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traducciones:

, d '1' m:;s Moro·· Agustín Mlllares Cario,


UTOPÍAS
Uto¡ua. o o .... ,
. d ¡d del )ol de Tomaso Campanelltr. Agustm M. ateo¡;
l .a C,l/t e . . -, ' ~ M
1.. a Nueva Atlántida, Fr:mcis Bacon: Agustm ateos
.
del Renacimiento
Tomás Moro: Utopía
Tomase Campanella: La Ciudad del Sol
Francis Bacon: Nueva Atlántida

Estudio preliminar de
EUGENIO ÍMAZ

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


MÉX!CO-ARGENT!NA-BRAS!L-COLOMB!A-CH!LE-ESPAÑA
ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA-PERÚ-VENEZUELA
Primer<~ edición en h1t.Ín de Utopía,. TOP1A Y UTOP1A .
de T{Jmiís Moro,, 1516
Primera edición en latín de La ciudad del sol, I
de TomaRo Catnpünclla, 1623
Primera edición en ingJé¡:; de Nueva J\tlántid.a, Entonces el bufón empezó a bromear en serio, y ahf
1627 estaba en su elemento.
de FranciR Bacfúl,
Primera edición en eRpafio! del conjunto
(Ji(:E, México ), 1'!41 UToPiA: no hay tal lugar, traduce Quevedo en el prólogo a la
J>rimcra rcimprcRión (1 1'CI\, Colombia), 1994 versión, expurgada, que en 1627 hizo don Gerónimo Antonio
de Medinilla y Porres de la obra de Tomás Moro. News from
Ncrwhere pone como titulo a su obra moruna William Mo-
rris, en el siglo XIX, escogiendo de esta manera entre Moro y
Marx y poniéndonos utópicamente de bruces ante la actua-
lidad de Moro.
Por lo del lugar imaginario la palabra y concepto utopla,
utópico, se han contagiado de quimera y la infección ha sido
constatada por los doctores al diagnosticar la diferencia entre
socialismo utópico y socialismo científico. Y, así, resulta utó-
pico lo que, para la ciencia del dla, no es científico, descui-
dando que fue la ciencia de su tiempo la que dio origen a la
Utopút.
Al hablar de utopía todos pensamos, remontando fuentes,
en la Repúblú:a de Platón. Como pensaron los mismos Moro
y Campanella. Y, sin embargo, la utopía de Platón no está en
la Re{ráblú:a, sino en las Leyes. Al final del Libro V de la R<>-
pública, Platón, como tantas veces, pone los puntos sobre las
[es. Los interlocutores de Sócrates le han ido escuchando sn
plan de república perfecta y se muestran encantados. Pero ...
¿es posible semejante república? "Si yo me abandono un ins-
1). R.@ 1941, l'ondo ele Cultura Económicu
tante, responde Sócrates, viene sobre mi vuestro ataque, y un
ataque implacable. A duras penas me be librado del primero
D. R.© 1987, Fondo·~lc.· Cu!~ra Ec;)r~ómica, .s.A. <;e C.V. y del segundo asalto, y me parece que no os dais perfecta
C<metcra_I>icucho- A.JUSCO 227, McXICO, D.l•. ~ C.l. 14200
cuenta de que este tercero es el más fuerte y peligroso. Reco-
D. R. 6;.> 1994, Fondo de Cultura Económica Ltda. noceréis luego que era natnral cierto temor y vacilación ante
Carrera 16·No. 80-l8, Santafé de Bogo1.~, D.C. una proposición tan extraordinaria como ésta qne ahora tengo
que explicar e investigar." En el sobresalto que siente Platón
TSBN 958-3R-0008-Í siempre que se le invita a trasponer el puente entre el mundo
7
fmprcso en Colombia
TOPIA Y UTOPIA TOPIA Y UTOP!A 9
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'd s y el mundo ·sensible, el mismo sobresálto que le .entre sí la tierra y las habitaciones" (Leyes, Libro V). Utopía
1
d eastea · · d ie .a caverna·: "Sólo y no quimera, realidad y no idea: pensamiento terrenable
h , }amar después de relat.ar el mtto ¡
a.ra excbc st' mi vislumbre es ciert3!" Sobresalto que desvela como la Utopút de Moro. '
D wssa stia metafísica. "¿Es que un pmtor, · d espucs
• ce
1 bbcr
a La confusión se alimenta de dos fuentes: Aristóteles, en
~~If~fa~o con arte consumado el ideal de un hombre per- su Política, hace la crítica de la comunidad de bienes y de
llo será el peor pOrque es jncapaz de mostrar mujeres, es decir, de la república ideal de Platón, basándose
f ect amente be 1 'd
ue un hOmbre semejante pud~ haber ex1sh o nun<:a.
• . ' e·ICr- en su irrealizabiliclad o ultratcrrenidad. Ahora bien: Pla-
{0 que no sería el peor. Pues bte~, ¿no estamos traza~ do en tón no proyecta esa comunidaU en la utopía de sus Leyes.
palabras c1 modelo de una repúbhca perfcct?? ¿Y sera nues- Aristóteles, merced a su querencia empírica, ectoplasmiza .las
tra teoría una teoría inferior porque seal!los mcapaces de pro- ideas y arremete contra fantaÚnas. La otra fuente de confu~
bar ]a posibilidad de una ciudad ordenada en la manera des- si6n está en e1 mismo Moro. En ]as últimas páginas del primer
crita? -¿Es que es posible ejecutar una cosa tal como ha libro de la Utopía encontramos el pendant perfecto del pa-
sido descrita? ¡Es que la palabra no expresa más que el he~bo, saje referido del Libro V de la República. Su análisis nos daría
y lo real piensen lo que quieran los hombres, no queda siem- la intención esencial del libro y de lo utópico y, al mismo
pre, en Ía naturaleza ~e ~a~ cosas, por debajo de la verda~? tiempo, la comunidad genérica y la diferencia específica con
No tenéis, pues, que ms1stJr en que os pruebe que l_a repu: lo que hemos ·designado como utopía platónica. El portu-
blica real coincidirá en todos sus aspectos con la 1dea: st gués del cuento -Rafael Hitlodeo- que relata y presenta
somos capaces de descubrir cómo una ciudad puede !:e>r go- como ejemplo lo visto por él en Utopía, exclama en el curso
bernada de manera aproximada a la que·nosotros P.r~p.onemos, de la conversación: "Eso pensaba yo al decir que no hay
tendréis que admitir que hemos descubierto la poStblltdad que lugar ante los príncipes para la filosofía." Y el mismo Moro
me pedís." replica: "Sí que lo úay, pero 110 para esa filosofía especulativa
y la manera como una ciudad puede ser g?bernada. acer- . que hace que todo sirva para todOs los tiempos." Existe otra
cándose ''siendo casi" -inmensidad de un cast: el chonsmos filosofía del "mal· menor" que permite gobernar 1a nave del
0 abism~ que separa a 1os dos mundos-la rep?bl~ca perfecta
Estado en las borrascas constantes de la vida. Pero el utopista
es "que los filósofos sean reyes o los reye~ y p~~~.etpes de. este moderno, Hitlodeo-Moro, no fía de la receta que Platón
mundo tengan el esp\ritu y poder de la filosofta . Lo miSmo conserva, como ilusión de juventud, a pesar del desengaño
que repetirá en su conocida séptirtUl ~pistola, de su sene~;td, con Dionisia, ni admite, cristianamente, el malmenorismo: la
cuando confiesa su desencanto JUVeml con la c~rrera ~ohhca, aborrascada vida de su tiempo, el maquiavelismo avant la lettre
por la que había sentido tan profunda voca.ct6n. St no se de los príncipes y del Papa, la voracidad de tierras de los se·
atiende a este consejo político "jamás las cmdades podrán ñores ingleses -"los corderos se comen a los hombres"- le
despojarse de sus males -no, ni tampoco el género humano, han enseñado a no esperar nada de la conjunción platónica
según creo-:- y sólo con él esta nuest;a"república tendrá un~ rey-filósofo, porque la raíz de todos los males, seglm ha visto ·
posibilidad de vida y verá la luz del dta . este cristiano, abogado de los ricos mercaderes de Lon-
Si Platón en la República habla como filósofo, en las Leyes dre3, está en ]a propizdad privada. Y aquí viene la confusión
como filósofo-rey. Aqui está su utopía: su República de "no otra vez: "cuando peso todas estas cosas [los abusos que vie-
hay tal lugar" pero upuede haberlo"; por ejemplo,. cuan~o ~e nen de la propiedad privada J en mi'S pensamientos, me hago
trata de fundar una colonia; su programa de acciÓn: sena cada vez más partidario de Platón y no me asombra que no
demasiado pedir a bo¡nbres nacidos, alim~ntados y educados quisiera. hacer leyes para aquellos que no quisieran someterse
como lo son hoy día, que nuestros ciUdadanos repartan .a una comunidad de todaS las cosas". Pero ya sabemos que
JO TOPIA Y UTOPIA TOP!A Y UTOP!A l1
Platón hizo leyes, precisamente, para los que no podían so~ de los hombres, a u~opía, don~e los hombres viven real y
meterse a la comunidad de todas las cosas: para los griegos verdaderamente, terrenal y utóp1camente en cristiano. 2
de su tiempo. La utopía, con Moro, aumenta sus preten~ D~ Erasmo viene aquello de que no hay diferencia entre
siones y la filosofia las rebaja. El Mundus Novus de Amé- c~nse¡2s y mandatos.. Y Alfonso de Valdés, gran erasmiano,
rico Vespucio habla de pueblos que viven en comunidad y dirá: ¿Qué ceguera es ésta? Llamámosnos cristianos y vivi-
desprecian el oro,t cosas que a un cristiano exasperado le ha~ mos peor ·que turcos y que brutos animales. Si nos parece
cen pensar en la comunidad apostólica. El filósofo, según qu~ esta doctrina cristiana es alguna burlería ¿por qué no la
Platón, lucha patéticamente con la ciudad. El que no haya de¡amos del todo?" E Hitlodeo-Moro, en estas páginas que
habido ciudades organizadas por la idea de comunidad ha comentamos: "Si hay que silenciar como insólito y absurdo
traído efectos catastróficos para la filosofia y para los filó- cuanto las petversas costumbres de los hombres han heého
sofos. Las naturalezas más nobles, destinadas al oficio he~ parecer extraño, habría que disimular entre ios cristianos mu·
roico de la filosofía, o se corrompieron en contacto con la chas .c~sas enseñadas por Cristo, cuando F:.l, por el contratio,
política convirtiéndose en las mayores criminales, o se hicie~ prohibió que se ocultasen y mandó incluso predicar las que
ron inútiles por el destierro o la abstención. Así se vio la susurró a1 oído de sus discípulos." Eran tiempos terribles,
filosofía invadida de intrusos, que buscaban el brillo de su como todos en los que el mundo del hombre, la historia, rom.
