida Religiosa —interpretadas siempre como retorno a
los apóstoles aun subrayando aspectos evangélicos distintos—, nos permitirá reconocer
cuáles son los elementos constitutivos de las vida apostólica en la Compañía, tal como la
vive y la interpreta su Fundador.

Iniciamos, también en esta segunda parte, una lectura carismática de la Escritura,


contemplando con los ojos y el corazón de Enrique de Ossó el misterio de Cristo y su
evangelio con el cual él mismo se fue configurando en aquellas circunstancias concretas.
Así como una aproximación espiritual a la mediación teresiana, tratando de descubrir qué
papel juega Teresa de Jesús —su experiencia espiritual y apostólica y su doctrina— en la
interpretación carismática de la vocación y misión de la Compañía —en cuanto cuerpo
apostólico en la Iglesia— y de cada hermana, en cuanto miembro de esta comunidad
apostólica.
130
CAPÍTULO 7

LA COMPAÑÍA DE SANTA TERESA,


COMUNIDAD DE DISCÍPULAS-APÓSTOLES.

1. LA VIDA APOSTÓLICA, IDEAL DE VIDA CRISTIANA


DE TODOS LOS TIEMPOS

Para los primeros cristianos, los Apóstoles eran los modelos auténticos de vida cristiana,
porque habían seguido muy de cerca a Jesús. El mismo San Pablo había dicho: “Sed
imitadores míos, como yo lo soy de Cristo”(1Cor 11,1). Vivir y actuar como los Apóstoles
será, pues, el ideal cristiano durante los veinte siglos de la Iglesia. Sin embargo, el
significado de Apóstol o del adjetivo apostólico, ha sufrido numerosos cambios a lo largo de
los siglos1.

Durante los primeros siglos, hasta el IV, este término designaba todo lo referente a los
Apóstoles: escritos, doctrinas, tradiciones, sucesión y sucesores. En principio únicamente se
empleaba en referencia directa a los Apóstoles.

Edad Media La Vida Monástica

Aparece un nuevo sentido y se empieza a hablar de vida apostólica para designar un


modo de vida conforme al que establecieron los apóstoles en la primitiva Iglesia. Y van a ser
los monjes quienes se reserven con cierta exclusividad esta denominación. Creen que son
ellos los que llevan una vida verdaderamente apostólica por vivir en común y profesar
pobreza, castidad y obediencia. Es muy abundante la literatura medieval2 que identifica la
vida monástica con la comunidad de Jesús y los Doce.

Ya San Agustín afirma en la regla 2ª: “Nosotros pretendemos vivir una vida apostólica”. Y
según San Bernardo, San Pedro hizo la profesión religiosa en nombre de los Doce, cuando
dijo a Jesús “He aquí que hemos dejado todo y te hemos seguido” (Mt 24,27).

En coherencia con lo que enseñaba Casiano, la comunidad primitiva de Jerusalén es


identificada con un monasterio, ya que en ellos se practica exactamente lo que se presenta
en los Hechos como ideal de vida cristiana:

“Todo lo que se descubre en las Reglas de los Padres, todo lo que se practica en
las costumbres de los monasterios, todo este conjunto de prácticas está de
manifiesto, más claro que la luz del sol, en los Hechos de los Apóstoles”3.

1
Para este recorrido histórico seguimos, aunque no exclusivamente, el libro de S.Mª ALONSO, Para Dios y para
los Hombres, Publicaciones Claretianas, Madrid 1987, 11-36.
2
Es muy temprana la identificación de monacato y vida apostólica. Ya EUSEBIO DE CESAREA (s. IV) en su
Historia eclesiástica hace una lectura anacrónica del Libro de los Hechos, atribuyendo a la comunidad
primitiva unas características propias de los movimientos ascéticos y monásticos de su tiempo. También S.
JERÓNIMO conecta la vida de los monjes de su tiempo con la comunidad de Jerusalén. Y CASIANO (s. V)
hace una interpretación personal del capítulo 15 de los Hechos y sitúa en Jerusalén el origen de la vida
monástica Según él, el monacato propiamente dicho surge en la segunda generación cristiana, después de la
muerte de los apóstoles, cuando empezó a entibiarse la vida cristiana. (Cf. HVR I, 58-74).
3
HVR I, 73.
132

Siglo XI Los Canónigos regulares4

Dentro del movimiento de Reforma Gregoriana, surge una nueva forma de vida apostólica
con características y finalidades desconocidas en la Iglesia, los Canónigos Regulares, que
ofrecen un modelo de identificación al clero secular. Esta nueva forma de vida religiosa se
caracteriza por la vida común bajo una Regla y la acción pastoral directa, “la cura de almas”,
vinculada a la catedral o a una parroquia rural, tarea que estaba prácticamente abandonada
por el clero secular, muy relajado.

Tenemos, pues, dos interpretaciones de la vida apostólica, la de los Monjes y la de los


Canónigos Regulares que ya en el siglo XII dio ocasión a una controversia:

 Por una parte está la conocida interpretación apostólica de los monjes, que adopta
en estos momentos una actitud polémica y defensiva. Hay numerosos testimonios:

- 1121: De vita vere apostolica, un libro de autor desconocido, en el que se


sostiene que la vida apostólica consiste esencialmente en la vida comunitaria
entendida a ejemplo de la primitiva comunidad de Jerusalén, tal como la
describen los Hechos de los Apóstoles en los dos conocidos sumarios (2,42-47 y
4,32-35). Para este autor, los verdaderos imitadores de los Apóstoles son los
monjes. La vida monástica es la versión auténtica de la vida apostólica. Los
grandes fundadores del monacato son, en realidad, continuadores de un género
de vida fundado por los Apóstoles5.

- Otro polemista desconocido, defensor de los monjes, frente a los Canónigos:

“Nuestra Orden, que fue la primitiva en la Iglesia, es más, con la que empezó la
Iglesia […] cuyos Fundadores fueron los Apóstoles”6.

Los elementos esenciales de la vida apostólica, que continúan en la vida


monástica, según esta interpretación histórica, son: la comunidad fraterna, la
lectura, meditación y escucha asidua de la Palabra de Dios, la alabanza divina,
la vida común en la pobreza y en el trabajo.

 Por otra parte, se defiende la interpretación nueva de los Canónigos Regulares:

- El Papa Urbano II conecta los orígenes de la vida canonical con la vida


apostólica descrita por los Hechos. Según esta interpretación, es la predicación
itinerante o anuncio directo del Evangelio por medio de la Palabra el elemento
más esencial y constitutivo de la vida apostólica, en continuidad de los
Apóstoles. Por otra parte, la vida en común y la común posesión de los bienes,
no son más que condiciones para el ejercicio del ministerio apostólico.

- Defensa del ministerio de un Canónigo Regular de Arnon de Reichisberg:

“Estas son mis ocupaciones cotidianas y las de los míos: el ayuno, la


abstinencia, la oración, pero también la preocupación por las numerosas
iglesias. Mis familiares se desplazan para predicar la Palabra de Dios, visitan
enfermos, entierran a los muertos, catequizan, bautizan. No creo que mi
ministerio sea menos agradable a Dios que el recogimiento monástico o que el
trabajo agrícola de los monjes” 7.

4
Cf. HVR II, 20-40 y 62-65.
5
Cf. S. Mª ALONSO, op.cit., 24-25.
6
HVR I, 73.
7
HVR II, 57.
133

La actividad apostólica o apostolado se constituye por primera vez, con los Canónigos
Regulares, en un elemento integrante de la vida religiosa, y por esta novedad institucional
del apostolado, llegarán ellos a afirmar que su forma de vida es más conforme con la de los
Apóstoles, a quienes imitan no sólo en la vida común y en la pobreza, sino también en el
ministerio apostólico.

En el fondo de esta polémica, estaba en juego la esencia de la llamada vida apostólica.


La disputa, sin embargo, contribuyó a enriquecer la identidad de una y otra formas de vida
religiosa, y a precisarlas no sólo en el aspecto jurídico sino en el teológico-espiritual.

Siglo XIII Las Órdenes Mendicantes

La solución a la polémica entre Monjes y Canónigos regulares, vino a traerla Domingo de


Guzmán8 (1170-1221) por el camino de la síntesis armónica y vital propia de la Orden de
Predicadores:

“Los hermanos, imitan a los Apóstoles en la totalidad de su vida. Apóstoles en casa


como en el cenáculo, con una vida común fraterna, con la oración litúrgica, con el
estudio, el descanso. Y luego los imitan en el camino, con su palabra y su
abandono diario en la Providencia”9.

Santo Domingo de Guzmán, en sus viajes por Europa —al entrar en contacto con la
herejía de los cátaros y valdenses— descubre las fuentes del Evangelio y el nuevo ideal de
vida apostólica, se da cuenta de la necesidad de que el predicador sea coherente con lo que
predica:

“En esta situación, en la que no se veía ninguna salida, el obispo les dio un consejo
saludable. Les amonestó y aconsejó trabajar con más ardor que nunca en la
predicación, abandonando todas las demás preocupaciones. Pero para tapar la
boca a los herejes, había que enseñar la doctrina practicándola en la vida, según el
ejemplo del Buen Maestro, presentándose humildemente, yendo a pie sin oro ni
plata, imitando en todo la forma de vivir de los Apóstoles”10.

Surge, en esta época, una tercera acepción del adjetivo apostólico, que se utiliza para
designar todo aquello relativo al Papa, “el apóstol” en los documentos medievales. Serán
varones apostólicos, aquellos que reciben su misión del Papa, como Domingo y sus
compañeros, o Francisco y los hermanos menores, que debían recibir el diaconado para
predicar la Palabra11.

Siglo XVI La Compañía de Jesús

A partir de este siglo el adjetivo apostólico se vincula predominantemente a la actividad


evangelizadora de la Iglesia, y especialmente al ministerio ordenado. La Compañía de Jesús

8
No es éste el momento de hablar de todas las órdenes mendicantes: Franciscanos, Agustinos, Carmelitas.
Destacamos la Orden de Predicadores porque es la que expresa con mayor claridad la síntesis. No en vano
Santo Domingo había sido canónigo regular. En realidad la propuesta de Domingo de Guzmán radicaliza y
hace efectivo el ideal canonical: simbiosis de estudio-contemplación-apostolado, que fue la gran originalidad
de san Agustín; añadiendo los elementos de itinerancia y mendicidad.
9
M. H. VICAIRE, L’Imitation des Apôtres, Paris 1963, 80. Citado por S. Mª ALONSO , op. cit., 25.
10
VAUX CERNAI, P. de, Historia Albigensis, Paris, 1926, 21; citado por J. ÁLVAREZ GÓMEZ, HVR II, 340.
11
En 1218 se encontraron los dos santos fundadores. “El abrazo de Francisco de Asís y Domingo de Guzmán
era todo un símbolo. En él se fusionaban dos maneras distintas, pero complementarias, de entender la vida
apostólica. La de Francisco, centrada en la pobreza radical más absoluta con una cierta despreocupación por
la ciencia y la cultura; y la de Domingo de Guzmán, que ponía mayor énfasis en la necesidad de una buena
preparación cultural”. J. ÁLVAREZ GÓMEZ, HVR II, 343.
134
surge con un estilo apostólico nuevo. Al ver a Ignacio y a sus compañeros, el pueblo romano
empezó a llamarlos presbíteros reformados y apostólicos porque, después de su docencia
universitaria, enseñaban el catecismo, predicaban por los templos y las plazas y llevaban
una vida tan pobre que contrastaba con la del clero romano.

Ellos son por definición los varones apostólicos, en todo el sentido del término, pues su
incondicional dedicación al apostolado, les llevó a ponerse a disposición del Papa —
mediante el cuarto voto— a fin de que los enviara a donde fuera más necesaria su misión.

La Compañía de Jesús inicia un nuevo modelo de Vida Religiosa Apostólica distinta de


los Mendicantes y de los Canónigos Regulares, que continuará de alguna manera, en
los institutos religiosos masculinos de vida activa modernos, de los siglos XVII y XVIII, y que
empalma con el despertar de la vida religiosa apostólica femenina12 de los siglos XIX y XX.

Siglo XVII Los Hermanos de Las Escuelas Cristianas

El Fundador, san Juan Bautista de La Salle (1651-1719) tiene clara conciencia de que el
ministerio de educadores es una continuación de la misión misma de los Apóstoles:
“Quienes instruyen a la juventud son los cooperadores de Jesucristo en la salvación de las
almas”. “Lo que Jesús dijo a sus santos Apóstoles, os lo dice también a vosotros”. “Vosotros
habéis sucedido a los Apóstoles en su cometido de catequizar e instruir a los pobres”.
“Agradeced a Dios la gracia que os ha hecho de participar, en vuestro oficio, del ministerio
de los santo Apóstoles, y de los principales obispos y pastores de la Iglesia”13. Hay en entre
ellos una fuerte conciencia de pertenecer a una orden religiosa laical y no clerical.

Siglo XIX Institutos Religiosos de Vida Apostólica Activa

Desde la Revolución francesa, especialmente en Francia, se generalizan los institutos


religiosos masculinos y femeninos de vida apostólica activa, de votos simples, que
conservan su carácter de asociaciones laicales con una mayor movilidad apostólica —sobre
todo en el caso de los varones—, tal como lo exigen las circunstancias de tiempo y de
lugar14.

El Apóstol del siglo XIX español, San Antonio María Claret, entendió este adjetivo en
relación a Jesús Apóstol y, de manera especial, a los Doce. En 1841, cuando sólo tenía 32
años, recibió de Roma el título de Misionero Apostólico, y entendió que ésta era su propia
definición: Misionero al estilo de los Apóstoles, en seguimiento de Cristo, ungido por el
Espíritu para evangelizar a los pobres, itinerante, que comparte la vida y la misión con sus
discípulos15.

Siglo XX La Vida Religiosa del Postconcilio

El Concilio Vaticano II representa una aportación decisiva para la comprensión teológica


de la Vida Religiosa Activa, a pesar de que evita conscientemente el adjetivo apostólica. El
decreto Perfectae Caritatis, reconoce la novedad de este modo apostólico de vida religiosa,

12
En realidad, ya las Segundas Órdenes Femeninas del siglo XIII (Clarisas, Dominicas, Agustinas…) asimilan el
espíritu apostólico de las órdenes mendicantes masculinas pero, por ser mujeres, no pueden dedicarse a la
acción: clausura papal estricta, retiradas del mundo. Pensemos en el caso de la reforma teresiana, que nace
con una impronta apostólica clara. Después (ss. XVIII y XVIII) los intentos de acción apostólica, por parte de
las religiosas, fueron vanos o muy localizados hasta bien entrado el siglo XIX y principios del XX, y con
muchas limitaciones canónicas. Sobre la VR apostólica femenina, leer el artículo de J. De CHARRY,
R.S.C.J., “Primi tentativi di evoluzione della vita religiosa femmenile”, en la revista Vit. Cons. 1985, 497-508.
13
Citado por J. ÁLVAREZ GÓMEZ, en HVR III, 426-427.
14
Cf. J. ÁLVAREZ GÓMEZ, op. cit., 387-394.
15
Cf. S. Mª ALONSO, op. cit, 23.
135
en el que la gloria de Dios, la santificación personal y la del prójimo no son fines distintos16—
, sino uno solo:

“En estos institutos la acción apostólica y benéfica pertenece a la naturaleza misma


de la vida religiosa […]. Por eso, toda la vida religiosa de sus miembros debe estar
imbuida de espíritu apostólico, y toda la acción apostólica, informada de espíritu
religioso”17.

La consagración religiosa en los institutos de vida apostólica constituye un solo ideal de


vida, una realidad unitaria, unificada y unificadora, que no puede realizarse más que en la
persona de Cristo, descubierta y contemplada igualmente en la oración y la vida. Tiene
como referencia significativa el caso del Apóstol Pablo, a quien Dios consagró para sí, a la
luz del Cristo pascual, y directamente para su misión. San Pablo vivió su consagración a
Dios en su servicio evangelizador. Permaneció célibe y pobre, integrando en su donación de
apóstol la castidad y la pobreza, vividas como exigencias intrínsecas de su disponibilidad a
Dios para el servicio apostólico18.

Indicamos algunos documentos postconciliares que destacan unas u otras dimensiones


concretas de la vida apostólica:

Elementos Esenciales de la Vida Religiosa: Pone de relieve la importancia de la vida


misma:

“Estos institutos son genuinamente apostólicos, no precisamente porque


ejercen un apostolado, sino porque viven como los Apóstoles vivieron:
siguiendo a Cristo en servicio y comunión, según las enseñanzas del
Evangelio, en la Iglesia que él fundó”19.

Vita Consecrata: “La Vida religiosa apostólica”

 Destaca la finalidad del servicio apostólico activo, y enumera las grandes familias
apostólicas:

“En Occidente han florecido a lo largo de los siglos múltiples formas de vida
religiosa, en las que innumerables personas, renunciando al mundo, se han
consagrado a Dios mediante la profesión pública de los consejos evangélicos
según un carisma específico y una forma estable de vida común, para un
multiforme servicio apostólico al pueblo de Dios. Así, las diversas familias de
Canónigos regulares, Órdenes mendicantes, los Clérigos regulares y, en
general, las Congregaciones religiosa masculinas y femeninos dedicadas a la
actividad apostólica y misionera y a las multiformes obras que la caridad cristiana
ha suscitado”20.

 Pone de relieve el papel de los fundadores y sus discípulos, en el nacimiento de


una familia religiosa, que encarna el Evangelio y la vida de Jesús en cada
momento histórico, en respuesta a los signos de los tiempos:

16
Sobre la distinción entre fin principal y fin apostólico o secundario se puede leer la Nota 44 del capítulo cuarto.
17
PC nº 8, 1965.
18
Para profundizar en la identidad de la VRA se puede leer el libro de J. AUBRY, Identitá della vita religiosa
apostólica, Centro Studi USMI, Roma 1982. En español, S. Mª ALONSO, Para Dios y para los hombres, los
religiosos en el mundo, Publicaciones Claretianas, Madrid 1987.
19
EE nº 26, elaborado por la Congregación de Religiosos e Institutos Seculares en 1983.
20
Vita Consecrata nº 9, exhortación apostólica de Juan Pablo II, 1996.
136
“Es un testimonio espléndido y variado, en el que se refleja la multitud de dones
otorgados por Dios a los fundadores y fundadoras que, abiertos a la acción del
Espíritu Santo, han sabido interpretar los signos de los tiempos y responder de
un modo clarividente a las exigencias que iban surgiendo poco a poco.
Siguiendo sus huellas, muchas otras personas han tratado de encarnar, con la
palabra y la acción, el evangelio en su propia existencia, para mostrar en su
tiempo la presencia viva de Jesús, el Consagrado por excelencia y el Apóstol del
Padre”21.

 Termina refiriéndose al famoso Nº 8 de PC donde se pone de relieve la


integración de VR y vida apostólica:

“Los religiosos y religiosas deben continuar en cada época tomando ejemplo de


Cristo el Señor, alimentando en la oración una profunda comunión con Él (Fp.
2,5-11), de modo que toda su vida esté impregnada de espíritu apostólico y toda
su acción apostólica esté sostenida por la contemplación”22.

Como conclusión de este recorrido histórico tras el significado de “Apóstol” y de


“apostólico” y su relación con la vida religiosa, podemos afirmar que vida apostólica
significará siempre un estilo de vida inspirada en el ejemplo de los Apóstoles, caracterizada
por la virginidad, la pobreza, la obediencia en la pertenencia a una comunidad de discípulos,
y la predicación evangélica. Éste será siempre principio inspirador y criterio de renovación
cuando se alejan del ideal primitivo. La Historia de la Vida Religiosa lo demuestra. “Todos
los fundadores o reformadores coinciden en un deseo común, el de recuperar y vivir
plenamente algún elemento desconocido o desatendido de la fórmula de vida de los
Apóstoles”23.

2. LA COMPAÑÍA DE SANTA TERESA DE JESÚS,


COMUNIDAD DE APÓSTOLES

Después de haber recorrido la historia de la VR en clave apostólica, nos acercamos a los


escritos de Enrique de Ossó para descubrir qué significado tiene ser apóstol para el
Fundador y para la Compañía misma.
Nos interesa saber, además, cómo se configuró la primera comunidad teresiana como
comunidad apostólica, y cuáles son sus rasgos más característicos.

2.1. El Fundador Enrique de Ossó, Apóstol de Jesús.

Si la Compañía de Santa Teresa de Jesús prolonga y desarrolla en el tiempo el carisma


recibido de su Fundador, no podemos prescindir de la vocación de Enrique de Ossó, sino
que hemos de partir de su propia identidad personal y la conciencia de su misión, para
interpretar correctamente la de la Compañía. Recordemos algunos momentos
especialmente significativos de la vida de Enrique de Ossó, que aportan luz sobre su misión
de Apóstol.

El primer momento se refiere a su encuentro personal con Jesús, en Montserrat,


experiencia fundante de su vocación y misión, que él mismo recuerda muchos años
después, como una decisión definitiva, en respuesta a la llamada de Dios a seguirle:

21
Ibid.
22
Ibid.
23
ALONSO S., Op. cit., 24.
137
“Dije: seré siempre de Jesús, su ministro, su apóstol, su misionero de paz y
amor”24.

En un artículo de 1878 evocaba aquel momento en términos semejantes:

“Me retiré a la soledad para consagrarme a Dios y ser con el tiempo misionero
apostólico”25.

Consagración total a Dios en el seguimiento de Jesús y misión apostólica, misionera,


están indisolublemente unidas desde este momento en la experiencia y en la conciencia de
Enrique de Ossó. Tanto los años de preparación al sacerdocio, como los 28 años de
ministerio sacerdotal, Enrique de Ossó vivirá con la pasión del discípulo y apóstol de
Jesucristo, enamorado de Él y predicador incansable del evangelio que es la misma persona
de Jesús:

“Te suplico, Jesús, me des, como a Pablo, a mí el mínimo de tus ministros, el


evangelizar a todo el mundo las insondables riquezas de amor que Tú atesoras”26.

A sus 55 años y en vísperas de su muerte repentina, escribe en Sancti Spíritu, estas


palabras premonitorias:

“No vaya yo de este mundo, Jesús mío, sin haberte amado y hecho conocer y amar
cuanto me sea posible”27.

Es bien significativa aquella oración del joven Enrique de Ossó, a punto de recibir el
subdiaconado (mayo de 1866), en la que dirigiéndose al Espíritu Santo la víspera de
Pentecostés, le pide el espíritu de los apóstoles. No sólo se siente llamado a ser misionero
apostólico, sino que convierte en oración muy personal la esencia del ser del apóstol:

“Oh Espíritu de Dios, en tu día, una gracia te pido. Ya que dentro de poco voy a
consagrarme a Dios para ser de un modo especial su Templo y su Ministro
eternamente, llena mi corazón de tus sagrados dones, que me infundan un espíritu
de oración y celo como a los Apóstoles”28.

Es una oración al Espíritu Santo, que revela la conciencia de su propia vocación, desde
su comprensión íntima del ser de los Apóstoles. Espíritu de oración y celo son, para Enrique
de Ossó, los dos rasgos constitutivos de la identidad del Apóstol. Convencido de su
vocación a la vida apostólica, pide al Espíritu Santo que le haga apóstol. “Dame lo que me
pides, y pídeme lo que quieras”, repetía otras veces al Señor con san Agustín.

2.2. La Archicofradía, movimiento apostólico teresiano

En el capítulo introductorio vimos cómo Enrique de Ossó, atento a los signos de los
tiempos y a las realidades necesitadas de salvación, fue dando respuestas progresivas y
complementarias. La Asociación de Hijas de María Inmaculada y Teresa de Jesús fue una
de ellas, y nació con un fin claramente apostólico, consecuencia de la consagración
bautismal de sus miembros:

“El fin que nos propusimos al fundar la Archicofradía de Jóvenes Católicas es que
siendo éstas injertadas en Cristo, como el sarmiento en la vid,[ …] influya Jesús en

24
Prólogo Tres Florecillas a la Virgen de Montserrat, 1892, en EEO III, 194.
25
RT 1877-78, en EEO III, 841.
26
CH 1875, en EEO I, 486.
27
RT enero 1896,100.
28
Citado por Altés en Apuntes Biográficos V, RT 1895-96, 271.
138
sus corazones; que vivan en Cristo, estén íntimamente unidas a Él en la caridad, le
conozcan y le amen, le hagan conocer y amar” 29.

Teresa de Jesús, además de enseñar a estas jóvenes a vivir consciente y


coherentemente su realidad de cristianas, les contagiará su espíritu de celo por los Intereses
de Jesús, de manera que estas muchachas puedan ser verdaderos apóstoles:

“La misión más elevada de una mujer es la de ayudar a los que trabajan en la
conversión y santificación de las almas. A este fin se dirigieron todas las oraciones,
trabajos y buenas obras de Santa Teresa de Jesús. Todas sus ansias eran que
hubiera en la Iglesia buenos letrados, santos y sabios sacerdotes […] las Hijas de
Santa Teresa de Jesús en el mundo deben continuar hoy su obra. Por ello debe ser
muy continua su oración por los que les dan luz. Además, como el Apóstol y su
inhabilidad quita a las mujeres que sean predicadoras de palabras (1Cor 14,34),
quiere la Santa sean sus hijas predicadoras de obras30, que es el género más eficaz
de predicación. Deben ser, pues, las Jóvenes católicas, apóstoles de fe, predicando
en casa y en todas partes, en la calle y en el templo, con su humildad, obediencia y
modestia31.

En el Reglamento de la Archicofradía Teresiana queda perfectamente descrito el fin


apostólico del movimiento —el mismo del Carmelo Teresiano—, y los medios utilizados,
propios de cristianas comprometidas con su fe:

“A trabajar, pues, por promover los intereses de Jesús de Teresa por medio de la
oración, del celo por la salvación de las almas, de la propagación de los escritos de
la inspirada Doctora y del buen ejemplo, procurando cumplir con exactitud las
promesas del santo Bautismo […]¿Puede darse fin más alto?, ¿puede pretender
más nobilísima empresa el más animoso pecho [femenino]?”32.

2.3. La Compañía de Santa Teresa de Jesús, Cuerpo Apostólico

Las jóvenes de la Archicofradía ciertamente estaban llamadas a predicar a Jesús, aunque


para ellas el anuncio apostólico se concretaba y se limitaba a su manera de ser y de vivir:

“Debéis ser predicadoras de obras, toda vez que el Apóstol y vuestra inhabilidad os
quitan lo seáis de palabras”33.

El grupo elegido para la Compañía, sin dejar de predicar con el ejemplo, “que es el
género más eficaz de predicación”, está llamado a predicar también con la palabra:

“Pues según su nombre indica, [la Compañía] está destinada a celar los intereses
de Jesús en la mayor escala posible que es dado a la mujer del siglo XIX, por
medio del apostolado de la enseñanza”34.

Hemos hablado ya del salto cualitativo de la Compañía en su planteamiento apostólico.


Frente a las “limitaciones de la mujer”, de las que fue ya muy consciente la Santa, y que
siguieron condicionando el apostolado de la Archicofradía, la Compañía —liberándose de la
prohibición paulina35 que ha mantenido en silencio a las mujeres en la Iglesia durante
siglos— se atreve a fundamentar su conciencia de cuerpo apostólico, en uno de los textos
29
VJ, en EEO I, 483.
30
Santa Teresa alude a la “prohibición paulina” de I Cor 14,34: C 15,6.
31
RHM, en EEO I, 210.
32
RHM, en EEO I, 211.
33
RHM, en EEO I,208.
34
La cita es un combinado de las tres alusiones ya comentadas (Cfr. RT Nº 47 de agosto 1876, en EEO III,
794. 795. 798.
35
1Cor 14,34 y 1Tim 2,11-12.
139
del Nuevo Testamento que desde siempre han definido con más claridad la naturaleza y la
misión del colegio apostólico.

Se trata del texto de los Hechos de los Apóstoles en el que se narra cómo los Apóstoles
designan siete diáconos para atender las nuevas necesidades de la comunidad, mientras
que “nosotros —dicen los Apóstoles— nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la
Palabra”36. No hacen sino reformular después de Pentecostés, la esencia de la vocación
apostólica, tal como la presenta Marcos en el relato de la Institución del los Doce:

“Jesús subió al monte, llamó a los que Él quiso, y vinieron donde Él. Instituyó doce,
para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar”37.

Si no se ha tenido entre las manos un ejemplar de las primeras Constituciones publicadas


(1882), no es fácil valorar la importancia de este texto para la Compañía. Apareció, escrito
en latín, en la primera página del libro, exactamente después del título: Sumario de las
Constituciones de la Compañía de Santa Teresa de Jesús.

“Nosotras nos dedicaremos


- a la oración y
- al ministerio de la Palabra”
(Hch 6,4)

El texto habla por sí mismo y pone de manifiesto cómo la Compañía ha recibido


carismáticamente la vocación-misión de Apóstol con las características que la estaba
viviendo personalmente su Fundador. Son las señas de identidad de la Compañía, la
presentación en términos bíblicos que la Compañía hacía de sí misma.

Sin nombrar a los Apóstoles están presentes implícitamente y sustituidos como sujeto
del enunciado por el nosotras de la Compañía, identificadas con ellos hasta el punto de
definirse como cuerpo apostólico, con las palabras con las que Pedro y los Doce se refieren
a su ministerio específico, recibido del Señor y no delegable.

Éste mismo versículo de los Hechos de los Apóstoles vuelve a repetirse en el capítulo
primero de las Constituciones. Palabra de Dios, que se proyecta sobre los artículos e ilumina
su interpretación. Hemos encontrado, además, un texto autógrafo de Enrique de Ossó, de
verdadero interés para nuestra interpretación. El manuscrito se encuentra en el Archivo
General de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, y es un escrito sin fecha, titulado
Algunas razones para ingresar en la Compañía de Santa Teresa de Jesús, que nunca llegó
a publicarse íntegramente. La razón 16ª habla exactamente del Fin de la Compañía,
glosando el texto de Hch 6,4 con una aplicación directísima al instituto:

“Es el fin que tuvieron Jesucristo y los Apóstoles: orar y enseñar. Docete euntes
ergo38. Los Apóstoles dejaron el administrar las mesas o los negocios temporales
de caridad, para consagrarse con toda libertad y de lleno a orar y enseñar. Lo
mismo hacen las de la Compañía: dejan todas las cosas para consagrarse
exclusivamente a la oración y la enseñanza”39.

Esta razón 16ª, que analizaremos cuidadosamente en el capítulo octavo, concentra


exactamente el contenido del capítulo siguiente: “Las hermanas de la Compañía, Apóstoles
como Jesús, como los Doce [y como Teresa]”. De momento, solamente insistimos en el

36
Hch 6,4.
37
Mc 3,13.
38
“Euntes ergo docete omnes gentes” (Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes: Mt 28,19).
39
Inédita, en AGSTJ, E. Vol.25,65.
140
carácter esencial de este texto, cuya elección como definidor de la identidad de la
Compañía en el umbral de las primeras Constituciones, no fue casual sino pensada y
querida por el Fundador, como veremos. No olvidemos el contraste tremendo con aquel
versículo de Pablo40, que justificaba la limitación apostólica de las jóvenes de la
Archicofradía.

40
ICor 14,34, la famosa prohibición paulina a la que alude también Teresa de Jesús: “Como en todas las
iglesias, las mujeres cállense en las asambleas, que no les está permitido tomar la palabra”.
CAPÍTULO 8

APÓSTOLES COMO JESÚS,


COMO LOS DOCE

1. APÓSTOLES COMO JESÚS

Es interesante observar que Enrique de Ossó cuando habla de sí mismo o cuando llama
apóstoles a las hermanas de la Compañía, antes de relacionarlas con los Doce, lo hace en
referencia a Jesús, el Apóstol del Padre.

La Compañía de Santa Teresa de Jesús, en cuanto sequela Christi, es natural que


adopte “el mismo Fin de Jesús: orar y enseñar”, según la fórmula de Enrique de Ossó
glosando el texto de los Hechos. La misma idea aparece en una de las meditaciones del
Cuarto de Hora de Oración sobre “La elección de estado”, en la que se presenta
veladamente la misión de la Compañía como ideal. El autor, se dirige a la joven orante,
como si le hablara la misma Teresa de Jesús:

“Ésta es, hija mía, la mayor perfección, porque éste fue el empleo de Jesucristo [y
los Apóstoles]”1.

1. 1. Jesús PREOCUPADO sólo de la voluntad del Padre

En los escritos de Enrique de Ossó, predomina el Jesús del cuarto evangelio y el de san
Pablo. Es el Hijo amado del Padre, Enviado al mundo por amor para una misión salvadora, y
preocupado únicamente por cumplir la Voluntad del Padre. El mismo Enrique de Ossó,
desde antes de su ministerio sacerdotal se identifica con este Jesús Apóstol, Misionero de
Paz y Amor.

Su primer libro de meditaciones, el Cuarto de Hora presenta “la conducta de Jesús con su
Padre celestial [está] cifrada en aquellas palabras del mismo Salvador: Yo hago siempre lo
que es agradable a mi Padre. La voluntad de mi Padre es mi alimento”2.

“Jesús en los años de su vida pública […] en todas sus obras no busca sino la
gloria de su Padre, lo que es de su agrado […]. Su voluntad es su alimento: ¡Qué
celo por la salvación de las almas!”3.

Enrique de Ossó vivió toda su vida en esta dinámica de configuración con Jesús,
obediente al Padre en el desempeño de su misión salvadora, y así concibe también a las
hermanas de la Compañía: Apóstoles como Jesús, pendientes y obedientes a la Voluntad
del Padre, preocupadas únicamente de la Gloria de Dios y de la salvación de los hombres:

“Busquen en todas las cosas primeramente el Reino de Dios y su justicia, y lo


demás se lo dará por añadidura el Señor”4.

1
CH, en EEO I, 311.
2
CH, en EEO I, 319. La misma idea en MCJ, en EEO III, 497.
3
CH, en EEO I, 326-327.
4
SC, en EEO II, 96.
142

Las meditaciones de los Ejercicios Espirituales, dirigidos por el Fundador a las


hermanas, insisten en estos rasgos de Jesús que “sólo pretende la gloria de Dios y el bien
de los hombres temporal y eterno. Que quiere que todos se salven y vengan al conocimiento
de la verdad”5. Ese Jesús, a quien es necesario conocer profundamente para llegar a la
configuración con Él.

La obediencia, distintivo de la Compañía, hay que entenderla en esta óptica cristológica


de la misión del Hijo. Como cristológico es también el fundamento de la pureza de intención,
actitud radical en Enrique de Ossó y fundamental para la Compañía:

“Represéntate a Jesús que te dice: Yo siempre hago las cosas que son del agrado
de mi Padre celestial” […]. El Corazón de Jesús siempre se ocupó en las cosas que
miraban los intereses de la gloria de su Padre […]. Jesús no pensaba en sí sino en
su Padre; no en su gloria sino en la de su Padre. El amor le llevaba fuera de sí. El
celo de tu gloria me devoró, decía […]. Así es que Cristo no mira en las acciones
qué hace, ni si son grandes o pequeñas, ni difíciles ni fáciles, ni dulces o amargas,
sino tan sólo la glorificación de su Padre”6.

Actuar con pureza de intención significa actualizar en cada ocasión el verdadero sentido
de lo que se hace evitando que pueda convertirse aun inconscientemente en motivo de
autoafirmación, narcisismo o vanagloria. Y la clave de la pureza de intención está en
“hacerlo todo en unión con Jesús, todo por Jesús”:

“Todos los actos —hasta los más triviales— hechos en unión con Jesús, de sus
divinas intenciones, para glorificar al Padre, para salvar al mundo”7.

Las máximas “todo por Jesús” o “sólo Dios basta”, tienen una finalidad pedagógica.
Ayudan a resituar —en cada momento concreto de la vida apostólica, comunitaria o
litúrgica— en el marco de la voluntad de Dios. Estas fórmulas breves que han sido
experiencia de vida de Enrique y de Teresa, son un revulsivo contra la trivialización de la
vida. Expresiones condensadas con fuerte poder de conación, que despiertan la voluntad y
el corazón de quien las oye o se las repite interiormente.

Dos versículos del evangelio —uno de Juan y otro de Lucas— expresan y sintetizan
para Enrique de Ossó todo el evangelio en cuanto Misión del Hijo. En ellos están
contenidos la esencia de la salvación para el hombre y la mujer de todos los tiempos y
lugares, y lo nuclear de la Misión de Jesús. Expresan y contienen también la misión de
Enrique de Ossó y la de la Compañía. Son dos palabras evangélicas clave

Jn 17,3: Conocer al Padre y al Hijo, vida para el Hombre

Este primer texto pertenece a la oración sacerdotal de Jesús la víspera de su Pasión. En


esta oración, el Padre y la vida de los hombres —sus únicas preocupaciones— constituyen
el tema, el centro de atención, su contenido principal. Aquellos “a quienes el Padre le ha
dado”, somos introducidos misteriosamente en su oración más íntima y más universal, en la
que pide al Padre la vida eterna para nosotros:

“[Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo […] Y que según el poder que le has
dado […] dé también Vida eterna a todos los que Tú le has dado]. Ésta es la Vida
eterna, que te CONOZCAN a TI, único Dios verdadero, y a tu Enviado —tu
Apóstol— JESUCRISTO”.

5
EE, en EEO II, 677.
6
MCJ, en EEO III, 608-609.
7
MCJ, en EEO III, 610.
143
El conocimiento, con el significado sapiencial que tiene en el evangelio de san Juan, y
particularmente en esta oración que representa la Hora de la Misión del Hijo, es palabra
clave en la síntesis espiritual de Enrique de Ossó, como lo fue en la de Teresa de Jesús. Se
trata de un conocimiento interno y personal de Dios, que se identifica, mientras vivimos en
este mundo, con la experiencia de fe. Más concretamente, es el conocimiento del Padre que
nos llega a través del Hijo encarnado. Conocimiento que es puro don de Dios, porque “nadie
conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el
Hijo se lo quiera revelar”8, y que se nos da en el Espíritu Santo, el interiorizador de las
palabras de Jesús9, quien nos las recuerda y nos conduce al conocimiento pleno del Hijo10.

En esta etapa final de la Historia de salvación en que nos encontramos, Dios ha


pronunciado su última palabra que es el Hijo humanado y este Hijo nos ha dicho: “Si me
conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”11.

Enrique de Ossó sabe por experiencia que estas palabras son verdaderas. Y por eso, en
su predicación y en su anuncio evangélico, concentra en Jesús el objeto del conocimiento, la
buena noticia de salvación y la felicidad para todo hombre y mujer:

“Jesús es la piedra o fundamento de la vida espiritual, y su conocimiento es la vida


eterna”12. “A hacer conocer y amar más y más a Jesucristo, en lo que consiste la
vida eterna, nuestra felicidad, se dirige este librito [Viva Jesús]”13.

Sabe también por experiencia que es el mismo Jesús quien atrae a su conocimiento y
amor. Y el Espíritu de Jesús, quien trabaja en el interior del creyente. Enrique de Ossó está
convencido de que él es simple instrumento, y como pobre pide:

“Quiero conducir a tu presencia innumerable almas, Divino Jesús mío, para que les
hables al corazón […], las enamores de tu persona con tu dulcísmo trato, y las
cautives en las redes de tu divino amor. Son la mayor parte corazones jóvenes, y
por consiguiente ardorosos, que no pueden vivir sin amar con pasión […].
Descúbreles, pues, tus encantos, Jesús […]. Muéstrales tu faz divina; suene tu voz
dulcísima en lo más secreto de su espíritu, y máteles tu vista y hermosura cualquier
desordenado afecto que brote en ellos”14.

La referencia al texto de Jn 17,3 aparece ya varias veces en su primer libro, la Guía del
Catequista, y vuelve a estar presente, como Palabra iluminadora, en el capítulo primero del
Sumario de las Constituciones. Es Palabra fundamental, desde la que discernir para la
Compañía los modos y maneras convenientes de vivir y de hacer.

Probablemente Enrique de Ossó no leyó muchos escritos de san Ireneo. Si lo hubiera


conocido, creemos que habría hecho suyo este precioso comentario al evangelio de san
Juan:

“El Verbo se ha constituido en distribuidor de la gracia del Padre en provecho de los


hombres […], mostrando Dios a los hombres, presentando el hombre a Dios.
Salvaguardando la visibilidad del Padre, para que el hombre tuviera siempre un
concepto muy elevado de Dios y un objeto hacia el cual tender, pero haciendo
también visible Dios para los hombres, realizando así los designios eternos del
Padre, no fuera que el hombre —privado totalmente de Dios— dejara de existir.
Porque la gloria de Dios consiste en que el hombre viva, y la vida del hombre
8
Mt 11, 27.
9
Jn 14 y 16.
10
Ef 4,17-19.
11
Jn 14, 7y 9.
12
VJ, en EEO I, 483.
13
MCJ, en EEO III, 457. De podrían multiplicar las referencias, pues en todos sus escritos (RT, CH, VJ, MCJ,
etc.) es ésta frase quizás la que más se repite.
14
“Súplica a Jesucristo”: VJ, en EEO I, 486.
144
consiste en la visión del Dios. En efecto, si la revelación de Dios a través de la
Creación es causa de vida para todos los seres que viven en la tierra, mucho más
lo será la manifestación del Padre por medio del Verbo para los que ven a Dios”15

Lc 12,49: El fuego del amor de Dios, transforma el corazón del hombre

Este segundo texto a Enrique de Ossó le habla de la Misión de Amor de Jesús. Es un


versículo del Evangelio de san Lucas de difícil interpretación, pero que para Enrique de
Ossó tiene un significado inequívoco. El Amor de Dios, que es su esencia, comunicado a
los hombres por el mismo Hijo de Dios hecho hombre. La fórmula que repite el Fundador de
la Compañía para expresar la Misión de Amor que trae al mundo a Jesús es ligeramente
distinta al texto evangélico:

“Fuego he venido a meter en la tierra [de los corazones], y ojalá estuviera ya


ardiendo” (Lc 12,49).

Así como el texto de Juan iluminaba todo el capítulo primero de las Constituciones (el Fin
de la Compañía), el texto de Lucas ilumina el capítulo décimo (Celo de los Intereses de
Jesús), capítulo central. Probablemente la raíz de la sintonía de Enrique de Ossó con las
palabras de Lucas, hay que buscarla en la experiencia mística de la Transverberación de
Teresa de Jesús, de la que el Apóstol teresiano participó de alguna manera. Hablaremos de
esta relación al final del capítulo,(en el apartado 2.4). Ahora únicamente adelantamos uno
de los relatos de aquella experiencia, que explican la relación que Enrique de Ossó
descubrió entre el pasaje evangélico y la experiencia teresiana:

“En llegando a este fuego, que parece venía de arriba, de verdadero amor de Dios
(porque aunque más lo quiera y procure y me deshaga en ello, si no es cuando su
Majestad quiere […] no soy parte para tener una centella de él), parece que
consume el hombre viejo de faltas y tibieza y miseria, y a manera de cómo hace el
ave fenix —según he leído— […] así queda hecha otra alma”16

La “Súplica a Jesucristo” del Viva Jesús, que citábamos más arriba, acaba identificando
la misión de amor de Jesús —misión de fuego— con los deseos más profundos de Enrique:

“…Viniste al mundo, Bien mío, en forma de Niño agraciado, para meter fuego en la
tierra de nuestros corazones, y no deseas otra cosa sino que ardan en tu amor.
Éste es también mi deseo, Jesús, y por eso te suplico con todo fervor me des, como
a Pablo, a mí, el mínimo de tus ministros, el evangelizar a todo el mundo las
insondables riquezas de amor que tu atesoras”17.

1. 2. Jesús OCUPADO siempre en la predicación y en la oración.

La lectura y la meditación personal de los evangelios llevaron a Enrique de Ossó a


descubrir a Jesús preocupado únicamente por la gloria de Dios y ocupado siempre “en las
cosas de su Padre”, la salvación de los hermanos. En todos los libros de meditación escritos
por el Fundador de la Compañía —dirigidos a las jóvenes, a los niños, a los catequistas, a
las hermanas y a todos los cristianos en general—, aparece la misma idea con pequeñas
variaciones. Jesús de Nazaret se pasó la vida orando y anunciando el amor del Padre. Sus
30 años de Nazaret y los 3 de vida pública los pasó o hablando con el Padre o hablando a
los hombres del Padre.

15
S.IRENEO, Libro 4, 20: SC 100, 644-648, publicado en Liturgia de las Horas III, Comisión Episcopal de
Liturgia Española, Madrid 1984, 1342.
16
V 39,23.
17
“Súplica a Jesucristo”: VJ, en EEO I, 486.
145
En una meditación del Cuarto de Hora que titula “Imitación de Jesucristo”, hace una
síntesis del modo de ser de Jesús, Apóstol del Padre y Maestro para nosotros, a quien
hemos de seguir como discípulos:

“De los treinta y tres años [Jesús] pasó treinta en soledad y silencio […] los tres
últimos los empleó en bien de sus hermanos en los ministerios de la vida
apostólica; mas ¡cuánto tiempo empleó en la oración! […].Conversaba con los
hombres, de modo que siempre estaba presente con Dios […].Trataba con cada
uno de los hombres acomodándose a su carácter, necesidad, utilidad, y haciéndose
todo para todos, para ganarlos a todos”18.

Interesante al final de esta meditación, el fruto que se espera y pide:

“Antes de hablar a los hombres de Dios, hablaré a Dios de los hombres”.

En el mismo Cuarto de Hora, presenta a Jesús preparándose para la vida apostólica:

“Se fue al desierto guiado por el Espíritu Santo, para ser tentado, ayunar y
prepararse [con la oración] a la vida pública o apostólica”19.

Y en el Mes en la Escuela del Corazón de Jesús, completa el cuadro:

“¡Mírale cómo huye a la soledad a conversar con el Padre, a pedirle por los
hombres, a contemplar en quietud su Bondad y divinas perfecciones! ¡Cómo se
prepara con la oración y penitencia para la vida pública!”20.

La consecuencia para el orante es inmediata:

“He aquí el ejemplo que debes imitar, hija mía. Antes que quieras emprender
alguna cosa de importancia: retirarte a la soledad […] a orar. Así todas las
empresas saldrán con Gloria de Dios y provecho de las almas y de ti misma”21.

La vida de Jesús está unificada por la Voluntad del Padre:

“En los años de su predicación y su vida pública”22, “pasó por el mundo enseñando
y haciendo bien a todos, porque Dios estaba con Él” (Hch 10,38). “¡Cómo trabaja de
día y se fatiga, y la noche la pasa en oración rogando al Padre para que envíe más
Pastores!”23.

Cuando Enrique de Ossó se refiere de manera global a la misión de las hermanas de la


Compañía, con frecuencia la expresa con aquella preciosa síntesis, de la vida y la actividad
de Jesús, que hizo Pedro en su discurso en casa de Cornelio. Suele añadir alguna
expresión paulina, que pone en evidencia la necesaria identificación con Jesús Apóstol:
“Se debe decir de las de la Compañía que pasan por el mundo haciendo el bien,
esparciendo el buen olor de Jesús24, por su modestia, humildad y edificación a los
que las miran”25.

18
CH, en EEO I, 325-326.
19
EEO I, 314.
20
EEO III, 504.
21
CH, en EEO I,314.
22
CH, en EEO I,327 y MCJ en EEO III,507.
23
Frase textual en CH, en EEO I,401 y MCJ en EEO III, 522.
24
Hch 10,38: discurso de Pedro en casa de Cornelio + II Cor 2,15: San Pablo se refiere a una presencia que
remite sensiblemente a Cristo.
25
SC, en EEO II, 128.
146

2. COMO LOS APÓSTOLES

“Es el fin que tuvieron […] los Apóstoles: orar y enseñar. Docete euntes ergo”.

Enrique de Ossó tenía conciencia de serlo y se sentía apóstol. Sabía bien que Jesús
era el único y verdadero Apóstol del Padre pero, por voluntad expresa de Jesús, los Doce y
más tarde Pablo, habían recibido el encargo de continuar su misión. “Como el Padre me ha
enviado, también os envío yo”26. Y la misión de Cristo y de los apóstoles continúa en la
Iglesia, que no cesa de escuchar el envío:

“Id y haced discípulos entre las gentes, id y enseñad el evangelio, enseñad a


conocer y amar a Jesús, porque en su conocimiento está la vida eterna”.(Mt 28,19 y
Jn17,3).

Esta llamada recibida por Enrique de Ossó a los 14 años, vivida en el sacerdocio con
fidelidad creativa, resonó a través de Él en la Compañía:

[La Compañía] “tiene el mismo fin que tuvieron Jesucristo y los Apóstoles: orar y
enseñar. Docete euntes ergo”.

La relación con los Apóstoles y su presencia en la vida de la Compañía es constante. Son


frecuentes las alusiones del Fundador a aspectos concretos de la vida apostólica, en las
cartas y en los documentos doctrinales. A modo de ejemplo, hemos seleccionado las
referencias de varios capítulos del Sumario de Constituciones, algunas de ellas indirectas:

Cap. IV Predicar con palabras y con todo el ser:

“Que no haya nada en su interior y exterior que no predique a Jesús […]. Por
esto en las de la Compañía todo: vestido, ademanes, miradas, modales,
palabras, acciones deben clamar: “Viva Jesús; soy toda de Jesús”27.

Cap. X Misión a lugares de peligro:

“Nunca irán o estarán solas en estos casos sin grave motivo, sino de tres en
tres, o de dos en dos…”28.

Cap. XV Amor fraterno:

“Todas se amen en general como lo mandó Cristo Jesús a sus Apóstoles”29.

Cap. XVI Prioridad del Reino. Confianza y abandono evangélico

“Busquen en todas las cosas primeramente el Reino de Dios y su justicia, y lo


demás se lo dará por añadidura el Señor”30.

Cap. XVI Vivir del propio trabajo

“Han de vivir o ayudarse de la labor de sus manos, como hacía San Pablo [y
nuestra santa Madre Teresa de Jesús]”31.

26
Jn 20,21.
27
SC, en EEO II,26.
28
Ibid, 68.
29
Ibid.,90. Leído a la luz del mandamiento nuevo, este texto cobra sentido.
30
Ibid., 96.
31
Ibid.
147

Cap. XIX Pobreza y libertad evangélicas:

“Deseen ser probadas por la necesidad y falta de cosas necesarias para que se
acostumbren a sufrir incomodidades, así en la comida, en el hospedaje y sueño,
acordándose de su Rey Cristo Jesús, que no tenía donde reclinar la cabeza; y
de los Apóstoles, que los enviaba sin saco ni alforja, [y en especial de su santa
Madre Teresa de Jesús]”32.

Pero lo verdaderamente significativo es que los Apóstoles —los Doce y especialmente


san Pablo— son referencia evangélica muy fuerte, testigos de seguimiento y de respuesta a
Jesús, que sigue llamando para estar con Él y para anunciarle33.

Las hermanas, con-vocadas a la Compañía, tienen viva conciencia de que ellas, pobres
pecadoras, han sido llamadas por el Señor para una misión que no merecen. “Por gracia
habéis sido llamadas”, les dice Enrique de Ossó con san Pablo:

“Mira cómo escoge el Señor de todo el mundo, de tantas personas, apóstoles,


discípulos, y a ti pecadora, y los envía por todo el mundo, esparciendo su
doctrina por todos estados y condiciones de personas”34.

2.1. Llamadas por gracia para vivir con Él y como Él

El Fundador cultiva en las primeras generaciones de hermanas, las que él formó


directamente, esa certeza de que han sido elegidas por puro don de Dios. Llamadas y con-
vocadas por Jesús para celar en la mayor escala posible sus intereses —reunidas en su
Nombre—, extendiendo el reinado de su conocimiento y amor por todo el mundo, por medio
de la educación:

“Entre tantos millares de jóvenes doncellas que han pasado […] ante la
mirada de Jesús y su Teresa en vosotras solas ocho han fijado sus amorosos
ojos y con piedad os han traído a sí, a su casa, a su compañía”35.

32
Ibid., 124.
33
Junto a los primeros Apóstoles, y especialmente aquellos que son las columnas de la Iglesia, Enrique de Ossó
elige como santos protectores de la Compañía —en alguno de los cuales se inspira al escribir las
Constituciones— a aquellos “santos autores, notables todos por su espíritu de celo de la mayor gloria de
Dios”:
 Santos ángeles y san Miguel:
“Los primeros celadores de la gloria de Dios, y los que muy eficazmente ayudarán a que sea
fecundo […] su apostolado de oración y enseñanza” (SC, en EEO II, 64).
 San Francisco de Sales:
“Pidan al santo Protector celo de la Mayor gloria de Dios y salvación de las almas y dulzura para
atraer los corazones, pidiéndole que lo menos convirtáis, como él convirtió, 70.000
herejes”(Carta a Hnas. de Tarragona, 29-1-1878. Nº 48).
 San Alfonso Mª de Ligorio:
“El gran Apóstol del amor a Cristo en estos últimos tiempos”( VJ, en EEO I , 483).
 San Ignacio de Loyola:
“El Santo más parecido a vuestra santa Madre […]. Pídele […] el espíritu de hacerlo todo a
mayor honra y gloria de Jesús […] y que sea ésta la obra que más cele los intereses de Jesús”(
Cartas a Teresa Plá del 5-5-1877. Nº 18 y 19.
 Santa Teresa de Jesús:
“La gran celadora de los intereses de Jesús […] la Regeneradora del siglo XIX por medio de su
Compañía y obras de celo”(SC, en EEO II,66).
Es significativo el criterio de selección de fiestas importantes para la Compañía:
“Comulgarán […] en las fiestas principales del Señor, de María Inmaculada, san José, san
Francisco de Sales, san Miguel y Ángeles de la guarda, en las fiestas de los santos Apóstoles
Pedro y Pablo, pidiéndoles que les comuniquen su espíritu de celo para los intereses de Jesús”
(SC, en EEO II, 114).
34
EE, en EEO II, 676.
35
SC, en EEO II, 10.
148

La llamada, como en el caso de los Apóstoles, es para continuar la misión de Jesús,


para participar de su causa, y esto únicamente es posible en la convivencia con Él, en la
relación interpersonal con Él, en un seguimiento de Jesús que comienza por estar con Él. Se
trata de vivir con Jesús y como Jesús, dejándose transformar por Él:

“Quien entra en la Compañía debe hacer cuenta que ya no es suya, es toda de


Jesús, y está toda consagrada, dedicada, ofrecida a su servicio y amor”36.

Entrar en relación de amistad con Jesús, significa ir aproximándose a su condición. Es


una convivencia de amor tal, que genera en el orante la transformación de su persona y, a la
vez, la requiere para crecer en amistad. En el libro Un Mes en la Escuela del Corazón de
Jesús, Enrique de Ossó propone una pedagogía de la configuración con Cristo, que es tarea
esencial de toda vida cristiana, “porque cristiano quiere decir alter Christus, otro Cristo”37. Es
la configuración esencial en la filiación y en la fraternidad iniciada por el Espíritu Santo el día
del bautismo.

Haber sido convocadas a la Compañía comporta una configuración con Cristo, en cuanto
Hijo y hermano, e incluso en su forma histórica de existencia. Vivir con Jesús y como Jesús
en la Compañía de Santa Teresa de Jesús significa adoptar sus modos concretos de ser y
de situarse ante el Padre y los hermanos. Mediante la oración y la predicación —la
enseñanza— viviendo en obediencia, virginidad y pobreza, las hermanas, como los
apóstoles, van configurando38 toda su vida con la de Cristo, adoptando su mismo proyecto,
sus actitudes vitales ante Dios y ante los hombres, reproduciendo así su modo existencial de
vida, como expresión de amor y entrega total.

Para las hermanas, como para los Apóstoles, vivir con Jesús y como Jesús, es algo
nuclear, esencial, condición de la realización de su misión. Así lo expresa Enrique de Ossó
en el libro aludido:

“Conformar toda nuestra vida con la de Cristo, revestirnos de Cristo Jesús, he aquí
el único negocio y ocupación esencial”39.

En la Introducción a la segunda semana de Ejercicios Espirituales40, el Fundador expresa


de la mejor manera posible en qué consiste el modo específico de configuración con Cristo
en la Compañía. Da una explicación sencilla y clara teológicamente, que se adelanta 100
años a las formulaciones del postconcio:

“Todos los cristianos en general somos revestidos de Cristo, según el Apóstol (Gal
3,27) y el mismo nombre de cristiano quiere decir discípulo de Cristo. Mas los
religiosos, y en especial las Hijas que formáis la Compañía de Santa Teresa de
Jesús, debéis seguir a Cristo Jesús, imitar a Cristo Jesús en la mayor perfección
posible en todo”41.

A continuación explicita rasgos significativos del discipulado-apostolado propios de la


Compañía que implican, comportan y suponen seguir a Cristo Jesús en todo:

36
SC, en EEO II, 46.
37
MCJ, en EEO III, 456.
38
S. Mª. ALONSO hace una distinción entre la consagración bautismal y la consagración religiosa que explica en
clave de “configuración” con distintas dimensiones de la persona de Jesús. Cf. DTVC, 378- 384.
39
MCJ, en EEO III,456. La configuración con Cristo, iniciada en la consagración bautismal, es esencial para todo
cristiano. Las hermanas de la Compañía la viven de esa manera particular que comporta la llamada a la
Compañía, y que consiste en una especial relación con Jesús en la oración y en el servicio apostólico, con
una entrega total a Él en los hermanos, viviendo en comunidad en pobreza, virginidad y obediencia.
40
De estas meditaciones hemos hablado en el capítulo sexto.
41
EE, en EEO II, 643.
149
 Predicación:

“Debéis procurar con todo ahínco ser las primeras en extender el conocimiento y
amor de Jesús…

 Trasparencia, testimonio:

“…Sí, en las hermanas de la Compañía el vestido, ademanes, miradas, modales,


palabras y acciones, todo, en una palabra, debe clamar: Viva Jesús, soy de
Jesús…”

 Magisterio evangélico con la vida:

“…Debéis embalsamar el mundo con el buen olor de Cristo Jesús (II Cor 2,15) […],
para que la vida de Cristo Jesús se manifieste en vosotras (II Cor 4,14), y podáis
decir con toda verdad a todo el mundo, pero en especial a las niñas a quien
educáis, como el Apóstol: sed imitadores míos, como yo soy de Cristo ( I Cor
4,14)”42.

2.2. Llamadas y con-vocadas a una comunidad


de discípulas-apóstoles

La llamada de Jesús a estar con Él en la Compañía, es con-vocación de todas y cada


una a este cuerpo apostólico o comunidad de Jesús, en la que el Señor ocupa el centro. La
Oración de Compañía, compuesta por Enrique de Ossó pocos meses después de la
fundación43, es la mejor expresión de esa conciencia comunitaria de haber sido convocadas
en su Nombre, conciencia alimentada por la oración común:

“Aquí, pues, nos tienes reunidas en tu nombre [y en el de tu esposa Teresa], en


una misma fe y confianza y amor y deseos, a las que venimos a formar la
Compañía de Santa Teresa de Jesús…”.

La Compañía es una comunidad de oyentes de la Palabra, que tienen como ocupación


esencial escuchar y obedecer a la Palabra. Con oído y corazón de discípulas, las hermanas
reciben la Palabra, creen en ella:

“Señor mío Jesucristo: Tú lo dijiste Padre nuestro muy amado, y tu palabra no


puede faltar. Tú lo prometiste, Dios nuestro, y tu promesa se ha de cumplir. Tu lo
juraste, Rey nuestro, y tu juramento no puede ser falso. Tú lo repetiste, Maestro
nuestro, y no lo puedes olvidar…”.

Es una comunidad de oración, de fe y confianza, amor y deseos. Los deseos no son otros
que los del Señor. No hay otros intereses, que los intereses de Jesús. Es una comunidad
orientada hacia la misión de Jesús. Por eso las hermanas pueden orar con ilimitada
confianza, pues se dirigen al Padre en nombre de Jesús:

“ …[Tú lo dijiste] que todo lo que pidiéremos al Padre celestial en tu nombre, nos lo
dará […]. Que si dos de entre nosotras nos unimos sobre la tierra para pedir
cualquier cosa, lo que pidiéremos nos será concedido por tu Padre Celestial,
porque donde hay dos o tres reunidos en tu nombre, allí estás Tú en medio de
ellos”.

42
Ibid.
43
En el AGSTJ se conserva una libretita personal con el autógrafo de la Oración de Compañía, escrita por EO
el día de san Leandro, l 7-3-77 ( AGSTJ, Escritos PIB/T vol. XIV, pars.6ª, 375). Publicada luego con
pequeñas variantes en EEO II,183. Se hacen alusiones en muchos otros textos: RT, en EEO III, 849 y SC,
en EEO II, 44.
150

El Señor está en medio de esta comunidad de jóvenes teresianas, “reunidas en su


Nombre”, y orientadas hacia su Reino. Es comunidad extrovertida, organizada con vistas a
su misión educativa, pero configurada desde dentro, por el Señor, que la ha convocado
desde las urgencias del Reino. Esta es la razón por la que en la Compañía no se puede
separar, ni siquiera entender la vida y santidad de cada hermana, ni la de la comunidad
como tal, al margen de la misión. La comunidad se constituye para la misión y por la misión.
Y la misión educativa será el reclamo de las comunidades teresianas, que acudirán allá
donde más necesidad hay, a los lugares “donde más peligran los intereses de Jesús”. Una
misión evangelizadora que tiene en el centro al Señor.

Esta misión sobrepasa las capacidades personales y comunitarias. Es una misión


recibida, delegada, que no se puede cumplir sólo con el empeño y el esfuerzo humano, ni
siquiera poniendo toda la ilusión. Las hermanas lo saben. La misión es del Señor. Ellas son
colaboradoras, instrumentos pobres, siervos inútiles:

“Te pedimos, Señor, —en cumplimiento de tu Palabra y juramento empeñados—


por todas y cada una de nosotras, la gracia de ser las primeras en conocerte y
amarte y en hacerte conocer y amar por todos los corazones, con María, José y
Teresa de Jesús”.

Es una oración connatural al apóstol. La oración del que siembra la semilla con la
seguridad de que es el Señor quien dará el crecimiento. La del sarmiento, injertado en la
Vid, que sabe que su misión consiste en dejar pasar la savia 44. Sólo el Señor es quien
salva, el que da el crecimiento, la Vid que produce el fruto:

“Concédenos lo que te pedimos —con fe, humildad y perseverancia— y


necesitamos tus hijas para procurarte la mayor gloria posible […] y mirar por tu
honra y tus divinos intereses”.

Porque “sin Ti nada podemos, mas contigo todo lo podemos”.45 Éste fue el secreto de
Pablo, de Teresa de Jesús, de Enrique de Ossó. Y éste es también el secreto de las
hermanas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús:

“Llamadas y con-vocadas para estar con Él y para ser enviadas a anunciarle (Mc
3,13) “Docete euntes ergo” (Mt 28,19)

El envío de Jesús a los Apóstoles como continuadores de su misión impresionó a Enrique


de Ossó: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes” (Mt 28,19). O en la versión de
San Juan: “Como el Padre me ha enviado, así os envío yo..” (Jn 20,21). Jesús y los
Apóstoles “hicieron discípulos del reino, enseñaron”. De la misma manera, las hermanas de
la Compañía consagran toda su vida a la enseñanza y a la educación de niños y jóvenes,
que es “la más divina de las ocupaciones”46.

Desde su fundación, hay una profunda conciencia cultivada por Enrique de Ossó, de que
la Compañía es un cuerpo apostólico verdaderamente activo, nacido con una misión
evangelizadora en la Iglesia y en el mundo. Recordemos la sobria pero ambiciosa
formulación del Fin de la Compañía, en el documento de Inspiración, donde aparece neta la
preocupación re-generadora de la sociedad, la finalidad evangelizadora, confiada a la acción
educativa de la mujer teresiana:
44
En la GC, Enrique de Ossó advierte al catequista: “No dará frutos sazonados no siendo […] arteria viva del
Corazón de Cristo Jesús, no podrá comunicar vida, calor ni movimiento sobrenatural a las almas”. (Cf. EEO I,
89). La misma idea está en Organicémonos III, en EEO III, 820.
45
Esta expresión está literalmente tomada de la versión actual de la Oración de Compañía. Expresa una “doble
convicción” de Enrique de Ossó y de la Compañía, fruto de la lectura personal teresiana de Jn. 15,5 + Fp.
4,13 (También Teresa de Jesús comenta esos textos), y está documentada en numerosos escritos, desde
GC, en EEO I, 86, hasta SC, en EEO II, 72.
46
Mi Reglamento (MR), en EEO II, 489.
151

“Regeneración del mundo, en especial de nuestra España, por la educación de la


mujer según el espíritu de santa Teresa de Jesús”47.

Es impresionante también aquella expresión de la Revista que relaciona a la Compañía


no sólo con los apóstoles sino también con los profetas:

“¡Cuán hermosos son los pasos de los que evangelizan la paz!, dice el Espíritu
Santo48. ¡Cuán hermosos, pues, serán los pasos de la Compañía [y Misioneros
teresianos] consagrados exclusivamente a celar la mayor gloria de Dios en todas
partes y en todas las almas, en la mayor extensión posible!”49.

Aunque probablemente al escribir estas palabras, el Fundador de la Compañía está


pensando en el nuevo tipo de profeta presentado al final de la carta a los Efesios, el
evangelizador. Aquel, que como Pablo, sabe que el espíritu de profecía de los tiempos
nuevos es “el testimonio de Jesús”50:

“¡En pie!, ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la justicia como
coraza, calzados los pies con el Celo por el Evangelio de la paz”51.

En todos sus escritos doctrinales y formativos el Fundador repite de mil maneras, algo
que es esencial tener muy claro:

“Uno de los intereses más preciados o estimados de Jesús es la salvación de las


almas […]. Ésta es la sed que devora a Jesús que desde el cielo nos clama “dadme
almas, hijas mías; lo demás tomadlo para vosotras”. A calmar esta sed viene la
Compañía de santa Teresa de Jesús, sacrificando sus fuerzas y su vida toda en el
ejercicio de los dos apostolados más eficaces de salvación y conversión: la oración
y la enseñanza”52.

Hemos repetido que Jesús es percibido en la Compañía de Santa Teresa de Jesús como
el Apóstol del Padre, el único Salvador de los hombres. Desde esta perspectiva hay que
entender las expresiones: “dadme almas”53 o “salvar el mayor número posible de almas”,
expresiones que están expresando la participación real de los apóstoles en la única Misión
del Hijo. Hablan del fuego que mueve interiormente a las hermanas, expresión del amor que
sólo Dios puede poner en el corazón del apóstol.

También en escritos informales, en cartas dirigidas a las hermanas, Enrique de Ossó


aprovecha todas las ocasiones para hacerlas crecer en su conciencia apostólica. Leemos,
por ejemplo, en una carta dirigida a Dolores Boix, primera hermana mayor del grupo de
Tarragona:
47
EEO II, 404.
48
La frase repite casi textualmente Is. 52,7, que se refiere a los tiempos mesiánicos. En el Diurnal de lengua
española, hay un Himno litúrgico de Apóstoles, que se refiere esta actitud a ellos.
49
RT 1877-78, 100.
50
El Apocalipsis de san Juan dice: “El testimonio de Jesús es el espíritu de profecía” (19,10b). Y el mismo Juan
se presenta como profeta y vidente, “Compañero en la tribulación, [desterrado] en la isla de Patmos, por
causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesus” (Ap 1,9).
51
Ef 6,14-15.
52
SC, en EEO II, 60.
53
La expresión “Da mihi animae…” procede del Gn 14,21, y ha sido re-leída en la tradición de la vida religiosa
apostólica en clave de misión por varias familias religiosas. No podemos asegurar de dónde la tomó Enrique
de Ossó, al incorporarla a este artículo importante de las Constituciones de la Compañía de Santa Teresa de
Jesús .— Para los Salesianos de Don Bosco, es éste un texto carismático, verdadero fundamento de su
espiritualidad.
Por otras parte, en el cap. 4º de las VII Moradas, Teresa de Jesús utiliza dos veces una expresión semejante,
y en un contexto similar, para expresar el celo de la persona que vive desde el espíritu —en el centro del
alma donde habita Dios—. Aquí se habla no de “la sed que devora a Jesús”, sino de “darle de comer” y “darle
hospedaje”: “Su manjar es que de todas las maneras que pudiéremos, lleguemos almas para que se salven y
siempre le alaben” (nº14). Y en el nº 16: “no tenéis cómo allegar almas a Dios”.
152

”El día de la Ascensión si hacen la hora de nona en la catedral u otra iglesia, podéis
ir todas reuniditas para que el buen Jesús al subir al cielo os eche, como a sus
Apóstoles, su bendición que os conforte para serle testigos fieles en todo el
mundo”54.

Y muchos años más tarde, en una carta preciosa que escribe a las hermanas de Orán les
dice:

“Mucho deseo veros y veros apóstoles, los más celosos, del conocimiento y amor
de Jesucristo en esa inhóspita plaza y regiones sentadas en la tinieblas y sombras
de muerte. Mucha oración se necesita para convertir esos corazones […]. Sólo la
oración lo puede lograr, con la enseñanza”55.

En uno de los últimos escritos pedagógicos, se dirige en estos términos a las maestras,
queriéndoles contagiar su convicción profunda:

“Coadjutores sois de Cristo en la obra de la salvación. [La educación] es una


verdadera misión, apostolado, la más alta vocación […]. Penetraos bien de vuestra
misión la más alta y divina para una mujer”56.

Se percibe una conciencia cierta de que la educación, a la que son llamadas las
hermanas, es verdadera misión. Superando la noción de “obra de misericordia”, la
Compañía sabe que la educación cristiana es verdadero apostolado. Como algunos
institutos contemporáneos de vida apostólica, tiene la convicción —y quiere difundirla— de
que la enseñanza es un medio al servicio de la fe, en cuanto contribuye a la formación
integral de niños y jóvenes, haciéndolos cristianos y cristianas conscientes y
comprometidos con su ambiente. A través de la educación teresiana —especialmente de la
mujer, porque ella es educadora por naturaleza y puede convertirse en agente
multiplicador— la Compañía está convencida de que es posible no sólo transformar el
individuo, sino sanar la familia y regenerar la sociedad:

“Las niñas que ahora formáis con tanto trabajo, serán mañana madres de familia y
si bien las educáis podrán salvar una familia, una ciudad, innumerables almas.
Animaos con esta consideración a tomar con garbo este apostolado de la
enseñanza que es el de mayor sacrificio”57.

Hay una expresión repetida que tiene mucha fuerza porque expresa el fin de la misión
educativa teresiana y el empeño con que se consagran por entero a ella sin escatimar
esfuerzos ni sacrificios:

“El fin que se deben proponer en sus enseñanzas no es otro que formar a Cristo
Jesús en las inteligencias por medio de la instrucción; formar a Cristo Jesús en los
corazones por medio de la educación. A este fin esencial dirigirán todos sus
esfuerzos y cuidados, pidiéndolo de continuo y con fervor a Jesús y a su Teresa en
todas sus oraciones”58.

El texto expresa también la conciencia de la propia limitación y de que la misión supera


las fuerzas naturales, por lo que hay que pedírsela diariamente al Señor. Enrique de Ossó
no se cansa de estimular esta conciencia:

54
(Inédita, de 8/5/77, en AGSTJ, E. Vol.2,69 ).
55
Carta a Teresa Plá, desde Roda de Bará, 23/5/1885, (Ed. Nº 325, copia autenticada en AGSTJ, Epistolario
PIB/T vol. VI, 15).
56
AP, en EEO II, 747.
57
MR, en EEO II, 491-492.
58
PE, en EEO II, 245. La misma idea en EEO III, 892
153
“Las Profesoras de la Compañía de santa Teresa de Jesús deben penetrarse bien
de la altísima importancia o trascendencia de su cargo, antes de salir a ejercer el
sublime apostolado de la enseñanza”59.

En el apartado dedicado a las Profesoras de los Colegios de la Compañía, en la 2ª Parte


de las Constituciones de 1889, el Fundador repite la misma idea del Plan de Estudios mucho
más completa. Más allá del estilo romántico, impresiona la conciencia carismática de una
misión, a la que se subordina todo los demás. La educación es para las hermanas de la
Compañía su servicio al Reino y mediación privilegiada del encuentro con Dios. No hay,
pues, ejercicios de piedad o de ascesis, ni programas de formación personal, ni siquiera
servicios de caridad organizados que tengan cabida en la Compañía al margen de su
misión educativa teresiana. De la fidelidad a esta llamada, dependerá la salvación de
muchos y la santidad de las hermanas:

“Las hermanas que se consagran al apostolado de la enseñanza deben estar


persuadidas de que nada pueden hacer más grato a Dios y a la Compañía y
provechoso para su alma, que el dedicarse con pureza de intención y con todo
ahínco a la enseñanza de las niñas […]. De esta manera ejercerán con gran fruto el
sublime y divino apostolado de la enseñanza y brillarán en el firmamento de la
Iglesia militante […] ceñidas sus sienes con la triple aureola de vírgenes, doctoras y
mártires, porque todo esto merecen enseñando y educando a la niñez en las letras
y el temor de Dios”60.

2.3. La parresía apostólica o magnanimidad

Las hermanas de la Compañía, con la conciencia de que la misión no es suya sino del
Señor, y sabiendo que han sido llamadas por pura gracia a participar y a servir en la única
Misión del Hijo — el Reino—, han escuchado las palabras de Jesús a los Apóstoles: “Sin mí
no podéis hacer nada” (Jn 15,5), y las han guardado en su corazón. Por eso le piden
insistentemente su gracia, para “hacerlo todo en unión con Jesús: por Jesús, para Jesús, en
Jesús”, como sarmientos de la Vid61.

Han hecho experiencia de la vida en Cristo y como el Apóstol Pablo, puede decir cada
hermana: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Fp 4,13). Esa nada y ese todo
fundamentan la parresía apostólica, que Enrique de Ossó —influído por Teresa— llama
magnanimidad62. Ésa fue la clave del valor de los Apóstoles hasta la muerte y el secreto de
la audacia de Enrique de Ossó. Ésa será la raíz de la pretensión apostólica de la
Compañía. Enrique de Ossó la vivió, y quiere que la vivan profunda y crecientemente sus
hijas:
59
Ibid.,245.
60
EEO II, 361-262.
61
El capítulo 15 de S. Juan está muy presente en la espiritualidad y en la doctrina de Enrique de Ossó y en su
catequesis. Ya a las jóvenes de la Archicofradía les presenta la imagen de la Vid y los sarmientos para
expresar la vida cristiana, vida en Cristo. (Cf. VJ, en EEO I, 283).
62
Éste es un tema frecuente en los escritos espirituales y apostólicos de Enrique de Ossó. En su primer libro
Guía Práctica del Catequista(1872) (GC), les habla a los catequistas de la confianza en Dios como
fundamento del catequista, del apóstol. Como buen profesor de física, recurre al principio de Arquímedes,
para ser más plástico en la exposición: “Para que la grandeza y sublimidad de la empresa no haga desmayar
al Catequista, considere que no está solo: porque si es una verdad de fe que conviene tener siempre
presente, y más aún al tratarse de una obra sobrenatural, lo que dijo Jesucristo: Sin mí nada podéis hacer;
también es igualmente verdad, como exclamaba el apóstol Pablo: Que todo lo puedo en Dios que me
conforta. Este todo y esta nada son como los dos puntos cardinales que obran las maravillas de la gracia.
Todo con Jesucristo, nada sin él. Cuanto más fundado esté el Catequista en la omnipotencia de este todo y
más desarrimado de la miseria de su nada […] recogerá mayores frutos. Son […] los dos brazos de la
palanca que el cielo nos pone en las manos […]. El punto de apoyo es la confianza que tenemos en Dios; el
brazo de la potencia es el poder de Dios; la resistencia es nuestra nada, en la cual cuanto más nos
apoyamos, más impedimos la acción de Dios […]. Con esta palanca daremos un vuelco al mundo; lo
revolveremos, regenerándolo completamente: de parte de Dios es cierto, no ha de faltar” (GC, en EEO I, 86-
87).
154

“Que no se contenten las hijas de la gran Teresa con lo bueno y perfecto, sino que
aspiren siempre a lo mejor y más santo. Quiere el buen Jesús y es amigo de
ánimas animosas, como vayan con humildad y ninguna confianza de sí […].
Después de confesar: “Señor, sin Vos nada puedo”; debemos también exclamar:
“Todo lo puedo en Dios, que me conforta”, y animar a nuestro corazón a emprender
cosas grandes para la mayor honra de Jesús”63.

La parresía o magnanimidad, tal como la entiende Enrique de Ossó, es fruto de la


humildad teresiana, consecuencia de la conciencia iluminada de lo que verdaderamente
somos ante Dios:

“Nada podemos hacer sin Jesús. Todo lo podemos con su gracia. Y si la humildad
es la verdad, en comprender y ajustar las de la Compañía de santa Teresa de
Jesús sus obras a estas dos grandes verdades estará la verdadera humildad.”64.

Ya antes, en el capítulo aludido, había dicho tajante: “Humildad, pues, que no engendre
la generosidad, la magnanimidad, es indudablemente falsa”65. Y la Oración de la Compañía
—que es como el ideario o la síntesis carismática del Cuerpo apostólico hecha oración— es
recurrente en esta idea:

“Necesitamos tus hijas tu gracia, porque sin Ti nada podemos hacer, mas contigo
todo lo podemos. Te la pedimos con fe viva, humildad y perseverancia. Dánosla,
Señor”66.

2.4. “Dejan todas las cosas


para consagrarse exclusivamente a la oración y la enseñanza”.

En los comienzos de la Compañía hay una radicalidad de planteamiento que resulta


inequívoca no sólo para las candidatas sino para cualquier espectador. Los primeros
documentos insisten, no tanto en lo que “se deja”67, cuanto en la entrega total y generosa de
la persona, que se consagra con todo su caudal, con sus dones naturales y sobrenaturales,
y con una generosidad sin límites, a Jesús y a la causa de Jesús —sus Intereses, que han
de ser buscados y negociados en la mayor escala posible, en la Compañía—68.

Y por otra parte, nos encontramos con este texto programático de Hechos de los
Apóstoles 6,4, que insiste en abandonar todas las actividades que distraigan de aquello a lo
que han de consagrarse con dedicación exclusiva: la oración y la educación teresiana:

“Los Apóstoles dejaron el administrar las mesas o los negocios temporales de la


caridad, para consagrarse con toda libertad y de lleno a orar y enseñar. Lo mismo
hacen las de la Compañía: dejan todas las cosas para consagrarse exclusivamente
a la oración y enseñanza”.

No olvidemos que en el capítulo primero del Sumario de las Constituciones, después de


haber hablado del Fin, el 2º artículo especifica:

63
SC, en EEO II, 78.
64
SC, en EEO II, 72.
65
SC, en EEO II,78.
66
PC, en EEO II,183.
67
El esquema evangélico de la vocación de los primeros discípulos, Pedro y Andrés, que dejándolo todo, le
siguieron (Mt 4,20 y Lc 5, 11), no lo hemos encontrado en la Compañía.
68
Cf. SC, en EEO II, 18.
155
“La Compañía se consagra con preferencia al apostolado de la enseñanza para
procurar la re-generación del mundo […] por medio de la educación de la mujer
según el espíritu de […] Santa Teresa de Jesús”69.

Ese mismo artículo 2º aparece, ligeramente modificado, en las Constituciones de 1888,


expresando la finalidad de regeneración del mundo, en clave cristológica:

“La Compañía se consagra con preferencia al apostolado de la enseñanza para


procurar restaurar en Cristo Jesús todas las cosas…”70.

En los escritos doctrinales y formativos, y también en las cartas, el Fundador alterna las
formulaciones que se refieren al fin y las que hablan de los objetivos de la Compañía. Pero
en su conjunto es clara la orientación predominantemente evangelizadora y educativa.
Misión que ha de interpretarse a la luz de los textos neotestamentarios que hemos analizado
y de las circunstancias de cada momento histórico.

A pesar de que en la Compañía predominan, sobre otras imágenes evangélicas, las


referencias a los Apóstoles y a la vida apostólica, vamos a comentar un artículo de la
Revista Santa Teresa que no habla de apóstoles, y con él queremos terminar el capítulo. Es
interesante este artículo porque completa el enfoque apostólico, tradicionalmente vinculado
al varón más que a la mujer, y añade un elemento de realismo.

El artículo presenta simbólicamente a las hermanas como a los trabajadores de la viña


(Mt 20) contratados en la Hora Nona.

Si trabajar en la viña significa participar activamente en la misión de Jesús, y la


predicación o la educación cristiana es considerada como verdadera misión de Iglesia,
entonces entenderemos que, tras la metáfora, está la conciencia de haber llegado con
retraso71.Pero es indudable también la conciencia simultánea de traer algo nuevo que
ofrecer —un modo femenino y teresiano de misión—, en momentos de máxima necesidad
para el Reino:

“HAN VENIDO A LA HORA DE NONA, es verdad, a trabajar en el campo del Padre


de familias; pero desean suplir con su ACTIVIDAD Y ARDOR lo que les falta de
tiempo”72.

Éste es precisamente el sentido de los carismas en la Iglesia. Colaborar unos con otros
para acelerar la llegada del Reino de Dios. Aportar cada uno aquel matiz evangélico que le
es propio y sin cuya presencia faltaría algo importante en la Iglesia. Personificar, como
comunidad apostólica, una palabra evangélica, una actitud de Jesús, o encarnar, en cuanto
cuerpo apostólico, alguna dimensión de su Misión salvadora.

69
SC, en EEO II, 14.
70
C, en EEO II, 15.
71
Recordemos que Teresa de Jesús en el siglo XVI ya hubiera querido hacer lo que a finales del siglo XIX
empezó a hacer la Compañía.
72
RT 1878-1879, 34. — Hace unos años apareció un librito de D. ALEIXANDRE Mujeres en la hora undécima
(Sal Terrae, Barcelona 1990), que pone de relieve cómo hoy también, igual que en 1878, la parábola
evangélica de Mt 20 sigue siendo expresiva de la incorporación de la mujer a la sociedad y a la Iglesia. Dice,
entre otras cosas, la autora: “Y es que nuestro mundo, como aquella viña de la parábola de Jesús está en
época de vendimia y necesita todos los brazos, todos los recursos y energías de los hombres y las mujeres
que lo habitan” ( op. cit., 3).
156
CAPÍTULO 9

APÓSTOLES COMO TERESA DE JESÚS

1. TERESA DE JESÚS, ESPOSA APÓSTOL

La experiencia totalmente gratuita del matrimonio espiritual —que Teresa de Jesús vivió
los últimos años de su vida, y que ella misma sitúa en las Moradas VII como culminación
del itinerario espiritual— fue la que configuró definitivamente a la Santa como Apóstol de
Jesucristo.

Enrique de Ossó sintonizó profundamente con ella y con su experiencia esponsal, de


manera que ésta es su imagen preferida de la Santa. Tanto en los artículos de la Revista
como en todos los demás escritos, Teresa de Jesús aparece como la mujer de corazón
grande, transformada por el Amor de Dios, exclusivamente preocupada y ocupada por los
intereses del Esposo. Gran negociadora de los intereses de Jesús, como la Esposa de los
Cantares. Éste es el secreto de su eficacia apostólica, que supo descubrir Enrique de Ossó
y del que hizo partícipes a todos los discípulos de Teresa.

Ya en su primer artículo, programático, el fundador de la RT presenta a Teresa de Jesús


como la verdadera autora de esta obra de celo, la Revista, asegurando a lectores y lectoras:

“Como nuestra plantación es obra de Teresa de Jesús […] confiamos


fundadamente, por el amor y comunidad de intereses que hubo siempre entre
Jesús y Teresa, que este grano de mostaza crecerá en frondoso árbol […].Teresa
de Jesús mirará con especial predilección, como esposa encargada de velar por su
honra, todo lo que puede fomentar los intereses de Jesús” 1.

También a las jóvenes de la Archicofradía las entusiasma con Teresa, la nueva Débora,
Esposa-apóstol de Jesús, negociadora de sus intereses, y las compromete a seguir su
ejemplo:

“Sus hijas, que deben aspirar a ser otras Teresas de Jesús sobre la tierra, deben
distinguirse por el afán de atraer los corazones al amor y servicio de Cristo Jesús
[…]. Las hijas de Teresa de Jesús en el mundo [las de la Archicofradía] deben
continuar hoy su obra”2.

De muy diversos modos, a través de la predicación, de los devocionarios, de la


Archicofradía y especialmente a través de los artículos de la Revista, Enrique de Ossó
interpela a todos los discípulos de la Santa para despertar en ellos el celo y el compromiso
apostólico. Pues “devoto de santa Teresa de Jesús y persona que mire con indiferencia […]
todo lo que diga relación a la mayor gloria de Dios es imposible”:

“Todos los amantes de Teresa de Jesús participan no poco del encargo que Jesús
le hizo de velar por su honra, porque la honra de Teresa es la de Jesús, así como la
de Jesús es la de Teresa”3.

Verdaderamente, si algo contagia Teresa a quienes se le acercan, es su amor apostólico,


como vemos en la atrevida afirmación de D. Enrique. El Amor de Dios que en ella abraza a

1
RT Nº 1 octubre de 1872, 13.
2
RHM, en EEO I, 210.
3
RT 1872-73, 141.
158
todos los hombres, y que no le permite descansar mientras no prenda fuego4 en todos los
corazones introduciéndolos en la órbita de su amor.

Si es verdad que todas las obras teresianas de Enrique de Ossó “participan no poco del
encargo” apostólico recibido por Teresa, la Compañía de santa Teresa no puede entenderse
sino en esta óptica.

2. LA COMPAÑÍA RECIBE CARISMÁTICAMENTE


EL ENCARGO APOSTÓLICO DE ESPOSA

Una interpretación teológica del carisma nos permite afirmar que la misión y el celo de la
esposa Teresa llega a la Compañía, como don del Espíritu, a través de Enrique de Ossó, a
quien el Espíritu Santo habilita para transmitir a todo el cuerpo apostólico de la Compañía lo
que él mismo había recibido de Teresa. Con autoridad de Fundador, hace una afirmación de
gran trascendencia en las primeras Constituciones manuscritas, enviadas por correo a la
única comunidad de Tarragona en agosto y en septiembre de 18775:

“A la Compañía de Santa Teresa de Jesús ha dicho Jesús como a la Santa:


“Mirarás mi honra como verdadera esposa mía; mi honra es la tuya y la tuya mía”.
Nada, por consiguiente, de lo que pueda promover los intereses de Jesús en gran
escala debe ser mirado con indiferencia por las de la Compañía. Las miras de la
Compañía deben ser siempre y en todas las cosas, grandes, las que den por
resultado práctico mayor aumento de los intereses de Jesús y su Teresa [en
cualquier parte]” 6.

El párrafo pertenece al primer apartado, brevísimo, que habla del Fin de la Compañía, y
vuelve a aparecer idéntico, en las primeras Constituciones publicadas en 18827. Luego, en
las Constituciones de 1888 —tras las animadversiones— sigue manteniéndose, con una
pequeña variante significativa que explica la conciencia carismática de esposas apóstoles
teresianas: “La Compañía de Santa Teresa de Jesús juzga como dicho a sí lo que Jesús
dijo a la Santa”8.

Esta vanguardia apostólica de la Archicofradía, formada por un grupo de teresianas


especialmente enamoradas de Jesús, con-vocadas a promover los intereses de Jesús en la
mayor escala posible, no se comprende a sí misma —identidad—, ni sabrá interpretar su
misión, ni acertará a poner en juego los medios, si no lo hace desde el encargo recibido
como Esposa de Jesús.

¿Qué significó entonces y qué significa hoy este encargo para la Compañía entera y para
cada hermana y comunidad?

La Dedicatoria de las Constituciones de 1882, A las “Fundadoras” de la Compañía de


Santa Teresa de Jesús, dice dos cosas que pueden iluminar la interpretación del Encargo
carismático, aunque no hace referencia explícita a él.

4
Recordemos el texto de Lc 12,49: “Fuego he venido a meter en la tierra”. Para Enrique de Ossó es el fuego del
amor de Dios, que en el corazón de Teresa ha prendido y lo ha transformado y lo ha dilatado a la medida del
amor de Dios, hasta hacerlo eclesial. La experiencia mística de la Transverberación (V.29 y VI M ), para Enrique
de Ossó es la realización y el cumplimiento, en Teresa, del deseo de Jesús para todos los hombres, expresado
con la imagen del fuego en el versículo de Lucas.
5
Aunque en la HSTJ se habla de Directorio Provisional (Dir.P.), el mismo Enrique de Ossó cuando envió el texto
a Teresa Plá lo llama indistintamente “Directorio”, “Constituciones” o “Regla”, y las hermanas lo consideraron
como las Primeras Constituciones de la Compañía (Cf. cartas de agosto y septiembre de 1877).
6
Dir. P., en EEO II, 414.
7
SC, en EEO II, 14.
8
C, en EEO II, 15. La afirmación, llega a convertirse en texto programático, y se repite en otros muchos escritos
para las hermanas o de información hacia fuera.
159

Una Identidad

Hay una primera caracterización de la Compañía, y de cada uno de sus miembros,


interesante, que pudiera pasar desapercibida porque está hecha de manera sencilla,
aunque es muy radical:

“Entre las muchas gracias que debéis a Dios, no es la menor haberos llamado […]
para formar la Compañía de santa Teresa de Jesús,
despojaros de las miserias de las hijas de Eva y
revestiros:
. del espíritu de celo y
. virtudes apostólicas que, por aumentar los intereses de Jesús,
adornaban el corazón de Teresa”9.

Es decir, haber sido llamada(s) a la Compañía de Santa Teresa de Jesús significa entrar
en un proceso de conversión cristiana —pasar del hombre viejo al Hombre Nuevo, Jesús—,
respondiendo libremente al don de la vocación, interpretado y vivido en clave femenina y
teresiana.

Objetivamente la descripción de la mujer nueva que se hace en el texto es parcial e


incompleta, pues explicita únicamente la dimensión apostólica de la vida de Teresa,
subrayada, además, por acumulación de elementos. Únicamente leído el texto en clave
esponsal —como lo harían las hermanas de la Compañía, a quienes se dirige— es posible
reconstruir las dimensiones de esa vida nueva, vida en Cristo, que fue la vida de Teresa de
Jesús.

Sin embargo, si analizamos el contenido con más detalle, distinguiremos dos aspectos
complementarios de la identidad apostólica de Teresa, y por consiguiente de la identidad de
las hermanas de la Compañía. Llamadas éstas a revestirse de Teresa de Jesús en dos
aspectos:

 “su espíritu [de celo]”: lo sustancial de su ser, el motor de la vida, lo esencia de la


identidad.

 “sus virtudes [apostólicas]”: disposiciones habituales que, para Teresa de Jesús, son
simultáneamente fruto y presupuesto del espíritu de celo o amor, que es lo mismo.

Una Misión

El segundo texto también de la Dedicatoria, se refiere al Fin de la Compañía, expresado


por la interrelación de tres formas verbales:

“Bien sabéis cuál ha sido el fin que ha presidido nuestra obra de celo: No es otro
que HACEROS otras Teresas de Jesús en lo posible, para SER las primeras en
mirar por su honra, EXTENDIENDO el reinado del conocimiento y amor de Jesús
[… ] por todo el mundo”10.

La articulación de las tres verbos es perfectamente lógica, y se refiere a tres dimensiones


interrelacionadas. La formación con vistas al ser, la dimensión espiritual apostólica y la
dimensión ministerial activa. Nuevamente se explicita únicamente la consecuencia
apostólica del ser de esposas, presuponiendo lógicamente que lo son —o mejor, que están
en proceso de serlo—, pues sin aquella experiencia esponsal de Teresa no serían posibles
sus efectos apostólicos.

9
SC, en EEO II, 10.
10
SC, en EEO II, 11-12.
160

3. DIMENSIONES DE LA EXPERIENCIA ESPONSAL

Siguiendo el relato autobiográfico de Teresa o leyendo la descripción de VII Moradas


capítulo 2º, se distinguen tres dimensiones de la experiencia esponsal, perfectamente
relacionadas e integradas en la vida de Teresa de Jesús, experiencia fundamental para la
vida de la Compañía. Conciencia fortísima de unión con el Señor, participación en “su
suerte”, reciprocidad en el amor e intercambio de intereses.

Presentamos, a continuación estas tres dimensiones, contempladas cada una de ellas,


primero en la Santa y después en la Compañía.

3.1. Conciencia de Unión con el Señor

“Siempre queda el alma con su Dios en aquel centro” (VII M 2,5)

La Santa sitúa la gracia del matrimonio espiritual en un momento muy concreto de su vida
y en unas circunstancias bien determinadas: “Se le representó el Señor, acabando de
comulgar, con forma de gran resplandor y hermosura y majestad, como después de
resucitado” (VII M 2,1).

“Díjome Su Majestad: “No hayas miedo, hija, que nadie sea parte para quitarte de
Mí”; dándome a entender que no importaba [una circunstancia concreta que ella ha
vivido] (CC 25ª).

Como ella misma cuenta después en el capítulo 2º de VII Moradas, fue una experiencia
fortísima de unión indisoluble con el Señor, percibida mediante la imagen nupcial:

“Ya he dicho que aunque se ponen estas comparaciones —porque no hay otras
más a propósito—, que se entiende que aquí no hay memoria de cuerpo […] sino
sólo espíritu […] porque pasa esta secreta unión en el centro muy interior del alma
[…] adonde está el mismo Dios […] (3). “No se puede decir más de que —a cuanto
se puede entender— queda el alma, digo el espíritu de esta alma, hecha una cosa
con Dios, que como es también espiritual, ha querido Su Majestad mostrar el amor
que nos tiene en dar a entender a algunas personas hasta dónde llega […] porque
de tal manera ha querido juntarse con la criatura, que ansí como los que ya no se
pueden apartar, no se quiere apartar Él de ella”(4).

En el esfuerzo por darse a entender, Teresa recuerda las palabras de San Pablo: “El que
se arrima y allega a Dios hácese un espíritu con Él”. Y aquellas otras del Apóstol, fruto de
una experiencia personal semejante: ”Para mí la vida es Cristo, y morir una ganancia”11(6).
Es una forma de unión con Dios, muy superior a la que hasta el momento había
experimentado o podía desear:

“Siempre queda el alma con su Dios en aquel centro” (5). Ahora “ella [el alma] —
como he dicho— no se muda de aquel centro ni se le pierde la paz, porque el
mismo que la dio a los Apóstoles cuando estaban juntos se la puede dar a ella” (8).
“Porque como las palabras del Señor son hechas como obras en nosotros […], es
muy cierto que, en vaciando nosotros todo lo que es criatura y desasiéndonos de
ella por amor de Dios, el mismo Señor la ha de henchir de Sí”. (9)

11
I Cor 6,17 y Fp 1,21,
161
Es exactamente la unión con Dios pedida por Jesús al Padre —la víspera de su pasión—
para sus discípulos. Una unión semejante a la del Padre y el Hijo:

Y ansí, orando una vez Jesucristo por sus Apóstoles, dijo12 que fuesen una cosa
con el Padre y con Él, como Jesucristo nuestro Señor está en el Padre y el Padre
en Él.(9) Y dice: “Yo estoy en ellos”.

Y es también la unión de la Humanidad —esposa del Verbo encarnado— con el Padre y


con el Hijo en el Espíritu, proyectada antes de la creación del mundo13 y cantada
poéticamente por Juan de la Cruz como promesa:

“Una esposa que te ame,


mi Hijo, darte quería,
que por tu valor merezca
tener nuestra compañía”.
[…]
Que como el Padre y el Hijo
y el que dellos procedía
—el uno vive en el otro—
así la esposa sería,
que, dentro de Dios, absorta,
vida de Dios viviría”14.

Teresa, como Pablo y como Juan de la Cruz, ha recibido por gracia mística el
conocimiento del Misterio escondido durante siglos, y revelado ahora15 en el Hijo encarnado
y entregado por amor. “De manera que lo que tenemos por fe, allí lo entiende el alma —
podemos decir— por vista. Y cuán diferente cosa es oír estas palabras y creerlas, a
entender por esta manera cuán verdaderas son” (VII M 1,7-8):

“¡Oh, válame Dios, qué palabras tan verdaderas, y cómo las entiende el alma,
que en esta oración lo ve por sí! Y ¡cómo lo entenderíamos todas, si no fuese
12
Se refiere a la oración sacerdotal de Jesús, la víspera su pasión: “Como, Tú, Padre en mí y yo en ti, que ellos
también sean uno en nosotros […]. No ruego sólo por éstos sino también por aquellos que por medio de su
palabra, creerán en mí, para que todos sean uno […].Yo en ellos y Tú en mí, para que sean perfectamente
uno” (Jn 17, 21.20.23).
13
El principio de la carta a los Efesios (1, 1-14) canta el Plan de salvación de toda la humanidad, por Jesucristo:
“Hacer que todo tenga a Cristo por cabeza” (v.10). El Padre es el principio y el fin de todas las bendiciones,
que llama a la comunión con Él a todos, aunque establece un proyecto gradual: primero, el Pueblo elegido,
después también los gentiles son llamados a la Iglesia, sacramento de salvación en el mundo. La carta a los
Colosenses (1,15-20) proclama también la Plenitud en Cristo y la reconciliación “por él y para él de todas las
cosas, pacificando mediante la sangre de su cruz lo que hay en la tierra y en los cielos” (v.20)
14
Los Romances de la Trinidad y la Encarnación, escritos en la cárcel de Toledo en 1577, son una preciosa
glosa al Prólogo de S. Juan, leído desde Gn 1 y otras fuentes bíblicas, especialmente neotestamentarias (Ef
1) que hablan del Proyecto de creación del Hombre, antes de la fundación del mundo, diseñado con vistas al
Hijo. Siguiendo la tradición bíblica y patrística, S. Juan de la Cruz elige la imagen esponsal para expresar la
gran dignidad de la persona humana —imagen de Dios, interlocutora y amiga de Dios, habitada por Dios…—
con la que está Dios definitivamente unida por la encarnación del Verbo. Esa unión con Dios, increíble y
nunca soñada por el hombre, se realiza en la encarnación del Verbo, por la que la humanidad se ha
introducido en la Trinidad. En la persona de Jesús se realiza “ese admirable intercambio”, del que habla la
liturgia de Navidad y glosado por Juan de la Cruz: “Y que Dios sería hombre, y que el hombre Dios sería” (vv.
139-140). En coherencia con la metáfora esponsal, S. Juan habla de la naturaleza creada como “palacio para
la esposa” hecho en gran sabiduría” (vv. 102-103). La humanidad recibe la filiación adoptiva, gracias al
esposo Cristo: “A la esposa que me dieres, yo mi claridad daría[…] reclinarla he yo en mi brazo, y en tu amor
se abrasaría” (vv. 89-90. 95-96). Y, tras el pecado, la humanidad caída va a ser levantada por el Esposo,
hasta el punto de introducirla en la vida trinitaria: “Porque en todo semejante, él a ellos se haría, y se vendría
con ellos y con ellos moraría”. La Iglesia, elegida en vistas a la salvación de todos, aparece
sacramentalmente como la esposa, la cabeza del cuerpo: “Porque él era la cabeza de la esposa que tenía
[…] y así juntos en uno al Padre la llevaría, donde del mismo deleite que Dios goza gozaría”. La participación
en la Comunión Trinitaria es la culminación del Plan de Creador-Redentor (vv.161-166). (Cf. S. JUAN DE LA
CRUZ, “Romances sobre el evangelio “In principio erat Verbum”, acerca de la Santísima Trinidad”, en Obras
Completas, BAC, Madrid 1974, 13-22).
15
Cf. Ef. 3,1-5.
162
por nuestra culpa, pues las palabras de Jesucristo no pueden faltar”.(VII M
2,10).

La experiencia mística de Teresa de Jesús, que llega carismáticamente a la Compañía


por Enrique de Ossó, es una experiencia profética para el hombre y la mujer de todos los
tiempos, en cuanto testimonia existencialmente lo que verdaderamente es, pero nos está
velado y re-velado al mismo tiempo por la fe:

“Es una cifra lo que hay que contar de Dios. Harta misericordia nos hace que
haya comunicado estas cosas a persona que las podamos venir a saber, para
que mientras más supiéremos que se comunica con las criaturas, más
alabaremos su grandeza y nos esforzaremos a no tener en poco alma con
que tanto se deleita el Señor” (VII M 1,1).

Esta experiencia de la unión de Dios y el hombre —recibida de manera infusa o vivida en


la fe— es también el mensaje vivo, encarnado, que las hermanas de la Compañía están
llamadas a ofrecer al hombre y a la mujer del siglo XXI, a los jóvenes de cualquier cultura o
latitud, ávidos siempre de experiencias verdaderas.

Amor esponsal y relación íntima con Jesús, en la Compañía

Desde esta perspectiva, es esencial para las hermanas, para todo el cuerpo apostólico y
para cualquier comunidad, la relación de amistad con Jesucristo, que va siendo creciente
hasta la conciencia esponsal, como en el caso de la Santa. La experiencia personalísima de
ser amada por Jesús, y el deseo de respuesta de amor a Jesús está en los fundamentos de
la Compañía, como lo expresa el capítulo segundo del Sumario de Constituciones:

“La Compañía de Santa Teresa de Jesús se ha fundado para dar solución a este
difícil y elevado problema: Ya que somos de Jesús, y todo lo que tenemos lo hemos
recibido de Jesús […]. Negociar y emplear nuestro caudal entero […]en lo que ha
de dar mayor gloria y aumento de sus divinos intereses[…]. Consagrémonos sin
reservas!16.

Es ésta una de las pocas veces que en los escritos doctrinales de la Compañía se habla
del Fin desde el punto de vista de las hermanas. De esta manera se pone de relieve la
relación sustancial que hay entre la conciencia esponsal de las hermanas:

“Somos de Jesús”,

y el deseo de respuesta radical:

“[queremos] negociar y emplear nuestro caudal entero […]”, fundamento de la


misión de la Compañía: “Consagrémonos sin reservas…”17.

Cada una de las hermanas se dispone a recorrer el camino de oración de Teresa de


Jesús, hasta “encontrarse las condiciones”18, en una dinámica creciente de conocimiento y
amor del Señor, que genera y requiere unas relaciones nuevas19:

16
SC, en EEO II, 18.
17
Ibid. Recordemos la decisión radical de Enrique de Ossó en 1854: “Seré siempre de Jesús…”. TF, en EEO III,
194.
18
En el libro de la Vida (8,5), tras la famosa definición de la oración, Teresa de Jesús hace una síntesis de la
oración teresiana —de su experiencia que ya es capaz de formular con valor universal—: No es un encuentro
puntual y esporádico, desgajado de la vida, sino una camino lento y paciente de acercamiento existencial de
los dos interlocutores: El Señor y el orante, que tiene sus momentos de diálogo en la fe. Ella sabe que “la
condición del Señor no puede tener falta”. Es la nuestra, nuestra condición humana, la que ha de irse
“haciendo” a la del Señor, “porque para ser verdadero el amor y que dure la amistad, hanse de encontrar las
condiciones […]. La nuestra [condición] es ser viciosa, sensual , ingrata”. Esa relación de amistad tiene sus
163

“Pondera y reflexiona seriamente el amor de predilección, de preferencia que


Cristo te ha mostrado al llamarte y elegirte para ser de su Compañía y de
Teresa […]. Mira cómo desde que has sido llamada a la Compañía no ha
cesado todos los días de llamarte interiormente, invitándote y apremiándote a
que le sigas lo más de cerca posible”20.

