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1.- Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
2.- Rezar el Acto de Contrición: Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío;
por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de
haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina
gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
4.- En función del día de la semana, elegimos los misterios a meditar, según lo que se indica más abajo. Tras
enunciar el primer misterio, se reza un padrenuestro.
5.- Se rezan 10 Avemarías, un Gloria y a continuación las Jaculatorias: María, Madre de gracia, Madre de
misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora, no te olvides de nosotros en aquella última hora.
14.- Al finalizar los cinco misterios, se reza un padrenuestro y estas tres avemarías:
Dios te salve, María, Hija de Dios Padre, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre
todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros,
pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
La Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva;
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No desoigas nuestras súplicas que te dirigimos en nuestras
necesidades, antes bien, líbranos de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita.
Préstame, madre...
Préstame, Madre, tus ojos, para con ellos mirar, porque si por ellos miro, nunca volveré a pecar.
Préstame, Madre, tus labios, para con ellos rezar, porque si con ellos rezo, Jesús me podrá escuchar.
Préstame, Madre, tu lengua, para poder comulgar, pues es tu lengua patena de amor y de santidad.
Préstame, Madre, tus brazos, para poder trabajar, que así rendirá el trabajo una y mil veces más.
Préstame, Madre, tu manto, para cubrir mi maldad, pues cubierto con tu manto al Cielo he de llegar.
Préstame, Madre a tu Hijo, para poderlo yo amar, si Tú me das a Jesús, ¿qué más puedo yo desear?
Y esa será mi dicha por toda la eternidad.
Oración
Madre mía: Desde que amanece el día, bendíceme;
en lo rudo del trabajo, ayúdame;
si vacilo en mis buenas decisiones, fortaléceme;
en las tentaciones y peligros, defiéndeme;
si desfallezco, sálvame y al cielo llévame. Amén.
Para finalizar este Santísimo Rosario, Virgen Sagrada María, siempre pidiéndote por el eterno descanso del
alma de nuestro querido Johan, aprovechamos para mostrarte nuestro amor y gratitud al recitarte las bellas
letanías que no hacen sino expresar con justicia tus cualidades y belleza sin par.
Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Así sea.