renombre. Pero cuando la ciudad esté organizada el filó~ pe las duras cortezas del pasado y por las grietas rezuma acre~
sofo le será deudor y entonces se le podrá exigir qJJe, lue~ mente la laya que formará las futuras tierras de cultivo. Las
go de haber contemplado la cegadora luz del Bien, baje a - ideas más hondas, tenidas por tales, descubren sus secas -raíces
la oscuridad de la caverna 3: guiar a los hombrf:S encadena~ y sólo los utópicos se preocupan de preservar la simiente·.
dos, enseñándoles a descifrar el lenguaje de las sombras. El Ht~manista cristiano. Erasmista. (<La palabra 'humanitas'
escepticismo de Moro por lá filosofía especulativa y por nació en aquella tertulia culta de Augusto donde la filosofía
el fi16sofo, tiene una supercompensación en su fe en la phi~ griega encontró cobijo y la literatura romana protección.
losophia Christi, y así, la imitación secular de Cristo exige T?do :u e bien mie?tras el concepto cristalizó en la palabra
más que la imitación erótica de la idea, y su utopía se atreve gnega philantropm pero al querer traducir ésta al latfn sur-
con lo que no se atrevió ]a de Platón: con la comunidad de gieron las discusiones. Cicerón fue el inventor de la ·paÍabra
bienes. humanitas' y _en sus obras, puesta de moda, rueda con .ver~
Los corderos se comían a los hombres y el filósofo cris~. dadera fru.ición de inventor. No es cierto, sin embargo, como
tiano no quiere que los hombres sean comidos por otros hom~ Varrón afmna, que para el orador romano 'humanitas' fuese
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bre disfrazados de corderos. Esto, después de Cristo, tiene simplemente Sentimiento que nos_inclina a favor de la Huma-
que ser posible: por eso Hitlodeo le dice a Moro, es decir, nidad'. Cualquiera que haya leído los escritos ciceronianos
Moro se dice a sí mismo: si usted hubiera estado en Uio{Jíct. habrá podido observar que aquel término significa tambiéó
El filósofo cristiano, el humanista cristiano ha estado en Uto- lo que nosotros llamamos hoy 'formaci6n humanística'. Por lo
púz, ha estado en el otro mundo, en el Nuevo Mundo vespu~ demás, Ia palabra y su contraria ~inhúmanitas' con los adje-
ciano. Su philosophia Christi no le ha llevado a la región de tivos correspondientes, fueron ab'riéndose ca~ino y desem~
las ideas casi -inmensidad de un casi- realizables ni a Ia in~ becaron con todo su doble sentido en Séneca, maestro inme-
visible y celestial ciudad de Dios sino a la corpórea y terrenal diato de todos los que después han recibido el calificativo de
t "Los pueblos viven con arreglo ~ la naturaleza y ·n·ejor los llamarlamos 2
Moro, apenas contrariada su vocadón franciscana dio unas lecturas
epicúreos que estoicos, . . No tiene"· propiedad alguna sino que todas son sobre la Ciudad de Dios de San Agustín; más avanzado e~ edad y ya perfecto
comunes." (Citado por J. H. Lupton en su introducció.n a la Utopfa.) hnmanista cristiano, escribirá ]a Utopía.
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!2 TOP!A Y UTOP!A
toria del rey Polydoro. En vez del político-filósofo, del rey-
'humanistas'. En este sentido se encuentra en Erasmo y en su · filósofo plató~1eo, tenemos al rey-filósofo cristiano. Polydoro
amigo Vives." 3 se. h? convertido ~e. un cristiano de tantos en un verdadero
Sabemos, así, que las humanidades tienen que ver con la c:Isbano, en un cnsbano utópico y es, así, un rey-filósofo cris·
humanidad y ésta con el amor a los hombres y también que, bano. En v;~ de la organización detallada de las Leyes tene-
si decimos humanismo cristiano, lo. hemos bautizado, pero no n:os un espmtu de paz y justicia, radical, secularmente cris-
con un nombre sino con un adjetivo. En rigor: humanítas = tiano. Como nos dice el mismo Valdés, él quisiera que todas
filantropía. Humanidades: aquellos estudios que fomentan y las cosas fueran.buenas en este mundo (Diálogo acerca de las
depuran la filantropía o amor a los hombres. Humanista, el cosas que ocurneron en Roma). Pero siendo utópicos Valdés
que florece en estos estudios de amor. Humanista cristiano: Y Erasrno no han estado en Utopía, ese "lugar que no hay"
humanista bautizado pero adjetivarnente: quiere decirse que, pero adonde ~o~ría irse. Porque es un lugar, pues no se halla,
iluminado por Iri caridad, podrá transfigurar, divinizar su fi. como la Republtca, en el mundo inteligible, ni, como el reino
lantropía pero nunca ensombrecerla equívocamente con el de Polydoro, en el de la conciencia, sino en este mundo te-
fulgor de la gloria de Dios. rr~no Y 1ug~reño .. ~'Si usted hubiera estado en Utopía con~
Moro ha estado en Utopía. ¿Han estado también Eras- ~1go Y_hubwra ~Is,to sus leyes y gobiemos, como yo, durante
roo, los Valdés, Vives? Sí y no. El pensamiento humanista cmco anos que vtVI con e1los, en cuyo tiempo estuve tan con-
cristiano es, fundamentalmente, utópico: su utopía, su pro- tento que nunca 1os hubiera abandonado si no hubiese sido
grama de acción es la philosophia Christí. El irenisrno eras- para hacer el descubrimiento de tal nuevo mundo a los euro-
miano traza el camino imperial de la mínima unidad cristiana peos,. us~ed confesaría q,ue nunca vio un pueblo tan bien
de doctrina y hace todo Jo posible y lo imposible, en su visión constttutdo como aquél.' 4 La utopía de Moro es institucio·
¡'dantesca" de la situación, pa~a que el emperador Obligue al nal y, por ello, menos utópica, en el sentido banal del vocablo
Papa a convocar un concilio. La dieta de Augsburgo da la ra- . q~e la de sus colegas Erasmo y Valdés: que no haya propiedad
zón a los fanáticos. La suerte está echada y preparaqo el p~wada para que la ambición, que haee del Estado una cons-
camino real para el Concilio de Trento: contra-refonna, pala- ptracz6? de los ricos, quede cercenada y así restablecida la
bra no reconocida todavía por el diccionario de la Academia. comumdad, Y. que haya una Jibeitad religiosa que, cristalizan-
Corno señala muy bien Bataillon, hubo en el grupo erasmita do en una reltgt6n natural universal, haga ociosas las facciOnes
un <1ctuante mesianismo imperial, secular y pacifista. Además y asegure de este modo la unidad de la comunidad.
de la Querella Pacis de Erasmo tenemos dos grandes rrlonu- Por entonces Amérieo Vespucio descubria el Nuevo Mun-
mentos: el Concordia y discordia de Vives y los Diálogos de do a los europeos. La presencia de América ha heeho surgir
Alfonso de Valdés; el De eorruptis Artibus y el De tradendis la ut?pia! ha heeho posible el viaje de Hitlodeo, compañero
Discipliniis son la utopia pedagógica de Vives; en el Diálogo 1magmano de Aménco Vespueio. Rafael Hitlodeo -"hábil
de doctrina cristiana de Juan de Valdés tenemos la utopía es- nat;ador''- había viajado, nos dice Moro, mejor que a lo
trictamente religiosa. Pero ciñámonos a las utopías políticas. t;hses, ~ lo P_latón. Pero Platón puso entre el mar y su uto·
En 1515, Erasmo, nombrado consejero del archiduque Carlos, p1a la diStanCia de quinientos estadios. Rafael, con Vespucio,
pobemador de los Países Bajos, escribe para ei joven soberano 4 CJ:ta también Ves¡)ucio: "Viven sin rey y sin ninguna clase de sobera·
la lnstitutio Prineípis Christiani. Hacia el año !529 debemos M~
1 Y ca uno es su propio duefio." Lo que nos muestra que la mente de
colocar la redacción definitiva del Didlogo de Mercurio y oro, como la ~e _la ~oca, estaba "predispuesta" para ciertas sugestiones y
Carón de Alfonso de Valdés, que contiene la asOmbrosa hís· no para otras. N.1 mqutera para .Rousseau será un ideal este tipo de "salva'e".