“El espíritu de oración y unión con Jesús debe ser el de la Compañía”. Porque “la oración
es el alma de la Compañía, que le dará vida de fe, su fundamento, su sostén”21. La oración
—encuentro con Dios en la soledad y en el silencio— va creando en cada hermana la
conciencia creyente de unión real con el Señor, va configurando su condición con la de
Jesús. Las va haciendo capaces de un diálogo de amor en la actividad y en el servicio, con
la seguridad de que el Señor está allí presente:

“Si Dios está con nosotras —les dice Teresa en una meditación de Ejercicios—,
¿quién contra nosotras? […]. ¿Quién nos separará de nuestro Esposo Jesucristo?
Nadie si nosotras no queremos, porque todo lo podéis en Dios que os conforta, en
Dios que es fiel, y que no permitirá jamás que seáis probadas sobre vuestras
fuerzas”22.

3. 2. Participación en la suerte del esposo: con-sortes

Teresa de Jesús, esposa del crucificado

Nos dice la Santa en la misma Cuenta de Conciencia 25ª que, después de escuchar las
palabras del Señor que la confirmaban en la unión definitiva, de manera plástica e infusa su
Majestad le aseguró que sería su Esposa para siempre:

“Entonces, representóseme por visión imaginaria, como otras veces, muy en lo


interior, y diome su mano derecha, y díjome: “Mira este clavo, que es señal que
serás mi esposa desde hoy; hasta ahora no lo habías merecido…” (CC 25ª o
Relaciones 35ª).

Con la certeza de estar unida a Él “muy en lo interior”, aparecen las señales de la pasión
del Esposo resucitado. Así lo vieron también los Apóstoles en las apariciones. Para Teresa
esta experiencia pascual representa una renovada conciencia del Crucificado resucitado y
una experiencia fortísima, definitiva, de configuración con Él.

Ella había insistido a sus monjas en la importancia de conocer bien al Esposo:

“Razón será, hijas, […] que entendamos con quién estamos casadas, y qué vida
hemos de tener[…] ¿Por qué nos han de quitar que procuremos entender quién es
este hombre, y quién es su Padre, y qué tierra es adonde nos ha de llevar, y qué

momentos de soledad — estar a solas con Dios—, pero se prepara en el cada día, y si el encuentro en el
silencio es de verdad, se prolonga en la jornada, y se discierne por los “dejos”. Mientras las condiciones sean
tan desiguales el rato de soledad puede ser doloroso, en fe oscura. Por eso advierte al orante que empieza:
“Y si vos aun no le amáis [porque para ser verdadero…], no podéis acabar con vos de amarle tanto, porque
no es de vuestra condición; mas viendo lo mucho que os va en tener su amistad y lo mucho que os ama,
pasáis por esta pena de estar mucho con quien es tan diferente de vos”.
19
En el lenguaje de Teresa, estas nuevas relaciones consigo misma (humildad), con los hermanos (amor
fraterno) y con las cosas (desasimiento) son las tres grandes virtudes evangélicas, cuya capacidad para
vivirlas viene de Dios. A su vez, el ejercicio de este nuevo tipo de relaciones es presupuesto y cimiento de un
mayor acercamiento a Dios. Como estamos viendo, el juego de “gracia” y “libertad”, queda patente en la
espiritualidad teresiana.
20
EE, en EEO II, 652.
21
No pueden extrañar estas afirmaciones incisivas del capítulo VIII Oración perseverante del SC, en EEO II, 42.
22
EE, en EEO II, 651.
164
bienes son los que promete darme, qué condición tiene, cómo podré contentarle
mejor, en qué le haré placer y estudiar cómo haré mi condición que conforme con la
suya? (C 22,7).

“O somos esposas de tan gran rey o no: si lo somos, ¿qué mujer honrada hay que
no participe de las deshonras que a su esposo hacen?; aunque no lo quiera por su
voluntad, en fin, de honra o deshonra participan entrambos” (C 13,2).

En el último capítulo de las Moradas, reflexionando en voz alta sobre el sentido de “tantas
mercedes del Señor en este mundo”, comparte con sus monjas la convicción a la que ella
misma ha llegado tras la experiencia: “Y ansí tengo por cierto que son estas mercedes para
fortalecer nuestra flaqueza […] para poderle imitar en el mucho padecer” (VII M 4,4).
Asimilándose a los discípulos y a los apóstoles, ella ha observado que “los que más
cercanos anduvieron a Cristo nuestro Señor fueron los de mayores trabajos”:

“miremos los [trabajos] que pasó su gloriosa Madre y los gloriosos Apóstoles.
¿Cómo pensáis que pudiera sufrir san Pablo tan grandísimos trabajos? Por él
podemos ver qué efectos hacen las verdaderas visiones y contemplación” (VII M
4,5).

Desde su personal experiencia, contempla la dimensión martirial de los doce apóstoles y


de María, como consecuencia lógica del seguimiento del Crucificado. En sintonía especial
con san Pablo, Teresa de Jesús habla de él como de un místico enviado a la predicación
hasta el martirio. O lo que es lo mismo, un apóstol, capacitado para el anuncio de Jesucristo
en la contemplación infusa del Misterio.

Teresa ha recibido también la sabiduría de la cruz, por eso concluye las Moradas
místicas con una consigna —escándalo o necedad para quienes no han hecho la
experiencia—, pero que en ella tiene el sello de la autenticidad del testigo:

“Poned los ojos en el Crucificado, y haráseos todo fácil…”.

Y pone punto final con una persuasiva llamada a la sequella Christi, versión teresiana del
personal testimonio paulino, “Me amó y se entregó por mí”(Gal 2,20):

“…Si Su Majestad nos mostró el amor con tan espantables obras y tormentos,
¿cómo queréis contentarle con sólo palabras?” (VII M 4,9).

“Correr la suerte” de Jesús Crucificado en la Compañía

Existe en castellano un término verdaderamente expresivo del compartir de los esposos,


con-sorte, de profundas raíces teresianas. Expresa otra de las consecuencias de ser
esposa: vivir como el Esposo Jesús y correr su misma suerte. Teresa de Jesús se presenta
a sí misma como esposa del Crucificado y quiere que sus monjas lo sean de verdad:

“O somos esposas de tan gran rey o no: si lo somos, ¿qué mujer honrada hay que
no participe de las deshonras que a su esposo hacen?; aunque no lo quiera por su
voluntad, en fin, de honra o deshonra participan entrambos”23.

En la Compañía de Santa Teresa de Jesús desde el principio se participa de esta


conciencia teresiana. Para Enrique de Ossó hay, además, una relación muy significativa
entre esposas del crucificado y capitanas 24 de la Compañía de preferencia:

23
C 13,2.
24
Recordemos que Jesús es el Capitán, en la conquista del Reino. Teresa, su esposa, también tiene ese título,
y las hermanas de la Compañía, otras teresas de Jesús están llamadas a serlo.
165
“Las de la Compañía de Santa Teresa de Jesús deben ser almas viriles,
esforzadas, desasidas de sí mismas y de todas las cosas, dispuestas a todo
sacrificio. Se crían para esposas del Crucificado las más animosas, para capitanas,
modelo de la grey femenil de Cristo”25.

La Maestra de educandas, responsable de la formación inicial de las hermanas, es quizás


la que ha de estar más persuadida de esta particular vocación y de su incidencia apostólica,
para orientar hacia ella la formación y autoformación:

“En nada se descuide la maestra de Educandas, porque cría almas para Esposas
de Jesucristo […] tan celoso de su amor que quiere que hasta de sí mismas se
olviden, desasidas de sí mismas […]. Educa almas para Esposas de Jesús
Crucificado […]. En nada se descuide porque forma capitanas para la grey de
Cristo”26.

Y las hermanas, que vienen a la Compañía para consagrarse sin reservas en lo que haya
de promover en el mayor grado posible los intereses de Jesús, renuevan su llamamiento no
solamente durante la formación inicial sino durante toda la vida, confrontándose
frecuentemente con Jesús su Esposo, que cumplió su misión salvadora hasta la muerte de
cruz:

“Pregúntese a menudo la que entra en la Compañía de Santa Teresa de Jesús:


- ¿A qué has venido a la Compañía?
A padecer y morir por Jesús…
- ¿Qué te hará perder tu vocación?
El querer vivir a tu gusto, y no vivir abrazada a la cruz de Cristo”27.

Es una llamada a la rectitud de intención, a la personalización realista del don recibido, en


una dinámica de clarificación constante de las motivaciones. Porque,

“Se entra en la Compañía por la puerta del véncete a ti misma: se vive bien y se es
feliz en ella negando la propia voluntad […]. Para vivir bien en ella y perseverar
hasta el fin [se requiere] obediencia, humildad y oración continua”28.

Son las condiciones de la consagración total de la esposa al Esposo y a sus Intereses, y


de su seguimiento29, con la radicalidad que pide Jesús a sus discípulos:

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y
sígame”30.

Porque si Jesús ha salvado a la humanidad entregando su vida hasta la muerte y una


muerte de cruz, únicamente viviendo con Él y como Él estas mujeres teresianas continuarán
su misión salvadora. Solamente si viven en Cristo, si “conforman toda la vida con la de
Cristo”, podrán ser capitanas y apóstoles. Sólo así amarán como Jesús, sentirán como
Cristo Jesús, pensarán como Jesús, obrarán como Cristo Jesús31.

25
SC, en EEO II, 98.
26
2ª Parte C, en EEO II, 350. Textos semejantes a éstos han aparecido en el capítulo quinto.
27
SC, en EEO II, 22.
28
Ibid.
29
“Cón-yuge” es otro sinónimo de esposo, que significa compartir el yugo, el peso de la vida. Éste es el sentido
de las palabras de Jesús en su invitación evangélica a su seguimiento: “Venid a mí todos los que estáis
fatigados y sobrecargados y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí que soy
manso y humilde de corazón… Porque mi yugo es suave, y mi carga ligera”. (Mt 11, 28-30). Jesús invita al
discípulo —a la esposa—a tomar su yugo, que es suave precisamente porque es compartido con Él y con las
mismas actitudes de mansedumbre y humildad de Jesús.
30
Lc 9,23 y paralelos.
31
Cf. el Prólogo del MCJ, en EEO III, 456.
166

3.3. Reciprocidad en el amor e intercambio de intereses

El encargo apostólico recibido por Teresa de Jesús

Por fin llegamos al envío apostólico del Señor a la que ahora llama Esposa con toda
propiedad. Pues aunque Teresa tenía ya conciencia de serlo, “hasta ahora no lo habías
merecido”. Estas palabras se refieren al reconocimiento místico de esposa con el
consiguiente encargo-misión:

“De aquí en adelante, no sólo como Criador y como Rey y tu Dios mirarás mi honra,
sino como verdadera esposa mía: mi honra es ya tuya y la tuya mía” (CC 25ª).

Tras la experiencia mística y el encargo recibido del Esposo el Apóstol del Padre, Teresa
“quedó como desatinada y no podía caber en sí”. “Esta merced” en la vida de Teresa abre
una nueva etapa de auténtico intercambio de intereses o reciprocidad esponsal, “porque en
los efectos —como ella misma dice— veremos ser verdadero lo que queda dicho, y se
manifiesta fundamentalmente de dos maneras:

Confianza ilimitada de la esposa y abandono de sus propios intereses, que describe en el


capítulo 3º de la VII Moradas:

“El primero un olvido de sí que, verdaderamente, parece ya no es, […] porque toda
está de tal manera que no se conoce ni se acuerda que para ella ha de haber cielo,
ni vida ni honra […] que parece las palabras que le dijo Su Majestad hicieron efecto
de obra […]. Y ansí de todo lo que puede suceder no tiene cuidado, sino un extraño
olvido, que —como digo— parece ya no es, ni querría ser en nada” (VII M 3,1).

Nueva ocupación, “los intereses de Jesús”:

“Porque toda está empleada en procurar [la honra] de Dios, que parece que las
palabras que le dijo Su Majestad hicieron efecto de obra, que fue que mirase por
sus cosas, que Él miraría por las suyas” (VII M 3,1).

Y un Amor apostólico desbordante, que viene a sustituir la tensión escatológica en la que


vivía, y que ahora se concreta en los deseos de servir:

“Ahora es tan grande el deseo que tiene de servirle y que por ellas sea alabado y
de aprovechar algún alma si pudiere, que no sólo no desea morirse, mas vivir
muchos años si pudiere” (VII M 3,4).

En el capítulo 4º presenta los dos aspectos de la reciprocidad e intercambio de intereses,


en un mismo párrafo. Dirigiéndose a sus monjas, hace un análisis perfecto de la psicología
espiritual de la Esposa en un esfuerzo de objetivación, como si no lo estuviera viviendo ella.
Imposible decirlo mejor y con más belleza:

“Oh, hermanas mías, qué olvidado debe tener su descanso, y qué poco se le debe
de dar de honras, y qué fuera debe de estar de querer ser tenida en nada el alma
adonde el Señor está tan particularmente!. Porque si ella está mucho con Él, como
es razón, poco se debe de acordar de sí. Toda la memoria se le va en cómo más
contentarle, y en qué o por dónde mostrará el amor que le tiene” (VII M 4,6).

E inmediatamente —sin un punto y aparte siquiera— pasará de la modalidad


exclamativa y conjetural, al tono asertivo y casi sentencioso, ahora sin disimular que habla
por experiencia:
167
“Para esto es la oración, hijas mías. De esto sirve este matrimonio espiritual, de que
nazcan siempre obras, obras” (VII M 4,69.

Afirmación lapidaria y peligrosa, que parece instrumentalizar la oración en la cumbre de


las VII moradas. Solamente conociendo a la Santa se puede entender la integración
genial de cielo —allá donde está Dios— y tierra, la de los hombres con sus posibilidades y
limitaciones. Unidad que ella vive y comunica.

Celo por “los Intereses de Jesús” o “Mirarás mi honra”, en la Compañía

El capítulo segundo del Sumario de Constituciones, que expresa la conciencia esponsal


de cada hermana y la consiguiente respuesta radical, tiene su fundamento carismático en el
capítulo primero, que ya comentamos al principio:

“A la Compañía de Santa Teresa de Jesús, le ha dicho Jesús como a la Santa:


Mirarás mi honra como verdadera esposa mía. Mi honra es tu honra, y la tuya mía”
“Nada, por consiguiente de lo que pueda promover los intereses de Jesús en
grande escala, debe ser mirado con indiferencia por las hermanas [= esposas] de
la Compañía”32.

Precisamente de la conciencia esponsal, recibida carismáticamente a través de Teresa y


de Enrique de Ossó, es de donde deriva la pretensión exagerada propia de la esposa.
Solamente desde la psicología femenina de la esposa se entiende la pretensión de ser las
primeras en el conocimiento y amor de Jesús, y en el hacerle conocer y amar33. De cualquier
manera, el amor siempre es exagerado, no pone límites, y suele expresarse en términos de
absoluto34. En la Compañía el celo ardiente es manifestación de este amor esponsal, indicio
de identificación con el Esposo.

4. APÓSTOLES EN CUANTO ESPOSAS

Acabamos de escuchar de Teresa de Jesús que, mientras vivimos con los pies en la
tierra, son las obras las que expresan y manifiestan el amor. Y también al revés, conducen
al amor y son criterio de discernimiento del amor. Éstas son las flores y los frutos que pide
la esposa de los Cantares35.Es decir, la autenticidad de la experiencia esponsal y del
encargo apostólico recibido se verifica en las obras, en el servicio, pues “ésta es la
verdadera muestra de ser cosa y merced hecha de Dios, como ya os he dicho”36.

El modo específico de ser apóstoles en la Compañía es, siendo esposas, como Teresa.
Viviendo su misma dinámica de oración, y desplegando nuevas posibilidades apostólicas

32
SC y C, en EEO II, 14 y 15.
33
Como Teresa de Jesús: “Veníanle unos ímpetus tan grandes del amor de Dios, que no se podía valer ni cabía
en sí, sino que le parecía que se le acababa la vida y le daban grandes arrobamientos. Decía que de ver a
otros en el cielo con más gloria que a sí, se holgaría, pero no sabía si se holgaría y llevaría en paciencia de
que otros amasen más a Dios que ella”. O. RODRÍGUEZ, Leyenda áurea teresiana, 84. En Biblioteca Mística
Carmelitana t.18, 192. (Citado por T. ÁLVAREZ en Monte Carmelo 105 (1997), 218.
34
Recordemos el diálogo de Jesús con Pedro, —el examen de amor y la misión—junto al lago: “Simón de
Juan, ¿me amas más que estos? Apacienta mis corderos”. (Jn 21, 15 ss.).
35
La Santa escribió un tratadito sobre el Amor, con mayúsculas —Ágape, Charitas—, que ella llama “mis
meditaciones”. Lo editó por primera vez el P. Gracián en Bruselas en 1611, con el título Conceptos del Amor
de Dios. No es casual que para tratar ese tema eligiera como fuente bíblica el Cantar de los Cantares,
poema inspirado que canta el Amor de Esposo a Esposa y de Esposa a Esposo. A pesar de ser un libro
prohibido, Teresa no encuentra en toda la Escritura otra expresión mejor del Amor divino- humano entre Dios
y el hombre. Naturalmente ella se identifica con la Esposa de los Cantares, capacitada por Dios, que la
habita, para amarle con su mismo amor y para amar a los otros con el Amor de Dios.
36
VII M 4,7.
168
que se le ofrecen a la mujer del siglo XIX o del XXI37. Enrique de Ossó está convencido de
que la Compañía viene a realizar lo que a Teresa de Jesús le hubiera gustado hacer ya en
su momento, pero no pudo.

A lo largo de las páginas teresianas se encuentran muchas expresiones —algunas


disimuladas, otras eliminadas por los censores— de su deseo de servicio activo. Al final de
las Moradas hay un párrafo que no podemos leer sin pensar en la Compañía. Se refiere a la
segunda objeción que ella pone en boca de sus monjas, ante la imposibilidad de apostolado
activo, hacia afuera. Teresa de Jesús —que se muere de ganas de “enseñar o predicar,
como hacían los Apóstoles”—, proyecta en sus hijas del Carmelo la añoranza que ella siente
por ese modo apostólico, vedado desde siglos a las mujeres, deseo legítimo, por otra parte,
porque “os [lo] da el Señor”:

“Decirme heis dos cosas:


- [la una,…]
- La otra, que no podéis vosotras ni tenéis cómo allegar almas a Dios, que lo
haríades de buena gana, mas que no habiendo de enseñar ni de predicar, como
hacían los Apóstoles, que no sabéis cómo. A esto he respondido […] mas porque
es cosa que creo os pasa por pensamiento, con los deseos que os da el
Señor…”38.

No hemos encontrado alusión explícita a este texto en los escritos de Enrique de Ossó
para la Compañía de Santa Teresa de Jesús, pero podemos asegurar que en su espíritu de
Fundador late ese deseo ¿incumplido? de Teresa. Cuando les dice a las hermanas que “han
de imitar a su gran Madre Teresa en la vida activa y contemplativa”39, por ejemplo; o
cuando, en la Revista, dice que “la Compañía de Santa Teresa de Jesús viene a realizar la
obra de Santa Teresa en el siglo XIX”, está pensando en ese deseo.

Lo que en la experiencia de Teresa de Jesús representa la culminación de su trayectoria,


es punto de partida de la misión de la Compañía. Esto no significa que cada hermana viva
desde el principio esta experiencia en plenitud, sino que ella constituye la vocación que la
Compañía por carisma está llamada a re-producir —en cuanto Comunidad teresiana
apostólica— y cada una de las hermanas está llamada a encarnar —en cuanto miembros
del Cuerpo—, para hacerla existencialmente presente en la Iglesia y en el mundo, en cada
momento histórico y en cada realidad cultural.

Para esto nació la Compañía. Y si es fiel a la inspiración original, necesariamente


prolongará y recreará en el tiempo, aquel fuego apostólico —el que Jesús vino a traer a la
tierra—, que Enrique de Ossó vio arder en el corazón de Teresa. Aquel amor apostólico, y
sus consecuencias inevitables. Acciones apostólicas atrevidas, radicales, lógicamente
censurables y censuradas por mentes muy concertadas, realizadas con una generosidad sin
límites, dispuestas a todo sacrificio:

“Las de la Compañía de Santa Teresa de Jesús deben ser almas de fuego, a


quienes consuma y abrase el celo de la salvación de las almas; tales que puedan
decir como Jesús y su Teresa: Fuego he venido a meter en la tierra, ¿y qué quiero
yo sino que arda?. ÉSTA ES SU MISIÓN”40.

Este fragmento del artículo 36 del Sumario de las Constituciones que comentamos, tiene
una especial significación espiritual y apostólica para la Compañía. Refleja la lectura
carismática que el Fundador y la Compañía hacen de Lucas 12,49 y Vida 29,10-11.13, en
la que se unen Jesús, el Apóstol del Padre, Teresa de Jesús, alter Christus y apóstol
37
Teresa de Jesús en el siglo XVI lleva al extremo las posibilidades apostólicas. ¿Cuándo, antes de ella, una
mujer había sido reformadora y maestra espiritual de una orden masculina?
38
VII M 4, 16.
39
SC, en EEO II, 122.
40
SC y C, en EEO II, 60 y 61.
169
femenina ocupada únicamente en los Intereses del Esposo, y las hermanas de la Compañía,
otras Teresas de Jesús.

La experiencia de la Transverberación,41 preparación de las VII Moradas, había sido para


Teresa la experiencia del Amor de Dios, que se le mete dentro y la transforma y le dilata el
corazón a la medida del corazón de Dios y la convierte en mujer nueva. Enrique de Ossó
asoció siempre esta experiencia al Matrimonio espiritual, la deseó y la pidió para sí mismo y
para las hermanas, pues en Teresa veía cumplidos los deseos de Jesús expresados en ese
texto evangélico42. ¿Vivió él también esta experiencia mística, quizás a través de la
contemplación de Teresa? No lo sabemos. Ciertamente el Señor le dio una especial
sensibilidad para contemplarla y comunicarla, contagiando siempre los deseos.

San Juan de la Cruz en su poema Llama de Amor Viva, canta la experiencia inefable de
la unión mística del alma y Dios, semejante a la de la Santa. En el comentario en prosa a la
canción 2ª nº 13 de la poesía, dice algo que ciertamente se refiere a la Madre Teresa, pero
que quizás podría aplicarse también al santo Fundador de la Compañía de Santa Teresa de
Jesús:

“Pocas almas llegan a esto; mas algunas han llegado, mayormente las de aquellos
cuya virtud y espíritu se había de difundir en la sucesión de sus hijos, dando Dios la
riqueza y el valor a la cabeza en la primicias del espíritu, según la mayor o menor
sucesión que habían de tener en su doctrina y espíritu”43.

41
En Vida 29 aparece el relato autobiográfico de la experiencia mística que la Santa vivió por primera vez en
1560 en casa de Dña. Guiomar de Ulloa. Pero la experiencia misma o sus efectos aparecen en otros lugares
de sus obras: V 32,18; 39,23; VI M 2,3-4.
42
Sobre el tema de la Transverberación de Teresa y Enrique de Ossó, se puede consultar el libro de G.
RODRÍGUEZ y S. CASADO, Experiencia espiritual de Enrique de Ossó, donde está ampliamente expuesto y
documentado (capítulo VII, pp-189-237).
43
S. JUAN DE LA CRUZ, Obras Completas, BAC., Madrid 1964, 5ª ed. , 855.
170
CAPÍTULO 10

“CONOCER Y AMAR A JESÚS,


HACERLE CONOCER Y AMAR”
RAZÓN DE SER DE LA COMPAÑÍA
DE SANTA TERESA DE JESÚS.

Estamos en el núcleo del carisma de la Compañía, la esencia de su espiritualidad y


misión, recibidos de Enrique de Ossó y Teresa de Jesús. La fórmula, Conocer y amar a
Jesús y hacerle conocer y amar concentra el espíritu, la vida y la misión de Enrique de Ossó
y de la Compañía.

Es el porqué de la con-vocación a la Compañía, el para qué de su misión apostólica, lo


que ha de ser el único afán de las hermanas, “nuestro único deseo, la única petición”. Para
el Fundador, conocer y amar a Jesús y hacerle conocer y amar fue la idea matriz de todos
sus proyectos, el motor de las acciones, la fuerza y el sentido de tantos padecimientos, el
leit motiv de su vida creyente, entregada. Es la pasión por la gloria del Padre y la salvación
de los hermanos —que llevó a Jesús a dar la vida, “para que tengan vida” (Jn10,10)—
testificada por los cuatro evangelistas y carismáticamente concentrada, para Enrique de
Ossó y para la Compañía de Santa Teresa de Jesús, en los dos textos de Jn 17,3 y Lc
12,49 ya comentados.

Volvemos a recordar el relato de la con-vocación de los Doce:

“Jesús subió al monte y llamó a los que él quiso:


y vinieron donde él. Instituyó Doce,
para que estuvieran con él
y para enviarlos a predicar” (Mc 3,13-14).

cuya doble finalidad —estar con Él y ser enviados a predicar— la reformulan después de
Pentecostés los mismos apóstoles, como dimensiones constitutivas de su identidad, tareas
no delegables:

“Nosotros nos dedicaremos


a la oración
y al ministerio de la Palabra” (Hch 6,4).

1. “CONOCER Y AMAR A JESÚS”

Conocer y amar es un proceso integrador de las dimensiones fundamentales de la


persona —ser inteligente y en relación1— orientadas hacia Jesús, el amigo, el hermano, el
maestro, el esposo. Por encima de todo, expresa relación personal con Jesús, que
inevitablemente conduce a conocerlo y amarlo. Hay en Enrique de Ossó una convicción de
que sólo se ama lo que se conoce. Es decir, el conocimiento es mediación del encuentro y
condición del amor. Pero también lo contrario, no es posible conocer a Jesús, con un
conocimiento interno, sapiencial, sin amarlo apasionadamente.

1
Hay un reconocimiento implícito de que la persona es inteligencia y capacidad de amar, reconocimiento que
tiene especial relevancia en un momento histórico-cultural en el que se tiende a separar e incluso a oponer estas
dos capacidades o facultades. El racionalismo privilegia la razón frente a cualquier otra facultad, y excluye la fe
como vía de conocimiento.
172
La oración es el ámbito privilegiado del conocimiento y amor de Jesús, de acuerdo con la
experiencia y el magisterio de Teresa. Es el tiempo dedicado exclusivamente a estar con el
Señor. Tiempo de soledad en el que —dejando las demás preocupaciones— tomamos
conciencia de que está con nosotros y en nosotros. Y ejercitamos la comunicación de Tú a
tú. Porque, cualquiera que sea su contenido, la oración teresiana es siempre presencia de
Dios conscientemente saboreada —o sufrida— en fe. La oración es relación de amistad,
encuentro, conocimiento mutuo, unión. Los tiempos de oración explícita van familiarizando
con el Señor, y capacitan al orante para vivir esta relación de amistad —más allá de la
soledad y el silencio exterior— en la comunidad, en la relación con los hermanos y en el
servicio, en la naturaleza y en el mundo.

2. “HACERLE CONOCER Y AMAR”

Hacer conocer y amar a Jesús es compartir con los otros lo mejor que tenemos. Es la
consecuencia y la prueba de autenticidad del conocimiento y amor de Jesús2. Así lo vivieron
Teresa de Jesús y Enrique de Ossó. Y ésta es la razón por la que entienden que todo
cristiano de veras es necesariamente apóstol de Jesucristo. Pero “las llamadas a la
Compañía” —que es obra grande de celo—, han de hacer conocer y amar a Jesús en la
mayor escala posible. Este es su llamamiento, para esto han sido con-vocadas y enviadas al
mundo. Más aún, lo que empezó en cada una como consecuencia del amor, darle a conocer
y amar, se convierte por imperativo de la misión en condición de crecimiento en el amor y
de felicidad personal. Cada una de las hermanas y la Compañía entera pueden decir con
San Pablo: ”Es una misión que se me ha confiado. Y ¡ay de mí si no predicara el
Evangelio!”3. Éste ha de ser, pues, su único deseo, su única petición, y su única
recompensa: “Predicar el evangelio entregándolo gratuitamente”, “ser los primeros en
conocer y amar y hacer conocer y amar a Jesús”4.

3. EL CONOCIMIENTO PROPIO, GRACIA DE COMPAÑÍA

En algunas formulaciones del fin se incluye explícitamente —siempre está implícito


aunque no se diga—otro aspecto de raíces teresianas e incluso más antiguas5. De San
Agustín es la expresión “conocernos y conocerte”.

El conocimiento-amor de Jesús es el “lugar”, el ámbito, el medio ideal del conocimiento


propio y del conocimiento del prójimo. Es precisamente en esa relación de amor entre Tú —
tan distinto a mí, que me llamas a la vida y a un diálogo de amor contigo— y yo —criatura,
pobre pecadora, pero hecha a tu imagen, capaz de relación contigo, amada hasta la cruz y
redimida, digna y hermosa—, donde voy a conocerme a mí además de conocerte a Ti, como
dice bellamente Gaudium Spes:

“El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado […].
Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su Amor,
manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de
su vocación”6.

La Santa lo repite muchas veces, y el mismo Señor se lo declaró de forma infusa y


poética: “Alma, buscarte has en Mí, y a Mí buscarme has en ti”7. Únicamente en la óptica de
Dios, Creador y Redentor del hombre, la persona humana reconoce su verdad de criatura,
2
“Qui non celat non amat”, dice S. Agustín. Y Enrique de Ossó en la GC: “Es el celo la piedra de toque para
conocer los corazones que aman a Dios. Es el fuego como la llama ardiente del fuego del divino amor de Dios;
un deseo vehemente de dar a conocer a Dios”. (GC, en EEO I, 104).
3
1Cor 9,16-17.
4
Cf. 1Cor. 9, 18 y “Fines principalísimos de la Compañía de Santa Teresa de Jesús” (1877), en EEO II, 408.
5
Se le ha llamado el socratismo teresiano.
6
GS Nº 22.
7
Poesía Nº 4: “Búscate en Mí”.
173
imagen de Dios, salvada por Jesucristo. Y solamente en Jesús, el Hombre Nuevo, el hombre
y la mujer conocen aquello a lo que están llamados a ser.

Los escritos doctrinales y espirituales de la Compañía, y por supuesto la doctrina directa


de Teresa de Jesús, argumentan sobre la importancia del conocimiento propio, que hay que
pedir y trabajar pacientemente. Y proponen una pedagogía desde la oración y desde la
vida. Porque el cada día es la mano de Dios que nos modela en ese haz complejo de
relaciones vitales. En cada jornada se presentan las ocasiones concretas, que nos permiten
reconocer la verdad de lo que somos, si estamos atentos y desarmados. La aceptación
humilde de los errores o fracasos, la relativización de las incomprensiones, la acción de
gracias.

La humildad, o verdad de quién soy yo, aparece para las hermanas de la Compañía
como valor fundamental. Enrique de Ossó, siguiendo la tradición ignaciana del
discernimiento, les propone algunos medios orientados a profundizar en la verdad de lo que
somos, y con vistas al crecimiento en la verdad de quiénes estamos llamadas a ser. Son los
“exámenes”, visagra entre la oración y la vida. Un modo de vivir conscientes. Nos permiten
estar atentos, como el centinela, vivir con los ojos abiertos y los oídos despiertos, aprender
de la vida. Son un medio, una ayuda, para vivir desde el espíritu en el Espíritu, para hacer
de la experiencia sabiduría.

4. CONCLUSIÓN: “Vuestro único afán…”

En el Sumario de las Constituciones (1882) y en las Constituciones de 1888


encontramos dos veces esta expresión con atributos aparentemente diferentes. Ambas, sin
embargo, se podrían formular así: “Vuestro único afán: vivir vuestra identidad. Ser lo que
estáis llamadas a ser, apóstoles con las características que hemos indicado.

Transcribimos, de forma sinóptica, las dos expresiones. La primera se refiere a cada


hermana, la segunda a la familia apostólica, a la Institución y a cada una de las
comunidades locales:

Capítulo IV: a cada hermana Capítulo V: a la Comunidad

1. “Éste debe ser vuestro único afán 1. “Vuestro único afán debe ser el que
2. ser todas de Jesús; 2.
3. que no haya nada en vuestro 3. vuestra humilde Compañía sea
interior y exterior que no predique siempre la que dé a la Iglesia
a Jesús”8 apóstoles más perfectos y celosos
del conocimiento y amor de
Jesucristo”9

Observamos un perfecto paralelismo entre los dos textos, que hablan esencialmente de
lo mismo, aunque desde perspectivas diversas, complementarias. Tal como Enrique de
Ossó entiende el ser apóstol, es necesario vivir personalmente lo que dice el capítulo cuarto
—“ser todas de Jesús”, “anunciarle” con la propia persona, con la vida, incluso con las
formas externas—, para que la comunidad, la Institución como tal, la familia religiosa de la
Compañía, sea verdaderamente un cuerpo apostólico en la Iglesia y para el mundo.

El capítulo quinto pone de relieve, una vez más, lo esencial de la misión de la Compañía:
“Apóstoles del conocimiento y amor de Jesús”. Pero ahora está destacando su misión en la

8
Ése es el texto de Constituciones, en EEO II, 27. En SC, EEO II, 26 dice lo mismo, en tercera persona.
9
C, en EEO II, 29 y SC, en EEO II, 28. (Cf. V 30,17).
174
Iglesia: que “Vuestra humilde Compañía dé a la Iglesia apóstoles…”. Ésta es su aportación
específica y carismática a la única misión de la Iglesia, que es la de Cristo.

Podríamos omitir los adjetivos: “más perfectos y celosos”, con tal de que el sustantivo
“apóstoles” incluya siempre las notas características: “Todas de Jesús”, “nada en la persona
que no predique a Jesús”, propias del Apóstol. Y algunos matices teresianos típicos de la
exagerada pretensión de la Esposa, de la que ya hemos hablado, y que vuelve a explicitar el
capítulo:

“Confesemos de buen grado con […] Teresa de Jesús, que estamos hechas una
imperfección, menos en los deseos y en el amor de Jesús”10

Es decir, esta humilde Compañía será fiel a su misión, en la medida en que sus
miembros vivan y sirvan a la Iglesia y al mundo, como Esposas-apóstoles. Apóstoles que,
en el siglo XXI, van a poner todos los medios a su alcance para que niños y jóvenes,
educadores, padres y madres de familia, catequistas, sacerdotes, profesionales aprendan a
relacionarse con Jesús. Una relación de amistad en la que van a encontrase con el Padre
y con lo mejor de sí mismos.

10
SC, en EEO II, 28.
PARTE III

EDUCADORAS

“Formar a Cristo Jesús en las inteligencias,


por medio de la instrucción,
formar a Cristo Jesús en los corazones,
por medio de la educación”

(Plan de Estudios, en EEO II, 245).


176
177

INTRODUCCIÓN

Enrique de Ossó fue un hombre de su tiempo. Un cristiano y un sacerdote preocupado


por la sociedad y la Iglesia en las que le tocó vivir. Tiene los ojos muy abiertos a todo lo que
le rodea, y contempla aquella España del último tercio de siglo con la mirada de Jesús y de
Teresa. Ama a los hombres y mujeres de su tiempo, consciente de las grandes dificultades
que encuentran para ser felices.

A Enrique de Ossó le preocupa la enorme ignorancia de la mayoría. La falta de


instrucción y de valores que impide a tantas personas vivir con la libertad de los hijos de
Dios. Las masas practican una religiosidad popular, que provoca la irritación y los ataques
de los ilustrados, y que termina desfigurando la fe. Cada vez más personas, están siendo
víctimas del error y de la corrupción de costumbres.

No se conoce a Jesucristo, es el grito dolorido del apóstol, que ha descubierto en


Jesucristo la salvación y la felicidad de los hombres. El testimonio personal de Enrique de
Ossó, fruto de su experiencia espiritual, se expresa con las palabras de Jesús en la oración
sacerdotal: “Ésta es la vida eterna, que te conozcan a Ti, único Dios verdadero y a tu
enviado Jesucristo” (Jn. 17,3). Estas palabras mueven todos los proyectos de Enrique de
Ossó.

Discípulo y apóstol de Jesús, Enrique de Ossó contempla la realidad con los ojos y el
corazón del Maestro. Desde muy joven, tiene la convicción de que la clave de la
regeneración social está en la educación. Y para educar cristianamente a los más jóvenes,
le inspiró el Espíritu Santo la Compañía de Santa Teresa de Jesús, TERESIANAS
MAESTRAS REGENERAR EL MUNDO.
178
CAPÍTULO 11

“MAESTRAS COMO JESÚS,


COMO PABLO, COMO TERESA DE JESÚS”

La Compañía de santa Teresa de Jesús surge como respuesta educativa ante tanta
necesidad. Desde el momento de su Inspiración, la misión apostólica educativa del nuevo
grupo de teresianas es evidente. Educar a las nuevas generaciones, formarlas en el espíritu
cristiano que Teresa de Jesús vivió, va a ser el modo concreto de participar en la única
misión de la Iglesia, evangelizar. Llevar el evangelio hasta todos los rincones de la
humanidad.

Hay un cierto grado de utopía en esta idea, y una fuerte conciencia eclesial y social en el
proyecto: Educar a los representantes de las generaciones futuras. Formar el hombre y la
mujer nuevos. Transformar, regenerar la sociedad y el mundo entero.

La Compañía nace como cuerpo apostólico de mujeres educadoras como Jesús y


Teresa. No sólo en el modo de ser y de vivir, también en el actuar, en el modo de crear las
relaciones educativas, Jesús —y dos de sus discípulos: Pablo y Teresa— van a ser
modelos de referencia para este instituto femenino.

1. JESÚS ES EL MAESTRO

Jesús es el centro de la vida y la misión de la Compañía de Santa Teresa de Jesús.


Ninguno de los misterios de su vida, pasión, muerte y resurrección queda excluido o
minimizado en la contemplación de Jesús o en el anuncio de su evangelio. Sus palabras,
sus gestos salvadores, sus actitudes, sus sentimientos más íntimos son objeto de
conocimiento interno de sus discípulos y buena noticia para todos los hombres. El Cristo de
Enrique de Ossó y el de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, es el Cristo total, como el
de san Pablo o santa Teresa. Toda la vida de la Compañía está centrada en Cristo. Su
misión en la Iglesia y en el mundo consiste precisamente en eso, en dar a conocer a Jesús,
y en facilitar a las nuevas generaciones los medios para que le conozcan y le amen.
Comunidad de discípulas de Jesús, la Compañía, invita a niños y jóvenes a su seguimiento
y ofrece un camino de amistad hasta la configuración total con Jesús. La vida en Cristo, que
vivieron Teresa de Jesús y Enrique de Ossó.

De este Cristo total, Enrique de Ossó subraya, sin embargo, algunos aspectos, insiste en
algunos rasgos, destaca algunas preocupaciones y repite algunas palabras que tienen valor
carismático. En la Segunda Parte de esta reflexión, hemos presentado a las hermanas de la
Compañía, Apóstoles como Jesús. Allí explicábamos el significado relevante y constitutivo
que, para Enrique de Ossó y la Compañía, tiene la Misión de Jesús, el Hijo amado del
Padre.
180
En esta Tercera Parte, vamos a destacar otro aspecto del misterio de Cristo con el que
sintoniza también el Fundador y la Compañía misma: JESÚS MAESTRO. El mismo Jesús,
que en relación a Dios Padre se presenta como el Enviado o el Apóstol del Padre, es
reconocido, por los que creen en Él y le siguen, como el Maestro.

Tanto en el cuarto evangelio como en los tres sinópticos Jesús aparece en múltiples
ocasiones como el Maestro. Así se presenta desde el comienzo de su predicación. Los
evangelistas llaman discípulos a los que creen en Jesús, lo acompañan y dan testimonio de
Él. Discípulos de Jesús son Andrés, el hermano de Simón, y Juan, el hermano de Santiago.
Felipe y Natanael, a quien Jesús vio debajo de la higuera. Nicodemo, se hace discípulo
después del diálogo nocturno. El ciego de nacimiento, y otros muchos. El evangelista Juan
habla de sí mismo como del discípulo a quien Jesús quería.

Jesús formó pronto comunidad con algunos discípulos. Con ellos convive, con ellos
comparte vida y misión. Y ellos aprenden de Él, no solo la Escritura, sino el sentido total de
la existencia. Jesús les enseña a llamar Padre a Dios y a servirse por amor los unos a los
otros. Más tarde, recibirán también de Jesús el envío para prolongar su misión hasta la
consumación de los siglos. La Iglesia es continuadora en la historia de la misión de Jesús.
La Compañía, con todas las comunidades cristianas, participa de esa misión.

Para Enrique de Ossó, Jesús es verdaderamente Maestro. Un maestro distinto a los


rabinos de Israel. Un maestro que enseña más con su vida que con sus palabras1. Un
maestro que no necesita decir palabras, porque Él mismo es la Palabra encarnada. Y
cuando habla, lo hace con autoridad: “ningún hombre ha hablado como Él”. “Sus palabras
son obras”2.

El Fundador de la Compañía, desde muy joven está persuadido de que Jesús es


Maestro de vida para los hombres y las mujeres de todos los tiempos y lugares. Jesús
anuncia a las gentes el reino de Dios, enseña el programa del reino a las multitudes —las
bienaventuranzas—, y comparte el mandamiento nuevo con los más íntimos. Él es el
camino, la verdad y la vida (Jn 14,6) para todos los hombres. Nadie va al Padre, sino por Él,
y ninguna persona alcanzará la vida plena sin conocer al Padre y al Hijo. En la persona de
Jesús están reunidos todos los tesoros de la sabiduría divina (Col 2,3), que Dios mismo ha
querido compartir con los hombres.

Hay unas palabras del evangelio de Mateo, a las que Enrique de Ossó presta una
atención extraordinaria. Verdaderamente son palabras importantes para los discípulos:

“Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11,29).

Pocas veces Jesús había llamado la atención sobre sí mismo como ahora. Se presenta
él mismo como verdad existencial, vida verdadera, maestro manso y humilde, en quien se

1
Lucas en el libro de los Hechos 1,1 se refiere al evangelio como el relato de “Todo lo que Jesús hizo y
enseñó”. En este sentido insistirá Enrique de Ossó: Jesús antes actuó que enseñó con palabras.
El título de Maestro, Rabbí o Rabbuní —o Señor, tras la resurrección— aparece 26 veces en el cuarto
evangelio referido a Jesús. Aunque no es un título exclusivo de Jesús, su manera de serlo se diferencia
notablemente de los maestros de Israel. Éstos enseñaban a sus discípulos la Ley de Moisés, y su actuación se
limita al Templo o a la Sinagoga. Jesús, también enseña estas cosas, asiste al Templo y en la Sinagoga, pero
habla con una autoridad desconocida hasta entonces. Incluso los extraños le reconocen esta autoridad, y en
ocasiones los guardias de los judíos no se atreven ni a tocarle. Por otra parte, su magisterio se refiere no solo a
la letra de la Ley de Dios, sino sobre todo al espíritu. Cumple la Ley, pero la trasciende. A sus discípulos les
explica las Escrituras, pero sobre todo aprenden de sus actitudes. Creen, al ver los signos que realiza;
algunos se escandalizan ante sus palabras duras (Jn. 6,60-62); son introducidos en la oración del Padre y en
la vida trinitaria; y por fin, son enviados al mundo como continuadores de su Misión, de la misma manera que
el Padre había enviado a Jesús (Jn.17,18).
2
Ésta es también la experiencia de Teresa de Jesús, que aparece en varios pasajes de su vida (Cf. V 25 ). A
Enrique de Ossó le impresiona mucho esta experiencia evangélico-teresiana y la repite en los artículos de la
RT.
181
encarnan las bienaventuranzas3. Y Enrique entiende que para hacer vida el programa del
Reino, para vivir la pobreza de espíritu y las actitudes del sermón de la montaña, la mejor
escuela es el mismo Jesús, la persona del Maestro, su interior, sus sentimientos más
profundos, su corazón. Un mes es la Escuela del Corazón de Jesús es precisamente el título
de su última obra, dirigida a todos los cristianos discípulos de Cristo, y dedicada en
particular a las hermanas de la Compañía, maestras como Jesús, quienes deberán pasar
largo tiempo en tal escuela. Así lo presenta el libro:

“Penetrar en el Sancta Sanctorum de su Corazón reconocemos es una temeridad,


pero el mismo Jesús con su bondad y sus palabras nos convida a ello. Pues,
¿cómo aprenderemos su mansedumbre y humildad?”4.

1.1. Maestras como Jesús, manso y humilde

Si Jesús es Maestro, los discípulos y discípulas que fueron Enrique de Ossó y las
hermanas de la Compañía, siguiendo los pasos y el llamamiento del Maestro, han de ser
también maestros y maestras de vida. Enrique de Ossó concibe a la Compañía como cuerpo
apostólico de maestras, siempre en referencia a Jesús.

Dos actitudes definen, fundamentalmente, el modo de ser y de relacionarse de Jesús:


humildad y mansedumbre, actitudes proclamadas por Jesús, en el sermón de la Montaña,
como las actitudes propias del Reino:

“Bienaventurados los pobres de espíritu [= humildes], porque de ellos es el reino de


los cielos…”.

“Bienaventurados los mansos (praeîs), porque ellos poseerán la tierra”5.

Hay otro texto de Mateo, hacia el final del evangelio, donde se cita la profecía de
Zacarías referida a Jesús mismo: “He aquí que tu Rey viene a ti, manso”6.

El Salmo 37 habla también de los mansos o humildes en un sentido muy próximo a la


bienaventuranza:

“Un poco más y no hay impío, buscas su lugar y ya no está;


mas poseerán la tierra los humildes y gozarán de inmensa paz”7.

¿Qué significado tienen estas palabras, primeras bienaventuranzas del sermón de la


montaña, que Jesús se aplica a sí mismo, mientras invita a los discípulos a aprender de Él?

Jesús personifica como nadie la humildad o pobreza de espíritu y la mansedumbre. Dos


actitudes evangélicas que Enrique de Ossó ha contemplado largamente en el Maestro, y
que ha descubierto como frutos del Espíritu, en algunos de sus discípulos. Francisco de
Sales, se presenta ante los ojos de Enrique y de sus hijas de la Compañía como “uno de los
santos más amables y semejantes a nuestro Salvador”8, precisamente por su
mansedumbre y bondad9.

3
Recordemos en el evangelio de Mateo (5,3-4) las primeras bienaventuranzas: los pobres de espíritu (=
humildes) y los mansos.
4
Prólogo MCJ, en EEO III, 456-457.
5
Mt 5, 3-4.
6
Mt 21,5. Leyendo el original (Za 9,9) se deduce que la mansedumbre es característica fundamental de este
Rey.
7
Salmo 37 (36), 10.
8
Tributo amoroso a San Francisco de Sales (TFS), en EEO III, 634.
9
Recordamos unos apuntes de los Ejercicios Espirituales del Subdiaconado (mayo 1866), donde escribe en la
última página: “Aprende de mi, que soy manso y humilde de corazón”. Fin: Imitar y copiar en mi corazón y en
182

Cuando habla de esta virtud, Enrique de Ossó suele acompañarla de algún sinónimo que
la explica. De san Francisco de Sales dice, por ejemplo, que su “carácter distintivo, después
del celo de la salvación de las almas”, “fue la mansedumbre o dulzura” en el trato con todo
tipo de personas, “hasta llegar a ser como Moisés, el más dulce de los hombres de su
tiempo”10. Y continúa: “Era la dulzura de Francisco no falsa y aparente sino verdadera, hija
del corazón que es como la flor de la caridad. Dulzura que es buena, porque ama y llena el
alma de misericordia, y un aire de cordialidad, fruto del afecto […]. Es una dimensión de la
humildad, que se manifiesta en las relaciones cordiales con el prójimo. En realidad, la
mansedumbre no es sino una manifestación del amor fraterno, de la caridad pastoral
paciente, delicadamente atenta a los demás. Más fácil que describir de forma abstracta la
mansedumbre, es hablar de la persona mansa, la que se relaciona cordialmente con los
demás:

A todos recibía Francisco con gran bondad […]. A todos oía con paciencia, como si
no tuviera otra cosa que hacer. A todos honraba mucho […]. En la conversación no
contradecía a nadie […] no queriendo violentar a nadie”11.

Las personas mansas, como Jesús, saben controlar sus sentimientos, porque tienen una
actitud abierta y respetuosa con los otros. Viven con serenidad y son interiormente libres,
sumamente respetuosas al misterio de la libertad personal. Porque la mansedumbre es la
capacidad de comprender que en las relaciones personales no hay lugar para la coacción o
la prepotencia, sino que es más eficaz la cordialidad y el amor. La mansedumbre es la
victoria de la paz sobre la guerra, del diálogo y de la humildad sobre el orgullo o cualquier
comportamiento reactivo. La persona mansa y humilde, como bien sabe Enrique de Ossó,
tiene un poder de atracción tal que no hay corazón que se le resista. Porque “los corazones
cordialmente han de ser tratados para conquistarlos”12.

Francisco de Sales, en quien se inspira Enrique de Ossó, explica la mansedumbre como


manifestación del amor de Dios Trinidad en el cristiano. Es como el traje del hombre nuevo,
la expresión propia de aquellos que en el bautismo se han revestido de Cristo:

“¿No es Dios todo amor? Dios Padre es el Padre de las misericordias; Dios Hijo se
llama cordero; Dios Espíritu Santo se muestra bajo la forma de la paloma que es la
misma dulzura. Si hubiera alguna cosa mejor que la benignidad, Cristo Jesús nos la
habría predicado y enseñado; y sin embargo, no nos convida a aprender de Él más
que dos lecciones: la mansedumbre y la humildad de corazón”13.

También éste es el argumento de peso para Enrique de Ossó: Jesús manso y humilde,
Maestro, escuela y lección vital.

1.2. Maestras como Jesús: Enseñar con el ejemplo y con la palabra

“El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que
enseñan, o si escucha a los que enseñan, es porque son dan testimonio”14. Enrique de Ossó
tenía esa misma convicción, cien años antes de la Evangelii Nuntiandi. Él mismo había sido
educado en la escuela del amor y buen ejemplo de su madre Micaela15, y en los primeros

mi exterior a Jesús, de modo que se pueda decir de mí lo que al ver a san Francisco de Sales: “Así se portaba
Jesús” (Citado por ALTÉS en “Apuntes biográficos”, RT 95-96, 270).
10
TFS, 670.
11
TFS, 671.
12
SC, en EEO II, 74. Sobre este tema se puede leer el librito de Carlo María MARTINI, Las Bienaventuranzas,
San Pablo, Bogotá, 1994, 17-24 y 37-45.
13
TFS, en EEO III, 672.
14
EN nº 41.
15
“tan bondadosa y complaciente pedagoga”, de cuya formación “aun recuerdo con gran consuelo los ratos
deliciosos que pasábamos […] al oír de boca de Miguela la historia sagrada”. EEO III, 898.
183
años escolares y en el seminario había experimentado también la influencia positiva de
quienes viven lo que enseñan. Hay en él una conciencia fortísima de que la educación pasa
antes por la persona que por las palabras, y que las palabras son válidas únicamente en
cuanto explican la vida. Pero fue sobre todo la contemplación de Jesús, el Maestro, la que
le confirma su experiencia formativa. El modo de proceder de Jesús —Palabra viviente de
Dios— se convierte en pauta de comportamiento del Fundador y de las educadoras
teresianas:

“Cristo bajó a enseñar el camino del cielo, es cierto, y nadie más que él ha podido
decir a la faz del mundo, con toda verdad: Yo soy el camino, la verdad y la vida”.
Mas hay dos modos de enseñar: con el ejemplo y con la palabra. El primero es el
más importante, único necesario, el más digno de Dios […] Y esto es lo que hace el
Hijo de Dios Coepit facere et docere: Empezó por obrar, y después vino a
enseñar”16.

Ese mismo es el argumento de una importante meditación de los Ejercicios Espirituales,


donde se analizan las mediaciones apostólicas del Instituto. Al hablar de la enseñanza,
Enrique de Ossó remite al modo de proceder del Maestro. No cabe otro modo para quienes
se definen como discípulas de Jesús, enviadas por Él a enseñar en su nombre:

“Enseñar con el ejemplo, con la palabra. Como Jesús, que empezó primero a obrar
y después a enseñar17. Así vosotras. Primero hacer que decir. Obra, que enseñar.
Practicar, que predicar: obras y palabras, así la palabra es eficaz. Nadie puede
resistirla”18.

Así de sencillo y así de comprometido. Las hermanas de la Compañía, maestras por


vocación, han de enseñar como Jesús, con la palabra y el ejemplo. "Y como la más eficaz
de las lecciones es el buen ejemplo, procurarán con todo ahínco que sus discípulas no vean
en ellas otra cosa más que imágenes vivas de las más sólidas virtudes, imitando a Jesús y a
su Teresa, para celar mejor su honra"19. Hasta "poder decirles —con el Apóstol— sed
imitadores míos como yo lo soy de Cristo"20.

Este "principio de educación cristiana"21, se repite en los documentos doctrinales,


formativos y pedagógicos de la Compañía, marcados todos por esta consigna, hasta el
punto de hacerse connatural al estilo educativo de la Compañía. Y casi siempre lo
encontramos expresado del mismo modo, como ritornello en cada página:

 “A las Profesoras de Educandas”:

“Y como la más eficaz de las lecciones y la más inteligible por todos es el buen
ejemplo, procurarán con todo ahínco que sus discípulas no vean en ellas…”22.

 “A la Maestra de Educandas”:

“Vaya siempre delante en la observancia y el buen ejemplo. No les diga: Haced,


sino hagamos”23.

16
MCJ, en EEO III, 491. La frase en cursiva es de Hch 1,1.
17
Eso es lo que dice Lucas en la presentación de los Hechos de los Apóstoles: “El primer libro lo escribí, Teófilo,
sobre lo que Jesús hizo y enseñó desde un principio…” (Hch 1,1).
18
EE, en EEO II, 650-651.
19
PE, en EEO II 245.
20
AP, en EEO II 776.
21
Ibid., 766.
22
PE en EEO II, 245.
23
2º Parte C, en EEO II, 351.
184
 “Deberes de la Directora de Colegio”:

“Cada día: De sí misma considere cómo cumple su cargo importantísimo: si es la


primera en el buen ejemplo, oficios humildes y observancia de las Constituciones
en todas sus partes”24.

 “A las Profesoras”:

“Enseñad más con el ejemplo que con las palabras. La virtud no se enseña con el
vicio. […]. Las colegialas no han de ver en las hermanas sino buenos ejemplos de
virtud y perfección, y con esto se moverán a obrar”25.

 “Leyes generales de la Educación Moral”:

“La educación moral es positiva. No negativa. Porque mejor se aprende el bien con
los ejemplos buenos que malos. Por eso los párvulos no deberán ver más que
buenos ejemplos […]. Díganles siempre mostrando la belleza de la virtud en sí […]:
Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo”26.

“La educación moral procede más con máximas breves, con hechos y ejemplos,
que con teorías o discursos. Al párvulo se le debe máxima reverencia o respeto
[…]. El ejemplo es la lección más eficaz, porque está fundada sobre el espíritu de
imitación tan poderoso y desarrollado en el párvulo”27.

 “Principios de educación Cristiana”:

“El ejemplo es el medio más eficaz de educación. Diga la maestra: hagamos, y no


haced”28.

 “Fin de la Educación y oficio de la maestra en ser cooperadora”:

“La maestra debe cooperar a este fin de la educación por su parte con el ejemplo, la
palabra y todas sus industrias”29.

“Debo poder decirles […]. Sed imitadores como nosotros lo somos de Cristo, y
Cristo les dice: Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón…”30.

 “Cómo debe ser la educación”: Una larga serie de proverbios populares insisten en el
tema: Prioridad de las actitudes, sobre las teorías. Preferencia de lo visual sobre lo
auditivo. Necesidad de coherencia entre el decir y el hacer:

- “El medio más eficaz es el buen ejemplo. Por eso no hay peor plaga, ni puede
haberla para un pueblo o una nación, que un mal maestro”.
- “San Pablo […], quiere que los padres y maestros se muestren en todo
ejemplares de buenas obras (Tit 2,7)”.
- “Sin el ejemplo que confirma la enseñanza, todas las enseñanzas son poco
menos que estériles, si no nocivas muchas veces”.
- “Más mueve el ejemplo que la palabra”.
- “La virtud no se nos cría con el vicio”.

24
2º Parte C, en EEO II, 356.
25
MR, en EEO II, 491 y 495.
26
AP, en EEO II, 754-755.
27
AP, en EEO II, 755.
28
AP, en EEO II, 767.
29
AP, en EEO II, 777.
30
AP en EEO II, 779.
185
- “Más creemos a lo que vemos que a lo que oímos31.
- “Los grandes hombres los cría mejor la escuela del buen ejemplo, que la de la
instrucción”32.
- “Las acciones de los padres y madres son leyes ciertas y buenas a los ojos
cerrados de los párvulos”.
- “Los párvulos viven de la imitación, y no saben más que copiar lo que ven”.
- “Si se hace la anatomía del espíritu de los párvulos, se verá que es copia
exacta de la de sus padres y maestros. En sus hijos se conoce el varón (Eccl.
11,30)33.

En la Compañía, no sólo las profesoras se sienten moralmente obligadas a enseñar con


el ejemplo. Todas las hermanas, y muy especialmente las que tiene responsabilidades de
gobierno, están persuadidas de su importancia, y el Fundador no se cansa de repetírselo a
formadoras y superioras:

 “A la Superiora General”:

“Vaya pues delante de todas las hermanas en el buen ejemplo […]. A imitación del
Hijo de Dios y de santa Teresa, viene a servir a todas las hermanas, y no a ser
servida; y por tanto debe portarse como la sierva de las siervas de Dios, y Madre de
las Hijas de Cristo Jesús y su Teresa”34.

 “A las Superioras”: En el Catecismo de Directoras hay un apartado con el siguiente


título “Enseñad con el ejemplo, enseñad con la palabra”35. Destacamos algunas
recomendaciones concretas:

“Tú, Superiora, amada hija en Jesucristo, debes como Él enseñar primero -y


después con la palabra-, con el ejemplo […]. Eres guía […] si tú no vas delante,
¿cómo se lo podrás enseñar?”36.

"El ejemplo, Superiora, es el primer deber que te impone tu cargo. No lo olvides. Sin
el buen ejemplo todas tus funciones son inútiles, estériles"37.

Tal insistencia en “el buen ejemplo” pone de manifiesto una concepción de la educación
que va más allá de la mera instrucción y que considera, por tanto, a la educadora como
maestra de vida. “El ejemplo” es la más inteligible de las lecciones, la más eficaz, cuando las
lecciones no se refieren prioritariamente a conceptos y abstracciones, sino que se orientan
sobre todo a la vida.

Desde esta concepción pedagógica, únicamente será verdadera educadora la hermana


que viva en Cristo y en la medida en que esté configurada con Él. El testimonio personal de
vida se convierte en condición esencial con vistas a una eficacia real en la educación
teresiana38. Por eso el Fundador insiste tanto en que las hermanas no sólo conozcan bien
las Constituciones o Reglas de la Compañía —que son el evangelio leído desde el
Carisma—, sino que las hagan vida, las conviertan en carne de su carne o, como le gusta
repetir a Enrique de Ossó, sean Reglas vivas.

31
AP, en EEO II, 776.
32
AP, en EEO II, 777.
33
AP, en EEO II, 776-777.
34
2º Parte C, en EEO II, 340.
35
Catecismo de Directoras (DS), en EEO II, 806-808.
36
DS, en EEO II, 806.
37
DS, en EEO II 806.
38
Cf. EN 76: “testigos auténticos”. Todo lo que se dice del evangelizador, puede aplicarse exactamente a la
hermana de la Compañía de ayer, y de hoy.
186

1.3. Maestras como Jesús, en sus opciones preferenciales

En las meditaciones del Cuarto de Hora, del Mes en la Escuela del Corazón de Jesús y
de los Ejercicios Espirituales —libros de meditación y oración de las hermanas—, Jesús
aparece como el maestro de vida que enseña sobre todo con su persona, “aprended de Mí”.
Enseña también con sus palabras, que coinciden o explican sus actitudes, sus signos
salvadores, sus acciones. A través de estas meditaciones vemos cómo Jesús se dirige a
todo el pueblo, a todas las gentes sin “hacer acepción de personas”; pero observamos,
también, que tiene sus preferencias y Enrique de Ossó las pone de relieve.

Enseñar como Jesús, ser maestras como Él, significa relacionarse con las personas con
las mismas actitudes de Jesús, manso y humilde. Significa, por otra parte, hacer las
opciones apostólicas de Jesús. La mayor parte de meditaciones de estos libros, no tienen
otro objeto que presentar a Jesús — que es Maestro no sólo de aquellas gentes que le
seguían en Galilea, sus primeros discípulos, sino también de los maestros y catequistas que
están leyendo el libro—:

“Represéntate a Cristo discurriendo por las ciudades, villas y aldeas de Judea,


enseñando el reino de los cielos a las turbas, y que te dice: Mira y haz según el
modelo”39.

Una de las meditaciones de los Ejercicios Espirituales, propone a la contemplación de las


hermanas “Tres clases de personas [que Jesús] distingue en su trato: Los inocentes, los
pobres y los pecadores”40.

1) “Los pecadores convertidos y los pecadores endurecidos o hipócritas”. Jesús


distingue y a la vez incluye todo tipo de pecadores, ya que no son los sanos sino los
enfermos los que necesitan médico:

“Jamás echó en cara a los pecadores [arrepentidos] sus pecados: al contrario los
distinguió con muestras especiales de amor de predilección. […] Testigos de esto,
Zaqueo, con quien se convida a comer en su casa. Mateo, el publicano […]; la
Samaritana, la mujer adúltera, a quienes perdona; testigo, sobre todo, la
Magdalena41 pecadora a la cual admite en su compañía, la defiende de sus
acusadores, la admite al pie de la Cruz y es de las primeras a quienes se aparece
después de resucitado”42.

2) El segundo grupo de personas por el que manifiesta preferencia Jesús son los
pobres, los ignorantes, aquellos de los que nadie se ocupa ni preocupa:

“A los pobres evangeliza, a los ignorantes y al pueblo acoge con bondad marcada y
especial predilección”.

3) Los niños son el grupo predilecto entre los preferidos de Jesús, y también entre los
predilectos de Enrique. Y no cabe duda de que esa predilección por los pequeños,
por los niños, por los párvulos, tiene un fundamento cristológico en el Fundador de la
Compañía:

“A los inocentes, como a los niños, los abraza, los acaricia, los bendice, los regala.
Dejad —dice— que vengan a mí estos niños, y no se lo estorbéis, porque de ellos

39
EE, en EEO II, 694.
40
EE, en EEO II, 694-695. En una meditación, del Cuarto de Hora se pregunta: “¿Qué norma, qué leyes observa
Jesucristo en su trato y conversación con los hombres?. ¿Con quiénes trataba?”. Y responde: “ —Con todos
y con preferencia con los pobres, sencillos y humildes, sin ninguna acepción de personas”. EEO I, 326.
41
Sobre la Magdalena hay una preciosa meditación del CH, en EEO I, 315-317.
42
EE, en EEO II, 694-695.
187
es el reino de los cielos; y amenaza con penas eternas a los que los
escandalicen”43.

Termina la meditación invitando a la hermana ejercitante a hacer suyas las opciones


preferenciales de Jesús:

“¿Quién no se anima con este ejemplo y pondrá especial cariño en los parvulitos y
pequeños, que son las almas inocentes más amadas de Jesús? ¿Quién no buscará
contentar a Cristo trayendo a sus pies muchas almas convertidas? ¿Quién se
desdeñará del trato y comunicación con los sencillos, los pobres, los rudos del
pueblo, viendo a Cristo cómo les distingue y les prefiere en su amor?”44.

La preferencia de Jesús —y de Enrique de Ossó— por los niños, se manifiesta no sólo y


no tanto en las meditaciones que explícitamente hablan de tres grupos preferentes, sino
sobre todo en las que están dedicadas exclusivamente a los niños. Destacamos una
meditación del Cuarto de Hora, incorporada en la edición de 1884, cuando la Compañía
tenía ya varios años de rodaje. Se titula: “Conducta de Jesús con los niños”45. En ella está
contenido el fundamento cristológico de esta opción educativa de la Compañía. Y por otra
parte tiene una intencionalidad pastoral —de pastoral vocacional—, mucho mayor de lo que
pudiera parecer en una lectura superficial.

Toda la meditación se propone dos cosas íntimamente relacionadas: persuadir a la


ejercitante —educadora teresiana en ciernes— de la preferencia de Jesús por los niños,
explicando las razones de esta preferencia. Y suscitar en la muchacha deseos de ser,
como Jesús, educadora de párvulos en la Compañía. La estructura y el contenido de la
meditación son perfectos. Transcribimos algunos párrafos interesantes:

 Composición de lugar: “Contempla a Jesús rodeado de pequeñuelos,


abrazándolos, acariciándolos, regalándolos y bendiciéndolos”46.

La petición inicial adelanta el segundo de los objetivos, presentado ya como súplica:

 “Jesús. Haz que te imite en este amor de predilección por la niñez”.

El cuerpo de la meditación desarrolla muy bien el tema:

Primero aparecen las actitudes y los gestos de Jesús en relación a los niños,
interpretados por Enrique de Ossó desde su antropología teológica y su visión de educador:

“ [Jesús] A los niños abrazaba, bendecía, acariciaba […] A los niños defendía […].
A los niños ponía de modelo y ejemplar a los que querían entrar en el reino de los
cielos […]. A los niños resucitaba, tomaba en sus brazos y besaba en señal de
amor, de preferencia, porque veía en ellos los representantes de las generaciones
venideras […] almas hechas a imagen y semejanza de Dios […] no infeccionadas
por el pecado […] templos vivos del Espíritu Santo […] paraíso de delicias de todo
un Dios”.

En el segundo punto aparecen las palabras de Jesús en relación a los pequeños:

“Lo que hiciereis, dice Jesucristo, con uno de estos pequeñuelos, a Mí lo habéis
hecho…”.

43
Ibid.
44
Ibid.
45
CH, en EEO I, 320-322.
46
CH en EEO I, 320.
188
Por fin, es el mismo Enrique de Ossó el que da sus propias razones, fruto de su
experiencia:

“Además, hija mía, es la única gente de bien que queda en el mundo […]. En todos,
si los tratas, hallarás más o menos lodo, falsedad, ingratitud, desvío […] sólo en la
niñez hallarás verdad, sencillez, candor, amor desinteresado”.

Al final de cada uno de los tres puntos, se interpela a la joven en un increscendo,


brindándole lo que podría vivir en la Compañía. En el tercer punto, se habla ya
abiertamente del apostolado de la enseñanza:

“…He ahí los motivos de su predilección por la niñez […]¿la amas tú, como Jesús?”.

“Las palabras, el ejemplo, las promesas de Cristo Jesús, todo nos convida o nos
mueve a amar a la niñez, a mirar por su porvenir, a vigilar por su inocencia, a
cuidar de su educación cristiana”.

“Feliz mil veces, hija mía, si el Señor te llama a cultivar esta parte la más hermosa y
preciosa del jardín de la Iglesia por el apostolado de la enseñanza”.

Siguiendo este criterio de análisis, reconocemos otro grupo preferente de “Jesús-


Enrique”, las mujeres ¿Será porque la mujer, en la secular tradición de la humanidad, ha
formado parte de los excluidos de la historia? Dos meditaciones del Cuarto de Hora —
incorporadas también en la edición de 1884— nos dan la clave y nos proporcionan el
argumento.

La primera de ellas titulada: “Conducta de Jesús con el prójimo”, está sorprendentemente


dedicada a la Magdalena.47 María Magdalena es la mujer pecadora que ama a Jesús.
Representa a la vez a las mujeres y a los pecadores. Prueba de ello es que en la meditación
de los Ejercicios, con ese mismo título, se habla de las tres clases de personas ya indicadas:
los inocentes (los niños), los pobres y los pecadores48.

La siguiente meditación aporta mucha más luz al respecto. Se titula: Qué debe la mujer a
Jesucristo. Es una síntesis muy pensada sobre la relación cordial de Jesús con las mujeres
del evangelio. Relación sorprendentemente positiva, sobre todo si se valora desde los
parámetros de la historia y de la sociedad decimonónica en la que se escribe.

Con gran acierto, Enrique de Ossó hace suya aquella expresión de Teresa de Jesús,
eliminada del Camino de Perfección por los misóginos censores de su obra, y que sin
embargo hoy nos gusta tanto. A Enrique de Ossó también le gustó, pues introduce su
narración con las mismas palabras de la Santa49. La preferencia de Jesús por las mujeres,
tal como aparece en el evangelio, se pone de manifiesto precisamente en el contraste con el
comportamiento común del varón hacia la mujer. Esto lo expresa Teresa de Jesús con una
construcción adversativa perfecta:

“No aborrecisteis, oh buen Jesús, cuando andabais por el mundo a las


mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad…”50.

47
CH, en EEO I, 315-317.
48
Cf. EEO II, 694.
49
Sólo con aquellas que se conocían en 1884. La mayor parte del párrafo quedó tachado por los censores, y
hasta nuestros días no se ha podido recuperar.
50
CH, en EEO I, 318.
189

2 . MAESTRAS COMO PABLO Y COMO TERESA

Si Jesús es el “Maestro divino de todos los pedagogos”51, el único al que verdaderamente


podemos llamar Maestro, los demás educadores lo son sólo aproximadamente y en la
medida en que transparenten al Maestro. San Pablo es, para Enrique de Ossó, “otro de los
más excelentes pedagogos cristianos”52, siempre en referencia a Cristo. No sólo anunció a
Jesucristo entre los gentiles, sino que fue el gran educador en la fe de las primeras
comunidades.

Pablo fue antes de todo, discípulo de Jesús, con una fuerte experiencia personal de vida
en Cristo. Por eso supo anunciarlo después con fuerza y supo cultivar esa misma vida en
el Espíritu en el interior de los creyentes. Enrique de Ossó considera las cartas paulinas
como verdadera escuela de vida cristiana hasta alcanzar la identificación con Cristo. No es
extraño, pues, que haya tantas referencias a las cartas y a la persona de Pablo en los
escritos pedagógicos de Enrique de Ossó y de la Compañía. Éstos comparten con Pablo el
ideal educativo que es Cristo y consideran que la meta de la educación cristiana es llegar a
la experiencia del Apóstol: “vivo yo, mas no yo, es Cristo quien vive en mí”(Gal. 2,20).

Teresa de Jesús es la otra discípula de Cristo que experimentó la unión mística53 como
Pablo, y que precisamente en esa experiencia del matrimonio espiritual recibió el encargo
apostólico, como ya vimos. Su magisterio arraiga en la unión de voluntades.

Estos dos maestros del espíritu, forjadores de discípulos y discípulas de Jesús,


acompañaron a Enrique de Ossó en el seguimiento de Cristo, y están presentes con su
espíritu y con su palabra también entre las hermanas de la Compañía. Los dos pueden
decir con verdad:

“Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo”54.

2.1. Madres de espíritu

La maternidad espiritual es quizás la forma más elevada de magisterio. San Pablo intuyó
la relación profunda que hay entre ser madre y la misión a él confiada, hasta el punto de
recurrir en varias de sus cartas a la imagen materna, para expresar el vínculo espiritual que
le unía a sus catecúmenos55. A los cristianos de Galacia, que se encuentran en inminente
peligro, les habla en estos términos:

51
AP, en EEO II, 776.
52
Ibid.
53
Al final del libro de las Moradas, cuando Teresa de Jesús se propone revelar “qué [cuál] es el fin para el que
hace el Señor tantas mercedes en este mundo”, no puede menos de recordar a san Pablo, a quien considera
místico antes que apóstol: “¿Cómo pensáis que pudiera sufrir san Pablo tan grandes trabajos [apostólicos]?
Por él podemos ver qué efectos hacen las verdaderas visiones y contemplación”. VII M 4,5.
54
Este versículo de la 1ª carta a los Corintios (4,16) la repite con mucha frecuencia Enrique de Ossó, aplicada a
las maestras (Cf. por ejemplo AP, EEO II, 754) .
55
A demás del texto citado (Gálatas 4,19), la metáfora de la maternidad- paternidad aparece en varias
ocasiones referida al Apóstol:
- I Cor 3,2: “Yo, hermanos, como a niños en Cristo os di a beber leche, y no alimento sólido”.
- I Cor 4,14-15.16: “No os escribo estas cosas para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos
míos. Pues aunque hayáis tenido diez mil pedagogos en Cristo, no habéis tenido muchos padres. He
sido yo quien, por el Evangelio, os engendré en Cristo Jesús. Os ruego, pues, que seáis mis
imitadores”.
- II Cor 6,13 y 7,1-2: “Corintios, ¡correspondednos!. Os hablamos como a hijos, abríos también vosotros,
queridos míos. Dadnos lugar en vuestros corazones.
- I Tes 2,7b.: “Nosotros nos mostramos amables con vosotros, como una madre cuida con cariño de sus
hijos […]. Queríamos daros no sólo el Evangelio, sino nuestro propio ser, pues habéis llegado a ser
muy queridos.
- I Tes 2,11: “Como un padre cuida a sus hijos, lo sabéis bien, a cada uno de vosotros os exhortamos.
- En la Carta a los Romanos 8,21-22 los dolores de parto tienen un sentido cósmico y escatológico: “La
190

“Hijitos míos, por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo
formado en vosotros”56.

En esta carta, el Apóstol de los gentiles se sirve de las imágenes maternas de la


gestación y el parto para referirse al lento proceso de educación en la fe. Las dificultades
sufridas por el educador —en este caso el mismo San Pablo— las equipara a los dolores del
parto.

Como el Apóstol, las hermanas de la Compañía tienen clara conciencia de lo que


es nuclear en su misión educativa:

"Formar a Cristo Jesús en las inteligencias por la instrucción, […] en los corazones
por la educación"57.

Consagran a este fin "todas sus cualidades naturales y sobrenaturales." y están


"dispuestas a todo sacrificio". Así lo expresan los Apuntes de Pedagogía, dirigidos
especialmente a las maestras de párvulos, a quienes el Fundador reconoce una misión
privilegiada entre las educadoras. Pero lo que se dice de ellas y a ellas puede y debe
generalizarse a todas las educadoras teresianas:

"Una maestra [de párvulos] para ser buena, perfecta maestra, ante todo debe
ser madre, verdadera madre. Debe revestirse de las entrañas de madre, que
el amor de Cristo, más fuerte que la muerte, le ha de dar"58.

En la Escuela de Santa Teresa, la pedagogía, los contenidos, los medios personales e


instrumentales van dirigidos al mismo fin que perseguía San Pablo, “modelo perfecto de los
grandes pedagogos"59, con sus catecúmenos.

2.1.1. Madres en cuanto Esposas de Jesús

Para explicar el modo de ser materno de la educadora teresiana, el Fundador —aunque


inspirado en el apóstol san Pablo— recurre, sin embargo, a la experiencia espiritual de
Teresa de Jesús, como a la raíz del estilo apostólico de la Compañía. Pues en cada
hermana, la conciencia y la experiencia de esposa, en relación al Señor, es la que hace
posible la conciencia-experiencia de madre en relación a los hermanos. Es un modo
particular de ser maestras, vivido desde la experiencia femenina de Teresa de Jesús.

Esta relación es evidente desde el principio en Los Apuntes de Pedagogía, donde se


insiste en los rasgos esenciales de la maestra teresiana. A pesar de la falta de
sistematización del escrito, impresiona la claridad y la coherencia de ideas en este breve
ensayo que dejó inacabado Enrique de Ossó. Es evidente, por otra parte, que la obra no es
pura especulación, sino que más bien describe lo que las hermanas están viviendo.

Sin duda, el elemento más relevante, consecuencia del matrimonio espiritual, es la


maternidad espiritual de las maestras. Estas mujeres que, enamoradas de Jesucristo,
renunciaron a formar su propia familia —y por lo tanto no viven la experiencia preciosa de la
maternidad natural: engendrar, gestar, dar a luz y educar a sus hijos, con la consiguiente
necesidad de salir de sí y autotrascenderse en ellos, como camino hacia la madurez en el

creación esta en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la


gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y
sufre dolores de parto”.
56
Gal 4,19.
57
PE, en EEO II, 245.
58
AP en EEO II, 843.
59
RT, en EEO III, 894.
191
amor—, sin embargo, en cuanto esposas de Jesucristo, participando de su amor de "chari-
tas" (ágape), pueden dar vida también a innumerables hijos, llamadas a vivir en cuanto
maestras la experiencia misteriosa y enriquecedora de la maternidad espiritual. Así lo
explica el Fundador en uno de sus artículos sobre educación en el que investiga sobre las
causas de la crisis familiar:

“Y como no existen estas madres naturales, menester es que tomen este cargo, el
más importante de todos, otras madres a quienes el amor de Jesucristo ha puesto
entrañas de madre. Y en este caso están las maestras católicas, aquellas a las que,
comprendiendo la trascendencia de este cargo, Cristo Jesús […] al desposarlas
consigo por la fe y por el amor, les ha dado un amor sobrenatural más subido, más
tierno, más constante y perfecto que el amor de madre natural, para formar el
corazón de la niñez”60.

En otro artículo de esa misma serie, aparecía la misma idea ya en diciembre de 1877.
Tampoco aquí habla explícitamente de la Compañía:

“Fortuna que la Religión puede poner entrañas de madre a las que no engendraron
nunca, haciendo fecundas la fe y gracia de Dios a almas que conservan perpetua
virginidad”61.

Y por fin, con estas palabras se dirige Enrique de Ossó a las maestras teresianas, al
comienzo del ensayo de pedagogía:

"No habéis querido, habéis renunciado […] a ser madres según la carne,
escogiendo la mejor parte, esto es, por Esposo único […] a Jesús, y Jesús os ha
hecho madres según el espíritu de innumerables hijos"62.

Sólo desde esta conciencia simultánea de esposa y madre, puede la hermana de la


Compañía realizar su vocación de maestra teresiana. Hay tal interrelación, que el amor
necesario para dar vida como madre, encuentra su fuente en el ser de esposa.

Esa interpretación carismática de la misión de la educadora teresiana se explica sólo


desde una valoración muy positiva de la maternidad —fruto, en el caso de Enrique de Ossó,
de la experiencia de su madre Micaela63. El Fundador de la Compañía, por otra parte, se
sitúa en la tradición neotestamentaria, en la que la fecundidad y la descendencia en el orden
natural —que en el Antiguo Testamento es siempre fruto de una bendición de Dios— tiene
su correlato en el orden de la gracia. Si la Biblia expresa en términos esponsales la relación
de amor entre Dios y la humanidad, no es extraño que la paternidad y la maternidad
humanas sean tomadas por el evangelizador y por el educador cristiano como imágenes
sumamente expresivas de su misión:

“La gracia tiene más fuerza, más hermosura y eficacia que la naturaleza, por eso
sois madres espirituales de innumerables hijos. Vuestra generación y descendencia
¿quién la numerará? Vuestros frutos, ¿quién los podrá contar?”64.

Con tal planteamiento, es evidente que la maternidad espiritual en la Compañía es más


que una bella imagen del evangelizador. Es realidad carismática que, pasando por la
experiencia esponsal de Teresa y por el deseo explícito del Fundador, cada hermana está
llamada a vivir con su personal modo de ser y en su realidad histórica.

60
RT junio de 1878, en EEO III, 860-861.
61
RT, en EEO III, 839.
62
AP, en EEO II, 742.
63
Sería interesante investigar sobre la influencia determinante de la madre en los grandes pedagogos de todos
los tiempos.
64
Ibid.
192

2.1.2. Entrañas de madre, entrañas de Jesús

Las hermanas de la Compañía saben que hacer la experiencia de maternidad espiritual


significa para cada una ser verdaderamente misericordiosa, compasiva, capaz de
conmoverse interiormente ante la debilidad de los hermanos, como si fueran hijos. Según
Enrique de Ossó, tener entrañas de madre y vivir consecuentemente día a día esta
maternidad, no es otra cosa que amar con un corazón manso y humilde como el de Jesús.
El Fundador de la Compañía sabe además, por experiencia, que este aprendizaje de la
maestra sólo es posible en La Escuela del Corazón de Jesús:

“Todas las maestras de párvulos y de la Compañía, irán todos los días antes de
entrar en la escuela de sus párvulos o niñas, a visitar y entrar en su Escuela que es
el Corazón de Cristo Jesús, y meditarán unos minutos esta lección que les da su
divino Maestro: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón. Dejad venir
a los párvulos y no se lo estorbéis”65.

En las múltiples exhortaciones a las hermanas alterna las expresiones que se refieren a
las entrañas de madre y las que se refieren a Jesús:

“Debéis revestiros de entrañas de madre que el amor de Cristo, más fuerte que la
muerte, os dará”66.

O también:

"Revestíos al educar de las entrañas de Jesucristo "67.

Aquellas palabras tiernas de san Pablo a los Gálatas, Enrique de Ossó se las aplica a
Jesús, y por medio del Apóstol, las pone también en boca de los que educan en Cristo:

"Revestíos al educar de las entrañas de Jesucristo, que por su Apóstol San Pablo
dice a todos los que educan: "Hijitos míos a quienes doy otra vez a luz hasta que se
forme Jesucristo en vosotros"68.

Y como es Jesús el punto de referencia, el modelo de identidad, el centro de la


comunidad teresiana y de cada una, el Maestro interior que enseña a amar como Él a
quienes permanecen en Él69, no es extraño que el Fundador de la Compañía argumente de
esta manera:

"La virtud característica del Corazón de Jesús, después de la humildad es la


mansedumbre, la cual debe serlo también de su obra predilecta"70.

El mismo Jesús de Nazaret —que trataba con ternura a los niños, se compadecía de las
multitudes, curaba a los enfermos, perdonaba a los pecadores— es quien enseña
personalmente a la educadora teresiana, instruyéndola interiormente como a esposa71. Así
como la humildad es la actitud de la persona en relación a ella misma en una óptica de
verdad evangélica, la mansedumbre es la actitud de la persona humilde en relación a los
demás. No habrá, pues, mansedumbre sin humildad.

65
AP, EEO II, 747. En el verano de 1894, estando en Roma, escribió Un mes en la Escuela… y Los Apuntes…
66
AP, en EEO II, 743.
67
MR en EEO II 491.
68
MR en EEO II 491.
69
Cf. I Jn. 2,6.
70
SC, en EEO II, 74.
71
Cf. SM: “Práctica de la mansedumbre”, en EEO III, 436.
193
San Pablo, en varias de sus cartas72 invita a los cristianos a ejercitarse en la
mansedumbre, actitud característica del discípulo de Cristo, fruto del Espíritu Santo en
aquellos que viven en Cristo. Y santa Teresa es contemplada por Enrique de Ossó como
mujer amable, atractiva, “robadora de corazones”:

“¿Quién ha habido más amable, más tierna, más afectuosa, más diestra en el arte
de ganar y manejar corazones?”73.

Teresa, maestra de vida, maestra de cordialidad y empatía:

“Pues esta sabia Maestra, no contenta con ser ella afable, lo encarga a sus hijas
encarecidamente, diciéndoles: “Todo lo que pudiereis, sin ofender a Dios, procurad
ser afables y portaros de manera que todas las personas que os traten amen
vuestra conversación y deseen vuestra manera de vivir y no se atemoricen ni
amedrenten de la virtud…”

La afabilidad74, la capacidad de reconocimiento y escucha del otro, que supone una


disposición positiva hacia el diálogo e incluso el gusto por la conversación y el encuentro
amistoso, es para Teresa de Jesús y también para Enrique de Ossó indicio de santidad:

“Mientras más santas, más conversables…mucho hemos de procurar ser afables y


[agradar] y contentar a las personas que tratamos”75.

Esta actitud característica de la educadora teresiana, tiene diversas manifestaciones o


consecuencias prácticas, a las que el Fundador de la Compañía da mucha importancia.

 Cordialidad, que hace atractivas a las educadoras

El Sumario de las Constituciones dedica un breve capítulo a la mansedumbre, de la que


se desprenden unas actitudes esenciales a la misión de educadora, porque “los corazones
cordialmente han de ser tratados para conquistarlos”. Sin largas explicaciones, Enrique de
Ossó sugiere la interrelación que hay entre estas actitudes. Se refiere a la capacidad de em-
pathía y de relaciones cordiales, unida siempre a la capacidad de salir de sí, actitudes
fundamentales en quienes han de ejercitarse en la relación educativa, que es siempre
relación de amor y autotrascendencia:

“Con ella [la mansedumbre] las de la Compañía de Santa Teresa de Jesús serán
dueñas de todos los corazones, porque la mansedumbre o dulzura unida a la
debilidad y a la gracia76 de la mujer le da tal atractivo, fuerza tan misteriosa y
poderosa, que no hay corazón que la pueda resistir […]. Es el más poderoso
imán”77.

72
II Cor 10,1: “Soy yo, Pablo en persona, quien os suplica por la mansedumbre y la benignidad de Cristo, yo tan
humilde cara a cara con vosotros”.- Gal 5,22: “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz,
paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley”.- Ef 4,32:
“Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente, como os perdonó Dios en
Cristo”.- Col 3,12: “Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia,
de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente”.
73
RT 1881-1882, 312, en EEO III, 904.
74
“Afable” es un adjetivo actualmente de poco uso. El DRAE lo define así: “Agradable, dulce, suave en la
conversación y en el trato”. Para comprender su sentido conviene tener en cuenta su origen etimológico, del
lat. affabilis > FABULARE (hablar). La Santa combina afable y conversable como sinónimos.
75
EEO III, 904. (Cf. C 41,7).
76
En el capítulo catorce volverá a aparecer esta misma idea y allí la desarrollamos un poco más.
77
SC, en EEO II, 74.
194
Se pueden leer, en esta clave, en la Revista, las reseñas de fundación y muchos de los
testimonios de personas próximas a la Compañía. La amabilidad o cordialidad o "sim-phatía"
aparece como rasgo distintivo del grupo, y de cada hermana78.

Las profesoras tienen conciencia de que deben comportarse con las alumnas con
amabilidad, de manera que ellas también las puedan amar. Es fundamental en la Compañía
ofrecer a niños y jóvenes unas relaciones verdaderamente cordiales con sus profesoras:

"Uno de los principales cuidados para lograr el fin de la Compañía, debe ser el
ganar el corazón y la confianza de las niñas a quienes educan, con el fin de
ganarlas para Jesús, no para sí"79.

A pesar de que la vida de la Compañía se desarrolla sobre todo hacia dentro, y en aquel
tiempo era poco fluida la comunicación sobre todo entre los de “diferente sexo”, el Fundador
insiste a las hermanas en mantener unas relaciones cordiales y amables con todo el
mundo80.

Las hermanas serán amables y atractivas en la medida en que vivan la autenticidad de la


entrega y ese amor desprendido que busca siempre el bien de las educandas. Pero
además, Enrique de Ossó les ha repetido incansablemente una frase —un principio
antropológico sencillo—, que aparece ya en las primeras Constituciones:

"Los corazones han de ser tratados cordialmente para conquistarlos"81.

Así es nuestro corazón. Reclama, aun sin saberlo formular, comprensión,


reconocimiento, misericordia, calor humano. Enrique de Ossó conoce el corazón del niño, de
la joven, de los adultos a veces tan golpeados. Él mismo ha sabido cultivar la delicadeza en
el trato y la cordialidad como rasgos característicos de las relaciones personales en la
Compañía, imprescindibles en una educadora teresiana. Por eso las hermanas "piden a
Jesús y su Teresa les den gracia especial para atraer con sus palabras al amor de Jesús"82
y se ejercitan diariamente en las relaciones sencillas y amables:

“La paciencia, afabilidad, mansedumbre, humildad y caridad debe brillar en todos


sus actos”83.

 Paciencia: Educadoras comprensivas y pacientes

La paciencia es otra de las manifestaciones del amor de la educadora que está


convencida, como la madre natural, de que la educación es una empresa larga que merece
la pena. Una de las Cartas sobre la Educación de la Mujer está exclusivamente dedicada a
la paciencia:

“¿Se cansa una madre de repetir una y mil veces una palabra a sus hijos cuando
empiezan a desatar su lengua? ¡Cuánto menos, pues, nos hemos de cansar
“nosotros” los educadores […]”84.

78
Por ejemplo, leemos en una carta de Enrique de Ossó a las hermanas de Puebla, la impresión de la gente, en
la inauguración del colegio del Refugio de Madrid Puebla: “Las gentes contentas de las hijas de la santa
Doctora. Dicen que son muy finas y amables· Escrita en 11/2/89 (Inédita en AGSTJ, E. Vol.4,82 ).
79
PE en EEO II 249.
80
Cf. Oficios (OC), en EEO II, 191-193.
81
SC, en EEO II 74.
82
PE en EEO II 251.
83
PE, en EEO II, 244.
84
Cartas sobre la Educación de la mujer (CEM), en EEO III, 909.
195
El Fundador de la Compañía como el labrador que trabaja la tierra sin descanso,
esperando la cosecha a su tiempo, ha hecho experiencia de ello:

“No es obra de un día la formación del corazón en el orden moral, así como
tampoco se forma el hombre en un día en el orden físico. Nuestro modelo —dice
Santiago— sea la conducta del labrador, que espera con paciencia el tiempo
bonancible para la cosecha, temprano y tardío”85.

También san Pablo insiste con paciencia a sus catecúmenos, instruyéndolos en sus
deberes, con amor:

“El escribiros las mismas cosas que ya os tengo dichas no me es a mí molesto,


toda vez que os es a vosotros necesario”86.

Pero es el mismo Dios, “modelo del perfecto educador”, quien espera a la persona con
infinita paciencia:

“Vos, Señor —decía san Agustín convertido a mejor vida—, Vos, Señor, poco a
poco, con paciencia, con mano suavísima y misericordiosísima, trocabais y
componíais o rehacíais mi corazón”87.

Así lo reconocía la Madre Teresa, quien con su autoridad de maestra, pone punto final al
artículo:

“…Si nuestra seráfica Madre, que tan a fondo conocía la verdad, no se cansa de
repetir que la paciencia todo lo alcanza, con más justicia lo hubiese repetido en
nuestro caso. Ella, Madre espiritual de numerosísimas hijas que formó su espíritu,
sabía por experiencia que esta virtud de la paciencia es la más necesaria en el
trato, corrección y mejoramiento del prójimo”88.

Enrique de Ossó añade que esta actitud educativa hay que pedirla con humildad:

“El Señor Jesús, y su pacientísima esposa Teresa, nos dé su gracia y favor para
continuar nuestra obra [educativa] con paciencia y perseverancia”89.

 Capacidad de adaptación: Educadoras que se adaptan a los niños

No es posible educar en la Escuela de Santa Teresa si las maestras no son madres


verdaderas, quienes adaptarán a las características y a las capacidades de niños y jóvenes
los conocimientos conceptuales, las actitudes y los valores:

"La maestra, como la madre, debe comer los manjares sólidos (verdades,
transformarlas en leche, alimento proporcionado). Todo lo que lee, estudia,
observa, etc., lo ha de invertir en sustancia para sus hijitos"90.

85
CEM, en EEO III, 908.
86
Fp 3,1 citado en CEM, EEO III, 909.
87
CEM, en EEO III, 908.
88
CEM, en EEO III, 910.
89
Ibid.
90
AP en EEO II 796.
196

 Concordia, estima mutua y colaboración: Educadoras que participan de un


proyecto común.

En el Colegio, las hermanas trabajan por fomentar lo que es motivo de unidad,


relativizando las diferencias, conscientes de que han recibido la misión del Señor y la
comparten entre todas:

"Debe reinar entre las profesoras la unión más cordial y perfecta en Jesús y su
Teresa"91.

La conciencia de compartir una misión recibida se alimenta especialmente en los


momentos de oración en común. Además de la llamada Oración de la Compañía —que se
reza en comunidad al terminar la jornada— las hermanas se reúnen, antes de acudir a las
clases, para invocar al Espíritu Santo, agente principal de la educación. Así lo prescribe el
Plan de Estudios:

“Diez minutos antes de la hora de clase […] deben reunirse todas las Profesoras en
el Oratorio para rezar en común el Veni Sancte Spíritus […] para hallarse después
cada Profesora en su clase o sección respectiva, antes de empezar las clases”92.

Viven el servicio de la autoridad en actitud evangélica, como servicio, tal como Jesús
enseñó a los Apóstoles:

“La que pareciere ocupar cátedra o puesto más elevado, no se prevalga de ello
jamás para mostrar la menor pretensión de superioridad sobre las otras, pues
aquella que quiere ser mayor entre las Hermanas de la Compañía de Santa Teresa
de Jesús, debe ser la ministra o sierva de todas, según el espíritu del Evangelio”93.

Comparten también los conocimientos y habilidades personales, de manera que las que
más saben enseñan a las otras:

“Que ninguna Profesora, hija de Teresa de Jesús, caiga en el defecto feísimo de no


querer comunicar o enseñar, a las demás Hermanas, lo que sabe. No imite al siervo
inútil del Evangelio. La caridad, al contrario, exige que el bien se comunique, pues
crece con ser comunicado, y como es común todo en la Compañía, se aumenta el
mérito”94.

Las hermanas “trabajan todas a una para conciliar el respeto, aprecio y obediencia de las
niñas”. Jamás se desautorizan en público, ni “desaprueban o critican los actos” de las
hermanas, “sino más bien excusan sus faltas y cubren sus defectos con caridad y destreza:

“Hablando siempre bien unas de otras y manteniendo la autoridad y buen nombre


de todas, apoyándose y defendiéndose mutuamente”95.

En el aprecio y valoración de unas a otras, cada cual estima a las demás como a
superiores —según el consejo paulino96—, reconociendo la imagen de Jesús en cada una
de las hermanas97. En esta perspectiva, pueden hacerse extensibles a todas las
recomendaciones del Catecismo de Directoras. Los apartados titulados "Enseñar con el

91
Ibid., 246.
92
EEO II, 247.
93
PE, EEO II, 246.
94
PE, EEO II, 247-248.
95
PE, EEO II, 251.
96
Fp 2,3: “Nada hagáis por rivalidad ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás
como superiores a sí mismo, buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás”.
97
SC, en EEO II p.88.
197
ejemplo" y "Los deberes consigo misma", dirigidos a la superiora, son una propuesta lúcida
y realista de ascesis, con vistas a la amabilidad:

El primero de ellos está redactado en tono exhortativo, dirigido a cada superiora o al


conjunto:

“Sed afables y no intimidéis a nadie. Atraed, atraed […].Recibid con agrado a todo
el mundo. Nunca os neguéis a una hermana. Sois la sirvienta de todas en vuestro
cargo”98.

El segundo, escrito en forma más impersonal, es una enumeración de comportamientos


reactivos que la superiora —y nosotros añadimos, cualquier educadora— deben combatir:

“No debe mostrar nunca mal humor o cansancio”


“No debe mostrar impaciencia, ni desaliento, ni suspicacia”
“Nunca debe pretender que impere su voluntad o capricho"99.

Cordialidad, paciencia, capacidad de adaptación, espíritu de concordia y colaboración


son manifestaciones de una profunda actitud interior. No se trata únicamente de formación
pedagógica o "dulzura natural" de las hermanas. Esta disposición educativa radical procede,
sobre todo, de la unión con Cristo:

"Debéis revestiros de entrañas de madre que el amor de Cristo, más fuerte que la
muerte, os dará"100.

2.1.3. Sufrir "dolores de parto" para dar vida

Continuando con la imagen materna de san Pablo, Enrique de Ossó expresa


frecuentemente en esos términos la dimensión pascual de la educación. “Sufrir dolores de
parto” para dar vida es el precio de la maternidad espiritual vivida por la educadora
teresiana con realismo y alegría. Leemos en el Plan de Estudios, dirigido especialmente a
las maestras de párvulos:

"Trátenlos con tiernísimo cariño y amor; como nodrizas que alimentan a sus
hijitos, como madres que los dan otra vez a luz con grandísimos dolores y traba-
jos"101.

La disposición inicial de las hermanas para todo sacrificio, se concreta día a día en el
ejercicio de la educación, con la conciencia y la experiencia de que "El apostolado de la
Enseñanza es apostolado de sacrificio…”:

“Mas considerando el ejemplo de Jesucristo, de los Apóstoles y Santos, de su


Madre y Doctora, todo se les hará fácil. Serán mártires si necesario fuere por el
estudio y enseñanza por Jesús y su Teresa. ¡Y qué de buena gana!"102.

Las hermanas realizan con entusiasmo y eficacia su tarea, sin medir esfuerzos, con la
certeza de que la educación es el apostolado más eficaz para ellas que cuentan con la
gracia de Dios, que las llama a compartir de esta manera su misión. Enrique de Ossó insiste
en la importancia que tiene clarificar el objetivo y recordar el fin para ejercitar
adecuadamente los medios:

98
DS, en EEO II, 807.
99
DS, en EEO II 795 y 807.
100
AP, en EEO II 743.
101
PE, en EEO II, 253.
102
PE en EEO II, 250.
198
"Las niñas que ahora formáis con tanto trabajo serán mañana madres de familia, y
si las educáis bien podrán salvar una familia, una ciudad, innumerables almas.
Animaos con esta consideración a tomar con garbo este apostolado de la
enseñanza que es el de mayor sacrificio"103.

Quiere el Fundador que las hermanas sean muy conscientes de que esta difícil tarea
requiere buena salud, fuerzas físicas y espirituales:

“Deben tener vocación: dotes físicas, intelectuales, afectivas, morales”104.


"Con la salud del cuerpo tenga prudente cuidado, para gastarla en el apostolado de
la enseñanza a la mayor gloria de Dios"105.

Toda la comunidad, y especialmente las hermanas que tienen responsabilidades


comunitarias, han de velar por la salud física, psíquica y espiritual de cada una:

"La comida será abundante y sustanciosa [...] de manera que las hermanas tengan
fuerzas para ejercer bien su fatigoso apostolado de la enseñanza"106.

2.2. MAESTRAS DE ORACIÓN

En el capítulo octavo de las Constituciones de la Compañía, dedicado a la Oración,


encontramos estas dos afirmaciones fundamentales: “Las de la Compañía [están]
destinadas a ejercer el Apostolado de [el cuarto de hora de] oración por todo el mundo”. Y
un poco más abajo: “Deben ser, pues, […] maestras de oración, las de la Compañía”107.
¿Identifica Enrique de Ossó las dos expresiones? Cuando habla del apostolado de la
oración, ¿está diciendo lo mismo que cuando habla del magisterio de la oración?

La expresión, apostolado de [la] oración no podemos dejar de relacionarla con un


movimiento difundido por toda Europa a mediados del siglo XIX, y llamado precisamente, “El
apostolado de la Oración”108. Desde 1862, el P. Ramière S.I. fue quien dirigió y extendió este
movimiento por España. Y de este jesuita tomó Enrique de Ossó aquella frase tan repetida
en la Revista Teresiana y en todos sus escritos: “La oración es la condición esencial de la
vida sobrenatural, y el medio de salvación más fácil, más indispensable, más universal y
más eficaz”109.

Sería interesante conocer más a fondo la relación y las afinidades de este movimiento
popular de oración con Enrique de Ossó y la Compañía pero, de cualquier manera, es
seguro que influyó en el Fundador de la Compañía. El sentido general de la expresión, sin
embargo, tiene un significado diverso en la Compañía de santa Teresa. Para su Fundador,
“apostolado de la oración” significa, en primer lugar, la oración de un apóstol, que
naturalmente es oración apostólica. La oración de Enrique de Ossó, la oración de las
hermanas, la oración de cualquier cristiano consciente de su relación con Dios, es ya
apostólica, como lo fue para Teresa de Jesús y sus monjas del Carmelo.

Sin hacer un análisis exhaustivo, conviene decir una palabra sobre el significado que
tiene la oración para Enrique de Ossó. Para él, como para Teresa de Jesús, la oración es
103
MR, en EEO II, 491-92.
104
AP, en EEO II, 747.
105
SC, en EEO II, 100.
106
C, en EEO II, 95.
107
SC, en EEO II, 42.
108
Un movimiento eclesial, que nació en 1844, vinculado a la devoción al Corazón de Jesús, y promovido por la
Compañía de Jesús a través de la revista El Mensajero del Corazón de Jesús.
109
Citada con el nombre del autor en GC, en EEO I, 107.
199
sobre todo, verdadero encuentro de amistad con Dios. Por parte del cristiano, orar es un
ejercicio de fe que actualiza esa realidad misteriosa: Dios está aquí —en mí— y me invita al
encuentro. En definitiva, para el hombre y la mujer creyentes, orar es la capacidad de vivir
conscientemente la condición de hijos de Dios, que se realiza siempre en el Espíritu Santo.

En ese encuentro tan especial que es la oración, se dan cita Dios y la persona orante.
Saber verdaderamente quién es Él, el Señor, y quién soy yo es el primer fruto y el mejor
regalo del encuentro.

Si orar es tomar conciencia de esa realidad misteriosa —Dios está presente en mi vida y
me llama continuamente a la relación de amor con Él— y ejercitar conscientemente la
relación, el diálogo, el encuentro de amor, entonces la relación de amistad con Dios en
Jesús, a solas y de Tú a tú, es una necesidad, una realidad constitutiva del apóstol, de la
esposa:

“Los llamó para que estuvieran con Él y para enviarlos”, dice el Evangelio110.
“No hayas miedo, hija, que haya nada que te separe de mí”, le dice Jesús a la
Santa111.

De ahí la expresión repetida en los textos de la Compañía: “Se consagran a la oración”,


“se dedican a orar”. Porque “la oración es el alma de la Compañía, su fundamento, su
sostén”112.

Enrique de Ossó sabe por experiencia que “nuestra capacidad viene de Dios, que nos ha
dado su Espíritu”113. Desde su juventud ha llegado a una hermosa síntesis que comparte
con sus discípulos y discípulas y que ha dejado escrita en las Constituciones de la
Compañía como fórmula esencial:

“Nada podemos hacer sin Jesús. Todo lo podemos con su gracia”114.

Ya en su primera obra, la Guía del Catequista, aparecía esta idea y las fuentes bíblicas
de la doble convicción que comporta:

“Si es una verdad de fe que conviene tener siempre presente […] lo que dijo
Jesucristo: Sin mi nada podéis hacer; también es igualmente verdad, como
exclamaba el apóstol san Pablo: Que todo lo puedo en Dios que me conforta”115.

