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CELIA TERRONES
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Para mamá.
Sólo vive el que sabe.
CONTENIDO
Agradecimientos I
1 Capítulo 1 1
2 Capítulo 2 8
3 Capítulo 3 14
4 Capítulo 4 18
5 Capítulo 5 22
6 Capítulo 6 26
7 Capítulo 7 29
8 Capítulo 8 36
AGRADECIMIENTOS
i
CAPÍTULO 1
1
vigilante en la pequeña caseta que revisaba que todos
portáramos correctamente el uniforme pareció divertido al
verme, fruncí el ceño y seguí caminado hasta que pudo
observar mi reflejo en una de las ventanas de las oficinas
administrativas.
Mi cabello estaba tan revuelto por el aire que parecía una
peluca de película de terror, me pasé los dedos por las
puntas que caían por mis hombros y seguí caminando hacia
el salón de clases que para mi desgracia estaba subiendo
las escaleras.
Odiaba quedarme dormida en el autobús, casi siempre
escuchar la música de mi reproductor era suficiente para
permanecer alerta y bajarme en la parada a dos cuadras de
la preparatoria.
Llegué hasta el salón y miré al cielo entre agradecida y
molesta, el maestro de Biología no había llegado, lo cual era
bueno pero provocaba que todas mis prisas hacia ese
instante perdieran su brillo victorioso.
Saludé con la mano a Bere, Fabiola y Lily, eran lo más
cercano a una amistad que tenía en la escuela, en la
descripción más básica de la palabra, ya que Diana, mi
mejor amiga desde primaria acababa de mudarse a España,
carecía de BFF por ahora, al menos sin una conexión de
internet de por medio.
El maestro seguía sin aparecer y eso me dejó el tiempo
suficiente para divagar sobre mi atropellada mañana, miré
2
los otros salones, tratando de adivinar si en alguno de ellos
estaría el chico del autobús.
Él habría podido decir algo, yo lo hubiera hecho. Cuando
me subí al transporte público él estaba sentado en el lado
de la ventana, solo había dos lugares disponibles, el del
pasillo a su lado y en la parte de atrás, éste último
aseguraba un dolor de espalda inminente, me senté junto a
él, tratando de que no me importara que su costado
chocaba con el mío, los asientos del autobús estaban hecho
para chicas delgadas, a veces compartir el espacio con otra
persona rompía la burbuja personal.
Había notado de reojo que él llevaba el uniforme de la
escuela, no recordaba haberlo visto anteriormente y no
podía mirarlo fijamente, era lo suficientemente guapo para
saber que si me le quedaba mirando era por su atractivo.
Debía ser alto porque sus rodillas chocaban con el
asiento de enfrente lo cual me resultó divertido y no pude
evitar soltar una risita que mi mamá siempre decía que era
contagiosa, él me miró y yo reí más.
Ahora que lo pienso, que no me avisara que era la parada
debió ser su venganza, me había quedado medio dormida al
punto que cuando él me pidió permiso para salir del asiento,
solo me hice a un lado y miré su espalda antes de
reaccionar varios segundos más tarde cuando el autobús ya
había avanzado al menos una cuadra, el chofer, todo un
amor, me había bajado hasta la siguiente parada después
3
de dos cuadras y media más.
4
emocionante si ese alguien parecía alto, atlético y con un
rostro atractivo, pestañas que cualquier chica envidiaría
adornando unos hipnóticos ojos chocolate, todo un modelo.
Fabi alzó las cejas emocionada y yo me reí, antes de que
Lily señalara hacia mí, tardé varios segundos en entender,
oh, oh.
Por cosas del destino o quizás solo simple suerte, había
en el salón dos sillas vacías que el chico nuevo podía
ocupar, una estaba detrás de mí, la otra frente al escritorio
del maestro, cualquier estudiante de preparatoria que se
preciara de ser al menos un poco respetable huiría de este
último lugar.
Dag no fue la excepción, ante la mirada ávida de todos,
sonrió y se sentó tras de mí.
5
nombramiento de jefe de grupo, en realidad me gustaba el
pequeño trabajo que conllevaba, los anuncios, la logística.
Cuando llegó el receso después de tres clases, dos de
Biología y una de Inglés, todas estábamos medio
enamoradas del chico nuevo, digo todas porque yo no era
de plástico, sabía que era la novedad, lo más probable es
que la siguiente semana él pareciera tan normal como todos
los demás chicos, los que lo veían ahora como una especie
de ejemplo al cual imitar.