EltodCon.t:rato so.czal no es preCISamente la consagración de la anarquía iino
3 L:.~nreano S!mchez Gallego en su Introducción a la versión del Con· o lo contrano. ··
cordia y discordia de Luis Vives. (Ed. Séneca, México.) ,
14 TOP!A Y UTOP!A
TOP!A Y UTOP!A 15
buscó por el mar. Buscó la Atlántida que Platón nos da por
perdida para siempre. En el Timeo evoca la Atlántida, pero terrible en la que~ como nos dice Vives, '~a causa de las con~
no Jo hace al desarrollar el mito cosmogónico del demiurgo tínuas guerras que, con increíble fecundidad, han ido nacien~
sino- al comienzo del diálogo, al resumir el anterior~ que fue do .unas de otras, ha sufrido ~úropa tantas catástrofes que
tin diálogo político. Siempre que el filósofo se pone a excavar cas1 en todos los aspectos necesita una grande y casi total res-
10s verdaderos cimientos de la ciudad tiene que ir tan hondo tauración". "Así España, dice Campanella, descubrió el Nuevo
que horada los mismos cimientos del mundo: el principio y el Mundo para que todas las naciones estuvieran sometidas a
fin del mundo, la edad dorada y la de hierro, Cronos "pasto· una sola ley."
reando a los hombres" y el mundo abandonado a sí mismo, El joven investigador mexicano Silvio Zavala, en su es-
acabándose y renaciendo dclicamente. También Campanella, tudio La Utopía de Tomás Moro en id Nueva España (1937),
al edificar su Ciudad dei Sol, nos habla del principio y del ha l~amado por vez primera la atención sobre un hecho que,
fin del mundo. Y Kant, con su hipótesis cosmogónica, veri- a mx entender, reviste extraordinaria importancia: la influen.
ficada por Laplace, coloca la marcha de la humanidad hacia cia de la Utopía de Moro en los "hospitales" fundados por
]a ciudad ideal dentro de la historia deleznable del mundo. y· don Vasco de Quiroga. Ha llamado la atención y ha puesto
Engels deja temblar su visión quiliástica de la sociedad futura en evidencia documental el alcance de estas influencias. Para
con la aprensión científica de un fin del mundo.originado por cualquiera que conozca las diversas interpretaciones, sin que
la entropia. (Prólogo a su Dialéctica de la naturaleza.) falten las banales, que ha recibido el "utopismo" de Moro,
¿Qué "acto fallido" explica que Kant atribuya a Platón este estudio de Zavala aporta un dato significativo: éjne la
nna utopía .de nombre "Atlántida"? La Atlántida redescu. Utopía de Tomás Moro ha sido, además de la primera, la pri.
bierta le sugiere á Bacon ·el título de Nueva Atlántida para su mera también que, con anticipación de siglos, es ensayada en
figuración científica: "sería muy desdichado que, habiéndose la práctica y en suelo de América. Y que quien la ensaya,
descubierto y revelado en nuestro tiempo am has regiones de gran amigo del erasmista francisco padre Zurnárraga, primer
nuestro globo material, el globo espiritual permaneciera ce- obispo de la Nueva España, 1o hace con plena conciencia de
rrado en los estrechos límites de los antiguos descubrimit~n­ la intención Hpráctica" de Moro y con intuiCión fresca de que
tos". Y, en e1 Novum Organum, interpreta en este sentido éste escribió la Utopía por haber conocido las condiciones
la profecía de Danid. El mundo, "espejo de Jos enigmas de de América.
Dios", según el apóstol, fue en la Edad Media el escenario Constantemente se le derriten los puntos de la pluma a
donde todas las criaturas representaban simbólicamente la his- Vasco de Quiroga al escribir en su Información en derecho
toria sagrada: la nuez era una prefiguración de la Crucifixión (1531) que los indios son "blandos como la cera". Materia
y la madposa emblema realista de la Resurrección. ¿En· qué acuñable, como el infantilismo que nos recomienda el Evan-
momento ese espejo empezó a reflejar los enigmas del horn- gelio. No quiere decir esto que Quiroga se haga ilusiones
l?re? ¿Cómo se le fue revelando ·el mundo Corno esc~:-iJ.rio sobre la bondad de los indios. Pero tampoco se las hace sobre
de su historia? Laboriosa obra de siglos desde la culmina- la edad de "hierro y acero" en que vive Europa. E.n Utopía
ción del xm. Nos basta aquí y ahora señalar que. después del nú hay hierro ni tampoco, por entonces, en América, donde
otoíio de la Edad Media, al europeo Je hubiera consumido la los hombres viven todavía en la edad dorada.~ Utopía es una
erupi::ión de la primavera renaciente de no haber inventado isla. Su capital Amauroto, está, como Londres, a orillas de
-encontrado- a tiempo la Atlántida del Nuevo Mundo. Sólo ~·''Porque no en vano sino con mucha causa y ratón éste de ad se llama
el descubrimiento del Nuevo Mundo -el descubrimiento Nuevo Mundo, y e1lo Nuevo Mundo, no porque se halló de nuevo sfn'o
porque es en gentes y cuasi ~n. todo como ~~aquel de la edad primera y de
de la utopia- hace posible a Europa conllevar aquella época oro, qt1e ya por nuestra mallcm y gran cod1C1a de nuestra nación ht~ venido
a ser de hierro y peor." (Vasco de Qui~oga, citado por Silvio Zavala.)
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un río que la pleamar hace salobre. Se diría que ese "lugar acerbamente hasta que, con el triunfo del protestantismo en
que no hay" es un país superpuesto, en el sueño, con el doble el norte de Europa, se precipita el del antierasmisrno en el
perfil prometedor del cuarto creciente, diagrama de la inter~ sur. 0 ·Estuvo en un tris -inmensidad de un tris- que no fuew
sección de dos mundos. Un lugar que no hay, porque está en ra así. Los primeros años de la conquista conocieron en
dos lugares, en Inglaterra y en América, en dos mundos, el Nueva Espafía el verdadero humanismo, el de rafees humanas
Viejo y el Nuevo, es decir, en todas partes, corno el universal. y humanist~s. Zuz:tárraga y Quiroga manejaron un ejemplar
deseo •1tópico. El primer libro de la Utopía, actualista y crí- de la Uto¡na (Bas1lea, 1518) que lleva anotaciones platoni-
tico, insiste en el Viejo Mundo y el segundo, porvenirista y zantes al margen y que no ha sido manipulada como la edición
normativo, en el Nuevo. de Lovaina de 1565 que posee ahora la Biblioteca NacionaL'
La edad dorada, de Heliópolis que nos revela Diodoro, En 1550 fue la célebre controversia de Valladolid sobre los
tan reeditada en esta época por la incitación de América, la derechos de conquista. Controversia teol6gica que, aun en
adámica de los cristianos, para los humanistas cristianos está sus líneas apostólicas más puras -Las Casas- no pudo salvar
prefigurada, más bíen, por la vida de la primera comunidad el perfil de su Sombra: concepto de guerras justas e injustas,
cristiana. Si a los utopianos les complace la religión de Cristo atribución de soberanía al Papa. Pero Vivés, en su Concordia,
es, sobre todo, porque encuentran la vida de esa C'Omunidad anuncia un libro: "quizás de aquí proceda que nuestros con~
muy patecida a la suya. Este es el punto en que el pensaw quistadores pensaron que los indios del Nuevo Mundo no
miento humanista cristiano va más a11á de sí mismo y llega a eran hombres, de cuya injusticia pienso tratar en otro traOOw
secularizar, terrenar o utopizar el dogma de la redención y jo", No lo escribió o se ha perdido, el caso es que la ausencia
a materializar )a invisible ciudad de Dios. La naturaleza huw de este libro, del autor que dijo que la distinción entre gue-
mana ha sido restaurada por Cristo; el cristiano tiene o debe rras justas e injustas era una 14trampa" por donde se colaban
, tener, si responde a su titulo, su naturaleza humana rescatada. todos los príncipes guerreros, señala un vacio en ]a historia
El cristiano, por primera vez, puede ser plenamente hombre. de América que hay que Henar con el pensamiento. En nom~
Puede, con la caridad, prolongar el amor a los demás hombres bre de la caridad, y en el de Aristóteles, el "humanista" Se-
que la naturaleza ha puesto en ·su seno haciéndole sociable. púlveda justifica el derecho de los espafioles sobre los indios
Es menester, pues, que lo sea plenamente: como el rey Polyw por ser aquéllos de "ingenio más elegante", Vitor:ía duda en
doro, «;omo los habitantes de Utopía. "Si nos parece que esta este punto, pero no en el de la religión: en nombre, también,
doctrina cristiana es alguna burlería ¿por qué no la dejamos de la caridad.' En nombre de la caridad -philosophia Chris-
del todo?" ti- proponía E,rasmo que al bautizado se le preguntarq., ya
En el pasaje de Moro a que nos hemos referido, captamos mayor, si quería continuar en Ja religión ·de sus mayores. En
en vivo la diferencia entre el sofos plat6nico y la cordura hu- ese mismo nombre implanta Moro en Utopía 1a tolerancia
manista. Entre la República y la Utopía. Entre las Lcyqs y la con los ateos. Tenía razón aquel buen Padre que, en la rew
Utopía. Entre la ~asileia estoica y la erasmiana. Entre la ciu- unión famosa de Valladolid -1527- en que se discntió la
dad de Dios y la ciudad del hombre o Utopía. Entre el mal- ortodoxia de Erasmo, se deshizo de las sutilezas cultas de Jos
menorismo jesu~ta y e1 bienmayorismo erasmiano. Entre dos
6 Alfonso Reyes, que me ha sugerido lo de la inv~n de América, hace
"humanismos", el que trata .de regir el mundo, a la mayor talllbién una indicación certerfsima al hablar, en un ensayo sobre Erasmo,
. gloria del hombre, en nombre de la philosophia Christi y el de los "padres izquierdistas de América".