Y explicaba a los catequistas “la clave” de su actitud ante la vida:

“Este todo y esta nada son como los dos puntos cardinales que obran las maravillas
de la gracia. Todo con Jesucristo, nada sin Él”116.

En los libros sobre oración, así como en los Ejercicios Espirituales escritos para las
hermanas, Jesús aparece siempre como modelo y Maestro de oración:

“Atiende a la oración de Cristo y de ella aprenderás el modo de orar


provechosamente. Busca Cristo, en primer lugar, la soledad para orar […]. Lo hace
con gran reverencia y humildad […] su oración [está] llena de confianza”117.

110
MC 3,13.
111
CC 25ª.
112
SC, en EEO II, 42.
113
Cf. I Cor 2, 10 y 12, 3b.
114
SC, capítulo de la “Humildad profundísima”, que continúa así: “…Y si la humildad es la verdad, en comprender y ajustar
las de la Compañía de Santa Teresa de Jesús sus obras a estas dos grandes verdades estará la verdadera humildad”. EEO
II, 72.
115
GC, en EEO I, 86. Las fuentes de esta afirmación son Jn 15,5 y Fp 4,13.
116
Ibid.
117
EE, en EEO II, 709.
200

No hay modo mejor para aprender la oración cristiana que contemplar a Jesús en su
oración al Padre. Re-presentarlo en el propio interior con la conciencia de que habita dentro
de nosotros. Escuchar sus palabras y hacer nuestra, con sus mismas actitudes filiales, la
oración que Jesús enseñó a sus discípulos, el Padre Nuestro.

2.2.1. Oración de petición y acción de gracias

Desde esta conciencia creyente, podemos entender el primado de la oración de petición y


de acción de gracias, tanto en su experiencia como en su magisterio. La oración evangélica,
tantas veces recomendada por Jesús a sus discípulos, oración que naturalmente brota de
quien se sabe necesitado y pobre, pero amado por Dios y capaz de dirigirse con plena
confianza al Padre de Jesús.

El Señor no se cansa de repetir en el evangelio: “pedid y recibiréis” (Mt 7,7), “todo


lo que pidáis con fe ya lo habéis recibido” (Mc 11,24) y “lo que pidáis al Padre en mi
nombre, os lo dará” (Jn 16,23). Y “donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí
estoy yo en medio de ellos”( Mt 18,20). Enrique de Ossó ha escuchado y creído y
experimentado personalmente estas palabras. Cuando en abril de 1877 escribe
aquella oración carismática, que ha pasado a la tradición como “Oración de la
Compañía”, el Fundador sabe ya como Teresa que “sus Palabras son obras” y que
“su amor no puede dejar de obrar”.

Esta oración, temprana síntesis del carisma de la Compañía, pone de relieve que es
Jesús el centro de la Comunidad de hermanas teresianas, con-vocadas por Él y reunidas en
su Nombre. La primera parte de la oración es impresionante, pues se reduce a una
confesión de fe comunitaria en su Palabra:

“Señor Jesucristo: Tu lo dijiste, Padre nuestro muy amado, y tu palabra no puede


faltar. Tú lo prometiste, Dios nuestro, y tu promesa se ha de cumplir. Tú lo juraste,
Rey nuestro, y tu juramento no puede ser falso. Tú lo repetiste, Maestro nuestro, y
no lo puedes olvidar: Que “todo lo que pidiéremos al Padre …”.

Solo a partir de esa fe compartida, que es la que construye la comunidad, tiene fuerza y
sentido la petición insistente y confiada de la segunda parte:

Aquí, pues, nos tienes reunidas en tu Nombre […] en una misma fe y confianza y
amor y deseos a las que venimos a formar la Compañía de Santa Teresa de Jesús.
Y te pedimos, Señor, […] la gracia de […] conocerte y amarte y hacerte conocer y
amar por todos los corazones…”118.

Enrique de Ossó pide para sí e invita a pedir constantemente la gracia de Dios, sin la
cual nada podemos. Los dones del Espíritu Santo, y en especial el don de sabiduría por el
cual “no sólo se conoce a Dios, sino que se le gusta por experiencia”119. “El espíritu de
oración y celo que animaba a los apóstoles”120. La fe, el amor, la confianza, la humildad y la
magnanimidad teresiana. El Fundador de la Compañía convierte en oración sus deseos, de
manera que repite como petición obsesiva “conocer y amar de Jesús“:

“Único deseo que llena nuestra alma, aspiración la más viva de nuestro corazón
súplica la más constante y casi exclusiva que sabemos hacer a nuestro buen Dios en
nuestras pobres oraciones y sacrificios […].No sabemos pedir otra cosa que la
gracia de conocernos y conocer a Jesús […] amarlos siempre y hacerlos conocer y

118
Texto autógrafo ya citado en el capítulo octavo.
119
NES, en EEO III, 747.
120
Citado por J. Bta. ALTÉS en Apuntes Biográficos V: RT 1895-96, 270.
201
amar por todos los del mundo. Esto pedimos siempre […] y esto pediremos toda
nuestra vida, y esto deseamos pidan preferentemente las Hijas de María y Teresa
de Jesús, y todos los que se interesan por su mayor gloria”121.

El amor apostólico le lleva no sólo a trazar proyectos y a realizarlos, le mueve sobre todo
a ponerlos en las manos del Señor, pidiéndole que los haga fecundos:

“La oración es la palanca omnipotente puesta a nuestra disposición para levantar los
corazones al cielo”122.

Y junto a la petición, está siempre la acción de gracias por todo lo que recibimos y, sobre
todo, por lo que somos, que viene también de Dios. La oración de acción de gracias supone
la capacidad de gratitud cultivada. “Si no conocemos que recibimos no despertaremos a
amar”123, nos advierte la Santa de condición agradecida, que se ejercitaba en la conciencia
del don de Dios, al que nunca llegó a acostumbrarse. Es la actitud de María en el Magníficat,
evangelio de la gracia salvadora del Señor. Ser agradecidas, como Teresa de Jesús, es una
de las actitudes genuinamente cristianas, que fundamentan la confianza y generan un
talante alegre y optimista, necesario para anunciar a Jesús en nuestro mundo.

2.2.2. La oración de Intercesión

Una de las dimensiones de la oración apostólica es precisamente la oración de petición a


favor de los otros, y en el sentido que el Señor la recomienda en el evangelio: “La Mies es
mucha y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a la
mies”124. Es ésta una de las formas de oración especialmente eclesial, porque se orienta
hacia la Iglesia y el mundo.

Es un modo específico de oración de petición. Intercesión por la Iglesia y su Vicario,


por los sacerdotes y los misioneros, por los cristianos, y también por los que no
creen. Todos los sectores de la humanidad y de la Iglesia encuentran cabida en el
alma del apóstol.

A las hermanas les pide insistentemente Enrique de Ossó:

“Rueguen con gran fervor por los fines de la Compañía de Santa Teresa de Jesús,
y en especial por las personas que son de mayor importancia para el bien común
de la Iglesia”125.

Cada una de las hermanas, esposas de Jesús preocupadas por la llegada del Reino,
aprovechan muchas ocasiones para presentarle los niños y las jóvenes que Él mismo les ha
confiado. Hablan con Jesús de sus intereses, disciernen con Él la Voluntad del Padre, le
presentan las dificultades apostólicas, sus límites personales y los de las hermanas con las
que comparte la misión. Y le devuelve los éxitos.

Tratan con el Señor no sólo los asuntos relacionados con su tarea o la de la Compañía,
porque “nada de lo que pueda promover los interese de Jesús en grande escala debe ser
mirado con indiferencia por las de la Compañía”126. Les preocupa y oran por toda la Iglesia y
por la humanidad entera. Los dolores y las alegrías, los temores y las esperanzas, las

121
VJ, en EEO I, 485.
122
SC, en EEO II, 43-44.
123
V 10,4.
124
Lc 10,2. Sobre la oración de petición y más concretamente, de intercesión por la Iglesia y la humanidad
entera, se puede leer el ensayo de K. RAHNER, Misión de oración, en Escritos de Teología III, Taurus,
Madrid 1968, 239-250. Ayuda a redescubrir el profundo valor de esta oración, hoy quizás algo olvidada.
125
SC, en EEO II, 44.
126
SC, en EEO II, 14.
202
enfermedades, las injusticias, las rivalidades entre los hombres, el desamor… todo cabe en
el corazón ardiente de la esposa de Jesús, “que ha venido a traer el fuego del amor de Dios
a los corazones de los hombres”127.

Educadores y catequistas, misioneros de lejanas tierras, obispos y sacerdotes tienen un


lugar privilegiado en su oración, pues de ellos depende de manera especial la misión
evangelizadora de la Iglesia. La mujer —cualquiera que sea su edad o profesión—, los
jóvenes y los niños son también especiales destinatarios no sólo de las actividades
educativas, sino de la oración apostólica de las hermanas. En sus manos está el futuro de la
Iglesia y de la sociedad. Ellos son "los representantes de las generaciones futuras”128.

Como Teresa de Jesús, y como el mismo Jesús en sus oraciones nocturnas, las
hermanas de la Compañía ruegan con fe al Padre por las necesidades de la Iglesia, por el
mundo y por la Compañía. Oran no sólo en el silencio o en comunidad, sino que asocian a
esta oración de intercesión a los niños y niñas a quienes educan, pues la oración de los
niños es especialmente valiosa a los ojos de Dios:

“Y no sólo nuestra oración hemos de hacer valer para alcanzar del Corazón de
Jesús todo lo que convenga, sino principalmente la de las niñas, angelitos
inocentes, a quienes se educará. “No he pedido cosa alguna con los niños que no
haya alcanzado”, decía el gran devoto de santa Teresa de Jesús, san José de
Calasanz”129.

Este oración de intercesión, insistimos, está inspirada y se asocia siempre a la oración


de Jesús al Padre, el único Intercesor. La víspera de su pasión oró con insistencia por la
Iglesia y por todos los hombres, en la llamada oración sacerdotal. Y sacerdotal es también la
oración de Jesús resucitado, a la derecha del Padre, hasta la consumación de los siglos.

2.2.3. La oración mental

La oración es una actividad misteriosa en el interior del hombre, a la vez humana y


teologal. En cuanto actividad humana, la oración es un acto total de la persona que requiere
la libertad disponible para el encuentro y sus consecuencias. Se llama mental porque en ella
predomina la actividad interior de pensamiento y afecto. Actúan principalmente las
facultades interiores: imaginación y entendimiento junto con la fe; afecto y voluntad, con el
amor. Y admite varias modalidades según sea mayor o menor la actividad. La meditación y
la contemplación son las modalidades más características y entre medias se encuentran
otras formas como la oración de recogimiento o de quietud130.

Teresa de Jesús es maestra de las diversas formas de oración mental, en las que
predomina la relación interpersonal. Ella misma la define en el libro de la Vida como nadie
antes se había atrevido a hacerlo:

“Que no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad,


estando muchas veces tratando a solas, con quien sabemos nos ama”131.

Es una oración de tú a Tú, en la que lo sustancial son las personas y la relación cultivada
en fe y amor —la presencia, la mirada, la escucha de su Palabra—, por encima de todo otro
contenido. Relación de amistad libremente cultivada, que genera conocimiento y aumenta el
amor. Así la explica Teresa:

127
Expresión tantas veces repetida por Enrique de Ossó, glosando a Lc 11,49.
128
Cfr. AP, en EEO II, 747.
129
SC, en EEO II, 42.
130
Cfr. F. RUIZ, Caminos del espíritu. Compendio de teología espiritual, Ed. Espiritualidad, Madrid 1974, 284 y
ss.
131
V 8,5.
203

“Que entendamos con quién estamos casadas, qué vida hemos de tener […] qué
tierra es ésta adonde me ha de llevar, y qué bienes son los que promete darme,
qué condición tiene, cómo podré contentarle mejor, en qué le haré placer, y estudiar
cómo haré mi condición que conforme con la suya […]. Ésta es oración mental,
hijas mías, entender estas verdades”132.

Esta forma de oración es compatible con cualquier otra, y de alguna manera ha de estar
presente en todas. Enrique de Ossó, siguiendo el magisterio de Teresa de Jesús, ofrece de
manera sistemática una pedagogía de la oración mental en los Diálogos de su primer libro
de oración, El Cuarto de Hora133.

En uno de los artículos de la RT explicará en qué consiste la oración mental teresiana,


distinta de la prácticas devocionales populares —con fórmulas hechas— o de la oración
litúrgica. La oración de meditación o de recogimiento interior se distingue de la litúrgica. Es
más bien prolongación o preparación de la oración oficial de la Iglesia:

“La oración que Teresa de Jesús enseña […] no es la litúrgica de todos, en su


forma social en la que la Iglesia ruega todos los días por las necesidades de sus
hijos. Esta oración pública continuará siempre en la Iglesia […]. Teresa de Jesús,
encargada por su Esposo de mirar por su honra como verdadera esposa suya,
reconociendo que todo lo puede la oración, que la oración es la palanca
omnipotente puesta por Dios en manos del hombre para elevar todo el mundo al
cielo, consagra todo su celo a enseñar a los hombres las lecciones de la oración
individual, particular, práctica muy olvidada entre los fieles. La mayor parte de sus
escritos no tienen otro objeto que enseñar a orar”134.

Lo que está poniendo de relieve el Fundador de la Compañía es la importancia de este


modo de oración personal conscientemente ejercitada por el hombre y la mujer que se
encuentra con Jesús y le mira, le escucha y le habla, o simplemente deja que el Señor esté
con él135.

Además del Cuarto de Hora de Oración, Enrique de Ossó escribió muchos artículos en la
RT invitando a orar y enseñando a hacer oración. De oración trata la larga serie de artículos
Desde la Soledad, firmados bajo el pseudónimo de El Solitario, un hombre de acción
acostumbrado a distanciarse de la actividad, recogiéndose en su interior en medio del
bullicio del mundo. Amigo, también, de retirarse periódicamente a lugares solitarios para
escuchar la voz de Dios y discernir los modos de actuar.

Eso mismo enseña a sus discípulos, los lectores y lectoras de la Revista Santa Teresa. A
las jóvenes de la Archicofradía les propone unos minutos diarios de encuentro, a solas con
Dios, como compromiso fundamental de las asociadas. Para ellas había escrito El Cuarto de
Hora de Oración. Allí encuentran estas discípulas de Teresa el modo y la materia para orar
cada día:

132
C 22, 7 y 8.
133
CH, en EEO I, 243-255 y 295-301. Son una verdadera catequesis de iniciación a la oración cristiana. A través de los dos
diálogos entre Teresa y la joven orante, Enrique de Ossó dosifica lo esencial de la doctrina teresiana sobre la oración. En
el primer diálogo ofrece una idea clara, accesible y atractiva de la oración. Aparecen las imágenes del huerto, del agua, la
necesidad de la determinada determinación, así como la relación entre la oración y la vida práctica. Termina con el tema
de la oración como “trato de amistad”. El segundo diálogo se centra y pone de relieve el tema de la interioridad teresiana,
que consiste en entrar dentro de sí, hasta llegar a la morada interior en donde habita Dios. Y en centrar la atención en
Cristo y comunicarse personalmente con Él. Se trata de educar la conciencia de la presencia, la mirada, el oído, la
respuesta. Como la Santa, insiste en la importancia de encontrar el propio camino de interiorización.
134
“Santa Teresa de Jesús, Nueva Débora VII, en RT 1886-87, 290-291.
135
En el capítulo 8º de Vida la Santa explica el dinamismo de este trato de amistad, en el que los niveles de conciencia y de
presencia y actividad por parte del orante pueden ser diversos. En algunos casos, la libertad y la acción del orante es muy
escasa, y sin embargo el Señor actúa, como dice ella de sí misma, “sólo porque deseaba y procuraba algún lugar y tiempo
para que [él] estuviese conmigo. Y esto muchas veces sin voluntad, por gran fuerza que me hacía o me la hacía el mismo
Señor” (V 8,8).
204

“Jesucristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida de nuestras almas, el Pan vivo


que descendió del cielo, que las sustenta y vigoriza. Y como con el pan todo se
come, así la vida, pasión, muerte, resurrección y gloria de Jesucristo deben ser la
materia preferente y más ordinaria de nuestra meditación”136.

Con El Cuarto de Hora aprendieron a orar las jóvenes de la Compañía. Este librito, y
sobre todo los escritos de Teresa de Jesús, les acompañan en su camino de oración que
implica la vida entera. La centralidad de la persona de Jesús en la oración y en la vida de la
Compañía no ofrece duda, la hemos visto en todos los capítulos. Transcribimos un texto
inédito del Fundador escrito en 1881, que se titula “Amor a Jesús”. Una vez más pone de
relieve la integración de todas las actividades en la vida en Cristo, propia de la vida y la
misión de la Compañía:

“Como todas las de la Compañía de santa Teresa de Jesús han de ser almas de
fuego que abrasen el mundo en el amor de Jesús, deben dedicarse a su
conocimiento y amor con preferencia, estudiando y meditando su vida santísima.
Así que el tema o materia de las meditaciones, lecturas, conferencias de siempre o
por lo general debe ordenarse a adquirir este conocimiento y amor perfectos. No se
pierda esto de vista jamás.
Por esto, la vida, las virtudes de Jesús y su imitación práctica debe ser su principal
ocupación. Siempre con Jesús, cabe Jesús, por Jesús, a Jesús, para Jesús. De
este modo cumplirá el fin de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, que no es
otro que extender el reinado de su conocimiento y amor.
Las fiestas, pues, de Jesús en especial su nacimiento, se han de celebrar con gran
devoción”137.

2.2.4. Espíritu de oración: oración continua

La presencia de Dios en nuestra vida, de la que tomamos conciencia en la oración, no se


agota sino que se mantiene en las actividades, aunque no necesariamente de manera
refleja. Éste es el espíritu de oración. Una actitud de relación con Dios vivida sencillamente
en lo cotidiano. A ella se refiere Jesús en el evangelio cuando invita a “estar en vela, orando
en todo tiempo, para que tengáis fuerza”138. También san Pablo exhorta, al final de algunas
cartas, a mantener esa actitud orante: “siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión
en el Espíritu”139. Y “sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias”
140
.

Las Constituciones de la Compañía hablan de esta actitud como de algo característico


del Instituto: “El espíritu de oración y unión con Jesús es el de la Compañía de Santa
Teresa de Jesús”141. Espíritu que anima la oración explícita en los tiempos dedicados a la
meditación o contemplación del misterio de Cristo. Espíritu de unión con Jesús que sustenta
todas las actividades de la educadora teresiana. La actitud de quien se va revistiendo de
Cristo, la de aquellas personas para quienes la vida es Cristo, como lo expresa el lema del
Instituto: “Todo por Jesús”142.

136
CH, en EEO I, 242.
137
Jesús, 31/3/1881. (Inédito, en AGSTJ, E. Vol.25,14 )
138
LC 21,36.
139
Ef 6,18.
140
Col 4,2.
141
SC, en EEO II, 42.
142
El último capítulo del SC, titulado “Complemento o recapitulación: Hacer todas las cosas con espíritu de fe
viva”, desarrolla este tema. Dice: “Todas las cosas por Jesús, a Jesús, con Jesús, para Jesús”. SC, en EEO
II, 132.
205
Enrique de Ossó, en quien el Espíritu Santo “unió maravillosamente una oración continua
con una actividad apostólica incansable”143 estaba capacitado para formar a las hermanas
en la unidad de vida propia del apóstol y de la esposa. En su correspondencia con las
hermanas, les recuerda con mucha frecuencia cómo han de cuidar en todo momento y lugar
esta actitud orante necesaria para no reducir el servicio apostólico a una actividad
compulsiva y febril desvinculada de su verdadero sentido, que no sería sino activismo.

Sabe, por otra parte, que en el cada día no hay separación neta entre el espíritu de
oración y la oración misma, por lo que propone cultivar también el espíritu de unión con
Jesús, retirándose de vez en cuando la persona a su interior. Lo recomienda en sus libros y
artículos de oración, y en las cartas anima a las hermanas a este ejercicio:

“En medio del trabajo, ¿sabes orar con Jesús? […]. Jesús ora en todo tiempo, y te
enseña a orar en todo tiempo, ocasión y lugar […]. Hazte en tu corazón un oratorio,
y allí en medio de las ocupaciones de la vida, retírate de vez en cuando a amar,
adorar y acariciar a Jesús. Nadie puede estorbártelo si quieres”144.

Junto a la expresión oración continua encontramos otra en sus escritos, oración activa.
Leamos, por ejemplo, lo que le contesta el Fundador a una joven que acababa de llegar al
noviciado, y que a juzgar por la respuesta, deseaba dedicar más tiempo a la oración
explícita:

“La mejor oración es la activa, esto es, la que junta el deseo santo a la obra buena.
No le dé pena si no puede rezar mucho. Todo lo que haga, hágalo bien, y ya ha
orado”145.

Es un criterio válido para cualquier situación o actividad, porque “sólo amor es lo que da
valor a todas las cosas”146. Teresa de Jesús lo sabía por experiencia y, sin embargo, en un
momento de gran actividad a causa de las fundaciones, tuvo que confirmarle el mismo
Señor cuando pensaba que los negocios podían apartarla de Dios:

“Estando pensando una vez con cuánta más limpieza se vive estando apartados de
negocios, y cómo, cuando yo ando en ellos, debo andar mal y con muchas faltas,
entendí: No puede ser menos, hija: procura siempre en todo recta intención y
desasimiento, y mírame a mí. Que vaya lo que hicieres, conforme a lo que yo
hice”147.

Enrique de Ossó aprendió la lección directamente de la Santa, y parece que también de


otro santo teresiano, Francisco de Sales, como nos dice en una de las meditaciones
dedicadas a la “oración [activa] del Santo:

“Cuando por sus muchas ocupaciones no podía consagrar toda la hora a la oración,
hacía lo que el Santo llamaba oración activa, esto es, lo hacía todo en la presencia
de Dios y por su servicio. “oh, qué excelente es la oración activa, exclamaba”148.

En otro libro, el Fundador pone en boca del mismo Jesús en qué consiste la “pureza de
intención”, esa actitud interior que convierte en verdadera oración cualquier actividad hecha
por amor. Ésta es la oración activa u oración continua:

143
Cf. la oración colecta de la Fiesta de san Enrique de Ossó, 27 de enero.
144
VJ, en EEO I, 530.
145
A Mª Teresa Rubio, San Gervasio 27/5/88 (Ed. Nº 392, original en AGSTJ, E. Vol.5,83).
146
Excl 5,2.
147
CC 8ª, Toledo 1570, Madrid BAC 1976 (= Relación 11ª).
148
TFS (1894) escrito en agradecimiento al santo discípulo de Teresa y “el hombre más parecido a Jesucristo”.
En EEO III, 638.
206
“Aprende de Mí, alma cristiana, a obrar con rectitud de intención. Éste es el secreto
que cambia en oro de caridad las pequeñas y ordinarias acciones, cuando son
hechas por puro amor, por agradarme […]. Este modo de obrar es una oración
activa continua, la más grata a mi Corazón, porque es obrar por puro amor de
Dios”149.

El maestro de oración que fue Enrique de Ossó, que repetía sin cesar a sus lectores y
lectoras: “almas, orad, orad, orad, porque todo lo puede la oración. Es tiempo perdido el que
no empleéis en oración”150, el Solitario que se retiraba tantas veces a la soledad de su
interior y que marchaba con frecuencia a lugares desiertos, es capaz también de resituar el
ejercicio de la oración, subordinándolo al amor, con la Santa mística: “Lo que más agradare
a Dios, tenía yo por más oración”151. Éste es el lema de uno de sus artículos Desde la
Soledad, en el que siguiendo la experiencia y al magisterio de Teresa, relativiza la oración,
en cuanto actividad puntual, y explicita su dependencia de la vida. Quiere clarificar las ideas
de quienes piensan que “no hacen oración, porque andan ocupadas en mil cosas
exteriores”. “¡Pregúntense estos tales!”, les dice:

“¿Qué vale más, qué es mejor y más agradable a Dios, el pensar en Dios, u obrar
por Dios? Claro está que el obrar por Dios. El mal está en que no obramos siempre
por Dios, con pureza de intención, y por eso las ocupaciones nos son distracciones.
Mas no culpemos a las cosas, sino a nosotros mismos […]. Nos buscamos a
nosotros y no a Dios, en las cosas que hacemos, y por eso el alma se halla
cansada y fastidiada de sí, al hallarse sola, porque sólo Dios basta, y a Dios no le
halla quien no le busca, sino que se busca a sí mismo”152.

Y concluye su reflexión con un argumento cristológico-apostólico, en sintonía con el


último capítulo de Las Moradas153:

“Es mejor en este mundo la oración activa que la pasiva. Ésta fue la oración de
Cristo y sus Apóstoles. En el Cielo será mejor la pasiva, porque no habrá almas que
ganas, ni gloria de Dios que celar, sino gozar de Jesús sin cesar”154.

2.2.5. Oración continua y magisterio de Oración

Oración continua u oración activa “es la presencia amorosa de Dios en el interior del
alma” [de la persona], que se manifiesta en los gestos, en las actitudes, en las palabras. Al
Fundador le gusta llamarla también “espíritu de oración”. De las personas animadas por este
espíritu dice que son almas de oración. Escuetamente afirman las Constituciones de la
Compañía:

“El espíritu de oración y unión con Jesús, debe ser el de la Compañía, destinada a
ejercer el apostolado del cuarto de hora de oración por todo el mundo”155.

Y un poco más abajo añade, de las hermanas:


“Las de la Compañía deben ser, pues, almas de oración, maestras de oración,
como su seráfica Madre”.

149
Siete Moradas en el Corazón de Jesús (1894), en EEO III, 439.
150
Cf. los primeros artículos Desde la Soledad, en EEO III, 762 y ss.
151
Carta de Teresa de Jesús, citada en un artículo Desde la Soledad, RT 1890-91, 36.
152
RT 1890-91, 37-38.
153
Como ya comentamos, también la Santa al final de las moradas místicas parece que “desmitifica” la oración
instrumentalizándola: “Para esto es la oración […] de que nazcan siempre obras, obras” VII M 4, 6. Nada de
eso. Lo que hace es subrayar el valor apostólico de la mística. El místico será aquella persona cristificada, y
por ello capaz de dar la vida por los hermanos, como su Maestro y Señor. (Cf. VII M 4, 4-5).
154
RT 1890-91, 38.
155
SC, en EEO II, 42.
207
Está hablando de algo distinto —si es posible distinguir— del ejercicio de la oración. Se
refiere a una actitud interna y externa a la vez, que caracteriza a las hermanas y al Instituto.
Que constituye su alma, su espíritu, lo más nuclear de la persona y del cuerpo apostólico. Y
es la condición sine qua non del magisterio de oración, porque nadie da lo que no tiene156.
No es posible ser maestra de oración teresiana sin el espíritu [de oración] de Teresa. En
este sentido, sí, apostolado de la oración y magisterio de oración coinciden.

Durante los veinte años que el Fundador acompañó a las hermanas, ¿qué dice sobre el
magisterio de oración en la Compañía? Directamente muy poco, casi todo estaba dicho. Lo
dejó escrito Teresa de Jesús en sus obras. Enrique de Ossó ha divulgado y popularizado la
doctrina teresiana, a través de los artículos de la Revista157, y sobre todo en “los Diálogos”
del Cuarto de Hora158, poco tiene que añadir ya a las hermanas. Estas maestras de oración,
junto al testimonio personal, insustituible, apenas tendrán que hacer otra cosa que poner en
situación orante a los párvulos, a las niñas y a las jóvenes, facilitándoles el encuentro diario
de amistad con Jesús y con el Padre; encuentro que se realiza en el interior de la persona
donde habita el Espíritu. Tal conciencia tiene de ello el Fundador de la Compañía que al
formar a las hermanas que “han de ser maestras de oración”, les deja bien claro “que el
Espíritu Santo es el principal maestro de oración159.

En las Constituciones se afirma esa particular vocación de las hermanas, otras teresas de
Jesús, vinculada pedagógicamente a un medio acuñado por el Fundador, el Cuarto de Hora:

“Las de la Compañía de Santa Teresa de Jesús debe ser apóstoles del cuarto de
hora de oración entre las niñas y familias cristianas”160.

A pesar de que es un medio probado, Enrique de Ossó no lo absolutiza, y considera que


las hermanas deben formarse también en otros métodos. Han de estudiar las grandes
escuelas de espiritualidad, y conocer la sensibilidad espiritual de su tiempo:

“Deben estar instruidas y versadas en los diferentes modos de orar, para ejercer
con provecho el sublime Apostolado de la oración”161.

El Plan de Estudios al hablar de la educación religiosa de las alumnas, de la necesidad


de la catequesis, y la formación bíblica —especialmente de los evangelios—, recuerda el
compromiso carismático que tiene la Compañía de transmitir a sus contemporáneos el
espíritu de Teresa. Las hermanas, por consiguiente, “después de alimentarse con la doctrina
de Teresa, deben comunicarla”, no pueden guardársela sólo para ellas. Y añade:

“Incúlqueles la necesidad del cuarto de hora de oración, y enséñenles el modo


práctico de hacerlo con provecho”162.

Nueva vinculación del espíritu de Teresa de Jesús con la oración y su magisterio. Un


poco más adelante, también en el Plan de Estudios, se dan una serie de instrucciones a las

156
“Sólo habla bien de las cosas de Dios el que está lleno del Espíritu de Dios”: D15, en EEO III, 22.
157
Particularmente la serie de 230 artículos Desde las Soledad, publicados desde 1873 hasta su muerte en
enero de 1896.
158
CH, en EEO I, 243-255 y 295-300. Son una verdadera catequesis sobre la oración teresiana. A través de dos
diálogos entre Teresa y la muchacha que empieza oración, Enrique de Ossó sintetiza perfectamente la
doctrina sobre la oración de la Santa.
159
Cf. La introducción a unas cuestiones prácticas sobre la Oración de meditación: “Como la santidad de la vida
depende de la buena oración, y las Hermanas además han de ser maestras de oración, aunque es verdad
que el Espíritu Santo es el principal maestro de la oración, no obstante de nuestra parte debemos poner los
medios que los santos y maestros más experimentados de la vida espiritual nos enseñan como mejores para
lograr este fin. Es el mejor recuerdo que podemos ofrecer a nuestras hijas en el Señor Jesús y su Teresa al
entrar en el octavo año de la Compañía”. 2 abril 1883, Jesús Tortosa”. (Texto inédito, en AGSTJ, E. Vol.4,17).
160
SC, en EEO II, 64.
161
SC, en EEO II, 42.
162
EEO II, 239-240.
208
“Profesoras de niñas o señoritas en los Colegios de la Compañía”. En relación a la oración
de las niñas, se dicen cosas importantes. Por ejemplo, se sugieren posibles prácticas de
piedad, dejando bien claro que aprender a orar, a través del cuarto de hora, es lo
importante, sobre todo en aquellos lugares donde la Compañía suple a los padres en la
formación cristiana de los niños:

“En algunos lugares tal vez sea conveniente que […] se les haga rezar a las niñas
las oraciones del Cristiano al entrar por la mañana y al salir de la escuela por la
tarde. Esto además del cuarto de hora de oración que nunca se debe omitir, en
especial en los puntos donde los padres son descuidados o indiferentes en
religión...”

Y sobre todo se dan criterios claros, dejando una enorme libertad de actuación:

“…Tengan celo por los intereses de Jesús y su Teresa […], y como el amor es
ingenioso, éste les sugerirá mejor que todas las reglas, modos y maneras, medios y
remedios” 163.

Casi no hay nada más sobre oración explícita o magisterio de oración en los escritos
formativos o pedagógicos de la Compañía. Tendríamos que añadir todo lo que sobre Jesús
y su conocimiento y amor venimos diciendo, que es mucho. En dos cartas inéditas, dirigidas
a hermanas que están en colegios de frontera, encontramos un Padre Fundador abierto y
flexible, con clara conciencia de lo que es el fin y los medios.

 En el Colegio de Gracia, hay pocas alumnas preparadas para orar, por eso no se
puede ni pensar en un “Cuarto de Hora” dirigido para todo el grupo de alumnas de
una clase. A la directora del Colegio le dice que invite a las que quieran. Un gesto
precioso de atención a la pluralidad:

“Dejadles hacer el cuarto de hora de oración a las [niñas] que quieran. Es el mejor
medio para santificarlas a todas las niñas y grandes”164.

 Y en el barrio marginal barcelonés de Rubí tampoco pueden hacer el “Cuarto de


Hora” tal como lo establece el librito para las jóvenes de la Archicofradía. El Autor está
encantado de que sus hijas de la Compañía tengan la creatividad de acomodarlo a las
necesidades del grupo:

“Bien hacéis en traducir a esa gente las cosas del cuarto de hora, y aún podéis
añadirlo y comentarlo con permiso de su autor, acomodándolo a las necesidades de
esa gente y con el tiempo han de ser muy bueno. No hay cosa que así haga dar
señal al demonio como la oración. Orad y no temáis”.165

Son éstos dos ejemplos —seguramente encontraríamos más entre sus muchas cartas—
del amor creativo de Enrique de Ossó, que poco a poco fueron aprendiendo sus hijas.

163
PE, en EEO II,251- 252.
164
Carta de 18/11/1880, a Teresa Plá, superiora de Gracia, (Inédita en AGSTJ, E. Vol.5,33).
165
Carta de 21/7/1882, a Rosario Elíes, superiora de Rubí, (Inédita en AGSTJ, E. Vol.5,104).
CAPÍTULO 12

“FORMAR EDUCADORAS”.
LA FORMACIÓN EN LA COMPAÑÍA

La madrugada del 2 de abril D. Enrique tuvo un sueño de largo alcance. Un proyecto


educativo utópico le obligó a levantarse y escribir:

Fin “Regeneración del mundo […], por la educación de la mujer según el espíritu de
Santa Teresa de Jesús”1.

Horas después se preguntaba:

- “¿Dios lo quiere?
- Parece que sí…
1º. Por el inmenso BIEN, radical, ingente, universal, que se haría
FORMADAS LAS MAESTRAS SEGÚN EL ESPÍRITU DE SANTA TERESA…
En 10 años se renovaría toda España.
La CABEZA buena, el CORAZÓN bueno, TODO bien…”2.

Y el 23 de junio se empezaba a hacer realidad aquella idea y nacía la Compañía de


Santa Teresa de Jesús. Conocemos su historia centenaria y aquel Informe-proyecto –la
utopía— que para el Fundador nunca dejó de ser fuente inspiradora, carta de navegación en
los escasos 20 años que pilotó la Compañía y meta en cada decisión concreta.

Volver ahora sobre el Informe-proyecto3 nos ayudará a comprender la prioridad de la


FORMACIÓN en la Compañía desde los primeros tiempos, hasta el punto de considerarla
como elemento carismático, intrínseco a la identidad del cuerpo apostólico, esencial.

Lo que aquella noche del 2 de abril le hizo “ver” Dios al Apóstol teresiano, era cómo el
espíritu de Teresa, que ya estaban viviendo las muchachas de la Archicofradía, empezaba a
animar también a cientos de educadoras. Junto a las carmelitas del claustro y a las jóvenes
teresianas —futuras madres y esposas, predicadoras de obras— veía Enrique de Ossó a
otras Teresas, predicadoras también con la palabra. Educadoras, modeladoras de espíritus,
madres espirituales, formadoras de educadores y hasta de los mismos sacerdotes. Y diseñó
un doble plan: Soñó con sembrar la geografía española de maestras teresianas, y soñó a la
vez —quizás antes— con una organización de Escuelas Normales teresianas4, distribuidas
por todas las diócesis españolas y provincias, donde se formaran en virtud y letras las
futuras maestras. Es decir, se trataba primero de formar maestras, antes de que ellas
educaran a los niños.

1
EEO II, 404.
2
EEO II, 405-406.
3
A los 5 años de la Inspiración, el Fundador recuerda cómo fue aquel momento y afirma: “Tanta impresión hizo
en mí este pensamiento que me obligó a levantarme de la cama y tomando la pluma escribí los siguientes
borrones que contienen perfectamente el plan de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, tal cual lo hemos
ido desarrollando en los cinco años de existencia que tiene esta obra de celo”. Apuntes sobre el origen de la
Compañía de Santa Teresa de Jesús”, en EEO II, 429.
4
Aunque en el Informe-Proyecto del 2 de abril no las llama así, está claro que éste es el sentido. Remitimos a la
carta de Enrique de Ossó a Sardà, del 24 de junio de 1876, en la que informa de éste Plan, que ya está puesto
en marcha. Dice textualmente: “…Para ello tratamos de hacer una escuela Normal de maestras en cada
capital o Diócesis…”. Carta a Sardà Nº 38. Sobre las Escuelas Normales en el siglo XIX español se habla en
la Nota 12 del capítulo cuarto de este estudio.
210
El apóstol de Jesucristo, de ninguna manera pensó en un plan rápido de alfabetización
que supliera la ineficacia del Ministerio de Fomento5. A Enrique de Ossó, la Santa le inspiró
algo más duradero: Teresianas educadoras para regenerar el mundo… ¡En 10 años se
renovaría España…!

“La cabeza buena, el corazón bueno, todo bien”

Junto al documento de Inspiración donde se apunta ya la importancia de la formación,


son especialmente expresivos los primeros escritos del Fundador referidos a la Compañía,
así como los primeros esbozos de la Regla.

No es la primera vez que aludimos a aquellos dos artículos de la Revista Teresiana de


agosto de 18766 en los que el Fundador de la naciente Compañía insiste, con asombrosa
coherencia, de la importancia de la formación en esta nueva Obra, en relación siempre al fin
o a la misión: “se adiestran”, “se disponen”, “trabajan con todo ahínco…”, “lo que las
prepara…o preparándose…”, formando su corazón e inteligencia…”. Abundan las formas de
gerundio que ponen de relieve el carácter dinámico y procesual de la formación.

Hombre de ideas claras y de síntesis, el Fundador concentra en dos o tres fórmulas muy
sencillas la unidad de la persona: “cabeza y corazón”, “espíritu, corazón e inteligencia”. Y las
actividades del espíritu: “oración, virtud y saber”, así como los aspectos del proceso
educativo: “instrucción, educación y hábitos virtuosos”.

Tal planteamiento educativo remite desde el primer momento a un modelo específico de


persona, a una antropología —Nótese qué dimensiones de la persona pone de relieve:
“ESPÍRITU, CORAZÓN e INTELIGENCIA”—. Y genera una pedagogía coherente, según la
experiencia y la doctrina cristiana de Teresa de Jesús, que estará presente a lo largo de
todo el proceso educativo.

La formación en la Compañía aparece, pues, como elemento intrínseco a la persona, ya


que no podría entenderse a sí misma al margen de esta dimensión constitutiva. Hemos visto
cómo los primeros artículos de la Revista Teresiana que presentan a la Compañía, antes
incluso de referirse a su tarea específica y como exigencia interna de ella, hablan siempre
de la formación.

No es extraño que una institución que nace con la urgencia y la preocupación formativa
de sus miembros, como ocurre con la Compañía, explicite ampliamente dicho proceso,
señalando las etapas formativas, los objetivos y los medios más adecuados.

1. FORMACIÓN INICIAL

La Influencia de la Compañía de Jesús se refleja también en la formación. En la


Compañía de Santa Teresa de Jesús nos vamos a encontrar en el Período Inicial, algo más
largo que en otros institutos, una triple división en “Pruebas” o “Probaciones”7, que se

5
Recordemos las estadísticas sobre el número de analfabetos de la época que superaba el 75% en 1877. (Cf.
Mª. A. DORADO SOTO, El entorno cultural de la población española en el último cuarto del siglo XIX, en La
Educación en la España Contemporánea. Cuestiones históricas, 1985, 75).
6
Publicados en EEO III, 795-799.
7
La influencia jesuítica es clara, aunque en tiempo de san Ignacio las “Probaciones” se hacían todas antes de la
Profesión o los tres votos. Dice así la Fórmula de la Compañía de Jesús: “Este Instituto pide hombres del todo
humildes y prudentes en Cristo, y señalados en la pureza de la vida cristiana y en las letras […], no se recibirán
sino muy bien examinados y hallados idóneos para este mismo fin de la Compañía. Y todos estos coadjutores y
estudiantes, después de las suficientes probaciones y del largo tiempo que se señalare en las Constituciones,
sean obligados, para su devoción y mayor mérito a hacer sus votos […]”. Y en el Capítulo 1º de las
Constituciones: “Durante este tiempo” del noviciado serán probados. “La primera estando en la Casa de la
211
corresponden con los clásicos períodos del Noviciado, Juniorado y un Tercer período de
votos perpetuos, que en otros institutos no suele considerarse como período inicial. Desde
sus comienzos, en la Compañía de santa Teresa esta tercera etapa termina con el Voto o
Juramento de perseverancia, y con el ingreso de las hermanas Profesas en el estado
“adulto” de su vida religiosa, momento ideal para asumir responsabilidades de gobierno o
formación.

“Para mejor conocer la vocación, aptitud y talento de las Hermanas hay tres
Probaciones en la Compañía de santa Teresa de Jesús”8.

1.1. Primera Probación

1.1.1. Educandas o novicias

La Formación inicial es de capital importancia en los orígenes de la Compañía, sobre


todo al principio porque son las mismas “Fundadoras” las que se inician en el nuevo
proyecto de vida. En un momento en el que había menos medios formativos y sobre todo
menor preocupación por la formación que en la actualidad, el Fundador de la Compañía está
persuadido de que la originalidad y la eficacia apostólica de la nueva Obra de celo radica en
la formación. “La cabeza buena, el corazón bueno, todo bien!”. En 10 años se renovaría
España!

Para organizar tantas Escuelas Normales teresianas, era necesario contar primero con
un grupo nutrido de teresianas maestras bien preparadas, muchas de las cuales habían de
ser maestras superiores9. Por eso el Fundador se alegra cuando llegan a la Compañía
muchachas que ya tienen el título. Sin embargo, la mayor parte de las aspirantes viene sin
estudios, por lo que era necesario someterse a un riguroso plan de formación y estudios.

Los primeros años, en Tarragona, la Compañía se organiza como un período de intensa


formación espiritual y académica. Basta leer el Reglamento del 1 de julio de 1876 para
hacernos una idea del programa formativo de aquellas muchachas que aspiraban a crecer
en santidad y sabiduría.

Tanto las jóvenes de aquellos primeros años, como las educandas de después, contarán
con un proyecto formativo integrador de los aspectos más importantes de la persona.
Estudio, oración y ejercicio de virtudes sólidas van a ser el tríptico de formación inicial, que
se fue encarnado en las comunidades formativas de la Compañía, y que, por otra parte,
continuará siendo el motor de la vida apostólica en los años sucesivos.

Esta formación se realiza en un ambiente propicio a la interiorización y personalización


del Proyecto, “en el silencio y apartamiento del mundo” a pesar de que viven en Tarragona,
pero sin perder la conciencia de que su misión está en el mundo. Más tarde en Tortosa, si el
Fundador de la Compañía no quiso llamar noviciado a la Casa Colegio dedicada a la
formación inicial, y tampoco llamó novicias sino educandas a estas jóvenes formandas, lo
hizo por algún motivo, y no fue simplemente cuestión terminológica. Y es que el

primera Probación […]. La segunda, pasando seis meses de experiencias y probaciones. La tercera, a los otros
seis meses […]. Y esto porque de una parte y de otra se proceda con mayor claridad y conocimiento en el
Señor nuestro, y porque quanto más probada fuere su constancia, tanto sean más estables y firmes en el
servicio divino y vocación primera, para gloria y honor de su divina Majestad”. San IGNACIO de LOYOLA,
“Constituciones”, en Obras Completas, 414 y 420.
8
OG y 2ª P C, en EEO II, 148 y 328.
9
Había dos niveles de magisterio: Elemental y Superior. El 23 de junio de 1879, Tercer aniversario de la
fundación de la Compañía, Enrique de Ossó hace este balance: “Nueve empezasteis la obra, contándose entre
ellas dos profesoras [Dolores Boix y Piñol que salieron de la Compañía], y hoy sois treinta y cuatro, contándose
hasta trece títulos de profesoras, cuatro superiores, sacados en la Compañía”. (Notas personales escritas al
margen del Prólogo de las Constituciones, seguramente para la homilía de celebración del tercer centenario.-
Inédito, en AGSTJ, E. Vol.26,137).
212
planteamiento formativo de la Casa Matriz de la Compañía se parecía poco al de los
noviciados religiosos canónicamente constituidos. Dada la finalidad netamente activa de la
Compañía de Santa Teresa, Enrique de Ossó se inspiró en la Compañía de Jesús no sólo
para la formulación del Fin, sino también en el planteamiento formativo, coherente y acorde
con la Misión de la Compañía de santa Teresa.

La Primera Probación10 coincide con lo que en otras congregaciones se llama Noviciado,


que termina con “los primeros votos”. Así la plantean las Constituciones de 1882, en
coherencia con el enfoque unitario e integrador de la formación en la Compañía:

“Pertenecen a la primera probación todas las Hermanas de la Compañía de Santa


Teresa de Jesús, tanto Ayudantes como Profesoras, en los dos años primeros que
visten el santo hábito, o sea hasta que hacen los votos temporales, y se llaman
Educandas. Las Educandas pasan estos dos años en formar su espíritu con la
adquisición de las sólidas virtudes […], y con la adquisición así mismo de los
conocimientos ordenados a desempeñar con acierto sus cargos respectivos”11.

Nótese que al principio no se separaba formación espiritual y cualificación académica


durante este período inicial:

“Habrá una casa única, o colegio matriz, donde se formarán en espíritu y letras
todas las de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, en los dos primeros años de
Educandas. Esta casa matriz estará en Jesús de Tortosa” 12.

Más tarde, las Constituciones de 1889 influidas por las animadversiones de la


Congregación de Obispos13, separan los ámbitos formativos y hablan de dos casas
diferentes para la formación inicial:

“Habrá una Casa única primaria o principal de toda la Compañía en donde se


formarán en espíritu todas las Hermanas en los dos primeros años. Esta casa está
en Jesús de Tortosa.
Habrá un Colegio único primario principal de toda la Compañía, en donde se
formarán en letras todas las Hermanas de la Compañía mientras sean Educandas,
o antes que pasen a los Colegios Mayores o Centrales. Este Colegio está en
Barcelona (San Gervasio)”14.

A pesar de la separación de lugares, se mantuvo la unidad del proyecto formativo de los


dos primeros años, de acuerdo con el planteamiento inicial:

“Las Educandas pasan estos dos años en formar su espíritu con la adquisición de
las sólidas virtudes que su Madre Teresa les ha dejado en herencia, y con la
adquisición asimismo de los conocimientos ordenados a desempeñar con acierto
sus cargos respectivos […]. El primer año por estar preferentemente consagrado a
la formación del espíritu, se llama piadoso. Y el segundo, por dedicarse
preferentemente a los estudios, laborioso”15.

10
“Antes de entrar en la Primera Probación, hay como una “anteprobación”, o preparación próxima, que dura de
dos a seis meses, para todas las jóvenes que pretenden ingresar a la Compañía de Santa Teresa de Jesús.
En este tiempo visten como en el siglo, y se ocupan principalmente en el estudio y práctica de las
Constituciones, y se llaman Postulantes”. 2ªP C 1889, en EEO II, 328.
11
OG, en EEO II,149.
12
SC, en EEO II, 68 y70.
13
Concretamente es la 27ª Animadversión la que se refiere a este tema. Dice así: “…el Noviciado se debe
establecer según las reglas canónicas referentes a un noviciado, y sobre todo las que fueren determinadas
en el Decreto de Clemente VIII, que comienza “Regularis disciplinae”. (AGSTJ, Carpeta 48, III BC, 8).
14
2ª P C, en EEO II, 332.
15
2ªP C, en EEO II, 329.
213
Nótese cómo, a pesar de la especialización de tareas —exigidas por el noviciado
canónico—, y con ese deseo carismático integrador, las Constituciones de 1889 hablan de
“consagración o dedicación preferente”, pero no exclusiva o excluyente de un aspecto u
otro del espíritu (en uno u otro período).

Si no fuera por la alusión explícita a los votos religiosos, y por la descripción más
completa del programa formativo que aparece en otros lugares, a nadie se le ocurriría
pensar que la Primera Probación, tal como se presenta en las Constituciones, era nada
menos que el noviciado de una congregación religiosa femenina. Hacia el final de su vida,
Enrique de Ossó escribe varios libritos16 en los que habla ya de Noviciado y de Maestra de
Novicias, aunque el enfoque formativo sea fundamentalmente el mismo.

Además de la formación en oración, virtudes sólidas y letras, proceso que se refiere a las
tres dimensiones fundamentales de la persona —teologal-espiritual, psicológica-moral, e
intelectual—, en este primer período formativo el Fundador indica algunas finalidades que
han de tenerse especialmente en cuenta en la Compañía.

En el Plan de Estudios (1882) aparece ya un programa minucioso de las asignaturas que


han de estudiar los 3 primeros años, —los 2 años de Educandas y un tercer año de
ampliación17—. Comparado con otros programas de magisterio de la época, éste es más
amplio y equilibrado, porque incluye materias de todas las ramas del saber teórico e
incorpora además habilidades prácticas femeninas, así como formación pedagógica. Pero lo
que resulta más interesante es que prevea en su aplicación, y lo busque expresamente, el
que las hermanas puedan descubrir durante este tiempo sus inclinaciones naturales y sus
cualidades (capacidades intelectuales), para cultivarlas “en la mayor escala posible” en el
futuro, a Mayor Gloria de Dios:

“En este Colegio se han de explorar el talento, aptitud, disposiciones de las


Hermanas, para que después se dediquen con mayor fruto a aquello para lo que
muestren tener mayor habilidad o disposición”18.

Se debían discernir las aptitudes, sobre todo durante el segundo año de educandas. En el
tercero se podía empezar la especialización:

“En estos tres años, descubierta o conocida la habilidad o aptitud especial de cada
una de las Educandas, se procurará que se dedique toda su vida exclusivamente, o
al menos muy principalmente, o preferentemente, a las cosas o asignaturas para
las cuales tenga mayor disposición, favoreciendo de este modo el desarrollo o
desenvolvimiento perfecto de los talentos con que el Señor la ha graciosamente
enriquecido, a la mayor gloria de Jesús y su Teresa”19.

Tal planteamiento formativo llama la atención en esta época y revela en el Fundador un


gran aprecio y capacidad de discernimiento de las diversas aptitudes o cualidades naturales
de las hermanas, así como una gran libertad para cultivarlas del modo y en el lugar que
puedan producir más fruto. Todo ello, en coherencia con lo que dice el Sumario de las
Constituciones:

16
Los libros, que dejó inéditos, se titulan: Directorio de las Costumbres pías de la Casa Madre de la Compañía
de Santa Teresa de Jesús (1888), (AGSTJ Escritos PIB/T Vol. 9). Guía de la Postulante y Directorio de la
Maestra de Novicias (AGSTJ Escritos PIB/T Vol. 18). En abril de 1895 dice que “está terminando” la Guía de
Postulantes y que “está trabajando en el Directorio de Novicias”. EEO II publica la parte correspondiente al
noviciado y la formación de las hermanas de las dos obritas primeras, 821-853.
17
Cf. PE, 240-242.
18
2ª P C, en EEO II, 332.
19
PE, en EEO II, 242.
214
“Ya que somos de Jesús y todo lo que tenemos lo hemos recibido de Jesús,
negociar y emplear nuestro caudal entero […] en lo que ha de darle mayor gloria y
aumento de sus divinos intereses”20.

Es impresionante, también, que unas Constituciones escritas en 1882 prescriban que la


futura teresiana realice “prácticas de educación”, no solamente como medio de formación,
sino sobre todo para poder poner a prueba sus cualidades de educadora, con vistas al
discernimiento vocacional. Sorprende la claridad y la actualidad de la formulación:

“Antes de hacer los votos todas las educandas deben salir a alguna Residencia o
Colegio de la Compañía a ejercer sus cargos respectivos con el fin de que pueda
determinarse a abrazar el Instituto de la Compañía de Santa Teresa de Jesús con
más conocimiento de causa, y por consiguiente con más amor y libertad”21.

Años después, dirigiéndose a aquellas hermanas que no han sabido armonizar las
actitudes propias de la educadora, les dice el Fundador con la misma claridad del principio:

“Sin esto, retiraos de la enseñanza, que más dañaréis que aprovecharéis a las
almas [los alumnos], y dedicaos a otros oficios de la Compañía”22.

1.1.2. Dos figuras educativas clave

Tan importante es la Formación Inicial en la Compañía y tan abarcadora que no podría


encomendarse a una sola persona. Desde el principio, esta responsabilidad se pone en
manos de dos figuras formativas de capital importancia, la maestra de educandas y la
prefecta de estudios.

La Maestra de educandas

La Maestra de Educandas es la formadora por excelencia. El Fundador la distingue “entre


todas las hermanas por su prudencia y espíritu de oración y unión con Jesús y por estar a
fondo penetrada de la letra y espíritu de las Constituciones de la Compañía”23 :

“He ahí el cargo más trascendental de todos, porque de su desempeño depende


casi totalmente la vida o muerte de esta obra grande de celo. Éste repetimos es el
cargo más delicado, porque en sus manos está el porvenir de la Compañía en gran
parte”24.

Ella es la responsable última de la formación integral de las educandas y la que se ocupa


más directamente de formar su corazón y su espíritu, de ejercitarlas en las virtudes, de
acompañarlas en el camino de oración y unión con Jesús y de avivar el celo apostólico.

Además de lo que sobre ella se dice en las Constituciones de 1882 y 1889, en los Oficios
de la Compañía y en el Plan de Estudios, en 1895 Enrique de Ossó escribe un Directorio de
la Maestra de Novicias25, en un intento de sistematizar todo lo que había escrito hasta ese
momento sobre tema de tanta importancia. En este nuevo documento se habla no ya sólo

20
SC, en EEO II, 18.
21
El texto está tomado de OG, en EEO II, 149.- En la 2ª Parte de las Constituciones de 1889 dice exactamente
lo mismo, indicando que estas prácticas educativa deben hacerse “en el año laborioso, o antes de hacer los
votos” (Cf. EEO II, 329).
22
Se refiere a la armonía de dulzura y amabilidad y autoridad y respeto: MR, en EEO II, 489.
23
2ª Parte C, en EEO II, 349 y OG, 153.
24
OG, en EEO II, 153.
25
Nótese que en estas fechas ha sustituido el nombre original “educandas” por el de “novicias” tal como lo
prescribe la Sagrada Congregación de Religiosos.
215
de la Maestra, sino también de este período. Junto a lo que ya sabemos, encontramos
afirmaciones nuevas de verdadero interés:

“Estos dos años de prueba deben ser como la escuela del respeto de la
Compañía”26.

A la Maestra le recomienda:

“Si cada alma es un mundo y cada mujer es un mundo de menudencias muy


particulares, estudie y conozca el carácter, talento, inclinaciones, pasión dominante,
en una palabra, todos sus vicios y virtudes para corregir y dirigir todo con acierto”27.

En una obrita de 1888, Directorio de las Costumbres Pías de la Casa Madre de la


Compañía de Santa Teresa de Jesús, se dan instrucciones concretas a la Maestra de
Novicias, poniendo de relieve la trascendencia de esta etapa formativa, exagerando tal vez
su influjo:

“El Noviciado es el modelo de la Compañía”. Del modo que salgan de él las


hermanas, serán siempre jamás. Del Noviciado, pues, depende todo el porvenir de
la Compañía […]. Es inútil trabajar sobre la reforma de la Compañía si no se
empieza por el Noviciado siempre28.

Todo el libro está dedicado al Noviciado, escrito con un estilo decimonónico y


organizado con una estructura que resulta poco atractiva en nuestra época —“Del
Noviciado”, “Qué es el Noviciado” “Lo que más han de procurar las Novicias”, “Directorio de
Novicias”, “Máximas del Noviciado”, etc.—. Sin embargo, junto a lo caduco, aparecen
intuiciones que se pueden rescatar hoy. Por ejemplo, dice, en relación al Noviciado:

“Es una Escuela teresiana que enseña teórica y prácticamente lo que se necesita
para ser […] toda de Jesús […]. Es taller de escultura espiritual […].Como una
creación nueva, transformación del espíritu”29.

En relación al conocimiento propio:

“Es el conocimiento propio la gracia especial de la Compañía”30.

Uno de los principios educativos y formativos más importantes en la Compañía, herencia


del socratismo interior teresiano, y muy cultivado por Enrique de Ossó, es el conocimiento
propio. De él se habla desde los inicios de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, y sin
embargo, hasta esta fecha, no encontramos una fórmula tan expresiva y comprometedora
como la de este librito.

Qué quería decir el Fundador con esta fórmula sólo podemos saberlo si la interpretamos
a la luz de expresiones parecidas o próximas, recogidas por esas fechas. Significa, en
primer lugar, consciencia de nuestra realidad de criatura, hecha a imagen de Dios y capaz
de Dios, pero inclinada al pecado. Y a la vez, conocimiento de la realidad personal original y
distinta, de las propias cualidades y también de los límites. Conocimiento propio que, como
le ocurría a la Santa, genera siempre humildad y confianza en el Señor:

“Sin Dios y sin su auxilio, nada podemos hacer (Jn 15,5).Con Dios todo lo podemos
(Fp 4,13 )”.

26
GP, en EEO II, 835.
27
GP, en EEO II, 836.
28
DCP, en EEO II, 822.
29
DCP, en EEO II, 824.
30
DCP, en EEO II, 828. Cf. Cap. 10º, apartado 3º.
216

La Prefecta de Estudios

La Prefecta es la responsable más directa de la formación académica, pedagógica y


didáctica de las hermanas, muy especialmente de las Educandas. Es también aquella que
va delante con su amor pedagógico, su entusiasmo educativo y su celo apostólico; por eso
puede ser guía y estímulo para las hermanas más jóvenes:

“Habrá una Prefecta o Directora de Estudios bajo cuya dirección e inspección


estarán todas las cosas que se relacionen con los estudios en la Compañía
[…].Corre bajo su responsabilidad el cumplimiento del Plan de Estudios y las
instrucciones para el aprovechamiento de las educandas” 31.

Como dice textualmente el Plan de Estudios, “es éste uno de los cargos más
trascendentales en la Compañía y de más provecho, pues no es enseñar a niñas sino
formar maestras que después han de enseñar a millares de almas lo que ellas han
aprendido”32. A la Prefecta de Estudios le corresponde estimular y animar la preparación
integral de las profesoras:

“Animar a las Educandas a los estudios con dulzura y suavidad”, cultivando con
ellas la vocación de educadoras.
Ha de “evitar la ciencia que hincha […] y la superficialidad en el estudio, que
domina a este siglo”33.

La prefecta promueve entre las estudiantes el conocimiento de “los métodos de


enseñanza” y las inicia en “el arte de manejar el espíritu de la juventud”34.

Se preocupa y “cuida con el mayor interés posible que las hermanas profesoras se
ocupen con preferencia, en todos los Colegios que se pueda, en formar maestras
oficiales”35.

Se habla de la Prefecta en el Plan de Estudios y en las Constituciones, pero son


interesantes también dos obritas menores —Exámenes y Deberes— pues insisten en los
aspectos más importantes de la misión de esta Educadora de educadoras, en esta etapa
inicial.

En el Examen de Prefecta de Estudios, leemos esta pregunta:

“¿Animo a las Educandas a ser mártires del estudio, recordándoles el fin esencial
del estudio, la pureza de intención, la gloria de Dios y la salvación de las almas?”36.

Y entre los Deberes de la Prefecta de Estudios destacamos el primero, que aparece


incluso en párrafo aparte:

“Ante todo, prevenimos, exhortamos y mandamos a la Prefecta de Estudios, que no


consienta que nadie salga a enseñar sin estar suficientemente instruida; porque sin
esto las hermanas se avergüenzan de su propia ignorancia, se amilanan, se
perturban, se oprimen de espíritu y por fin pierden el apetito y la salud. Conocen las
niñas la ignorancia de su profesora improvisada y se desacredita y deshonra la
Compañía y la Religión…”.

31
OC, en EEO II, 199.
32
PE, en EEO II, 242.
33
PE, en EEO II, 243.
34
PE, en EEO II, 243.
35
Deberes, en EEO II, 506.
36
Exámenes, en EEO II, 453.
217
Aunque fueron los Reyes de 1893 quienes trajeron como regalo, a las hermanas, estos
Deberes, la voz del Fundador que parece algo enfadado es inconfundible. No ahorra
verbos ni adjetivos para evitar que se repita lo que quizás ya ha ocurrido en algún caso. El
párrafo termina incluso con dureza, porque está en juego algo que es fundamental para la
misión de la Compañía:

“…Cargamos, pues, en este punto lo más gravemente que pudiéremos la


conciencia de la Prefecta de Estudios”37.

Leído 100 años después y conociendo la precariedad de la preparación de los maestros


de entonces, nos da idea de la conciencia extraordinaria del Fundador en relación a la
formación y competencia profesional de las maestras teresianas. Conciencia que no
sabemos hasta qué punto arraigó en las hermanas.

1.2. Segunda Probación: Las Aspirantes

En una época en la que se dedicaba poco tiempo a la formación, es significativo que en


la Compañía se distinga esta segunda etapa de votos temporales, equivalente al juniorado
actual38, en la que muy frecuentemente las hermanas llamadas aspirantes continuaban su
formación académica y profesional incluso después de conseguir el título de maestra
(elemental o superior). En el organigrama de la Compañía estaba prevista la creación de los
llamados Colegios Mayores en cada capital eclesiástica, una especie de Escuelas Normales
teresianas soñadas por el Fundador desde el momento de la Inspiración, y que siempre
estuvieron en el horizonte de sus proyectos aunque no llegaron a realizarse:

“Para mejor obtener el fin de las Constituciones 59 y 69 39, en cada provincia


eclesiástica, o de la Compañía (u obispado), habrá con el tiempo un Colegio mayor,
que prestará, en cuanto se pueda, a los Prelados las Profesoras que pidan o
necesiten, para fomentar o salvar los intereses de Jesús en aquellos lugares en que
más peligren”40.

Una vez más aparece la relación entre los dos proyectos educativos nunca inconexos:
formar maestras que después serán educadoras de niñas y niños.

No hay mucho más sobre este período, en el que las hermanas de votos temporales se
inician en el apostolado de la Compañía, vivido en una comunidad orante y misionera, es
decir, apostólica. La 2ª Parte de las Constituciones de 1889 dice lo siguiente:

“A la segunda Probación pertenecen las Hermanas que han hecho los votos
temporales de pobreza, castidad y obediencia, y se llaman Aspirantes. Estos
votos son por cinco años”41.

37
Deberes, en EEO II, 505.
38
El término juniorado no aparece en los documentos oficiales de la Iglesia hasta después del Vaticano II.(Cf.
Eclesiae Sanctae, 35 y Código de Derecho Canónico cc. 659-660. Para más información, consultar DTVC,
919-923).
39
Se refiere a los artículos 59 y 60 de las Constituciones presentadas a la Santa Sede para su aprobación, en
1887. No coinciden exactamente con las publicadas después en 1888. Los artículo 59 y 60 de aquellas
Constituciones, se corresponden, en realidad, con el artículo 47 del Sumario de Constituciones, en EEO II,
68.
40
2ºPC, en EEO II, 333.
41
EEO II, 330.
218
1.3. Tercera Probación: Probadas

De este tercer período, las Constituciones de 1889 dicen muy poco:

“A la tercera Probación pertenecen las Hermanas que han hecho los votos
perpetuos de pobreza, castidad y obediencia. Las que pertenecen a esta tercera
Probación se llaman Probadas42.

Este período termina con el “Juramento o promesa de perseverancia o de fidelidad


perpetua a la Compañía”, momento a partir del cual las hermanas “son y se llaman
Profesas”. Dice así:

“Las Hermanas, que después de haber hecho los votos perpetuos, y pasados
nueve años por lo menos en la Compañía de santa Teresa de Jesús, y vivido en
ella cum laude hacen en ella el juramento o promesa de perseverancia, o de
fidelidad perpetua a la Compañía, son y se llaman Profesas. Tanto las Ayudantes
como las Profesoras podrán ser admitidas a esta promesa o juramento de
perseverancia en la Compañía de Santa Teresa de Jesús, o ser Profesas”43.

2. FORMACIÓN PERMANENTE

Aunque Enrique de Ossó nunca utilizó esta expresión, podemos hablar de formación
permanente al referirnos a la Compañía, incluso en sus comienzos, ya que la formación fue
una de las preocupaciones y de las actividades más importantes, siempre con vistas a la
misión. ¿Cómo lograr fin tan alto?, preguntaba a sus lectores el Director de la Revista
Teresiana en su presentación de la Compañía.

“Ser sabias y santas, como su madre Teresa, para atraer todos los corazones al amor de
Jesús”44, y lograr una preparación necesaria en virtud y letras, formando “su espíritu, su
corazón y su inteligencia al molde de la Santa”45, no era cosa que se pudiera conseguir de
una vez para siempre.

Aquel “silencio y apartamiento del mundo”, requerido por la formación inicial, iba a ser
también el ambiente habitual, creado por las hermanas en todas las comunidades:

“Nuestra Compañía es de oración y estudio, y por lo mismo, de silencio”46. “Almas


gárrulas no son buenas para la oración y el estudio, para cuyo logro es esencial el
silencio”47.

42
El texto de las Constituciones de 1882 era algo diverso, pues añadía “el voto de enseñanza”, suprimido por la
Sagrada Congregación, en 1888. (OG, en EEO II, 149).
43
2ª P C y OG, en EEO II 330 y 149. También aquí hay reminiscencias de la Compañía de Jesús. El texto de las
Constituciones continúa: “Solamente las Hermanas que hayan prestado este juramente o promesa de
perseverancia, forman con toda verdad y propiedad la Compañía de Santa Teresa de Jesús”. La Sagrada
Congregación, en palabras del censor Lolli, hizo la siguiente advertencia: “Llama la atención también las
siguientes palabras: “Solamente son verdaderos y propios miembros de la Compañía de Santa Teresa las
Hermanas que han emitido el juramento de perseverancia”. Por lo tanto, todas las otras, aunque hayan
emitido los tres votos de religión, no serán verdadera y propiamente religiosas!. ¡He aquí adónde conduce el
ansia de innovación!”.(Animadversión 11ª del Censor, 31 de agosto de 1888. En AGSTJ Carpeta 48, III BC, 5-
8). El influjo ignaciano se manifiesta también en el modo de preparación de momento tan trascendental: “
Antes de prestar este juramento o promesa de perseverancia harán las cuatro semanas de ejercicios
espirituales que prescribe San Ignacio de Loyola, nuestro insigne guía y protector”.(2ª P C y OG, en EEO II,
330 y 149.
44
Dir.P., en EEO II, 414.
45
RT Nº 47, agosto 1876, en EEO III, 796.
46
SC, en EEO II, 410.
47
SC, en EEO II, 420.
219

2.1. El estudio

Hay una vinculación tan estrecha entre la finalidad educativa de la Compañía y el estudio
que, no se justifica simplemente desde la necesidad de una titulación para enseñar, de
acuerdo con la legislación vigente, sino que, tal como se concibe esta Obra de celo, es “de
todo punto indispensable” una preparación académica sólida y una continua autoformación
de las educadoras, una actualización constante en su preparación profesional, humana y
pedagógica:

“Como la Compañía de Santa Teresa de Jesús se consagra con preferencia al


apostolado de la enseñanza, seriamente y con constancia deben consagrarse al
estudio las hermanas profesoras, porque sin sólida doctrina y muchos
conocimientos poco o nada podrán ensanchar las fronteras del reinado del
conocimiento y amor de Cristo Jesús”48.

Es tal la conciencia de la necesidad del estudio, que al describir en las Constituciones de


1889 a los distintos grupos de hermanas, identifica así a las Profesoras:

“Llámase Profesoras las que forman el cuerpo docente de la Compañía de Santa


Teresa de Jesús, y se dedican al estudio y enseñanza”49.

A Enrique de Ossó le preocupa la ignorancia de la sociedad y la falta de formación


humana y cristiana. Él quiere combatirla a través de la Escuela Teresiana, instruyendo y
educando a las nuevas generaciones con una formación sólida. Pero le preocupan mucho
más las nuevas ideas racionalistas que, en nombre de la ciencia y de la libertad de
pensamiento, pretenden educar y formar a niños y jóvenes al margen de la fe cristiana.
Estas corrientes educativas de librepensadores, están ganando para su ideología muchas y
muchos adeptos. A combatir las diversas corrientes de escuela sin Dios, viene la
Compañía, que ha de ofrecer a la sociedad una formación en letras y ciencias, al menos tan
bien fundamentada como la de estos pedagogos y maestros.

Las Constituciones de la Compañía de 1882 presentan una situación apremiante “en este
siglo de las luces pretendidas, que está urgiendo una preparación muy seria, pues “es de
todo punto indispensable que se presenten las Hijas de la gran Teresa ante el mundo, en
medio de la sociedad con copia de conocimientos sólidos y provechosos. Habrá por lo
mismo, además de los títulos oficiales que se saquen en Normales del Gobierno, títulos
propios”50.

Entre los institutos religiosos femeninos de la época dedicados a la educación, no


encontramos solución tan drástica. Las Constituciones de 1889, todavía añada nuevos
argumentos:

“Como la Compañía es obra de celo, que tiene por fin extender el reinado del
conocimiento y amor de Jesús por todo el mundo por medio del Apostolado de la
enseñanza, en este siglo de las pretendidas luces o de la falsa ciencia, es de todo
punto indispensable, para obtener este altísimo fin, que las Hijas de la Seráfica
Doctora santa Teresa, que mereció apellidarse Maestra de los Sabios, se presenten
ante el mundo, en medio de la actual sociedad con copia de conocimientos sólidos
y útiles. Y por consiguiente los estudios de las Hermanas de la Compañía
comprenderán o abarcarán los programas oficiales de párvulos, elementales y
superiores, y aún con mayor extensión”51.

48
EEO II, 346.
49
2ª P C, en EEO II, 328.
50
OG, en EEO II, 150.
51
2ª PC, en EEO II, 331.
220

La publicación temprana del Plan provisional de Estudios (1882) y su contenido, nos da


una idea de lo realmente importante que era el estudio para el Fundador. Está dirigido a las
Profesoras de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, y no solamente a las Educandas
como se podría pensar por el título. Y en toda la primera parte trata casi exclusivamente del
estudio. Ofrecemos los títulos de esta primera parte, pues son verdaderamente
significativos:

De los libros de estudio de la Compañía:

- Instrucciones o disposiciones para el estudio.


- Obstáculos para adelantar en el estudio.

Del Modo de estudiar o aprender las lecciones.

- Medio para promover los adelantos en el estudio en la Compañía de Santa


Teresa.
- Estudios preferentes en la Compañía de Santa Teresa de Jesús.
- Plan o distribución de las asignaturas52.

Una lectura detenida del documento permite descubrir, más allá de lo didáctico y
normativo, una intencionalidad motivadora para el estudio por parte de Enrique de Ossó.
Pues verdaderamente debía de resultar muy difícil para aquellas jóvenes teresianas creer
que fuera necesario estudiar tanto para extender el reinado del conocimiento y amor de
Jesucristo, en aquella sociedad española en la que más del 75 % de las mujeres eran
analfabetas.

El Fundador, sin embargo, lo tenía muy claro. De ninguna manera pretendía una
formación enciclopédica de las hermanas sino unos conocimientos sólidos, bien
fundamentados e interrelacionados, que les permitieran enseñar con competencia en aquel
siglo de las luces y las ciencias. El estudio, por tanto, debía ser intenso y bien planteado.
Debía abarcar todas aquellas materias relacionadas con su ámbito de enseñanza. Un
estudio “serio”, “constante y perseverante”, al que las hermanas se deberán aplicar con
“gran fuerza de voluntad”:

“Debéis dedicaros, pues, hijas mías muy amadas, con gran aplicación e interés, al
estudio de todas las cosas que más directa y eficazmente pueden coadyuvar a este
fin, sin perder un instante de tiempo”53.

Se les pide una dedicación plena al estudio y enseñanza, “sin desperdiciar un instante de
tiempo”:

“Sin estudiar muchísimo poco o nada se sabe, y por lo mismo no se puede enseñar
con provecho. Las hijas de la gran Doctora Teresa de Jesús deben dedicar todos
los momentos, que les dejan libres los ejercicios de piedad, al estudio de aquellas
materias o asignaturas, que forman el caudal de conocimientos que se exigen para
ser útiles profesoras”54.

El estudio es necesario para enseñar eficazmente. En algunos ambientes es el único


medio posible de llegar a la gente:

52
PE, en EEO II, 234-242.
53
PE, en EEO II, 233.
54
PE, en EEO II, 232.
221
“Así, pues, el estudio de las asignaturas que se les señalare, deben mirarlo […]
como un medio de los más eficaces, y a veces el único para extender el reinado del
conocimiento y amor de Jesús y su Teresa entre cierta clase de gentes”55.

Para ponderar la trascendencia del estudio en la realización de la misión educativa de la


Compañía, el Fundador llega incluso a hablarles a las hermanas de martirio. Se lo plantea
así ya desde el Plan de Estudios, y después lo repetirá en muchas de sus cartas
personales. Esto se lo dice a las profesoras con más experiencia:

“Debéis ser mártires, si necesario fuere, del estudio, para desempeñar, o


disponeros a desempeñar fructuosamente, el sublime apostolado de la
enseñanza”56.

Podríamos hablar del espíritu de estudio, tan connatural a Enrique de Ossó. Él sabe que
las hermanas no lo vivirán personalmente y no lo pondrán en práctica si no están
persuadidas de su importancia y valor.

“Miren el estudio como una de las ocupaciones más importantes en una Hija de la
Compañía de Santa Teresa de Jesús, y por consiguiente, seriamente y, con gran
fuerza de voluntad, aplíquense a él”57.

Porque la motivación es verdaderamente importante para el aprendizaje. El Fundador


que fue un autodidacta, sabía por experiencia que sólo desde la convicción personal, las
maestras teresianas se iban a ejercitar con éxito en el deber del estudio. Por eso encarga a
la Prefecta de Estudios que avive esta conciencia en las hermanas. Ella será la encargada
de estimular y facilitar su autoformación y su preparación constante. Citamos unos Deberes
de la Prefecta, que ponen de manifiesto dos niveles de compromiso:

 El de las convicciones o toma de conciencia personal y compartida:

“Penetrarse bien y lo mismo sus Hermanas profesoras, de que no pueden hacer


cosa más grata a Dios y provechosa para la Compañía, que consagrarse con todo
ahínco al estudio y enseñanza según el Plan de la Compañía, con pureza de
intención de dar gusto a Dios y extender el reinado de su conocimiento y amor por
todo el mundo”58.

 El de la acción. “Hacer hacer”:

“Procurar por todos los medios posibles que las Hermanas Profesoras se
consagren seriamente y con constancia al estudio, porque sin sólida instrucción, y
acopio de conocimientos útiles, poco o nada podrán ensanchar las fronteras del
conocimiento y amor de Jesús“59.

Pues las hermanas de la Compañía habían de competir en preparación y calidad


educativa con las escuelas laicas mejor preparadas, manteniéndose siempre en la
vanguardia pedagógica. El punto de partida, sin embargo, será siempre otro, ya que el
motivo de la enseñanza teresiana es esencialmente evangelizador:

55
PE, en EEO II, 233. Precisamente para dirigirse “a esta clase de gente” liberal, intelectual o intelectualista se
preparan las de la Compañía.
56
PE, en EEO II, 233.
57
PE, en EEO II, 235.
58
Deberes, en EEO II, 505-506.
59
Deberes, en EEO II, 505.
222
“Tengan ante todo gran pureza de intención, no buscando otra cosa en sus estudios
que la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas”60.

El Plan de Estudios orienta a las hermanas hacia a una interpretación sapiencial del
estudio, más allá de la autosatisfacción, haciéndoles conscientes de que es el Señor quien
concede ese espíritu a quien se lo pide61:

“Pidan muy continuo a Dios, que es Padre de las luces y Señor de las ciencias […],
la verdadera sabiduría e inteligencia en todas las cosas”62.

2. 2. La oración diaria y la vida misma

Ya hemos visto en el capítulo anterior63, que “la oración es el alma de la Compañía […],
su fundamento, su sostén”64. Ella es la que le da vida de fe y sin la cual no tendría ningún
sentido el instituto. Pues no se puede entender la vida apostólica de la Compañía sin el
alimento diario de la oración, a la que se le concede una importancia superior a todos los
actos de piedad. Es como el aire que respiran las hermanas en su vida y misión.

Como su madre Teresa y su Fundador Enrique de Ossó, las de la Compañía tienen


como tarea principal la identificación con Cristo. Su vida apostólica es fruto de un itinerario
de cristificación: “revestirnos de Cristo Jesús, he aquí el único negocio y ocupación
esencial”65.

Dedican ratos de total gratuidad para estar a solas con el Señor, todos los días66. Y
procuran crear las condiciones necesarias para ese encuentro: silencio interior y exterior,
toma de conciencia de su presencia envolvente y amorosa. Escuchan la Palabra viva y
eficaz que penetra hasta el límite del alma y el espíritu, y se dejan enseñar por el Maestro
interior.

Éste es un medio imprescindible para conocer y amar profundamente a Jesús. Después,


en las actividades del día, tendrán oportunidad de ejercitarse en las actitudes de
disponibilidad a la Voluntad de Dios y desprendimiento personal, que siempre se concreta
en muerte al propio yo para dar vida. Entre los ratos de oración mental y la vida hay una
retroalimentación necesaria

La vida misma es percibida como el lugar de la autoformación personal, el ambiente ideal


para ejercitar las actitudes evangélicas o virtudes, la oportunidad de ponerlas a prueba y de
aquilatarlas. Es el espacio natural del propio conocimiento y de la humildad, la ocasión para
ejercitar la mansedumbre y cordialidad en el servicio desinteresado a todos.

60
PE, en EEO II, 234.
61
Nos consta que, desde su juventud, Enrique de Ossó pedía para sí el espíritu de sabiduría, don del Espíritu
Santo. También a la Compañía se lo inculca. En una de sus libretas personales, dentro de la oración
(autógrafa) de Compañía, tiene anotada esta cita, que le era familiar: “Si alguno de vosotros está a falta de
sabiduría, que la pida a Dios, que da generosamente y sin echarlo en cara, y se la dará. Pero que la pida con
fe, sin vacilar” (St. 1,5-6). (Cf. AGSTJ, Escritos PIB/T Vol. XIV, pars.6ª,375).
62
PE, en EEO II, 234-235.
63
El apartado 2.2. “Maestras de Oración” del capítulo 11 de este estudio habla de Oración y diversos tipos de
oración.
64
SC, en EEO II, 42.
65
La frase está tomada del Prólogo del MCJ, donde Enrique de Ossó continúa: “primera de todo cristiano”. En
EEO III, 457.
66
El capítulo del Celo hace alguna indicación sobre el tiempo: “Tendrán cada día una hora de oración, por lo
menos, y después muy continuo el uso de las jaculatorias con la presencia amorosa de Dios en el interior del
alma” (EEO II, 62). El capítulo que habla Del empleo del tiempo y ejercicios espirituales dice lo siguiente en
relación con la oración de la mañana: “Hagan todas en el oratorio el ofrecimiento de las obras del día y la
oración mental, todo lo cual durará una hora” (EEO II, 108).
223
Enrique de Ossó, que conoce bien a las hermanas, realiza una labor de acompañamiento
personal orientado a la personalización e internalización del carisma. A través de las cartas
y de los informes que periódicamente le escribe cada hermana67, mantiene el contacto
necesario para conocer la situación de cada una. Gracias a las cartas personales que nos
han llegado, podemos saber con qué acierto y realismo se dirige a cada hermana, haciendo
siempre referencia a su circunstancia.

El acompañamiento personal del Fundador a tantas hermanas, durante los primeros


veinte años de la Compañía, se nutre de las experiencias vividas, que siempre son una
oportunidad para reaccionar amando y para crecer en magnanimidad.

La siguiente carta a Saturnina Jassá es representativa del tipo de relación con cada
hermana:

“Recibida la tuya, que me place por las noticias que me das. Muchas cosas han de
salir hasta que viva y reine en el corazón sólo la hija de María. Nada te sorprenda
[…]. Lo que conviene, hija mía, es que de todo saquéis humildad […]. Guarda o
procura la salud de tu cuerpo. Descansa y no des clases. También te conviene más
propio conocimiento, y da muchas gracias al Señor por esta gracia, la principal y la
más esencial. La oración puedes hacerla paseándote, o a veces, saliendo al
campo, como aconseja la santa Madre”68.

Presentamos una selección de expresiones diversas entresacadas de algunas cartas,


referidas siempre a la dialéctica ideal-vida concreta. En cualquier caso, el Fundador está
atento al momento que vive la hermana para decirle una palabra adecuada:

 Ante las dificultades:

“No está la paz en no experimentar contrariedades, sino en saberlas sobrellevar y


vencer. Cuando estés inquieta, calla. Más vale una onza de mansedumbre que mil
quilates de hervor natural”69.

 Ante el peligro de dispersión:

“No te afanes demasiado por los bienes de acá […]. Procura que las cosas y tareas
exteriores no te impidan tu unión con Dios. Purifica tu intención y ama”70.

 Después de un trabajo excesivo:

“Ahora descansad, y progresad en virtud y letras y amor de Dios. Dormid alguna


hora más algunos días”71.

 Un criterio constante de actuación:

“Que seáis siempre dóciles a las inspiraciones de la gracia; que no resistáis a las
inspiraciones del cielo”72.

67
En varios lugares se habla de los informes frecuentes, sobre todo de las hermanas con alguna
responsabilidad. Como ejemplo citamos un trocito de una carta a Saturnina, Directora de la Casa matriz de
Jesús: “Cada semana, la Directora y Maestra de educandas, den cuenta del aumento o disminución de los
intereses de Jesús, acerca de los puntos siguientes…”. ( Firmada en Alicante 8/12/1880. Ed. Nº 162. Original
en AGSTJ, E. Vol.2,138). Las cuestiones están de acuerdo con los Exámenes publicados en 1885, en EEO
II, 440-463.
68
Tarragona, 17/5/1880. (Ed. Nº 133, original en AGSTJ, E. Vol.3,135).
69
A Saturnina, 12/4/1880. (Ed. Nº 127, original en AGSTJ, E. Vol.1,155).
70
A Teresa Plá, Guernica 3/9/1880. (Ed. Nº149, original en AGSTJ, E. Vol.5, 20).
71
A Petra Troncho , Jesús 13/7/1889. (Ed. Nº 412, original en AGSTJ, E. Vol.16,104).
72
A las hermanas de la Compañía, Roma, 23 de junio de 1894.(Ed. Nº 462, original en AGSTJ).
224

Los exámenes de revisión o de previsión son un modo particular de oración, una manera
creyente de contemplar el día ya vivido o el que está por estrenar. Ponen la vida concreta en
manos de Dios para que la transforme o para proyectarla con Él con mayor realismo y
coherencia. Llevan la vida a la oración para agradecerla y purificarla, al concluir la jornada. Y
llevan el Señor a la vida, para recorrerla con Él, de acuerdo con el proyecto trazado en la
oración.
CAPÍTULO 13

“FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN
EN LA ESCUELA DE SANTA TERESA”

La Escuela de Santa Teresa era el nombre popular de muchos colegios de la Compañía.


La gente los llamaba espontáneamente así porque en ellos se palpaba el espíritu de la santa
de Ávila. También a Enrique de Ossó le gustaba el nombre. Teresa de Jesús había sido la
inspiradora del Proyecto Educativo, y la doctrina y el espíritu de Teresa había formado a las
maestras de estas escuelas.

No es extraño, por tanto, que en 1891 el Fundador de la Compañía eligiera precisamente


este nombre para lanzar al mercado editorial una colección de libros de texto publicados por
la Compañía de santa Teresa de Jesús. Unos libros que prolongaban el ideal educativo
teresiano más allá de los colegios de la Compañía, ofreciendo a otros maestros y maestras
un material didáctico de calidad. Con la nueva publicación, no sólo se iban a enriquecer las
Escuelas de santa Teresa diseminadas por la geografía española y algunas ya en el
extranjero, sino que se iniciaba otra “Escuela de santa Teresa” mucho más amplia, difícil de
contabilizar.

La Revista Teresa de Jesús publica el “Discurso Preliminar”, con el que Enrique de


Ossó inauguraba de forma virtual el curso escolar 1891-92 de esta nueva Escuela. El
discurso es precioso. Dirigiéndose a los niños y las niñas, principales protagonistas de esta
escuela, Enrique de Ossó se presenta como el maestro-amigo que conoce bien sus
intereses, su deseo insaciable de aprender:

“Os hablaremos en primer lugar de lo mejor, que es Dios”[…], y de Jesús, a quien


todos hemos de amar sobre todas las cosas […]. Os hablaremos también de
vosotros mismos […]. Os enseñaremos a hablar y escribir bien, a contar, a pasear
por todo el globo sin gastaros un céntimo, y hasta haremos alguna excursión a las
estrellas […]!”1.

El resto del discurso contiene los rasgos fundamentales del ideal educativo de Enrique de
Ossó, que ha inspirado la publicación y que está vivo en los colegios de la Compañía.

Tanto en este capítulo 13º del libro, como en el resto de la reflexión, nosotros utilizamos
la expresión en sentido amplio. Llamamos Escuela de Santa Teresa al conjunto de los
colegios de la Compañía o a uno en concreto. Pero también nos servimos de este nombre
para referirnos al Carácter Propio de los colegios o de otras modalidades de educación
teresiana. La Escuela de Santa Teresa incluye, además, a todos los discípulos y discípulas
de Enrique y de Teresa, la gran familia de quienes aprendieron de ellos a mirar el mundo y a
relacionarse con Dios, consigo mismos, con las personas y la sociedad, y con la naturaleza
creada.

1
RT 1890-91, 332-337. Aunque el autor de los primeros libros fue Enrique de Ossó, atribuye la autoría de toda
la colección a la Compañía de santa Teresa. Empieza diciéndoles a los niños. “Grandemente he deseado
tener este rato de conversación con vosotros […]. Quiero hablaros de muchas cosas que sobremanera os
interesan, y lo que no pueda yo por mis ocupaciones o falta de tiempo, lo harán mis hijas en el Señor Jesús y
su Teresa, las Profesoras de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, a quienes hace tiempo vosotros
conocéis y amáis, porque también, como sabéis por dulcísima experiencia, ellas os conocen u os aman
mucho”.
226
¿Podemos hablar con propiedad de una filosofía de la educación en la Compañía, aun a
sabiendas de que las ideas no son originales?

Enrique de Ossó, fundador y formador de la Compañía de Santa Teresa de Jesús fue


verdadero educador y pedagogo, pues no sólo dio vida a las escuelas teresianas, sino que
reflexionando sobre la educación y las condiciones que la favorecen, propuso un modelo
particular de educación, internamente coherente y valioso, que hizo escuela, La Escuela de
Santa Teresa.

Su doctrina pedagógica no fue pensada en abstracto de una vez por todas, para después
ponerla en práctica. Es fruto, en primer lugar, de su experiencia formativa en su familia y
más tarde en el seminario, enriquecida con la lectura de autores y obras clásicas de la
pedagogía. Fruto también de su experiencia como educador y catequista, en los primeros
años de sacerdote, iluminada y enriquecida con nuevas lecturas.

Experiencia pedagógica evaluada, reflexionada y formulada para ayudar a otros en la


Guía Práctica del Catequista (1872). Experiencia puesta a prueba nuevamente con la
fundación de la Compañía y de sus primeros colegios y —abierta siempre a nuevas
aportaciones pedagógicas—, reformulada en sucesivas etapas. Hasta convertirse en
doctrina propia, diseminada por muchos escritos con finalidad didáctica y formativa sobre
todo de las hermanas, pero sin perder de vista a las madres de familia y en general a los
educadores de la juventud.

Presentamos, a continuación, una síntesis de los autores más influyentes en la


pedagogía de Enrique de Ossó y después, una breve reseña de sus escritos más
significativos sobre educación.

1. FUENTES PEDAGÓGICAS DE ENRIQUE DE OSSÓ

No es éste el lugar de un estudio exhaustivo del tema, pero al preguntarnos por sus
principios pedagógicos y su proyecto educativo, conviene tener en cuenta qué autores, qué
corrientes pedagógicas y qué modelos educativos, an influido más directamente en el
pensamiento pedagógico de Enrique de Ossó y en el Proyecto de la Compañía. La síntesis
que presentamos nos ayudará a interpretar la pedagogía de Enrique de Ossó y a reconocer
el origen o la autoría de algunos principios educativos, métodos didácticos y aforismos que
él repite y que pertenecen a una tradición pedagógica secular, enriquecida a lo largo de los
siglos con aportaciones singulares. La referencia a estas fuentes es necesaria también para
valorar sin ingenuidad lo que es más propio de la Compañía.

1. 1. La Tradición del humanismo cristiano

En primer lugar conviene recordar que la pedagogía de Enrique de Ossó prolongada en


la Compañía, participa de los principios de la tradición cristiana que, desde el renacimiento
cristiano se caracteriza por la síntesis entre cristianismo y clasicismo, ideal que llega hasta
el siglo XIX español, fundamentalmente a través de los institutos religiosos dedicados a la
educación. El ideal de educación integral del humanismo cristiano representado por Luis
Vives, y prolongado por la Ratio Studiorum de la Compañía de Jesús. Ideal católico
humanista matizado y completado por la orientación más realista de educación popular
representada por S. José de Calasanz (XVII) y S. Juan Bautista de la Salle (XVIII).

De época un poco posterior es Francisco Fenelón (XVII-XVIII) y muy notoria su influenica


en Enrique de Ossó, sobre todo en lo que se refiere a la educación de la mujer.
227
Luis Vives (Valencia 1492-1540)

Aunque directamente no está presente en la Escuela Teresiana, sin embargo el


pensamiento pedagógico de Luis Vives es de máxima trascendencia e influjo en la
pedagogía católica posterior y muy especialmente en la Compañía de Jesús, de la que
recibe gran influencia la de Santa Teresa de Jesús.

La síntesis de humanismo y realismo constituyen el aspecto más original en Luis Vives.


En su Tratado de la Enseñanza ofrece a la tradición humanista posterior una tesis, que le
hace padre de la pedagogía experimental moderna. La obra educativa se debe fundamentar
sobre el conocimiento preciso de la psicología de los alumnos. Conocimiento del alumno y
gradualidad en la instrucción son las claves del éxito educativo, según Vives. El maestro
valenciano habla ya de que la formación ha de ser integral y ha de abarcar toda la vida del
hombre.

La Escuela humanística femenina de la reina Isabel

A pesar de la distancia temporal de casi 400 años, el ideal de mujer renacentista sigue
iluminando a Enrique de Ossó en sus planteamientos educativos femeninos. En varios de
sus escritos podemos encontrar la referencia a la época en que el ejemplo y el mecenazgo
de la reina Isabel fueron un factor decisivo en el movimiento intelectual femenino de finales
del siglo XV y principios del XVI.

La propia reina convierte su corte en escuela, en la que se aplicaron diferentes


programas educativos. Las mujeres, educadas por un profesorado femenino, desarrollan un
plan de estudios en el que se citan como materias de aprendizaje las siguientes y en este
orden: hilar, coser, bordar, letras y música. Precisamente este ideal educativo femenino será
expuesto por el más importante pedagogo de la época, Luis Vives. Sin salirse de la óptica
tradicional —la mujer considerada como madre y reina del hogar— Vives argumenta a favor
de la instrucción de la muchacha, algo que no era tan evidente. La novedad de su
planteamiento radica precisamente en esto, en la idea de que la preparación intelectual es
necesaria en cualquiera de las opciones de la vida2.

Ésta es la idea que prevalece en los prospectos de los primeros Colegios de la


Compañía, como podemos observar en éste, en el que resulta evidente una idealización
anacrónica de aquel momento histórico de la historia de España: “Pretendemos que
nuestras alumnas sean reproducciones fieles de aquellas admirables mujeres que formaron
la gloria de los siglos […], mujeres que si se distinguían por la aplicación y el progreso en el
estudio de las letras, no por esto desdeñaban tomar la rueca y el huso, dedicarse a coser y
remendar la ropa de sus domésticos, entender en el cuidado y buena administración de la
casa y ejercer la caridad en sus más admirables manifestaciones. Modelos acabados de
modestia y sencillez cristianas y a la vez de nobleza y dignidad, lograron ser la
personificación de la sociedad de aquel período, el más noble por la sublimidad de sus
sentimientos y virtudes”3.

San Ignacio y La Compañía de Jesús: La Ratio Studiorum (1599)

La influencia de san Ignacio y la Compañía de Jesús en la Compañía de Santa Teresa


no solo se aprecia en el planteamiento apostólico eclesial y espiritual formativo del instituto,
sino que se percibe muy especialmente en las finalidades y el enfoque pedagógico de sus
2
Sobre este tema se puede leer: M. BORRERO FERNÁNDEZ, “Modelos de educación femenina en el
renacimiento” en B. BARTOLOMÉ MARTÍNEZ, Historia de a Acción Educadora de la Iglesia en España I, BAC,
Madrid 1996, 457- 458.
3
Prospecto del “Colegio de Santa Teresa de Jesús, para señoritas, dirigido por las profesoras de la Compañía
de Santa Teresa de Jesús”. Barcelona.- San Gervasio 1890, 2.
228
centros educativos. No olvidemos que Enrique de Ossó estudió durante cuatro cursos
académicos en el seminario de Barcelona dirigido por los jesuitas4 y que durante toda la
vida mantuvo mucha relación con la Compañía de Jesús.

Como Ignacio y sus compañeros, 300 años antes con su Compañía, Enrique de Ossó
estaba persuadido de que a través de la educación teresiana femenina, la Compañía de
santa Teresa contribuía a la restauración de la fe católica y a la regeneración de la sociedad.
Y como la Compañía de Jesús, la de santa Teresa pretendía revivir los ideales perennes de
la formación humana y cristiana haciéndolos compatibles con las exigencias del momento
histórico y cultural del último tercio del siglo.

Pese a las diferencias objetivas entre los colegios de los jesuitas y los de la Compañía
de Santa Teresa de Jesús, que no son pocas5, el ideal y el espíritu jesuítico de la Ratio
Studiorum6 están presentes en la escuela de santa Teresa. La formación del hombre (o de
la mujer) cristianos, tal como se enuncia en los prospectos de los colegios de la Compañía
de Jesús del siglo XIX, era el ideal de los colegios de la Compañía de santa Teresa, que
podría haberse presentado en términos semejantes a estos, pertenecientes a un colegio de
jesuitas: “Tiene por fin este colegio formar no menos el corazón que la inteligencia de los
jóvenes en virtud y ciencia por medio de una esmerada y sólida educación”7.

Dada la coincidencia en los fines, se comprende la influencia de la Ratio en los métodos


didácticos e incluso en la organización escolar. La figura de la Prefecta de Estudios, por
ejemplo, tan característica de la Compañía de santa Teresa, está tomada del modelo
educativo jesuítico. Y gran parte de los recursos didácticos de la Ratio —emulación,
ejercicios prácticos, repeticiones, composiciones literarias, premios, actos públicos,
academias literarias, etc.8— son adoptados por la Escuela de santa Teresa y adaptados a
su realidad infantil y femenina, con un currículum mucho más modesto.

La importancia del orden en la vida escolar y la actitud vigilante por parte de las
educadoras, se inspira también en la Ratio Studirum, aunque eran actitudes generalmente
cuidadas en todas las instituciones educativas tradicionales. Otros aspectos más
personales relacionados con la formación moral y religiosa de las alumnas — como la
importancia y el modo de la dirección espiritual, por ejemplo, que aparece en Mi

4
Enrique de Ossó estudió Física y Matemáticas con el Dr. Arbós S.I. en el seminario de Barcelona el curso
1860-61, donde recibió por ósmosis el espíritu de la Ratio Studiorum. Fue un alumno aventajado de aquellos
métodos. Después estudió 3º, 4º y 5º de Teología, también en aquel seminario, durante los años 1863-1866.
5
Es necesario considerar las diferencias objetivas entre unos y otros colegios. 1. Los destinatarios: el hecho de
que los colegios teresianos fueran fundamentalmente femeninos, determina enormes diferencias en el
planteamiento. 2. El nivel académico: Mientras los colegios de la Compañía de Jesús eran predominantemente
de nivel medio y superior, los de la Compañía de santa Teresa (en los orígenes) eran de párvulos y de
primaria. 3. La preparación de los profesores y la experiencia. 4. La difusión. 5. El momento histórico: siglo
XVI/siglo XIX, aunque Enrique de Ossó tenía como modelo los Colegios de la Compañía de Jesús tras la
restauración.
6
La Ratio atque Instituto Studiorum Societatis Jesu (1558), en su versión “definitiva” de 1599 es un buen plan de
estudios con un método propio que imprime a sus enseñanzas un sello de familia, escrito con enorme
simplicidad. No es un tratado de pedagogía pero tiene implícitos unos principios. A lo largo de los siglos fue
enriqueciéndose con la experiencia y las aportaciones de aventajados maestros jesuitas, y fue considerado en
todos los tiempos por la Compañía de Jesús como un código pedagógico de formación integral y un método
didáctico. En el siglo XIX, la Compañía de Jesús tuvo que hacer compatible los ideales humanista de la Ratio
con las exigencias de tipo científico de los nuevos planes de educación. (Cf. B. BARTOLOMÉ MARTÍNEZ, “Los
Colegios de jesuitas y la educación de la juventud”, en Historia de la Acción educadora de la Iglesia en España
I, BAC, Madrid 1996, 644-677; M. REVUELTA, “Los jesuitas”, en Historia de la Acción educadora de la Iglesia
en España II, BAC, Madrid 1997,449-465; M. REVUELTA, “Segunda mitad del siglo: Jesuitas”, en Historia de
la Educación en España y América 3, SM, Madrid1994, 291-306.
7
Art. 1º del prospecto de Carrión, 1881. Citado por M. REVUELTA en Historia de la Educación en España y
América 3, SM, Madrid 1994, 299.
8
M. REVUELTA habla de la fidelidad con que la Compañía de Jesús mantiene estos métodos didácticos en la
“Restauración fernandina” de la Compañía, en B. BARTOLOMÉ MARTÍNEZ, Hª …II , 454.
229
Reglamento—, seguramente también los aprendió Enrique de Ossó de la Compañía de
Jesús, y de ella los toma9.

El Plan de Estudios para las hermanas, así como su proyecto educativo teresiano se
escribieron con el cañamazo de la Ratio studiorum, de manera que los objetivos, los
programas, la metodogogía y la didáctica, están tomados de ella como veremos.
Transcribimos un párrafo significativo del prospecto del Colegio de San Gervasio, en el que
se observan elementos calcados de la Ratio: “Para mayor garantía de la sólida y completa
enseñanza que se da en este Colegio de Santa Teresa de Jesús […], además de los
repasos semanales, círculos mensuales y academias trimestrales, se verifican exámenes
públicos al final del curso, a los que son preferentemente invitados los señores Padres y
encargados de las Colegialas, para que puedan cerciorarse de los adelantos literarios de
sus hijas”10.

San José de Calasanz (1557-1648) y las Escuelas Pías

La presencia de las Escuelas Pías y de su santo fundador en la Compañía de santa


Teresa no es comparable con la de los jesuitas, sin bien Enrique de Ossó tuvo en gran
consideración a San José de Calasanz, importante catequista y educador de la infancia. Ya
en su Guía Práctica del Catequista y más tarde en el Cuarto de Hora de Oración o en las
Constituciones de la Compañía hace referencia a este santo que tenía verdadera confianza
en la oración de los niños: “No sólo nuestra oración hemos de hacer valer […] sino
principalmente las de las niñas, angelitos inocentes, a quienes se educa: “No he pedido
cosa alguna con los niños que no lo haya alcanzado”, decía el gran devoto de santa Teresa,
san José de Calasanz”11.

Por otra parte, el planteamiento de la Escuela Pía, como escuela popular y limitada en
principio a los niveles primario y e infantil, está próximo, en algún sentido, a la educación
femenina y de párvulos de la Compañía. La importancia del catecismo y de la piedad, en la
educación moral de los alumnos tiene también alguna relación con la Compañía de santa
Teresa. El lema de los jesuitas, “educar en virtud y letras”, es ligeramente modificado por los
escolapios: “educar en piedad y letras”12, expresión ésta, que no es tampoco extraña a la
Escuela de santa Teresa.

En la orientación educativa de los escolapios y en su intención, están presentes muchos


de los elementos característicos del llamado método preventivo, del que participa la
Compañía como veremos, que no puede vincularse exclusivamente a una época y mucho
menos a una institución13.

9
Influencia comprensible ya que el profesorado y la dirección del Seminario mayor de Barcelona, era de los
jesuitas. Recordemos su amistad con Martorell, condiscípulo durante el seminario de Barcelona, que después
se hizo jesuita. En la Primera parte de estudio vimos la influencia de la Compañía de Jesús en el planteamiento
apostólico y espiritual de la Compañía de santa Teresa y en las Constituciones.
10
Prospecto citado, 2.
11
SC, en EEO II, 42 (Cf. GC, en EEO I, 78 y CH, en EEO I, 432).
12
Sobre este tema, consultar: S. GINER, San José de Calasanz maestro y fundador, BAC, Madrid 1992; y V.
FAUBELL, “Los Escolapios y la atención educativa a los pobres”, en B. BARTOLOMÉ MARTÍNEZ, Historia de
la Acción educadora de la Iglesia en España I, 683-707.
13
Este método lo hizo universalmente famoso D. Bosco, porque lo pone en práctica con una especial
consciencia de ello, pero san José de Calasanz educaba también para prevenir: “En 1625 pide limosnas para
las Escuelas Pías, ya que “ayudar a dichos muchachos pobres será librarles de la horca y de las galeras,
donde suelen ir a parar de ordinario cuando son mayores quienes de pequeños se educan con tales vicios
(ociosidad, juego, robo…) y será una obra de gran servicio de S. D. Majestad…” Reg Cal., 11,42, citado por
S. GINER, op. cit., 592.
230

F. Fenelón (1651-1715)

De finales del siglo XVII y principios del XVIII es el arzobispo de Cambrai, Francisco de la
Mothe-Fénelon, quien publicó en 1687 La Educación de las jóvenes, obra clásica de la
pedagogía francesa, de gran influjo en siglos posteriores.

Enrique de Ossó no sólo conoció esta obra, sino que contribuyó en gran parte a la
formación de su pensamiento pedagógico y a formular algunos postulados en relación a la
educación de la mujer y a la educación infantil en general. En Mi Reglamento recomienda,
no se sabe muy bien si a las hermanas o a las mismas niñas, que “lean con atención los
libros de la “educación de las niñas y de la mujer por Fenelón, Dupanloup, y la Perfecta
Casada de Fray Luis de León; y La Mujer Católica”14. Y añade, “el libro de Fenelón es de los
mejores; en poco dice mucho”15.