Volviendo al punto, Dag tenía ciertos trucos bajo la
manga, hablaba inglés fluidamente y según él era divertido
hacerlo con acento británico.
Salí del salón de clases, me disculpé de Fabi y las chicas
cuando me llamaron emocionadas para que me reuniera
con ellas y seguramente hablar de la novedad, casi me
quede, porque hubiera sido divertido oírlas, al final ganó mi
necesidad de terminar el libro que había estado leyendo
durante semana.
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-¿Siempre andas deprisa?
-La vida es corta, eso dicen ¿no?-, logré contestar
mientras daba un paso atrás, burbuja personal, burbuja
personal.
-Pues deberías de tomar un descanso, eso evitaría que te
durmieras en lugares poco apropiados.
Argumentó y entró a la oficina dejándome con la boca
abierta y mi mano arrugando los papales que sostenía.
Caminé hacia la parada hablando entre dientes todo el
camino.
7
Dag se rió, un sonido que me gusto, mucho.
-Parece que te gusta hacerte la chistosa.
8
Por la noche mientras me daba el cepillado número
treinta en el cabello recordé el sonido de la risa de Dag y
sonreí, quizás no fuera a decírselo a nadie pero aún estaba
un poquito atontada.
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CAPÍTULO 2
11
Tomé un poco más de mi gasolina personal y por fin sentí
que el sueño se alejaba del todo de mi cuerpo, eran apenas
las seis de la mañana, mamá tenía que salir al trabajo
dentro de poco, casi todos los días ajustábamos nuestros
horarios para comer juntas al menos una vez.
-Podrías recostarte un rato más-, me dijo ella con una
sonrisa mientras yo reprimía un bostezo.
-Puedo ocupar el tiempo y avanzar con el libro.
-¿Aun sigues con Hamlet?
-Terminado, estoy con El perfume.
Mi mamá frunció el ceño y luego chasqueó los dedos.
-De ese han hecho una película hace poco, la veré y
luego cuando termines el libro podremos tener un debate.
Eso sonaba como un buen plan.
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primera vez, lo cual agradecí.
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no quería hacerlo.
-No se llama invasión cuando traes a los visitantes, se
llama reunión-, murmuré girando mi rostro hacia la ventana,
escuché a Dag reír, alguien le llamó y su atención se
dispersó.
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-Lo siento.
Dijo después sentándose frente a mí, parecía no
importarle que su pantalón fuera a ensuciarse, lo miré, sin
entender muy bien porque se disculpaba, Dag estaba
sonriendo, no parecía muy apenado.
-Cada persona tiene un lugar que es suyo, el cual nadie
puede traspasar sin ser una agresión, es como si invadieran
tu cuerpo sin invitación-, alzó las cejas sugestivamente y yo
entrecerré los ojos imaginándome que tenía el poder de esa
Jane de la saga Twilight.
-Hablo en serio, lo sé, no quería romper tu espacio, es
simplemente que tengo curiosidad acerca de ti y tú sigues
sin hacer cosas normales, no sabía a dónde ibas a cada
receso, te busqué en casi todo la escuela estos días.
Bajé la mirada al libro, me estaba sonrojando de nuevo.
-Pues ya me encontraste-, fue lo único que se me ocurrió
decir.
-Sí, ya te encontré-, dijo él mirándome a los ojos, con una
sonrisa electrizante y un significado mucho mayor en su
mirada del que dejaban entre ver sus palabras.
-¿Gisele?
-Mi espacio, no romperlo, ¿recuerdas?
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Él se rió.
-¿Gisele?
-¡Que!-, exclamé aunque me estaba riendo, nervios,
burla, no sabía que más brotaba de mi pecho.
-Ojala un día me invites a venir.
Disfruta la lectura.
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CAPÍTULO 3
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No contesté a eso.
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puesto nerviosa al tenerlo cerca.
Él parecía llegar a su propia conclusión por mis titubeos.
Alzó las manos divertido.
-No te estoy siguiendo, lo juro-, se disculpó, con sus ojos
picaros no dejando en claro sus palabras.
-Ok-, me encogí de hombros, odiaba ser tan poco
elocuente, piensa Gisele, piensa, una frase chistosa, algo
divertido.
-Prometo no poner una orden de restricción, me tengo
que ir-, sonreí contenta por no sonar como una tonta
adolescente babeante.