que, a la mayor gloria de Dios, hace, entre sus ~{concesiones 7 Debo la noticia a mi amigo Silvio Zavala.
s Conocido es el antierasmismo de Sepúlveda y en cuanto al presunto
al siglo", la del humanismo. erasmismo de· Vitoria véase Batanlon: Erasmo y Espafla, 211o ed. (Fondo de
En América y Espafia estos dos humanismos se combaten Cultura Económica, México, 1966). ·
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TOP!A Y UTOP!A
erasmistas con el argumento ad hominem de que él estaba se- 19
guro que el Cristo en que creía no era e1 mismo en que creía pond; un.a imitación de Cristo que, como puede verse en la
Erasmo. En efecto, dos philosophia Christi y, por consiguien- Utopw, tiene muy poco del sombrio ascetismo kempista. La
te, dos imítatio Christi. naturaleza, nos dlCe Rafael, empuja a los hombres a ayudarse
Philosophia Christi o evangelium •.•t':"'um, co~o se habla mutu~rnente y, ~or la misma razón, a que cada uno busque
dicho dos siglos antes durante el moVImiento fraJ;Iclscano. El tamb1én su propiO contento como busca el de los demás. El
movimiento erasmista fue un movimiento fideísta. No es me~ ascetismo es respetad~ por Rafael, porque siempre hay quC
nester desfigurar los hechos históricos para sacarles todas las proceder.con ~umo cmdado en cuestiones de religión -¿aca-
consecuencias. Basta con ser consecuente. La controversia so no qmso Dws ser adorado en diferentes religiones?- pero
de las dos verdades atraviesa todo el pensamiento medieval los utop~anos se reirían de quien pretendiera demostrades
como la disputa de las dos pctestades toda su vida política. que la y1da que llevan los ''religiosos·~ que han hecho votos
Cuando ese pensamiento se estabiliza momentáneamente con de castidad Y de trabajos perpetuos es más razonable que
la escolástica la racionalización ha llegado a su limite y la la de aquellos o~ro_s "religiosos" que se casan y disfrutan ho.-
fides quarens inteUectum descansa con la obra lograda. Los nestamente de la v1da.
misterios son impenetrables a la deficiente razón humana pero El humanis~o :epresenta uno de los momentos culmi~
no irracionales. La invisible ciudad de los elegidos se .esta- nante~ en la htstona del pensamiento humano. Podríamos
mentaliza o estatiza con el Régimen de principes. La linea anunc~arlo como el albor de la. filosofía moderna y poner]
contraria, que se habla deslizado subterráneamente, aflora pu- en parangón con el de la filo1ofia griega, y a Moro, eon s~
juante con un Scoto y un Ockham y, después de cons?grar muert~, a l~ ~ltur~ de Sócrates. Los dos mártires auténticos
el arbitrio divino, entrega el mundo y el Estado a la raCiona- de la fiiosofia, tes!Jgos de la razón ante la razón de Estado de
lidad del hombre. La bisectriz la trazan los erasmistas con la ~t?pia ante la topia: fe en la razón o razón en la fe, su~er­
su empeño racionalista y desmisteriador, con su philosophia postpón exact~1 ~n ambos- casos, au~que de movimiento con-
Christi, filosofía en la que la prudencia, como dice Vives, se tra~I~; descu~nmtento y redescubrimiento. Moro, que es un
ha hecho cordura. En el segundo ·libro de la Utopút nos po~Itico, perstgue a los herejes, a los fanáticos, que en su es-
cuenta Tomás Moro pcr boca de Hitlodeo que, al tratar de tohdez.llenan de supersti:iones la religión, como si no tuviera
averiguar en qué consiste la verdadera dicha y, por consi~ Y_a bastantes, y Sócrates, fdósofo_a_mbulante y de plazuela, per-
guiente, la verdadera moral, los utopianos mezclan con la filo- Sigue como '!n tá?ano a los pchti~os haciéndoles hablar para
sofía, que se si~e de razones, los principios de su severa reli- poner en ~vtdencta su a.rrogante Ignorancia. Por ser amigo
gión, porque la razón humana es "insuficiente y débil para de I9s amtgos de los tremta tiranos la democracia ateniense
averiguar la verdadera dicha". Pero esta razón humana, tan pers1gue hasta la muerte a Sócrates, y la malquerencia de Ana
deficiente, reclama, para su adhesión a los principios que le B~lena ?'ata a Tomas Moro. 11:sta puede ser la explicación
presta la religión, el peder fundarlos en razón. La termiual pstcológtca, que no va a ninguna parte. La verdad que inte-
de esta trayectoria, la de la religión natural, la encontrare- resa es que los dos mueren defendiendo la razón de repú-
mos en Kant que, al someterse a la religión a los limites de la blica contra la razón de Estado. Y en este punto tocamos uno
pura razón, la fundamentará en la razón pura práctica. Los de los enigmas del destino humano. ¿Quién tenía .razón?
dogmas de la religión cristiana sirven al propósito práctico y "Para 1o trágico auténtico es menester que las dos potencias
se mantienen en 1a medida en que este servicio los reclama: en lucha estén justificadas cada una. por su parte que sean
Dios y la inmortalidad como realidades prácticas y la vida de éticas! tal ha si~o el destino de Sócrates" (Hegel). Tal fue
Jesús como paradigma moral. A la philosophia Christi corres- t~mb1én el destmo de Moro: las dos potencias en pugna te-
man razón.
TOPIA Y UTOPíA 21
20 TOP!A Y UTOP!A

¿Cuál era la razón que defendia y por la que murió ~oro? I!


En e1 rompimiento con Roma veía el fracaso de la etvihza- Ego tanquam Prometheus in Caucaso detineor.
ción europea, cuya exaltación es la Utopla; en la reforma de
Enrique VIII y del alto clero y noble:"' que le secundan,
ve'la consagración oficial y el exa~rbam~ento de las depreda- Campanella, en su apologia de la Ciudad del Sol, comienza
ciones que nos describe en el hbro pnmero y q~~ fueron apoyándose en la autoridad del mártir Moro. La diferencia
la pesadilla de sus cristianas vigilias forenses, q~e aliVIó con el entre las dos obras salta a la vista. Si Moro instruye delei-
sueño humanisimo de la Utopia. Acaso ta'!'b1én sabe cóm_o tando con el estilo más sabroso, sin despegar los pies de su
se está frustrando la gran ocasión de Amén<:, como lo vela humana Utopía, conduciéndonos a ella despu~ de ún largo
utópicamente Quiroga. En fin, él, que no htzo otra cosa. en recorrido doliente por los ámbitos de su patria, Campanella
toda su vida -y en toda su Utopla- que tratar de human¡zar nos coloca de rondón a las puertas de la ciudad, nos planta
el fanatismo católico, se encuentra con el espectáculo de Ale- en medio de su visión metálica y luminosa. ¿Por qué se le
mania, avispero de todos los fanatismos. . ocurre, al hablar de la salud de los vigorosos heliopolitanos,
Sin embargo la historia iba por ahL Tamb1én, por con- decimos que padecen mucho de epilepsia, enfermedad buena
siguiente, la razÓn dé Estado. Emancipación de ~om.a, ate- para el ingenio y.de la que padecieron, entre otros, Hércules,
soramiento de riquezas nacionalismo; refonna, cap1tahsmo Y
1 Sócrates y Mahoma? Las comparaciones son siempre odiosas
grandes potencias. Todo esto pedia la razón de Estado Y para y, en el caso de Campanella, la comparación tan corriente de
todo esto proclamaba El Príncipe su razón de Estado. ¿Se los valores literarios de la Urbs Heliaca con la Utopfa, odio-
ha reparado en que, cuando. Moro. nos des~be. a Utopía, sísima, porque ambas son incomparables.