La Educación de las jóvenes no es una obra teórica, sino una serie de sugerencias a
Mme. Beauvilliers para la educación de sus hijas, nacida de la propia experiencia de
Fenelón. Experiencia de su infancia —marcada por la razón de su padre y la ternura de su
madre— y experiencia pedagógica en el Instituto de las nuevas jóvenes Católicas.

La primera parte de la obra es una crítica a tres errores comunmente admitidos y una
defensa de la educación de la mujer. No es cierto que la instrucción haga vana y
presuntuosa a la mujer —afirma el autor—, sino todo lo contrario. “La ignorancia, más bien,
es causa de aburrimiento, curiosidad, ociosidad indiscreta e insaciable. Las hijas mal
instruidas y poco aplicadas desarrollan una imaginación calenturienta”16. Por otra parte, “las
mujeres que son la mitad del género humano” tienen la misma dignidad y destino eterno que
los varones, y su influencia social es al menos tan importante como la de ellos. La mujer es
el alma del hogar, a ellas se debe las costumbres de los pueblos, y necesitan de la virtud
tanto o más que los hombres. Por esto, la educación de la mujer es problema fundamental,
no hay cosa más trascendental.

La segunda parte de la obra es una exposición de principios y métodos educativos


válidos para la educación infantil de ambos sexos, muchos de los cuales están presentes en
los escritos pedagógicos de Enrique de Ossó. Fenelón insiste en la importancia de iniciar la
educación desde la más tierna infancia, cuando se graban todas las impresiones recibidas, y
de ir preparando suavemente la instrucción. “La curiosidad es una inclinación de la
naturaleza que precede a la instrucción; no se puede dejar de aprovechar”17. Los niños
tienden a imitar todo lo que ven a su alrededor.

Habla el capítulo quinto de la oportunidad de las “instrucciones indirectas” aprovechando


el juego y la imaginación de los niños. Aquí es donde aparece la famosa frase: “la
inteligencia de los niños es como una bujía encendida en un lugar expuesto al viento, su luz
es vacilante”18 y debe cuidarse. La conveniencia de hacer agradable y atractivo el
aprendizaje y la virtud, las actitudes positivas del educador, evitando una “autoridad
rigurosa” que atemoriza y retrae al niño y promoviendo la confianza y la persuasión, están
expuestos de manera verdaderamente atractiva.

En la última parte de la obra hace una reflexión sobre los defectos y las cualidades de las
jóvenes, y los estudios que deben cultivar. Es quizás la parte más negativa. A pesar de su
talante abierto y tolerante, Fenelón participa de alguna manera de la conciencia común en
relación a los defectos tópicos de la mujer: sensibilidad excesiva, frivolidad y ligereza en sus

14
De J.Ventura de RÁULICA.
15
MR, en EEO II, 496.
16
F. FENELON, L’Educacition des Filles, Paris, Librairie classique Eugène Belin, 1884, 5 (la traducción es
nuestra).
17
F. FENELON, op. cit., 17.
18
F. FENELON, op. cit., 20.
231
discursos, curiosidad exagerada, superficialidad y chismorreo, astucia y sagacidad,
coquetería, debilidad de espíritu, etc. Aunque al argumentar estos defectos se le escapa que
la mujer por naturaleza es así, sin embargo en otros momentos achaca estos vicios al mal
planteamiento de la educación y a la familia. También Enrique de Ossó participa de esos
tópicos misóginos, como veremos.

1. 2. El Neohumanismo pedagógico de los siglos XVIII y XIX

El naturalismo pedagógico, llamado también neohumanismo o romanticismo pedagógico


—fundamento de la escuela moderna— que inicia el giro paidocéntrico, le llega a Enrique de
Ossó a través de tres autores extranjeros: Dupanloup, Girard y Necker de Saussure.

A pesar de la orientación tradicional de la pedagogía de Enrique de Ossó y la Compañía,


la Escuela de santa Teresa no puede sustraerse a la corriente “paidocéntrica” que surge en
Europa en los siglos XVIII y XIX19. Una nueva orientación pedagógica —nacida del
empirismo inglés o francés durante la Ilustración, que naturalmente Enrique de Ossó no
comparte—, es no sólo conocida sino aceptada y asumida para la Compañía, aunque
creemos que Enrique de Ossó no leyó directamente autores como Locke, Rousseau, ni
siquiera a Pestallozzi o a Herbart. Nunca los cita, ni parece probable que recurriera
directamente a tales fuentes de inspiración educativa. Sin embargo en sus escritos
pedagógicos, y muy especialmente en los últimos, se afirman repetidas veces estos
principios naturalistas y psicológicos, mezclados y compatibles con los principios
tradicionales del humanismo cristiano, aristotélicos algunos de ellos.

En los Apuntes de Pedagogía vemos, por ejemplo, que junto a una definición aristotélica
del niño —“El objeto de la Pedagogía es el párvulo, el cual de hombre en potencia pasa a
ser hombre en acto”20—, se analiza y desarrolla el contenido en términos mixtos (Aristóteles
y Pestalozzi se dan la mano): “Al pasar de la potencia al acto hay un proceso de desarrollo
en el cual se ejercita la acción de la Pedagogía, porque el párvulo es docivilis, dócil,
perfeccionable en la vida física, intelectual, afectiva, moral, social”21. Y se concluye con una
explicación más amplia del paso de la potencia al acto en términos pestalozzianos: “Este
desarrollo de la actividad del párvulo procede con leyes fijadas por la naturaleza y que
muestran andar siempre adelantando. Con dependencia del desarrollo del cuerpo. Con
gradación y armonía de las facultades y sus actos. Con proporción a la edad del párvulo.
Con modificaciones nacidas de varias circunstancias externas e internas”22.

Hacia el final de los Apuntes, donde se habla más ampliamente de los aspectos
didácticos y metodológicos de la instrucción, Enrique de Ossó insiste en respetar “las leyes
de la psicología y de la lógica”23, que es “la ley psicológica fundamental para la educación de
las facultades intelectuales”24 o “La ley fundamental psicológica”. Llega incluso a afirmar: “En
cuanto al método didáctico, hay un principio supremo […]: en el instruir se sigue siempre el
orden de la naturaleza”25. O también: “Todas las leyes de educar están subordinadas a un
principio directivo supremo que, apoyándose sobre la naturaleza del párvulo se formula así:

19
En su obra, Pedagogía general, NASSIF considera que al pedagogismo del siglo XVII (centrado en el
educador, el método y los contenidos educativos), le sucede en el XVIII una nueva etapa, el paidocentrismo,
en la que se invierten los términos. Con Rousseau, el niño empieza a ocupar el lugar central del proceso
educador, relegando a segundo plano los demás elementos. Todo el siglo XIX y comienzos del XX está
marcado por esta nueva concepción educativa, que tendrá muchas consecuencias en los tratados de
pedagogía y en la didáctica. La pedagogía del siglo XX —integracionismo—ha hecho cada vez más hincapié
en la integración de los intereses individuales del alumnos con los intereses objetivos de la sociedad. Cf.
NASIFF, R., Pedagogía general, Ed. Kapelusz, Buenos Aires, 1958, 95-96.
20
“Objeto de la pedagogía, o sea, el párvulo o pequeño mundo”: AP, en EEO II, 768
21
Ibid.
22
Ibid.
23
EEO II, 771.
24
EEO II, 771.
25
EEO II, 772.
232
seguir y cooperar el desarrollo natural de toda actividad del párvulo, para conducirlo a que
llegue a ser verdadero hombre”26.

¿Cómo pudieron llegar a Enrique de Ossó estos principios educativos nuevos,


compatibles por otra parte con su antropología cristiana? Una vez más lamentamos la
pérdida de su biblioteca, que nos hubiera ahorrado muchos esfuerzos para esta difícil
determinación de sus fuentes pedagógicas. Rastreando sus máximas, y las escasas
referencias bibliográficas o de autores que hace en sus escritos, nos atrevemos a afirmar
que el Fundador de la Compañía conecta con el pensamiento pedagógico europeo por
doble vía, española y extranjera.

Félix Dupanloup (Saboya 1802-1878)

Por una parte, a través de algunos pedagogos europeos de indudable fiabilidad, entre los
que destacamos, a Monseñor Dupanloup, obispo de Orleans, cuya importante obra
pedagógica De la Educación influyó sin duda en el pensamiento pedagógico de Enrique de
Ossó27. Junto a un planteamiento profundamente cristiano y catequético de la educación, es
notable la asimilación de las nuevas ideas naturalistas. El Libro IV de esta obra trata “Del
niño y el respeto debido a la libertad de su naturaleza”. Acepta que “el gran principio que
domina todo es que la educación debe seguir a la naturaleza y ayudarla; jamás contrariarla
con la violencia”28. Además de estos amplios tratados sobre educación, el obispo de Orleans
escribió obras menores, una de las cuales, se titulada Cartas sobre la educación de las
muchachas, que debió inspirar a Enrique de Ossó la serie de sus catorce cartas-artículos
que publicó en la Revista Teresiana durante los años 1880-1882 casi con el mismo título29.

Gregorio Girard (Friburgo 1765-1850)

El segundo de los autores extranjeros que destacamos es el P. Girard, también citado por
Enrique de Ossó precisamente en las “Cartas sobre educación de la mujer”30. Franciscano,
reformador de la escuela popular en su país y promotor de la escuela doméstica y familiar,
como fundamento de la educación social y cívica31. Su relación con Pestalozzi es conocida,
y también la influencia pedagógica que de él recibió a pesar de que el franciscano se gloría
de seguir la pedagogía tradicional, proponiéndose “restaurar lo que el buen sentido
descubrió hace siglos”.

El P. Girard propone una enseñanza educativa, que forme la inteligencia creando hábitos
intelectuales. Estudiando el sistema de Pestalozzi coloca en el centro de la educación
intelectual la lengua materna. Es partidario de los procedimientos activos, porque se
adaptan a la psicología infantil. Proyecta en su escuela de Friburgo una enseñanza
progresiva y cíclica. Y considera que toda enseñanza ha de ser práctica, en cuanto que ha
de preparar al niño para la vida y para su porvenir eterno. Aunque influido por Pestalozzi, el
sistema de Girard está impregnado de los ideales católicos, pues considera la educación
moral y religiosa como cumbre y meta de la formación. Cristo es también para él el ideal
educativo. G. Girard representa un intento de reconciliación desde el punto de vista
pedagógico entre la Iglesia y el Estado, entre la ciencia y la fe. Es el representante más

26
EEO II, 778.
27
Recordemos la recomendación de su lectura a las hermanas en MR, en EEO II, 496. Lo que se refiere a la
“Educación de la mujer” está en el apéndice al Volumen III de su obra De la Educación (1851)).
28
El análisis de esta obra de DUPANLOUP se encuentra en: Diccionario de Pedagogía Labor I, Ed. Labor,
Barcelona 1936, 946-948.
29
Cf. EEO III, 885-927.
30
RT 1880-81, en EEO III, 908.
31
Se puede leer: “Padre Girard e l’educazione del popolo”, en Educaziones e Pedagogia nei Solchi della Storia
2, Società Editrice Internazionales, Torino 1997,246-254.
233
significativo del neohumanismo cristiano e inicia la reacción católica en la pedagogía del
siglo XIX32.

Adriana Nécker de Saussure (Suiza 1766-1841)

Mujer de inteligencia privilegiada y muy culta, la Sra. Nécker publicó entre 1828 y 1838
una obra en tres volúmenes, La educación progresiva o estudio del curso de la vida, de
indudable influencia en los escritos pedagógicos de Enrique de Ossó. Aunque la cita una
sola vez: “Si el respeto filial es de naturaleza religiosa, las dificultades se allanan y casi
desaparecen, dice la Sra. Necker”33, sin embargo, en los últimos escritos del Fundador de la
Compañía, y muy especialmente en su última “carta sobre la Educación de la mujer”, insiste
en este tema34.

En la obra de esta pedagoga suiza predomina el principio de la Religión, que para ella lo
es todo. Por eso cree que la tarea fundamental de la educación debe ser el desarrollo
religioso del alma. Consecuencia de estos principios es su teoría de que lo primordial en
educación es la formación del carácter, los métodos son algo secundario. Para formar el
carácter es preciso formar la voluntad, que es lo mismo que el alma.

La Sra. Nécker parte del concepto fundamental de progreso35, entendido como proceso
de continua educación. Un progreso que implica por parte del educador una intención bien
precisa, la voluntad de perfección del individuo. Pues no basta con saber lo que sucede
naturalmente al alma humana, o qué influencias ejercen sobre ella las cosas y las personas.
En el proceso educativo, lo natural se convierte en medio e instrumento para los valores,
que se confirman en la naturaleza de cada uno. La idea de progreso nace de una confianza
sustancial en la naturaleza humana y en su capacidad de continuo desarrollo cuando se
pone en contacto con los valores auténticamente humanos. Para ella la educación es un
viaje que, de etapa en etapa, lleva al sujeto a su perfección. Como para Teresa de Jesús,
para la Sra. Nécker no crecer, es disminuir, no avanzar, retroceder. El punto de partida de
su método educativo es el análisis psicológico del alumno concreto. Y reconoce en la familia
y en la escuela los ambientes educativos ideales para el niño.

La III parte de su obra está dedicada a la Educación de la mujer, con un tratamiento


original que la distingue de otros autores masculinos. La Sra. Nécker considera a la mujer en
sí misma y no en cuanto esposa, madre o educadora. Parte de la conciencia del valor de la
mujer en cuanto tal y de los deberes que tiene hacia sí misma. Sus facultades y sus
características psicológicas son examinadas, no con el fin de entrar en una polémica
absurda sobre la supuesta igualdad de los sexos, sino para hacer consciente de sí misma a
la mujer y permitirle asumir la dirección de la propia carrera interior. La mujer —piensa la
Nécker— puede cambiar las cosas desde dentro. Y esto es importante no tanto para que
mejore la sociedad, cuanto para que la mujer pueda llegar a ser completamente mujer,
pueda actuar en sí misma la propia personalidad.

Ésta tercera parte, quizás la más original de su obra por su concepto avanzado de la
mujer, no ha dejado huella en los escritos pedagógicos de Enrique de Ossó.

32
J. LLOPIS, Historia de la Educación, Barcelona 1969, 231-232.
33
2ª carta sobre “la Educación de la mujer”, EEO III, 890.
34
EEO III, 923-927.
35
Sobre esta pedagoga se puede leer: “Necker de Saussure e l’educaziones progressiva”, en Educaziones e
Pedagogia nei Solchi della Storia 2, Società Editrice Internazionales, Torino 1997,254-260.
234

3. La Pedagogía Católica Española del siglo XIX

Enrique de Ossó recibe influencia indudable de dos autores contemporáneos, el gran


apóstol y educador popular del siglo XIX, San Antonio María Claret, por una parte, y el
pensamiento ecléctico de Balmes, a través del cual le llegan las nuevas ideas europeas.

Antonio María Claret (Sallent 1807-1870)

El P. Claret es considerado como uno de los hombres de su tiempo de más dotes


pedagógicas, más dispuesto a admitir los progresos educativos de la época y de mayor
influjo entre los educadores católicos. Polifacético apóstol se preocupó por la educación
cristiana del pueblo y de las diferentes clases y grupos sociales. Se dedicó a la formación de
los sacerdotes, la promoción y la educación de la mujer, la formación en la familia, la
enseñanza del catecismo a los niños. Escribió gran variedad de libros, opúsculos,
catecismos y creó una librería popular para la difusión y popularización de buenos libros.

A Claret le preocupa la formación integral de la persona y valora como fundamental el


ambiente de la familia. Para él también la madre es la principal educadora, “sacerdote
doméstico” y “apóstol” de la familia, y a ella dedica muchos de sus escritos.

La Colegiala Instruida (1876) es probablemente la obra de Claret de mayor influencia en


la Compañía. Un verdadero manual de educación cristiana, dirigido a las niñas con sencillez
y pedagogía. Ésta es la opinión de Enrique de Ossó, hasta el punto de recomendárselo a las
mismas alumnas: “Hay Colegiala Instruida, por el Padre Claret que es muy bueno por lo
práctico”36. En esta obra, sigue los cánones aceptados por la mentalidad de entonces, pero
insiste, como lo hacía ya Fenelón, en la importancia decisiva de la educación de la mujer.
Pues “la mujer es buena o mala, según la instrucción y educación que se le da […]¡Oh,
cuánto convienen instruir y educar bien a la mujer, para librar al individuo, a la familia y a la
sociedad de los grandes daños y perjuicios que causará la mujer mala! […]”37. El texto
continúa diciendo que la mujer, además de “buena hija, buena hermana, buena esposa y
buena madre […] puede no sólo educar a sus hijos, sino también conducir a los pueblos;
puede, no sólo gobernar una familia, sino también gobernar un estado y un vasto imperio, y
hacerlo feliz”38.

¿En qué consiste esta instrucción femenina para el Autor? Lo dice con toda claridad al
principio de la obra: “El Plan de instrucción y educación que se debe dar a las niñas”, debe
abrazar dos extremos, a saber: 1º, la parte religiosa. 2º la que dice relación a los
conocimientos y labores propias de su sexo y condición”39.

Claret se sitúa en el extremo opuesto a la Sra. Nécker, en lo que se refiere a la práctica


educación femenina, pues se ocupa de la educación tradicional de la mujer, en función de
su misión doméstica futura, centrada en la piedad, la doctrina cristiana, la higiene, la
economía doméstica y la urbanidad, que él llama educación. La Colegiala instruida, librito
bien conocido y recomendado por Enrique de Ossó, influyó en el planteamiento de la
educación femenina de la Compañía, a pesar de que hay un punto fundamental de
desacuerdo con el Fundador. Mientras Enrique de Ossó considera que la instrucción en
letras y ciencias es una dimensión importante de la educación de la mujer, en La Colegiala
Instruida está totalmente ausente esta dimensión, pues para el P. Claret la instrucción
femenina quedaba reducida a la instrucción religiosa y moral, así como a los modales
propios de una buena cristiana.

36
MR, en EEO II, 496.
37
A. Mª CLARET, La Colegiala Instruida, libro utilísimo y necesario para las niñas, Librería Religiosa, Barcelona
1876, 45.
38
Ibid., 45-47. A modo de argumento, pone el ejemplo de Santa Pulqueria.
39
Ibid., 56-60.
235

Jaime Balmes (Vich 1810-1848)

“El más grande genio del siglo actual, nuestro inmortal Balmes” —como lo llama Enrique
de Ossó40— es ciertamente el pensador más importante del siglo XIX español41 y ejerció una
influencia pedagógica significativa en el Fundador de la Compañía. Probablemente Enrique
de Ossó leyó ya en el seminario la extensa obra filosófica de Balmes42 y le marcó de tal
manera que, al elaborar el Plan de Estudios para la Compañía, incluye El Criterio como libro
de formación pedagógica y humana43, la obra más conocida y de mayor entidad pedagógica
de Balmes. A través de este hombre de formación amplísima, llegan hasta la Compañía
principios y máximas de educación que nunca hubiéramos pensado.

En 1844 Balmes publica en la revista la Sociedad, un artículo titulado “Instrucción


primaria”, en el que expresa su pensamiento pedagógico, a la vez que da un juicio realista
de la penosa situación de la educación en España. En el artículo, lamenta la situación de la
escuela española, comparándola con otras escuelas europeas que, a estas alturas, han
entrado ya en un proceso de reforma44. Y por otra parte, anima a los lectores a poner todos
los medios posibles y a secundar las iniciativas oficiales45 para mejorar esta situación. A
través de sus palabras adivinamos una actitud positiva y conciliadora, un auténtico deseo
de síntesis entre tradición y modernidad46.

40
Cartas sobre Educación de la Mujer 1ª, en EEO III, 889.
41
Formado en un ambiente católico y tradicional, estudió teología en la universidad de Cervera donde conoció y
leyó de todo y sobre todo por su cuenta. Estudioso de la tradición filosófica occidental y espectador de los
cambios fuertes que se producían en España, la vida de Jaime Balmes fue una lucha honesta y esforzada por
conciliar el pasado con el presente, y por la concordia entre sus contemporáneos. Hombre de gran lucidez,
espíritu analítico y equilibrado, se propuso estudiar las realidades tales como eran, al margen de todo
fanatismo, triunfalismo o espíritu de derrota. Filósofo, apologista, escritor, periodista, sociólogo, pedagogo,
autodidacta. Cultivó todas las ramas del saber, desde las matemáticas hasta la máquina de vapor o la
teología. Filosóficamente Balmes es ecléctico, cristiano e independiente, difícil de clasificar en las escuelas
tradicionales. Es un admirador de santo Tomás pero también de Suárez y Descartes. Su filosofía es realista y
empírica, intentando hallar el justo medio entre la abstracción y el sentido común, pero sin desentenderse en
ningún momento del problema del hombre concreto. La educación es una de las constantes preocupaciones
de Balmes. Fue uno de los pocos hombres que introdujeron a los católicos tradicionales en la ideología del
mundo moderno. Su independencia intelectual y política le acarrearon incomprensiones y críticas. (Cf. B.
DELGADO CRIADO, Pedagogos cristianos y sus escritos sobre educación”, en B. BARTOLOMÉ MARTÍNEZ
(Dr.), Op. cit. II, 99-110.
42
Escribió sobre todas las ramas de la filosofía y la moral y sobre educación. Sus obras están publicadas en
español en la BAC en 8 volúmenes.
43
Citado y recomendado varias veces (Cf. PE, en EEO II, 241. 244) También la “Religión y Moral” de Balmes,
como libro de texto para las hermanas (EEO II, 264).
44
Pensemos, por ejemplo, en la escuela suiza, bajo la influencia de Pestalozzi, o la escuela alemana, renovada
por Herbart, discípulo del mismo. O en Francia, donde la influencia de Girard ha sido grande, o en Italia, con
la influencia de Fröbel.
45
Entonces se estaba preparando el llamado Plan Pidal de Educación, que se aprobó en 1845.
46
Transcribimos un párrafo: “Lástima causa que cuando en otros países se ha llevado tan adelante el
importantísimo ramo de la instrucción primaria, haya estado entre nosotros tan descuidada, sea tan reducido
el número de escuelas y éstas disten mucho de llegar a la perfección en que las tiene otras naciones. […]. No
hemos cuidado de mejorar los métodos, ni de informarnos de los adelantos de nuestros vecinos y, sobre
todo, no hemos pensado en aprovechar los muchos recursos de que disponemos para el efecto[…]. En la
actualidad no podemos negar que se ha despertado en España un vivo movimiento que lleva los espíritus
hacia un porvenir más animado y brillante […] lo que conviene es explotarlo en beneficio de la ilustración, de
la moralidad y del bienestar. Si el gobierno impulsa vivamente el planteo de escuelas de instrucción primaria y
las mejoras de las existentes, encontrará sin duda apoyo y eficaz cooperación en el país, que se va
convenciendo […] de que es indispensable satisfacer las exigencias del siglo poniéndonos al nivel de las
demás naciones, si queremos labrar nuestra prosperidad interior y ocupar en el congreso europeo el rango
que nos corresponde. Mas al propio tiempo que aplaudimos este progreso también deseamos que se procure
aliarse íntimamente con la religión y la moral, para evitar las consecuencias desastrosas que estamos
presenciando en otros países donde el aumento de la instrucción ha llevado consigo el aumento de la
inmoralidad […]. Triste luz del entendimiento la que sólo sirve para la perversión del corazón” (J. BALMES,
“Instrucción Primaria”, en Obras Completas V, BAC, Madrid 1949, 612-613).
236
El Criterio, su obra más conocida, es la de mayor entidad pedagógica y sentido práctico.
En ella el joven autor enseña al lector medio “el arte de pensar bien, para obra bien”47, lo
que él llama el entendimiento práctico. Enseña a percibir con claridad, juzgar con verdad y
discurrir con rigor. Trata sobre la atención, el significado del talento, la necesidad del
estudio, la reflexión personal, la educación del sentimiento, el autocontrol de las pasiones.
Apoyado en la tradición pedagógica del cristianismo, Balmes propone como objetivo de la
educación el hombre completo, argumentando su tesis con ideas e incluso con expresiones
de algunos autores modernos.

A la importancia de la educación y la influencia del educador, Balmes añade la del propio


esfuerzo personal. Hombre completo será el que se hace a sí mismo, el que llegue a
descubrir la realidad de las cosas. Buen profesor es el que cumple dos objetivos
fundamentales en su actividad: Transmitir los conocimientos básicos de la ciencia, y
desarrollar el entendimiento de sus alumnos para que sean capaces de actuar de forma
autónoma cuando terminen la edad de escolarización. No basta, pues, al educador,
transmitir conocimientos.

La pedagogía de Balmes, diseminada por todas sus obras es coherente con su filosofía.
Hace suyo el principio aristotélico, atribuido a Locke posteriormente: “Nada hay en el
intelecto que antes no haya estado en los sentidos” Y esta otra: “El alma antes de recibir
sensaciones es como una tabla rasa en la que nada se haya escrito”48. El niño puede
compararse a una tabla rasa cubierta con una capa de pasta muy blanda donde es
suficiente tocar muy ligeramente para que quede la huella del cuerpo que la ha tocado.
Puede de otro lado compararse con un frasco de cuello muy angosto que, si se le quiere
llenar de una vez, el licor se derrama”49.

Al analizar el Proyecto Educativo de la Compañía, indicaremos aspectos concretos en los


que descubrimos esta influencia balmesiana50.

1.4. Fuentes bíblicas y algunos maestros de espiritualidad

El evangelio y las cartas paulinas sobre todo, son las principales fuentes de inspiración
pedagógica para Enrique de Ossó. Junto a la Escritura, los grandes maestros espirituales,
buenos intérpretes de la Palabra: san Agustín, santo Tomás de Aquino, santa Teresa y san
Juan de la Cruz, Fray Luis de León y Fray Luis de Granada, San Francisco de Sales y San
Alfonso María de Ligorio. No nos referimos en particular a cada uno de estos autores, de
influencia sobre todo espiritual. Únicamente a Teresa de Jesús le dedicamos unos párrafos,
por su omnipresencia en la Compañía y en “La Escuela de santa Teresa”.

Santa Teresa de Jesús (1515-1582)

La influencia pedagógica de Teresa de Jesús, sobre todo en lo que se refiere a la


educación religiosa y moral de la infancia, es mayor de lo que pudiera parecer. Se trata de
una influencia práctica o testimonial, potenciada por la reflexión que la misma Teresa hace
de su experiencia. Los primeros capítulos del Libro de la Vida son para Enrique de Ossó
verdadera doctrina educativa, en doble sentido.

En primer lugar, porque ponen de relieve la trascendencia de la educación en los


primeros años de la vida. Formación de la mente, de la conciencia moral y de los hábitos de

47
J. BALMES, “El Criterio” (1845), en Obras Completas III, Madrid BAC 1963, 489. Esta obrita fue redactada en
un mes, a finales de 1843, en momentos difíciles desde el punto de vista político.
48
J. BALMES, “Historia de la Filosofía elemental”, en Obras Completas III, Madrid BAC 1963,392.428.444.
49
J. BALMES, “Instrucción…, 604.
50
Para más información sobre BALMES, Historia de la Acción Educadora de la Iglesia en España II, Madrid,
BAC 1997, 99-110.
237
comportamiento. “Lo primero que se aprende es lo último que se olvida”. Los primeros
capítulos de la autobiografía teresiana manifiestan la influencia decisiva de la relación
educativa en la infancia y juventud: la huella en el niño de los padres y los hermanos, los
educadores, los amigos, y demás personas con que se relaciona.

En segundo lugar, Enrique de Ossó aprende en el libro de La Vida una metodología


educativa. Se confirma en la importancia del buen ejemplo para la formación de actitudes y
virtudes y en el método de la repetición de verdades fundamentales, de gran eficacia como
testifica la Santa: “Acaecíanos estar muchos ratos tratando de esto y gustábanos de decir
muchas veces: ¡para siempre, siempre, siempre! El pronunciar esto mucho rato era el Señor
servido me quedase en esta niñez imprimido el camino de la verdad”51.

Por último, hay que añadir que la Santa de Ávila que es, por una parte, la educadora ideal
—siempre presente en su Escuela y en la vida de las hermanas de la Compañía “otras
teresas”—, ella misma aparece también como modelo de mujer, no sólo para las hermanas
sino también para las alumnas de los colegios teresianos y para cualquiera que se acerque
a su persona. Representa Teresa el ideal femenino del humanismo español: “santa y sabia”,
“ilustrada, virtuosa, social”, “modelo del buen decir y maestra del habla nacional”52.

2. ESCRITOS PEDAGÓGICOS DE ENRIQUE DE OSSÓ

En las Obras Completas de Enrique de Ossó, Volumen II, están publicados sus tres
escritos más significativos sobre educación, que representan tres hitos importantes en la
trayectoria educativa de la Compañía durante los veinte años que el Fundador la acompañó
desde la Inspiración hasta su muerte. Son el Plan Provisional de Estudios de la Compañía
de Santa Teresa de Jesús (1882), Mi Reglamento (1890) y los Apuntes para un libro de
Pedagogía (1894).

La Revista Santa Teresa publicó innumerables artículos de Enrique de Ossó, sobre


educación, los más importantes de los cuales están recogidos en una antología en el
Volumen III de las Obras Completas. Y en el Volumen I de estas Obras está reeditada la
primera obra pedagógica de Enrique de Ossó, La Guía práctica del Catequista (1872).

Plan Provisional de Estudios de la Compañía de Santa Teresa de Jesús

El Primero de los documentos, titulado Plan provisional de Estudios (1882), describe con
claridad el Proyecto de formación de las educadoras de la Compañía. Programa de
formación inicial de aquellas que se preparan para ser maestras, y de formación
permanente para las que están ya en plena actividad educativa.

Es además un Proyecto Educativo en ciernes, elaborado sobre la base de la experiencia


de formación profesional y pedagógica de las primeras hermanas —su estudio y titulación—
, y habiendo tenido alguna experiencia educativa en las pequeñas escuelas fundadas desde
1878, predominantemente femeninas y de nivel primario, aunque había ya alguna “Escuela
de Párvulos”53 . “El título de provisional, con que aparece en esta primera edición del Plan,

51
Vida, 1,5.
52
Expresiones tomadas de Prospecto San Gervasio, op. cit., 2.
53
EEO II, 253. Cuando se publica el Plan Provisional de Estudios la Compañía tiene al menos 9 colegios:
Septiembre 1878 Vilallonga (Tarragona)
Mayo 1879 Aleixar (Tarragona)
Octubre 1879 Tarragona (C/Granada 5)
Diciembre 1879 Roda de Bará (Tarragona)
Diciembre 1879 Maella (Zaragoza)
Junio 1880 San Carlos (Tarragona) : Elemental y Párvulos
Julio 1880 Gracia (Barcelona)
Mayo 1881 Rubí (Barcelona)
238
mantiene viva la intención de “reajuste” que debería hacerse, después, a la luz de la
experiencia en su aplicación”54.

Aunque el Plan se pensó para la formación de las hermanas educadoras y está dirigido
a ellas, sin embargo, tanto las líneas pedagógicas como muchas de las concreciones
didácticas fueron válidas y aplicables a las alumnas y párvulos de los colegios de la
Compañía, por lo que podemos considerarlo como el Primer proyecto educativo de la
Escuela de santa Teresa55.

Mi Reglamento (1890)

En la década de los noventa ya funcionan en la Compañía algunos internados de niñas o


“señoritas”. Para las alumnas y profesoras de estos centros escribe Enrique de Ossó Mi
Reglamento, obra que por otra parte no se publicó en vida del Fundador56.

Aunque se observan algunas repeticiones, Mi Reglamento responde al modelo de


reglamento escolar decimonónico, con dos partes bien diferenciadas. La primera, dirigida a
las alumnas, es una especie de Proyecto Educativo donde se especifican los objetivos, que
se espera asuman las alumnas con vistas al fin último de la educación. Además, el
currículum académico, la metodología del estudio, un reglamento interno con muchos
pormenores: deberes de la alumna, exámenes, calendario escolar, horario, etc.

La segunda parte, dirigida a las profesoras, tiene una perfecta correspondencia con la
primera, se refiere a los mismos aspectos, pero desde el punto de vista de las educadoras.
En esta parte se advierten algunas diferencias respecto del Plan de Estudios, cosa natural,
ya que han pasado ocho años desde el primer documento y, como cabía esperar, la práctica
educativa está influyendo sobre la teoría.

Apuntes para un libro de Pedagogía (1894)

En 1894 Enrique de Ossó pasa varios meses en Roma por razones del Pleito. En aquella
relativa tranquilidad se dedicó a orar y a reflexionar. Durante estos meses escribe dos obras,
que ponen de manifiesto las dos dimensiones más significativas de la vida y de la obra de
Enrique de Ossó, y de la Compañía. Un mes en la Escuela del Corazón de Jesús, que
representa la expresión madura de su pedagogía de la oración: la configuración con Cristo.
Y Los Apuntes para una Pedagogía racional, “primer esbozo de una pedagogía o Filosofía
de la Educación”57.

El Fundador de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, creyó llegado el momento de


escribir una obra sistemática sobre su Filosofía-Teología de la educación, el Currículum
escolar de las Escuelas de Santa Teresa, con una Didáctica diferenciada, según niveles y
sexos; así como una Pedagogía también diferenciada, dejando, sin embargo, bien claros los
Principios fundamentales de la educación teresiana. En Roma no terminó su proyecto, y al
morir prematuramente, un año después, tampoco estaba acabado el ensayo.

Octubre 1881 Barcelona (C/Bruch)


54
Introducción a la edición de las Obras Completas, en EEO II, 231.
55
La segunda parte del Plan está orientada ya hacia la Escuela teresiana: - “Profesoras de niñas o señoritas de
los Colegios de la Compañía de Santa Teresa de Jesús: Tengan para sí dichas las instrucciones de las otras
profesoras de educandas” (EEO II, 248) . “Profesoras y escuelas de Párvulos…”(p. 252). “De las clases:
procuren que las niñas miren con gran respeto las clases…” (p.254).
56
Para más información sobre el manuscrito, se puede consultar la presentación del documento en EEO II, 473.
57
Para una información mayor sobre este esbozo, conviene consultar la presentación en EEO II, 741.
239
Lo que dejó escrito aquel verano es sólo una parte muy poco elaborada de su proyecto,
dirigida explícitamente a los párvulos y a las maestras de párvulos, lo que nos da idea de la
opción preferencial de la Compañía de aquellos años por esta edad.

Desde la publicación de las Obras completas de Enrique de Ossó (1977), tenemos


acceso a aquel borrador de D. Enrique, que se conserva en el Archivo General de la
Compañía en copia manuscrita autenticada58. Hay repeticiones, yuxtaposiciones, falta de
orden y estructura. Textos tomados de aquí y de allá. Muchas de las páginas de estos
Apuntes, son series de “máximas” numeradas, procedentes de diversos autores: clásicos,
de la tradición cristiana, y contemporáneos a D. Enrique59. La mayor parte de lo que dice, es
válido para todos los niveles escolares, aunque el sujeto del discurso son siempre los
párvulos.

“Artículos” publicados en la Revista Santa Teresa de Jesús

A través de la Revista Santa Teresa de Jesús Enrique de Ossó publica numerosos


artículos sobre educación, dirigidos sobre todo a lectores y lectoras laicos. Además de los
artículos dedicados abiertamente a la Compañía de Santa Teresa de Jesús, destacamos por
su valor doctrinal y pedagógico la serie de doce artículos titulada “La Obra de las
Vocaciones Eclesiásticas”60 y las catorce “Cartas sobre la Educación de la Mujer, de los que
hablamos en otros lugares de la obra”61. Es muy interesante, también, un artículo titulado
“La verdadera educación” en el que hace una crítica a la situación confusa del momento62.

Guía Práctica del Catequista

Esta obra de juventud de Enrique de Ossó, escrita para la formación espiritual,


pedagógica y didáctica de los catequistas —la mayor parte sacerdotes y seminaristas—, no
puede olvidarse al estudiar la Filosofía de la Educación y la Pedagogía de la Compañía. No
sólo porque el Fundador remite constantemente a esta obra cuando se dirige a las primeras
educadoras de la Compañía, sino porque en ella encontramos ya los elementos
fundamentales de la Pedagogía de Enrique de Ossó63.

3. FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN

Lo que ofrecemos a continuación responde a un intento de interpretación del contenido


de estos documentos, destacando y poniendo en relación aquellos elementos que hoy nos
parecen de más interés, sin violentar el significado que tuvieron en su contexto. Creemos
que será una ayuda —un paso necesario— para una posterior profundización en la
Pedagogía de la Compañía. Tanto para una mayor profundización en sus fuentes, como
para la relectura de la Pedagogía de la Compañía hoy y la reformulación de su Proyecto
Educativo.

58
( AGSTJ, Escritos PIB/T Vol. XX).
59
Dejamos para otro momento la investigación de las fuentes más directas que están presentes en este
cuaderno “borrador”.
60
Publicada en EEO III, 821-863.
61
Publicadas en EEO III, 885-927. En realidad son sólo son 12 cartas. De ellas se habla en el Capítulo 14º,
Apartado 1.4: “Las madres: hacer de ellas verdaderas educadoras”.
62
Dice así: “Nunca se ha hablado tanto como hoy de educación, de su necesidad, de su excelencia, y tal vez
nunca se ha hallado más desatinada la verdadera educación” (RT, octubre 1887, 20-22).
63
Publicada en EEO I, 26-187. Se puede leer el artículo de C. MELCHOR, “San Enrique de Ossó, patrono de los
Catequistas españoles”, en la revista del secretariado nacional de catequesis, Actualidad Catequética, Nº
187, julio-septiembre 2000, publicado también en Boletín STJ Nº 191, diciembre 2000, pp.205-220.
240

3.1. Qué es educar para Enrique de Ossó

Al hablar de las fuentes hemos indicado que el concepto de educación en la Compañía


está inspirado en otros autores cristianos64, de quienes el Fundador tomó algunas ideas,
organizándolas desde su personal manera de entender la vida y sobre todo la vida cristiana.
Para Enrique de Ossó, educar es levantar, avivar, desenvolver, sanar, restaurar. En este
sentido, todas aquellas actividades que orientan a la persona hacia su fin, sobre todo en el
período de la infancia y la juventud, pueden ser consideradas como educativas.

El significado de educar es amplio y abierto, no sólo porque a lo largo de la historia de la


educación se ha insistido en uno u otro aspecto, sino porque incluso en su significado
etimológico, no hay del todo acuerdo. Tradicionalmente se ha hecho derivar la palabra
educar, de dos verbos latinos diversos, que justifican dos modos de entender la educación:
Educar, deriva de E-ducare, que significa: dirigir, encaminar, orientar hacia la meta. O
también de Ex- ducere, que significa: sacar de dentro, hacer surgir lo que está oculto en el
interior.

Hay, además, un verbo quasisinónimo “formar”, cuyo significado etimológico aporta


nuevos dimensiones a la educación. En esta tercera acepción significa dar forma, moldear.
Por último, ciñéndonos al concepto de educación de Enrique de Ossó, añadimos un cuarto
significado: Educar es también sinónimo de alimentar, nutrir a la persona en sus
dimensiones más espirituales.

Circunstancialmente encontramos otros significados afines a la educación, que en


ocasiones aparecen como significados primarios. Educar puede ser también curar, sanear,
restaurar, sobre todo si consideramos los efectos destructores del pecado original e incluso
en la persona.

En los escritos de Enrique de Ossó sobre educación, están presentes estas cuatro
acepciones, que ponen de relieve diversos modos de intervención educativa. Ninguna de
ellas tiene un significado excluyente, aunque, como veremos, el Fundador de la Compañía
tiene predilección por alguna. Por otra parte, en los escritos pedagógicos aparecen diversas
imágenes o metáforas de la educadora teresiana, que acentúan uno u otro significado65.

3.2. Finalidades de la Educación

Junto a las definiciones de la educación, en los escritos pedagógicos de Enrique de Ossó


se entremezclan expresiones que hablan explícitamente del Fin de la educación,
contemplada desde perspectivas diversas. Las presentamos, clasificadas66 en tres
perspectivas, no sólo interrelacionadas sino inclusivas. Siguen un orden ascendente: Desde
la más general, válida para creyentes y no creyentes, hasta la perspectiva cristiana, y la
específicamente paulina y teresiana. En las tres, como es lógico, subyace una visión
cristiana y teresiana de la persona, es decir, una concreta antropología.

64
FENELÓN, DUPANLOUP, P. GIRARD, Fr. LUIS DE LEÓN, Padre CLARET, Jaime BALMES, etc. Son fuente
de inspiración también en lo pedagógico los grandes autores clásicos: SANTO TOMÁS, Summa Teologica,
SAN AGUSTÍN. Y tratándose de catequesis se inspira y admira a J.C. GERSÓN (Cf. EEO I, 33 y ss.).
65
Tendremos oportunidad de leer textos en los que aparecen las cuatro acepciones, con sus metáforas, y otra
metáfora más de origen evangélico y teresiano:
- “Educare”: Educadora, en cuanto guía (líder) o capitana.
- “Exducere”: Educadora, como madre, que da a luz. Escultor.
- “Formar”: Educadora, como formadora, o alfarero.
- “Alimentar”: Educadora, como nodriza.
- Cultivar, facilitar, preparar: Educadora como labrador o jardinero.
63
No es fácil hacer una sistematización a partir de los escritos numerosos sobre el tema, porque el mismo
Enrique de Ossó no tiene sistematizada su teoría de la educación. Sin embargo, y con el riesgo de
equivocarnos, proponemos una serie de párrafos, entresacados de sus obras, en los que se habla del Fin.
241

3.2.1. Perspectiva antropológica

La finalidad de la educación se plantea unas veces, desde una óptica


predominantemente personal, que pone de relieve aspectos de la persona individualmente
considerada, sin olvidar su dimensión relacional, social y trascendente. Así aparece, por
ejemplo, en Los Apuntes para un libro de Pedagogía: “Educación es el cultivo armónico y
ejercicio conveniente de las potencias, facultades y operaciones dirigible del hombre, para
que se perfeccione y le ayuden en su felicidad temporal y eterna”67.

Seleccionamos unas cuantas finalidades que, nos parece, siguen siendo válidas hoy, a
pesar de que el lenguaje es del siglo XIX.

 Desde el reconocimiento de la persona como ser llamado a la libertad:

“El fin de la pedagogía es formar un joven, es hacer que el párvulo sepa


guiarse por sí mismo, como hombre libre, haciendo buen uso de su libertad”68.

 Desde la necesidad de que cada uno desarrolle todas sus cualidades o


posibilidades:

“Objeto [de la educación] es despertar, avivar, cultivar, ejercitar, desenvolver,


perfeccionar las potencias, facultades y operaciones del hombre”69.

 Desde la importancia de una vida ética (está implícita la dimensión relacional):

“Todo se debe dirigir […] a la recta educación moral de los párvulos, porque
es el fin o complemento de la educación”70.

“El fin [de la educación moral] es excitar y conducir a los párvulos a conocer,
a amar y a practicar el bien moral, de modo que se formen en ellos hábitos
virtuosos, y de éstos el carácter”71.

 Desde la valoración de una personalidad madura y responsable:

“El fruto más precioso y el último de la educación moral […] es la formación


del carácter moral, porque de él depende la felicidad temporal y eterna por lo
común […]. Carácter moral se llama al modo de ser constante del hombre en
el pensar, hablar y obrar conforme a máximas fijas y santas”72.

 Desde el reconocimiento de la dimensión social de la persona:

“El fin próximo del hombre es vivir en sociedad, perfeccionarse con el trabajo,
hacer bien a sus semejantes”73.

 Desde la legítima aspiración de todo hombre a realizarse como persona, y ser feliz:

“Fin [de la educación es] dirigir todas las fuerzas del hombre para que sea
feliz acá y eternamente”74.

67
AP en EEO II, 766.
68
AP en EEO II, 744.
69
AP en EEO II, 749.
70
AP en EEO II, 753.
71
AP en EEO II, 753.
72
AP en EEO II, 757.
73
AP en EEO II, 767.
74
AP en EEO II, 749.
242

3.2.2. Perspectiva cristiana

En la perspectiva cristiana, siguen presentes los aspectos anteriores, pero reorientados


desde la profunda convicción de que el ser humano es imagen de Dios, y desde la
conciencia de que el pecado ha desfigurado esa imagen y sólo en Jesucristo Salvador es
posible restaurar esta imagen y semejanza de Dios. Precisamente desde esta perspectiva,
Enrique de Ossó identifica el fin de la educación con el fin de la Fe cristiana, que él llama
Religión.

Citamos, a continuación, una serie de párrafos que expresan, de diversos modos, el Fin
de la Educación cristiana75.

 La educación cristiana consiste en continuar la obra de Dios en el hombre, porque


Dios es el primer educador:

“En el Bautismo […] se nos infunden los hábitos de la fe, la esperanza y la


caridad y demás virtudes, hábitos que han de desarrollarse al suave calor y rocío
de una educación cristiana”76.

“La educación del niño principia aquí, en su bautismo, y como quiera que educar
quiere decir levantar, restaurar, perfeccionar, y el hombre no podía levantar a
otro hombre por su [im]potencia y degradación, el mismo Dios se toma el trabajo
de principiar nuestra reparación y educación a semejanza del hombre herido en
medio del camino, de que habla el evangelio”77.

 El hombre, creado a imagen y semejanza de Dios:

“La mejor y más verdadera educación es la que libra [a la persona] con más
eficacia y prontitud de los defectos y le vuelve más semejante a Dios que le ha
criado”78.

 La persona, hecha para unas relaciones positivas, para la relación interpersonal:

“Todos los esfuerzos de la educación se dirigen a mejorar al niño o a la niña, a


levantarlo de su degradación nativa […] a restablecerlo en sus relaciones con
Dios, con el hombre y consigo mismo; a obrar un cambio saludable en sus
sentimientos, ideas, hábitos”79.

 El hombre, llamado a ser hijos de Dios y hermano de los otros:

“Fin último [ de la pedagogía es] ayudar a que [el niño] sea digno hijo de Dios,
imagen hermosa de Dios, semejante a Dios, digno miembro de Cristo, otro
Cristo sobre la tierra, haciendo bien a todos, y no haciendo a nadie mal”80.

75
Omitimos formulaciones disonantes con la antropología cristiana actual, como por ejemplo, la siguiente que,
por otra parte, es una síntesis de las que hemos seleccionado: “El fin primordial de la verdadera educación es
levantar al niño de la degradación del pecado original, preservarlo del contagio del vicio, hacerlo triunfar de
sus malas inclinaciones, proteger su inocencia, excitar en su corazón el amor del deber y el sentimiento de la
virtud, conservar o dar a sus facultades morales toda su pureza, toda su energía…”(CEM 2ª en EEO III, 892).
Para una comprensión más profunda de estas fórmulas, se pueden leer los “Principios de educación
cristiana”, a través de los cuales se ven con mayor detalle los rasgos de la antropología cristiana de Enrique
de Ossó, algunos de los cuales ya no son válidos hoy, y su ideal educativo (AP en EEO II, 766-767).
76
CEM 3ª en EEO III, 893.
77
CEM 5ª en EEO III, 900.
78
“Cartas educación de la mujer” 2ª (CEM) en EEO III, 892.
79
CEM 2ª en EEO III, 891.
80
AP en EEO II, 745.
243

 La educación cristiana se dirige al hombre integral, a toda la persona:

“La educación y la religión no tienen otro fin que perfeccionar al hombre, todo el
hombre. Así como la verdadera Religión se dirige al espíritu, al corazón y a los
sentidos, la verdadera educación es la que cultiva a la vez el hombre moral,
intelectual y físico”81.

3.2.3. Perspectiva cristocéntrica paulina

Evidentemente no es una perspectiva diversa de la cristiana —la que se desprende del


mensaje de Jesús en los cuatro evangelios—, pero ésta pone de relieve la experiencia
mística que vivió y transmitió san Pablo, y que estamos llamados a vivir todos los
bautizados. Enrique de Ossó, como Teresa de Jesús, hizo también experiencia de que su
vivir era Cristo, y que la vida cristiana no es otra cosa que la vida en Cristo. Educar para él,
significa, por tanto, situar al niño y al joven en esa órbita cristocéntrica. Facilitarle los medios
para que viva en Jesús, ame y piense y trabaje con Jesús y como Jesús; pasando por el
mundo —de este modo— haciendo bien a todos, como Jesús82.

A continuación comprobaremos, cómo la Finalidad de la Educación teresiana, tal como la


formula Enrique de Ossó en los distintos escritos para la Compañía, es casi siempre la
misma. Cristificar toda la persona: “cabeza, corazón, exterior”:

 En el Plan de Estudios:

“No hemos de parar hasta grabar en todos los corazones e inteligencias […]
“Viva Jesús”. Sí, viva Jesús en todos los corazones e inteligencias por la
educación e instrucción cristianas. Viva Jesús, en el vestido exterior y en todas
las manifestaciones de la vida por la modestia cristiana”83.

“El fin que se deben proponer en sus enseñanzas no es otro que formar a Cristo
Jesús en las inteligencias por medio de la instrucción; formar a Cristo Jesús en
los corazones por medio de la educación”. A este fin esencial dirigirán todos sus
esfuerzos y cuidados, pidiéndolo de continuo […] en todas sus oraciones”84.

 En Exámenes de las Hermanas:

“El fin esencial de este Apostolado [la enseñanza] es formar a Jesús en el


entendimiento de la niñez por la instrucción; en el corazón por la educación y en
el exterior por la modestia cristiana”85.

 En Mi Reglamento:

“El fin de los pensionados [de la Compañía] […] es formar a Jesús en su


inteligencia por la instrucción, en su corazón por la educación, en el exterior por
la modestia cristiana”86.

81
CEM 2ª en EEO III, 890.
82
Junto a las referencias múltiples de las cartas paulinas, hay que añadir un texto repetidísimo por Enrique de
Ossó: Hch 10, 38, que representa para el Fundador de la Compañía la síntesis de la acción de Jesús en este
mundo, y por lo tanto, la síntesis de la que ha de ser la acción de sus discípulos y discípulas.
83
PE en EEO II, 238-239.
84
PE en EEO II, 245.
85
EF en EEO II, 441.
86
MR en EEO II, 487.
244
 En Apuntes para un Libro de Pedagogía:

“Fin de la pedagogía de la educación cristiana y racional es formar a Cristo, su


imagen perfecta, en el corazón y alma de los niños, en su exterior. Hijitos míos
que otra vez yo os doy a luz hasta que se forme Cristo en vosotros”87.

“Que viva Jesús y muera el pecado en sus almas. Favorecer el desarrollo de


sus hábitos de fe, esperanza, caridad —injertos en el Bautismo— y todas las
buenas inclinaciones y ahogar las malas. Ayudar a formar hábitos buenos”88.

“Fin de la pedagogía es ser otros Cristos, ser perfectos como el Padre


Celestial”89.

 En un artículo de la Revista Santa Teresa:

“…Levantaremos una escuela católica, una escuela religiosa que […] forme a
Cristo Jesús en las tiernas inteligencias por la instrucción, y en los corazones por
la educación”90.

 En Cartas sobre Educación de la Mujer:

“La educación perfecta no es otra [cosa] que formar la imagen de Jesús en el


corazón de la niñez”91.

“El apóstol san Pablo, modelo de los grandes pedagogos decía en una de sus
cartas: Hijitos míos, a quienes doy otra vez a luz, hasta que forme Cristo en
vosotros. He aquí el fin de toda educación cristiana, que no puede lograrse sin la
ayuda de la fe, de la Religión”92.

Desde esta tercera perspectiva se ofrece un modo concreto de participar en la Nueva


Humanidad inaugurada por Cristo. Entrando en un dinamismo de muerte y resurrección,
viviendo con Jesús el Misterio Pascual.

A la vista de la importancia de la segunda y sobre todo, tercera perspectiva, podemos


hablar de una teología de la educación, que asume desde un planteamiento cristiano —
paulino y teresiano—, las finalidades de toda educación auténticamente humana. Esta
teología está implícita en todos sus escritos. De manera explícita la encontramos sobre todo
en Los Apuntes de Pedagogía, el “borrador” de lo que iba a ser un libro de Pedagogía
teresiano”93.

De éste y de los otros escritos pedagógicos se pueden extraer los elementos


fundamentales de su teología educativa, que incluye una antropología teresiana. Lo que
objetivamente es un fallo en aquellos Apuntes, la reiteración, nos permite seleccionar lo más
significativo, aquello a lo que Enrique de Ossó daba verdadera importancia en la educación.

87
AP en EEO II, 744.
88
Ibid.
89
AP en EEO II, 745.
90
RT 1880, en EEO III, 885
91
CEM 4ª en EEO III, 896: aparece en esta carta la posible extrañeza por considerar así el fin de la educación:
“Veo que en ella (la carta) te admiras de la idea que te doy de la educación perfecta […]. Me dices que nunca
te habías asomado siquiera a esa idea de la educación, y por consiguiente, que nunca habías apuntado tan
alto”.
92
CEM 3ª en EEO III, 894.
93
Ya hemos dicho que quedaron inconclusos a la muerte de Enrique de Ossó, en enero de 1896. La parte que
conocemos, está llena de reiteraciones y hay lagunas; le falta un eje formal, y va dirigido únicamente a las
maestras de párvulos. (Cf. AP en EEO II, 791-821).
245
4. TEOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN EN LA COMPAÑÍA

Desde esta perspectiva paulina, es difícil establecer los límites entre la misión del
catequista y la maestra teresiana. Enrique de Ossó considera más bien ambas tareas como
intercambiables. El catequista es verdaderamente un educador en la fe; el maestro y la
maestra cristianos son verdaderos catequistas. Entendida la educación como un proceso
que se inicia en el nacimiento y el bautismo, en el que Dios mismo es el primero y principal
educador, como ya hemos visto.94.

De esta manera, la tarea de la educadora consistirá en acompañar a niños y jóvenes,


ayudándoles a personalizar la fe recibida de sus padres, hasta hacerla vida. O en despertar
el deseo de creer, en aquellos que han nacido en un ambiente familiar no cristiano. Esta
pedagogía del umbral, se cultivó de alguna manera en los colegios “de frontera o de
vanguardia” que la Compañía asumió ya a finales del siglo XIX, en los comienzos de la
Compañía95.

Podemos afirmar que La Guía Práctica del Catequista contiene ya no sólo el Ideario
educativo de Enrique de Ossó, sino también el de la Compañía, a pesar de haberse escrito
este libro cuatro años antes de la Inspiración. Lo que se presenta allí como finalidad de la
catequesis o educación en la fe de los niños, será también la finalidad última de la Escuela
de Santa Teresa. Comparemos estas dos formulaciones:

Guía Práctica del catequista: Fin del Catequista

“El fin del Catequista es formar en el corazón de los niños la imagen perfecta de
Jesús: darlos a luz otra vez, como dice el Apóstol, hasta que se forme en ellos
Jesús. Revestirlos de los mismos sentimientos y afectos que Cristo Jesús en su
Corazón”96.

Plan de Estudios de la Compañía: Fin de las profesoras de la Compañía

“El fin que deben proponer en sus enseñanzas no es otro que formar a Cristo Jesús
en las inteligencias por medio de la instrucción; formar a Cristo Jesús en los
corazones por medio de la educación”97.

La imagen paulina de la madre, que forma a su hijo en su interior y lo da a luz, a una vida
nueva, es quizás la que mejor expresa este ideal educativo. Y también la del escultor, que
libera de la piedra pesada que la oculta, la imagen que él sabe está ya en el interior. Como
Miguel Ángel Buonarroti veía la forma tras la materia bruta del mármol, así la educadora
aprende a "descubrir bajo las formas de aquellos cuerpecitos agraciados la imagen de Jesús
que está grabada en su alma"98. Tal es la finalidad de la educación teresiana.

Como Pablo y como Teresa de Jesús, Enrique de Ossó tiene conciencia de que el niño
es imagen de Dios, aunque esta imagen aparece frecuentemente desfigurada por el pecado.
Considera la educación como nuevo nacimiento, iniciado ya en el bautismo y llevado a la
plenitud en el lento trabajo educativo. Soñó a la Compañía como una catequesis organizada

94
CEM, en EEO III, 900.
95
En el Capítulo 16º “Posiciones apostólicas de frontera” hablaremos de estos colegios, por el interés que
tienen hoy para una relectura del carisma. En una sociedad laica y plural, nuestras escuelas no podrán ser tal
vez confesionales, sino misioneras y proféticas, en las que la pedagogía del umbral de la fe —vivida con las
características de hoy— debe sustituir, en muchos casos, a la pedagogía de los colegios del inmediato
pasado, en los que los alumnos eran todos cristianos.
96
GC, en EEO I, 88. En otras páginas del mismo libro: “El fin de la enseñanza del catecismo […] cautivar el
corazón de los niños para formar con toda perfección la imagen divina de Jesús […]. En una palabra,
vestirlos del hombre nuevo y despojarlos del viejo” p. 86.
97
PE, en EEO II, 245.
98
Cartas sobre la educación de la mujer 3ª, en RT mayo 1881, Publicadas en EEO III, 895.
246
de largo alcance, ocupada en la formación integral y en la educación cristiana-teresiana de
niños y jóvenes, y en la preparación de futuras educadoras y educadores.
CAPÍTULO 14

“ENSEÑAR A LOS QUE HAN DE ENSEÑAR”.


DESTINATARIOS
DE LA EDUCACIÓN EN LA COMPAÑÍA

Enrique de Ossó contempló la sociedad con mirada de educador, y en la educación


encuentra el remedio a tantos males sociales. Tres son las instancias educativas que
centran la atención del Fundador de la Compañía. La Familia, el ámbito educativo primario y
principal de los hijos. La Escuela, institución social creada expresamente para la instrucción
y la educación de niños y adolescentes. Y la Parroquia o Comunidad de creyentes —él
habla de la Religión— que es el ámbito eclesial de crecimiento en la fe y el compromiso
cristiano.

Efectivamente eran estos los lugares privilegiados de la formación inicial de la persona y


de la socialización de la fe. Y en relación con estas instancias educativas, el Fundador de la
Compañía se interesa fundamentalmente por tres figuras, de las que depende
principalmente la formación: la mujer, madre o maestra, el sacerdote, pastor, catequista y
educador en la fe y los niños, representantes de las generaciones futuras, educadores de
sus padres y pequeños misioneros de la sociedad.

1. LA MUJER, EDUCADORA DE LA HUMANIDAD

No podemos olvidar que en el siglo XIX se reaviva y se generaliza la conciencia de que la


mujer es la gran educadora familiar e incluso social. Al contrario de lo que se suele creer, la
mujer del siglo XIX —sobre todo en la segunda mitad del siglo— ejerce ya una gran
influencia social, y precisamente como mujer. Tiene un papel bien diferenciado frente al
varón, decisivo en la educación de los hijos, lo cual significa la configuración de las
generaciones futuras. En el siglo XIX, la función educativa, y por tanto la influencia histórica
de la mujer, ha sido decisiva1.

En épocas anteriores, las mujeres no educaban a sus hijos, los criaban nada más. Y esto
no sólo en los medios rurales, donde la mujer además del cuidado de la casa y de los hijos,
a los que podían dedicar poco tiempo, trabajaba en el campo y se cuidaba de los animales.
También en las familias de la pequeña burguesía de las ciudades la madre colaboraba en
las actividades laborales del taller familiar2. Hasta mediados del siglo XIX, y especialmente
en los medios urbanos, la mujer madre de familia, no se ve liberada de aquellas otras
actividades para consagrarse de lleno a lo más importante, la vida familiar. A partir de este

1
J. MARíAS, La mujer en el siglo XX, Alianza, Madrid 1990, 33.
2
“En la familia campesina no había divisiones tajantes. Se trabaja en el campo y en la casa. Durante siglos las
mujeres habían compaginado las tareas domésticas, a las que se dedicaba mucha menos atención, con los
trabajos en el campo, en la granja familiar o la ayuda en el taller [...].La industrialización introduce un cambio
profundo. Cuando el taller familiar desaparece, el obrero se va a trabajar a un taller colectivo, a una fábrica, y la
mujer se queda en casa; o se va a trabajar como un obrero más, como un hombre” (J. MARÍAS, op.cit.,50 y
51). Casi en los mismos términos explica G. LIPOVETSKY el cambio en relación a las actividades y los roles de
la mujer en el paso de “las sociedades preindustriales” a las industriales o modernas. Cf. La tercera mujer.
Permanencia y revolución de lo femenino, Anagrama, Barcelona 1999, 188-190.
248
momento, educar a los hijos y velar por su salud, poner calor y ternura en las relaciones
familiares, será la misión propia de la mujer, primera maestra y educadora de sus hijos3.

A este cambio contribuyeron varios factores. Por una parte, el proceso de especialización
del trabajo que llega con la industrialización, y que hace que los papeles sociales queden
bien definidos —Al varón le corresponderá el trabajo exterior, y a la mujer el cuidado del
espacio familiar—. Y por otra, las teorías de algunos pedagogos como Pestalozzi, que
influyeron sin duda en la revalorización de la figura femenina, al subrayar el papel
irreemplazable del amor materno en la educación de los hijos. Esto unido a la importancia
que adquiere el tema de la educación en las sociedades modernas del siglo XIX.

Algunos autores, como Lipovetsky, recientemente han hablado de la mística del ama de
casa para referirse a este fenómeno de reconocimiento y exaltación social de los valores
femeninos4. Un nuevo modelo de mujer, fruto de la modernidad, se impone en la segunda
mitad del siglo XIX, “si bien en un principio el modelo concierne a las clases burguesas, no
tarda en imponerse como un ideal para todas las capas sociales […]. Nace una nueva
cultura […] que idealiza a la esposa-madre-ama de casa que dedica su vida a los hijos y a la
felicidad de la familia”5.

Esta intensificación y sistematización social de los roles específicos de la mujer queda


reflejada en la literatura y en el arte del siglo XIX. De entonces son los primeros poemas
dedicados al amor maternal, y la pintura representa con frecuencia a la madre
amamantando a sus hijos, acunándolos, jugando con ellos6. La literatura decimonónica es
testigo de la enorme relevancia de los personajes femeninos, muchos de los cuales dan
nombre a un número significativo de novelas españolas y extranjeras7.

La valoración de la mujer en esta época, no sólo se hace desde supuestos femeninos8,


sino que en muchos casos son los mismos varones los que se adelantan en la reflexión y en
el reconocimiento, sobre todo en lo que se refiere a su influencia moral y espiritual. Abundan
los libros que destacan la importancia primordial de la madre como educadora natural. Se
ensalza su imagen, con los rasgos característicos de bondad, dulzura y ternura. Y la
educación se considera, cada vez más, como misión propia de la mujer. Tanto desde la
óptica laicista como desde la Iglesia, está viva la conciencia de la trascendencia de la misión
de la mujer en los destinos de la humanidad. “Por espacio de un siglo, hombres y mujeres,
burgueses y obreros, creyentes y librepensadores participaron en un amplio consenso el
mismo arquetipo de la mujer esposa y madre dedicada exclusivamente al hogar” 9.

Junto a este modelo femenino, en el que el trabajo profesional no está bien considerado,
surgen algunas tendencias feministas que reivindican el trabajo remunerado y la igualdad de
los salarios para la mujer, pero rara vez someten a revisión la idea de que la mujer debe
ante todo cumplir los deberes de madre y ama de casa10. En España, Incluso antes de la
3
Cf. G. LIPOVETSKY, La tercera mujer, Anagrama, Barcelona 1999,192.
4
Cf.G. LIPOVETSKY, op. cit.,el capítulo titulado “La consagración de la madre al hogar”, 187-200.
5
G. LIPOVETSKY, op. cit., 192 y 191.
6
Cf. G. LIPOVETSKY, op. cit., 198
7
J. MARÍAS hace una rápida enumeración de 22 novelas españolas y 17 francesas tituladas con nombres de
mujer. Op. cit., 70.
8
Las revistas femeninas proliferan desde 1868. Hay una enorme variedad de revistas dirigidas por mujeres que
estimulan el interés por la educación de éstas (Ellas (1851), El Correo de la Moda (1860), La Educanda
(1862),La Violeta (1863), La Guirnalda (1867), La Ilustración de Madrid (1870), La Margarita y la Mujer (1871),
El último figurín (1872), La Flor de Lis (1875), El amigo de las damas (1876), Educación de la mujer (Barcelona
1877), Instrucción para la mujer y la Instrucción de la mujer (Madrid 1882), La Ilustración de la mujer (Marcelo
1883). Se pretende, ante todo, un tipo de formación doméstica y literaria, que no aporta rasgos especialmente
nuevos a la educación tradicional. De entre todas las revistas, “podemos decir que sólo tres de ellas añaden
algo al deseo de procurar una formación de carácter doméstico, y se preocupan también por su formación
intelectual. Y son: La Guirnalda, La Educanda e Instrucción para la mujer “. (Cf. Mª I. GUTIÉRREZ
ZULUOAGA, Una Institución Educativa Femenina: La Asociación para la Enseñanza de la Mujer, en AA. VV, La
Educación en la España Contemporánea. Cuestiones Históricas, S.E.P.-SM, Madrid 1985, 92-93).
9
G. LIPOVETSKY, op. cit., 192.
10
Cf. Ibid.
249
Revolución del 68, circulaban ya todos los argumentos feministas. Concepción Arenal, por
ejemplo, en su libro publicado en 1869, La mujer del porvenir, quiere abrir a la mujer casi
todas las profesiones, que tradicionalmente le han estado vedadas.

Pese al reconocimiento positivo de los valores femeninos, la situación de la mujer en esta


época está muy condicionada por su educación, en general muy deficiente. También a
mediados de siglo, en España empieza a crecer la conciencia de que la mujer no podrá
mejorar su condición, sin una formación adecuada a la época. Tanto en el sector católico
como sobre todo en el sector liberal, hay muchas personas e instituciones que se preocupan
por mejorar no sólo la educación sino también la instrucción de la mujer11. “Para todos, la
educación de la mujer es algo totalmente necesario, por su función educadora de los hijos y
por su relación con el hombre y su influencia en la sociedad”12. Se escribe muchísimo sobre
el tema, en libros y revistas de todas las ideologías13, buscando crear conciencia social:

“Tanto se ha escrito sobre la educación de la mujer, sobre su trascendencia en la


vida social, que apenas hay materia que se haya dilucidado con tanto empeño.
Fácil, pues, me será en parte satisfacer tu justo deseo, mi buena amiga, pues
convencida estoy de lo importante que es para la felicidad de las familias y de la
sociedad la buena y sólida educación de la mujer en nuestros días”14.

La Compañía nace de esta conciencia carismática de Enrique de Ossó, y con el propósito


de cualificar a la mujer del último tercio del siglo, y de hacer valer su influjo positivo en
beneficio de la sociedad y la Iglesia. El pensamiento de Enrique de Ossó en relación con la
mujer está ya prácticamente formado en 1873, cuando se decide a crear una asociación de
jóvenes cristianas. Los argumentos que aparecen en el Llamamiento15, vuelven a estar
presentes más o menos matizados en sucesivos artículos.

Es bien sabido que para el Fundador de la Archicofradía, la mujer es la gran fuerza


regeneradora de la sociedad, “corazón de la familia” y soporte de la fe de las nuevas
generaciones. La ausencia de la mujer en los avances científicos y en el progreso material
de la humanidad, así como su irrelevancia en la historia escrita de los pueblos, es
solamente aparente para Enrique de Ossó:

“Es un hecho innegable, que desde el principio del mundo hasta nuestro días, la
mujer ha representado un papel importantísimo en todos los grandes sucesos de la

11
Concepción Arenal, el rector de la Universidad Fernando de Castro y en general el Krausismo están
preocupados por el tema. De hecho, la primera institución educativa fundada por los krausistas fue la
Asociación para la Enseñanza de la Mujer, anticipando en seis años la función de la propia Institución Libre
de Enseñanza. Fundada por el propio rector, en 1870, esta Asociación nace con el fin de contribuir al fomento
de la educación e instrucción de la mujer, en todas las esferas y condiciones de la vida social. Ya el curso
anterior, 1868-69, F. de Castro había organizado las Conferencias Dominicales que se habían propuesto
como temática: “El carácter de la educación de la mujer”. Las conferencias fueron quince. Según el propio F.
de Castro, tres son las condiciones que deben distinguir la enseñanza de la mujer: moralidad, religiosidad y
belleza. Como conclusión de estas Conferencias y para perpetuar su obra, se inaugura en diciembre de 1869,
en el mismo edificio de la Escuela Normal de Maestras, un Escuela de Institutrices. (Cf. Mª I. G. ZULUOAGA,
op. cit., 92-97). Entre los católicos, junto con el P. Claret, son significativas las Congregaciones femeninas
dedicadas a la educación que nacen en este período.
12
Mª I. GUTIÉRREZ ZULOAGA, op. cit., 93.
13
“Él esfuerzo y el ejemplo de algunas mujeres que escriben y hablan en público sobre la necesidad de educar
adecuadamente a la mujer, supone una importante fuerza para la creación de opinión pública, especialmente
cuando sus argumentos son expuestos en el Parlamento o difundidos por la prensa. De entre las escritoras
del momento podemos señalar tres grupos de muy diferente influencia: Escritoras famosas que ejercen un
poderoso influjo con sus libros, artículos, conferencias, declaraciones (C. Arenal, E. Pardo Bazán, G. De
Avellaneda). Intelectuales activas, que influyen con su testimonio personal en la actividad docente y en
congresos pedagógicos (institutrices, maestras, profesoras de comercio, universitarias). Otras escritoras y
literatas que abarcan un campo más reducido de lectoras (Anela Grassi, Faustina Sáez de Melgar, Pilar
Sinués, Joaquina Balmaseda, etc.)”. ( Cf. Mª I. G. ZULUAGA, op. cit., 93).
14
El mismo Enrique de Ossó lo reconoce en uno de sus artículos de la RT, en el que escribe con el pseudónimo
de Lorenza. (CEM, en EEO III, 886).
15
EEO I, 204-209.
250
humanidad […]. La historia de los pueblos y de todas las naciones se sintetiza en la
historia de las mujeres”16.

A las jóvenes de la Archicofradía, las había entusiasmado reconociendo la grandeza


moral de la mujer, su sorprendente energía de irresistible influencia:

“¿Se ha visto nunca al mundo resistir la acción simpática, la ardorosa influencia de


la mujer? Corazón de la familia, reina del hogar doméstico, dulce encanto de la
sociedad y gloria de la religión católica. La mujer posee la virtud de la asimilación,
que es una virtud sin límites e irresistible.El mundo ha sido siempre lo que le han
hecho las mujeres”17.

La relación sumamente positiva que mantuvo con su madre Micaela, junto a la especial
amistad y sintonía con Teresa de Jesús, le proporcionan argumentos de experiencia,
verdaderamente persuasivos. Como por ejemplo, la siguiente afirmación, que responde a
una lectura en clave femenina de la historia de salvación:

“En todas las obras de Dios para la regeneración del mundo, siempre encontraréis
a la mujer que las inicia, las fomenta, las sostiene, las propaga”18.

Como otros autores contemporáneos19, Enrique de Ossó está convencido de que la mujer
tiene una misión divina que cumplir, un destino particular para ella. La historia de la Iglesia
es testigo:

“Apenas hallaréis un gran santo, que no haya trabajado para formarlo alguna mujer
con sus oraciones, consejos y ejemplos […]. Madres de la Iglesia se ha apellidado
con justicia a una multitud innumerable de mujeres ilustres […] al lado de los
Padres de la Iglesia 20.

Una misión educativa para la que el mismo Dios la ha dotado en su naturaleza de mujer:

“Dios, que no abunda en lo superfluo […], al señalar a la mujer este destino, dótala
de los medios y las gracias más adecuadas para llegar a él: “Una gracia toda
natural —como observa nuestro sapientísimo Padre León XIII—, da a la mujer, más
que al hombre, recursos para combatir los más grandes males”21.

Las palabras de León XIII, dirigidas a las asociaciones femeninas de Suiza, dieron pie al
Fundador de la Compañía para reformular su pensamiento a modo de glosa del texto
pontificio, expresando con entusiasmo sus profundas convicciones respecto a la misión
benéfica de la mujer, misión eminentemente cristiana, como la de Jesús, que pasó por el
mundo haciendo el bien:
“La misma debilidad da al sexo frágil cierto misterioso poder, que unido a su gracia
le presta recursos que no tiene el hombre para combatir el mal. De su debilidad
saca fuerza. De su fragilidad, estabilidad y constancia”22.

16
RT septiembre 1878, 341.
17
Llamamiento, en EEO I, 207.
18
RT septiembre 1878, 342.
19
En uno de los artículos de la Revista cita a J. Ventura de Ráulica, autor de La Mujer Católica, que acuñó el
epíteto “Madres de la Iglesia”, referido a las mujeres católicas. En el mismo artículo asume expresiones de
“Uno de los miembros más ilustres […] que ha tenido en estos días la Compañía de Jesús.[…]. La mujer es
como el sacerdote de la familia” (Cf. EEO III, 838). Del lado liberal, también hay autores con un alto concepto
de la mujer, como por ejemplo, Castro y Serrano, que en su libro Cartas trascendentales (1862) presenta “la
superior valoración moral de la mujer, por la profunda convicción de que es mejor que el hombre; en él es clara
la sospecha de que algunos aspectos negativos y hasta algunas injusticias son el precio que se paga por ese
valor, por esa superioridad”. (Citado por MARíAS en, La mujer en el siglo XX, 60-61).
20
RT septiembre 1878, 343
21
Ibid., 342.
22
Ibid. Es interesante observar cómo el tema de “la gracia y la debilidad de la mujer”, ”que le da tal atractivo y
fuerza tan misteriosa… ”, formulado aquí por León XIII, y glosado en el artículo por Enrique de Ossó, vuelve a
251

La resonancia paulina de esta paradoja no deja de ser significativa. Es sorprende la


resistencia del sexo débil, la estabilidad y la fuerza de la mujer23

Como observa Julián Marías, “en la civilización occidental, el mundo doméstico, el que
estaba confiado a las manos de la mujer, era el mundo de todos, en el cual vivían todos, por
lo menos su vida privada, que es la decisiva. La mujer era nada menos que la depositaria de
la vida privada y de sus formas. Le pertenecía la función de atracción de varón, de
educación y configuración de los hijos. Por eso fue capaz de conservar en un mundo
masculino, frecuentemente hostil, valores que le importaban, la religión, por ejemplo”24. Eso
mismo dice Enrique de Ossó, contemplando la historia:

“Por eso vemos que el error y el vicio no echan raíces donde no tiene a la mujer por
cómplice. Y la virtud no se arraiga y florece en los pueblos, en las familias, si no es
virtuosa la mujer”25.

Porque es la mujer la que convierte en creencias, en hábitos de comportamiento, en


actitudes de vida, las nuevas ideas. De ahí la trascendencia de la educación de la mujer:

“Ten cuidado de educar bien a los párvulos, y más a las párvulas; si no, serán poco
menos que inútiles todas las leyes, todos los decretos y castigos. Porque los
hombres hacen las leyes, mas las mujeres las costumbres26. Por esto educar a un
niño es sólo educar a un hombre; mas educar a una niña es educar a una familia”27.

Lo mismo afirma Julián Marías, que “si las ideas no se transforman en creencias, no
pasan de ser un fenómeno superficial […]. Si se piensa en el mecanismo de la educación,
se ve que es principalmente la mujer la que transmite el sistema de creencias de una
sociedad, es la gran transmisora de la verdadera sustancia de una forma de vida”28. Por eso
las palabras y las actitudes de la mujer son verdaderamente importantes. La mujer
considerada en sus relaciones familiares de hija, de hermana, de esposa o de madre:

“Cuando otra cosa no le quedara a la mujer para hacer el bien, halla recursos en su
palabra para abatir el orgullo de la impiedad. Y a veces no necesita de la palabra:
una sonrisa de desdén es más eficaz que los elocuentes discursos. La palabra de la
mujer ya hable con el acento de hija, de madre o esposa, reviste tal eficacia que no
pueden resistirla los más duros corazones. Como es palabra del corazón, tiene
virtud especial para mover corazones”29.

aparecer en el capítulo de la mansedumbre de las Constituciones de la Compañía de Santa Teresa de Jesús


( Cf. SC, en EEO II, 74). Pero es más curioso todavía encontrar esas mismas expresiones en autores y
autoras de hoy. J. MARÍAS, por ejemplo, en el capítulo XX “La Figura de la mujer” de su Antropología
Metafísica, habla en términos que parecen inspirarse en las mismas fuentes de Enrique de Ossó:“La forma
femenina de la belleza es lo que llamamos gracia […]. Por eso la mujer es —quiero decir una vez más, tiene
que ser— grata, agradable, y esa gracia es gratis, un don gratuito —una gracia—[…]. Esa impresión de
fugacidad de la mujer […] como si fuera a echar a volar, es la versión sensible de su condición biográfica. […]
Por eso la misión de la mujer es tirar hacia arriba —de sí misma y del hombre prendado en ella, prendido en
ella—”.J. MARÍAS, Antropología metafísica, Madrid, Alianza editorial, 1995, 143-144. Más recientemente, C.
KAUFMAN, en su artículo, “El rostro femenino de Dios”, expone esa misma tesis y de manera
sorprendentemente parecida.(Cf. El rostro femenino de Dios, Bilbao, Desclée De Brouwer, 1996, 38-45), por
no citar a Edith STEIN, en sus conferencias sobre la misión de la mujer pronunciadas en el período de entre-
guerras ( Cf. E. STEIN, La mujer. Su papel según la naturaleza y la gracia, Ed. Palabra, Madrid 1998).
23
Cf. J. MARÍAS, La mujer en el siglo XX… 101.
24
Ibid., 71.
25
RT septiembre 1878, 342.
26
Recordemos que FENELÓN también lo decía en op. cit, 3.
27
AP, en EEO II, 769. En MR, EEO II, 480 dice algo complementario: “El hombre engendra el error, la mujer lo
concibe”.
28
J. MARÍAS, La mujer en el siglo XX…103.
29
RT, septiembre 1878, 342.
252
La Compañía, no se va por las ramas, sino que “va derechamente al corazón. El corazón
de la familia es la mujer: mejorando el corazón, el principio, todo estará sin advertirlo
mejorado”30.

Junto a la gran valoración de la mujer por su misión cuasi sagrada, hay en el Fundador
de la Compañía un sustrato misógino, un poso de pensamiento que procede de una larga
tradición machista, pues ya Aristóteles consideraba que la inteligencia de la mujer era
inferior a la del varón. Sin muchas teorías ni demostraciones, Enrique de Ossó hace algunas
advertencias en esa línea, confiando en la eficacia de la instrucción escolar, capaz de
desarrollar esta capacidad con el ejercicio intelectual bien planteado.

“La inteligencia de la mujer es corta, por lo común, en capacidad […] Éste método
de enseñar es el que da mejores resultados en gentes de pocos alcances y aun en
toda clase de discípulos”31.

Cree, además, necesaria la formación en “letras” de las jóvenes, tanto para su vida
personal como para su misión futura de educadoras en la familia.

También en el aspecto psicológico y moral la tradición secular consideraba a la mujer


más débil que al varón. Enrique de Ossó, aun reconociendo sus grandes cualidades
naturales relacionadas con su misión futura, no deja de recordar a las educadoras32 y a las
niñas, los vicios, que tradicionalmente se creían constitutivos de la naturaleza femenina,
que al Fundador de la Compañía le parecen más bien fruto de una mala educación de las
jóvenes. La Compañía combatirá la educación errónea, evitando y corrigiendo estos
defectos; promoviendo, sobre todo, la virtud:

“Fíjense mucho en los defectos culminantes de la mujer como son espíritu de


dominio, vanidad, deseo de ver y de ser vistas, de brillar, curiosidad, ligereza,
frivolidad, inconstancia, ternura consigo mismas, melindres, tontería, excusas,
mentiras, ficción, trampas, ocultaciones, celos, desobediencia, caprichosas y
veleidosas. Incúlqueles las virtudes contrarias, a saber: humildad y modestia
cristianas, caridad, amor a la verdad, sinceridad, firmeza y obediencia […]
inspirando, más que corrigiendo” 33.

Entre los defectos considerados femeninos, preocupan especialmente a Enrique de Ossó


la falta de criterio y de principios de conducta fijos34. Y con la falta de criterio, el deseo de
brillar, de aparentar, de vivir en el lujo y la ostentación de la moda, tan característico de la

30
RT, en EEO III, 851.
31
MR, en EEO II, 494. Y es curioso que cita a Teresa de Jesús, para apoyar su argumento: “Entiendo, decía la
más sabia de las mujeres, que es tan diferente enseñar mancebos, como de lo blanco a lo negro” (está
citando aquí una carta de la Santa).
32
Los Apuntes de Pedagogía terminan con una sección titulada “Peligros”, que hablan de los riesgos de la
educadora. En la introducción, y para moverlas a la cautela, Enrique de Ossó alude a una serie de tópicos
antifemeninos al uso, de los que quizás ellas mismas también están convencidas: “Sois mujeres y por
consiguiente, sexo frágil, como dice la Iglesia. El natural de las mujeres es flaco, y el amor propio muy sutil,
os repite vuestra santa Madre Teresa […]. Sois necias e imprevisoras por natural, las hijas de Eva, y aunque
se os digan y repitan miles de veces y en miles de tonos las cosas, y se os adviertan los peligros, no lo
entendéis por vuestra cortedad, o no lo recordáis por vuestra ligereza, o no hacéis caso por vuestra falta de
atención. Y así no veo remedio en lo humano, si Jesús y su Teresa no lo dan”. PE, en EEO II, 259.
Obsérvese cómo se hace referencia a la Iglesia y a santa Teresa, como argumentos o testimonios de
autoridad.
33
PE, en EEO II, 239. En este texto hay una evidente influencia de FENELÓN, capítulos IX y X de op. cit., 72-
81. En relación con los vicios femeninos y las virtudes (femeninas) teresianas hay una meditación del Cuarto
de Hora, en la edición de 1884, que se titula “La Hija de María y Teresa de Jesús y la hija de Eva”, donde
aparecen contrapuestos los dos tipos femeninos, respectivamente caracterizados por largas listas de virtudes
—de la Nueva Eva: mujer regenerada en Cristo, según el modelo de Teresa— en contraste, con los vicios de
Eva o la mujer vieja. EEO I, 424-428.
34
De ello hablaremos en el próximo capítulo.(Cf. CEM 1ª, en EEO III, 887).
253
mujer burguesa de la época35. En cambio, las jóvenes formadas en el espíritu de Teresa de
Jesús, movidas por la fe y el amor cristiano, vivirán con espíritu de servicio, buscando
siempre el bien de las personas y la verdad de las cosas, amables y sencillas en el trato.

En este contexto decimonónico y eclesial español, nace la Compañía de santa Teresa de


Jesús, con la conciencia de que la EDUCACIÓN ES LA GRAN MISIÓN SOCIAL DE LA
MUJER. Nace con el deseo y la misión de potenciar esta vocación y de cualificarla.

Además de la actividad educadora propia de los centros educativos de la Compañía, el


Fundador y la misma Compañía aprovecharán todas las circunstancias para profundizar y
ampliar esta conciencia de la mujer y en relación a ella. La celebración de los exámenes
finales en los Colegios, por ejemplo, acto académico abierto al público de gran expectación,
es una oportunidad para hablar del tema. Los discursos, escritos por alguna hermana o por
el Fundador, son siempre expresión del pensamiento de la Compañía. Unos, están
publicados en la RT. De otros, tenemos noticia a través de las cartas, como de éste que
preparó Carmen Chavarría en Aleixar, en junio de 1881:

“Tú podrías hacer una disertación sobre la importancia de la educación católica de


la mujer, pues siendo hija, esposa o madre principalmente, ha de cooperar mucho a
la salvación del mundo y de la sociedad con su doctrina y buen ejemplo, diciendo
algo de nuestra Santa Madre Teresa de Jesús”36.

También gracias a la RT, han llegado hasta nosotros las actas de los exámenes públicos
de muchos de los primeros colegios de la Compañía, de verdadero interés documental.
Transcribimos la reseña del primer discurso que se leyó en San Carlos de la Rápita, que
ejemplifica la sensibilidad del momento en relación al tema de la mujer y la visión que de ella
tiene Enrique de Ossó y la Compañía:

“El discurso versó sobre la importancia que se reconoce a la mujer en las


sociedades modernas y la depreciación y olvido en que largo tiempo ha estado
relegada esta interesante mitad del género humano. Sobre la educación que debe
dársele fundada en los principios de nuestra santa Religión, si ha de responder a la
importancia y trascendental misión que está llamada a desempeñar. El discurso fue
brillante, y la estudiosa discípula interpretó admirablemente los elevados
pensamientos de la autora”37.

35
En todos los escritos pedagógicos habla de ello con resonancias de FENELÓN. AP: “Vicios: Por una cierta
fatalidad en las niñas, el lujo y molicie, cuando debían ser más activas y económicas […] La volubilidad,
descontento e irracionalidad, caracteres del lujo, deben ser los vicios que más deben combatir las maestras
de párvulos” (AP, en EEO II, 783). – También en el Plan de Estudios: “No pierdan de vista que una de las
cosas que más estragos causa en las mujeres y arruina las familias hoy día es la vanidad en el vestir, o sea
el lujo, y que la Compañía de Santa Teresa de Jesús ha sido fundada, entre otros fines, para curar este
cáncer que corroe las entrañas de la sociedad actual…”. (PE, en EEO II, 237). Y en Mi Reglamento: “La
sociedad (española) se degrada, rebaja, envilece, por la molicie, orgullo, sensualidad, lujo, modas ridículas,
pecados, falta de fe, etc. No lo olviden, formar buenas hijas, que por lo general serán esposas y
madres”.(MR, en EEO II, 493-494).
36
Carta escrita en Tarragona 27/6/81. (Ed. Nº 180, original en AGSTJ, E. Vol.16,135).
37
Los exámenes se celebraron el 22 de diciembre de 1880, cuando apenas llevaban 4 meses las hermanas en
San Carlos. El Acta dice así: “A las ocho y media se dio principio al examen, inaugurándolo con un elocuente
y sentido discurso, escrito por mano maestra y pronunciado por la Srta. Dª Francisca Canicio Comí, de
catorce años de edad, la más adelantada discípula del Colegio”. (Acta publicada en “El Correo de las
Familias” de Tortosa, y en RT, enero 1881, 105-106).
Se podrían multiplicar los ejemplos de discursos sobre la mujer. Citamos, únicamente otro, pronunciado en
una situación diversa, dentro de un programa de actos no académicos: MONTSERRAT: “Inauguración del
altar de santa Teresa el 22 de octubre”. Programa: 1º Canto del Ave María por profesoras de la Compañía. 2º
Discurso sobre la misión de la mujer, según las enseñanzas de santa Teresa, por una Profesora de la
Compañía”. (RT octubre 1882, 81-82).
254
1. 1. Las niñas: futuras madres y maestras.

Reconocida la importancia de la mujer, es lógico que niñas y jóvenes sean las


destinatarias principales de la acción educativa de la Compañía. El porvenir es de ellas, (y
ellos), pues son “los representantes únicos de las generaciones venideras”38:

“Las Hermanas que se consagran al apostolado de la enseñanza deben estar


persuadidas de que nada pueden hacer más grato a Dios y a la Compañía y
provechoso para su alma, que el dedicarse con pura intención y con todo ahínco a
la enseñanza de las niñas”39.

La instrucción y la educación de las generaciones jóvenes femeninas es uno de los


medios más eficaces para regenerar la familia y la sociedad, como recuerda la Iglesia, que
“apoya a todas las instituciones que se dirigen a educar y cristianizar a la mujer, para que
sea con el tiempo digna hija, esposa, madre o virgen cristiana40. Porque, “se ha dicho y es
una verdad, que educar a un niño es educar a un hombre; mas educar a una mujer es
EDUCAR a una FAMILIA41”.

En este momento de “suprema necesidad”, Dios ha suscitado la Compañía de Santa


Teresa de Jesús, “para regenerar el mundo, educando cristianamente a la juventud
femenina, según el espíritu de Teresa de Jesús […]. Pues es imposible que haya buenas
madres, dignas esposas, si no se forman y educan buenas hijas”42:

“Las niñas que ahora formáis con tanto trabajo serán mañana madres de familia, y
si bien las educáis podrán salvar una familia, una ciudad, innumerables almas...”43.

La claridad del fin justifica los esfuerzos, explica la fortaleza con que se superan las
dificultades y la creatividad en su realización:

“Animaos con esta consideración a tomar con garbo este apostolado de la


enseñanza que es el de mayor sacrificio”44.

El Fundador, verdadero pedagogo y formador de las hermanas durante los 20 años que
acompañó a la Compañía, las anima constantemente, ante las dificultades que encuentran
en la educación y en las nuevas fundaciones:

“Cuidad de esas flores tiernas; crezcan en el santo temor de Dios y por ellas se
regenerará esa sociedad”45.

1.2. Las jóvenes trabajadoras

Gran parte de los colegios de la Compañía se crearon en pueblos y ciudades industriales


de Cataluña, donde estaba surgiendo la clase obrera. Casi todos, se ocuparon de la
educación e instrucción no sólo de niñas en edad escolar, sino también de mujeres adultas
sin ninguna instrucción, sin formación religiosa y metidas en el mundo del trabajo.

38
AP, en EEO II, 747.
39
2ªP C, en EEO II, 361.
40
EEO III, 839.
41
La frase, no es original de Enrique de Ossó, pero la hace suya y la repite muchas veces. Aparece ya en el
primer artículo de la RT sobre la Compañía. A modo de ejemplo, véase EEO III, 796. 802, 849, 851. Empieza
con esta frase también la presentación del Proyecto Educativo del Internado de Ganduxer: Prospecto de
1890, 1.
42
EEO III, 842.
43
MR, en EEO II, 492.
44
Ibid.
45
Carta a las hermanas de Chilapa (México), escrita desde Vinebre 18/12/95. (Ed. Nº 509, original en AGSTJ,
E. Vol.).
255
Recordemos que en la década de los 70 es tan deficitaria la situación escolar de la mujer,
que pasan del 85% el número de mujeres españolas que no saben leer ni escribir46.

Las Escuelas Dominicales

Ésta era la misión de las Escuelas Dominicales promovidas por Enrique de Ossó,
organizadas en muchos lugares por la Archicofradía47, y dirigidas, más tarde, por las
profesoras de Santa Teresa, donde la Compañía tenía algún colegio.

Esta sencilla institución reunía los domingos, durante algunas horas, a muchachas
mayores de 14 años, para enseñarles las verdades de la fe e instruirlas en los
conocimientos básicos. En una breve reseña de la Revista, titulada Escuelas dominicales
Teresianas, leemos:

“Apenas se cuenta población de alguna importancia donde se halla establecida la


Archicofradía teresiana que las hijas de la gran Teresa no hayan emprendido la
obra de las Escuelas Dominicales […]. Cuentan ya algunos centenares de
discípulas que todos los domingos reciben instrucción cristiana, y se les enseña a
leer, escribir y cuentas”48.

Enrique de Ossó tiene mucho interés en que éstas sean verdaderas escuelas de adultas,
por lo que insiste en no admitir niñas menores de 14 años. Se lo advierte a su amigo Sardà,
que está preparando una escuela dominical para la Archicofradía:

“Bien por las teresianas de Sabadell. Así, así. A trabajar para ganar almas a Jesús.
Mi Congregación teresiana [= Archicofradía] fue fundada con esa mira de las
escuelas Dominicales. Tened cuidado de no admitir niñas que no tengan por lo
menos 14 años. Lo contrario la desfiguraréis y no llenará su principal objetivo. Las
grandes no vienen si ven que se han de mezclar con chicas”49.

Cuando es la Compañía la que organiza, insiste en lo mismo:

“En la escuela dominical, no admitáis a nadie más que las que no vienen en los
días de labor a vuestra escuela. Eso hace que se den vergüenza las que más lo
necesitan”50.

Recién llegada la Compañía a Rubí, vemos en pleno funcionamiento la Escuela


Dominical, de manera que las hermanas no tienen día de respiro. El Fundador les advierte:
“No hagáis escuela dominical más que los domingos. Si hay fiestas en medio de la semana,
no hagáis”51.

Sin embargo, en el colegio de Gracia no pudieron organizarla hasta diciembre de 1881


por falta de local adecuado. La apertura se celebró con toda solemnidad y acudieron las
hermanas de Barcelona 52.

46
Mª I. G. ZULUAGA habla del 86% de analfabetas en 1868, mientras que en la ciudad de París lo es sólo un
43% de la población femenina. (Cf. op. cit.,92. Nota 2).
47
Cf. RT 1875-76, 259-260, publicado en EEO III, 810-811.
48
RT febrero 1877, en EEO III, 812.- Un año antes, en junio de 1876 la Revista publicó un artículo importante
“Una grande obra de celo”, donde se habla por primera vez de estas escuelas, promovidas por la
Archicofradía (Cf. EEO III,810-811).
49
Carta del 12/12/ 1876 a F. Sardà, Nº 45.
50
Carta a T, Blanch, 7/5/1880. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.13, 35).
51
Carta A Rosario Elíes, desde Jesús, 19/6/188. (Ed. Nº 176, original en AGSTJ, E. Vol.15, 88).
52
Cf. dos cartas a Dolores Llorach. Del 31/10/81 (Inédita en AGSTJ, E. Vol.13, 104) y del 10/12/81 (Ed. Nº 192,
original en AGSTJ, E. Vol.14,64).
256

Las Escuelas Nocturnas

Estas escuelas tienen mucha importancia desde los orígenes de la Compañía, pues
representaban una sección verdaderamente significativa en algunos colegios.
Probablemente la Escuela nocturna de Gracia fue una de las primeras y de las más
numerosas. Conocemos el balance del alumnado desde el primer día de clase: “Hoy han
empezado el apostolado de la enseñanza y han acudido 80 niñas y por la noche otras 40”53.
A los tres meses de la fundación se ha duplicado el número: “Tienen las hermanas 70
jóvenes grandes que van a la escuela nocturna”54. En la Revista de octubre ya han
aumentado. Van “unas 80 a las clases nocturnas”55. Tanto creció el número que hubo que
buscar otro local56.

En San Pedro de Rubí, otra población industrial de Cataluña, estas Escuelas tuvieron
gran éxito. Desde su inauguración el 8 de mayo de 1881 hubo “clase de adultas, y el local a
ellas destinado es de lo mejor que se puede pretender en dicho ramo”57.

En la villa de San Celoni, se fundó en 1885 un colegio con todos los niveles de
enseñanza. En la reseña de fundación se hace una consideración interesante. “Para mejor
lograr este fin y para que todas las clases de la sociedad disfruten del beneficio de la
enseñanza, las Hijas de la gran Santa han abierto escuela dominical y clase especial de
adultas para la clase obrera”58.

Es evidente que la sensibilidad hacia la llamada cuestión social se agudizó en la


Compañía en los últimos años del siglo, no sólo porque la clase obrera tiene cada vez más
relevancia en la sociedad española, sino por la influencia de la Rerum novarum59 de León
XIII en el sector católico.

En agosto de 1893 la Revista Teresiana publica un artículo, expresivo de aquella


sensibilidad. Se titula “Las Hermanas de la Compañía y la Clase Obrera”, y trata de mostrar
cómo la Compañía no es indiferente a “la clase obrera, la más numerosa y necesitada en
estos tiempos”60, sino que se ocupa de mejorar su situación. Aunque el planteamiento del
artículo no podemos compartirlo hoy en su totalidad, hay que reconocer una afirmación
interesante con la que empieza el artículo: “Ciertamente no hay hoy día gente más
necesitada que los que forman la clase obrera”61, que naturalmente alude a la doctrina social
de León XIII. También se sitúa en esta línea “la creación de clases nocturnas […] para
mejorar la condición de esta porción numerosísima, para atender a sus necesidades […],
para que puedan instruirse en sus deberes religiosos y sociales los obreros”. “La Compañía
de Santa Teresa de Jesús hace años que atiende a esta necesidad en los colegios de
Gracia, Rubí, Vilanova, y otros puntos, y últimamente en Tarragona”62.

53
Carta a las Hnas. de Jesús de 27/7/1880. (Ed. Nº 142, original en AGSTJ, E. Vol.10, 96).
54
Carta a Saturnina del 10 octubre 1880. (Ed. Nº 154, original en AGSTJ, E. Vol.13,121).
55
RT 1880-81, 20.
56
Carta a D. Llorach de 31/10/81. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.13,104).
57
RT 1880-81, 227.
58
RT 1884-85, 358.
59
A pesar de la reacción en contra que provocó en sectores tradicionales, la Encíclica papal de 1891 fue
publicada en español por la RT en los meses de junio, julio y agosto de 1891. Inmediatamente, además,
Enrique de Ossó publicó el Catecismo de obreros y de ricos, sacado a la letra de la Encíclica Rerum
Novarum, una adaptación pedagógica para el pueblo (EEO III, 142 y ss.).
60
La expresión está tomada de la dedicatoria del Catecismo de obreros…, en EEO III, 142.
61
RT 1892-93, 336-338.
62
Termina el artículo con la reseña de algunas actividades extraordinarias en el mes de junio: los premios de
final de curso a “más de doscientas alumnas obreras “ en Tarragona, o “los ejercicios espirituales de más de
setenta alumnas de la clase obrera de Vilanova y Geltrú ”, “La población más rica de la costa de Cataluña”,
(carta a Saturnina, 5/7/84, Ed. Nº295, original en AGSTJ.
257
1. 3. Las maestras: formar maestras teresianas.

La intuición original de D. Enrique fue verdaderamente utópica, pues no sólo se refería a


la actividad educativa que podrían realizar unas cuantas teresianas maestras, sino que
pensó en la creación de Escuelas de Magisterio teresianas, donde pudieran formarse
muchas más educadoras. Con mucha paciencia, el Fundador fue poniendo los fundamentos
de lo que con el tiempo podría responder al plan inicial.

A los dos años del nacimiento de la Compañía, mientras estaban todavía formándose la
mayor parte de las hermanas, se abre la primera escuela teresiana (Villalonga, septiembre
1878) con algunas maestras que acababan de sacar el título, y muy pronto empiezan a
multiplicarse los colegios de Educación Primaria (elemental y superior) y de párvulos. Todo
esto, sin renunciar a la idea original de crear Escuelas de Magisterio.

En el proyecto de la Compañía, la formación de maestras teresianas con vistas al


magisterio directo en colegios y escuelas públicos o privados fue algo verdaderamente
esencial. Así lo explica el Sumario de las Constituciones:

“Para facilitar mejor este fin, se procurará que en cada capital de diócesis, o en
cada provincia eclesiástica, haya al menos una residencia o colegio mayor de la
Compañía de Santa Teresa de Jesús, el cual proporcionará, en cuanto pueda, al
Prelado de la diócesis las maestras que pida o necesite para promover o salvar los
intereses de Jesús en aquellos lugares que más peligro corran”63

Era un plan muy ambicioso que requería tiempo, muchas hermanas y medios. El
Fundador es consciente de ello. Va dando pasos con tesón, en la medida de sus
posibilidades. Con sentido realista, la segunda redacción de las Constituciones, matiza el
proyecto: "En cada Provincia habrá con el tiempo un Colegio Mayor, que prestará en cuanto
se pueda, a los Prelados"64.

Sabemos que en vida de Enrique de Ossó no se llegaron a crear los Colegios Mayores
teresianos que él deseaba, ni la Compañía pudo hacerse cargo de ninguna Normal del
Estado65, como hubiera sido su deseo. Nos consta, sin embargo, que Enrique de Ossó puso
algunos medios, y que la Compañía estuvo a punto asumir la dirección de la Normal de
Tarragona, en los primeros meses de 1881. En carta a Teresa Plá, apunta este tema pero
con mucha reserva:

“No sería extraño que la Normal de Tarragona sea de la Santa Madre. Se prepara
todo muy bien. Oremos y esperemos. Ya diremos más cosas a nuestra vista que
será pronto, Dios mediante”66.

Dos días después, anima a Rosario Elíes, que parece ya está en el secreto:

“Oremos por lo de la Normal. San José lo arreglará todo”67.

63
SC, en EEO II,68. En realidad no dice nada distinto de lo que “soñó” aquella madrugada del 2 abril 1876, y
que dejó fijado en el documento de Inspiración: EEO II, 404.
64
2ª PC, en EEO II,333.
65
Durante todo el siglo, las Normales de Maestros y Maestras estuvieron muchas veces dirigidas por personas
poco afines a la Iglesia. Sabemos que las primeras hermanas tuvieron dificultades para sacar el Título en las
Normales de Tarragona y de Barcelona, motivo por el que muchas de ellas se desplazaron a Huesca y a
Palma de Mallorca. (Tema constante de las cartas de 1880 en adelante). Todavía en 1887 este tema sigue
preocupando a Enrique de Ossó. En un artículo de la RT, titulado El mal avanza, se lamenta de que “el
Gobierno acaba de nombrar para profesores de la escuela Normal central de Maestras de Madrid, a cuatro
catedráticos krausistas…”. Era ministro de Educación Montero Ríos y Sagasta presidente del gobierno (RT
1886-87, 360, en EEO III, 927-928).
66
Jesús 15/3/81. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.5, 39).
67
Jesús 17/3/81. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.10, 46).
258
Y en el mes de mayo, parece que se van a arreglar las cosas. Tenemos información en
dos cartas del día 3. A Teresa Plá le dice:

“Anteayer murió de repente el Director de la Normal de ésta. Dicen que lo ha


muerto Santa Teresa de Jesús. La cuestión de la Normal está en muy buenas
manos. No os extrañe que la Santa haga una ruidosa. Hay muy buena
disposición”68.

Y A Saturnina le repite lo mismo. Ahora nos damos cuenta de que Rosario Elíes está
implicada en el asunto:

“Rosario […] está estudiando para sacar el título de superior en junio. Además: el
domingo murió de repente el Director de la Normal dicen (los médicos) que le ha
matado Santa Teresa, y con esto quizás se asegure más lo de la Normal, y como
Rosario lo había tratado todo, quizás en estos dos meses se aclare todo un poco
más”69.

No sabemos qué ocurrió después de la muerte de aquel Director. Lo cierto es que la


Compañía no pudo hacerse con la Dirección de la Normal de Tarragona, como pretendía.
No hay más alusiones al tema, de momento. Por algunas cartas posteriores, sabemos que
el claustro de profesores y la nueva Directora fueron poco afectos a la Compañía.

