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ENSAYO: LA SOBERANIA DE DIOS EN UN MUNDO COLMADO DE

INIQUIDAD

Por: Jonathan Calle y Zarina Jaén

A lo largo de la historia, al ver el aumento progresivo de la maldad en el mundo, la iglesia


se ha preguntado ¿Cómo puede ser Dios soberano si hay tanta maldad? A su vez, esta
pregunta viene acompañada de un cuestionamiento, no solo de la soberanía de Dios sino
también de su bondad. Al respecto se han propuesto básicamente dos posturas, las cuales se
resumen así: Dios es todo poderoso pero su misericordia es limitada ya que permite el mal,
o Dios es misericordioso pero su poder es limitado para retener el mal. Como se puede ver,
ninguna de las dos es benéfica.

Otro punto de vista que se ha tenido comúnmente es en el que se atribuye todo el caos
reinante a Satanás. El problema con esta postura es que en últimas conduce a la misma
conclusión que la anterior, en la cual se cuestiona tanto la soberanía de Dios, al no poder
retener a Satanás, como su misericordia, al permitir que Satanás gobierne. Como se puede
observar, ambas posturas tratan de explicar el mal reinante desde una perspectiva espiritual,
dejando por fuera del mapa la responsabilidad del hombre en este asunto, sin embargo, este
punto lo trataremos más adelante.

A la hora de realizar conjeturas respecto a la maldad en aumento que se observa en el


mundo, o de buscar explicaciones lógicas, es importante revisar la óptica desde donde se
analiza la problemática: desde la óptica propuesta por el hombre ó desde la propuesta por
Dios a través de su palabra. La primera, podría llamarse ascendente, ya que de acuerdo a la
observación de la condición del mundo, se hace una deducción lógica del papel de Dios. La
segunda propuesta, podría denominarse descendente, ya que propone un análisis contrario,
en el cual se parte de observar a Dios, su santidad, su carácter y la fidelidad a sus promesas,
para analizar desde allí las condiciones de maldad en el mundo.
Al adoptar esta última postura, se halla un poco de luz para el entendimiento del problema
existente entre la soberanía de Dios y el caos reinante.

Así, aunque parece ilógico ante nuestra mente humana, según dice Theo Donner en su libro
“La soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre”, la teología reformada afirma que
Dios es soberano y que el hombre es responsable. Afirma que Dios es soberano y justo al
mismo tiempo, lo que se puede ver igual de ilógico que la doctrina de la trinidad, donde
Dios es uno y al mismo tiempo tres personas. Frente a este tema es importante entender
que la paradoja no se da solo en estas doctrinas, sino que la palabra está colmada de ellas.
Sin embargo es vital la comprensión de que esto no implica una contradicción de dichos
acercamientos, sino una complementación de los mismos, pues como se dijo anteriormente
estas paradojas no caben dentro de nuestra mente humana, por lo que requerimos, no
entenderlas, sino adoptarlas como posturas que aunque aparentemente se contradigan, están
dando el acercamiento completo de un Dios cuyos actos, pensamiento y su misma
constitución son incomprensibles tal como dice en Romanos 11:33 “¡Oh profundidad de
las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e
inescrutables sus caminos!”

Como afirma el mismo autor, se debe comenzar a entender el dilema desde el libro de
Génesis, en el cual se establece al hombre como un ser responsable, el cual no es capaz de
responder a dicho acto de confianza hacia él, y entra en el pecado en el capítulo 3 del
mismo libro. Lo que más llama la atención en este texto, es que el pecado es inducido por la
puesta en duda de la bondad de Dios al poner la restricción de comer del árbol de bien y del
mal, viéndolo no como un acto de amor y de libertad hacia ellos, sino como una
formulación de las intenciones ocultas de separarlos del conocimiento y la igualdad del
Padre. Es entonces en ese momento que se inicia una tensión entre estos dos conceptos
acerca de Dios, y que ha estado en disputa durante siglos desde entonces hasta el día de
hoy, pues a veces parecería más fácil pedir que no hubiera árboles del bien y del mal, o que
no existiera el libre albedrío, pero esto nos haría simples seres vivientes sin ninguna
capacidad de decidir.
Un punto importante es el planteado en Génesis 4:7 “El pecado está a la puerta; con todo
esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”, en el cual se vuelve a ver como se le
delega responsabilidad al hombre al mostrarle que aunque ya el pecado ha entrado dentro
de la historia, y va a ser difícil enfrentarlo, este tiene la posibilidad de enseñorearse de él,
así es que en este punto se le entrega la responsabilidad de acceder o no ante el pecado que
le vendrá por haber desobedecido a Dios. Una vez más, el hombre tiene la oportunidad de
decidir, y al igual que la primera ocasión, su decisión traerá consigo consecuencias, las
cuales completamente serán responsabilidad suya.

Finalmente y como conclusión se ha tomado una frase del libro mencionado anteriormente,
en la que se resume la presente discusión: “El hecho de que este es un mundo de dolor, de
sufrimiento, de desastres, etc. no se debe a la soberanía de Dios, sino al pecado del hombre.
La soberanía de Dios no se muestra en una protección contra el pecado, sino en la provisión
de un remedio, de una solución al problema del pecado en Jesucristo en cuya persona Dios
también comparte el dolor y el sufrimiento de la humanidad”.

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