Maquiavelo traza, con su bmdo estilo, el brev;ano. de la ra~ En esa defensa tenemos las páginas correspondientes a
zón de Estado, poniéndola al servicio de su nac10naltsta razón las comentadas de Platón y Moro, y asi, una perfecta trilogfa
de Estado? " donde nos marcan el sentido de sus respectivas proyecciones
Los dos tienen la antitética conciencia de su obra. Mu- políticas. También aquf, como en el caso de Moro, vemos
chas repúblicas y principados -nos. dice Maqu~avelo- h~n muy claro el propósito práctico y la idea de que no hay re-
sido imaginados que nunca se ha vtsto o co_n?Cido que ex1s~ pública que merezca ese nombre si no está basada en la co-
tieran en realidad. Y la manera en que Vlvunos y aquella munidad. uQue todas las cosas sean comunes, como entre
en que debiéramos vivir son cosas tan diversas que aquel que amigos" decía Platón recogiendo el proverbio griego, senten-
abandona la una para entregarse a la otra está más cerca de cia que repite también Moro. Pero los amigos verdaderos de
destruirse que de salvarse: porque aquel que .obra con un Platón -dioses o hijos de dioses- en el topos ouranos no en
perfecto patrón de bondad en todas las cosas tiene que per- su utopia de tierra adentro. Para estos cristianos recalcitrantes
derse entre tantos que no son buenos. Por consiguien!e: es la tierra debe ser la patria de los amigos.• ·
necesario que un príncipe que quiera mantener su postc16n,
O' Esta idea de la comunidad es tan absoluta en Campaoella, y tan a~
aprenda a ser otra cosa que bueno y a usa~ o no su bondad bente,. que basta las ..cuestiones de la generación pertenecen a la religión
según la necesidad lo requiera." La poUt1ca e?roP~'" de la por ser cuestiones del bien común y no del privado''. Por eso, aquella tímida
época, sin excluir, claro está,.la de los. antimaquiavéhcos~ nos desnudez ae Jos esposos en la Utopía "que a nosotros nos parece ridícula", en
Campanella se convierte en una organización meticulosa de la procreación
dice 'a gritos que era Maqmavelo qmen estaba en lo cierto, humana, de una paganía más que platónica, pero que nada tiene de rebote
que tenía, por entOnces, la razón de su parte: que era la parte fralluno (aunque se ruboricen los puritanos censores de alguna edición inglesa
del Estado y de la época. Pero ¿quién de los dos tenía la r2- al extremo de suprimir todo e1 maravi!loso pasaje subrepticiamente). Si no
hay IIT':l0D~a en los cuerpos mal puede haber virtudes. Por eso también, los
zón del todo?
22 TOP!A Y UTOP!A TOP!A Y UTOP!A 23
La comunidad paternal cristiana de Moro, que es más bien La época de Campane!la está bajo el signo de la revolu-
una comunidad de oficio humano, en Campanella se convier- ción copemicana como la de Moro lo estuvo bajo el de
te en ·una comunidad ideal de ser, como en Platón. Una América y las dos atravesadas por la razón de Estado. "Así
comunidad tan una, que el mismo. instinto de conservación España descubrió el Nuevo Mundo para que todas las nacio-
nos debe llevar a ella, donde todas las funciones, como en nes estuvieran bajo una sola ley. No sabemos nosotros lo
enérgica comparación subraya Campanella, tienen la ffiisrna que hacemos, pero Dios sí, cuyo instrumento somos. Los es~
nobleza fundamental. Es la segunda utop!a pero la primera pañales buscaron nuevos países por el deseo de oro y de
que establece la organización deliberadamente cientffica de riquezas, pero Dios trabaja para más altos fines." Esto dice
la comunidad. Ch'or !'Eterna Ragione pria tutti i regni umani Campanella de la época de Moro, y de la suya: "Si usted su-
compogna in u¡w che renda il caos tutte cose airuno. El sis- piera lo que nuestros astrólogos dicen de la venidera y de
tema metafísico, totodentífico, es completo; nada se le escapa nuestra época, que en cien años de su historia lleva más den~
a Campanella, ni siquiera la significación de los más extraños tro que ha llevado el mundo entero en cuatro mil años, de las
parecidos, como esos peces con figura de obispo. La astrolo- maravillosas invenciones . .. " Pero el hombre no es sólo hijo
gia misma ¿a qué necesidad responde sino a la predicción? de las estrellas sino, también, criatura de Dios, no está gober-
Si los cuerpos celestes son las causas •primeras de los fe. nado sólo por la necesidad sino, también, guiado por la me-
n6menos, es natural buscar en sus conjunciones el anuncio tafisica:
de lo venidero. La astrologia, en Campanella, como la alqui- "Si no hubiera ninguna causa sobre· nosotros, podías
mia en Bacon, está en los umbrales de la ciencia moderna. En damos algo tú, Maquiavelo. Pero como todos nuestros pla-
la parte exterior de la primera muralla circular aparece dibu- nes se derrumban si no tomamos en consideración todas
jada y descrita toda la tierra, en la parte interior las figuras las causas, así te equivocas y así caen también todos tus
matemáticas, "en mucho mayor número que las conocidas por disc!pulos." Platón contra la ananke y Campanella contra la
Euclides y Arquirnedes". · . fortuna.
La Bilancetta -balanza hidrostática para determinar la Campanella empitza su vida con una conspiración que le
densidad de los cuerpos- es el primer fruto arquimédico de costará veintitantos años de prisión y en edad avanzada es~
Galileo, antes que el telescopio (1609) le aporte la corro- cribirá una defensa de Galileo. Todo con la misma unidad
boración empírica de la hipótesis copemicana y el estudio de propósito, pues si la conspiración fue una anticipación
del movimiento parabólico de los cuerpos arrojadizos ilustre práctica de su república solar la defensa .ele Galileo arrebata
triunfalmente la colaboración entre la técnica realista y la su astrología a todas las adherencias medievales. Tampoco s-u
ciencia idealista predicada por Leonardo. La astronomía de monarquia española --o francesa- y su teocracia universal
Campanella es bastante confusa; como se deja decir por el pueden tergiversar el sentido claro de su ciudad, que es la
Almirante, astrologizaba demasiado pero en su sistem.s. m·e~ suma de su pensamiento.· ¿No se sentía con fuerzas bastantes
tafísico· cerrado tiene lugar preponderante el conoci{niento para convertir al Papa su cabeza settimontana? ¿No hab!an
directo de la nahtraleza y la explicación mateq¡ática, lo mis~ soñado también los erasmistas con el emperador? De Moro
mo que ."los maravillosos ingeniOs" son parte importante en han dicho algunos intérpretes alemanes que su Utopía es la
la vida de los heliopolitanos. expresión del imperialismo_ naciente. Se fijan· para eUa en ex~
hombres a los nacidos los impone el Metafísico, Hoh, el sol en persona. jefe Iremos como la licitud de la ocupación de tierras no labradas,
snpremo'de la ciudad: porque los nombres son las definiciones de las personas. el mercenarismo del ejército, la reserva de] comercio marítiw
Y cuando Campanella dispone la pintura de caballos de buena estampa para mo, las colocaciones de dinero en países amigos, la po)ítid!
que los miren las yeguas, además de reímos tenemos que pensar en el "natura·
lismo" de Fra. Tomaso, impregnado de matemáticas. protectora de los utopianos, etc. Pero el propósito de uni-
24 TOf!A Y UTOPIA
TOPIA Y UTOP!A 2S
versalidad de la Utopía,'• propósito que ya se entrevé en
Platón es innegable y para quien quiera literalidad no falta Su teocracia no quiere decir más que lo que nos dirá Rousseau
en el t~xto. Pero Moro no pod~ imagi~ar.t por.l? mism.o que con su religión oficial, sin duda inspirada en Moro: nada de
hablaba en serio, que su repúbhca ut?ptca se htctera umversal dualidad de poderes, que la ciudad de Dios es ahora la del
de momento ni tenía los mismo~ motivos de los Valdés o Eras- sol, la de Hoh, el Metafísico, con todo lo que ese astro sig-
me para esperar mesiánicamente en el en:ti:erador,. :Moro, sm nifica en el mito de la caverna.
embargo, establece un régimen de transtetón, mtentras ~odo No sabemos si Platón ha salvado en algún momento el
el mundo se hace utópico, y en el que los pueblos utópicos, ch<>rismos entre Jos dos mundos. Hay interpretaciones fun-
que bien pueden ser todos los cristianos, ejercen una hege- dadas que dicen que sí. Pero me parece más seguro invertir
monía civilizadora sobre el resto del mundo a sus alcances. los ténninos de la cuestión en la siguiente fonna: no es Platón
No deja de ser interesa'!lte, en este p~nto, reco:dar que Vasco quien influye en Keplero o Galileo, por ejemplo, con aquel
de Quiroga escribió al Real ConseJO de Indias un parecer, pasaje del Meno en que la idea parece concebida como hi/>6-
que no obtuvo respuesta, en el que proponía el régime~ de tesis subyacente, sino más bien Keplero y Galileo, precedidos
Utopía como modelo para reorganizar .to?as. las ;;mé:u::as, por LeOnardo, entre otros, quienes influyen en el pensamiento
que ya estaban siendo incorporadas al cnshamsmo. Ast J?Oo de Platón, quienes, para responder a las necesidades menta-
demos figuramos también que el universalismo monárqmco les de su tiempo, para apresurar el dominio de la naturaleza,
y papal de Campanella no tiene .el '?edievali~mo que se le amoldan y aprestan ese pensamiento fundiendo hipotética-
atribuye ni la simulación que se le Imputa smo qu~ repr~ mente sus dos mundos como Moro y Campanella fundieron
senta el programa posconspiratorio una vez que se le eVIdenc1? la República y las Leyes, sin darse cuenta de su titánica
el carácter prematuro de su quiliasmo repentista. Los consp1~ obra.
