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WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS

Y LENGUAJE PRIVADO

I
SAÚL A. KRIPKE

WITTGENSTEIN
A PROPÓSITO DE REGLAS
Y LENGUAJE PRIVADO
UNA EXPOSICIÓN ELEMENTAL

Traducción de
JORGE RODRÍGUEZ MARQUEZE

tecnos
^
Título original:
Wittgenstein on Rules and Prívate Language
publicada la primera edición originalmente (1982) en inglés por
Blackwell Publishing Ltd., Oxford

Diseño de cubierta: • A mis padres


Carlos Lasarte González

Esta edición es publicada conforme al acuerdo suscrito ,


con Blackwell Publishing Ltd., Oxford, y traducida de la versión inglés original
por Editorial Tecnos. La responsabilidad sobre la fidelidad de la traducción descansa
únicamente sobre dicha editorial y no sobre Blackwell Publishing Ltd.

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preceptiva autorización.

©SaulA.Kripke, 1982
© EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAYA, S. A.), 2006
Juan Ignacio Lúea de Tena, 15 - 28027 Madrid
Maquetación: Grupo Anaya
ISBN: 84-309-4434-6
Depósito Legal: M. 28853-2006
Printed in Spain. Impreso en España por Fernández Ciudad, S. L.
ÍNDICE

PREFACIO Pag. 11
1. INTRODUCCIÓN..... 15
2. LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA 21
3. LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO».... 69
POST SCRIPTUM: WITTGENSTEIN Y LAS OTRAS MENTES 125

ÍNDICE ANALÍTICO 155

[9]
PREFACIO

La parte principal de este trabajo ha sido presentada en forma de


.conferencias, series de'conferencias o seminarios en lugares diver-
;,sos. Constituye, corno digo, «una exposición elemental» de lo que
a mi entender es el hilo principal del trabajo de la última etapa de
Wittgenstein sobre la filosofía del lenguaje y la filosofía de la ma-
temática, e incluye mi interpretación del «argumento del lenguaje
privado» que, en mi opinión, ha de explicarse principalmente en
términos del problema de «seguir una regla». Unpost scriptum pre-
senta otro problema que Wittgenstein vio en la concepción del len-
guaje privado, el cual lleva a un debate de algunos aspectos de sus
ideas sobre el problema de las otras mentes. Dado que hago hincapié
en la fuerte conexión, dentro de la última filosofía de Wittgenstein,
entre la filosofía de la psicología y la filosofía de la matemática, te-
nía pensado añadir un segundo post scriptum sobre la filosofía de
la matemática, El tiempo no lo ha permitido, así que de momento
han de bastar las observaciones básicas sobre la filosofía de la ma-
temática que aparecen en el texto principal.
El trabajo presente no es, sino escasamente, un comentario so-
bre la última filosofía de Wittgenstein, ni tan siquiera sobre las In-
vestigaciones filosóficas. Muchos temas bien conocidos y signifi-
cativos —por ejemplo, la idea de los «parecidos de familia», el
concepto de «certeza»— apenas se mencionan. Y lo que es más
importante, hay profusión de cuestiones de la propia filosofía de la
mente, como las ideas de Wittgenstein sobre la intención, la memo-
ria, el soñar y cosas por el estilo, que casi ni se rozan. Mi esperanza
es que muchas de ellas se tornen pasablemente claras a partir de la
comprensión de la idea de Wittgenstein acerca del tema central.
Muchas de las ideas de Wittgenstein sobre la naturaleza de las
sensaciones y el lenguaje de sensación o sólo se rozan o se omiten
[ii]
12 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE PvEGLAS Y LENGUAJE PRIVADO PREFACIO 13

por completo; y según se subraya en el texto, he adoptado la polí- .de citar material similar existente en la bibliografía, en parte por-
tica deliberada de evitar el debate de aquellas secciones de las gue, de haberlo intentado, tendría la certeza de haber hecho de me*
Investigaciones que siguen a § 243 a las que de ordinario se llama nos a alguno de los trabajos publicados y, más aún, a alguno de los
«el argumento del lenguaje privado». Creo que muchas de estas : ao publicados, He llegado a aceptar, por razones mencionadas más
secciones —por ejemplo, § 258 y siguientes—• cobran mucha ma- ,abajo en el texto y en notas al pie, que la publicación no resulta,
yor claridad cuando se leen a la luz del argumento principal del todavía, superfina.
trabajo presente; aunque probablemente queden residuos de algu- Merece resaltarse que no pretendo en este escrito hablar por mí
nos de los rompecabezas exegéticos en algunas de estas secciones mismo ni tampoco decir nada, salvo en digresiones ocasionales y
(por ejemplo, § 265). El interés de estas secciones es real, pero, en menores, acerca de mis propias ideas sobre las cuestiones sustanti-
mi opinión, su importancia no debe destacarse en exceso, ya que vas. El propósito primario! de este trabajo es la presentación de un
representan casos especiales de un argumento más, general. Por lo problema y un argumento, no su evaluación crítica, Primariamente,
común he expuesto este trabajo ante filósofos sofisticados, pero §e me puede leer, salvo en muy pocas digresiones obvias, casi corno
espero que pueda usarse para clases de introducción a Wittgens- ¿a un abogado que presentara un argumento filosófico de primer
tein, en conjunción con otro material. En las clases, sería de gran orden según le impresionó a él. Si esta obra tiene una tesis principal
ayuda que el instructor expusiera la paradoja al grupo y viera qué propia, es la de que el problema y el argumento escépticos de Witt-
soluciones se proponen, Me refiero primariamente aquí a respues- genstein son importantes, merecedores de consideración seria,
tas a la paradoja de que seguimos la regla como lo hacemos sin Personas diversas, entre las que hay que incluir por lo menos a
razón o justificación, y no a las teorías filosóficas (disposiciones, Rogers Albritton, G, E. M, Anscombe, Irvíng Block, Michael
estados cualitativos, etc,) debatidas más tarde en el mismo capítu- Pummett, Margaret Gilbert, Barbara Humphries, Thomas Nagel,
lo, Es importante que el estudiante perciba el problema intuitiva- Robert Nozick, Michael Slote y Barry Stroud, han influido en este
mente, Recomiendo que los lectores que se propongan estudiar el ensayo, Además de mi aportación a la Wittgenstein Conference de
presente trabajo por su cuenta se concentren inicialmente en esto Londres, Ontario, 1976, presenté varias versiones de este mate-
mismo, También recomiendo que el estudiante (re)lea las Investi- rial, a modo de Howison Lectures, en la Universidad de Califor-
gaciones a la luz de la estructuración del argumento propuesta en nia, Berkeley, 1977; y, a modo de una serie de conferencias, en un
este trabajo, Semejante procedimiento es aquí de especial impor- coloquio especial celebrado en Banff, Alberta, 1977; también, en
tancia, ya que en gran medida mí método consiste en presentar el una Wittgenstein Conference que tuvo lugar en Trinity College,
argumento según me impresionó a mí, según me presentó un pro- Cambridge, Inglaterra, 1978, Asimismo fueron presentadas ver-
blema a mí, en lugar de concentrarme en la exégesis de pasajes siones en seminarios de la Universidad de Prínceton; el primero
específicos, <., de ellos tuvo lugar en el cuatrimestre de primavera de 1964-1965,
Desde que me topé por primera vez con el «argumento del len- Sólo en estos seminarios de Princeton me dio tiempo a incluir el
guaje privado» y, en general, con el último Wittgenstein, y desde material del post scriptum, por lo que éste se ha beneficiado me-
que di en pensar en ello de la forma aquí expuesta (1962-1963), el nos que el resto del debate y de la reacción suscitada en otras
trabajo de Wittgenstein sobre las reglas ha pasado a ocupar una personas. Sin duda, el debate de mi argumento en estas conferen-
posición más central en los debates acerca de la obra de su última cias y seminarios ha tenido su influencia en mí. Me gustaría dar
etapa. (Siempre se había debatido en alguna medida), Una parte de las gracias especialmente a Steven Paiten y Ron Yoshida por sus
este debate, en especial el que se produjo después de mi conferen- transcripciones, estupendamente preparadas, de la versión de
cia en Londres, Ontario, puede presumirse que se ha visto influida Banff, y a Irving Block, tanto por su ayuda en calidad de editor
por la exposición presente, pero otra parte, tanto publicada como no del volumen en el que apareció una versión anterior de este traba-
publicada, puede presumirse que es independiente. No he tratado jo, como por invitarme a hacer más publica esta exposición en la
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Conferencia de Londres. Transcripciones Samizdat de la versión


dada en la Conferencia de Londres han circulado libremente en
Oxford y en otros sitios.
Una versión anterior de esta obra apareció en I. Block (ed.),
Perspectives on the Philosophy of Wittgenstein (Basil Blackwell,
Oxford, 1981, xii + 322 pp.). Mi trabajo con miras a esa versión fue
posible gracias, en parte, a una Guggenheim Fellowship, a una Vi- 1
siting Fellowship en All Souls College, Oxford, a un sabático con-
cedido por la Universidad de Princeton, y a la National Science INTRODUCCIÓN
Foundation (EEUU). Mi trabajo orientado a la presente versión am-
pliada fue posible gracias, en parte, a una beca del American Council
of Learned Societies, a un sabático concedido pof la Universidad de
Princeton, y a una Osear Ewing Research Grant en la Universidad El célebre argumento de Wittgenstein contra «el lenguaje pri-
de Indiana. vado» se ha debatido tantas veces que cabe perfectamente poner
en cuestión la utilidad de una nueva exposición. El grueso de la
exposición que sigue se le ocurrió al presente autor hace algún
tiempo, en el año académico 1962-1963. En aquel momento esta
aproximación a las ideas de Wittgenstein impresionó al presente
autor con la fuerza de una revelación: lo que previamente me
había parecido que era un argumento en cierta manera dudoso a
favor de una conclusión fundamentalmente inverosímil basada
en premisas cuestionables y controvertidas se me aparecía ahora
como un argumento poderoso, a pesar de que las conclusiones
parecían más radicales todavía que antes, y en un sentido, más
inverosímiles. Pensé en aquel momento que había visto el argu-
mento de Wittgenstein desde un ángulo y énfasis muy diferentes
a la aproximación que dominaba en las exposiciones estándar.
Con los años, llegué a tener dudas. En primer lugar, a veces lle-
gué a no estar seguro de que pudiera formular la esquiva posi-
ción de Wittgenstein como un argumento claro. En segundo, la
naturaleza esquiva del tema hacía posible interpretar alguna de
la bibliografía estándar como quizá, a la postre, viendo el argu-
mento de la misma forma. Lo que es más importante, conversa-
ciones mantenidas a lo largo de los años mostraban que, de ma-
nera creciente, otros iban viendo el argumento con los énfasis
que yo prefería. De todos modos, las exposiciones recientes de
intérpretes muy capaces difieren lo suficiente de la que sigue
[15]
16 WITTGENSTBIN A PROPÓSITO DE MOLAS Y LENGUAJE PPJVADO INTRODUCCIÓN 17

como para hacerme creer que una nueva pueda resultar todavía que su interpretación cabal proporcionaría la llave para el «argu-
de utilidad1. mento del lenguaje privado».
Una concepción común del «argumento del lenguaje privado» En mi opinión, el «argumento del lenguaje privado» real ha
de las Investigaciones filosóficas asume que comienza en la sec- de encontrarse en las secciones que preceden a § 243. En efecto,
ción 243, y que continúa en las secciones que siguen inmediata- en § 202 se enuncia ya la conclusión explícitamente: «De ahí
mente2. Esta concepción entiende que el argumento se ocupa pri- que no sea posible obedecer una regla "privadamente"; en caso
mariamente de un problema acerca del «lenguaje de sensación». contrario, creer que se estaba obedeciendo una regla sería lo
El debate ulterior del argumento dentro de esta tradición, tanto a mismo que obedecerla». No creo que Wittgenstein pensase que
favor como en contra, pone el énfasis en cuestiones como la de si estaba aquí anticipando un argumento que iba a dar con mayor
el argumento invoca una forma del principio de verificación, si la detalle más tarde. Por ¡el contrario, las consideraciones cruciales
forma en cuestión está justificada, si se aplica correctamente al están todas contenidas en el debate que'lleva a la conclusión
lenguaje de sensación, si el argumento descansa sobre un escep- enunciada en § 202. Las secciones que siguen a § 243 están di-
ticismo exagerado acerca de la memoria, y así sucesivamente. señadas para que se lean a la luz de la discusión precedente;
Algunos pasajes cruciales en el debate que sigue a § 243 —por siendo como son difíciles en cualquier caso, la probabilidad de
ejemplo, las tan célebres secciones § 258 y § 265—• han resulta- comprenderlas es mucho menor si se leen aisladas. El «argu-
do notoriamente oscuros para los comentaristas, y se ha pensado mento del lenguaje privado» en cuanto aplicado a las sensacio-
nes es sólo un caso especial de consideraciones mucho más ge-
1 Repasando algunos de los más distinguidos comentarios sobre Wittgenstein de nerales acerca del lenguaje argumentadas previamente; las
los últimos diez o quince años, encuentro algunos que tratan todavía el debate de las sensaciones juegan un papel crucial como un (aparentemente)
reglas de forma superficial, prácticamente lo omiten, como si fuese un tema menor. convincente contraejemplo a las consideraciones previamente
Otros, que debaten en detalle tanto las ideas de Wittgenstein sobre la filosofía de la
matemática como sus ideas sobre las sensaciones, tratan el debate de las reglas como si enunciadas. Así pues, Wittgenstein cubre de nuevo el terreno en
fuese importante para las ideas de Wittgenstein sobre la matemática y la necesidad ló- este caso especial, movilizando nuevas consideraciones especí-
gica pero como algo separado del «argumento del lenguaje privado». Puesto que Witt- ficas apropiadas al mismo. Debe tenerse en cuenta que las Inves-
genstein tiene más de un modo de argüir a favor de una conclusión dada, e incluso más
de un modo de presentar un único argumento, no me es preciso necesariamente, para tigaciones filosóficas no es una obra filosófica sistemática don-
defender la exégesis presente, argüir que estos otros comentarios están equivocados. En de las conclusiones, una vez establecidas incuestionablemente,
realidad, puede que proporcionen exposiciones importantes e iluminadoras de facetas no necesiten ser reargumentadas. Las Investigaciones están es-
de las Investigaciones y su argumento no enfatizadas u omitidas en este ensayo. No
obstante, en énfasis, difieren sin duda considerablemente de la presente exposición. critas, más bien, como una dialéctica perpetua, donde las pre-
2 A menos que se especifique otra cosa (explícita o contextualmente), las referen- ocupaciones persistentes, expresadas por la voz del interlocutor
cias lo son a las Investigaciones filosóficas. Las pequeñas unidades numeradas de las imaginario, no se acallan nunca definitivamente. Puesto que la
Investigaciones son denominadas «secciones» (o «parágrafos»). Las referencias a pági-
nas sólo se utilizan, si no es posible la referencia a una sección, como en la segunda obra no se presenta en la forma de un argumento deductivo con
parte de las Investigaciones. Todo a lo largo del texto cito la traducción inglesa impresa tesis definitivas a manera de conclusiones, se cubre el mismo
estándar (a cargo de G. E. M. Anscombe) y no intento ponerla en duda salvo en muy pocas terreno repetidamente, desde el punto de vista de diversos casos
ocasiones. Las Investigaciones filosóficas ([Philosophical Investigations} x + 232 pp.,
texto alemán e inglés en paralelo) han pasado por diversas ediciones desde su primera especiales y desde diferentes ángulos, con la esperanza de que el
publicación en 1953, pero la numeración de parágrafos y páginas sigue siendo la mis- proceso entero ayudará al lector a ver los problemas correcta-
ma. Los editores son Basil Blackwell, Oxford, y Macmillan, Nueva York [Existe edición mente.
bilingüe en alemán y español, a cargo de Alfonso García Suárez y Ulises Moulines,
publicada en 1988 por el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM en Méxi- La estructura básica del acercamiento de Wittgenstein puede
co y por la Editorial Crítica en Barcelona], presentarse brevemente como sigue: se introduce un cierto pro-
Este ensayo no proporciona una exégesis detallada del texto de Wittgenstein sino blema o, en terminología humeana, una «paradoja escéptica»
que más bien desarrolla los argumentos a su propia manera. Recomiendo que el lector
relea las Investigaciones a la luz de la exégesis presente y vea si ésta ilumina#1 texto. concerniente a la noción de regla. A continuación, se'presenta lo
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que Hume habría llamado una «solución escéptica» del proble- filosofías de la mente y de la matemática, respectivamente, que
ma. Hay dos áreas en las que resulta más probable que sea igno- van a continuación.
rada la fuerza tanto de la paradoja como de su solución, y con En lo que sigue, intento principalmente presentar el argumento
respecto a las que el acercamiento básico de Wittgenstein resulta de Wittgenstein o, más exactamente, el conjunto de problemas y
más probable que parezca increíble. Una de esas áreas es la no- argumentos que yo personalmente he extraído de la lectura de Witt-
ción de regla matemática, como la regla para la adición. La otra genstein. Salvo pocas excepciones, no pretendo presentar ideas
es nuestro habla acerca de nuestra propia experiencia interna, mías propias; ni pretendo refrendar o criticar el acercamiento de
acerca de sensaciones y demás estados internos. Al tratar ambos Wittgenstein, En algunos casos, he encontrado que no es nada fácil
casos, debemos tener en cuenta las consideraciones básicas acer- obtener un enunciado;preciso de los problemas y conclusiones.
ca de las reglas y el lenguaje. Aunque Wittgenstein ha debatido Aunque se tenga una fuerte sensación de que hay un problema, es
ya estas consideraciones básicas con considerable generalidad, difícil dar un enunciado riguroso del mismo. Me inclino a pensar
la estructura de la obra de Wittgenstein es tal que los casos espe- que el estilo filosófico de la última etapa de Wittgenstein, y la difi-
ciales de la matemática y la psicología no se debaten simple- cultad que encontró (véase su Prefacio) para aglutinar su pensamien-
mente citando un «resultado» general ya establecido, sino cu-, to dentro de un trabajo convencional, presentado con argumentos y
briendo estos casos especiales en detalle a la luz del tratamiento conclusiones organizados, no es simplemente una preferencia esti-
previo del caso general. Con este debate, se espera que tanto la lística y literaria, acompañada de una predilección por un cierto
matemática como la mente se puedan ver de modo correcto: grado de oscuridad4, sino que proviene en parte de la naturaleza de
puesto que las tentaciones de verlas erróneamente provienen de su materia5.
la desatención de las mismas consideraciones básicas acerca de Sospecho —por razones que resultarán claras más tarde— que
las reglas y el lenguaje, puede esperarse que los problemas que intentar presentar de modo preciso el argumento de Wittgenstein
surjan sean análogos en los dos casos. En mi opinión, Wittgens- es, en alguna medida, falsificarlo. Probablemente muchas de mis
tein no veía sus intereses duales por la filosofía de la mente y formulaciones y remodelaciones del argumento están hechas de un
por la filosofía de la matemática como intereses por dos mate- modo que no aprobaría el propio Wittgenstein6. Por eso el presente
rias separadas, en el mejor de los casos muy laxamente relacio- trabajo no debiera ser considerado como una exposición ni del ar-
nadas, a ía manera en que alguien podría interesarse a la vez por gumento «de Wittgenstein» ni del «de Kripke», sino del argumento
la música y la economía. Wittgenstein piensa que las dos mate- de Wittgenstein según impresionó a Kripke, según constituyó un
rias envuelven las mismas consideraciones básicas. Por esta ra- problema para este último.
zón, llama a su investigación de los fundamentos de la matemá- Como he dicho, pienso que el «argumento del lenguaje privado»
tica «análoga a nuestra investigación de la psicología» (p. 232). básico precede a la sección 243, aunque las secciones que siguen a
No es un accidente que esencialmente el mismo material básico la 243 son sin duda de importancia fundamental también. Propongo
sobre las reglas sea incluido tanto en las Investigaciones filosó- debatir inicialmente el problema del «lenguaje privado» sin men-
ficas como en las Observaciones sobre los fundamentos de la cionar para nada estas últimas secciones. Puesto que a menudo se
matemática*, en ambos casos como base de los debates de las
presente trabajo, utilicé la primera edición. Donde las referencias difieren, se da entre
3Remarks on the Foundatlons ofMathematics, Basil Blackwell, Oxford, 1956, xix corchetes la referencia equivalente de la tercera edición.
+ 204 pp. [Existe versión española a cargo de Isidoro Reguera, Alianza Editorial, Ma- 4 Personahnente, sin embargo, estimo que no puede negarse aquí el papel de las
drid, 1987], En la primera edición de esta obra los editores aseveran (p. vi) que parece consideraciones estilísticas. Es claro que las consideraciones puramente estilísticas y
que Wittgenstein originariamente había pretendido incluir algo del material sobre la literarias significaron mucho para Wittgenstein. Su propia preferencia estilística contri-
matemática en las Investigaciones filosóficas. buye obviamente a la dificultad de su obra, tanto como a su belleza.
La tercera edición (1978) incluye más material que las ediciones anteriores y reor- 5 Véase el debate de este punto, más abajo, en las páginas 82-83.
ganiza algunas de las secciones y divisiones de ediciones anteriores. Cuando escribí el 6 Véase de nuevo el mismo debate en las páginas 82-83.
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piensa que estas secciones son el «argumento del lenguaje priva-


do», puede que les parezca a algunos que semejante proceder es
una presentación de Hamlet sin el príncipe. Aun si es así, hay mu-
chos otros caracteres interesantes en la obra7.

LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA

Wittgenstein dice en § 201: «nuestra paradoja era ésta: ningún


curso de acción podía estar determinado por una regla, porque todo
.curso de acción puede hacerse concordar con la regla». Voy a intentar
desarrollar a mi manera, en esta sección del presente ensayo, la «pa-
radoja» en cuestión. La «paradoja» es quizá el problema central de
las Investigaciones filosóficas. Incluso quien ponga en disputa las
conclusiones que Wittgenstein obtiene a partir de este problema en lo
tocante al «lenguaje privado» y a las filosofías de la mente, de la
matemática y de la lógica podría muy bien considerar que el proble-
ma es en sí mismo una contribución importante a la filosofía. Puede
considerarse como una forma nueva de escepticismo filosófico.
Siguiendo el proceder de Wittgenstein, desarrollaré inicialmente
el problema con relación a un ejemplo matemático, aunque el pro-
blema escéptico relevante se aplica a todos los usos con significado
7 Al repasar lo que he escrito más abajo, me asalta la preocupación de que el lector
del lenguaje, Yo, como casi todos los hispanohablantes, utilizo la
pueda perder el hilo principal del argumento de Wittgenstein en el tratamiento por ex- palabra «más» y el símbolo «+» para denotar una función matemá-
tenso de puntos más sutiles, En particular, el tratamiento de la teoría disposicional que tica bien conocida, la adición. La función está definida para todos
hago más ab.ajo adquirió tanta extensión porque he oído recomendarla, más de una vez,
como respuesta a la paradoja escéptica. Ese debate puede que contenga, en compara-
los pares de enteros positivos. Yo «capto» la regla de adición me-
ción con el grueso del resto de este ensayo, algo más de argumentación de Kripke en diante mi representación simbólica externa y mi representación
apoyo de Wittgenstein y no una exposición del propio argumento de Wittgenstein. mental interna. Hay un punto que es crucial para mi «captación» de
(Véanse las notas 19 y 24 para algunas de las conexiones, El argumento está, sin em-
bargo, inspirado en el texto original de Wittgenstein, Probablemente la parte con menor
esta regla. Aunque yo personalmente sólo he calculado una canti-
inspiración directa en el texto de Wittgenstein sea el argumento de que nuestras dispo- dad finita de sumas en el pasado, la regla determina mí respuesta
siciones, igual que nuestra actuación real, no son potencialmente infinitas. Incluso esto, para una cantidad indefinida de sumas nuevas que nunca previa-
sin embargo, tiene obviamente su origen en el énfasis paralelo de Wittgenstein sobre el
hecho de que sólo pensamos explícitamente en un número finito de casos de cualquier
mente he tomado en consideración. Éste es todo el cometido de la
regla), El tratamiento que hago más abajo (pp. 51-53) de la simplicidad es un ejemplo noción de que al aprender a sumar capto una regla: mis intenciones
de una objeción que, hasta donde yo sé, Wittgenstein mismo nunca considera. Creo que pasadas con respecto a la adición determinan una única respuesta
mi respuesta es claramente apropiada, asumiendo que haya entendido apropiadamente
el resto de la posición de Wittgenstein, Recomiendo al lector que se concentre, en una
para una cantidad indefinida de casos nuevos en el futuro.
primera lectura, en la comprensión de la fuerza intuitiva del problema escéptico de
Wittgenstein y que considere secundarios vericuetos como éstos. [21]
22 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA PARADOJA W1TTGENSTEINIANA 23

Supongamos, por ejemplo, que «68 + 57» es un cálculo que no x ®jy = x+y,six,y<51
he realizado nunca hasta ahora. No hay duda de que existe un ejem- = 5, en otro caso.
plo como éste, puesto que he realizado sólo una cantidad finita de ¿Cómo saber que ésta no es la función que previamente quise
cálculos en el pasado (y esto, aun si tomamos en cuenta los cálculos decir* mediante «+».í?
que he realizado en silencio, para mis adentros; no digamos ya si se El escéptico sostiene (o finge sostener) que estoy ahora malin-
consideran sólo los realizados mediante conducta públicamente ob- terpretando mi propio uso previo. Mediante «más», señala, siempre
servable). De hecho, esa misma finitud garantiza la existencia de quise decir cuas8; lo que ocurre es que, ahora, sometido al influjo
un ejemplo que excede, en sus dos argumentos, a todos los cálculos
previos. Asumiré, en lo que sigue, que «68 +57» sirve también a * N. delT.: Utilizo sistemáticamente «querer decir» como traducción del verbo «to
este propósito. mean». «Querer decir» debe entenderse, por tanto, obviamente, en el sentido de signifi-
car; es decir, como expresión sinónima con el verbo «significar». No ha de entenderse
Realizo el cálculo y obtengo, por supuesto, la respuesta «125». en el sentido de tener el deseo o el plan de decir; esto es, no ha de entenderse como si-
Tengo la confianza, quizá tras la revisión de mi operación, de que nónima de «tener deseo de decir» o «tener el plan de decir» («planear decir») o cosas
«125» es la respuesta correcta. Es correcta tanto en el sentido arit- por el estilo. Simplificaría la tarea de traducción el contar en castellano (como sucede
en inglés) con un uso legítimo, no forzado, del verbo «significar» para indicar que al-
mético de que 125 es la suma de 68 y 57, como en el sentido meta- guien utiliza o utilizó, etc., una palabra o expresión con un cierto significado. Simplifi-
lingüístico de que «más», según me propuse utilizar esa palabra en caría las cosas porque haría formalmente transparente la relación entre la acción de
el pasado, denotaba una función que, cuando se aplica a los núme- significar y su objeto, el significado. Del mismo modo que deseamos deseos y pensa-
mos pensamientos, sería útil poder decir que significamos significados. Pero lo cierto es
ros que llamo «68» y «57», arroja el valor 125. que la acción de utilizar las palabras de un lenguaje con un cierto significado o atribu-
Ahora supongamos que me encuentro con un escéptico extrava- yéndolas un cierto significado no se expresa en castellano recurriendo al verbo «signi-
gante. Tal escéptico pone en cuestión mi certeza acerca de mi res- ficar», sino al «verbo» querer decir. No decimos que yo signifiqué tal y cual con mis
palabras, o que lo significaste tú, ni tampoco preguntamos qué significó ella con sus
puesta, en su sentido que acabo de llamar «metalingüístico». Sugie- palabras. Lo que decimos es que yo quise decir tal y cual con mis palabras o que lo
re que, quizá, según utilicé el término «más» en el pasado, ¡la quisiste decir tú, y lo que preguntamos es qué quiso decir ella con sus palabras.
respuesta que hace un momento me propuse dar a «68 + 57» debie- Por otra parte, el lector encontrará en el texto usos un tanto forzados de «querer
decir» con el sentido de «denotar» o «referirse a»; pero ellos no son responsabilidad del
ra haber sido «5»! Por supuesto, la sugerencia del escéptico es ob- traductor, sino del propio Kripke en su uso del verbo «to mean», tal y como él advierte
viamente disparatada. Mi respuesta inicial a la misma podría con- en su nota inicial de este capítulo, la nota 8, a la que remito.
sistir en recomendar a mi contendiente que vuelva a la escuela y 8 Quizá deba hacer una observación con relación a expresiones tales como «Me-
diante 'más' quise decir cuas (o más)», «Mediante 'verde' quise decir verde», etc. No
aprenda a sumar. Pero dejémosle que continúe: después de todo, conozco ninguna convención satisfactoria aceptada para indicar el objeto del verbo
señala, si tengo ahora tanta confianza en que, según utilicé el térmi- «querer decir» («mean»). Hay dos problemas. Primero, si se dice «Mediante 'la mujer
no «más», mi intención fue la de denotar 125 con «68 + 57», ello que descubrió el radio' quise decir la mujer que descubrió el radio», el objeto puede
interpretarse de dos maneras. Puede estar por una mujer (Mane Curie), en cuyo caso la
no puede ser por razón de haberme dado a mí mismo explícitamen- aserción es verdadera sólo si «quise decir» se utiliza queriendo decir me referí a (que es
te instrucciones al efecto de que 125 es el resultado de realizar la un uso legítimo); o puede utilizarse para denotar el significado de la expresión entreco-
suma en este caso particular. Por hipótesis, no hice tal cosa. Pero, millada, que no es una mujer, en cuyo caso la aserción es verdadera cuando «quise de-
naturalmente, la idea es que, en este nuevo caso, debo aplicar exac- cir» se usa en su sentido normal y corriente. Segundo, según queda ilustrado por «me
referí a», «verde», «cuas», etc., que nos han aparecido más arriba como objetos de
tamente la misma función o regla que tantas veces apliqué en el «quise decir», es necesario utilizar de un modo forzado diversas expresiones en posi-
pasado. Mas, ¿cómo saber cuál era esta función? En el pasado me ción de objeto, en contra de la gramática normal. (Las dificultades de Frege concernien-
di a mí mismo sólo un número finito de ejemplos instanciadores de tes a la insaturación están relacionadas con esto). Ante ambos problemas, uno se ve
tentado a poner el objeto entre comillas, igual que el sujeto. Pero tal proceder entra en
esta función. Todos ellos, hemos supuesto, envolvían números más conflicto con la convención de la lógica filosófica según la cual un entrecomillado de-
pequeños que 57. Por tanto, en el pasado tal vez utilicé «más» y nota la expresión entrecomillada. Hay algunas «marcas de significado», como las pro-
«+» para denotar una función que llamaré «cuas» y simbolizaré puestas por ejemplo por David Kaplan, que podrían resultar de utilidad aquí. Si no se
tiene reparo en ignorar la primera dificultad y se usa siempre «quiere decir» queriendo
mediante «®». Se define así: decir denota (para la mayoría de los propósitos del presente escrito, semejante lectura
Y .UiJNUUAJJí J.'J.<J.VAJJU LA PARADOJA WlTTCffiNSTEINIANA 25

de un arrebato de locura, o de una dosis de LSD, he acabado por recurso dramático. El punto básico es éste: de ordinario, supongo
malinterpretar mi propio uso previo. que, al calcular «68 + 57» del modo como lo hago, no estoy simple-
Por ridicula y fantástica que sea, la hipótesis del escéptico no es mente dando un salto injustificado al vacío. Sigo indicaciones que
lógicamente imposible. Para comprobarlo, asumamos la hipótesis me di a mí mismo anteriormente y que determinan unívocamente
de sentido común de que mediante «+» realm'énte quise decir adi- que en este nuevo caso debo decir «125». ¿Cuáles son estas indica-
ción. Entonces sería posible, aunque sorprendente, que bajo el in- ciones? Por hipótesis, nunca me dije a mí mismo explícitamente
flujo de un «colocón» momentáneo, malinterpretara todos mis usos que debo decir «125» en este preciso caso. Tampoco puedo alegar
pasados del signo más como si simbolizaran la función ctiás, y que, que simplemente debo «hacer lo mismo que siempre hice», si lo
en contra de mis intenciones lingüísticas previas, procediese a ha- que esto significa es «calcular de acuerdo con la regla que se exhibe
cer el cálculo de que 68 más 57 son 5. (Habría cometido un error, en mis ejemplos previos». Esa regla podría muy bien haber sido la
no en matemáticas, sino en la suposición de que había actuado en regla de cuadición (la función cuas) tanto como la de adición. La
concordancia con mis intenciones lingüísticas previas). Lo que el idea de que, de hecho, lo que quise decir es cuadición, que en un
escéptico está proponiendo es que he cometido un error de'este tipo súbito arrebato cambié mi uso previo, sirve para dramatizar el pro-
precisamente, sólo que con el más y el cuas invertidos. blema/
Ahora bien, si el escéptico propone su hipótesis sinceramente, En la discusión que sigue, el reto lanzado por el escéptico adop-
es que está loco. Una hipótesis tan extravagante como la de propo- ta dos formas. En primer lugar, el escéptico pone en duda que haya
ner que siempre quise decir cuas es absolutamente descabellada. hecho alguno que consista en que yo quise decir más, en vez de
De que es descabellada, no hay duda y, sin duda, es falsa. Pero si es cuas, que dé respuesta a su reto escéptico. En segundo lugar, pone
falsa, debe haber algún hecho acerca de mi uso pasado que pueda en duda que yo posea razón alguna para tener tanta confianza en
citarse para refutarla. Pues, aunque la hipótesis sea descabellada, que ahora debo responder «125», en vez de «5». Las dos formas del
no parece que sea apriori imposible. reto están relacionadas. Tengo confianza en que debo responder
Naturalmente, esta extravagante hipótesis, y las referencias al «125» porque tengo confianza en que'esta respuesta concuerda
LSD o a un arrebato de locura, son en cierto sentido meramente un también con lo que quise decir. No se disputan ni la exactitud de mi
cálculo ni la de mi memoria. Por tanto, debe admitirse que si quise
serviría al menos tan bien como lo liaría una lectura intensional; a menudo, hablo como decir más, entonces, a menos que desee cambiar mi uso, estoy jus-
si lo que se quiere decir mediante «más» fuese una función numérica), entonces el se-
gundo problema podría llevarnos a nominalizar los objetos («más» denota la función tificado (en realidad, compelido) al responder «125», pero no «5».
más, «verde» denota el verdor, etc). Barajé la posibilidad de utilizar cursivas («'más' La respuesta al escéptico debe satisfacer dos condiciones. Primera,
quiere decir más»; «'quiere decir' puede que quiera decir denota»), pero decidí que debe explicar cuál es el hecho (acerca de mi estado mental) que
normalmente (excepto cuando las cursivas sean apropiadas por otra razón, en especial
cuando se introduce por vez primera un neologismo como «cuas») escribiré el objeto de constituye mi querer decir más, y no cuas. Pero, además, hay una
«querer decir» al modo de un objeto normal y corriente. La convención que he adopta- condición que cualquier supuesto candidato a ser ese hecho debe
do resulta forzada en el lenguaje escrito, pero suena de modo bastante razonable en el satisfacer. Debe, en algún sentido, mostrar cómo es que estoy justi-
lenguaje hablado. ,
Dado que las distinciones de uso y mención son importantes para el argumento se- ficado al dar la respuesta «125» a «68 + 57». Las «indicaciones»
gún yo lo formulo, procuro acordarme de utilizar comillas cuando se está mencionando mencionadas en el párrafo anterior, que determinan lo que debo
una expresión. Sin embargo, también las utilizo para otros cometidos, cuando el espa- hacer en cada caso, deben de alguna manera estar «contenidas» en
ñol escrito normal, no filosófico, permite recurrir a ellas (por ejemplo, en el caso de
«'marcas de significado'», del párrafo precedente; o de «'cuasi-entrecomillado'», en la cualquier candidato a ser el hecho constitutivo de lo que quise de-
oración que sigue a ésta). Los lectores a quienes resulte familiar el «cuasi-entrecomilla- cir. De no ser así, queda sin contestar la afirmación del escéptico de
do» de Quine se darán cuenta de que en algunos casos utilizo el entrecomillado ordina- que mi presente respuesta es arbitraria. Cómo opera exactamente
rio cuando la puridad lógica requeriría usar el cuasi-entrecomillado o algún dispositivo
similar. No me he preocupado de ser cuidadoso acerca de esta cuestión, porque confío esta condición es algo que resultará mucho más claro luego, des-
en que, en la práctica, los lectores no se confundirán. pués de discutir la paradoja de Wittgenstein en un nivel intuitivo,
26 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO
LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA 27
cuando consideremos diversas teorías filosóficas que tratan de ave- primero, entonces para concordar con mi uso previo debo respon-
riguar en qué podría consistir el hecho de que quise decir más. Ha- der «125» cuando .se me pide que dé el resultado de calcular «68
brá muchas objeciones específicas a estas teorías. Pero lo que es más 57». Si quise decir lo segundo, debo responder «5».
común a todas ellas es que son incapaces de proporcionar un candi- La exposición presente tiende a diferir de las formulaciones ori-
dato a hecho constitutivo de lo que quise decir que muestre que sólo ginales de Wittgenstein debido a que en ella se pone un poco más
«125», y no «5», es la respuesta que «debo» dar.
de cuidado en hacer explícita una distinción entre uso y mención, y
Es preciso dejar claras las reglas básicas de nuestra formulación entre cuestiones acerca del uso pasado y presente. Con respecto al
del problema. Para que el escéptico pueda siquiera conversar con- ejemplo que ahora nos ocupa, Wittgenstein podría simplemente
migo, hemos de tener un lenguaje común. Por tanto, estoy supo- preguntar: «¿Cómo sé que debo responder '125' a la pregunta por
niendo que el escéptico, provisionalmente, no está poniendo en '68 + 57'?» o «¿Cómo sé que '68 + 57' da como resultado 125?».
duda mi uso presente de la palabra «más». Él admite que, de acuer- He comprobado que, cuando el problema se formula así, algunos
do con mi uso presente, «68 + 57» denota 125. No sólo .está de oyentes lo toman como si fuese un problema escéptico acerca de la
acuerdo conmigo en esto, además, el lenguaje en el que mantiene aritmética: «¿Cómo sé que 68 + 57 es 125?». (¿Por qué no respon-
todo su debate conmigo es el mío, según lo uso en el momento pre- der a esta pregunta con una prueba matemática?). No debe suponer-
sente. Él se limita a poner en duda que mi uso presente concuerde se, en este estadio al menos, que se está planteando el escepticismo
con mi uso pasado, que yo esté en el momento presente actuando acerca de la aritmética. Podemos asumir, si se quiere, que 68 + 57
conforme a mis intenciones lingüísticas previas. El problema no es es 125. Incluso si la pregunta se reformula «metalingüísticamente»
«¿Cómo sé que 68 más 57 es 125?», a esto se debe responder dando así: «¿Cómo sé que 'más', según yo uso la palabra, denota una fun-
un cálculo aritmético, sino «¿Cómo sé que '68 más 57', .según el ción que, cuando se aplica a 68 y 57, arroja el valor 125?», es posi-
significado que di a "más" en elpasado, debe denotar 125?». Si la ble responder: «Sin duda sé que 'más' denota la función más y, por
palabra «más», según la utilicé en el pasado, denotaba la función consiguiente, que '68 más 57' denota 68 más 57. Ahora bien, sí sé
cuas, no la función más («cuadición» en vez de adición), entonces aritmética, sé que 68 más 57 es 125. ¡Por tanto sé que '68 + 57'
mi intención pasada era tal que, al preguntárseme cuál es el valor denota 125!». Y, con toda seguridad, ¡el mero hecho de usar el len-
de «68 más 57», debiera haber respondido «5».
guaje me impide poner en duda coherentemente que «más», según
Planteo el problema de este modo para evitar cuestiones que lle- yo lo uso ahora, denota más! Tal vez no pueda (en este estadio, al
van a confusión acerca de si la discusión está teniendo lugar a la menos) poner esto en duda acerca de mi uso presente. Pero puedo
vez «dentro y fuera del lenguaje» en algún sentido ilegítimo9. dudar de que mi uso pasado de «más» denotase más. Las conside-
¿Cómo podemos usar la palabra «más» (y variantes suyas, como raciones anteriores (acerca de un arrebato de locura y del LSD)
«cuas») mientras nos estamos preguntando por su significado? Por deberían dejar esto absolutamente claro.
tanto, supongo que el escéptico asume que él y yo concordamos en
Repitamos el problema. El escéptico duda de que haya instruc-
nuestros usos presentes de la palabra «más»: ambos la usamos para ción alguna que yo me diera a mí mismo en el pasado que me com-
denotar adición. Él no duda ni niega (inicialmente, al menos) que la pela a (o que justifique) responder «125» en lugar de «5». Plantea
adición sea una función genuina, definida para todos los pares de el reto en términos de una hipótesis escéptica acerca de un cambio
números enteros, y no niega tampoco que podamos hablar de ella. en mi uso. Quizá cuando usé el término «más» en elpasado siem-
Lo que él se pregunta es por qué creo ahora que mediante «más» en pre quise decir cuas: por hipótesis, nunca me di a mí mismo indica-
elpasado quise decir adición en vez de cuadición. Si quise decir lo ción explícita alguna que sea incompatible con dicha suposición.
Por supuesto, en último término, si el escéptico está en lo cierto,
Creo que tomé la flrase «a la vez dentro y fuera del lenguaje» de una conversación
ntrp.r.tí Albritton.
Á ÍKí-íffm^
carecerían de sentido los conceptos de querer decir una de las fun-
con Rogers
ciones en lugar de la otra y de tener intención de aplicar una en lu-
28 WITTGENSTBIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA 29

gar de la otra. Pues el escéptico mantiene que ningún hecho acerca muchos puntos de contacto entre las discusiones de Quine y de
de mi historia pasada (nada que estuviera alguna vez en mi mente o Wittgenstein. Sin embargo, Quine asume con mucho gusto que sólo
en mi conducta externa) establece que quise decir más en vez de la evidencia conductüal va a admitirse en su discusión. Wittgens-
cuas (ni, claro está, ¡tampoco ningún hecho establece que quise tein, por el contrario, emprende una extensa investigación intros-
decir cuas!). Pero si esto es correcto, es patente que no puede haber pectiva11, y los resultados de la investigación, como veremos, cons-
hecho alguno con respecto a cuál es la función que quise decir; y si tituyen un rasgo crucial de su argumento. Además, en él, el modo
no puede haber hecho alguno con respecto a cuál es la función par- de presentarse la duda escéptica no es conductista. Se presenta des-
ticular que quise decir en el pasado, tampoco puede haberlo en el de «dentro». Quine presenta el problema del significado en térmi-
presente. Ahora bien, antes de segar la hierba bajo nuestros propios nos de un lingüista que¡ trata de adivinar lo que otra persona quiere
pies, empezamos hablando como si la noción de que en el momen- decir con sus palabras ¿partir de su conducta. En cambio, el reto de
to presente queremos decir una cierta función mediante «más» no Wittgenstein puede serme presentado como una cuestión acerca de
estuviera cuestionada y fuese incuestionable. Sólo cuestionaremos mí mismo: ¿Hubo algún hecho pasado acerca de mí (lo que quise
los usos pasados. En otro caso, seremos incapaces de formular decir mediante «más»)* que imponga lo que debo hacer ahora?
nuestro problema. Pero volvamos con el escéptico. Éste arguye que, cuando res-
Otra regla de juego importante es que no hay ninguna limitación pondí «125» al problema de «68 + 57», mi respuesta fue un injusti-
(en particular, no hay ninguna limitación conductista) con respecto a ficado salto al vacío; mi historia mental pasada es igualmente com-
los hechos que es posible citar para responder al escéptico. La evi- patible con la hipótesis de que quise decir cuas y, por tanto, debería
dencia no tiene por qué quedar confinada a la que esté disponible haber respondido «5». Podemos poner el problema del modo si-
para un observador externo, capaz de observar mi conducta mani- guiente: cuando se me preguntó por «68 + 57» contesté «125» sin
fiesta pero no mi estado mental interno. Sería interesante si ocurriese dudar y automáticamente; pero parecería que, si nunca antes realicé
que nada propio de mi conducta externa pudiera mostrar que quise explícitamente este cálculo, podría igualmente haber contestado
decir más o cuas, pero sí pudiera mostrarlo algo propio de mi estado «5». No hay nada que justifique una inclinación bruta a responder
interno. Aunque el problema aquí es más radical. A menudo se ha de un modo en lugar del otro.
considerado que la filosofía de la mente de Wittgenstein es conduc- Muchos lectores, debo suponer, llevarán ya bastante tiempo im-
tista, pero en la medida en que Wittgenstein pueda (o no) ser hostil a pacientes por protestar que nuestro problema surge sólo debido a
lo «interno», dicha hostilidad no ha de asumirse como una premisa, que el modelo de la instrucción que me di a mí mismo con respecto
sino que se ha de obtener como conclusión de un argumento. Por eso, a la «adición» es un modelo ridículo. Es claro que lo que hice no
sea lo que sea aquello en lo que consiste «mirar dentro de mi mente», fue meramente darme a mí mismo algún número finito de ejemplos
el escéptico asevera que aun si fuese Dios quien mirara, ni siquiera Él a partir de los cuales se suponga que he de extrapolar la tabla com-
podría determinar que quise decir adición mediante «más». pleta («Sea "+" la función instanciada por los ejemplos siguien-
Este rasgo de Wittgenstein contrasta, por ejemplo, con el debate
de Quine en torno a la «indeterminación de la traducción»10. Hay
11 El término «introspectivo» lo utilizo descargado de doctrina filosófica. Por su-
puesto, Wittgenstein, en particular, encontraría objetable una gran parte del bagaje que
10 Véase W V Quine, Word and Object (MT, The Technology Press, Cambridge, Mas- lo ha acompañado. Lo que quiero decir, simplemente, es que Wittgenstein hace uso, en
sachusetts, 1960, xi+294 pp.) [Palabra y objeto, Labor, Barcelona, 1968; y Herder, 2001], su discusión, de nuestros propios recuerdos y del conocimiento que tenemos de nuestras
especialmente el capítulo 2, «Translation and Meaning» (pp. 26-79). Véase también Onto- experiencias «internas».
logícal Relatívity and Other Essays (Columbia University Press, Nueva York y Londres, * N. del. T.: He corregido una errata del original con respecto a la colocación de
1969, viii+165 pp.) [La relatividadontológícay otros ensayos, Madrid, Tecnos, 1974], es- comillas. He sustituido ...lo que «quise decir» mediante más... (...whatI«meant» by
pecialmente los primeros tres capítulos (pp. 1-90); y véase también «On the Reasons for the plus...) por ...lo que quise decir mediante «más»... (...what I meant by «plus»...). La
Jndeterminacy of Translation», The Journal ofPMlosophy, vol. 67 (1970), pp. 178-83. errata consiste en que las comillas se adosan a quise decir cuando debieran adosarse
Retomo la discusión de las ideas de Quine más adelante; véanse pp. 69-71. a más.
3O WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE PvEGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA PARADOJA WITTOENSTEINIANA 31

tes:...»). Hay, sin duda, una cantidad infinita de funciones que son triunfahnente se le citó al escéptico, debo admitir que «68+57»
compatibles con eso. Más bien lo que hice fue aprender—e interio- debe arrojar la respuesta «5». He supuesto aquí que, previamente,
rizar instrucciones para usar— una regla que determina cómo se «contar» no se aplicó nunca a montones formados mediante la
debe continuar la adición. ¿Qué regla era ésta? Bueno, digamos unión de dos submontones uno de los cuales tenga 57 o más ele-
que, tomada en su forma más primitiva, puede describirse así: su- mentos, pero si este límite superior particular no sirve, servirá otro.
pongamos que queremos sumar x e y. Proveámonos de un gran ar- Pues se trata de un punto absolutamente general: si «más» se expli-
senal de canicas. Contemos, primero, x canicas y hagamos con ellas ca en términos de «contar», una interpretación no estándar de la
un montón. Contemos, luego, y canicas y hagamos con ellas otro segunda palabra traerá aparejada una interpretación no estándar de
montón. Juntemos los dos montones y contemos el número de ca- la primera12.
nicas que hay en el nuevo montón así formado. El resultado es x + y. Por supuesto, es¡ inútil protestar diciendo que lo que yo me pro-
Este conjunto de indicaciones, puedo suponer, me lo di explícita- puse fue que el resultado de contar un montón sea independiente de
mente a mí mismo en algún momento del pasado. Está grabado en su composición en términos de submontones. Por mucho que yo
mi mente como lo estaría en una pizarra. Es incompatible con la me haya dicho esto a mí mismo del modo más explícito posible, el
hipótesis de que quise decir cuas. Es este conjunto de indicaciones, escéptico replicará sonriente que estoy de nuevo malinterpretando
no la lista finita de adiciones particulares que realicé en el pasado, mi uso pasado, que en realidad «independiente» anteriormente sig-
el que justifica y determina mi respuesta presente. Esta considera- nificó cuindependiente, donde «cuindependiente» significa ...
ción queda reforzada, después de todo, cuando pensamos en lo^que Estoy exponiendo aquí, naturalmente, las bien conocidas obser-
realmente hago cuando sumo 68 y 57. No doy automáticamente la vaciones de Wittgenstein acerca de «una regla para interpretar una
respuesta «125», ni consulto ninguna inexistente instrucción pasa- regla». Resulta tentador responder al escéptico apelando, desde una
da al efecto de que debo responder «125» en este caso. Más bien, regla, a otra regla más «básica». Pero el paso escéptico puede repe-
procedo de acuerdo con un algoritmo para la adición que aprendí tirse igualmente en el nivel más «básico». Al final, el proceso debe
previamente. El algoritmo es más sofisticado y más aplicable prác-
ticamente que el primitivo que acabamos de describir, pero no hay 12 Esta misma objeción echa por tierra una sugerencia relacionada: se podría insis-

