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elie Cale ABN Yost L298 2 efile: amare 2010+ Aa Bice LSM, SILT, [IW edie: zn d= 1010 ‘Diecaion ona: Joe Manuel Zadar gees de ane Jugs Maree! sire, veces de procercin: Faves Gicndane, (61989 por Sat Sch Beery Cheers 7 0, ‘Suuaas ae Chile, Deseetas exis de eicain eros "per reprsa Elton Zegedeg. 8 unde pe Emgeets aoe Zig-Zag SA presente am 2 pore ser reproduc co oo pune. al eek nt resto poe simp no mecinic, Tieherie, de prateckin, CD-R, basco, niche aren Seep Con naire oe cor pct poe RR Det ey Amin color Willian 590. Ceres. Samia de Che. INDICE PREFACIO. 2Y 81 NO PUERA UN CUENTO? OMEJAS ¥ LA HOJA DE LECHUGA, YO COMO. TH COMES, EL COME SE MEGESITA UN RAYO DE SOL KULUM, EL HUEMUL TRAVIESO. éPOR. QUE NO SE PUEDE CAZAR UN DOROT iTODO UN GAANITO DE SAL {PORQUE LUORAN LOS SAUCES? A CAZAR UNA MOSCA, SQUIEM £5 SAUL SCHKOLMIK? " 33 4 st 65 75 87 oF 108 En mediodeun inmenso ocdéano habia una isla. Era una isla hermosa, con grandes drboles ¥ suaves arreyos. Distintas especies de animales habitaban en ella, y también vivian alli dos pescadores, Arsenio y Pedro, con sus familias. Salian todos los dias a pescar, y por las tar- des conversaban con sus mujeres y jugaban con sus hijos. u SAL. SCHROLRTTK, Un dia, al volver de Ia pesca, vieron en la playa un pequefio cangrejo rojo con una patita herida que trataba con dificultad de Hegar al mar, —Mira —sefialé Arsenio—, un cangrejito con ‘una pata lastimada. —Ayudémoslo —dijo Pedro. ¥ tomandala lo levé hasta el agua. —Muchas gracias, amiges mios—dijo el can- greje rojo. Ambos pescadores se dicron vuelta, y lo miraron, sin creer en lo que habian oida. Por favor, permitanme que yo les ayude austedes —dijo hablando nuevamente ¢l can- grejo, pero no recibié respuesta, ya que los. pescadores no alinaban a contestar. —Bueno —agregé entonces—, si no desean nada por el momento no importa; pero recuer- den, cuando quieran algo no tienen mas que acerearse a Ja orilla del mar y pedirmelo. Entre mis hermanos y yo podetnos fabricar cualquier cosa, usando, por supuesto, los materiales que hay en esta isla en que vivimos -y dicho esto, se sumergid. Los pescadores regresaron a sus cabafias muy desconcertados, pensando que todo habia sido un suefio. Como ese dia la pesca no habia ERASE UNA VEZ UM HERMOSO TLANETA LLAMACE TIERRA 13 estado muy provechosa, la comida fue escasa, y lo mismo sucedié al dia siguiente... Fue por eso que Arsenio decidié pedir un deseo, pero no se lo conté a uadie por temer aque se ricran de ¢1. Caminé hasta la playa y se agaché junto al agua para poder hablar en ‘voz baja, pensando siempre que era muy tonto to que estaba haciendo. —Cangrejite rojo —llamé—, ,me oyes?... esie..,, si me estds oyendo, me gustaria pedirte algo para nuestra comida... “Clip clap, clip clap, clip clap" ayé, como si fueran muchos pasitos, y dos enormes pes- cados aparecieron a sus pies en menos tiempo de lo que se demoré cn pestaficar. Feliz, recogié los pescados y cori a su cabaiia. Por el camino encontré a Pedro. —..Qué Hevas ahi? —pregunté éste. Toma —dijo Arsenio dandole uno de los pescados—, es para ustedes. —Pero... ide dénde lo has sacado? ~volvid a preguntar Pedro, sabiendo que su amigo no habia salido a pescar, —jNo me lo vas a creer! —conté Arsenio —pero fue ese cangrejo rojo, ze acuerdas?, quien me los dio. “ SAQL SCHROLNIE jEntonces era verdad le que prometi: -exclamé Pedro, y devolviéndole su pescado a Arsenio corié a la orilla. Mientras corria, pensaba: “Qué tonto es Arsenio! {Para qué pedir pescado crudo cuando lo puedo pedir listo para comer?” _Cangrejo rojo—pidid-, deseo que me sirvas una buena comida, “Clip clap, clip clap, elip clap" oyd y a sus pies aparecié una deliciosa comida para toda su familia, en menos tiempo de lo que s¢ demord en