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De la economía global a la guerra regional

Alain Touraine
Madrid, 16 de diciembre de 2002

Presentación de D. Luis González Seara

-... Los sujetos, de lo que pudiéramos llamar los sistemas de acción, las relaciones y los
conflictos sociales, y por tanto, de los movimientos sociales, entendidos a su vez, como
unos actores colectivos comprometidos en un conflicto por la gestión social de los
principales recursos culturales. En “La crítica de la modernidad”, que es un libro
espléndido, es un libro que debería leer todo europeo, todo europeo culto, no solamente
los sociólogos, en La crítica de la modernidad, se muestra esta modernidad en su fase
triunfante primero, crítica después, tras la desconfianza en la razón y la crítica
intelectual, examinando precisamente después de ello lo que son las dos caras del
sujeto, la sombra y la luz que hay que considerar, que proyectan en las distintas
visiones de la democracia y de la personalidad democrática. La historia de la
modernidad, que en el libro queda muy bien dibujada como la de la doble afirmación de
la razón y del sujeto, se termina con un análisis de la democracia en nuestra época, pero
el profesor Touraine se quedó, vamos a decir, insatisfecho con el tratamiento que había
dado a la democracia en ese libro, y decidió ampliarla, profundizar en ella, y eso fue el
origen de su nuevo libro sobre qué es la democracia, donde, efectivamente, propone
responder a una pregunta que nace de un doble rechazo contemporáneo, es decir, el del
Estado movilizador, vuelto arrogante en exceso, y, por otra parte, el de los
enfrentamientos graves de los mercados y las tribus entre sí. No, no puedo desarrollar,
evidentemente, ni voy a terminar el desarrollo de esta respuesta teórica, pero sí quisiera
indicar que el profesor Touraine estima que no podemos quedarnos en una concepción
modesta de la democracia, como es, fundamentalmente, la de la libertad negativa,
definida a su vez como un conjunto de garantías contra la arbitrariedad política, si no
que, por el contrario, no podemos prescindir, no se puede prescindir de la concepción
positiva de la libertad, que reconozca a los individuos y colectividades como sujetos,
protegiéndolos y alentando su voluntad de vivir su vida, de modo que por un lado se
incremente la libertad y la liberación de cada uno, y por otro se reconozcan, por parte de
cada actor, los derechos y la libertades de los demás. Bien, yo sé de sobra que resulta
muy simplificado, en exceso, este pequeño esbozo de las ideas y de las obras del
profesor Touraine, pero es sólo una pequeña muestra que he querido hacer de su figura
intelectual, que es una figura intelectual que se inscribe en la mejor tradición europea de
la racionalidad, la duda, la crítica... Montaigne, muy bien conocido del profesor
Touraine, en un notable ensayo que escribió sobre el arrepentimiento, afirmó que él se
limitaba a describir al hombre cambiante, dado que el mundo es un balanceo perenne
donde las cosas se agitan sin cesar. “Yo no pinto el ser”, dice Montaigne, “pinto lo
transitorio, tengo que acomodar mi historia a su hora. El resultado es que me

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contradigo, con frecuencia y fácilmente, pero en cambio, nunca bastardeo la verdad, y
mi alma siempre se mantiene a prueba y en aprendizaje constante.” Esta actitud, alerta
ante todo lo que cambia, y la fidelidad ante lo (¿cerrado?), que es la verdad científica, es
también la actitud intelectual del profesor Touraine. Después de esa observación, en la
noche silenciosa, como decía Heráclito, el hombre enciende la luz para sí mismo. Y una
vez iluminado, si es generoso, se la muestra a los demás. Eso es lo que va a hacer hoy
aquí el profesor Touraine, a quien pasamos ya a escuchar, reiterándole nuestro
agradecimiento personal e institucional. , y muchas gracias, profesor Touraine.

Prof. D. Alain Touraine

Muchas gracias a ustedes, a la facultad, a su decano, al profesor González Seara...