entre ellos diferencia de principio. tir ea que la función cuas queda descartada como interpretación de «+» porque no sa-
tisface algunas de las leyes que acepto para «+» (por ejemplo, no es asociativa; podría-
A pesar de la plausibilidad inicial de esta objeción, la respuesta mos haberla definido de modo que ni siquiera fuese conmutativa). Podría incluso
del escéptico es perfectamente obvia. Cierto, si «contar», según usé señalarse que, con respecto a los números naturales, la adición es la única función que
satisface ciertas leyes aceptadas por mí •—las «ecuaciones recursivas» para +: Vx (x + O = x)
la palabra en el pasado, se refería al acto de contar (y si mis otras y Vr Vj> (x+y' = (x +y)')—, donde la tilde o trazo indica sucesor*; de estas ecuaciones
palabras utilizadas en el pasado se interpretan correctamente en la se dice a veces que son una «definición» de la adición. El problema estriba en que los
forma estándar), entonces «más» debe haber designado adición. otros signos utilizados en estas leyes (los cuantificadores universales, el signo de igual-
dad) se han aplicado sólo en un número finito de casos, y se les puede dar interpretacio-
Ahora bien, la palabra «contar», igual que «más», la apliqué sólo a nes no estándar que se ajustarán a interpretaciones no estándar de «+». Así, por ejem-
una cantidad finita de usos pasados. Con lo cual, el escéptico puede plo, «Vx» podría significar para todo x < h, donde h es algún límite superior para los
cuestionar mi interpretación presente de mi uso pasado de «con- casos en los que se ha aplicado hasta ahora la instanciación universal; y lo mismo vale
tar», tal y como hizo con «más». En particular, puede sostener que para la igualdad.
De cualquier manera, la objeción peca un tanto de exceso de sofisticación. Muchos
con «contar» anteriormente quise decir cuontar, donde «cuontar» de nosotros, que no somos matemáticos, usamos perfectamente bien el signo «+» sin
un montón es contarlo en el sentido ordinario, a no ser que el mon- tener conocimiento de ninguna ley explícitamente formulada del tipo citado. Y, sin em-
bargo, no cabe duda de que usamos «+» con su significado determinado usual, ¿Qué
tón se haya formado como la unión de dos montones uno de los justificación tenemos para aplicar la función del modo como lo hacemos?
cuales tenga 57 o más unidades, en cuyo caso la respuesta que au- * N. del. T.: Kripke utiliza los paréntesis «()» para simbolizar el cuantificador
tomáticamente debe darse es «5». Es claro que, si en el pasado universal. Yo, en cambio, he utilizado el símbolo «V». He procedido así para evitar
«contar» significó cuontar, y si sigo la regla para «más» que tan acumulación engañosa de paréntesis con funciones distintas dentro de la fórmula en
que ocurren,
32 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA PARADOJA WITTOENSTEINIANA 33

detenerse —«las justificaciones tienen un final en alguna parte»— que arroja el resultado «125», está más justificado por mis instruc-
y lo que me queda es una regla que está enteramente sin reducir a ciones pasadas de lo que lo estaría un procedimiento alternativo
ninguna otra. ¿Cómo puedo justificar mi aplicación presente de di- que diera como resultado «5»? ¿No estoy simplemente siguiendo
cha regla cuando un escéptico podría fácilmente interpretarla de un impulso injustificable?13
modo que arroje uno cualquiera de entre un número indefinido de Por supuesto, estos problemas se aplican a todo el lenguaje y no
resultados distintos? Parece que mi aplicación de la regla es un in- quedan confinados al ámbito de los ejemplos matemáticos, pero el
justificado palo de ciego. Aplico la regla a ciegas. modo más terso de sacarlos a la luz es recurrir a los ejemplos mate-
Normalmente, cuando consideramos una regla matemática como máticos. Pienso que he aprendido el término «mesa» de tal modo
la de adición, nos vemos a nosotros mismos como siendo guiados que se aplicará a una cantidad indefinida de objetos futuros. Por eso
en nuestra aplicación de la misma a cada nuevo caso. Ésta es preci- puedo aplicar el térinino a una situación nueva, por ejemplo cuando
samente la diferencia entre alguien que calcula valores nuevos de visito la Torre Eiffel por vez primera y veo una mesa que está en su
una función y alguien que propone números de modo aleatorio. base. ¿Puedo responder a un escéptico que suponga que en el pasa-
Dadas mis intenciones pasadas con respecto al símbolo «+», una y do con «mesa» quise decir meslla, donde una «meslla» es todo
sólo una respuesta se dicta como la apropiada a la pregunta por
«68 + 57». Por otro lado, aunque un evaluador de inteligencia pue- 13 Supongo que, a estas alturas, pocos lectores tendrán la tentación de apelar a una
da suponer que sólo hay una continuación posible de la secuencia determinación de «continuar del mismo modo» que antes. En realidad, si lo menciono
2, 4, 6, 8,...., los matemática y filosóficamente sofisticados saben en este momento es primariamente para eliminar una manera posible de malentender el
argumento escéptico, no para rebatir una posible réplica al mismo. Algunos seguidores
que hay un número indefinido de reglas (incluso reglas enunciadas de Wittgenstein —quizá, ocasionalmente, el propio Wittgenstein— han pensado que su
en términos de funciones matemáticas tan convencionales como los idea envuelve un rechazo de la «identidad absoluta» (como opuesta a algún tipo de
polinomios ordinarios) compatibles con cualquier segmento inicial identidad «relativa»). No veo que esto sea así, con independencia de si son o no correc-
tas por otras razones las doctrinas de la identidad «relativa». Ya puede ser la identidad
finito como éste. Por eso, si el evaluador me insta a responder, tras tan «absoluta» como nos plazca, que sólo se da entre cada cosa y dicha cosa misma. Así
2, 4, 6, 8,..., con el único número siguiente apropiado, la respuesta pues, la función más es idéntica consigo misma, y la función cuas es idéntica consigo
apropiada es que no existe tal número único, ni hay tampoco una misma. Nada de esto me dirá si en el pasado me referí a la función más o a la función
cuas, y por consiguiente tampoco me dirá cuál de ellas usar a fin de aplicar la misma
única secuencia infinita (determinada por reglas) que sea continua- función ahora.
ción de la dada. El problema, entonces, puede ponerse así: yo mis- Wittgenstein insiste (§§ 215-216) en que la ley de identidad («todo es idéntico con-
mo, cuando me di las indicaciones a seguir en el futuro con respec- sigo mismo») no proporciona una salida a su problema. Debe estar suficientemente
claro que esto es así (con independencia de si la máxima deba o no rechazarse por
to a «+», ¿difería realmente en algo del evaluador de inteligencia? «inútil»), Wittgenstein escribe a veces (§§ 225-227) como si el modo en que responde-
Cierto, puede que yo no me limite a estipular que «+» va a ser una mos en un caso nuevo determinara lo que llamamos lo «mismo», como si el significado
función instanciada por un número finito de cálculos. Puede que, de «mismo» variase de un caso a otro. Sea cual sea la impresión que esto produzca, no
tiene por qué estar relacionado con doctrinas de identidad relativa y absoluta. La idea
además, me dé a mí mismo indicaciones para el cálculo ulterior de (que sólo puede comprenderse por completo después de la sección tercera del presente
«+» enunciadas en términos de otras funciones y reglas. A su vez, trabajo) puede ponerse así: .si alguien que calculase «+» como lo hacemos nosotros para
puede que me dé a mí mismo indicaciones para el cálculo ulterior el caso de argumentos pequeños diera respuestas extravagantes, del estilo de «cuas»,
para el caso de argumentos mayores e insistiera en que estaba «continuando del mismo
de estas funciones y reglas, y así sucesivamente. Al final, sin em- modo que antes», no aceptaríamos su afirmación de que estaba «continuando del mis-
bargo, el proceso debe detenerse ante funciones y reglas «últimas» mo modo» que en el caso de los argumentos pequeños. Lo que llamamos la respuesta
que yo he estipulado para mí mediante sólo un número finito de «correcta» determina lo que llamamos «continuar del mismo modo». Nada de esto en
ejemplos, justo como ocurría en la prueba de inteligencia. Si es así, sí mismo implica que la identidad sea «relativa» en los sentidos en que se ha usado
«identidad relativa» en otros trabajos publicados sobre el tema.
¿acaso no es tan arbitrario mi procedimiento como el de la persona Para ser justo con Peter Geach, el defensor más destacado de la «relatividad» de la
que adivina la continuación de la prueba de inteligencia? ¿En qué identidad, debo mencionar (no vaya a ser que el lector asuma que estaba pensando en
sentido mí procedimiento real de cálculo, que sigue un algoritmo él) que él no está entre aquellos a quienes he oído exponer la doctrina de Wittgenstein
como si fuese dependiente de una negación de la identidad «absoluta».
34 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA 35

aquello que sea una mesa no encontrada en la base de la Torre verdul, entonces cae bajo la extensión de «verde», según lo que
Eiffel, o una silla encontrada allí? ¿Pensé explícitamente en la quise decir con este término en el pasado. De nada sirve suponer
Torre Eiffel cuando por vez primera «capté el concepto de» una que en el pasado estipulé que «verde» se iba a aplicar a todas y so-
mesa, cuando me di a mí mismo indicaciones con respecto a qué es las aquellas cosas que fuesen «del mismo color que» la muestra. El
lo que quería decir con «mesa»? Y aun si efectivamente pensé en la escéptico puede reinterpretar «mismo color» como mismo esmo-
Torre, ¿acaso no es posible reinterpretar de un modo compatible lor16, donde las cosas tienen el mismo esmolor si....
con la hipótesis del escéptico cualesquiera indicaciones dadas por Volvamos al ejemplo de «más» y «cuas». Acabamos de resumir-
mí a mí mismo que la mencionen? Lo más importante para el argu- lo en términos de la base que tengo para mi respuesta particular
mento del «lenguaje privado» es que este punto se aplica también, presente: ¿qué es lo que me indica que debo decir «125» y no «5»?
por supuesto, a predicados de sensaciones, de impresiones visuales, Por supuesto, el problema puede plantearse de modo equivalente en
y de cosas por el estilo: «¿Cómo sé que al ir desarrollando la serie términos de la indagación escéptica con respecto a mi propósito
+2 debo escribir "20.004, 20.006" y no "20.004, 20.008"? ». (La presente: no hay nada en mi historia mental que establezca si quise
pregunta: «¿Cómo sé que este color es 'rojo'? » es similar). (Obser- decir más o cuas. Así formulado, puede parecer que el problema es
vaciones sobre los fundamentos de la matemática, I, § 3). Este pasa- epistemológico —-¿cómo puede nadie saber cuál de estas dos cosas
je ilustra de forma asombrosa una tesis central del presente ensayo: quise decir? Sin embargo, dado que todo en mi historia mental es
que Wittgenstein considera que los problemas fundamentales de la compatible tanto con la conclusión de que quise decir más como
filosofía de la matemática y del «argumento del lenguaje privado» con la de que quise decir cuas, es claro que el reto escéptico no es
—el problema del lenguaje de sensación— son idénticos en la raíz, realmente de tipo epistemológico. Su fin es mostrar que nada en mi
y provienen de su paradoja. El § 3 es, en su totalidad, una enuncia- historia mental de mi conducta pasada —ni siquiera lo que de ella
ción sucinta y hermosa de la paradoja de Wittgenstein. En realidad, conocería un Dios omnisciente— podría establecer si quise decir
toda la sección inicial de la parte I de Observaciones sobre los fun- más o cuas. Pero entonces parece seguirse que no hubo ningún he-
damentos de la matemática es un desarrollo del problema con espe- cho acerca de mí que constituyese mi haber querido decir más en
cial referencia a la matemática y a la inferencia lógica. Se ha su- lugar de cuas. ¿Cómo podría haberlo, si nada en mi historia mental
puesto que todo lo que me es preciso hacer para detenninar mi uso interna o en mi conducta externa servirá de respuesta al eseéptico
de la palabra «verde» es tener una imagen, una muestra de verde que suponga que de hecho quise decir cuas? Si no hubo tal cosa
que traigo a mi mente siempre que aplico la palabra en el futuro. como mi querer decir más en lugar de cuas en el pasado, tampoco
Cuando utilizo esto para justificar mi aplicación de «verde» a un puede haberla en el presente. Cuando inicialmente presentamos la
nuevo objeto, ¿no debería resultar obvio el problema escéptico para paradoja, no tuvimos más remedio que utilizar el lenguaje, y dimos
cualquier lector de Goodman?14 Tal vez con «verde» en el pasado por descontado los significados presentes. Ahora vemos, tal como
quise decir verdul15, y la imagen de color, que realmente fue verdul, esperábamos, que esta concesión provisional era en realidad ficti-
tuvo como propósito llevarme a aplicar la palabra «verde» siempre cia. No puede haber hecho alguno respecto a lo que quiero decir
a objetos verdules. Si el objeto azul que tengo ahora ante mí es con «más», o con cualquier otra palabra, en ningún momento. Al
final, hay que dar un puntapié a la escalera.
14 Véase Nelson Goodman, Fací, Fiction, andForecast (3.a ed., Bobbs-Merrill, In- Ésta es, por tanto, la paradoja escéptica. Cuando respondo de
dianapolis, 1973, xiv+ 131 pp.) [Hecho, ficción y pronóstico, Síntesis, Madrid, 2004], una forma en vez de otra a un problema como el de «68 + 57», no
especialmente cap. III, § 4, pp. 72-81.
15 La definición exacta de «verdul» no es importante. Lo mejor es suponer que los
puedo tener justificación a favor de una respuesta en vez de otra.
objetos pasados eran verdules si y sólo si eran (entonces) verdes, mientras que los obje-
tos presentes son verdules si y sólo si son (ahora) azules. Estrictamente hablando, ésta
no es la idea original de Goodman, pero probablemente es la más conveniente para los 16 «Esmolor» aparece, con una grafía ligeramente distinta, en Joseph Ullian, «More
propósitos presentes. A veces también Goodman escribe de esta manera. on "Grue" and Grae», The PhilosophicalReview, vol. 70 (1961), pp. 386-389.
36 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PPJVADO
LA PARADOJA WITTOENSTEINIANA 37
Puesto que el escéptico que supone que quise decir cuas no puede
ser contestado, no hay ningún hecho acerca de mí que distinga entre Los análisis disposicionales han gozado de influencia desde la apa-
mi querer decir más y mi querer decir cuas. En realidad, no hay rición de El concepto de lo mental de Ryle. El propio trabajo de
ningún hecho acerca de mí que distinga entre mi querer decir con Wittgenstein en su etapa posterior es, naturalmente, una de las
«más» una función definida (que determina mis respuestas en ca- fuentes de inspiración de tales análisis, y puede que haya quien
sos nuevos) y mi no querer decir nada en absoluto. piense que Wittgenstein mismo desea sugerir una solución disposi-
A veces, al meditar sobre la situación, he tenido algo así como cional a su paradoja.
una sensación inquietante. Aún ahora, mientras escribo, tengo la El análisis disposicional que he oído proponer es simple: querer
confianza de que hay algo en mi mente •—el significado que asocio decir adición con «más» es tener la disposición a responder, ante la
con el signo «más»—• que me instruye sobre lo que debo hacer en pregunta por cualquier suma «x +y», indicando la suma de x e y (en
todos los casos futuros. Yo TÍO predigo lo que haré —véase la discu- particular, a responder «125» cuando se es interrogado sobre
sión que sigue inmediatamente—•, sino que me instruyo a mí mis- «68 + 57»). Y querer decir cuas es tener la disposición a responder,
mo sobre lo que debo hacer para estar conforme con el significado. ante la pregunta acerca de cualesquiera argumentos, indicando la
(Sí fuese a hacer ahora una predicción sobre mi conducta futura, cuuma de los dos (en particular, a responder «5» cuando se es inte-
ésta tendría contenido sustantivo sólo porque preguntar si mi con- rrogado sobre «68 + 57»). Es verdad que mis pensamientos y res-
ducta estará o no conforme con mis intenciones tiene ya sentido en puestas reales del pasado no sirven para distinguir entre la hipótesis
términos de las instrucciones que me doy a mí mismo). Pero cuan- del más y la del cuas. Pero, incluso en el pasado, había hechos dis-
do me concentro en lo que está ahora en mi mente, ¿qué instruccio- posicionales acerca de mí que sí sirvieron para establecer dicha dis-
nes pueden encontrarse allí? ¿Cómo se puede decir que yo esté ac- tinción. Afirmar que de hecho quise decir más en el pasado es afir-
tuando sobre la base de estas instrucciones cuando actúe en el mar —¡de acuerdo con lo que, sin duda, ocurrió!— que si se me
futuro? La cantidad infinita de casos de la mesa no están en mi hubiese preguntado por «68 -f 57», habría respondido «125». Por
mente prestos a ser consultados por mi yo futuro. Afirmar que hay hipótesis, no fui de hecho preguntado, pero a pesar de ello la dispo-
una regla general en mi mente que me dice cómo sumar en el futu- sición estaba presente.
ro es sólo desplazar el problema a otras reglas que también parecen En buena medida, esta réplica debe inmediatamente parecer que
darse sólo en términos de una cantidad finita de casos. ¿Qué puede está mal dirigida, que yerra el blanco. Pues el escéptico creó un
haber en mi mente que sea aquello de lo que yo haga uso cuando halo de perplejidad en torno a mi justificación para responder
actúe en el futuro? Parece que la idea entera de significado se des- «125» en vez de «5» al problema de adición que se me propuso. Él
vanece en el aire. piensa que mi respuesta no es mejor que un palo de ciego. ¿Propor-
¿Podemos escapar a estas increíbles conclusiones? Permítaseme ciona algún avance la réplica sugerida? ¿Cómo justifica ella mi
discutir, primero, una respuesta que más de una vez he oído al con- elección de «125»? Lo que dice es esto: «"125" es la respuesta que
versar sobre este tema. Según dicha respuesta, la falacia que aqueja tú tienes disposición a dar, y (quizá añada la réplica) ésa habría sido
al argumento de que no hay ningún hercho acerca de mí que consti- también tu respuesta en el pasado». Muy bien, yo sé que «125» es
tuya mi querer decir más reside en la asunción de que tal hecho la respuesta que tengo disposición a dar (¡estoy efectivamente dán-
debe consistir en un estado mental ocurrente. En efecto, el argu- dola!), y quizá sirve de ayuda que se me diga —como una cuestión
mento escéptico muestra que la totalidad de mi historia mental pa- de hecho bruto—• que habría dado la misma respuesta en el pasado.
sada ocurrente podría haber sido la misma con independencia de si ¿De qué modo indica nada de esto que —ahora o en el pasado—
quise decir más o cuas; pero todo lo que esto revela es que el hecho «125» fue una respuesta justifica da en términos de instrucciones
de que quise decir más (en vez de cuas) ha de analizarse disposicio- que me di a mí mismo, en vez de una mera respuesta injustificada
nolmente, en lugar de en términos de estados mentales ocurrentes. y arbitraria, cual salida de una caja de sorpresas? ¿Se supone que
debo justificar mi creencia presente de que quise decir adición, no
38 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA PARADOJA W1TTOENSTEINIANA 39

cuadición, y que por tanto debo responder «125», en términos de Así pues, parece realmente que cualquier concepción disposi-
una hipótesis acerca de mis disposiciones pasadas^ (¿Investigo y cional malentiende el problema escéptico —encontrar un hecho
llevo registro de la fisiología pasada de mi cerebro?) ¿Por qué estoy pasado que justifique mi respuesta presente. El candidato que pro-
tan seguro de que es correcta una hipótesis particular de este tipo, pone para ser un «hecho» que determina lo que yo quiero decir no
cuando todos mis pensamientos pasados pueden construirse bien satisface la condición básica que debe cumplir todo tal candidato,
de modo que lo que quise decir fue más, bien de modo que lo que resaltada anteriormente en la p. 25, a saber, que debe decirme lo
quise decir fue cuas? O si no, ¿hay que entender que la hipótesis se que debo hacer en cada nuevo caso. Al final, casi todas las objecio-
refiere sólo a mis disposiciones presentes, en cuyo caso daría así la nes a la concepción disposicional se reducen a ésta. Con todo, dado
respuesta correcta por definición? que el disposicionalista ofrece un candidato para ser el hecho en
Nada hay más contrario a nuestra idea ordinaria •—o a la de Witt- que podría consistir lo que yo quiero decir que goza de popularidad,
genstein— que la suposición de que «cualquier cosa que vaya a vale la pena examinar con más detalle algunos problemas a que su
parecerme correcta es correcta» (§ 258). Por el contrario, «eso sólo idea se enfrenta.
significa que aquí no podemos hablar de correcto» (ibid.). Todo Según dije, probablemente algunos hayan leído a Wittgenstein
candidato a ser lo que constituye el estado de mi querer decir una mismo como si favoreciera un análisis disposicional. Yo creo que,
función en lugar de otra mediante un signo de función debe ser tal por el contrario, aunque las ideas de Wittgenstein poseen elementos
que, sea lo que sea lo que yo de hecho haga (o tenga disposición a disposicionales, cualquier análisis de ese tipo es inconsistente con
hacer), haya una única cos;a que yo debiera hacer. ¿Acaso no es la la concepción de Wittgenstein19.
concepción disposicional'simplemente una igualación de la actua-
ción con la corrección? Si se asume el determinismo, aun cuando da» en términos del significado que asigné a «*», algo que sí diré para «+», puesto que
yo no me proponga denotar ninguna función número-teórica en no hay tal significado.
19 Russell, en The Analysis ofMind (George Alien and Unwin, Londres, en Muir-
particular mediante el signo «*», resulta que es verdad para «*» lo head Library of Philosophy, 310 pp.) [Análisis del espíritu, Paidós, Buenos Aires,
mismo que es verdad para «+», o lo es en la misma medida, a saber, 1949], realiza ya un análisis disposicional de ciertos conceptos mentales: véase, espe-
que para cualesquiera dos argumentos, mjn, hay una respuesta p cialmente, la Conferencia III, «Desire and Feeling», pp. 58-76. (El objeto de un deseo,
por ejemplo, es más o menos definido como aquello que, cuando se obtiene, causará el
unívocamente determinada que yo daría17. (Yo escojo una al azar, cese de la actividad del sujeto suscitada por el deseo). El libro está explícitamente in-
como diríamos normalmente, pero, causalmente, la respuesta está fluido por el conductismo watsoniano (véanse el prefacio y el primer capítulo). Me in-
determinada). La diferencia entre el caso de «*» y el caso de la clino a conjeturar que el desarrollo filosófico de Wittgenstein estuvo considerablemente
influido por este trabajo, tanto en los aspectos en que el autor simpatiza con las ideas
función «+» es que en este último, pero no en aquél, a mi respuesta conductistas y disposicionales como en los que se opone a ellas. A mi entender, en § 21
unívocamente determinada cabe propiamente llamarla «correcta» o ss. de Philosophical Remarks (Basil Blackwell, Oxford, 1975, 357 pp., traducido por
«equivocada»18. R. Hargreaves y R. White) [Observaciones filosóficas, UNAM, México, 1997], Witt-
genstein expresa su rechazo de la teoría de Russell del deseo, según ésta es enunciada
en la Conferencia DI de Tire Analysis ofMind. La discusión de la teoría de Russell jugó,
17 Veremos en lo que inmediatamente sigue que, para argumentos m y n arbitraria- me parece, un papel importante en el desarrollo de Wittgenstein: el problema de la re-
mente grandes, esta aserción no es realmente verdadera ni siquiera para «+». Por eso es lación de un deseo, o de una expectativa, etc., con su objeto (la «intencionalidad») es
por lo que digo que la aserción es verdadera para «+» y para el signo carente de signifi- una de las formas importantes que adopta el problema de Wittgenstein acerca del signi-
cado «*» «en la misma medida». ficado y de las reglas en las Investigaciones. Es claro que el escéptico, al proponer sus
18 Yo podría haber introducido «*» sin querer decir nada en particular, aun cuando interpretaciones extravagantes acerca de lo que quise decir previamente, puede obtener
la respuesta que arbitrariamente elija para «m * n» esté, debido a alguna peculiaridad de resultados extravagantes con respecto a lo que (en el presente) satisface, o no satisface,
mi estructura cerebral, unívocamente determinada independientemente del tiempo y de mis deseos o expectativas pasadas, o lo que constituye obediencia a una orden que di.
otras circunstancias que concurren cuando se me hace la pregunta. Podría ocurrir, ade- La teoría de Russell es paralela a la teoría disposicional del significado que presento en
más, que yo resolviera conscientemente, una vez que he elegido una respuesta particu- el texto debido a que da una explicación disposicional causal del deseo. Así como la
lar para «m * n», mantenerla para cualquier otro caso particular, si se repite la pregunta, teoría disposicional mantiene que el valor que yo me propuse que tuviera «+» para dos
y que sin embargo yo piense, de todas maneras, que «*» no significa ninguna función argumentos particulares, m y n, es, por definición, la respuesta que yo daría si se me
en particular. Lo que no diré es que mi respuesta particular es «correcta» o «equivoca- preguntara por «m + n», así también caracteriza Russell lo que yo deseé como aquello
40 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA 41

En primer lugar, debemos enunciar el análisis disposicional sim- ciones. No es verdad, por ejemplo, que si se me pregunta acerca de
ple. Él suministra un criterio que me dirá cuál es la función número la suma de dos números cualesquiera, no importa lo grandes que
teórica 9 que quiero decir mediante un símbolo de función binaria sean, yo vaya a dar por respuesta su suma real, pues algunos pares
«/», a saber: el referente 9 de «/» es aquella única función binaria de números son simplemente demasiado grandes para que mi men-
9 tal que yo tengo la disposición a responder «p» si se me pregunta te —o mi cerebro— los capte. Cuando se me proponen tales sumas,
acerca de «f(m, n)», donde «p» es un numeral que denota a 9 (m, n) puede que me encoja de hombros por falta de comprensión. Puede
y «m» y «n» son numerales que denotan a números particulares incluso que, si los números en cuestión son lo bastante grandes, me
m y n. Lo que se pretende con el criterio es que podamos, a partir muera de viejo antes de que mi interlocutor acabe de hacer su pre-
de mi disposición, «leer» cuál es la función que quiero decir me- gunta. Redefínase la «cuadición» de modo que sea una función que
diante un cierto símbolo de función. Los casos de adición y cuadi- concuerda con la adición para todos los pares de números lo bastan-
ción tratados antes serían simplemente casos especiales de dicho te pequeños como para que yo tenga una disposición a sumarlos, y
esquema de definición20. que diverja de la adición de ahí en adelante (que de ahí en adelante
La teoría disposicional trata de evitar el problema de la finitud su valor sea, digamos, 5). Entonces, así como el escéptico propuso
de mi actuación pasada real por apelación a una disposición. Pero, previamente la hipótesis de que yo quise decir cuadición en el sen-
en su apelación, pasa por alto un hecho obvio: no solones finita mi tido antiguo, propone ahora la hipótesis de que quise decir cuadi-
actuación real, sino que también lo es la totalidad de mis disposi- ción en el sentido nuevo. La explicación disposicional será incapaz
de refutarlo. Igual que antes, hay una cantidad infinita de candida-
que, si lo obtuviera, aquietaría mí actividad de «búsqueda». Creo que incluso en las tas que el escéptico puede proponer para desempeñar el papel de la
Investigaciones, igual que en las Observaciones filosóficas (que provienen de una época cuadición.
más temprana), Wittgenstein continúa rechazando la teoría disposicional de Russell He oído sugerir que la dificultad surge solamente cuando se ma-
porque ésta hace que la relación entre un deseo y su objeto sea una relación «externa»
(Of, § 21), aunque en las Investigaciones, a diferencia de las Observaciones flosóficas, neja una noción de disposición demasiado cruda: ceteris paribus,
Wittgenstein ya no basa su idea en la «teoría de la figura» del Tractatus. La idea de Witt- sin duda que responderé con la suma de dos números cualesquiera
genstein de que la relación entre el deseo (expectativa, etc.) y su objeto debe ser «inter- cuando se me pregunte. Y son las nociones de disposiciones con
na», no «externa», es paralela a conclusiones correspondientes que yo saco con respec-
to al significado, más abajo en el texto (la relación del significado y la intención con la condición ceteris paribus incorporada, y no las nociones crudas y
acción futura es. «normativa, no descriptiva», más abajo pp. 50-51). Las secciones 429- literales, las que se usan de manera estándar en la filosofía y en la
465 discuten el problema fundamental de las Investigaciones en forma de «intenciona- ciencia. Tal vez, pero ¿cómo debemos detallar la cláusula ceteris
lidad». Me inclino a considerar que § 440 y § 460 se refieren oblicuamente a la teoría,
de Russell y la rechazan. paribusl Quizá de un modo parecido a éste: si mi cerebro contuvie-
Las observaciones que hace Wittgenstein sobre ias máquinas (véanse, más abajo, ra una cantidad de materia extra suficiente para captar números lo
pp. 47-48 y la nota 24) expresan también un rechazo explícito de las concepciones dis- bastante grandes, y si estuviera dotado de capacidad suficiente para
posicional y causal del significado y de seguir una regla.
20 En realidad, es perfectamente obvio que una definición tan cruda como ésta re-
realizar una adición así de grande, y si mi vida (en estado saluda-
sulta inaplicable a funciones que yo pueda definir pero no pueda calcular mediante ble) se prolongara lo bastante, entonces dado un problema de adi-
ningún algoritmo. Si se acepta la tesis de Church, tales funciones abundan (véase el ción concerniente a dos números grandes, m y n, yo respondería
comentario sobre las máquinas de Turing, más abajo, en la nota 24). Sin embargo, Witt-
genstein mismo no considera estas funciones cuando desarrolla su paradoja. Para sím- con su suma, y no con el resultado que concordase con alguna regla
bolos que denotan tales funciones tiene sentido hacerse la pregunta «¿Cuál es la función cuasiforme. ¿Pero cómo podemos tener confianza alguna en esto?
que quiero decir mediante el símbolo?»; pero lo que no tiene sentido es la paradoja ¿Cómo diablos puedo decir qué sucedería si mi cerebro contuviera
wittgensteiniana usual (cualquier respuesta, no sólo la que doy, concuerda con la regla),
puesto que puede que yo no dé respuesta alguna en caso de que no posea ningún proce- materia cerebral extra, o si mi vida se prolongara por virtud de al-
dimiento para calcular los valores de la función. Ni tiene sentido tampoco una explica- gún elixir mágico? Sin duda, tal especulación debería quedar reser-
ción disposicional de lo que quiero decir.—Este no es el lugar de acometer tales asun- vada a los escritores de ciencia ficción y a los futurólogos. No tene-
tos: para Wittgenstein, es posible que esto esté en conexión con sus relaciones con el
finitismo y el intuicionismo. mos ni idea de cuáles serían los resultados de tales experimentos.
42 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO
LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA 43

Podrían tener el efecto de que me volviese loco, o incluso de que El disposicionalista brega bajo la amenaza de aun otra dificul-
actuase en concordancia con una regla cuasiforme. El resultado es tad, tan potente como la anterior, que fue presagiada más arriba
obviamente indeterminado, a falta de una especificación mayor de cuando recordé la observación de Wittgenstein de que, si «correc-
estos procesos mágicos expandidores de la mente; y aun con tales to» tiene sentido, no puede ocurrir que todo lo que me parece co-
especificaciones, resulta altamente especulativo. Pero, naturalmen- rrecto sea (por definición) correcto. La mayoría de nosotros tene-
te, lo que la cláusula ceteris paribus significa en realidad es algo mos disposiciones a cometer errores21. Por ejemplo, algunas
como lo siguiente: si, de algún modo, se me dotase de los medios personas, cuando se les pide que sumen ciertos números, se olvidan
para llevar a cabo mis intenciones con respecto a números que en el de tener en cuenta «cuántas se llevan». Tienen así disposición a dar,
momento presente resultan demasiado grandes para que yo los para tales números, una respuesta que difiere de la tabla de adición
sume (o los capte), y si llevase a cabo estas intenciones, entonces si usual. Normalmente, decimos que esas personas han cometido un
se me preguntase acerca de «m + n», siendo m y n números gran- error. Eso significa que, para ellos, tanto como para nosotros, «+»
des, respondería con su suma (y no con su cuuma). Semejante con- significa adición, pero que para ciertos números no tienen disposi-
dicional contrafáctico es aceptablemente verdadero, pero no sirve ción a dar la respuesta que debieran dar, si es que han de estar en
de ayuda contra el escéptico. Presupone una noción previa: mi tener concordancia con la tabla de la función que realmente quisieron
una intención de querer decir una función en vez de otra mediante decir. Pero el disposicionalista no puede decir esto. Según él, la
«+». Es por virtud de un hecho de este tipo acerca de mí por lo que función que alguien quiere decir ha de ser leída a partir de sus dis-
es verdadero el condicional. Pero, por supuesto, el escéptico está
poniendo en tela de juicio la existencia de precisamente tal hecho.
21 No obstante, en el eslogan citado y en § 202, Wittgenstein parece estar más pre-
Hay que especificar su naturaleza, si se quiere hacer frente al reto ocupado con la cuestión «¿Tengo razón al creer que estoy aplicando todavía la misma
del escéptico. Si se acepta que quiero decir adición mediante «+», regla?», que con la cuestión «¿Es correcta mi aplicación de la regla?». Relativamente
entonces por supuesto, si yo actuase en concordancia con mis in- pocos de nosotros —hasta donde yo sé— tenemos la disposición a dejar extrañamente
de aplicar una regla dada si la estuvimos aplicando alguna vez. Quizá haya una sustan-
tenciones, respondería, dado cualquier par de números a combinar cia corrosiva ya presente en mi cerebro (cuya acción se «desencadenará» si se me expo-
mediante «+», con su suma. Pero igualmente, si se acepta que quie- ne a un cierto problema de adición) que me llevará a olvidar cómo sumar. Una vez
ro decir cuadición, si yo actuase en concordancia con mis intencio- producida la secreción de esta sustancia, podría empezar a dar respuestas extravagantes
a problemas de adición, repuestas que sean conformes a una regla cuasiforme, o que no
nes, respondería con la cuuma de tales números. No se puede tomar sean conformes a ninguna pauta discernible en absoluto. Aun si pienso que estoy si-
partido a favor de un condicional en vez del otro sin circularidad. guiendo la misma regla, de hecho no es así.
Recapitulemos brevemente: si el disposicionalista trata de de- Ahora bien, cuando asevero que yo sin lugar a dudas quiero decir adición mediante
«más», ¿estoy haciendo una predicción acerca de mi conducta futura, estoy aseverando
finir la función que yo quise decir como la función determinada que no hay tal ácido corrosivo? Por poner la cuestión de modo diferente: asevero que el
por la respuesta que tengo disposición a dar para argumentos ar- significado presente que doy a «+» determina valores para cantidades arbitrariamente
bitrariamente grandes, entonces pasa por alto el hecho de que mis grandes. No predigo que me saldrán estos valores, ni siquiera predigo que usaré nada
parecido a los «procedimientos correctos» para obtenerlos. Puede que haya ya en mi
disposiciones se extienden sólo a una cantidad finita de casos. Si una disposición a volverme loco, a cambiar la regla, etc., que esté a la espera de ser
intenta apelar a mis respuestas en condiciones idealizadas que su- desencadenada por el estímulo apropiado. No hago aserción alguna acerca de tales po-
peren esta finitud, tendrá éxito sólo en caso de que la idealización sibilidades cuando digo que mi uso del signo «+» determina valores para todo par de
argumentos. Y mucho menos asevero que los valores que me saldrán en estas circuns-
incluya una especificación de que, en estas condiciones ideales, tancias son, por definición, los valores que concuerdan con lo que se quiere decir,
responderé todavía en concordancia con la tabla infinita de la fun- Estas posibilidades, y el caso mencionado más arriba con respecto a «*», en que
ción que realmente quise decir. Pero entonces la circularidad del tengo disposición a responder aun cuando desde el principio no sigo ninguna regla,
deben tenerse en cuenta juntamente con la posibilidad vulgar de error mencionada en el
procedimiento resulta evidente. Las disposiciones idealizadas es- texto principal. Nótese que, en el caso de «*», parece intuitivamente posible que yo
tán determinadas sólo porque ya se ha establecido qué función pudiera estar bajo la impresión de que estaba siguiendo una regla aun cuando no
quise decir. estuviera siguiendo ninguna-—véase el caso análogo de la lectura, más abajo, en las
pp. 58-59, en referencia a § 166.
44 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA '15

posiciones. No se puede presuponer de antemano cuál es la función «mido» que ha de ignorarse sin presuponer una noción anterior de
significada. En el caso presente, hay una cierta función única (lla- cuál es la función que se quiere decir. Una sucinta experimentación
mémosla «eskadición») cuya tabla se corresponde exactamente con revelará la futilidad de tal empresa. Recuérdese que el sujeto posee
las disposiciones del sujeto, incluidas sus disposiciones a cometer una disposición sistemática a olvidar tener en cuenta cuántas se
errores. (Déjese a un lado la dificultad de que las disposiciones del lleva en ciertas circunstancias: tiende a dar una respuesta uniforme-
sujeto son finitas: supóngase que el sujeto tiene una disposición a mente errónea cuando está bien descansado, rodeado de un am-
responder ante cualquier par de argumentos). Por eso, mientras que biente agradable donde no hay desorden, etc. Las cosas no pueden
el sentido común mantiene que el sujeto quiere decir la misma fun- arreglarse a base de insistir en que el sujeto, andando el tiempo,
ción de adición que todos los demás, sólo que sistemáticamente respondería con la respuesta correcta tras ser corregido por otros.
comete errores de cálculo; el disposicionalista, en cambio, parece i
forzado a mantener que el sujeto no comete errores de cálculo, sino (y de la noción consiguierite de regla gramatical) poseen una gran fuerza persuasiva. El
trabajo presente tiene el propósito de exponer mi modo de entender la posición de Witt-
que quiere decir una función no estándar («eskadición») mediante genstein, no la mía propia; pero ciertamente no es mi intención aseverar, ejerciendo de
«+». Recuérdese que el disposicionalista mantenía que detectaría- exégeta, que Wittgenstein mismo rechazaría la distinción. Lo que es importante aquí es
mos que alguien quiere decir cuas mediante «+»por vía de su dis- que la noción de «competencia» no es, ella misma, una noción disposicional. Es norma-
tiva, no descriptiva, en el sentido explicado en el texto.
posición a responder con «5» ante argumentos > 57. Del mismo La cuestión es que nuestra comprensión de la noción de «competencia» es depen-
modo, el disposicionalista «detectará» que un sujeto completamen- diente de nuestra comprensión de la idea de «seguir una regla», según se arguye en el
te normal, aunque falible, quiere decir alguna función no estándar debate de arriba. Wittgenstein rechazaría la idea de que la «competencia» pueda definir-
se en términos de un modelo disposicional o mecánico idealizado, y usarse sin circula-
mediante «+». ridad para explicar la noción de seguir una regla. Sólo después de haber resuelto el
Una vez más, la dificultad no puede superarse mediante una problema escéptico acerca de las reglas podemos entonces definir la «competencia» en
cláusula ceterisparibus, mediante una cláusula que excluya el «rui- términos de seguimiento de reglas. A pesar de que las nociones de «competencia» y
«actuación» varían (al menos) de un autor a otro, no veo ninguna razón por la que los
do», ni tampoco mediante una distinción entre «competencia» y lingüistas tengan que asumir que la «competencia» se define antes que el seguimiento
«actuación». No cabe duda de que la disposición a dar la suma ver- de reglas. Aunque las observaciones que hago en el texto advierten contra el uso de la
dadera en respuesta a cada problema de adición es parte de mi noción de «competencia» como solución a nuestro problema, no son de ningún modo
argumentos contra la noción misma.
«competencia», si lo que con esto queremos decir es simplemente De todas formas, dada la naturaleza escéptica de la solución de Wittgenstein a su
que tal respuesta concuerda con la regla que me propuse utilizar, o problema (según esta solución es explicada más abajo), es claro que, si se acepta el
si lo que queremos decir es que, si se eliminaran todas mis disposi- punto de vista de Wittgenstein, la noción de «co'mpetencia» se verá a una luz radical-
mente distinta de la que implícitamente ilumina a mucha de la bibliografía en lingüísti-
ciones a cometer errores, daría la respuesta correcta. (De nuevo, ca. Pues si los enunciados que atribuyen seguimiento de reglas no han de considerarse
dejo a un lado la finitud de mi capacidad). Pero una disposición a como enunciando hechos, ni tampoco se les ha de ver como explicando nuestra conduc-
cometer un error es simplemente una disposición a dar una res- ta (véase, abajo, la sección 3), parecería que el uso que se hace en lingüística de las
ideas de reglas y de competencia necesita una reconsideración seria, si es que estas
puesta distinta de la que concuerda con la función que quise decir. nociones no quedan «desprovistas de sentido». (Dependiendo del punto de vista de cada
Presuponer este concepto en la discusión presente es, claro está, cual, podría considerarse que la tensión que aquí se revela entre la lingüística moderna
viciosamente circular. Si quise decir adición, mi disposición real y la crítica escéptica de Wittgenstein arroja dudas sobre la lingüistica, o sobre la crítica
escéptica de Wittgenstein, o sobre ambas). Estas cuestiones surgirían aun si, como ocu-
«errónea» ha de ser ignorada; si quise decir eskadición, no debiera rre a lo largo del texto presente, nos ocupamos de reglas, como la adición, que están
serlo. Nada hay en la noción de mi «competencia», según se ha enunciadas explícitamente. Nos vemos a nosotros mismos como captando consciente-
definido, que pueda en modo alguno decirme cuál de las alternati- mente estas reglas; en ausencia de los argumentos escépticos de Wittgenstein, no en-
contraríamos ningún problema en la asunción de que cada respuesta particular que pro-
vas adoptar22. Otra posibilidad sería que intentáramos especificar el ducimos se justifica por nuestra «captación» de las reglas. Los problemas se exacerban
si, como ocurre en lingüística, se piensa que las reglas son tácitas, que tienen que ser
22 Para que no se me malentienda: espero que esté claro que, al decir esto, no es que reconstruidas por el científico y ser inferidas a modo de explicación de la conducta.
yo mismo rechace la distinción de Chomsky entre competencia y actuación. Por el con- El asunto merece discusión extensa en otro lugar (véanse también, abajo, pp. 108-111
trario, personalmente encuentro que los argumentos familiares a favor de la distinción y la nota 77).
46 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO
T LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA '17

En primer lugar, hay sujetos ineducables que continuarán en su pues ésta puede verse como si interpretara a los seres humanos
error aun después de corrección persistente. En segundo, ¿qué se como máquinas cuyo funcionamiento arroja mecánicamente el re-
quiere decir mediante «corrección por otros»? Si lo que esto signi- sultado correcto.
fica es rechazo por parte de otros de respuestas «equivocadas» (res- Podemos interpretar al objetor como si arguyera que la regla
puestas que no concuerdan con la regla que el hablante quiere de- puede estar incorporada en una máquina que calcula la función
cir) y sugerencia de la respuesta correcta (la respuesta que sí relevante. Si construyo una máquina así, simplemente producirá el
concuerda), entonces de nuevo la explicación es circular. Si se ad- resultado correcto, en cualquier caso particular, para cualquier pro-
mite que hay intervención aleatoria (esto es, que puede que las «co- blema particular de adición. La respuesta que la máquina daría es,
rrecciones» sean arbitrarias, con independencia de si son «correc- entonces, la respuesta que yo me propuse dar.
tas» o «equivocadas»), entonces, aunque sea posible inducir a los El término «máquina» es aquí ambiguo, como a menudo lo es en
sujetos educables a que corrijan sus respuestas equivocadas, será otras regiones de la filosofía. Pocos de nosotros estamos en posi-
igualmente posible inducir a los sujetos sugestionables a que reem- ción de construir una máquina o diseñar un programa que incorpo-
placen sus respuestas correctas por otras erróneas. Por tanto, el re nuestras intenciones; y si un técnico realiza la tarea por mí, el
enunciado disposicional enmendado no proporcionará ningún cri- escéptico puede legítimamente preguntar si el técnico ha realizado
terio para determinar cuál es la función que realmente se quiere su tarea correctamente. Supóngase, no obstante, que tengo la fortu-
decir. na de ser un consumado experto, en posesión de la destreza técnica
La teoría disposicional, según la he enunciado, asume que la requerida para incorporar mis propias intenciones en una máquina
función que quise decir viene determinada por mis disposiciones a de calcular, y que enuncio que la máquina es de autoridad definiti-
calcular sus valores en casos particulares. De hecho, esto no es así. va con respecto a mis intenciones. Ahora bien, la palabra «máqui-
Dado que las disposiciones cubren sólo un segmento finito de la na» puede referirse aquí a una cualquiera de varias cosas. Puede
función total y dado que puede que se desvíen de los valores verda- que se refiera a un programa de máquina que yo diseño, que incor-
deros de la función, dos individuos podrían concordar en sus cálcu- pore mis intenciones con relación al funcionamiento de la máquina.
los en casos particulares, aun a pesar de estar en realidad calculan- De ser así, surgen exactamente los mismos problemas para el pro-
do funciones diferentes. Por tanto, la idea disposicional no es grama que para el símbolo original «+>>: el escéptico puede fingir
correcta. creer que también el programa debe ser interpretado de una manera
A veces, en debates sobre el tema, he oído expuesta una variante cuasiforme. Nada se adelanta con aducir que un programa no es
de la concepción disposicional. El argumento es el siguiente: el algo que yo escribí en papel, sino un objeto matemático abstracto.
escéptico arguye, en esencia, que soy libre de dar cualquier res- El problema simplemente adopta entonces la forma de esta pregun-
puesta nueva a un cierto problema de adición, ya que siempre pue- ta: ¿qué programa (en el sentido de objeto matemático abstracto)
do interpretar mis intenciones previas apropiadamente. ¿Pero cómo corresponde al «programa» que yo he escrito en papel (en concor-
puede ser esto? Dummett formula la objeción así: «Una máquina dancia con el modo en que lo diseñé)? («Máquina» a menudo pare-
puede seguir esta regla; ¿de dónde obtiene un ser humano, en este ce significar un programa en uno de estos sentidos: a una «máqui-
asunto, una libertad de opción de la que carece una máquina?»23. La na» de Turing, por ejemplo, sería mejor llamarla un «programa de
objeción es realmente una forma de la concepción disposicional, Turing»). Por último, empero, yo podría construir una máquina
concreta, hecha de metal y engranajes (o de transistores y cables),
23 M. A. E. Dummett, «Wittgenstein's Philosophy of Mathematics», The Philoso-
y declarar que incorpora la función a la que me refiero mediante
phical Review, vol. 68 (1959), pp. 324-348, véase p. 331; reimpreso en George Pitcher «+»: los valores que ella da son los valores de la función a la que
(ed.), Wittgensiein: The Philosophical Investigations (Macmillan, 1966, pp. 420-447), me refiero. Sin embargo, esto suscita varios problemas. Primero,
véase p. 428. No hay por qué considerar necesariamente que la objeción citada exprese
las últimas ideas del propio Dummett con respecto a este asunto. aun si digo que la máquina incorpora la función en este sentido,
48 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA PARADOJA WITTOENSTEINIANA 4!)