pestaficar. Inelia, la mujer de Arsenio, que limpiaba sus pescados, vio pasar a Pedro con la comida. ‘ya guisada. Pedro si es un hombre inteligente —le dijo enojada a su maride-: pidié la comida hecha. —Pero, Inelita... traté de justificarse Arse- nio. -Maiiana iras donde ese cangrejo y le pe- dirds no sélo la comida, sino también ropa y zapatos nuevos. ;Buena falta nos hacen! ‘Asi lo hizo Arsenio al dia siguiente. “Clip clap, clip clap, clip clap” oyé y en un instante aparecieron dos pescados y algunas ERASE LENA VEZ UM HERMOSO PLANETA LIAMAADO THERRA 15: matas de algodén y un camero salvaje, Y en otro instante todo fue preparado y curtida y tejido y cortado y cosido y... en menos tiempo de lo que s¢ demoré-en pestaiteas,.. jabi estaba la comida exquisita, laropa nueva y los zapatos brillantes para toda la familial Por su parte Andrea y Pedro decidicron pe- dir no sélo ropa y zapalos nuevos, sino tambitn muebles y ropa de cama. “Clip elap, clip clap, clip clap” se oyd, -y otro carnero salvaje cayé muerto, y fuc- ron abatidos algunos arboles y cosechadas algunas plantas, y Andrea y Pedro tuvieron mucha comida, ropa ¥ muebles nuevos en menos tiempo de lo que se demoraron en pestafiear. Arsenio pensd que si el cangrejo podia fa- bricar mucbles, también podria construir una casa. —Cangrejo Je ordené—, me construinds una casa de piedra. ¥ tuvo su casa de piedra. Andrea quiso una mas grande, y el cangre- jito se la construyé. Comenzé entonces una verdadera com- petencia entre ambas familias. Si una pedia % SADL SCM KOLNEE doce platos, la otra exigia veinticuatro; si una queria una torre para su casa, la otra reclama- ‘ba un castillo. —Pedro -le dijo un dia su esposa-, vi a Ar- senio con unos tenedores de oro. Yo también los quiero. Fue Pedro a la orilla'y le pidié al cangrejo unos teredores y cuchillos de oro. ‘Lo siento ~fue ta respuesta en esa oca- siém—pero el oro se acabé, te los daré de plata ~y le dio tenedores y cuchillos de plata. Por supueste, Andrea se disgusté mucho y reté a Pedro. Arsenio, enterado de Lo que habia sucedido, decidié proteger sus tenedores y cuchillos de oro de Ja codicia de sus vecinos. —Cangrejo -le pidié-, necesito unas Tejas fuertes para defender mi castillo. “Clipclap, clip clap, clip clap” oyé y nuevos nineles y pozos se abrieron cn | el metal fue fundido y las rejas hechas y colocadas en menos tiempo de lo que Arsenio se demord en pestafiear. Pedro, que tenia un castillo tan grande como el de Arsenio, al ver las rejas que aparecian en el castillo de su vecino, pidié rejas mas 18 SAUL SCHKOLADE fuertes y resistentes, y ademds un cafién para defenderse. Y Arsenio pidié varios caflones y Pedra exigié... hasta que un dia se emcontraron por casualidad a la orilla del mar. mirandose con recelo y desconfianza cada uno empezd a pedir nuevas cosas. —Vengo a ordenar nuestra cena y deseo que me cambies todos los manteles por otros mas finos —pidié Arsenio. -Yo quiero todo eso, y ademds otro juego de muebles para nuestro segundo comedor exigié Pedro. ~¥ yo quiero... —dijeron ambos al mismo tiem- po, pero fueron interrumpidos por ¢] cangrejite Tojo que se habia asomado fuera del agua. =Lo lamento =les dijo=, pero ya nada mis puedo hacer por ustedes, =jCémo! -exclamé indignado Arsenio—, jacaso no vas a cumplir tu promesa? -No es mi culpa -explicé el cangrejo~, yo les dije que podia darles lo que quisieran siempre que tuviéramos los materiales nece- sarios para fabricarlo. ~Muy bien dijo Pedro-; entonces, por qué no puedes hacerlo ahora? PRASE LIMA VEZ LM HERMOSO MLANFIA LLAMADO TIERRA 1 —No puedo —dijo el pequefio animal—por- que ya no quedan drboles, ni minerales, ni plantas, ni animales. Ya no queda nada. La isla es s6J0 una reca desnuda. Pedro, Arsenio, Inelia y Andrea miraron sorprendidas a su alrededor. Hacia mucho