Para mí, un paisaje un poco especial venir a la Complutense, donde he venido varias
veces, pero siempre me acuerdo de un día que estuve, no en este edificio, si no en el
centro, pero vinimos algunas personas de París, para apoyar a colegas como
Aranguren y Tierno Galván que los habían despedido de la Universidad, desde
entonces me siento un poco miembro de esta casa. Y además, como tú lo has
mencionado, porque yo no soy, digamos, español, soy más bien hombre de la
colonia, y entonces, como medio chileno, medio mejicano, medio hispano... tengo
un interés especial en entender a los españoles que me formaron. El tema que
quisiera presentar, y si es posible discutir con ustedes, es un tema un poco frágil, tal
vez la formulación mía, un poco exagerada, es por esto que la presento, porque vale
la pena discutir una formulación un poco oscura, que presentar conceptos bien
establecidos, soluciones históricas ya muy conocidas. Bueno, estoy tratando de
defender la siguiente idea: estoy, como todos nosotros, tratando de entender por qué
el 11 de septiembre, me refiero al 11 de septiembre norteamericano, no al mío, el 11
de septiembre con el horrible Pinochet, pero ¿por qué esta fecha significa tanto? La
verdad es que me costó mucho entender, conozco más o menos los Estados Unidos,
y Nueva York especialmente. Entiendo bien que es una cosa grave este ataque, tres
mil muertos, etcétera, pero tal vez como europeo cuando me dicen tres mil muertos,
yo pienso que no es mucho, comparado con la destrucción de Dresden, de Coventry,
o de muchas ciudades más. Y entonces, en el momento, no encontré ni en la prensa,
ni en los discursos de los norteamericanos, una explicación clara y satisfactoria;
pero tal vez mirando más por el otro lado, conozco a un grupo de colegas que son
especialistas del mundo islámico y el último libro que publiqué lo hice con un
amigo iraní. Escuchando a los especialistas de este mundo islámico de poco a poco,
y de manera no muy integrada, empecé a pensar que, realmente, esta fecha era, no
solamente simbólica, sino prácticamente una fecha que abría un nuevo periodo en la
historia. Un nuevo periodo que no entiendo bien, me cuesta definirlo, pero sin
embargo voy a tratar de defender y de explicar, dar un contenido a esta idea de que
hay un cambio, hay un cambio profundo.
Creo que entramos en un periodo que va a durar poco o mucho, no tengo la
menor idea, pero que sigue una lógica profundamente distinta de la lógica anterior.
Y, tal vez no es la mejor manera de presentar esta idea, pero yo prefiero volver atrás
para indicar, -soy un poco historiador de formación, y entonces me gusta siempre

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tratar de ubicar un fenómeno dentro de una evolución de larga duración-, entonces
quiero decir que, es la segunda vez, en medio siglo, que estamos cambiando de
sistema de referencia. Ustedes no se acuerdan, la mayor parte de ustedes porque no
habían nacido, lo que fue el periodo de posguerra: el periodo de posguerra fue
dominado casi enteramente por un modelo que llamo, a veces, los proyectos
globales de desarrollo nacional; cuando digo global, yo quiero decir que eran
proyectos, planes económicos, sociales y nacionales, y por eso digo nacionales, o
sea que eran proyectos básicamente políticos, que sea la planificación de tipo
soviético, de cara que sea la planificación a la francesa, que sean las políticas de los
países descolonizados, que sean los regímenes que llamamos nacional-populares de
América Latina.
En casi todos los países, salvo los Estados Unidos, con la excepción de Jhonson,
hubo esta idea de que hay una unidad global. Había que desarrollar una política
global de transformación, con una interdependencia entre lo económico, lo social, lo
nacional. Con éxitos y fracasos. Eso duró casi treinta años.

Estos modelos se deshicieron por una serie de razones, por una mala
organización de los recursos, corrupción, etcétera, no importa, y lo que vimos en los
años 60’, 70’, fue la desaparición rápida de este modelo del mundo entero, y no
queda ni un solo país, hoy en día, que siga este modelo de posguerra. Lo que hemos
visto, para decirlo en una palabra, o dos palabras, pero que son sinónimas, fue una
vuelta al capitalismo, tomando la definición normal de capitalismo, que es la
desvinculación de la actividad económica del resto de los sistemas sociales, es decir,
de los sistemas de regulación de control social. Esta autonomización, esta
eliminación de los controles sociales, y esta predominancia de los intereses
económicos sobre el resto de la sociedad, todo esto, no sé por qué, hoy en día se
llama globalización. Globalización significa mundialización, pero había ya bastante
mundialización. Se va formando una economía mundial, encima de cualquier
sistema de regulación social o político, y llegamos a la lógica, este nivel puramente
económico, a veces racional, en la mayor parte de los casos, no racional, y vamos,
en gran parte imprevisible, entre los más de mercados que de planificación o de
proyecto político.
Esta idea de que la vía social está dominada por una lógica básicamente
económica, económica significa económica, pero también significa tecnológica y
financiera, entonces no hay una, si no varias. Esta idea de que los proyectos, las
fuerzas, las decisiones políticas, sociales, culturales, no tienen mucha importancia
frente a esta globalización; y ustedes escucharon, como yo, esta frase ya tan suelta,
gastada, de que ya el Estado Nacional no cuenta, porque es demasiado grande para
los pequeños problemas, y demasiado pequeño para los grandes problemas. Lindo.
Falso. Pero se repitió en todas partes que ya se va, se ha ido el Estado Nacional.
Bueno, no me toca hoy en día discutir esta idea, que es totalmente falsa, y no
conozco ningún economista, hoy en día, ni un estudiante de primer año, ni un
premio Nobel, que defienda la idea de que los factores económicos son, digamos,
predominantes para conocer y entender el proceso global de cambio, como dice un
excelente economista, además premio Nobel, solo dice más avanzada una economía,