Dos años después, nos encontramos que, junto a las hermanas en formación, hay ya en
el colegio de Tarragona un número considerable de alumnas que se preparan para sacar el
título de maestras. Una vez más es el Fundador pedagogo, quien acompaña y dirige a las
hermanas al iniciar esta nueva experiencia. Insiste en la seriedad e intensidad del estudio de
estas futuras maestras:

“Vigila colegialas, y no las distraigas con nada de los estudios. Apretadlas y andad
acordes en todo las maestras […]. Sobre todo las que se han de examinar, que no
se distraigan con funciones o versos, ni nada. Las horas de estudio, estudio, a no
ser los domingos y días de fiesta. Sé cuerda”70.

Sigue insistiendo en la importancia del estudio personal, que hay que mantener por
encima de cualquier otra actividad incluso devocional:

“Estudio, estudio, estudio. Que para eso están aquí y pagan las colegialas. Se
acercan los exámenes […] . El mes de María ya te lo prevengo: las que estudian
para maestras no se estorben ningún día más que los festivos. Los otros días en
lugar del cuarto de hora de oración, hagan el mes de María y concluyan pronto, y a
estudiar. Que por eso pagan sus padres, y si no lo hacen se les defrauda!71.

Enrique de Ossó está pendiente de todo:

“Mañana se examinan hermanas de ésta. Confío que las 12 con las colegialas
quedarán bien. Han dado muchas calabazas”72.

Efectivamente los exámenes fueron en junio, y a pesar de la preparación de hermanas y


alumnas, los resultados no fueron óptimos. Veamos qué valoración de los hechos hace el
Fundador, y qué impresión nos queda:

68
Tarragona 3/5/81.(Inédita en AGSTJ, E. Vol.5, 44).
69
Tarragona 3/5/81. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.10, 56).
70
Carta a Cinta Talarn, superiora Tarragona, desde Jesús 3/4/1883. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.3, 71).
71
Carta a Cinta Talarn, Jesús 10/4/83. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.2, 79).
72
Carta a Rosario Elíes, 9/6/84. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.10, 7).
259
“He visto lo de los exámenes. Creo no conviene examinar más a Hermanas en
ésa73. Bueno fuera que de las labores, si las alabó tanto el año pasado, y éste las
desalabó, que lo hicieses llegar a oídos de la Directora, que creo entiende poco de
esto, y menos sus discípulas de la Normal. Háblalo con Mn. Armengol y obra según
él te diga”74.

En carta a Dolores Llorach, cuatro días después:

“Hermanas de Tarragona, una suspendida en una asignatura y otra en dos. Las


demás bien. Colegialas [hay] de todo. Contra labores dijo mucho la Directora y mal
contra la Compañía. Dª Agustina justamente enfadada. Las han conocido por las
colegialas y no han sido favorables, a pesar que han confesado que estaban bien
preparadas”75.

Ante la imposibilidad coyuntural de dirigir Escuelas Normales del estado, la Compañía


aprovecha esta posibilidad más modesta de formación de maestras, como ya hemos visto
en el colegio de Tarragona. Y conforme avanza el tiempo, las hermanas de la Compañía se
dedicarán cada vez más a la preparación y formación teresiana de maestras, en los propios
colegios. Lo sabemos por la correspondencia y las reseñas de la RT. En 1887, cuando se
presentan a la aprobación pontificia las Constituciones, está en la mente de todas las
hermanas que éste es uno de los medios más eficaces de procurar el fin de la Compañía.

Como vimos en relación a las hermanas, también será la Prefecta de Estudios la


encargada de promover, como una de las actividades más importantes, la formación de
maestras en los colegios de la Compañía. De ella dependerá, en buena parte, la
responsabilidad que vayan adquiriendo las hermanas. Leamos el artículo 214 de la 2ª Parte
de las Constituciones, que llama la atención por la claridad de exposición y la convicción
que manifiesta:

“Si las miras de la Compañía de santa Teresa de Jesús deben ser siempre
elevadas, esto es, las que den por resultado práctico mayor aumento de los
intereses de Jesús y su Teresa, es evidente, y por lo mismo debe estar plenamente
persuadida de ello la Prefecta de estudios, que en ninguna cosa pueden ganar
tanto los intereses de Jesús cuanto enseñando, instruyendo y formando a las
jóvenes que después han de ser maestras públicas o privadas: y por lo mismo ante
todas las otras enseñanzas, prefiere en todos los Colegios que se pueda el que las
Profesoras de la Compañía se empleen en la enseñanza y formación de las jóvenes
o niñas que han de ser más tarde maestras [...]. De esta suerte promoveréis el bien
en la misma fuente, cabeza o raíz con la mayor extensión y eficacia [...]. ¡Ojalá
todas las discípulas que frecuentan los Colegios de la Compañía sean después
maestras!"76.

En el Archivo General de la Compañía en Roma, se conserva íntegro el manuscrito


autógrafo de esta 2ª Parte de las Constituciones tal como se presentó a Roma en 1888. A

73
Parece que el año anterior tuvieron buenos resultados, y que las calificaciones de este año son bastante
arbitrarias, al menos en algunas materias. Hay más cartas que hablan del tema:
— el día 16 de junio le escribe, optimista a Saturnina, que está en la fundación de Portugal:
“Examinadas ya las doce colegialas y Hermanas de tres asignaturas. Todas bien a Dios gracias”. “
(16, junio 1884: Ed. Nº292, original en AGSTJ, E. Vol.4,123).
— el 18 le pregunta a Agustina, desde Barcelona: “¿Cómo están de exámenes?” (Barcelona 18/6/84:
Inédita en AGSTJ, E. Vol.16, 73).
— Al saber los resultados, teme por las de Portugal y les recomienda que procuren pasar
desapercibidas: “No os conviene que os precipitéis en sacar títulos y buscar enredos antes de hora.
Calma, calma. Creo que nos conviene ocultarnos y no exhibirnos. Hermanas examinadas. Sandalia
no muy bien. Plá dos notables. Las otras aprobados y buenos”. (A Saturnina que está en fundación
de Portugal, escrita desde Jesús 24/6/84: Inédita en AGSTJ, E. Vol. 1, 152-153).
74
Carta a Agustina, responsable del grupo en Tarragona, Jesús 22/6/84. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.16, 76).
75
Escrita desde Jesús 26/6/84. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.13, 95).
76
“De la Prefecta de Estudios” : 2ª P C, en EEO II, 347.
260
continuación del párrafo que acabamos de leer, aparece otro tachado, con una indicación al
margen hecha por Enrique de Ossó, después de recibir las animadversiones de la
Congregación de religiosos77. Transcribimos el párrafo eliminado, porque pone de relieve,
una vez más, hasta qué punto la formación de educadoras es una misión esencial al
carácter propio de la Compañía:

"Ojalá todas las escuelas Normales o Centros de Educación de la mujer estuvieran


en nuestra mano para formar las maestras según el espíritu y doctrina celestial de
la Maestra de los sabios[...] Santa Teresa de Jesús. Oh, ¡cuán presto todas las
cosas quedarían restauradas en Cristo!. Para atender a esto, con gusto
abandonaríamos todos los colegios" 78.

Más allá de los "superlativos absolutos", que exasperaron al Censor Lolli, se nos revela la
importancia radical que tiene para el Fundador la formación de maestras teresianas, un
modo privilegiado de participar en la misión evangelizadora de la Iglesia. Impresionante es
también la relativización de todos los otros medios, frente a éste esencial, formar maestras.

En otro documento, de 1893 Deberes de la Prefecta de Estudios se vuelve a hacer


hincapié en algo tan determinante de la misión de la Compañía:

“Cuidar con el mayor interés posible que las Hermanas Profesoras se ocupen con
preferencia, en todos los Colegios que se pueda, en formar maestras oficiales […].
Ojalá todas las discípulas que frecuentan los Colegios de la Compañía de Santa
Teresa de Jesús sean después maestras!, porque la ocupación más elevada y
provechosa, es enseñar a los que han de enseñar a otros, dice San Agustín”79.

1. 4. Las madres: hacer de ellas verdaderas educadoras

Las entrevistas periódicas con los padres de las alumnas era un medio pedagógico que
contribuía a la confianza de los padres y a la unidad de acción educativa, tan importante.
Estaban pensadas también como medio formativo para ellos:

“Tengan de vez en cuando alguna conferencia o entrevista con los padres de las
niñas a fin de ganarles la confianza por este medio, y atraerlos tal vez al amor de la
virtud y práctica de la Religión”80.

Además de estos contactos esporádicos, los padres y sobre todo las madres recibían del
Colegio la influencia positiva que les llegaba a través de sus hijas y de los parvulitos. Todo le
parece poco a Enrique de Ossó. Y convencido de que la familia es el ámbito principal de
educación, y con la experiencia de que la madre es la protagonista, no se conforma con la
influencia positiva que pueda llegar a las familias a través de los alumnos de los colegios.

En septiembre de 1880 se le ocurre un nuevo procedimiento educativo, que tiene a las


madres como destinatarias principales. Es una especie de escuela de madres por
correspondencia, realizada a través de la RT durante dos cursos escolares81. El autor de las
14ª Cartas sobre la educación de la Mujer es Enrique de Ossó, que se sirve de este sencillo
recurso literario para llegar a las madres lectoras de la Revista Santa Teresa, y quizás
también a las amigas de éstas. El argumento es muy sencillo: Una madre de familia, Teresa,

77
La anotación al margen es “ Animad.22ª”. La corrección decía así: “Desde la palabra ojalá hasta p. 26 se ha
de omitir todo. Porque Dios mira las cosas humildes y conoce de lejos las soberbias” (AGSTJ Carp. 48, III
BC 8).
78
Manuscrito Inédito, en AGSTJ, E. Vol. 24,30.
79
Deberes, en EEO II, 506.
80
PE, en EEO II, 251.
81
Las 14 cartas son una síntesis del pensamiento pedagógico de Enrique de Ossó, y están publicadas en la RT
de 1880-81 y 1881-82.
261
antigua compañera de estudios de una profesora de la Compañía, escribe a ésta pidiéndole
ayuda y orientación para la educación de sus tres hijas. Lorenza es el pseudónimo de
Enrique de Ossó, que le permite expresarse como mujer y conversar sobre educación desde
un punto de vista femenino. De esta manera, tras la figura de Lorenza se esconde, no sólo
el autor del escrito, sino la Compañía de Santa Teresa de Jesús, y cualquiera de las
hermanas, “alter ego educador femenino” de su Fundador.

Quien escribe las cartas es el maestro/maestra que Enrique de Ossó lleva dentro. Y
¿quién, sino la Compañía, ha recibido este carisma, esta herencia?. Los diálogos sobre
educación no son los diálogos de dos maestras profesionales, sino los de una madre de
familia —consciente de su importante misión como educadora de sus hijos— y su amiga
célibe, especialista y consagrada a la educación teresiana. Es decir, los protagonistas del
diálogo son la madre y la maestra, figuras clave e insustituibles en la educación de niños y
jóvenes.

2. LOS PÁRVULOS, LOS PREFERIDOS DE JESÚS.


REPRESENTANTES DEL FUTURO

La educación de párvulos de 3 a 7 años fue uno de los principales objetivos de la Escuela


de Santa Teresa. Su Fundador estaba convencido de que “todo depende de la primera
edad, [ y que] lo primero que se aprende es lo último que se olvida. Por eso es esencialísima
la educación cristiana de los párvulos”82. Ya la Guía del Catequista argumentaba con
razones que seguían siendo válidas para la escuela:

“Los niños, y sólo los niños pueden regenerar la sociedad […]. Éste es el único
secreto infalible para obtener la restauración social en nuestros días, el cultivar la
inocencia, haciéndola crecer en la ciencia de Dios y en el amor a la Religión. Estos
niños, […] serán un día padres de familia, empuñarán las riendas del gobierno de
una ciudad, de un pueblo o quizá de toda una nación”83.

2.1. Las Escuelas de párvulos en la Compañía

En todos los Colegios de la Compañía hubo desde las primeras fundaciones Escuela de
párvulos. Se consideraba como “la escuela preparatoria de las otras clases superiores,
[porque] aquí es donde se pueden celar y asegurar mejor el porvenir de los intereses de
Jesús y su aumento”84. Eran los mismos padres o las autoridades civiles quienes solicitaban
de las hermanas este nivel de enseñanza. Y a pesar de las dificultades económicas de la
Compañía, el Fundador tuvo mucho interés en que la escuela de párvulos fuera gratuita
para todos85.

La preparación específica de estas maestras fue una preocupación constante del


Fundador. No bastaba con tener el título oficial, había que aprender y practicar la pedagogía
de la infancia. Desde noviembre de 1879 la Compañía abre un piso de estudiantes en

82
PE, en EEO II, 252.
83
GC, en EEO I, 81.
84
PE, en EEO II, 253.
85
Así aparece en las Constituciones de 1889, 2ª Parte: “Si la fundación de los Colegios se ha de hacer con
renta […] la instrucción para los párvulos hasta los seis años, y para las niñas de la escuela elemental, debe
ser gratuita. Esto es lo que más se debe desear y procurar…” (EEO II, 376. 320). En varias cartas aparece
ese deseo, que poco a poco se fue haciendo realidad (Cf. Carta a Rosario Elíes, Jesús 4/9/84: Inédita en
AGSTJ, E. Vol.16, 50). Y a Josefa y Francisca Plá, San Gervasio 3/4/95: “No una sino muchas clases, y todas
si fuese posible querríamos de párvulos gratis, y así que se pueda y donde haya gran necesidad se hará. En
Tortosa piensan dar comida y vestido a las hermanas y piso gratis, y enseñarán a todos gratis, pues este es
nuestro deseo”. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.7,134).
262
Barcelona, con el fin principal de conocer las nuevas orientaciones pedagógicas86. Las
hermanas habían de aprender lo mejor sobre este tipo de escuelas:

“Sobre todo procurad aprender la marcha de las Escuelas de Párvulos, que es en lo


que estáis más atrasadas. En la Biblioteca hay libros de párvulos para dirigir
escuela”87.

En días sucesivos, Enrique de Ossó insiste y anima. A pesar de las penurias económicas
no escatima cuando se trata de la formación de las hermanas:

“Lo primero y principal la escuela de párvulos, que nadie sabe en la Compañía


prácticamente. Enteraos bien de todo con el Sr. Madico y si es posible visitad otras
escuelas, en especial el Sr. López Catalán88 […] .Comprad las dos obras que
indicáis, y si hay algo mejor. No compréis libros buenos, sino los mejores”89.

En estos momentos se tramitan las fundaciones de Roda y de Maella, que se harán,


ambas, en diciembre. En junio será la fundación de San Carlos y la de Gracia. En los cuatro
colegios está proyectada escuela de párvulos. Se necesitan hermanas preparadas90.

En el verano de 1884 están funcionando ya varias escuelas de párvulos en los colegios


de la Compañía y se organiza un encuentro formativo para todas estas profesoras. El alma
de esta reunión es también el Fundador:

“Quiero reunir a todas las Directoras de párvulos en ésa o Roda o Barcelona este
verano, para conferenciar sobre la enseñanza.91.

La reunión se celebró por fin en Tarragona, casa de estudiantes y sede de la Prefecta de


Estudios, Agustina Alcoverro. Enrique de Ossó la orienta al preparar la reunión:

86
FRÖEBEL ( Alemania 1782-1852) fue el pedagogo de más influjo europeo en la educación infantil. El modelo
educativo del Jardín de infancia (Kindergarten), de ninguna manera pudo ser aceptado por la Compañía, por
su orientación religiosa panteísta, a pesar de que su Fundador comparte con él intuiciones importantes. En
España lo introdujo la ILE, hacia la que Enrique de Ossó mantuvo una postura bastante crítica, como hemos
visto.
87
Carta escrita desde Jesús el 24/11/79 a Cinta y Agustina. (Ed. Nº 109, original en AGSTJ, E. Vol.1, 83). En la
misma carta les recomienda una escuela concreta, a la que pueden dirigirse, y les habla también de un
maestro de caligrafía, donde probablemente las hermanas aprendieron la letra de Compañía: “Va la adjunta
para el Sr. Madico. Aprovechad el tiempo viendo muchas cosas y aprendiendo. Hay en la calle de Escudiller
un tal Ciria que en pocas lecciones enseña la reforma de letra y el carácter inglés. Aprovechadlo, si no es
muy caro”.
88
Se habla en varias cartas de este señor y de sus escuelas, donde las hermanas acudieron a aprender el arte
de la educación de los pequeños. Seguramente “las dos obras que indicáis”, a que se alude en la carta
aludida, serían alguna de las escritas por Julián López Catalán (1834-1891), continuador de la obra de
Montesinos en la enseñanza de los párvulos, y uno de los educadores más significativos de Cataluña. Por
estas fechas tiene parvularios en Barcelona, aunque antes había trabajado en Zaragoza. Su doctrina
pedagógica es “netamente española fundada en la observación de los hechos y personas”. Escribió varias
obras de tipo pedagógico: El libro de los párvulos, La educación de los sentidos, La Enseñanza objetiva,
Guerra a la ignorancia, por las escuelas de párvulos, El arte de la educación, que es un tratado completo de
Pedagogía teórico-práctica aplicada a las escuelas de párvulos. (Cf. A.A. V.V. Historia de la Pedagogía II,
Zaragoza, Edelvives 1965, 195).
89
Carta escrita desde Tarragona el 29/11/79 a Cinta y Agustina.(Inédita en AGSTJ, E. Vol.3, 93). El subrayado
es suyo.
90
En el curso académico siguiente, cambian las estudiantes del piso de Barcelona. Una de las que llega es
Francisca Plá, destinada ya para la escuela de párvulos de Rubí, otra nueva fundación de mayo de 1881:
“Supongo que habrá llegado tu hermana. Que vaya a los párvulos de D. Julián [López], y si conviene algún
día al colegio del Sr. Madico, aunque creo está mejor montado el colegio de D. Julián. Si puedo mandaré a
Ignacia, que me parece será excelente para esto, y podrán ir las dos. Tu hermana que estudie la obra de D.
Julián al mismo tiempo”. (Carta a Teresa Plá, San Carlos 23/4/81. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.5, 45).
91
Carta a Agustina que está en Tarragona, Jesús 22/6/1884. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.16, 76). Por esas
fechas ha habido exámenes de magisterio en Tarragona, y ha suspendido alguna hermana y alguna niña.
263
“Las maestras de párvulos (seis) quédense en esa de Tarragona, hasta segundo
aviso. Preparad puntos que deben tratarse en la educación de párvulos, instrucción,
escuelas, etc., libros, y todas las advertencias que convenga”92.

Diez años después, cuando las Escuelas teresianas de párvulos han atravesado los
mares y reúnen algunos miles de niños y niñas, Enrique de Ossó decide redactar un Tratado
de Pegagogía teresiano. De los Apuntes que escribió para ese libro de Pedagogía, la mayor
parte se refieren a las maestras de párvulos y a ellas están dedicados:

“Dedicatoria: A las Maestras de párvulos de la Compañía de Santa Teresa de


Jesús ofrece, dedica y consagra este pequeño Ensayo, como muestra del grado de
predilección que les profesa en Jesús y su Teresa” 93.

Firmado en “Roma, día de los parvulitos Justo y Pastor de 1894. Coliseo Roma, tarde 16
agosto de 1894”94.

Huelga decir que la predilección de Enrique de Ossó hacia los más pequeños, se hacía
extensible a sus profesoras95, a quienes les decía ya en el Plan de Estudios:

“Afianzar el porvenir es triunfar de lo presente: por eso fueron objeto de especial


predilección del Redentor del mundo los párvulos, a quienes miraba como los
representantes de las generaciones venideras; por eso los bendecía, besaba,
acariciaba y abrazaba […]. Objeto también, por lo mismo, de especial predilección y
cariño para las hijas de Santa Teresa de Jesús deben ser los párvulos, para
formaren ellos con toda perfección la imagen de Jesús”96.

Las maestras de párvulos son las educadoras predilectas de Enrique de Ossó, ellas
representan con mayor claridad la maternidad espiritual, vocación de todas las hermanas,
como lo vivió el Apóstol san Pablo:

“Yo os he engendrado en el Evangelio, se gloriaba San Pablo escribiendo a los


Corintios (I Cor 4,15). Lo mismo podéis decir vosotras a los párvulos. Yo os he
engendrado en la educación cristiana, sois hijos míos” 97.

2.2. Las niñas y también los niños.

Como se desprende de los textos precedentes, la Compañía se ocupó no sólo de la


educación de las niñas más pequeñas, sino que admitió como alumnos preferentes también
a los párvulos. Parece que era una novedad entre las instituciones femeninas
contemporáneas dedicadas a la educación de la mujer98. En la Compañía se vivió con
naturalidad, y no parece que hubiera dificultades ni con las familias, ni con las autoridades
de los lugares donde trabajó la Compañía. Sin embargo, analizando los primeros
documentos oficiales de la Compañía, se intuye alguna dificultad canónica para expresar
abiertamente esta opción preferencial no sólo por las niñas sino también por los niños más
pequeños.

En el Sumario de las Constituciones presentadas a la Aprobación pontificia, nada se dice


de la educación de los niños. Hay que esperar a la 2ª Parte para encontrarlo:
92
A Agustina Alcoverro, Jesús 18/7/84.(Inédita en AGSTJ, E. Vol.9, 122).
93
AP, en EEO II, 742.
94
Ibid.
95
En muchas cartas les manifiesta su predilección. (Cf. por ejemplo Nº 474 y 476).
96
PE, en EEO II, 253.
97
AP, en EEO II, 743.
98
En el Capítulo 2º ya dijimos que fue en el I Congreso de Pedagogía (1884) donde se presentó como novedad
pedagógica, no bien vista por la Iglesia, el que los varones tuvieran maestras y no maestros en los primeros
años de escolarización. Para estas fechas, en la Compañía había ya varias escuelas de párvulos.
264

“En cuanto sea posible en cada Colegio de la Compañía habrá escuela o


enseñanza de párvulos, elemental y superior. A lo menos debe haber siempre
escuela de párvulos y elemental”99.

Naturalmente había que justificar la expresión genérica párvulos —que incluye niñas y
niños—, por tratarse de un Instituto femenino. La explicación está dada con tiento y le debió
de costar varias redacciones a D. Enrique. Al fin se decidió por ésta:

“Los párvulos de ambos sexos hasta los siete años, con la debida separación, como
hasta el presente se ha hecho con tanto provecho, podrán admitirse en todas las
escuelas o Colegios de la Compañía…”.

Y añade:

“…y hasta es necesaria su admisión para conseguir mejor el fin principal porque se
fundó la Compañía”100.

Obsérvese la sagacidad del Fundador para justificar esta opción, explicación que, por
otra parte, no le sirvió de mucho ante los Censores de la Sagrada Congregación de
Religiosos. Da la impresión de que, al escribir este párrafo, está pensando en escamotear
las trabas canónicas, presentando las razones de forma gradual. Es decir, hay una
experiencia muy positiva que avala esta “posibilidad”. Y además, para la Compañía, la
“posibilidad” se convierte en “necesidad”, atendiendo “el Fin principal porque se fundó la
Compañía”.

¿Y cuál es este Fin principal por que se fundó la Compañía? Tendremos que regresar al
Capítulo del Celo de la Primera parta de las Constituciones, para entenderlo:

“La Compañía de Santa Teresa de Jesús se ha fundado para de un modo especial


orar y coadyuvar a que haya santos y sabios sacerdotes”101.

Y habrá que buscar una nueva explicación del Plan de Estudios, para comprender el
significado concreto del “coadyuvar”:

“Como está fundada la Compañía de Santa Teresa de Jesús para fomentar las
vocaciones eclesiásticas y para procurar a la Iglesia según sus fuerzas santos y
sabios sacerdotes (Const. cap. 10), admitan también como párvulos a los niños
desde los dos o tres a los seis o siete años, con la debida separación, y con este fin
y espíritu de fe formen en sus tiernos corazones e inteligencias la imagen […] de
Jesús”102.

Ante tal explicación, que hace depender la educación de varones del llamado “fin
principal de la Compañía”, hoy nos preguntamos con algún fundamento103 hasta qué punto
esa extraña formulación del capítulo décimo del Sumario de las Constituciones104 ,incluso la
99
SC era el título de la primera parte de las constituciones de 1882. La segunda parte se refiere a Organización
y Gobierno: 2ª P C, en EEO II, 333.
100
Texto manuscrito del original de las Constituciones presentadas a aprobación pontificia. Inédito, en AGSTJ E.
Vol. 24,13.
101
S y C, en EEO II, 62 y 63.
102
PE, en EEO II, 253.
103
Si consideramos el conjunto de los escritos de Enrique de Ossó sobre la misión de la Compañía, de ninguna
manera se puede afirmar hoy —como tampoco se podía afirmar en su momento—, que la oración y la
promoción de las vocaciones sacerdotales fuera el fin principal de la Compañía, la razón de su nacimiento.
104
El cap. X del SC se titula Celo de los Intereses de Jesús y tiene artículos muy diversos. Los art. 37 y 38 se
refieren al fin de la Compañía, pero lo hacen de una manera extraña y no del todo coherente con el conjunto
de las Constituciones y de los demás escritos. Empieza así: “La Compañía de Santa Teresa de Jesús se ha
fundado para de un modo especial orar y coadyuvar a que haya sabios y santos sacerdotes. Por ello tendrá
cada día una hora de oración por lo menos…Cuando vean algún niño bueno…(EEO II, 62).
265
explicación que se da en el Plan de Estudios, no fueron una estrategia del Fundador para
justificar en aquel contexto socioeclesial la educación de los niños en la Compañía.

A pesar de los razonamientos, la Sagrada Congregación corrigió el texto de las


Constituciones negando a la Compañía este tipo de educación, impropia de una
congregación femenina:

“La Santa Sede no suele admitir que un instituto de hermanas se encargue de


párvulos. Así pues, omítase todo lo que a esta tarea se refiere, y las hermanas
procedan, poco a poco, a abolir este tipo de escuela”105.

Ante la negativa, Enrique de Ossó no claudica y está decidido a reclamar inmediatamente


este derecho. Así se lo comunica a Rosario Elíes:

“Si hablas al Sr. Cardenal de Zaragoza, dígale del Decreto de alabanza y


recomendación de las constituciones, y adviértale que no quieren que enseñemos
párvulos de masculino sexo, y que queremos pedir a Roma nos lo concedan”106.

En la 2ª edición de as Constituciones, se omitió el segundo párrafo, aunque se mantiene


el primero que habla de párvulos, y no de párvulas. En realidad, Enrique de Ossó no aceptó
nunca esta prohibición, que pronto impugnó con argumentos fortísimos. Ninguno de ellos
alude a la formación de futuros sacerdotes, sino que da razones de tipo pedagógico y
apostólico107. Sólo después de su muerte llegó el reconocimiento pontificio108. Las
hermanas de la Compañía podrían, en adelante, educar también a los parvulitos.

2.3. Los Párvulos, pequeños misioneros

Enrique de Ossó es consciente de la trascendencia de la educación de los párvulos, no


sólo por su misión futura: “ellos son los representantes únicos de las generaciones
venideras”109, sino porque ahora son ya “pequeños misioneros” en su propio ambiente. “Los
cuales, con sus oraciones, sus palabras y sus gracias, han de mejorar y tal vez convertir a
sus padres, a su familia, a todo un pueblo y quizás al mundo entero”110. Recordemos la
influencia positiva de los niños de la Catequesis en las calles de Tortosa, durante el Sexenio
revolucionario. Con su inocencia infantil, contrarrestaron las costumbres impías de los

105
Animadversión 12ª de la Sagrada Congregación, Roma 22 septiembre 1888. (Inédita en AGSTJ, Carpeta 48,
III BC,5-8).
106
Jesús 2/1/89. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.18, 42). El arzobispo de Zaragoza era Francisco de Paula Benavides
Navarrete (1881-1895), cardenal y patriarca de las Indias.
107
“En la Exposición del 15 de julio de 1889 se ponen reparos a 3 Animadversiones que les han sido
comunicadas […], se conservan en la Sagrada Congregación firmados por D. Enrique de Ossó y Rosario
Elíes […] La tercera animadversión es la más extensa —6 páginas de 8,están dedicadas a esto—
:“principalmente y de todo nuestro corazón suplicamos que continúen como hasta el presente las escuelas de
Parvulitos, las cuales con preferencia a toda otra escuela, han sido aplaudidas por los muy Rvdos. Prelados,
insignes sacerdotes, excelentes católicos, y todos los padres de familia, únicamente los masones y libre
pensadores las detestan […] Ésta, Smo. Padre, es la nota que más nos oprime a nosotros (y) a los padres de
cientos de parvulitos que han percibido algo de lo que nos pasa. Algunos de los motivos de nuestra pena son
los siguientes:
1. La mujer es más propia para educar y enseñar a los niños y […] ¿qué diremos cuando ya no se trata de
educación de cualquier mujer sino de aquella que, como nuestras hermanas, están únicamente consagradas
a procurar la mayor gloria de Cristo?…”. ( “Estudio sobre las Constituciones” del P. Gerardo RUIZ C.M.F, en
AGSTJ, carpeta verde 48. Parte del texto de la Exposición publicada en HSTJ, 300-301).
108
El 28 de marzo de 1896 la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares firma en Roma el segundo “Dilata”
a la petición de aprobación de las Constituciones de la Compañía, seguido de 26 nuevas Animadversiones. A
las Animadversiones seguía una nota: “Las predichas hermanas […]. Manténgase lo decidido en el voto del
Rvdo. Consultor, o sea, se aprueba que puedan dedicarse a la educación de niños hasta los 7 años, cuando
los Obispos lo crean conveniente”. (Publicada en HSTJ, 303)
109
PE y AP, en EEO II, 253 y 747.
110
PE, en EEO II,253.
266
mayores. Esa misma influencia se iba notando en los pueblos y en las ciudades donde
estaba presente la Compañía111.

Los párvulos son también educadores de sus padres, con sus actitudes auténticas y
encillas. Así explica la Guía Práctica de Catequista su influencia poderosa en la familia:

“Los niños serán el auxiliar del sacerdote, un misionero para los padres, para la
familia [...]. Como el niño no sabe fingir por causa del respeto humano, dice en
casa, cuenta todo lo que ha oído […] y si es piadoso, les obliga a veces con
súplicas y lágrimas a que le acompañen a los actos religiosos; y este pequeño
apóstol […] logra lo que nunca hubiera podido obtener el más sabio sacerdote[…].
Así se santificarán hoy día los pueblos, y se renovará la faz de la tierra”112.

Por otra parte el apostolado de la Oración en la Compañía, desde los orígenes está
relacionado con la oración de las niñas y niños más pequeños. Ya en el primer esbozo de
las Constituciones escribe el Fundador:

“Medios para lograr nuestro Fin: Oración, la palanca omnipotente de la oración,


apoyada en la confianza, en la bondad y fidelidad de Dios, nuestro Padre muy
amado: Y no sólo la oración nuestra, sino la de los angelitos, niñas inocentes a
quienes se educará […]. Pues como decía San José de Calasanz, la oración de
estas almas inocentes todo lo alcanza”113.

Las cartas de Enrique de Ossó a las hermanas, en las que pide oraciones por intenciones
diversas, están llenas de alusiones a la oración de los niños más pequeños, aquellos que
tiene tanta fuerza ante el Señor. En las situaciones más difíciles, el Fundador siempre
recomienda la oración de las hermanas, y la de los parvulitos:

“Debéis orar con más eficacia […]. Además, haced orar a esos angelitos e este
fin”114.

“Haced rezar a los parvulitos, que ellos alcanzarán lo que no puedan vuestras
oraciones”115. “Se nota que los parvulitos ya rezan, pues se adelanta de un modo
muy eficaz el negocio”116.

2.4. Los Párvulos, los preferidos de Jesús

Junto a las razones expuestas, y como fundamento evangélico de todas ellas, está la
predilección de Jesús hacia los pequeños. Si Enrique de Ossó tiene preferencia por los
párvulos, por los más pequeños, es porque los mira con los ojos de Jesús, el Maestro. Ya
vimos en cuántas meditaciones presenta a Jesús rodeados de niños:

“Contempla a Jesús rodeado de pequeñuelos, abrazándolos, acariciándolos,


regalándolos y bendiciéndolos”117.

111
Se puede leer la crónica del Boletín Oficial de la Diócesis de Calahorra (octubre 1888), publicada en RT
noviembre 1888, 51, donde se habla de la influencia de los niños más pequeños por las calles de la ciudad.
112
GC, en EEO I, 82.
113
Fines principalísimos, en EEO II; 408.
114
A las hermanas de Maella,escrita desde Tarragona 22/9/ 1883. (Ed. Nº 264, copia autenticada en AGSTJ
Epistolario PIB/T vol.VII, 171).
115
A las hermanas de Calahorra, escrita desde Jesús 29/3/88. (Ed. Nº 389, original en AGSTJ).
116
A Rosario Elíes, Superiora General, escrita desde Roma 17/9/94. (Ed. Nº 482, original en AGSTJ, E.
Vol.7,62).
117
Composición de lugar de la meditación del Cuarto de Hora , titulada “Conducta de Jesús con los niños”, en
EEO I, 320.
267
No es que Enrique de Ossó, ni mucho menos Jesús, idealizara a los niños. Es consciente
de las limitaciones inherentes a la niñez, sin embargo Jesús no los desprecia, como era
frecuente en su tiempo, sino que reconoce su dignidad, “hechos a imagen y semejanza de
Dios” y “templos vivos del Espíritu Santo”, dirá Enrique de Ossó. Se hace amigo de los
niños: “los abraza, bendice y acaricia”, y “los ponía por modelo y ejemplar a los que querían
entrar en el reino de los cielos”118.

Como Jesús, el Fundador de la Compañía se da cuenta de que los niños, y


especialmente los más pequeños, viven sin preocupaciones, alegres, confiando plenamente
en sus padres y en los mayores. A diferencia de los adultos, los niños viven
despreocupados de la opinión pública, ajenos al qué dirán, libres de susceptibilidades y de
buscar reconocimientos o dignidades. Son “la única gente de bien que queda en el
mundo”119.

Si Jesús alaba a los párvulos y dice que “de los que son como ellos es el reino de los
cielos” es porque los niños viven naturalmente como hijos. La confianza, la apertura, la
capacidad de recibir son manifestaciones diversas de la actitud propia de hijos, de aquellos
que tienen experiencia de recibir gratuitamente, sin merecerlo. A Enrique de Ossó, como a
Jesús, los niños le hablaban de Dios Padre.

El niño, que no sabe ser más que hijo, “es el ser humano que siempre dialoga con Dios,
que abre sus ojos para sostener la mirada con la que le mira un indecible misterio”120. De ahí
su capacidad religiosa, su facilidad para llevar a Dios a los adultos. “Hay en el corazón de la
niñez un instinto innato, una necesidad de creer, de esperar, de amar, que despierta la
necesidad de que sea religiosa la educación”121.

3. LOS SACERDOTES, “CATEQUISTAS


Y EVANGELIZADORES CASI ÚNICOS”.

La preocupación de Enrique de Ossó por la formación de los sacerdotes se manifestó


desde muy temprano y de muchas maneras. La Guía Práctica del Catequista es en verdad
un libro de formación del sacerdote122, dirigido sobre todo a los seminaristas, “juventud
estudiosa”, “jóvenes amados, esperanza y plantel de la Iglesia de Jesucristo”123. En la
Revista Teresiana, además de otros muchos artículos, fue publicando durante dos años124,
una serie de 12 artículos titulados “La Obra de la Mayor Gloria de Dios, o sea la obra de las
vocaciones eclesiásticas bajo la protección de San José y santa Teresa de Jesús”,
dedicados a reflexionar sobre la importancia de la formación de los futuros sacerdotes.
Varios de los artículos insisten en la incidencia de la familia y de la escuela en el despertar
de las vocaciones sacerdotales. Enrique de Ossó intenta sensibilizar a los lectores respecto
de la importancia de esta vocación, y pide su colaboración con oraciones y limosnas, para
contribuir a la formación de futuros sacerdotes. En varios de estos artículos aparece
explícitamente la Compañía de Santa Teresa de Jesús, en cuanto educadora de futuros
sacerdotes.

118
CH, en EEO I, 321.
119
Ibid.
120
La frase está tomada de KARL RAHNER, en un ensayo titulado Ideas para una teología de la niñez, donde
reflexiona sobre el sentido cristiano (espiritual) de la infancia. En Escritos de teología VII, Madrid, Taurus,
1967, 339-356.
121
CEM, en EEO III, 896.
122
Sobre este tema habla el artículo de C. MELCHOR, “San Enrique de Ossó, patrono de los Catequistas
españoles”, en la revista del secretariado nacional de catequesis, Actualidad Catequética, Nº 187, julio-
septiembre 2000.
123
Las expresiones pertenecen al capítulo tercero de GC, en EEO I, 75 y 76. En esta obra primera, hay
bastantes alusiones a la falta de formación teológica y espiritual de los sacerdotes, así como a la falta de celo
pastoral.
124
El primer artículo es de febrero de 1877 y el último de agosto de 1879, están publicados en EEO III, 821- 863.
268

3.1. Los párvulos, futuros sacerdotes

Ésta es, sin duda, una de las razones por las que Enrique de Ossó quería que la
Compañía educara también a los niños. Así aparece en las Constituciones y en el Plan de
Formación, como hemos visto en el apartado anterior.

3.2. Los mismos sacerdotes

En uno de los primeros documentos se llama clerisocias a las hermanas de la


Compañía. De ninguna manera podemos interpretar este apelativo en un sentido peyorativo
o reductor, como cabría esperar en aquella situación. Verdaderamente en una Iglesia muy
clerical, en la que la misión evangelizadora del pueblo corresponde exclusivamente a
obispos y sacerdotes —en un momento en que los sacerdotes son los únicos agentes
directos de pastoral y no siempre muy competentes—, parece que la ayuda que podían
prestar las mujeres —además de la oración como venían haciendo carmelitas y teresianas
de la Archicofradía— estaba en la sacristía. De hecho en el primer esbozo de las Reglas de
la Compañía algo de eso se dice:

“Cuidarán en cuanto sea posible del aseo y limpieza de la casa del Señor”125.

En la enumeración de los “apostolados” a los que se va a dedicar la Compañía, se añade:

“La de hacer nacer y desarrollar las vocaciones eclesiásticas”126.

Que hemos de interpretar —según la clave que nos dan los artículos— desde la educación
de los párvulos (posibles futuros sacerdotes) y desde la oración por los mismos sacerdotes.
Sin embargo, se enuncia una tercera “consagración” interesante:

“La reforma del clero, infundiendo espíritu de oración y avivando el celo de los
intereses de Jesús donde no estén. Por eso son clerisocias127, ayudadoras,
auxiliares las más excelentes, más perfectas del sacerdote”128.

¿En qué consistió hace 125 años esta dedicación? O mejor, ¿a qué quedaba reducida
esta misión, que hoy nos parece posible y atractiva?

Lo que quiso decir el Fundador de las Compañía con estas palabras y, sobre todo, cómo
las interpretaron las hermanas en aquella situación socioeclesial de absoluta inferioridad de
la mujer, podemos suponerlo por los hechos.

Aquellas jóvenes teresianas carecían de medios. Las circunstancias no les permitían


influir directamente e infundir espíritu de oración y celo teresiano en los sacerdotes. Fuera
de la oración de intercersión, tan importante, no había posibilidades de relación o
colaboración con los sacerdotes. Era, pues, inviable para las hermanas de la Compañía del
último cuarto de siglo XIX ser maestras de oración de aquellos sacerdotes diocesanos tan
necesitados, por otra parte, como sugieren hoy las palabras del Fundador. Para este
ministerio específico —vedado de momento a la mujer— pensó Enrique de Ossó en los
Misioneros Teresianos. Ellos se iban a dedicar precisamente a lo que no podía hacer

125
Fines Principalísimos…, en EEO II, 411.
126
Ibid.
127
Sabemos que el P. CLARET escribe un artículo dedicado al apostolado de la mujer titulado así: “Clerisocias”.
128
Fines…, en EEO II, 411.
269
entonces la Compañía: el acompañamiento espiritual, la dirección de Ejercicios Espirituales
y retiros no sólo de los seglares y las hermanas sino también de los sacerdotes129.

¿Pero no había deseado Teresa ejercer este ministerio espiritual, y de alguna manera no
lo ejerció ya entonces con sus confesores? ¿No lo estaba ejerciendo a través de sus
escritos, y la misma Iglesia había reconocido oficialmente su magisterio y doctorado? Y ¿no
lo vivió Enrique de Ossó, discípulo de Teresa, fundador y padre espiritual de la Compañía?
Era, pues, ésta una misión eminentemente teresiana, aunque impensable entonces para
la mujer.

Hay una carta sumamente reveladora de este deseo carismático de Enrique de Ossó,
que hoy puede hacerse realidad ya en la Compañía:

“En ésta [Tortosa] han empezado los ejercicios las Teresianas. Hay mucha
asistencia y recogimiento. Los da un Padre de la Compañía de Jesús. ¿Cuándo
podremos decir: un padre —hoy añadimos, madre— de la Compañía de Santa
Teresa de Jesús?”130.

4. CONCLUSIÓN: AGENTES MULTIPLICADORES DE EDUCACIÓN

Terminamos el capítulo, volviendo sobre aquel artículo de junio de 1876, “Las aficiones
de Santa Teresa de Jesús III”, en el que Enrique de Ossó se identifica con el modo de
proceder apostólico de Teresa. Presenta a la Esposa de Jesús como la gran Baratona131,
“agente principal de negocios de la mayor gloria de Dios”, “Mercadera celestial” que invierte
su caudal allí donde los intereses van a ser mayores.

Teresa preocupada de que “los pocos amigos del buen Jesús fueran buenos de verdad”,
y empeñada en formar “capitanes esforzados y excelentes”, tenía un criterio apostólico que,
no sólo comparte Enrique de Ossó, sino que lo convierte en criterio de discernimiento y
elección de las obras apostólicas, cuando no se puede llegar a todas:

“La Santa, en una palabra, buscaba primero la intensidad que la extensión, la


calidad más que el número de las almas buenas. No porque no suspirase por la
salvación de todos, sino porque considerando que era imposible trabajar por sí
directa e inmediatamente […] escogía perfeccionar unas pocas buenas para con
éstas lograr lo que no podía por sí sola”132.

Ésta es también la estrategia de la Compañía, ya que “la mies es mucha y los operarios
son pocos”:

“Trabajemos, pues, para formar buenos operarios […] que cultivarán la mies. […].
Siempre es trabajo más reproductivo para los intereses de Jesús el formar buenos
maestros que discípulos; aguerridos capitanes, que buenos soldados; madres, que
hijas; cabezas, que miembros”133.

Y como dicen las primeras Constituciones:

129
Sobre el proyecto de los Misioneros Teresianos se puede leer el Plan, que está escrito según el molde y
modelo de la Compañía de Santa Teresa de Jesús: “Misioneros de Santa Teresa de Jesús” y “Breve noticia
de las Bases de los Misioneros de Santa Teresa de Jesús”, en EEO I, 1342-1347.
130
Carta a teresa Plá, Tortosa, 27/3/78. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.1,42).
131
El término significa exactamente persona “mañosa en compras y ventas” DRAE 92.
132
RT Nº 45, junio 1876, 250.
133
Ibid., 251.
270
“Como las miras de la Compañía de Santa Teresa de Jesús debe ser siempre las
más elevadas, las que den por resultado mayor aumento de los intereses de Jesús,
entre las obras exteriores o de vida activa, debe escoger las más principales o
excelentes, que son […] las que directamente se ordenan a la salud de las
almas”134.

Esta estrategia inspiró la Compañía, “Proyecto educativo utópico” todavía, y ésta fue la
estrategia que acompañó a D. Enrique en todas sus acciones apostólicas. Por ella se
preocupó de la formación de las madres, sin esperar a que las hijas llegaran a serlo. Por
ella, a la vez, se dedicó a la educación de las hijas, futuras esposas, madres y maestras. Por
ella no quiso renunciar a los párvulos, apóstoles y misioneros en su propia familia. Por ella
deseó que el espíritu de la Santa penetrara todas las Escuelas Normales de la península, y
estaba dispuesto a renunciar —si necesario hubiera sido— a todos los colegios que ya tenía
de niñas y niños. Por ella SOÑÓ con una Compañía del futuro —¿del siglo XXI?— maestras
espirituales de laicos y sacerdotes, de educadoras y educadores.

134
SC y C, en EEO II, 62 y 63.
CAPÍTULO 15

EL PROYECTO Y LA PEDAGOGÌA
DE LA ESCUELA DE SANTA TERESA

“Formar a Cristo Jesús en la inteligencia, por la instrucción, formar a Cristo Jesús en el


corazón, por la educación”1, tal era el ideal de la Escuela de santa Teresa. Este Ideario de la
Compañía se realiza a través de una acción educativa específica: Un modo concreto de
intervención educativa, que inspira una pedagogía y que postula una metodología. Podemos
hablar, en este sentido, de Proyecto Educativo de la Escuela de santa Teresa, con un
currículum, una pedagogía y una metodología propias.

El mismo Enrique de Ossó que definía la educación como “el cultivo armónico y ejercicio
conveniente de las potencias, facultades y operaciones dirigibles del hombre, para que se
perfeccione y le ayuden a su felicidad temporal y eterna”2, en los Apuntes de Pedagogía
define así la pedagogía: “Es la ciencia y el arte de instruir al hombre por medio de principios
y reglas adecuadas”3. Ciencia en cuanto investiga y sabe dar razón de los principios
educativos, arte en cuanto prescribe las reglas de actuación y, sobre todo, en cuanto “sabe
hacer”, de acuerdo con ellas4.

A. EDUCACIÓN INTEGRAL:
“FORMAR EN VIRTUD Y LETRAS”

El Proyecto Educativo de la Compañía de Santa Teresa de Jesús se inscribe en la


tradición pedagógica del humanismo cristiano como ya dijimos, caracterizada por la
integración de fe y cultura. Tradición que presenta diferencias significativas en los distintos
momentos de la historia, pero que mantiene un núcleo común. Considera como sujeto de la
educación al hombre integral, a la persona en cuanto unidad sustancial. Reconoce la
interrelación de las potencias y facultades humanas, si bien distingue metodológicamente
diversas dimensiones en la educación.

“Formar en virtud y letras”, había sido el ideal de la Ratio Studiorum de la Compañía de


Jesús, ideal que presidió la labor educativa de los jesuitas durante siglos. Algunas
instituciones educativas posteriores hicieron suya esta misma fórmula, o se acogieron a
otras semejantes. Un siglo después, por ejemplo, el ideal de educación cívica y moral
popular, tal como la concibe san José de Calasanz, lo expresaron las Escuelas Pías
mediante el binomio “piedad y letras”.

Enrique de Ossó, como algunos otros educadores del siglo XIX, adoptó ambas
expresiones a modo de síntesis del ideal de educación de la Compañía, e hizo suya otra
fórmula preciosa que repite en todas sus obras: “Formar la inteligencia por la instrucción y el

1
PE, en EEO II, 245.
2
AP, en EEO II, 766.
3
AP, en EEO II, 766.
4
Sobre el concepto de pedagogía, V. Gª HOZ, Principios de Pedagogía Sistemática, Rialp, Madrid 1974, 39-43.
272
corazón por la educación”. La Compañía proyecta una educación integral5 e integradora de
las dimensiones de la persona, abierta a las ciencias humanas y a las nuevas orientaciones
pedagógicas siempre que sean compatibles con la antropología cristiana.

Es educación integral porque reconoce y cultiva las distintas dimensiones de la persona:


cuerpo y espíritu, sentidos, emociones y afectos; mente y corazón, inteligencia, voluntad,
conciencia, carácter o personalidad, considerándolas en cualquier momento de su desarrollo
desde la unidad personal6. Es integral también porque se preocupa del despliegue completo
de la persona en su dimensión histórica, “en toda su riqueza y en la complejidad de sus
expresiones y de sus compromisos como individuo, miembro de una familia y de una
colectividad, ciudadano y productor, inventor de técnicas y creador de sueños”— en
expresión del Informe sobre Educación de la Unesco 7—, unidad de la persona que Enrique
de Ossó había formulado casi con las mismas palabras, pero sin olvidarse de la dimensión
trascendente:

“Formados buenos individuos, se tendrá formada buena familia, buenos ciudadanos


o nación, y se hará por las maestras educadoras el mayor bien a las almas, a la fe y
a la sociedad […]. Cuán noble es vuestra misión por el fin de ella: formar buenos
hijos, buenos ciudadanos de la tierra y del cielo […]. En vuestras manos están los
más caros intereses, el porvenir de las familias, de la patria, de la sociedad, de la
religión”8.

Consciente de que es la familia el ámbito educativo de mayor influencia en los niños, la


Escuela de santa Teresa prolonga e integra la educación familiar y, en algunos casos, la
suple. La escuela, para Enrique de Ossó, ha de aprender de la familia. Sólo “si las palabras
y ejemplos de la maestra son el eco de las palabras y ejemplos de los padres la educación
será completa”9. Por otra parte, la escuela prepara para la vida futura. Ha de proporcionar a
los niños una educación previsora, pues “la educación no puede mirar tan sólo a la
existencia actual de la niñez: El cumplimiento de los deberes de la infancia debe disponerles
al cumplimiento de los deberes de la juventud y de su edad madura. Las obligaciones del
colegio deben prepararles para las obligaciones sociales”10.

La Escuela de santa Teresa, pues, atendiendo la situación presente y futura de los niños
y las niñas, considera que la educación “debe ser graduada, continua, íntegra [=integral],
progresiva y armónica”11. Con ese criterio organiza sus centros, y estructura los contenidos
educativos de acuerdo con las dimensiones de la persona. Lo vemos desde el Plan de
Estudios de 1882, hasta los Apuntes de Pedagogía 1894.

5
V. Gª HOZ, habla del concepto de educación integral y afirma que “esta expresión es tan superficialmente
interpretada como extensamente citada”, op. cit., 248.
6
Enrique de Ossó frecuentemente distingue cinco niveles de vida: “física, intelectual, afectiva, moral y social”
(AP, en EEO II, 768). Alguna vez encontramos análisis más sutiles de las dimensiones del yo integral, de las
“potencias, facultades u operaciones de la persona”. Análisis que hemos de valorar sin olvidarnos que son del
ochocientos:
“El párvulo que tiene cuerpo y alma y actividad o vida propia.
Tiene vida (vegetativa) que se nutre y crece, sensibilidad animal, experimenta placer o dolor, imagina y
apetece (animalidad).
Tiene razón con la cual entiende, juzga, raciocina, admira, recuerda.
Tiene voluntad con la cual tiende al bien y huye del mal.
Tiene sentimiento con el cual se complace o se disgusta en las cosas entendidas y queridas.
Tiene afectos espirituales o animales, concupiscibles o irascibles.
Tiene pasiones de sensualidad, avaricia, ambición.
Tiene habilidades y hábitos animales, racionales y morales” (AP, en EEO II, 765-766).
7
Este Informe de la Comisión Internacional para el Desarrollo de la Educación, Aprender a ser, UNESCO-
Alianza Editorial, Madrid 1987, 31.
8
AP, en EEO II, 762 y 747.
9
CEM, en EEO III, 919. Esta carta trata precisamente de la importancia de la “unidad” de medios y de personas
en la educación.
10
CEM, en EEO III, 911.
11
AP, en EEO II, 767.
273
Desde los primeros años de la Compañía, el Fundador especifica unos objetivos,
selecciona los contenidos, para cuyo aprendizaje elige unos métodos didácticos de acuerdo
con la pedagogía más adecuada a las finalidades que se había propuesto. También desde
el principio, distingue ámbitos educativos o dimensiones complementarias de la educación.
Aunque en la última obra pedagógica distingue teóricamente sólo cuatro modalidades —
“Educación física, intelectual, estética y moral12”—, sin embargo, en la práctica educativa y
en el conjunto de los escritos, hay que reconocer al menos otras dos dimensiones no menos
importantes. La educación en economía, (higiene) y labores13cultivada únicamente en las
niñas, futuras amas de casa, y la educación para la relación o educación social.
Presentamos, a continuación, una síntesis de cada una de las dimensiones educativas,
atendiendo a su importancia en la Compañía de los orígenes y a su interrelación.

1. EDUCACIÓN FÍSICA

“La educación física es muy importante porque atiende al bien del cuerpo, que es
instrumento vivo del espíritu”14. Representa el primer nivel de educación que, iniciado en la
familia, no puede olvidarse en la escuela. Tiene 3 partes:

La higiene, que se ocupa de la salud de la persona y prevención de las enfermedades:


limpieza del cuerpo y del vestido, posturas físicas convenientes, buena distribución del
trabajo y el descanso, alimentación. También le corresponde a esta parte la salubridad del
local: ventilación, aire, luz y temperatura conveniente. La formación en higiene y aseo es
una parte importante de la educación de la niña, con vistas a su misión futura de madre de
familia15.

La gimnasia, para fortalecer y ejercitar el cuerpo por medio de ejercicios progresivos y


regulares”16.

La cultura de los sentidos consiste en el desarrollo sensitivo adecuado, mediante el


estímulo de los cinco sentidos en relación a las realidades sensoriales, verdadera fuente de
conocimiento experimental. Se ha de evitar la fatiga y cuida su relación con el sistema
nervioso. En la Escuela de Párvulos tiene particular importancia.

2. EDUCACIÓN INTELECTUAL:
“Formar la inteligencia por la instrucción”

A pesar de que la educación moral es la primera en el orden de las finalidades, la


educación intelectual se presenta como prioritaria en los colegios de la Compañía, ya que
formar la inteligencia es tarea específica de la escuela y parte muy importante de la
educación integral17.

En la organización de la Escuela de santa Teresa influyeron varios factores, que se


reflejan en el Proyecto educativo de la Compañía. Por una parte, la experiencia personal de

12
En AP, Enrique de Ossó lo llama “cuatro partes de pedagogía”: en EEO II, 765
13
En MR ocupa el III apartado, y lo llama: “Hábitos de orden, aseo, economía” EEO II, 496. Todo lo
correspondiente a “Labores” estaba ya clarificado en AP.
14
AP, en EEO II, 770.
15
Dice MR: “Inspírese aseo sin afectación, limpieza sin exageración, arreglo, elegancia y buen gusto, pero con
modestia cristiana, huyendo del ridículo y de la dejadez”. EEO II, 496.
16
AP, en EEO II, 770.
17
GARCíA HOZ habla del “origen intelectual de la escuela” ya que históricamente es la institución que nace con
esa finalidad específica. La familia y otras instituciones sociales o religiosas cumplían su “misión educativa”,
de la cual era solo “complemento” la acción escolar. Op. cit., 382. Con este planteamiento, se entiende que la
mujer en el pasado no frecuentara la escuela, pues no necesitaba tal complemento intelectual. A la mujer le
bastaba la “educación” recibida en la familia, a través de la madre, que la preparaba para su futuro rol
familiar.
274
Enrique de Ossó en el seminario de Barcelona dirigido por los jesuitas, donde recibió una
formación sistemática e intelectualmente bien planteada. Y por otra parte, razones de tipo
sociológico: la falta real de instrucción en la sociedad española, junto con una nueva
sensibilidad intelectual promotora de la reforma del sistema educativo. La conciencia y la
experiencia del valor verdaderamente formativo de las letras, según la tradición humanística
que continúa la Compañía de Jesús, junto con la valoración teresiana sumamente positiva
de las letras y de la cultura, son decisivas para el Fundador de la Compañía. Naturalmente,
por tratarse de un proyecto para la educación de la mujer, la opinión de Teresa de Jesús,
santa y sabia, era determinante.

Enrique de Ossó llama instrucción a esta dimensión importante de la educación que


proporciona una información cultural básica y que forma la inteligencia preparándola para la
autoeducación. Instruir es formar la cabeza, no sólo llenarla de conocimientos. En palabras
de Balmes, instrucción es aprender cosas y aprender a aprender en cualquier situación de
la vida.

Los escritos pedagógicos de Enrique de Ossó se refieren a la instrucción con diversas


expresiones. El Plan de Estudios, por ejemplo, entre los contenidos formativos destaca la
“sección literaria”, expresión de significado muy amplio, sinónima de “educación en letras”
que, en este contexto no excluye sino que incluye “las ciencias” (frente a la “sección de
labores”, evidentemente práctica y manual). Mi Reglamento dedica un apartado a esta
dimensión importante: “Formar la inteligencia de la mujer, instruyéndola”18. Y en Apuntes de
Pedagogía, aparece también la “educación Intelectual” como una de las dimensiones más
importantes de la educación que se integra, en último término, en la educación moral:

“Es de suma importancia la cultura intelectual, porque el entendimiento bien


dirigido, dirige la voluntad”19.

2. 1. Aprender con solidez: “Una educación sólida”

Cualquiera de las expresiones mencionadas se refieren a la instrucción cultural y a la


formación de la inteligencia, ámbito educativo que se distingue de otro también importante:
la preparación técnica y práctica de la mujer para las labores del hogar. La prioridad de la
formación en “letras” en la Compañía, llamada también “educación científica”, se pone de
relieve en la distribución del tiempo. La “Sección Literaria” es la parte a la que “se consagra
con preferencia el tiempo de la mañana”, mientras que la tarde se dedica a las “labores” o
actividades de tipo manual20, según los programas curriculares del PE. La Escuela pretende
enseñar a las niñas y a párvulos los procedimientos básicos de aprendizaje para alcanzar
una cultura general inaccesible fuera de la escuela. Desarrollando, por otra parte, su
inteligencia y la capacidad de pensar e iniciándoles en los conocimientos básicos,
necesarios para una vida personal en la sociedad.

2.1.1. Contenidos

¿Cuáles eran los contenidos de esta formación en “letras” o “científica” que se impartían
en los primeros colegios? Nos encontramos con la dificultad de que, en los años que
estudiamos21, no existía una clasificación estable de los contenidos académicos ni un
programa definitivamente fijado para cada uno de los niveles escolares.

18
MR, en EEO II, 494.
19
AP, en EEO II, 771.
20
PE, en EEO II, 255.
21
1876-1896 (hasta la muerte del Fundador).
275
A pesar de que la Compañía proyectó desde el principio la creación de Escuelas
Normales22 para la formación de maestras teresianas, así como la Educación Primaria en
sus dos niveles (Elemental y Superior), en la práctica los primeros colegios se dedicaron
exclusivamente a la Enseñanza Primaria Elemental y a la Escuela de Párvulos23. Hasta
1883 no se empieza a hablar de alumnas que se preparan en los colegios para examinarse
en las Normales, y sólo a final de la década de los 80 encontramos colegios con el nivel
Superior de Enseñanza Primaria24.

Por esta razón, cuando hablamos de Proyecto Educativo teresiano o de Escuela de santa
Teresa nos referimos casi exclusivamente a la infancia y a la edad infantil y preadolescente,
y sólo esporádicamente a la adolescencia o juventud.

El primer programa académico que conocemos lo publicó la Revista Teresiana en el


curso 1881-82. Es un prospecto común para tres colegios nuevos de la Compañía (Tortosa,
Tarragona y el Ensanche de Barcelona). Además del Ideario aparece un “catálogo de las
muchas asignaturas que abarcan el extenso programa”, advirtiendo a los lectores que “esto
es por el presente, lo que hace creer que no está completo”25.

Comparando este primer programa con el prospecto de San Gervasio de 1890, con los
AP y con los libros publicados por la Compañía, a pesar de las diferencias de nivel y de sexo
—en el caso de los parvulos—, se advierten algunas coincidencias interesantes que
destacamos:

Prioridad del Catecismo, Religión y Moral, como ya aparecía en el PE de las hermanas26.

El programa de 1881 decía: “dándose la mayor importancia a la parte religiosa y moral”27.


Un prospecto del Colegio de Ganduxer de 1890 dice: “Parte literaria comprende: la Religión
y Moral, por ser la base de toda educación verdadera”28. Los AP afirman lo mismo: “La
religión ante todo”29. También la edición de libros de texto de la Compañía prioriza la
catequesis y la religión: “Pues os hablaremos en primer lugar de lo mejor, que es Dios
nuestro Señor, de las bondades de Jesús, a quien todos vosotros y todos hemos de amar
sobre todas las cosas…”30.

Atención especial a los procedimientos e instrumentos básicos de aprendizaje a los que


se concede mucha importancia.

Es lo que los AP llama “Instrucción instrumental: “la lengua patria y extranjeras, teórica y
prácticamente, y hacer leer, escribir, contar y composiciones en prosa y en verso”31 “Lectura,

22
Sobre las Escuelas Normales de maestras se puede leer el capítulo segundo. En el capítulo decimocuarto
hablamos de la formación de maestras en la Compañía.
23
Las primeras Escuelas de la Compañía tenían únicamente Párvulos y Enseñanza Elemental. Ya en las
Constituciones de 1889 se habla de Enseñanza Superior, y de hecho hubo enseguida escuelas de nivel
superior, y preparación de Maestras. (Cf. EEO II, 333).
24
En las cartas de 1883 hay constantes alusiones a estas alumnas que se preparan para el magisterio.-
Respecto a los niveles educativos, las Constituciones de 1889 (2ª Parte) dicen: “En cuanto sea posible en
cada colegio de la Compañía habrá escuela o enseñanza de párvulos, elemental y superior. A lo menos debe
haber siempre escuela de párvulos y elemental”. (EEO II, 333). Concretamente sabemos que en Calahorra,
en septiembre de 1888, “El Colegio de San José, [estaba] organiza[do] en tres secciones, una de párvulos de
ambos sexos, otra de elemental de niñas y otra de superior de jóvenes adultas”, y que existía desde el 19 de
marzo del mismo año (Boletín Oficial de la Diócesis, septiembre 1888, publicado en RT 1887-88, 50).
25
“Tres Colegios para la Compañía de santa Teresa de Jesús, para la educación de señoritas”, en RT agosto
1881, 304-308.
26
PE, en EEO II, 237.
27
“Tres colegios…, RT 1880-81, 307.
28
Prospecto 1890 Colegio San Gervasio, 3.
29
AP, en EEO II, 773.
30
LT, en EEO II, 392.
31
AP, en EEO II, 771.
276
Caligrafía, Gramática castellana”32. “Que adquieran soltura y facilidad en la composición de
toda clase de escritos…”33.

En la presentación de la edición de libros de texto de la Compañía se dice a los niños:


“Os enseñaremos reglas para hablar y a escribir bien vuestra hermosa lengua, a contar”34.
Los AP, que hablan de “la metodología aplicada a las distintas ramas de la enseñanza
primaria”, concede una especial importancia a los métodos de “instrucción instrumental”,
lectura, escritura, cálculo y composición35.

Aprendizaje básico y fundamental de los contenidos culturales, contenidos de “Instrucción


real”, según los AP.

Son los hechos, conceptos y principios de las principales disciplinas humanísticas y


científicas, de nivel básico. El Programa de 1881 era bastante amplio: “Gramática, sistema
epistolar, geografía, aritmética, nociones de álgebra, nociones de geometría, nociones de
física e historia natural, nociones de astronomía, nociones de cronología, Elementos de
literatura española, cosmografía, teneduría de libros”36. Más modesto el prospecto de San
Gervasio: “Gramática castellana, Aritmética, Geografía, Geometría, Historia, elementos de
Literatura, Lógica”37. Y la edición de libros de la Escuela de santa Teresa presenta las
asignaturas de manera atractiva, relacionándolas con la vida:

“[Os invitamos] a pasear por todo el globo sin gastar un céntimo, y hasta haremos
alguna excursión a las estrellas…”38.

Y proyecta tres niveles o grados, adaptados a edades y cursos diferentes:

“A este fin os ofreceremos en diversos tomitos divididos en Rudimentos,


Compendio y Curso Superior, todo cuanto conviene saber a vuestras inteligencias,
de todas las ciencias o asignaturas que os señalaren”39.

La clasificación más completa de contenidos la encontramos en los AP. Se trata de un


sencillo esbozo curricular de enseñanza primaria femenina, fruto de la experiencia educativa
de la Compañía. Interesa observar la integración de contenidos religiosos, morales, cívicos,
instrumentales, culturales (de letras y de ciencias), así como otros de tipo práctico, “propios
de la mujer”. Podríamos hablar ya de asignaturas en el sentido actual del término. La
clasificación tiene dos ventajas sobre otros curriculos. La de incorporar contenidos
formativos no propiamente intelectuales (urbanidad, labores, economía doméstica, higiene y
gimnasia) y el hecho de haber jerarquizado el conjunto de contenidos. Distingue cuatro
niveles de importancia, según el valor formativo de las asignaturas y la edad de la alumna:

 Necesarias absolutas: Catecismo, religión y moral. Economía, higiene, urbanidad.

 Necesarias relativas: Aritmética, Gramática, Labores fundamentales, coser, remendar,


cortar. Lectura, escritura, Historia sagrada.

 Útiles: Geografía, Historia patria, Geometría, Dibujo, Gimnasia, labores encajes,


tapicerías, planchar, rizar.

32
Prospecto 1890 Colegio San Gervasio, 3.
33
“Tres colegios…”, RT 1880-81, 307.
34
La Escuela de Santa Teresa (LT), en EEO II, 392.
35
Cf. AP, en EEO II, 773.
36
“Tres Colegios…., RT 1880-81, 306.
37
Prospecto 1890 Colegio Ganduxer, 3.
38
LT, en EEO II, 392.
39
LT, en EEO II, 393.
277
 De adorno (complemento): Ciencias físicas y naturales, Álgebra, Teneduría,
Astronomía, Historia Universal, Literatura, Bellas Artes, Música, Idiomas, pintura,
labores: bordado artístico, relieve, oro, aplicaciones, flores y frutas, cerámica, etc.40.

No se puede hacer una valoración objetiva, tomando como punto de referencia nuestros
sistemas educativos actuales. Habría que comparar los programas de la Compañía con los
de otras instituciones educativas de Enseñanza Primaria de la época41 —de los que no
disponemos—, teniendo en cuenta, además, que eran diferentes los currículos femeninos
de los masculinos.
Comparando el programa de la Compañía con el programa oficial, el de la Escuela
Pública Elemental, observamos diferencias considerables42:

1. Mientras en el programa oficial, las niñas se veían privadas de una serie de


asignaturas consideradas masculinas —geometría, dibujo lineal, agrimensura o
agricultura, física e historia natural—, el programa femenino de la Escuela de santa
Teresa incorpora todas esas materias (a excepción de la agricultura) y otras que no
figuran en el programa oficial: aritmética, gimnasia, álgebra, astronomía, historia
universal, literatura, bellas artes, música, idiomas, pintura.

2. La preocupación de la Compañía por la formación intelectual de las alumnas de


Compañía, no disminuye su interés por la preparación “para la vida familiar”, sino todo
lo contrario. Si consultamos la clasificación de materias que hacen los AP,
observaremos la cantidad y la variedad de labores que se aprenden en el colegio.
Unas necesarias, otras útiles y otras de adorno43.

2.1.2. El Método

Los escritos pedagógicos de Enrique de Ossó insisten a las maestras en la necesidad de


conocer y respetar las características naturales o psicológicas del niño al formular los
objetivos didácticos y al plantearse la metodología44.

Hemos hablado ya de la influencia del naturalismo pedagógico y del neohumanismo en la


teoría pedagógica de Enrique de Ossó y también de la inspiración balmesiana en algunos de
sus planteamientos de la enseñanza escolar, según la psicología y la capacidad
cognoscitiva del niño45.

40
AP, en EEO II, 752-753.
41
Sería interesante comparar con el programa de Escolapios o de la Salle, por citar dos institutos masculinos de
larga tradición en la Enseñanza Primaria. Y con algunas instituciones femeninas también dedicadas a las
educación.
42
Las escuelas oficiales se acogían teóricamente a La Ley Moyano (de Instrucción pública de 9 de septiembre
de 1857), primera ley de educación que había en España, pero que en la práctica no se pudo cumplir por la
falta de maestros preparados. Declara obligatoria la enseñanza primaria, de 6 a 9 años, gratuita para aquellos
que no puedan pagar. El currículum de la Instrucción Primaria Elemental, para los niños, es el siguiente:
“Doctrina e historia sagrada, lectura, escritura, gramática, ortografía, principios de geometría, dibujo lineal y
agrimensura, rudimentos de geografía e historia y nociones de Física e Historia Natural. A las niñas se les
enseñarán las mismas materias, menos precisamente las de formación de mano de obra cualificada, o sea,
agricultura, geometría, dibujo lineal, Física e Historia natural. En su defecto, aprenderán “labores propias de
su sexo”, dibujo de labores e higiene doméstica”. (Comentado por J. RUIZ BERRIO, “Constitución y
educación en España”, en Génesis de los Sistemas Educativos Nacionales, U.N.E.D., Madrid 1989 2ª, 145).
43
Cf. AP, en EEO II, 752-753.
44
En educación, Enrique de Ossó fue también autodidacta. Él es quien transmite a la Compañía lo esencial de
la pedagogía teresiana, aunque también las hermanas recibían formación teórica pedagógica, como
podemos ver en el Plan de Estudios de la Compañía. El primer año se estudiaban: Rudimentos de
Pedagogía. En el segundo año: El Criterio de Balmes, y en el tercer año de ampliación: Historia de la
instrucción y educación en España y Europa, (Cf. PE, en EEO II, 240-241). La psicología es una ciencia
apenas desarrollada hasta el siglo XX, pero desde ROUSSEAU y PESTALOZZI (1746-1827) hay bastantes
pedagogos europeos sensibles a “las cualidades naturales del niño”.
45
Ver “Fuentes pedagógicas” en el capítulo decimotercero.
278

Balmes reconoce, por una parte, la enorme receptividad de los pequeños, abiertos a la
acción del maestro. Y advierte, por otra, de su capacidad limitada para comprender, por lo
que sería antipedagógico llenar la mente del niño con muchos conocimientos:

“Una de las cosas que no debe olvidar nunca el maestro de instrucción primaria es
que la infancia se distingue por dos cualidades muy notables, y que según cómo se
proceda respecto a ellas los resultados serán muy provechosos o muy estériles,
muy buenos o muy malos. Estas cualidades son: 1ª facilidad de recibir toda clase
de impresiones. 2ª dificultad de comprender muchas cosas a un tiempo”46.

Enrique de Ossó es consciente de estas características de la niñez, y sabe que para una
buena instrucción es necesario atenerse a la naturaleza del niño sin contrariarla,
ajustándose a las exigencias del desarrollo infantil:

“El párvulo tiene una grande docilidad a dejarse modelar, digámoslo así. Es como la
cera o barro en manos de un artífice”47.

“La inteligencia del niño tiene apenas una luz vacilante y muy insegura”48. “Pongan
cuidado en la enseñanza del Catecismo, explicándolo a sus discípulas de modo que
se adapte a su corta inteligencia”49.

Previene contra la pedantería y el peligro de la falsa erudición. Una tendencia didáctica


errónea que, no teniendo en cuenta la naturaleza de los niños, quiere llenarles la cabeza de
ideas:

“Hay un empeño extraño en querer de un momento hacer sabios a los niños, que lo
aprendan todo, que lo sepan todo, que de todo entiendan, de todo hablen y nada
saben con perfección. De ahí esa plaga de marisabidillas que llenan el mundo y los
más delicados cargos, desordenándolo todo, trastornándolo todo, desquiciando a la
pobre sociedad actual”50.

De acuerdo con el principio de psicología general —en el instruir seguir siempre la


naturaleza—, se debe instruir en los elementos básicos, exponiéndoles con sencillez las
primeras nociones51, dándoles a conocer los fundamentos. Pues en la instrucción primaria,
lo importante es poner bien las bases o fundamentos de las ciencias y de la cultura:

“El objeto de la inteligencia, su alimento es la verdad. Enseñe con perfección de


cada cosa las verdades fundamentales o principios. Poco y bien sabido, vale más
que mucho y mal aprendido”52.

Para este aprendizaje, hay que aprovechar la curiosidad innata de los niños,
manteniéndoles siempre activos53. Los procedimientos activos son excelentes porque se
adaptan a la psicología infantil. Al niño le gusta el cambio, el movimiento, la variedad:

46
J. BALMES, “Instrucción Primaria”, en Obras Completas V, BAC, Madrid 1959, 604.
47
AP, en EEO II, 745.
48
CEM, en EEO III, 892.
49
PE, en EEO II, 239.
50
CEM, en EEO III, 924.
51
En El Criterio, Jaime BALMES, a quien Enrique de Ossó sigue con toda fidelidad, argumenta de esta manera
la “necesidad de los estudios elementales”: “Hay en toda ciencia […] un conjunto de nociones primordiales,
voces y locuciones que le son propias, las cuales no se aprenden bien sino estudiando una obra elemental
[…]. En todas [las ciencias] hay un conjunto [de nociones ] de que es necesario hacerse cargo para
comprender las partes y no andar confuso y perdido en la manera de ordenarlas”. Op. cit., 587-588 ( Capítulo
17,4).
52
MR, en EEO II, 494.
53
Cfr. AP, en EEO II, 762-763
279
“Siempre estén ocupadas las niñas, y su ánimo entretenido esperando algo nuevo
[…]. La curiosidad [en los párvulos] es un deseo de saber, un impulso natural, un
medio excelente para salir de la ignorancia en que vienen al mundo […], que será
conveniente fomentarla o sacar partido de ella […]. La novedad y la variedad en la
enseñanza de las verdades son las dos cosas que más agradan a los párvulos”54.

“Para la enseñanza de las verdades” se recomienda el método progresivo: que consiste


en pasar “de lo fácil a lo difícil”, “de lo conocido, subir a lo desconocido. Haya claridad, orden
y gradación en las explicaciones”55, volviendo constantemente sobre los fundamentos. No
conviene dar nada por supuesto, sino más bien dudar de que la comprensión de los niños
haya sido completa. De ahí se deriva, una cualidad esencial en las educadoras, la paciencia
que “es la virtud más necesaria en los que se encargan de la instrucción y educación de la
infancia”, según el P Girard56. Así se lo razona a las primeras hermanas el Fundador de la
Compañía:

“Procuren con buen método que sus educandas aprendan bien los fundamentos de
cada asignatura o cuestión, pues de esta suerte fácilmente comprenderán todo lo
demás […]. Repetición, repetición, repetición. Así se graba fielmente en la memoria
frágil y se retiene lo aprendido. No sean fáciles en persuadirse que sus alumnas
saben ya las cosas”57.

No se trata, sin embargo, de un aprendizaje rutinario y pasivo o maquinal. La claridad de


las ideas y la comprensión de las razones ayudará, precisamente, a retener en la memoria
todo lo presentado con orden y sencillez:

“Al aprender las lecciones, fíjense más en los conceptos que en las palabras. Nada
decoren sin antes estudiarlo [=comprenderlo]”58.

Se convierte en distintivo y divisa de la Escuela de santa Teresa una frase popular, que
Enrique de Ossó repite a modo de eslogan, a las profesoras como principio didáctico
general; y a las alumnas, como principio de aprendizaje y autoinstrucción:

“Pues como todos saben, es su divisa e informa su plan de estudios aquella


sentencia que tantas veces se os inculca: “Más vale poco y bien sabido, que mucho
y mal aprendido”59.

Para la enseñanza de los principios, propone “la clara explicación de los términos, la
exposición llana de los principios, la metódica coordinación de los teoremas”60. Es el método
didáctico que busca una educación intelectual sólida, y que la Compañía hizo suyo para la
instrucción teórica. Veamos cómo se lo explica Enrique de Ossó a los mismos alumnos y
alumnas, al presentarles la colección de libros de texto preparados por la Compañía,
precisamente para ampliar el campo de acción con una enseñanza sólida, bien cimentada:

“Mientras vuestra edad y ocupaciones os consientan cursar en la Escuela de Santa


Teresa de Jesús […] siempre tendréis la base o fundamento y algunas líneas bien
trazadas, sólidas y exactas, que no os estorbarán, sino que serán el más firme
sostén de vuestra más amplia instrucción e ilustración futuras; pues por más que se
eleve un edificio siempre sirven los fundamentos cuando son sólidos y bien

54
PE, en EEO II, 249 y AP, en EEO II, 762 y 763.
55
MR, en EEO II, 495.
56
El P. Girard de Friburgo fue uno de los pedagogos conocidos por Enrique de Ossó como ya se indicó. En las
CEM lo cita textualmente, de ahí tomamos la frase que sigue: “Contad, no las veces que habéis repetido una
cosa, sino las que os toca repetirla, y no os canséis jamás de repetir: la repetición es el alma de la
enseñanza”.(EEO III, 908-909).
57
PE, en EEO II 245.
58
PE, en EEO II, 236.
59
LT, en EEO II, 393-394.
60
BALMES, El Criterio, capítulo 17,1. En op. cit., 584.
280
sentados. Eso es lo que trata de hacer la Escuela de Santa Teresa de Jesús, Santa
tan perfecta en todas sus cosas [...]. Más vale poco y bien sabido, que mucho y mal
aprendido”61.

Además de su valor formativo, este aprendizaje básico tiene una finalidad propedéutica,
en cuanto les prepara para futuros estudios de nivel superior. El popular eslogan, opera
como principio pedagógico en la Escuela de Santa Teresa, sobre todo cuando se refiere a la
formación de la inteligencia, llamada unas veces “educación científica”, y otras, “instrucción
en la parte literaria”:

“Pongan sumo cuidado en formar la inteligencia de las niñas, procurando que las
materias que deben enseñarles, las sepan bien. Poco y bien sabido es preferible a
saber mucho, pero superficialmente. No se persuadan fácilmente que las niñas
entienden y saben bien las materias que se les señala”62.

Es un antídoto contra la superficialidad vana y contra el afán de erudición, impropio de la


educación primaria, y tan frecuente en algunas escuelas de la época enciclopédicas y
librescas. Una vez más a la Prefecta se le hace responsable de la orientación adecuada de
los estudios:

“Evite la ciencia que hincha […].Pongan especial cuidado en que todo lo que sepan,
lo sepan bien. Poco y bien sabido vale más que saber mucho y mal entendido. Éste
es el vicio de superficialidad que domina a este siglo y que haría a las Hijas de la
gran Teresa vanas y presumidas”63.

A las profesoras se les recomienda constantemente este principio. Todas las situaciones
educativas son buenas para recordarlo. Vemos, por ejemplo, qué criterios les da para la
elección de libros de texto:

“Hasta que la Compañía tenga libros de texto propios […] escójanse, después de
maduro examen, los que a la brevedad, reúnan mayor solidez, claridad, método”64.

Hemos dicho ya que los Apuntes de Pedagogía distinguen entre instrucción real, la que
se refiere al conocimiento de hechos, conceptos y principios, e instrucción instrumental, para
el manejo de los procedimientos intelectuales básicos: leer, escribir, contar, componer, etc.,
así como las “facultades intelectuales” u operaciones lógicas. Siguiendo también a Balmes,
para la llamada instrucción real, Enrique de Ossó propone el método didáctico que
considera más eficaz, pues se apoya también en la “ley psicológica fundamental para la
educación de las facultades intelectuales”, aquella que tiene como principio supremo “esta
fórmula: En el instruir se sigue siempre el orden de la naturaleza”65. Se define así:

[Es] “el método didáctico, cuya naturaleza está en el procedimiento que parte de un
todo aprendido con síntesis inicial, procede con análisis y termina con una síntesis
refleja”66.

Porque en el niño, y en general en toda persona que recibe instrucción, hay una
tendencia a captar primero la unidad de las cosas y de los conceptos, y a proceder, en un

61
LT, en EEO II, 393-394.
62
PE, en EEO II, 240. En MR se insiste en la misma idea, reforzando la necesidad de la repetición con
argumentos misóginos: “El objetivo de la inteligencia, su alimento, es la verdad. Enseñe con perfección de
cada cosa las verdades fundamentales o principios. Poco y bien sabido, vale más que mucho y mal
aprendido. La inteligencia de la mujer es corta, por lo común en capacidad […] Este método de enseñar es el
de mejores resultados en gente de pocos alcances (niños y mujeres, habrá que sobrentender!) y aun en toda
clase de discípulos”, en EEO II, 494.
63
PE, en EEO II, 243.
64
PE, en EEO II, 234.
65
AP, en EEO II, 771 y 772.
66
AP, en EEO II, 772.
281
segundo momento a la consideración de sus partes o elementos. Análisis que deberá
terminar en una nueva reunión de las partes en una síntesis conclusiva o refleja, en el
sentido de que es fruto de la reflexión. Enrique de Ossó recomienda a las maestras “el
diálogo socrático, vivo, espontáneo” como procedimiento de análisis, para llegar al porqué
de las cosas. El “diálogo catequético” en cambio, es un buen medio para comprobar la
“síntesis comprensiva” de los niños67.

2. 2. Aprender a pensar

Aprender a pensar es la meta de la enseñanza o instrucción. Pues además de instruir en


los principios de la ciencia y de comunicar los fundamentos de la cultura, la educación
intelectual tiene otro objetivo no menos importante: Enseñar a pensar bien, a desarrollar las
capacidades intelectuales, para aplicarlas al conocimiento de la verdad y de la vida. Veamos
cómo lo explica el Plan de Estudios:

“Fíjense muchísimo en lo que dice el insigne Balmes, esto es, que la enseñanza
tiene dos objetivos:
1º) Instruir a los alumnos en los elementos de la ciencia
2º) Desenvolver su talento para que al salir de la escuela puedan hacer los
adelantos proporcionados a su capacidad”68.

Efectivamente, el capítulo decimoséptimo del Criterio va más allá de aquel artículo sobre
“Instrucción Primaria” ya comentado. Ahora se habla de un nuevo objetivo de la enseñanza
intelectual, explicando la relación y las diferencias que hay entre los dos:

“Podría parecer que estos dos objetivos no son más que uno solo; sin embargo no
es así […]. La clara explicación de los términos, la exposición llana de los principios
en que se funda la ciencia […]: he ahí el objeto de quien no se propone más que
instruir en los elementos. Pero al que extienda más allá sus miradas y considere
que los entendimientos de los jóvenes no son únicamente tablas donde se hayan
de tirar algunas líneas que permanezcan inalterables siempre, sino campos que se
han de fecundar con preciosa semilla, a éste le incumben tareas más elevadas y
más difíciles. Conciliar la claridad con la profundidad, hermanar la sencillez con la
combinación, conducir por sendero llano […], inspirar vivo entusiasmo, despertar en
el talento la conciencia de las propias fuerzas, sin dañarle con presunción: he aquí
las atribuciones del profesor que considera la enseñanza elemental no como fruto,
sino como semilla”69.

Incluso los párvulos que “se muestran inclinados a razonar de todo”, han de ser
orientados en este aprendizaje. “Si sus razones son buenas, deben alabarse; si son
torcidas, enderezarse; mas nunca despreciarse por esto”. Pues aprender a pensar no está
reservado a un grupo privilegiado de adultos. Esta capacidad innata en la persona, dará
mucho fruto si las educadoras la despiertan y la potencian desde la infancia. Esa es la
siembra a la que se refiere Balmes:

“La facultad de discurrir es la más noble y más importante del alma, por eso se
debe cultivar con inteligencia, porque la mayor perfección del hombre es saber
discurrir bien, perfeccionando su razón”70.

67
AP, en EEO II, 772.
68
EEO II, 244. Véase EL Criterio, capítulo 16, párrafo 7, y capítulo 17. La doble finalidad de la enseñanza
aparece en el párrafo 1 del capítulo 17.
69
BALMES, El Criterio, 583-584 ( cap. 17,1).
70
AP, en EEO II, 763. Dice en esta misma página: “Si sus razones son buenas, deben alabarse, si son torcidas,
enderezarse; mas nunca despreciarlas por esto”.
282
Como vemos, Enrique de Ossó está diciendo que no se trata únicamente de adquirir
aquellos conocimientos que pertenecen al patrimonio de la cultura, sino que es fundamental
cultivar la inteligencia para llegar a tener buen entendimiento71. Entre los efectos positivos
del método sintético-analítico-sintético, antes aludido, hay que contar el ejercicio de la
inteligencia, “el aprender a pensar”, no menos importante que la instrucción “objetiva”. Los
Apuntes de Pedagogía indican con toda claridad tres excelentes efectos del método:

“Los efectos de este método son excelentes esto es: el desarrollo graduado de las
facultades [del párvulo], el aprender clara, ordenada y seguramente la verdad, y la
aptitud [en el párvulo] de después discurrir por sí”72.

2. 3. La autoeducación y el esfuerzo intelectual

La motivación es uno de los principales factores del rendimiento escolar. Precisamente


para motivar a las alumnas, y apelando a su libertad personal, Mi Reglamente les propone
las metas amplias de la educación teresiana y el porqué de la metodología, de manera que
puedan ellas asumir los objetivos y finalidades de la Escuela. En relación a la “educación
intelectual”, Mi Reglamente dedica varias páginas a motivar el aprendizaje objetivo y a
cultivar la capacidad innata de aprender a aprender. En el apartado titulado: “Advertencia a
las colegialas de Santa Teresa de Jesús, para adelantar en letras”, se les dan casi los
mismos argumentos que a las futuras educadoras teresianas en el Plan de Estudios. Al
dirigirse a las alumnas, MR implica también a los padres como parte interesada en el tema:

“Ante todo persuadíos las Colegialas de Santa Teresa de Jesús, que es muy
importante el estudio, como lo es la ciencia, y que vuestros buenos padres hacen
sacrificios con el fin de que salgáis aprovechadas del Colegio no sólo en virtud, sino
también en letras”73.

El conocimiento, no solamente de Dios y de su designio salvador, sino también del


mundo y de la historia, de las artes y las letras, de nosotros mismos y de los demás, así
como los principales hallazgos de la ciencia, son importantes para la vida humana personal.
Y todo eso, o al menos una parte, se consigue con estudio y mucho esfuerzo personal:

“Nacemos todos ignorantes, y la vida es corta y hay muchísimo que aprender. Por
consiguiente estudiando mucho se sabe muy poco; estudiando poco no se sabe
nada. Mirad las Colegialas de Santa Teresa de Jesús el estudio como uno de los
medios más importantes para saber, y no lo descuidéis, sino seriamente y con
constancia aplicaos al estudio”74.

Por extraños que nos parezcan hoy tales argumentos, eran necesarios en la situación
histórico-cultural en que se escriben. El riesgo actual de reducir la educación a instrucción
escolar e incluso a mera transmisión de conocimientos teóricos patrimonio de la cultura
escrita, no existía en el siglo XIX. Sobre todo en el caso de la educación femenina, era
frecuente la reducción contraria. La educación de la mujer se limitaba a la formación en
determinados valores, actitudes y destrezas prácticas, orientadas a su misión
exclusivamente doméstica, prescindiendo de la instrucción cultural y del cultivo de sus
facultades intelectuales. El saber cultural, la inteligencia, la capacidad de abstracción —de
análisis, de síntesis y de relación—, le estaban vedados a ellas por el hecho de ser
mujeres75.

71
Las notas del “buen entendimiento” de la hermana de la Compañía, que vimos en el capítulo tercero
responden al pensamiento de BALMES, expuesto en El Criterio, 489 (cap.1, 1-3).
72
AP, en EEO II, 772.
73
MR, en EEO II, 484.
74
MR, en EEO II, 484.
75
Recordemos, por ejemplo, cómo entiende A. Mª CLARET, en La Colegiala Instruida, la instrucción, que se
reduce a la instrucción religiosa (Cf. op.cit. Sección Tercera, “De la instrucción”, 333-289).
283

En este contexto hay que interpretar el planteamiento educativo amplio de Enrique de


Ossó y de la Compañía: formar el corazón y la voluntad de la niñez y juventud, formar e
informar su inteligencia. Es decir, integración de la enseñanza o instrucción (aprendizaje
intelectual), en la educación teresiana.

2.4. Recursos didácticos

La Escuela de santa Teresa “para promover los adelantos en el estudio” hace suyos los
medios de emulación que tradicionalmente venía utilizando la Ratium Studiorum jesuítica:
“Conferencias semanales”, “círculos mensuales”, “academias trimestrales”. La Compañía de
santa Teresa organiza también como medios de refuerzo “actos literarios públicos y
semipúblicos”, que desarrollan la capacidad de síntesis, la capacidad discursiva e incluso la
dialéctica:

“Las recompensas o premios son medios muy eficaces para promover la emulación
y adelantos de las niñas […]. Otro medio para despertar la emulación y para que
fijen bien en la memoria las cosas aprendidas, son los ejercicios semanales,
mensuales y trimestrales. Cada semana debe haber repaso […] y desafíos entre las
alumnas”76.

En cualquier caso desarrolla la expresión oral, medio importantísimo de comunicación y


de influencia:

“Todo lo que digan las niñas lo digan en voz alta, clara e inteligible, pronunciando
bien y con sentido las palabras o frases”77.

Los exámenes finales tienen un carácter festivo. Abiertos al público, eran una oportunidad
de mostrar ante los padres y otras autoridades, el aprovechamiento “en letras” de las niñas y
de los párvulos. Tanto las maestras como los alumnos vivían este acto con la conciencia de
haber alcanzado la meta que se habían propuesto. EL Plan de Estudios indica, con muchos
detalles, cómo deben organizarse los exámenes en todos los colegios de la Compañía:

“En la primera quincena de junio tendrán exámenes generales de todo el curso


todas las Residencias, a los que se invitará por lo común a las autoridades
eclesiásticas y civiles, personas más principales o caracterizadas, y sobre todo a los
padres de las niñas. Den toda la importancia posible a este acto: fórmense
programas de ante mano, y cuando sea posible impresos, para que puedan
preguntar todos a las niñas. Procuren que las niñas comprendan o den razón de lo
que dicen, y no sean como papagayos…”78.

76
PE, en EEO II, 257-258. Esta práctica procede de los centros de formación de maestras teresianas. El Plan de
Estudios, prescribe ya “Los Medios para promover los adelantos en el estudios en la Compañía de Santa
Teresa de Jesús: “Para promover la emulación […] habrá: conferencias semanales […] círculos mensuales
[…] academias trimestrales […]. En los círculos mensuales, una de las educandas […] leerá o decorará una
disertación sobre uno de los puntos más importantes que se haya visto durante el mes; oponiendo después
otras dos educandas algunos reparos o dificultades a la cuestión tratada; dificultades que soltará la
disertante” AP, 236.— En MR se aplica a las alumnas: “Medios para adelantar en los estudios: Sirven a este
fin maravillosamente los puntos y premios, bandas que se ganan en los repasos semanales, círculos
mensuales y academias trimestrales y exámenes de fin de curso”. EEO II, 487 y 500. Es interesante también,
en esta página, lo que se dice sobre los parvulitos: “Haya dos bandos en los párvulitos pequeños; tenga cada
uno su estandarte…”.
77
PE, en EEO II, 257.
78
PE, en EEO II, 256.
284

Estos actos tenían también un carácter formativo para los asistentes y propagandístico
para la Escuela:

“…Haya discursito de entrada en que se diga algo de la importancia de la


educación de la mujer, según el catolicismo y el tipo modelo de la mujer fuerte […],
Teresa de Jesús.
Al final, dense gracias, por otra niña, y si es fácil adórnese el salón con colgaduras,
inscripciones, etc. y en los intermedios podría haber algo de música y canto para
amenizar y realzar el acto. Los diálogos, monólogos, historietas, son muy a
propósito para amenizar el acto”79.

3. EDUCACIÓN EN LABORES Y ECONOMÍA DOMÉSTICA

Vimos que en los Colegios de la Compañía se dedicaban las tardes a estas actividades
de tipo práctico, exclusivas de las niñas. Si la “parte literaria” era objeto de estudio y
asimilación “teórica” para saber, la sección de “labores” es eminentemente “práctica” y
“técnica”. Su objetivo era hacer y saber hacer. Podríamos considerar ésta como la
dimensión práctica profesional de las muchachas, ya que las labores domésticas se
consideraban como la tarea o profesión futura de la mujer.

En el programa del curso académico 1881-82 aparece una lista interminable e increíble
de actividades manuales80. A los padres se les explica además que, después de la parte
religiosa y moral, lo más importantes es “que sepan […] ser más tarde verdaderas amas de
casa, remendando, zurciendo, cortando y confeccionando toda clase de prendas de ropa”81.

Veamos cómo se plantea esta “sección”, en el Prospecto del internado de San Gervasio
de 1890:

“Teniendo en cuanta que la vida del colegio debe ser en lo posible —para que dé el
fruto apetecido—, como un ensayo de la vida de familia, a petición de los señores
padres se dedicarán sus hijas a la práctica y perfección de las faenas domésticas:
guisar, planchar, coser a la máquina, etc., etc. ,a fin de que a su tiempo puedan
desempeñar bien el importantísimo cargo de amas de casa o madres de familia…”.

Y observemos cuáles son los contenidos de la Parte de “labores”, en este mismo


prospecto:

“…La enseñanza de labores, desde la calceta al bordado artístico, se da a las


alumnas con todo esmero y pulcritud, porque su conocimiento con los hábitos de
orden y economía es una de las partes más esenciales del sistema de educación,
que es sin duda el más fecundo en resultados prácticos”82.

El Plan de Estudios daba un enfoque más amplio al aprendizaje de las “labores”,


planteándolo desde su finalidad de educar a la mujer en determinados valores cristianos —
modestia, austeridad y sencillez—, para contrarrestar los vicios actuales más frecuentes
entre las mujeres fomentados desde el extranjero:

79
Ibid.
80
“Calceta, remendar, cortar, planchar, rizar, encaje catalán de hilo y de oro, macramé, frivolité. Encajes: inglés,
richelieu, mosaicos, zurcidos enlazados, zurcidos a punto perdido, zurcidos con pieza de tejido, etc. Zurcidos
con pieza y tejidos para ropa blanca, de color y paños, y lo de punto de media. Bordados: al realce, céfiro,
oro, a la plata, litografía, imitación a pintura, de aplicación, punto oriental, ruso, renacimiento. Tapicerías de
todas clases. Frutas artificiales. Flores: de batista, cera, paja, piel, mariscos. Flores de lanas, sedas, gancho,
media, felpa, oro y plata. Gimnasia de sala. Trabajos de relieve y perspectiva, como grabado en oro y plata,
en cera, papel, etc., etc, muchos y variados. (RT 1881-82, 306-307).
81
RT 1881-82, 307.
82
Prospecto Colegio San Gervasio 1890, 2-3.
285

“No pierdan de vista que una de las cosas que más estragos causa en las mujeres
y arruina a las familias hoy en día es la vanidad en el vestir, o sea el lujo, y que la
Compañía de Santa Teresa de Jesús ha sido fundada, entre otros fines, para curar
este cáncer que corroe las entrañas de la sociedad actual”83.

La formación en economía doméstica es otra de los objetivos de la Escuela teresiana.


Junto con la práctica, que las alumnas adquieren con los hábitos de orden, aseo y economía
del internado84, las educadoras se preocupan también de darles una nociones teóricas de
economía. Con ese fin, la Editorial de la Compañía publicó ya en 1891 un librito titulado
Rudimentos de Economía e Higiene, porque “no sólo son importantes sino absolutamente
necesario a la mujer, si ha de cumplir bien sus deberes domésticos”. La Economía
doméstica, a su vez, se define como “el arte de conservar, distribuir y fomentar los intereses
de la casa […]. Se funda en la virtud y moralidad de la que se siguen el orden, aseo y amor
al trabajo”85.

4. LA EDUCACIÓN ESTÉTICA

De la educación estética como tal, no se habla hasta 1894 con los Apuntes de
Pedagogía. Sin embargo en la sección de “Estudios preferentes en la Compañía”, el PE
habla de la música como “un apostolado que puede servir de mucho para la realización de
los fines que se propone la Compañía”86. Las clases de “pintura, escultura, dibujo de figura”
incluso la “literatura”, pueden considerarse también como medios de formación estética de
alumnos y alumnas, aunque nada se indique en los primeros documentos.

Por fin, los AP reconocen el sentido educativo global de estas asignaturas que sobre todo
hablan al corazón. A través de ellas, los niños cultivan de un modo especial la sensibilidad y
los afectos, desarrollan la imaginación y el sentido espiritual de la belleza:

“Con la educación estética se ennoblece el ánimo de [los párvulos] y les dispone a


amar el bien, a desarrollar su imaginación, el gusto de lo bello, y a tener modales
urbanos. [Se cultiva] en la naturaleza, en la parte literaria, en la parte espiritual de la
pintura, dibujo, música, canto. Requiere mucho cuidado y delicadeza esta parte”87.

Aunque es breve el párrafo, no deja de ser significativo este reconocimiento


interdisciplinar, que deja la puerta abierta a posteriores reflexiones y proyectos de educación
estética.

5. EDUCACIÓN SOCIAL

Todo o casi todo lo que se dice sobre la educación para la relación o la educación social
está tratado bajo el concepto de Urbanidad. Las niñas y niños de los colegios de la
Compañía, desde 1891 manejaban un librito con este título, en el que se indican
pormenorizadamente todas las reglas de cortesía88. Hablar hoy de reglas de urbanidad, en
nuestra sociedades democráticas, permisivas y espontáneas, puede parecer algo
trasnochado, y sin embargo, en la sociedad española de la Restauración, a pesar de los
83
PE, en EEO II, 237-238.
84
Cf. MR, en EEO II, 496. También en MR había un breve apartado: “Economía doméstica”, que señala “los
cuatro puntos de economía doméstica”, que debe aprender la colegiala, y que son: 1º limpieza y buen orden
de la casa y muebles. 2º Lo mismo respecto a al ropa. 3º Los comestibles. 4º De sí misma, y algún
conocimiento de lo que se llama la Medicina doméstica”. EEO II, 478.
85
Rudimentos de Economía Doméstica, por Una Profesora de la Compañía de Santa Teresa de Jesús,
Barcelona 1891, 15-16.
86
EEO II, 237.
87
AP, en EEO II, 763-764.
88
En 1891 se publicó el librito titulado Reglas fundamentales de urbanidad, escrito por Enrique de Ossó.
286
vaivenes ideológicos, eran habituales unas determinadas formas de relación, previstas y
prefijadas de ante mano, de acuerdo con la clase y condición de las personas y los ámbitos
sociales. Es interesante la lectura de estos manuales, que reflejan con mucha exactitud
algunas de las manifestaciones de la vida social del momento89.

A nosotros nos interesa, “la urbanidad verdadera”, el espíritu de aquella urbanidad, lo que
Enrique de Ossó entendía por “Reglas fundamentales”, tal como aparece en el librito de
Urbanidad de la Compañía. Es curioso que, a pesar de la minuciosidad del texto, el manual
insiste en lo “fijo y lo permanente” de la relación interpersonal, aquello que no pasa y no
cambia ni con el tiempo, ni con la diversidad de culturas. Es algo así como “el alma de la
cortesía, y que por lo mismo no está sujeta a la volubilidad de la moda”. Y es “lo que
verdaderamente constituye la verdadera y sólida Urbanidad”:

“Urbanidad es el conjunto de reglas, cuya práctica […] revela aquella benevolencia


y atención que mutuamente nos debemos […]. La Urbanidad se funda en el
respeto, caridad y modestia y en la aplicación prudente […] de estas virtudes según
las circunstancias”90.

Es interesante también la explicación de naturaleza social que se hace de ella:

“La Urbanidad es absolutamente necesaria, porque hemos nacido para vivir en


sociedad […]. La Urbanidad es necesaria a todo el mundo, porque ofrece un
continuo ejercicio de las pequeñas virtudes de condescendencia, afabilidad,
dulzura, benevolencia y vencimiento” […]. Debe practicarse en la niñez, la edad
más dispuesta a aprender buenas lecciones, ya que lo primero que se aprende es
lo último que se olvida”91.

En último término, vemos que la urbanidad era interpretada como una actitud
profundamente cristiana que nace del amor y del respeto mutuo. “Procurad tener con todos
un amor respetuoso y un respeto amoroso, según la condición de cada uno”92. Ya en Mi
Reglamento, se decía que “la urbanidad sale del corazón de la caridad” y que “la buena
educación sale del amor del corazón”93. En la Compañía tiene también su versión teresiana:
“Con todos mansa y contigo rigurosa”94. Y es la Escritura la que ofrece los mejores criterios
de la verdadera cortesía: “Portaos con los demás como queréis que se porten con vosotros
mismos. Lo que no quieras para ti no lo quieras para otro. Procurad anticiparos unos a otros
en las señales de honor y deferencia”95.

89
Hemos leído la Colegiala Instruida, libro utilísimo y necesario para las niñas del P. CLARET, (Librería
religiosa, Barcelona, 1876). La Sección V de este libro que se titula “De la Educación”, está dedicada íntegra
a la “buena educación” que se identifica con la urbanidad. Dice así en el capítulo 1º: “la buena educación es
el resultado de los conocimientos adquiridos en el estudio de buenos libros y trato de personas finas, atentas
y de buen tono. Se dice tener buena crianza la que sabe practicar la educación, y la que no, se dice que es
grosera”. En el mismo capítulo: “Hay dos clases de urbanidad: La una es de corazón o verdadera; la otra es
meramente exterior o falsa [...]. Entre las dos hay una tercera especie que se llama etiqueta y participa de
ambas” (pág. 431).
90
Urbanidad, sus reglas fundamentales, por una profesora de la Compañía de Santa Teresa de Jesús ,
Barcelona, tipografía teresiana 1906, 11 Aunque la edición es de esta fecha, y aparece una hermana
anónima como autora, nos consta que el texto es de Enrique de Ossó.
91
Ibid., 18.
92
Ibid., 19.
93
MR, en EEO II, 480.
94
Ibid., 19.
95
Ibid., 21.
287
6. LA EDUCACIÓN MORAL: “formar el corazón por la educación”

Nada se plantea en la Escuela de santa Teresa al margen de la fe. La educación religiosa


está en el centro de la educación teresiana. Y la educación moral, es decir, todo aquello que
promueve el comportamiento responsable del cristiano, es la meta o el fin de la educación
en la Compañía. En ella confluyen de hecho todas las otras formas educativas: desde la
educación física hasta la intelectual, la educación manual y la estética, y la cortesía. Todas
se integran en la educación moral y en ella encuentran su sentido. Como dicen los AP:

“Todo se debe dirigir [por las maestras] a la recta educación moral [de los párvulos]
porque es el fin o complemento de la educación”96.

Y en otro lugar dice también:

“El fin supremo de la Escuela con todas sus obras es la educación moral [del
párvulo], porque el hombre debe conservar el orden moral, y debe formar su
carácter moral, que es el mejor fruto de toda educación”97.

Siguiendo a san Agustín, el Fundador de la Compañía afirma que el Bien moral “consiste
en la conformidad de las acciones libres con el orden de las cosas”98,o lo que es lo mismo,
participar libremente en el proyecto de Dios sobre la humanidad. Por tanto, el fin de la
educación moral es “conducir” a los alumnos y alumnas a “conocer, amar y practicar el bien
moral, de modo que se formen en ellos hábitos virtuosos y de éstos el carácter”99. Es una
tarea muy abarcadora, ya que el comportamiento moral incluye la experiencia, la inteligencia
y el juicio, operaciones previas a la decisión. Es decir, implica el paso del conocer y valorar,
a la decisión y a la praxis o comportamiento. Enrique de Ossó distingue los componentes
cognitivo, afectivo y conativo, de la actividad humana y las tres facultades morales
correspondientes:

“Las facultades morales son tres: la razón que conoce el orden, la voluntad que se
conforma con él, y el sentimiento que ayuda a la una y a la otra. El entendimiento
propone, la voluntad elige y manda y el sentimiento ayuda”100.