tiempo que no miraban la isla, preocupados como habian estado de te- ner y tener mis cosas, El cangrejo rojo tenia razGn: quedaba s6lo la roca desierta, sin aves, sin vegelacién, con solamente des enormes y atrogantes castillos de piedra. —,Sabes, Arsenio? —dijo Pedro-, no s¢ para qué quise tener rejas y cafones, —Nos sobran piezas y muebles —reconocidé Inelia~, ¥ también ropas y adernos. —Creo que hemos destruido nuestra isle pidiendo cosas que no necesitdbamos —dijo apenado Arsenio; hemos derrochado todas sus recursos y bellezas creyendo que eran inagotables. —;Qjali pudiérames recuperar nuestra her- mosa isla! -exclamaron todos, pensando ¢n lo mismo. =jPuedes concedernes un altimo deseo? =preguniafon, 20 SAUL SCHROLNIE, Siempre que sea transformar una cosa en. otra, puedo hacerlo —les contesté el cangrejo. Si, si dijeron todos a un tiempe—; lo que queremos cs que vuelvas a cambiar todas las cosas para que la isla sea nucvamente lo que era antes de que te conaciéramos. —Pero desapareceran los castillos, los mue- btes elegantes y casi tado lo que ahora posecn -tes advirtié el cangrejito raja. ¥ como ellos estuvieran de acuerdo... “Clip clap, clip clap, clip clap” oyeron, como si fueran miles de pasitos recorriendo ja isla. Desapareciéron los castillos, las rejas y todas las cosas elegantes y superfiuas; y re- aparecicron los grandes drboles y los animales: salvajes, y s¢ llenaron los tineles y los pozos. La isla reverdecié quedando como antes habia sido, También aparecieron jas cabaiias, las ropas sencillas y los pequevios botes, y todo sucedié en menos tiempo de lo que se demoraron en pestafiear. —Gracias, cangrejito -le agradecicron— jMuchas gracias! Ahora aprovecharemos, sin abusar, de las riquezas de nueswa isla —y se encaminaron hacia sus hogares. ERASE UNA VE UN HERMOSG PLANETA LEAMADO TIERRA 21 Pero Arsenio quedé pensativo, y dirigién- dase al cangreja le pregunté: —Dime, ,e6mo has podido lograr que todo vuelva a ser como antes? gcémo has podido hacer para que el tiempo haya retrocedido? gcamo has podido hacerlo? Y contesté el cangrejo mientras se sumergia: -He podide hacerlo porque sdlo se trata de un cuenta. OREJAS Y LA HOJA DE LECHUGA E. un gran laboratorio vivia un conejite blance a quien todos Hamaban Orejas. Vivia con su madre, una coneja blanca, en una jaula por donde Orejas correteaba todo el dia, micn- tras la marmd, muy sabia y curiosa, escuchaba las conversaciones de los cientificos. De esta manera Ja coneja habia aprendido muchas cosas, Orejas también era curioso y observador rd SA0U SCHROUNEL como su madre, y siempre, preguntas muy parecidas a las que hacen todas los nifios y los congjitos blancos. “De dénde vine yo, mamd?” ‘,Qué hay mas alia de las estrellas?” ‘Qué hacen tantas personas con mandil?” La mamd coneja respondia con cariio y paciencia todas las preguntas de su pequefio hija. Un dia, Orejas, mirando a través de los grandes ventanales del iaboratorio, observG los maceteros que habla en cllos y mots que las plantas habian crecida mucho. Mira, mama —dijo—, mira que grandes estin las plantas en la ventana. Tienes rizén, Ovejas —contesié su madre-, han crecido muy rapido. -,¥ cémo hacen Jas plantas para crecer? — pregunts el conejo {AjG!, pensé la mama, jotra de esas pregun- las! ¥ acomodindose, respondid: Buena, ¢s algo complicado de contestar sin usar palabras dificiles, pero trataré de hacerlo. El conejito blanco, al ver que su madre se 26 SAUL SCHROGMIE acomodaba, se senté sobre sus patitas traseras, movid la cola y s¢ dispuso a escuchar. Si te fijas, verds que las plantas tienen un tallo que sale de la tierra. Pues bien, al final de ese tallo hay muchas raices con las que la planta chupa el agua del suelo. ~,Por eso las riegan todos los dias? —pre- gunté Orejas, que, como hemos dicho, era muy