debo hacerlo en términos de instrucciones («lenguaje» de máquina, funcione mal y, de ser así, cuándo ocurre tal cosa, no es una propie-
mecanismos de codificación) que me indiquen cómo interpretar a dad de la máquina misma en tanto que objeto físico, sino que está
la máquina. Además, debo declarar explícitamente que la función bien definido sólo en términos de su programa, según ha sido esti-
toma siempre los valores que son dados por la máquina, en concor- pulado por su diseñador. Dado el programa, el objeto físico es, una
dancia con el código elegido. Pero entonces el escéptico es libre de vez más, superfluo para el propósito de determinar cuál es la fun-
interpretar todas estas instrucciones de una manera no estándar, de ción significada. Por tanto, igual que antes, el escéptico puede con-
una manera «cuasiforme». Aun si dejamos de lado este problema, centrar sus objeciones en el programa. Las dos últimas críticas al
hay todavía otros dos (aquí es donde entra en juego la discusión uso de la máquina física como medio para escapar del escepticismo
previa sobre la concepción disposicional). No puedo realmente in- —su finitud y la posibilidad de mal funcionamiento— son obvia-
sistir en que los valores de la función son dados por la máquina. En mente paralelas a dos objeciones correspondientes contra la con-
primer lugar, la máquina es un objeto finito, que acepta sólo una cepción disposicional24.
cantidad finita de números de entrada y arroja sólo una cantidad
finita de números de salida (otros números son simplemente dema- 24 Wittgenstein debate explícitamente acerca de máquinas en §§ 193-195. Véase

siado grandes). Hay una cantidad indefinida de programas que ex- el debate paralelo en Observaciones sobre los fundamentos de la matemática, parte I,
§§ 118-130, especialmente §§ 119426; véanse allí también, por ejemplo, II [III], § 87,
tienden la conducta finita real de la máquina. Por lo común, esto se y III (TV), §§ 48-49. Las críticas del presente texto al análisis disposicional y al uso de
pasa por alto porque el diseñador de la máquina se propuso que la máquinas para resolver el problema se inspiran en estas secciones. En particular, el
máquina satisficiese sólo un programa, pero en el contexto presen- propio Wittgenstein traza la distinción entre la máquina como programa abstracto («der
Maschine, ais Symbol», § 193) y la máquina física real, que puede averiarse [«¿olvida-
te semejante aproximación a las intenciones del diseñador simple- mos la posibilidad de que se doblen, se fracturen, se fundan, y así sucesivamente?»
mente da margen al escéptico para que interprete de manera no es- (§193)]. La teoría disposicional concibe al sujeto mismo como un tipo de máquina cu-
tándar. (En realidad, la apelación al programa del diseñador hace yas acciones potenciales incorporan la función. Por eso, en este sentido, la teoría dispo-
sicional y la idea de la máquina-como-incorporando-a-la-ñinción son realmente una
que sea superfina la máquina física; sólo el programa es verdadera- sola cosa. La actitud de Wittgenstein hacia ambas es la misma: confunden la «dureza de
mente relevante. La máquina, tomada como objeto físico, sirve de una regla» con la «dureza de un material» [Ofm, TL (IH), § 87]. Según mi interpretación,
algo sólo si la función propuesta puede de alguna manera leerse a entonces, Wittgenstein está de acuerdo con su interlocutor (§ 194 y § 195) en que el
sentido en el que todos los valores de la función-están ya presentes no es simplemente
partir del solo objeto físico). En segundo lugar, es muy poco proba- causal; aunque no está de acuerdo con la idea de que el uso futuro esté ya presente de
ble en la práctica que yo me proponga realmente confiar los valores alguna manera no-causal misteriosa.
de una función a la operación de una máquina física, ni siquiera Aunque en lo escrito arriba, por mor de seguir a Wittgenstein, he subrayado la dis-
tinción entre máquinas físicas concretas y sus programas abstractos, podría ser instruc-
para aquella porción finita de la función para la que la máquina tivo observar qué es" lo que resulta cuando se idealiza la limitación de las máquinas,
puede operar. Las máquinas reales pueden/Mnczo«ar mal: si se fun- como sucede en la teoría de autómatas moderna. Un autómata finito, según se define
den los cables o patinan los engranajes, puede que den la respuesta usualmente, tiene sólo una cantidad finita de estados, recibe sólo una cantidad finita de
elementos de entrada distintos y arroja sólo una cantidad finita de elementos de salida,
equivocada. ¿Cómo se determina cuándo ocurre un mal funciona- pero está idealizado en dos respectos: no tiene problemas de mal funcionamiento y su
miento? Por referencia al programa de la máquina, según lo propu- tiempo de vida (sin que se estropeen o se desgasten sus piezas) es infinito. Una máquina
so su diseñador, no simplemente por referencia a la máquina mis- semejante puede, en un sentido, realizar cálculos sobre números enteros arbitrariamen-
te grandes. Si está provista de notaciones para los dígitos sencillos del cero al nueve,
ma. Dependiendo de cuál sea el propósito del diseñador, cualquier ambos incluidos, puede recibir a modo de entradas números enteros positivos arbitraria-
fenómeno particular puede contar o no como un «mal funciona- mente grandes simplemente con que se le den sus dígitos de uno en uno. (Nosotros no
miento» de la máquina. Un programador que tuviera las intencio- podemos hacer esto, pues nuestro tiempo de vida efectiva es finito y necesitamos un
tiempo mínimo para comprender cualquier dígito sencillo). Un autómata semejante
nes apropiadas podría incluso haberse propuesto aprovechar el he- puede sumar de acuerdo con el algoritmo usual en la notación decimal (a la máquina so
cho de que los cables se funden o los engranajes patinan, de modo le debe alimentar con los dígitos para los números que se estén sumando empezando
que lo que para mí es una máquina que «funciona mal» para él es por los últimos dígitos de ambos sumandos y yendo hacia atrás, como en el algoritmo
usual). Sin embargo, se puede probar que, en la misma notación decimal ordinaria, esa
una que se comporta perfectamente. Que una máquina alguna vez máquina no puede multiplicar. Cualquier función calculada por esa máquina que se
50 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE PvEGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA PARADOJA WITTOENSTEINIANA 51

La enseñanza obtenida en el debate presente acerca de la con- apropiada de la relación, que es normativa, no descriptiva. El punto
cepción disposicional puede ser relevante para otras áreas que sus- no es que, si quise decir adición mediante «+», responderé «125»,
citan el interés de los filósofos, más allá del punto que nos ocupa sino que, si me propongo concordar con mi significado pasado de
directamente. Supóngase que quiero decir adición mediante «+». «+», debo responder «125». El error al calcular, la finitud de mi
¿Cuál es la relación de esta suposición con la cuestión de cuál será capacidad y demás factores de perturbación pueden hacer que yo
mi respuesta al problema de «68 + 57»? El disposicionalista da una no tenga disposición a responder como debiera, pero si es así, no
explicación descriptiva de esta relación: si «+» quería decir adi- habré actuado en concordancia con mis intenciones. La relación del
ción, entonces responderé «125». Pero ésta no es la explicación significado y la intención con la acción futura es normativa, no
descriptiva.
pretenda que sea la multiplicación exhibirá, para argumentos suficientemente grandes, Al inicio de nuestro debate del análisis disposicional, sugerimos
propiedades «cuasiformes» (o más bien, «cuoriformes»). Aun si estuviéramos ideali-
zados al modo de los autómatas finitos, una teoría disposicional arrojaría resultados que poseía un cierto aire de irrelevancia con relación a un aspecto
inaceptables. importante del problema escéptico—que el hecho de que el escéptico
Supóngase que idealizáramos todavía más y consideráramos una máquina de Turing pueda mantener la hipótesis de que quise decir cuas muestra que no
que dispone de una cinta que es infinita en ambas direcciones. Esa máquina posee una
amplitud infinita en todo momento, además de un tiempo infinito de vida sin mal fun- lave justificación al responder «125» en vez de «5». ¿Cómo, siquiera
cionamiento. Las máquinas de Turing pueden multiplicar correctamente, pero es bien en apariencia, aborda este problema el análisis disposicional? Nues-
sabido que incluso aquí hay muchas funciones que podemos definir explícitamente y tra conclusión del párrafo anterior muestra que, en algún sentido,
que no pueden ser calculadas por tales máquinas. Una teoría disposicional cruda nos
atribuiría una interpretación no estándar (o ninguna interpretación en absoluto) para después de indicar un número de críticas más específicas a la teoría
cualquier función de ese tipo (véase, más arriba, la nota 20). disposicional, hemos vuelto, en un círculo completo, a nuestra intui-
He notado que la teoría disposicional cruda y la idea de la función-como-incorpo- ción original. Precisamente el hecho de que nuestra respuesta a la
rada-en-una-máquina aparecen frecuentemente cuando se debate la paradoja de Witt-
genstein. Por esta razón, y debido a su estrecha relación con el texto de Wittgenstein, es pregunta de cuál es la función que quise decir sea justificativa de mi
por lo que he expuesto tales teorías, a pesar de que a veces me he preguntado si la dis- contestación presente es lo que queda ignorado por la explicación
cusión en torno a ellas no será excesivamente larga. Por otro lado, he resistido la tenta- disposicional y da lugar a todas sus dificultades.
ción de discutir el «funcionalismo» explícitamente, aun cuando varias de sus formas
han resultado tan atractivas a tantos de los mejores autores recientes que casi se ha Abandonaré la idea disposicional. Quizá ya me haya recreado
convertido en la filosofía de la mente comúnmente aceptada en los Estados Unidos. En excesivamente en su crítica. Repudiemos brevemente otra sugeren-
especial, he tenido miedo de que algunos lectores del debate que aparece en el texto cia. Que nadie sugiera —bajo la influencia de un exceso de filoso-
vayan a pensar que el «funcionalismo» es precisamente el modo en que se debe modi-
ficar la teoría disposicional cruda para hacer frente a sus críticas (especialmente, a aque- fía de la ciencia— que la hipótesis de que quise decir más ha de
llas que se basan en la circularidad de las cláusulas ceteris paribus). (Informo, no obs- preferirse por ser la hipótesis más simple. No voy a argüir aquí que
tante, de que hasta ahora no me he encontrado con reacciones de este tipo en lapráctica). la simplicidad es relativa, ni que es difícil de definir, ni que un mar-
No puedo discutir aquí el funcionalismo en profundidad sin desviarme del punto prin-
cipal. Pero ofrezco una breve pista. A los funcionalistas les gusta comparar los estados ciano podría encontrar más simple la función cuas que la función
psicológicos con los estados abstractos de una máquina (de Turing), aunque algunos se más. Tales réplicas puede que tengan mérito considerable, pero la
dan cuenta de que la comparación tiene ciertas limitaciones. Todos consideran la psico- dificultad real que aqueja a la apelación a la simplicidad es más
logía como algo dado por un conjunto de conexiones causales, análogo al funciona-
miento causal de una máquina. Pero entonces las observaciones hechas en el texto sir- básica. Dicha apelación debe estar basada en una mala compren-
ven también aquí: cualquier objeto físico concreto puede verse como una realización sión, bien del problema escéptico, bien del papel que juegan las
imperfecta de muchos programas de máquina. Si tomamos a un organismo humano consideraciones de simplicidad, o bien de ambos. Recuérdese que
como un objeto concreto, ¿qué es lo que nos dice cuál es el programa que se debería
suponer que está instanciando? En particular, ¿calcula «más» o «cuas»? Si se entienden el problema escéptico no era meramente epistémico. El escéptico
las observaciones sobre las máquinas hechas en mi texto (y en el de Wittgenstein), creo arguye que no hay ningún hecho constitutivo de lo que quise decir,
que se hará patente que, por lo que respecta al problema presente, Wittgenstein consi- ya sea más o cuas. Las consideraciones de simplicidad nos pueden
deraría que sus observaciones sobre las máquinas son igualmente aplicables al «funcio-
nalismo». ayudar a decidir entre hipótesis en pugna, pero obviamente no pue-
Espero ampliar estas observaciones en otra parte. den nunca decirnos cuáles son las hipótesis en pugna. Si no enten-
52 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA 53

demos lo que dos hipótesis enuncian, ¿qué significa decir que una más y de cuas. A un ser omnisciente semejante no le serían ni nece-
es «más probable» porque es «más simple»? Si las dos hipótesis en sarias ni útiles las consideraciones de simplicidad25.
pugna no son hipótesis genuinas, no son aserciones de genuinas La idea de que no tenemos acceso «directo» a los hechos de si que-
cuestiones de hecho, ninguna consideración de «simplicidad» hará remos decir más o cuas es extravagante en cualquier caso. ¿Es que no
que lo sean. sé, directamente y con un aceptable grado de certeza, que quiero decir
Supóngase que hay dos hipótesis en conflicto acerca de los elec- más? Recuérdese que un hecho constitutivo de lo que ahora quiero
trones, ambas confirmadas por los datos experimentales. Si nuestra decir se supone que justifica mis acciones futuras, las hace inevita-
propia concepción de los enunciados acerca de los electrones es bles si quiero usar las palabras con el mismo significado con que
«realista» y no «instrumentalista», consideraremos que estas aser- las usé anteriormente. Este fue el requisito fundamental que impu-
ciones hacen aserciones fácticas acerca de alguna «realidad» acerca simos a un hecho constitutivo de lo que quise decir. Ningún estado
de los electrones. Dios, o algún ser apropiado que pudiera «ver» «hipotético» podría-satisfacer tal requisito: si sólo puedo formar
directamente los hechos acerca de los electrones, no necesitaría de hipótesis acerca de si lo que ahora quiero decir es más o cuas, si la
la evidencia experimental ni de consideraciones de simplicidad verdad con respecto a este asunto yace enterrada en lo profundo de
para decidir entre hipótesis. Nosotros, que carecemos de tales capa- mi inconsciente y sólo puede postularse a modo de hipótesis provi-
cidades, hemos de basarnos en la evidencia indirecta, a partir de los
efectos de los electrones sobre el comportamiento de objetos gran- 25 Hay otro uso de «simplicidad», distinto de aquel mediante el que evaluamos
des, para decidir entre las hipótesis. Si dos hipótesis en pugna son teorías en pugna, que se sugeriría por sí mismo con relación al debate de las máquinas
mantenido más arriba. Allí señalé que una máquina física concreta, considerada como
indistinguibles en lo que respecta a sus efectos sobre objetos grandes, un objeto sin referencia a un diseñador, puede (aproximadamente) instanciar un número
entonces nosotros hemos de recurrir a consideraciones de simplici- cualquiera de programas que- extiendan (aproximadamente, tolerando algún «mal fun-
dad para decidir entre ellas. Un ser •—no nosotros— que piidiera «ver cionamiento») su conducta finita real. Si la máquina física no se diseñó, sino que, por
así decir, «cayó del cielo», no puede haber hecho alguno acerca de cuál es el programa
directamente» los hechos acerca de los electrones no necesitaría que «realmente» instancia y, por tanto, tampoco puede haber «la hipótesis más simple»
invocar consideraciones de simplicidad, ni basarse en la evidencia acerca de este hecho no existente.
indirecta para decidir entre las hipótesis; «percibiría directamente» No obstante, dada una máquina física, sería posible preguntarse cuál es el programa
más simple al que se aproxima. Para dar respuesta, habría que encontrar una medida de
los hechos relevantes que hacen verdadera una de las hipótesis en simplicidad de programas, y una medida de compensación entre la simplicidad del pro-
vez de la otra. Decir esto es simplemente repetir, en terminología grama y el grado en que la máquina concreta no se conforma al mismo (funciona mal),
colorista, la aserción de que las dos hipótesis enuncian cuestiones y así sucesivamente. Yo, que no soy un experto, ni siquiera un aficionado, no tengo
de hecho genuinamente diferentes. constancia de que este problema haya sido considerado por los informáticos teóricos.
Lo haya sido o no, la intuición sugiere que algún partido se podría sacar de él, aunque
Ahora bien, el escéptico de Wittgenstein arguye que no^ sabe de no sería cosa trivial encontrar medidas de simplicidad que den resultados intuitivamen-
ningún hecho acerca de un individuo que pudiera constituir su esta- te satisfactorios.
Dudo de que nada de esto arrojase luz sobre la paradoja escéptica de Wittgenstein.
do de querer decir más en vez de cuas. Contra esta afirmación son Se podría intentar, por ejemplo, definir la función que quise decir como aquella que, de
irrelevantes las consideraciones de simplicidad. Éstas habrían sido acuerdo con la medida de simplicidad, sigue el programa más simple aproximadamente
relevantes contra un escéptico que arguyese que el carácter indirec- compatible con mi estructura física. Supongamos que los fisiólogos del cerebro encon-
traran —para su sorpresa— que en realidad tal medida de simplicidad nos conduce a un
to de nuestro acceso a los hechos de significado y de intención nos programa que calcula como función «+», no la adición, sino otra función distinta.
impide por siempre conocer si queremos decir más o cuas. Pero tal ¿Mostraría esto que no quise decir adición mediante «+»? Y, sin embargo, a falta de un
escepticismo meramente epistemológico no es el que está en cues- conocimiento detallado del cerebro (y de la hipotética medida de simplicidad), el des-
cubrimiento fisiológico en cuestión no es en absoluto inconcebible. La relación que el
tión. El escéptico no arguye que nuestras propias limitaciones de aspecto justificativo del problema escéptico guarda con cualquier medida de simplici-
acceso a los hechos nos impidan conocer algo oculto. Afirma que dad semejante es aun más obviamente remota. No justifico mi elección de «125» en vez
ni siquiera un ser omnisciente, con acceso a todos los hechos dispo- de «5» como respuesta a «68 + 57» por el procedimiento de citar una hipotética medida
nibles, encontraría hecho alguno que distinga entre las hipótesis de de simplicidad del tipo mencionado. (Espero extenderme más sobre esto en el proyec-
tado trabajo sobre el funcionalismo al que me referí más arriba, en la nota 24).
54 W1TTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO
LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA 55

sional, entonces en el futuro sólo podré proceder de manera dubita- Me he referido a una experiencia introspectable porque, puesto
tiva e hipotética, conjeturando que probablemente deba responder que cada uno de nosotros sabe inmediatamente y con aceptable cer-
a «68 + 57» con «125» en lugar de con «5». Obviamente, ésta no es teza que quiere decir adición mediante «más», presmniblemente la
una caracterización acertada de la cuestión. Puede que haya algu- concepción en cuestión asume que sabemos esto del mismo modo
nos hechos acerca de mí con respecto a los cuales mi acceso sea como sabemos que tenemos dolores de cabeza: prestando atención
indirecto y me sea preciso formar hipótesis provisionales; ¡pero, sin al carácter «cualitativo» de nuestras propias experiencias. Presumi-
duda, el hecho constitutivo de lo que quiero decir mediante «más» blemente la experiencia de querer decir adición posee su propia
no es uno de ellos! Afirmar que lo es, es ya dar un gran paso en cualidad irreducible, igual que la posee la de sentir un dolor de ca-
dirección al escepticismo. Recuérdese que yo calculo «68 + 57» del beza. El hecho de que quiero decir adición mediante «más» ha de
modo como lo hago inmediatamente y sin dudar, y el significado identificarse con noi posesión de una experiencia de esta cualidad.
que asigno a «+» se supone que, justifica este proceder. Lo que no Una vez más, como en el caso de la concepción disposicional, la
hago es formar hipótesis provisionales y preguntarme qué es lo que teoría que se nos ofrece parece errar el blanco considerada como
debería hacer si una u otra hipótesis fuese verdadera. respuesta al reto original del escéptico. El escéptico quería saber
La referencia, en nuestra exposición, a lo que un ser omniscien- por qué estaba yo tan seguro de que debo decir «125», cuando se
te podría conocer o conocería es meramente un recurso dramático. me pregunta acerca de «68 + 57». Nunca había pensado antes en
Cuando el escéptico niega que ni siquiera Dios, que conoce todos esta adición particular: ¿acaso una interpretación del signo «+»
los hechos, podría conocer si quise decir más o cuas, está simple- como cuas no es compatible con todo lo que pensé? Bien, suponga-
mente expresando de modo colorista su negación de que haya he- mos que yo siento de hecho un cierto dolor de cabeza con una cua-
cho alguno constitutivo de lo que quise decir. Si nos desprendemos lidad muy especial siempre que pienso en el signo «+». ¿Cómo
de la metáfora, tal vez quedemos en mejor situación. Puede que, tal diablos me ayudaría este dolor de cabeza a resolver si debo respon-
vez, la metáfora nos seduzca en dirección al escepticismo al ani- der «125» o «5» cuando se me pregunta acerca de «68 + 57»? Si
marnos a buscar una reducción de las nociones de significado e pienso que el dolor de cabeza indica que debo decir «125», ¿habría
intención a otra cosa. ¿Por qué no argüir que «querer decir adición algo acerca de tal dolor que refutase la tesis del escéptico de que,
mediante "más"» denota una experiencia irreducible, con su propio por el contrario, ese dolor indica que debo decir «5»? La idea de
guale especial, que cada uno de nosotros conoce directamente por que cada uno de mis estados internos —incluyendo, presumible-
introspección? (Dolores de cabeza, picores, nauseas, son ejemplos mente, el de querer decir lo que quiero decir mediante «más»—po-
de estados internos con tales qualid)26. Quizá el «paso decisivo en see su cualidad discernible especial, como sucede con un dolor de
el juego de prestidigitación» sobreviene cuando el escéptico hace cabeza, un picor, o la experiencia de una postimagen azul, es sin
notar que yo he realizado sólo una cantidad finita de adiciones y me duda una de las piedras angulares del empirismo clásico. Puede que
reta, a la luz de este hecho, a aducir algún hecho que «muestre» que sea una piedra angular, pero resulta muy difícil ver de qué manera
no quise decir cuas. Si parece que soy incapaz de replicar, quizá sea el supuesto quale introspectable podría ser relevante para el proble-
precisamente porque la experiencia de querer decir adición me- ma que nos ocupa.
diante «más» es tan única e irreducible como lo es la de ver el Observaciones similares se aplican incluso en aquellos casos
amarillo o sentir un dolor de cabeza; mientras que el reto del escép- donde la concepción empirista clásica podría parecer que tiene una
tico me invita a buscar otro hecho o experiencia a la cual aquélla plausibilidad mayor. 'Esta concepción sugería que la asociación de
pueda reducirse.
una imagen con una palabra (paradigmáticamente, una palabra de
algo visual) determinaba su significado. Por ejemplo (§ 139), cada
26 Es bien sabido que este tipo de concepción es característico de la filosofía de vez que oigo o digo la palabra «cubo» me viene a la mente un dibu-
Hume. Véase, más abajo, la nota 51. jo de un cubo. Debiera ser obvio que no tiene por qué suceder tal
56 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO
LA PARADOJA WITTOENSTEINIANA 57
cosa. Muchos de nosotros usamos palabras como «cubo» sin que podría desempeñar la tarea. (Es obvio que no tengo en mi mente
nos venga a la mente ningún dibujo o imagen. Supongamos, sin una imagen de la tabla üifinita de la función «más». Alguna imagen
embargo, por el momento, que viene a la mente uno de ellos. «¿En como ésa sería la única candidata con plausibilidad siquiera super-
qué sentido puede esta figura ajustarse o no ajustarse a un uso de la ficial para ser el mecanismo que me dice cómo aplicar «más»).
palabra "cubo"?-—Tal vez digas: "Es muy sencillo;—si me viene a Puede que resulte menos obvio en otros casos, como el de «cubo»,
la mente esa figura y señalo un prisma triangular, por ejemplo, y pero de hecho es igualmente verdadero también en tales casos.
digo que es un cubo, entonces este uso de la palabra no se ajusta a Por tanto: si hubiera una experiencia especial de «querer decir»
la figura". ¿Pero de verdad no se ajusta? He escogido a propósito el adición mediante «más», análoga a un dolor de cabeza, no tendría las
ejemplo para que sea muy fácil imaginar un método de proyección propiedades que un estado de querer decir adición mediante «más»
de acuerdo con el cual la figura sí se ajusta, después de todo. La debería tener —nq me diría qué es lo que tengo que hacer en casos
figura del cubo sí que nos sugirió realmente un cierto uso, pero fue nuevos. De hecho.; no obstante, Wittgenstein se extiende en argüir,
posible que yo la usara de modo diferente». El escéptico podría además, que la supuesta experiencia especial única de querer decir
sugerir que la imagen* se use de formas no estándar. «Suponga- (adición mediante 'más', etc.) no existe. Su investigación, aquí, es
mos, empero, que lo que nos viene a la mente no es sólo la figura introspectiva, diseñada para mostrar que la supuesta experiencia úni-
del cubo sino también el método de proyección •—-¿cómo he de ca es una quimera. De todas las réplicas al escéptico que Wittgenstein
imaginar esto? Tal vez vea ante mí un esquema que muestra el mé- combate, la concepción de que querer decir es una experiencia in-
todo de proyección: por ejemplo, una figura de dos cubos conecta- trospectable es probablemente la más natural y fundamental. Pero,
dos por líneas de proyección.—¿Pero adelanto realmente algo con pensando en la audiencia del momento presente, no me he ocupado
esto? ¿Acaso no puedo ahora también imaginar aplicaciones dife- de ella ni en primer lugar ni con gran detenimiento, pues, aunque la
rentes de este esquema?» (§ 141). De nuevo, una regla para inter- concepción humeana de que hay una «impresión» irreducible en co-
pretar una regla. Ninguna impresión interna, con un guale, podría rrespondencia con cada estado o acaecimiento psicológico ha tenta-
en modo alguno decirme por sí misma cómo ha de aplicarse en do a muchos en el pasado, tienta hoy relativamente a pocos. De he-
casos futuros. Ni valdría tampoco ningún cúmulo de tales impresio- cho, si en el pasado se asumía de una manera demasiado fácil y
nes, concebidas como reglas para interpretar reglas27. La respuesta simplista, en el momento actual su fuerza probablemente se percibe
al problema del escéptico, «¿Qué es lo que me dice cómo he de
en grado demasiado escaso, al menos ésa es mi opinión personal.
aplicar una regla dada en un caso nuevo?», debe provenir de algo Hay diversas razones por lo que esto es así. Una es que, en este caso,
que no sea una imagen o un estado mental «cualitativo». Esto resul- la crítica de Wittgenstein a las concepciones alternativas a la suya ha
ta obvio en el caso de «más» —está suficientemente'claro que nin- sido relativamente bien recibida y absorbida. Y autores que guardan
gún estado interno como un dolor de cabeza, un picor, una imagen, relación con él •—como Ryle— han reforzado la crítica contra las
concepciones cartesiana y humeana. Otra razón •—que no resulta
* N. del. T.: Kripke utiliza aquí los términos «imagen» («image») y «figura» («pia-
fare») de modo puramente intercambiable, como sinónimos a todos los efectos, a pesar atractiva a quien esto escribe— ha sido la popularidad de las concep-
de ser términos «técnicos» en principio no sinónimos dentro de la filosofía de Wittgens- ciones materialistas-conductistas, que ignoran por completo el pro-
tein. En el post scriptum Kripke declara explícitamente que no entiende del todo el blema de las cualidades sentidas de los estados mentales; o al menos,
contraste que Wittgenstein pretende establecer entre imagen (Vorstellung) y figura
(Bild) (véase, más abajo, p. 148). De ahí que Kripke, en este párrafo en el que está ha- que intentan analizar, y así eliminar, todos esos estados en términos
blando de imágenes, al citar pasajes de las Investigaciones que ilustran su tesis, recurra que, en líneas generales, son conductistas28.
a textos en los que Wittgenstein habla específicamente de figuras, no de imágenes. En
el contexto presente, repito, debe entenderse que, desde el punto de vista de la exposi-
ción de Kripke, imagen y figura son lo mismo. 28 Aunque hay sentidos clásicos claros de conductismo según los cuales filosofías

27 En las observaciones de más arriba, p. 34, sobre el uso de una imagen de verde,
de la mente actuales tales como el «funcionalismo» no son conductistas, de todas ma-
o incluso de una muestra física de verde, se mantiene esto mismo. neras, personalmente encuentro que gran parte del «funcionalismo» contemporáneo
(especialmente aquellas versiones que tratan de dar análisis «funcionales» de términos
58 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA PARADOJA WITTOENSTEINIANA 59

Es importante repetir en este momento lo que he dicho más arri- comprensión, trata del asunto en conexión con el caso especial de
ba: Wittgenstein no basa sus consideraciones en ninguna premisa leer (§§ 156-178). Mediante «leer», Wittgenstein se refiere a leer
conductista que descarte lo «interno». Por el contrario, gran parte en alto lo que está escrito o impreso y actividades similares: no se
de su argumentación consiste en hacer consideraciones introspecti- ocupa de la comprensión de lo escrito. Yo mismo, como muchos de
vas detalladas. La consideración cuidadosa de nuestras vidas inte- los que profesan mi religión, aprendí primero a «leer» hebreo en
riores, arguye, mostrará que no hay ninguna experiencia interna este sentido, antes de que pudiese comprender más que unas pocas
especial de «querer decir» del tipo supuesto por su oponente. Este palabras del lenguaje. Leer en este sentido es un caso simple de
caso contrasta específicamente con el de sentir un dolor, ver el rojo, «seguir una regla». Wittgenstein señala que un principiante, que lee
y similares. deletreando con esfuerzo las palabras, puede que tenga una expe- •
Se necesita relativamente poca agudeza introspectiva para darse rienda introspectable cuando lee realmente, en oposición a lo que
cuenta de lo dudoso que resulta atribuir un carácter cualitativo es- sucede si finge «leer» un pasaje que, en realidad, haya memorizado
pecial a la «experiencia» de querer decir adición mediante «más». de antemano. Pero un lector experimentado se limita a invocar las
Atendamos a lo que sucedió cuando aprendí a sumar por primera palabras y no se da cuenta de ninguna experiencia consciente espe-
vez. Primero, puede que haya habido o no un momento especifica- cial de «derivar» las palabras desde la página. El lector experimen-
ble, probablemente durante mi niñez, en el que de repente sentí tado puede que no «sienta» nada diferente, cuando lee, de lo que
(\Eureka\~) que había captado la regla para la adición. Si no lo hubo, siente el principiante, o de lo que éste no siente cuando está fin-
resulta muy difícil ver en qué consistió la supuesta experiencia es- giendo. Y supongamos que un maestro esté enseñando a leer a un
pecial de mi aprender a sumar. Aun si hubo un momento particular grupo de principiantes. Algunos fingen, otros de vez en cuando
en el que pude haber gritado «\Eurekal» — sin duda, el caso excep- aciertan por accidenté, otros han aprendido ya a leer. ¿Cuándo su-
cional— ¿en qué consistió la experiencia concomitante? Probable- cede que alguno ha pasado a pertenecer a la última categoría? En
mente, en la consideración de unos pocos casos particulares y en un general, no habrá un momento identificable en el que esto haya
pensamiento —«¡Ahora ya lo tengo! »— o algo por el estilo. ¿Po- sucedido: el maestro juzgará que un alumno dado ha «aprendido a
dría ser justamente esto el contenido de tuna experiencia de «querer leer» si pasa las pruebas de lectura con la frecuencia suficiente.
decir adición»? ¿Qué es lo que habría sido diferente si yo hubiese Puede haber o no un momento identificable en que el alumno por
querido decir cxiás? Supongamos que realizo ahora una adición par- primera vez sintió «¡Ahora estoy leyendo!», pero la presencia de tal
ticular, pongamos «5 + 7». ¿Hay alguna cualidad especial en esa experiencia no es una condición necesaria ni suficiente para que el
experiencia? ¿Habría sido diferente si, habiéndoseme instruido en maestro juzgue que el alumno está leyendo.
la cuadición, realizara la cuadicón correspondiente? ¿En qué dife- De nuevo (§ 160), alguien a quien, bajo la influencia de una droga,
riría realmente la experiencia, si lo que hubiese realizado fuese la o en un sueño, se le apareciese un «alfabeto» ficticio podría proferir
multiplicación correspondiente («5 x 7»), a no ser en que habría ciertas palabras y tener, al hacerlo, toda la «sensación» característica,
dado de forma automática una respuesta diferente? (Pruebe a hacer en la medida en que tal «sensación» exista siquiera. Si, al pasarse el
el experimento usted mismo). efecto de la droga (o al despertar), el sujeto mismo piensa que estuvo
Wittgenstein vuelve repetidamente a ocuparse de cuestiones profiriendo palabras aleatoriamente sin ninguna conexión real con el
como éstas a lo largo de las 'investigaciones Filosóficas. En las sec- texto, ¿deberíamos de verdad decir que estuvo leyendo? O, por otro
ciones donde discute su paradoja escéptica (§§ 137-242), tras una lado, ¿qué ocurre si la droga le lleva a leer con fluidez a partir de un
consideración general del supuesto proceso introspectable de la texto genuino, pero con la «sensación» de recitar algo aprendido de
memoria? ¿No era, a pesar de todo, leer lo que hacía?
Es de ejemplos como éstos —las Investigaciones filosóficas
mentales) es excesivamente conductista para mi gusto. Sería precisa una extensa digre-
sión para adentrarse aquí más profundamente en la cuestión. contienen una riqueza de ejemplos y experimentos mentales que
60 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA 61

excede a lo aquí resumido— de los que Wittgenstein se sirve para debate puede ser breve porque esta particular lección wittgenstei-
argüir que las supuestas «experiencias» especiales asociadas con el niana ha sido relativamente bien aprendida, quizá demasiado bien.
seguimiento de reglas son quiméricas29. Como he dicho, mi propio Pero deben señalarse algunos puntos. Primero, y para repetir, el
método de la investigación y de los experimentos mentales es pro-
fundamente introspectivo: se trata exactamente del tipo de investi-
29 No se debe exagerar al afirmar este punto. Aunque Wittgenstein niega que haya
ninguna experiencia «cualitativa» particular similar a un dolor de cabeza que esté pre- gación que un psicólogo conductista estricto prohibiría30. Segundo,
sente cuando y sólo cuando usamos una palabra con un cierto significado (o cuando aunque Wittgenstein concluye que la conducta, y las disposiciones
leemos, o comprendemos, etc.), sí reconoce que hay una cierta «sensación» aparejada a a la conducta, nos llevan a decir de una persona que está leyendo, o
nuestro uso con significado de una palabra que puede perderse en determinadas circuns-
tancias. Mucha gente ha tenido una experiencia bastante común: al repetir una palabra sumando, o lo que ^ea, esto no debe, en mi opinión, malinterpretar-
o una frase una y otra vez, es posible dejarla desprovista de su «vida» normal, de modo
que viene a sonar extraña o foránea, aun cuando sea posible todavía proferirla en las contra de Hume), (ii) En óasos de lectura particulares, puede que sintamos experiencias
circunstancias apropiadas. Estamos aquí ante una sensación especial de foraneidad en definidas e introspectables, pero éstas son experiencias diferentes y nítidas, peculiares a
un caso particular. ¿Podría haber alguien que siempre usase las palabras como un me- cada caso individual, no una experiencia única presente en todos los casos. (Del mismo
canismo, sin tener ninguna «sensación» de una distinción entre este tipo mecanicista de modo, Wittgenstein habla de varios «procesos mentales» introspectables que, en cir-
uso y el caso normal? Wittgenstein se ocupa de estos asuntos en la segunda parte de las cunstancias particulares, ocurren cuando profiero una palabra —-véanse §§ 151-155,
Investigaciones, al hilo de su discusión de «ver como» (sección XI, pp. 193-229). pero ninguno de éstos es el «proceso» de comprender; en realidad, comprender no es un
Considérense especialmente sus observaciones sobre la «ceguera para el aspecto», «proceso mental» —véanse, más abajo, pp. 62-64. El debate de la lectura, que sigue
pp. 213-214, y la relación de «ver un aspecto» con «experimentar el significado de una inmediatamente a §§ 151-155, tiene por objeto ilustrar estos puntos), (iii) Lo que es
palabra», p. 214. (Véanse sus ejemplos de la p. 214: «¿Qué es lo que te faltaría [...] si quizá más importante, sea lo que sea lo que la esquiva sensación de ser guiado pueda
no tuvieses la sensación de que una palabra pierde su significado y se convierte en un ser, su presencia o ausencia no es constitutiva de si estoy o no leyendo. Véanse, por
mero sonido en caso de ser repetida diez veces seguidas? [...] Supongamos que yo hu- ejemplo, los casos, mencionados más arriba en el texto, del alumno que está aprendien-
biera acordado un código con alguien; "torre" significa banco. Le digo a esta persona do a leer y de la persona que está bajo la influencia de una droga,
"Ahora ve a la torre" —me comprende y actúa en consecuencia, pero tiene la sensación Rush Rhees, en su prefacio a The Blue andBrown Books (Basil Blackwell, Oxford
de que la palabra "torre" resulta extraña con este uso, que todavía no "ha asumido" el y Harper & Brothers, Nueva York, 1958, xiv +185 pp.) [Los cuadernos azul y ma-
significado». Wittgenstein da muchos ejemplos en las pp. 213-218). rrón, Tecnos, Madrid, 1968], hace hincapié (véanse pp. xii-xiv) en el problema que la
Compárese (como hace Wittgenstein) la sensación de usar una palabra como signi- «ceguera para el significado» crea a Wittgenstein, y subraya que el debate de «ver
ficando tal y cual (piénsese en «basta» ya como forma personal de verbo, ya como ad- algo como algo», en la sección XI de la segunda parte de las Investigaciones filosófi-
jetivo, etc.) [N. del T.: Este ejemplo es una adaptación al castellano del original cas, viene motivado por un intento de dar cuenta de esta escurridiza cuestión. En lu-
inglés. En el texto inglés se utiliza «tul», que puede ser un verbo o un sustantivo] gares anteriores de las Investigaciones se repudian ideas tradicionales de estados cua-
con la idea de los aspectos visuales que se discuten en profundidad en la sección XI litativos internos de significar y comprender. Pero más tarde, como dice Rhees,
de la segunda parte de las Investigaciones. Podemos ver el conejo-pato (p. 194), ya Wittgenstein parece tener la preocupación de que puede correr el peligro de reempla-
como un conejo, ya como un pato; podemos ver el cubo de Necker, ya con una cara zar la idea clásica por otra excesivamente mecanicista; aunque ciertamente continúa
delante, ya con otra; podemos ver un dibujo de un cubo (p. 193) como una caja, como repudiando toda idea de que haya una cierta experiencia cualitativa que es lo que
una estructura de alambre, etc. ¿Cómo cambia, en caso de que lo haga, nuestra expe- constituye mi usar las palabras con un cierto significado. ¿Podría haber una persona
riencia visual? La experiencia es mucho más esquiva que cualquier cosa que se parezca «ciega para el significado» que operase con las palabras justamente del modo como
a la sensación de un dolor de cabeza, la audición de un sonido, la experiencia visual de nosotros lo hacemos? De ser así, ¿diríamos que esta persona es tan competente en el
una mancha azul. Los correspondientes «aspectos» de significar parecería que son in- lenguaje como lo somos nosotros? La respuesta «oficial» a la segunda pregunta, tal y
trospectivamente más esquivos todavía. como se da en nuestro texto principal, es «sí»; pero quizá la respuesta debiera ser, «Di
De forma similar, aunque algunos de los pasajes en §§ 156-78 parecen poner lo que gustes, con tal de que conozcas los hechos». No está claro que el problema esté
del todo en solfa la idea de una especial experiencia consciente de «ser guiado» (al enteramente resuelto. Nótese que también aquí el debate es introspectivo, basado en
leer), parece erróneo pensar que quede totalmente descartada. Por ejemplo, en una investigación de nuestra propia experiencia fenoménica. No es el tipo de investi-
§ 160, Wittgenstein habla tanto de la «sensación de decir algo aprendido de memo- gación que emprendería un conductista. Sin duda, la cuestión merece un tratamiento
ria» como de la «sensación de leer», aunque el objetivo del párrafo es defender que cuidadoso y por extenso.
la presencia o ausencia de tales sensaciones no es lo que constituye la distinción 30 § 314 dice: «Doy muestra de un malentendido fundamental, si me inclino a estu-
entre leer, decir algo de memoria y aun alguna otra cosa. En alguna medida, creo diar el dolor de cabeza que tengo ahora para ponerme en claro acerca del problema fi-
que la discusión de Wittgenstein puede que tenga una cierta ambivalencia. De todas losófico fundamental de la sensación». Para que esta observación sea consistente con la
maneras, algunas afirmaciones relevantes que en ella se hacen son éstas: (i) sea lo práctica frecuente de Wittgenstein, según se ha bosquejado más arriba en el texto y en
que sea lo que una «experiencia de ser guiado» (al leer) pueda ser, no es algo que la nota 29, no puede leerse como una condena en general del uso filosófico de las re-
tenga un carácter cualitativo grueso e introspectable, como un dolor de cabeza (en flexiones introspectivas sobre la fenomenología de nuestra experiencia.
62 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVAD'O
LA PARADOJA WITTOENSTEINIANA 63

se como un refrendo de la teoría disposicional: el autor no dice que


vaciones de Wittgenstein32. Llegar a comprender, o aprender, me pare-
leer o sumar sea una cierta disposición a la conducta31.
ce a mí que es un «proceso mental» allí donde los haya. El aumento y
La convicción de Wittgenstein del contraste entre los estados de disminución de un dolor, y especialmente la audición de una melodía
comprender, leer, y similares, y los estados o procesos mentales intros-
o de una oración, es probable que no se consideren, de ordinario, como
pectables «genuinos» es tan fuerte que le lleva —a él, que es a menudo
procesos «mentales» en absoluto. Aunque a la depresión y a la ansie-
considerado como un (o el) padre de «la filosofía del lenguaje ordina-
dad se les llamaría de ordinario estados «mentales», el dolor (si de lo
rio», y que subraya la. importancia del respeto por el modo en que se
que se habla es de dolor físico genuino) probablemente no es un estado
usa realmente el lenguaje—• a hacer observaciones curiosas acerca del
«mental». («Está todo en tu mente» significa que no hay presencia de
uso ordinario. Considérese § 154: «En el sentido en el que hay proce-
dolor físico genuino). Pero de lo que se ocupa Wittgenstein realmente
sos (incluyendo procesos mentales) que son característicos del com-
no es del uso corriún sino de una terminología filosófica. «Estados
prender, comprender no es un proceso mental. (El aumento y disminu-
mentales» y «procesos mentales» son aquellos contenidos «internos»
ción de un dolor; la audición de una melodía o de una oración: éstos
introspectables que puedo encontrar en mi mente, o que podría encon-
son procesos mentales)». O de nuevo, al final de la p. 59, «"Compren-
trar Dios si mirase en mi mente33. Tales fenómenos, en la medida en
der una palabra": un estado. Pero ¿un estado mental!-—A la depresión, que son estados «cualitativos» introspectables de la mente, no están
al entusiasmo, al dolor, se les llama estados mentales. Llevemos a cabo
una investigación gramatical...». Los términos «estado mental» y «pro- 32 Se trata de mis intuiciones en inglés. No tengo ni idea de si hay algunas diferen-
ceso mental» poseen un sabor algo teórico, y no estoy seguro de cuan cias con el alemán («seelischer Vorgang» y «seelischer Zustandfi), de matiz o de uso,
firmemente puede hablarse de su uso «ordinario». No obstante, mis que afecten a la cuestión.
33 O tal parecería, a juzgar por los pasajes citados. Pero la negación de que compren-
propias intuiciones lingüísticas no concuerdan del todo con las obser- der sea un «proceso mental» en § 154 viene precedida por una observación más débil:
«Trata de no pensar en comprender como en un "proceso mental" en absoluto—pues esa
es la expresión que te confunde». En sí mismo, esto parece decir que el pensar en com-
31 No debo negar que Wittgenstein posee importantes afinidades con el conductis-
prender como en un «proceso mental» conduce a concepciones filosóficas que llevan a
mo (así como con el finitismo—véanse pp, 116-118, más abajo). El tan famoso eslogan confusión, pero no necesariamente que sea erróneo. Véanse también §§ 305-306: «"Pero,
«Mi actitud hacia él es una actitud hacia un alma (Seele). No soy de la opinión de que sin duda, no puedes negar que, por ejemplo, al recordar tiene lugar un proceso inter-
tiene un alma» (p. 178) me suena excesivamente conductista. Personalmente, me gusta- no".—¿Qué es lo que da la impresión de que queramos negar nada? [...] Lo que negamos
ría pensar que cualquiera que no piense en mí como en un ser consciente se equivoca es que la concepción del proceso interno nos dé el uso correcto de la palabra "recordar"
acerca de los hechos, y no simplemente exhibe una «actitud», «desafortunada», o «mal- [...] ¿Por qué debiera yo negar que hay un proceso mental? Pero "Acaba de tener lugar en
vada», o incluso «monstruosa» o «inhumana» (sea lo que sea lo que esto pudiera signi- mí el proceso "mental de recordar..." no significa nada más que: "Acabo de recordar..."
ficar). Negar el proceso mental significaría negar el recordar; negar que nadie nunca recuerde
(Si «Seele» se traduce como «alma» [«soul»], podría' pensarse que la «actitud» nada». Este pasaje da la impresión de que por supuesto recordar es un proceso mental allí
(«Einstellung») a la que Wittgenstein se refiere posee connotaciones religiosas especia- donde los haya, pero que esta terminología común lleva a confusión en la filosofía. (La
les, o que está asociada a la metafísica griega y a la tradición filosófica consiguiente. expresión alemana aquí es «geistiger Vorgang», mientras que en los pasajes anteriores era
Pero queda claro, tomado el pasaje en su totalidad, que la cuestión atañe simplemente a «seelischer Vorgang» (§ 154) y «seelischer Zustand» (p. 59), pero hasta donde se me al-
la diferencia entre mi «actitud» hacia un ser consciente y hacia un autómata, aun cuan- canza, esto carece de importancia más allá de la variación estilística. Es posible que el
do uno de los párrafos se refiera específicamente a la doctrina religiosa de la inmortali- hecho de que Wittgenstein hable aquí de recordar, mientras que antes había hablado de
dad del alma («Seele»). En algún respecto, tal vez, «mente» [«mind»] podría ser una comprender, sea importante, pero incluso esto me parece improbable. Nótese que en
traducción de «Seele» que llamara menos a confusión en la oración mencionada arriba, § 154 los «procesos mentales» genuinos son el aumento y disminución de un dolor, la
pues para el lector filosófico anglohablante contemporáneo resulta algo menos cargada audición de una melodía u oración —procesos con una «cualidad introspectable», en el
de connotaciones filosóficas y religiosas especiales. Me da la impresión de que puede sentido en que hemos usado esta frase. Para Wittgenstein recordar no es un proceso como
que sea así aun en el caso de que «alma» capture mejor que «mente» el sabor de la pa- éstos, aun cuando, como en el caso de comprender en § 154, puede que haya procesos con
labra alemana «Seele». Anscombe traduce «Seele» y sus derivados unas veces como cualidades introspectables que tengan lugar cuando recordamos. Si se asume que los
«alma» [«soul»] y otras,como «mente» [«mind»], dependiendo del contexto. El proble- ejemplos dados en § 154 se ofrecen como «procesos mentales» típicos, los ejemplos lleva-
ma parece realmente estribar en que en alemán se dispone sólo de «Seele» y de «Geist» rían mucho a confusión a menos que recordar no se tomase como un «proceso mental» en
para los casos en los que un filósofo anglohablante utilizaría la palabra «mente» el sentido de § 154. Recordar, como comprender, es un estado «intencional» (véase, más
[«mind»]. Véase también, más abajo, la nota 11 déípost scriptum). arriba, la nota 19) que está expuesto al problema escéptico de Wittgenstein). Véase tam-
bién la discusión de los «procesos incorpóreos» en § 339.

i
64 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA PARADOJA WITTOENSTEINIANA 65

expuestos de modo inmediato al tipo de reto escéptico que nos ocupa. caso de la tabla de adición, ni siquiera en mi codificar en el cerebro
Comprender no es uno de ellos. cada caso separado: carecemos de la capacidad para ello. Y sin em-
Naturalmente, la falsedad de la concepción seguirla cual querer bargo (§ 195), «de un modo extraño»., cada uno de esos casos está
decir más es un «estado introspectable único» tiene que haber esta- ya «presente en algún sentido». (Antes de oír el argumento escépti-
do implícita desde el comienzo del problema. Si realmente hubiera co de Wittgenstein, suponemos sin duda —irreflexivamente— que
un estado introspectable, similar a un dolor de cabeza, de querer lo que ocurre es algo parecido a esto. Aun ahora poseo una fuerte
decir adición mediante «más» (y si reármente pudiera desempeñar inclinación a pensar que, de alguna manera, esto debe ser correcto).
el papel justificativo que tal estado debiera desempeñar), nos ha- ¿Qué sentido puede ser ése? ¿Podemos concebir un estado finito
bría saltado a la vista y habría robado al reto escéptico todo su que no pudiera interpretarse de un modo cuasiforme? ¿Cómo po-
atractivo. Pero dada la fuerza de este reto, debiera ser patente la dría ser eso? La propuesta que estoy discutiendo ahora barre bajo la
necesidad que han sentido los filósofos de postular dicho estado y alfombra tales cuestiones, ya que la naturaleza del supuesto «esta-
la pérdida que sufrimos cuando se nos priva de él. Quizá podamos do» queda sumida en el misterio. «Pero»—por citar de forma más
tratar de resarcirnos arguyendo que querer decir adición mediante completa la protesta de § 195—«no quiero decir que lo que yo hago
«más» es un estado todavía más sui generis de lo que hemos argüi- ahora (al captar un sentido) determine el uso futuro causalmente y
do antes. Quizá es simplemente un estado primitivo, que no ha de como una cuestión de experiencia, sino que de un modo exfraño, el
asimilarse a las sensaciones ni a los dolores de cabeza ni a ningún uso mismo está presente en algún sentido». Una determinación
estado «cualitativo», y que tampoco ha de asimilarse a las disposi- causal es el tipo de análisis supuesto por el teórico disposicional, y
ciones, sino que se trata de un estado de un tipo único propio. ya hemos visto que debe rechazarse. Presumiblemente, la relación
Puede que, en algún sentido, semejante paso sea irrefutable, y, si que ahora nos ocupa sirve de fundamento a algún entrañamiento
se toma de un modo apropiado, puede incluso que Wittgenstein lo más o menos similar a éste: «Si ahora quiero decir adición median-
aceptara. Pero parece desesperado: deja sumida en completo miste- te "más"; entonces, si recuerdo este significado en el futuro y deseo
rio la naturaleza de este postulado estado primitivo (el estado pri- concordar con lo que quise decir, y no me equivoco al calcular,
mitivo de «querer decir adición mediante "más"»). Se supone que
no es un estado introspectable, pero supuestamente nos percatamos te— llegan a decir que encuentran una incoherencia conceptual en la suposición de que
de él con algún grado aceptable de certeza siempre que ocurre. alguien pensó en una cantidad infinita de tales casos. No nos es preciso discutir aquí los
méritos de esta concepción fuerte con tal de que reconozcamos la afirmación más débil
Pues, ¿cómo, si no, puede cada uno de nosotros tener la confianza de que, como una cuestión de'hecho, cada uno de nosotros piensa sólo en una cantidad
de que, en este momento, sí que quiere decir adición mediante finita de casos). Merece la pena señalar, empero, que aunque es útil, siguiendo al propio
«más»? De mayor importancia aun es la dificultad lógica implícita Wittgenstein, empezar la presentación del rompecabezas con la observación de que yo
he pensado sólo en una cantidad finita de casos, parece que en principio puede darse un
en el argumento escéptico de Wittgenstein. Creo que Wittgenstein puntapié a esta escalera particular. Supóngase que yo hubiera pensado explícitamente
arguye, no meramente, como hasta aquí hemos dicho, que la intros- en todos los casos de la tabla de adición. ¿Cómo puede ayudarme esto a responder a la
pección muestra que el supuesto estado «cualitativo» de compren- pregunta por «68 + 57»? Bueno, si echo una mirada retrospectiva a mi propio historial
der es una quimera, sino también que es lógicamente imposible (o mental, encuentro que me di a mí mismo indicaciones explícitas: «¡Si alguna vez se te
pregunta por "68 + 57", replica "125"! » ¿No puede el escéptico decir que también estas
al menos, que es de una considerable dificultad lógica) que haya indicaciones han de interpretarse de un modo no estándar? (Véase Observaciones sobre
siquiera un estado de «querer decir adición mediante "más"». los fundamentos de la matemática, I, § 3: «Si lo sé de antemano, ¿de qué me sirve este
Tal estado tendría que ser un objeto finito, contenido en nuestras conocimiento más,, tarde? Lo que quiero decir es: ¿cómo sé qué hacer con este conoci-
miento anterior cuando efectivamente se realiza el paso?»). Parecería que, si la finitud
mentes finitas34. No consiste en mi pensar explícitamente en cada es relevante, incide más crucialmente en el hecho de que «las justificaciones deben te-
ner un final en alguna parte» que en el hecho de que yo piense sólo en una cantidad fi-
34 Hemos hecho hincapié en que yo pienso sólo en una cantidad finita de casos de nita de casos de la tabla de adición, aun cuando Wittgenstein haga hincapié en ambos
la tabla de adición. Cualquiera que aürme haber pensado en una cantidad infinita de hechos. Cualquiera de los dos puede usarse para desarrollar la paradoja escéptica; am-
casos de la tabla es un mentiroso. (Algunos filósofos —Wittgenstein, probablemen- bos son importantes.
66 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO
T LA PARADOJA WITTOENSTEINIANA 67

entonces, cuando se me pregunte por "68 + 57", responderé "125"». El «sentido», por el contrario, es el mismo para todos los indivi-
De estar Hume en lo cierto, por supuesto, ningún estado pasado de duos que usen «+» del modo estándar. Cada uno de tales individuos
mi mente puede entrañar que yo vaya a dar ninguna respuesta par- capta este sentido por virtud de tener una idea apropiada en su men-
ticular en el futuro. Pero que quise decir 125 en el pasado, por sí te. El «sentido», a su vez, determina la función de adición como el
mismo, no entraña esto; debo recordar lo que quise decir, y debe referente del signo «+».
darse todo lo demás. No obstante, sigue siendo un misterio cómo De nuevo, no hay especial problema para esta posición con res-
exactamente la existencia de cualquier estado pasado finito de mi pecto a la relación entre el sentido y el referente que determina.
mente podría entrañar que, si deseo concordar con él, y recuerdo Determinar un referente es simplemente algo que está en la natura-
dicho estado, y no me equivoco al calcular, debo dar una respuesta leza de un sentido. Pero al final no se puede soslayar el problema
determinada a un problema de adición arbitrariamente grande35. escéptico, y surge precisamente con la cuestión de cómo la existen-
Los realistas acerca de la matemática, o «platonistas», han recal- cia en mi mente de: una entidad mental o idea puede constituir el
cado la naturaleza no mental de las entidades matemáticas. La fun- «captar» un sentido particular en lugar de otro. La idea en mi men-
ción de adición no está en ninguna mente particular, ni es propiedad te es un objeto finito: ¿acaso no se puede interpretar que determina
común de todas las mentes. Posee una existencia «objetiva», inde- una función cuas, en lugar de una función más? Por supuesto, pue-
pendiente. No hay, por tanto, ningún problema —hasta donde al- de que haya otra idea en mi mente, que se suponga que constituye
canzan las presentes consideraciones— con respecto a cómo la fun- su acto de asignar una interpretación particular a la primera idea;
ción de adición (considerada, digamos, como un conjunto de pero entonces, obviamente, el problema surge de nuevo a este nivel.
triplos)36 contiene dentro de sí a todos sus casos, entre ellos el triplo (Una regla para interpretar una regla otra vez). Y así sucesivamente.
(68, 57, 125). Es algo que simplemente está en la naturaleza del Para Wittgenstern, el platonismo es en gran medida una inútil eva-
objeto matemático en cuestión, que es bien posible que sea un ob- sión del problema de cómo nuestras mentes finitas pueden dar re-
jeto infinito. La prueba de que la función de adición contiene al glas que se supone que se aplican a una infinidad de casos. Los
triplo (68, 57, 125) pertenece a la matemática y no tiene nada que objetos platónicos puede que sean autointerpretativos, o mejor,
ver con el significado ni la intención. puede que no necesiten interpretación; pero al final debe haber en-
El análisis de Frege del uso del signo más por un individuo pos- vuelta alguna entidad mental que hace surgir el problema escéptico.
tula los cuatro elementos siguientes: (a) la función de adición, una (Esta breve discusión del platonismo va dirigida a aquellos que se
entidad matemática «objetiva»; (b) el signo de adición «+», una interesan por el tema. Si de puro breve la encuentran oscura, ignó-
entidad lingüística; (c) el «sentido» de este signo, una entidad abs- renla).
tracta «objetiva», como la función; (d) una idea en la mente del indi-
viduo asociada con el signo. La idea es una entidad mental «subjeti-
va», privada para cada individuo y diferente para mentes diferentes.