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-¿Qué haces por aquí?-, traté de sonar casual.
Dag se encogió de hombros y señaló hacia dentro de la
plaza.
-Me entrevistaron para preparar sándwiches.
Me quedé por un momento con la mente en blanco
mirándolo, nunca me hubiera imaginado esa respuesta,
aquello solo lo hacía más interesante.
Señalé la parada del autobús a unos metros, Dag sacó de
detrás de su pantalón una gorra de tela azul y se la colocó
en la cabeza.
Justo en ese momento noté lo bien que se le miraban la
camiseta gris y los vaqueros.
-Aún tengo otros pendientes, ha sido muy placentero
verte.
-Lo haces a propósito-, dije, “placentero” se escuchaba
sexy en su tono de voz, si Diana me viera en este momento,
coqueteando con él, todo como una gran broma tonta, claro
está.
-Contigo, siempre-, dijo antes de despedirse.
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CAPÍTULO 4
22
Es extraño como la simple mirada de cierta persona
puede causar en ti, me gusta mi cabello, mis ojos y hasta mi
cara redonda sin imperfecciones como el acné, había
llegado a un entendimiento con mis manos gorditas y mis
caderas anchas, pero una sola mirada de Dag bastaba para
que todo mi cuerpo vibrara como si estuviera a punto de
ganar un premio de Miss Universo, ojala no se necesitara de
los ojos de un hombre para conseguir el efecto.
Ese día después de clases, en casa y frente al espejo de
mi habitación traté de verme de la manera en que él lo
hacía, me encontré sonriéndole a mi reflejo sin mucho
sentido.
23
comenzó a repetir uno y dos, señalando a cada uno de mis
compañeros, tarde solo unos segundo en entender...
PAREJAS.
Mi estómago dio volteretas y mis manos sudaban
mientras escuchaba la voz lejana de la maestra
enumerando bajo el pitido de mis oídos, el momento llegó, el
uno me señalaba a mí, el dos a Dag.
24
reunidos con nuestras parejas tratando de llegar a un
acuerdo.
-Es el tipo de cosas que hace la maestra Hayde.
Y que hasta hace unos momentos adoraba.
25
No pude evitar reírme al ver a mi compañero de trabajo
en su uniforme de polo verde y gorra color camel, solo por el
simple hecho de hacer algo y no quedarme babeando, ¿en
serio?, incluso hasta vestido así me ponía nerviosa, traté de
ignorar el hecho y comencé a sacar un cuaderno de la
mochila esperando que él se sentara en la mesa.
-¿Qué haces Gisele?-, la forma en que pronunció mi
nombre me hizo sonreír, agradecí que mi cabello tapara mi
rostro en ese momento.
-Tratando de iniciar nuestra tarea.
-Claro-, Dag tomó mi mochila, metió el cuaderno y sujetó
mi mano.
Puse algo de resistencia, le pedí la dirección de su casa y
comprobé que no estuviera la bastante lejos de la mía.
Para mi mala fortuna, estábamos a quince minutos uno
del otro.
Me sorprendió que viviera en un edificio de esos con
departamentos demasiado pequeños para una familia, al
entrar pude notar la limpieza del lugar y los muebles de
buen gusto, en un estilo minimalista y nada recargado, Dag
me invitó a sentarme en el sofá de color ladrillo y fue directo
hacia una pecera con varios peces multicolor, les dio de
comer y se giró a mirarme.
-No pude conseguir un perro.
Le sonreí, mi mente comenzó a comprender que no
saldría una madre cariñosa a recibirnos, estábamos solos.
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-Entonces...
-¿Quieres algo de tomar?
-Nada, gracias, el trabajo ¿recuerdas?
Dag arqueó una ceja al mirarme y se sentó a mi lado.
-¿Me dirás cuál es tu idea?-, pregunté mirando sus
manos.
-Ejemplificaremos el amor entre dos hombres que se
envían cartas.
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CAPÍTULO 5
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de la sala, justo al lado del televisor había un pequeño
cuaderno, un álbum de fotos, hasta ahora no me había dado
cuenta que era de las pocas casa que conocía sin marcos
fotográficos por todas partes.
Me tendió el álbum abierto y señalando una foto.
-Las burlas mezquinas no me van.
