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El riesgo que corren las lenguas

indígenas del Caribe


LENGUAS NATIVAS 24 de Abril de 2018 - 00:20

Hasta el 26 de abril se desarrollará en Uniatlántico la Semana de las Lenguas, que analiza la situación actual
de las comunidades ancestrales de la Región.

¿Qué fueron, qué son y qué serán en cuanto a identidad, comportamientos y lenguas las comunidades
indígenas que aún sobreviven en el Caribe colombiano?

Estos interrogantes son analizados desde ayer en la Universidad del Atlántico por varios expertos e
integrantes de comunidades indígenas, en el marco de la Semana de las Lenguas. Sin duda una forma de no
olvidar de dónde venimos y la multiculturalidad que posee nuestro país y nuestra región.

En una conferencia, el antropólogo Fabio Silva Vallejo, magíster en estudios del Caribe y director del
programa de Antropología de la Universidad del Magdalena, explicó que en el Caribe tenemos nueve lenguas
vivas y 14 grupos indígenas, contando a los Raizales de San Andrés y aquellos que buscan su reivindicación
como los Mokaná, Kamaansh-hu y Cariachiles.

“Los grupos sin lengua son los Zenú y Kankuamos. Es muy difícil recuperarlas porque no hay hablantes,
literatura o escritos. Si no hay hablantes es imposible”, dijo.

En el país hay 102 pueblos indígenas de los cuales 18 están a punto de desaparecer. En total 64 lenguas
amerindias y 13 familias lingüísticas. Curiosamente, varios artículos de la Constitución buscan su protección.

Factores de riesgo

En la Carta Magna no hay un artículo que se refiera a la protección de la guerra, paramilitares, el proceso de
pasar a ser campesinos y la misma religiosidad. Elementos que han contribuido de una forma u otra a que sus
culturas cambien, dejando de pertenecer y olvidando sus propias dinámicas.

“No existe una sociedad que no esté relacionada con lo religioso”, indicó Silva, es por ello que la Iglesia
cristiana fue el espacio para llenar “y se volvieron mediáticas”.

“Esa misma función se vuelve dogmática con el tiempo: tiene que hablar, pensar y ser así. Por lo cual ya no se
pueden hacer actividades y sistemáticamente se despoja a esas personas de sus saberes”, agregó.

Dentro de las pérdidas que ‘se ven venir’ está la lengua de los Chimila, que en palabras de Silva, “si no se le
pone atención se perderá porque tienen una reducción tremenda”. Eso para él obedece a olvidos del Estado
porque “van asumiendo otros procesos como ser campesinos, y se sacan del espacio por lo cual pierden su
lengua y pasan a engrosar el español”.

Asimismo, la expulsión sistemática que se hizo de sus territorios, en muchos casos por la violencia y grupos
paramilitares, obliga a una comunidad que al trasladarse –con toda su cultura– genera una apatía a sus lenguas
por buscar ser parte de.

“Se queda solo en los programas o las propagandas. Uno no ve una política clara para el fortalecimiento de las
comunidades, sobre todo para aquellas que están más débiles, por ejemplo los Emberá Katíos, Yuko Yukpa o
los Chimila, que son comunidades en un estado delicado no solo de la lengua sino de la dignidad como sujeto
de derecho que son”.

De los Chimilas, por ejemplo, que quedan cerca de 1.700 integrantes, Silva aseguró que “son los más
sufridos” debido a que son el grupo más devastado por todos los procesos de colonización. Ellos tienen
fragilidad cultural, un olvido sistemático del Estado, impacto negativo de las iglesias cristianas y
consecuencias fatales del paramilitarismo.

“Todas las comunidades deben su deterioro, en parte, al paramilitarismo”, apuntó.

En el caso de los Yuko Yukpa, de cerca de 5 mil integrantes, Silva hace referencia a “un pueblo con deterioro
continuo por el alcoholismo, que pasó de ser nómada a sedentario con pérdida sistemática de sus valores”.

Respecto a los Kankuamos, que no tienen lengua, han sido azotados constantemente por la violencia y se
encuentran en un proceso de campesinización continua de sus cerca de 12 mil integrantes.

Otros que también perdieron su lengua hace mucho tiempo son los zenúes, “uno de los pueblos más pobres
que hay, sin ningún tipo de organización y un problema grave de reconocimiento”, según el investigador.

“Debe haber una sociedad en la que las comunidades indígenas tengan valor, conciencia. Ojalá la gente tenga
claro que hay otras personas con derechos y es eso la base de una sociedad multicultural”, finalizó el
antropólogo.

Tomado del Periódico EL HERALDO

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