35 Véase p. 218: «El querer decir no es un proceso que acompañe a una palabra.
Pues ningún proceso podría tener las consecuencias del querer decir». Este aforismo
afirma la tesis general bosquejada en el texto. Ningún proceso puede entrañar lo que el
querer decir entraña. En particular, ningún proceso podría entrañar el condicional
aproximado que se enuncia en el texto. Véase la discusión de más abajo, pp, 105-106,
en torno a la concepción que tiene Wittgenstein de estos condicionales.
36 Por supuesto, Frege no aceptaría la identificación de una función con un conjun-
to de triplos. Tal identificación viola su concepción de las funciones como «insatura-
das». Aunque esta complicación es muy importante para la filosofía de Frege, se puede
ignorar a efectos de la exposición presente.
LA SOLUqiÓN Y EL ARGUMENTO
DEL «¿ENGUAJE PRIVADO»

El argumento escéptico queda, entonces, sin respuesta. No pue-


de haber nada que sea el querer decir algo mediante una palabra.
Cada nueva aplicación que hacemos es un salto al vacío; cualquier
intención presente podría interpretarse de modo que concuerde con
cualquier cosa que pudiéramos elegir hacer. Por tanto, no puede
haber ni concordancia ni conflicto. Esto es lo que dijo Wittgenstein
en § 202.
El problema escéptico de Wittgenstein está relacionado con el
trabajo de otros dos autores recientes que dan poca muestra de
haber sido influidos directamente por Wittgenstein. Ambos han
sido ya mencionados antes. El primero es W V Quine37, cuyas bien
conocidas tesis de la indeterminación de la traducción y la inescm-
tabilidad de la referencia ponen también en cuestión que haya he-
chos objetivos constitutivos de lo que queremos decir. Si se me
permite anticipar asuntos todavía no introducidos en la exposición
presente, el énfasis de Quine sobre la concordancia congenia, obvia-
mente, con la idea de Wittgenstein38. Y lo mismo ocurre con su recha-
zo de toda noción según la cual «ideas» o «significados» internos

37 Véanse, más arriba, pp. 28-29, y la nota 10.


38 Para «concordancia» y la noción relacionada de «forma de vida» de Wittgens-
tein, véanse, más abajo, pp. 107-109. En Word and Object, p. 27, Quine caracteriza 6l
lenguaje como «el complejo de disposiciones presentes a la conducta verbal, en oí que
los hablantes del mismo lenguaje Kan por fuerza acabado pareciéndose unos ti Otros»;
véase también Word and. Object, § 2, pp. 5-8. Algunos de los conceptos principales do
Word and Object, como el de «oración de observación», dependen de esta uniformidad
en la comunidad. De todas maneras, la concordancia parece desempeñar un papel más
crucial en la filosofía de Wittgenstein que en la de Quine.

[69]
70 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 71

guían nuestra conducta lingüística. Sin embargo, hay diferencias. su marco. Para Quine, como cualquier hecho acerca de si quiero
Como he señalado más arriba, Quine basa desde el comienzo su decir más o cuas se mostrará en mi conducta, no cabe duda alguna,
argumento en premisas conductistas. Él nunca resaltaría los experi- dada mi disposición, de qué es lo que quiero decir.
mentos mentales introspectivos del modo como lo hace Wittgens- Ya se ha argüido más arriba que semejante formulación de las cues-
tein, y no cree que las concepciones que postulan un mundo interno tiones parece inadecuada. Ms disposiciones reales no son infalibles, y
privado exijan una refutación detallada. Para Quine, la inviabilidad no abarcan toda la cantidad infinita de casos de la tabla de adición. Sin
de tales concepciones debe resultar obvia a cualquiera que acepte embargo, puesto que Quine concibe las cuestiones en términos de dis-
una perspectiva científica moderna. Además, dado que Quine ve la posiciones, está interesado en mostrar que aun si las disposiciones se
filosofía del lenguaje dentro de un hipotético marco de psicología concibieran idealmente como infalibles y abarcadoras de todos los
conductista, concibe los problemas acerca del significado como casos, hay todavía asuntos de interpretación que quedan indetermina-
problemas de disposición a la conducta. Esta orientación parece dos. Primero, arguye (aproximadamente) que la interpretación de pro-
tener consecuencias con respecto a la forma que adopta el proble- ferencias suficientemente «teóricas», no la de informes de observación
ma de Quine, en oposición al de Wittgenstein. El problema impor- directa, está indeterminada aun si se toman en cuenta todas mis-dispo-
tante para Wittgenstein es que mi estado mental presente no parece siciones ideales. Además, persigue mostrar, mediante ejemplos como el
determinar lo que debo hacer en el futuro. Aunque yo pueda sentir de «conejo» y «estadio de conejo», que, incluso dada una interpretación
(ahora) que algo en mi cabeza correspondiente a la palabra «más» fija de nuestras oraciones como totalidades y dadas, naturalmente, todas
impone una determinada respuesta para cualquier nuevo par de ar- nuestras disposiciones ideales a la conducta, la interpretación (la refe-
gumentos, de hecho nada en mi cabeza impone tal cosa. En alusión rencia) de diversos elementos léxicos queda todavía sin fijar41. Estas son
auno de los ejemplos iniciales de Wittgenstein, el aprendizaje «os- afirmaciones interesantes, distintas de las de Wittgenstein. Para quienes
tensivo» de la palabra de color «sepia» (§§ 28-30)39, Quine protesta no estamos tan fuertemente inclinados al conductismo como lo está
contra Wittgenstein que, dada nuestra «propensión innata a consi- Quine, el problema de Wittgenstein puede llevarnos a ver las tesis
derar una estimulación cualitativamente más parecida a una segun- de Quine de una forma nueva. Dada la formulación que el propio Quine
da que a una tercera» y dado un condicionamiento suficiente «para hace de sus tesis, parece quedar abierta al no conductista la opción de
eliminar generalizaciones erróneas», llegará un momento en que el considerar los argumentos de Quine, si los acepta, como demostracio-
término se aprenderá: «...en principio nada más se necesita en el nes de que cualquier concepción conductista del significado debe ser
aprendizaje de "sepia" que en cualquier condicionamiento o induc- inadecuada —no puede siquiera distinguir entre una palabra que signi-
ción»40. Por «aprendizaje de "sepia"», Quine entiende desarrollo de fique conejo y una que signifique estadio de conejo. Pero si tiene razón
la disposición correcta a aplicar «sepia» en casos particulares. De- Wittgenstein, y el acceso a mi mente, por muy amplio que sea, no puede
biera estar claro, a partir del texto de Wittgenstein, que también él revelar si quiero decir más o cuas, ¿no ocurrirá lo mismo con conejo y
se da cuenta de que en la práctica no tiene por qué haber ninguna estadio de conejo? Así, tal vez, el problema de Quine surge incluso para
dificultad en este sentido acerca del aprendizaje de «sepia» (de he- los no conductistas. No es éste el lugar para explorar la cuestión.
cho, Wittgenstein hace hincapié en esto). El problema fundamental, El debate de Nelson Goodman sobre el «nuevo enigma de la
según lo he enunciado anteriormente, es diferente: con independen- inducción» merece también comparación con el trabajo de Witt-
cia de si mis disposiciones reales son «correctas» o no, ¿hay algo genstein42. En realidad, aunque Quine, a diferencia de Goodman en
que imponga cuáles deben ser? Como Quine formula las cuestiones
disposicionalmente, este problema no puede enunciarse dentro de 41 Aproximadamente, la primera aserción es la «indeterminación de la traducción»,
mientras que la segunda es la «inescrutabilidad de la referencia.»
42 Véase la referencia citada en la nota 14. Véanse también lo artículos de la parte
39 Este ejemplo se discute más abajo. Véanse pp. 94-95 y la nota 72. VII («Induction») enPmblems andProjects (Bobs-Merrill, Indianápolis y Nueva York,
40 Quine, Ontologícal Relativity and Other Essays, p. 31. 1972, xii + 463 pp.).
72 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 73

su tratamiento del «nuevo enigma», se interesa directamente, al nalmente sospecho que puede que sea imposible una consideración
igual que Wittgenstein, por una duda escéptica acerca del significa- seria del problema de Goodman, según él lo formula, sin una con-
do, sin embargo la estrategia básica del tratamiento de Goodman sideración del problema de Wittgenstein46.
del «nuevo enigma» se acerca asombrosamente a los argumentos Wittgenstein ha inventado una forma nueva de escepticismo.
escépticos de Wittgenstein. En este aspecto, su debate se aproxima Personalmente, me inclino a considerarla como el problema escép-
al escepticismo de Wittgenstein mucho más que el tratamiento de tico más radical y original que hasta la fecha ha visto la filosofía,
Quine de la «indeterminación». A pesar de que nuestro paradigma algo que sólo un modo de pensar enormemente fuera de lo común
del problema de Wittgenstein fue formulado para un problema ma- podría haber producido. Por supuesto, lo que Wittgenstein pretende
temático, se recalcó que es completamente general y puede aplicar- no es dejarnos empantanados con su problema, sino resolverlo: la
se a cualquier regla o palabra. En particular, si se formulara para el conclusión escépllica es disparatada e intolerable. Es en su solución,
lenguaje de impresiones de color, como Wittgenstein mismo sugie- argüiré, donde está contenido el argumento contra el «lenguaje pri-
re, el «verdul» de Goodman, o algo similar, desempeñaría el papel vado»; pues, supuestamente, la solución no admitirá un lenguaje
de «cuas»43. Pero el problema no sería el de Goodman acerca de la así. Pero es importante ver que el logro de Wittgenstein al plantear
inducción (¿Por qué no predecir que la hierba, que ha sido verdul en este problema posee mérito propio, aparte del valor que tengan su
el pasado, será verdul en el futuro?), sino el de Wittgenstein acerca solución al mismo y el argumento resultante contra el lenguaje pri-
del significado: «¿Cómo saber que en el pasado no quise decir vpr- vado. Pues, si consideramos que el problema de Wittgenstein es un
dul mediante "verde", de modo que-ahora debo llamar "verde" al
cielo, no a la hierba?». Aunque Goodman se concentra en el proble- para refrendar el modo como continuamos actuando realmente, sí depende. Pero es
ma acerca de la inducción e ignora en gran medida el problema importante darse cuenta de que, incluso si «absolutamente similar» tuviera un significa-
acerca del significado44, algunas veces sus debates resultan sugesti- do fijo en español, y no fuese necesario dar relleno a «similar» mediante una especifi-
cación de los «respectos» en que las cosas son similares, el problema escéptico no se
vos también para el problema de Wittgenstein45. De hecho, perso- resolverla. Cuando aprendo «más», no podría ser que simplemente me diera a mí mis-
mo algún número finito de ejemplos y continuase: «Actúa de modo similar cuando te
43 Para «verdul», véanse, más arriba, la página 34 y las notas 14 y 15. Tengo débil enfrentes a cualquier problema de adición en el futuro». Supongamos que, según el signi-
memoria con relación a mis propios procesos mentales de hace años, pero parece pro- ficado ordinario de «similar», la construcción anterior está completamente determinada,
bable que pueda haberme inspirado, al formular el problema de Wittgenstein en térmi- y que no mantenemos la doctrina de que varios modos alternativos de actuar pueden lla-
nos de «cuas», en el uso análogo que Goodman hace de «verdul». Sí recuerdo que, marse «similares» dependiendo de cómo se dé relleno a «similar»; esto es, dependiendo
cuando pensé en el problema por primera vez, quedé asombrado por la analogía entre de cuál de los respectos en que un modo u otro de actuar puede llamarse «similan> a lo que
las discusiones de Wittgenstein y Goodman (a otros les ha pasado también lo mismo). hice antes es el respecto del que hablamos. Aun así, el escéptico puede argüir que median-
44 En parte, el debate de Goodman del problema parece presuponer que la exten- te «similaD) quiero decir cumular, donde dos acciones son cuimilares si... Véase también
sión de cada predicado («verde», «verdul»), etc., es conobida y que esta cuestión no está el debate de la «identidad relativa», más arriba, en la nota 13.
ella misma envuelta en el «nuevo enigma de la inducción». Sydney Shoemaker, en «On 46 Brevemente: Goodman insiste en que no hay ningún sentido que no incurra en
Projecting tiie Unprojectible», The Philosophical Review, vol. 84 (1975), pp. 178-219, petición de principio según el cual «verdul» es «temporal» o «posicional» pero «verde»
pone en duda que tal separación sea posible (véase su párrafo final). Todavía no he es- no lo es. SÍ uno cualquiera de los pares «azul-verde» y «verdul-azurde» se toma como
tudiado de modo cuidadoso el argumento de Shoemaker. primitivo, los predicados del otro par son definibles «temporalmente» en términos del
45 Véase su «Positionality and Pictures», The Philosophical Review, vol. 69 (1960), primero (véase Fact, Fiction, andForecast, pp. 77-80). De todas formas, intuitivamente
pp. 523-525, reimpreso en Problema andProjects, pp. 402-404. Véase también Ullian, parece claro que «verdul» es posicional en un sentido en que no lo es «verde». Quizá
«More on "Grue" and Grue», y Problems and Projects, pp. 408-409 (comentarios a dicho sentido pueda ser sacado a la luz por el hecho de que «verde», pero no «verdul»,
Judith Thompson). se aprende (¿es aprendible?) ostensivamente a partir de un número suficiente de mues-
En «Seven Structures on Similarity», Problems andProjects, pp. 437-446, hay par- tras, sin referencia al tiempo. Parecería que una réplica a este argumento debe adoptar
tes que tienen sabor wittgensteiniano. Para Goodman, como para Wittgenstein, lo que la forma: «¿Cómo saber que no es "verdul" lo que otros (o incluso yo mismo en el pa-
llamamos «similar» (para Wittgenstein, incluso lo que llamamos «lo mismo») se exhibe sado) aprendieron mediante ese adiestramiento ostensivo?». Pero esto conduce directa-
en nuestra propia práctica y no puede explicarse (la idea de Wittgenstein se expone más mente al problema de Wittgenstein. Son relevantes los artículos citados en la ñola ante-
abajo). rior (es cierto, no obstante, que pueden surgir problemas como el de Goodman para
Surge aquí una cuestión. ¿Depende la posición de Wittgenstein de una negación de predicados en pugna que no parecen, ni siquiera intuitivamente, estar definidos posicio-
la «similaridad absoluta»? En la medida en que usemos «similaridad» simplemente nalmente).
74 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO
LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 75

problema real, se hace patente que a menudo se ha leído al autor orientación apropiada sería la opuesta. El problema principal no es:
desde la perspectiva equivocada. Sus lectores, incluido ciertamente «¿Cómo podemos mostrar que el lenguaje privado —o alguna otra
mi yo anterior, han tenido a menudo inclinación a preguntarse: forma especial de lenguaje— es imposible! »; sino más bien: «¿Cómo
«¿Cómo puede Wittgenstein probar que el lenguaje privado es im- podemos mostrar que un lenguaje absolutamente cualquiera (públi-
posible? ¿Cómo puedo yo en modo alguno tener dificultad en iden- co, privado, o lo que sea) es posible! »48. No se trata de que llamar
tificar mis propias sensaciones? Y si hubiera alguna dificultad, «dolor» a una sensación sea fácil y Wittgenstein tenga que inventarse
¿cómo podrían serme de ayuda los criterios "públicos"? ¡Tendría una dificultad49. Por el contrario, el problema principal de Wittgens-
que estar reármente en baja forma si necesitara ayuda externa para tein es que parece que ha mostrado que todo lenguaje, toda forma-
identificar mis propias sensaciones!»47. Pero si no me equivoco, la ción de conceptos, es imposible, en realidad ininteligible.
47 Puede que resulte útil un tratamiento más detallado de este punto, especialmente
para quienes conozcan algo de la bibliografía acerca del «argumento del lenguaje priva- Pitcher (ed.), Wittgenstein: The Philosophicál Investigations, pp. 251-285, véase espe-
do». Gran parte de la bibliografía, basándose en las discusiones de Wittgenstein que cialmente p. 256), resume el argumento: «su alegación de que reconoce el objeto (la
siguen a § 243, entiende que, sin alguna comprobación externa de mi identificación de sensación), su creencia de que es realmente el mismo, no ha de aceptarse a menos que
mis propias sensaciones, yo no tendría manera de saber que he identificado una sensa- pueda respaldarse con evidencia ulterior. Aparentemente, también, esta evidencia debe
ción dada correctamente (en concordancia con mis intenciones previas). (Se ha inter- ser pública [...] No bastaría meramente con comprobar una sensación privada mediante
pretado que la cuestión es: «¿Cómo sé que tengo razón en que esto es dolor?»; o tal vez: otra. Pues si no se puede confiar en que se reconocerá una de ellas, tampoco se puede
«¿Cómo sé que estoy aplicando la regla correcta al usar "dolor", que estoy usando confiar en que se reconocerá la otra». El argumento concluye que puedo hacer una ve-
"dolor" del modo en que me había propuesto hacerlo?». Véase, más arriba, la nota 21).
rificación genuina de la corrección de mi identificación sólo si salgo del circulo de
Pero, se arguye, si no tengo manera de saber (en una de estas interpretaciones) si estoy «comprobaciones privadas» y acudo a alguna evidencia públicamente accesible. Pero si
haciendo la identificación correcta, resulta carente de sentido hablar siquiera de una
yo fuera tan escéptíco como para dudar de todas mis identificaciones de estados inter-
identificación. Bn la medida en que acuda en busca de respaldo a mis propias impresio-
nos, ¿cómo podría nada público serme de ayuda? ¿No depende mi reconocimiento de
nes o recuerdos de lo que quise decir, no tengo manera de acallar estas dudas. Sólo cualquier cosa pública del reconocimiento de mis estados internos? Como lo expresa Ayer
otros, que reconozcan la corrección de mi identificación por medio de mi conducta ex-
terna, pueden proporcionar una comprobación externa apropiada. (en continuación inmediata de la cita anterior): «Pero a menos que haya algo que a uno se
le permita reconocer, ninguna prueba puede completarse nunca [...] Compruebo mi re-
Hay mucho que podría decirse acerca del argumento que oscuramente acabo de cuerdo de la hora en que el tren tiene prevista su salida visualizando una página de la guía
resumir, argumento que no resulta fácil de seguir ni siquiera cuando se acude a presen-
de horarios; y se me exige comprobar esto, a su vez, mirando a la página [Ayer está alu-
taciones más extensas disponibles en la bibliografía. Pero quiero mencionar aquí una
diendo a § 265]. Pero a menos que pueda confiar en mi vista llegado este punto, a menos
réplica: si yo estuviese realmente en duda acerca de si podría identificar cualesquiera
que pueda reconocer los números que veo escritos, no habré mejorado mi situación [...]
sensaciones correctamente, ¿cómo me sería de ayuda una conexión de mis sensaciones
Sea el objeto al que esté intentando referirme tan público como usted guste [...] mi segu-
con la conducta externa, o la confirmación por otros? Sin duda, yo puedo identificar que ridad de que estoy usando la palabra correctamente [...] debe al final descansar en el testi-
la conducta externa relevante ha tenido lugar, o que otros están confirmando que yo
monio de los sentidos. Oír lo que otras personas dicen, o ver lo que escriben, u observar
tengo realmente la sensación en cuestión, sólo porque puedo identificar impresiones
sensoriales relevantes (de la conducta, o de quienes confirman que he identificado co- sus movimientos, es lo que me capacita para concluir que su uso de las palabras concuer-
da con el mío. Pero si puedo reconocer tales ruidos o formas o movimientos sin más
rrectamente la sensación). Mi capacidad para hacer cualquier identificación de cual-
preámbulo, ¿por qué no puedo también reconocer una sensación privada?».
quier fenómeno externo descansa sobre mi capacidad para identificar impresiones sen-
Si se concede que el argumento del lenguaje privado se presenta simplemente en
soriales (especialmente visuales) relevantes. Si albergara una duda general acerca de mi
esta forma, la objeción parece contundente. Y es cierto que hubo un tiempo en que ms
capacidad para identificar cualquiera de mis propios estados mentales, me sería impo-
sible escapar de ella. pareció, por una razón como ésta, que el argumento contra el lenguaje privado no podía
ser correcto. Las concepciones tradicionales, que son muy plausibles a no ser que se las
Es en este sentido en el que puede parecer que el argumento contra el lenguaje pri-
. rebata de forma decisiva, mantienen que todas las identificaciones descansan sobre la
vado supone que necesito ayuda externa para identificar mis propias sensaciones. Pues
identificación de sensaciones. La interpretación escéptica del argumento en este ensayo,
muchas presentaciones del argumento hacen que éste parezca depender de semejante
que no permite que la noción de una identificación sea tomada por descontado, hace que
duda general acerca de la corrección de todas mis identificaciones de estados internos.
la cuestión sea muy diferente. Véase el debate, más abajo en pp. 80-81, en torno & una
Se arguye que puesto que cualquier identificación que hago necesita de algún género de
objeción análoga contra el análisis de la causación de Hume.
verificación de su corrección, una verificación de una identificación de un estado.inter-
48 Puesto así, el problema tiene un obvio sabor kantiano.
no por otra tal identificación simplemente hace que se plantee de nuevo la misma cues-
49 Véanse especialmente los anteriores debates de «verde» y «verdul», que podrían
tión (si estaré haciendo una identificación correcta de mis sensaciones). Tal como A. J.
transferirse perfectamente al dolor (¡apliqúese «dolcor» a dolores antes de t y a picores
Ayer, en su bien conocido debate con Rush Rhees («Can there be a Prívate Language?»,
a partir de entonces!), Pero a estas alturas está ya suficientemente claro que el problema
Proceedings of the Aristotelian Society, Supp. vol. 28 (1954), pp. 63-94, reimpreso en
es completamente general.
76 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 77

Es importante e iluminador comparar la nueva forma de escep- nunca cuestiona las creencias ordinarias. Cuando se le pregunta si
ticismo de Wittgenstein con el escepticismo clásico de Hume. Hay él «es realmente uno de esos escépticos que mantienen que todo es
importantes analogías entre los dos. Ambos desarrollan una para- incierto», Hume replica «que esta cuestión es enteramente super-
doja escéptica, que se basa en la puesta en cuestión de un cierto flua, y que ni yo ni ninguna otra persona fue nunca sincera y cons-
nexo del pasado con el futuro. Wittgenstein pone en cuestión el tantemente de esa opinión»52. De modo aun más elocuente, al dis-
nexo entre las «intenciones» o los «significados» pasados y la prác- cutir el problema del mundo externo: «Podemos muy bien preguntar,
tica presente: por ejemplo, entre mis «intenciones» pasadas con re- ¿Qué causas nos inducen a creer en la existencia del cuerpo? Pero
lación a «más» y mi cálculo presente «68 + 57 = 125». Hume pone es vano preguntar si hay cuerpo o no. Ése es un punto que debemos
en cuestión otros dos nexos relacionados entre sí: el nexo causal dar por descontado en todos nuestros razonamientos»53. Sin embar-
por cuya virtud un acaecimiento pasado hace necesario otro futuro, go, este juramento de vasallaje al sentido común da inicio a una
y el nexo inferencial inductivo del pasado al futuro. sección que, por lo demás, tiene el aspecto de un argumento de que
La analogía es obvia. Ha sido oscurecida por varias razones. Pri- ¡la concepción común de los objetos materiales es irreparablemen-
mera, el problema de Hume y el de Wittgenstein son por supuesto te incoherente!
distintos e independientes, aunque análogos. Wittgenstein muestra Cuando Hume se encuentra de humor para respetar su profesada
poco interés o simpatía por Hume. Se le ha citado diciendo que no determinación de no negar o dudar nunca de nuestras creencias co-
podía leer a Hume porque lo encontraba «una tortura»50. Además, munes, ¿en qué consiste su «escepticismo»? Primero, en una expli-
Hume es la fuente principal de algunas ideas acerca de la naturaleza cación escéptica de las causas de estas creencias; y segundo, en
de los estados mentales que más interés tiene Wittgenstein en ata- análisis escépticos de nuestras nociones comunes. En algunos as-
car51. Por último (y probablemente lo más importante), Wittgens- pectos, puede que Berkeley, que no consideraba que sus propias
tein nunca admite, ni casi con toda seguridad admitiría, la etiqueta ideas fuesen escépticas, ofrezca una analogía con Wittgenstein aún
de «escéptico», que explícitamente admitió Hume. En realidad, mejor. A primera vista, Berkeley, con su negación de la materia y de
Wittgenstein ha parecido a menudo ser un filósofo «del sentido cualesquiera objetos «fuera de la mente», da la impresión de estar
común», ávido por defender nuestras concepciones ordinarias y di- negando nuestras creencias comunes; y para muchos de nosotros
solver las dudas filosóficas tradicionales. ¿No es Wittgenstein esa impresión persiste a lo largo de vistas posteriores. Pero no para
quien mantuvo que la filosofía sólo enuncia lo que todo el mundo Berkeley. Para él, la impresión de que el hombre común está com-
admite? prometido con la materia y con los objetos de fuera de la mente
Con todo, ni siquiera aquí debe exagerarse'la diferencia entre deriva de una interpretación metafísica errónea del habla común.
Wittgenstein y Hume. Incluso Hume posee una veta importante,
dominante a veces según del humor en que esté, de que el filósofo 52 David Hume, A Treatise of Human Nature (ed. L. A. Selby-Bigge, Clarendon
Press, Oxford, 1888) [Tratado de la naturaleza humana, Editora Nacional, Madrid,
1981], Libro I, Parte IV, Sección I (p. 183 en la edición de Selby-Bigge).
50 Karl Britton, «Portrait of a Philosopher», The Listener, LEU, n.° 1372 (16 de ju-
53 Hume, ibid., Libro I, Parte IV, Sección n (p. 187 en la edición de Selby-Bigge).
nio, 1955),p. 1072, citado por George Pitcher, The Philosophy of Wittgenstein (Prentice Las afinidades ocasionales de Hume con la filosofía «del lenguaje ordinario» no deben
Hall, Englewood Cliffs, NJ, 1964, viii + 340 pp.), p. 325. pasarse por alto. Considérese lo siguiente: «Los filósofos que han dividido la razón
51 Gran parte del argumento de Wittgenstein puede considerarse como un ataque
humana en conocimiento y probabilidad, y han definido al primero como la evidencia
contra las ideas característicamente humeanas (o empiristas clásicas). Hume postula un que surge de la comparación de las ideas, están obligados a subsumir todos nuestros
estado cualitativo introspectable para cada uno de nuestros estados psicológicos (una argumentos a partir de las causas o los efectos bajo el término general de probabilidad,
«impresión»). Además, piensa que una «impresión» o «imagen» apropiada puede cons- Pero aunque todo el mundo es libre de usar sus términos en el sentido que le plazca [,,,]
tituir una «idea», sin reparar en que una imagen no puede de ningún modo decirnos es sin embargo cierto que en el discurso común afirmamos sin problemas que muchos
cómo ha de aplicarse. (Véase, más arriba, el debate sobre el determinar el significado argumentos a partir de la causación sobrepasan la probabilidad, y pueden ser acogidos
de «verde» con una imagen, p. 34, y el debate correspondiente del cubo, pp. 55-57). Por como un género superior de evidencia. Caería en el ridículo quien dijese que es sólo
supuesto, la paradoja de Wittgenstein es, entre otras cosas, una fuerte protesta contra probable que el sol saldrá mañana, o que todos los hombres deben morir,..» (ibid., Li-
tales suposiciones.
bro I, Parte DI, Sección XI, p. 124 en la edición de Selby-Bigge),

Á
78 WITTGBNSTEESf A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 79

Cuando el hombre común habla de un «objeto material externo» no autor (en §§ 183-193), la apariencia de que nuestro concepto ordi-
se refiere realmente (como podríamos decir sotto vocé) a un objeto nario de significado exige ese hecho se basa en una (natural) mal-
material externo sino que se refiere más bien a algo así como a interpretación filosófica de expresiones ordinarias tales como «él
«una idea producida en mí independientemente de mi voluntad»54. quiso decir tal y cual», «los pasos están determinados por la fórmu-
La postura de Berkeley no es inusual en la filosofía. Berkeley la», y otras por el estilo. Enseguida veremos cómo interpreta Witt-
defiende una concepción que en apariencia está en patente contradic- genstein estas expresiones. De momento, señalemos sólo que Witt-
ción con el sentido común. Más que repudiar el sentido común, ase- genstein piensa que cualquier interpretación que busque algo en mi
vera que el conflicto procede de una malinterpretación filosófica del estado mental presente para distinguir entre mi querer decir adición
lenguaje común —a veces añade que la malinterpretación resulta fo- o cuadición , o que muestre, consecuentemente, que en el futuro
mentada por la «forma superficial» del habla ordinario. Ofrece su debo responder «1125» al preguntárseme por «68 + 57», es una ma-
propio análisis de las aserciones comunes relevantes, que muestra linterpretación y atribuye al hombre común una noción de signifi-
que esas aserciones no dicen realmente lo que parecen decir. Para cado que es refutada por el argumento escéptico. «Somos», dice en
Berkeley, esta estrategia filosófica resulta crucial en su trabajo. En la § 194 (¡nótese que Berkeley podría haber dicho exactamente lo
medida en que Hume afirma que él meramente analiza el sentido mismo!), «como salvajes, gentes primitivas, que oyen las expresio-
común y no se opone a él, invoca también la misma estrategia. Mal nes de los hombres civilizados, ponen en ellas una interpretación
puede decirse que esta práctica haya cesado en nuestros días55. falsa, y extraen luego de ésta las conclusiones más estrafalarias».
Personalmente, pienso que tales afirmaciones filosóficas son Quizá sea así. Personalmente, sólo puedo informar de que, a pesar
casi invariablemente sospechosas. Lo que quien las afirma llama de lo que asegura Wittgenstein, la interpretación «primitiva» a mí
una «malinterpretación filosófica engañosa» del enunciado ordina- me suena con frecuencia bastante bien...
rio es probablemente la forma natural y correcta de entenderlo. La En su Enquiry, tras haber desarrollado sus «Dudas escépticas
malinterpretación real llega cuando el afirmante continúa: «Todo concernientes a las operaciones del entendimiento», Hume da su
lo que el hombre común realmente quiere decir es...» y pasa a dar «Solución escéptica a estas dudas». ¿Qué es una solución «escépti-
un sofisticado análisis compatible con su propia filosofía. Sea como ca»? Llamemos solución directa a una solución propuesta para un
fuere, el punto importante para los propósitos presentes es que problema filosófico escéptico en caso de que muestre que, exami-
Wittgenstein hace una afirmación berkeleyana de este género. Pues nado éste más de cerca, el escepticismo resulta injustificado; un
—como veremos—• su solución a su propio problema escéptico co- argumento esquivo o complejo prueba la tesis de la que dudaba el
mienza dando la razón a los escépticos en que no hay ningún «he- escéptico. Descartes dio una solución «directa» en este sentido a
cho superlativo» (§ 192) acerca de mi mente que constituya mi que- sus propias dudas filosóficas. Una justificación apriori del razona-
rer decir adición mediante «más» y determine de antemano lo que miento inductivo, y un análisis de la relación causal como una co-
debo hacer para concordar con este significado. Pero, afirma el nexión o nexo necesario genuino entre pares de acaecimientos,
serían soluciones directas de los problemas de Hume de la induc-
ción y de la causación, respectivamente. Una solución escéptica de
54 George Berkeley, The Principies of Human Knowledge [Tratado sobre los prin-
cipios del conocimiento humano, Editorial Gredos, Madrid, 1990], §§ 29-34. Por su-
un problema filosófico escéptico comienza, por el contrario, con-
puesto, esta caracterización puede que peque de simplificación excesiva, pero basta cediendo que las aserciones negativas del escéptico son irrebati-
para los propósitos presentes. ' bles. No obstante, nuestra práctica o creencia ordinaria se justifica
55 Es casi «analítico» que no puedo dar un ejemplo contemporáneo común que no
encontrara una vigorosa oposición. Quienes mantuvieran la concepción mencionada
porque —a pesar de las apariencias en contra— no tiene por qué
argüirían que, en este caso, sus análisis del uso ordinario son realmente correctos. No requerir, la justificación que el escéptico ha mostrado insostenible,
deseo entrar aquí en una controversia irrelevante, pero, en mi opinión, muchos ,de los Y gran parte del valor del argumento escéptico consiste precisa-
análisis «temáticamente neutrales» del discurso acerca de la mente propuestos por los
materialistas contemporáneos son simplemente la otra cara de la moneda berkeleyana.
mente en el hecho de que ha mostrado que, aun en caso de que una
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práctica ordinaria necesite ser defendida, no es posible defenderla que a «causa» a b. Cuando se considera sólo a los acaecimientos a
de una cierta manera. Una solución escéptica puede que también y b por sí mismos, no es aplicable noción causal alguna. Esta con-
conlleve —en la forma sugerida más arriba—un análisis o explica- clusión humeana podría llamarse: la imposibilidad de la causación
ción escéptica de creencias ordinarias para rebatir la aparente refe- privada.
rencia de éstas a un absurdo metafísico. Se puede razonablemente protestar: ¡sin duda, no hay nada que
Las líneas maestras aproximadas de la solución escéptica de el acaecimiento a pueda hacer con la ayuda de otros acaecimientos
Hume a su problema son bien conocidas56. La costumbre, y no un del mismo tipo que no pueda hacer por sí mismo! ¡En realidad, de-
argumento apriori, es la fuente de nuestras inferencias inductivas. cir que'a, por sí mismo, es una causa suficiente de b no es sino decir
Si ^4 y B son dos tipos de acaecimientos que hemos visto constante- que, aun de haberse eliminado el resto del universo, a habría igual-
mente en conjunción, entonces estamos condicionados —Hume es mente producido b\, es bien posible que sea así, pero
un abuelo de esta noción psicológica moderna— para esperar un la objeción intuitiva ignora el argumento escéptico de Hume. Lo
acaecimiento de tipo B cuando se nos presenta uno del tipo A. Decir importante del argumento escéptico es que la noción común de que
de un acaecimiento particular a que causó otro acaecimiento b es un acaecimiento «produce» otro, en que se basa la objeción, está
situar estos dos acaecimientos bajo dos tipos, A y B, que esperamos en peligro. Parece que no hay ninguna relación de «producción» en
que estén constantemente en conjunción en el futuro como lo estu- absoluto, que la relación causal es ficticia. Tras haber visto que el
vieron en el pasado. La idea de conexión necesaria procede del argumento escéptico es irrebatible en sus propios términos, se ofre-
«sentimiento de acostumbrada transición» entre nuestras ideas de ce una solución escéptica que contiene todo lo que nos es posible
estos tipos de acaecimientos. salvar de la noción de causación. Es rasgo constitutivo de este aná-
No nos interesan ahora los méritos filosóficos de la solución lisis que la causación carece de sentido cuando se aplica a dos acae-
humeana. Nuestro propósito es usar la analogía con la solución hu- cimientos aislados, dejando aparte el resto del universo. Sólo en la
meana para iluminar la solución de Wittgenstein a su propio proble- medida en que estos acaecimientos sean concebidos como instan-
ma. A efectos de comparación, es preciso indicar una consecuencia cias de tipos de acaecimientos relacionados por una regularidad
adicional de la solución escéptica de Hume. Ingenuamente, se po- puede concebírselos como causalmente conectados. Si dos acaeci-
dría suponer que el que un acaecimiento particular a cause otro mientos particulares fueran, de alguna manera, tan sui generis que
acaecimiento particular b es un asunto que únicamente envuelve a se excluyera lógicamente que estén situados bajo tipos (plausible-
los solos acaecimientos a y b (y a sus relaciones), y no envuelve mente naturales) de acaecimiento, las nociones causales no les se-
a ningún acaecimiento más. Si Hume está en lo cierto, esto no es rían aplicables.
así. Ni siquiera Dios, si mirara los acaecimientos, discerniría más Por supuesto, estoy sugiriendo que el argumento de Wittgenstein
relación entre ellos que la de que uno sucede aí otro. Sólo cuando contra el lenguaje privado posee una estructura similar a la del ar-
se concibe a los acaecimientos particulares a y b como subsumidos gumento de Hume contra la causación privada. También Wittgens-
bajo dos tipos respectivos de acaecimientos, A y B, que están relacio- tein enuncia una paradoja escéptica. Igual que Hume, acepta su
nados mediante una generalización de que todos los acaecimientos propio argumento escéptico y ofrece una «solución escéptica» para
de tipo A son seguidos por acaecimientos de tipo B, puede decirse superar la apariencia de paradoja. Su solución conlleva una inter-
pretación escéptica de lo que está envuelto en aserciones ordinarias
56 Al escribir esta oración, encuentro que soy presa de un apropiado temor a que
como «Jones quiere decir adición mediante "+"». La imposibilidad
(algunos) expertos en Hume y Berkeley no den su visto bueno a alguna cosa particular del lenguaje privado emerge como un corolario de la solución es-
que acerca de estos filósofos digo aquí. No he hecho un estudio cuidadoso de ellos con céptica a.su propia paradoja, igual que la imposibilidad de la «cau-
vistas a este ensayo. Más bien, utilizo una caracterización cruda y bastante convencio-
nal de las «líneas maestras» de sus ideas con el fin de efectuar la comparación con sación privada» en Hume. Resulta que la solución escéptica no nos
Wittgenstein. permite hablar de que un único individuo, considerado por sí mis-

*..