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más fuerte, el peso de los factores no económicos del crecimiento económico; y el
estudiante de primer año, o el premio Nobel al cual me refería, todos nos dan la
misma respuesta al factor más importante de crecimiento económico, como todo el
mundo sabe es la educación.
Pero los dirigentes del Fondo Monetario, o del Banco Mundial, agregan muchas
veces la fuerza del Estado Nacional, la defensa de la cultura regional o nacional son
factores más y más fundamentales del crecimiento económico, es decir, que el
pensamiento de hoy no tiene nada que ver con esta idea de que la economía global,
la economía mundializada, domina todo, pero así se dijo, eso fue la ideología
dominante, y que correspondía a una realidad, que es el desarrollo. El crecimiento
de las redes financieras, económicas, etcétera.
A nivel ideológico más que a nivel práctico se desarrolló la idea de que la vida
del mundo entero y todos los aspectos de la vida de todo el mundo, depende
básicamente de esta lógica interna, en gran parte diabólica, del sistema económico;
mucha gente agregó, y con razón, que había más y más crisis regionales, que había
más y más desigualdad entre de los países, y dentro de los países, que había más y
más exclusión, o marginalización social, todo esto es cierto. No me interesa, por el
momento, discutir la idea.

Como todos sabemos, durante los últimos años, los movimientos anti-
globalización, o a favor de otra globalización, han crecido mucho y tienen una
importancia muy grande ahora, en Europa, en América Latina, y en otras partes. Me
interesa mantener esta idea, no para defenderla, sino sostenerla como el punto
central del sistema de pensamiento, y del sistema de acción, que es la economía
mundializada que da sentido a todo lo que está pasando.
Este pasaje del modelo global de posguerra a este modelo economicista,
significó, y ahí tengo que acordarme de que soy sociólogo, significó una
autonomización creciente de varios aspectos de la vida social. Para tomar un
ejemplo obvio, durante estos años creció una visión ecologista, el tema del medio
ambiente, el tema del desarrollo sostenible. Son temas que son muy distintos,
opuestos en parte, pero muy distintos intelectualmente del tema economicista. De
cierta manera, el tema tecnológico también tuvo cierta, y tiene cierta autonomía.
Pero el aspecto comunitario tomó más importancia en el pensamiento, es decir, no
en las formas extremas, que no son mi problema hoy, pero la referencia a la
importancia de las comunidades, de los grupos definidos por algunos atributos
sociales o culturales, frente a esta globalización, eso es un hecho nuevo que hemos
aprendido a vivir a varios niveles: a nivel mundial, a nivel local, a nivel nacional, a
nivel para nosotros, europeos...
Encontramos entonces una fragmentación de la visión, la visión de posguerra,
que todavía es una visión, digamos, post-Ilustración y post-Marxista, etcétera, esta
visión queda muy integrada, y con eso era... un encanto, una visión muy integrada,
está reemplazada por una serie de análisis, y de emociones, y de formas de
participación muy distintas unas de las otras.
Continúo con un tema, que tal vez es el tema que me importa más, que es la
desaparición de la idea de sociedad, no hay más sociedad, y la sociología no puede