Los AP más que un tratado de educación moral, son un hilvanado de “máximas” que
frecuentemente remiten a hechos de experiencia. Veamos, por ejemplo, cómo insiste,
sirviéndose de sentencias populares, en la interrelación de las operaciones humanas en el
acto libre: “El hombre obra como ama y ama como piensa”; “al puñal lo mueve la mano, a la
mano la voluntad, y a la voluntad la idea”. O también, “no se diría con verdad que el hombre
es hijo de sus obras, si no lo fuese antes de sus ideas”101.

De ahí la necesidad de formar las ideas. Vuelve a estar presente la dimensión


cognoscitiva y no únicamente la volitiva orientada a la acción. Pues los medios educativos
morales: “unos ilustran el entendimiento, otros la voluntad”102. Por otra parte, “La

96
AP, en EEO II, 753.
97
Ibid., 764.
98
Ibid., 753. San Agustín toma de los estoicos la definición de ley eterna como suma razón, según la cual es
justo que todo esté bien ordenado. Para san Agustín, la “ley eterna” sería algo así como el proyecto de Dios
sobre el mundo, que fundamenta el bien y el mal. El hombre, por medio de la razón —iluminada por la fe—
conoce la “ley eterna”, y en eso consiste “la conciencia moral”. Por otra parte, el bien atrae (ejerce
fascinación) al corazón humano, por su proximidad y participación respecto del sumo bien. En el pensamiento
agustiniano el amor (la caridad) ocupa el primer plano de la vida intelectual, por cuanto el conocimiento
humano no se da sin amor: Si sapientia Deus est, verus philosophus est amator Dei (De civitate Dei). (Cf. J.
MARÍAS, Historia de la Filosofía, Revista de Occidente, Madrid 1972 24ª ed., 112 y J. R. FLECHA J. R.,
teología Moral Fundamental, BAC, Madrid 1994, 42-43).
99
AP, en EEO II, 753.
100
Ibid., 753-754.
101
Ibid., 747.
102
AP, en EEO II, 754.
288
sensibilidad, la efectividad, la imaginación, las inclinaciones temperamentales, los hábitos
adquiridos, intervienen en las operaciones del conocer y del decidir-actuar”103.

Enrique de Ossó es consciente de la participación activa de estas dimensiones de la


persona en el acto moral y muy especialmente la de los sentimientos y afectos. Aun
reconociendo la prioridad de las funciones superiores de la inteligencia y la voluntad,
advierte a las educadoras de la importancia de las emociones:

“El párvulo tiene sentimiento con el cual se complace o se disgusta en las cosas
entendidas o queridas. Tiene afectos espirituales y animales, concupiscibles e
irascibles. Tiene pasiones de sensualidad, avaricia, ambición”104.

Por esta misma razón, y de acuerdo con una pedagogía que sigue la naturaleza del niño,
anima a las maestras a conocer no sólo la psicología evolutiva de la edad, sino a cada uno
de los alumnos y alumnas en su singularidad pues es de suma importancia:

“El natural o carácter de cada uno, aunque tengamos todos la misma naturaleza, de
hijos de Dios y de Adán, es diverso, como diversos son los temperamentos:
animosos unos, tímidos otros, descarados, modestos, dóciles, intratables,
puntuales, negligentes, vivos, flemáticos, pesados, etc”105.

Se lo dice a las profesoras de los Pensionados de niñas:

“Ante todo procurad conocer la índole, carácter, inclinaciones, vicios y pasiones […]
de cada una de vuestras alumnas”106.

Y a las maestras de párvulos:

“Para educar bien ante todo debe conocerse bien la condición, naturaleza,
disposiciones o inclinaciones de los párvulos”107.

El conocimiento del ambiente familiar de los alumnos, mediante encuentros frecuentes


con los padres, es otra ayuda pedagógica imprescindible:

“El conocimiento de los padres, familia, condición social, oficios, etc. y modo de vivir
de ellos y de sus hijas os ayudarán no poco a este fin”108. “Tengan de vez en
cuando alguna conferencia con los padres”109.

6.1. “Conocer y amar el bien, la virtud”

No es posible conocer el bien y no amarlo, porque los valores ejercen verdadera


atracción en el corazón humano. En esto coinciden San Agustín y Teresa de Jesús: “la
virtud siempre convida a ser amada”110. Desde este planteamiento, la instrucción moral o
doctrinal se presenta como uno de los medios fundamentales para la educación en los

103
Sobre este tema se puede leer “el acto moral en la estructura personal” en La Educación Moral, Barcelona,
Herder, 1981, 304-306.
104
AP, en EEO II, 766.
105
Ibid., 784. Siguen una serie de indicaciones pedagógicas interesantes: Dónde y cómo se adquiere este
conocimiento: “En los juegos o diversiones es donde mejor se descubren las inclinaciones”. “Vano empeño
del educador sería querer cambiar el natural de los párvulos, sólo debe procurar dirigirlo”. “Unos, pues,
necesitan estímulo, otros no, pero todos exigen suma discreción en el educador al aplicarlos, según a cada
párvulo conviene”. EEO II, 784-785.
106
MR, en EEO II, 488.
107
AP, en EEO II, 775.
108
MR, en EEO II, 488.
109
PE, en EEO II, 251.
110
C 4,10.
289
colegios de la Compañía. Como dice Balmes “el bien moral es una gran verdad. Cuanto más
iluminado esté el entendimiento, mejor conocerá la inefable belleza de la verdad y,
conociéndola mejor, tendrá menos dificultades en practicarla”111.

El Fundador de la Compañía recomienda instruir por medio de “máximas, sentencias o


pensamientos”, adaptados a la edad y a la capacidad mental de los niños, presentados
suave y lentamente, sin avasallar:

“La educación moral proceda más con máximas breves, con hechos y ejemplos,
que con teorías y discursos”112. Procurarán las Maestras inculcar a sus alumnas las
máximas de nuestra Religión y el santo temor de Dios, así como los dichos, hechos
y sentencias más nobles del santo Evangelio y de nuestra santa Madre”113.

Como ocurría con la instrucción intelectual, “la educación [moral], para ser buena, debe
ser progresiva y proporcionada a la edad de las educandas […], pues lo que pasa en el
mundo físico, eso mismo se cumple en el orden moral […]. Todo crecimiento súbito es
contrario a la marcha de la naturaleza, que no obra ni hace sentir su acción más que de un
modo insensible e imperceptible”114.

No se trata de hacer grandes razonamientos teóricos, que no entenderían los niños, sino
de imprimir en ellos estas verdades, a fuerza de constancia y creatividad. Aprovechando,
con los más pequeños, los medios de la experiencia sensible, poniéndoles en contacto cuasi
físico con las verdades, a través de imágenes visuales:

“Por las paredes, o en carteles, se fijarán sentencias escogidas del Evangelio y de


la Santa Madre, no faltando en ninguna escuela la letrilla: nada te turbe, nada te
espante, que tendrán buen cuidado que aprendan y comprendan todos los niños115.

Reconociendo la importancia de los sentimientos y emociones en la vida personal, los AP


hablan del “aprecio y estima del bien moral” y recomiendan la “cultura del sentimiento moral

111
J. BALMES, El Criterio, BAC, Madrid 1974, Prologo XXVII.
112
AP, en EEO II, 755.
113
PE, en EEO II, 239. Tanto en Mi Reglamento (EEO II, 281) como en los AP (EEO II, 758-761) hay largas
series de “sentencias” de santa Teresa .
114
CEM, en EEO III, 924. Toda la carta 14ª está dedicada al tema de la educación progresiva, según la
naturaleza. Los argumentos están inspirados en la escuela de Pastalozzi, y muy probablemente le han
llegado a Enrique de Ossó a través de la obra de Necker de Saussure. Aparece además una descripción
interesante de tres momentos de la infancia, atendiendo al “desarrollo físico e intelectual” de los niños:
“El primer período (la infancia) tiene por objeto preferente o exclusivo la educación física. En esta edad
primera el desenvolvimiento del organismo es muy rápido, mientras que el de las facultades morales es muy
lento, y la inteligencia está como adormecida. Las sensaciones […] la sensibilidad que despiertan en él la
alegría o la tristeza, con ocasión de un bien o un mal que experimenta […]; he ahí los caracteres de esta
primera vida.
[…] La educación debe vigilar o procurar la conservación física del infante […]. En cuanto a la parte moral, no
debe dejársele tratar más que personas buenas, que le hagan una impresión saludable, y que exciten su
sensibilidad con moderación por medio de acciones saludables”.
“La edad de la razón o del discernimiento comienza en el segundo período (es, a saber, la juventud¿?).
Distingue a este período un desarrollo considerable de los sentimientos o afecciones, y la necesidad que
manifiesta el infante de ponerse en comunicación con todo lo que está a su alrededor. Él lo quiere ver todo,
entenderlo todo, saberlo todo. Siempre está preguntando por las cosas que ve y los objetos que le rodean. El
desenvolvimiento de la inteligencia es muy marcado; mas se dedica principalmente a percibir las cualidades
sensibles de los objetos y adquirir ideas sin tomarse el trabajo de coordinarlas. La impresionabilidad resume
toda la vida del infante en esta edad […]. Muestra en general una gran aptitud para adquirir los signos del
pensamiento […]. En fin una gran disposición a la imitación caracteriza este segundo período, y podemos
afirmar que en esta edad sobre todo es cuando los niños se inclinan al vicio o a la virtud, según que ellos se
hallen rodeados de buenos o malos ejemplos” (EEO III, 925-927). Del tercer grado de desarrollo de la infancia
ya no se habla en la carta, y es la última de la serie.
115
PE, en EEO II, 255. Vuelve a repetirse lo mismo en AP, EEO II, 750.
290
cristiano”116, como aspectos importantes de la educación moral, en cuanto predisponen la
determinación de la voluntad, “la dirigen y la fortalecen”:

“El aprecio del bien moral, de la gracia, que vale más que todo el mundo […]. Los
sentimientos morales que con la educación se desarrollan, se perfeccionan; y con el
sentimiento religioso se elevan”117.

A las educadoras teresianas se les encomienda presentar los valores haciéndolos


apetecibles para los niños. Aquella misma “ley fundamental psicológica” que se aplicaba al
conocimiento de los conceptos, “se acomoda a las leyes relativas a la cultura del sentimiento
y del amor a lo verdadero”118:

“Muéstrenles la hermosura de la virtud […] y por este medio sus corazones


inocentes se aficionarán con entusiasmo [a ella]”119.

Por otra parte, estos valores serán tanto más atractivos para los alumnos y alumnas,
cuanto mejor los vean encarnados en las propias educadoras. Es decir, la eficacia de esta
formación dependerá en gran medida de la coherencia de las educadoras con los valores
proclamados. Esto se ve con especial claridad en la escuela de Párvulos, dadas las
características psicológicas de la segunda infancia.

Una metodología: “el sistema homeopático”

Para inculcar las verdades —en la formación moral— sigue siendo válido aquel principio
pedagógico que regía en la educación intelectual, y que naturalmente Enrique de Ossó
había experimentado primero. Se lo recomendaba ya a los catequistas de Tortosa, y lo dejó
escrito en la Guía Práctica120. Aparece en el Plan de Estudios121, y en Mi Reglamente122, en
las Cartas sobre la Educación de la mujer y por fin en Los Apuntes de Pedagogía123. A la
Prefecta de Estudios le insiste en aquel principio, y a las profesoras, y a las Directoras de los
Colegios. Y, como ya hemos visto, se lo enseña a las mismas alumnas:

“Procurad saber bien y fijaos en lo que aprendéis. Más vale poco, pero bien sabido,
que mucho, pero mal aprendido”124.

El método consiste en ir “poco a poco”, poniendo lentamente los fundamentos, sin


aumentar conceptos hasta que hayan sido asimilados los primeros. “imitando a la naturaleza
que es lenta y ordenada en sus operaciones, mas segura en sus resultados”125.

Influido por Teresa de Jesús, Enrique de Ossó está persuadido de la eficacia particular de
este método en el descubrimiento del camino de la verdad. Aplicado a la educación moral lo
llama sistema homeopático, por su relación con una nueva terapia que cura aplicando la
medicina en cantidades muy pequeñas. El de la Compañía es también un método de
pequeñas dosis, que ayuda a interiorizar lentamente la verdad. La verdad, que ilumina la
inteligencia y mueve el corazón de los niños.

116
Aparece como el primero, entre los medios de educación moral, relacionado con la voluntad. Pero en realidad
la función estimativa es previa a la decisión, condiciona más bien la decisión. AP, en EEO II, 754.
117
AP, en EEO II, 755.
118
AP, en EEO II, 771
119
PE, en EEO II, 254.
120
GC, en EEO II, 160.
121
PE, en EEO II, 240.
122
MR, en EEO II,485.494
123
AP, en EEO II, .
124
MR, en EEO II, 485.
125
AP, en EEO II, 767.
291
En una carta a las hermanas de Montevideo, las primeras que han llegado a América del
Sur, les recuerda el método animándolas ante las nuevas dificultades:

“Debéis procurar repetirles muy a menudo sentencias breves, que se les graben en
el corazón. Y esperar y orar, que la gracia dará su fruto […]. El sistema
homeopático, como previne en el Tesoro de la juventud, que todas las niñas deben
tener, es el que da más buenos resultados en esas cabezas ligeras y que nada
retienen. La paciencia todo lo alcanza”126.

Efectivamente, el Tesoro de la juventud, que pretendía ser “un devocionario razonado y


completo a la vez para formar una piedad ilustrada en la juventud —cosa que hoy día poco
se ve, por la ignorancia de las verdades católicas en las prácticas de piedad—”127, sigue el
sistema homeopático. En la introducción explica esta nueva fórmula de terapia del espíritu:

“Y como en estos tiempos […] no gustan los largos razonamientos, hemos hecho lo
posible por imitar a los médicos, que propinan a cierta clase de enfermos la dosis
de salud en agradables globulillos, dando las verdades de salvación en forma de
sentencias breves, con lo cual se logra que se graben sin sentir en la memoria, y
más fácilmente penetren en el alma y se informen de espíritu de fe las prácticas de
piedad”128.

Hemos aludido ya a la influencia de Teresa de Jesús en el uso y valoración de este


método. Aquella pedagogía espontánea que, años después, cuando escribe el libro de su
Vida, la Santa redescubrirá en sus prácticas de piedad infantiles:

“Acaeciánaos estar muchos ratos tratando de esto, y gustábanos de decir muchas


veces: “¡para siempre, siempre, siempre!”. El pronunciar esto mucho rato era el
Señor servido me quedase imprimido el camino de la verdad”129.

6.2. “Practicar la virtud”: los buenos hábitos.

La formación de la voluntad, la capacidad de decidir con libertad interior, y la


responsabilidad en el compromiso con los valores son, en último término, la gran
preocupación de la Escuela. Las actitudes positivas y los hábitos virtuosos se convierten en
la meta de la educación teresiana. ¿Será necesario esperar a que las alumnas y los
párvulos conozcan y amen la virtud, hayan adquirido convicciones verdaderamente
personales y realizado su propia escala de valores, para iniciar la formación de la voluntad,
de la responsabilidad, del compromiso?

Enrique de Ossó no separa los dos procesos en la práctica educativa, como si uno
debiera venir antes que otro. Porque en el itinerario pedagógico, los principios y los
preceptos se integran según un orden de relación que corresponde a la tensión psicológica
entre el saber y el hacer.

De acuerdo con la tradición aristotélica, Enrique de Ossó es consciente del valor


educativo de los hábitos infantiles, adquiridos incluso antes del ejercicio consciente de la
razón, inducidos por las normas de los adultos. Cree él, con Aristóteles, que “cuando los
impulsos de la naturaleza se encauzan hacia el bien, en cierto modo se está logrando la

126
Carta escrita desde Roma, junio de 1894. (Ed. Nº 463, original en AGSTJ, E. Vol. ).
127
TJ, en EEO I, 551.
128
TJ, en EEO I, 551-552.
129
V 1,5.
292
virtud, pues al orientar adecuadamente la espontaneidad de los niños hacia la verdad y el
bien, se forma en ellos como una segunda naturaleza, que es el hábito virtuoso” 130.

Éste es el sentido de la vida organizada y reglamentada del colegio, uno de los medios
prácticos formativos de la Escuela de santa Teresa. Lo vemos reflejado en el planteamiento
de uno de los proyectos, que empieza invitando a las colegialas a cumplir el Reglamento:

“Recibid con agrado y guardad […] estas sencillas y breves reglas de buena
educación”131.

La finalidad educativa —y no meramente organizativa— del documento se pone de


relieve en un párrafo inicial que invita a las alumnas a una reflexión personal sobre el
sentido educativo del mismo:

“La vida reglamentada del colegio debe dar como su fruto más precioso en las
colegialas: 1º hábito de virtudes, especialmente obediencia. 2º hábitos de orden,
aseo, economía y amor al trabajo. 3º conocimiento de la vida real y prevenir y
fortalecer contra las borrascas y accidentes de esta miserable vida, que aumentan
con la debilidad, ligereza e inexperiencia del sexo frágil”132.

Con esta observación se pretendía que las alumnas asumieran su Reglamento con la
conciencia refleja del sentido educativo de la vida ordenada, reglamentada. Enrique de Ossó
estaba convencido de que sólo a través de un proceso de interiorización de las normas
escolares, aquellas muchachas podrían pasar de la heteronomía a la autonomía, lo que en
definitiva era la meta de la Escuela de santa Teresa.

Entre los hábitos morales infantiles destaca la obediencia, porque “engendra todos los
demás”133, en el sentido de que la acción educativa moral se polariza en torno a esta actitud
del educando. Como explica un autor moderno, la formación para la obediencia en la
infancia se funda en la necesidad de protección del niño. Actitud que actúa como de barrera
protectora de su fragilidad y que se hace posible gracias a la confianza que el niño deposita
en los educadores. De esta manera, la obediencia se convierte en un método pedagógico 134

Tal principio, sigue teniendo hoy una significación pedagógica positiva en relación con la
formación del carácter, ya que el espontaneísmo, con sus comportamientos egocéntricos y
reactivos, conduce únicamente a la negación de la autonomía y en último término a la
imposibilidad de la libertad personal. Enrique de Ossó es consciente, sin embargo, de los
abusos que se pueden cometer frente a la docilidad infantil y previene a las maestras
teresianas, haciéndoles una llamada a la rectitud:

“El párvulo tiene una grande docilidad a dejarse modelar, digámoslo así, es como la
cera o barro en manos de un artífice […] La autoridad de la maestra por eso tiene
tanto ascendiente sobre él […]. Esto enseña a las maestras cuán rectas deben
ser”135.

130
Esta manera de entender el hábito virtuoso está inspirada en Aristóteles, para quien el hábito bueno precede
frecuentemente al ejercicio pleno de la razón. (Cf.I. GUTIÉRREZ ZULUAGA, Historia de la Educación, Iter,
Madrid, 1969,106-107).
131
MR, en EEO II, 474.
132
MR, en EEO II, 477.
133
AP, en EEO II, 755.
134
El autor aludido es H. K. BACHMAINER, en su obra L’obbedienza fondamento dell’educazione, La Scuola,
Brescia 1969, citado por GIAMMANCHERI y M. PERETTI, La Educación Moral, Madrid, Herder 1981, 299 y
312.
135
AP, en EEO II, 745. En otro lugar de los AP vuelve a insistir: “Necesidad de la educación por la naturaleza del
hombre, que nace en el cuerpo […] y en el alma como tabla rasa en que nada hay escrito y necesita de
cuidado y arte en su dirección” (EEO II, 774).
293
En cuanto a la dialéctica autoridad-obediencia, los AP indican que el criterio de
discernimiento sea exclusivamente educativo. Tanto desde el punto de vista de la
educadora:

“Ordenarlo todo para que el párvulo se prepare debidamente a ser verdadero


hombre, armonizando la autoridad de la maestra con la libertad de los párvulos;
esto es, conciliarse la maestra un amor respetuoso con un respeto amoroso”136.

como desde el punto de vista del educando:

“El párvulo debe cooperar con su actividad propia, con su docilidad y obediencia,
dejándose labrar, de modo que venga a ser cada día más autónomo e
independiente”137.

Los Apuntes de Pedagogía dedican varias páginas138 a tratar cómo debe ser la
intervención educativa de la maestra en relación con las “tendencias desordenadas” de los
niños, impidiéndoles que “se salgan con la suya”. La misión de la educadora será reprimir,
negar, refrenar, quebrantar “los gustos” de los niños, “sus malas inclinaciones”, “sus
pasiones”, que consisten en “deseos desordenados” o “caprichos”, causa de “las injusticias y
contiendas”. En último término, estas pasiones que les “esclavizan” se reducen a “la
comodidad propia” y al “deseo de mando o imposición sobre los otros niños”. Los niños
deben aprender a “someterse”, a “moderar sus impulsos y deseos”, a obedecer.

Con unas expresiones y unas categorías que no son de nuestra época, Enrique de Ossó
está afirmando la necesidad de guiar, acompañar, conducir a los niños, sin abandonarlos a
sus necesidades primarias y a sus pulsiones vitales.

6. 3. La vida de la gracia, la oración, los sacramentos.

El comportamiento humano responsable, manifiesta la vida de Dios en el interior del


creyente y de alguna manera está sustentado por ella. Si el fin de la Escuela de santa
Teresa es “Formar a Jesús en su inteligencia [de niños y niñas] por la instrucción, en su
corazón por la educación, en su exterior por la modestia cristiana”139, la educación moral de
ninguna manera puede plantearse al margen de la acción transformadora de la gracia:

“Como nada podemos hacer sin la gracia de Dios, [la maestra] acudirá a esa gracia,
hará que el corazón de su educanda se abra a las inspiraciones de aquélla, por
medio de las prácticas religiosas, que se desprenda de sus malos hábitos o
inclinaciones para elevarse a Dios y unirse a Él”140.

No nos extraña que las prácticas de piedad bien fundamentadas, la vida sacramental y la
dirección espiritual, aparezcan en MR como los mejores medios para “formar el corazón de
la mujer educándola”. Aunque el planteamiento de este apartado es típicamente
decimonónico —mezcla medios y fines, actitudes de la educadora y criterios formativos—,
también es evidente el influjo de Teresa en lo esencial:

“La confesión semanal es el mejor medio de educación. Sin esto nada o poco se
podrá adelantar en este camino.[…]. Confiesen cada semana todas las Colegialas
136
AP, en EEO II, 775. Esta misma idea aparece en las páginas 778, 780-781.
137
EEO II, 777.
138
Se titula “Necesidad de quebrantar la propia voluntad de los párvulos” y “Abnegación de la propia voluntad”,
en EEO II, 780-782. Hace una relación de los “Vicios en los niños y en las niñas”: EEO II, 783-785.
139
Así empieza en MR “La Instrucción a las Profesoras y hermanas encargadas de los pensionados empieza así:
“Ante todo fijaos en el fin de los pensionados y comprendedlo bien, que no es otro que formar con perfección
en virtud y letras a la juventud femenina bajo la protección, guía y salvaguarda de […] Teresa de Jesús.
Formar…”. EEO II, 487.
140
CEM, en EEO III, 903.
294
con confesor prudente y letrado, y todo estará hecho. Comulguen a menudo […]. La
oración […]. El Santo Evangelio y las obras de la Santa Madre Teresa de Jesús. Si
se aficionan a esta lectura se pueden dar por aprovechadas […]. Examen particular
[…] pues en su práctica hallarán el conocimiento propio, vencimiento y salvación
[…]. Procuren más bien prevenir las faltas que corregirlas; previsión, previsión. La
experiencia y sobre todo la oración y vigilancia les enseñará muchas cosas”141.

También en los AP se habla de la trascendencia moral de las prácticas de piedad,


priorizando una vez más, la oración, que se valora por encima de cualquier otra práctica
religiosa:

“Sus prácticas religiosas, sobre todo la oración hecha con devoción. La ocupación
singular del párvulo sea la oración; con ella serán humildes, obedientes, modestos,
aplicados, en una palabra, todas las virtudes” 142.

A La Directora del internado se le encomienda el acompañamiento personal de las niñas,


medio indispensable para una educación teresiana, personalizada:

“Véalas en particular la Directora todas las semanas y hábleles a cada una a solas
y por éste medio gáneles el corazón; si logra que sean francas y tengan confianza
en ella les habrá ganado el corazón y hará de ellas lo que quiera para el bien y la
virtud. Conozca bien los defectos de la mujer […] fíjese especialmente en los vicios
de que habla el Plan de Estudios y en las virtudes que la Santa les ha dejado en
herencia”143.

Es fundamental, por otra parte, la constante presencia de las educadoras, en una actitud
vigilante y de atención amable:

“Nunca dejéis solas a las niñas. Invocad a menudo a los Santos Ángeles que os
ayudarán eficazmente”144

Este acompañamiento requiere un conocimiento profundo de las alumnas, requisito


importantísimo como indica el Plan de Estudios:

“Procuren ante todo las Maestras estudiar la índole y carácter de sus alumnas, para
que aprovechen sus instrucciones y correcciones. [Fíjense mucho en los defectos
culminantes de la mujer, como son espíritu de dominio, vanidad, deseo de ver y de
ser vistas, de brillar, curiosidad, ligereza, frivolidad, inconstancia, ternura consigo
mismas, melindres, tontería, excusas, mentiras, ficción, trampas, ocultaciones,
celos, desobediencia, caprichosas y veleidosas. Incúlquenles las virtudes
contrarias, a saber: humildad y modestia cristianas, caridad, amor a la verdad,
sinceridad, firmeza y obediencia”145.

Presencia de la educadora que no sustituye a la joven en su necesaria autoformación,


sino que la orienta hacia el propio conocimiento sin el cual no hay crecimiento personal. Un
conocimiento de sí misma que no se dará sino en relación con Dios y con los demás:

“Cuidad, ante todo, que se conozcan a sí mismas, su pasión dominante y su suma


fragilidad. Que conozcan el mundo y su vanidad, al demonio y su malicia […]. Que
conozcan a Dios, a Jesús”146.

141
MR, en EEO II, 495.
142
AP, en EEO II, 755 y 746.
143
MR, en EEO II, 496. El elenco de defectos no es original sino tópico de lo más común. Recordemos que
Fenelón dedicaba los capítulos IX y X de su obra a enumerar todos estos vicios. Op. cit., 72-81.
144
MR, en EEO II, 488.
145
PE, en EEO II, 239.
146
MR, en EEO II, 492.
295

Ante tales planteamientos educativos, podríamos tal vez pensar que Enrique de Ossó
estaba confundiendo la formación de las niñas y de las hermanas. Nada de eso. Él lo tiene
muy claro y advierte a las educadoras de la diferencia:

“No lo olviden, forman buenas hijas que, por lo general serán esposas y madres. No
forman hermanas, o sea, el pensionado no es un Noviciado, aunque deben procurar
por todos los medios se sirva a Dios con alegría y amor haciendo amable la virtud y
la piedad”147.

6. 4. El carácter moral

En los Apuntes de Pedagogía Enrique de Ossó habla, por primera vez, de la formación
del carácter moral como meta de la educación ¿Qué entendía el Fundador de la Compañía
por carácter moral? Desde una perspectiva más psicológica que moral, hoy se habla de
personalidad o de personalidad madura para expresar aproximadamente la misma idea.
Enrique de Ossó lo define así:

“Carácter moral se llama el modo de ser constante del hombre, en el pensar, hablar
y obrar conforme a máximas fijas y santas”148.

Es el modo de ser habitual de la persona, que se caracteriza por la integración armónica


de todas sus dimensiones personales, por la coherencia entre pensamiento y palabra, y lo
que es más difícil, entre pensamiento y actuación. Se nace persona. La personalidad o el
carácter moral se hace. Y se hace mediante la progresiva organización de una estructura de
hábitos y disposiciones, de actitudes y de valores asumidos por la conciencia personal149.
Naturalmente éste no es un punto de partida, sino el punto de llegada de la educación, es el
final de un largo proceso de educación y autoeducación.

En la práctica educativa, y también a lo largo de los Apuntes, ya hemos visto que se


insiste en la importancia del temperamento de cada niño, de sus sentimientos y afectos, de
los condicionamientos familiares y sociales que han de ser conocidos por la educadora y el
educando. Sin embargo, se priorizan las facultades superiores —inteligencia y voluntad— en
la formación del carácter moral, de acuerdo con las corrientes de la época:

“Dos cosas forman el carácter moral de cada uno: principios o máximas de razón
fijos, inmutables, excelentes, y firmeza o constancia de la voluntad de obrar según
estos principios honestos”150.

De ahí, la importancia de informar y formar bien la inteligencia en la acción educativa:

“Por esto es de suma importancia para preparar la formación de buenos caracteres,


sembrar, saturar la inteligencia de los párvulos de máximas escogidas del
Evangelio de Jesús de Teresa y de Teresa de Jesús”151.

En algunas formulaciones, da la impresión de que la adquisición de “principios fijos”


garantiza, casi automáticamente, la vida moralmente deseable:

147
MR, en EEO II, 494.
148
AP, en EEO II, 757.
149
Sobre este tema consultar E GIAMMANCHERI y M. PERETTI, op. cit, 308-316.
150
AP, en EEO II, 758. Esta afirmación aisladamente considerada, se puede tachar de “intelectualismo ético” o
de “formalismo voluntarista”. Para profundizar en estos conceptos, GIAMMANCHERI op. cit, 306-308.
151
AP, en EEO II, 779.
296
“Por eso todos los santos son héroes, grandes caracteres, porque tenían principios
fijos, los más escogidos, y conformaron habitualmente a ellos su conducta”.

Sin embargo, la singular plasticidad de las disposiciones infantiles y su gran capacidad


mimética explican la especial importancia del ejemplo en la formación del carácter de los
niños. Más que con las palabras, las maestras, como también los padres, educan con la
coherencia y la constancia en las actitudes evangélicas:

“Estas máximas deben ser confirmadas con el ejemplo de la buena maestra. Con
esto se les formará el carácter152”.

La formación de la voluntad es la segunda dimensión y la más importante de la educación


moral, difícilmente desligable de la primera, como ya hemos visto. “Formar el carácter moral
de parte de la voluntad” requiere mucho tacto por parte de la educadora, ya que el acto
moral, definido por la decisión libre y su realización coherente, se presenta determinado por
la convergencia de múltiples actos, sucesivamente marcados por la voluntad. Los AP
enumeran una serie de factores que ayudan a que “sea la voluntad firme, enérgica”:

“Sentimientos y afectos nobles. El vencimiento de sí mismo. El desprecio del


ridículo, del qué dirán. Las prácticas religiosas: oración, lecturas, sacramentos. La
amistad con personas de carácter. El propósito de no permitirse a solas cosas que
no puedas hacer delante de todo el mundo […].
Con esto se va formando […] en todas las acciones […] aquella especie de
impresión estable”153.

De acuerdo con Jaime Balmes, piensa Enrique de Ossó que los sentimientos dan fuerza
a la voluntad:

“Sea la voluntad firme, enérgica, lo cual se consigue con la ayuda de sentimientos y


afectos nobles”154.

6. 5. Finalidad de la educación femenina:


Formar La Mujer Fuerte, según Teresa de Jesús

Los Apuntes de Pedagogía hablan de la formación del carácter moral como la meta de la
educación del párvulo155. Los escritos dedicados exclusivamente a la educación de la mujer,
sin embargo, presentan a la mujer fuerte de la Biblia como el ideal educativo femenino.
Aquella “perfecta ama de casa” de los Proverbios156, en quien la Iglesia ha visto siempre a

152
Dice también: “Estas máximas deben ser confirmadas con ejemplos prácticos de vidas de héroes del
cristianismo, sobre todo por que tienen mayor eficacia”. AP, en EEO II, 758.
153
AP, en EEO II, 761-762.
154
AP, en EEO II, 761. Así explica BALMES la relación entre las principales facultades humanas en el acto
moral: “Al hombre le han sido dadas muchas facultades, ninguna inútil, ninguna intrínsecamente mala. Una
buena lógica debiera comprender al hombre entero, porque la verdad está en relación con todas las
facultades del hombre […]. El hombre es un mundo pequeño, sus facultades son muchas y muy diversas;
necesita armonía […]. La razón es fría, pero ve claro: darle calor y no ofuscar su claridad. Las pasiones son
ciegas, pero dan fuerza: darles dirección, y aprovecharse de su fuerza. El entendimiento sometido a la
verdad, la voluntad sometido a la moral, las pasiones sometidas al entendimiento y a la voluntad, y todo
ilustrado, dirigido, elevado, por la religión; he aquí el hombre completo, el hombre por excelencia. En él la
razón da luz, la imaginación pinta, el corazón vivifica, la religión diviniza”. “Prospecto” de El Criterio, en J.
BALMES Obras Completas III, BAC Madrid 1963, 487.
155
En principio el término genérico párvulo incluye niños y niñas. Sin embargo, frecuentemente, en la práctica, y
de manera más o menos inconsciente, se refiere de forma exclusiva o al menos preferente al varón. Educar
al hombre o a la persona significaba, en la práctica, educar al varón, como ha ocurrido en el lenguaje secular.
Solamente cuando se especifica “la niña o la mujer” se hacen las adaptaciones —frecuentemente
restricciones— educativas, teniendo en cuenta su “rol” familiar-social, y su inferioridad física, psicológica e
intelectual.
156
Pr 31,10-31.
297
las santas mujeres y Enrique de Ossó veía encarnada en Teresa de Jesús sobre todo157. Así
aparece en el Plan de Estudios158, las Cartas sobre la educación de la mujer159, Mi
Reglamento, y los “Prospectos” de 1881-82 para “Tres colegios de la Compañía” y el del
Internado de San Gervasio de 1890.

El Proyecto educativo femenino de la Escuela de santa Teresa se define


intencionadamente como propuesta alternativa a otros modelos educativos de la época. Se
presenta en referencia a las deficiencias prácticas de la escuela estatal del momento, pero
sobre todo en contraposición a otras propuestas educativas de iniciativa social.

Fundamentalmente son cuatro los aspectos que definen y contradistinguen este


Proyecto teresiano, en contraposición a otros modelos de actualidad.

Dimensión Intelectual

Frente al modelo de educación femenina que excluye la instrucción específicamente


escolar o académica por considerarla innecesaria para el futuro rol de la mujer; y también
frente a ese otro modelo de educación femenina, “enciclopédica y frívola”, que sólo
aparentemente instruye a la mujer con “unos conocimientos superficiales, vanos y confusos
que muy de paso le han comunicado”160, la educación teresiana se caracteriza porque da a
sus alumnas una sólida preparación intelectual, bien fundamentada, que proporciona unos
conocimientos culturales duraderos161.

Dimensión Profesional

Frente a un modelo de educación fácil y “complaciente con la mujer” que se dedica a lo


“accesorio” y desatiende lo “esencial”, la escuela teresiana propone una educación “realista
y previsora”, que prepara para la vida adulta, pues “las obligaciones del colegio deben
prepararles para las obligaciones sociales”162.

Y frente al modelo burgués de educación femenina que, “por lo común se encarga de


persuadir a la mujer que su destino es el brillar, agradar y embellecer la sociedad por la
coquetería y el buen tono”163, donde las hijas “aprenden a ser señoras y no a ser mujeres”,
“excita[ndo] la admiración del mundo y capta[ndo] los aplausos de extraños”164, la escuela
de santa Teresa, con una educación integral “sabiamente dirigida”, prepara a la mujer a su

157
“La educación ante todo será católica y española. La Compañía de Santa Teresa de Jesús viene al mundo
con el espíritu y doctrina de esta ilustre Santa, la gloria más pura de nuestra España católica […]. No tiene,
pues, la Compañía de Santa Teresa de Jesús otro modelo para formar las inteligencias y los corazones de la
juventud femenil que el modelo de la mujer fuerte que con tan cumplidos elogios nos describe el Espíritu
Santo, tan fielmente copiado en nuestra gran Santa Teresa de Jesús, y en otras matronas españolas, como
Isabel la Católica, Isabel de Aragón reina de Portugal, y otras y otras que a la par que las vemos manejar la
rueca y el huso […] reforma la primera y guía el cerrado escuadrón de la descalcez, escribe obras inmortales
[…] y las segundas empuñan cetros, gobiernan imperios sin desatender el cuidado y la buena administración
de su casa, siendo en todo perfectos tipos de modestia y sencillez cristianas con la más consumada
prudencia y acierto para grandes empresas y salir con ellas. A esto debemos aspirar las españolas […], hoy
día más que nunca, ya que tanto empeño hay en descatolizarnos, haciéndonos perder nuestro nobilísimo
carácter español”.(“Tres Colegios para la Compañía”, RT agosto 1881, 305-306).
158
PE, en EEO II, 233.
159
“Mi intento es formar la mujer según el tipo o modelo que nos ofrece la sin par Heroína española Teresa de
Jesús”. (CEM, en EEO II, 888).
160
Cf. Prospecto del “Colegio de Santa Teresa de Jesús, para señoritas, dirigido por profesoras de la Compañía
de Santa Teresa de Jesús”. Barcelona- San Gervasio 1890, 1.
161
Nuestra Compañía tiene un programa vivo de educación y enseñanza en aquella Mujer ilustrada hasta la
sabiduría, virtuosa hasta la santidad, social hasta la nobleza, española hasta ser una de las fuentes de la
castiza literatura patria”. Prospecto Colegio de San Gervasio 1890, 1-2.
162
CEM, en EEO III, 911.
163
CEM, en EEO III, 913.
164
CEM, en EEO II, 913.
298
verdadero destino, que es “contribuir al bien del prójimo por la abnegación y el sacrificio, y
cumplimiento de sus deberes sociales”165, preparándola “a vivir vida de familia y a cumplir
sus deberes de familia”166.

Dimensión Moral

Frente al modelo más común de mujer, voluble y ligera, que se deja llevar “por las
impresiones del momento”, las jóvenes que “se formen en la escuela de Teresa de Jesús”
adquieren “principios fijos”167, de manera que “no se conduzcan por el corazón, que rara vez
es buen consejero”, ni por las “impresiones sensibles, sino por razón y moral”168.

Frente a una educación de la infancia equivocada, que “procura apartar de ellas todo lo
que les pueda ocasionar cualquier disgusto, privación, sufrimiento o sacrificio”169, la
educación teresiana valora la frustración optimal como un medio realista y educativo y
“enseña a sufrir con calma […] los pequeños sufrimientos y contrariedades de que la
infancia, aun la más privilegiada, no se ve exenta”170.

Dimensión Religiosa

Frente a “todas las teorías o sistemas de educación tan en boga hoy día, que pretenden
que la Religión para nada ha de entrar en la formación de la juventud, que no se ha de
hablar de la Religión ni se ha de enseñar en las escuelas, y por consiguiente la enseñanza
debe ser laica, esto es, atea”171, la escuela de santa Teresa tiene un proyecto educativo
cristiano y teresiano: se propone como fin último la identificación con Cristo de las alumnas,
“formando a la mujer según el tipo y modelo [...] de Teresa de Jesús”172.

165
Ibid.
166
Ibid.
167
CEM, en EEO III, 888.
168
CEM, en EEO III, 889.
169
CEM, en EEO III, 914.
170
CEM, en EEO III, 914.
171
CEM, en EEO III, 910.
172
CEM, en EEO III, 888. Y también en PE: “Si vuestro fin principal es regenerar el mundo educando a la mujer
según el acabado modelo de la Heroína española, Santa Teresa de Jesús, deber vuestro es muy principal
[…] infundir su espíritu de nobleza, dignidad, magnanimidad y virilidad a los tiernos corazones que el Señor
os confiare, valiéndoos del cebo de la enseñanza para comunicarlo mejor. Por esta razón la enseñanza que
se dé en todos los colegios de la Compañía de Santa Teresa de Jesús debe ser ante todo católica y
española: todo conforme a la doctrina y espíritu de la Iglesia y de la Hidalga española Santa Teresa de Jesús.
Nada de niñerías, afeminación y melindres, que bastardean nuestro carácter español descatolizándolo”. PE,
en EEO II, 233. En varios lugares se habla de la educación teresiana, “católica y española”, en contraposición
a la educación “laica” y “europeizante”, que reniega de la tradición. (Prospecto de San Gervasio 1890, 1-2).
299

B . SÍNTESIS DE LA PEDAGOGÍA TERESIANA:


“SE EDUCA POR LA RAZÓN, POR EL AMOR, POR LA RELIGIÓN”173

Es una fórmula repetida a lo largo de los escritos pedagógicos de Enrique de Ossó, que
está indicando cómo la razón, el amor y la fe o religión definen, en síntesis, las finalidades,
los contenidos y los medios del Proyecto Educativo de la Compañía y de su Fundador y,
muy especialmente, el talante educativo de las maestras:

“Conducid a las niñas por razón, y no por capricho o pasión. Por amor, y no por
rigor. Por sentimiento y motivo religioso, y no por motivos y respetos humanos”174.

La fórmula no es original de Enrique de Ossó175, pero en ella concentra el Fundador de la


Compañía la quintaesencia de su pedagogía, en cuanto expresa una particular relación e
interacción de estos tres componentes, como veremos.

2.1. Se educa por razón

“Conducid a las niñas por razón,


y no por capricho o pasión…

La razón, para Enrique de Ossó es el móvil más poderoso de la voluntad humana junto
con el amor y la religión, síntesis de ambos. Educar por razón o conducir por razón, y no por
pasión o capricho, significa, para él promover al niño o a la niña a su dignidad de persona.
“Se educa por la razón […], porque el hombre es animal racional”176, es decir, porque sólo
en el ejercicio de su inteligencia —al razonar, reflexionar o juzgar—, se eleva a su condición
personal.

No importa que no hayan alcanzado todavía la madurez. Al contrario, únicamente por el


ejercicio de la razón proporcionado a su edad —y no por la mera imposición de las cosas, ni
tampoco por la actuación caprichosa y arbitraria—, conquistará el niño o la niña una
personalidad madura, el carácter moral:

“Para el orden moral es necesaria la razón que conozca [...]. El Párvulo reconoce
que debe sujetar los sentidos a la razón; las pasiones y deseos al deber; el cuerpo,
al espíritu”177.

La educadora teresiana se ejercitará, por tanto, más en la persuasión que en la


imposición, procurando más convencer — presentando a sus alumnos la luz de la verdad y
la belleza de la virtud— que vencer por el temor o por la fuerza:

“Los párvulos son racionales, y deben siempre ser guiados por la razón […] En la
tierna edad, los párvulos deben ser conducidos, en lo posible, como cuando sean
173
AP, en EEO II, 776.
174
MR, en EEO II, 490.
175
Este tríptico recorre la pedagogía cristiana desde el humanismo renacentista: Erasmo de Rótterdam, Luis
Vives y la Compañía de Jesús, Fenelón, M. Dupanloup, el P. Girard y la Sra. Nécker de Saussure, y otros
muchos autores. Jaime BALMES termina así El Criterio: “el entendimiento, sometido a la verdad; la
voluntad, sometida a la moral; las pasiones, sometidas al entendimiento y a la voluntad, y todo ilustrado,
dirigido, elevado por la religión; he aquí el hombre completo, el hombre por excelencia. En él la razón da luz,
la imaginación pinta, el corazón vivifica, la razón diviniza” Op.cit., 673.
176
AP, en EEO II, 777.
177
AP, en EEO II, 753 y 756.
300
hombres; esto es, por razón, amor y religión. El temor dura poco, la razón
siempre”178.

En los AP se habla de educar a los párvulos “con un método racional y maternal” a un


tiempo, adaptándose naturalmente la maestra a la capacidad del niño, buscando y
respondiendo siempre a la razón de las cosas. Partiendo de la experiencia de los niños, en
el razonamiento y facilitando una nueva aplicación a la experiencia:

“No repetidores, sino observadores, pensadores […]. A la pregunta del discípulo


siga el porqué de la maestra, porque con esto se hace la gimnasia intelectual muy
útil y de sorprendentes resultados. Sean no lecciones, sino conversaciones
familiares o maternales. Siempre saque el párvulo de todas las lecciones una
enseñanza práctica para su felicidad temporal y eterna”179.

La formación de la “recta conciencia” es otra de las preocupaciones fundamentales en la


educación racional:

“Debe procurar la maestra formarles recta conciencia a los párvulos, enseñándoles


a discurrir, a explicar bien los principios de la moral. Esto es muy esencial”180.

El Fundador de la Compañía cree que la formación de la razón es más necesaria, si


cabe, en las niñas. Lo defiende, no sólo para contrarrestar la secular tradición de abandono
intelectual de la mujer, sino porque participa de la opinión generalizada, apoyada en viejos
argumentos, de que “la mayor parte de las mujeres no tienen principios fijos, sólo se guía
por el corazón, por las impresiones del momento”181. Por eso gran parte de las mujeres no
tienen criterio, no saben decidir ni determinarse en una dirección, pues las impresiones son
cambiantes y diversas. “De ahí deriva la variedad o la inconstancia de las mujeres” que debe
combatirse proporcionándoles educación y sólida instrucción, de manera que adquieran
“principios fijos” de actuación.

2.2. “Se educa por la religión”

“Conducid a las niñas


por sentimiento y motivo religioso,
y no por motivos y respetos humanos”182.

Desde una perspectiva teologal y cristiana de la educación, como la de Enrique de Ossó


y la Compañía, es fácil comprender que la Fe, constituye no sólo el contenido fundamental
de la educación y su finalidad última, sino que trasforma la pedagogía misma. Esto es lo que
quiere decir Enrique de Ossó, como otros educadores católicos, cuando afirman que “se
educa por la Religión (= la fe cristiana), pues está firmemente persuadido de que “la
educación debe ser esencialmente religiosa [= cristiana], de modo que sin religión [= fe] no
es posible la verdadera educación”183.

En todos los escritos pedagógicos de Enrique de Ossó está patente esta convicción
expresada con múltiples argumentos. Quizás donde tiene un desarrollo más sistemático es

178
AP, en EEO II, 787.
179
AP, en EEO II, 751.
180
AP, en EEO II, 779.
181
Enrique de Ossó parece estar de acuerdo con este tópico antifeminista, defendido por La Bruyère, y quiere
combatir este defecto típicamente femenino. Lo repite en varias ocasiones. (Ahora lo tomamos de CEM, en
EEO II, 887). También FENELÓN en los capítulos 1 y 2 de su obra hablaba de la necesaria instrucción de las
muchachas por estas razones.
182
MR, en EEO II, 490.
183
CEM, en EEO III, 889.
301
en las Cartas sobre la Educación de la Mujer, escritas para combatir las corrientes cada vez
más difundidas de la enseñanza neutra, laica o librepensadora184.

Así explica Lorenza, a su amiga Teresa, la estrecha relación —casi identidad— entre
educación y vida cristiana:

“Porque, amiga mía, la educación y la religión no tienen otro fin que perfeccionar al
hombre, todo el hombre. Y así como la verdadera religión se dirige al espíritu, al
corazón y a los sentidos, la verdadera educación es la que cultiva a la vez el
hombre moral, intelectual y físico. Hay pues, una dependencia recíproca, una
identidad real entre religión y educación. Nacen de una misma fuente, corren
parejas una y otra. De modo que la religión, en su acción general, debe ser
considerada como la educación de la humanidad; y la educación en su acción
particular no puede ser más que la religión aplicada a cada individuo” 185.

Además de las razones expuestas al tratar de las Finalidades de la educación teresiana,


Enrique de Ossó en estas Cartas defiende la educación religiosa, apoyándose en el
Principio pedagógico fundamental —de que hay que secundar “la misma naturaleza o
condición de la niñez” y jamás contrariarla o violentarla—, principio que busca despertar y
desarrollar las capacidades innatas en el niño. Desde este presupuesto, el Fundador de la
Compañía “demuestra la necesidad de que la educación de la niñez sea religiosa”186:

“Hay en el corazón de la niñez, un instinto innato, una necesidad de creer, de


esperar, de amar, que despierta la necesidad de que sea religiosa la educación. Y
¡ay del necio que pretender quiera contrariar o dirigir mal estos instintos! […]. Tú
misma, tan observadora y conocedora del corazón de tus hijos, habrás descubierto
este instinto, esa necesidad en ellos […]. Por eso, repito, la Religión y sólo la
Religión responde perfectamente a esta necesidad de creer, esperar y amar, y
satisface al mismo tiempo el espíritu y el corazón del infante”187.

Por otra parte, lo que motiva la insistencia en algo tan obvio para una mentalidad cristiana
es el panorama educativo del momento que, como mínimo, produce confusión y
desconcierto entre los cristianos. Como dice Enrique de Ossó, “las circunstancias especiales
de nuestro siglo”:

“Es más necesario hoy que nunca educar sobre la base sólida de la Religión,
porque hay actualmente mayor número de personas que no estudian, ni conocen, ni
aman, ni practican la Religión; que viven como si no hubiera Dios, ni paraíso, ni
infierno, ni eternidad, o como si no tuviesen un alma que salvar, ni deberes que
cumplir”188.

Además de combatir la educación abiertamente anticatólica o atea, la Escuela de santa


Teresa sale también al paso de ciertas instituciones educativas laicas que propugnan una
educación moral al margen de cualquier confesión religiosa. Éste es uno de los temas de la
carta 6ª, la última dedicada a demostrar la necesidad de “educar por la Religión”:

“Quiero prevenirte, amiga mía, antes de dar fin a esta materia, acerca de un error
muy en boga en nuestros días, y es el de aquellos que separan la Religión de la
moral, y quienes trabajan para que la educación sea moral, mas no religiosa.
Colegios hallarás, amiga mía, en el extranjero, y no pocos por desgracia, en nuestra
184
A pesar del título, la mayor parte de la doctrina es válida para la educación de mujeres y de varones. De las
14 cartas, las siete primeras son una exposición sistemática de su pensamiento, y una defensa de la
educación religiosa, frente a las ideas y la práctica de la ILE y de otras instituciones librepensadoras que
propugnaban una educación moral al margen de cualquier confesión religiosa.
185
CEM, en EEO III, 890.
186
Carta 4ª: es Lorenza la que escribe a Teresa.
187
Carta 4ª, en EEO III 896-897.
188
Carta 5ª, en EEO III, 900- 901.
302
católica España, que tratan de hacer muy buenas a sus educandas sin hablarles
palabra de Religión. Eso lo dejan para sus padres o para los sacerdotes. Algunos
hay que en sus prospectos hasta lo previenen”189.

Pues “la educación moral debe ser religiosa, porque sin esto es imperfecta, ineficaz en
los preceptos […]; sin ideal perfecto, sin autoridad”190. Por la fe en Jesucristo los cristianos
encontramos la verdad sobre Dios y sobre el hombre, el camino que nos lleva al Padre, la
vida y la felicidad verdadera. En Él recibimos la invitación a la oración y a la confianza. Y por
la oración y los sacramentos somos fortalecidos en las dificultades, sostenidos en las
luchas, levantados de las caídas:

“La religión o sociedad religiosa [= la Iglesia] concurre a la buena educación, por la


doctrina infalible, por su moral intachable, por los auxilios eficaces, por los
consuelos verdaderos, por los ejemplos más perfectos y por el tipo perfecto: Cristo
Jesús”. La religión da al niño las nociones más necesarias”191.

Por otra parte, el quehacer educativo y sus métodos, en la Escuela de santa Teresa
están profundamente marcados por la pedagogía de la fe. La pedagogía que el mismo Dios
inauguró en su larga historia de diálogo con el hombre y, particularmente, la pedagogía del
Hijo hecho carne, Jesús Maestro, de la que ya hemos hablado en el capítulo undécimo.

2.3. “Se educa por amor”

“Conducid a las niñas…


por amor, y no por rigor…”192.

Esta pedagogía divina en su relación salvadora con el hombre, y concretamente la


pedagogía de la encarnación del Verbo, es una pedagogía de amor incondicional. Así
entiende Enrique de Ossó la pedagogía teresiana, así la entendió Teresa de Jesús y
difícilmente se encuentra una pedagogía verdaderamente cristiana que se pueda entender
de otro modo.

Se educa por el amor. Ya está dicho de mil formas y lo repetimos. Sólo el amor es
educativo, porque sólo el amor construye a la persona. De Dios venimos y hacia Él
caminamos y Dios es amor. Dios es Padre y Madre para nosotros y con su amor hace
posibles las actitudes filiales y fraternas entre sus hijos.

Los adultos —educadores193— somos para los más pequeños imagen de la paternidad-
maternidad de Dios. Así lo cree y lo vive Enrique de Ossó. El sacerdote, el catequista, la

189
Se está refiriendo principalmente, si no exclusivamente, a los colegios de la ILE. (EEO III, 904). En los AP
habla explícitamente de cuatro “enemigos de la buena educación”: “1.La escuela laica, porque omite toda
enseñanza y educación religiosa. 2. La moral universal e indiferente a toda enseñanza católica. 3. El
cumplimiento del deber por el deber. 4. Cultivo de sentimiento e ideas sin más fin que el bienestar material
del individuo o de la sociedad”, EEO II, 748.
190
AP, en EEO II, 753.
191
AP, en EEO II, 745. La misma idea se repite varias veces en los Apuntes: “La educación moral tiene absoluta
necesidad de la Religión cristiana para ser perfecta; porque sólo la Religión cristiana habla [al párvulo] en
nombre de la mayor Autoridad, esto es, Dios, y porque le ofrece un ejemplo que tiene todas las perfecciones
divinas y humanas, esto es, Jesucristo. Porque le ofrece ayudas, auxilios y consuelos los más eficaces,
inefables. Porque le enseña y cuida de su razón moral, del libre albedrío y sentimiento moral” (EEO II, 764).
192
MR, en EEO II, 490.
193
Enrique de Ossó tiene un concepto muy amplio de educador o pedagogo. Son educadores, en primero lugar,
los padres y los maestros, los catequistas, los sacerdotes. Pero lo son también, y sobre todo están llamados
a serlo, todos aquellos que se preocupan del crecimiento de los demás, de la formación del prójimo. En este
sentido ser educador es mucho más que una profesión, es un talante o una actitud ante la vida, de
responsabilidad hacia los otros. En este sentido puede hacer una afirmación tan sincera, en una de las
303
educadora teresiana han de ser madres, cultivando actitudes y gestos concretos propios de
la madre si han de educar en nombre de Dios. Y “La madre siempre atiende a su hijo con
cuidado, con amor, con sacrificio”194.

Enrique de Ossó tiene especial sensibilidad hacia aquellos pasajes bíblicos en que
algunos hombres de Dios interpretan su misión como maternidad espiritual. Ya vimos cómo
a las hermanas de la Compañía les invita constantemente a vivir con las actitudes maternas
del apóstol san Pablo (Gál. 4,19). En los Apuntes de Pedagogía les remite también a un
pasaje del libro de los Números, en el que Yahvéh pide a Moisés amor y entrega de madre
para con el Pueblo:

“Aplíquese a sí [la maestra] aquellas palabras que Dios hacía resonar de continuo
en los oídos de Moisés, y resuenen de continuo también en vuestro corazón:
“Llévalos en tu seno, como la nodriza suele llevar al infante que amamanta” (Num
11,12)195.

Educar con amor significa iniciar con cada alumno o alumna una relación
verdaderamente personal, en la que el propio niño pueda descubrirse como valioso y
amable, digno de amor. Una relación personal que contribuye a poner los fundamentos de la
necesaria autoestima de niños y adolescentes. Una relación interpersonal, que les ayude a
descubrir su dignidad personal y la dignidad de los otros, de manera que aprendan a
respetarlos profundamente. “San Pablo recomendaba que se instruyera con espíritu de
dulzura”196, con amabilidad y simpatía, con afabilidad. Enrique de Ossó, que conoce el
corazón humano, tiene una convicción que tal vez sea el secreto de su carisma de maestro
y educador:

“El corazón humano quiere ser tratado de este modo [cordialmente]; y no se le


puede ganar sino manejándolo dulce y cordialmente […] Si los adultos no se ganan
sino con amor, con mucha más razón los niños ”197.

Es un principio antropológico y psicológico elemental, del que se deriva una actitud


educativa imprescindible. En la Guía Practica del Catequista dedica varias páginas a
persuadir a los catequistas y a formarles en esta actitud198, dando razones que después
repetirá a las hermanas de la Compañía. Es esencial al educador cristiano y a la educadora
teresiana “el ganar el corazón de los niños y el hacerse amar de ellos. [Y] no se obtiene el
ser amado sino amando con un amar lleno de dulzura”199.

En esta obra de juventud apuesta ya por el amor pedagógico frente al rigor,


argumentando en unos términos que recuerdan el sistema preventivo, en una época en que
era bastante frecuente el sistema represivo aun en la catequesis, como podemos ver en la
Guía. En ninguno de los escritos de Enrique de Ossó encontramos una enumeración tan
detallada de las actitudes equivocadas, que debe evitar el verdadero educador.

“La dulzura de la caridad es la llave de los corazones, es quien los abre, es su


imán. El rigor los intimida y los perturba. La dureza los aleja. El tono severo, el aire
sombrío, los modales ásperos, el mal humor, las expresiones duras, los términos

meditaciones del Devoto Josefino: “¡Ojalá fuésemos todos, cada uno en nuestro estado, buenos y perfectos
pedagogos! ¡Cuán presto se regeneraría el mundo actual!” (EEO I 1067).
194
AP, en EEO II, 746.
195
AP, en EEO II, 746. En realidad aquí, es el mismo Moisés, que está intercediendo por el Pueblo pecador,
quien se desahoga con Yahvéh, y le recuerda que es Él, Yahvéh, —y no Moisés— el verdadero Padre-
Madre del Pueblo: “¿Acaso he sido yo el que he concebido a todo este pueblo y lo he dado a luz, para que
me digas: Llévalo en tu regazo […] .No puedo cargar yo solo con todo este pueblo: es demasiado pesado
para mí” (Num 11,12.14).
196
GC, en EEO I, 101.
197
Lo dice ya en GC (EEO I, 101), pero lo repite muchas veces a lo largo de su vida.
198
Cf. EEO I, 101-103.
199
CG, en EEO I, 101.
304
injuriosos o irónicos, y más aún los malos tratos, los hacen perder la confianza […].
Se pierde, pues, todo desde que falta la dulzura, y si se pretende hacerse respetar
mandando con imperio, reprendiendo con aspereza, enfadándose uno por cualquier
cosa, se equivoca: lo que se logra solamente es hacerse aborrecer ”200.

A las educadoras teresianas las forma desde el principio en este espíritu evangélico de
amor cordial y amable:

“Uno de sus principales cuidados o trazas para lograr el fin de la Compañía, debe
ser el ganar el corazón y confianza de las niñas a quienes educan”201.

Amabilidad, que no es “floja condescendencia que halaga los defectos de los niños”, ni
consiste en ceder a “todo lo que les gusta”, ni en “conceder [les] todo lo que piden”202, sino
en procurar desinteresadamente su mayor bien, en una relación de respeto y amor
profundo, que se manifiesta de muchos modos:

“Amad de corazón a las niñas y respetadlas”203. “Inclinándolas al bien, animando


sus pequeños esfuerzos, excusando con caridad a veces sus defectos, y no
haciendo distinción entre ellas”204.

Para el Fundador de la Compañía, no sería suficiente que las hermanas amaran a las
niñas y a los párvulos tan en abstracto o tan espiritualmente que no tuvieran ellos muestras
concretas de este amor. En la relación educativa tampoco bastaría un afecto natural, que
surge espontáneamente sólo con las personas más atrayentes. El amor educativo de la
Compañía es un amor de cháritas (agape), encarnado, verdaderamente humano. Que se
hace tangible, palpable, concreto, real y que gana el corazón de la persona amada:

“Os ayudará a cautivar el amor y el respeto de vuestras alumnas el ver éstas que
sus profesoras son justas.[…] No se dejan llevar de la pasión en el trato y
corrección, ni son aceptadoras de personas, ni hacen odiosas distinciones”205.

En el Plan de Estudios, Enrique de Ossó indica dos claves de este amor pedagógico real
y atractivo, que gana los corazones de las alumnas y de los párvulos:

“No será difícil lograrlo si obran con espíritu de fe y les muestran amor dulce,
compasivo y tierno”206.

El mismo doble criterio vuelve a aparecer en Mi Reglamento:

“El obrar con espíritu de fe, y mostrarles amor e interés por su bienestar y felicidad,
probándolo con obras, es el mejor medio de ganarles el corazón y conciliar ese
amor con la autoridad, respeto”207.

Ganar el corazón de los niños, por el amor y la cordialidad, favorece las relaciones
educativas y facilita a la maestra su misión de guía —insustituible servicio de autoridad—
para cada niño y para el grupo:

“Si ganáis el corazón y confianza de vuestras discípulas lograréis todo con


suavidad”208.
200
GC, en EEO I, 102.
201
PE, en EEO II, 249.
202
Son expresiones de Enrique de Ossó en GC, en EEO I, 102.
203
MR, en EEO II, 489.
204
PE, en EEO II, 249.
205
MR, en EEO II, 489.
206
PE, en EEO II, 249.
207
MR, en EEO II, 490.
208
MR, en EEO II, 490.
305

Haciendo suya la intuición e incluso las palabras de Teresa de Jesús, Enrique de Ossó
llama la atención de las hermanas sobre la relación que hay entre ser amables y amadas de
alumnos y alumnas, y el necesario ejercicio de la autoridad como educadoras, facilitando
con su “autoritas” la obediencia de niñas y niños. En todos los escritos pedagógicos se
repite:

“Procure ser amada [ante todo de sus párvulos], para ser obedecida, suave, alegre,
prontamente”209.

El amor pedagógico, tal como ha quedado definido, es el que confiere crédito,


credibilidad, “autoritas” a la educadora, y se manifiesta en esa armonía entre “autoridad y
dulzura”, difícil síntesis que sólo puede lograrse desde un planteamiento verdaderamente
educativo:

“Respeto y amor de las niñas, o sea amor respetuoso y respeto amoroso, por
vuestra autoridad y dulzura. Estas son las dos cualidades en que han de sobresalir
las Profesoras de la Compañía de Santa Teresa de Jesús. Sin esto, repetimos,
nada haréis de provecho, retiraos de la enseñanza”210.

Enrique de Ossó insiste en la importancia de cultivar esa actitud de auténtico respeto a la


persona, fruto del amor y de la razón, actitud equilibrada de quien no se deja llevar ni de la
pasión, ni de intereses propios, sino que mira únicamente el bien de las alumnas:

“Para juntar y hermanar el amor con el respeto, la autoridad con la dulzura, amad
de corazón a las niñas y respetadlas […]. Lo que sembrare la profesora, eso
recogerá”211.

Este sentido educativo de la autoridad amable y cordial, que siempre será flexible y
desprendida, lo presentan los AP como el mejor modo de aplicar el “Principio directivo
supremo de la educación”:

“Ordenarlo todo para que el párvulo se prepare debidamente a ser verdadero


hombre, armonizando la autoridad de la maestra con la libertad de los párvulos;
esto es, conciliar la maestra un amor respetuoso con un respeto amoroso”212.

Y en otro lugar, aparece como primer “Corolario” de este Principio directivo supremo:

“De aquí se sigue que para aplicar bien este método, debe ante todo armonizarse la
autoridad de la maestra con la libertad del párvulo”213.

Es la actitud educativa, de quien no se busca a sí misma y que, por lo tanto, no degenera


ni en autoritarismo ni en manipulación:

“Repetimos, pues, que aquella hermana será mejor Profesora de la Compañía de


Santa Teresa de Jesús, que sepa conciliar y granjearse de las niñas amor
respetuoso y respeto más amoroso. [Pero] No busquéis que las niñas os amen a
vosotras sino a Dios, pues sería lo primero un robo imperdonable. Dirigid con

209
AP, en EEO II, 746. La expresión exacta de Teresa de Jesús es la siguiente: “Procure ser amada [la
superiora] para que sea obedecida”. Constituciones 9,1.
210
MR, en EEO II, 489.
211
Ibid.
212
AP, en EEO II, 775.
213
AP, en EEO II, 778. El texto completo dice: Todas las leyes de educar están subordinadas a un principio
directivo supremo que, apoyándose sobre la naturaleza del párvulo se formula así: Seguir y cooperar al
desarrollo natural del párvulo, para conducirlo a que llegue a ser verdadero hombre”.
306
pureza de intención todas las voluntades y corazones y amores a Dios que los
compró con su sangre”214.

Y previene, a su vez, a las hermanas, de dos riesgos frecuentes en quienes empiezan a


enseñar: Un amor mal entendido, sin respeto, que no educa; y un falso respeto, que produce
distancia y temor en las alumnas:

“No será jamás buena profesora de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, la


hermana que no sepa conciliarse el amor y respeto de las alumnas. Amor sin
respeto termina en familiaridad y desprecio. Respeto sin amor engendra temor y
recelo, cierra el corazón y no se pueden conocer sus males y curarlos”215.

Las orientaciones que reciben las Profesoras de niñas y señoritas o a las Maestras de
párvulos, así como a las responsables de los Pensionados e Internados de la Compañía,
sobre el modo de proceder con las alumnas y párvulos, son todas coherentes con los
principios de la educación preventiva, tal como la hemos planteado. La importancia de
conocer a cada alumno y alumna en sus rasgos y circunstancias concretas. La ayuda que se
debe prestar a los niños, para que se conozcan a sí mismos, y de esta manera puedan
trabajarse. La actitud vigilante y atenta que han de tener las hermanas, sin dejar nunca solos
a los niños Los métodos de emulación, inspirados por la razón y el amor. La limitación de los
castigos, a casos verdaderamente excepcionales, siempre con una actitud racional, serena y
positiva, sin que quepa ambigüedad respecto a las motivaciones 216.

Terminamos repitiendo la consigna pedagógica, síntesis expresiva de una actitud


educadora que hemos querido describir:

“A sus alumnas las conducirán por razón, amor y religión, los tres más poderosos
resortes para mover la voluntad humana”217.

Razón y Amor son los dos brazos del Espíritu218 que, en el espíritu del niño y de la niña
trabajan suavemente, despertando en ellos la razón y el amor hasta alcanzar la libertad, la
libertad de los hijos de Dios.
Preparar esa tierra, trabajarla facilitando la acción del Espíritu, es la misión de la
educadora teresiana. “Coadyuvar con todas las industrias a “formar a Jesús en su
inteligencia por la instrucción, en su corazón por la educación”219.

214
MR, en EEO II, 490.
215
MR, en EEO II, 489.
216
La cita continúa así: “…Si fuese necesario reprender o castigar, lo que sucederá algunas veces, háganlo con
prudencia mezclada de discreción y firmeza, haciéndoles confesar antes a las culpables y a las que se
hallaren presentes, que es justo el castigo […]. Que se persuadan que se les castiga sólo por su bien, no por
pasión; y que se las ama aún más, o lo mismo, cuando se las castiga que cuando se las regala y acaricia. No
empleen jamás en los castigos y correcciones palabras injuriosas o de menosprecio. El castigo sea
proporcionado a la falta […]. No castiguen sino mostrando disgusto y después de haber agotado los recursos
o medios de dulzura y caridad" ( PE, en EEO II, 249-250).
Lo que se dice respecto de los castigos en estas páginas, sigue teniendo interés hoy. Es interesante
compararlo con el apartado dedicado a “Los castigos y las correcciones” de MR, que se refiere
exclusivamente a las niñas (EEO II, 409-491), y con lo que dicen los AP de “castigos y correcciones” de los
párvulos (EEO II, 787-788).
217
PE, en EEO II, 249. También en las Constituciones aparece la fórmula, al menos dos veces. En un contexto
en que se habla de “inculcar virtudes” a las niñas, se concluye así: “En una palabra, procuren por todos los
motivos de religión, amor y razón que las alumnas de los Colegios de Santa Teresa de Jesús […] se distingan
entre todas las niñas que no frecuentan los Colegios de la Seráfica Doctora, por su modestia, sólida
instrucción, atentos modales, virtud y letras”. (El mismo texto está en 2ª P Constituciones 1889 y en
Complemento en EEO II, 372 y 317-318).
218
La vida cristiana la hemos definido como vida en Cristo o vida en el Espíritu. Educar “por la religión” o en la fe,
significa facilitar la acción del Espíritu en el interior de la persona. Amor, razón y libertad son tres dimensiones
de la persona, que la identifican en su dignidad.
219
MR, en EEO II, 487.
CAPITULO 16

POSICIONES APOSTÓLICAS DE FRONTERA

1. CRITERIOS DE FUNDACIÓN

“Las miras de la Compañía de santa Teresa de Jesús deben ser grandes siempre y en
todas las cosas, las que den por resultado práctico mayor aumento de los Intereses de
Jesús en cualquier parte”1. Éste fue desde el principio el criterio de actuación en la
Compañía, tal como quedaba formulado en el Sumario de las Constituciones de 1882.

Desde el verano de 1879 en que las primeras hermanas obtienen los primeros títulos
oficiales de maestras, a la Compañía le llueven peticiones de fundación desde todos los
puntos de Cataluña, y en seguida le llegarán de otros lugares de la península y del
extranjero. No es posible atender a tantas solicitudes de párrocos, ayuntamientos o
asociaciones que van teniendo noticia de las maestras de Santa Teresa de Jesús. ¿Dónde
acudir y dónde no? Se impone el discernimiento. Con libertad de espíritu, el Fundador
dialoga con la Hermana Mayor y con las demás responsables, buscando siempre los
Intereses de Jesús.

La preocupación por la falta de cultura y de fe personalmente asumida entre la mayoría


de los católicos2, crece en el Fundador sobre todo al comprobar cómo aumentan en España
las llamadas Escuelas especiales, para la instrucción de niños de padres no católicos3 pero
que poco a poco van minando la fe del pueblo inculto. Hemos visto ya que una de las
aspiraciones de la Compañía era combatir los efectos negativos de estas escuelas del error
y de la corrupción, tal como se formula en el Capítulo del Celo del Sumario de
Constituciones:

“…Se ha fundado la Compañía de Santa Teresa de Jesús para oponerse al


protestantismo y racionalismo, que con sus escuelas de perdición y sin Dios
trabajan para arrancar las almas del seno de la Iglesia católica; y corrompiendo a la
mujer desde su infancia, pretenden corromper por completo la sociedad cristiana
sin dejar esperanza de remedio o salvación”4.

La educación teresiana pretendía contrarrestar esta influencia, educando en los valores


del humanismo cristiano que Teresa de Jesús vivió y supo comunicar en sus escritos.
Precisamente en esa clave, se habla de la disponibilidad apostólica que ha de caracterizar al

1
SC, en EEO II, 14.
2
En varios de sus artículos de 1878 habla de este tema para despertar la conciencia y el compromiso de los
cristianos mejor preparados. En uno de estos artículos se lamenta, además, del modo innoble con que
alcanzan su título oficial muchas de las maestras contrarias a la fe (Cf. EEO III, 843).
3
En 1877, y de acuerdo con el Artículo 11º de la Constitución de 1876, que hablaba de la tolerancia religiosa, el
Conde de Torino presentó unas Bases para una Ley de Instrucción Pública, en la que hablaba de la creación
de Escuelas Especiales para la instrucción y educación de hijos de padres disidentes a la fe católica. Los
Obispos no tardaron en reprochar estas bases, “incompatibles” con el Concordato. Por suerte hemos podido
leer esta Exposición, firmada el 8 de marzo de 1878 por el Arzobispo de Granada y dirigida a las Cortes
españolas. El Director de la RT la publicó casi íntegra, glosando alguna de sus partes (RT abril 1878, en EEO
III, 852-858).
4
SC, en EEO II, 62. En la redacción de 1888, tras las experiencia de las escuelas de la ILE, añade: “escuelas
laicas de perdición, sin Dios, o mejor contra Dios”. (EEO II, 63).
308
Instituto y a cada hermana de la Compañía “con el fin de promover los Intereses de Jesús y
su Teresa con la mayor extensión posible en cualquier parte del mundo y en especial en los
lugares donde más peligren estos divinos intereses”5.

En 1882, cuando se publican las primeras Constituciones, existen ya en la Compañía


algunas posiciones de vanguardia o frontera, “pequeños pero fuertes divisiones o
destacamentos o residencias”6 que viven en situaciones muy precarias, adonde han acudido
movidas únicamente porque es lugar de grave peligro de los intereses de Jesús.

Estas nuevas presencias fronterizas fueron creciendo en los años siguientes a 1882,
como veremos a través de las cartas. Abierto a los signos socioeclesiales de aquel
momento, el mismo Enrique de Ossó, a medida que la Compañía iba dando respuestas
concretas, fue haciéndose progresivamente consciente de la misión de la Compañía al
servicio de la fe y la educación cristiana en unos momentos especialmente críticos para el
pueblo. La existencia temprana de estas fundaciones y la conciencia de la necesidad de
otras nuevas, justifica la ampliación que se produjo en la tipología de obras apostólicas de la
Compañía, tal como aparece en la 2ª edición de las Constituciones de 1889.
Comparándolas con las de 1882 observamos que al comienzo se pensó únicamente en
obras de “automantenimiento”. Pero la fuerza de la realidad y la necesidad modificaron el
marco teórico, abriéndose la Compañía a nuevas posibilidades:

“Las fundaciones de los Colegios se deben hacer con renta o sin renta, colocando
las hermanas toda su confianza y esperanza en la divina Providencia, que jamás
deja al justo abandonado, ni a su descendencia mendigando un trozo de pan. Ésta
era la regla que observaba Santa Teresa de Jesús en sus fundaciones por consejo
del Señor...”7.

El criterio de elección del campo apostólico sigue siendo el mismo. La novedad está en
haber descubierto ya lugares concretos donde peligran especialmente los intereses de
Jesús, de manera que se amplían las modalidades de fundación posibles:

[…] sin renta será cuando los intereses de Jesús corran grave peligro. Entonces
deben ir las hermanas de la Compañía sin saco, sin alforja, fiadas únicamente,
como dice la Constitución 60, en la divina Providencia, que da con abundancia lo
que necesitan para vivir a todos los que buscan primeramente el reino de Dios y su
justicia en todas partes”8.

2. UNA OPCIÓN SIGNIFICATIVA DE LOS PRINCIPIOS:


LA VILLA DE GRACIA.

La vida precede a la norma, en éste como en tantos casos. Por eso, lo que prescriben las
Constituciones en su 2ª Parte, ha sido experimentado ya cuando se publican nuevamente
en 1889. Disponemos de documentación suficiente como para formarnos una idea bastante
aproximada de lo que fueron las primeras fundaciones. Además de las Actas de fundación y
otros documentos de archivo de estas casas, la Revista Teresiana publica puntualmente las
reseñas de fundación y otros documentos significativos, pero son las cartas personales del
Fundador a las hermanas las que nos hablan hoy de manera más directa, sin retórica, de la

5
SC, en EEO II,68.
6
Las Constituciones dicen : “Si es grave este peligro irán las de la Compañía que el Prelado designe a ocupar
este lugar de honor, sin pedir cosa alguna para su manutención e instalación, ni oponer reparos a sus órdenes
que dificulten o retarden su ejecución”. (SC, en EEO II, 68).
7
“Advertencias para la fundación de Colegios de la Compañía”. (En 2ªPC:EEO II, 376-377= Complemento, en
EEO II, 320-221).
8
Ibid.
309
vida de aquellas comunidades apostólicas. A través de las cartas tenemos noticia no sólo de
las fundaciones que fueron, sino de aquellas que se quedaron a mitad de camino por causas
diversas.

La presencia de la Compañía de santa Teresa de Jesús en la Villa de Gracia, desde julio


de 1880, ejemplifica un tipo de fundación estratégica que cumplió entonces de manera muy
especial la misión para la que nació la Compañía. Es lo que hoy llamaríamos misión de
frontera.

A través de las cartas de 1880-1882 y de algún párrafo de la RT, podemos asomarnos,


sin mediaciones narrativas, a aquella realidad concreta. A modo de flahs o de breves
secuencias, los párrafos seleccionados nos ofrecen, en directo, la génesis, el nacimiento, los
rápidos progresos apostólicos de la Compañía en la Villa de Gracia, así como las
dificultadas que acompañaron todas las etapas.

Año 1880

Desde finales de 1879 la Compañía está en Barcelona. Un grupo pequeño de hermanas


se prepara intensamente para enseñar sobre todo en varias Escuelas de párvulos. Viven en
un modesto piso de estudiantes9. En la casa Colegio de Jesús-Tortosa, todavía en
construcción, hay un buen grupo de educandas. En dos pueblitos de Tarragona (Vilallonga y
Aleixar) fucionan ya dos pequeños colegios de la Compañía. En diciembre se ha fundado
una pequeña Escuela primaria en Rodá de Bará y otra de Párvulos en Maella (Zaragoza). Y
ahora, a primeros de año, empiezan a llegar ofertas y peticiones desde diversos puntos de
Cataluña: Figuerola, Valls, San Carlos de la Rápita, Barcelona capital, además de ésta de
Gracia. Veamos lo que la Compañía y su Fundador se “traen entre manos” entre 1880 y
1882.

En el mes de marzo, Enrique de Ossó escribe a Dolores Llorach, hermana Mayor del
Piso de estudiantes de Barcelona, para informarla de una posible fundación en la Villa de
Gracia, e implicarla en la negociación de las condiciones del contrato, que han de ajustarse
a las necesidades de mantenimiento de las hermanas:

“De Gracia me escribe la Montserrat, que también quisiera que nos encargáramos
de su colegio, y es del Centro Católico de Gracia. Hoy le escribo, y será fácil te
haga una visita. Las condiciones sácaselas tú. Yo sólo le digo en general que con
tal que se mantengan y vistan tres hermanas irán allá, Dios queriendo. Creo que se
necesitan unos 25 ó 30 duros al mes para las hermanas. Mira tú si llegarían a ello,
o cuánto prometen”10.

Las negociaciones fueron adelante, a juzgar por una carta a Dª Teresa Plá, a quien le
informa y consulta sobre el proyecto, cinco días después:

“Quieren vayamos a Gracia a fundar o encargarnos de un colegio que está cerquita


del de los protestantes. Nos ofrecen 30 duros al mes y casa franca ¿Qué te
parece? ”11.

Otra carta del 5 de abril a Teresa Plá, que está en Tarragona, da cuenta de la actividad y
movilidad de la Compañía en esas fechas:

“Vaya la Hna. Teresa Guillamón, ayudante, a Roda […]. Tenemos arreglada la


fundación de un colegio magno en S. Carlos de la Rápita […]. Lo de Valls está ya

9
Primero en Ramalleras 20, 1º,1º, y desde mayo 1880 en Frenerías 14.
10
Jesús 23/3/80. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.13, 88).
11
Jesús 27/3/80. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.13, 15).
310
arreglado también […]. De Gracia espero carta de un día a otro. Por mayo lo
habremos de arreglar todo con el favor de Dios. Conforme el Sr. Obispo”12.

El 3 de mayo está prácticamente hecho el contrato. Se lo dice el Fundador a Saturnina:

“…. Vi a los de Gracia y tenemos ya arreglado casi la fundación de allí…”13.

Pero un fuerte contratiempo debió de presentarse entonces, porque no sólo se retrasó la


fundación sino que en las fechas previstas empezaron los titubeos fuertes y las dudas:

28 de mayo, a Dolores Llorach:

“No olvidéis lo de Gracia sobre todo, hablando al cura de Santa María, y si conviene
el domingo haciendo una visita al Sr. Segarra, que es el Presidente. Ved si puede
alargar más dotación, pues no habrá para vivir…”14.

2 de junio, a su “apurada Dolores”:

“He hablado con el Sr. Obispo. Aceptado lo de Gracia, pero que os arreglen bien la
casa antes de colocaros allí […] Caso que ni los cuatro duros más puedan dar para
la ayudante, aceptarlo por 12..”15.

8 de junio, a Teresa Plá:

“Ayer regresamos de S. Carlos. Muy bien la fundación […]. De Gracia solo quieren
o pueden dar 12 duros al mes. Estarán en un tercer piso y con otra gente no santa.
¿Qué haremos?. No sé si lo aceptemos o no, pues como hay protestantes me duele
dejarlo, pues llena el principal fin de nuestro Instituto”16.

10 de junio a su hija Dolores:

“Lo de Gracia, déjalo por ahora […]. Mucha oración para acertar, y no perjudicar a
los Intereses de Jesús”17.

Y por fin:

El 18 de junio, se decide, en carta a Dolores Llorach:

“Ya veo que son muchos pocos tus apuros o pruebas. Pero acuérdate, hija mía, que
te has metido a fundadora y te animarás y consolarás. Lee las fundaciones de
nuestra santa Madre y verás allí aún mayores apuros […]. Lo de Gracia no lo
dejaremos, tanto si nos arreglamos con los del Centro, como si no. Ha sido la
fundación más deseada.
Escrita la que antecede, recibo la tuya. Aceptad lo de Gracia con el nuevo piso. Así,
creo deberíais dejar el de Barcelona […]. Pero de todos modos, aceptad lo de
Gracia. Ya lo sabe el Sr. Obispo”18.

A partir de este momento empiezan los trámites para la fundación de la Compañía en la


villa de Gracia, en una situación verdaderamente apurada desde el punto de vista
económico. Todo son gastos. Libros, estudios, derechos de exámenes y viajes, los títulos de

12
Tortosa 5/4/80. (Ed. Nº 126, original en AGSTJ, E. Vol.4,39).
13
Barcelona 3/5/80. (Ed. Nº 130, original en AGSTJ, E. Vol.2, 135).
14
Jesús, 28/5/80.(Inédita en AGSTJ, E. Vol.13, 78).
15
Tortosa 2/6/80. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.14, 59).
16
Jesús, 8/6/80. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.5, 15).
17
Tortosa, 10/6/80. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.14, 92).
18
Tortosa, 18/6/80. (Ed. Nº 137, original en AGSTJ, E. Vol.14, 91).
311
las hermanas, la instalación de las clases y las comunidades en tantas fundaciones que se
suceden o que coinciden incluso. Las entradas económicas son escasas y no cubren todas
las necesidades de esta nueva Institución, que además está construyendo la casa de
Formación en Jesús de Tortosa. El Fundador, con el sentido práctico que le caracteriza,
tiene que hacer de administrador y de gestor financiero. Pide ayudas a los lectores de la
Revista, pero no bastan y se ve obligado a recurrir al préstamo.

A finales de junio, vuelve a escribir a Dolores Llorach, a quien ha encomendado la


preparación de la fundación de Gracia y le comparte los apuros económicos que se están
viviendo:

“Espero [ir ahí ] antes de finir el mes. Dilo a las de Sarriá y Gracia, y a quien
convenga. […]. Si alguna buena alma quisiera adelantarnos 500 o mil duros, le
firmaríamos un pagaré[…] al 5% y así saldríamos de todos los apuros por mucho
tiempo, o quizás para siempre. Supongo ya tendrás arreglado lo del piso de Gracia
y escuela”19.

Antes de terminar el mes de junio, anuncia la fundación de Gracia a Rosario Elíes:

“He de pasar a Gracia por la nueva fundación de las Hermanas. De regreso, pasaré
por ésa, Dios mediante, y confío será pronto”20.

A primeros de julio, y antes de salir de Barcelona para descansar unos días, Dolores
recibe las últimas instrucciones de esta fundación que se proyecta para el día de Santiago:

“En Roda descansa, y todos los días sal a pasear un ratito. Despídete del Sr.
Canónigo […]. A Montserrat dile que para el día de S. Jaime quedará ya a nuestra
cuenta la escuela que dirige”21.

Todavía a mediados de julio, no están nombradas las hermanas para la nueva


comunidad de Gracia, pero sí están claras las cualidades de las candidatas. Le hace una
consulta a Teresa Plá que está en Aleixar:

“…Reservado: ¿quiénes juzgas más a propósito para la residencia de Gracia? Han


de ser varoniles y listas”22.

La RT de julio anuncia la nueva fundación, informa de sus características, pide oraciones


a los lectores por esta obra tan del gusto de la Santa:

“El día de san Jaime está acordado el que la Compañía de santa Teresa de Jesús
tome posesión de una escuela católica en la importante villa de Gracia, donde
tantos prosélitos cuenta el protestantismo, pues es quizás el punto de España que
se halla más trabajado de estas sectas de perdición.
Cuenta algunas escuelas el protestantismo en dicha villa, y cerca de una escuela
protestante de niñas va a levantar bandera de ¡Viva Jesús! la Compañía de Santa
Teresa. Rogamos a nuestros amigos todos y a todos los que tienen interés por esta
obra de celo, oren con fervor dicho día, a fin de que desciendan bendiciones del
cielo sobre la nueva residencia o colegio, el más importante quizás de todos los que
hasta aquí hemos fundado.
Si santa Teresa de Jesús fundó principalmente su Reforma para remediar los daños
que los luteranos causaban a la Iglesia católica, hoy ha suscitado esta nueva milicia

19
Tarragona, 20/6/80. (Ed. Nº 138, original en AGSTJ, E. Vol. 13, 75).
20
Tortosa, 26/6/80. (Ed. Nº 140, original en AGSTJ, E. Vol.9, 34).
21
Tarragona 2/7/80. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.13, 80).
22
San Carlos, 19/7/80. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.4, 40).
312
femenil para oponerse con sus enseñanzas a las escuelas de perdición que […]
corrompen a la niñez”23.

Tal como estaba previsto, el día de Santiago fue la toma de posesión del Colegio. Al día
siguiente el Fundador se lo comunica a las educandas de Jesús, a través de una carta
síntesis. Como en la reseña de julio, aquí también queda claro el fin y los medios de la
Compañía y la necesidad de la oración, para sostener la obra apostólica. La oportunidad de
la fundación en este lugar de frontera donde son casi 40.000 las personas que no conocen a
Jesús. Balance de asistencia el primer día de apostolado de la enseñanza y prospectiva
esperanzada:

“¡Gloria a Jesús y a su Teresa! Ya tenemos otra residencia donde se da a conocer y


a amar a Jesús[…].
Ayer, día del Apóstol Santiago, Patrono con nuestra Santa Madre de España,
tomaron posesión del colegio las Hermanas de la Compañía. Asistieron al acto el
Sr. Cura de Jesús María, el de San José, el P. Casiano, tres sacerdotes más y el
presidente de la Junta y Vocal. Por la mañana recibieron la Primera Comunión y
comulgaron de mi mano unas 40 niñas del Colegio, haciéndoles una plática
preparatoria. Hoy han empezado el apostolado de enseñanza y han acudido 80
niñas, y por la noche otras 40. Son muy dóciles, si bien, algunas pobrecillas, de
padres muy malos y que no conocen quién es Jesús. Por ahora están enseñando.
Dª Teresa Plá, Dª Dolores Llorach, Dª María Fortanet y Dª Lucía Caire. Orad para
que Jesús y su Teresa bendigan esta residencia, la más necesitada de la
protección del cielo, pues hay más de 40.000 almas en ella, y pocas son las que
conocen y aman a Jesús. Hay muchas niñas en las escuelas protestantes, y no
hemos de parar hasta volverlas todas a su legítimo Pastor Cristo Jesús”24.

Unos días después, informa también a las hermanas de Vilallonga y las implica, por la
oración, en esta obra que es de todas:

“Tenemos ya la fundación de Gracia ¡Gloria a Jesús y su Teresa! Tienen ya 120


niñas y van aumentando el número. Las hermanas contentísimas al ver que hay
tanto que trabajar allí. Hay 40.000 almas, y apenas se conoce a Jesús. Orad para
que lo bendiga. Están allá Dª Teresa Plá, Llorach, Fortanet, Lucía Caire y Carmen
Pujol”.

A primeros de agosto, una nueva carta a Saturnina, que vive en Jesús:

“Hoy acabo de llegar de Vich […]. Hoy hemos hallado 2.750 duros, que nos presta
un devotísimo teresiano, y así saldremos de apuros para siempre (confío) con el
auxilio de Jesús y su Teresa. Pagamos todo lo que debíamos en ésta (Barna), en
Tarragona y confío que en ésa también. Y así solo deberemos a una sola mano.
Hemos comprado una o dos piezas de tela para albas, amitos, purificadores,
toallas, sobrepellices, etc. Hemos pagado la custodia, que es hermosísima; hemos
comprado dos piezas de ropa que piden para fundas y sábanas, dos para
cubrecamas, etc., etc. .
Todo creo lo ha dispuesto el Señor por haber aceptado lo de Gracia puramente por
su honra, pues hemos de perder 10 duros cada mes, atendida la corta dotación.
Pero ¿qué importa?. Allí hay campo para hacer conocer y amar a Jesús y eso
basta.
Tenemos ya ocho niñas que iban a los protestantes y espiritistas, que no sabían
santiguarse siquiera, y hay seis más que luego las tendremos también, y a este
paso creo que vamos a cantar completa victoria de Satanás. Di a esas pequeñas
que oren mucho a este fin. Las Hnas. Lucía y Fortanet no saben explicarse cómo

23
RT julio 1880, 260.
24
Gracia 27/7/80. (Ed. Nº 142, original en AGSTJ, E. Vol.10,96).
313
hay en el mundo tanta ignorancia y perversión. Son ya más de 150 las jóvenes que
frecuentan la escuela de Santa Teresa de Jesús, y la Santa de nuestro corazón va
a cantar victoria de nuestros enemigos. Ya empiezan a insultarlas por la calle, pero
como no son aún bastante buenas, no han merecido ser apedreadas. Todo se
andará, Dios queriendo. Orad. Hijas mías, orad; y nada temáis. Si Dios con
nosotros, ¿Quién contra nosotros?”25.

La carta da una idea completa del talante de Enrique de Ossó en esta situación
desbordante, talante teresiano que han de vivir también sus hijas. Deudas y préstamos a
plazo fijo, compras de todo tipo y facturas pagadas, por un lado. Plena confianza en Dios,
generosidad sin límites y abandono en la Providencia, oración y más oración, por otro.
Alegría en la persecución por causa del Reino.

El día 7 de agosto, le repite a Mª Cinta Talarn el mismo balance:

“Tenemos ya en Gracia un campo inmenso para extender el reinado del


conocimiento y amor de Jesús y su Teresa […] enseñando 150 niñas, la mayor
parte de padres descuidados. Ya han recobrado para Jesús 8 niñas que iban a los
protestantes”26.

La RT de agosto publica la crónica de Fundación. Una información detallada de los


hechos y del espíritu de la obra, tan acorde con el carisma del Instituto27. Es el mismo
Enrique de Ossó quien informa a los lectores teresianos, haciéndoles partícipes, como
suele, de esta misión que no es suya sino de Jesús y Teresa:

“Ayúdennos, nuestros lectores con sus oraciones y limosnas a sostener esta obra
de celo, llamada a llenar una gran necesidad en el siglo actual”28.

La situación sociocultural y religiosa de la villa de Gracia está bien descrita en la crónica.


Ella justifica la opción preferente que la Compañía ha hecho por esta misión de frontera:

“Esta fundación de Gracia, más necesitada de gracias del cielo que ninguna otra.
Cerca de 40.000 almas cuenta esta villa, la segunda de Cataluña por su población.
Pero entre tantos miles de almas ¡cuán pocos hay que tengan celo por los intereses
de Jesús! ¡cuántos que no conocen a Jesús! ¡cuántos, al contrario, que le
persiguen!. Allí hay pastores protestantes, imprenta protestante, hospital
protestante, y lo que peor es, escuelas protestantes que frecuentan algunos
centenares de alumnos de diferentes sexos ¿Qué será esta generación cuando
llegue a la edad adulta?”29

25
Barcelona, 3/8/80. (Ed. Nº 141, original en AGSTJ, E. Vol.4,112). Aunque el autógrafo tiene bien clara la fecha
de julio, por análisis de texto y comparación con las otras cartas, podemos asegurar que es un error de
escritura, y que fue escrita en Barcelona el 3 de agosto. El subrayado es suyo.
26
Tarragona, 7/8/80. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.1, 71).
27
RT agosto 1880, 286-288. Es interesante leer toda la crónica. Entresacamos algunas expresiones por su
interés. Aparece la conciencia de Misión recibida: “¡Gloria y acción de gracias sean dadas sin fin a Jesús de
Teresa porque se ha dignado confiar a su querida Compañía una nueva porción de almas para que las
instruyan y las eduquen para el cielo!”. Manifiesta una vez más el Fundador, la oportunidad de esta fundación
tan acorde con la finalidad de la Compañía: “Era uno de nuestros deseos más vehementes —después de
haber fundado la Compañía de Santa Teresa de Jesús y conocer lo poco que se ama a Jesús en la populosa
villa de Gracia— el instalar allí una Residencia o Colegio que fomentase los intereses de Jesús. Y ahora sin
pensarlo nos hemos hallado […] como obligados a tomar asiento y levantar bandera de ¡viva Jesús! frente a
frente de otros colegios y enseñanzas que gritan: ¡Muera Jesús, crucifícale!”. Hace ya un balance positivo de
los pocos días que lleva funcionando el Colegio: “En los ocho primeros días de existencia ya han recogido
ocho niñas de los colegios de protestantes y espiritistas”.
28
Ibid. 287.
29
Ibid.
314
Desde mediados de agosto, las hermanas empiezan a experimentar dificultades
concretas, hacia adentro —en la escuela, en el trato con las niñas y las grandes—, y
también en su relación con el exterior. Los insultos de la calle nada más llegar, no eran más
que el anuncio de nuevas dificultades. A través de las cartas, Enrique de Ossó sigue siendo
el formador y el pedagogo de las educadoras teresianas.

La carta del 14 de agosto a la comunidad de Gracia habla del espíritu humilde y


magnánimo que ha de animar a la Compañía. Ante las dificultades concretas que están
viviendo, el Fundador las exhorta a la plena confianza en Dios, que es quien las envía.
Sencillez, presencia de Dios en las dificultades, junto con una pedagogía de la discreción. Y
sobre todo el amor pedagógico, que es mucho más eficaz que el rigor:

“Recibida la tuya. Bien me parece lo que dices. Oración, oración, oración, y mucha
confianza. No es nuestra causa. Está empeñada la honra de nuestra Santa Madre y
ella proveerá en todo. Sobre lo de la suscripción, consultadlo con el confesor y cura
de la parroquia. Encomendadlo a la Santa Madre y obrad según vuestra discreción.
No os apuréis. Hay un Señor que tiene empeñada su palabra y no faltará en tiempo
de necesidad […]. Tened confianza, repito, que Dios proveerá. Cuidado de faltar en
la fe viva, que hace alcanzar grandes cosas de Dios.
Callad mucho y orad y no metáis ruido ahora con las niñas. Ya vendrá el día
preparado y se hará con gran esplendor.
A las Hna. Lucía que no se apure: como se hace vieja, se conoce que se hace
cavilosa y no conviene. Ande en la presencia de Jesús con sencillez, y andará con
confianza. A Dª María que me cuide bien a las niñas más malas, y les dé confites y
estampitas de parte del Niño Jesús”30.

Estas dificultades concretas que está experimentando la comunidad de Gracia son una
oportunidad ideal para crecer en magnanimidad teresiana. Enrique de Ossó lo sabe por
experiencia y anima a Dolores Llorach a ejercitarse en la confianza:

“No os apuréis ni os canséis mucho en el trabajo. Tomadlo con paz y por Jesús.
Procura, hija mía, que se os ensanche el corazón con los trabajos y
contradicciones. Buen ánimo, que no estás sola. Descansa en el Corazón de Jesús
y su Teresa. ¿Cuándo serás otra Teresa de Jesús? Fuera miedos y temores
pueriles. Anda con sencillez y andarás con confianza”31.

La fiesta de la Transverberación es buena ocasión para recordar a las hermanas el ideal


del amor perfecto que vivió Teresa de Jesús, al que están llamadas las de la Compañía. Se
lo dice a Teresa Plá y hermanas:

“Acabo de llegar a Guernica […]. ¿Cómo habéis pasado el día de la


Transverberación? […] He ofrecido la Misa por vosotras, para que viváis y muráis
de amor divino, como vuestra Santa Madre […].El día de la Transverberación pedí
que el Serafín las traspase el corazón y viviesen y muriesen de amor divino”32.

En septiembre, recuerda a la superiora de la comunidad de Gracia, que “no deben


parecer a los ojos del mundo otra cosa que doncellas nobles y cristianas […] para mejor
procurar la mayor gloria de Dios y aumento de los intereses de Jesús”33. Las niñas y sus
familias han de tratarlas como simples maestras teresianas. Es una de las estrategias para
combatir los ataques de los contrarios, que en esa población son tan numerosos:

30
Tarragona 14/8/80. (Ed. Nº 144, original en AGSTJ, E. Vol.4, 32). El subrayado es suyo.
31
Batea 21/8/80. (Ed. Nº 145, original en AGSTJ, E. Vol.13,68).
32
Guernica 27/8/80. (Ed. Nº 146, original en AGSTJ, E. Vol.4,29).También se lo dice a Saturnina, que vive con
las educandas en Jesús (Tortosa):“A esas hermanas mis encomiendas. Mucho las he recordado y recuerdo.
El día de la Transverberación pedí que el Serafín las traspasase el corazón y viviesen y muriesen vida de
amor divino”.( Guernica, por Bilbao 28/8/80: Ed. Nº 147, original en AGSTJ, E. Vol.14,13).
33
SC, en EEO II, 94 y 104.
315

“Siento que os hayan puesto religiosas en el comunicado. No lo consintáis en las


niñas, pues día vendría, si os tienen por tales, que no podréis cumplir con el fin de
la Compañía. […].
Cuidaos mucho, pues el trabajo es grande. No seáis bobas, que el demonio puede
entrar por muchas partes. Hna. Pilar y Fortanet pueden ir o no, a tu discreción, a los
párvulos […]. Bueno es que el demonio empiece a rabiar, señal de que se le hace
guerra. Mas no temáis. Si Jesús está con vosotras, ¿quién contra vosotras?[…]. Tú
hija mía no te afanes demasiado por los bienes de acá […]. Procura que las cosas
exteriores no te impidan tu unión con Dios: Purifica tu intención y ama, y adora,
sirve a Jesús que está en tu corazón
Tengo carta de todas las residencias. No hay, gracias al Señor, novedad particular.
Pero conviene mucho orar y no desfallecer, pues el demonio estorba esta pequeña
grey teresiana. Cada día voy conociendo más la necesidad y oportunidad de la
Compañía de Santa Teresa de Jesús ¡Cuántos combates se le esperan!”34.

Las dificultades son también para Enrique de Ossó criterio de discernimiento de las obras
de Dios. Como santa Teresa, está convencido de que la contradicción es siempre buena
señal. Y con San Pablo, repite sin cesar a las hermanas. Si Dios está con nosotros, ¿quién
contra nosotros?. Hay que orar siempre, sin desfallecer.

En esta larga carta del día 9 de septiembre, Enrique de Ossó hace un balance del
alumnado de Gracia. Cada semana se pueden contabilizar sus conquistas. No sólo de los
protestantes, sino de los espiritistas están viniendo más niñas:

“Ánimo siempre, confíense en el Señor, y adelante. El porvenir es vuestro! Las


hermanas de Gracia tienen 200 jóvenes, 30 de los protestantes y 7 de los
espiritistas. Las de la noche empiezan a desatinarse por nosotras”35.

La carta del 10 de septiembre a la superiora de Gracia, se refiere otra vez a las


dificultades concretas de las profesoras en su relación con unas niñas tan difíciles. Las
consignas de Enrique de Ossó son las del educador nato. Hechos, más que palabras. Ante
la indisciplina y sus diversas manifestaciones, el amor pedagógico: paciencia y suavidad en
el trato. Estímulo positivo de las niñas y algo fundamental, como es solicitar la colaboración
de las madres:

“Mejor que el mundo no vea vuestro trabajo hasta que lo tengáis conquistado todo.
Poco hablar y mucho obrar en la tierra y en el mar. No es buen sistema tener que
gritar para hacerlos callar. Si se acostumbran así, mala costumbre, y solo con gritos
callarán. Orad y dadles premios y ligeras penitencias. Estimulad a las más
calladitas. El sistema de gritar siempre es malo para el alma y el cuerpo […] Para la
puntualidad, advertidlo a las madres. No te precipites en repartir hojas para que
rellenen de suscripciones”36.

Por una carta del 17 de septiembre, sabemos que también en Tarragona hay escuelas de
protestantes y espiritistas. El Sr. Arzobispo se alegra del éxito de Gracia, a pesar de que
siguen con el peso de la difamación y la envidia. Alguien ha corrido la voz de que no son
maestras tituladas y Enrique de Ossó les recomienda que tranquilicen a las madres en este
punto:

“Recibidas las vuestras […], alegrándome que vaya el Señor bendiciendo vuestro
apostolado. Oración y confianza en Dios, y hacerlo todo por su mayor gloria, y
espera y verás grandes cosas. Hoy he visto al Sr. Arzobispo (de Tarragona) y le he

34
Guernica 3/9/80. (Ed. Nº 149, original en AGSTJ, E. Vol.5, 20). Citada en el capítulo cuarto B: “Religosas sin
parecerlo”.
35
Zaragoza 9/9/80. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.11, 109).
36
Zaragoza 10/9/80. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.5, 18).
316
explicado que tenéis más de 200 niñas; se ha alegrado mucho, en especial por lo
de los protestantes y espiritistas. Me ha dicho que también tiene en ésta, en tres
partes. Acaban de instalarse en Tarragona, en el puerto. […].
Decid a las madres de las niñas que tenéis títulos del gobierno y que nadie os
puede privar de enseñar, y así, que nada teman. […]. Están en ésta (Tarragona)
Hermanas Agustina, Blanch, Llorach, Genoveva, Chavarría, Cases, Plá, etc.,
trabajando mucho y aprendiendo, etc. Pronto irán otra vez a sus Residencias”37.

En octubre, leemos una larga carta a Saturnina que nos informa del éxito rotundo de la
Compañía en su lucha contra protestantes y espiritistas. En menos de tres meses han sido
desplazados casi totalmente. Y el local de la Escuela de santa Teresa, como era de esperar,
se les ha quedado pequeño:

“Estas hermanas muy buenas y contentas. Se comprarán los libros que pides y todo
lo que necesitéis, pues en esta residencia en que hemos buscado el reino de Dios y
su justicia, todo lo demás lo añade el Señor con creces, a pesar de ser pobres.
Tienen muchas y buenas limosnas. La urgillas de Dª Teresa hace lo que esperaba,
y más hará aún.
Hoy hemos tenido larga conferencia con el P. Magaz, Procurador general de los
Agustinos, entusiasmado con las Hermanas y nuestra obra; y me voy convenciendo
que la Santa Madre hará una de las suyas y muy grande en esta tierra catalana tan
industriosa y noble. Oremos y esperemos, pues si mortifica el Señor, también
vivifica. […].
La maestra de los espiritistas no sólo ha tenido que cerrar el colegio por falta de
niñas que le han tomado las hermanas, sino que ha tenido que irse de Gracia,
porque no quieren pagarle.
Los protestantes también se quejan de que les va faltando gente. Tienen las
Hermanas 70 jóvenes grandes que van a la escuela nocturna, y más de 170 que
van de día. Total 250, y tienen que despedir todos los días por falta de local. Ya
hablan de buscarles otra casa para ellas solas, y más local para escuela”38.