1
82 WITTOENSTEIN A PROPÓSITO DE REOLAS Y LENGUAJE PRIVADO
LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 83

mo y aisladamente, quiera decir nunca nada con sus palabras. De


decir —aparentemente en contra de su doctrina oficial usual— que
nuevo, una objeción basada en un sentimiento intuitivo de que
niega una doctrina «que prevalece extrañamente entre los hom-
nadie más que yo puede tener algo que ver en lo que yo quiero decir
mediante un cierto símbolo ignora el argumento escéptico que so- bres»57. Si, por otro lado, no enunciamos nuestras conclusiones en
cava a cualquier intuición ingenua acerca del significado. forma de tesis filosóficas generales, es más fácil evitar el peligro de
la negación de alguna creencia ordinaria, aun aunque nuestro inter-
He dicho que la solución de Wittgenstein a su problema es es-
locutor imaginario nos acuse de incurrir en ella (por ejemplo, § 189;
céptica. No da una solución «directa», indicando al escéptico tonto
un hecho oculto que pasó por alto, una condición en el mundo que véase también § 195)58. Siempre que nuestro oponente insista en la
constituye mi querer decir adición mediante «más». En realidad, perfecta propiedad de una forma ordinaria de expresión (por ejem-
está de acuerdo con su propio escéptico hipotético en que no hay tal plo, que «los pasos están determinados por la fórmula», que «la
hecho, tal condición, ni en el mundo «interno» ni en el «externo». aplicación futura! está ya presente»), podemos insistir en que, si
estas expresiones' se entienden apropiadamente, estamos de acuer-
He de admitir que estoy expresando la concepción de Wittgenstein
do. El peligro llega cuando intentamos dar una formulación precisa
en forma más sencilla de lo que él mismo normalmente se permiti-
de qué es exactamente lo que estamos negando—qué «interpreta-
ría. Pues al negar que haya ningún hecho tal, ¿no pudiera ser que
ción errónea» está adscribiendo nuestro oponente a medios de ex-
estemos expresando una tesis filosófica que duda o niega algo que
todo el mundo admite? No deseamos dudar o negar que cuando la presión ordinarios. Puede que sea difícil hacer esto sin producir
gente habla de sí misma y de los demás como de quien quiere decir otro nuevo enunciado que, hemos de admitir, es otra vez «perfecta-
algo mediante sus palabras, como de quien sigue reglas, lo hace con mente correcto» si se entiende apropiadamente59.
perfecto derecho. Ni siquiera deseamos negar la propiedad de un Así, bien podría ser que Wittgenstein, cautelosamente quizá,
uso ordinario de la frase «el hecho de que Jones quiso decir adición desaprobara la formulación sencilla que doy aquí. A pesar de ello,
mediante tal y cual símbolo», y es verdad que tales expresiones opto por tener el atrevimiento suficiente de decir: Wittgenstein
poseen usos perfectamente ordinarios. Deseamos negar meramente mantiene, con el escéptico, que no hay ningún hecho constitutivo
la existencia del «hecho superlativo» que los filósofos engañosa- de si quise decir más o cuas. Pero si hay que conceder esto al escép-
mente adjuntan a esas construcciones ordinarias de palabras, no la tico, ¿acaso no es éste el final del asunto? ¿Qué puede decirse en
propiedad de las construcciones mismas. favor de nuestras atribuciones ordinarias de lenguaje significativo a
nosotros mismos y a los demás? ¿No hemos alcanzado ya la increí-
Es por esta razón por lo que conjeturé más arriba (p. 19) que la
declarada incapacidad de Wittgenstein para escribir una obra con
57 Berkeley, The Principies of Human Knowledge, § 4. Por supuesto, Berkeley po-
argumentos y conclusiones organizados de modo convencional
dría querer decir que la prevalencia de la doctrina proviene de la influencia de la teoría
procede, al menos en parte, no de proclividades "personales y esti- filosófica, más que del sentido común, tal como efectivamente asevera en la siguiente
lísticas, sino de la propia naturaleza de su obra. De haber enunciado sección.
58 § 189: «¿Pero no están entonces los pasos determinados por la fórmula algebrai-
Wittgenstein •—en contra de su famosa y críptica máxima § 128-—•
ca?». A pesar de la interpretación que hace Wittgenstein dentro de su propia filosofía de
los resultados de sus conclusiones en forma de tesis definidas, ha- la frase ordinaria «los pasos están determinados por la fórmula», persiste la impresión
bría sido muy difícil evitar formular sus doctrinas de una manera de que la caracterización que hace el interlocutor de la idea de Wittgenstein es realmen-
que no consistiera en aparentes negaciones escépticas de nuestras te correcta. Véanse las palabras del interlocutor en § 195: «Pero no quiero decir que lo
que yo hago ahora (al captar un sentido) determine el uso futuro causalmente y como
aserciones ordinarias. Berkeley se encuentra con dificultades simi- una cuestión de experiencia, sino que, de un modo raro, el uso mismo está en algún
lares. Las evita, en parte, al enunciar su tesis como la negación de sentido presente». Y la anodina réplica: «¡Pero por supuesto que lo está, "en algún sen-
la existencia de «materia», y afirmando que «materia» es un ele- tido"! En realidad lo único que está equivocado de lo que dices es la expresión "de un
modo raro". Lo demás está bien; y la oración sólo parece rara cuando uno imagina para
mento de la jerga filosófica pero no expresa nuestra idea de sentido ella un juego de lenguaje diferente de aquel en que realmente la usamos.»
común. Con todo, Berkeley se ve forzado en un cierto momento a 59 Un ejemplo del tipo de tensión que puede aquí estar envuelta ya apareció más
arriba—véanse pp. 62-64 y la nota 33.
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WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO
LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 85
ble conclusión, anuladora de sí misma, de que todo el lenguaje ca-
rece de significado? La más simple y básica de las ideas del Tractatus mal puede ser
En réplica, hemos de decir algo acerca del cambio en la filosofía desechada: una oración declarativa obtiene su significado por vir-
del lenguaje de Wittgenstein desde el Tractatus a las Investigacio- tud de sus condiciones de verdad, por virtud de su correspondencia
nes. Aunque, en detalle, el Tractatus es una de las obras de filosofía con los hechos que deben darse si es verdadera. Por ejemplo, «el
más difíciles, sus líneas maestras aproximadas son bien conocidas. gato está sobre el felpudo» es entendida por aquellos hablantes que
A cada oración le corresponde un (posible) hecho. Si este hecho se reconozcan que es verdadera si y sólo si un cierto gato está sobre un
da, la oración es verdadera; si no, es falsa. Para las oraciones atómi- cierto felpudo; es falsa en otro caso. La presencia del gato sobre el
cas, la relación entre una oración y el hecho que expresa es de sim- felpudo es un hecho o condición-en-el-mundo que, si se diese, ha-
ple correspondencia o isomorfismo. La oración contiene nombres ría verdadera a la oración (haría a ésta expresar una verdad).
que se corresponden con objetos. Una oración atómica es ella mis- Así enunciada! la concepción del Tractatus del significado de
ma un hecho, pone a los nombres en una cierta relación; y dice que las oraciones declarativas puede parecer no sólo natural sino inclu-
(hay un hecho correspondiente consistente en que) los objetos co- so tautológica. Sin embargo, como dice Dummett, «las Investiga-
rrespondientes están en la misma relación. Las demás oraciones ciones contienen un rechazo implícito de la idea clásica (realista)
son funciones-de-verdad (finitas o infinitas) de éstas. Aun cuando fregeano-tractariana de que la forma general de explicación del sig-
a algunos les ha parecido que el detalle de esta teoría constituye un nificado es un enunciado de las condiciones de verdad»61. En lugar
implausíble intento de dotar al lenguaje natural de una quimérica de esta idea, Wittgenstein propone una concepción general alterna-
estructura apriori basada sólo en el análisis lógico, hay ideas simi- tiva de trazo grueso. (Llamarle una teoría alternativa es probable-
lares, concebidas a menudo sin ninguna influencia específica del mente ir demasiado lejos. Wittgenstein renuncia (§ 65) a todo in-
Tractatus, que gozan de muy buena salud hoy en día60. tento de ofrecer una concepción general del lenguaje que rivalice
con la del Tractatus. Más bien, lo que tenemos son actividades di-
50 La influyente e importante teoría del lenguaje natural de Donald Davidson posee
ferentes relacionadas entre sí de varias maneras). Wittgenstein reem-
muchos rasgos en común con el Tractatus, aun cuando la filosofía subyacente sea dife- plaza la pregunta «¿Qué ha de ser el caso para que esta oración sea
rente. Davidson arguye que algunas consideraciones simples, casi apriori (que no re-
. quieren investigación empírica detallada de lenguajes naturales específicos), imponen
fuertes constricciones a la forma de una teoría del significado para los lenguajes natu- transformacionales modernos, desde Noam Chomsky, han estado más próximos al
rales (debe ser una teoría de las condiciones de verdad finitamente axiomatizada de Tractatus que a las Investigaciones. (Pero para los gramáticos transformacionales, in-
estilo tarskiano). (Aunque la.forma de una teoría se determine sin investigación empíri- cluso la forma de la teoría se establece mediante consideraciones empíricas específicas
ca detallada, se supone que la teoría específica adoptada para un lenguaje particular que requieren investigación detallada de lenguajes naturales específicos).
requiere apoyo empírico detallado). El hecho de que una teoría del significado deba Véanse también los programas de los lingüistas que se llaman a sí mismos «semán-
poseer esta forma, se arguye, impone fuertes constricciones sobre la forma lógica, o la ticos generativos» y el de Richard Montague. Por supuesto, muchas de las ideas del
estructura profunda, del lenguaje natural —muy probablemente, que debe aproximarse Tractatus, o del «atomismo lógico», no han sido resucitadas por ninguna de estas teo-
a la lógica de primer orden extensional clásica. Todas estas ideas están próximas al es- rías.
píritu del Tractatus. En particular, igual que el Tractatus, Davidson mantiene (i) que las (Nota: En la lingüística transformacional reciente, «estructura profunda» tiene un
condiciones de verdad son un elemento clave en una teoría del lenguaje; (ii) que el significado técnico específico. Los «semánticos generativos» hicieron del repudio de la
desvelamiento de una estructura profunda oculta del lenguaje es crucial para una teoría «estructura profunda» un elemento crucial de su programa. En lo que precede, lo mejor
apropiada de la interpretación; (iii) que la forma de la estructura profunda está de ante- es tomar «estructura profunda» en el sentido general de estructura «subyacente». Todo
mano constreñida por consideraciones teóricas cuasilógicas; (iv) que, en particular, las aquel cuya teoría del lenguaje le lleve a aplaudir la doctrina del Tractatus 4.002 —que
constricciones muestran que la estructura profunda posee una forma lógica próxima a la comprensión del lenguaje lleva envuelta incontables convenciones tácitas, invisibles
la de un lenguaje formal de la lógica simbólica; (v) que, en particular, las oraciones se a simple vista, que disfrazan la forma— cree en la estructura profunda en este sentido
construyen a partir de «átomos» mediante operadores lógicos; (vi) que, en particular, la amplio. La «estructura profunda» en el sentido específico fue una teoría especial de la
estructura profunda del lenguaje natural es extensional a pesar de las engañosas apa- estructura profunda definida ampliamente; ésa es una razón por la que era un término
riencias de la estructura superficial. Todas estas ideas del Tractatus se repudian en las apropiado. La mayoría de las teorías lingüísticas recientes que rechazaron la «estructu-
Investigaciones, obra hostil a cualquier intento de analizar el lenguaje mediante el des- ra profunda» en el sentido específico la aceptaron en el sentido más amplio).
velamiento de una estructura profunda oculta. En este último respecto, los lingüistas 61 Dummett, «Wittgenstein's Philosophy of Mathematics», p. 348 en el original; re-
impreso en Pitcher (ed.), Wittgenstein: ThePhilosophicallnvestigalions, pp. 446-447.
LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 87
86 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REOLAS Y LENGUAJE PRIVADO
nos permite hacer una aserción dada? Concepciones de este género,
verdadera?» por otras dos: primera, «¿En qué condiciones puede en realidad teorías explícitas, mal puede decirse que fuesen desco-
esta construcción de palabras aseverarse (o negarse) apropiada- nocidas antes de Wittgenstein, y probablemente le influyeron. La
mente?»; segunda, «¿Cuál es el papel y la utilidad en nuestras vidas teoría del significado verificacionista positivista es de este género.
de nuestra práctica de aseverar (o negar) la construcción de pala- Como también lo es, en un contexto más especial, la concepción
bras en estas condiciones?». intuicionista de los enunciados matemáticos. (El énfasis del mate-
Naturalmente, Wittgenstein no limita su interés a las oraciones mático clásico en las condiciones de verdad es reemplazado por un
declarativas, ni por tanto a la aserción y la negación, como yo acabo énfasis etflas condiciones de demostrabilidad). Pero, claro está, la
de hacer. Por el contrario, cualquier lector de las partes iniciales de concepción de trazo grueso de Wittgenstein no debe identificarse
las Investigaciones filosóficas estará al tanto de que Wittgenstein con ninguna de estás. Su segundo componente es distinto: aceptado
pone un fuerte empeño en negar cualquier primacía especial a la que nuestro juego de lenguaje permita un cierto 'movimiento' (una
aserción, o a las oraciones en modo indicativo. (Véanse sus ejem- aserción) en ciertas condiciones especificables, ¿cuál es el papel de
plos tempranos «¡Losa!», «¡Pilar!», etc.). Esto juega de por sí un dicho permiso en nuestras vidas? Ese papel debe existir para que
papel importante en su repudio de la concepción realista clásica. este aspecto del juego de lenguaje no sea ocioso.
Puesto que no se considera que el modo indicativo sea primario o La concepción del lenguaje alternativa de Wittgenstein está ya
básico en ningún sentido, adquiere mayor plausibilidad la tesis de claramente sugerida en la misma sección primera de las Investiga-
que el papel lingüístico incluso de preferencias en modo indicativo ciones filosóficas. Muchos filósofos de la matemática-—en concor-
que superficialmente parezcan aserciones no tiene por qué consistir dancia con la concepción agustiniana de «objeto y nombre»— ha-
en «enunciar hechos»62. Así, si hablamos con propiedad, no debe- cen preguntas como: «¿Qué entidades ("números") son denotadas
mos hablar de condiciones de «aserción», sino, más en general, de por los numerales? ¿Qué relaciones entre estas entidades ("he-
las condiciones para hacer un cierto movimiento (una forma de ex- chos") se corresponden con los enunciados numéricos?» (filósofos
presión lingüística) en el «juego de lenguaje». Si, empero, nos per- de inclinación nominalista replicarían, escépticamente, «¿Podemos
mitimos adoptar una terminología simplificada hasta el exceso que realmente creer que haya tales entidades?»). En contra de semejan-
resulta más apropiada para un ámbito especial de casos, podemos te concepción «platonista» del problema, Wittgenstein pide que
decir que Wittgenstein propone una concepción del lenguaje basa-
da, no en condiciones de verdad, sino en condiciones de aseverabi-
lidad o en condiciones de justificación63', ¿en qué circunstancias se Wiesbaden, y Alien andUnwin, Londres, 6.a ed., 1962), traduce «zu Unrecht» por «in-
justamente, deslealmente» [«unjustly, unfairly»]; «Unrecht», en general, es una «injus-
ticia» [«injustice»] o un «mal» [«wrong»]. Todo esto es razonablemente consistente con
62 Véase, por ejemplo, § 304, donde Wittgenstein está tratando del lenguaje de sensa- «ilegítimamente», pero presta poco apoyo a «sin derecho», aun cuando la idea de que
ción: «La paradoja desaparece sólo si rompemos radicalmente con la idea de que el len- tenemos «derecho» a usar una palabra en ciertas circunstancias sin «justificación»
guaje [...] siempre sirve para el mismo propósito: transmitir pensamientos —que pueden [«Rechifertigung»] esté obviamente en armonía con lo que Wittgenstein está tratando
ser acerca de casas, dolores, el bien y el mal, o cualquier otra cosa que te plazca». de señalar. Sin embargo, mediante «zu Unrecht» Wittgenstein parece querer decir que
63 Hablar de «condiciones de justificación», en vez de «condiciones de aseverabili- el uso de una palabra sin justificación independiente no tiene por qué ser un uso «ilegí-
dad», no sugiere tanto la primacía del modo indicativo, pero tiene sus propias desven- timo» de la palabra-—carente de apoyo epistémico o lingüístico apropiado. Por el con-
tajas. Para Wittgenstein, hay una clase importante de casos donde un uso del lenguaje trario, es esencial al funcionamiento de nuestro lenguaje que, en algunos casos, dicho
no tiene propiamente otra justificación independiente que no sea la inclinación del ha- uso del lenguaje sea perfectamente correcto. Cuando utilizamos la terminología de
blante a hablar así en esa ocasión (por ejemplo, decir que se tiene dolor). En tales casos, «condiciones de justificación», hemos de construirlas de modo que incluyan tales casos
dice Wittgenstein (§ 289), «Usar una palabra sin una justificación (Rechtfertigimg) no (donde Wittgenstein diría que no hay ninguna «justificación»). (Podría ser que «erró-
significa usarla zu Unrecht». La traducción de Anscombe de «zu Unrecht» no es consis- neamente» [«wrongly»] fuese una traducción más idiomática que «ilegítimamente»
tente. En su traducción de las Investigaciones filosóficas, § 289, lo traduce por «sin de- [«wrongfutly»]. «Sin derecho» a mí me suena como si se estuviese introduciendo un
recho» [«without right»]. Sin embargo, en su traducción de las Observaciones sobre los nuevo término técnico difícil. La cuestión es que «zu Unrecht», al ser una expresión
fundamentos de la matemática, y § 33 (VII, § 40), donde ocurre casi exactamente la bastante corriente del alemán, no debería ser vertida al inglés de modo que parezca que
misma oración alemana, lo traduce por «ilegítimamente» [«wrongfitlly»]. El dicciona- es una expresión técnica inusual de esta lengua).
rio del alemán al inglés que tengo a mano (Wildhagen-Heraucourt, Brandstetter Verlag,
88 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO
LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 89

descartemos cualesquiera concepciones apriori y miremos («¡No «pilar», «bloque», en los juegos de lenguaje que describe en sus
pienses, mira!») las circunstancias en las que se profieren realmen- secciones primeras (véase § 10).
te las aserciones numéricas, y los papeles que tales aserciones jue- Este caso constituye un buen ejemplo de varios aspectos de la
gan en nuestras vidas64. Supongamos que me dirijo al tendero lle- técnica de Wittgenstein en las Investigaciones. Una idea importante
vando un trozo de papel con la inscripción «cinco manzanas rojas», en la filosofía de la matemática es brevemente sugerida, casi en
y él me entrega manzanas, recitando de memoria los numerales passant, casi escondida en una discusión general de la naturaleza
hasta cinco y entregándome una manzana cada vez que pronuncia del lenguaje y de los «juegos de lenguaje»65. En el estilo discutido
un numeral. Es en circunstancias como éstas cuando estamos auto- arriba, Wittgenstein sugiere que una expresión como «está por un
rizados a hacer preferencias en las que se usan numerales; el papel número» es apropiada, pero es peligrosa si se toma para hacer una
y la utilidad de tal autorización son obvios. En §§ 8-10, Wittgens- cierta sugerencia metafísica. Es de sospechar que Wittgenstein está
tein imagina las letras del alfabeto, recitadas en orden alfabético, negando que los numerales estén por entidades llamadas «núme-
usadas en un juego de lenguaje en miniatura, igual a como se usan ros», en el sentido propuesto por los «platonistas». Lo más impor-
los numerales* en nuestro ejemplo. Nos sentimos poco inclinados tante para el propósito presente es que el caso ejemplifica las cues-
a preguntarnos acerca de la naturaleza de las entidades «denotadas» tiones centrales que Wittgenstein quiere preguntar acerca del uso
por las letras del alfabeto. No obstante, si se usan del modo descri- del lenguaje. No busques «entidades» y «hechos» que se corres-
to, puede decirse de ellas con propiedad que «están por números». pondan con aserciones numéricas; mira, en cambio, las circunstan-
En realidad, decir de unas palabras que están por números (natura- cias en que se hacen las preferencias que envuelven numerales, y la
les) es decir que se usan como numerales, esto es, que se usan del utilidad de hacerlas en estas circunstancias.
modo descrito. De todos modos, la legitimidad, a su manera, de la El reemplazo de condiciones de verdad por condiciones de justi-
expresión «están por números» no debe llevarnos a pensar que los ficación cumple un doble papel en las Investigaciones. Primero, ofre-
numerales sean similares a expresiones como «losa», «pilar» y ce una nueva aproximación a los problemas de cómo el lenguaje
otras por el estilo, excepto en que las entidades «denotadas» no son posee significado, en contraste con la del Tractatns. Pero, segundo,
espacio-temporales. Si el uso de la expresión «está por números» puede aplicarse para dar una explicación de las propias aserciones
lleva a confusión de este modo, lo mejor sería recurrir a otra termi- acerca del significado, consideradas como aserciones dentro de nues-
nología, por ejemplo, que una expresión «juega el papel de un nu- tro lenguaje. Recuérdese la conclusión escéptica de Wittgenstein:
meral». Este papel, según lo describe Wittgenstein, está palmaria- ningún hecho, ninguna condición de verdad, se corresponde con
mente en fuerte contraste con el papel de expresiones como «losa», enunciados como «Jones quiere decir adición mediante "+"». (Las
64 De varias maneras, se puede suponer que. Frege es aquí el blanco. Él es quien
insiste en considerar los números como objetos, y en preguntarse acerca de la naturale-
65 Paul Benacerraf, en «What Numbers could not be», The Philosophical Revlew,
za de estos objetos (insistiendo incluso en que podemos preguntarnos si Julio César es
vol. 74 (1963), pp. 47-73, véanse especialmente pp. 71-72, concluye con sugerencias
un número o no). Por otro lado, el famoso principio contextual de los Gnmdlagen der
sorprendentemente similares a las de Wittgenstein, aunque mucha de su argumentación
Arithmetik (se debe preguntar por la significación de un signo sólo en el contexto de una
precedente no encuentra paralelo directo en Wittgenstein. Es posible que una de las ra-
oración) y el énfasis que Frege pone particularmente en preguntarse cómo se aplican
zones por las que pasó desapercibido el parecido de las ideas de Benacerraf con una
realmente las expresiones numéricas están ambos presentes en el espíritu del debate de
porción bastante bien conocida de las Investigaciones sea la forma en passant en que
Wittgenstein. Quizá la mejor manera de concebir la relación de Wittgenstein con Frege
Wittgenstein introduce el asunto en la filosofía de la matemática dentro del contexto de
aquí sea decir que Wittgenstein consideraría acertado el espíritu del principio contex-
una discusión más general. (Aunque en este ensayo no asumo la labor de criticar a
tual de Frege pero criticaría a Frege por utilizar «nombre de un objeto» como etiqueta
Wittgenstein, me parece que se necesita una gran cantidad de trabajo adicional si se
englobalotodo parausos del lenguaje que son «absolutamente diferentes» (§ 10).
desea defender la postura que aquí adopta, ya que la matemática, en su aparente trata-
* N. del. T. :En el texto original aparece aquí la palabra «numbers», no «numeráis»,
miento délos números como entidades, conlleva mucho más de lo que puede abarcarse
cuya traducción es «números», en vez de «numerales». Sin duda se trata de una errata
mediante el simple caso de contar. Quizá puede interpretarse que algunos autores pos-
de la edición inglesa, pues es claro que Kripke está aquí hablando de numerales y no de
números. teriores tratan de llevar a cabo tal proyecto, pero no es mi cometido discutir aquí estos
asuntos).
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presentes observaciones acerca del significado y el uso no proporcio- iniciales entre su nueva manera de considerar los asuntos y su vieja
nan en sí mismas tales condiciones de verdad. De acuerdo con ellas, manera de pensar abarca desde estas ideas especiales del Tractatus
Jones quiere decir ahora adición mediante «+» si en este momento hasta la naturaleza de la filosofía. Este primer aspecto de las sec-
tiene intención de usar el signo «+» de una cierta manera, y quiere ciones iniciales ha estado claro, creo, para la mayoría de lectores.
decir cuadición, si tiene intención de usarlo de otra. Pero nada se Es menos obvio un segundo aspecto. La paradoja escéptica es el
afirma que ilumine la cuestión de la naturaleza de dicha intención). problema fundamental de las Investigaciones filosóficas. Si Witt-
Ahora bien, si suponemos que los hechos, o las condiciones de genstein tiene razón, no podemos empezar a resolverlo mientras
verdad, son parte esencial de la aserción significativa, se seguirá de permanezcamos bajo la férula de la presuposición natural de que
la conclusión escéptica que las aserciones de que alguien alguna las oraciones declarativas significativas deben pretender corres-
vez quiere decir algo con sus palabras carecen de significado. En ponderse con hechos; mientras sea éste nuestro marco, sólo pode-
cambio, si aplicamos a estas aserciones las pruebas sugeridas en las mos concluir que las oraciones que atribuyen significado e inten-
Investigaciones filosóficas, esta conclusión no se sigue. Todo lo ción son ellas mismas carentes de significado. Tenga o no razón
que se necesita para legitimar las aserciones de que alguien quiere Wittgenstein al pensar que la concepción entera del Tractatus es
decir algo con sus palabras es que haya circunstancias aproximada- una consecuencia de presuposiciones naturales y aparentemente in-
mente especificables en que esas aserciones sean legítimamente evitables, no cabe duda de que tiene razón acerca de esta parte fun-
aseverables, y que el juego de aseverarlas en tales condiciones des- damental de la misma. La idea de la correspondencia-con-hechos
empeñe un papel en nuestras vidas. No es precisa suposición algu- debe ser eliminada antes de poder abordar el problema escéptico.
na de que «los hechos se corresponden» con esas aserciones. Las secciones 138-242 se ocupan del problema escéptico y de su
Yo atribuiría, por tanto, la siguiente estructura aproximada a las solución. Estas secciones —las centrales de las Investigaciones fi-
Investigaciones filosóficas (aunque las divisiones entre las partes losóficas—• han constituido el interés primario de este ensayo. To-
no son tajantes y son hasta cierto punto arbitrarias). Los §§ 1-137 davía no hemos visto cuál es la solución del problema, pero el lec-
ofrecen la refutación preliminar de la teoría del lenguaje del Trac- tor astuto habrá adivinado ya que Wittgenstein encuentra que
tatus y sugieren la concepción de trazo grueso con que Wittgens- desempeña un papel útil en nuestras vidas un «juego de lenguaje»
tein se propone reemplazarla. Estas secciones aparecen en primer que autorice, en ciertas condiciones, a aseverar que alguien «quiere
lugar por más de una razón. Primera, el propio Wittgenstein había decir tal y cual» con sus palabras y que su aplicación presente de
encontrado antes natural e inevitable la teoría del Tractatus —Mal- una palabra «concuerda» con lo que él quiso decir en el pasado.
colm dice que incluso en su etapa posterior la considera como la Resulta que este papel y estas condiciones conllevan referencia a
única alternativa a su trabajo ulterior66— y a veces escribe como si una comunidad. Son inaplicables a una única persona considerada
el lector fuera a inclinarse naturalmente hacia la teoría del Tracta- aisladamente. Así, como hemos dicho, Wittgenstein rechaza el
tus a menos que intervenga él personalmente para impedirlo. Así, «lenguaje privado» no más tarde de § 202.
las secciones iniciales contienen una refutación, no sólo de las más Las secciones siguientes a § 243 —-las secciones usualmente lla-
básicas y más aparentemente inevitables teorías del Tractatus (como madas «el argumento del lenguaje privado»— se ocupan de la apli-
la de que significar es enunciar hechos), sino también de muchas de cación al problema de las sensaciones de las conclusiones generales
sus doctrinas más especiales (como la de un ámbito especial de acerca del lenguaje obtenidas en §§ 138-242. La conclusión escép-
«simples»)67. El contraste que traza Wittgenstein en estas secciones
relacionadas de otros autores (el modelo del lenguaje de «objeto y nombre», la concep-
Véase Norman Malcolm, Ludwig Wittgenstein: A Memoir, con un bosquejo bio-
66 ción de las oraciones «como en correspondencia con hechos», etc.), aun cuando éstos
gráfico a cargo de G. H. Von Wright (Oxford University Press, Londres, 1958), p. 69. puedan tener ideas que difieren en los detalles de las del Tractatus. Desea poner en re-
67 Aunque en estas secciones iniciales el interés de Wittgenstein esté puesto prima- lación el debate, no sólo con sus propias ideas específicas, sino también con asuntos
riamente en su modo de pensar anterior, también se interesa, naturalmente, por ideas más amplios.

i
92 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 93

tica acerca de las reglas, y el rechazo consiguiente de reglas priva- tein acerca de las reglas, Wittgenstein trata ambos en detalle. El
das, resulta suficientemente difícil de tragar en general, pero parece segundo caso se trata en las secciones siguientes a § 243. El prime-
especialmente antinatural en dos áreas. La primera es la matemáti- ro se trata en observaciones que Wittgenstein dejó sin preparar para
ca, objeto del grueso del debate precedente en este ensayo (y de su publicación, pero de las que aparecen pasajes seleccionados en
gran parte del de Wittgenstein en §§ 138-242). ¿Acaso no capto yo, las Observaciones sobre losfundamentos de la matemática y en otros
en matemática elemental, reglas como la de la adición que determi- lugares. Wittgenstein cree que sólo si superamos nuestra fuerte in-
nan todas sus aplicaciones futuras? ¿Es que no es inherente a la clinación a ignorar sus conclusiones generales acerca de las reglas
naturaleza misma de tales reglas que, una vez que he captado una, podemos tener una visión adecuada de estas dos áreas. Por esta ra-
no tengo elección futura en cuanto a su aplicación? ¿No constituye zón, las conclusiones acerca de las reglas son de importancia cru-
cualquier puesta en cuestión de estas aserciones una puesta en cues- cial tanto para la filosofía de la matemática como para la filosofía
tión de la demostración matemática misma? ¿Y no es la captación de la mente. Aunque en su estudio de las sensaciones, en § 243 y
de una regla matemática el logro en solitario de cada matemático siguientes, no se limite a citar simplemente sus conclusiones gene-
sin dependencia de interacción ninguna con una comunidad más rales sino que argumenta de nuevas este caso especial (lo mismo
amplia? Cierto, puede que otros me hayan enseñado el concepto de hace para la matemática en otro lugar), si llamamos a § 243 y si-
adición, pero actuaron sólo a modo de ayudas heurísticas para mi guientes «el argumento del lenguaje privado» y lo estudiamos de
consecución de un logro —la «captación del concepto» de adi- modo aislado, separándolo del material precedente, sólo aumenta-
ción— que me pone en una relación especial con la función de remos nuestras dificultades para comprender un argumento ya de
adición. Los platonistas han comparado la captación de un concep- por sí difícil. Wittgenstein tenía un plan de organización definido
to a un sentido especial, análogo a nuestro aparato sensorial ordina- cuando situó esta discusión en el lugar donde está.
rio, sólo que perceptor de entidades superiores. Pero la idea no re- Por supuesto, la división no es tajante. Las secciones iniciales
quiere una teoría platónica especial de los objetos matemáticos. Se «anti-Tractatus» contienen varias anticipaciones de la «paradoja» de
basa en la observación —aparentemente obvia en cualquier con- §§ 138-24269, e incluso de su solución. Ejemplos de ello son las sec-
cepción— de que al captar una regla matemática he logrado algo ciones 28-36 y las 84-88. Incluso la misma sección primera de las
que depende sólo de mi propio estado interno, y que es inmune a la Investigaciones puede leerse, retrospectivamente, como anticipando
duda cartesiana acerca del entero mundo material externo68. el problema70. De todos modos, estas anticipaciones, al ser alusiones
Otro caso que parece ser un contraejemplo obvio a la conclusión crípticas al problema en el contexto del debate de problemas anterio-
de Wittgenstein es el de una sensación, o de una imagen mental. res, no desarrollan por completo la paradoja y a menudo eliden el
¡No cabe duda de que puedo identificar agestas después de haberlas punto principal en la presentación de otros puntos subsidiarios.
sentido, y que es irrelevante cualquier participación en una comu- Consideremos primero la anticipación presente en las seccio-
nidad! Debido a que estos dos casos, la matemática y la experiencia nes 84-88, especialmente en la 86, donde Wittgenstein introduce
interna, parecen contraejemplos tan obvios a la idea de Wittgens-
69 Barry Stroud me recalcó este hecho, aunque soy yo el responsable de los ejem-
Aunque las ideas de Wittgenstein sobre la matemática estuvieron sin duda influi-
68 plos y de la exposición en los párrafos que siguen.
das por Brouwer, merece la pena señalar aquí que la filosofía de la matemática intuicio- 70 Véase: «¿Pero cómo sabe dónde y cómo ha de buscar la palabra "rojo" y qué ha
nista de Brouwer es, si acaso, mas solipsista todavía que su rival «platonista» tradicio- de hacer con la palabra "cinco"? •—-Bueno, asumo que actúa del modo que lie descrito.
nal. De acuerdo con esta concepción, se puede idealizar la matemática como la actividad Las explicaciones tienen un final en alguna parte» (§1). Retrospectivamente, esto es un
aislada de un único matemático («sujeto creador») cuyos teoremas son aserciones acer- enunciado del punto básico de que yo sigo reglas «a ciegas», sin justificación alguna
ca de sus propios estados mentales. El hecho de que los matemáticos formen una comu- para la elección que hago. Lo sugerido en esta sección, que no hay nada malo en esta
nidad es irrelevante para los propósitos teóricos. (En realidad, se dice que Brouwer situación siempre que mi uso de «cinco», «rojo», etc., encaje dentro de un sistema
mismo mantuvo misteriosas ideas «solipsistas» de que la comunicación es imposible. apropiado de actividades en la comunidad, anticipa la solución escéptica de Wittgens-
Lo que he señalado se mantendría aun si dejásemos éstas últimas a un lado). tein, según expongo más abajo.
94 WTTTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 95

la ambigüedad de las reglas y la posibilidad de un regreso al infi- usual (del modo como es vaga la palabra «verde»). La cuestión
nito de «reglas para interpretar reglas». Conociendo el problema escéptica es otra cosa71.
central de las Investigaciones filosóficas, es fácil ver que en estas En las secciones objeto de discusión, Wittgenstein está arguyen-
secciones Wittgenstein se interesa por sacar dicho problema a la do que cualquier explicación puede fracasar en su propósito: si de
luz, e incluso por aludir a parte de su acercamiento a una solución hecho no fracasa, puede servir perfectamente, aun cuando los con-
(final de § 87: «El poste indicador está en orden si, en circunstan- ceptos envueltos violen el requisito fregeano de «límites tajantes»
cias normales, cumple su propósito»). En el contexto, sin embar- (§ 71). Véase § 88: «Si digo a alguien "Estáte aproximadamente
go, Wittgenstein hace que su paradoja profunda se difumine en aquí", ¿no puede esta explicación servir perfectamente? ¿Y no pue-
una cuestión mucho más sencilla —que, típicamente, los usos del de cualquier otra fracasar también?». Al menos dos asuntos están
lenguaje no proporcionan una determinación precisa de su aplica- aquí envueltos: lo ¡apropiado de la vaguedad, de las violaciones del
ción en todos los casos. (Véase el debate de los nombres en § 79, requisito fregeano'(en realidad Wittgenstein pone en duda que tal
«Uso el nombre [...] sin un significado fijo»; de la «silla» (?) en requisito, en un sentido absoluto, esté bien definido); y una insi-
§ 80; de «Estáte aproximadamente aquí» en § 88). Es verdad, nuación de la paradoja escéptica de la segunda porción (§§ 138-
como dice Wittgenstein, que su paradoja muestra, entre otras co- 242) de las Investigaciones. En el contexto donde se sitúa, la para-
sas, que toda explicación de una regla podría concebiblemente ser doja, presagiada brevemente, no se distingue con claridad de las
malentendida, y que el uso del lenguaje aparentemente más preci- otras consideraciones acerca de la vaguedad y los límites tajantes.
so no difiere, en este respecto, de usos «aproximados» o «inexac- El verdadero desarrollo del problema está todavía por venir.
tos» o «de textura abierta». De todas maneras, no hay duda de que Observaciones similares se aplican al debate de la definición os-
la verdadera cuestión de ,1a paradoja de Wittgenstein no es que la tensiva en §§ 28-36, que forma parte de una discusión más amplia
regla de adición sea en cierto modo vaga o que deje indetermina- acerca del nombrar, uno de los temas importantes de la primera por-
dos algunos casos de su aplicación. Al contrario, la palabra «más» ción (§ § 1 -137) de las Investigaciones. Wittgenstein hace hincapié en
denota una función cuya determinación es completamente precisa que las definiciones ostensivas son siempre en principio capaces de
—en esto no se asemeja a las nociones vagas expresadas por ser malentendidas, incluso la definición ostensiva de una palabra de
«grande», «verde», y similares. La cuestión es el problema escép- color como «sepia». Cómo entiende la palabra una persona se revela
tico, bosquejado arriba, de que lo que hay en mi cabeza deja sin en el modo en que esa persona continúa, en «el uso que hace de la
determinar qué función denota «más» según uso yo la palabra palabra definida». Es posible continuar del modo correcto dada una
(bien más, bien cuas), qué denota «verde» (bien verde, bien ver- explicación mínima, mientras que, por otro lado, es posible continuar
dul), y así sucesivamente. La observación usual, desligada de de modo diferente por muchas aclaraciones que se añadan, ya que
cualquier escepticismo acerca del significado de «verde», de que éstas pueden ser también malentendidas (de nuevo una regla para
la propiedad del verdor está en sí misma sólo vagamente definida interpretar una regla; véanse especialmente §§ 28-29).
para algunos casos, guarda, si acaso, relación lejana. En mi opi- Gran parte del argumento de Wittgenstein va dirigido en contra
nión, los argumentos escépticos de Wittgenstein no muestran, en de la idea de una experiencia cualitativamente única, especial, que
este sentido, de ninguna manera, que la función de adición esté
sólo vagamente definida. La función de adición —como destaca- 71 Aunque quizá la vaguedad, en el sentido ordinario, entre en el rompecabezas de

ría Frege— arroja un valor preciso para cada par de argumentos Wittgenstein del modo siguiente: cuando un maestro presenta una palabra como «más»
a alguien que esté aprendiendo el idioma, si no la reduce a conceptos más «básicos»
numéricos. Esto no es más que un teorema de la aritmética. El previamente aprendidos, la presenta mediante un número finito de ejemplos, junto con
problema escéptico no indica vaguedad en el concepto de adición las instrucciones: «¡Continúa de la misma manera!». La última cláusula puede realmen-
(del modo como hay vaguedad en el concepto de verdor), ni va- te considerarse vaga, en el sentido ordinario, aunque de ella dependa nuestra captación
del más preciso de los conceptos. Este tipo de vaguedad está íntimamente conectado
guedad en la palabra «más», dando por descontado su significado con la paradoja de Wittgenstein.
96 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO

sea la de entender la definición ostensiva del modo correcto (§§ 33-36).


T LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO»

para una comprensión cabal de la primera. El trabajo anterior de


97

Una vez más, la verdadera cuestión para Wittgenstein, aquí en el Wittgenstein había dado por descontada una relación natural de in-
contexto del nombrar y de la definición ostensiva, es la paradoja terpretación entre un pensamiento en la mente de alguien y el «he-
escéptica. El caso de la definición ostensiva de un color (el «se- cho» que «representa». La relación se suponía que consistía en un
pia») guarda una conexión especial con el así llamado «argumento isomorfismo entre un hecho (el hecho de que los elementos menta-
del lenguaje privado», según se desarrolla para las sensaciones en les estén dispuestos de una cierta manera) y otro (el hecho-en-el-
§§ 243 y siguientes. También aquí, empero, el argumento se insinúa mundo «representado»). Parte del ataque de Wittgenstein a esta
tan brevemente y se encuentra tan subsumido en el contexto de idea suya anterior se desarrolla en la primera parte mediante una
otros asuntos, que, en este estadio del argumento, la cuestión puede crítica a la noción, crucial para la teoría del isomorfismo del Trac-
fácilmente pasar desapercibida72. tatus, de que hayjuna única descomposición de un complejo en sus
Sin embargo, otro rasgo de la situación indica cómo pueden co- elementos «últinjos (véanse, por ejemplo, §§ 47-48). Claramente,
nectarse las ideas de un modo que cruza de través las divisiones que sin embargo, la paradoja de la segunda parte de las Investigaciones
he señalado en las Investigaciones filosóficas. La primera parte constituye una poderosa crítica a toda idea de que las «representa-
(hasta § 137), como hemos dicho, critica la concepción anterior ciones mentales» se correspondan unívocamente con «hechos», ya
de Wittgenstein de la naturaleza del lenguaje e intenta sugerir que alega que los componentes de tales «representaciones menta-
otra. Puesto que la solución escéptica de Wittgenstein a su para- les» no poseen interpretaciones que puedan «leerse» a partir de
doja es posible sólo dada su concepción posterior del lenguaje y ellos de una única manera. Luego afortiori, no hay tal interpreta-
queda descartada por su concepción previa, el debate en la segun- ción única de las «oraciones» mentales que los contienen que las
da parte (§§ 138-242) depende del de la primera. El punto a desta- presente como «representando» un «hecho» u otro73. De este modo,
car aquí es que, al mismo tiempo, la segunda parte es importante la relación entre la primera y la segunda porción de las Investiga-
ciones es recíproca. Para que la solución escéptica de Wittgenstein
72 En estas secciones Wittgenstein no menciona ejemplos como «verdul» o «cuas», a su paradoja sea inteligible, la concepción «realista» o «represen-
sino que empieza por destacar las posibilidades ordinarias de malentender una defini- tacional» del lenguaje debe ser socavada por otra concepción (en
ción ostensiva. Muchos filósofos que han sido influidos por Wittgenstein se han visto
atraídos también por la idea de que un acto de ostensión está mal definido a menos que la primera parte). Por otro lado, la paradoja desarrollada en la se-
venga acompañado de un sortal («la entidad que estoy señalando» como cosa distinta gunda parte, previamente a su solución, asesta una importante
de «el color que estoy señalando», «la forma...», «la mesa...», etc.). Entonces, a partir puntilla final (quizá la crucial) a la concepción representaciona!74.
de este hecho, se sacan conclusiones acerca del nombrar y la identidad (en tanto que
asociados con «términos sortales»). Tengo la impresión de que muchos de estos filóso- Sin duda, ésta es una razón por la que Wittgenstein introduce pre-
fos interpretarían que las secciones 28-29 de Wittgenstein expresan el mismo punto sagios de la paradoja ya en las secciones de la primera parte. Pero
(véase, por ejemplo, M. Dummett, Frege (Duckworth, Londres, 1973, xxv + 698 pp), es también una ilustración de que las divisiones estructurales que
pp. 179-180 , y frecuentemente en otros lugares). Sin embargo, me parece claro que el
punto principal de estas secciones es casi exactamente el opuesto. Debería estar claro he indicado en las Investigaciones filosóficas no son tajantes. La
tras la lectura de §29 que la idea de añadir un sortal («Este número.se llama "dos"») es investigación avanza «de forma entrecruzada en todas direccio-
introducida por el interlocutor imaginario de Wittgenstein. En su contra, Wittgenstein
replica que el punto es correcto en un sentido, pero que la definición ostensiva original
nes» (prefacio).
•—sin un sortal—• es perfectamente legítima con tal de que lleve al principiante a aplicar
correctamente una palabra como 'dos' en el futuro; en cambio, ni siquiera si se añade el 73 Las críticas a las ideas anteriores acerca del «isomorfismo» son por tanto críticas
sortal desaparece la posibilidad de aplicación futura equivocada, ya que también el a un supuesto modo especial de obtener una única interpretación de una representación
sortal puede interpretarse incorrectamente (y este probkma no se puede eliminar me- mental. Para Wittgenstein, dadas sus ideas anteriores, las críticas a la noción de isomor-
diante explicaciones adicionales). En realidad hay dos Asuntos separables, como en el fismo son así, obviamente, de especial importancia para una puesta en escena de su
caso de §§ 84-88. Uno es análogo al que versaba sobre la vaguedad en §§ 84-88: que paradoja. Son relativamente menos importantes, como tal puesta en escena, para al-
una definición ostensiva sin un sortal que la acompañe es vaga. El otro, que claramente guien que no esté tratando de dejar atrás este entorno especial.
es el punto principal, es el problema escéptico de Wittgenstein, presentado aquí en tér- 74 Michael Dummett me recalcó este punto, aunque soy yo el responsable de su
minos de la posibilidad de malentender una definición ostensiva. formulación presente.
98 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 99

La solución escéptica de Wittgenstein concede al escéptico que zan realmente a hacer tales aserciones y qué papel cumple realmen-
no existen «condiciones de verdad» ni «hechos correspondientes» te esta autorización. Es importante darse cuenta de que no estamos
en el mundo que hagan verdadero a un enunciado como «Jones, buscando condiciones necesarias y suficientes (condiciones de ver-
igual que muchos de nosotros, quiere decir adición mediante dad) para seguir una regla, ni un análisis de en qué consiste tal segui-
"más"». Debemos, más bien, mirar cómo se usan tales aserciones. miento de una regla. En realidad, tales condiciones constituirían una
¿Puede esto ser adecuado? ¿Acaso no llamamos «verdaderas» o solución «directa» al problema escéptico, y han sido rechazadas.
«falsas» a aserciones como la que acabamos de citar? ¿Es que no En primer lugar, consideremos lo que es verdad acerca de una
podemos con propiedad anteponer a tales aserciones la expresión persona tomada aisladamente. El hecho más obvio es uno que po-
«Es un hecho que» o «No es un hecho que»? Wittgenstein despacha dría habérsenos escapado tras larga contemplación de la paradoja
estas objeciones de modo escueto. Como muchos otros, Wittgens- escéptica. No inlfunde ésta terror ninguno en nuestras vidas cotidia-
tein acepta la teoría de la «redundancia» de la verdad: afirmar que nas; ¡nadie duda realmente cuando se le pide una respuesta a un
un enunciado es verdadero (o, presumiblemente, anteponerle «Es problema de adición! Casi todos nosotros damos sin dudar la res-
un hecho que...») es simplemente afirmar el enunciado mismo, y puesta «125» cuando se nos pregunta por la suma de 68 y 57, ¡sin
decir que no es verdadero es negarlo: ('/>' es verdadero =p). Sin que se nos pase por la cabeza la posibilidad teórica de que podría
embargo, se podría objetar: (a) que sólo se llama «verdaderas» o haber sido apropiada una regla cuasiforme! Y actuamos así sin jus-
«falsas» a preferencias de ciertas formas —a las preguntas, por tificación. Naturalmente, si se nos pregunta por qué dijimos «125»,
ejemplo, no— y a éstas se les llama así precisamente porque pre- la mayoría de nosotros aducirá que sumó 8 y 7 para obtener 15, que
tenden enunciar hechos; (b) que precisamente las oraciones que anotó 5 y se llevó 1, y así sucesivamente. Pero entonces, ¿qué dire-
«enuncian hechos» pueden ocurrir como componentes de com- mos si se nos pregunta por qué nos «llevamos» del modo como lo
puestos veritativo-funcionales y su significado en tales compuestos hicimos? ¿No podríamos haber tenido en el pasado la intención de
es difícil de explicar en términos sólo de condiciones de aseverabi- que «llevarse» significase cuevarse; donde «cuevarse» es...? La
lidad. También despacha esto Wittgenstein de modo escueto. Lla- idea toda del argumento escéptico es que al final alcanzamos un
mamos a algo una proposición, y por tanto verdadero o falso, cuan- nivel donde actuamos sin ninguna razón por cuya virtud podamos
do le aplicamos en nuestro lenguaje el cálculo de las funciones de justificar nuestra acción. Actuamos srn dudar, pero a ciegas.
verdad. Es decir, es simplemente una parte primitiva de nuestro Éste es, entonces, un caso importante de lo que Wittgenstein
juego de lenguaje, no susceptible de explicación más profunda, que llama hablar sin «justificación» («Rechtfertigung>>), pero no «ilegí-
las funciones de verdad se aplican a ciertas oraciones. Para el propó- timamente» («zu Unrecht»)75. Es parte de nuestro juego de lenguaje
sito de la exposición presente, merece la pena señalar que las secciones de hablar de reglas el que un hablante pueda, sin dar al final justifi-
en las que Wittgenstein discute el concepto de verdad (§§ 134-137) cación alguna, seguir su propia segura inclinación de que este modo
clausuran las secciones preliminares sobre el Tractatus y preceden (digamos, responder «125») es el modo correcto de responder, y no
inmediatamente al debate de la paradoja escéptica. Ellas proporcio- algún otro (por ejemplo, responder «5»). Esto es, las «condiciones
nan el trabajo preparatorio final necesario para ese debate.
Por fin, nos podemos dirigir a la solución escéptica de Wittgens- 75 Véase la nota 63. Nótese que en las Observaciones sobre los fundamentos de la
tein y al argumento consiguiente contra las reglas «privadas». Tene- matemática, V, § 33 [Vil, § 40], Wittgenstein desarrolla este punto con respecto a su
mos que ver en qué circunstancias se hacen las atribuciones de sig- problema general acerca de las reglas, la concordancia y la identidad, mientras que en
el pasaje paralelo de la Investigaciones filosóficas, § 289, se interesa por las declaracio-
nificado y qué papel juegan estas atribuciones en nuestras vidas. nes de dolor. Esto ilustra de nuevo la conexión de las ideas de Wittgenstein acerca del
Siguiendo la exhortación de Wittgenstein a mirar en lugar de pen- lenguaje de sensación con el punto general acerca de las reglas. Nótese también que el
pasaje de las Ofin se encuentra subsumido en un contexto de filosofía de la matemática.
sar, no razonaremos a priori acerca del papel que tales enunciados La conexión de los debates de Wittgenstein en torno a la matemática con sus debates en
deben jugar; en cambio, averiguaremos qué circunstancias autori- torno a las sensaciones es otro de los temas del presente ensayo.
100 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 101

de aseverabilidad» que autorizan a un individuo a decir que, en una sea conformarse a ella, cuando se le pregunte acerca de "68 H- 57",
ocasión dada, debe seguir su regla de este modo y no de aquél son, responderá "125"». La cuestión es qué contenido sustantivo pueden
al final, que él hace lo que está inclinado a hacer. poseer tales condicionales.
Lo importante acerca de este caso es que, si confinamos nuestra Si nuestras consideraciones hasta la fecha son correctas, la res-
atención a una sola persona, a sus estados psicológicos y su con- puesta es que, si se considera una persona aisladamente, la noción
ducta externa, esto es lo más lejos que podemos llegar. Podemos de una regla que guía a la persona que la adopta no puede poseer
decir que actúa con confianza en cada aplicación de una regla; que ningún contenido sustantivo. No hay, hemos visto, ninguna condi-
dice —sha justificación adicional— que el modo en que actúa, a ción de verdad ni ningún hecho en cuya virtud pueda ocurrir que la
diferencia de algún modo cuasiforme alternativo, es el modo en que •persona concuerde o no con sus intenciones pasadas. Mientras pen-
ha de responderse. No hay circunstancias en las que podamos decir semos que ella eslía siguiendo una regla «privadamente», y preste-
que, aun si esa persona se inclina a decir «125», debería haber di- mos portante atención sólo a. sus condiciones de justificación, todo
cho «5», o viceversa. Por definición, ella está autorizada a dar, sin lo que podemos decir es que está autorizada a seguir la regla como
justificación adicional, la respuesta que tan natural e inevitable le le parezca. Por esto es por lo que Wittgenstein dice: «Creer que se
parece. ¿En qué circunstancias puede estar equivocada por, ponga- está obedeciendo una regla no es obedecerla. De ahí que no sea
mos, seguir la regla equivocada? Ningún otro puede, con sólo es- posible obedecer una regla "privadamente"; en caso contrario, creer
crutar la mente y la conducta de esa persona, decir algo así como que se estaba obedeciendo una regla sería lo mismo que obedecer-
«Ella se equivoca si no concuerda con sus propias intenciones pa- la» (§ 202).
sadas». La idea toda del argumento escéptico era que no puede ha- La situación se hace muy diferente si nos permitimos ensanchar
ber hechos acerca de esa persona en cuya virtud concuerde o no con nuestro horizonte y dejamos de contemplar al seguidor de reglas en
sus intenciones. Todo lo que podemos decir, si consideramos una solitario para contemplarlo en interacción con una comunidad más
sola persona aisladamente, es que nuestra práctica ordinaria le au- amplia. Habrá entonces otros que tendrán condiciones de justifica-
toriza a aplicar la regla del modo que le parece. ción para la atribución al sujeto de un seguimiento de regla correc-
Pero, por supuesto, éste no es nuestro concepto usual de seguir to o incorrecto, y éstas no consistirán simplemente en que ha de
una regla. No ocurre de ninguna manera que, meramente porque aceptarse incondicionalmente la propia autoridad del sujeto. Consi-
alguien piense que está siguiendo una regla, no quepa lugar para deremos el ejemplo de un niño pequeño que está aprendiendo a
juzgar que no la está siguiendo realmente. Alguien —un niño, un sumar. Es obvio que su maestro no aceptará meramente cualquier
individuo confundido por efecto de una droga— puede que piense respuesta suya. Por el contrario, el niño debe satisfacer varias con-
que está siguiendo una regla aun cuando esté en realidad actuando diciones para que el maestro le adscriba dominio del concepto de
al azar, sin concordar con regla alguna. Alternativamente, puede adición. Primero, para números que sean lo bastante pequeños, el
que, bajo el influjo de una droga, actúe de repente en concordancia niño debe dar, casi todo el tiempo, la respuesta «correcta». Si un niño
con una regla cuasiforme, alejándose de sus intenciones primeras. insiste en responder «7» a la pregunta «2 + 3», y «3» a «2 + 2»,
Si no pudiera nadie tener justificación alguna para decir de una y comete varios otros errores elementales, el maestro le dirá: «No
persona del primer tipo que su confianza en que está siguiendo al- estás sumando. O estás calculando otra función» —¡supongo que,
guna regla está fuera de lugar, o de una persona del segundo tipo en realidad, no le hablaría exactamente así a un niño!— «o, más
que ya no concuerda con la regla que previamente había seguido, probablemente, no estás todavía siguiendo ninguna regla, sino sólo
poco contenido tendría nuestra idea de (que una regla, o intención dando cualquier respuesta aleatoria que te viene a la cabeza». Su-
pasada, obliga a elecciones futuras. Nos inclinamos a aceptar con- pongamos, empero, que el niño resuelve correctamente casi todos
dicionales de un tipo tan crudo como «Si alguien quiere decir adi- los problemas de adición «pequeños». Con cálculos mayores, el
ción mediante "+" entonces, si recuerda su intención pasada y de- niño puede cometer más errores que con los problemas «pequeños»,
102 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 103

pero debe resolver correctamente un cierto número y, cuando se ninguna otra cosa. Pero Smith no tiene por qué aceptar la autoridad
equivoca, debe ser reconocible que está «intentando seguir» el pro- de Jones sobre estas cuestiones: Smith estimará que Jones quiere
cedimiento apropiado, y no un procedimiento cuasiforme, a pesar decir adición mediante «más» sólo si estima que las respuestas de
de que cometa errores. (Recordemos, el maestro no está juzgando éste a problemas de adición particulares concuerdan con las que él,
cuan fiable o diestro es el niño como sumador, sino si se puede Smith, se inclina a dar, o si, en caso de que esporádicamente no
decir de él que esté siguiendo la regla de adición). Ahora bien, ¿qué concuerden, puede interpretar que Jones está por lo menos siguien-
quiero decir cuando digo que el maestro juzga que, para ciertos do el procedimiento correcto. (Si, ante problemas muy pequeños,
casos, el alumno debe dar la respuesta «correcta»? Lo que quiero Jones da respuestas que no concuerdan con las que Smith se inclina
decir es que el maestro juzga que el niño ha dado la misma respues- a dar, a éste le resultará difícil o imposible interpretar que Jones
ta que él mismo daría. De modo similar, cuando, dado un problema está siguiendo el procedimiento apropiado. Y lo mismo sucederá en
con números mayores, digo que el maestro, para juzgar que el niño caso de que las respuestas de Jones a problemas mayores sean de-
está sumando, debe juzgar que está aplicando el procedimiento masiado estrafalarias para ser errores de adición en el sentido nor-
«correcto» a pesar de que cometa errores, lo que quiero decir es que mal: por ejemplo, en caso de que responda «5» a «68 + 57»), Si
el maestro juzga que el niño está aplicando el procedimiento que él Jones da de modo consistente respuestas que no concuerdan (en
mismo se inclina a aplicar. este sentido amplio) con las de Smith, éste estimará que aquél no
Algo parecido es verdad para los adultos. Si alguien que estimo quiere decir adición mediante «más». Incluso si Jones sí quiso decir
que ha estado calculando una función de adición normal (esto es, eso en el pasado, la desviación presente justificará que Smith esti-
alguien que estimo que cuando suma da la misma respuesta que yo me que ha dejado de hacerlo.
daría), de repente ofrece respuestas en concordancia con procedi- A veces, Smith, por recurso a alguna interpretación sustitutiva
mientos que difieren de los míos de modo estrafalario, entonces alternativa de la palabra «más» de Jones, será capaz de ajustar las
estimaré que algo tiene que haberle sucedido, y que ya no está si- respuestas de Jones a las suyas. Pero más a menudo, no lo será y se
guiendo la regla que seguía previaniente. Si esto le sucede de forma inclinará a estimar que realmente Jones no está siguiendo regla al-
general, y sus respuestas me parecen prácticamente desprovistas de guna en absoluto. En todo esto, se considera que las inclinaciones
pauta discernible alguna, estimaré que probablemente se ha vuelto de Smith son exactamente tan primitivas como las de Jones. De
loco. ninguna manera somete Smith a prueba directamente la cuestión de
De aquí podemos discernir condiciones de aseverabildad aproxi- si Jones pudiera tener en su cabeza alguna regla que concuerde con
madas para una oración como «Jones quiere decir adición mediante la que Smith tiene en la suya. Más bien, la idea es que, si en sufi-
"más"». Jones está autorizado, sujeto a corrección de los demás, a cientes casos concretos las inclinaciones de Jones concuerdan con
decir provisionalmente «Yo quiero decir adición mediante "más"» las de Smith, éste estimará que aquél está siguiendo verdaderamen-
siempre que posea el sentimiento de confianza —«¡ahora puedo te la regla de adición.
continuar!»— de que puede dar respuestas «correctas» en casos Desde luego, si estuviésemos constreñidos a un parloteo de dis-
nuevos. Y él está autorizado, de nuevo provisionalmente y sujeto a cordancias, con Smith y Jones aseverando mutuamente el uno del
corrección de los demás, a juzgar que una respuesta nueva es «co- otro que están siguiendo la regla erróneamente, mientras los demás
rrecta» simplemente porque es la respuesta que se inclina a dar. discuerdan con los dos y todos entre sí, escaso interés tendría la
Estas inclinaciones (tanto la inclinación general de Jones de que práctica que se acaba de describir. De hecho, nuestra comunidad
«ya lo tiene» como su inclinación particular a dar respuestas parti- real es (aproximadamente) uniforme en sus prácticas con respecto
culares a problemas de adición particulares) han de considerarse a la adición. La comunidad juzgará que un individuo que afirma
como primitivas. No han de justificarse en términos de la habilidad haber adquirido el concepto de adición lo ha adquirido efectiva-
de Jones para interpretar sus propias intenciones ni en términos de mente si sus repuestas particulares concuerdan con las de la comu-
104 WTTTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 105