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comprender el estudio de la sociedad, porque no hay sociedad. O sea, que no hay
este conjunto de relaciones de interdependencia, hay una serie de situaciones, de
estructuras parciales, etcétera, que son más y más autónomas entre sí.
Una sociedad no se define por un sistema económico, por un sistema político,
sino existe una serie de niveles y sectores de experiencia en la vida privada,
personal y, por supuesto, colectiva. Entonces, hemos vivido, de los años setenta
hasta el fin del siglo, un periodo dominado por una visión económica mundial, y a la
vez por este proceso de autonomización como la autonomización de los problemas
del medioambiente por ejemplo. Volveré tal vez sobre este punto que para mí,
ahora, es el punto central de mi propio trabajo, en la autonomización creciente de los
problemas de la vida privada, del nacimiento, de la muerte, de la sexualidad, de la
reproducción, de, en una palabra, de las mujeres, básicamente, y ahora de los niños,
etcétera, bueno, una reprivatización de la vida pública, de la vida social, que es un
tema central, hoy en día. Pero, bueno, hemos vivido esta fragmentación, esta ruptura
de la visión globalizante que había triunfado antes.
Bueno, yo puedo seguir así, y son temas que conozco más o menos bien, y que
están más o menos aceptados hoy en día por la gran mayoría de la gente, porque ya
se refiere a lo que es el pasado. Lo que quiero decir, lo que quiero demostrar, hacer
como trabajo ahora, es diferente de la vida, mucho más difícil de defender, de que
ya este periodo de la globalización pertenece al pasado. No significa que los
fenómenos de la globalización hayan desaparecido, tampoco significa que los
fenómenos del desarrollismo de antes hayan desaparecido, por supuesto que no, lo
que digo, no con una certeza total, pero lo que tengo ganas de decir es que estamos
dominados por otra lógica bien inesperada, y que entonces hay un cambio de
dirección en la historia impresionante, como lo indiqué, tal vez de manera no muy
clara, en el título de esta conferencia; yo creo que ya hemos entrado en un periodo
dominado por una lógica que no es más una lógica política, ni una lógica
económica, si no una lógica de guerra; y que si uno considera el actor principal del
sistema mundial, los Estados Unidos, hay un cambio fundamental en la política de
este país, y que, evidentemente, el 11 de septiembre fue el momento, la causa, o el
resultado de este cambio. Porque si ustedes se acuerdan de la campaña presidencial
última en Estados Unidos, eso no se veía tan claramente: la diferencia entre los dos
candidatos era una diferencia limitada, pero el contenido de las campañas
americanas no tiene exactamente el mismo sentido que en Europa, el contenido de la
campaña no era profundamente distinto de las campañas anteriores. Al contrario,
podemos multiplicar las cuotas, parece que después del 11 de septiembre hay
realmente una transformación básica. Para tomar un poco la metáfora que emplea el
presidente Bush, que se define él mismo como un “new reborned christian”, de
estos cristianos que redescubrieron la religión.
En cierta manera, me parece que los Estados Unidos, no como sociedad, si no
como centro de poder jurídico, es una ”new reborned”, potencia que redescubre la
prioridad de objetivos, metas, muy distintos de los anteriores, y voy a utilizar la
palabra más sencilla para indicar de inmediato que no se trata del puro nivel del
estado de Norteamérica: la palabra que se impone es seguridad. Durante el último
medio siglo hemos hablado, ante todo, de progreso, o de trabajo, o de riqueza, o

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desarrollo. En el mundo entero, y especialmente en el mundo occidental, todo el
mundo habla, ante todo, de seguridad, para una elección local o nacional, el tema
seguridad viene antes de cualquier tema. En mi propio país, la izquierda y la derecha
emplearon prácticamente las mismas palabras, y las mismas motivaciones, hablaron
el mismo lenguaje.

A nivel teórico o sociológico, la teoría de Ullrich Beck, el sociólogo alemán,


medio alemán, medio inglés, sobre la sociedad del riesgo, la idea de riesgo, el
principio de precaución, todo este nuevo ambiente ideológico intelectual da una
importancia central al tema de la inseguridad. Vivimos, antes de todo, en un mundo
imprevisible, e incluso los científicos han reemplazado una visión muy racional y
previsible del mundo, por una visión basada en la importancia del evento, que sea de
evento de tipo meteorológico, que sea de tipo demográfico, que sea de tipo médico,
estamos viviendo en un mundo de riesgos, y hablamos menos y menos de progreso,
y más y más de catástrofe. Evitar la catástrofe ya es muy suficiente como meta para
todos, si estamos hablando del SIDA en África, o en un momento dado, hablamos
de una crisis o de una catástrofe urbana o demográfica, o ahora mundial o bélica, no
importa; yo creo que la base de todo, que después de haber tenido más y más dudas
sobre el progresismo, pero esas dudas vienen de fines del siglo pasado, que fue el
momento en el cual se inventaron casi todas estas nociones contemporáneas, pero
después de este periodo de duda, yo diría que vivimos en un periodo de angustia, y
que la gente tiene como preocupación central esta idea de una inseguridad,
inseguridad para mi jubilación, inseguridad para el trabajo que van a encontrar mis
hijos, inseguridad en cuanto a una situación de África, estamos viviendo todo.
Es una cultura de la inseguridad, y es por esta razón de tipo cultural, o de tipo
intelectual, que, en el caso del país más poderoso del mundo, menos invadido en su
historia, más capaz de invadir al resto del mundo, en los Estados Unidos este
acontecimiento, este ataque brutal, desencadenó mucho más que una voluntad de
defenderse, o digamos una voluntad normal de destruir al enemigo, pero una cultura
más global de la inseguridad que se tradujo a nivel nacional en una lógica
básicamente bélica. Es el tema, que era un tema impensable hace pocos años, el
tema impensable de una guerra preventiva de parte del país más poderoso del
mundo contra uno de los países más débiles, a pesar de sus armas, pero más débiles,
más frágiles del mundo. Esta idea se impone, incluso en las partes, en los sectores
de la población que se sienten bastante alejados de estos valores y de esta política. Y
entonces, en contra de una política de una evolución social y económica que daba
más y más importancia a lo que se llamaba antes la infraestructura en los fenómenos
de base en las evoluciones a largo plazo, yo como estudiante de historia, fui educado
por los historiadores en dar la prioridad a la cosa de larga duración, casi natural,
escuela post-marxista o brodeliana de historia. En el momento actual pensamos
exactamente lo opuesto, no en la evolución a largo plazo, sino lo que va a pasar
mañana. Van o no a atacar Irak, y es imposible no dar la prioridad a este tipo de
interrogante, y es imposible, usted puede decir a largo plazo la economía..., a largo
plazo el mundo islámico, ¡bueno! Mientras, la pregunta van o no van a atacar, y qué
va a pasar después, y cuál será la reacción política, la reacción religiosa, la reacción