La RT de octubre, no puede silenciar tan importante noticia. El artículo se titula: “Un


Triunfo de la Compañía de Santa Teresa de Jesús”. Apenas hace tres meses que llegaron a
Gracia y ya “se ha triplicado el número de las alumnas, asistiendo hoy por término medio
170 niñas a la escuela de día, y unas 80 a las clases nocturnas”:

“Muchas de estas niñas ni sabían quién es Dios, ni siquiera santiguarse. Pedían


pan y no había quien se lo diese. Hoy, merced a los desvelos y sacrificios de las
hijas de la gran doctora Teresa de Jesús, van conociendo las verdades de nuestra
Religión y se despiertan a amar a su Dios […].
Pero el triunfo más estimable, la noticia más satisfactoria que debemos comunicar a
nuestros lectores es que ya han logrado dichas profesoras de la Compañía que uno
de los colegios dirigidos por una maestra espiritista se haya cerrado por falta de
niñas […]. Son más de 40 las niñas que frecuentaban las escuelas de perdición y
hoy frecuentan el Colegio de santa Teresa”39.

37
Tarragona 17/9/80. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.4,30). Un mes antes, Enrique de Ossó había pedido a
Saturnina que visitara al Arzobispo de Tarragona para hablarle de Gracia y pedirle en su diócesis misiones de
este tipo: “Quizás podrías visitar al S. Arzobispo y decirle algo de Gracia, y cuándo querrá confiarnos alguna
de sus parroquias más perdidas para luchas contra protestantes”. Batea 20/8/80. (Inédita en AGSTJ, E.
Vol.1,173).
38
Gracia 10/10/80. (Ed. Nº 154, original en AGSTJ, E. Vol.13, 121).
39
RT octubre 1880, 20. Continúa el artículo:”…Tenemos algunos de los catecismos espiritistas y protestantes
[…] los cuales servían de libros de texto para aquellas inocentes niñas, y no hay que decir que todo respiraba
odio a la religión católica, herejías y blasfemias. Se niega la divinidad de Jesucristo[…]. Aunque no fuese por
otra cosa que por este triunfo que han logrado sobre Satanás, deshaciendo una de sus sinagogas, la
Compañía de Santa Teresa de Jesús, daríamos por sobradamente recompensados nuestros afanes y trabajos
y contradicciones de buenos y de malos”.
317
El artículo termina, como era de esperar, con una nueva llamada a la colaboración
afectiva y efectiva de los lectores:

“Ayúdennos nuestros queridos lectores con sus oraciones y limosnas al sostén de


esta obra de Dios, que tanto ha de contribuir en la época actual a extender el
reinado del conocimiento y amor de Jesucristo por medio del apostolado de la
oración, enseñanza y sacrificio”40.

A finales de octubre se empieza a hablar de los exámenes de las alumnas y de su


preparación41. Sin embargo, todavía en noviembre, aún no han iniciado en la oración a las
niñas, seguramente porque les falta base. Enrique de Ossó no quiere que se precipiten,
pero les sugiere la posibilidad de enseñar este camino a las que libremente quieran,
aquellas que estén ya determinadas a iniciarlo:

“Dejadles hacer el cuarto de hora a las que quieran. Es el mejor medio para
santificarlas a todas las niñas y grandes”42.

Año 1881

A finales de enero, Enrique de Ossó estuvo algunos días en la villa de Gracia43. Algo de
lo que vio allí lo recrea en un artículo de febrero, titilado “La Pequeña Misionera”, donde
presenta un ingenuo diálogo entre dos niñas, antiguas alumnas de la escuela protestante.
Una de ellas, que ya frecuenta la escuela de santa Teresa, consigue que su amiga termine
viniendo también con las maestras de Santa Teresa. Destacamos, por su interés, la
respuesta de la misionera a las objeciones de su amiguita:

“Nuestras maestras no son monjas: son maestras de santa Teresa de Jesús (1).
Nos dicen cosas muy buenas y son muy amables y nos quieren mucho. Ven y lo
verás”44.

En todo caso, el testimonio positivo de la alumna, refleja el ideal de la educadora


teresiana. Y la invitación evangélica, ven y lo verás, es todo un símbolo de la autenticidad de
sus palabras.

En una carta de marzo, el Fundador encomienda a Teresa Plá que informe al Obispo de
Barcelona de sus trabajos apostólicos. Después de firmar, a modo de postdata, le habla de
temas financieros. Recuerda, una vez más, los años de verdadera escasez económica que
está viviendo la Compañía en sus 5 años de existencia y lo hace con una curiosa alusión a
la historia de José. Enrique de Ossó afirma con gracia que a la Compañía le sucederá a la
inversa de lo que ocurrió en el país de Egipto45. A los 7 primeros años de escasez,
sucederán los años de abundancia:

“Podíais mandar tarjeta y felicitación al Sr. Obispo por su santo que es el día 2 del
mes próximo, que creo se alegrará. Dile algo de vuestros trabajos apostólicos en
esa desdichada villa de desGracia […].
Escribe al Dr. Sanuy diciéndole o dándole satisfacción por si quiere el rédito de los
500 duros que son 25 duros. Dile que a pesar de estar pobres haréis esfuerzo si no
se puede aguardar. Indícale que tenga paciencia un par de años que son los de
40
Ibid.
41
Carta a “Sus hijas de Gracia”, Jesús 31/10/80. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.4, 16).
42
Carta a “sus hijas de Gracia. Dña. Teresa Plá”, Jesús 18/11/80. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.5, 33).
43
El 28 de enero escribe desde Barcelona a Saturnina y le anuncia su estancia en Gracia los próximos días.
Desde Gracia escribe el 30/1/81 dos cartas por lo menos.(Cf. Inéditas en AGSTJ, E. Vol.2,110; Vol. 14, 90;
Vol.11, 66).
44
RT febrero 1881, 137. La Nota (1) a pie de página dice así: “Sabido es que las de la Compañía de Santa
Teresa de Jesús, aunque visten hábito del Carmen, no llevan toca”.
45
Nos referimos al sueño de Faraón interpretado por José y a los hechos por él anunciados Cf. Gn 41.
318
esterilidad que nos quedan, y después vendrán los de abundancia, y entre tanto ya
se lo agradeceréis y pagaréis con oraciones […] Esperemos y oremos. San José
proveerá en todo, pues cada día tengo más confianza en él, que es tan bueno y
sabe lo que son apuros”46.

Debía de ser extremadamente apretada la situación económica. Prueba de ellos es que


no sólo aparece en la cartas, sino que la RT de abril en su Crónica Nacional empieza
presentando con toda crudeza la precariedad económica de la comunidad de Gracia. Antes
incluso de hablar de sus éxitos apostólicos, apela a la caridad de los lectores:

“Llamamos encarecidamente la atención de las personas caritativas de esta ciudad


y de la villa de Gracia, a fin de que contribuyan del modo que les sea posible al
sostenimiento de las religiosas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús,
establecidas en dicha villa, y que con tanto celo como fruto se dedican a la
educación e instrucción de las niñas, que cada día van aumentando, y cuya
transformación es evidente”.

[Las hermanas] “constantemente ocupadas en las escuelas diurnas y nocturnas,


por grande que sea su celo y abnegación, es de todo punto imposible —siendo
aquellas gratuitas— puedan subsistir con dos reales al día, asignación
insuficientísima para una vida de continuo trabajo y llevada hasta el heroísmo en
punto de privaciones”.

[Sería lamentable que las alumnas de esta escuela], “en casi su totalidad hijas de
obreros pobres, hubieran de verse privadas de una educación tan sólidamente
cristiana, como variadamente útil para éstas”.

Y al final, vuelve a pedir las limosnas:

“Las personas que tengan a bien favorecer con sus limosnas a las expresadas
Religiosas, ya mensualmente, ya cuando juzguen conveniente, lo podrán entregar
en Gracia, Travesera, núm, 41, 2ª, derecha, o en esta Administración”47.

Las cartas que conocemos de esta época se distancian más. Por ésta de mayo sabemos
que no es regular la asistencia a clase de las alumnas. A Enrique de Ossó se le ocurren
recursos pedagógicos para atraerlas de nuevo:

“Adelantad las niñas y que hagan todas algo de labores bonitas, pues aunque no
vengan a clase, el día de exámenes las convidamos a todas y volverán a clase[…].
Debéis preparar los libros de primera enseñanza. Las Gramáticas y cartapacios los
traeremos de ésta nosotros”48.

Un mes después, en junio, Teresa Plá recibe una carta interesante desde el punto de
vista pedagógico. En pocas líneas, el Fundador expone la importancia que tiene la solidez
en la enseñanza-aprendizaje. La evaluación inicial de las alumnas forma parte del método
didáctico de la Compañía, que ha de combatir tanto la ignorancia como la presunción y la
superficialidad en los conocimientos:

“Bien hacéis en examinar a todas las que vengan de otros colegios; pues hay
mucha ignorancia y mucha presunción; y muy poca solidez, y la Compañía de
Santa Teresa de Jesús viene a corregir esos yerros. No os dé pena, y sed
inexorables en esta parte. Poco y bien sabido vale más que mucho y mal. Debe
estudiarse por principios, y no pasar adelante sin saber bien lo de atrás. Poco
sabéis las de la Compañía todavía; pero podéis enseñar y dar lecciones de
46
Jesús 29/3/81 (Inédita en AGSTJ, E. Vol.5, 47).
47
RT abril 1881, 205.
48
Carta a Teresa Plá, Tarragona 3/5/81. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.5, 44).
319
provecho a muchos que creen saberlo todo. Así es el mundo. Vano, superficial en
todo”49.

A mediados de agosto, la Compañía abre otro colegio en el Ensanche de Barcelona


(Calle Gerona). Dolores Llorach ha de compaginar la responsabilidad de Gracia y la de esta
nueva comunidad50. Aunque viva en Barcelona, no ha de olvidar la necesidad de nuevo local
para el colegio de Gracia, pues ya se ha quedado pequeño el antiguo:

“Tú eres la Superiora de ésa del Ensanche y de Gracia; por consiguiente dispón en
una y en otra parte lo que creas más conducente a la honra de Dios […] Procura
estar en la distribución de premios de Gracia, y di al Cura de Jesús que se acuerde
del piso de Gracia, donde instalaremos colegio según hablamos, por septiembre.
Que nos ayude”51.

En otoño se incorporan a la Compañía algunas muchachas del colegio de Gracia:

Asunta, a punto de ingresar en el noviciado:

“La Asumpta de Gracia […] si podía marchar vaigui ab una germana (Concepción o
altra) á Tarragona y de alli amb Dña. Agustina marchi dillums a Tortosa. No obstant
hu deixo á la vostra millor discreció, puig no sé com esteu en la meva ausencia”52.

Hermenegilda, que ya va a vestir el hábito de la Compañía:

“Ayer vestimos el santo hábito a Josefa Ferrer de Santa Bárbara, y Hermeneguilda


Botey de Gracia”53.

En octubre, el Centro Católico de Gracia, de quien dependen económicamente las


hermanas, está buscando nuevo local para la Escuela de santa Teresa diurna y nocturna,
que ha crecido muchísimo, y otra casa para las hermanas. Con la experiencia de más de un
año en la Villa, al Fundador le preocupan las salidas nocturnas de las hermanas por
aquellas calles peligrosas y quiere evitarlas a toda costa. Por eso encomienda a Dolores
Llorach que solucione con los de la Junta del Centro Católico este problema:

“Me escriben las de Gracia que el mes próximo cambian de clase y de casa (creo a
la calle del Ángel ). Si no están las clases en la misma casa, no vayan de noche a
hacer la clase. De día pueden ir. Avísalo a las Hnas. de Gracia, que se deje ver el
Presidente contigo, pues quizás ahora sería ocasión oportuna de arregar un buen
local para todos, pues no conviene salgan las hermanas de noche. Que escriban si
algo le ocurre a los de la Junta”54.

Unos días después, Enrique de Ossó se mantiene en lo dicho. Si se encuentra lugar


adecuado, además de la Escuela diurna y nocturna, la Compañía podía abrir una Escuela
dominical, cosa que no había sido posible todavía:

“No nos conviene que las hermanas vayan de noche lejos por las calles de Gracia.
Diles que es nuestro deseo el hacer todo el bien posible, pero sin exponer a las

49
Jesús 3/6/81. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.5, 43).
50
A finales de septiembre Dolores deja de ser superiora de Gracia, y asume el cargo Teresa Plá (Cf. Carta a
Teresa Plá, Vich 23/9/81:Inédita en AGSTJ, E. Vol.6, 9).
51
Carta a Dolores Llorach, Jesús 19/8/81. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.15, 32). Unos días después vuelve a recibir
carta Dolores LLorach, muy ocupada en amueblar el nuevo colegio del Ensanche. Sin embargo, el Fundador
la urge a no abandonar el nuevo colegio de Gracia: “Activad lo de Gracia. Aquel Sr. Cura es muy bueno, pero
si no lo movéis no se moverá…” (Jesús 30/8/81. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.15, 26).
52
Carta a Dolores Llorach, Montserrat 30/9/81. (Inédita, en catalán, en AGSTJ, E. Vol.14, 75).
53
Carta a sus hijas de San Carlos, Hna. Dª Agustina, Jesús 24/10/81. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.11, 49).
54
Carta a Dolores Llorach, superiora del Colegio del Ensanche de Barcelona, Jesús 27/10/81. (Inédita en
AGSTJ, E. Vol.14, 23).
320
hermanas. Son religiosas, y merecen consideración. Busquen local a propósito y no
sólo escuela nocturna sino también dominical haremos por Jesús y su Teresa. Que
se lo digan las hermanas al Presidente y al Cura de Jesús que busquen local a
propósito e independiente”55.

El trabajo de las hermanas de Gracia no es comparable al de otros colegios de la


Compañía, ni en cantidad ni en calidad. Mayor número de horas, mayores dificultades y
escasez de medios. A finales de noviembre se le ocurre al Fundador que la comunidad del
Ensanche colabore con las de Gracia. Una especie de voluntariado o misión especial de
algunas hermanas del Ensanche de Barcelona, que dedicarán parte de su tiempo a la
Escuela nocturna de Gracia, que es agotadora. De esta manera, no sólo alivian el trabajo de
las hermanas de Gracia, sino que ellas mismas se enriquecen apostólicamente entrando en
contacto con una realidad de marginación social y religiosa:

“La Hna. Antonia Bordas que vaya todos los días por la tarde a Gracia, y que les
ayude en la escuela nocturna (y tal vez podría ir también Hna. Elisa) y quedarse en
Gracia, y a la mañana para las clases estar en ésa del Ensanche. Si la Hna.
Magdalena, algunas noches puede ir, que vaya también; conviene vean aquello, y
animen a aquella gente, y descansen un poquito a las hermanas”56.

Por fin, en diciembre se inaugura la Escuela Dominical, suponemos que después de


encontrar local adecuado:

“Procura asistir a la apertura de la Escuela Dominical, mañana por la tarde, de las


Hermanas de Gracia. Hacedlo muy solemne. Que haya sermón de los de la Misión
o Cura Párroco de Jesús, y que os bendiga la casa”57.

3. GRACIA Y OTRAS MISIONES DE FRONTERA

Podríamos aportar más datos sobre otros aspectos relacionados con la misión de Gracia:
la realidad misma de la villa, los colegios protestantes y espiritistas que se vieron obligados
a cerrar al quedarse sin alumnas, el Centro católico que hizo el contrato a la Compañía, la
situación socioeconómica de las niñas que frecuentaban la Escuela de santa Teresa, la
acción educativa y evangelizadora de la Compañía en aquel Colegio y su incidencia en la
villa, etc., etc. Con más información, las conclusiones serían más exactas y matizadas. Las
dejamos para un estudio posterior.

Con los datos que nos proporcionan las cartas, completados por la RT, podemos afirmar
que ésta fue, en aquel momento, una obra apostólica de frontera o de vanguardia. De
vanguardia, en el sentido militar del término, pues en esta población obrera de Cataluña, la
Compañía pudo ejercitar, como en ningún otro sitio, su ideal de conquista. Las hermanas lo
hicieron con la conciencia de que, trabajando en este lugar difícil, la Compañía ampliaba las
fronteras del reinado de Jesucristo. Se trataba no sólo de evitar que se fueran algunos, sino
—sobre todo— de atraer a los que ya se habían marchado. Porque en la misión de Gracia
era necesario educar cristianamente a los católicos, para que lo fueran con responsabilidad,
y había que recuperar a los más posibles.

Por otra parte, aquella misión de la Compañía en Gracia, que hoy nos puede parecer de
adoctrinamiento, no fue mera acción apologética del catolicismo militante. Su labor
educativa estaba inspirada en el principio evangélico del amor, a pesar de la envoltura
defensiva propia del momento histórico y eclesial. Si las hermanas llenaron sus aulas con
alumnas de otros colegios, no fue por propaganda ilícita o coacción, sino por el testimonio
55
Carta a Dolores Llorach, Jesús 31 del mes de santa Teresa 1881. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.13, 104).
56
Carta a Dolores Llorach , Jesús 22/11/81. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.15,31.
57
Carta a Dolores Llorach, Manresa 10/12/81. (Ed. Nº 192, original en AGSTJ, E. Vol.14, 64).
321
de las propias alumnas. El amor y la dulzura de las hermanas, aprendidos en la Escuela de
Jesús, —en la relación personal con Jesús—, atrajo a otras niñas a su Escuela.

Este mismo criterio apostólico fue el que en 1884 empujón a la Compañía a Portugal.
Coincidiendo con la Encíclica Humanun Generum, de León XIII, y con la publicación del
Catecismo acerca de la Masonería de Enrique de Ossó, llegan las primeras hermanas a
Portugal, donde la Francmasonería está haciendo estragos en el pueblo. Laicismo,
anticlericalismo extremado, desacralización de las instituciones, son los rasgos más
característicos de Portugal en aquel momento. Las hermanas son bien acogidas por el
pueblo sencillo en “un país tan necesitado de educación y enseñanzas cristianas”58. El P.
Lorenzo contentísimo con las de la Compañía “dice que son las más a propósito para
aquella nación y que mandará un convoy de la nación vecina […] para ensanchar las
fronteras del reinado del Corazón de Jesús”59.

Y éste fue también el criterio que sacó a la Compañía de la Península. En 1885, las
hermanas llegan a Orán, ciudad cosmopolita y plural en culturas, etnias y religiones.
Musulmanes y judíos conviven con protestantes y católicos, provocando muchas veces un
sincretismo religioso tal que “hay muchos hermanos que están en inminente peligro de
perder la fe, de perder su alma”60.

La Compañía llegará a estas tierras africanas con la misión específica de trabajar “para
que pueda salvarse la juventud, y con ella preparar una generación santa, por el influjo de
las madres, hijas o esposas católicas, como han de serlo las que se eduquen en la Escuela
de Teresa de Jesús”61. Antes incluso de la fundación, Enrique de Ossó considera Orán
como puerta y llave de otras fundaciones de vanguardia o misioneras:

“Providencial es esta fundación que ha de ser la llave de muchas otras por todo el
mundo, pues ancho campo se abre al celo de las Hijas de Teresa de Jesús, por ser,
al parecer, el punto más a propósito para que Jesús y su Teresa les cumplan el
deseo y peticiones y el fin de su Compañía, que no es otro que extender el
conocimiento y amor de Cristo Jesús por todo el mundo. Porque en verdad, pocas
ciudades hay en el mundo donde haya mejores condiciones para lograr este fin”62.

La Fundación de Puebla de los Ángeles, en 1888, puede considerarse también como


fundación de frontera, si tenemos en cuenta que en México se habían impuesto las escuelas
laicas, prohibiendo el Gobierno laico la formación religiosa de la juventud y sobre todo la
intervención de religiosos en la educación.

Ya en 1877, cuando el Obispo de Eumenia se encontró con Enrique de Ossó, sintonizó


de tal manera con el Fundador de la Compañía en su percepción de la sociedad y de la
Iglesia y en su propuesta apostólica, que asumió como propio aquel proyecto. El obispo
carmelita reconoció en el naciente Instituto una misión actualísima, especialmente idónea
para su propia nación, algo en lo que él venía pensando cuando llegó a Europa. Tal sintonía
apostólica le sirvió de confirmación al Fundador de la Compañía, como él mismo recuerda
en una breve nota histórica:

“Vino la peregrinación teresiana […] a Ávila y Alba de Tormes, y se confirmó esta


obra de celo, mereciendo la aprobación y plácemes […] muy especialmente del
señor obispo de […] Eumenia, Ilmo. Sr. Moreno, el cual había venido de América a
58
RT 1883, 209.
59
RT 1883, 209.
60
RT 1882, 273.
61
RT 1882, 273.
62
RT 1882, 272. Continúa el texto: “En Orán hay más de veinte mil españoles, los cuales por ir tras el alma del
negocio […] echan en olvido por completo el único importante negocio del alma. Añádase a esto que el
contacto y trato y dependencia a veces de personas indiferentes, impías y sectarios de todas las religiones,
como son: moros, judíos, protestantes, etc., etc., que tanto abundan en Orán, les obligan a la mayor parte de
los españoles a vivir sin Religión…¡Cuán necesitada estará esta región del rocío de la gracia del cielo!…”.
322
Europa, teniendo un mismo pensamiento o plan que el de la Compañía de Santa
Teresa de Jesús, sobre todo en el modo de proceder y vestir, porque quería fuesen
religiosas, pero sin parecerlo o sin tocas, por cuanto así mejor se pueden favorecer
los intereses de Jesús en muchos casos…”63.

Monseñor Moreno, no sólo reconoció en La Compañía de Santa Teresa de Jesús su


mismo espíritu teresiano, sino que estaba convencido de que aquella estrategia apostólica
era especialmente válida para llevarla a su nación de México64.

Terminamos el capítulo afirmando que tanto las Advertencias para la fundación de los
Colegios de la Compañía, que comentamos al principio, como las opciones apostólicas de
vanguardia a las que nos hemos acercado a través de las cartas, son interesantes para
nosotros no sólo porque describen el modo de proceder de la Compañía en las primeras
fundaciones, sino porque revelan un criterio de actuación perenne, que naturalmente sigue
teniendo vigencia hoy.

Éste es el criterio que puede y debe iluminar los difíciles discernimientos que se le
presentan actualmente a la Compañía, al replantearse —como ocurrió ya en los
comienzos— qué posiciones apostólicas debe abandonar y en qué otros lugares peligran
especialmente los intereses de Jesús, y en consecuencia tendrá que fundar65.

Sin más comentario, ponemos punto final con dos textos suficientemente expresivos de la
actitud y la decisión de Enrique de Ossó.

El primero de ellos pertenece a una carta de finales de 1882, en la que se comunica a Dª


Cinta Talarn el cierre del colegio de Vilallonga; decisión tomada ante la falta de hermanas y
la oferta de otras obras que prometen más fruto apostólico que áquella:

“No van las Hermanas a Vilallonga. Irán a Orán y Almunia, donde hay más
necesidad […]. Ni almas ni dineros se sacaban de aquella residencia […]. No nos
convienen esas pequeñas fundaciones a no ser que haya mucho que hacer por los
intereses de Jesús. Verdaderamente estamos pobres y adeudados, pero confío”66.

El segundo texto es un poco posterior. No habla de hechos concretos sino de deseos.


Revela más bien una vocación, una llamada carismática a educar futuros maestros y
educadores. Una opción preferencial por la formación de los que van a ser formadores:

“Ojalá todas las discípulas que frecuentan los colegios de la Compañía sean
después maestras! Ojalá todas las escuelas Normales o Centros de Educación de
la mujer estuviesen en nuestra mano para formar maestras según el espíritu y
doctrina de […] Teresa de Jesús. Oh, ¡cuán presto todas las cosas quedarían
restauradas en Cristo! Para atender a esto, con gusto abandonaríamos todos los
Colegios”67.

63
OG, en EEO II, 145. En un artículo de RT cuenta esta coincidencia: “El virtuoso Obispo de Eumena, hijo
distinguido de la Descalcez Carmelitana, abunda en los mismos deseos que nosotros y, excepción hecha de
algunos ligeros detalles, su plan de regenerar el mundo por medio de la educación de la mujer según el
espíritu de santa Teresa de Jesús, es idéntico al nuestro. Grande fue nuestra satisfacción al oír de sus labios
autorizados que trataba de hacer lo mismo que nosotros ha dos años teníamos pensado y era ya obra en
gran parte [la Compañía]. Parece que nos habíamos concertado sin vernos no conocernos en este punto”.
(RT febrero 1878, 146, en EEO III, 848).
64
Sobre estas fundaciones de Portugal, Orán, México, etc. hemos hablado en el capítulo cuarto B: “Religiosas
sin parecerlo”. (Cf. 2.2. “No llevan hábito” y “Conclusión”: la carta final.
65
Sobre este punto se hacen unas indicaciones en las Conclusiones; La Compañía hoy.
66
Barcelona 29/11/82. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.2, 74).
67
Segunda Parte de las Constituciones presentadas a la aprobación pontificia en 1888. El fragmento que está en
cursiva desapareció por indicación de la 22ª Animadversión. El texto manuscrito se encuentra en AGSTJ, E.
Vol. 24, 30. Y la parte publicada está en EEO II, 347.
323

PARTE IV

EL TRIPLE APOSTOLADO
DE LA COMPAÑÍA

“El fin de la Compañía de Santa Teresa de Jesús es,


no sólo atender con todo ahínco a la propia salvación
y perfección, con el favor de Dios, sino celar
con sumo interés la mayor honra de Cristo Jesús,
extendiendo el reinado de su conocimiento
y amor por todo el mundo, por medio del apostolado
de la oración, enseñanza y sacrificio”.

(SC, en EEO II, 14).


324
INTRODUCCIÓN

En cuanto comunidad apostólica, la Compañía de santa Teresa de Jesús “busca en todas


las cosas primeramente el reino de Dios y su justicia”1, participando de la misión de la Iglesia
con su carisma específico. “Celar la mayor gloria de Dios por medio de la salvación de las
almas”2. Es decir, que el Amor de Dios, manifestado en Jesús, sea conocido y acogido por
todos, ya que “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno
de la verdad” (I Tim2,4).

En su proyecto de vida o Regla fundamental, las hermanas han optado exclusivamente


por “los Intereses de Jesús” —el Padre y los hermanos—, y quieren “extender por todo el
mundo su conocimiento y amor”, porque quien conoce a Jesús, conoce al Padre. Y porque
sólo en Jesús los hombres y mujeres de todos los tiempos encuentran su identidad más
profunda, aquello para lo que han sido creados, su vocación de hijos y hermanos.

Por su vocación específica en la Iglesia, la Compañía está llamada a vivir el proyecto


evangélico de una manera concreta. Con el espíritu de Teresa que vivió Enrique de Ossó,
que determina un servicio ministerial en la Iglesia y un estilo de vida personal y comunitaria.
El Fundador sintetizó esta especificidad en una fórmula, que hoy puede parecernos un tanto
críptica: “Regenerar el mundo3 por el apostolado de la oración, enseñanza y sacrificio”.

Esta Cuarta Parte del estudio está dedicada a profundizar el significado y alcance de la
fórmula, a fin de contribuir a una mejor comprensión del Triple apostolado de la Compañía.
Nos preguntamos qué quiso decir Enrique de Ossó. Qué entendieron las primeras hermanas
y las personas relacionadas con la Compañía. Qué entendemos nosotras, teresianas de
hoy, y cómo hemos de vivirlo.

El capítulo único que integra esta Cuarta Parte es, en realidad, una síntesis de las tres
primeras. Una especie de recapitulación de todo lo anterior, planteado ahora desde un
nuevo punto de vista.

1
Cf. SC y C en EEO II, 96 y 58.
2
Una de las primeras formulaciones del Fin, “Fines principalísimos de la Compañía de preferencia de santa
Teresa”, en EEO II, 408.
3
Hay variantes de la fórmula: “Para restaurar en Cristo Jesús todas las cosas, por medio de…”. “Para hacer
conocer y amar a Jesús por medio de…”. Para educar a la mujer según el espíritu de santa Teresa por medio
de….”.
326
CAPÍTULO 17

ORACIÓN, ENSEÑANZA Y SACRIFICIO.

Habría que empezar definiendo qué entiende el Fundador de la Compañía por


apostolado. En realidad Enrique de Ossó utiliza el término en su sentido más común y
sencillo y en ningún momento se plantea tener que definir su significado. “Apostolado” para
él —lo mismo que para el clero y los cristianos de finales del siglo XIX— era sinónimo de
“actividad apostólica”, es decir, una “colaboración humana y concreta en la única misión
salvadora de Jesús”.

Actualmente significa lo mismo, aunque en medios eclesiales y pastorales —especial-


mente entre religiosos y religiosas—, se observa una tendencia a evitar o sustituir ese
término, como reacción al abuso de épocas anteriores. El documento Vita Consecrata
apenas utiliza 4 ó 5 veces el término apostolado. Hoy se habla de “mediación apostólica”,
“ministerio pastoral”, “servicio ministerial” o simplemente “servicio” o “ministerio”, y más
recientemente de “diaconía”. El documento conclusivo del XIV Capítulo General de la
Compañía, dice textualmente: “La Compañía, como todo Instituto de Vida Religiosa, está
llamada a subrayar y visibilizar un modo peculiar de vivir el seguimiento de Jesús en su
estilo de vida, en su espiritualidad y en su apostolado. Estos elementos constituyen lo
esencial de nuestra identidad. Como hijas de San Enrique de Ossó hemos recibido el don y
la tarea de “conocer y amar y hacer conocer y amar a Jesús por la oración, enseñanza y
sacrificio”1.

“EL APOSTOLADO DE LA ORACIÓN, ENSEÑANZA Y SACRIFICIO”

En el artículo primero de las Constituciones de la Compañía2 quedó acuñada para


siempre la fórmula tripartita del apostolado en la Compañía, y desde entonces se ha
repetido cientos de veces en todo tipo de documentos:

“El fin de la Compañía de santa Teresa de Jesús es no sólo […] sino celar con
sumo interés la mayor honra de Cristo Jesús, extendiendo el reinado de su
conocimiento y amor por todo el mundo por medio del apostolado de la oración,
enseñanza y sacrificio”3.

Hoy seguimos repitiéndola, aunque resulta demasiado estilizada y no siempre bien


entendida. En los comienzos, aquella triple fórmula era algo vivo. No había nacido con la
Inspiración, ni siquiera el 23 de junio, pero se llegó a ella bastante pronto, cuando la
Compañía apenas tenía unos meses de vida. Se fue gestando sobre la marcha, y expresaba
la vida misma de la Compañía. Para el Fundador tenía un contenido rico y denso, que las
hermanas comprendieron muy pronto. La repetición de la fórmula era siempre un estímulo,

1
“Un encuentro que da Vida”, Documento conclusivo del XIV Capítulo General de la Compañía de Santa
Teresa de Jesús , Roma 1999, párrafo 32.
2
SC, publicadas en 1882 y C de 1888, en EEO II, 14 y 15.
3
SC y C en EEO II, 14 y 15.
328
animaba la vida y la acción de la comunidad primitiva, pues condensaba su modo de
proceder bien concreto.

Comprender hoy su significado original nos exige conocer cómo se gestó. Cuál fue el
proceso hasta la fórmula completa y cuáles las vacilaciones. Qué otras variantes
coexistieron con ella, matizando y explicando su significado global.

En agosto de 1877, la primera comunidad de Tarragona, recibe por correo “Una buena
parte de las Reglas y Constituciones vistas por nuestro Sr. Obispo”4. Es lo que en la
tradición de la Compañía se conoce como “Directorio Provisional”5 —segundo esbozo de lo
que serían las Constituciones publicadas en 1882—, y aquí aparecen ya formulados el Fin y
los Medios apostólicos, los mismos de las Constituciones. A partir de este momento, sin
embargo, en los escritos sobre la Compañía se alternarán varias fórmulas. La oficial con el
tríptico: oración, enseñanza y sacrificio; otra también frecuente con el díptico: oración y
enseñanza; e incluso algunas veces se hablará únicamente del apostolado de la enseñanza.

¿Qué significado encontramos a estas variantes? Más que las mismas fórmulas —con los
tres, con dos o con uno de los elementos—, nos interesan, para nuestra reflexión, las glosas
o breves comentarios que acompañan a las fórmulas, pues son las que iluminan y orientan
la interpretación adecuada de las mismas. Nos acercamos a ellas con cierto orden.

1. “EL APOSTOLADO DE LA ENSEÑANZA”

Cronológicamente ésta es la fórmula más antigua y por otra parte es una fórmula
persistente. En el documento de Inspiración del 2 de abril no se habla todavía de
apostolado, pero sí de enseñanza. Recordamos con qué claridad y fuerza se plantea como
mediación carismática íntimamente unida al fin, mucho más amplio:

“Fin: regenerar el mundo, en especial nuestra España, por la educación de la mujer,


según el espíritu de santa Teresa de Jesús”6.

Tampoco se habla de apostolado en la carta a Sardà, firmada al día siguiente del


nacimiento de la Compañía:

“Ayer los empecé [ejercicios] a 9 jóvenes teresianas escogidas, que se disponen a


formar una Compañía de santa Teresa […] aspirando nada menos que a regenerar
España por la educación de la mujer según el espíritu de la gran Santa su Madre”7.

En agosto de 1876 ya está acuñada esta primera fórmula. Sin embargo en el artículo de
presentación de “La Compañía de santa Teresa de Jesús”, el Fundador prefiere hablar del
nuevo instituto siguiendo la línea del documento de inspiración:

“Extender el reinado del conocimiento y amor de Jesucristo por el mundo, por


medio del ejemplo y la educación cristiana”8.

Y hay que esperar al segundo artículo, también de agosto, “El árbol de Santa Teresa”,
para estrenar la fórmula como tal:

“Jóvenes […] que desean obedeciendo promover en la mayor escala posible que es
dado a una mujer en el siglo XIX, estos divinos intereses por medio del Apostolado
de la enseñanza”9.

4
Carta a Teresa Plá, Tortosa 8/8/1877. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.1, 40).
5
Publicado en EEO II, 414 y ss.
6
EEO II, 404.
7
Carta a Sardà Nº 38.
8
EEO III, 796.
329

A partir de este momento, en diversas ocasiones y contextos, encontrarnos esta fórmula


primera, la más breve, que combinará con expresiones sinónimas de este tipo: “Las
hermanas se consagran, o se dedican preferentemente, o incluso, se consagran con voto
especial:

 En las primeras fundaciones de colegios:

“Hoy hace un mes que empezasteis vida de apostolado de la enseñanza”10.

 Al recordar la Inspiración, en la primera nota histórica de la Compañía:

“Y pensando me ocurrió: O Congregación o Asociación, con el título de Compañía


de Santa Teresa de Jesús, que se dedicasen a la enseñanza para regenerar el
mundo, educando a la mujer según el espíritu de santa Teresa de Jesús, a la que
dediqué la revista hacía cuatro años, y tres que había fundado la Archicofradía
teresiana”11.

 En distintos capítulos de las Constituciones de 1882 y 1888:

“Con la salud del cuerpo tengan prudente cuidado, para poder gastarla en el
apostolado de la enseñanza a la mayor gloria de Dios”12.

“Las austeridades y penitencias exteriores no deben jamás prescribirse por regla


[…] porque dañan e impiden mayores bienes, esto es, el conveniente ejercicio del
apostolado de la enseñanza, que es el fin principal de la Compañía”13.

 Al evaluar los frutos de la enseñanza de los colegios:

“Acaban de celebrarse los exámenes […]. Dios bendice los desvelos de la


Compañía por extender el reinado del conocimiento y amor de Jesucristo por el
Apostolado de la enseñanza”14.

 En la Aprobación diocesana de la Compañía:

“Vistas y examinadas las Constituciones o reglas por las que se gobierna la


Compañía de Santa Teresa de Jesús […], juzgándolas muy conducentes al santo y
perfecto fin que se propone la Congregación de doncellas consagradas por voto a la
enseñanza de las niñas […] aprobamos las expresadas Constituciones”15.

 En el librito de “Exámenes” escrito para contribuir al conocimiento propio de las


Hermanas:

“Es el apostolado de la enseñanza, amadas hijas en el Señor Jesús y su Teresa, el


preferente o principal fin de vuestra obra de celo y el que además es consagrado
con voto especial […] La Virgen María […] os alcance, con la Maestra de los Sabios
Teresa de Jesús, de la Sabiduría eterna Cristo Jesús, gracia eficaz para cumplir

9
EEO III, 798.
10
Carta a Cinta Talarn del 19/1/1880. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.1,61)
11
“Apuntes sobre el origen de la Compañía”, Barcelona 5º aniversario de la concepción del plan o idea de esta
obra de celo, 2 abril de 1881, en EEO II, 429.
12
SC y C en EEO II, 100 y 101.
13
C en EEO II, 103.
14
Carta a Saturnina, 17/7/1884. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.3, 149).
15
Documento de Aprobación, Tortosa 26 de enero de 1884, firmado por Francisco Obispo de Tortosa.
(Incorporado en hoja aparte a las Constituciones de 1882).
330
vuestro bellísimo Plan de Estudios en todas sus partes y con toda la perfección
posible, a fin de ser las primeras en extender el reinado de su conocimiento y
amor”16.

“¿Lo dirijo todo al fin esencial de este Apostolado [de la enseñanza] que es formar a
Jesús en el entendimiento de la niñez por la instrucción; en el corazón, por la
educación y en el exterior por la modestia cristiana?”17.

 Cuando la Compañía salga hacia América, el Fundador la compara con Teresa de


Jesús, que envidiaba a los predicadores y misioneros:

“Por todo hemos dado gracias a Jesús y su Teresa, pues así bendicen a sus hijas
que, más afortunadas que su Santa Madre en este punto, han pisado el Nuevo
Mundo, y van a ejercer el benéfico apostolado de la enseñanza”18.

 Con motivo de la Aprobación oficial de la Compañía, por el Gobierno español, como


congregación dedicada a la enseñanza:

“…Ha sido aprobada el 1º de este mes de mayo por Real orden, como instituto de
mujeres de enseñanza de niñas, y párvulos de uno y otro sexo.
Esta Real orden se ha dado […] en consideración a los frutos que ya dá y ha de
dar, con el favor de Dios, en el orden moral y social la enseñanza cristiana de tan
beneméritas Hermanas, que ejercen su Apostolado de enseñanza en España,
Portugal, África y entrambas Américas.
Con esta aprobación nada les falta ya en su constitución para merecer los
plácemes de todas las personas que desean el bien y la regeneración de la
sociedad por el medio infalible y a veces único de la enseñanza 19.”

 En las meditaciones para las hermanas cuando se pasa cuenta de las diversas
actividades:

“ Mira cómo desde que has sido llamada a la Compañía no ha cesado todos los
días de llamarte interiormente […] invitándote a que le sigas lo más de cerca
posible. En el Noviciado, en el tiempo de estudios, al ejercer el apostolado de la
enseñanza, en tus oficios, todos los años en los santos ejercicios”20.

Al leer seguidos estos textos, quizás hayamos advertido que, exceptuadas algunas
formulaciones del principio, el resto están exigidos por el contexto en el que se habla del
ministerio o servicio activo. En estos casos, la omisión de los otros dos elementos está
perfectamente justificada, y por lo tanto no aporta luz especial a nuestro estudio. Habremos
de esperar un poco más para llegar a unas conclusiones correctas.

16
Dedicatoria de Exámenes fechada el 23 de agosto de 1885 en Montserrat, en EEO II, 440.
17
EF en EEO II, 441.
18
Carta a Saturnina Jassá 24/I/1889.(Ed. Nº 402, original en AGSTJ, E. Vol.4,109).
19
RT 1892-93, 237.- En los Apuntes Biográficos de J. B. ALTÉS se alude también a este hecho: “Vista la
instancia elevada por V.S. a este Ministerio con fecha de 10 de mayo de 1891, solicitando se aprobase el
Instituto religioso, de que es fundador, denominado “Compañía de Santa Teresa de Jesús”, cuyas
Constituciones acompañaba y de las cuales resulta, que tiene por objeto la enseñanza de niñas y párvulos de
ambos sexos, gratis para los pobres […].Considerando el fin altamente moral y social del Instituto, y el bien
que está llamado a producir por medio de la enseñanza cristiana: S.M. la Reina (Q.D.G.) Regente del Reino,
en nombre de su Augusto Hijo, ha tenido a bien aprobar dicho Instituto religioso de mujeres y su
establecimiento […]. 1 de mayo 1893. Montero Ríos”. RT 1898-1899, 213.
20
EE, en EEO II, 652.
331

2. “EL APOSTOLADO DE LA ORACIÓN Y LA ENSEÑANZA”

Mucho más significativa es la frecuente fórmula bipolar, que habla del apostolado de la
oración y la enseñanza. Esta segunda fórmula remite inmediatamente a la vida apostólica,
de la que hizo experiencia personal Enrique de Ossó y en la que inició a la Compañía.
Recordemos aquella oración juvenil al Espíritu Santo, la víspera de Pentecostés, y el texto
programático de Hch 6,4 con el que se abren las Constituciones de la Compañía de 1882.
La vida de Jesús, el Maestro, dedicada a la oración y a la predicación o enseñanza, es el
argumento que tiene mayor fuerza para la Compañía:

“Considera el ejemplo que te da Cristo […] que estuvo del todo ocupado en el
Templo, en la oración y doctrina o enseñanza”. “Aprende de aquí a ocuparte, como
te enseña Cristo y te mandan tus reglas, con todo ahínco, en los apostolados de la
oración y enseñanza”21.

Como los Doce, los discípulos-apóstoles, que compartían vida y misión con el Maestro:

“Nosotras nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra”. (Hch 6,4).

2.1. “La Compañía escoge, después de la oración, la enseñanza”

Con la inspiración del 2 de abril y el nacimiento de la Compañía, la educación o


enseñanza se presentaba como el elemento característico, es decir, aquel que distinguía
esta nueva obra de celo del resto de las obras apostólicas teresianas de Enrique de Ossó.
Pero unos meses después, en la formulación de la misión apostólica de la Compañía,
Enrique de Ossó recupera la oración, que en los primeros meses había quedado “implícita”
al explicitarse sólo el elemento “nuevo” y de ministerio activo, la enseñanza. Por fin
reaparece con fuerza, la oración. La misma Teresa de Jesús es quien lo explica en este
artículo programático:

“La Compañía escoge, después de la oración, el apostolado de la enseñanza. Por


ser el que mejor favorece la extensión del reinado del conocimiento y amor de
Jesucristo”22.

Sin muchas palabras, queda explicado el porqué de la enseñanza, a la vez que la oración
vuelve a ocupar su lugar preferente entre las mediaciones apostólicas. A través de la
educación teresiana, las nuevas generaciones de cristianos y cristianas podrán conocer
mejor a Jesús, convirtiéndose ellos mismos en nuevos apóstoles de su conocimiento y
amor, hasta que Jesús sea conocido y amado por todos. Éste es el ideal de Enrique de
Ossó. Éste es el ideal de la Compañía de Santa Teresa de Jesús.

2.2. “Los apostolados de la oración y enseñanza,


son los que mejor favorecen el fin”

Desde 1877 se habla de oración y enseñanza como de las dos grandes “tareas” de la
Compañía en su misión apostólica. Hemos visto en ello la influencia de Jesús, contemplado
por Enrique de Ossó como Apóstol y Maestro, influencia que llega también a los lectores de
la Revista, a quienes el Director les urge a ser apóstoles con la oración y la acción:

21
EE, en EEO II, 668.
22
RT agosto 1879, en EEO III, 803.
332
Les dice en enero de 1878:

“Y en medio de esta universal perturbación […]. Oremos y trabajemos. Oremos,


pues, amantes teresianos que no hay males incurables mientras sepamos orar […].
Mas no basta orar. Es necesario trabajar. Promover las obras de celo, de
educación, de sacrificio o penitencia. Así será santo el año 187823.

En abril vuelve con la misma idea:

“Oremos, pues, [ …]. Oremos y trabajemos. Campo inmenso para orar y trabajar
nos ofrece la Hermandad Teresiana Universal, que tal vez es la última tabla que
Dios echa en este mar borrascoso para salvarlo […].
Allí nos veamos todos los amantes teresianos después de haber orado y trabajado
por extender el reinado social de Jesucristo”24.

Volviendo a la Compañía, veamos algunos textos que ejemplifican el binomio apostólico


de la nueva Obra, tal como la proyectó su Fundador y se fue haciendo vida en años
sucesivos. Escritos en situaciones y en tiempos diversos, están extraídos de contextos
diferentes, pero tienen todos algo en común: La convicción de que oración y educación son
las dos mediaciones apostólicas de la Compañía. Se dan diferentes razones, se explica su
relación con el fin, pero en todo caso aparecen siempre como el apostolado de la Compañía.
Veamos algunos ejemplos:

 Una carta inédita a Teresa Plà, cuando está tramitando la construcción de la Casa
matriz:

“Meditado el asunto de la casa de Sans […] debo decirte porque lo comuniques a la


interesada, que aceptamos la casa convento que me ofreció para la obra de la
Compañía de Santa Teresa de Jesús destinada a regenerar el mundo por medio del
apostolado de la oración y enseñanza”25.

 Varios artículos de la Revista, en los que se presenta a la Compañía como obra de


todos. De todos los discípulos de Teresa de Jesús, a quienes se les pide colaboración
de todo tipo:

Obra actualmente muy combatida:

“Nace apenas la obra de celo de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, y ésta,


más aún que la primera [Archicofradía], por ser formada de gente escogida, excita
las iras del infierno que se aúnan para darle muerte, si posible fuera, antes de
nacer. Los días de esta obra predilecta de la gran Santa se cuentan por los
combates y por los triunfos: combates y triunfos que no son más que ligero preludio
de las luchas que ha de sostener y victorias que ha de reportar al pasar por el
mundo ingrato haciendo bien por medio del Apostolado de la oración y enseñanza.
Quien esté enterado de esta obra, que lleva todas las señales de ser obra de Dios,
puede decir con verdad si exageramos”26.

Responde a las orientaciones pastorales de León XIII:

“Retiramos el artículo doctrinal para dar cabida a la importantísima carta que Su


Santidad León XIII dirige al Cardenal Vicario de Roma. Mediten atentamente su
contenido nuestros lectores, y se convencerán una vez más que el campo donde
riñen sus batallas la verdad y el error es la enseñanza. Esto nos confirma, una vez
23
RT “Desde la Soledad”, enero 1878, 106.
24
RT “Desde la Soledad”, abril 1878, 192.
25
Carta a Mn. Sanfeliú de 1878. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.27, 55).
26
RT noviembre 18 78, 36.
333
más; en lo admirablemente oportuna y aun necesaria que es hoy día la obra de celo
de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, consagrada a extender el reinado del
conocimiento y amor de Jesucristo por el mundo por medio del Apostolado de la
oración y enseñanza”27.

Es un instituto apostólico activo y teresiano, que se define carismáticamente por la


integración de contemplación y acción. Como los apóstoles, como Teresa de Jesús. Para
explicar tal armonía el Fundador recurre ahora a la explicación que da santo Tomás de su
orden, caracterizada por una forma de vida mixta:

“De las Religiones aprobadas por la Iglesia [la Compañía] ha tomado la oración y la
acción, que es lo más excelente pues, como enseña santo Tomás28, es más
perfecta la vida contemplativa que produce la activa, que la vida simplemente
contemplativa. Por eso, añade el Santo, tienen el grado sumo o más excelente, las
Religiones que están ordenadas a la oración y enseñanza. Además la mejor
Religión no es la más estrecha”29.

 Algunas cartas formativas para las hermanas:

“Cuidaos y no padezcáis, en esto ni en lo demás, inútilmente. Guardad la salud


para gastarla en el apostolado de la oración y enseñanza”30.

 Un artículo conmemorativo del 5ª aniversario de la fundación de la Compañía de Santa


Teresa de Jesús:

“Bendito sea tan generoso Corazón [de Jesús], que después de cinco años nos
deja contar hasta nueve casas o residencias donde reciben cristiana educación más
de mil niñas, a las que se hace conocer y amar a Jesús, María, José y Teresa de
Jesús todos los días por medio de la oración, enseñanza y buenos ejemplos”31.

 Al evocar la vida de una de las Fundadoras que acaba de morir:

“Hoy a las 10 en punto ha pasado a mejor vida vuestra Provinciala Hna. Llorach
e.p.d., después de una larga agonía. Su muerte ha sido la del justo. Orando y
predicando hasta morir ¡Y con qué fervor!”32.

Es verdaderamente significativo que, al comienzo del capítulo décimo de la


Constituciones: Celo por los Intereses de Jesús, se plantee en esa clave la participación
carismática de la Compañía en la Misión salvadora de Jesús:

27
RT abril 1879, 189.
28
Question 188, 6ª, 2ª-2. Citado en SC: EEO II, 60.
29
RT agosto 1879, en EEO III, 802. Esta explicación la encontramos en diversos escritos. En “Razones para
ingresar en la Compañía” (1879?) las razones 7ª, 8ª y 9ª hablan de esto ( autógrafo inédito, en AGSTJ, E.
Vol.25, 64-65). Y en una meditación del Cuarto de Hora dice así: “Pondera la excelencia de ésta mi obra de
celo [...].“De las Religiones aprobadas por la Iglesia ha tomado la oración y la acción, que es lo más
excelente, pues como enseña santo Tomás, es más perfecta la vida contemplativa que produce la activa, que
la vida simplemente contemplativa. A la manera que es más perfección iluminar a otros que brillar
simplemente, así también es más perfección enseñar, comunicar las cosas contempladas a otros, que
contemplar simplemente. Por eso, añade el Santo, tienen el grado sumo o más excelente, las Religiones que
están ordenadas a la oración y enseñanza. Además la mejor Religión no es la más estrecha[…].Los medios
que emplea esta obra de celo son los más suaves y eficaces para lograr su fin. Oración continua, silencio
riguroso, obediencia extremada, humildad, magnanimidad, celo por los intereses de Jesús, estudio. He ahí lo
que va formando el corazón de mis hijas […]. Santidad y sabiduría, tomándome a mí por modelo: He ahí lo
que las prepara para ejercer provechosamente su apostolado […]. La Compañía escoge, después de la
oración, el apostolado de la enseñanza, por ser el que mejor favorece la extensión del reinado del
conocimiento y amor de Jesucristo”.
30
Carta a Agustina Alcoverro, que está en Maella, 28/12/1879. (Ed. Nº 115, original en AGSTJ, E. Vol.16,78).
31
RT junio 1881 “Quinto aniversario de la Fundación de la Compañía de Santa Teresa de Jesús “, 251.
32
Carta Inédita a Saturnina 2/12/1887. (Inédita en AGSTJ, E. Vol.11,133).
334
“Uno de los intereses más preciados o estimados del Corazón de Jesús y su
Teresa es la salvación de las almas […]. Ésta es la sed que devora a Jesús y a su
Teresa, que desde el cielo nos claman de continuo: Dadme almas, hijas mías, lo
demás tomadlo para vosotras”33.

Y que se especifique concretamente en qué consiste, y por qué ésa y no otra


colaboración:

“...A calmar esta sed viene la Compañía de Santa Teresa de Jesús, sacrificando
sus fuerzas y su vida toda en el ejercicio de los dos apostolados más eficaces de
salvación y conversión: la oración y enseñanza”34.

Este artículo 36 del Sumario de Constituciones es totalmente coherente con los textos
citados más arriba, y nos remite otra vez al versículo programático —“Nosotras nos
dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra”— estratégicamente puesto en el
pórtico de las Constituciones y repetido en el capítulo primero. Enrique de Ossó lo glosó de
esta manera, explicando su sentido para la Compañía:

“[El de la Compañía] es el fin que tuvieron Jesucristo y los Apóstoles: Orar y


enseñar. Docete euntes ergo. Los Apóstoles dejaron de administrar las mesas o los
negocios temporales para consagrarse con toda libertad y de lleno a orar y enseñar.
Lo mismo hacen las de la Compañía: dejan todas las cosas, para consagrarse
exclusivamente a la oración y enseñanza”35.

El comentario del Fundador pone de relieve la importancia de la oración y la enseñanza,


tanto en el caso de Jesucristo y los Apóstoles, como en el de la Compañía, concediéndoles
un valor sustantivo. Lo que en otros lugares se presentaba como mediación, aquí se plantea
como fin, en el deseo de subrayar la coherencia y la interrelación carismática entre misión y
modo específico de realizarla.

Según el libro de los Hechos, los apóstoles abandonaron otros posibles servicios a la
comunidad para “consagrarse con toda libertad y de lleno” a lo que era constitutivo de su
misión, y por lo tanto, no delegable. “Lo mismo hacen las de la Compañía: dejan todas las
cosas para consagrarse exclusivamente a la oración y enseñanza”. Desde esta lectura e
interpretación, la relativización de todo lo que no es oración y enseñanza o predicación, y la
dedicación exclusiva a lo específicamente apostólico, entendido en esta clave, es lo propio
de la Compañía. Es decir, “las de la Compañía” —como Jesús, como los Apóstoles— “se
consagran exclusivamente a la oración y enseñanza”.

3. “EL APOSTOLADO DE LA ORACIÓN, ENSEÑANZA y SACRIFICIO”

Llegamos, otra vez, a la fórmula tripartita, la que ha prevalecido en las Constituciones y


documentos oficiales. Fórmula que se propone a la contemplación de las hermanas en una
de las principales meditaciones de los Ejercicios Espirituales:

“El Fin de las Hermanas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús es, no sólo
atender, con la gracia de Dios, con todo ahínco a la propia salvación y perfección,
sino celar con sumo interés la mayor honra de Cristo Jesús y extender el reinado
del conocimiento y amor a Jesucristo por todo el mundo, por medio de los
apostolados de la oración, enseñanza y sacrificio36: restaurar en Cristo Jesús todas

33
Cf. Gn 14,21 y VII M 4,12.
34
SC en EEO II, 60. Aunque en ese artículo se habla de “apostolados”, en otros lugares oración y enseñanza —
como hemos visto— aparecen como “actividades” cohesionadas, integradas en un único “apostolado”.
35
“Razones para ingresar en la Compañía de Santa Teresa de Jesús”. Texto inédito, en AGSTJ, E. Vol.25,64).
Ya se comentó en el capítulo octavo.
36
EE, en EEO II, 536 y 642 ( = Art. 1 SC).
335
las cosas, educando a la mujer según el espíritu y doctrina de santa Teresa de
Jesús. Así es que el fin de la Compañía de Santa Teresa de Jesús es la salvación y
perfección, tanto propia como ajena”37.

Con gran acierto, en esta meditación, y a modo de glosa o explicación breve, se reiteran
tres veces las tres mediaciones apostólicas de la Compañía —formuladas en infinitivo, forma
verbal que expresa acción—, asociándolas, cada vez, a una de las finalidades del instituto:

“Orar, enseñar, sacrificarte, para que todos conozcan y amen a Jesús.


Orar, enseñar, sacrificarte, para restaurar en Cristo Jesús todas las cosas
Orar, enseñar, sacrificarte, para educar la niñez y juventud femenil, según […]
Teresa de Jesús ”38.

“Restaurar todas las cosas en Cristo”, expresa el Fin último, la meta de la Iglesia, en la
que está empeñada la Compañía. “que todos conozcan y amen a Jesús” —revelador del
Padre y del hombre al propio hombre (Jn 17,3 y GS 22)— es la vida eterna para la persona,
su salvación y felicidad más plenas, y la expresión específica del Fin de la Compañía, en
cuanto carisma en la Iglesia y para el mundo. “Educar según el espíritu de Teresa” es el
servicio activo, la tarea o ministerio eclesial, mediante el cual, y junto con la oración, la
Compañía co-labora con otros carismas para que Jesús sea conocido y amado
(educadoras, catequistas, maestras de oración), y para que todas las cosas sean
restauradas en Cristo (apóstoles).

3.1. “…El apostolado del Sacrificio”

En la fórmula oficial, “el sacrificio” se presenta como apostolado de la Compañía, el


tercero de ellos, tras la oración y la enseñanza. Y esto, ¿por qué razón? ¿Cómo lo entendió
el Fundador y cómo las primeras hermanas?

La pregunta puede parecer extraña, pues no es difícil justificar la presencia del sacrificio o
de la cruz en la doctrina de quien estaba tan identificado con Jesús: “estoy crucificado con
Cristo, vivo yo, mas no yo es Cirsto que vive en mí (Gal 2,20)”. Como para Enrique de Ossó,
también éste era el ideal de la Compañía, experiencia paulina a la que tendían todos los que
se hacían discípulos de Teresa, y para los que Enrique de Ossó había creado una forma
más popular, propia del siglo: ¡Viva Jesús! ¡Muera el pecado!. Cuando habla de apostolado
del sacrificio en la Compañía, ¿se refiere, sin más, D. Enrique a esa necesidad de muerte al
yo, propia de toda vida cristiana, o pensaba además, en un modo específico de vivirla,
requerida precisamente por el modo de ser y de proceder apostólico de las hermanas?

Esperamos que sea el mismo Fundador quien nos lo diga. Aunque en este tema no es
muy explícito, encontramos algún texto breve, en el que insinúa o explica abiertamente el
lugar y el sentido del sacrificio en la vida apostólica de la Compañía.

El primero es de 1878. Pertenece a un artículo sobre educación, en el que hábilmente se


ha introducido a la Compañía como “semilla fecunda de bien”, que va creciendo “para que
venga el reino del Señor cuanto antes”. Dice así:

“De ahí es que la Compañía de Santa Teresa de Jesús ejercitará su celo, empleará
y gastará su caudal, sus fuerzas, su salud y talentos en lo que ha de aumentar más
y más los intereses de Jesús, escogiendo con preferencia el apostolado de la

37
EE, en EEO II, 536. en la página siguiente (537) dice: “Unos buscan su salvación, como todos los cristianos.
Otros su perfección, como todos los religiosos. Mas las hijas de la Compañía deben buscar su propia y ajena
salvación y perfección, y esto con sumo interés. Unos se contentan con alabar y servir a Dios ellos solos.
Vosotras por los otros también. Unos buscan la gloria de Dios, vosotras la mayor honra y gloria de Dios, sin
ninguna limitación”.
38
EE, en EEO II, 536.
336
oración y de la enseñanza, que son los más fecundos, los que más pingües réditos
han de dar a Jesús y a su Teresa. Y ejercitando estos dos apostolados se
sacrificarán por la salvación de sus hermanos, esto es, ejercerán el apostolado del
sacrificio, que es el último, más perfecto y más sublime apostolado”39.

Es la primera vez que encontramos una explicación como ésta, y prácticamente va a ser
la última. Como podemos observar sigue la lógica de Hechos 6,4 y su magnífico comentario,
que conocemos bien. Dejar todas las cosas, abandonar todo lo demás, despreocuparse
sobre todo de la propia persona para consagrarse con toda libertad y de lleno a orar y
educar, comporta necesariamente morir a sí misma. Se puede llamar sacrificio apostólico,
porque es el sacrificio de quienes han sido llamadas a ser apóstoles, o apostolado del
sacrificio porque “se sacrifican por la salvación de los hermanos”.

El segundo texto, mucho menos explícito, no necesita comentario porque insiste en la


misma idea. También pertenece a un artículo de la Revista, que habla de la Casa de
formación de la Compañía que se están construyendo:

“Proseguimos con lentitud más de lo que deseamos por la escasez de recursos las
obras de este grande edificio, destinado para ser como centro de toda España,
donde se formen en espíritu y letras las jóvenes católicas más animosas que
deseen sacrificarse, extendiendo el reinado del conocimiento y amor a Jesucristo
por los dos más excelentes Apostolados: el de la oración y el de la enseñanza”40.

El tercero, casi idéntico al segundo y contenido en el primero, es interesante sobre todo


porque pertenece al capítulo del Celo de las Constituciones:

“A calmar esta sed viene la Compañía de Santa Teresa de Jesús, sacrificando sus
fuerzas y su vida toda en el ejercicio de los dos apostolados más eficaces de
salvación y conversión: la oración y enseñanza”41.

Los tres textos constituyen un nuevo y fortísimo argumento para afirmar que la oración y
la enseñanza o educación son las mediaciones específicas de la Compañía. La vida entera
de las que son llamadas, sus cualidades, sus conocimientos, sus capacidades, se
consagran, se dedican, se emplean, se invierten en “los dos apostolados más eficaces de
salvación y conversión”.

Enrique de Ossó repite con cierta frecuencia una expresión preciosa, referida a las
hermanas de la Compañía, que pone de relieve la radicalidad de la entrega y la
relativización de “todo lo demás”. Es algo así como la consecuencia de la determinada
determinación teresiana. La expresión la hemos encontrado idéntica en cientos de textos
y contextos, y es exactamente esta: “…dispuesta(s) a todo sacrificio”42.

3.2. “La Enseñanza requiere Sacrificio”

Pocas veces se explica la interrelación de los tres elementos, como en los textos
precedentes. Es más frecuente encontrar, tanto en documentos oficiales como en
escritos de ocasión, expresiones breves que dan cuenta de la relación que hay
entre Enseñanza y sacrificio . Veamos unos cuantos:

39
RT febrero 1878, en EEO III, 849.
40
RT marzo 1879, 168.
41
SC y C en EEO II, 60 y 61.
42
A modo de ejemplo: Carta Nº 38 a Sardà 24/6/76, le habla de “jóvenes dispuestas a todo
sacrificio” ; Carta a T. Plá de 29/11/78 :“¿Estás dispuesta a todo sacrificio a la mayor gloria de
Dios?”; SC, en EEO II, 98 y 216: “Las de la Compañía deben ser almas viriles, esforzadas,
desasidas de sí mismas y de todas las cosas, dispuestas a todo sacrificio”. (Inédita en AGSTJ, E.
Vol.2, 50. Una parte está publicada: Ed. Nº 87)
337

 En el Plan de Estudios de la Compañía:

“El Apostolado de la enseñanza, es apostolado de sacrificio. Mas considerando el


ejemplo de Jesucristo, de los Apóstoles y Santos, de su seráfica madre y Doctora,
todo se les hará fácil. Serán mártires, si necesario fuere, por el estudio y enseñanza
por Jesús y su Teresa. ¡Y qué de buena gana!”43.

 En las Constituciones:

“La comida será abundante y sustanciosa […] de manera que puedan pasar con
aquello que se les da, y tengan fuerzas para ejercer bien su fatigoso apostolado de
enseñanza”44.

“Las austeridades y penitencias exteriores no deben jamás prescribirse por regla, ni


han de ser inmoderadas, ni indiscretas, porque dañan e impiden mayores bienes,
esto es, el conveniente ejercicio del apostolado de la enseñanza, que es el fin
principal de la Compañía”45.

 En “Instrucciones a las Profesoras”:

“Las niñas que ahora formáis con tanto trabajo serán mañana madres de familia, y
si bien las educáis podrán salvar una familia, una ciudad, innumerables almas.
Animaos con esta consideración a tomar con garbo este apostolado de la
enseñanza que es el de mayor sacrificio”46.

“Inspíreles su devoción y espíritu [de los santos] y tendrán salvadas las principales
dificultades de esta ímproba y difícil tarea”47.

 En la RT: Una oración a la Santa por la comunidad de Gracia, que vive en una
situación de gran dificultad:

“¡Santa Teresa de Jesús —que con tu celo, tus oraciones, tus escritos y tus obras
trabajaste más que otra ninguna en tu siglo, para impedir que entrase el
protestantismo en nuestra patria—, apiádate de Gracia, bendice a tus queridas hijas
que con tanto sacrificio por espacio de ocho horas diarias se consagran al
apostolado de la enseñanza”48.

 En las cartas del Fundador a las hermanas:

“Mira qué falta a cada hermana, en especial para este invierno, y mándaselo si hay
en Tarragona. Que no padezcan mis hijas (innecesariamente) que bastante
padecer es el apostolado de la enseñanza”49.

43
PE, en EEO II, 250. El tema de “mártires del estudio” aparece también repetidas veces en todos los
documentos formativos. En el PE, 233: “Debéis ser mártires, si necesario fuere, del estudio, para
desempeñar, o disponeros a desempeñar fructuosamente, el sublime apostolado de la enseñanza”.
44
C 1888, en EEO II, 95.
45
C 1888, en EEO II, 103.
46
MR en EEO II, 491-492.
47
MR en EEO II,496. En otro lugar del mismo libro dice: “No estáis solas en esta ímproba y más divina de las
ocupaciones” (EEO II, 489).
48
RT Agosto 1880, 288
49
Carta a Saturnina de 5 -XI- 1880. (Ed. Nº 158, original en AGSTJ, E. Vol.1, 66).
338
Se podrían citar muchos textos, quizás algunos incluso más expresivos. De cualquier
manera, los seleccionados son una muestra de la conciencia que tiene Enrique de Ossó de
que el apostolado de la enseñanza requiere mucho sacrificio.

3.3. “La Enseñanza ha de ir precedida y acompañada de Oración”

Éste sí que es un tema que se repite, no sólo es los escritos doctrinales, sino sobre todo
en las cartas. Se podría hacer un estudio más amplio. Aquí nos limitamos a insinuarlo, con
una muestra de las múltiples indicaciones que va dando el Fundador en situaciones
concretas:

 Ante situaciones difíciles, absorbentes, de dispersión y excesivo trabajo, el Fundador


recuerda lo verdaderamente importante, y da el criterio:

“¿Si Jesús está con vosotras, quién contra vosotras? […]. La intención recta y la
voluntad determinada […]. No te afanes demasiado por los bienes de acá [...].
Procura que las cosas y tareas exteriores no te impidan tu unión con Dios. Purifica
tu intención, y ama, adora, sirve a Jesús que está en tu corazón”50.

 A la Comunidad de Orán, que vive rodeada de gentes de otras religiones,


experimenta muchas dificultades de inserción y naturalmente sufre la distancia, les
escribe el Fundador esta carta para animarlas, pero sin ocultarles sus temores, con
ánimo de despertarlas y hacerlas conscientes y lúcidas:

“De gran consuelo me son vuestras letras, y más cuando sepa que se extiende y
propaga el conocimiento y amor de Jesús por vuestro medio entre esas gentes. Sed
fieles a la gracia de vuestra vocación […]. Paciencia, prudencia y oración.
Mis temores:
1º Que con el exceso de trabajo material, ahoguéis el espíritu
2º Que perdáis con esto el espíritu religioso y de Compañía, viniendo a parar a
ser unas buenas chicas más.
3º Que os fijéis más en los bienes temporales y negocios que en el reino de Dios
y su justicia.
4º Que seáis, por fin, como una rama desgajada del frondoso árbol de la
Compañía, y no deis por esto el fruto que estabais llamadas a dar.
Todos estos temores desaparecerán, mis hijas, si tenéis espíritu de fe y
observancia de las santas reglas; si tenéis oración y unión con Jesús y procuráis
mirar a vuestra seráfica Madre santa Teresa de Jesús.
Mucho deseo veros y veros apóstoles, los más celosos, del conocimiento y amor de
Jesucristo en esa inhóspita plaza […].
Mucha oración se necesita para convertir esos corazones. Los judíos y los
mahometanos son los más difíciles de convertir. Sólo la oración lo puede lograr, con
la enseñanza”51.

 A la maestra de novicias le recuerda lo absolutamente necesaria que es la relación de


amistad con Jesús, sobre todo para quienes tienen como misión darlo a conocer:

“Si el fin de la Compañía es extender por todo el mundo el reinado del conocimiento
y amor de Jesucristo, ¿cómo lo hará amar y conocer si vosotras no lo amáis?
Muchas visitas a Jesús Sacramentado. Amadlo, adoradlo por los que no le aman y
adoran. Todo por Jesús .

50
Carta a Teresa Plá, superiora de la Comunidad de Gracia, con una difícil misión. Escrita el 3 de septiembre de
1880. (Ed. Nº 149, original en AGSTJ, E. Vol. 5, 20).
51
La Carta, escrita el 23 de mayo de 1885, está dirigida a la superiora de la comunidad, que es también Teresa
Plá. (Ed. Nº 325, original en AGSTJ, Epistolario PIB/T Vol. VI,15).
339
Jesús te ve, Jesús te mira […]. Jesús siempre me estará amando. Es amistad
de veras. Nunca se vuelve atrás. Entra dentro del Corazón de Jesús”52.

 En el Plan de Estudios de la Compañía y en los Exámenes de Profesoras, se insiste


también en la importancia de la oración apostólica, que consiste no sólo en pedirle al
Señor que nos de aquello que nos encomienda, sino en dejarse transformar por él, en
el trato de amistad frecuente:

“A este fin esencial [formar a Cristo Jesús…] dirigirán todos sus esfuerzos y
cuidados, pidiéndolo de continuo y con fervor a Jesús y su Teresa en todas sus
oraciones”53.

“¿Estoy penetrada de la altísima importancia de mi apostolado de enseñanza? ¿Lo


dirijo todo al fin esencial de ese apostolado?¿Procuro lograr ese fin con la oración y
buen ejemplo?”54.

3.4. “La Enseñanza, acompañada, precedida de oración y sacrificio…”

Los nueve días dedicados a ejercitarse espiritualmente según el método de San


Ignacio55, tienen en la Compañía una especial trascendencia. Son una ocasión privilegiada
para contemplar a Jesús Apóstol y Maestro, que recorre los pueblos de Galilea enseñando y
haciendo el bien a todos, y para contemplarle también en los distintos momento de
preparación a la vida apostólica. Las meditaciones dedicadas a los 30 años de Nazaret, o
las del Desierto, presentan a un Jesús que ora y se sacrifica, modelo de referencia de las
hermanas. Es interesante observar las interpretaciones personales y las aplicaciones que
hace Enrique de Ossó:

En las de NAZARET, incluye las noches de oración apostólica de Jesús, durante los años
activos:

“El Hijo de Dios ora, calla y sufre en Nazaret:


Pasaba las noches en oración: Oraba al Padre, y agenciaba con sus oraciones el
negocio de la reparación del hombre, la formación de la Iglesia militante, el perdón
de los pecadores”56.

En las del DESIERTO:

Oración en el desierto: “Considera cómo Cristo, […] lleno del Espíritu Santo, se
retira al desierto, a la soledad (bis) […] para gustar el don celestial. Para que
aprendas esta virtud tan necesaria a todos los que trabajan en bien de las almas,
porque en la soledad es donde Dios habla al corazón, y les comunica su Espíritu,
para comunicarlo a los demás”57.

52
En estos momentos Francisca Plá es la maestra. A ella se dirige esta carta de 22/6/1894. (Ed. Nº 461, original
en AGSTJ, E. Vol.14,95).
53
PE en EEO II, 245.
54
Exámenes enviados por correspondencia. Carta escrita desde Aleixar, 25/3/1885. (Inédita en AGSTJ, E.
Vol.1,130).
55
Cf. SC y C en EEO II, 118 y 119. Conviene caer en la cuenta del planteamiento comunitario y apostólico que
tiene los Ejercicios en las Constituciones: “Cada año tendrán Ejercicios espirituales, por lo menos nueve días.
En cuanto sea posible, en la casa Matriz o en uno de los Colegios centrales, donde se reunirán todas las
hermanas, para consolarse y animarse en el Señor, tratando y escogitando medios los más eficaces para
celar los intereses de Jesús, María , José y Teresa en su alma y en la de lo prójimos, en la mayor perfección
y extensión posible. Antes de vestir el Hábito y de hacer los votos tendrán por lo menos los de cuatro
semanas”.
56
EE, en EEO II, 671.
57
EE, en EEO II, 685.
340
Oración y ayuno: “Pondera la vida de Cristo en el desierto […]. Soledad perfecta, su
conversación toda era con el cielo, y a esta oración unía una perfecta vigilancia,
ayuno continuo”58.

“Aprende de aquí, alma mía, antes de salir a enseñar a tus prójimos con la palabra
y el ejemplo, a prepararte como Cristo con el espíritu de soledad, de oración y de
mortificación o austeridad de vida, para que tu apostolado sea provechoso […].
Ama y procura la soledad, la oración, la mortificación”59.
“Cuanto con más empeño te resuelvas a servir a Dios, más has de prepararte para
la tentación […] El diablo se acercó a Jesús cuando le vio en el desierto ayunando y
mortificándose”60.

Oración y ayunos: “Mira a Jesús en la soledad del desierto ayunando y orando


preparándose así para la vida apostólica:
“Cristo Jesús, que venía a ser el modelo de todos los estados, debía serlo en
especial de los varones apostólicos que tratan de imitarle más de cerca en la
salvación y santificación de las almas, por eso antes de salir al mundo a ejercer su
misión […] se va al desierto a orar y ayunar para significarnos que el espíritu de
soledad y de oración, y de mortificación o austeridad es el espíritu que han de
procurar sus servidores y coadjutores.”61

En esta clave evangélica y cristocéntrica hay que entender la vida apostólica de las
educadoras teresianas. Necesariamente han de ser “almas de oración”, sólidamente
fundadas en la fe y el amor.

Ya nos hemos referidos varias veces a la serie de artículos Organicémonos, que escribe
Enrique de Ossó apenas fundada la Compañía. Los tres artículos son una llamada de
atención verdaderamente persuasiva, dirigida a todos los cristianos para que se
comprometan en alguna obra de celo. El artículo de febrero traza el perfil del líder cristiano,
que coincide lógicamente con la persona de Enrique de Ossó. Seleccionamos algunos
párrafos por su calidad doctrinal, y porque describen —quizás como ningún otro texto— el
ideal de la Compañía.

El artículo habla de la integración de oración y sacrificio en la actividad apostólica


educativa, y lo expresa de manera que sólo Teresa de Jesús será capaz de superarlo, como
veremos:

“[el lider cristiano] sea alma de oración, alma piadosa sólidamente, alma de fe pura
[…]. Todas estas obras de celo por los intereses de Jesús y, más especialmente la
que tratamos porque podría abrazarlas a todas, viven de la vida de Jesucristo […]
Quienes se entrometen como instrumentos, como medios para comunicar esta vida
de Jesucristo, si no la tiene en sí, por no tener oración, y por consiguiente no están
unidos a Cristo […] la obra por fin perecerá, porque no tiene vida propia, no la
alienta y vivifica el espíritu de Dios[…].
La vida de estas obras debe ser vida de Dios; el espíritu que las informe debe ser el
de Jesucristo, que es el camino, la verdad y la vida que vino a este mundo para que
todos la tuviésemos abundante.

“Además de que, para perseverar en la práctica de estas obras de celo, se necesita


de continuo mucho espíritu de sacrificio: sacrificio de comodidades, de tiempo, de
intereses materiales a veces, y lo que es más, del propio juicio y de la propia
voluntad”62.

58
EE, en EEO II, 685.
59
EE, en EEO II, 686.
60
EE, en EEO II, 687.
61
EE, en EEO II, 691.
62
RT febero 1877 en EEO III, 820-821.
341

En vida del Fundador no fueron necesarias muchas explicaciones sobre la relación de


estos tres elementos —la mística, la actividad [tan marcada por la mística] y la ascética,
dimensiones todas ellas apostólicas y naturalmente integradas. Se vivieron unidas, como
unidas estaban en la inspiración original y en la experiencia de quien recibió el carisma. Y
esto, a pesar de que entre los religiosos de la época era frecuente distinguir en sus
constituciones entre fines primarios y secundarios. Nada de eso se dio en la Compañía. Sin
embargo, tan frecuente era la interpretación “dualista” que, no faltó quien leyera así las
Constituciones de la Compañía. D. Vicente Oliveras dejó constancia de una interpretación
distorsionada en su “Memoria acerca del Instituto español de Hermanas de La Compañía de
Santa Teresa de Jesús” —por otra parte muy elogiosa— leída en el I Congreso Católico63,
que publicó íntegro la Revista. En relación al fin apostólico dice así:

“Entre las fundaciones de esta clase se halla la de la Compañía de Santa Teresa de


Jesús […] cuyo objeto se encierra en tres poderosas claves: la oración y el sacrificio
para la propia santificación de las Hermanas, y ejercer con fruto el interesante
apostolado de educar a la mujer bajo la sombra de la celestial doctrina de la Mística
Doctora”64.

Es evidente que al hacer el “examen de las sapientísimas Constituciones de esta


Compañía” —como él mismo dice en el Discurso— el Sr. Oliveras ha separado lo que
siempre estuvo unido. Por una parte iría, según él, la santificación de las hermanas; y por
otra, el ejercicio del apostolado. ¡No es ésta la Compañía de Santa Teresa de Jesús que
inspiró el Espíritu a Enrique de Ossó!.

Tras hacer este recorrido por los escritos de la Compañía, referidos a la misión y a sus
mediaciones, ¿queda justificado el “Triple apostolado” y la integración de los elementos?
¿Está suficientemente clara, para las hermanas de hoy, la unidad de mística, acción y
ascética apostólicas teresianas, de modo que al re-leer el carisma, “no sufra quebranto” —
en palabras del Fundador—, sino que se pueda vivir con mayor hondura y coherencia?

¿Se podrá vivir en la Compañía de hoy y de mañana, de manera más próxima a la


utopía, porque nos acercamos a las fuentes, porque escuchamos los reclamos del mundo y
ponemos en juego, “en la mayor escala posible” las posibilidades apostólicas que el siglo
XXI ofrece a la mujer para celar los intereses de Jesús en la Compañía?

4. CONCLUSIÓN: “MARTA Y MARÍA HAN DE ANDAR JUNTAS”

Concluimos este Capítulo proponiendo una lectio divina del pasaje evangélico de Marta y
María (Lc 10,38-42 y Jn 12,1-3), de la mano de Teresa de Jesús. La Santa hace una lectura
femenina y muy personal de este pasaje evangélico, que puede iluminar hoy la
interpretación de la Misión de la Compañía, como iluminó su planteamiento inicial.
Recordemos que uno de los capítulos de las Constituciones se inicia afirmando que “las de
la Compañía de Santa Teresa de Jesús han de imitar a su Madre Teresa de Jesús en la vida
activa y contemplativa”65

Las figuras evangélicas de Marta y María acompañaron a la Santa en su camino


espiritual y, desde el Libro de la Vida, recurrió a ellas para exponer su doctrina sobre la
oración y el servicio. Rastreando los textos donde aparecen, observamos cómo se teje toda
una teoría del amor en torno a estas dos discípulas y amigas del Señor, aunque no en todos
sus escritos tienen el mismo valor símbólico. Teoría de la oración-vida en Teresa de Jesús,

63
Cf. Capítulo cuarto B.
64
RT junio 1889, 272.
65
SC, en EEO II, 122.
342
que resumimos de esta manera: Tras una apología de la Oración, la Santa ve la necesidad
de resituar la contemplación —podríamos decir la oración explícita— y el servicio. Oración y
servicio son mediaciones del amor. Expresiones diversas de la relación de amistad, y
camino hacia ella.

Primera interpretación

Marta y María representan para la Santa, en primer lugar, dos modos posibles de relación
de amistad con el Amigo, el Esposo, el Huésped. Así lo expone en Vida y en Camino. En
esta segunda obra, Teresa apuesta por el primer modo, el de Marta, que es el único que
nosotros podemos procurar:

“Santa era santa Marta, aunque no dicen era contemplativa. Pues, ¿qué más
queréis que llegar a ser como esta bienaventurada, que mereció tener a Cristo
nuestro Señor tantas veces en su casa y darle de comer y servirle y comer a su
mesa? Si estuviera como la Magdalena, embebida, no hubiera quien diera de
comer a este divino huésped. Pues pensad que es esta congregación la casa de
santa Marta […]. Acuérdense que es menester quien le guise la comida, y ténganse
por dichosas en andar sirviendo con Marta!66.

La relación “regalada”, la contemplación de María, no está en nuestra mano—dirá ella


misma—, y el Señor la concede frecuentemente después de haber sido Marta. Para la
Esposa enamorada, los ojos están en el Esposo, el Huesped. Y las dos hermanas tuvieron a
Cristo en su casa. Lo importante era, pues, contentarle a Él, procurar que estuviera servido,
acompañado, que se sintiera a gusto. Es desde esta perspectiva, desde la que canta la
Santa las excelencias de la vida activa, en el Camino de Perfección.

En Vida y en Moradas afirma Teresa desde su experiencia, que “es un poco falta de
humildad querer ser María antes que haya trabajado con Marta”67. Ella está convencida de
que el Señor dijo que María “había escogido la mejor parte” porque ella “ya había hecho el
oficio de Marta, regalando al Señor en lavarle los pies y limpiarlos con sus cabellos”68.

Segunda y definitiva interpretación: Integración de “Marta y María”

La imagen de Marta y María evoluciona con la experiencia de Teresa y por fin las dos
hermanas vienen a representar, no ya dos tipos de personas contrapuestas: la activa y la
contemplativa, sino dos dimensiones de una única persona orante, la Esposa de los
Cantares, la que ha recibido la misión apostólica del Esposo. Así lo vemos en las VII
Moradas, en los capítulos 1º y 4º, y sobre todo en el capítulo 7º de la Meditación de los
Cantares.

Los textos más interesantes son precisamente estos, en los que Marta y María
representan dimensiones de la misma persona, que conviven armónicamente aunque
realizando operaciones diversas. La “voluntad” ama, mientras el “entendimiento” puede estar
ocupado en el servicio activo:

“En mucha quietud está sola la voluntad, y está por otra parte el entendimiento y la
memoria tan libres que pueden tratar negocios y entender en obras de caridad. […].
En esta oración [que digo] puede [el alma] ser también Marta, ansí que está
obrando juntamente en vida activa y contemplativa, y entender en obras de caridad

66
C, 17,5 y 6.
67
V 22,9.
68
VII M 4,15. En este texto, y en algunos otros la Santa “confunde” a María, hermana de Lázaro y Marta, como
María Magdalena, e incluso con la pecadora de casa de Simón.
343
y negocios que convengan a su estado […] y entienden bien que está la mejor parte
del alma del otro lado”69.

La misma experiencia, vivida por ella, la expone en una Cuenta de Conciencia:

“Entiende el alma que está unida sola la voluntad, y se entiende muy claro está
empleada toda en Dios, […] y las otras dos potencias están libres para negocios y
obras de servicio de Dios. En fin, andan juntas Marta y María”70.

En el último capítulo de las Moradas, la Santa concluye afirmando la necesidad de que la


misma persona sea a la vez Marta y María. Retoma el argumento del Camino con sus
pormenores de la mesa y la comida:

“Creedme que Marta y María han de andar juntas para hospedar al Señor y tenerle
siempre consigo, y no le hacer mal hospedaje, no le dando de comer ¿Cómo se lo
diera María, sentada siempre a los pies, si su hermana no le ayudara?…”.

Pero incorpora ahora un nuevo elemento, importante para las monjas del Carmelo, y
fundamental para la Compañía de santa Teresa de Jesús. Observemos de qué manjar habla
ahora:

“…Su manjar es que de todas las maneras que pudiéremos alleguemos almas para
que se salven y siempre le alaben”71.

No se trata de cualquier manjar, sino de celar la honra y gloria de Jesús por la salvación
de sus hermanos. Esto es lo que recoge el capítulo del Celo de los intereses de Jesús en las
Constituciones de la Compañía, donde se une el tema bíblico de la sed con el del manjar
teresiano, para expresar con doble fuerza cómo ha de ser la colaboración apostólica de las
hermanas:

“Uno de los intereses más preciados del Corazón de Jesús y su Teresa es la


salvación de las almas […]. Ésta es la sed que devora a Jesús y su Teresa, que
desde el cielo nos claman de continuo: “Dadme almas, Hijas mías, lo demás
tomadlo para vosotras”. “Éste es su manjar, que de todas las maneras que
pudiéredes alleguéis almas, para que se salven y siempre le alaben ( M 7,4). A
calmar esta sed y darles este manjar venís las Hijas de la Compañía de santa
Teresa de Jesús…”72.

El último capítulo de la Meditación de los Cantares, es quizás el texto más explícito en


este sentido. Habla de “las flores y los frutos” que pide la Esposa, que no son sino “con la
vida, querer servir en algo a quien tanto ve que debe”73. Las resonancias de estas palabras
en la Compañía son también evidentes. Recordemos una vez más el encargo esponsal
recibido, tal como aparece en el Capítulo 1º de las Constituciones:

“A la Compañía de Santa Teresa de Jesús ha dicho Jesús como a la Santa: Mirarás


mi honra como verdadera Esposa mía. Mi honra es tu honra, y la tuya mía”74.

69
V 17,4.
70
CC 54ª,5 (R 5,5). Algunas veces, la persona experimenta más que armonía entre voluntad y entendimiento,
una cierta tensión en el deseo de unificación total: “Lo esencial de su alma jamás se movía de aquel
aposento, de manera que de alguna manera le parecía había división en su alma, y andando con grandes
trabajos que poco después que Dios le hizo esta merced tuvo, se quejaba de ella —a manera de Marta
cuando se quejó de María— , y algunas veces le decía que estaba allí siempre gozando de aquella quietud a
su placer, y la deja a ella en tantos trabajos y ocupaciones que no la puede tener compañía” (VII M 1,11).
71
VII M 4,12.
72
Cf. SC 1882 y C 1888, en EEO II, 60 y 61.
73
MC 7,1.
74
SC y C, en EEO II, 14 y 15.( Cf. CC 25ª).
344
Y leemos en esta clave la explicación que da Teresa, desde su propia experiencia:

“Entiendo yo que pide hacer grandes obras en servicio de nuestro Señor y del
prójimo, y por esto huelga de perder aquel deleite y contento; que aunque es vida
más activa que contemplativa […] nunca dejan de obrar casi juntas Marta y María.
Porque en lo activo, y que parece exterior, obra la interior, y cuando las obras
activas salen de esta raíz, son admirables y olorosísimas flores; porque proceden
de este árbol del amor de Dios y por solo Él, sin ningún interese propio, y
extiéndese el olor de estas flores para aprovechar a muchos; y es olor que dura, no
pasa presto, hace gran operación”75.

Imposible mejor explicación de “la vida más activa que contemplativa” de la Compañía76.
“Éstas son las obras que pide la Esposa, y las flores, un mirar a sola honra y gloria de Dios
en todo”:

“Verdaderamente las almas que el Señor llega aquí […] sólo miran el servir y
contentar al Señor, […] gustan de dejar su bien por contentarle […]. La ganancia de
sus prójimos tienen presente, no más…”77.

Desde esta perspectiva se entiende, se vive y se anuncia como buena noticia la unidad
de oración, enseñanza y sacrificio en la Compañía, tal como la vivió y la enseñó Teresa de
Jesús con palabras verdaderas:

“La ganancia de sus prójimos tienen presente, no más. Por contentar más a Dios,
se olvidan a sí por ellos y pierden las vidas en la demanda […], y envueltas sus
palabras en este tan subido amor de Dios […] no se les da nada descontentar a los
hombres; estos tales aprovechan mucho”78.

Éste es el espíritu de oración y unión con Jesús de la Compañía, que la gente supo
reconocer muy pronto en las hermanas. En una crónica del Boletín Oficial del Obispado de
Calahorra, escrita siete meses después de la fundación, podemos leer y apreciar —más allá
del estilo romántico y un tanto afectado de la época—, cuáles eran los rasgos de la
espiritualidad de aquellas mujeres. Espiritualidad teresiana que se traslucía no sólo en su
acción educativa sino, como dice la crónica, en “la vida misma de las Hermanas de la
Compañía de Santa Teresa de Jesús”:

“Es esa la vida cristiana perfecta, la vida mixta de contemplativa y activa practicada
admirablemente…”.

El artículo es interesante porque revela cómo veía la gente a la Compañía y cómo


interpretaron las Constituciones escritas, a partir de la actividad y el modo de ser de las
hermanas —reglas vivas—, pero también desde su propio mentalidad y los modelos de vida
religiosa vigente:

“En el oratorio y dentro de la clausura las Hermanas Teresianas de Calahorra son


Marías que […] se encumbran a la cima del conocimiento y amor de Dios […] por
medio de los ejercicios de lección, meditación, oración y contemplación. En las
aulas son Martas que no omiten medio ni perdonan fatiga por procurar a Cristo
Jesús, con Quien están estrechamente unidas y a Quien se hallan totalmente
consagradas, hospedaje grato y permanente en las almas de los parvulitos de

75
MC 7,3.
76
Recordamos lo que se dice en este capítulo del Celo de las Constituciones de la Compañía, un poco más
adelante: “Entre las obras exteriores o de vida activa, debe escoger las más principales o excelentes que son,
como dice santo Tomás (2ª.2ª.188, art. 6) las que directamente se ordenan a la salud de las almas” (EEO II,
60-62).
77
MC 7,4.
78
MC 7,4.
345
ambos sexos, de las niñas de clase elemental, y de las adultas de enseñanza
superior […]. Y si como Marías edifican con su fervor, con su espíritu y con sus
extraordinarias virtudes, como Martas arrebatan con su inefable caridad y con su
celo verdaderamente apostólico. Parece mentira que unas débiles mujeres, puedan
en aras del amor de Dios y del prójimo sacrificarse, como se sacrifican estas
benditas Hermanas de Calahorra, y hacer la vida altísima que hacen de oración y
de acción.”79.

Las teresianas “supieron captarse las simpatías y atraerse los corazones de los
calahorranos”80 y su presencia fue una bendición, no sólo porque en pocos meses
transformaron las familias y la calle gracias a la influencia de los párvulos, sino porque con
su estilo de vida y forma de relación contagiaron el espíritu de Santa Teresa “enriqueciendo
espiritualmente a toda la ciudad”, como dice la crónica81.
.

79
Boletín Eclesiástico de Calahorra, octubre de 1888, publicado en RT 1888-89, 53-54.
80
Ibid., 52.
81
Ibid.
346
CONCLUSIONES

Después de haber estado en contacto con los orígenes de la Compañía a lo largo de


dieciocho capítulos, surgirán probablemente en lectoras y lectores al menos dos preguntas,
como consecuencia de VOLVER A LAS FUENTES.

La primera se refiere al CARISMA DEL FUNDADOR Y DE LA COMPAÑÍA. Nos


preguntamos: ¿Cuál es, después de todo, ese núcleo de espiritualidad y misión que Enrique
de Ossó recibió del Espíritu Santo, que él mismo hizo vida y transmitió a la primera
comunidad de hermanas? ¿Cuáles fueron sus intenciones fundantes, que la Compañía de
todos los tiempos habrá de vivir y recrear, “perpetuando dinámicamente en el tiempo toda la
potencialidad de la Inspiración inicial, mostrando en todas partes sus posibles expresiones
históricas”?1

La segunda se centra en la actualidad del carisma, EL CARISMA DE LA COMPAÑÍA


HOY. Porque lo que verdaderamente nos interesa es el presente que estamos viviendo y el
futuro que vamos a construir. El contacto con el pasado habrá provocado ésta o parecidas
preguntas:¿Qué valores, qué dimensiones o aspectos del carisma original han de ser hoy
especialmente profundizados, desarrollados, compartidos con los hombres y las mujeres de
nuestro mundo? Y ¿qué ministerios apostólicos están en sintonía con las intenciones
fundantes, en las cambiantes circunstancias sociales y eclesiales de hoy? Porque “en su
camino histórico, el carisma del Fundador vivido por el Instituto, fiel a la identidad y fidelidad,
desarrolla potencialidades impensadas y se enriquece con una nueva capacidad cada vez
más creativa”2.

Las dos preguntas me han acompañado desde el principio de la investigación y han


estado presentes en toda la reflexión. Voy a intentar responderlas, a modo de conclusión,
como confirmación o refrendo de las propias conclusiones del lector, mucho más valiosas
para cada uno.

1
F. CIARDI, A la Escucha del Espíritu. Hermenéutica del carisma de los fundadores, Publicaciones Claretianas,
Madrid 1998, 83.
2
Ibid.,82.
A. EL CARISMA DE ENRIQUE DE OSSÓ
ENTREGADO A LA COMPAÑÍA

La primera cuestión se refiere al núcleo carismático de la Compañía: ¿Cuál es el don que


el Espíritu, a través de Enrique de Ossó y la Compañía, ha querido comunicar a la Iglesia y
al mundo? ¿Cuáles los contenidos de esa experiencia carismática, que deben ser
transmitidos, vividos y recreados constantemente por la Compañía y que caracterizan
nuestra vocación colectiva, familiar?1.

Como PRIMERA CONCLUSIÓN, presentamos una síntesis del carisma de Enrique de


Ossó y de la Compañía, tomando como base la descripción que hace Mutuae Relationis del
carisma del fundador:

“El carisma de los Fundadores se revela como una experiencia del Espíritu,
transmitida a los propios discípulos para ser por ellos vivida, custodiada,
profundizada y desarrollada constantemente en sintonía con el Cuerpo de Cristo en
crecimiento perenne”2.

Con Fabio Ciardi, distinguimos cuatro dimensiones en la descripción de su contenido3.


Porque el Carisma de Enrique de Ossó y de la Compañía es una Experiencia del Espíritu
(1). De contenido cristológico y evangélico (2) y ministerial eclesial (3). Transmitida, a la
primera comunidad de hermanas y, después, a nuevas generaciones para ser por ellas
vivida, custodiada, profundizada y desarrollada constantemente (4).

1. Dimensión pneumatológica o espiritual

Dios mismo, por acción de su Espíritu, suscitó a Enrique de Ossó para una misión
apostólica teresiana en la Iglesia, misión que había de ir más allá de las fronteras de España
y había de trascender los 55 años de vida del Fundador y aún su siglo.

Conectar con la experiencia espiritual de Enrique de Ossó4, conocer la génesis y el


proceso de su experiencia del espíritu en el Espíritu es esencial, sobre todo para quienes
participamos carismáticamente de su espíritualidad y misión.
1
Cfr. F. CIARDI, op. cit.,1998, 131. El Anexo V representa gráficamente el carisma original de la Compañía, en el
marco de la experiencia espiritual y apostólica de Enrique de Ossó (fase preparatoria) e insinúa el desarrollo
gradual, desde 1876 hasta nuestros días.
2
MR Nº 11.
3
De su primera obra, Los Fundadores hombres del Espíritu. Para una teología del carisma del fundador se
puede consultar la Conclusión, op. cit., 351-357.Y de la última, A la Escucha del Espíritu. Hermenéutica del
carisma de los fundadores se puede consultar el capítulo quinto: “Una pauta de lectura para identificar los
elementos fundamentales del carisma”, op. cit., 140-144.
4
Éste es el título del estudio de G. RODRÍGUEZ y S. CASADO, citado ya varias veces.
350

La comprensión del carisma de la Compañía deberá partir siempre de la narración de los


propios orígenes, volviendo constantemente a la experiencia fundante de Enrique de Ossó,
a su itinerario evangélico-teresiano y el de su familia religiosa. Contemplar cómo el Espíritu
Santo fue preparando a Enrique de Ossó en el período anterior a la Inspiración: su llamada
al seguimiento radical de Jesús y a la vida apostólica y la mediación teresiana en la
experiencia de Dios y en la misión.

La vida de Enrique de Ossó se caracteriza por la fuerza del Espíritu, se desarrolla bajo su
guía, con entera docilidad a sus mociones interiores, como lo muestra aquella oración
preciosa de juventud, que revela su dinámica espiritual en los primeros años de vida
apostólica:

“Oh Espíritu de Dios! En tu día una gracia te pido. Ya que dentro de poco voy a
consagrarme a Dios para ser de un modo especial su Templo5 y su Ministro
eternamente, llena mi corazón de tus sagrados dones, que me infundan un espíritu
de oración y celo como a los Apóstoles, y en especial more en mí siempre el don de
sabiduría y santo temor de Dios”6.

La Inspiración de la Compañía se produce en un momento de madurez espiritual y


apostólica de Enrique de Ossó, cuando ya está viviendo la experiencia paulina de la vida en
Cristo, en sintonía con Teresa de Jesús. Para estas fechas el Espíritu Santo le ha concedido
un conocimiento sapiencial de Jesús y de su misión en el mundo, con quien se identifica.
Dar a conocer a Jesús y al Padre a través de Jesús, es su único deseo, la aspiración más
viva de su corazón, la súplica constante y casi exclusiva que Enrique sabe hacer entonces.
Ha sido también el Espíritu Santo quien le ha habilitado como apóstol de Teresa, pues la
misión teresiana de Enrique es verdadera vocación, respuesta obediente y creativa a una
llamada carismática para ofrecer un modo específico de conocer a Jesús, en lo que consiste
la vida eterna. Un modo teresiano de ser cristianos en el mundo.

Así lo vive Enrique de Ossó y así lo perciben las personas que le rodean. La Inspiración y
la Fundación de la Compañía se inscriben dentro de este vasto plan apostólico, nacido de lo
Alto y guiado por Dios, en docilidad a los signos de los tiempos, a las mociones interiores
discernidas por la autoridad eclesial. Está ampliamente documentada la Inspiración
fundamental, de la que el Fundador tuvo clara conciencia como auténtica inspiración divina,
a pesar de que presenta los rasgos característicos de la inspiración indirecta. Certeza que
transmitió desde el principio a colaboradores y amigos7, y muy especialmente a las primeras
hermanas.

Desde siempre esta Inspiración se asocia a unas determinadas circunstancias, a una


fecha y a un lugar exactos, recordados en cada aniversario y en circunstancias
significativas, Inspiración que el mismo Fundador interpretó siempre como de Dios. De entre
las muchas alusiones al momento de la inspiración, la más interesante, sin duda, es un
breve pero minucioso relato del propio Enrique de Ossó, titulado Apuntes sobre el origen de
la Compañía de Santa Teresa de Jesús, escrito con motivo “del 5º aniversario de la
concepción del plan o idea de esta obra de celo, 2 abril de 1881”8.

El interés de estos Apuntes es doble. Por una parte, esta nota histórica —“la más antigua
que conservamos del nacimiento de la Compañía”— es una reconstrucción fidelísima de la
génesis de la Idea que deja el propio Fundador consignada con pulcritud notarial. Por otra
5
Santa Catalina de Siena se refiere a la preparación espiritual de los que Dios iba a elegir para fundadores: “los
fundadores habían sido hechos templos del Espíritu Santo” Citado por CIARDI en Los Fundadores…, 123.
6
Esta oración aparece ya en el capítulo Introductorio dedicado al Fundador. La volvemos a citar por su
importancia en relación con la experiencia espiritual.
7
En una carta de finales de marzo de 1879 a Sardà, en que le informa de actividades comunitarias le dice: “Pero
la fiesta magna será el día 2 de abril, aniversario del día que el Señor inspiró el pensamiento y plan de la
Compañía de Sta. Teresa de Jesús” (Carta Nº 68).
8
Publicado en EEO II, 428-429.
351
parte, es interesante su propia interpretación de los hechos. La presenta como inspiración
indirecta, explicitando las causas naturales que se han ido concatenando hasta hacerle
concebir la idea y el plan. No habla de inspiración del Espíritu. Sin embargo, la fuerza con
que se le “impuso” y presenta la Idea—“tanta impresión hizo en mí”…”me obligó a
levantarme y tomando la pluma escribí los siguientes borrones que contienen perfectamente
el plan de la Compañía, tal cual lo hemos ido desarrollando en los cinco años…” — está
revelando su profunda convicción de que la inspiración que tuvo aquella noche no es suya,
sino de Dios.

La acción divina, en este caso, se sitúa entre la visión de los hechos —las muchachas
dispuestas a ser maestras, defraudadas por Dña. Magdalena, etc.— y la percepción
singularísma que tuvo de ellos Enrique de Ossó, con la iluminación sobre la respuesta
concreta que podía y debía dar —el Plan o proyecto de la Compañía de Santa Teresa de
Jesús—, que trasciende con mucho el problema de aquellas jóvenes. Estas circunstancias
particulares se le revelan a Enrique de Ossó como instrumentos o mediaciones a través de
las cuales ha querido manifestarle Dios el nuevo proyecto educativo teresiano que por su
mediación quiere realizar. De ahí que para él estas circunstancias sean lugar teológico, que
lee y relee a la luz de Dios y que recuerda y escribe con toda fidelidad.

También el documento de Inspiración refleja los dos momentos. El Fundador escribe


aquella misma noche, sin titubeos, el Nombre, la Finalidad y el Contenido del Proyecto, así
como algunos detalles de la Organización. Una vez terminada la redacción del Plan, y como
distanciándose un poco de ello, anota —en el margen izquierdo del pliego— lo que podemos
considerar el “primer discernimiento” de la Idea que se le acaba de “ocurrir” y del Proyecto
que ha escrito “de corrido”. ¿Es cosa mía o de Dios?, se pregunta.

No era la primera vez que Enrique de Ossó escribía proyectos apostólicos9, seguramente
ninguno de manera tan súbita e inesperada. De ningún otro se ha conservado el manuscrito,
ni se ha celebrado año tras año la memoria de su redacción. El Fundador estaba
acostumbrado a distinguir entre el buen y el mal espíritu. Ahora, la inspiración se había
impuesto con fuerza, pero había que discernir también. Y van surgiendo las preguntas y las
respuestas, que enviará después al confesor y al obispo, con la conciencia de que él solo
podría equivocarse. Hasta pasar por el discernimiento eclesial, Enrique de Ossó no sabrá
con certeza que “aquella idea” era verdaderamente de Dios. Por eso les dice al enviárselo:
Nadie lo sabe. Es inspiración o idea de hoy”.

Muy pronto, Enrique de Ossó intuye la trascendencia de la nueva obra de celo. La


considera la más importante de las obras teresianas10, y a ella dedica sus mejores energías.
Y conforme avanza el tiempo el Fundador es capaz de ver cada vez con mayor lucidez
cómo las obras teresianas, pero muy especialmente la Compañía de santa Teresa de Jesús,
son verdaderamente obra del Espíritu.

2. Dimensión cristológica y evangélica

La experiencia del Espíritu que vive Enrique de Ossó tiene como contenido fundamental a
Jesucristo. Una particular percepción del misterio de Cristo, una lectura personal del
evangelio, que le lleva a conformarse con Jesús en unos determinados aspectos, y a realizar
desde Él una síntesis existencial que determinará su misión.

9
Al menos tenemos constancia de otros cuatro: El de la Catequística de Tortosa y otro proyecto de
creación de una Revista de Catequesis nacional, además de los proyectos de la RT y la
Archicofradía, ambos entregados al Obispo y publicados en la RT.
10
En un artículo de la RT en que hace la presentación de la Compañía naciente (agosto de 1876),
dice de ella que “es el [fruto] más hermoso, vistoso y precioso del Árbol de santa Teresa”.
Publicado en EEO III, 798. Este artículo se ha citado ya en varios capítulos.
352
Su experiencia fundamental la vive a los 14 años, como ya vimos en el capítulo
introductorio. Encuentro personal con Jesús, llamada a compartir su misión y la
determinación de seguirle radicalmente: “Desperté como de un sueño… hallé mi vocación…
Y al mostrarme a Jesús… —se lo está recordando a la Virgen—, y al verlo tan agraciado y
hermoso dije: seré siempre de Jesús, su Ministro, su Apóstol, su Misionero de Paz y Amor.
A vuestras plantas resolví ser ministro de Jesucristo, sacerdote eternamente según el orden
de Melquisidec”11.