La foto señalada mostraba a Dag en medio de dos
hombres jóvenes de unos treinta años a lo mucho, quizás
menos, uno era sin lugar a dudas su hermano o algún
pariente cercano a eso. El mismo cabello castaño, los ojos
oscuros y brillantes, el otro hombre que parecía estar
abrazando al hermano de Dag era el más alto de los tres, de
piel color chocolate y mirada amable.
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Le mostré las cartas a mamá al día siguiente, le
sorprendió el giro que le habíamos dado y afirmó que papá
hubiera estado feliz por la originalidad. Simplemente asentí,
quería contarle sobre Dag, sobre todo, a ella y a Diana, pero
ese momento en el apartamento de él, lo guarde para mí
misma, para después.
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hubo un pequeño momento de silencio y después loa
aplausos de todo el salón, la maestra nos dio un punto extra
para el semestre.
31
-¿Ahora quién es el acosador?-, bromeó él mientras yo
seguía intentando leer.
-Decidí que tal vez me gustaría que fueras mi amigo.
Dag arqueó una ceja y deliberadamente recorrió mi
rostro con su mirada hasta llegara mis labios.
-Sera un placer.
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CAPÍTULO 6
33
piezas a tiendas de arte, eso les bastaba cuando eran solo
dos, pero mis papás murieron en un accidente y...
34
amiga de Dag significaba encontrar a una persona que no
me hacía sentir rara, sabía que ambos habíamos pasado
por cosas difíciles, cada uno reaccionaba a su manera pero
juntos era mucho más fácil.
La segunda semana conocí a su hermano y a Jahir,
fueron a recogerlo a Cosmo y Dag aprovechó para
presentarme como su nueva mejor amiga por ahora.
El "por ahora" hizo reír a los dos hombres apuestos
frente a mí. Me había acostumbrado al coqueteo bromista
del chico, sabía que no pasaría de eso, era un mantra que
tranquilizaba mi corazón y mi estómago.
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¿Qué?
Esto no era parte del juego, ¿Cómo iba a hacer su
amiga y darle un beso?, ¿Cómo iba a poder seguir soñando
con él si una probada de la vida real borraría el lustre de mis
sueños?
Le dio un gancho al hígado de forma juguetona.
-Buena broma, vámonos-, me giré dispuesta a buscar
alguna ruta que nos llevara de regreso cuando él tomó mi
brazo y me jaló, atrayéndome a su cuerpo.
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CAPÍTULO 7
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-Siempre estaba haciéndole bromas a mamá,
asustándola, haciéndole cosquillas, me divertía mucho
viendo como ella intentaba parecer enojada pero siempre
terminaba abrazándolo, acariciando su mentón. Cuando era
niña me cargaba todas las noches hasta mi cama y me
decía que nunca creciera.
Dejé de hablar y me traté de centrar de nuevo en mi
libro, ya no dolía como una herida abierta pero aun sentía
una tristeza honda al darme cuenta que mi papá nunca
volvería a decirme aquello, ya había crecido y él no estaba
para verlo.
Sentí las manos de Dag en las mías, se había movido
hasta estar de rodillas frente a mí, en esa posición sus
hermosos ojos oscuros eran todo para mí, cerré los ojos no
queriendo que mis sentimientos se notaran.
A pesar de que desde hace varios días habíamos
estado besándonos cada que era posible, antes de la
escuela, en Cosmo, en su apartamento, la escuela era un
terreno peligroso, su mano simplemente rozó mi mentón.
-Creo que ya es hora de que me invites a tu casa ¿no
crees?
Después me daría cuenta que no había tenido dobles
intenciones con aquella solicitud pero al estar con él todo
tenía varias aristas, todas entrelazadas.
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mi mamá no llegaría a casa hasta después de las ocho así
que no pude encontrar ningún motivo por el que pudiera
negarme a su petición.
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-¿Quieres cambiar eso de que no soy un chico malo?-,
preguntó sonriendo aunque para mi satisfacción su
respiración era desigual.
-No-, mi respuesta tuvo el efecto deseado, él volvió a
besarme.
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Sólo vive el que sabe.
41
-No lo estoy.
-Tienes miedo, piensas demasiado en tu aspecto.
-No haré dietas ni me mataré de hambre por bajar los
kilos "extras", me alimento saludablemente y sé que en
algún momento tendré que hacer ejercicio para mantener la
forma pero...
-Te quiero
-Confía en mi Gisele.
-No estoy lista.
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momento antes de comenzar a besarnos, amando la
sensación de piel contra piel, de sentimientos contra
sentimientos.