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cultural de tal o cual población del mundo, eso es totalmente realista, y entonces
estamos viviendo ya, una situación de urgencia, y durante los últimos meses es
cierto que cada uno de nosotros se levantaba a escuchar la radio, o leía el periódico,
qué pasa en Naciones Unidas, en el Consejo de Seguridad,¿van a aceptar o no este
proceso diplomático? Es decir, que ya estamos viviendo en lo que en mi juventud se
llamaba la historia “évènementialle”, es decir, como si el acontecimiento, el evento
era más importante, más profundo que la estructura...

Eso, para evitar cualquier malentendido, no significa que los procesos


anteriores, que el proceso de globalización de la economía haya desaparecido.
D’accord. Pero eso, sin embargo, significa ya ahora una cosa muy visible, que los
países están evaluados, o se evalúan a sí mismos, a partir de su importancia relativa
en este proceso de guerra. Los europeos, para tomar el ejemplo más importante, y
además es el nuestro, los europeos habían construido una economía básica después
integraron los mercados, después crearon un tipo de moneda, etcétera, etcétera, y de
poco a poco, parece que avanzaban hacia crearse una capacidad política, incluso una
pequeña capacidad de acción militar. ¿Quién piensa en eso? Ya se fue eso. Europa,
como potencia, como conjunto, como zona económica, muy importante, tiene
mucho peso, usted puede discutir perfectamente bien sobre el futuro del euro,
comparado con el futuro del dólar, perfectamente, pero frente a la situación
inmediata, los europeos no cuentan para nada. Un periodista, un poco más que
periodista, hombre de gran cultura, publicó hace seis u ocho meses atrás, en Francia,
un libro que es un tipo de visión geopolítica del mundo. El libro tiene doscientas
cincuenta páginas, hay cien páginas sobre Estados Unidos, ciento veinte páginas
sobre el mundo islámico, dos o tres páginas sobre Rusia, por la Chechenia, media
página sobre Japón, porque nadie sabe dónde está, y creo dos páginas sobre Europa,
y dos líneas sobre América Latina. El tipo es inteligente y sabe que desde un punto
de vista económico o social no tiene sentido, pero ahí tiene toda la razón, él tiene
toda la razón. Yo paso mucho tiempo en América Latina: América Latina no existe
en el mundo geopolítico, no existe, y no solamente no existe, si no que los jefes de
estado y los (¿...?) lo saben bien, y de cierta manera son bastante contentos. Y yo
escucho, yo escucho Fox, el mejicano, yo escucho Ricardo Lagos, el chileno, yo
escucho Oscar Dosso o Lula en Brasil, etcétera, y escucho gente que se siente
mucho menos dominado que antes, porque si yo veo el mundo en términos de
globalización, el problema del (¿...?) es el problema dominante: yo soy dominado
por el proceso norteamericano de integración; este proceso sigue, pero estos jefes de
estado dicen todos, y me dicen claramente, o dicen a todos: “Sí, pero eso ya no es el
problema principal”. Y nosotros, porque no tenemos ninguna importancia en el
proyecto norteamericano, nosotros podemos hacer más cosas, por ejemplo,
hablamos mucho más con los europeos, hablamos un poco más, no mucho, un poco
más de nuestros problemas internos. Y van así, hablan mucho más de estos
problemas internos, es decir que este mundo, este modelo, esta obsesión de la
globalización, va desapareciendo, ese, por un lado, los países son brutalmente
valorados en términos de fusiles, cuántas divisiones, como decía Stalin del Papa,

