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Filosofía contemporánea

Reporte de lectura de Para una crítica de la violencia de Walter Benjamín.

Luis Fernando Rodríguez Flores.

Parece que hay algo claro, que para Benjamin la violencia es el origen y la

esencia de la ley. Todo ordenamiento jurídico es igual a violencia, parece que la

violencia forma parte del desarrollo histórico de los estados, es un proceso

transformador a la vez inevitable. En ese sentido existen dos tipos de violencia

pero ambas igualmente propias del derecho. Una violencia fundadora de ley, y

otra que la conserva. Así, toda violencia como dice Benjamin es un medio que

funda o conserva el derecho. Esta es una violencia de estado y de instituciones,

es legal Benjamin le llama legitima, es pues una violencia oficial, y el derecho

conserva estos fines oficiales, donde el poder de la ley se hace presente en su

totalidad. Aquí, el derecho solo entiende la justica a partir de medios legales, ósea

pues los que el derecho proporcione, como en el ejemplo al derecho de huelga.

Fuera de los márgenes de este derecho a la huelga, otra cosa es violencia

destructora, una violencia anarquista.

Pero Benjamin propone no pensar el uso de la violencia desde la filosofía

del derecho, pues nos quedaríamos pensando solo si los medios son justos o

injustos para alcanzar algún fin. Los medios serian siempre para fines justos.

Puesto que el derecho natural justifica un fin justo, por ejemplo dar muerte a un

grupo de personas pero que eso dará mayores bienes. Aquí la máxima

maquiavélica “el fin justifica los medios”, justifica también los fines. Ahora, los
medios serán justificados por el derecho positivo, da la garantía de esos medios.

“Si la justicia es el criterio de los fines, la legalidad es el criterio de los medios.

Esta división de criterios dará como resultado dos usos distintos de la violencia,

una violencia “justa” y una violencia legal que como ya mencionamos que es

propia del derecho, pero esta violencia busca premiar sobre la otra violencia, pues

el derecho busca monopolizar su uso. La violencia para el derecho positivo no es

algo natural más bien un producto histórico, la violencia es legitima o ilegitima

según decisiones históricas, pensemos en lo que dice Benjamin en la tesis sobre

la historia que todo monumentos histórico es un acto de barbarie.

La monopolización de la violencia radica elementalmente en salvaguardar al

derecho mismo, y no a fines jurídicos es decir, es proteger al derecho en contra de

figuras que puedan atentar contra él y su potestad, por ejemplo el gran delincuente

y el derecho a huelga. Cuando un individual ejerce violencia es peligroso por

atentar contra el derecho positivo y por atentar contra ese uso exclusivo de la

violencia que se otorga así mismo el derecho. El gran delincuente y el derecho a

huelgan son un tipo de violencia que deja expuesta a la violencia del derecho, son

por un lado quienes rompen el pacto del contrato social adquirido con el estado, y

por otro quienes amenazan no con modificar el derecho como se pretende el

derecho a huelga, sino en destituirlo como existe la posibilidad con la huelga

revolucionaria. En el caso de la explosión de la huelga revolucionaria o la

aparición de un gran delincuente este acto de romper el pacto social, obliga a

“instaurar” un estado de excepción, obligar en comillas porque es el estado mismo

quien suspende la ley como castigo de romper con el pacto social.


El estado de excepción es el espacio político donde el soberano tiene poder

y derecho para dar muerte tal como lo señala Giorgio Agamben1. El castigo con

pena de muerte no castiga solo una violación al derecho es darle un estatuto, es

hacer ley, es hacer derecho. El ejemplo de la policía o el ejército es una

combinación de ambas carteristas del derecho, de uno que funda y uno que

conserva. La policía y el ejército hacen violencia y hacen derecho.

Podemos decir por último que ya sea en un contrato social o cualquier tipo

de pacto nunca un conflicto está enteramente exento de violencia, Aun los estados

democráticos actuales que se presumen ser más justos por crear acuerdos

comunes poseen una violencia potencial es decir, hay una violencia en espera a

salir cuando alguna parte del pacto lo rompe, como menciona Nietzsche en la

genealogía de la moral el deudor pasa a convertirse en criminal, y este es un

objeto libre de todo tipo de castigos, de torturas de humillaciones; en ese sentido

un individuo puede ponerse en una especie de estado de excepción particular,

donde se suprimen sus derechos y puede ser castigado, ya sea por el estado

mediante su policía o una institución publica por ejemplo los bancos. Donde una

serie de ejercicios punitivos están regulados y justificados por un organismo

estatal.

1
Agamben, Giorgio, Estado de excepción, Homo Sacer. Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2003.

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