observador. —Claro -coniesid Ja coneja~, y si miras las plantas podrés ver que todas ellas tienen hojas. ~Si, mam4; pero son muy diferentes: unas chiquitas y otras muy grandes... «wisi es —acepté la mama~. Pero, jen qué se parecen todas ellas? ‘Orejas pensé-un ratito y respondid: —j Ya se! En que todas son verdes. Muy bien —dijo la coneja sonriendo. —Como esa hoja de lechuga -~agregé Orejas sefialando una hoja de lechuga que habia en ¢l comedero. —Asi como esa hoja —respondié su madre. La Hoja de Lechuga, al oirse nombrar puso atencidn a la conversacion. “| Estén hablando de mi ~Y también podras ver — pensé. guid diciendo la ERASE UNA VE2UN HERMOSO FLAMETA LLAMADO TIERRA 27 coneja blanca= que las plantas estén coloca- das en lugares en que reciben la luz del sol. El conejito blanca miréd las plantas y vio que, efectivamente, todas estaban puestas de modo que recibian la luz del sol. “Nos encania el sol”, pensd la Hoja de Le- chuga por su parte. Cuando los rayos del sol Negan a la hoja —continué explicando la madre—, ésta recoge un gas que hay en el aire... —En el aire? —se extraiié Orejas—; pero si en el aire no hay nada. -Oh no, Orejas -le aclard la coneja-, el aire es una mezcla de muchos gases diferentes que fi no puedes ver, porque los gases estan hechos de granitos muy, muy, muy chicos. -En el aire... -siguié diciendo la coneja— hay... —pero se interrumpié al ver que Orejas mirabe fijamente al techo_ —{ Qué miras, Orejas? —Estoy tratando de ver un granito de gas — contesté éste. “Qué conejo tan tonto! —pensd la Lechu- ga-, jsi ya le dijeron que no se podian ver a simple vista!” Pero en verdad no veo nada... {¥ cémo se ts SAUL SCH ECLATE llaman esos gases? ~pregunts ek conejito. —Los mds abundantes se Ilaman nitrégeno, oxigeno, didxido de carbone... —j,Quéeese? —exclamé Orejas. —Te dije que eran palabras dificiles le re- cords su mama— Por ahora nos preocuparemos del oxigeno y del. +O... xi... ge... no —repitié lentamente el conejito, Bien, y del didxide de carbono. Pero el conejite Orejas no pudo repetir ese nombre porque se le enredé totalmente la lengilita. “7 Qué conejo tan torpe! —pensé la Lechuga, que sé crefa muy lista—; s¢ dice diocarbono... no, oxidio... no, dido de oxicar.. tampoco... ju bueno, no tiene importancia como se diga”, —se dijo para consolarse. —Ya aprenderas a decirlo -lo consolé la mama-; el didxido de carbone es un gas que nosotros echamos hacia fuera al respirar, por- que no nos sirve, y que las plantas toman del aire. Entonces, usando la luz del sol, lo com- binan con el agua que absorben las raices, y de esa manera fabrican su propio alimento. ERASE UNA VEZ UN HERMOSO FLANETA LIAMADE TIERita 28 “Exacto —pensaba la Hoja de Lechuga—: asi lo hago yo. }Qué habil soy!” Mientras tanto, Orejas se habia puesto a soplar y resoplar. -4¥ qué haces ahora? —, le pregunté su madre, -Estoy dindole de comer a las plantas -ex- plicé él. “(Pero qué conejo tan, tan tonto!, pensé la Hoja de Lechuga, que si era muy tonta. No es necesario que te esfuerces ~dijo la coneja— hay mucho diéxido de carbano en el aire, y de todas maneras ti siempre lo estas echando fuera al respirar. Orejas se calms, —LY qué echamos para adentro? —pregunto. —Esa es una buena pregunta —aseguré la madre—; nosotros aprovechamos el oxigeno del aire, el gas que las plantas expulsan porque a ellas no les sirve. Por eso las plantas son tan importantes —agregé la sabia coneja—, porque ellas, al alimentarse, dejan libres grandes canti- dades de-oxigeno. La verdad es que sino fuera por las plantas ningtin animal podria vivir en nuestro mundo. {De veras? ~pregunté asombrado Orejas. wo SAUL SCHEOLNIE, “Pues ,qué crees ti? —pensd la Lechuga-, yo soy mucho mas indispensable que todos —Claro —dijo la coneja-, las plantas pro- ducen mucho oxigeno y limpian