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bueno, los europeos nada, ninguna arma, nada; y Alemania, como un país
importante, ha escogido un canciller, porque el canciller Schroeder había prometido
que los alemanes no iban a participar en la guerra, entonces eso es una definición
que se puede aplicar a casi todos los países, por lo menos continentales, de que los
europeos son muy decididos a no participar en una guerra dirigida por Estados
Unidos; es decir, los americanos no cuentan para nada a los europeos, porque no
tienen fusiles. Los latinoamericanos apenas tienen algunas flechas, y entonces su
peso es nulo, y lo saben bien. Ahora, no quiero comentar demasiado sobre eso,
porque para mí es más o menos obvio. Lo que me interesa, que es un poco más
austero como tema, es qué pasa con el resto de la experiencia colectiva y personal.
Hoy indiqué, todo el mundo indicó que cien años atrás, o cincuenta años atrás,
teníamos una visión muy integrada de nuestra experiencia histórica, marxista o no
marxista, pero integrada, una filosofía de la historia, etcétera. Y ahora, lo que veo, o
lo que creo, y lo que no es tan fácil de analizar, es que por qué existe esta
predominancia de lo militar, de la relación amigo-enemigo para hablar a la Kant-
Schmidt, la conciencia de la inseguridad frente al mundo de afuera; los problemas
más importantes no son los problemas de la gente de arriba, de la gente de abajo, si
hay gente dentro, si hay gente fuera, marginales, excluidos, enemigos, etcétera;
entonces, en esta situación muy especial, como un estado de guerra es una cosa muy
especial que puede bloquear al resto, pero que lo determina el resto de la sociedad,
qué pasa en el resto de la sociedad...

-... Esta problemática, pero sin embargo, nosotros, como el resto del mundo, tenemos
existencias, experiencias, problemas, etcétera, y la idea que quiero expresar, de manera
un poco simplificada, es que nuestra vida, nuestra experiencia es menos y menos
dominada por problemas económicos y sociales, y más y más, por un lado, por los
problemas de la guerra, por otro lado, por problemas digamos privados, o problemas
morales. Yo podría referirme, pero es un poco peligroso ahora, a una novela que fue
publicada hace dos años, o algo así, pero el mismo autor, después, publicó otra novela,
una novela que se llama Las partículas elementales, de un tipo que se llama Wellbeck, y
digo que me impresionó mucho, porque la visión que da de los seres humanos es que
hay por un lado Dios, o la ciencia, por otro lado el sexo, que en Kant no va más allá de
la masturbación, y entre los dos nada, y yo creo que tiene bastante razón, es decir que, el
sistema de valorización de las conductas humanas a nivel social o económico, no
hablamos (¿...?) muy pragmáticos, pero con menos y menos pasión, y si en una
dirección se nos propone una política económica u otra, la gente no va a votar,
sencillamente; o es difícil saber, por ejemplo, yo no me acuerdo nunca si Aznar es un
tipo de izquierda y Blair un tipo de derecha, o si es lo contrario, por qué, porque firman
los mismos textos, entonces, dónde está la diferencia, tal vez Blair defendería mejor la
costa inglesa, pero, entonces... ¡Y no estoy seguro, no estoy seguro! Depende si es
inglesa o de Escocia. Pero lo que es cierto que, digamos, las pasiones, las emociones,
los debates, las preocupaciones nuestras, nuestras individualmente, pero colectivamente,
son dominadas por problemas de relacionarnos con la vida privada. Aparte, si yo tomo,
no sé, en el caso de Israel, no, no creo que haya diferencia, en el caso francés, fuera de
las decisiones que transforman las directivas de Bruselas en leyes nacionales, que

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abarcan el 50% del tiempo del Parlamento, era que todos los grandes debates de los
últimos cincuenta años tuvieron y tienen que ver con la vida privada; eso empezó con la
planificación familiar, con el aborto, con la fecundación asistida, con la eutanasia, con
lo que vamos a hacer con los embriones, el problema de la vida, el problema de la moral
privada, le situación de las mujeres, la situación de las minorías de tal o cual tipo, o de
los homosexuales, o de las minorías étnicas, eso es nuestro mundo, eso es. Y cuando
tenemos pasiones, y tenemos pasiones como cualquier ser normal, estas pasiones son
relacionadas con estos problemas, y es, entre paréntesis, yo que he dedicado toda mi
vida a estudiar los movimientos colectivos, los movimientos sociales, o el problema del
trabajo, o la conciencia de clase, estoy escribiendo un libro sobre mujeres. Es decir, que
yo considero que el actor central, el problema central, la problemática central, yo diría
ya incluso, para nosotros la manera de evaluar un país en el mundo, cuál es la situación
de las mujeres, es decir, no digo que sea un argumento muy fuerte, pero así es que
estamos, de manera espontánea, discutiendo en términos que tienen que ver con el
significado de lo individual, lo que es individual puede ser manipulado por el comercio,
por los servicios, etcétera, y eso no es muy interesante, porque hay alto grado de
previsibilidad del marketing; pero estamos nosotros preocupados, básicamente, y ahí
vuelvo a una visión casi opuesta a la visión que presenté hasta ahora, estamos
preocupados con los derechos personales y colectivos, no solamente a nivel general, los
derechos cívicos, el universalismo kantiano, o de la Ilustración, si no, ya eso viene del
siglo pasado, los derechos sociales, los mineros, los panaderos, es decir, cualquier
objetivo ya profesional y social concreto, o la clase obrera, pero ahora estamos
interesados no solamente en los derechos cívicos, en los derechos sociales, si no en los
derechos culturales. Y además de los derechos cívicos, sociales y culturales, hemos
avanzado hasta el límite final, es decir, la noción de género, porque después ya es una
cosa puramente de sexo, es decir, una cosa puramente biológica; pero cuál es el derecho
de un género, cómo representar la igualdad y la diferencia; entonces, estamos
construyendo, a nivel legal, a nivel moral, a nivel intelectual, estamos constituyendo
una visión del mundo organizada alrededor de la invención del individuo, del individuo
no como individuo, si no, para utilizar una palabra que me parece a mí más clara, pero
más discutible, como sujetos, si como auto-productores de nuestra experiencia, o
digamos como productores de normas auto-fundadas. Y lo que quería decirles es eso, es
que el mundo que vivimos, el mundo en el cual estamos metidos y que queremos
entender, es a la vez el mundo de la guerra, y el mundo del sexo, el mundo, yo preferiría
decir de las grandes experiencias antropológicas, de la vida, de la muerte, del sexo, de la
reproducción, de la relación con el otro, entonces estamos lo más lejos posible de la
visión de lo económico-socio-político que hemos aprendido de nuestros maestros,
formados a mediados del siglo XIX. Entonces, hay esta fragmentación, esta
contradicción interna, entre lo interior y lo exterior, y la gran creación del mundo
moderno fue lo político, cuando desapareció Dios, el principio de lo bueno y lo malo
fue lo que es útil socialmente, o bueno socialmente, en un sentido un poco de Tomás de
Aquino, y, o de los utilitaristas, o de los republicanos franceses o norteamericanos. En
referencia a lo social, la categoría de lo social, de lo político, fueran, y todavía son, para
la gran mayoría de la gente, las categorías frente a las que dan sentido, y ubicarme,
definirme, es definirme en términos, tal es mi trabajo, tal es mi ingreso, tal es mi clase

