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La práctica de la prueba de interrogatorio del perito constituye un verdadero reto para el abogado,

máxime cuando lo que se está discutiendo en juicio son cuestiones vinculadas a conocimientos
especializados sobre una materia determinada, nociones que se concretan en juicios y máximas de
experiencia propias de su saber, por lo que el abogado, a menos que tenga un conocimiento
especial sobre la materia (lo cual es improbable) tendrá que hacer un esfuerzo suplementario para
conocer los aspectos técnicos esenciales de la pericia y así poder desarrollar esta prueba con la
máxima eficacia.

A continuación analizaremos la forma de proceder por el abogado litigante en el interrogatorio de


nuestro perito y del perito propuesto por la otra parte.

Centrados en el interrogatorio del perito de parte, vamos a examinar algunas reglas que pueden
servirnos para orientar el interrogatorio, siempre bajo la premisa insoslayable de que no podemos
caer en la tentación, muy habitual, de emplear el interrogatorio para que el perito vuelva a
reproducir prácticamente el contenido del informe documental. Esta práctica sólo produce
cansancio y hastío al juez, quien ya dispone de dicha información por escrito, por lo que es
probable que nos interrumpa advirtiéndonos de que nos centremos en aquellos puntos que no
hayan quedado claros o cuya exposición va a conllevar una verdadera labor de auxilio del juez.

Por ello, es aconsejable que el interrogatorio se limite a las siguientes cuestiones:

1ª.- Ratificación del informe por el Perito (en ocasiones, es el propio juez el que solicita al perito
la ratificación)

2º.- Experiencia del perito en casos similares y sobre su autoridad científica. A través de
estas preguntas tratamos de establecer la credibilidad y legitimación del perito a fin de transmitir al
juez confianza en la información técnica que va a suministrar al juez. Las preguntas deben referirse
tanto a su actividad académica como sobre el ejercicio práctico de la autoridad sobre la que perita.
Caso de haber realizado peritajes similares ante otros juzgados, es recomendable hacerlo constar.
Igualmente, a través de estas preguntas trataremos de dejar cerrado el paso a cualquier intento de
cuestionar la credibilidad del perito por el letrado adverso cuando le corresponda interrogar.

3º.- Exposición del método científico utilizado por el perito o metodología empleada. Este
aspecto es importante, puesto que de esta forma transmitiremos al juez que el peritaje tiene su
origen en unas bases sólidas y científicamente aceptadas. En tal sentido, podremos preguntar por
la razón del empleo de esta metodología y sus bondades; por la frecuencia de su empleo en este
tipo de controversias; otras metodologías descartadas, etc.

4º.- Aspectos de su informe que resuelven los puntos sobre los que existe una clara
controversia y que merecen ser desarrollados oralmente, o lo que es lo mismo, examen de las
conclusiones del mismo y de la argumentación que las sostiene. En este punto, es conveniente no
caer en la tentación ya anticipada de revisar el dictamen completo, sino que tendremos que
limitarnos a los aspectos concretos controvertidos que constituyen la clave del caso debatido.
Finalmente, es interesante que las preguntas respeten el orden del propio dictamen, lo que
facilitará la labor del juez y del propio perito.

5º.- Crítica o censura de aspectos de otros informes aportados y que contradigan lo


expuesto en su propio informe. En el caso de haberlo solicitado al proponer la prueba, es
conveniente que el testigo pueda ayudarnos a rebatir los otros dictámenes aportados, para lo cual
podremos seguir el mismo orden anteriormente expuesto.

En cuanto al perito de la otra parte es muy aconsejable evitar preguntar salvo que sea
estrictamente necesario. La razón es obvia: el perito de parte mantendrá una tesis probablemente
opuesta a la nuestra, y entrar en un debate con el perito al respecto está perdido de antemano,
pues nos enfrentamos ante alguien que domina la materia objeto del interrogatorio, y salvo que
seamos unos expertos en el tema, éste siempre sabrá como escapar a nuestras cuestiones de
forma solvente y casi siempre en perjuicio de nuestra defensa.
No obstante, si es absolutamente indispensable, pues no preguntarle va a suponer un riesgo alto
de una resolución desfavorable, hemos de tener preparado un interrogatorio con la ayuda de
nuestro perito. Este procedimiento de trabajo lo he llevado a cabo en numerosas ocasiones,
especialmente en procesos sobre defectos constructivos, y puedo asegurar que si estamos bien
asesorados por nuestro perito y conocemos la razón de nuestro argumento, el contrario, obligado
por su imparcialidad, puede reconocer algún extremo que nos ayude a recuperar nuestras
opciones finales.

En relación con el tipo de preguntas que podremos realizar al perito de la otra parte, podemos
destacar las siguientes:

1ª.- Falta de experiencia del perito. Lógicamente, en estos casos lo que se pretende es minar la
credibilidad y solvencia del perito ante el Juez, para lo cual habrá que investigar si es realmente
experto (académicamente y por experiencia práctica) en estas materias. En todo caso, hay que
estar muy seguros de lo que estamos preguntando, pues de desconocer la respuesta, mejor no
hacerla.

2º.- Cuestionar la metodología aplicada. Este extremo tendrá que ser corroborado por nuestro
perito, y se limitará a supuestos en los que el perito de la otra parte haya empleado una
metodología anticuada, sin soporte de la disciplina y normativa correspondiente o completamente
errónea. De este modo, podremos cuestionar la validez de las conclusiones de la pericia.

3º.- Deficiente planteamiento del problema que suscita la pericia. En estos casos, la pericial
nace de un enfoque erróneo de la cuestión suscitada o deja sin resolver algunas de las cuestiones
que sirvieron de base a su proposición. Nuevamente, será nuestro perito quien nos habrá orientado
en tal aspecto.

4º.- Conclusiones del dictamen erróneas. En este caso, el resultado de la pericia se interpreta por
el perito alejándose de la conclusión técnicamente correcta, es decir, la pericia como tal se ha
realizado siguiendo el método adecuado, pero la lectura de los resultados se aparta de las
conclusiones que nuestro perito estima correctas. En estos casos, si se vislumbra cierta
imparcialidad, hay que sacarla a la luz.

5º.- En el supuesto de que observemos en el perito cierta parcialidad a través del lenguaje
verbal y no verbal, y muy especialmente en el tono y contenido de las respuestas, es conveniente
emplear técnicas que nos ayuden a resaltar ante el juez esa actitud, claramente alejada de su
obligación como perito. De esta forma, cuestionando su imparcialidad, debilitamos el valor de la
prueba.

En conclusión, a través del interrogatorio del perito, el abogado debe realizar una labor muy
estructurada y precisa en la que la prueba pueda discurrir de forma fluida que nos permita extraer
el máximo beneficio en ambos casos.

Si queréis disponer de orientación sobre la preparación del interrogatorio de nuestro perito podéis
ver el siguiente enlace de mi blog: http://oscarleon.es/diez-consejos-para-preparar-con-eficacia-la-
prueba-pericial/

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