nidad en casos suficientes, especialmente en los simples (y si sus acaba de mencionar entre tendero y cliente. Nuestras vidas enteras
respuestas «equivocadas» no son a menudo equivocadas de modo dependen de incontables interacciones como ésas, y también del
estrafalario, como la de «5» ante «68 + 57», sino que parecen con- «juego» de atribuir a los demás el dominio de ciertos conceptos o
cordar con las nuestras en procedimiento, aun cuando cometa un reglas, mostrando así que esperamos que ellos se comporten como
«error de cálculo»). A un individuo que pasa con éxito tales prue- lo hacemos nosotros.
bas se le admite en la comunidad como un sumador; a un individuo Esta expectativa no se cumple infaliblemente. Impone una res-
que pasa con éxito tales pruebas en un número suficiente de casos tricción substantiva sobre la conducta de cada individuo, y no es
diversos se le admite como un hablante normal del lenguaje y un compatible con toda y cualquier conducta que éste pueda escoger.
miembro de la comunidad. A quienes se desvían se les corrige y se (Contrástese esto con el caso en que considerábamos una sola per-
les dice (usualmente de niños) que no han captado el concepto de sona). La comunidad no juzgará que está siguiendo sus reglas un
adición. Quien se desvía de forma incorregible en suficientes as- individuo que se desvíe cuyas respuestas no concuerdan en casos
pectos simplemente no puede participar en la vida de la comunidad suficientes con las que ella misma proporciona. La comunidad pue-
ni en la comunicación. de incluso que juzgue que el individuo está loco y no sigue regla
Ahora bien, lo que la concepción general del lenguaje de Witt- coherente alguna. Cuando la comunidad niega de alguien que esté
genstein, según se bosquejó arriba, exige a una caracterización de siguiendo ciertas reglas, lo excluye de diversas transacciones como
un tipo de preferencia es, no meramente que digamos en qué con- la que tiene lugar entre el tendero y el cliente. La comunidad indica
diciones puede hacerse una preferencia de ese tipo, sino además que no puede fiarse de la conducta de este individuo en tales tran-
que señalemos qué papel y qué utilidad en nuestras vidas pueden sacciones.
adscribirse a la práctica de hacer este tipo de preferencia en tales Podemos reformular esto en términos de un mecanismo que ha
condiciones. De alguien distinto de nosotros decimos que sigue una sido común en filosofía, la inversión de un condicional76. Por ejem-
cierta regla cuando sus respuestas concuerdan con las nuestras y, plo, es importante para nuestro concepto de causación que acepte-
cuando no, lo negamos. ¿Pero cuál es la utilidad de esta práctica? mos algún condicional como: «Si los acaecimientos de tipo A cau-
Su utilidad es evidente y puede sacarse a la luz si consideramos de san acaecimientos de tipo B, y si ocurre un acaecimiento e de tipo A,
nuevo a un hombre que compre algo en la tienda. El cliente, cuando entonces debe seguir un acaecimiento e' de tipo B». Puesto así,
trata con el tendero y pide cinco manzanas, espera que el tendero
76 Como veremos inmediatamente, la inversión en este sentido es un mecanismo
cuente del mismo modo que él lo hace, no en concordancia con al- para invertir prioridades. William James resumió su famosa teoría de las emociones
guna regla no-estándar estrafalaria, Y por eso, si sus negocios con (The Principies ofPsychology, Henry Holt & Co., Nueva York, 1913, en 2 volúmenes
el tendero conllevan un cálculo, tal como el de «68 + 57», el cliente {Principios de Psicología, F.C.E., México, 1989]; capítulo 25 (vol. 2, 442-485), «The
espera que la respuesta del tendero concuerde con la suya. De Emotions») mediante la aserción: «[...] el [...] enunciado racional es que nos sentimos
apenados porque lloramos [...] no que lloramos [...] porque estamos apenados.,.»
hecho, puede que encomiende el cálculo al tendero. Por supuesto, (p. 450). Muchas filosofías pueden compendiarse crudamente (sin duda, de forma que
puede que éste cometa errores al sumar; puede incluso que haga no es realmente exacta) mediante eslóganes de tipo similar: «No condenamos ciertos
cálculos fraudulentos. Pero mientras el cliente le atribuya la capta- actos porque sean inmorales; son inmorales porque los condenamos». «No aceptamos
la ley de contradicción porque sea una verdad necesaria; es una verdad necesaria porque
ción del concepto de adición, esperará, al menos, que el tendero no la aceptamos (por convención)». «El fuego y el calor no están constantemente unidos
se comporte de modo estrafalario, que es lo que haría si siguiera porque el niego cause calor; el fuego causa calor porque los dos están constantemente
una regla cuasiforme, Y es posible esperar incluso que, en muchos unidos» (Hume). «No decimos todos 12 + 7 = 19 y cosas parecidas porque captemos el
concepto de adición; decimos que todos captamos el concepto de adición porque todos
casos, el tendero ofrecerá la misma respuesta que habría dado el decimos 12 + 7 = 19 y cosas parecidas» (Wittgenstein).
propio cliente. Cuando dictaminaiños que un niño ha adquirido la El mecanismo de inversión de un condicional a que se alude en el texto consigue el
regla de adición queremos decir que podemos confiar en que reac- efecto de invertir prioridades de un modo que congenia con tales eslóganes. Por lo que
a mí respecta, me parecen sospechosas las posturas filosóficas de los tipos ilustrados por
cionará como lo hacemos nosotros en interacciones como la que se los eslóganes, sean o no formuladas de manera tan cruda.
LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 107
106 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO

parece que la aceptación del condicional nos compromete con una toma en consideración la posibilidad del error al calcular, y hay
creencia en un nexo tal que, en el supuesto de que se dé la conexión muchas complicaciones que no son fáciles de explicar en detalle,
causal entre tipos de acaecimiento, la ocurrencia del primer acaeci- Queda el hecho de que si adscribimos a Jones el concepto conven-
miento e hace necesario (por el cumplimiento del antecedente del cional de adición, no esperamos que exhiba una pauta de conducta
condicional) que deba darse un acaecimiento e' de tipo B. Los hu- estrafalaria cuasiforme. Mediante tal condicional no queremos de-
méanos, naturalmente, niegan la existencia de dicho nexo. ¿Cómo cir, según la idea wittgensteiniana, que cualquier estado de Jones
leen ellos el condicional? Esencialmente, se concentran en las con- garantice su conducta correcta. Más bien, al aseverar tal condicio-
diciones de aseverabilidad que tiene una forma contrapuesta del nal nos comprometemos, si en el futuro Jones se comporta de for-
condicional. No es que ciertas condiciones antecedentes hagan ne- ma suficientemente estrafalaria (y en suficientes ocasiones), a no
cesario que tenga que tener lugar algún acaecimiento e"; más bien, persistir ya más en nuestra aserción de que está siguiendo la regla
el condicional nos compromete, siempre que sepamos que ocurre convencional de (adición.
un acaecimiento e de tipo A y no es seguido por un acaecimiento de El condicional aproximado expresa así una restricción sobre el
tipo B, a negar que haya una conexión causal entre los dos tipos juego vigente en la comunidad de atribuir a uno de sus miembros la
de acaecimiento. Si hicimos tal afirmación, debemos ahora retirar- captación de un cierto concepto: si el individuo en cuestión ya no
la. Aunque un condicional es equivalente a su contrapuesto, con- se conforma a lo que la comunidad haría en estas circunstancias, la
centrarse en el contrapuesto es invertir nuestras prioridades. En vez comunidad no puede ya seguir atribuyéndole el concepto. Cuando
de ver las conexiones causales como primarias, de las que «fluyen» jugamos a este juego y atribuimos conceptos a individuos hacemos
regularidades observadas, el humeano, por el contrario, ve la regu- algo de importancia, aun a pesar de que no describamos ningún
laridad como primaria, y •—mirando la cuestión contrapuestamen- «estado» especial de sus mentes. Los acogemos provisionalmente
te—• observa que retiramos una hipótesis causal cuando la regulari- en la comunidad, mientras no los excluya una conducta desviada
dad correspondiente posee un contraejemplo seguro. ulterior. En la práctica, tal conducta desviada raramente ocurre.
Una inversión similar se utiliza en el caso presente. Es esencial Es, entonces, en tal descripción del juego de atribución de con-
para nuestro concepto de una regla que mantengamos algún condi- ceptos en lo-que consiste la solución escéptica de Wittgenstein. Ella
cional como «Si Jones quiere decir adición mediante "+", entonces proporciona tanto condiciones de justificación para la atribución de
si se le pregunta por "68 + 57", replicará "125"». (En realidad, de- conceptos a los demás como una explicación de la utilidad de este
berían añadirse muchas cláusulas al antecedente para hacerlo es- juego en nuestras vidas. En términos de esta explicación, podemos
trictamente correcto, pero para los propósitos presentes dejémoslo debatir brevemente tres,de los conceptos claves de Wittgenstein.
en esta forma aproximada). Igual que en el caso causal, el condicio- Primero, la concordancia. El «juego» entero que hemos descrito
nal, según es enunciado, hace parecer que se da algún estado men- que la comunidad atribuye un concepto a un individuo mientras
tal en Jones que garantiza su realización de adiciones particulares éste exhiba conformidad suficiente, en circunstancias de prueba,
como la de «68 + 57» —justo lo que niega el argumento escéptico. con la conducta de la comunidad— perdería su sentido fuera de una
La concepción de Wittgenstein de lo que es la situación verdadera comunidad que concuerde generalmente en sus prácticas. Si ante la
se concentra en el contrapuesto y en las condiciones de justifica- petición de calcular «68 + 57», una persona respondiese «125»,
ción. Si Jones no responde «125» cuando se le pregunta acerca de otra «5» y otra «13»; si no hubiese concordancia general encías
«68 + 57», no podemos aseverar que quiere decir adición mediante respuestas déla comunidad, el juego de atribuir conceptos a indivi-
«+». En realidad, claro está, esto no es estrictamente verdadero, duos —según lo hemos descrito— no podría existir. De hecho, por
porque nuestra formulación del condicional es demasiado poco supuesto, hay concordancia considerable, y raramente ocurre una
precisa; deben añadirse otras condiciones al antecedente para ha- conducta desviada cuasiforme. Errores y discordancias sí ocurren,
cerlo verdadero. Según se enuncia el condicional, ni siquiera se pero eso es otra cuestión. El hecho es que, dejando a un lado casos
108 W1TTOENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 109

extremos de ineducabilidad o de locura, casi todos nosotros respon- quiere decir-—• que explique nuestra concordancia en casos particu-
demos, tras adiestramiento suficiente, con aproximadamente los lares. Más bien, nuestra autorización para afirmar los míos de los
mismos procedimientos a problemas concretos de adición. Respon- otros que queremos decir adición mediante «+» es parte de un «jue-
demos sin dudar a problemas como «68 + 57», considerando nues- go de lenguaje» que se sostiene a sí mismo sólo debido al hecho
tro procedimiento como el único comprensible (véanse, por ejem- bruto de que generalmente concordamos. (Nada acerca de la «cap-
plo, §§ 219,231, 238), y concordamos en las respuestas que damos tación de conceptos» garantiza que no fallará mañana). Puede o no
sin dudar. En la concepción de Wittgenstein, tal concordancia es que algún día se dé una explicación a nivel neurofisiológico de las
esencial para nuestro juego de adscribirnos reglas y conceptos unos uniformidades aproximadas en nuestra conducta aritmética, pero
a otros (véase § 240). dicha explicación no está aquí en cuestión77. Nótese de nuevo la
El conjunto de respuestas en las que concordamos, y el modo analogía con el] caso humeano. Ingenuamente, pudiéramos querer
como se entretejen con nuestras actividades, es nuestra forma de explicar la concomitancia observada del fuego y el calor mediante
vida. Seres que concordaran en dar consistentemente respuestas es- un «poder» causal poseído por el fuego, productor de calor. El hu-
trafalarias cuasiformes compartirían otra forma de vida. Por defini- meano alega que todo uso semejante de poderes causales para ex-
ción, esta otra forma de vida sería estrafalaria e incomprensible plicar la regularidad es carente de sentido. Más bien, jugamos a un
para nosotros. («Si un león pudiera hablar, no podríamos entender- juego de lenguaje que nos permite atribuir semejante poder causal
le» (p. 223)). No obstante, si podemos imaginar la posibilidad abs- al fuego mientras se mantenga la regularidad. La regularidad debe
tracta de otra forma de vida (y ningún argumento apriori parecería tomarse como un hecho bruto. Así también para Wittgenstein
excluirla), los miembros de una comunidad que compartieran tal (p, 226): «Lo que tiene que aceptarse, lo dado, son... formas de
forma de vida cuasiforme podrían jugar al juego de atribuirse re- vida»™.
glas y conceptos unos a otros, como hacemos nosotros. En tal co-
munidad, se diría que alguien sigue una regla mientras concordara 77 La lingüística transformacional moderna, en la medida en que explica todas mis
en sus respuestas con las respuestas (cMos-zformes) dadas por los preferencias específicas mediante mi «captación» de reglas sintácticas y semánticas que
miembros de esa comunidad. Wittgenstein resalta la importancia generan una cantidad infinita de oraciones con sus correspondientes interpretaciones,
parece dar una explicación del tipo que Wittgenstein no permitiría. Pues la explicación
de la concordancia, y de una forma de vida compartida, para la so- no es en términos de mi «actuación» real en tanto que mecanismo finito (y falible). No
lución de su problema escéptico en los párrafos donde concluye la es una explicación puramente causal (neurofisiológica) en el sentido explicado en el
sección central de las Investigaciones filosóficas (§§ 240-242; texto; véase, más arriba, la nota 22. Por otra parte, algunos aspectos de las ideas de
Chomsky congenian muy bien con la concepción de Wittgenstein. En particular, según
véase también el debate de la concordancia en pp. 225-227). Chomsky, constricciones altamente específicas de la especie —una «forma de vida»—
En la concepción de Wittgenstein se excluye un cierto tipo de llevan al niño a proyectar, a partir de la exposición a un corpus limitado de oraciones,
explicación tradicional (y abrumadoramente natural) de nuestra una diversidad de oraciones nuevas paya situaciones nuevas. No hay inevitabilidad. a
priorí en que el niño continúe del modo como lo hace, a no ser la de que esto es lo que
forma de vida compartida. No podemos decir que todos responde- hace la especie. Según ya se dijo en la nota 22, el asunto merece una discusión más
mos como lo hacemos a «68 + 57» porque todos captemos el con- extensa.
cepto de adición de la misma manera, que compartimos respuestas 78 ¿Podemos imaginar formas de vida distintas de las nuestras, esto es, podemos
imaginar criaturas que sigan reglas de estrafalarios modos cuasiformes? A mi parecer,
comunes a problemas de adición particulares porque compartamos puede que haya aquí una cierta tensión en la filosofía de Wittgenstein. De un lado, pa-
un concepto común de adición. (Frege, por ejemplo, habría refren- recería que la paradoja de Wittgenstein arguye que no hay ninguna razón apriori por la
dado tal explicación, pero no hace falta ser un filósofo para encon- que una criatura no pudiera seguir una regla cuasiforme, y así en este sentido debemos
considerar concebibles a tales criaturas. De otro lado, se supone que es parte de nuestra
trarla obvia y natural). Para Wittgenstein, una «explicación» de este forma misma de vida que encontremos natural y, ciertamente, inevitable nuestro seguir
género ignora su tratamiento de la/paradoja escéptica y la solución la regla para la adición del modo particular en que lo hacemos. (Véase § 231: «"¿Pero
de la misma. No hay hecho objetivo —de que todos queremos decir sin duda puedes ver...?". Ésa es justamente la expresión característica de alguien que
está bajo la compulsión de una regla»). Pero entonces parece que debiéramos ser inca-
adición mediante «+», o ni siquiera de que un individuo dado lo paces de entender «desde el interior» (cf. la noción de «verstehen» en diversos autores
110 WITTGBNSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 111

Por último, los criterios. La exacta interpretación y exégesis del un ténnino como «mesa», la situación, al menos en casos elemen-
concepto de Wittgenstein de criterio ha sido objeto de abundante tales, es simple. De un niño que dice «mesa» o «eso es una mesa»
debate entre los estudiosos del trabajo posterior de Wittgenstein. cuando los adultos ven una mesa en la zona (y no lo dice en otro
Los criterios desempeñan un papel fundamental en la filosofía de la caso) se afirma que ha adquirido dominio del término «mesa»: el
mente de Wittgenstein: «Un "proceso interno" está necesitado de niño, basado en su observación, dice «eso es una mesa», en concor-
criterios externos» (§ 580). A menudo, la necesidad de criterios dancia con el uso de los adultos, que se basan en su propia observa-
para los conceptos mentales ha sido tomada, tanto por defensores ción. Esto es, los adultos dicen «eso es una mesa» en circunstancias
como por críticos de la filosofía de la mente de Wittgenstein, como parecidas y confirman la corrección de las preferencias del niño.
una premisa fundamental de su argumento del lenguaje privado. ¿Cómo emerge la concordancia en el caso de un término para
Los críticos han argüido algunas veces que constituye una asunción una sensación, ¡por ejemplo «dolor»? No es un caso tan simple
verificacionista no defendida e indefendible. Algunos defensores como el de «mesa». ¿Cuándo atribuirán los adultos a un niño domi-
responden que, si es una premisa verificacionista de algún tipo, esa nio de la declaración «tengo dolor»?80. El niño, si aprende correcta-
forma de verificacionismo es claramente correcta. mente la declaración, la proferirá cuando siente dolor y no en otro
No me interesa en este momento entrar en las cuestiones de exé- caso. Por analogía con el caso de «mesa», parecería que el adulto
gesis más sutiles envueltas en la noción de Wittgenstein de crite- debiera refrendar esta preferencia si él, el adulto, siente dolor (¿el
rio79, sino más bien bosquejar el papel que juega la noción en la suyo propio?, ¿el del niño?). Naturalmente, sabemos que no ocurre
concepción que hemos venido desarrollando. La solución escéptica así. En cambio, el adulto refrendará la declaración del niño si la
de Wittgenstein a su problema depende de la concordancia y de la conducta de éste (llanto, movimiento agitado, etc.) y, quizá, las cir-
comprobabilidad —de la habilidad de una persona para hacer la prue- cunstancias externas que rodean al niño, indican que tiene dolor. Si
ba de si otra usa un término igual que ella. En nuestra propia forma un niño hace generalmente declaración de dolor en tales circuns-
de vida, ¿cómo se produce esta concordancia? Cuando se trata de tancias conductuales y externas apropiadas y generalmente no lo
hace en otro caso, el adulto dirá de él que ha adquirido dominio de
alemanes) cómo podría criatura alguna seguir una regla cuasiforme. Podríamos descri- la declaración: «tengo dolor».
bir tal conducta extensionalmente y de manera conductista, pero seríamos incapaces de
encontrar inteligible que a la criatura le resulte natural comportarse de este modo. Esta Puesto que, en el caso del discurso acerca del dolor y otras sen-
consecuencia parece realmente desprenderse de la concepción de Wittgenstein sobre el saciones, la confirmación por parte del adulto de si está de acuerdo
asunto. con la declaración del niño se basa en la observación de la conduc-
Por supuesto, podemos definir la función cuas, introducir un símbolo para ella, y
seguir la regla apropiada para calcular sus valores. Así lo he hecho yo en este ensayo. ta y las circunstancias del niño, el hecho de que existan tales con-
Lo que parece que puede que sea ininteligible para nosotros es cómo podría una criatu- ducta y circunstancias características del dolor es aquí esencial para
ra inteligente recibir el mismo adiestramiento que tenemos nosotros para la función de el funcionamiento de la solución escéptica de Wittgenstein. Esto es,
adición, y sin embargo captar la función apropiada de un modo cuasiforme. Si tal posi-
bilidad fuese de verdad completamente inteligible para nosotros, ¿encontraríamos tan entonces, lo que significa la observación «Un "proceso interno"
inevitable aplicar la función más del modo como lo hacemos? Sin embargo, esta inevi- está necesitado de criterios externos». En términos aproximados,
tabilidad es una parte esencial de la propia solución de Wittgenstein a su problema. los criterios externos para un proceso interno son circunstancias,
Esto tiene todavía más fuerza con respecto a un término como «verde». ¿Podemos
captar cómo podría ocurrir que alguien, al serle presentada una serie de objetos verdes
observables en la conducta de un individuo, que, cuando están pre-
y pedírsele que aplique el término, «verde» justamente a «cosas como éstas», aplicara sentes, llevarán a los demás a estar de acuerdo con las declaracio-
sin embargo el término aprendido como si significara «verdul»? Parecería que en algún nes de ese individuo. Si generalmente éste hace sus declaraciones
sentido no podemos, si es que encontramos inevitable nuestro propio modo de conti-
nuar. en tales circunstancias correctas, los demás dirán de él que ha ad-
79 Un intento detallado de abordar tales cuestiones es el de Rogers Albritton, «On
Wittgenstein's Use of theTerm 'Criterion'», en Pitcher (ed.), Wittgenstein: The Philoso- 80 Por seguir el uso filosófico reciente (quizá no del todo atractivo), llamaré «decla-

phical Investigations, pp. 231-250, reimpreso, con \aipost scriptum nuevo, a partir de ración» [«avowal»] a una aserción en primera persona de que el hablante tiene mm
The Journal ofPhilosophy, vol. 56 (1959), pp. 845-857. cierta sensación (por ejemplo, «tengo dolor»).

1
112 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 113

quirido dominio de la expresión apropiada («tengo dolor», «siento comprobación por los demás. Otros en la comunidad pueden com-
picor», etc.). Hemos visto que forma parte de la idea general de probar si el supuesto seguidor de la regla está o no dando respuestas
Wittgenstein acerca del funcionamiento de todas nuestras expresio- particulares que ellos refrendan, que concuerdan con las de ellos.
nes atribuidoras de conceptos el que los demás puedan confirmar si El modo como comprueban esto es, en general, una parte primitiva
las respuestas de un sujeto concuerdan con las suyas propias. Las del juego de lenguaje82; no tiene por qué operar de igual modo que
consideraciones presentes simplemente especifican en detalle la en el caso de «mesa». Los «criterios externos» para sensaciones
forma que adoptan esta confirmación y esta concordancia en el como el dolor son simplemente el modo en que funciona este requi-
caso de las declaraciones. sito general de nuestro juego de atribuir conceptos a los demás en
Debiera, por tanto, estar claro que la demanda de «criterios ex- el caso especial ¡de las sensaciones83.
ternos» no es una premisa verificacionista o conductista que Witt-
82 El criterio porel que los demás juzgan si una persona está obedeciendo una regla
genstein tome por descontado en su «argumento del lenguaje priva- en un caso dado no puede ser simplemente la inclinación sincera de ésta a decir que así
do». Si acaso, es algo que se deduce, en un sentido de deducción es; de otro modo, no habría distinción entre su creer que está obedeciendo la regla y su
parecido al de Kant81. Se plantea un problema escéptico y se le da obedecerla realmente (§ 202), y cualquier cosa que crea que es correcta será correcta
(§ 258). Sin embargo, una vez que la comunidad juzga (basada en los criterios origina-
una solución escéptica. La solución depende de la idea de que cada les) que la persona ha adquirido dominio de la regla apropiada, la comunidad puede
persona que afirma estar siguiendo una regla puede ser objeto de (para ciertas reglas) tomar la afirmación sincera del sujeto de que la sigue en este caso
como, en sí misma, un nuevo criterio para la corrección de su afirmación, sin aplicar los
81 Véase también, más abajo, éípost scriptum, nota 5. criterios originales. Según Wittgenstein, esto es lo que hacemos en el caso de «tengo
Nótese que sería difícil imaginar cómo podría ser posible una explicación neurofi- dolor». En el caso de «soñé» la terminología se enseña originalmente a un sujeto que al
siológica causal de las uniformidades en nuestras atribuciones de sensaciones a otros despertarse informa de ciertas experiencias. Juzgamos que ha adquirido dominio de la
(del tipo mencionado más arriba, en la p. 109) si no hubiera manifestaciones «externas» regla para «soñé» si prefija la palabra a informes de experiencias que dice haber tenido
de sensaciones. Pues •—salvo quizá de maneras insignificantes o subliminales— las la noche anterior. Una vez que juzgamos que ha adquirido dominio del lenguaje, toma-
sensaciones de una persona están conectadas causalmente con las de los demás sólo por mos «soñé que tal y cual» como, en sí misma, un criterio de corrección. En ambos
la mediación de signos externos y conducta. (Asumo que la «percepción extrasenso- casos, el de «tengo dolor» y el de «soñé», la preferencia en primera persona es conduc-
rial» no está aquí en cuestión). Si no existieran los correlatos externos mediadores, ta nueva que reemplaza a la conducta que constituía el criterio antiguo.
¿cómo podría tener una explicación causal el hecho de que los demás concuerdan en sus Los informes de post-imágenes o alucinaciones son similares. Juzgamos que al-
juicios de que un individuo dado tiene una cierta sensación? Causalmente, tendría que guien ha adquirido dominio de «veo algo rojo» si por lo común lo profiere sólo cuando
ser una coincidencia. (Y lo mismo vale para las uniformidades en. nuestros juicios ma- algo rojo está presente. Ahora bien, una vez que juzguemos que ha adquirido dominio
temáticos mencionados más abajo, en pp. 116-117). de esta porción del lenguaje, aceptaremos su proferepcia de que ve rojo aun cuando
No obstante, el propio Wittgenstein no parece interesarse particularmente por las ex- pensemos que no hay nada rojo presente. Diremos entonces que está sufriendo una
plicaciones neurofisiológicas de tales uniformidades, sino que quiere tomarlas como ilusión, una alucinación, una post-imagen, o algo por el estilo.
«protofenómenos» (§§ 654-655) para los que la búsqueda de una explicación es un error. 83 Hay una cuestión delicada en relación con las sensaciones, y acerca de los «cri-
Aunque no creo que tales observaciones tengan por objeto descartar las explicaciones terios», que debe tenerse en cuenta. Parece considerarse a menudo que Wittgenstein
neurofisiológicas causales de las uniformidades, no parece tampoco que, filosóficamente, supone que para cualquier tipo de sensación hay una «expresión natural» apropiada de
Wittgenstein desee depender del concepto de tales explicaciones neurofisiológicas. ese tipo de sensación («conducta de dolor» para el dolor). La «expresión natural» ha de
Obviamente, sería incompatible con el argumento de Wittgenstein buscar «expli- ser conducta externamente observable que «exprese» la sensación, pero distinta de y
car» nuestra concordancia acerca de si un individuo dado tiene dolor en términos de anterior a la declaración verbal por parte del sujeto de que tiene la sensación. Si la teoría
nuestra «captación» uniforme del concepto de conducta de dolor. El hecho de que con- de § 244 de que las declaraciones de sensación en primera persona son substitutos ver-
cordemos acerca de si un individuo dado está o no gimiendo, por ejemplo, cae bajo el bales de una «expresión natural primitiva» de una sensación posee la generalidad que
alcance de lo argumentos escépticos de Wittgenstein tanto como cualquier otro caso de aparenta, se seguiría que Wittgenstein mantiene que tal «expresión natural primitiva»
«seguir una regla». El argumento causal bosquejado arriba es otra cosa. (Aunque he siempre debe existir para que la declaración en primera persona tenga significado. La
intentado evitar invocar explícitamente dicho argumento en mi discusión de los «crite- impresión viene reforzada por "otros pasajes como §§ 256-257. Además, mi presenta-
rios externos» en el texto, ya que •—como dije—• Wittgenstein no parece desear depen- ción del argumento del lenguaje privado en el presente ensayo arguye que para cada
der de tales consideraciones, a veces he tenido la impresión de que dicho argumento regla que sigo debe haber un criterio •—que no sea simplemente lo que digo— por el
causal está implícitamente envuelto, si es que se va a argüir que los criterios que real- cual los demás juzgarán que estoy siguiendo la regla correctamente. Aplicado a las
mente usamos son esenciales a nuestro «juego de lenguaje» de atribuir sensaciones). sensaciones, esto parece significar que debe haber alguna «expresión natural», o en
Mi discusión en esta nota y en el texto precedente estuvo influida por una pregunta cualquier caso algunas circunstancias externas distintas de mi mera inclinación a decir
de G. E. M. Anscombe. que ésta es otra vez la misma sensación, por cuya virtud los demás puedan juzgar si está
LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 115
114 W1TTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO

No pretendo entrar aquí detalladamente en la exégesis del ata- está presente. Resulta tentador suponer que este modelo debe ser
que de Wittgenstein contra el modelo de «objeto y designación» general, y que, de no aplicarse al caso de «dolor», debemos con-
para el lenguaje de sensación (§ 293). De hecho, no estoy seguro de cluir que en algún sentido el adulto no puede nunca realmente
comprenderlo plenamente. Pero parece probable que esté relacio- confirmar la corrección del uso del niño de «tengo dolor». La su-
nado con un aspecto de nuestras consideraciones presentes. El mo- gerencia de Wittgenstein es que no puede ni tiene por qué haber tal
delo de cómo opera la concordancia con respecto a una palabra ¿Cómo la idea aquí bosquejada liberaliza el argumento del lenguaje privado según
como «mesa» (quizá un paradigma de «objeto y designación») es es desarrollado en el texto? En el texto argüíamos que, para cada regla particular, los
muy simple: el niño dice «¡Mesa!» cuando ve que una mesa está condicionales de la forma «si Jones sigue la regla, en este caso Jones hará...» deben
presente y el adulto está de acuerdo si ve él también que una mesa contraponerse, si es que han de servir para algo. Si la comunidad encuentra que en este
caso Jones no está haciendo.]., Jones no está siguiendo la regla. Sólo en este modo «in-
verso» tiene sentido la noción de mi conducta en tanto que «guiada» por la regla. Así,
para cada regla debe haber una «comprobación externa» de si estoy siguiéndola en un
presente la sensación, y por tanto si he adquirido dominio del término de sensación caso dado. Quizá haya que interpretar que § 202 afirma esto. Pero esto significa que la
correctamente. Así, la idea sería que para cada enunciado de la forma «tengo la sensa- comunidad debe tener un modo de discernir (un «criterio») si la regla está siendo segui-
ción S» debe haber un «criterio externo» asociado con S, distinto de la mera decla- da en un caso dado, que utiliza para juzgar cuál es el dominio que el hablante tiene de
ración, por el cual otros detecten la presencia o ausencia de S. la regla. Este criterio no puede ser simplemente la propia inclinación sincera del hablan-
No sólo seguidores confesos de Wittgenstein, sino también muchos que se creen te a seguir la regla de un cierto modo —si lo fuese, el condicional carece de contenido.
oponentes (o, al menos, no seguidores) de Wittgenstein, parecen pensar que algo así es Esta condición parece satisfacerse incluso en los casos donde la comunidad, una vez
verdad. Es decir, muchos programas filosóficos parecen suponer que todos los tipos de que da por bueno que el hablante ha adquirido dominio del lenguaje, admite que la
sensación están asociados con algunos fenómenos externos característicos (conducta, preferencia sincera del hablante sea un (o ef) criterio para su corrección (véase la nota 82).
causas). En este ensayo he omitido en gran medida mis propias ideas, que no siempre, En cambio, la versión liberal permite que, una vez que es aceptado en la comunidad un
desde luego, coinciden con las de Wittgenstein. Sin embargo, me permitiré observar hablante cuyo dominio de varias reglas ha sido juzgado por aplicación de criterios,
aquí que cualquier concepción que suponga que, en este sentido, un proceso interno pueda haber algunas reglas cuyo dominio por el hablante no puede comprobarse de
siempre tiene «criterios externos», me parece que probablemente es empíricamente ninguna manera por los demás, pero que se presume que el hablante posee simplemen-
falsa. Mi impresión es que tenemos sensaciones o qualia de sensación que podemos te por" pertenecer a la comunidad. Es, sencillamente, un rasgo primitivo del juego de
identificar perfectamente bien pero que carecen de manifestaciones externas «natura- lenguaje. ¿Por qué no debiera permitir Wittgenstein juegos de lenguaje como éste?
les»; un observador no puede de ninguna manera decir si un individuo las tiene a no ser Lamento haber discutido este asunto tan brevemente, en una nota. Hubo un momen-
que ese individuo declare tenerlas. Quizá una interpretación más liberal del argumento to en que pensé presentar la idea «liberal» aquí bosquejada como la doctrina wittgens-
del lenguaje privado •—que podría ser compatible con lo que Wittgenstein se propu- teiniana «oficial», lo cual habría propiciado una mayor longitud de la exposición en el
so—• permitiría que un hablante pudiera introducir algunos términos de sensación sin texto. Sin duda, es la idea que Wittgenstein debería haber adoptado de acuerdo con el
ningún «criterio externo» para las sensaciones asociadas más allá de su propia declara- eslogan «¡No pienses, mira!», y es realmente compatible con su ataque al lenguaje pri-
ción sincera de tenerlas. [Por tanto, estas declaraciones no «reemplazan» a «expresiones vado. Al escribir la versión final de este ensayo, sin embargo, me asaltó la preocupación
naturales» de la(s) sensacion(es), pues no hay ninguna]. No habrá modo alguno de que de que pasajes como § 244 y §§ 256-257 son enormemente engañosos a menos que
ningún otro esté en posición de someter a comprobación a tal hablante, o de concordar
o discordar con él. (Con independencia de lo que muchos wittgensteinianos —o Witt- Wittgenstein mantenga una postura más fuerte.
(Tras escribir lo que precede, encontré que Malcolm, en su Thought and Knowledge
genstein—• inferirían aquí, esto no entraña en sí mismo que las declaraciones del ha- (Cornell University Press, Ithaca y Londres, 1977, pp. 218), escribe (p, 101), «los filó-
blante se consideren infalibles, ni tiene por qué significar en sí mismo que no pudieran sofos a veces leen la insistencia de Wittgenstein en que hay un vínculo entre los enun-
surgir más tarde modos de comprobar sus declaraciones). Sin embargo, el lenguaje del ciados de sensación y las expresiones primitivas naturales de sensación en la conducta
hablante, incluso su lenguaje de sensaciones, no tendrá la forma objetable de un «len- humana como si implicara que hay una contrapartida conductual, no verbal, natural
guaje privado», uno en el que todo lo que él llama «correcto» es correcto. El hablante para todo enunciado de sensación. Wittgenstein no quiso decir esto, y obviamente no es
puede demostrar, para muchas sensaciones sí poseedoras de «criterios públicos», que ha verdad». Estoy de acuerdo en que no es verdad. Y pienso que no lo es ni siquiera para
adquirido dominio de la terminología apropiada para identificar estas sensaciones. Si declaraciones simples que invocan lo que podríamos llamar «nombres» de sensaciones,
concordamos con sus respuestas en suficientes casos de sensaciones diversas, decimos («tengo la sensación S»). ¿Pero •—lo que es una cuestión aparte—• quiso Wittgenstein
de él que ha adquirido dominio del «lenguaje de sensación». Todo esto, hasta aquí, está decir esto? A mí me parece que incluso algunas de las exposiciones previas del propio
sujeto a corrección externa. Pero es una parte primitiva de nuestro juego de lenguaje de Malcolm acerca de Wittgenstein han dado (¿sin intención?) la impresión de que sí lo
sensaciones el que, si un individuo ha satisfecho criterios para el dominio del lenguaje quiso decir, al menos para declaraciones simples que invocan «nombres de sensacio-
de sensación en general, respetemos entonces su afirmación de haber identificado un nes». Yo mismo he dudado sobre esta cuestión. Fuese o no esto lo que Wittgenstein
nuevo tipo de sensación, aun si la sensación no se correlaciona con nada públicamente quiso decir, sí creo que la esencia de sus doctrinas puede ser capturada sin comprome-
observable. Entonces, el único «criterio público» para tal declaración será la declara-
ción sincera misma. terse con una afirmación tan fuerte).
LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVAIJU» 11,
116 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO

culares de adición para ver si sus respuestas concuerdan con las


exigencia basada en una generalización a partir del uso de «mesa».
nuestras. En áreas más sofisticadas de la matemática, él y nosotros
Ningún paradigma apriori de cómo deben aplicarse los conceptos
aceptamos diversos enunciados matemáticos sobre la base de la
gobierna todas las formas de vida, ni siquiera nuestra propia forma
prueba; y entre las condiciones que exigimos para atribuirle el do-
de vida. Nuestro juego de atribuir conceptos a los demás depende
minio de nuestros conceptos matemáticos está su concordancia ge-
de la concordancia. Sucede que, en el caso de adscribir lenguaje de
neral con nosotros acerca de qué considera como prueba. Aquí las
sensación, esta concordancia opera en parte mediante «criterios ex-
«pruebas» no son objetos abstractos confinados en un cielo mate-
ternos» para declaraciones en primera persona. No se requiere
mático (pongamos, largas pruebas en un sistema formal como el de
«justificación» o «explicación» adicional de este procedimiento;
los Principia). Son fenómenos concretos visibles (o audibles o pal-
simplemente viene dado como el modo en que alcanzamos concor-
pables) —marcas o diagramas en papel, preferencias inteligibles.
dancia aquí. El importante papel que desempeña en nuestras vidas
Las pruebas en estej sentido no sólo son objetos finitos; son además
la práctica de atribuir conceptos de sensación a los demás es evi-
lo bastante cortas y claras como para que yo sea capaz de juzgar
dente. Si atribuyo a alguien dominio del término «dolor», su prefe-
con respecto a la prueba de otra persona si también yo la conside-
rencia sincera de «tengo dolor», aun en ausencia de otros signos de
raría como prueba. Por esto es por lo que Wittgenstein hace hin-
dolor, basta para inducirme a sentir pena por él, a intentar ayudarle,
capié en que la prueba debe ser inspeccionable. Debe ser inspec-
y a cosas por el estilo (o de estilo opuesto, si soy un sádico); y lo
cionable para poderla usar como base de la concordancia en los
mismo ocurre en otros casos.
Comparemos con el caso de la matemática. Los enunciados ma- juicios.
Esta comparación ilumina la observación de Wittgenstein de
temáticos no son generalmente acerca de entidades palpables: si
que «El finitismo y el conductismo son tendencias muy similares.
realmente ha de considerarse que son acerca de «entidades», estas
Ambas dicen: pero, sin duda, todo lo que tenemos aquí es... Ambas
«entidades» son generalmente objetos eternos, suprasensibles. Y a
niegan la existencia de algo, ambas con la idea de escapar a una
menudo los enunciados matemáticos son acerca del infinito. Aun
confusión» (Observaciones sobre los fundamentos de la matemáti-
una verdad matemática tan elemental como la de que cualesquiera
ca, p. 63 [II, § 61]). ¿De qué modo son «muy similares» las dos
dos enteros tienen una única suma (implícitamente aceptada, quizá,
tendencias? El finitista se da cuenta de que, aunque los enunciados
por todo el que haya adquirido dominio del concepto de adición, y,
y conceptos matemáticos puede que sean acerca del rnfinito (por
en cualquier caso, explícitamente aceptada como una propiedad bá-
ejemplo, captar la función «+» es captar una tabla infinita), los cri-
sica de ese concepto por quienes poseen una elemental sofistica-
terios para atribuir tales funciones a los demás deben ser «finitos»,
ción) es una aserción acerca de una cantidad infinita de casos. Esto
verdaderamente «inspeccionables» •—por ejemplo, atribuimos do-
mismo es todavía más cierto con respecto a la ley «conmutativa»,
minio del concepto de adición a un niño por su concordancia con
que x + y = y + x, para todo x e y. Ahora bien, ¿cómo opera la con-
nosotros en un número finito de casos de la tabla de adición—•. De
cordancia en el caso de la matemática? ¿Cómo juzgamos que al-
igual manera, aunque el lenguaje de sensación puede que sea acer-
guien ha adquirido dominio de diversos conceptos matemáticos?
ca de estados «internos», el conductista afirma correctamente que
Nuestro juicio, como es habitual, surge del hecho de que el sujeto
la atribución de conceptos de sensación a los demás descansa sobre
concuerda con nosotros en suficientes casos particulares de juicios
criterios públicamente observables (y por tanto conductuales). Ade-
matemáticos (y que, aun si no concuerda, estamos operando con un
más, el finitista y el conductista tienen razón al negar que la rela-
procedimiento común). No comparamos su mente con alguna rea-
ción entre el lenguaje matemático del infinito o el psicológico de lo
lidad infinita suprasensible: hemos visto por medio de la paradoja
interno y sus criterios «finitos» o «externos» sea un producto ad-
escéptica que esto no sirve de ayuda cuando nos preguntamos, por
venticio de la fragilidad humana, del que se podría prescindir si se
ejemplo, si ~ha adquirido dominio del concepto de adición. Más
contase con una explicación de la «esencia» del lenguaje materna-
bien, comprobamos sus respuestas observables a problemas parti-
118 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 119

tico o de sensación. Sin embargo, los finitistas matemáticos y los hay que considerar cómo usamos realmente: (i) la aserción categó-
conductistas psicológicos dan pasos innecesarios paralelos al negar rica de que un individuo está siguiendo una regla dada (de que él
la legitimidad de hablar de objetos matemáticos infinitos o de esta- quiere decir adición mediante «más»); (ü) la aserción condicional
dos internos. Los conductistas o condenan el hablar de estados de que «si un individuo sigue tal y cual regla, debe hacer esto y
mentales por carente de significado o por ilegítimo, o intentan de- aquello en una ocasión dada» (por ejemplo, «si quiere decir adición
finirlo en términos de conducta. Los finitistas, de forma semejante, mediante "+", su respuesta a "68 + 57" debe ser "125"»). Es decir,
consideran la parte infinitista de la matemática como carente de hay que fijarse en las circunstancias en que se introducen estas
significado. Tales opiniones están equivocadas: son intentos de re- aserciones en el discurso, y el papel y la utilidad de las mismas en
pudiar nuestro juego de lenguaje normal y corriente. En dicho jue- nuestras vidas. (3) Mientras consideremos a un solo individuo ais-
go se nos permite, para ciertos propósitos, aseverar enunciados ladamente, todo lo qujs podemos decir es esto: un individuo sí posee
acerca de estados «internos» o de funciones matemáticas en ciertas a menudo la experiencia de tener la confianza de que ha «pillado»
circunstancias. Aunque los criterios para juzgar que tales enuncia- una cierta regla (a veces, de que la ha captado «en un fogonazo»).
dos son introducidos legítimamente sean realmente conductuales Es un hecho empírico que, tras esa experiencia, los individuos a
(o finitos), los enunciados finitos o conductuales no pueden reem- menudo tienen disposición a dar respuestas en casos concretos con
plazar el papel que aquéllos desempeñan en nuestro lenguaje tal la completa confianza de que proceder de este modo es «lo que se
como lo utilizamos. pretendía». No podemos, sin embargo, sobre esta base, avanzar más
Resumamos, entonces, el «argumento del lenguaje privado» se- en la explicación del uso de los condicionales tipificados por (ii).
gún se presenta en este ensayo. (1) Todos nosotros suponemos que Por supuesto, hablando disposicionalmente, el sujeto está reármen-
nuestro lenguaje expresa conceptos —«dolor», «más», «rojo»— de te determinado a responder de una cierta manera a, pongamos, un
tal manera que, una vez que yo «capto» el concepto, todas sus apli- problema de adición dado. Dicha disposición, junto con el «senti-
caciones futuras están determinadas (en el sentido de estar unívoca- miento de confianza» apropiado, podría estar presente, no obstante,
mente justificadas por el concepto captado). De hecho, parece que aun si el sujeto no estuviese siguiendo realmente una regla en abso-
sea lo que sea lo que esté en mi mente en un momento dado, soy luto, o aun si estuviese haciendo la cosa «equivocada». El elemento
libre de interpretarlo de diferentes maneras en el futuro —por ejem- justificativo de nuestro uso de condicionales como los tipificados
plo, podría seguir al escéptico e interpretar «más» como «cuas». En por (ii) queda inexplicado. (4) Si tenemos en cuenta el hecho de que
particular, este punto se aplica si dirijo mi atención a una sensación el individuo está en una comunidad, el panorama cambia y el papel
y la nombro; nada de lo que he hecho determina aplicaciones futu- de (i) y (ii) se hace patente. Cuando la comunidad acepta un condi-
ras (en el sentido justificativo de arriba). El escepticismo de Witt- cional particular de tipo (ii), acepta su forma contrapuesta: el que
genstein acerca de la determinación del uso futuro por los conteni- un individuo no dé las respuestas particulares que la comunidad
dos pasados de mi mente es análogo al escepticismo de Hume considera correctas lleva a la comunidad a suponer que el individuo
acerca de la determinación del futuro por el pasado (causal e infe- no está siguiendo la regla. Por otro lado, si un individuo pasa sufi-
rencialmente). (2) La paradoja sólo puede resolverse mediante una cientes pruebas, la comunidad (refrendando aserciones de la forma
«solución escéptica de estas dudas», en el sentido clásico de Hume. (i)) le acepta como un seguidor de reglas, capacitándolo así para
Esto significa que hay que abandonar el intento de encontrar hecho participar en ciertos tipos de interacciones con sus miembros que
alguno acerca de mí en cuya virtud yo quiera decir más en vez de dependen de la confianza que a éstos merecen sus respuestas. Nó-
cuas*, y deba entonces continuar de una cierta manera. En su lugar, tese que esta solución explica cómo se introducen en el lenguaje las
* N. delT.: En el texto original, (los términos del inglésate y quus, de los que son
traducción) más y cuas ocurren entrecomillados en esta oración («más» [«plus»] y los términos mismos, sino de sus significados, de las funciones de adición y cuadición.
«cuas» [«quus»]). Pero se trata sin duda de vina errata, pues Kripke no está hablando de Por eso, he suprimido las comillas.
LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 121
120 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REOLAS Y LENGUAJE PRIVADO

aserciones de (i) y (ii); no da condiciones para que estos enunciados to que se aplica a toda regla. Considero que todo esto es lo que se
sean verdaderos. (5) El éxito de las prácticas de (3) depende del trata de establecer en § 202.
hecho empírico bruto de que concordamos unos con otros en nues- ¿Significa esto que de Robinson Crusoe, aislado en una isla, no
tras respuestas. Dado el argumento escéptico de (1), este éxito no se se puede decir que siga regla alguna, sea lo que sea lo que haga?8'1
puede explicar por «el hecho de que todos captamos los mismos No veo que se siga tal cosa. Lo que sí se sigue es que si pensamos
conceptos». (6) Tal como Hume pensaba que había demostrado que que Crusoe está siguiendo reglas, le estamos acogiendo en nuestra
la relación causal entre dos acaecimientos es ininteligible a menos comunidad y le estamos aplicando nuestros criterios para el segui-
que sean subsumidos bajo una regularidad, así también Wittgens- miento de reglas85. La falsedad del modelo privado no tiene por qué
tein pensaba que las consideraciones de (2) y (3) muestran que todo significar que de un individuo físicamente aislado no se pueda de-
hablar de un individuo seguidor de reglas hace referencia a él en cir que siga reglas; sino, más bien, que de un individuo, aislada-
tanto que miembro de una comunidad, como en (3). En particular, mente considerado (esté o no aislado físicamente), no se puede de-
para que los condicionales del tipo (ii) tengan sentido, la comuni- cir que las siga. Recordemos que la teoría de Wittgenstein lo es de
dad debe ser capaz de juzgar si un individuo está verdaderamente condiciones de aseverabilidad. Nuestra comunidad puede aseverar
siguiendo una determinada regla en aplicaciones particulares; es de cualquier individuo que sigue una regla si pasa las pruebas para
decir, si sus respuestas concuerdan con las de la comunidad. En el el seguimiento de reglas que se aplican a todo miembro de la comu-
caso de las declaraciones de sensaciones, el modo como la comuni- nidad.
dad juzga esto es mediante la observación de la conducta del indi- Por último, merece resaltarse el punto que acabo de indicar en el
viduo y de las circunstancias en derredor. último párrafo, que la teoría de Wittgenstein lo es de condiciones de
Unos pocos puntos deben tenerse en cuenta, a modo de conclu- aseverabilidad. La teoría de Wittgenstein no debe confundirse con
sión, con respecto al argumento. Primero, siguiendo a § 243, un una teoría según la cual, para cualquier m y n, el valor de la función
«lenguaje privado» se define usualmente como un lenguaje que es que queremos decir mediante «más» es (por definición) el valor que
lógicamente imposible que sea entendido por nadie más que por un (casi) toda la comunidad lingüística daría como respuesta. Dicha teo-
individuo. El argumento del lenguaje privado es visto como un ar- ría sería una teoría de las condiciones de verdad de aserciones como
gumento en contra de la posibilidad de un lenguaje privado en este «Mediante "más" queremos decir tal y cual función», o «Mediante
sentido. Esta concepción no es errónea, pero me da la impresión de "más" queremos decir una función que, cuando se aplica tomando
que el énfasis está algo mal colocado. Lo que realmente se niega es como argumentos a 68 y 57, arroja el valor 125». (Una totalidad ex-
lo que podría llamarse el «modelo privado» de seguir una regla, que
84 Véase el bien conocido debate entre A. J. Ayer y Rush Rhees que lleva por título
la noción de que una persona sigue una regla dada haya de ser ana- «Can there be a Prívate Language?» [«¿Puede haber un lenguaje privado?»] (véase la
lizada simplemente en términos de hechos acerca del seguidor de la nota 47). Ambos participantes en el debate asumen que el «argumento del lenguaje
regla y sólo de él, sin referencia a su pertenencia a una comunidad privado» excluye a Crusoe del lenguaje. Ayer considera que este supuesto hecho resulta
fatal para el argumento de Wittgenstein, mientras que Rhees considera que resulta fatal
más amplia. (Del mismo modo, lo que Hume niega es el modelo para el lenguaje de Crusoe. Otros, al señalar que un «lenguaje privado» es uno que los
privado de causación: que el que un acaecimiento cause otro depen- demás no pueden entender (véase el párrafo precedente del texto principal), no encuen-
da de la relación entre estos dos acaecimientos solos, sin referencia tran razón para pensar que el «argumento del lenguaje privado» tenga nada que ver con
Crusoe (siempre que pudiéramos entender su lenguaje). Mi propia posición sobre este
a su subsunción bajo tipos de acaecimiento más amplios). La impo- asunto, según he explicado muy brevemente en el texto, difiere en alguna medida de
sibilidad de un lenguaje privado en el sentido que se acaba de defi- todas estas opiniones.
nir sí se sigue realmente a partir de la incorrección del modelo pri- 85 De tener Wittgenstein algún problema con Crusoe, sería quizá el de si poseemos
algún «derecho» a acogerlo así en nuestra comunidad y a atribuirle nuestras reglas.
vado para el lenguaje y las reglas, ya que el seguir una regla en un Véase la discusión de Wittgenstein de una cuestión algo similar en §§ 199-200, y su
«lenguaje privado» sólo podría analizarse mediante un modelo pri- conclusión: «¿Nos inclinaríamos todavía a decir que estaban jugando a un juego? ¿Qué
vado, pero la incorrección del modelo privado es más básica, pues- derecho habría a decir tal cosa?»
LA SOLUCIÓN Y EL ARGUMENTO DEL «LENGUAJE PRIVADO» 123
122 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO