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social, tal es etcétera, etcétera. Y lo que quiero, fundamentalmente, es que eso, no a
nivel de grandes ideas, a nivel sociológico, a nivel de la experiencia diaria de cada uno,
cada una de nosotros. Todo eso está eliminado, está marginalizado. No se trata
solamente de decir que pasamos del mundo de la globalización, del mundo de la guerra,
se trata, más profundamente, pero es un poco más difícil expresar eso en un texto de una
línea, que estamos llegando al final de esta evolución que va hacia la fragmentación, la
desvinculación de varios niveles de la experiencia, pero con la predominancia de todo lo
que no es social, y la vez, lo que es social, nos aparece como amenazante, no
(¿encontrado?), y mundo de la fuerza, mundo de la fuerza del mercado, mundo de la
fuerza de las maniobras financieras, mundo de las descubiertas tecnológicas (los
descubrimientos tecnológicos), que sea positivo o negativo, pero el mundo social es un
mundo no (¿encontrado?), como lo decía antes, con una palabra mucho más adecuada,
es el mundo de la inseguridad; y, fuera del mundo de la inseguridad, existe, por un lado,
por utilizar este vocabulario un poco viejo, la pulsión de muerte, el mundo de la muerte,
el mundo de la guerra, el mundo, incluso, de esta invención estúpida del choque de las
culturas, pero de un tipo de guerra, de guerra total, de un mundo de Yihad. Es decir que,
por un lado, estamos en un mundo de Yihad, Yihad islámico, Yihad americano, o de
cualquier parte del mundo, no cristiano, porque eso ya desapareció, pero, y por otro
lado, este mundo de lo que un sociólogo llamó de la experiencia, yo diría de la
construcción de sí mismo, como sujeto y como fin en sí, la moralidad, o la moral hoy en
día, o la educación digamos, o las leyes, tienen como meta principal proteger y fomentar
la capacidad de cada individuo de actuar de manera libre y responsable, como sujeto; de
tal manera que estamos, a la vez, en un mundo muy hiperglobal, porque la guerra es la
guerra, aunque sea local o regional, es una guerra que tiene consecuencias en el mundo
entero, y la decisión, si se toma una decisión, será una decisión central, y todo el mundo
escucha, y tenía la decisión tomada; y a la vez, hay una vuelta brutal, extraordinaria,
apasionante, de lo individual, de lo privado, de lo singular. Es un poco difícil para mí,
porque me llaman sociólogo, pero, es el fin de lo social, es el fin de la sociedad como
concepto analítico, además se emplea muy poco ahora. Yo hace tiempo que escribí un
artículo de cómo deshacerse del concepto de sociedad, pero ya es hecho. Y eso que
quería decirles, y voy a terminar con eso, que de vez en cuando, vivimos una
experiencia que no analizamos mejor que otras experiencias, pero tenemos una cierta
conciencia, conciencia casi por los sensos (¿los sentidos?) que por la conciencia, pero,
realmente, una conciencia física, intelectual a la vez, de cambiar el mundo, cambiar de
mundo, cambiar de época, como cambiar de idioma, digamos, especialmente, como si
nos vamos de Europa para ir a China, o a los países andinos, y en términos temporales,
se trata de un cambio, no de generación, si no de sistema de referencia. Es lo que creo, y
por eso que, de manera tal vez extrema y exagerada, después de haber tenido muchas
dificultades en entender por qué este 11 de septiembre, a partir del aspecto mediático, sí
creo yo que hemos entrado en un mundo, en un periodo que requiere otros instrumentos
de análisis, porque requiere otro tipo de decisiones, y, como si los mismos individuos
hayan cambiado de peso, o de altura, hay grandes personajes que ahora son enanos, y
enanos que ahora son muy grandes, etcétera, y entonces, ya que estamos en la Facultad
de Ciencias Sociales y Políticas, yo pienso, como toda la gente razonable, que las
ciencias sociales son las más importantes hoy, y si (¿cierta asociación?) en un sentido