el aire del diéxido de carbone, que es un gas venenoso para los animales. Orejas aguanté la respiracién y empez6 a ponerse colorado. Su madre se dio cuenta y lo calmd, —No te asustes, hijo; es preferible que res- pires: no te pasard nada pues hay muy poco de ese gas en el aire. —Uf-respiré Orejas—: menos mal. “Pero en realidad, qué conejo tan, pero tan, tan tonto”, pensé la Lechuga, que no entendia, a los conejitos. ~Y ésa es la manera como crecen las plantas, comiendo mucho durante todo el tiempo que reciben luz. “Efectivamente asi crecemos”, penso la Hoja de Lechugs. -¥ los conejitos también deben comer mucho para crecer -termind de decir la sabia mamé coneja haciéndole un carifio con su hocico a Orejas. ERASE UNA VEZ UN HERMON PLAMETA LLAMADO TIERRA 37 “(Muy bien dicho! —pensé la Hoja de Le- chuga-; jsi comes mucho, Megards a ser tan grande aunque no tan inteligente como yo, y hasta e3 pro...” Pero la fastidiosa lechuga no pudo seguir pensando porque en ese momento Orejas sc acered al comedero y se la comié. YO COMO, TU COMES. EL COME Crew flor amarilla florecié junto a la laguna. Era la primera flor, hasta donde ella alcan- zaha a ver, que florecia. Fi viento inclind su largo talle y la florse con- templé en el agua quieta y hablé a Los grillas. -[Qué maravillosa soy! les dijo—, jy qué importante! ,Saben que el agua de la laguna, la tierra, toda esta planta con sus raices, el sol y el aire, todes, todos trabajan para que yo exista? aa SallL SCHKOUNTE. —Chirtr —contestaron los grillos. Enese momento, una mariposa que revolo- teaba se posé en a flor. —(Claro que eres importante! —le dijo-- porque sirves para que yo me alimente —y con su larga trompa comenzé a beber cl néctar de la flor. ~jQuién te ha dado permiso para robar mi néctar? —pregumté ésta indignada. ~_Pemnise? —exclamdé extrafiada la maripo- sa~, pero si las lores estiin hechas sélo para que nosotras podamos comer... -y se fue vo- lando.., —y podamos volar y ser hermosas.. La mariposa iba tan abstraida pensando en su belleza que no se dio cuenta de que una libélula la observaba. Qué presumida! —le dijo la libélula a una lombriz-, [No sabe ni volar bien! —y agregd— Por supuesta, mi vuelo es mucho mds seguro ~y volando directamente hacia la mariposa, la cazé con sus poderosas mandibulas antes que ésta pudiera escapar. Se detuvo en una piedra junto a la laguna, —Puede ser que tengas lindos colores —afla- dig-, pero tienes mejor sabor —y se la comid. Desde el fondo de la laguna, dos sapos con- templaban la escena, ENASE WHA VEZ UN HERMOSO FLAMETA LIAMADO TIERRA 39 -{Mira esa libélula! —le dijo el sapo viejo al sapo gordo— se esté comiende a la maripo- 8a, ,Creerd acaso que las mariposas son para comer? La libélula, posada en la piedra, permane- fa muy quieta tomando el sol. —No sé —contesté el sapo gordo, que era muy conversador y glotén-, lo que si sé es que las libélulas son un bocado delicioso. Y desdoblando su larga y pegajosa lengua atrapé a la libélula y se la comié de un solo bocado, —Nunea he probado comer mariposas —agregé, pero el sapa vicjo, notando un lige- ro movimiento en el agua y presintiendo un peligro, ya se alejaba. VY hacia bien, porque la tenue agitacién del agua la habia ocasionado una culebra deslizindose en la laguna. —Por lo demas, ja quién le pueden importar las mariposas? —continuaba diciendo et sapo gordo sin darse cuenta de que su amigo ya no lo escuchaba—, cuando lo interesante es que haya muchos bichites para que nesetros los sapos, los amos de la laguna, podamos comer y saltar y comer y croar y comer y... ‘Tan distraide estaba ¢] sapo hablando sobre SAUL SCHROLNEK las cosas apetitosas para comer, que no sintid la presencia de la culebra hasta que ya fue muy tarde, Abriendo su enorme boca, la culebra se iragé al sapo. “)Qué tontos son todos