Sus manos abarcaron mis pechos, me estremecí
internamente mientras besaba mi cuello, quise detenerlo,
quise acercarme, Dag bajó aún más la cabeza, cubriendo
con su boca la piel hormigueante, los puntos sensibles.
Mi cuerpo se llenó de sensaciones maravillosas que me
hicieron creer que no podía haber nada mejor que eso, era
como estar en la montaña rusa y comer chocolate, poco a
poco dejamos de besarnos y Dag volvió a sonreírme.
-Hermosa.
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-Mamá, él es Dag Romero, un amigo de la escuela-,
justo al terminar de decirlo supe que había cometido un
error, amigo parecía una palabra infinitamente corta para
todo lo que Dag era para mí, pero si lo admitía todo sería
real ¿no?, decir te quiero cuando estas excitado no es lo
mismo que después, con la cabeza fría y los recuerdos
latentes.
44
Dag no es papá, Dag no es papá.
45
CAPÍTULO 8
46
perdida me hacía querer correr en dirección contraria.
-No me culpes a mí de tu insomnio, si te has caído
temprano de la cama no es por mí.
Comencé a caminar hacia la parada del autobús con el
aire fresco de la mañana chocando contra mis mejillas.
-Estaba enojado contigo, por llamarme amigo como si
fuera un simple conocido, uno de tus tantos compañeros de
clase con los que te esfuerzas en no relacionarte.
No dije nada.
-¿Olvidaste lo que dije esa tarde?, Te quiero.
-No lo haces, nos conocemos hace poco menos de
cuatro meses, no confundas amor, con... con...
Me di cuenta que no podía menospreciar lo que
habíamos sentido, lo que habíamos vivido, mis sentimientos
o los suyos.
-¿Crees que eres la única con miedo?
Negué con la cabeza.
-Podemos hacerlo juntos Gisele.
Cerré los ojos queriendo tocar su mano, abrazarlo.
-No puedo.
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loca y entenderme tan bien. Pero no le había enviado
ningún correo, permanecía lo más alejada de Centro Cosmo
como fuera posible.
Fabiola y Bere se acercaron a mí antes de que pudiera
llegar a la biblioteca a la hora del receso.
-Espera Gisele-, llamaron acercándose a mí.
Sonreí deteniéndome, fue más una mueca, pero estoy
en etapa de negación, así que...
-¿Qué pasa chicas?
-Necesito saber si tengo alguna posibilidad con Dag-,
anunció Fabiola, parecía estar hablando completamente en
serio, lo busqué a los alrededores para asegurarme de que
no era una broma.
Ahogué la ligera punzada de celos.
-Eso deberías preguntárselo a él ¿No crees?
Fabiola hizo una mueca y Bere rodeó los ojos.
-Sabes que solo tiene ojos para ti.
No creía que nadie de la escuela se hubiera dado
cuenta de... nada.
-Chicas, en serio, esto es ridículo.
-Para que lo sepas ya le había preguntado a él
directamente y dijo que no había posibilidad-, anunció Fabi
con una sonrisa cómplice, me guiñó un ojo y se fueron de
largo.
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Terminaba de lavar los platos de la cena mientras
luchaba contra la culpabilidad y la incertidumbre, había
herido a Dag y aun así él le había dicho a Fabiola que no
podía salir con ella.
-Creo que ya está lo suficientemente limpio-, murmuró
mamá detrás de mí, había estado lavando el mismo traste
una y otra vez.
Sabía que ella esperaba que dijera algo y sin darme
cuenta empecé a contarle todo sobre Dag, su historia, su
forma de ser conmigo, la forma en que yo me sentía junto a
él.
Hablamos casi toda la noche y ambas lloramos aunque
no hubo esa tristeza de antes.
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-¿Qué haces aquí Gisele?-, preguntó sentándose a mi
lado y quitándose la gorra del trabajo.
-Tengo algunas cosas que decirte.
-Solo me interesa si vas a decir que estás lista-, sabía
que estaba retándome, sabía que estaba molesto, sabía que
lo quería muchísimo.
-Estoy lista.
Dag se sorprendió solo por un momento luego arqueó
una ceja y sonrió.
-¿En serio?, yo diría que quitarnos las camisetas aquí
causara un gran revuelo.
Omití su broma. Ambos sabíamos de qué estábamos
hablando.
-Te quiero.
-Esa es mi chica-, dijo sonriendo y tomando mi mano.
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ACERCA DE LA AUTORA
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