radores fascinados por la personalidad de Campanel!a, le de- La República de Platón se convirtió con San Agustín en
cepcio~an ·sin embargo: guastarono ogni suo pensi~r grande.13 la ciudad de Dios en marcha. Cuando Jos cristianos aflojan su
Como'en Moro, encontramos también la religión nat~ral peregrinación por el sendero invisible, prefigurado por la es-
y el pensamiento de que la religión cristiana, cuando sea lun: cala de Jacob, y vuelvan a platonizar, el fenómeno común
piada de sus abusos, dominará el mundo. Como en Kant. Si será esa fusión de los dos mundos platónicos: el sensible y el
de Moro podemos decir que creía, de Campanella podemos inteligible. Cristo, la idea del Bien en persona, babia bajado
más que dudar su fe en la divinidad de Cristo. Su Papa-Sol a la tierra y les había dicho: sed perfectos como mi Padre
gobernando al mundo hubiera sido un Papa muy particular- que está en Jos cielos. Al hacer de la tierra el escenario de su
historia ya no pueden transigir con. la dicotomía platónica.
10 Moro, que en su pasión antimilita~sta .-contra la ~ob.leza feudal- Tampoco el dominio de la naturaleza, inaplazable, lo permi-
llega a expresiones tan virulentas como Vtves, emplea el e¡~rctto d~mer~ tía, y cuando se trate de dominar la historia llegaremos a la
narios para ayudar a otros pueblos. a sacudir el yugo de la tiranía. A ..nbtén
..
misma fu~i6n.
el ejército heliopolitano es "aboga?o de .la. libertad". ,
11 Debo también esta refereneta a Silvto ~vala, . ' uÉsta es la suma de la razón polítíca, por nuestro siglo
12 De las confesiones de Campauella en el proceso, se destaca aquel tro_zo anticristiano Hamada ratio status, en que se estima la parte más
en que relata su conversación un año antes -1598-- co~ uno d~ los :on¡u- que el todo y a sí misma más que al género humano y más que
rados: fra. Giovanni Batt~ta: "Trató. . . de statu ~ttmae. Retpub.l!Cae Y
diciéndole yo de las ~eyes de la misma, repuso; !}2u~stera D10s hub1era ta~ , al mundo y más que a Dios." Y en un poema, escrito en la
[República] pero es aquella de Platón que no extst16 ¡amás; .a lo que yo res prisión: "Tú que amas la parte más que el todo y que crees
pondi que se encontrará antes del fin del mundo para. cumphr ,;on l.os deseos que es más que la humanidad misma, tú, sagaz loco." Al mis~
humanos de la edad de oro "y que as!. estaba profettzado.: ·. (Cttado por
Benedetto Crece: Materialisrrro storico ed ,cconomfa mdrXtstica.) ino tiempo arrancan la Utopía y el Príncí.pe, que se van a ,
dívi0ir los pensamientos y los hechos de la historia moderna
26 TOPIA Y UTOPIA
TOPIA Y UTOPIA
de Europa. Como apunta Meinecke, la. obra de Campanella 27
su vida e~tera están inspiradas revuls1vamene. po!..la razón hecho de la virtud que de la idea que de la comunidad se hizo
~e Estado. Pero en Maquiavelo tenemos, como diJlffiO~, .no Platón. Lo que para .Platón es república, comunidad, será
sólo razón de .Estado, sino también de estado, en op~s1c1~n para Aristóteles política, estado. No puede haber ricos y po-
a razón de república, de comunidad .. Razón que prehere a bres en la ciudad, nos dice Platón, porque entonces serían
parte al todo y que, como es na~ural, tiene la razón de su p~r: varias ciudades y no una. Para Aristóteles la razón de· que
te Los dos tiranos del pensam1ento humano, Platón y Ans haya varias fonnas de gobierno radica en que hay diversas
tóÍ:eles, se habían coloCfido, para siempre, uno en 1a razó~ de partes en la ciudad, es decir, que hay ricos, pobres y medianos.
república y otro en la razón de estado, uno en la utopta Y Y después de descartar casi, por poco prácticas o viables, las
otro en la topía." Platón polemiza contra ~a razón de Es- mejores fonnas de gobierno -aristocracia y monarquía- re.
tado de Jos sofistas y con la ide¡¡ de comumdad levanta su comienda como la generalmente mejor, como más adecuada
República. d ¡ d la a las posibilidades de los hombres, aunque, desgraciadamente,
Le hacía falta, para oponerlo a la anan~e e os , ~ poco practicada en Grecia, el gobierno de los medianos en
razón de Estado,· un mundo gobernado por 1d~s, en ull:!ma riqueza y en virtud. El estado de Aristóteles trata de ha-
instancia por el Bien, pero el ch?rism?S abisn:ábco que la td~ cer felices a cada uno de los ciudadanos en la medida de lo
imponia había que zanjarlo en m ~c;1ó11; haCiendo de aquélla~ posible.
su fin atractivo, superando la P<n:t!ctfxteión n~tu.ral con la m•- La república de Platón trata de hacer una y feliz, en la
mesis humana. Sócrates persomhca la Republrea_ como .ésta misma medida, a la comunidad. "Nuestro propósito al fun-
ideifica a Sócrates. El justo, el político, la comumdad m1_sma dar la cipdad no fue hacer a ninguna clase exclusivamente
copian, imitan,· lo mejor que pueden, la idea de la comum~? feliz, sino hacer a la ciudad, como a un todo, tan feliz como
perfecta, aquella donde "la Ciudad .es perfedamente..una · sea poSible." (Rep., IV.) La idea de justicia, pasa, en la inves-
"En una tal ciudad ya sean sus hab1tantes dwses o hiJOS de tigación platónica, de la ciudad al hombre y todas las virtudes
dioses, con tal que ;ean más de uno, la vida es perfec.tamenie se especifican primero en la ciudad. "Podemos decir, Glau~
dichosa. Por eso no hay que buscar en ?tra parte el mode o con, que un hombre es justo en la manera en que, según
de un gobierno sino que hay que adhenrse a éste y acercár- hemos visto, lo es la ciudad." (Rep., IV.)
sele Jo más que se pueda." (Leyes, Libro V.) Para Aristóteles la coincidencia es sólo entre hombre vir-
La comunidad, la unidad en que piensa Platón es tan ab- tuoso y buen ciudadano en la forma más perfecta de gobierno,
soluta que "basta las mismas cosas que la naturaleza ha dado casi impracticable. (Poi., IU, cap. xvm.) Insensiblemente pasa
a los hQmbres en propiedad se hacen de alguna ~llanera co- Aristóteles de la razón de Estado a la razón de Estado (libros
munes a todos en la medida de lo posible, por eJe'!'plo: los IV, V, VI) como inversamente Maquiavelo del Príncipe -ra-
ojos, las orejas, las manos,. y to~os los ciudadanos, s~, tmagman zón de Estada- a sus Discursos -razón de Estado. Porque en
que ven, que entienden y que ob:an en .comun . En sus eso coinciden la razón de Estado y la de Estado, según ha cala-
Politikés, del libro primero de la J1:trca a Ntcóm~o, es donde do Campane!la, en que se prefiere la parte al todo. Ya sea esta
Aristóteles nos dice aquello de que él es más a~1go de la ver- parte una clase en el Estado ya sea un Estado entre los muchos.
dad que de Platón. Es decir, más amigo de la 1dea que se ha Mientras que la idea de comunidad pone siempre el todo por
la "Recordemos que no hay que despreciar la .experiencia de las, edades; encima de las partes, la. comunidad sobre la sociedad y, por fin,
en la multitud de los años, estas cosas (la comumdad de Platón) SI fue~an la humanidad sobre todo. "Sabréis que, en esta ciudad, todos
buenas no hubiesen sido desconocidas; porque casi todas las cosas han s1do sois hennanos" (Píatón) ."
ya en~'ntradas, aunque algunas veces no son juntadas y, otras, los ~mbtes
no hacen uso de su conocimiento." (Arist. Lib. II, cap. v•. de la Polittca.) 14, Existe un estudio del afio 1883 (E. Gottheim: Der christlichsozitJlg
Stactt d·>r Jesuiten in Paraguay, Leipldg. Aparecido en el Stctals und sodal~ ·
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TOPIA Y UTOP!A 29
III
El título Nueva Atkintida es muy ilustrativo. Tenemos,
Tenemos ciertas fonnas de oraciones implorando nada menos, la réplica a la versión de la pérdida de la Atlán-
la ayuda y bendiciones del Sefior para que nos ilu-
mine en nuestras labores y para que las empleemos tida de~ Timeo, réplica americana a la versión europea. La
en buenos y santos usos. Atlántida se perdió por la inundación de sus grandes ríos y
no, como refiere Platón, por una conflagración geológica.