estos animales! —se dijo—; se creen tan importantes, cuando en ver- dad no son mas que un poco de com mi, que soy la mas astuta, la mejor c: la mas clegante de todas las criaturas.” Anochecia en la laguna; todos los animalitos que durante el dia correteaban, se ocultaban. en sus madrigueras o en pequefios rincones. para pasar la noche; y todos los animales que durante el dia habian dormido comenzaban a despertar para busear su alimento. Una lechuza, parada en la rama baja de un arbol cercano, ya habia abierto los ojos, e inmévil, babia oido a la culebra y la habia vista comerse al sapo y luego quedar flotando perczosamente sobre el agua, —(Uhu! —dijo la lechuza--, ahi esté mi desa- yuno ~volé refiexionando: “;Qué privilegia- das somos las aves, que vemos desde lo alto el ir y venir insensato de las pobres criaturas terresires!” " SADL SCHROLNIE —jUho! le contesté el viento del anochecer: -Si, sefior, lo que yo hago —continus la lechuza- si que tiene sentido y esta muy bien calculado. La culebra hize on movimiento y la inex- perta lechuza, que no le habja quitado la vista de encima, se dejé caer sobre ella y la apresé con as garras y el pico. La culebra murié casi al instante, pero con la cola hirié gravemente un ala de la impetuosa y torpe lechuza. ‘Sin embargo. aun herida, ésta logré llegar a laorilla y alli se comié a la culebra; pero al no poder volar, se eché al suelo. Aquella noche llovid con fuerza y le lechu- za murié a causa de su herida, del frio y de la humedad. La lluvia prudujo derrumbes y el cuerpo quedé cubierto de tierra y piedras junto a la laguna. En poco tiempo, debido al trabajo de jas hacterias, los restes del ave se coavirtieron enabono. Abono que las raices de una planta reeogieron. disvelto en el agua y enviaron al otro extremo, donde una pequefia flor amarilla florecio. EASE UNA WIE UN HERMIOSO PLARETA LLAMADO TIERRA 39 —Qué maravillosa soy —les dijo ésta a los grillos— y qué importante. ;Saben que el agua de Ja laguna, la tierra, toda esta planta con sus raices, el sol y el aire, todos, todos trabajan_ para que yo exista? ~Chirnr —contestaron los grillos. En ese momento, una mariposa que revoloteaba se posé en Ia flor... SE NECESITA UN RAYO DE SOL AXteiendia jugaba distraidamente en el jardin, no lejos del lugar en que habia dejado Ja planta que su abuela Nena Ie regalara. De pronto le parecié escuchar una vocecilta: —Nifiita..., nifiita... yQuién me lama? —pregunté extraiiada, miranda hacia todos lados. a sade SCMMOLNIK —Soy yo..., desde una hoja de tu planta —dyo la voz. Alejandra mirdé la planta con atencién. ~No veo nada —dijo. —Es que estoy adentro de la hoja y soy pe- quefisima. =. ¥ cémo quieres que te vea si estis dentro de la hoja? —pregunté Alejandra—. ~Quién eres? —Soy una Molécula de Cloro- fila —dijo la voz. —No sé fo que es eso —insistid la nifia Te lo puedo explicar, pero me gustaria que vinieras a acompailarme —pidié la va- cecita, —,Pero como quieres que te acompafie? No puedo meterme adentro de la hoja. Soy muy grande, no quepo. —Puedo hacer que ti quepas..., este... ,e6mo te Hamas? —Me Haro Alejandra. —Algjandra, sdlo tienes que cerrar los ojos y la boca, y apretarte la nariz. Entonces yo contaré hasta tres. Estoy lista —avis6 Alejandra, haciendo lo que se Je pedia, —Uno... dos... -y tres! —Alejandra se desinfid EWASE Ua VEZ UN MERMOSO: PLANEETA LIAMALG THeabA AP como un globo pinchade y se achicd... y se achivs... y se achicd. -YWa puedes abrir los ojos —le indicd su amiga, La nifia abrid los ojos. Todo era de un color verde sombrio, Frente aeila habia algo muy verde, redando y aplanade como una tortilla de espinacas, y era de su mismo tamafio. La tortilla hablo entonces y te dijo: —¥o soy la Molécula de Clorofils. Alejandra estaba tan asombrada que sdlo pude responder: .