haustiva infinita de condiciones específicas de la segunda forma de- Obviamente, hay innumerables aspectos relevantes de la filoso-
terminaría qué función se quería decir, y por tanto determinaría una fía de la mente de Wittgenstein que no he tratado88. Sobre algunos
condición de la primera forma). La teoría aseveraría que 125 es el
ta es correcta si y sólo si concuerda con la de los demás. Pero incluso si tanto el escép-
valor de la función significada para los argumentos dados, si y sólo tico como yo aceptamos de antemano este criterio, ¿no podría mantener el escéptico
si «125» es la respuesta que casi todo el mundo daría, dados estos que igual que yo estaba equivocado acerca de lo que significaba «+» en el pasado, tam-
argumentos. De este modo, la teoría sería una versión social, o de bién estaba equivocado acerca de «concuerda»? En realidad, el intento de reducir la
regla de adición a otra regla —«¡Responde a un problema de adición exactamente como
ámbito comunitario, de la teoría disposicional, y estaría abierta a al lo hacen los demás!»— se ve tan obstaculizado por la severa crítica de Wittgenstein a
menos algunas de las mismas críticas que la versión original. A mi «una regla para interpretar una regla» como cualquier otro intento de reducción. Tal
entender, Wittgenstein niega que él mantenga idea semejante, por regla, como destacaría Wittgenstein, también describe erróneamente lo que hago: no
ejemplo, en Observaciones sobre los fundamentos de la matemática, consulto a los demás cuando sumo. (No nos las apañaríamos muy bien si todo el mundo
tuviese que seguir una regla de la forma propuesta —nadie respondería sin esperar a
V, § 33 [VII, § 40]: «¿Significa esto, por ejemplo, que la definición que lo hiciesen todos los demás).
de lo mismo sería ésta: mismo es lo que todos los seres humanos, o su Lo que está haciendo Wittgenstein es describir la utilidad para nuestras vidas de una
mayoría, [...] consideran lo mismo?—Por supuesto que no»86. (Véase cierta práctica. Necesariamente debe dar esta descripción en nuestro propio lenguaje.
Como ocurre con cualquier uso de nuestro lenguaje, un participante en otra forma de
también investigaciones filosóficas, p. 226: «Ciertamente las propo- vida podría aplicar varios términos de la descripción (por ejemplo, «concordancia») de
siciones "Los seres humanos creen que dos veces dos es cuatro" y un modo «cuasiforme», no estándar. De hecho, pudiera ser que nosotros juzgáramos
"Dos veces dos es cuatro" no significan lo mismo». Y véanse tam- que los de una comunidad dada «concuerdan», mientras que alguien con otra forma de
vida juzgaría que no lo hacen. Esto no puede ser una objeción a la solución de Wittgens-
bién §§ 240-241). Es preciso tener firmemente en cuenta que Witt- tein, a menos que se le prohiba absolutamente todo uso del lenguaje. (Hay una objeción
genstein no tiene una teoría de las condiciones de verdad —condicio- bien conocida al análisis de la causación de Hume —que Hume presupone conexiones
nes necesarias y suficientes—• para la corrección de una respuesta en necesarias entre acaecimientos mentales en su teoría— que es análoga en algunos as-
lugar de otra a un problema nuevo de adición. Por el contrario, sim- pectos).
Muchas cosas que se pueden decir acerca de un individuo en el modelo «privado»
plemente señala que cada uno de nosotros calcula automáticamente del lenguaje poseen sus análogas con relación a la comunidad completa dentro del pro-
problemas nuevos de adición (sin sentir la necesidad de comprobar pio modelo de Wittgenstein. En particular, si toda la comunidad concuerda en una res-
puesta y persiste en su idea, nadie puede corregirla. No puede haber ningún corrector
con la comunidad si nuestro proceder es apropiado); que la comuni- en la comunidad, ya que, por hipótesis, toda la comunidad concuerda. Si el corrector
dad se siente autorizada a corregir cálculos desviados; que en la prác- estuviese fuera de la comunidad, según la concepción de Wittgenstein no tiene «dere-
tica tal desviación es rara, y así sucesivamente. Wittgenstein piensa que cho» a hacer corrección alguna. ¿Tiene algún sentido dudar de si es «correcta» una
respuesta en la que todos concordamos? Es claro que en algunos casos un individuo
estas observaciones acerca de las condiciones suficientes para la aser- puede dudar de si la comunidad no corregirá, más tarde, una respuesta con la que había
ción justificada bastan para iluminar el papel y la utilidad en nuestras concordado en un momento determinado. ¿Pero podría dudar el individuo de si no será
vidas de la aserción acerca del significado y acerca de la determina- que la comunidad esté de hecho siempre equivocada, aun cuando nunca corrija su error?
Es difícil formular dicha duda dentro del marco de Wittgenstein, pues es parecida a la
ción de respuestas nuevas. Lo que se sigue de estas condiciones de pregunta de si, como cuestión de «hecho», podríamos estar siempre equivocados; y no
aseverabilidad no es que la respuesta que todo el mundo da a un pro- hay tal hecho. Por otro lado, dentro del marco de Wittgenstein sigue siendo cierto que,
blema de adición es, por definición, la correcta; sino más bien, la a mí, no me es preciso que aserción alguna acerca de las respuestas de la comunidad en
todo tiempo establezca el resultado de un problema aritmético; que yo puedo calcular
trivialidad de que, si todo el mundo concuerda en una cierta respues- , legítimamente el resultado para mí mismo, aun dada esta información, es parte de nues-
ta, entonces nadie se sentirá justificado para llamarla errónea87. tro «juego de lenguaje».
Tengo la impresión de que puede quedar alguna insatisfacción con relación a estas
86 Aunque en el pasaje en cuestión Wittgenstein está hablando de un juego de len-
cuestiones. Consideraciones de tiempo y espacio, además del hecho de que podría tener
guaje particular consistente en traer algo distinto y traer lo mismo, es claro, dado el que abandonar mi papel de defensor y expositor para adoptar el de crítico, me han lle-
contexto, que su objetivo es ilustrar el problema general wittgensteiniano acerca de las vado a renunciar a un tratamiento más extenso.
88 Hay una cuestión que va en la dirección opuesta a la nota 87. Siendo así que los
reglas. Merece la pena leer el pasaje completo con relación al asunto presente.
87 Si Wittgenstein hubiera estado intentando dar una condición necesaria y sufi-
miembros de la comunidad se corrigen unos a otros, ¿podría un individuo dado corre-
ciente para mostrar que «125», no «5», es la respuesta «correcta» a «68 + 57», podría girse a sí mismo? Una cuestión como ésta fue prominente en tratamientos anteriores do
acusársele de circularidad. Pues se le podría interpretar como diciendo que mi respues- versiones verificacionistas del argumento del lenguaje privado. Verdaderamente, en au-
124 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO

de ellos no tengo una idea clara, y otros han quedado intactos debi-
do a los límites de este ensayo89. En particular, no he tratado nume-
rosos asuntos suscitados por los párrafos siguientes a § 243, a los
que usualmente se llama «el argumento del lenguaje privado»; ni
tampoco he tratado en realidad la consiguiente explicación positiva
de la naturaleza del lenguaje de sensación y de la atribución de es- POSTSCRIPTUM
tados psicológicos. No obstante, sí creo que el «argumento del len-
guaje privado» básico precede a estos pasajes, y que sólo una com- WITTGENSTEIN Y LAS OTRAS MENTES
prensión de este argumento nos permite empezar a entender o tomar
en consideración lo que sigue. Esa fue la tarea emprendida en este
ensayo. En su bien conocido comentario a las Investigaciones filosófi-
cas1, Norman Malcolm señala que Wittgenstein, además de su ata-
que «interno» contra el lenguaje privado, realiza también un ataque
«externo». «Lo que se ataca es la asunción de que, una vez que sé
desde mi propio caso qué es el dolor, el picor o la conciencia, en-
tonces puedo transferir la idea de estas cosas a objetos exteriores a
mí (§ 283)». La filosofía tradicional de la mente había argüido, en
su «problema de las otras mentes», que dado que sé lo que para mí
sencia de la paradoja escéptica de Wittgenstein, parecería que un individuo recuerda sus significa sentir un picor, puedo plantear la cuestión escéptica de si
propias «intenciones» y puede usar un recuerdo de estas intenciones para corregir otro otros sienten alguna vez lo mismo que yo, o incluso si hay siquiera
recuerdo equivocado. En presencia de la paradoja, cualquier idea «ingenua» como ésta
carece de sentido. A la postre, puede que un individuo simplemente tenga inclinaciones mentes conscientes tras sus cuerpos. El problema es el de Injustifi-
brutas en conflicto, mientras que el resultado de la cuestión depende sólo de su volun- cación epistémica de nuestra «creencia» de que existen otras men-
tad. La situación no es análoga al caso de la comunidad, donde individuos distintos tes «tras los cuerpos» y que sus sensaciones son similares a las
tienen voluntades distintas e independientes, y donde, cuando un individuo es aceptado
en la comunidad, los demás juzgan que pueden confiar en su respuesta (según lo descri- nuestras. En realidad, podríamos igualmente bien preguntarnos si
to más arriba en el texto). Ninguna relación correspondiente entre un individuo y él las piedras, las sillas, las mesas y las cosas por el estilo piensan y
mismo posee igual utilidad. Puede que Wittgenstein esté indicando algo parecido a esto .sienten; se asume que la hipótesis de que sí piensan y sienten tiene
en § 268.
89 Podría mencionar que, además de la analogía humeana resaltada en este ensayo,
perfecto sentido. Unos pocos filósofos —solipsistas— dudan o nie-
se me ha ocurrido que quizá haya una cierta analogía entre el argumento del lenguaje gan taxativamente que más de un solo cuerpo («mi cuerpo») posea
privado de Wittgenstein y el celebrado argumento de Ludwig von Mises concerniente una mente «tras» él. Algunos otros —panpsiquistas—• adscriben
al cálculo económico en el socialismo. (Véase, por ejemplo, su Human Action (2.a ed.,
Yale University Press, New Haven, 1963, xix + 907-pp.), capítulo 26, pp. 698-715, para mentes a todos los objetos materiales. Y aún otros —cartesianos—
una formulación del mismo). Según Mises, un calculador económico racional (ponga- creen que hay mentes tras los cuerpos humanos, pero no tras los de
mos, el gerente de una planta industrial) que desee escoger los medios más eficientes los animales ni, por descontado, tras de los cuerpos inanimados.
para alcanzar fines dados debe comparar cursos de acción alternativos en aras de la
efectividad de coste. Para hacerlo, necesita una selección de precios (por ejemplo, de
1 Norman Malcolm, «Wittgenstein's Philosophical Investigations)), The Philoso-
materias primas, de maquinaria) establecidos por otros. Si un organismo estableciera
todos los precios, no podría tener base racional para escoger entre cursos de acción al- phical Review, vol. 63 (1954), reimpreso, con algunas adiciones y revisiones, en
ternativos. (Cualquier cosa que pareciera correcta seria correcta, así que no se puede Knowledge and Certainty (Prentice-Hall, Englewood Cliffs, New Jersey, 1963),
hablar de correcto). No sé si este hecho constituye en modo alguno un mal presagio para pp. 96-129. El artículo está reimpreso también en Pitcher (ed.), Wittgenstein: The Phi-
el argumento del lenguaje privado, pero mi impresión es que aunque se reconoce usual- losophical Investigations. En lo que sigue, las referencias de páginas corresponden a la
mente que el argumento de Mises señala una dificultad real para las economías central- versión incluida en Knowledge and Certainty.
mente planificadas, es rechazado ahora casi umversalmente en tanto que proposición
teórica. [125]
126 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO POSTSCRIPTUM, WITTGENSTEINY LAS OTRAS MENTES 127

Quizá la posición más común sea la que adscribe mentes a cuerpos en Central Park, y aprendo mi «concepto» de patos a partir de estos
tanto humanos como animales, pero no a los cuerpos inanimados. «paradigmas», puede que sea plausible suponer que es imposible
Todas presuponen sin argumentación que partimos de un concepto (un «sinsentido», si se quiere) suponer que estos mismos patos po-
general, entendido de antemano, de aquello en lo que consiste que drían haber nacido en el siglo quince. También puede que sea plau-
un objeto material dado «tenga» o no tenga una mente; el problema sible suponer que estos mismos patos no podrían en modo alguno
está en qué objetos tienen de hecho mentes y por qué debiera pen- haber provenido de orígenes biológicos diferentes de aquellos de
sarse que las tienen (o que carecen de ellas). Por contraste, Witt- los que de hecho surgieron. Asimismo, puede que sea plausible su-
genstein parece creer que la mera significatividad de la adscripción poner que si estos patos particulares son ánades reales, ellos no
de sensaciones a otros es cuestionable si, siguiendo el modelo tra- podrían no haber sido ánades reales. De ninguna manera se sigue,
dicional, intentamos extrapolarla a partir de nuestro propio caso. sean o no correctas estas afirmaciones esencialistas, que yo no pue-
Según el modelo tradicional en cuestión, parece estar diciendo da formar el concepto de patos que viven en un tiempo diferente, o
Wittgenstein, es dudoso que pudiéramos tener «creencia» alguna que poseen unos orígenes genéticos diferentes, o que pertenecen a
en otras mentes, y sus sensaciones, que deba ser justificada. una especie diferente a la de los paradigmas que usé para aprender
Malcolm cita § 302: «Si uno tiene que imaginarse el dolor de el «concepto de pato». Que el tiempo, el origen y la especie de la
otro según el modelo del suyo propio, esto es algo nada fácil de muestra original puedan haber sido esenciales a ella es irrelevante.
hacer: pues tengo que imaginar dolor que yo no siento según el De nuevo, yo podría aprender la palabra «azul» si alguien apunta a
modelo del dolor que yo sí siento. Esto es, lo que tengo que hacer una franja particular del arco iris. ¡Sin duda es esencial a esta par-
no es simplemente realizar una transición en la imaginación de un ticular zona de color que tenga que haber sido un fenómeno de la
lugar de dolor a otro. Como del dolor en la mano al dolor en el atmósfera, y no una zona de color en la superficie de un libro par-
brazo. Pues no he de imaginar que siento dolor en alguna región del ticular! No hay razón alguna para concluir que, por lo tanto, yo
cuerpo del otro (lo cual sería también posible)», ¿Cuál es aquí el deba ser incapaz de aplicar la terminología de color a los libros. El
argumento? En un primer intento, la exégesis de Malcoma es: «Si pasaje de Wittgenstein citado no hace especial mención de propie-
yo aprendiera lo que es el dolor a partir de la percepción de mis dades «esenciales» o «accidentales»; simplemente parece imaginar
propios dolores, entonces debería necesariamente haber aprendido una dificultad para imaginar «dolor que yo no siento según el mo-
que el dolor es algo que existe sólo cuando yo lo siento. Esta pro- delo del dolor que yo sí siento». ¿Cuál es la dificultad especial que
piedad es esencial, no accidental; es un sinsentido suponer que el hay? ¿Por qué es esto más difícil que imaginar patos no presentes
dolor que siento podría existir cuando yo no lo sintiera. Por tanto, si en Central Park según el modelo de patos presentes en Central
obtengo mi concepción de dolor a partir del dolor que experimento, Park, o patos que viven en el siglo quince según el modelo de patos
entonces formará parte de mi concepción de dolor que yo soy el que viven en el siglo veinte?
único ser que puede experimentarlo. Para mí será una contradic- De modo similar, las famosas observaciones de Wittgenstein en
ción hablar del dolor de otro»2. Después, Malcolm abandonó este § 350 parecen prestar ayuda limitada: «"Pero si supongo que al-
argumento, negando, influido por el § 253 de Wittgenstein, que guien tiene un dolor, entonces estoy simplemente suponiendo que
haya ningún sentido interesante según el cual sólo yo puedo sentir tiene justamente lo mismo que yo he tenido tan a menudo".—-Esto
mis propios dolores3. Sea como fuere, es más importante •—-¡ahora nos deja donde estábamos. Es como si yo dijera: Tú sabes, sin duda,
hablo por mí mismo !•— darse cuenta de que el principio aquí impli- lo que significa "son las 5 en punto aquí"; por tanto sabes también
cado no parece ser correcto. Si veo algunos patos por primera vez lo que significa "son las 5 en punto en el sol". Significa simple-
mente que allí hay la misma hora que la que hay aquí cuando son
las 5 en punto». En efecto, si «5 en punto aquí» se define por refe-
2 Malcolm, «Wittgenstein's Philosophical Investigations », pp. 105-106.
3 Véase p. 105, nota 2, del mismo artículo. rencia a la posición del sol en el cielo, o a algo relacionado, será
128 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO POST SCJUPTUM. WITTGENSTEIN Y LAS OTRAS MENTES 129

inaplicable a un lugar del sol. Si las presuposiciones de aplicabili- mí mismo como habiendo querido decir más o cuas, es sorprenden-
dad de «son las 5 en punto aquí» se violan en el sol, no podemos temente paralela a § 350. De modo que tal vez esa sección sea sólo
extender inmediatamente el concepto a lugares situados en este una ejemplificación más del problema escéptico de Wittgenstein.
cuerpo celeste del modo como podemos extenderlo a zonas lejanas Que imaginar el dolor de los demás según el modelo del mío propio
de la tierra donde se cumplen estas presuposiciones. ¿Qué funda- sea «algo nada fácil de hacer» sería simplemente un caso especial
mentos tenemos, sin embargo, para suponer que haya presuposicio- del punto más general de que aplicar cualquier concepto a un caso
nes especiales del concepto «dolor» que impiden su extensión de nuevo es «algo nada fácil de hacer». O, quizá, que es algo demasia-
mí a otros? Después de todo, aplicamos constantemente conceptos do fácil de hacer:—que puedo aplicar un término viejo a casos nue-
a casos nuevos a los que no habían sido aplicados previamente, vos según me plazca, sin estar constreñido por intención ni deter-
¿Es correcta, desde el punto de vista de Wittgenstein, la oración minación previa Alguna.
que acabo de escribir? ¿No pone en cuestión su paradoja escéptica Dado que el ataque a la mismidad, o identidad, como explica-
que podamos simplemente «extender» a casos nuevos un concepto ción genuina es un tema tan constante en el argumento escéptico de
como «pato»? Pues el escéptico de Wittgenstein arguye, en contra Wittgenstein, yo personalmente sospecharía que hay una relación
de la postura ingenua desde la que yo estaba escribiendo hace un entre § 350 y otros pasajes que atacan el uso de la «mismidad».
momento, que hay efectivamente un problema para «extender» un Pero es poco probable que ésta sea toda la historia. Entre otras
término como «pato» desde patos vistos en Central Park a patos no cosas, el ejemplo de «las 5 en punto en el sol» parece obviamente
encontrados allí. Ningún conjunto de indicaciones que me dé a mí diseñado como un caso donde, sin que intervenga ningún arcano
mismo, arguye el escéptico, puede imponer lo que yo hago en casos escepticismo filosófico acerca del seguir reglas, hay realmente una
nuevos. Quizá «pato», según yo lo aprendí, significaba paterro, dificultad en torno a cómo extender el viejo concepto —faltan cier-
donde algo es un paterro si es un pato y ha estado en Central Park tas presuposiciones de nuestra aplicación de este concepto—. Lo
o es un perro y nunca ha estado allí... En § 350, Wittgensteni pre- mismo se supone que es cierto para el ejemplo de «la tierra está
tende socavar la respuesta natural de que atribuir dolor a otro es debajo de nosotros» en § 351. Sin duda, puede que una persona
simplemente suponer «que tiene justamente lo mismo que yo he irreflexiva suponga, sin pensar, que «las 5 en punto» tendría sentido
tenido tan a menudo». La moraleja final de § 350 es: «La explica- en el sol, pero —según parece decir § 350—, al reflexionar sobre
ción por medio de la identidad no sirve aquí. Pues yo sé de sobra las presuposiciones que deben satisfacerse para que se aplique
que se puede llamar "la misma hora" a las 5 en punto aquí y a las 5 nuestro sistema horario, pronto se convencerá de que cualquier ex-
en punto allí, pero lo que no sé es en qué casos se ha de decir que tensión al sol resulta dudosa. El argumento escéptico de Wittgens-
es la misma hora aquí y allí...Exactamente de la misma manera, tein es más radical, pues mantiene que no hay ningún caso en que
tampoco es una explicación decir: la suposición de que él tiene un yo dé indicaciones para determinar casos futuros, ni siquiera cuan-
dolor es simplemente la suposición de que tiene lo mismo que yo. do no existe ningún problema ordinario con relación a si las presu-
Pues esa parte de la gramática me es completamente clara: esto es, posiciones de la aplicación de un coneepto viejo se satisfacen en los
que se dirá que la estufa tiene la misma experiencia que yo, si se casos nuevos. En § 302 y § 350, Wittgenstein parece querer decir
dice: ella tiene dolor y yo tengo dolor». Ahora bien, la respuesta que, dejando aparte su problema escéptico básico y general, hay un
que se ataca en este pasaje es paralela, de un modo obvio, a una problema intuitivo especial, del tipo ordinario ilustrado por el ejem-
respuesta a las dudas escépticas de Wittgenstem del tipo «más»/ plo de «las 5 en punto en el sol», que trae consigo el extender el
«cuas» que goza de gran favor —la respuesta de que simplemente concepto de los estados mentales de uno mismo a otros. De hecho,
debo continuar del «mismo modo» que antes (véanse §§ 214-217; como explicaré en breve, creo que el interés de Wittgenstein por
y la nota 13, más arriba). Y la réplica de que puedo decir que «con- este problema especial fue anterior al último periodo de su filoso-
tinúo del mismo modo», independientemente de si me considero a fía, cuando su problema escéptico cobró prominencia.
130 WITTGENSTBIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO

¿Cuál puede ser el problema? ¿En qué se equivoca la asunción


tradicional de que, dado que yo tengo sensaciones y una mente
(o que mi cuerpo tiene una mente «tras él»), puedo preguntar con
r POST SCRIPTUM. WITTGENSTEIN Y LAS OTRAS MENTES

personalmente creo que se puede explicar una línea central del ar-
gumento de Wittgenstein en § 302 y en pasajes relacionados sin
recurso especial a la noción de criterio. Esta línea del argumento,
131

sentido si otros objetos materiales tienen mentes «tras» ellos? Mal- tal como yo la veo, no descansa sobre ninguna premisa verificacio-
colm, al reconsiderar su exégesis de Wittgenstein en torno a las nista especial de que para entender el concepto de que otra persona
otras mentes, concluyó que la concepción tradicional asumía que tiene una sensación debamos poseer un medio de verificar si la
no teníamos ningún «criterio» para atribuir mentes o sensaciones a tiene. De hecho, los aspectos principales de las ideas de Wittgens-
otros; pero sin dicho criterio carecería de sentido la atribución de tein en torno a esta cuestión están ya presentes en sus escritos, con-
mentes o sensaciones4. Malcoma parecía suponer que un «criterio» ferencias y conversaciones del periodo de transición entre el Trac-
para la atribución de mentes o sensaciones a otros era un modo de tatus y las Investigaciones; de forma algo menos explícita, están
establecer con certeza que ellos poseen tales sensaciones. Los críti- presentes en el propio Tractatus. De hecho, pienso que el debate de
cos se preguntaron si el argumento no descansaba sobre dudosas Wittgenstein acerca de las otras mentes en las Investigaciones no
suposiciones verificacionistas, y mucha de la discusión subsiguien- sólo guarda continuidad con su pensamiento más temprano, sino
te ha continuado dentro de este marco —un marco que guarda con- también con una línea importante del tratamiento tradicional del
tinuidad con mucha de la discusión del propio argumento del len- problema. Las razones básicas por las que Wittgenstein se teme que
guaje privado. Dada la importancia de la noción de criterio para la imaginar las sensaciones de los demás según el modelo de las mías
filosofía de la etapa posterior de Wittgenstein, la exégesis que sigue propias es «algo nada fácil de hacer» son a la vez más intuitivas y
esta línea puede que tenga mérito considerable5. No obstante, yo más tradicionales que cualesquiera consideraciones que pudieran
surgir desde premisas verificacionistas. Esto es lo que sugieren los
4 Véase Malcomí, «Knowledge of Other Minds», The Journal of Philosophy,
vol. 45 (1958), reimpreso enKnowledge and Certainty, pp. 130-140. Véanse especial-
ejemplos de «las 5 en punto en el sol» y «la tierra está debajo de
mente pp. 130-132, en la reimpresión. El artículo aparece también en Pitcher (ed.), nosotros» •—ninguno de los dos hace ninguna referencia especial a
Wittgenstein: The Philosophicallnvestigations. En lo que sigue, las referencias de pági- 'la verificación ni a criterios, sino sólo a una dificultad conceptual
nas corresponden a la versión incluida en Knowledge and Certainty. para aplicar un concepto a ciertos casos. El § 302 parece sugerir
5 Quedará claro, sin embargo, por mi exposición de más abajo, que en los pasajes
clave que sugieren la dificultad de imaginar las sensaciones de otros según el modelo de que hay una dificultad intuitiva comparable si deseo extender el
las mías propias encuentro poca relación directa con cualquier argumento que envuelva concepto de sensación a otros a partir de mi propio caso.
una demanda de criterios (como premisa no argumentada). Ningún argumento así se Intentaré que el lector se haga una idea de la dificultad y de sus
sugiere en estos pasajes. Quedará también claro por mi exposición de más abajo que los
«criterios externos» —en el sentido explicado antes, pp. 110-118 —-juegan un impor- raíces históricas. Según Descartes, la sola entidad de cuya existen-
tante papel en la solución de la dificultad de que parezco ser incapaz de imaginar las cia puedo estar cierto, aun estando inmerso en dudas sobre la exis-
sensaciones de otros según el modelo de las mías propias. Pienso que el muy fuerte tencia del mundo externo, soy yo mismo. Puedo dudar de la existen-
principio de verificación de Malcolm precisaría de un alto grado de elaboración y de-
fensa para convencer a los lectores típicos de" hoy en día. Quienes son blanco de Mal- cia de los cuerpos (incluido el mío), o, aun asumiendo que hay
colm —los que arguyen por analogía a favor de las otras mentes— mantienen que yo
infiero, generalizando a partir de la correlación observada en mi propio caso, que quienes
se comportan como yo es muy probable que tengan mentes, pensamientos y sensaciones tante, aun si el principio puede enunciarse de manera que se vea libre de contraejemplos
como los míos propios. Por tanto no consideran «inverificables» los enunciados acerca de obvios, la mayoría de los lectores pensarían que no puede asumirse, sino que tiene que
otras mentes. El principio relevante que Malcolm usa contra ellos parece ser: para que un argumentarse.
enunciado de un tipo dado tenga significado, tiene que haberlo/' definición, no de resul- Más arriba (pp. 110-118) debatimos la cuestión de los «criterios» en la filosofía de
tas de razonamiento inductivo, un medio de decidir con certeza si los enunciados del tipo Wittgenstein, y argüimos que en la medida en que se pueda considerar que su filosofía,
dado son verdaderos (véase «Knowledge of Other Minds», p. 131). Quienes arguyen por envuelve algo parecido a un principio de verificación, el principio tiene que ser deduci-
analogía no respetan la condición impuesta por las frases en cursiva. do, no asumido como premisa no argumentada. Y tampoco es preciso aceptar ningún
En «Knowledge of Other Minds», Malcolm ni arguye a favor de este principio ni lo principio de verificación tan fuerte como el que Malcolm parece presuponer aquí. Ni
explica en detalle. Sin duda, el principio exige un debate cuidadoso para ver por qué no siquiera estoy seguro de que tal principio sea consistente con todo lo que el mismo
descarta, por ejemplo, los enunciados acerca del pasado lejano. Y, lo que es más impor- Malcolm dice en otros lugares.
132 WITTGENSTEESf A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO POST SCRIPTUM. WITTGENSTEIN Y LAS OTRAS MENTES 133

cuerpos, dudar de que haya nunca mentes «tras» ellos; pero no pue- tanciar; pero los pensamientos huméanos aquí bosquejados tuvieron
do dudar de la existencia de mi propia mente. La reacción de Hume continuación a lo largo de mucha de la tradición filosófica, y es muy
a esto es notoria: «Hay algunos filósofos que imaginan que somos fácil encontrar la idea en el Tractatus. En 5.631 de esa obra, Witt-
íntimamente conscientes de lo que llamamos nuestro Yo; que sen- genstein dice: «No existe algo así como el sujeto que piensa o se re-
timos su existencia y su continuar existiendo; y estamos ciertos, presenta ideas. Si yo escribiera un libro titulado El Mundo tal como
más allá de la evidencia de una demostración, de su identidad y lo encontré... sólo él no podría ser mencionado en ese libro». Conti-
simplicidad perfectas. La más fuerte sensación, la pasión más vio- nuando en 5.632-5.633, explica: «El sujeto no pertenece al mundo:
lenta, dicen ellos, en vez de distraernos de esta idea, sólo la fijan más bien, es un limite del mundo. ¿Dónde en el mundo va a encontrar-
con más intensidad todavía, y nos hacen considerar la influencia de se un sujeto metafísico? Dirás que esto es exactamente como el caso
las mismas sobre el yo, bien por ser dolorosas, bien por ser placen- del ojo y el campo visual. Pero en realidad tú no ves el ojo. Y nada en
teras. Intentar una prueba adicional de esto sería debilitar su evi- el campo visual te permite inferir que es visto por un ojo.»
dencia, ya que no se puede derivar ninguna prueba a partir de nin- Aquí Wittgenstein está bajo la influencia, ya sea directa o indi-
gún hecho del que seamos tan íntimamente conscientes; ni hay nada recta, de ideas característicamente humeanas sobre el yo, así como
de lo que podamos estar ciertos, si dudamos de esto. Por desgracia, en 5.135, 5.136, 5.1361, 5.1362 (y en los parágrafos desde 6.362
todas estas aserciones positivas son contrarias a esa misma expe- hasta 6.372) escribe bajo la influencia del escepticismo de Hume
riencia que ellos alegan, y carecemos de toda idea de yo en conso- acerca de la causación y la inducción. En realidad, la negación de
nancia con el modo en que aquí se explica... Por mi parte, cuando que yo vaya a encontrar nunca un sujeto en el mundo, y la conclu-
más íntimamente me adentro en lo que llamo yo mismo, siempre sión (5.631) de que tal sujeto no existe, está en completo acuerdo
me topo con una u otra impresión particular, de calor o frío, luz o con Hume. La única señal de desviación de las ideas de Hume en
sombra, amor u odio, dolor o placer. Nunca puedo sorprenderme a estos pasajes proviene de la sugerencia en 5.632 de que en algún
mí mismo en ningún momento sin una percepción, y nunca puedo sentido puede que, después de todo, sea legítimo hablar de un suje-
observar nada sino la percepción... Si alguien, tras reflexión seria y to como un «límite» misterioso del mundo, aunque no como una
libre de prejuicios, piensa que posee una noción diferente de sí mis- entidad en él7.
mo, debo confesar que no puedo seguir razonando con él. Lo más Wittgenstein volvió a este tema en varios de sus escritos, confe-
que puedo concederle es que él esté en lo cierto igual que lo estoy rencias y debates de finales de los años veinte y principios de los
yo, y que somos esencialmente diferentes en este particular. Puede, treinta, durante el período usualmente considerado de transición
quizá, que él perciba algo simple y continuo, a lo que llama sí mis- entre la filosofía «temprana» del Tractatus y la filosofía «ultima»
mo; aunque yo estoy cierto de que no hay tal principio en mí»6. de las Investigaciones. Moore, en su caracterización de las confe-
Por tanto, allí donde Descartes habría dicho que estoy cierto de rencias de Wittgenstein de Cambridge en 1930-19338, informa de
que «yo tengo un picor», de lo único-de lo que Hume es consciente
es del picor mismo. El yo •—el ego cartesiano—• es una entidad 7 Veremos, más abajo, que Lichtenberg, que escribió independientemente de Hume,
completamente misteriosa. No somos conscientes de ninguna enti- ejerce aquí una influencia directa sobre Wittgenstein. Sin duda, Pitcher (The Philosophy
ofWittgenstein, p. 147) y Anscombe (An Introduction to Wittgenstein's Tractatus, Hut-
dad que sea la que «tenga» el picor, «tenga» el dolor de cabeza, la chinson, Londres, 1959, capítulo 13) tienen razón al ver también aquí una influencia
percepción visual, y lo demás; sólo somos conscientes del picor, el directa de Schopenhauer (por lo que la influencia de Hume le llega a Wittgenstein me-
dolor de cabeza o la percepción visual misma. Cualesquiera in- diada por los eslabones de Kant y Schopenhauer). Debería haber estudiado a Schopen-
hauer y a Lichtenberg en torno a estas cuestiones, y esa fue mi intención originalmente,
fluencias directas de Hume sobre Wittgenstein son difíciles de sus- pero no lo he hecho (o sólo superficialmente). Podría haber servido de ayuda en la exé-
gesis.
8 G. E. Moore, «Wittgenstein's Lectores in 1930-1933», Mina, vol. 63 (1954), y
6 Hume, A Treatise of Human Nature, Libro I, Parte IV, Sección VI («Of Personal vol. 64 (1955), reimpreso en G. E. Moore, Philosophicál Papers, pp. 252-324. La cita
Identity»). La cita está tomada de las pp. 251-252, en la edición de Selby-Bigge. procede de la p. 309, en la reimpresión.
134 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO
POST SCRIPTUM. WITTGENSTEIN Y LAS OTRAS MENTES 135
que Wittgenstein «dijo que "igual que no hay ningún ojo (físico) yo, sino algún otro, quien lo tiene»? ¿De qué modos se supone que
involucrado en el ver, así tampoco hay ningún Ego involucrado en esto es similar al dolor de muelas paradigmático sobre el que con-
el pensar o en el tener dolor de cabeza"; y cita, con aparente apro- centro mi atención, y de qué modos no es similar? Se supone que
bación, el dicho de Lichtenberg: "En vez de 'yo pienso' deberíamos hemos de imaginar otra entidad similar a «mí» —otra «alma»,
decir ese piensa'" (usado aquí "se piensa" en modo impersonal, a la «mente» o «yo»— que «tiene» un dolor de muelas justamente como
manera como se usa "es blitzef); y al decir esto, lo que quería de- este dolor de muelas, salvo que quien lo «tiene» es ello (¿él?,
cir, creo, es algo similar a lo que dijo del "ojo del campo visual" - ¿ella?), así como «yo tengo» éste. Todo esto tiene poco sentido,
cuando dijo que no es algo que esté en el campo visual». En las dada la crítica humeana a la noción del yo que Wittgenstein acepta.
Observaciones Filosóficas, § 58, Wittgenstein imagina un lenguaje No tengo idea de un «yo» en mi propio caso, y mucho menos un
en el que «tengo un dolor de muelas» es reemplazado por «hay concepto genérico de un «yo» que incluya a «otros» además de a
dolor de muelas», y, siguiendo a Lichtenberg, «estoy pensando» se «mí». Ni tampoco tengo idea alguna de «tener» como una relación
convierte en «se está pensando»9. entre ese «yo» y el dolor de muelas. Supuestamente, al concentrar
El problema básico para extender el habla de sensaciones de «mí mi atención en uno o más dolores de muelas particulares, puedo
mismo» a «otros» debiera resultar manifiesto ahora. Supuestamen- formar el concepto de dolor de muelas, quedando capacitado por
te, si me concentro en un dolor de muelas o picor particular, noto su ello para reconocer en momentos posteriores cuándo «hay un dolor
carácter cualitativo y, haciendo abstracción de rasgos particulares de muelas» o «duelen las muelas» (como en «está lloviendo»)
de tiempo y lugar, puedo formar un concepto que determinará cuán- sobre la base de la «cualidad fenomenológica» de los dolores de
do surge de nuevo un dolor de muelas o un picor. (El argumento del muelas. Aunque hemos expresado esto en la terminología lichtenber-
lenguaje privado pone en duda que esta suposición tenga realmente giana que Wittgenstein recomienda, «duelen las muelas» significa lo
sentido, pero se ha de considerar que no tenemos en cuenta este que habríamos expresado de manera ingenua mediante «tengo un
argumento aquí). ¿Cómo se supone que he de extender esta noción dolor de muelas». El concepto se supone que se forma al concen-
a las sensaciones de «otros»? ¿Qué se supone que quiere decir esto? trarse en un dolor de muelas particular: cuando algo justamente
Si veo patos en Central Park, puedo imaginar cosas que son «como como eso vuelve a ocurrir, entonces «duelen las muelas» otra vez.
éstas» —que son patos también— salvo que no están en Central ¿De qué es de lo que se supone que hemos de hacer abstracción en
Park. Puedo, de modo similar, «hacer abstracción» incluso de pro- .esta situación para formar el concepto de un acaecimiento que es
piedades esenciales de estos patos particulares para llegar a entida- como el caso paradigmático dado de «duelen las muelas», salvo
des como éstas pero carentes de las propiedades en cuestión —pa- que el dolor de muelas no es «mío» sino de «algún otro»? No tengo
tos con diferente parentesco y origen biológico, patos nacidos en un concepto de un «yo» ni de «tener» que me capacite para realizar la
siglo diferente, y así sucesivamente. (Recuérdese que no hemos de abstracción apropiada a partir del paradigma original. La formula-
tener en cuenta aquí el argumento escéptico de Wittgenstein, y po- ción «duelen las muelas» deja esto completamente claro: considé-
demos adoptar la terminología «ingenua» de la «abstracción» a rese la situación tbtal y pregúntese de qué es de lo que he de hacer
partir del caso paradigmático). ¿Pero qué puede querer decir que abstracción si lo que deseo es eliminarme a «mí mismo».
algo sea «justamente como este dolor de muelas, sólo que no soy Creo que es, al menos en parte, debido a este tipo de considera-
9 Véase también F. .Waismatm, Wittgenstein and the Vienna Circle (Basil Blackwell,
ción por lo que Wittgenstein se ocupó tanto del atractivo del solip-
Oxford, 1979), pp. 49-50 (otra obra que, al igual que las Observaciones filosóficas, surge sismo y de la idea conductista de que decir de alguien distinto a mí
del periodo «de transición» de Wittgenstein). La parte VI entera (§§ 57-66) délas Obser- que tiene un dolor de muelas es simplemente hacer un enunciado
vaciones filosóficas es también relevante (y véase además allí, por ejemplo, § 71). •
Compárese también Moritz Schlick, «Meaning and Verification», en H. Feigl y W. acerca de su conducta. Cuando Wittgenstein considera la adopción
Sellare (eds.), Reading in Philosophical Analysis (Appleton-Century-Croñs, Nueva del lenguaje de sensación sin sujeto de Lichtenberg, las atribucio-
York, 1949, pp. 146-170), especialmente, pp. 161-168. nes de sensaciones a otros dejan paso a expresiones como «el cuer-
13 6 W1TTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO POSTSCRIPTUM. WITTOENSTEINY LAS OTRAS MENTES 137

po A se está comportando de modo similar a como se comporta X objeto físico para que constituya un «tener»? Supongamos que una
cuando duele», donde «X» es un nombre de lo que yo llamaría nor- silla dada «tiene» una «mente». Entonces hay muchas «mentes» en
malmente «mi cuerpo». Esto es un crudo remedo conductista para el universo, y sólo una es la que una silla dada «tiene». ¿Qué rela-
imaginar las sensaciones de otros según el modelo de las mías pro- ción se supone que mantiene esa «mente» con la silla que las demás
pias: atribuir una sensación a A no dice de ninguna manera que esté mentes no mantengan? ¿Por qué es esta «mente», en vez de otra, la
sucediendo algo que se asemeje a lo que sucede cuando yo tengo que la silla «tiene»? (Por supuesto, no quiero decir: ¿cuál es la ex-
dolor (o, mejor, cuando duele). El atractivo, para Wittgenstein, de plicación (causal) de por qué de hecho la silla «tiene» esta «mente»
esta combinación de solipsismo y conductismo no estuvo nunca en vez de ésa? Lo que quiero decir es: ¿qué relación se supone que
exento de una cierta insatisfacción. De todas formas, durante la ha de darse entre la silla y una mente, en vez de otra, que constituye
fase más verificacionista de su período de transición, a Wittgens- su tener esta m^nte, en vez de esa otra?) Y bien mirado, ¿por qué es
tein le parecía que es difícil evitar la conclusión de que, dado que la la silla como un todo, y no justamente su respaldo, o sus patas, lo
conducta es nuestro único método de verificar las atribuciones de que está relacionado con la mente dada? (¿Por qué no otro objeto
sensaciones a los demás, la formulación conductista es lo único que físico completamente distinto?). ¿En qué circunstancias sería el
puedo querer decir cuando hago una de esas atribuciones (véase respaldo de la silla, y no la silla entera, el que «tiene» una «mente»
Observaciones filosóficas, §§ 64-65). dada y por tanto piensa y siente? (Lo que se pregunta no es cómo
Este punto adquiere nítido relieve cuando consideramos muchas verificaríamos que la relación se da, sino más bien, en qué circuns-
formulaciones habituales del problema de las otras mentes. ¿Cómo tancias se daría). A menudo los debates en torno al problema de las
sé, se dice, que otros cuerpos «tienen» «mentes» como la mía? Se otras mentes, o del panpsiquismo, etc., se limitan a ignorar estas
asume que yo sé a partir de mi propio caso qué es una «mente» y en cuestiones, y suponen, sin más, que la noción de que un cuerpo
qué consiste que un «cuerpo» la «tenga». Pero lo que inmediata- dado «tiene» una «mente» dada es autoevidente10. Wittgenstein
mente se desprende de la crítica de Hume-Lichtenberg a la noción simplemente desea plantear si de verdad tenemos una idea tan clara
del yo es que no tengo ninguna idea así en mi propio caso que pue- de lo que esto significa: está haciendo preguntas intuitivas. Véase,
da ser generalizada a otros cuerpos. Sz tengo una idea, a partir de mi por ejemplo, § 361 (La silla está pensando para sí: ...¿Dónde? ¿En
propio caso, de cómo es el «haber dolor», pero no tengo idea de una de sus partes? ¿O fuera de su cuerpo; en el aire de alrededor?
cómo sería el haber un dolor «justamente como éste, salvo que per- ¿O en ninguna parte en absoluto? Pero entonces, ¿cuál es la dife-
tenece a una mente distinta de la mía». rencia entre el decirse algo a sí misma esta silla y el decirse algo a
Volvamos a § 350. Ese pasaje pone en duda que sepamos lo que sí misma otra silla, contigua a la anterior?...) o § 283 («¿Podemos
significa decir que «algún otro tiene dolor» a partir de mi propio decir de la piedra que tiene un alma [o una mente] y que ésta es la
caso. Al final, el ejemplo que se da es el de una estufa', ¿sabemos que tiene el dolor? ¿Qué tiene que ver un alma [o mente], o el dolor,
qué significa decir de una estufa que tiene dolor? Como señalába- con una piedra?»)n.
mos más arriba, la concepción tradicional asume, sin suponer la
10 En Some Mflin Problems ofPhüosophy (Macmillan, Nueva York, 1953), p, 6,
necesidad de ninguna justificación adicional, que poseemos un Moore dice que^una de nuestras creencias de sentido común es que «los actos de con-
concepto general de un objeto material arbitrario que «tiene» sen- ciencia están sin duda ninguna adheridos, de un modo particular, a algunos objetos
saciones o, más bien, que «tiene» una «mente» que a su vez es la materiales». ¿Cómo «adheridos»? ¿De qué modo lo están a este objeto, y no a aquél?
(Para ser justos con Moore, él, en respuesta a estas cuestiones, dice más de lo que dicen
«portadora» de las sensaciones. (El objeto físico «tiene» sensacio- muchos otros. Pero resulta claro por la discusión presente que Wittgenstein no pensaría
nes en un sentido derivado, si «tiene» una «mente» que «tiene» las que sus respuestas eran satisfactorias).
sensaciones). Pero: ¿estamos tan seguros de que entendemos todo 11 Véase, más arriba, la nota 31 en el texto principal, para la traducción de «See/e»
por «alma» o «mente». En principio esta palabra puede traducirse de cualquiera de las
esto? Como hemos recalcado, no tenemos idea de qué es una «men- dos maneras, pero se traduzca como se traduzca, es importante darse cuenta de que
te». ¿Y sabemos qué relación ha de darse entre una «mente» y un Wittgenstein está escribiendo acerca del problema que los filósofos que hablan en
138 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO POST SCR1PTUM. WITTGENSTEIN Y LAS OTRAS MENTES 139