Seria dificil, conceptualmente, colocar la Nueva Atlántida Y el pueblo que se avanzó hasta el Mediterráneo y, según la
bajo el rubro de Utopía, aunque, haciendo un alarde, podría- versión platónica, fue vencido por los atenienses, es nada me-
mos encóntrar en la República un antecedente: en el libro sép- nos que el pueblo mexicano. Pero, en uno y otro caso, la
timo, al discutir la preparación científica de los guardianes, se versión es a costa de los atlánticos; pues los atenienses se reve-
lamenta Platón de la postrada situación en que se encuentran laron como el pueblo más grande de la tierra al acabar con
los estudios estereométricos y espera que los estados se aven- aquella peligrosa invasión, y, según Bacon, las inundaciones
gan a protegerlos. Pero no podía estar ausente en una edición acabaron con la cultura americana, no quedando más que unos
de utopías del Renacimiento porque, como tal, ha sido con- cuantos indios montaraces de donde descienden los pueblos
siderada siempre y su mismo carácter fantástico ha influido de América, lo que explica que sean los más jóvenes de la
no poco en el concepto corriente. No es, en e11a, la comu- tierra y, por consiguiente, los menos ingeniosos. Por eso su
nidad la que está en juego, pues es la Nueva Atlántida un suefio, deliberadamente, se escapa de América -país de la uto-
reino tudoriano, exornado de la suntuosa aristocracia re~cen­ pía- y busca la Nueva Atlántida, pues que la vieja redescu-
tista y asistido de la tecnocracia más singular y poderosa. Lo bierta no le satisface, más allá de los límites americanos, en
que está en juego, son las esperanzas· extraordinarias que al una is.la del Pacifico. Esta interpretación se corrobora en la
hombre le despierta el dominio ya iniciado de la naturaleza · sección CXXIX del Novum Organum, donde Bacon recuerda los
y que Bacon, que asume para sí el título de Alejandro el honores divinos que se han solido dedicar a los inventores
Grande del nuevo imperio, suefia como un cuento de hadas, mientras que a los fundadores de ciudades nada más que ho-
libre de la marcha perezosa de rompe-hielos que tuvo que nores de héroes y donde también, aludiendo a América y a
imponerse en su Novum Organum. Nada le será imposible sus habitantes, recuerda insolentemente la sentencia de que
al hombre, una vez que Bacon ha presentado las tablas de sus ~'el hombre es un Dios para el hombre".13
experimenta lucífera, desde un vino tan delgado que atraviesa Como político Bacon nos ha dado su idea en el ensayo
la palma de la mano hasta el movimiento perpetuo, la gene- Of the truth greatness of Kingdoms and States: "Por encima
ración espontánea y la trasmutación de los metales. Es, por de todo, para. el imperio y la grandeza, lo que más importa es
decirlo así, un vástago de la utopía -la técuica-, que se ha que una naciÓn profese las armas como su principal honor,
-emancipado autfsticamente y que apenas si anuncia el retomo estudio y ocupación. En la Europa cristiana sólo los espafio-
de su prodigalidad con aquella imploración al Señor para que les hacen esto." Recomienda que se imite a los españoles
sus obras no deil frutos de maldición. cuando por la misma época Campanella trata de utilizar-
wissenschaftliche Forschungen~ de Schmoller. Vol. IV fase. IV) que pre- los para la edificación de su ciudad. En cuanto a utopías pien-
tende que las misiones del Paraguay se inspira~po en la Ciudad· del Sol. sa lo siguiente: "Miramos a Maquiavelo y a escritores de este
Aunque los proyectistas de 1as misiones, a principio~ del xvu, fueron dos género que, abiertamente y sin disimulo, declaran lo que el
padres jesuitas italianos y se dan algunas curiosas coincidencias como la
salida al campo a banderas desplegadas, existe una imposibi1idad cronoló- hombre hace de hecho, y no lo que debe hacer; porque es im-
gica, como apunta Croce. Pero hay que tener una idea bastante utópica · . liS Ree>.!&dese el fin del bOro 1 de la Utopía donde se habla del inge-
de lo que es utopfa .para pretender encontrarla en una organización econó- nio de los ut?pianos. La alusión de Bacon me parece tan directa que SU
mico·polltica dirigida por jesuitas Nueva A.tldntída pudo haberse titulado, muy bien, y por Ia misma ráz6n,
Contr~",..~<>pia.
TOPIA Y UTOPIA 31
30 TOP!A Y UTOPIA
construcción. En primer lugar, la edad moderna se ha hecho
posible reunir la p~dencia ?e .la serpiente y la inocenci? d~ contra Aristóteles. La hipótesis incorpora la idea a la natu-
la paloma sin el previO conocimiento de la naturaleza del mal. raleza como la utopía incorpora la idea a la sociedad. Y la
(Adv. of L. LXII, 2.) ¿No es ésta una alusión acaso a la ~lego. primera vez que el pensamiento moderno construye nacio-
ria de Holbein que acompaí\aba como colofón a la pnmem nalmente la soberanía, mzón de estado, acude también a la
edición lovaniense de la Utopía de Moro? En otro lugar: hipótesis, que no otra cosa es el pacto de soberanía en que
. "Jos italianos tienen un proverbio poco agradable: tanto buono descansa el Leviatán. Con el empirista Locke esta hipótesis
que val nwnte" (ensayo of Goodness). . servirá para matar a su madre, es decir, no tanto al Leviatán
"No seria equivocado dtstmgmr tres clases, c?mo Sl fue~ como a la Utopía: "La grande y principal finalidad de los
ran tres grados, de ambición en el hombre. La ~nme~a, la de hombres que se unen en República y se someten al gobierno
aquellos que desean extender el pod~r en su pats nativo, que es el mantenimiento de su propied"d." Definición perfecta
es una ambición vulgar y corromptda. La segunda, la de de la contmutopia. Como lo fue para su época la de Aristó·
aquellos que trabajan por extender el ~oderio de su país Y teJes: "Comunidad de bienestar en familias y agregados de
su dominio entre los hombres: bene mas dtgntdad pero no familias con el fin de una vida perfecta y suficiente."
menor codicia. Pero si un hombre trata de establecer y ex~ Vio bien Campanella: la razón de estado prefiere la parte
tender el poder y dominio del género humano sobr~ el uni· al todo, el individuo al género humano, la sociedad a la co-
verso su ambición (si ambición puede llamarse) es, sm duda, munidad. Pero la época estaba con la razón de estado: había
más ;ana y noble que las otras dos." Esta confesión parece que conquistar a ]a naturaleza, había que conquistar riquezas,
elevarle, en escala de grados, por encima de si mis.mo y a nos~ había que conquistar el poder. Estado fuerte e individuo li-
otros obligamos a darle la bienvenida de los utoptanos. Pero, bre. Pero para conquistar definitivamente hubo que cons-
insistimos, utopía es república y no. tecnocracia, razón, .más truir, y se construyó a costa de los utópicos: racionalización,
que de república,. de estado. Y n.o tmporta que Ba~on h~ya por hipótesis, de la técnica, de la política y de la economía.
profetizado el avión y el submanno para que su figuración Construcción a costa de los utópicos, porque la hipótesis par-
bellísima sea la menos utópica y futurible. Porque ha creí· tia siempre de la parte. Pero así' como por la hi~ótesis utópica
do que de las ciencias, de la ambición de dominio del hom- se llegó al estado contra utópico, inversamente" por las par.
bre más que del afán de libemción, vendría felicidad bu· . tes se llegó al todo de la voluntad genercil, que ya no es la
ma~a. y ya lo vemos ahora: '110y las ciencias adelantan que voluntad de todos. Se llegó, de la desigualdad de poder de las
es una barbaridad" y nunca .los hombres clamaron con más partes, a la igualdad de las mismas en la comuindad de la vo-
fuerza por la comunidad humana, por la utopía. Su sueño, luntad geneml. Las partes viven como tales partes en la des-
el de un coleccionador de experimentos costosos, que reduce igualdad de la sociedad que, para Rousseau, es una estructura
la universalidad a la colaboración de los sabios, está más cer· de dominación. Contra la mzón de estado, que consagra y esta-
ca de su realización en la Royal Society de Londres que en tuye la estructura social, Rousseau levanta la voluntad general,
la sociedad real de los hombres. que es razón de república, de comunidad. Pour le poete,
Hay quienes piensan en el poder y quienes piensan en la· r! m 1' or, et 1'ar¡¡ent, mab pour .le philosophe, ce sont le fer
comunidad. Los dos necesarios si piensan hasta el fondo. Y et.Je blé qu'ont civilisdles hommes et perdq le genre humain.