[Holat... Deseas preguntarme algo? Si... este. —titubed Ja nifia—, no te veo ni la cabeza ni los brazos ni Las piernas... ~No me los ves porque no los tengo. Nosotros estamos hechas de otra manera, es- tamos hechas de 4tomeos, Por ejemplo, yo estoy hecha de dtomos de carbono, de hidrégeno, de oxigeno, de nitrégeno y de magnesia, -jCudntes dtomos tienes! —-observé Ale- jandra. -Si-—afirmé Clorofila—, soy may complicada. “ SAIL SCHEOLNIK, Y de qué tamafio son ustedes..., es de- cir... somos nosotros? —pregunté Ja nifia, recordando que ahora ella media lo mismo que la Molécula de Clorofila. -Imaginate que la Tierra se achicara igual come th te has achicado, entonces la Tierra tendria el tamafio de una gota de agua Pero Alejandra ya no se asombraba de nada. —Asi es que estamos dentro de una hoja —afirmd. —Asi es. Y¥ mas precisamente, estis dentro de un cloroplasto. Alejandra ahora podia ver mejor. Miré ouevamente a su alrededor. Vio enonnes y altisitnes edificios redondos come pilas de monedas, unidas entre si por lar gos y finos puentes. Era como una gran ciudad También vio infinidad de Moléculas de Cloro- fila, pero todas estaban come dormidas. —Todo estd tan quicto —observd. -Ese es nuestro problema y por eso te he llamado -indicé Clorofila— Mira -y sefialé fuera del edificio en que se encontraban. Alejandra pudo ver unos objetos pequesios 46 SAUL SCHKOUNIE y negres que Horaban desconsoladamente: ~Buh... Bub. —(Por qué Uloran? —pregunté. -San Moléculas de Diéxido de Carbono y llo- ran porque los echan de casi todas partes. |jCeQ- daés!..-llamé Clorofila. Que te pasd-a ti? -Snif,...A mi me echaron de los pulmones de un nifio diciéndome..., snif.... que ya no servia..., snif -contesté un CeOdds. Yami me expulsaron por la chimenea de una fabrica.... snif.... y a él lo arrojé fuera un voleén.,. ;Buunuuh! —dijo otro. —.Por qué fes dicen CeOdds? —pregunta Alejandra. —Les decimos asi porque ellos estan hechos de un dtomo de carbono, Ce, y dos de oxigeno, ‘O dos. -;Y estin Morando porque también los van a echar de aqui? -jOh, no —exclamé Clorofila~. Elios son muy dtiles para las plantas, pero siempre que nosotras les ayudemos, y ahora no podemos hacerlo; por ese lloran. Alejandra puso cara de interrogacion. -Ven, te mostraré le dijo su amiga. Y levé- a la nifia hasta el inico tugar al cual PHASE UNA VEZ UN HERMOEG PLANETA LLAMADE? TIERRA 47 llegaba un rayo de sol. Alii habia otra Molécula de Clorofila, juste debajo del rayito. Esta comiendo sal —explicé Clorofila—. Nosotras nos alimentamos directamente con los rayos del sol. De una cafferia, en ese momento... jplop!..., cayd una bolita transparente. ~Es una Molécula de Agua que nos envian directamente desde las raives —dijo Clorofila, y agtegé a modo de explicacion—: HachedosO. —Yo sé por qué se Hama asi —la interrum- pié Alejandra—; es porque esta hecha de dos dtomos de hidrégeno y uno de oxigeno, verdad? Ea ese momento la Molécula que estaba comiendo sol se acercé a la bolita transparen- te y jpum! de un golpe la partié en dos, Los dos dtomos de hidnégeno quedaron muy abrazaditos en el piso, mientras que él de oxigeno comenzdé a flotar. Cayé otra bolita, y jpumn! volvid a suceder lo mismo; otros dos atomos de hidrégeno quedaron en el suelo, pero ¢l de oxigeno volé- a jumtarse con ¢] que flotaba, y entre ambos formaron una Molécula de Oxigeno que se elev y se elevé.., 8 SAUL SCHROLMUK —jCuidado! —grité Alejandra-; cl Oxigeno se estd perdiendo... —No te preocupes, Alcjandra, ese Oxigeno sale al aire y seré usado por todos los seres vivos para respirar. —, Quieres decirme que ustedes producen el Oxigeno que nosotros ulilizamos? —pre- gunté maravillada Alejandra. Asi es —contesté muy orgullosa Clorofila— todo el Oxigeno. —Entonces se agaché y reco- giendo dos dtomos de hidrégeno se los entregé auna