Es posible hacer diversos intentos de entender la idea de que un causal de que el daño o lesión en una cierta área produce el dolor.
objeto —incluso uno inanimado— «tenga» una «mente» o una sen- En otro sentido causal, la cura aplicada a una cierta área puede que
sación sin invocar las nociones mismas de «mente» y «tener». Yo alivie o elimine el dolor. Están localizados también en el sentido
podría, por ejemplo, imaginar que el objeto físico que llamo «mi más primitivo, no causal, de que yo siento un dolor como «en mi
cuerpo» se vuelve piedra mientras mis pensamientos, o mis dolo- pie», «en mi brazo», etc. Muy a menudo estos sentidos coinciden,
res, continúan (véase § 283). Esto podría expresarse en la jerga de pero no siempre —no hay, ciertamente, ninguna razón conceptual
Lichtenberg así: hay pensar, o dolor, aun cuando tal-y-cual objeto por la que deban coincidir. Pero, ¿qué ocurre si todos ellos coinci-
se vuelve piedra. Pero: «¿si ha sucedido eso, en qué sentido tendrá den y, con arreglo a las tres pruebas, un cierto dolor está «localiza-
la. piedra los pensamientos o los dolores? ¿En qué sentido serán do» en una cierta¡ posición en una piedra? Según yo entiendo a Witt-
adscribibles a la piedra?». Supongamos que yo estuviera pensando, genstein, de esta! cuestión particular se ocupa en § 302, citada más
por ejemplo, en la prueba de que n es irracional, y mi cuerpo se arriba, donde de Ío que se debate no es de una piedra, sino del cuer-
volviese piedra mientras yo estaba todavía pensando en esta prue- po de alguien distinto a mí. Asumiendo que puedo imaginar que un
ba. Bien, ¿qué relación tendrían con la piedra mis pensamientos dolor está «localizado» en otro cuerpo, ¿confiere ello un sentido a
acerca de esta prueba? ¿En qué sentido es la piedra todavía «mi la idea de que «algún otro» podría tener dolor? Recordemos la ter-
cuerpo» y no simplemente «mi cuerpo anteriormente»? ¿Qué dife- minología de Lichtenberg: si «hay dolor», tal vez «hay dolor en la
rencia hay entre este caso y el caso donde después de que «mi cuer- piedra», o «hay dolor en ese brazo», donde el brazo en cuestión no
po» se volviese piedra, «mi mente cambiase de cuerpo»—• el nuevo, es mío. ¿Por qué no es esto precisamente imaginar que yo siento
quizá, otra piedra? Supongamos por el momento que después de dolor, sólo que «en» el brazo de otro cuerpo, o incluso en una pie-
volverme piedra pienso sólo acerca de la matemática. ¿En general, dra? Recordemos que «hay dolor» significa «tengo dolor», con el
qué podría conectar un pensamiento acerca de la matemática con sujeto misterioso suprimido. De modo que parecería que imaginar
un objeto físico mejor que con otro? En el caso en que mi cuerpo se «dolor en ese brazo» es imaginar que yo tengo dolor en el brazo de
vuelve piedra, la única conexión es que la piedra es aquello en lo J otro cuerpo (a la manera en que una persona que ha perdido su bra-
que mi cuerpo se ha convertido. Si se hace abstracción de esa his- zo puede sentir un dolor en el área donde estuvo su brazo). No hay
toria anterior, la conexión entre el pensamiento y el objeto físico es aquí ningún concepto de otro «yo» que sienta el dolor en la piedra,
todavía más difícil de especificar; y sin embargo, de haber una co- o en el otro cuerpo. Es por esta razón por lo que falla el experimen-
nexión, debe ser una que exista ahora, con independencia de una to de ignorar la otra «mente» e intentar imaginar una conexión di-
historia anterior imaginada. recta entre la sensación y el cuerpo. Para repetir algo de lo que cité
De hecho, en § 283 Wittgenstein se interesa por la conexión de de § 302: «Si uno tiene que imaginarse el dolor de otro según el
un dolor, una sensación, con la piedra. Si nos olvidamos por un modelo del suyo propio, esto es algo nada fácil de hacer... lo que
momento de que las sensaciones se adscriben a una «mente» que un tengo que hacer no es simplemente realizar una transición en la
objeto físico «tiene», y si pensamos simplemente en la conexión imaginación de un lugar de dolor a otro. Como de... la mano al...
entre la sensación y el objeto físico sin preocuparnos de los eslabo- brazo. Pues,no he de imaginar que siento dolor en alguna región
nes intermedios, entonces en algunos casos puede que seamos ca- del cuerpo del otro (lo cual sería también posible)». En la jerga de
paces todavía de encontrar sentido a la conexión entre una sensa- Lichtenberg, «hay dolor» siempre significa quejo siento dolor.
ción dada y un objeto físico dado, incluso uno inerte como la piedra. Incluso si ignoramos la terminología de Lichtenberg, el proble-
Los dolores, por ejemplo, están localizados. Lo están en el sentido ma puede reformularse: ¿cuál es la diferencia entre el caso donde
yo tengo un dolor en otro cuerpo, y el caso donde ese dolor en el
inglés actual llaman «el problema de las otras mentes», y está preguntando qué significa otro cuerpo es «el dolor de algún otro» y no el mío? Parecería que
la pregunta de si los cuerpos de otros «tienen» mentes. Cualquier otra connotación que
el uso de «Seele» pueda poseer es probablemente, como mucho, secundaria. esta diferencia sólo puede expresarse mediante un abordaje directo
140 WITTGENSTBIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO

de los problemas que hace un momento hemos estado tratando de


eludir: ¿qué es una mente?, ¿en qué consiste que una mente «ten-
ga» una sensación?, ¿en qué consiste que un cuerpo «tenga» una
mente? El intento de ahorrarse estos intermediarios y ocuparse di-
rectamente de la conexión entre la sensación y el objeto físico fra-
casa, precisamente porque no puedo entonces definir qué significa
que «otra mente» tenga la sensación en un objeto físico dado, como
cosa opuesta a que sea «yo» quien la tenga allí. Wittgenstein insiste
en que la posibilidad de que una persona pudiera tener una sensa-
ción en el cuerpo de otra es perfectamente inteligible, a pesar de
que nunca suceda: «La conducta de dolor puede señalar un lugar
dolorido —pero el sujeto del dolor es la persona que le da expre-
sión» (§ 302).
Dificultades análogas se ciernen sobre otros intentos similares
de establecer vínculos directos entre una piedra y una sensación o
pensamiento sin pasar por el eslabón intermedio de una «mente».
En cada uno de los casos, la terminología de Lichtenberg mencio-
nada arriba dicta que soy yo quien tiene la sensación o pensamien-
to, sólo que «en la piedra». Hasta ahora nos hemos concentrado en
el caso de las sensaciones y los objetos «inanimados» (en realidad,
objetos físicos considerados simplemente como tales, ignorando si
son «animados» o no). Naturalmente, hay una conexión especial
entre mente y cuerpo en el caso de un cuerpo «animado». El dolor
lleva a «conducta de dolor», y en general yo «quiero» mis propias
acciones. Por tanto, si hay (dolor y) conducta de dolor en otro cuer-
po, o si las acciones de otro cuerpo son «queridas», ¿confiere esto
significado —-sin necesidad de ninguna noción de otro «yo» y su
relación con el cuerpo— a la idea de que alguien distinto a mí (en
el otro cuerpo) podría tener dolores o pensamientos, o dar lugar a
acciones? Por supuesto, en último término, las ideas de conducta de
dolor y de otras acciones corporales serán cruciales para la explica-
ción de Wittgenstein de la atribución de conceptos mentales a otros.
Pero en el estadio presente estas ideas parecen prestarnos poca ayu-
da. El caso de la conducta de dolor en otro cuerpo es simplemente
un aspecto más de lo que ya se ha señalado arriba: aceptando la
terminología de Lichtenberg, decir que hay dolor •—quizá en otro
cuerpo—• y que tal dolor produce conducta de dolor —quizá en ese
mismo cuerpo— sigue siendo todavía decir que yo siento dolor, en
otro cuerpo y produciendo conducta de dolor en ese cuerpo. Sólo la
142 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO POST SCR1PTUM. W1TTOENSTEIN Y LAS OTRAS MENTES 143

El caso de las acciones y la voluntad posee rasgos especiales. Si impresión misma haría que ésta ñiese un querer de esta acción en
podemos, por el momento, tratar el caso de la voluntad como si lugar de otra. Este punto podría reforzarse en términos de la para-
fuera igual que el caso del dolor, de manera que, siguiendo a Hume, doja escéptica de Wittgenstein —una volición dada de realizar mía
imaginamos que una «impresión» de querer se correlaciona con un acción podría interpretarse como una volición de realizar otra, que
movimiento en un cuerpo humano distinto del mío, entonces se estaría relacionada con la original como cuas lo está con más. Todo
aplica la misma conclusión: en la terminología lichtenbergiana de esto deja en posición todavía más endeble que antes a cualquier
Wittgenstein, todo lo que podemos imaginar de esta manera es que intento de capturar la noción de que otra mente podría estar «en» un
mi voluntad debe controlar otro cuerpo. Si, sin embargo, introduci- cuerpo.
mos otras consideraciones bien conocidas de las Investigaciones, la En suma, cualquier intento de imaginar una conexión directa
situación sólo empeora. Estas consideraciones, que son insepara- entre una sensación y un objeto físico sin mencionar un «yo» o una
bles de la paradoja escéptica de Wittgenstein y especialmente de su «mente» me lleva simplemente a imaginar que yo tengo una sensa-
crítica a la idea de que significar es un estado cualitativo especial, ción localizada en otra parte. De este modo, somos compelidos a
poseen varias facetas que se corresponden con su crítica a esta idea contemplar el misterio original: ¿qué es una «mente»?, ¿en qué
(véanse, más arriba, pp. 54-66). Así, Wittgenstein señalaría que la consiste que una «mente» «tenga» una sensación?, ¿en qué consis-
noción humeana de una «impresión» especial de querer similar a la te que un cuerpo «tenga» una «mente»? Aquí el argumento de
de un dolor de cabeza es quimérica. Más aun, incluso si hubiera una Hume y Lichtenberg, y las demás consideraciones que hemos men-
impresión de «querer» del tipo descrito, su conexión con la acción cionado, dicen que no poseemos tales nociones. Según pone la
querida parecería ser puramente accidental •—nada en el quale de la cuestión Wittgenstein en § 283, hablando de la adscripción de sen-
saciones a otros cuerpos: «Uno ha de decirlo de un cuerpo o, si lo
prefieres, de un alma [mente] que algún cuerpo tiene. ¿Y cómo
lógica en 5.55 y en sus parágrafos subordinados. Según la teoría del Tractatus, ¿cómo
ha de determinarse qué objetos hay, y cómo les es permitido combinarse para formar puede un cuerpo tener un arma [mente]?».
proposiciones elementales? La respuesta no puede seguirse sólo de consideraciones Suficiente: como en el caso de los problemas del texto principal,
lógicas generales. Éstas se dice que han establecido (véase Tractatus, 5 y su material Wittgenstein nos ha enfrentado a un problema escéptico —parece
subordinado siguiente, previo a 5.55) que todas las proposiciones son funciones de
verdad de proposiciones elementales, pero es claro que consideraciones lógicas abstrac- imposible imaginar la vida mental de otros según el modelo de la
tas no pueden establecer por sí solas cuántos objetos hay, qué objetos hay, cómo se nuestra propia. ¿Carece de significado, por tanto, adscribir sensa-
permite que se combinen los objetos, ni (por tanto) cuáles son las proposiciones ele- ciones a otros, al menos en el sentido en que nos las adscribimos a
mentales (véanse 5.55, 5.551, 5.552). Ni tampoco puede la cuestión ser un asunto em-
pírico. Qué objetos hay, y cómo pueden combinarse, constituye la «sustancia» y la nosotros mismos? ¿Debemos contentarnos con un remedo conduc-
«forma fija» del mundo (2.021, 2.023), la cual es común a todos los mundos posibles tista? Dijimos antes que el mismo Wittgenstein en algún momento
(concebibles), no es simplemente una cuestión del modo como el mundo es realmente, se sintió atraído por estas conclusiones pesimistas y solipsistas. Su
y por tanto no puede ser una cuestión de hecho empírico, contingente (2.022). Por ello,
según la doctrina del Tractatus, las respuestas a estas preguntas pertenecen al ámbito de filosofía posterior, sin embargo, sugiere que tales conclusiones ne-
lo que puede «mostrarse» (o hacerse manifiesto) pero no puede.decirse. ¿Cómo se cesitan ser reevaluadas. Abandonemos el intento de preguntar qué
muestra? Por el hecho de que yo, el usuario del lenguaje, utilizo precisamente uno de es un «yo» y cosas por el estilo; y miremos, en su lugar, el papel
los lenguajes que —en lo que concierne a consideraciones lógicas generales— son
compatibles con el esquema del Tractatus, Éste es el lenguaje, el único lenguaje que yo real que desempeñan en nuestras vidas las adscripciones de estados
entiendo. Cuál es la forma y la sustancia del mundo se muestra por los signos primitivos mentales a otros. Así puede que obtengamos una «solución escép-
que hay, por lo que ellos denotan, y por cómo se combinan en las oraciones elementales. tica» a nuestra nueva paradoja escéptica.
Así, yo, el usuario del lenguaje, determino los «límites» del mundo. En este sentido el
mundo es mío: yo, al usar un lenguaje con precisamente estos signos y estas posibilida- Parte de lo que necesitamos ha sido ya enunciado más arriba en
des de combinación (los únicos signos y posibilidades que puedo pensar), lo determino. el texto principal; véase especialmente el debate de cómo funciona
¿Qué es este «yo», el usuario del lenguaje? No es algo en el mundo; ciertamente no es la terminología de «dolor» y de otras sensaciones, más arriba, en
una cosa entre otras como ella, sino un «límite» del mundo, según hemos visto más
arriba. página 110 y siguientes. No obstante, es de desear alguna recapitu-
144 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO POSTSCRIPTUM. WnrCENSTEIN Y LAS OTRAS MENTES 145

lación y elaboración. En § 244, Wittgenstein introduce su bien co- cera persona. Una declaración de dolor no se hace sobre la base de
nocida caracterización de cómo, en el caso de las sensaciones, «se ninguna aplicación de criterios especial, igual que sucede con el
establece la conexión entre el nombre y la cosa» —«Las palabras se llorar. En el caso más primitivo, se le escapa al hablante.
conectan con las expresiones primitivas, naturales, de la sensación Estas observaciones proporcionan una caracterización parcial
y se aprenden en su lugar. Un niño se ha hecho daño y llora: y los de nuestras prácticas de hablar de sensaciones. No obstante, quedan
adultos le hablan y le enseñan exclamaciones y, más tarde, oracio- cuestiones pendientes. Primero, parece como si cuando yo digo que
nes. Enseñan al niño nueva conducta de dolor [,..] la expresión ver- él tiene dolor, debiera querer decir que él está en el mismo estado
bal del dolor reemplaza al llorar y no lo describe». Así, Wittgens- en que estoy yo cuando tengo dolor. También parece como si yo no
tein piensa que las declaraciones de dolor son nuevas conductas de estuviera realmente diciendo esto —que si es esto lo que yo quisie-
dolor, más sofisticadas, que los adultos enseñan al niño en substitu- ra decir, yo no podría simplemente seguir una regla que me autoriza
ción de la expresión no verbal, primitiva, de dolor. Es un nuevo a decir que él tiene dolor cuando se comporta de ciertas maneras.
modo en que el niño hace evidente su dolor. Al mismo tiempo, ¿No debo creer que la conducta—de algún modo— es evidencia, de
como se recalcó en el texto principal, los adultos estiman que la que él siente realmente, en su interior, lo mismo que siento yo? ¿No
enseñanza dada al niño ha tenido éxito precisamente cuando sus amenazan con surgir de nuevo todos los problemas y enredos deba-
manifestaciones naturales de conducta (y quizá otras pistas) les lle- tidos hasta ahora? Aquí es importante el escepticismo de Wittgens-
varían a juzgar que el niño tiene dolor. Esta tendencia va de la mano tein acerca de las reglas. No nos corresponde a nosotros decir, sobre
de la idea de que la declaración del niño es un substituto de algunas la base de ninguna concepción a priori —y mucho menos aún
de estas manifestaciones naturales; vimos en el texto principal que sobre la base de la concepción incoherente, debatida más arriba,
esta tendencia es, según la concepción de Wittgenstein, esencial a acerca del imaginar las sensaciones de otros a partir de las mías
la mera idea de que el concepto de dolor haya de adscribirse al niño. propias— en qué consiste que yo aplique las reglas «del mismo
Por lo tanto, no tenemos ya que preocuparnos porque cada uno de modo» en casos nuevos. Si efectivamente nuestra práctica es decir
nosotros atribuya dolor en dos sentidos no relacionados, uno, el que de él «él tiene dolor» en ciertas circunstancias, entonces eso es lo
se aplica a «mí mismo», y el otro, el que un remedo conductista de que determina qué es lo que cuenta como «una aplicación a él del
«yo» aplica a «otros». Por el contrario, las declaraciones en prime- predicado "tiene dolor" del mismo modo que a mí». Hemos visto
ra persona carecerían de sentido sin el uso en tercera persona. ya que los dos usos están inextricablemente ligados entre sí en
Recordemos que Wittgenstein no analiza una forma de lenguaje nuestra práctica normal —el uso en primera persona no podría sos-
en términos de sus condiciones de verdad, sino que más bien pre- tenerse solo. No es legítima la cuestión de si hacemos lo «correcto»
gunta por las circunstancias en que esa forma se introduce en el cuando aplicamos «tener dolor» a otros, igual que no lo es la pre-
discurso, y por el papel y la utilidad que tiene la práctica de intro- gunta de si es correcto nuestro modo de proceder con «más». El
ducirla. Las circunstancias en que se introducen «yo tengo dolor» y escepticismo acerca de las otras mentes no tiene aquí sentido, ni
«él tiene dolor» acaban de ser descritas. Digo «yo tengo dolor» siquiera el escepticismo acerca del «espectro invertido». Esto es lo
cuando siento dolor —como un sustituto de mi inclinación natural que hacemos; otras criaturas podrían haber actuado de forma dife-
a gemir—. «Él tiene dolor» se dice cuando la conducta de otra perso- rente. La idea de que no se trata ya de dar una teoría del lenguaje en
na es apropiada (aunque la atribución puede ser anulada o retirada si términos de condiciones de verdad es importante; y también lo son
aparece más información desde un contexto más amplio). Notemos los argumentos escépticos acerca de la significatividad de las ads-
que puesto que «yo tengo dolor» reemplaza al llorar, su proferencia cripciones de sensación a otro. No podemos preguntar si —en al-
puede servir de criterio para una atribución de dolor en tercera perso- gún sentido dado por la expresión «imaginar las sensaciones de
na al preferente, justamente igual que sirve llorar. Notemos, además, otros según el modelo de las mías propias»— él realmente «siente
que la noción de criterio resulta relevante sólo en el caso de la ter- lo mismo» que yo. Ni debemos tampoco preocuparnos de si núes-
146 WITTOENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO POSTSCRIPTUM. WITTGENSTEIN Y LAS OTRAS MENTES 147

tros enunciados acerca de las sensaciones de otros oscurecen la ciones de estados mentales por descripciones de conducta, aun si
cuestión de qué «hechos» son los que estamos buscando. Pero la falta otras criaturas pudieran ser capaces de lograrlo. Estos hechos sin
de tales «hechos correspondientes» de ninguna manera resulta fatal duda dicen algo acerca del modo como vemos el mundo, y en par-
para la concepción que considera que una atribución de sensacio- ticular de cómo vemos a nuestros congéneres humanos. Sencilla»
nes a otros tiene significado. Para verla dotada de significado no mente, no los vemos como sistemas físicos sino como seres huma-
buscamos «hechos correspondientes», sino las condiciones en las nos. Pero ¿qué significa, en términos de nuestras vidas, verlos de
que introducimos esta terminología y qué papeles desempeña. esta forma?
Pero esto nos lleva a una cuestión adicional. Hasta ahora hemos La repuesta de Wittgenstein está encapsulada en su bien conoci-
dado una idea en trazos gruesos de las condiciones en las que se do aforismo: «Mi actitud hacia él es una actitud hacia un alma. No
introduce el lenguaje de sensación, pero ¿cuál es la utilidad de esta soy de la opinión de que él tiene un alma» (p. 178). ¿Cuál es la ac-
forma de lenguaje? En particular, ¿por qué atribuir sensaciones a titud en cuestión, la actitud hacia un ser humano que no es un autó-
otros? Dijimos que atribuyo dolor a otros cuando se comportan de mata? ¿Cómo se revela esta actitud en nuestra adscripción de sen-
ciertas maneras. ¿Por qué no debiera aseverar simplemente que se saciones a otros? En el caso del dolor, la idea que Wittgenstein
comportan de estas maneras? ¿Por qué tener —de modo super- desea bosquejar es muy bien conocida. Cuando vemos a alguien
fluo— otra forma de lenguaje? No basta con decir que «él tiene retorciéndose de dolor, nos compadecemos de él. Nos apresuramos
dolor» no es superfluo porque no es lógicamente equivalente a nin- a ayudarle, intentamos consolarle, y así sucesivamente. Nuestra ac-
guna aserción particular acerca de su conducta externa. Es claro titud dista mucho de la que adoptaríamos ante un mecanismo, aun-
que no hay tal equivalencia, y ni siquiera mis criterios para decir «él que fuese uno valioso, que sufriese alguna dificultad o funcionase
tiene dolor» entrañan que él lo tiene. Por ejemplo, él podría estar mal. Sin duda, también podríamos intentar reparar dicho mecanis-
fingiendo. Las circunstancias que rodean su conducta podrían lle- mo; pero nuestras razones y actitudes serían esencialmente distin-
varme a dudar o negar que él realmente tenga dolor, aun cuando yo tas de las adoptadas hacia un ser humano. ¿Quién va alguna vez en
nolo dude en el caso ordinario. No obstante, la cuestión permane- ayuda de un mecanismo, quién se compadece de él?
ce: ¿por qué tener una locución como «él tiene dolor»? ¿Por qué no Diversas observaciones que hace Wittgenstein podría parecer
nos contentamos siempre con descripciones de conducta especí- que significan que la actitud que yo exhibo hacia quien sufre es
ficas? primitiva, una actitud con una génesis completamente independien-
Algo más cabe decir antes de dar respuesta a nuestra cuestión. te de mi propia experiencia de dolor y con una creencia concomi-
A menudo, cuando atribuimos estados psicológicos a otros, esta- tante de que él «experimenta lo mismo que yo». En § 310, en contra
mos en una posición mucho mejor para describir a los otros en_ de un objetor que piensa que la conducta de alguien hacia quien
términos de estos estados que para describir la conducta misma en sufre tiene que indicar una creencia «en algo tras la expresión ex-
alguna terminología neutral que no mencione estados internos. Po- terna de dolor», Wittgenstein sencillamente responde: «su actitud
demos decir que alguien parecía enfadado, o molesto, pero ¿sería es prueba de su actitud». Como en el caso de «captar un concepto»
fácil describir una expresión de enfado o de estar molesto en una en tanto que explicación de diversos aspectos de mi conducta ver-
terminología que no haga mención de estados psicológicos inter- bal'(véanse, más arriba, pp. 107-109), Wittgenstein rechazaría cual-
nos? (por supuesto, éstos son ejemplos de emociones, no de sensa- quier intento de «explicar» mi actitud y comportamiento hacia
ciones). A muchos de nosotros nos resultaría difícil dar una des- quien sufre mediante una «creencia» acerca de su «estado interno».
cripción de los gestos faciales sin mencionar el estado psicológico Por el contrario, una vez más se ha de invertir el orden: puede de-
que expresan. Resultaría todavía más difícil dar la descripción si se cirse que yo pienso que él tiene una mente, y en particular que sufre
pidiera que se diese en términos puramente geométricos o físicos. de dolor, en virtud de mi actitud y conducta hacia él, no a la inversa.
Nos sería muy difícil satisfacer una propuesta de reemplazar atribu- En la página 179, Wittgenstein describe a un médico y una enfer-
148 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO POST SCPJPTUM. WITTGENSTEIN Y LAS OTRAS MENTES U9

mera que se apresuran a ayudar a un paciente que gime. ¿Si dicen, lo que se quiere decir: el uso de Wittgenstein del término «figura»
«si gime, debemos suministrarle más analgésico», tiene que pen- se relaciona aquí con su uso del mismo en el Tractatus —una figu-
sarse que han suprimido un «término medio» concerniente al esta- ra ha de compararse con la realidad, se nos dice que el mundo ex-
do interno del paciente? «¿no es lo importante el servicio al que terno está en un estado correspondiente a la figura. Usar la imagen
ponen la descripción de la conducta? ». del dolor como una figura es intentar imaginar el dolor de otro
Creo que en estos pasajes Wittgenstein rechaza cualquier intento según el modelo del mío propio, y asumir que mi enunciado de que
de explicar o justificar nuestra conducta en términos de una creen- la otra persona tiene dolor es verdadero precisamente porque «se
cia acerca del «estado interno» de la otra persona. Semejante «ex- corresponde» con esta figura. Inmediatamente después de los pasa-
plicación» generaría todos los problemas acerca de las otras mentes jes que acabo de citar viene la observación citada antes en este post
repasados en el presente post scriptum, y también todos los proble- scriptum: «Si TJjno tiene que imaginarse el dolor de otro según el
mas acerca de las reglas privadas debatidos en el texto principal. modelo del suyb propio, esto es algo nada fácil de hacer: pues tengo
Hemos visto, además, que Wittgenstein consideraría semejante que imaginar dolor que yo no siento según el modelo del dolor que
«explicación» como una inversión del orden de ideas correcto. De yo sí siento» (§ 302). Lo que hemos dicho a propósito de este pasa-
todas formas, me inclino a no aceptar la conclusión que he oído a je es ya del todo suficiente. Si los problemas que Wittgenstein ve en
veces extraer de que para Wittgenstein mi experiencia interna de el intento de imaginar el dolor de otro según el modelo del mío
dolor y mi capacidad para imaginar la sensación no desempeñan un propio son reales, excluyen el intento de usar la «imagen» del dolor
papel real en mi dominio del «juego de lenguaje» de atribuir sensa- como una «figura». Usar la imagen como una figura es suponer
ciones a otros, que alguien que no haya experimentado nunca dolor que mediante un uso apropiado de esta imagen puedo dar condicio-
ni pueda imaginarlo pero haya aprendido los criterios conductuales nes de verdad determinadas para el tener dolor de otra persona, y
usuales para su atribución utiliza esta terminología tan bien como que sólo se necesita preguntar si estas condiciones de verdad «se
yo. El pasaje importante aquí es § 300: «No es —nos gustaría corresponden con la realidad» para determinar si mi enunciado de
decir-— meramente la figura (Bild) de la conducta lo que desempe- que él tiene dolor es verdadero o falso.
ña un papel en el juego de lenguaje con las palabras «él tiene do- Wittgenstein rechaza este paradigma de condiciones de verdad y
lor», sino también la figura del dolor [...] Es un malentendido [...] figuras en las Investigaciones. No hemos de preguntar por las con-
La imagen (Vorstellung) del dolor no es una figura y esta imagen no diciones de verdad, sino por las circunstancias en que atribuimos
es reemplazable en el juego de lenguaje por algo que llamaríamos sensaciones a otros y el papel que tal atribución desempeña en
una figura.—La imagetí del dolor entra ciertamente en el juego de nuestras vidas. ¿Cómo, entonces, «la imagen del dolor entra cierta-
lenguaje en un sentido; sólo que no como una figura». mente en el juego de lenguaje en un sentido», si no es «como mía
No entiendo del todo, en realidad, el contraste que Wittgenstein figura»? Mi sugerencia es que la imagen entra en la formación y
pretende establecer entre una «Vorstellung» y una «Bild», vertidas cualidad de mi actitud hacia quien sufre. Yo, que he experimentado
por el traductor como «imagen» [«image»] y «figura» [«picture»]. dolor y puedo imaginarlo, puedo ponerme con la imaginación en el
Menos aún tengo una noción firme de lo que se quiere decir me- lugar de quien sufre; y mi capacidad para hacer esto proporciona a
diante el aforismo que sigue en § 301 —«una imagen no es una fi- mi actitud una cualidad de la que carecería si yo meramente hubie-
gura, pero le puede corresponder una figura». En los pasajes cita- ra aprendido un conjunto de reglas que fijan cuándo atribuir dolor
dos, Wittgenstein no nos da ninguna ayuda en caso de que nos a otros y cómo ayudarlos. En efecto, mi capacidad para hacer esto
preguntemos cómo la «imagen» del dolor «entra ciertamente en el entra dentro de mi capacidad para identificar algunas de las expre-
juego de lenguaje en un sentido», ni explica tampoco qué quiere siones de estados psicológicos •—-me ayuda a identificarlas simple-
excluir cuando niega que la imagen entre en ese juego «como una mente como expresiones de sufrimiento, no a través de una descrip-
figura». No obstante, tengo al menos la siguiente noción parcial de ción fisicalista de ellas independiente. Lo que desempeña el papel
150 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO POST SCRIPTUM. WITTGENSTEIN Y LAS OTRAS MENTES 151

apropiado en la formación de mi actitud no es una «creencia» de dolor? Probablemente la idea de Wittgenstein es que éste es un caso
que él «siente lo mismo que yo», sino una capacidad de la imagina- donde podemos decir lo que nos plazca, a condición de que conoz-
ción para «ponerme en su situación». Si mi conjetura con relación camos todos los hechos. El diferiría de nosotros precisamente en el
a las crípticas palabras que usa aquí Wittgenstein es correcta, Witt- modo en que nuestra habilidad para imaginar el dolor entra en nues-
genstein, en las Investigaciones, se encuentra todavía próximo al tra propia actitud hacia quienes sufren. En conexión con esto, pode-
pensamiento que expresa en las Observaciones filosóficas cuando mos consultar las crípticas observaciones (o, más bien, preguntas)
escribe: «Cuando siento pena por alguien porque tiene dolor, natu- de Wittgenstein sobre el tema en § 315; compárense también sus co-
ralmente que imagino el dolor, pero imagino que lo tengo yo» (65). mentarios sobre la «ceguera para el aspecto» en las páginas 213-218
Los problemas lichtenbergiano-humeanos debatidos más arriba me de la segunda parte de las Investigaciones^.
impiden intentar imaginar que otro «yo» «tenga» el dolor en vez de El método de Wittgenstein en su debate del problema de las otras
yo, pero puedo, por supuesto, imaginar que «hay dolor», queriendo mentes es paralelo a su método en el debate de las reglas y el len-
decir con ello lo que yo expresaría comúnmente si dijera «yo tengo guaje privado del que nos hemos ocupado en el texto principal. Una
dolor». Cuando siento pena por él, «me pongo en su lugar», me vez más, propone una paradoja escéptica. Aquí la paradoja es el
imagino a mí mismo como teniendo dolor y expresando el dolor. solipsismo: la mera noción de que podría haber mentes distintas de
Comparemos la situación con la de un niño al que se haya infor- la mía, con sus propias sensaciones y pensamientos, parece carecer
mado con detalle acerca de la conducta sexual de los adultos, y de sentido. Una vez más, Wittgenstein no refuta al escéptico mos-
quizá incluso de las reacciones fisiológicas que la acompañan. De- trando que sus dudas surgieron a partir de una falacia sutil. Por el
jando aparte las teorías freudianas acerca de la sexualidad infantil contrario, Wittgenstein está de acuerdo con el escéptico en que
(y un subsiguiente período de latencia), supongamos que el niño no el intento de imaginar las sensaciones de otros según el modelo de
tiene idea de las sensaciones eróticas «desde el interior», que el las mías propias es en último término ininteligible. En cambio,
niño ni se las imagina ni las siente. Ese niño podría en principio Wittgenstein da una solución escéptica, arguyendo que cuando la
aprender una serie de criterios conductuales por los cuales atribuye gente usa realmente expresiones que atribuyen sensaciones a otros
sensaciones eróticas a los adultos, y podría aprender gran cantidad no pretende realmente hacer ninguna aserción cuya inteligibilidad
de cosas acerca de las actitudes y reacciones que los adultos tienen sea socavada por el escéptico (solipsista). Una vez más, somos igual
cuando perciben que otros están expresando sensaciones eróticas. que «gente primitiva» que pone una interpretación falsa en las ex-
No obstante, su captación de las expresiones eróticas, y de la con- presiones de los hombres civilizados (§ 194). Una vez más, la inter-
ducta concomitante y las actitudes que las acompañan, tenderá a pretación correcta de nuestro discurso normal envuelve una cierta
poseer una cualidad cruda y mecánica que desaparecerá sólo cuan- inversión: no nos compadecemos de otros porque les atribuyamos
do el niño sea capaz de entrar en este mundo como alguien que dolor, atribuimos dolor a otros porque nos compadecemos de ellos.
tiene, él mismo, sensaciones eróticas. Resulta más difícil imaginar (Más exactamente, se revela que nuestra actitud es una actitud ha-
esta situación en el caso de las sensaciones de dolor, ya que desde cia otras mentes en virtud de nuestra compasión y actitudes relacio-
la infancia más temprana pocos miembros de la raza humana (por nadas).
no decir ninguno) tienen vedada la entrada a la vida imaginativa , La orientación escéptica de Wittgenstein puede que sea todavía
proporcionada por estas sensaciones. más clara en el caso presente que en el caso de «seguir una regla».
¿Qué debiéramos decir de alguien que comprende perfectamen- Pues su simpatía hacia el solipsista nunca se pierde por completo.
te bien en qué circunstancias ha de atribuirse dolor a otros, que re- En § 403, dice: «Si yo reservara la palabra "dolor" únicamente para
acciona al dolor de otros del modo apropiado, pero que sin embargo
es incapaz de imaginar o sentir dolor él mismo? ¿Quiere decir él lo
14 En relación a «ceguera para el aspecto», véase también la nota 29, más arriba, en
mismo que nosotros si dice de alguien distinto de él que tiene el texto.
152 WTTTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO POST SCRIPTUM. WITTGENSTEIN Y LAS OTRAS MENTES 153

lo que hasta hora había llamado "mi dolor"...no haría injusticia a la terminología del solipsista ilumina una importante verdad filosó-
otras personas con tal de que se proveyera una notación* en la que fica oscurecida por el modo de expresión normal.
de alguna manera se supliese la pérdida de la palabra "dolor" en El escepticismo de Wittgenstein •—la sima que le separa de «la
otras conexiones. Nos seguiríamos compadeciendo de otras personas, filosofía del sentido común»— es patente. Pues la respuesta natural
los médicos las tratarían, y así sucesivamente». No sería, por supuesto, de la filosofía del sentido común es que el solipsista está equivoca-
objeción ninguna a este modo de expresión decir: «¡Pero atiende a do, ya que otros sí tienen las mismas sensaciones que él. En la dis-
esto, otras personas tienen justo lo mismo que tú!». ¿Pero qué ganaría cusión paralela de este punto en£7 cuaderno azul (p. 48), Wittgens-
yo con este nuevo género de explicación? Nada. ¡Pero después de todo tein distingue al «filósofo del sentido común» del «hombre de
tampoco quiere el solipsista ninguna ventaja práctica cuando propone sentido común, que está tan lejos del realismo como del idealis-
su idea!". En un sentido, el pasaje va dirigido contra el solipsista: la mo». El filósqfo del sentido común supone que «de seguro no hay
forma de explicación del solipsista (esencialmente el lenguaje li- dificultad en la idea de suponer, pensar, o imaginar que algún otro
chtenbergiano que había atraído a Wittgenstein en estadios anterio- tiene lo que yo tengo». Aquí Wittgenstein nos recuerda de nuevo a
res de su pensamiento) «no gana nada». No afectaría en nada a la Berkeley —¿realmente se ha de distinguir de esta manera al filóso-
conducta de nuestras vidas, y en este sentido •—el criterio primario fo del sentido común del hombre de sentido común? La terminolo-
de lenguaje con significado en las Investigaciones— no tiene «uso gía del solipsista ilumina la verdad de que yo no puedo imaginar el
ninguno». Por otro lado, Wittgenstein mantiene al menos la misma dolor de otro según el modelo del mío propio, y que hay algo espe-
hostilidad hacia el oponente «de sentido común» del solipsismo, el cial acerca de mi uso de «yo tengo dolor» —no aplico simplemente
«realista». En la sección previa, describe la disputa: «Pues éste es un predicado a un objeto llamado «yo mismo» entre otros objetos
el aspecto que presenta la disputa entre Idealistas, Solipsistas y (ni siquiera a un ser humano entre otros seres humanos). «Yo tengo
Realistas. Una de las partes en liza ataca la forma normal de expre- dolor» se supone que es un substituto sofisticado del gemir; y cuan-
sión como si estuviera atacando un enunciado; las otras la defien- do gimo no me refiero a ninguna entidad, ni atribuyo ningún estado
den como si estuvieran enunciando hechos reconocidos por todo especial a nada. Aquí merece señalarse que el problema de la «au-
ser humano razonable». (¿Tiene Wittgenstein en mente la «defensa toconciencia» •—'traído a la palestra de la discusión filosófica re-
del sentido común» de Moore como segunda de las partes en liza?). ciente por Hector-Neri Castañeda15—• ya aparece en Wittgenstein.
Wittgenstein niega que haya ningún hecho •—«reconocido por todo Castañeda recalca que «Jones dijo que él tenía hambre» no signifi-
ser humano razonable»— que el solipsista erróneamente ponga en ca «Jones dijo que Jones tenía hambre», pues Jones no tiene poi-
duda o niegue (en este caso, el hecho de que «otras personas tienen qué darse cuenta de que él es Jones. Lo mismo vale si «Jones» se
justo lo mismo que tú»). Ningún conjunto de «hechos» objetivos reemplaza sistemáticamente por una descripción definida, como
independiente nos fuerza a adoptar una notación que haga que pa- «el secretario de Smith»: el secretario de Smith no tiene tampoco
rezca que otros «tienen lo mismo que yo» o una notación que haga por qué darse cuenta de que él es el secretario de Smith. Véase
que parezca que no lo tienen. Más aún, aunque Wittgenstein piensa § 404: «Ahora bien, al decir esto (yo tengo dolor) no nombro a
que no «ganamos nada» con la forma de expresión solipsista y re- ninguna persona. Igual que no nombro a nadie cuando gimo de do-
chaza la imputación de éste de que la forma de expresión normal es lor. Aunque algún otro vea quién tiene dolor por el gemido... ¿Qué
del todo errónea, parece claro que Wittgenstein sigue pensando que
13 Véase H.-N. Castañeda, «"He": A Study in the Logic of Self-Consciousness»,
* N. del T.: He corregido una errata del texto original inglés: en el texto inglés la Ratio, vol. 8 (1966), pp. 130-157; «On the Logic of Attributions of Self-Knowledge to
palabra usada es «situation», en vez de «notation», que se traduce por «situación», no Others», The Journal ofPhilosophy, vol. 54 (1968), pp, 439-456. Castañeda ha escrito
por «notación». Pero obviamente se trata de una errata, ya que el texto de Wittgenstein extensamente sobre el problema, y hay muchos artículos de otros. Peter Geach y G. E,
que está citando Kripke utiliza (la palabra alemana equivalente a) «notación», no «si- M. Anscombe son dos autores que han escrito sobre el problema (presumiblemente)
tuación». bajo la influencia específica de Wittgenstein.
154 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO

significa saber quién tiene dolor? Significa, por ejemplo, saber cuál
de los hombres en esta habitación tiene dolor: por ejemplo, que es
el que está sentado allí, o el que está de pie en el rincón, el alto de
allí con el pelo claro, y así sucesivamente... Ahora, ¿cuál de ellos
determina mi decir que "yo" tengo dolor? Ninguno». Y prosigue en
§ 405: «Pero de todas formas cuando dices, "yo tengo dolor", quie- ÍNDICE ANALÍTICO
res dirigir la atención de los demás hacia una persona particular».
—La respuesta podría ser: «No, quiero dirigir la atención hacia mí
actitudes hacia otros, ¡62n, 115-116, también justificación, verdad (con-
mismo». Una exégesis al menos parcial de § 405 sería: cuando digo
146-151. diciones de).
«yo tengo dolor» no pretendo dirigir la atención de los demás hacia
adición, véase Función más. autómatas, véanse Actitudes hacia
una persona identificada de ningún modo particular (por ejemplo, otros, Máquinas.
identificada como «el que está de pie en el rincón»), sino que dirijo ALBRITTON, R., 26n, HOn.
«alma» (como traducción de «Se- AYER, A. J.,74-75n, 121n.
la atención hacía mí mismo del mismo modo que si gimo dirijo la
e/e»), 62n, 137n, 147; véanse
atención hacia mí. Así, los demás, al oír el gemido, dirán «Jones también otras mentes [problema BENACERRAF, P., 89n.
tiene dolor», «la persona del rincón tiene dolor» y cosas por el esti- de las], Yo. BERKELEY, G., 77-79, 80n, 82-83.
lo, si yo soy Jones o la persona del rincón. Pero yo no me identifico análisis disposicional (de conceptos Bild (comparado con Vorstellung):
a mí mismo de este modo; puede que ni siquiera sepa si soy Jones mentales), 20n, 36-51, 61, 64,70- 148-149.
o la persona del rincón, y aunque lo sepa, mi conocimiento es irre- 71,119,122. BRITTON, K., 76n.
levante para mi preferencia. Por tanto, el pronombre de primera análisis «temáticamente neutral», 78n. BROUWER, L., 92n.
persona, para Wittgenstein, no ha de asimilarse ni a un nombre ni a analogía, véase Otras mentes [proble- CASTAÑEDA, H.-N., 153.
una descripción definida que se refiera a ninguna persona particu- ma de las]. causación,
lar o a otra entidad. En el Tractatus, Wittgenstein basa su caracteri- ANSCOMBE, G. E. M., 16n, 62n, 86n, —«privada», 81,120.
112n, 133n, 153n. —teoría humeana de la, 76-77,
zación del yo en el experimento mental de Hume-Lichtenberg, lle-
aprendizaje ostensivo, 70, 73n, 95- 79-81 105n, 106, 109, 118-120,
gando a su concepción del sujeto como un «límite del mundo»
96. 133.
bastante misterioso, que «no pertenece al mundo» y «se contrae a «ceguera para el aspecto», 60-61n,
argumento del lenguaje privado,
un punto sin extensión» (5.632; 5.64). En las Investigaciones sobre- 151.
•—en conexión con seguir una regla,
vive el carácter especial del yo como algo que no ha de identificar- 11-12 15-21,. 34, 73-75, 81-82, CHOMSKY, N., 44n, 85n, 109n.
se con ninguna entidad escogida de ninguna manera ordinaria, pero 91,93,96,98-115,118-124,151. cláusulas ceteris paribus, 41-42, 44,
se concibe como derivando de una peculiaridad «gramatical» del —interpretaciones tradicionales de, 50n.
pronombre de primera persona, no de ningún misterio metafísico 15-20,73-75,91,93,96,110-113, competencia/actuación, 44-45n; véa-
especial. Es claro que se necesita decir mucho más aquí. Unas 120-121. se también justificación,
cuantas observaciones esquemáticas e indirectas sobre la analogía ..—vinculando las filosofías de la ma- conceptos de color, 34-35, 56n, 70,
entre «yo tengo un dolor» y un gemido mal pueden constituir una temática y de la mente, 11,16-21, 95-96, llOn, 113n, 127.
teoría completa, o tan siquiera una visión satisfactoria, de nuestro 34, 92-93, 116-124 passim. —y el problema de Goodman, véase
habla acerca de nosotros mismos. Pero no voy a intentar desarrollar aseverabilidad, «verdul».
—condiciones de, 85-91, 98-100, concordancia: 67, 99n, 103-104,107-
la cuestión con más amplitud16.
102, 104, 119, 121-122; véanse 112,114-117,120, 123n.
16 Para las ideas de Wittgenstein sobre este asunto, además del material citado más
arriba, véase El cuaderno azul, pp. 61-65. Las páginas colindantes contienen mucho
material relevante para los problemas de estepost scríptum. [155]

1
156 WITTOENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO ÍNDICE ANALÍTICO 157

conducta, véanse conductismo, crite- de la traducción, memoria, mun-' finitismo: 40n, 62n, 117-118; véase inescrutabilidad de la referencia, 69-
rio, sensaciones. do externo, otras mentes (proble- también intuicionismo. 71; véase también indetermiim-
conductismo, 28-29, 58, 61, 70-71, ma de las), seguir una regla, «ver- «forma de vida», 69n, 108-110,116. ción de la traducción.
110,112,117-118, 135-136, 143, dul». FREGE, G., 23n, 66, 85, 88n, 94-95, «intencionalidad», 39-40n, 63n.
147. •—tipos de respuesta a, véanse argu- 108. intuicionismo: 40n, 87, 92n; véase
conejo-pato, 60n. mento del lenguaje privado, «filo- función más, 21-67, 69-124 passim, también finitismo.
contar, 30-31, 88, 89n, 104-105. sofía del sentido común», inver- 128-129,145. inversión de un condicional, 105-107,
correspondencia, 84-85,91,97-98,146, sión de un condicional, solución «función cuas», véase función más. 115n, 119-120.
149; véanse también Tractatus Ló- «directa», «solución escéptica». «funcionalismo», 50n, 53n, 57n. —aplicación al problema de las otras
gico-Philosophicus, verdad (con- escepticismo epistemológico, 35, 51- i mentes, 147-148, 151
diciones de). 53. GEACH, P, 33n, 153n,i
criterio, 74, 110-118, 130-131, 144- •—y las otras mentes, 125-154 pas- GOODMAN, N., 34, 71-73; véase tam- JAMES, W., 105n.
146, 148, 150. sim. bién «verdul». juego de lenguaje, 83n, 86-91, 98-99,
CRUSOE, R. (y lenguaje privado), 121. estados y procesos internos, 105, 107-109, 112-115n, 116,
Cuaderno azul, El, 61n, 153, 154n. •—-importancia de la experiencia de, HUME, D., 118,121-123n,141n, 148-149.
cubo de NECKER, 60n. 147-151. —escepticismo causal e inductivo, justificación,
•—y «criterios externos», 110-114, 66, 76-78, 105-109, passim, 118- —condiciones de, 86-87, 89-90, 101,
DAVTOSON, D., 84-85n. 117-118,130-131,146-151. 120, 133, 141n. 106-107, 122; véase también ase-
declaración (en primera persona) de —y significado, 28, 54-67, 70, 74- —sobre el yo, 132-135, 136, 141- verabilidad (condiciones de).
sensaciones, etc., 111, 113,120 75n, 76n, 79, 95-124 passim, 143, 150, 154. —y naturaleza normativa de las re-
passim, 144-145. 142. —sobre impresiones e ideas, 54n, 57, glas, 25-26, 27, 32, 36-38, 39-
DESCARTES, R., 79,131-132. estados y procesos mentales, véanse 60n, 76n. 54 passim, 70-71, 99-100, 118-
•—duda, véase duda cartesiana. análisis disposicional, conductis- —sobre «soluciones escépticas», 17, 119.
—punto de vista mental cartesiano, mo, criterio, dolor, estados y pro- 76-78 passim, 79-81, 118-120.
57, 125, 131-132. cesos internos, sensaciones. KANT,I.,75n, 112, 133n.
Dios, 28, 35, 52-54, 63, 80. «espectro invertido» (problema de), identidad, 33n, 72-73n, 99n, 128-129; KAPLAN, D., 23n.
dolor, 62-64, 74-75, 86n, 99n, 1 li- 145. véanse también otras mentes (pro-
li 6, 125-129, 132, 134-154. estructura de las Investigaciones filo- blema de las), seguir una regla. leer, 59-62.
duda cartesiana, 79, 92. sóficas, 90-98. imagen (Vorstellung) de dolor, 148-150. lenguaje privado, véase argumento
DUMMETT, M., 46, 85, 96n, 97n. experiencia, véanse estados y proce- imaginación, 141n, 148-150. del lenguaje privado.
sos internos, otras mentes (pro- impresiones visuales, véanse concep- LICHTENBERG, G. y el lenguaje «sin
electrones, 52. blema de las). tos de color, empirismo, estados y sujeto», 134-136, 138-140, 142-
emociones, 105n, 146-147; véanse «expresión natural» (de sensaciones), procesos internos, sensaciones, 143, 150, 152, 154.
también actitudes, análisis dispo- 113-115n, 144-145, 153. «ver como».
sicional, sensaciones. ^determinación de la traducción, 28, máquina de TURING, 47, 50n; véase
empirismo clásico, 55, 76n; véase figura (Bild) y dolor, 148-150. 69-72. también máquinas.
también HUME. «filosofía del lenguaje ordinario», inducción, máquinas, 40n, 46-50, 53n.
escepticismo, 62, 77n; véase también «filosofía — «nuevo enigma de la», véase «ver- MALCOLM, N., 90, 115n, 125-126,
•—tipos de, véanse BERKELEY, causa- del sentido común», dul». ' 130-131.
ción, duda cartesiana, escepticis- «filosofía del sentido común», 76-84 —-y escepticismo humeano, 76-80, materialismo, 57, 78n.
mo epistemológico, «espectro in- passim, 152-153; véase también 118-119, 133; véase también cau- matemática (filosofía de Wittgenstein
vertido», HUME, indeterminación «filosofía del lenguaje ordinario». sación. de la), véanse argumento del len-
158 WITTGENSTEIN A PROPÓSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO ÍNDICE ANALÍTICO 159

guaje privado, finitismo, función prueba de inteligencia, 32. sensaciones, 16-18, 34, 60n, 61n, 62- ULLIAN, I, 35n, 72n.
más, intuicionismo. prueba matemática, 87, 92, 117; 64, 74-75, 86n, 91-93, 96, 99n, utilidad (papel) de una práctica lin-
memoria, 16,25, 63n, 74-75n. véanse también finitismo, intui- 111-145 passim; véanse también güística, 86-90, 91, 93n, 98-99)
mente, cionismo. estados y procesos internos; otras 104, 107-119 passim, 143-146,
—relación con un objeto físico, 125- mentes (problema de las). 149.
126,130, í36-l43;véansetambién «quadición», véase función más. sensaciones eróticas, 150.
conductismo, otras mentes (pro- QUINE, W. V, 24n, 28-29, 69-72. sepia, 70, 95-96. vaguedad, 94-95, 96n.
blema de las), sensaciones, yo. SHOEMAKER, S., 72n. «ver como», 60-61n; véase también
MISES, L. VON, 124n. realismo, véanse correspondencia, elec- significado, «ceguera para el aspecto».
mismo, véanse identidad, otras men- trones, «filosofía del sentido co- — «ceguera para el», 60-6In. verdad,
tes (problema de las), seguir una mún», «platonismo», verdad(condi- —como estado introspectable, véase —condiciones de, 84-90, 98-99, 101,
regla. ciones de). estados y procesos internos. 121-122, 144-149 passim; véase
MONTAGUE, R., 85n. regla, similaridad absoluta, 73n; véase tam- también aseverabilidad (condicio-
MOORB, G. E., 133, 137n, 142. •—-interpretación de una, 31, 56, 67, bién «verdul». nes de).
mundo externo y escepticismo, 77-78, 94, 95, 123n. simplicidad, 20n, 51-53. —teoría de la «redundancia», 98,
92, 131; véanse también BERKE- •—matemática, véase función más. solipsismo, 125-154 passim. «verdul», 34, 72, 73n, 75n, 94, 96n
LEY, otras mentes (problema de —seguimiento de una, véanse argu- solución «directa» (al escepticismo), llOn.
las). mento del lenguaje privado, se- 79, 82, 99; véase también «solu- verificacionismo, 16, 87, 110-112,
guir una regla. ción escéptica». 123n, 130-131, 136.
números como entidades, 66-67, 87- relaciones lockeanas (y el yo), 141n. «solución escéptica», 17, 79-82, 93n, voluntad, 140, 142-143.
89, 92. RHEBS, R., 61n, 74n, 121n. 96-98, 107, 110-112, 118, 143, Vorstellung, 148-150.
RUSELL, B., 39-40n. 151.
observaciones filosóficas, 39-40n, RYLE, G., 37, 57. soñar, 113n. WAISMANN, E, 134n.
134,136, 141n, 150. STROUD, B., 93n.
observaciones sobre los fundamentos SCHLICK, M., 134n, 141n. yo,
de la matemática, 18, 34, 49n, SCHOPENHAUER, A., 133n. tesis de CHURCH, 40n. •—punto de vista de la «no posesión»,
65n, 86n, 93, 99n, 117, 122. Seele, véase alma. teoría lingüística, 44-45n, 85n, 109n. véase SCHLICK.
otras mentes (problema de las), seguir una regla, véase también es- Tractatus Lógico-Philosophicus, 40n, —teorías del, 125-154.
—formulación de Wittgenstein, 125- cepticismo. 84-91, 93, 97-98, 131, 133, 141- —y el problema de la «autoconcien-
144. •—como fuente de paradoja escéptica, 142n, 149, 154. cia», 153-154.
—-relación con el problema general 21-124, 128-152 passsim.
de seguir una regla, 128-129,142- —e indeterminación de la traducción,
146, 151. 28, 69-72.
•—• «solución escéptica» a, 143-154. -—y el problema de GOODMAN, véase
«verdul».
panpsiquismo, 125, 137. —y escepticismo humeano, 17-18,
percepción, véanse conceptos de co- 54-66 passim, 76-82, 105-123
lor, sensaciones. passim.
PITCHER, G., 76n, 133n. —y lenguaje privado, véase argu-
«platonismo», 66-67, 87, 89, 92. mento del lenguaje privado.
propiedades esenciales, 126-127, •—-y otras mentes (problema de las),
134. 128-130, 143-146, 151,152.

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