El resto de su vida fue el desarrollo gradual de aquella Experiencia. Toda su vida fue un
Encuentro, un diálogo ininterrumpido, constantemente alimentado, con Jesús. Descubrió a
Jesús, lo conoció y amó, y se hizo su misionero. Como Teresa, experimentó el Fuego
transformador del Amor de Dios, el Espíritu Santo, y dedicó toda su vida a encender este
fuego en los corazones de hombres y de mujeres sobre todo. Pocos días antes de morir
escribe unas palabras que, leídas 100 años después, resultan premonitorias: “No vaya yo de
este mundo, Jesús mío, sin haberte amado y hecho conocer y amar cuanto me sea
posible”12.

El Espíritu Santo introdujo a Enrique de Ossó a una particular penetración del misterio de
Cristo y de su Palabra, conducido por Teresa de Jesús. Fue un conocimiento progresivo de
tipo sapiencial —recordemos su petición insistente del don de sabiduría— que se convirtió
en adhesión de todo su ser al insondable misterio de Cristo, percibido de manera muy
personal.

La experiencia cristocéntrica de Enrique de Ossó ha sido el eje transversal de los


diecisiete capítulos precedentes referidos a los orígenes de la Compañía. Ella recibió, como
la mejor herencia, aquel conocimiento sapiencial de Jesús que llevó a su Fundador a pensar
como Jesús, amar como Jesús, orar como Jesús, trabajar como Jesús y a no pedir, ni
desear, ni pensar otra cosa para sí y para sus hijas de la Compañía que Jesús y los
intereses de Jesús.

¿Cuál es la experiencia particular del misterio de Cristo que tiene Enrique de Ossó,
experiencia personal que sabe compartir, en la que introducirá a las hermanas de la
Compañía?

Releyendo los capítulos no es difícil extraer qué aspectos del misterio de Cristo revivió
Enrique de Ossó con mayor intensidad y cómo los compartió con la Compañía. Es ésta sin
duda la dimensión más importante del carisma, pues en la experiencia cristocéntrica del
Fundador está el origen, la fuente y el núcleo fundamental de la espiritualidad de la
Compañía.

Nos limitamos aquí a apuntar algunos trazos que esbozan la fisonomía del Jesús con
quien se encontró Enrique de Ossó, y que están presentes en todos sus textos, en todos sus
proyectos, en todas sus acciones y oraciones, en todas sus obras apostólicas. Y que de
manera muy especial configuran la Compañía de Santa Teresa.

Lo que en realidad vamos a hacer es destacar algunas citas evangélicas, aquellas con
las que más sintoniza Enrique y que revelan su sensibilidad evangélica. Como ya dijimos,
aunque Enrique conoce bien los evangelios sinópticos, hay una especial empatía con el
Jesús del cuarto evangelio y el de San Pablo, que le llega de la contemplación directa de la
Palabra y a través de Teresa de Jesús.

La cristología de Enrique de Ossó, como la de Teresa, es una cristología total. Jesús es


percibido por ellos en sus relaciones con Dios Padre y con todos los hombres. Para Enrique

11
Tres Florecillas…en EEO III, 194-196. Experiencia que vive el año de la muerte de su madre, en 1554. Poco
tiempo después inicia la carrera sacerdotal en el seminario de Tortosa. El testimonio es una relectura del
propio Enrique de Ossó en las bodas de Plata de su ordenación sacerdotal, 1892.
12
RT enero 1896,100.
353
de Ossó, Jesús es ante todo el Hijo amado del Padre, enviado por Amor para la salvación
del mundo. La encarnación, la vida oculta y apostólica, la pasión y muerte que culminan en
la resurrección gloriosa, son percibidas como auténtica misión del Hijo.

Jesús, el más hermoso de los hijos de los hombres (Sal 44,3), en el que habita la plenitud
de la divinidad corporalmente (Col 1,9 y 2,3). Su alimento es hacer la voluntad del Padre,
que le ha enviado y llevar a cabo su obra (Jn 4,34): dar Vida a los hombres (Jn 10,10). Y
ésta es la Vida eterna, que te conozcan a Ti, único Dios verdadero, y a Jesucristo tu Enviado
(Jn 17,3). Ha venido Jesús a meter el fuego del Amor de Dios en los corazones de los
hombres, para que la mujer y el varón puedan amar con el mismo amor de Dios (Lc.12,49).
Ha venido, no a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate de muchos (Mt, 20,28).

Jesús, para Enrique de Ossó —como para San Juan o para Santa Teresa— es también
el Maestro (Jn 13,13), Amigo verdadero (Jn15,15) buen Pastor (Jn 10 y Lc15). Un maestro
diferente a los rabinos de Israel, pues elige personalmente a sus discípulos, con quienes
convive, y tiene autoridad en sí mismo, no postiza o recibida:

 Manso y humilde: “Aprended de mí…(Mt 11,29)


 Enseña con sus palabras, pero sobre todo enseña su persona, su vida entera. Él es la
Palabra encarnada.
 Único Camino hacia el Padre, Verdad y Vida del hombre, modelo de identidad de toda
persona humana (Jn 14,4)13.
 Maestro interior, habita en el interior del hombre: “Vivo yo, mas no yo, es Cristo quien
vive en mí”(Gal.2,20) y (Jn 14,23)14.

Jesús vino al mundo a hacer la voluntad del Padre. Los tres años de actividad —su vida
apostólica—, los consagró a hablar del Padre (predicando y enseñando) y a hablar con el
Padre (largos ratos de oración). La predicación de Jesús iba siempre precedida de las obras
salvadoras. Una frase de los Hechos de los Apóstoles sintetiza, para Enrique de Ossó, la
vida de Jesús, su misión salvadora: “Pasó por el mundo haciendo el bien” (Hch.10,38). Y
hacer el bien a todos será, por esta razón, el ideal de la actividad y el servicio de sus
discípulos y discípulas teresianas.

Para Enrique de Ossó como para Teresa, Jesús es también el Esposo, que ha querido
unirse de tal manera a la humanidad —y a cada persona concreta— que la hace partícipe
de su naturaleza divina. Esta relación esponsal de Cristo y la humanidad, que
sacramentalmente vive la Iglesia, la actualiza carismáticamente la Compañía en la
experiencia espiritual de las hermanas, quienes reciben como Teresa de Jesús una fuerte
llamada a compartir la misión de Jesús: “mirarás mi honra como verdadera esposa…” (CC
35ª) Dar a conocer al Padre, revelando la imagen de su Hijo.

Hay en la vida de Enrique de Ossó un progresivo cristocentrismo, pero ya en los escritos


de los primeros años podemos encontrar los mismos textos recurrentes de sus obras de
madurez. Es decir, los escritos anteriores a la Inspiración de la Compañía, contienen ya
todos los elementos de la cristología de Enrique de Ossó, y consecuentemente de la
Compañía. Como de Teresa de Jesús, también se puede hablar de la “cristopatía” de
Enrique. Por eso sintonizó tan bien con la Santa de Ávila.

3. Dimensión eclesial y ministerial

El Espíritu Santo, que introdujo a Enrique de Ossó en el misterio de Cristo, crea también
en él una especial sensibilidad para leer los signos de los tiempos y responder a

13
Esto es lo que pondrá de relieve Gaudium et Spes en el Nº 22: “Cristo revela el hombre al hombre”.
14
Todos estos aspectos cristológicos están presentes de manera especial en la experiencia y doctrina de
Teresa de Jesús.
354
determinadas urgencias de la Iglesia y de la sociedad. Es el Espíritu de Jesús quien hace de
Enrique —como de Pablo y Teresa— el apóstol del conocimiento y amor de Jesucristo.

Su configuración con Jesús, el Apóstol del Padre, le hizo especialmente sensible a los
intereses de Jesús y le capacita para mirar el mundo con amor, como Jesús. Mira la España
del último tercio de siglo y se interesa por Europa y por el mundo entero. Quiere interpretar
los signos de su tiempo desde el evangelio y descubrir las realidades más necesitadas de
salvación. Contempla la sociedad y se da cuenta de que es necesario regenerarla.

Se fija en tantos hombres y mujeres heridos en lo más personal. La propia dignidad no


descubierta o no reconocida por las instituciones, por los grupos políticos, por las leyes. Y
en esos momentos de corrientes racionalistas y de mito de progreso científico, se desprecia
o se desconoce lo que es esencial en la persona, la realidad de hijos de Dios.

Esto ocurre —piensa Enrique—, sobre todo porque ¡no se conoce a Jesús! ¡El mundo no
conoce a su Salvador! En 1872, puede hacer ya este diagnóstico: La más grave de las
dolencias que aqueja a la época actual es sin duda la falta de conocimiento y amor de
Jesucristo. Aun a las personas devotas les falta un conocimiento íntimo, amoroso de Jesús.
La religiosidad popular está muchas veces vacía de contenido evangélico. Los cristianos no
saben orar y desconocen su identidad bautismal, no saben que son hijos de Dios y
hermanos unos de otros. Y el mundo, por supuesto que el mundo no conoce a Jesús!. Y sin
embargo, Jesucristo es la piedra o fundamento de la vida espiritual, y su conocimiento es la
vida eterna para todos.

Se da cuenta de que la ignorancia, sobre todo de las clases populares, es uno de los
principales enemigos del hombre. Le impide el acceso a la verdad y le hace más vulnerable
a cualquier intento de engaño o de manipulación. Y ahora, en un momento de madurez
apostólica, a Enrique le preocupa todavía más el error, pues está ganando terreno entre los
ignorantes. La virtud, en otros tiempos tan apreciada, cede ante el vicio y la corrupción de
costumbres, en aquel siglo de las ideas naturalistas y del egoísmo, porque va prescindiendo
de Dios.

Con Jesús Maestro, Enrique de Ossó contempla la sociedad con mirada educativa.
Mientras otros regeneracionistas contemporáneos veían en la política o en la economía la
solución a todos los problemas sociales, a Enrique de Ossó le preocupa directamente la
persona: los niños, los jóvenes, las mujeres, los sacerdotes. Ama al hombre y por ello quiere
que sea feliz, que pueda ejercer su libertad. Contempla a las personas con los ojos de
Jesús, y como Jesús se compromete para que el hombre y la mujer lleguen a descubrir su
dignidad y vivan en plenitud su realidad de hijos de Dios.

“Educador nato”, Enrique de Ossó intuyó desde niño la elevada misión del maestro:
“suspiraba tan solo a enseñar y seguir la carrera del profesorado, porque esto es cosa que
muchas almas lleva a Dios”. La llamada, a través de su madre, a ser “misionero apostólico”,
no limitó su primera y radical vocación sino que le dio una profundidad nueva. Será siempre
educador, maestro en referencia constante al único Maestro.

Conoce el misterio y la complejidad del ser humano, y es consciente de que ser cristiano
no es sólo adhesión intelectual a Jesucristo. La gracia de Dios inicia en la persona un
trabajoso proceso en el que hay que colaborar: Despojarse del hombre viejo y revestirse de
Cristo, es la ocupación esencial del cristiano hasta vivir en Cristo. Enrique de Ossó no busca
resultados a corto plazo. Sabe esperar y preparar la tierra para la siembra y regar el huerto y
escardarlo para que dé flores y frutos15.

15
La parábola del sembrador ( Mc 4,1-9), así como la imagen teresiana del huerto (V 11-13) ponen de relieve el
misterio de la “relación suave”, del diálogo entre gracia y libertad. Hablan de co-laboración humana en la obra
en la que Dios tiene la iniciativa. De la necesidad de preparar la tierra y disponerse para recibir el don de
Dios.
355
En su pasión por restaurar en Cristo Jesús todas las cosas ensaya muchos medios, abre
muchos caminos: Predicador incansable, catequista y formador de catequistas, publicista y
periodista en la Revista Teresiana, fundador de asociaciones, director de ejercicios
espirituales, maestro de vida espiritual por diversos medios. Por experiencia se ratifica en lo
que ya intuía: hay que anunciar el mensaje evangélico —predicación—, pero no basta. Ni
siquiera basta conocer la doctrina —catequesis—, ni es suficiente la participación litúrgica, ni
la oración personal, tan importante. No basta con leer a Teresa y admirar sus virtudes. Es
necesario crear las condiciones para que el niño y el joven puedan llegar a ser otro Cristo. El
evangelio ha de ser recibido por todo el hombre, de manera que llegue al espíritu, al
corazón, a los sentidos16 hasta transformar sus criterios, sus actitudes y sus modos de
vida17.

Se hace progresivamente consciente de la importancia de la educación. Sólo una


educación sistemática e integral podrá producir frutos duraderos y multiplicadores, una
educación que empieza en la primera infancia. “Porque afianzar lo porvenir es triunfar de lo
presente”18. Está convencido además del valor social de la educación de la persona, “pues
no hay humanidad nueva si no hay en primer lugar hombres y mujeres nuevos”19. Renovar
la sociedad, hacer de Cristo el corazón del mundo es el objetivo final de Enrique de Ossó,
como lo ha sido para la Iglesia de todos los tiempos.

Sus primeros años de sacerdocio, de catequista y organizador de catequesis, le han


permitido el contacto directo con mucha gente: niños, jóvenes y adultos. Su actividad
arrolladora ha sido siempre fruto del amor y de la reflexión, fuente de nuevas convicciones,
punto de partida de proyectos nuevos. No sólo por propia experiencia sino por observación
puesta a prueba, está convencido de la influencia de la madre en la formación de los hijos. Y
se fija en tres instancias educativas fundamentales para toda persona. La familia, que es el
ámbito del despertar a la vida y de mayor influencia en la formación del niño y del joven. La
escuela, lugar de la instrucción y la formación del carácter y de las relaciones sociales. Y la
comunidad parroquial —la Religión o la Iglesia, dirá él— ámbito de formación y celebración
de la vida. Al frente de estos ámbitos hay tres figuras clave: la madre, la maestra y el
sacerdote.

De este modo de contemplar la realidad procede la máxima aspiración de Enrique de


Ossó: influir, educar, y capacitar a quienes en el futuro van a ser educadores de hombres y
mujeres. Despertar la vocación educativa en quienes no la han descubierto y ayudarles a
vivirla es, para Enrique de Ossó, una verdadera misión. Con esta finalidad proyecta la mayor
parte de sus actividades apostólicas. Escribe la Guía Práctica del Catequista para despertar
a sacerdotes y seminaristas, y para ayudarles a asumir su responsabilidad en la catequesis
de los niños. La Revista Teresiana se dirige a instruir y a formar cristianamente a todos los
lectores —siguiendo el modelo de Teresa—, de manera que puedan comprometerse
activamente en la transformación de la sociedad en que les ha tocado vivir. La Asociación
de jóvenes católicas y el Rebañito ofrece medios a jóvenes y niñas para vivir
responsablemente como cristianas, a ejemplo también de Teresa de Jesús. Aprendiendo de
ella sobre todo la oración y el celo apostólico. La Compañía de Santa Teresa de Jesús nace
para continuar y desarrollar en el tiempo y en el espacio la más profunda vocación de
Enrique de Ossó: Teresianas educadoras para regenerar el mundo.

16
EEO III, 890.
17
La exhortación Evangelii Nuntiandi al hablar de la evangelización —misión esencial de la Iglesia— se detiene
en presentar la hondura y complejidad de esta misión: “Sectores de la humanidad que se transforman. Para
la Iglesia no se trata solamente de predicar el Evangelio en zonas geográficamente cada vez más vastas o
poblaciones cada vez más numerosas; sino de alcanzar y transformar con la fuerza del evangelio los criterios
de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras
y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de
salvación” (Nº 19).
18
EEO III,484.
19
La fórmula es de EN Nº 18, glosando Rm 6,4.
356

4. Dimensión de fecundidad: Cómo recibe la Compañía el carisma del


Fundador y cómo se vivió en las primeras comunidades

Enrique de Ossó comunicó esta experiencia espiritual, de contenido cristocéntrico-


teresiano y apostólico- educativo, a muchas personas y grupos20. En todos quiso meter el
fuego del amor de Dios manifestado en Jesús, presente de modo especial en las palabras y
el espíritu de Teresa de Jesús. Pero con quien de verdad compartió su experiencia y de un
modo especial supo comunicarla y contagiarla, fue con las jóvenes llamadas a la Compañía
de Santa Teresa de Jesús.

Estas muchachas recibieron de su Fundador, verdadero padre espiritual y guía, la


conciencia y la experiencia de ser Apóstoles de Jesucristo, cuyas señas de identidad están
definidas en aquel versículo programático de los Hechos de los Apóstoles: “Nosotras nos
dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra” (Hch 6,4). Tal polarización de la
comunidad teresiana en lo apostólico, presupone e implica la conciencia previa de
discípulas, llamadas a estar con Jesús en compañía. Y convocadas en su Nombre para ser
enviadas por Él a hacerle conocer y amar. Ésta es la esencia de la vida apostólica que, en
la Compañía, es vivida además desde la conciencia de esposas de Jesucristo y desde el
encargo hecho por Jesús como a la Santa: “Mirarás mi honra como verdadera esposa
mía…” (CC 35ª  Art 1º SC). Ser verdaderas esposas de Jesús es el modo femenino y
teresiano de vivir la misión en la Compañía. En el sentido de que estas mujeres son
verdaderamente apóstoles del conocimiento y amor de Jesús en la medida en que cultivan
la relación de amistad hasta la comunión esponsal con el Señor y viven las consecuencias.

Éste es el significado fundamental de aquella aspiración a “ser otras teresas de Jesús”, la


meta de la formación en la Compañía. Ser todas de Jesús, que no haya nada en vuestro
exterior ni interior que no predique a Jesús. Enrique de Ossó define indistintamente en
términos cristológico-paulinos o teresianos el proceso espiritual. Pues si la meta es la vida
en Cristo —la experiencia del matrimonio espiritual—, el camino consiste en despojarse de
las miserias de la hija de Eva y revestirse del espíritu de celo y virtudes apostólicas de
Teresa de Jesús, o lo que es lo mismo, revestirnos de Cristo Jesús, ocupación esencial en
la Compañía.

Como vimos ya en los capítulos precedentes, la misión “indelegable” de conocer y amar a


Jesús y hacerle conocer y amar, en la comunidad primitiva se vivió desde una clara
conciencia de educadoras, contagiadas por la mística educativa de su Fundador. Teresianas
maestras para regenerar el mundo, fue el sueño de Enrique en aquella Inspiración del 2 de
abril, y la utopía que persiguió durante su vida en la realización del Proyecto.

Maestras como Jesús, manso y humilde, como Pablo apasionadas por Jesús, y como
Teresa, maestras de vida y de oración. Una magisterio en el que la vida precede y
acompaña a la palabra, vivido como evangelización y maternidad espiritual. Como el mismo
Pablo y como Teresa de Jesús, las hermanas de la Compañía viven su misión de
educadoras con la conciencia de ser verdaderas madres en el espíritu de innumerables
hijos. Madres, en cuanto esposas de Jesús, llamadas a dar vida en Cristo.

Tal proyecto representa un salto cualitativo, entre las diversas formas apostólicas del
Vasto Plan de Enrique de Ossó, “haciendo el apostolado de la mujer fecundo en la mayor
escala posible que le es dado a una mujer en el siglo XIX”, como explicaba el Fundador en
187621. La tarea educativa teresiana ampliaba las posibilidades apostólicas de la mujer,
participando real y activamente en la misión evangelizadora de la Iglesia, mediante “las

20
Los niños y niñas de las catequesis, los catequistas a quienes inició en tan hermosa tarea, aquellos a quienes
dirigía año tras año los ejercicios espirituales, los lectores y lectoras de la Revista Teresiana y de tantos libros
suyos de oración y las jóvenes de la Archicofradía.
21
La frase es una síntesis de varias expresiones de Enrique de Ossó en la presentación de la Compañía. (Cf.
RT agosto 1876, en EEO II, 794 y 796 y 798).
357
obras que directamente se ordenan a la salud de las almas”, como puntualizan las primeras
constituciones22.

El modo como interpretó el Fundador la misión de la Compañía en la Iglesia y en la


sociedad, así como la manera concreta de vivirla aquella primera comunidad de hermanas,
determina, por otra parte, una particular integración de los elementos comunes a la Vida
Religiosa en el Proyecto de la Compañía. Desde la Inspiración y las primeras
Constituciones, predomina el enfoque apostólico, tal como ha quedado indicado. El
Fundador supo elegir unas mediaciones apostólicas, una organización y un estilo
comunitario aptos para llevar a este Cuerpo apostólico con suavidad y eficacia hacia el fin
para el que el Espíritu lo suscitó en la Iglesia.

¿Qué peculiaridades encontramos en la Compañía, en cuanto instituto apostólico


femenino del siglo XIX? Quizás el elemento más original le viene de la claridad con que el
Fundador —y con él todas las hermanas—, entienden y viven lo que significa apostólico. En
la Compañía nunca se interpretó como sinónimo de actividad apostólica sólo, sino en las
claves ya apuntadas de Hch 6,4 y el mandato recibido por la Santa en las VII Moradas.
Apostólico es mucho más que el hacer, aunque lo incluye. Apostólico es el ser de las
hermanas de la Compañía y por supuesto el de su fundador Enrique de Ossó23, como
apostólica fue la persona entera de Pablo, de los Doce y de manera particular la de Teresa
de Jesús. Lo apostólico, pues, para la Compañía implica una espiritualidad y un servicio
ministerial, y ambos, un proceso formativo con una ascesis característica. En ese sentido se
habla de apostolados [o mediaciones apostólicas] de oración, enseñanza y sacrificio.

La manera de vivir la consagración religiosa es también característica. Un modo particular


de consagración apostólica, que se expresa ante la asamblea litúrgica, mediante la
profesión de los consejos evangélicos y el compromiso de entrega al Señor en el servicio a
los hermanos. Y, en el cada día, mediante el testimonio de una vida fraterna consagrada al
Señor y a la educación teresiana, vivida en medio del mundo, al servicio de la Iglesia y de la
humanidad. Con un estilo personal y comunitario que no separa, ni se distingue
externamente de las personas que viven en el mundo.

La Compañía de Santa Teresa de Jesús, nacida de la pasión por Dios y por los hombres,
con una gran sensibilidad hacia las características socioculturales del último tercio del siglo
XIX, encarna en su proyecto específico una nueva forma de vida religiosa —que empezaba
ya a apuntar en algunas fundaciones de finales de siglo XIX, aunque canónicamente no fue
reconocida por la Iglesia hasta el Vaticano II—, distinta del modelo de la fuga mundi.

La conocida expresión, religiosas sin parecerlo es ya elocuente. Pone de relieve, por una
parte, la radicalidad con que el Proyecto de la Compañía asume los elementos teológicos
característicos de la vida religiosa de todos los tiempos. Y por otra, está indicando una
nueva sensibilidad y una gran atención al nuevo contexto laico en el que surge. El Fundador
llega a decir que si esencial es mantener la identidad espiritual del nuevo cuerpo apostólico,
en estos tiempos de laicismo y descristianización de la sociedad es también esencial para
su misión en la Iglesia y en el mundo cuidar este modo de presentarse en relación con el
mundo: “Sean lo que son, o no sean”. Es más, conforme avanzan los años y la Compañía se
despliega apostólicamente más allá de las fronteras españolas, Enrique de Ossó se
confirma en su intuición inicial: La Compañía tiene futuro. Este nuevo modo teresiano de
situarse “en el mundo” tiene futuro en la misión irrenunciable de hacer que todos los
hombres conozcan y amen a Jesús.

22
SC, en EEO II, 61-62.
23
La oración colecta de la Misa de san Enrique de Ossó expresa precisamente esta faceta: “Oh Dios que en san
Enrique de Ossó has unido maravillosamente una oración continua y una actividad apostólica incansable…”.
La “unidad” de oración y acción es algo constitutivo de quien es apóstol por vocación.
358
B. EL CARISMA DE LA COMPAÑÍA HOY

Y ahora, tras la síntesis del Carisma de la Compañía recibido del Fundador Enrique de
Ossó, vivido y encarnado por la comunidad de los orígenes, puede surgir otra pregunta:
¿Cómo leer hoy las nuevas llamadas de la Iglesia y de la humanidad, y cómo responder a
ellas de manera adecuada, a la luz de la inspiración carismática de los orígenes?1. ¿Qué
aspectos del carisma original hemos de ahondar, encarnar de modo nuevo, e incluso
recuperar? ¿Cuáles son las nuevas situaciones, las necesidades nuevas que nos obligan a
plantearnos nuestro modo de ser y de hacer? Porque la Compañía “está llamada a descubrir
de manera nueva y creativa el propio carisma, para poder responder a los desafíos
culturales de hoy y ser al mismo tiempo un claro desafío evangélico y profético para las
culturas actuales”2.

1. ASPECTOS DEL CARISMA ORIGINAL QUE HEMOS DE VIVIR HOY DE MODO


NUEVO

1.1. El valor de la persona

Junto a la prioridad de Jesucristo y su Reino, tal como lo vivieron Enrique de Ossó y


Teresa de Jesús, y precisamente por eso, la Compañía del siglo XXI está llamada a
testimoniar la prioridad de la persona humana. Prioridad que se ha de descubrir tanto en las
decisiones institucionales, como en la vida de la comunidad o en la misión, y en general en
cualquiera de sus planteamientos o relaciones. Ésta fue la opción de la Trinidad en la
Encarnación del Verbo.

Desde el triunfo del concepto de libertad individual y el reconocimiento de los derechos


humanos en las sociedades democráticas, vivimos en una época en la que los valores
individuales están en alza. La psicología busca por todos los medios la autorrealización del
individuo, las filosofías personalistas reconocen la dimensión dialógica como esencial y
específica de la persona, la sociedad civil intenta respetar y promover los intereses de la
mayoría, que considera valores humanos universales. Y paradógicamente, frente a los
valores individuales reivindicados, proclamados y defendidos social y hasta jurídicamente3,
vemos que la cultura dominante impone unas formas de comportamiento y unas vigencias
socioculturales que atentan frecuentemente contra la libertad personal.

Por otra parte, observamos cómo a lo ancho y a lo largo del amplio mundo coexisten y se
yuxtaponen dos tipos de sociedad. La de la abundancia y el despilfarro —la sociedad de
consumo y del bienestar —, presente sobre todo en el Norte del Planeta. Y la de las
carencias y los excluidos—la llamada sociedad del Tercero y Cuarto mundos—,
geográficamente localizada sobre todo en el Sur y en las periferias de las grandes ciudades.
Constatamos a la vez que, junto a las escandalosas diferencias socioeconómicas cada día
más notorias, disminuyen los valores del espíritu y se va perdiendo el sentido de
trascendencia a la vez que el de fraternidad.

En este mundo de contrastes, de grandes deseos y proyectos valiosos, pero también de


incoherencias y de enormes paradojas, la Compañía está llamada más que nunca a vivir la
prioridad de la persona y de lo estrictamente personal, por encima de valores económicos o
de cualquier otro tipo. La mirada educativa de Enrique de Ossó, que le contagiaron Jesús el
Maestro y Teresa de Jesús, trasparentaba el amor apasionado por la personal humana.

1
Cf. F. CIARDI, A la Escucha del Espíritu…, 51-52.
2
Ibid., 52.
3
En los documentos internacionales de los Derechos del hombre, del niño, de la mujer, etc.
360
En esta sociedad de las diferencias y de la globalización, nuestro amor y atención
prioritaria a los pobres sociológicos y a los excluidos de la sociedad, así como la
preocupación educativa por aquellos que crecen en un ambiente excluyente y que corren el
riesgo de perpetuar el sistema, sólo puede nacer también hoy del amor de Dios. La
postmodernidad pone a prueba no sólo nuestro sentido de trascendencia sino también el de
fraternidad.

Únicamente viviendo en una dinámica teologal miraremos a las personas y a los grupos,
en sus complejas relaciones, a la naturaleza y la historia con los ojos de Jesús. Sólo así es
posible contemplar a cada persona con la mirada purificada por el Espíritu Santo. Vivir y
obrar en docilidad a este Espíritu, que nos descubre en cada persona a un hermano, a un
amigo, a un hijo o hija de Dios.

Sólo así seremos “próximas” a los hombres y mujeres de cualquier nivel socioeconómico,
de cualquier raza o cultura, de cualquier edad o religión. Y podremos vivir unas relaciones
humanizadoras, sin acepción de personas, sin excluir a nadie. Acogiendo e integrando en la
comunidad, aceptando desde el corazón, pues todos somos criaturas hechas a imagen y
semejanza de Dios, pobres y pecadoras pero hermosas y dignas, creadas para amar y vivir
en compañía; capaces de perdonar y servir por amor, porque Dios nos amó primero, y nos
amó hasta la muerte y muerte de cruz.

1. 2. Una vida unificada: maestras de vida y de oración

Frente a la profesionalización en que ha caído frecuentemente la VR activa, con el peligro


de reducir en la práctica la misión a actividad —muchas veces desenfrenada y sin muchos
frutos—, surge una tendencia renovadora de la VR que propone la vuelta a la espiritualidad,
a la experiencia original del Espíritu, esencial en la renovación de las familias religiosas.
También influye en este impacto el hecho de que los religiosos hayamos perdido el
monopolio de la misión evangelizadora y de las actividades apostólicas y de caridad.

Por otra parte, uno de los elementos fundamentales del dinamismo postconciliar, fruto de
la conciencia carismática de la vida religiosa, ha sido el descubrimiento de la centralidad de
la misión en el proyecto religioso. Muchas familias religiosas buscan su propia identidad
carismática precisamente a partir de la misión.

¿A qué atenernos? La respuesta la encontraremos, tal vez, si nos liberamos de la


dicotomía entre espiritualidad y misión. Un planteamiento que separa y aleja, quizás
inconscientemente, dos dimensiones del carisma íntimamente relacionadas. De lo
que se trata, más bien, es de descubrir la unidad e integración de estas dos
dimensiones, que sólo metodológicamente podemos separar para su estudio, pero
que en la experiencia y en la vida forman una unidad. Más que de síntesis —que
significa unir lo que está separado— habría que hablar de integración armónica.

Como teresianas consagradas que somos, si algo podemos ofrecer a la Iglesia, a los
hombres y mujeres de nuestro tiempo, es el signo pobre pero atractivo de nuestra vida
personal y comunitaria unificada, armoniosa, una. Como la de Jesús, la de Teresa o la de
Enrique. Una vida centrada en Jesucristo y los hermanos.

Vida unificada por el amor. Un movimiento interior que no nace de nosotras sino que lo
recibimos del Espíritu —y que hay que agradecer y pedir sin interrupción— y lo ofrecemos
constantemente a los hermanos. Ésta es la buena noticia que el mundo espera de nosotras.
Con nuestra vida y nuestras palabras, hemos de mostrar humildemente un modo de vivir en
el amor ¿Recordáis aquel texto nuclear?:
361
“Que no haya nada en vuestro interior y exterior que no predique a Jesús. Éste
debe ser vuestro único afán: ser todas de Jesús”4.

Los teólogos de la VR desde hace años están hablando de un nuevo modelo emergente,
que aún no está disponible, que ofrece una nueva síntesis de mística y misión, entre el
espíritu que anima y el cuerpo que expresa, entre experiencia fundante y realidad histórica.

La Compañía nació de esa síntesis vital inspirada en la de Teresa de Jesús, que el


Fundador supo transmitir al grupo inicial. Apóstoles, convocadas por Jesús para ser
enviadas por Él, dedicadas a la oración y al ministerio de la Palabra como los Doce. Otras
teresas de Jesús, esposas ocupadas y preocupadas por sus intereses. No podemos
descuidar esta unidad justamente en un momento en que aparece tan necesaria. Desde
hace unos años se repite una afirmación ¿profética? de Karl Rahner, en relación a la nueva
espiritualidad: “El cristiano del futuro será un místico, es decir, una persona que ha
experimentado algo, o no será cristiano”5. ¿Qué podemos ofrecer a nuestros hermanos y
hermanas del siglo XXI, en cuanto teresianas educadoras y maestras de oración? ¿Cómo
habremos de vivir, qué hemos de hacer para acompañar o despertar la experiencia espiritual
de los hombres y las mujeres con quienes vivimos?

Únicamente podremos ser buena noticia y mensaje evangelizador si ofrecemos la


transparencia de una vida personal y comunitaria centrada en Jesús y su Reino —vida de
relación de amistad con Dios y con los hermanos— testimonio significativo que no puede
buscarse directamente sino que surge naturalmente como consecuencia de una vida en fe y
amor.

Esta experiencia teresiana, verdadero camino de radicalidad evangélica, no es posible


vivirla solas, sin hacer partícipes de ella a las hermanas y hermanos. Con Teresa de Jesús,
hemos de cualificar nuestra vida comunitaria, compartiendo la experiencia espiritual, en
primer lugar con las hermanas con-vocadas a la comunidad; y después, o al mismo tiempo,
con las personas que el Señor pone en nuestro camino6. Haciendo accesible y ofreciéndoles
el trato de amistad con quien sabemos nos ama, que transforma poco a poco las demás
relaciones.

Sólo en la medida en que vayamos haciendo partícipes a otros de lo mejor que tenemos
que es nuestra espiritualidad, iremos comprendiendo la riqueza que encierra y su capacidad
de dar respuesta a los grandes interrogantes y a los anhelos de nuestros hermanos y
hermanas. Los modos concretos de hacer, la metodología, los espacios creados para la
transmisión verbal dependerán en gran parte de nuestra experiencia y de las diversas
situaciones en que nos encontremos, así como de las necesidades de las personas con las
que convivimos.

1. 3. Aceptación cordial de nuestra cultura secular

Otro de los valores no despreciable de nuestro carisma es la conciencia y la aceptación


responsable de estar viviendo en una cultura laica, no sacral, en la que tiene especial
significatividad el testimonio de una vida orientada a Jesucristo, vivida, sin embargo, con
unas formas seculares, que favorecen la relación y el diálogo con la cultura.

4
SC, en EEO II, 26.
5
“Espiritualidad antigua y actual”, Escritos de Teología VII, Madrid, Taurus 1968, 25.
6
La revista Vida Religiosa de septiembre de 1986 publicó un número monográfico titulado “Teólogos europeos
ante la vida religiosa”. Hay una coincidencia general entre estos teólogos (Tillard, Metz, Moltman, Pannemberg,
Forte) en que la VC del futuro tiene un papel importantísimo que desarrollar en la sociedad, pero con la condición
de que los religiosos entiendan que la mística del próximo futuro deberá ser cada vez menos fenómeno de
pocos, poniéndose al alcance de todos los cristianos. La intuición está en la línea de lo que había dicho Rahner
ya en 1966.
362
La sociedades laicas y plurales de hoy, con una cultura globalizada y a la vez muy
diversificada no sólo geográfica, sino social, étnica y culturalmente, son un reto para la
Compañía que nació para enfrentarse con una sociedad en la que se rompía la unidad
católica. El hecho de que surgiera en una sociedad en cambio, y la conciencia del Fundador
respecto a la oportunidad de la Compañía precisamente en aquella situación de
inestabilidad, no dejan de ser hoy también un acicate, una llamada constante a adoptar una
postura dialogante con las culturas.

En varias ocasiones hemos aludido a las circunstancias socioeclesiales en que surge la


Compañía, y a la incidencia de tales circunstancias en la configuración del nuevo Proyecto
apostólico y comunitario. Su servicio ministerial preferente, su organización y estilo de vida,
su planteamiento formativo y su modo de presentarse y de situarse en la sociedad están
determinados, en gran parte, por estas circunstancias. Pues la misión evangelizadora de
esta nueva obra se iba a realizar prioritariamente en ambientes no cristianos,
descristianizados o con peligro de descristianización, para lo cual había que prepararse.

El modo de relación con la cultura que hoy se nos pide es diverso al de los comienzos de
la Compañía, como diversa es la actitud de la Iglesia en su relación con el mundo7. Una
nueva actitud dialogante y respetuosa inaugurada por Gaudium et Spes, que hemos de
trabajar pacientemente.

La historia de la Compañía como la de la Iglesia, en sus 125 años de andadura se ha ido


aproximando a la cultura, y en el próximo futuro tendrá que pasar mucho más, de una
postura de militancia, confrontación e imposición de la verdad frente al error —característica
de la Iglesia y de la Compañía del siglo XIX que justifica la metáfora militar con que se
presenta y explica: “¡Todas las que militamos!”—, a una actitud de encuentro fraterno y
amistoso, de simpatía hacia el mundo y diálogo intercultural e interreligioso; de propuesta
evangélica como buena noticia que se ofrece para la reconciliación de toda la humanidad:
“Benditos son los pies, de los que llegan para anunciar la paz que el mundo espera” 8.

Inspirado en la Escritura, este himno de apóstoles proclama lo que podría ser el espíritu y
el talante de una comunidad teresiana y de cada hermana en los nuevos tiempos. Expresa
las actitudes características de quienes “llevadas por el fuego de Dios”, “como cristos
vivientes” o “gritos del Verbo”, “salen al encuentro del hombre peregrino —y de los
pueblos— que se hallan “en encrucijadas de caminos…”9. Y ofrecen “la paz que el mundo
espera”, la que trae Jesús. “La Verdad y el Amor de Jesús son [el] don que llevan”, de
manera que “el Perdón y la Paz serán su gesto”, enviadas por Jesús, para hacerle conocer y
amar.

La Compañía hoy, como la misma Iglesia, está llamada al corazón de la cultura:


“Apóstoles de Dios, que Cristo envía”, con la pasión por Jesucristo y un amor apasionado a
la persona. En diálogo con las culturas y siempre en la defensa del hombre y la mujer. En el
taller del descubrimiento y la formación de la persona: hijos de Dios y hermanos universales.
Dando vida. Llamada a descubrir y hacer descubrir, con la pedagogía evangélica del amor y
la autotrascendencia, los valores del espíritu, puestos por el Espíritu Santo en el corazón
humano.

La Compañía de hoy y de mañana, como su Fundador, ha de saber descubrir las semillas


del Verbo presentes en todas las culturas. Porque si Enrique de Ossó supo llegar a los
hombres y las mujeres y a las jóvenes que le escuchaban fue no sólo y no tanto porque les

7
El paso de la Cuanta Cura y el Syllabus (1864), con el Vaticano I, a la Constitución Gaudium et Spes del
Vaticano II, la Evangelii Nuntiandi y Vita Consecrata en los que aparece una visión positiva del mundo y de la
cultura
8
Tomado del Himno de II Vísperas de Apóstoles del Breviario español —inspirado en Isaías y san Pablo— al
que puso música hace algunos años una hermana de la Compañía, Teresa Imaz. Hoy lo podemos cantar
como propio en nuestras comunidades, ya que letra y música expresan nuestra identidad y misión.
9
La encrucijada del pluralismo ideológico, múltiples cosmovisiones, mesianismos y respuestas de sentido.
363
hablaba en sus categorías culturales, sino porque les ofrecía una buena noticia de
salvación. Les enseñó a entrar dentro de sí, hacia el centro del alma o el espíritu, lo más
personal de cada uno, eso que es transtemporal y transcultural porque es lo esencial
humano.

La Compañía de santa Teresa de Jesús encierra un tesoro10: una antropología cristiana y


teresiana personificada en Jesús, testificada por Teresa y Enrique de Ossó. Somos dignos,
somos hermosos, somos capaces de relación de amor con Dios y entre nosotros. La
vocación humana es el amor. Hemos sido creados para ser amados y para amar. Dios nos
amó primero. Y esto nos lo ha revelado Jesús y nos lo recuerda interiormente el Espíritu
Santo, que hace posible nuestra vida en Cristo.

1. 4. Conciencia y experiencia de Iglesia

Desde el Concilio Vaticano II en que se habló por primera vez de la VR como realidad
carismática en la Iglesia, se han sucedido los documentos —el último fue Vita Consecrata—
y las publicaciones teológicas y pastorales sobre el carisma de la VR en general y los
carismas de los fundadores y sus institutos en particular. Por otra parte, y como reacción al
momento de crisis de identidad que está viviendo la VR, los distintos institutos y la VR como
tal corren el riesgo de aislarse de la comunidad cristiana, en una especie de autoafirmación
defensiva que olvida o al menos silencia su pertenencia y su razón de ser en la Iglesia.

En este contexto —en el que el carisma congregacional podría absolutizarse perdiendo la


perspectiva justa—, vale la pena recordar el capítulo quinto del Sumario de las
Constituciones de la Compañía, titulado “Amor a la Compañía de Santa Teresa de Jesús”.
Leyendo este capítulo reconocemos la conciencia temprana de la Compañía en cuanto
carisma en la Iglesia y para la Iglesia, que trabaja en colaboración con otros carismas para
la edificación del Cuerpo común y al servicio de toda la humanidad. Conciencia que hoy
hemos de profundizar y enriquecer con las aportaciones de la eclesiología de comunión.

Cuando se publican las primeras Constituciones, en 1882, poco se había escrito sobre
teología de la VR y menos respecto a su dimensión carismática en la Iglesia. El Fundador,
sin embargo, tiene claro que la Compañía es un don para la Iglesia. ¡No ha nacido para sí
misma, ni con el fin prioritario de la perfección de sus miembros!. Y está clara también cuál
es su aportación carismática. El Capítulo quinto resitúa la misión de la Compañía en el
marco de la misión de la Iglesia, evangelizar. Es una invitación a la relativización del propio
carisma y a la toma de conciencia de la co-laboración pobre pero radical que se nos pide en
el Proyecto global del Padre, recapitular todas las cosas en Cristo. Proyecto salvador que es
ya una realidad virtual —por la muerte y resurrección de Cristo— pero que todavía no ha
llegado a su plenitud:

“Nuestro único afán debe ser el que nuestra humilde Compañía sea siempre la que
dé a la Iglesia apóstoles más perfectos y celosos del conocimiento y amor de
Jesucristo”11.

En términos actuales, equivale a decir que nuestra única preocupación ha de ser la


colaboración efectiva en la nueva evangelización de la Iglesia tanto en los países de
tradición cristiana —que hoy son países de verdadera misión12— como en la misión ad
gentes. En esta clave hemos de preguntarnos cómo ha de ser nuestra vida de oración y la
educación teresiana, de manera que Jesús vaya siendo conocido y amado por todos.

35
La expresión está calcada del Informe J. DELORS de Educación de la UNESCO, La educación encierra un
tesoro:1996.
11
Capítulo V de SC “Amor a la Compañía de Santa Teresa de Jesús”, en EEO II, 28.
12
Recordemos que la expresión y el concepto de nueva evangelización (con una triple novedad: nuevo ardor,
nuevos métodos y nueva expresión), acuñados por con Pablo VI, se refiere, en primer lugar, a la
evangelización de la vieja Europa de tradición y cultura cristiana.
364

Pues hasta que “Cristo sea todo en todos” —la Humanidad Nueva—, en el “entretiempo”,
lo que nos toca a sus discípulos-apóstoles es trabajar unánimes haciendo posible el Reino
de Dios:

“Por muchos que seamos los que trabajemos por promover los intereses de Jesús,
siempre saldrá ganancioso Satanás. No nos estorbemos los buenos cuando se
trata de la mayor gloria de Dios, sino más bien ayudémonos mutuamente”13.

Es una llamada actualísima a la colaboración, a la comunión de carismas y ministerios.


Una invitación a vivir la unidad en la pluralidad de formas, de vocaciones, de comunidades.
Preguntándonos, al mismo tiempo, cuál es la aportación específica, característica, de la
Compañía en la Iglesia y en el mundo de hoy.

El Capítulo diez de las Constituciones vuelve a iluminar la respuesta, formulando con


otras palabras cuál ha de ser nuestro único afán:

“Las de la Compañía de Santa Teresa de Jesús deben ser almas de fuego, a


quienes consuma y abrase el celo de la salvación de las almas; tales que puedan
decir con Jesús y Teresa: Fuego he venido a meter en la tierra, ¿y que quiero sino
que arda? Ésta es su misión”14.

Este fuego o amor apostólico no se aprende con estudio, ni se consigue con ascesis. Es
un fruto del Espíritu que hay que pedir incesantemente como pobres. Nace de la relación de
amistad con Jesús, que poco a poco nos va haciendo de su condición, dándonos también a
gustar el amor al Padre y a los hermanos.

1. 5. Espiritualidad compartida

El tema de la espiritualidad compartida, de tanta actualidad hoy, está presente ya y muy


bien planteado en nuestras raíces carismáticas, aunque con el correr de los años hayamos
perdido en parte tal conciencia. La intuición, coincidente hoy entre tantos institutos religiosos
y muchos seglares, de que la riqueza espiritual y apostólica de la VR no puede quedar
limitada y reducida a las familias religiosas, esta intuición está ya presente en el modo de
concebir y proyectar todas las obras apostólicas teresianas fundadas por Enrique de Ossó.

En el origen de la Compañía encontramos ya un entronque espiritual y apostólico — junto


con aquellos otros frutos apostólicos que históricamente la precedieron— en lo que el
Fundador llamó “el Árbol de Santa Teresa”. Es decir, la Compañía de santa Teresa de Jesús
tiene un punto de partida laico, pues nació como vanguardia apostólica de la Archicofradía.
De esta Asociación de jóvenes teresianas recibe la espiritualidad. Más aún, durante muchas
generaciones las candidatas a la Compañía pertenecían a la Archicofradía, donde se
iniciaban en la espiritualidad cristocéntrico-paulina y teresiana, eminentemente apostólica,
de Enrique de Ossó.

Por otra parte, el Fundador se dio cuenta en seguida de que la Compañía había de ser
“como el lugar propio, el centro [de irradiación]”15 de “este movimiento teresiano de celo por
los intereses de Jesús” 16, que se extendía rápidamente más allá de las fronteras españolas.
Es decir, en la mente iluminada y el corazón ardiente de Enrique fue creciendo la idea de
una gran familia teresiana en la que la Compañía estaba “destinada a imprimir vida y
movimiento, espíritu teresiano, a estas obras, y con ellas regenerar el mundo”17.

13
Ibid.
14
Capítulo X de SC, “Celo de los intereses de Jesús”, EEO II, 60.
15
Desde la Soledad, RT marzo 1878, 162-164.
16
“Gracias, mil gracias…”, RT septiembre 1878, 347.
17
“La Hermandad Teresiana Universal I” RT, enero 1878, 97-100.
365

Así surgió, dos años después del nacimiento de la Compañía, la idea de la Hermandad
Teresiana Universal, proyecto demasiado abierto, quizás, para aquellos momentos
eclesiales, y que entonces no llegó a cuajar18. Porque Enrique de Ossó fue un profeta del
siglo XIX, reivindicando para los seglares lo esencial cristiano, la vida en Cristo.
Ofreciéndoles un itinerario de configuración con Cristo mediante el magisterio de Teresa. Un
camino que les descubre la capacidad y la posibilidad de la oración personal —encuentro
real y trato de amistad con Dios— y les enseña a orar. Abriéndoles a la misión
evangelizadora de la Iglesia, ofreciéndoles las claves de la vida centrada en Cristo, unificada
en el Amor.

¿Cómo estamos viviendo nosotras esta intuición, esta misión carismática,


irrenunciable?¿Cómo la concretamos en nuestra Iglesia, una Iglesia enteramente ministerial
y misionera, una Iglesia que ha de ser toda ella religiosa19, encarnada en las distintas
culturas?

La Compañía nació de un carisma, una espiritualidad y una misión laicos o seglares.


Ahora a la Compañía le toca —nos toca— “animar la vida y la acción apostólica del MTA y
de otras comunidades eclesiales, con nuestra vida, con nuestro espíritu teresiano”20.
Vivamos lo que somos ha sido el lema del itinerario de renovación de la Compañía en el
pasado sexenio. Ojalá podamos decírselo de verdad con nuestra vida y nuestra palabra a
los hombres y las mujeres con quienes convivimos; a los educadores con quienes
colaboramos; a los niños y jóvenes que estrenan la vida. ¡Vivamos como hijos, como
hermanos. Descubramos la gran dignidad de la persona y trabajemos para que se
reconozca y respete la de todos.

2. DISCERNIR LOS MINISTERIOS


ANTE LOS NUEVOS CONTEXTOS, NECESIDADES Y SITUACIONES

Otro de los desafíos que se presenta a la Compañía de Santa Teresa de Jesús del siglo
XXI es el de los ministerios apostólicos. En este reto confluyen de alguna manera todos los
demás, pues los ministerios o respuestas apostólicas de cada instituto habrán de discernirse
desde el espíritu y la misión propia, reconocidos por la Iglesia, y atendiendo a las nuevas
necesidades eclesiales y sociales en los nuevos contextos. De manera que hemos de
preguntarnos sin cesar cuáles son los signos de esta época actual, y cuáles los de los
distintos lugares en donde se encuentra hoy la Compañía. En la medida en que hallemos
respuesta, estaremos en condiciones de determinar ante qué ministerios no podemos
sustraernos.

Porque lo que está bastante claro es que la respuesta ministerial de la Compañía de


Santa Teresa de Jesús, hoy que aparecen nuevas necesidades eclesiales y sociales, no
puede ser la misma que la de ayer.

18
La novedad de la intuición, que en aquel momento no tuvo eco, estaba en la convicción del poder de
convocatoria de Teresa, “una mina que está por explotar”. En aquella fraternidad teresiana cabían todos:
cultos e ignorantes, intelectuales y gentes del pueblo, espirituales y teólogos, escritores y lectores
apasionados. Todos los que de una manera o de otra encontraran en Teresa de Jesús una mujer auténtica,
una persona madura, una creyente, una mística o escritora. Desde cualquiera de esas facetas, y desde
todas ellas, Teresa de Jesús traía una buena noticia para las personas concretas y para el pueblo. La
Hermandad Teresiana Universal había nacido como una gran asociación que aglutinara y diera unidad a
todos los teresianos y teresianas del mundo. Algo así como la institucionalización de un gran movimiento de
espiritualidad teresiana.
19
La expresión está tomada de las Conclusiones del Congreso de la Iglesia de Sicilia (1989), donde se ha
afirmado que el carisma religioso está pasando y pasará cada vez más a los laicos, pues no se puede
aceptar que valores fundamentales como contemplación, servicio desinteresado al evangelio, comunidad, etc.
sean “delegados” a los religiosos, pertenecen a todos. Más aún “lo que es de los religiosos es de todos”.
20
Reglamento de Seglares MTA, 29.
366

2.1. Cambios en los contextos


que afectan a nuestros ministerios apostólicos.

Si comparamos nuestro momento histórico con los orígenes de la Compañía,


observamos cambios significativos en el contexto, no sólo porque han pasado 125 años
desde la Fundación, sino porque la Compañía de Santa Teresa de Jesús hoy está presente
en 23 naciones del mundo. Poco tiene que ver la España de finales del siglo XIX con el
ancho mundo de principios del XXI, aldea cósmica, muy diversificada. Cambios a nivel
mundial, que afectan a la vida de la Iglesia y de la sociedad, y en general a las personas y
las instituciones. Cambios que tienen incidencias concretas en los distintos países
latinoamericanos, en Estados Unidos, en África o en Europa, por no decir Asia, mucho
menos conocida para la Compañía; y que hacen recomendables nuevos planteamientos
ministeriales o de servicios apostólicos concretos. Posibles cambios en el modo de servir en
la Iglesia.

Nos limitamos, ahora, a enumerar algunos de estos cambios que inciden directamente en
las opciones ministeriales de la Compañía de hoy y de mañana.

1. Se limitan las posibilidades de enseñanza escolar de iniciativa social o desaparece la


necesidad o la conveniencia, en algunas realidades europeas. Mientras crece la
necesidad y la posibilidad de enseñanza escolar en muchos países del tercer y cuarto
mundos, donde faltan escuelas o están en condiciones muy precarias, dejando sin
escolarizar a gran número de niños y jóvenes, especialmente mujeres. En estos últimos
años, sin embargo, está cambiando significativamente el panorama escolar en Europa a
causa del fenómeno masivo de la inmigración, al que hemos de estar atentas como una
nueva llamada a la opción preferencial por los más desfavorecidos.

2. Se amplían los ámbitos educativos (hay mayor variedad):


 Ocio y tiempo libre
 Medios de comunicación social y de la información
 Pastoral y espiritualidad

Y aumentan las posibilidades de educación y formación de la mujer en todos los


órdenes. Como consecuencia aumentan las exigencias de competencia profesional, que
repercuten en el planteamiento formativo de la Compañía:
 Formación profesional y pastoral de las hermanas de la Compañía:
teología, espiritualidad, mass media, etc.
 Educación y formación de muchachas y mujeres adultas, sobre todo en el
Tercer Mundo.

3. Crece cuantitativa y cualitativamente la presencia de laicos educadores en la Escuela


Católica y concretamente en las Escuelas de la Compañía. Y cada vez más, la obra
educativa de la Compañía dependerá primariamente de los laicos, para que ésta pueda
realizar su misión.

4. Hay mayor demanda y más posibilidades de formar maestros y maestras de oración en


los movimientos juveniles, y en general en las comunidades cristianas. Cada vez más, la
iniciación a la oración cristiana se reconoce como tarea importante de la catequesis y la
pastoral:

Hay más hombres, mujeres y jóvenes que necesitan y que desean orar. Buscan
personas que les “hablen de un Dios, a quien ellos mismos conocen y tratan
familiarmente” (EN 76).

Hay más posibilidades de que la mujer sea maestra de oración en la Iglesia y el


mundo de hoy.
367

Aprender “el trato de amistad con Dios”, que enseña Teresa de Jesús, es una
forma de nueva evangelización que responde a los “signos de los tiempos”.

Ante estos y otros cambios nos preguntamos: ¿No son posibles hoy, algunos servicios
apostólicos en los que nunca pensó Enrique de Ossó para la Compañía, (sí para los
Misioneros Teresianos) y que sin embargo están en coherencia y conformidad con el
Proyecto radical de Enrique de Ossó ?

2.2. Criterios de discernimiento


para la elección de los campos de misión.

El criterio de discernimiento ha de seguir siendo hoy el mismo del Fundador: Donde más
peligren los Intereses de Jesús. Y los intereses de Jesús peligran también hoy allí donde el
hombre y la mujer pregunta por su destino y aprenden —si alguien les enseña—a vivir como
hijos y hermanos. La Compañía ha de estar presente hoy en los ámbitos donde se forman
—o se deforman—las personas.

Por otra parte, la Compañía de hoy como la de ayer, está llamada a la vanguardia
apostólica femenina, “haciendo el apostolado de la mujer fecundo en la mayor escala
posible que le es dado a la mujer del siglo XXI”21.“Nada por consiguiente de lo que pueda
promover los intereses de Jesús en gran escala debe ser mirado con indiferencia por las de
la Compañía. Las miras de la Compañía deben ser grandes siempre y en todas las cosas;
las que den por resultado práctico mayor aumento de los intereses de Jesús […] en
cualquier parte”22.

Nada de lo que la sociedad civil y la Iglesia permita hoy a la mujer hemos de dejar de
hacer si promueve en gran escala los intereses de Jesús. ¿Quiere esto decir que la
Compañía del próximo futuro podría prescindir de su marcado carácter educativo?

En rigor tenemos que afirmar que si la educación dejara de ser en nuestra época o en
otro momento histórico interés prioritario de Jesús, tendríamos que abandonar sin miedo
este campo y buscar otros campos apostólicos. Pero ¿podrá dejar de estar implicada la
educación de niños y jóvenes en el proceso de nueva evangelización e iniciación cristiana
en el tercer milenio que iniciamos?

Enrique de Ossó que, además de conocer bien su momento histórico, había reflexionado
sobre la historia, interesándose por lo esencial humano afirma: “la cuestión de la enseñanza
es la capital entre todas las cuestiones que pueden promoverse. Siempre esta cuestión
llamará preferentemente la atención entre todas porque es la palanca que remueve el
mundo”23.

Estoy convencida de que hoy sigue siendo así, sobre todo si nos referimos a la educación
en sentido amplio, en vez de hablar de la enseñanza, de connotaciones más estrictamente
académicas. Es impresionante la afirmación del P. Kolvenbach en unas declaraciones a una
revista italiana, a propósito de la educación: “No exagero si digo que renunciar al apostolado
de la educación bajo sus más variadas formas equivale a renunciar a la evangelización del
mundo”24.

Porque la educación, en todos los niveles y situaciones de la vida, está directamente


relacionada no sólo con el conocimiento de Dios, sino “con la dimensión ética y social, que
21
Cf. RT agosto 1876, en EEO III, 794. 796 y 798.
22
SC, en EEO II, 14.
23
EEO III, 858.
24
Famiglia Cristiana, noviembre de 1987.
368
afecta a las relaciones humanas y a los valores del espíritu”25. En esta dimensión educativa,
la mujer tiene un papel primordial, y lo tiene por carisma la teresiana, discípula de Teresa de
Jesús, que aprende y enseña no sólo la relación de amistad en la oración, sino las
relaciones cordiales y comprometidas dentro y fuera de la comunidad. Esto es “ser de
condición amigable”, capaces de relaciones interpersonales que hacen crecer, como
vocación pedagógica y como ideal humano que ofrecer al mundo.

El XIV Capítulo General habla repetidas veces de la vocación-misión educativa de la


Compañía y reconoce la necesidad de ahondar en la mística de la educación teresiana. Este
redescubrimiento constante del sentido de la educación, pasa por el diálogo frecuente con el
Fundador, educador nato y maestro polifacético, de cuya vocación participamos las
hermanas de la Compañía y todos los que comparten el carisma teresiano de Enrique de
Ossó.

2.3. Alguna sugerencia,


a propósito del discernimiento de ministerios educativo-formativos,
ante la nueva situación

Educación institucional

La Compañía, que nació para ofrecer una educación teresiana, prioritariamente en la


Escuela, y que cuenta con una experiencia pedagógica ya centenaria, no puede ni debe
abandonar esta institución relevante, precisamente en estos momentos difíciles por los que
atraviesa la Escuela, sobre todo en Europa. Lo cual no significa que no deba plantearse su
permanencia en algunas escuelas concretas

En la Escuela se forman o se deforman las generaciones futuras. La Escuela no sólo


abre los ojos al mundo desde una particular ventana (o cosmovisión), sino que sigue
teniendo la posibilidad de relacionarse directamente con la familia, y a la Escuela le
corresponde inventar modos nuevos de influencia y de formación de los padres que son los
primeros y principales educadores o deformadores de sus hijos.

Como otras instituciones religiosas expertas en educación, la Compañía deberá


acompañar en la formación y apoyar con su experiencia a los educadores laicos, para que
en un próximo futuro puedan ellos también responsabilizarse y dirigir escuelas teresianas.

En países del Tercer mundo y en las periferias de algunas ciudades industriales siguen
faltando maestros y maestras. Como hizo en otro tiempo, la Compañía de hoy y del próximo
futuro puede y debe tomar iniciativas o secundar las de otras instituciones, colaborando con
ellas para organizar y dirigir escuelas, allí donde faltan escuelas y maestros. Con la mirada
puesta siempre en la formación y preparación de maestros y maestras laicos.

A la Compañía le toca mantener viva o suscitar la conciencia de misión de Iglesia


inherente a la tarea educativa de un cristiano. No podemos olvidar que desde la Inspiración
hasta su muerte, el ideal de Enrique de Ossó fue formar educadoras teresianas —madres y
maestras— para que ellas formaran cristianos y cristianas con los valores teresianos. La
pasión por la persona, el amor al niño, al joven, a los padres y maestros y la influencia
educativa en todos ellos es lo peculiar, lo irrenunciable de la misión en la Compañía.

25
JUAN PABLO II, Carta a las mujeres (1995) , dice así en el Nº 9: “Normalmente se valora el progreso según
categorías científicas y técnicas […]. Sin embargo, no es esta la única dimensión del progreso ni siquiera la
principal. Más importante es la dimensión ética y social, que afecta a las relaciones humanas y a los valores
del espíritu”.
369
Nuevos ministerios

Atentas a las necesidades de cada nación, diócesis, ciudad o barrio, y respondiendo a las
demandas de la Iglesia y de la sociedad, encontramos otros servicios apostólicos que están
en sintonía con la inspiración original de la Compañía y la espiritualidad teresiana. Son
ministerios “ordenados directamente a la salvación de las almas”26, a la educación y
formación humana y cristiana de diversas personas, magisterio de oración y docencia, que
puede promover o asumir la Compañía.

Sugiero algunos de ellos, que todavía no son de común aceptación en nuestras


comunidades:

 Orientación y dirección de retiros y ejercicios espirituales para laicos, religiosos,


sacerdotes, catequistas y educadores.
 Acompañamiento espiritual o psicológico-espiritual de jóvenes y adultos.
 Docencia en niveles universitarios: teología, espiritualidad, ciencias de la
educación y de la Información, antropología, filosofía, biología, etc.
 Animación de grupos juveniles y educación del tiempo libre.
 Acompañamiento familiar.

Con sentido realista, y considerando cuántas y quiénes somos, cada Provincia deberá
replantearse las obras actuales y otras posibles formas de servicio (reestructuración de
obras y comunidades apostólicas). Al asumir nuevos ministerios, la Compañía tendrá que
discernir en cada caso si conviene hacerlo como hasta ahora, asumiendo la titularidad, o si
será más conveniente mediante la participación de hermanas concretas que colaboren en
otras instituciones.

Esta forma discreta de misión no institucional, permite mayor libertad de movimiento y


puede ser en algunos casos más conveniente, en unos momentos en que lo institucional
está en crisis y se valora, sin embargo, el testimonio directo. El trabajo en equipo y la
colaboración intercongregacional y con los laicos es un signo elocuente de comunión.

2.4. Cómo prepararnos

Las opciones ministeriales de la Compañía en el próximo futuro —mucho más


diversificadas—,tendrán que plantearse, no sólo desde las Provincias, sino también desde el
Gobierno General. Las Prefecturas de Educación y Formación General, deberán trabajar
coordinadamente para que la orientación de la formación inicial y los estudios de las nuevas
generaciones de hermanas les preparen competentemente para la misión que la Compañía
les encomiende. Esta necesaria planificación en la formación inicial, reclama una
planificación apostólica a largo y a corto plazo, de manera que se corresponda la
preparación apostólico-profesional de las hermanas y los tipos de ministerios elegidos
preferentemente por la Compañía y cada Provincia.

CONCLUSIÓN

Podemos concluir diciendo que el acercamiento al Proyecto radical de Enrique de Ossó y


a su Intención fundamental, nos permite afirmar que ciertos valores revisten para la
Compañía de Santa Teresa de Jesús un carácter absoluto. Estos valores son la oración y la
educación teresiana, dos mediaciones ineludibles de relación con Dios y con la persona
humana, que únicamente se pueden vivir en la dinámica del misterio pascual (sacrificio)

26
SC, en EEO II; 62.
370
como nuestro Maestro y Señor. En último término, Dios y el hombre, cuya verdad nos ha
revelado Jesús, el Hijo de Dios hecho Hombre.

Si dejamos de traducirlos a su lenguaje correspondiente, es decir, si no los vivimos como


ciudadanas del siglo XXI —con lo que implica de asumir las nuevas categorías culturales,
estéticas, teológicas, antropológicas, ecológicas, etc.— la Compañía perdería con ello su
fisonomía particular. Y si por acomodarnos indiscriminadamente a las nuevas culturas, la
Compañía olvidara su genuina manera de ser cristianas, perderíamos la razón de ser en la
Iglesia y en el mundo. Del pasado hemos recibido la identidad, pero es necesario abrir esta
misma identidad al futuro.
371

ANEXOS
372
373

ENRIQUE DE OSSÓ

1840 Nace en Vinebre (16 de octubre)


1852 Quinto de Ebro con su tío Juan Ossó. Viático.
1853 Reus: comercio "La Maravilla”, Pedro Ortal.
Muere su madre. Montserrat. Seminario Tortosa: estudios en el Colegio de
1854
San Matías. Maestros: Prades y Dómine Sena.
1857 Trienio filosofia seminario Tortosa. Conferencias de san Vicente
1860 Seminario de Barcelona. Profesor Dr. Arbós.
1861 Seminario de Tortosa.
1863 Seminario de Barcelona.
1867 Ya profesor en el Seminario de Tortosa. Diácono. Sacerdote.
1868 Profesor Seminario. Verano: Desierto de las Palmas y Vinebre.
1869 Vuelve a Tortosa: organiza la Catequística.
1870 Asociación de la Purísima. Viaja a Roma.
1871 El amigo del Pueblo
1872 Guía Catequistica. Desierto de las Palmas . R.Teresiana.
1873 Archicofradía.
1874 El Cuarto de Hora de Oración.
1875 Viva Jesús. Viaja a Ávila y Alba.
1876 Rebañito, Hermandad Josefina, Compañía de sta. Teresa
1877 Peregrinación a Ávila y Alba. Hermandad Teresiana Universal.
1878 - Liberado de la cátedra del Seminario. Primer colegio en Villalonga
1879 Toma de posesión Casa-Matriz Tortosa. Comienza el “Pleito”.
1881
1882 Voz de alerta al Centenario Teresiano. Peregrinación a Montserrat.
1883 Viaje a Orán. Peregrinación a Ávila-Alba: Mano de Oro.
1884 Decreto de “Entredicho”. Viaje a Portugal . Catecismo masonería.
1885
1886
1887 Prepara "regalos" para S. S. León XIII. Segundo viaje a Roma
1888 Decreto de Alabanza Compañía y Animadversiones Constituciones.
1889
1890 Deja de ser Superior de la Compañía. Enfermo grave.
1891 Catecismo de obreros yde ricos. La Escuela de santa Teresa
1892
Montserrat: Ejercicios Espirituales para la Compañía. El Gobierno Español
1893
aprueba la Compañía como Instituto de enseñanza
1894 Crisis de la Compañía. Roma. Decreto de “derribo” del Noviciado.
1895 Catecismo Directoras. Guía de postulantes.
1896 Muere en Sancti Spíritus 27 enero.
374

LA IGLESIA EN EL SIGLO XIX

1823 LEÓN XII

1829 PIO VIII

1831 GREGORIO XVI

1846 PIO IX
1848 Pio IX, destierro en Gaeta
1850 Regreso a Roma
1851 Concordato de la Santa Sede con Isabel II de España
1854 Dogma de la Inmaculada
1856 Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús
1859 “Cuestión Romana”
Inicio del porceso unificador de Italia
1860 Excomunión a los invasores de los Estados Pontificios
1864 Quanta Cura y “Syllabus”: contra los errores modernos
1865 Excomunión masonería
1869 Concilio Vaticano I
1870 Dogma Infalibilidad Pontificia. Brecha de la Puerta Pía
1871 Jubileo Pontificio: 25 aniversario de Papado
1875 Gran Jubileo del Mundo Católico
1876 Peregrinación de 10.000 españoles
1877 50º Aniversario episcopal de Pío IX. Doctorado de san Francisco de Sales

1878 LEÓN XIII Encíclica porgramática: Inescrutabilis


Encíclica Cum multa: contra las escisiones de los católicos españoles, y sobre la
1882
relación entre lo “civil” y lo “religioso”
1884 Encíclica Humanum Genus: contra el pensamiento masónico y librepensador.
1887 50° aniversario de su ordenación sacerdotal
Cartas de León XIII a obispos españoles y Revista Popular: para erradicar
1889
disputas políticas y enfrentamientos católicos
1891 Encíclica social: Rerum Novarum
1894 Peregrinación de 18.000 españoles
1896 Muere Enrique de Ossó y Cervelló.
375

ESPAÑA EN EL SIGLO XIX

1812 Cortes de Cadiz: Constitución liberal


1814 Fernando VII regresa: Sexenio Absolutista

CRISIS DEL ANTIGUO


1820 Revolución liberal: Trienio liberal
1823 Década absolutista de Fernando VII

RÉGIMEN
1833 Regencia de Mª Cristina. 1ª Guerra Carlista
1837 Desamortización de Mendizabal. Constitución liberal
1839 Fin de la 1ª Guerra Carlista.
Primera Escuela Normal de maestros
1840 Regencia de Espartero: política anticlerical

1843 ISABEL II
1844 Comienza la Década moderada (Narvaez)
1845 Constitución moderada.
Plan de Pidal de educación. Balmes: El Criterio

PERÍODO ISABELINO
1846 2ª Guerra Carlista
1848 Ferrocarril Barcelona-Mataró
1851 Concordato con la Santa Sede
1854 Bienio Progresista (Espartero). Epidemia de Cólera.
1856 Bienio moderado (O’ Donnell)
1857 Ley Moyano de instrucción pública
1858 Gobierno de la Unión Liberal (O’ Donnell).
Primera Escuela Normal Maestras
1860 Final 2ª Guerra Carlista
1863 Crisis política, social, financiera. Sucesión de partidos.

1868 Revolución de septiembre:


REVOLUCIONARIO

Sexenio liberal o democrático


SEXENIO

1869 Constitución liberal


1870 Congreso Nacional Obrero en Barcelona
1871 AMADEO DE SABOYA
1872 3ª Guerra Carlista
1873 I REPÚBLICA: 4 presidentes
376

1875 RESTAURACIÓN: ALFONSO XII


CÁNOVAS Presidente del Gobierno
1876 Consitución moderada y tolerante. Fin Guerra Carlista.
Creación de la I.L.E.
1877 Recuperación órdenes religiosas
1879 Fundación PSOE (Pablo Iglesias)
1881 SAGASTA

RESTAURACIÓN
Nace la “Unión Católica” (A. Pidal y Mon)
1882 I Congreso Nacional de Educación
1884 CÁNOVAS
1885 Regencia de Mª Cristina: SAGASTA
1888 Fundación UGT. Exposición Universal Barcelona
1889 I Congreso Católico Nacional de Educación
1990 CÁNOVAS
1892 Aprobación Compañía de Santa Teresa de Jesús
1893 SAGASTA
Congreso Eucarístico: “Venga tu reino” -
“reinado social de Cristo”
377

EUROPA EN EL SIGLO XIX

1804 Imperio Napoleónico. Expansión por Europa de las ideas ilustradas.


1814 Derrota de Napoleón. Congreso de Viena y Santa Alianza:
defensa del absolutismo monárquico y de la religión.
1820 1ª oleada revolucionaria liberal en Europa: sofocada por la Santa Alianza.
1825 Socialismos utópicos: primeros pensadores sociales
(Owen, Proudhon, Fourier, Saint Simon…).
1830 2ª oleada revolucionaria: triunfos liberales en Francia y Bélgica
1848 3ª oleada revolucionaria en Europa, más radical en lo político y social
 Socialismo científico: Manifiesto Comunista (Marx y Engels).
 Anarquismo: Bakunin y Kropoptikin.
1852 Napoleón III Emperador de Francia. Francia se considera árbitro de los asuntos
europeos y el garante del Papado.
1859 Inicio del proceso unificador de los estados italianos en torno a la casa de Saboya.
Darwin: la evolución de las especies.
1861 Proclamación del Reino de Italia, regido por la monarquía piamontesa:
Víctor Manuel II de Saboya.
- 1ª Internacional Obrera (AIT): socialistas científicos, utópicos y anarquistas.
1864 Inicio del proceso de unificación de Alemania en torno al reino de Prusia
1870 Victoria de Prusia sobre Napoleón III:
Fin del 2º imperio de Napoleónico: se instaura la republicana.
Fracaso de la Comuna de París (1ª experiencia, reprimida, de gobierno obrero).
Proclamación del Imperio Alemán: Guillermo I de Prusia.
Predominio alemán en Europa: sistema de alianzas del Canciller Bismark
Consecución de la unidad italiana con la conquista de Roma
(entrada por la Porta Pía).
1880 En Francia triunfa la Ley Ferry: secularización enseñanza y
supresión congregaciones docentes
1885 Conferencia de Berlín sobre el reparto de África.
Auge de expansionismo colonial europeo: conflictos entre países
1889 2ª Internacional Obrera (AIT):
Consolidación del marxismo sobre el anarquismo
378

EL CARISMA DE L A COMPAÑÍA

ESPÍRITU SANTO llama, conduce, acompaña, ilunima e inspira…..

TERESIANA

COMPAÑÍA
PRIMERA
GRACIA

GRACIA

Apóstoles

Teresianas

Educadoras

Experiencia Fundante
de JESÚS y TERESA

Fase preparatoria

Desarrollo Gradual
la familia

la comunidad la escuela
eclesial
379

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

I. F U E N T E S

1. ENRIQUE DE OSSÓ

1.1. ESCRITOS PUBLICADOS EN VIDA

Apuntes o pequeño tratado de la vida mística, Barcelona 1896.

Catecismo acerca de la masonería, sacado a la letra de la encíclica “Humanum genus” de


nuestro Padre amantísimo León XIII, Tipografía Católica, Barcelona 1884 [EEO III, pp. 103-
137].

Catecismo de los obreros y de los ricos, sacado a la letra de la encíclica “De opificum
conditione” de nuestro Padre amantísimo León XIII, Tipografía Católica, Barcelona 1891
[EEO III, pp. 141-190 ].

Ceremonial de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, Barcelona 1892 [EEO II, pp.
381-388].

Ceremonial de la Compañía de Santa Teresa de Jesús: Bendición y toma de hábito,


Puigrubí y Arís, Tarragona 1882.

Ceremonial de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, Votos temporales, Bertrán y Altés,


Barcelona 1886.

Ceremonial de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, Votos perpetuos, Bertrán y Altés,


Barcelona 1886.

Constituciones de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, Tipografía de la Biblioteca


Teresiana, Barcelona 1888 [EEO pp. 15-139 páginas impares].

Guía práctica del catequista en la enseñanza metódica y constante de la Doctrina Cristiana,


Tipografía Católica, Barcelona 1872 [EEO I, pp. 29-187].

El Cuarto de Hora de Oración, según las enseñanza de la seráfica Doctora Santa Teresa de
Jesús, Tipografía Católica, Barcelona 1874 [EEO I, pp. 237-479].

El Devoto Josefino. Devocionario Josefino que comprende las oraciones y prácticas de


piedad fundamentales de la vida cristiana, Tipografía Católica, Barcelona 1892 [EEO I, pp.
975-1236].

El día 15 de casa mes y novena de Santa Teresa de Jesús, Tipografía Católica, Barcelona
1873 [EEO III, pp. 21-100].

Exámenes y Capítulo de Faltas, Puigrubí y Arís, Tarragona 1882 [EEO II, pp. 213-230].

Guía práctica del Catequista en la ensañanza metódica y constante de la doctrina cristiana,


Tipografía Católica, Barcelona 1872 [EEO I, pp. 27-187].

María al corazón de sus hijos, o sea, un mes en la escuela de María Inmaculada, Tipografía
Católica, Barcelona 1895 [EEO III, pp. 239-386].
380

Mes de Santa Teresa de Jesús, o sea, treinta y tres meditaciones sobre las virtudes de la
Santa para obsequiarla durante el mes de octubre, Tipografía Católica, Barcelona 1882.

Misioneros de Santa Teresa de Jesús, Tipografía Católica, Barcelona 1892.

Novena al Corazón de Jesús, Imprenta Altés, Barcelona 1895 (incluido en Un mes en la


Escuela de Sagrado Corazón) - [EEO III, pp. 598-630].

Oficios en la Compañía de Santa Teresa de Jesús, Puigrubí y Arís, Tarragona 1882 [EEO II,
pp. 189-211].

Oraciones de visita y Reglamento de la Archicofradía de jóvenes católicas Hijas de María


Inmaculada y de Santa Teresa de Jesús, Tipografía Católica, Barcelona 1873.

Organización y Gobierno de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, Tipografía Católica,


Barcelona 1882 [EEO II, pp. 143-177 y 312-325].

Plan Provisional de Estudios de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, Puigrubí y Arís,


Tarragona 1882 [EEO II, pp. 231-265].

Práctica de exámen particular y general para desarraigar vicios y adquirir toda clase de
virtudes, Tipografía Católica, Barcelona 1885.

Preces de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, Puigrubí y Arís, Tarragona 1882 [EEO
pp. 179-188].

Reglamento y oraciones de visita de la Archicofradía de Jóvenes Católicas Hijas de María


Inmaculada y Santa Teresa de Jesús, Tipografía Católica, Barcelona 1895 (incluido con su
paginación propia en el Devocionario Teresiano) [EEO I, pp. 197-236]

Reglamento y preces del Rebañito del Niño Jesús de Teresa, Tipografía Católica, Barcelona
1881 [EEO I, pp. 1239-1251].

Reglas fundamentales de Urbanidad, Barcelona, 1a edición entre 1893 y 1895.

Remedios preservativos y curativos de las enfermedades del alma, Tipografía Católica,


Barcelona 1883 [EEO II, pp. 267-309].

Revista Santa Teresa de Jesús, Tipografía Católica, Barcelona. Revista mesual, de octubre
de 1872-73 (Año I) a enero de 1895-96 (Año XXIV).

Rudimentos de Historia de España, Tipografía Teresiana, Barcelona 1893.

Rudimentos de Historia Sagrada, Librería y Tipografía Teresiana, Barcelona 1896.

Siete Moradas en el Corazón amantísimo de Jesús, o sea, la semana santificada por la


devoción al Corazón de Jesús, Barcelona 1894 [EEO III, pp. 423-453].

Sumario de las Constituciones de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, Tipografía


Católica, Barcelona 1882 [EEO II, pp. 14-138 páginas pares] .

Tesoro de la Juventud. Decocionario razonado y completo, Tipografía Católica, Barcelona


1890 [EEO I, pp. 549-956].

Tesoro de la Niñez, Tipografía Católica, Barcelona 1892 [EEO I, pp. 1254-1318].


381
Tres florecillas a la Virgen María de Montserrat, Tipografía Católica, Barcelona 1890 [EEO
III, pp. 193-237].

Tributo amoroso al dulcísimo doctor San Francisco de Sales, Tipografía Católica, Barcelona
1894 [EEO III, pp. 633-685].

Triduo, novena y primer viernes del mes en honor del Sagrado Corazón de Jesús, Tipografía
Católica, Barcelona 1895 [EEO III, pp. 587- 598].

Un mes en la escuela del Sagrado Corazón de Jesús, seguido de un triduo, novena y primer
viernes, Tipografía Católica, Barcelona 1895 [EEO III, pp. 455-586].

Viva Jesús, Tipografía Católica, Barcelona 1875 [EEO I, pp. 482-547].

1.2. ESCRITOS POSTUMOS

Apuntes de las Misericordias del Señor, notas autobiográfica en AGSTJ, Escritos PIB/T Vol.
XXII. Publicados en HSTJ, pp. 26-29 y en EEO III, pp. 9-15.

Apuntes para un libro de pedagogía. Pensamientos de pedagogía, 1894. Publicados en EEO


II, pp. 742-789.

Apuntes sobre el origen de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, 1881, en Escritos


Autenticados vol. X del PIB. Publicado en HSTJ, pp. 19-20 y en EEO II, pp. 427-429.

Catecismo de Directoras, 1895. Publicado en EEO II, pp. 792-820.

Deberes, 1893. Publicado en HSTJ, pp. 362-367 y en EEO II, pp. 501-509.

Directorio de las costumbres pías de la Casa Madre de la Compañía de Santa Teresa de


Jesús, 1888. Publicado en EEO II, pp. 821-834.

Directorio para las Superioras de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, Barcelona, STJ
1928.

Directorio Provisional, 1877. Publicado en HSTJ, pp. 52-61 y en EEO II, 413-426.

Directorio provisional, 1877. Publicado en HSTJ, pp. 53-61 y en EE0, II pp. 413-426.

Ejercicios espirituales según el método de San Ignacio de Loyola, para las Hermanas de la
Compañía de Santa Teresa de Jesús, 1891. Publicado en Tipografía Teresiana, Barcelona
1901 y en EEO II p. 511-739.

Exámenes, 1885 y 1887. Publicado en EEO II, pp. 440-463.

Fines principalísimos de la Compañía de Santa Teresa. Un esbozo del Directorio, 1876.


Publicado en HSTJ, pp. 36 – 39 y en EEO II, pp. 407-411.

Fórmula Voto de Castidad, 1878, en AGSTJ, Tomo 27, p. 60. Publicado en HSTJ pp. 66-67.
Guía de Postulantes y Directorio de la Maestra Novicias, 1888 e 1895. Publicado en EEO II,
pp. 835-853.

Horario o Reglamento, 1-julio-1876, en AGSTJ, Tomo XXVI, p. 150. Publicado en HSTJ p.


35..
382
Máximas que deben inculcarse a las hijas de la gran Teresa de Jesús. Publicado en HSTJ,
pp. 134-135 y en EEO, pp. 431-433.

Mi Reglamento, 1890. Publicado en EEO II, pp. 473-500.

Novena para honrar al Espíritu Santo, Tipografía Teresiana, Barcelona 1903.

Plan o idea de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, 2 de Abril de 1876. Publicado en


HSTJ, pp. 20-22 y en EEO II, pp. 403 – 406.

Preces – Normas – Advertencias, 1889. Publicado en HSTJ, pp. 264-267 y 304-305; EEO
II, pp. 465-472.

Prólogo y anotaciones al margen, 23-junio-1879, en AGSTJ, Tomo 26, p. 137. Publicado en


HSTJ. Publicado en HSTJ, pp. 80-81.

Prólogo y Gobierno. Organización de la Compañía, 23-julio-1879, en AGSTJ. Publicado en


EEO II, pp. 10-13.

Reglas más breves. Publicado en HSTJ, pp. 135-136 y en EEO II, pp. 436-437.

Reglamento, 19/3/1878, en AGSTJ, Tomo 27, p. 15. Publicado en HSTJ p. 67.

Rudimentos de Historia Sagrada, Librería y Tipografía Teresiana, Barcelona 1905.

Rudimentos de religión y moral, Librería y Tipografía Teresiana, Barcelona 1905.

1.3. MANUSCRITOS

Apuntes personales y otros documentos

Tres libretitas personales con anotaciones diversas, de esta época (1862-1879). En AGSTJ,
Escritos PIB/T, Volumen XIV, pars. 5a, 6a y 7a. Destacamos:

- Fines principalísimos de la Compañía de preferencia, pars. 6ª.pp. 372-374.


Publicado en HSJ, pp. 36-39.
- Intenciones o peticiones repetidas sobre las “obras de celo” 27/7/76; 17/8/76;
15/7/77 y 28/9/77, pars. 7a.
- Oración de la Compañía, pars. 6a., p. 375.
- Segundo día de Ejercicios, pars. 6a., pp. 375-378. Publicado en HSTJ p. 45.

Manuscritos autógrafos varios, en AGSTJ, E. Vols. 25 –26 AGSTJ. Destacamos:

- Lista de Hermanas que entraron en la Compañía desde 15- octubre-1876 al 10-


febrero-1877”, Vol. 26, p. 185.

- Primer día de Retiro Carnaval, 1878 y 1879, Vol. 25, p. 120.


- Razones para inclinar el ánimo de una teresiana a ingresar en la Compañía, Vol.
25, pp. 64-65.

- Regalamento 4-julio-1877, Vol. 26, p. 185.


383

Cartas

Cartas del Siervo de Dios Enrique de Ossó [513 cartas], Ed. STJ, Barcelona 1969.

Cartas autógrafas, inéditas: 1876-1895, en AGSTJ, E. Vols. 1-30.

Cartas en copia autenticadas, en AGSTJ, Epistolario PIB/T.

Cartas de San Enrique de Ossó y Cervelló al Dr. Félix Sardá y Salvany [ 129 cartas desde
julio de 1865 a octubre de 1895], Ed. STJ, Barcelona 1997. Edición preparada por Gloria
Volpe, stj.

2. ESCRITOS DE OTROS PERSONAS

ALTES Y ALABART J. Bta.¸ “Don Enrique de Ossó y Cervelló. Apuntes biográficos”, en Revista
Santa Teresa de Jesús [35 capítulos o entregas de la RT ], Tipografía Católica, Barcelona,
de febrero de 1996 a julio de 1903.

BELTRÁN J., Notas del principio de la Compañíeta y de Nuestro Padre. Apuntes y Datos para
Crónicas, 1925. AGSTJ, Cuaderno n° 4.

JASSÁ S., Cartas inéditas, en AGSTJ, Fondos S. Jassá.

Manuscritos sin firmar STJ: Para crónicas. AGSTJ , Cuadernos n° 1, 2 y 3.

SACRA CONGREGATIO PRO CAUSIS SANCTORUM, Derthusen seu Barcinonen. Beatificationis et


Canonizationis Servi Dei Henrici de Ossó y Cervelló. Positio super virtutibus. Summarium,
Tipografia Guerra e Belli, Roma 1975.

SAGRADA CONGREGACIÓN DE OBISPOS Y REGULARES, Decreto de alabanza y animadverciones


de la Compañía de Santa Teresa de Jesús. AGSTJ Carpeta 48, III BC, 5-8.

UNA PROFESORA STJ, Páginas amenas è instructivas, Barcelona, Librería y Tipografía


Teresiana, Barcelona 1899.

UNA PROFESORA STJ, Rudimentos de Economía è Higiene, Tipografia Teresiana, Barcelona


1891.

UNA PROFESORA STJ, Urbanidad, sus reglas fundamentales, Tipografia Teresiana, Barcelona
1906.
384
385

II. B I B L I O G R AF Í A

1. FUENTES DE ENRIQUE DE OSSÓ

Contemporáneas

BALMES J., Obras completas. Estudios Apologéticos. Cartas a un escéptico. Estudios


sociales del clero católico de Cataluña, Tomo V, BAC, Madrid 1949.

BALMES J., Obras Completas. Filosofía elemental y El Criterio, BAC, Madrid 1963.

BALMES J., Obras Completas. Filosofía Fundamental, BAC, Madrid 1963.

CLARET A. Mª, (san), El Colegial o seminarista teórica y prácticamente instruido, Tomo I y


II, Imprenta de Pablo Riera, Barcelona 1861.

CLARET A. Mª, (san), La Colegiala Instruida, libro utilísimo y necesarísimo para las niñas,
Librería Religiosa, Barcelona 1876.

ESCULOPI L. , c.r.s.c., Combate Espiritual, Imprenta de Sierra y Martí, Barcelona 1820.

LEO XIII, Carta Encíclica Cum multa, 1882. Publicado en RT 1882-83, pp. 126-131.

LEO XIII, Carta Encíclica Humanum genus, 1884. Publicado en DENZINGER H. –


SCHÖNMETZER, sj, Enchiridion Symbolorum, Herder, Barcelona 1973.

LEO XIII, Carta Encíclica Inescrutabili, 1878. Publicado en RT 1877-78 , pp. 217-226.

LEO XIII, Carta Encíclica Rerum Novarum, 1891. Publicado en RT 1890-91, pp. 245-257 /
277-294 / 309-319.

PIUS IX, Carta Encíclica Luctuosus, 1877. Publicado en RT 1876-77, pp.190-198.

PIUS IX, Carta Encíclica Quanta cura y Syllabus, 1864. Publicado en DENZINGER E., El
magisterio de la Iglesia, Herder, Barcelona 1955.

SARDÁ Y SALVANY F., El liberalismo es pecado, Librería y Tipografía Católica, Barcelona


1907.

SARDÁ Y SALVANY F., La chimenea y el campanario [Que falta hacen los frailes? – Para que
sirven las monjas? – La Iglesia – Grandes verdades… ], Librería y Tipografía Católica,
Barcelona 1880.

SARDÁ Y SALVANY F., Revista Popular, 1-2-10-45-46-48 (1871).

De formación

AGUSTÍN (san), Confesiones, BAC, Madrid 1986.

ALFONSO MARÍA DE LIGORIO (san), Obras Completas, vol. I, BAC, Madrid 1952.

ALFONSO MARÍA DE LIGORIO (san), Obras Completas, vol. II, BAC, Madrid 1954.
386
BIBLIA DE JERUSALÉN, Desclee de Brower, Bilbao 1976. Edición española dirigida por J.Á.
Ubieta.

FÁBER F. G., Todo por Jesús o Vias fáciles del Divino Amor, Librería Católica de Gregorio
del Amo, Madrid 1889.

FENELÓN F., L'éducation des filles, Librairie Classique Eugène Belin, Paris 1884.

FRANCISCO DE SALES (san), Obras Completas, vol. I, BAC, Madrid 1953.

FRANCISCO DE SALES (san), Obras Completas, vol. II, BAC, Madrid 1954.

GERSÓN J.C. de, De parvulis trahendis ad Christum, EEO I, Ed. STJ Barcelona 1977, pp.
34-55.

IGNACIO DE LOYOLA (san), Obras Completas, BAC, Madrid 1963.

IGNACIO DE LOYOLA (san), Ejercicios Espirituales, explicados por A. Mª CLARET, Librería


Religiosa, Barcelona 1884.

JUAN DE LA CRUZ (san), Obras Completas, BAC, Madrid 1982.

LUIS DE GRANADA (fray), BAC, Madrid 1947.

LUIS DE LEÓN (fray), Los nombres de Cristo, Apostolado de la Prensa, Madrid 1923.

LUIS DE LEÓN (fray), Obras Completas, BAC, Madrid 1959.

TERESA DE JESÚS (santa), Obras Completas, BAC, Madrid 1977.

TOMÁS DE AQUINO (san), Suma de Teología, vol. IV – parte II-II (b), BAC, Madrid 1993.

ROCA Y CORNET, [obra refundida por], Mugeres en la Biblia, Librería Española, Madrid
18624ª.

2. Estudios sobre Enrique de Ossó

A.A.V.V., Mano de oro. Enrique de Ossó, sacerdote y seminarista (estudios monográficos


con motivo de su beatificación), Monte Carmelo, Burgos 1979.

ALTÉS Y ALABART, J. B., Don Enrique de Ossó y Cervelló, Pbro., Ed AltÉs, Barcelona 1926.

ARTOLA M.a D., stj, Transformación e identificación con Cristo, según Rom 8,29; Ga 4,19 y
2,20a, en los escritos de Don Enrique de Ossó. Tesis para el Magisterio de Ciencias
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JOANNES PAULUS II, Carta apostólica Tertio millennio adveniente, 1994.

JOANNES PAULUS II, Carta Apostólica a los religiosos y religiosas de América Latina con
motivo del V centenario de la evangelización del Nuevo Mundo, 1990.

JOANNES PAULUS II, Carta Apostólica Mulieris Dignitatem, 1988.

JOANNES PAULUS II, Carta a las mujeres, 1995.


397
JOANNES PAULUS II, Carta Encíclica Fides et Ratio, 1998.

JOANNES PAULUS II, Carta Encíclica Redemptor Hominis, 1979.

JOANNES PAULUS II, Carta Encíclica Redemptoris Missio, 1990.

JOANNES PAULUS II, Exhortación Apostólica Vita consecrata, 1996.

JOANNES PAULUS II, Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae, 1979.

JOANNES PAULUS II, Exhortación Apostólica Post – Sinodal Christifideles Laici, 1988.

PAULUS VI, Carta Encíclica Los caminos por los que la Iglesia católica debe cumplir hoy
su mandato, 1964.

PAULUS VI, Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, 1975.

PAULUS VI, Exhortación Apostólica Sobre la renovación de la vida religiosa según las
enseñanzas del Concilio, 1971.

PONTIFICIUM CONSILIUM PRO LAICIS, Espiritualidad de los Laicos, formas actuales,


Tipografía Políglota Vaticana, Roma 1981.

SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, La escuela católica,


Tipografia Poliglota Vaticana, Roma 1977.

SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LOS RELIGIOSOS E INSTITUTOS SECULARES –


SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, Mutuae Relationes. Criterios
pastorales sobre relaciones entre Obispos y Religiosos en la Iglesia, Ciudad del Vaticano
1978.
398
399

ÍNDICE GENERAL
Abreviaturas 5
Sumario 7
Presentación 9

CAPÍTULO INTRODUCTORIO: El Fundador: vocación y misión de Enrique de Ossó 14


1. El Encuentro con Jesús 14
2. Encuentro con Teresa de Jesús 18
3. La Misión apostólica teresiana de Enrique de Ossó 21

PARTE I: LA COMPAÑÍA DE SANTA TERESA DE JESÚS

Capítulo 1: Un contexto, un nombre, una misión


1. Un Contexto: La Restauración 31
2. Un Nombre y Una Misión: Compañía de Santa Teresa de Jesús 36
2.1. La Asociación de jóvenes católicas 37
2.2. La Compañía de preferencia de Santa Teresa de Jesús 39
2.2.1. Cómo lograr fin tan alto 43
2.2.2. Las hermanas de la Compañía, “capitanas” 44
2.2.3. La Compañía de Santa Teresa y Teresa de Jesús 45
2.2.4. La Compañía de Santa Teresa y la Compañía de Jesús 47
3. Las hermanas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús,
compañeras de Jesús y de Teresa 50

Capítulo 2: Un campo de batalla: La Educación 53


1. La Cuestión escolar 54
2. Enrique de Ossó y la Compañía ante la Cuestión escolar 54
3. El I Congreso Pedagógico y la Institución Libre de Enseñanza 64
4. La Escuela de Santa Teresa ¿restauración o regeneración? 67

Capítulo 3: Unas características personales de sus miembros


1. Las Candidatas 71
1.1. Celo grande o amor apostólico 71
1.2. Carácter varonil o fortaleza de espíritu 72
1.3. Buen entendimiento 73
1.4. Síntesis del perfil de la candidata: vocación y aptitud 74
2. Las que sientan plaza en la milicia de santa Teresa 75

Capítulo 4: Unas tácticas o estrategias 97

A. Preparación esmerada y silenciosa 79

B. Religiosas, sin parecerlo 82


1. Religiosas de Vida Apostólica 83
2. Unas características peculiares 86
2.1. Trabajan en el mundo 86
2.2. No llevan hábito religioso 88
2.3. Son “tropa ligera”, “andariegas” 97
400
2.4. No cambian el nombre 98
2.5. No viven en conventos 99
2.6. No rezan oficio coral 99
2.7. No hacen penitencias exteriores 100
2.8. No aceptan privilegios profesionales 101
3. ¿Qué dijo la Sagrada Congregación de Obispos. y Regulares ? 101
3.1 Decreto de Alabanza 102
3.2 Animadversiones 102
4. Conclusión 106

Capítulo 5: Formación para ser capitanas 109


1. La Formación, intrínseca a la acción 112
2. “La primera victoria: véncete a ti misma” 114
3. “Tan varoniles que espanten a los hombres” 116
4. “Conquistar corazones” 116

Capítulo 6: Un lema: O vencer o morir 119

PARTE II APÓSTOLES 127

Capítulo 7: La Comunidad de discípulas-apóstoles 131


1. La Vida apostólica, ideal de vida cristiana de todos los tiempos 131
2. La Compañía de Santa Teresa de Jesús, comunidad de apóstoles 136
2.1. El Fundador, Apóstol de Jesús 136
2.2. La Archicofradía, movimiento apostólico teresiano 137
2.3 La Compañía de Santa Teresa de Jesús, cuerpo apostólico 138

Capítulo 8: Apóstoles como Jesús, como los doce 141


1. Apóstoles como Jesús 141
1.1. Jesús preocupado sólo de la voluntad del Padre 141
1.2. Jesús ocupado siempre en la predicación y en la oración 144
2. Como los apóstoles 146
2.1. Llamadas por gracia para vivir con Él y como Él 147
2.2. Llamadas y con-vocadas a una comunidad de discípulas-apóstoles 149
2.3. La parresía apostólica 153
2.4. Dejan todas las cosas para consagrarse a la oración y enseñanza 154

Capítulo 9: Apóstoles como Teresa de Jesús 157


1. Teresa de Jesús, esposa apóstol 157
2. La Compañía recibe carismáticamente el encargo apostólico de esposa 158
3. Dimensiones de la experiencia esponsal 160
3.1. Conciencia de unión con el Señor 160
3.2. Participación en la suerte del Esposo: con-sortes 163
3.3. Reciprocidad en el amor e intercambio de intereses 166
4. Apóstoles en cuanto esposas 167
401

Capítulo 10: Conocer y amar a Jesús, hacerle conocer y amar,


razón de ser de la Compañía 171
1. Conocer y amar a Jesús 171
2. Hacerle conocer y amar 172
3. El conocimiento propio, gracia de Compañía 172
4. Conclusión: “vuestro único afán” 173

PARTE III: EDUCADORAS 175

Capítulo 11: Maestras como Jesús, como Pablo, como Teresa de Jesús 179
1. Jesús es el Maestro 179
1.1. Maestras como Jesús, manso y humilde 181
1.2. Maestras como Jesús: enseñar con el ejemplo y la palabra 182
1.3. Maestras como Jesús en sus opciones preferenciales 186
2. Maestras como Pablo y como Teresa 189
2.1 Madres de espíritu 189
2.1.1. Madres en cuanto esposas de Jesús 190
2.1.2. Entrañas de madre, entrañas de Jesús 192
2.1.3. Sufrir dolores de parto para dar vida 197
2.2. Maestras de oración 198
2.2.1. Oración de petición y acción de gracias 200
2.2.2. Oración de intercesión 201
2.2.3. Oración mental 202
2.2.4. Espíritu de oración: oración continua 204
2.2.5. Oración continua y magisterio de oración 206

Capítulo 12: Formar educadoras: La formación en la Compañía 209


1. Formación Inicial 210
1.1. Primera Probación 211
1.1.1. Educandas o novicias 211
1.1.2. Dos figuras educativas clave: maestra de novicias y prefecta de estudio 214
1.2. Segunda Probación: aspirantes 217
1.3. Tercera Probación: probadas 218
2. Formación Permanente 218
2.1. El estudio 219
2.2. La oración diaria y la vida misma 222

Capítulo 13: Filosofía de la Educación en la Escuela de Santa Teresa 225


1. Fuentes pedagógicas de Enrique de Ossó 226
1.1 La Tradición del humanismo cristiano 226
1.2 El neohumanismo pedagógico de los siglos XVIII y XIX 231
1.3 La pedagogía católica española del siglo XIX 234
1.4 Fuentes bíblicas y algunos maestros espirituales 236
2. Escritos pedagógicos de Enrique de Ossó 237
3. Filosofía de la Educación 239
3.1. Qué es educar para Enrique de Ossó 240
3.2. Finalidades de la educación 240
3.2.1 Perspectiva antropológica 241
3.2.2. Perspectiva cristiana 242
3.2.3. Perpectiva cristocéntrica paulina 243
402
4. Teología de la Educación en la Compañía 245

Capítulo 14: “Educar a los que han de educar”. Destinatarios de la educación 247
1. La mujer, educadora de la humanidad 247
1.1. Las niñas, futuras madres 254
1.2. Las jóvenes trabajadoras 254
1.3. Las maestras: formar maestras 257
1.4. Las madres: hacer de ellas verdaderas educadoras 260
2. Los párvulos, los preferidos de Jesús: Representantes de las generaciones futuras 261
2.1. Las Escuelas de párvulos 261
2.2. Las niñas y también los niños 263
2.3. Los párvulos, pequeños misioneros 265
2.4. Los párvulos, los preferidos de Jesús 266
3. Los sacerdotes, catequistas y evangelizadores casi únicos 267
3.1. Los párvulos, futuros sacerdotes 268
3.2. Los mismos sacerdotes 268
4. Conclusión: agentes multiplicadores de educación 269

Capítulo 15: El Proyecto y la Pedagogía de la Escuela de santa Teresa 271

A. Educación integral: “Formar en virtud y letras” 271


1. Educación física 273
2. Educación intelectual 273
2.1. Aprender con solidez 274
2.1.1 Contenidos 274
2.1.2 Método 277
2.2. Aprender a pensar 281
2.3. La autoeducación y el esfuerzo intelectual 282
2.4. Recursos didácticos 283
3. Educación en labores y economía doméstica 284
4. Educación estética 285
5. Educación social 285
6. Educación moral: “formar el corazón por la educación” 287
6.1. “Conocer y amar el bien, la virtud” 288
6.2. “Practicar la virtud”: los buenos hábitos 291
6.3. La vida de la gracia, la oración, los sacramentos 293
6.4. El carácter moral 295
6.5. “La mujer fuerte” según santa Teresa: ideal de la educación femenina 296

B. Síntesis de la Pedagogía Teresiana:


“se educa por la razón, por el amor, por la religión” 299
1. Se educa por razón 299
2. Se educa por religión 300
3. Se educa por amor 302

Capítulo 16: Posiciones apostólicas de frontera 307


1. Criterios de fundación 307
2. Una opción significativa de los principios: La villa de Gracia 308
3. Gracia y otras misiones de frontera 320
403

PARTE IV: EL TRIPLE APOSTOLADO DE LA COMPAÑÍA 323

Capítulo 17: “Oración, enseñanza y sacrificio” 327


1. “El apostolado de la enseñanza” 328
2. “El apostolado de la oración y la enseñanza” 331
2.1. “La Compañía escoge, después de la oración, la enseñanza” 331
2.2. “Los apostolados de la oración y enseñanza son los que mejor favorecen 331
3. “El apostolado de la oración, enseñanza y sacrificio” 334
3.1. “El apostolado del sacrificio” 335
3.2. La enseñanza requiere sacrificio 336
3.3. La enseñanza ha de ir precedida y acompañada de oración 338
3.4. La enseñanza acompañada, precedida de oración y sacrificio 339
4. Conclusión: “Marta y María han de andar juntas” 341

347
CONCLUSIONES

A. EL Carisma de Enrique de Ossó entregado a la Compañía 349


1. Dimensión pneumatológica o espiritual 349
2. Dimensión cristocéntrica y evangélica 351
3. Dimensión eclesial o ministerial 353
4. Dimensión de fecundidad 356

B. El Carisma de la Compañía Hoy 359


1. Valores del Carisma original que se han de vivir hoy de modo nuevo 359
1.1 El valor de la persona 359
1.2 Una vida unificada 360
1.3 Aceptación cordial de nuestra cultura secular 361
1.4 Conciencia y experiencia de Iglesia 363
1.5 Espiritualidad compartida 364
2.Discernir los ministerios ante los nuevos contextos, necesidades y situaciones 365
2.1 Cambios en los contextos 366
2.2 Criterios de discernimiento 367
2.3 Algunas sugerencia para el discernimiento y la elección 268
2.4 Cómo prepararnos 369

Conclusión 369

ANEXOS

ANEXO I: Enrique de Ossó: cronología 373

ANEXO II: La Iglesia en el siglo XIX 374

ANEXO III: España en el siglo XIX 375

ANEXO IV: Europa en el siglo XIX 377

ANEXO V: El carisma de la Compañía: gráfico 378


404
Fuentes y Bibliografía 379

I Fuentes 379
1. Enrique de Ossó 379
1.1 Escritos publicados en vida 381
1.2 Escritos póstumos 382
1.3 Manuscritos: apuntes personales, cartas 383
2. Escritos varios

II Bibliografía general
Fuentes de Enrique de Ossó 385
Escritos sobre Enrique de Ossó 386
Bibliografía general 387
Documentos de Iglesia 396

Índice 399

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