que Bacon pensó hasta el fondo no~ lo muestra Su muerte, 9ue Ésta es la sociedad, por todas partes estatifkada, en la que el
fue un verdadero accidente profesiOnal y muerte por la cten-- hombre, si goza, goza de una libertad física. mientras que
cia. La utopía, como su nombre lo indica, no e~tá en el es~ . la voluntad general de la república hará que esa libertad física
pacio. Pero, mirando por encima, so.n lqs utóptcos los que se convierta· en moral. Rousseau platoniza sin saberlo a) esta~
sacan del atasco a los tópicos, a los topos enredados en su
ll TOPIA Y UTOPIA TOPIA Y UTOPIA
ll
blecer la comunidad como una tarea incesante- de salvación Mas, en reali~ad, la república noúmeno de Kant sigue es~
de la libertad moral del hombre contra las asechanzas de la tanda fuera del tiempo. Por lo mismo que es noúmeno
sociedad. Al establecer, por vez primera, la distinción entre podremos dar nunca eon ella, situada más allá del tie;,;,o
civilización y cultura, nueva versión del antagonismo entre las como la cosa en sí está siempre más allá de la experiencia'
dos razones. Los trabajos, menospreciados por Platón pero La d~alidad infranqueable de los dos mundos -el sensibl~
incorporados a su repúblic.a, humanizados por :Moro y dig- Y el mtehgible- ha sido trasladada del mundo físico al his-
nificados enérgicamente por Campanella, se convierten ya en tónco. La Idea de Platón fue el arma contra la ananke pero
Rousseau en el problema básico. aho~a la ananke está representada por la ciencia física-mate~
Pero la utopía, que en Rousseau se concentra dinámica- ?láhca que. de ~_lgun~ manera, la matemática, lleva dentro la
mente en la voluntad general, pretende ser profeta en el es- 1dea pl~tómca. Platon, tan buen matemático como filósofo
pacio. Mal profeta, como nos lo dice la cabeza cercenada de se ad1~11raba de las propiedades de ciertas figuras geométricas'
Robespierre. Su profecía, como todas, estaba en el tiempo. P?r e¡emplo, d~l círculo, como si llevaran dentro una espe~
Las utopias posrevolucionarias, Owen, Saint~Simon, Fou- c1e. de adecuación, esto es, capacidad de resolución de una
rier, etc., son espléndidos cantos de cisne. Después del fracaso vanedad de problemas o de variedad de soluciones de
de la revolución, insisten en aquello que había anticipado .
~usmo . . problema partiendo de un solo principio, como
~ umco -
Rousseau y que la revolución no podía resolver. La- revolu- s~ estuvzeran colocadas intencionalmente en ellas las exigen~
ción, con los derechos del hombre, no había hecho sino esta- ctas para la construcción de ciertos conceptos de magnitud
tuir la estructura económica que, con la revolución industri31,, aunque en v~rdad P.ue?en ser consideradas y demostrada;
se haría cada vez más oprimente. CO?JO necesanas a .Pnon. Pe:o la adecuación no es pensable
Kant babia visto más hondo. Volviendo decididamente mas que por relación del obJeto a un entendimiento como
a Platón, a la utopía, coloca a ésta por primera vez en su te- causa." (Von einem neuerdings erhobenen vomehm~ Ton
rreno, en el tiempo. "La idea de una constitución en ~a que in der Philosophie.) Dualidad planteada frente al mundo de
los que obedecen a la ley, al mismo tiempo, reunidos, deben l~ Ctenc1a para escapar de su cárcel, acompafiará a Ja liberada
dictar leyes, se halla en la base de todas las formas de Estado hbertad cuando, en alas de la humanidad, de la comunidad
y el ser común que, pensado con arreglo a ella por meros hum~na, del carácter inteligible de la especie, remonte los
conceptos de razón, se llama un ideal platónico (res{mblica ámbito~ tempo;ales de la historia. La alusión a la asíntota
noumenon) no es una vana qu,imera sino la norma eterna de denu?cia el ongen espacial del progreso indefinido. El ·es-
toda constitución política en general ... ,. 1 'Es un dulce sue~ tado Id~al de Kant, al estar más allá del tiempo, sigue estando
fl.o imaginarse constituciones políticas que correspondan a 'las· en reahdad, en el espacio. '
exigencias de la razón (especialmente en lo que se refiere a la . . Pero dos cosas nos deja para la elaboración futnra La
justicia) ... es un dulce sueño esperar que un productv Es~ hbertad, el hombre noúmeno, está en la humanidad, en 1~ CO'
tado~ como estos utópicos, se dará algún día, por muy lejano mumdad de los hombres. Su deber es acercarse a la utopia ·
que esté, en toda su perfección, pero _el irse aproximando a ( respubliCa ~ournenon). Elaboración que no le hubiere sido
él, no sólo es pensable sino deber.,. Kant anuncia- con estas po~I?le al ciClope He?el sin la previa evidencia de la revo-
palabras la muerte de la utopía pero es con un ¡viva la llto- Iuct~n ~rancesa. mm1smo lo confiesa, y repetidas veces. Esa
píal formidable, porque la coloca por primera vez en el terreno rev?.uCIÓn fue para él el hecho más extraordinario de la bis-
auténtico de la profecía: en el tiempo. Ahora sí que la utopía tona humana, porque fue la primera vez qUe los hombres
eS utopía: "no hay tal lugar'~, pues tiene todo el tiempo· por trataron, de hacer racio~almente, con la cabeza, la ¡1{storia.
delante. De aqm aquella expresión suya de que entonces todas las
TOPlA Y UTOPlA TOPlA Y UTOPlA 35
cosas andaban de cabeza. Se vio, por vez primera también, el pensamientno utópico, convencida, por Hegel, de tenef en
la inadecuación total del instrumento. No era corno para re- sus manos el instrumento adecuado. Germinando el deber ser
negar de la razón sino para ir a buscarla m~s ~ fondo. Aqu~lla en el ser y el ser en el deber ser. Y así se establece para nos~
razón razonante, de conceptos ~!aros y dlsbn.tos, era el m~~ otros la utopía, que había estcido peregrinando desalada por
trurnento con el que el hombre había constrUid.o, para domi- los espacios, en el terreno más firme del tiempo, en la actuali-
narlo, el mundo de la física, el mundo ~el espaciO. El rnun.do dad, porque ya no es un ideal al que habrá de acomodarse la
de la historia, que acababa de expemnent~r ~na sac,udtda realidad, sino un movimiento real que suprime las condiciones
geológica, el mundo del tiempo, del devem:, no pod1~ ser actuales al moverse teniéndolas en cuenta.
acometido con aquel instrumento. El pensam¡e~to, s~ ~as. re- "Platón en su Estado presenta la eti-cidad sustancial en su
cóndita entraña, es también devenir, y la lógica, dialcctx.ca, belleza y verdad pero no pudo hacer frente al principio de la
una lógica en ]a que no se yuxtapon~ l?s conceptos smo particularidad independiente, que irrumpe en su época en
que genninan unos en otros contradictor.Iam~nte como la la eticidad griega, más que oponiéndole su Estado únicamen-
espiga en la podredumbre del grano y la hrstona h~ma~1}a en te sustancial" (Hegel: FilosofÚl del derecho, S 185). Reco-
el erial de los escombros. De este modo la utop1a, lugar giendo todo el desarrollo moderno jalona Hegel la dirección
que no hay", porque no hay lugar en el tiempo, puede tener del movimiento con un hito que él cree, más bien, mojón
su realización en un ahora concreto. terminal. '.'Solamente sí subsisten ambos momentos en su vi-
Parece que, por fin, asistimos en Hegel a nna reconcilia~ gor, [subrayado nuestro J podrá ser considerado el Estado
ción de la razón de república con la razón de estado, de la como algo articulada y verdaderamente orgánico" (S 259).
utopía con la tapia, de Ió divino _con lo humano, seg6!1 sus Esos dos momentos subsisten con vigor en Moro. Termina~
palabras. Del espacio y el tiempo: en la época, espacio de mos así nuestra incursión utópica por donde habíamos em.
tiempo. 1 6 Rescata la muerte de Sócrate?, que ahor~ puede pezado: proclamando la actualidad de Moro y rescatándolo
ser hospedado en el Pritaneo. Pero, nos dtce melancóhcamen~ del verdugo. 17 Su cabeza, reinstalada' sobre sus hombros, nos
te Hegel, el buho de Minerva emprende su v~elo en el cre- mira paternalmente e ilumina nuestra agonía.
púsculo. Ya reconciliada la divina razón utóptca con la hu-
mana razón de estado se acabó la historia. Se acabó el tiempo. EuGENIO buz
Se acabó la utopía. 'r.o
que viene es una procesión triunfal Mayo de 1941.
del espíritu, triunfante del tiempo y del espacio. Pero su des-
cubrimiento es más fuerte que él, su método más fuerte que
su doctrina. Si ha descubierto cómo marcha el mundo de la
historia, cómo marcha el tiempo, le ha libertado al hombre
de la escisión última: la de la razón y el estado, la de la JUS-
ticia y la política, la del deber ser y el ser. Así se podrá
reconciliar, siempre_en adelante, lo humano con lo humano.
Efectivamente, a pesar del vuelo vespertüoo del buho, desde
entonces la humanidad está siendo removrda como nunca por
:16 Hegel recuerda el mito de I<ronos, "pastoreando a los hombres" en la:
edad dorada. Kronos devora a sus propios ·hijos.. Ze~s, que le destrona, 17 Sócrates se rescató a si miSmo irónicamente piditndo un puesto de
vence al tiempO con la razón, y con la razón funda la ctudad. Pero ya sabe. honor en el Pritaneo; Moro, burlescamente, también, al rescatar sus barbas:
mos cuál es la "razón'' cronizada Ge Hegel. Mayo, 1941. pidió al verdugo que se las retirara del tajo, pues ellas no eran traidor~.

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