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El método por el empleado fue la mayéutica, que consiste en ayudar a dar a luz
ideas y pensamientos a las personas a través de preguntas. Este atrevimiento lo
condujo a ser condenado, sentenciado y asesinado. ¿Tan mal está hacer que las
personas piensen por sí mismos? Indudablemente las cuestiones culturales,
sociales y políticas de la época influyeron para tal desenlace.
Un profesor de filosofía intentando contagiar su interés por la materia preguntó a
uno de sus alumnos: ―¿Crees que la filosofía sirve para algo? El alumno respondió:
sí. Continuó la clase exponiendo su molestia, él está harto de la gente que dice que
la filosofía no sirve para nada y que en la actualidad hay más interés por
cuestionarse ¿qué empresa montaremos? o ¿cuánto dinero ganaremos?, que de
reflexionar sobre la vida, el ser humano y dudar de todas las cosas. Continuaba su
clase reclamando la falta de ejercicio del pensamiento y la refutación ante la
propuesta de quitar su materia de las aulas. Concluía afirmando la posibilidad de
quererla desaparecer del programa educativo porque la encuentran peligrosa,
además dio una lista sobre los usos y beneficios que ella tiene: despertar la
conciencia y formar un pensamiento crítico; estar alerta de lo que pasa alrededor,
preparados para asumir las contradicciones y dudas que plantea la vida; para
afrontar las adversidades y sobre todo, que en esta vida, no siempre se gana para
aprender de las derrotas.
—¡Profesor! (con espíritu dudoso levantó la voz otro alumno en otra clase) ¿Todo
el mundo está capacitado para filosofar?
El ambiente es de silencio. Todos miran fijamente y con extrañeza a su profesor. Él
prosigue:
—He estado callado por dos razones: para pensar en la respuesta y para demostrar
que cuando uno piensa la gente lo mira mal. ¿Por qué el pensar está mal visto? ¿No
debería ser al revés? ¿No es más censurable la gente que no reflexiona sobre las
cosas?
No hubo respuesta del profesor, sin embargo, tras un breve espacio, el alumno
expresó su molestia por no haber respondido su pregunta. Invitó el docente a su
alumno a responderse a sí mismo. Él sostuvo lo siguiente: si la filosofía sirve para
poner en duda aquello que sabemos, todo el mundo puede hacerlo, pero se lo
piensa, no todos quieren hacerlo.
Este profesor, sin duda alguna retomó la práctica de aquel a quien asesinaron
injustamente. Invitó a sus alumnos a reflexionar y a responderse a sí mismos. Estos
acogieron con agrado la aventura del pensamiento y se dejaron conquistar por el
espíritu reflexivo y crítico, cuyo resultado fue aprender a ver la realidad desde
diferentes perspectivas, encontrando en la reflexión un amplio panorama de ideas
que les sirvió para afrontar diversas adversidades.
Acerca del pensamiento crítico, precisamente uno de los beneficios que ofrece la
filosofía. Dice un chiste muy famoso entre alumnos y profesores de filosofía:
«cuando llegan a lo alto de la cima, ven en otra cima una oveja negra. El ingeniero
dice: ‘está visto que las ovejas en Escocia son negras’. ‘Mejor sería decir que
algunas ovejas escocesas son negras’, responde el físico experimental. El físico
teórico piensa un momento y exclama: ‘es más correcto decir que al menos una de
las ovejas escocesas es negra’. Por fin, el filósofo responde: ‘al menos por uno de
sus lados’».
Un chiste sencillo, pero excelente referencia para explicar algunos elementos del
pensamiento crítico. Nos dice Barrientos (2010) que «el pensamiento crítico parte
de un modo de pensar y dialogar fundado en argumentos compuestos de razones
válidas que sostienen conclusiones». Es justamente lo que ha hecho nuestro filósofo
del chiste, tras analizar los juicios de sus antecesores, disecciona sus partes para
hacer una conclusión más precisa.
Lo primero que tenemos que hacer para valorar un argumento es, siguiendo a
Barrientos (2010), «distinguirlo de otros tipos de entidades asertivas: las opiniones,
las descripciones y las explicaciones». Solo son válidos los argumentos y por
desgracia la mayoría de los problemas por malentendidos es porque no sabemos
diferenciar entre cada uno de estos. ¿Para qué me serviría pensar críticamente?
Sencillo, ya lo ha respondido el profesor: «para asumir las contradicciones y dudas
que plantea la vida; para afrontar las adversidades y sobre todo, que en esta vida,
no siempre se gana para aprender de las derrotas».
Algo muy importante, todos podemos filosofar, solo basta querer, pero, si el detalle
es que no sabemos cómo hacerlo, detengámonos un momento, conservemos la
calma y acudamos al filósofo.
REFERENCIAS