 Alain Touraine, 2002. Foro Complutense. Fundación General UCM. http://www.fundacionucm.es 10 de 10


amplio de la palabra, y si ustedes escuchan los economistas, porque es gente que es
gente seria, los economistas hablan casi puramente de problemas sociales en el
momento actual, casi puramente, lo que no era el caso de años atrás, cuando la
economía era, digamos, la fundación más importante del pensamiento económico. Lo
digo, no de manera demagógica, o para tener la impresión de haber utilizado mi vida a
algo útil o importante, si no porque yo pienso por la primera vez realmente en mi vida,
no sé dentro de algunos años si voy a pensar lo mismo, entonces yo creo que sí, hasta
mi propia (¿...vida?) yo creo que no voy a cambiar de idea, que estamos viviendo, antes
de todo, que es el concepto fundamental, una predominancia de los problemas, digamos,
antropológicos, vida y muerte, en el sentido un poco del último (¿froil?). La
predominancia de los problemas antropológicos sobre los problemas socio-económicos,
lo que no significa que hay que considerar como sin importancia, no digamos tonterías,
pero es una experiencia nueva, y como siempre, es el peligro de guerra, o la realidad de
la guerra que da este relieve nuevo a los problemas más íntimos, de la misma manera
que la I Guerra Mundial dio nacimiento al surrealismo, o al movimiento dadá, yo diría
que estamos en un periodo en el cual esta urgencia del problema de la guerra, la
urgencia de todos los problemas de catástrofe, de desaparición de la humanidad,
etcétera, todo eso está muy vinculado con este movimiento hacia dentro, con esta
obsesión del desarrollo personal, y del encuentro con el otro, que son los dos temas
básicos de vida personal de cada uno de nosotros. Entonces, mi conclusión es,
obviamente, ustedes no son todos totalmente convencidos de lo que acabo de decir, yo
tampoco, pero no importa, lo que es importante hoy en día es tomar el riesgo de ir
demasiado lejos, porque la cosa peor que nos pueda suceder es de no ver, no entender
los cambios que están sucediendo, y para la gente de ciencias sociales es
particularmente trágico, yo he visto eso muchas veces en mi vida, de gente que no se
daban cuenta de que pasaba algo a cinco metros de ellos, o a diez centímetros, nosotros
tenemos, en este periodo chocante, realmente brutal, que nos da angustia, de utilizar este
periodo para tratar de repensar con categorías nuevas, yo diría con escalas nuevas, con
sistemas de referencia nuevos, nuestra experiencia de volver a vivir nuestra vida y la
vida de los demás como una cosa nueva, como un niño chico que no se sabe lo que va a
hacer, si va a caminar o cómo va a caminar, estamos empezando un periodo nuevo, tal
vez, una vida nueva, y yo creo que lo trágico, pero es siempre así, es que estamos
entrando este mundo nuevo por la parte más negra, por la parte más peligrosa, es decir,
por la guerra, pero no es tan nuevo, porque eso ha sucedido casi cada vez que hubo una
gran transformación en la vida social. Entonces, sin renunciar a nada de lo que fueron
nuestras preocupaciones, y más que nada, nuestra manera de analizar las situaciones, yo
solamente les dejo un mensaje que es, por si acaso este hombre tuviera razón, es útil
trabajar con la hipótesis de que se está realizando bajo nosotros, con nosotros como
actores, una transformación tan profunda, tan fundamental como fue este gran
movimiento de desarrollo socio-político, después de la II Guerra Mundial, que
mencioné al comienzo, y les invito a participar en este esfuerzo colectivo, pero más que
nada individual, de aprender a repensar, con categorías nuevas, la experiencia del
pasado, la experiencia del presente, y la representación del futuro. Gracias.

 Alain Touraine, 2002. Foro Complutense. Fundación General UCM. http://www.fundacionucm.es 11 de 11

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