Molécula de Didxido de Carbono. -Toma —te dijo-; no llores mas, te los regalo, ~Snif, muchas gracias, snif —contesté éste, y recibiéndolos, los apreté fuertemente y empezo # crecer y a ponerse blanco, Pero como tratara de no seguir Iorando, jhip!, se le escapé un dtomo de Oxigena que cayd sobre dos de hidrégeno que estaban quicte- citos, y se unié a ellos formando una bolita lansparente que se alejé rodando. —jUna Molécula de Agua! —exclam6 en- qusiasmada Alejandra~. jOye!, gadénde vas? —le gritd, -Me voy aevaporar..., saldré al aire como ERASE UNA VEZ UN HERMOSC PLANETS LAMADO TIERRA 4 vapor de agua y me iré en una nube blanca a viajar por el cielo ~contesté desde lejos la bolita. —jQueé entretenidas son ustedes las Molé- culas! Se pasan dtomos de una a otra y van cambiando. Es como si yo me pusiera las patas de un conejo, las alas de un pajarito y la barba de mi abuelo. ~Entonces ya no serias Alejandra, sino otra cosa -dije Clorofila—. Y eso es exacta- mente lo que nos sucede a nosotras, ~Pst, pst oyeron entonces que alguien Ila- maba-~. ,Dénde estén mis cinco gemelos? —Tienes que tener paciencia, CeHachedas® —le dijo Clorofila 2 In sustancia en que se ha- bia convertido el CeOdés al recibir los atamos de hidrégeno y perder uno de Oxigeno Alejandra caloculé mentalmente y Negd a la conclusiém de que cl nombre CeHa- chedosO era el que cormespondia a aquella sustancia, No tuvieron que esperar mucho por los cinco gemelos, pucs muy pronto aparecieron Entonces, formanda una ronda, se fueron bailando. ae SAUL SCHROLNIE —Entre los seis forman una Molécula de Azucar —le dijo Clorofila. —Entonces ésia también es una fibrica de azicar —se admiré la nifia— jCudntas cosas hacen ustedes! —Haciamos —aclaré Clorofila—; ahora no po- deroos hacer ninguna porque nos falta nuestra comida, la luz del sol. —Pero eso puedo remediarlo yo muy ficil- mente —exclamé Alejandra, Eso pensibamos nosotras. —Vuelve a convertirme en una nifia grande —pidis, y cerré los ojos y la boca con fuerza y se apreté la nariz. Esperd a que Clorofila contara hasta tres y abrié los ojos. /Ahf estaban el jardin y la casa, y tambien el macetero con la planta que su abuelita le habia regalado. ~jQué descuidada soy! —se dijo; dejé mi planta en Ia sombra. Se agacho, tomé el macetero y lo coloed al sol. Le parecié entonces oir unas vocecillas que salian de todas las hojas de su planta: —j;Gra- cias, Alejandra...! —deeian—, ...gracias... KULUM, EL HUEMUL TRAVIESO: E n lo mas oculto del bosque, donde rara, vez alumbra la luna, esta cl territorio de tos huemules. Son los huerules del basque. Ellos s¢ alimentan de hojas y hierba tiema. Ali viven también el pudd, la comadreja y el puma, junto con muchos pequefios animales y pajaros y fiores de colores brillantes. La vegetacién es exuberante debido a la Wuvia y a la humedad permanente. sa SAU} SCHIOUNAK. En medio de este bosque templado, entre soigies, alerces y robles, en un rincén de La guila, nacié Kulum, el huemul travicso. Kulum era hermoso y tebusto, pero muy descuidade, Todos los huemules caminaban por senderos, pero él corria por cualquier parte, destruyéndolo todo. —Kulum —le decia su madre—, no rompas jos arbustos. {Pero, mama! Si es tan lindo pisar las ra- mas para que crujan. Su madre callaba, pero los otros huemules movian las orejas demostrando su enojo. Todas se acereaban al remanso del arroyo para beber y refrescarse, teniendo mucho cui- dado de no ensuciarlo, pero Kulum entraba cortiendo y removia el barro enturbianda el agua. -Kulum —le decia su madre—, no entres corriendo al agua. —{Pero, mama, si es tan agradable salpicar hacia todos lados! ‘Su madre callaba, pero los huemules mo- vian sus orejas en sefial de disgusto. Kulum salia del agua mojando a los pequefios ani- males, perseguia a Jas mariposas y sacudia ERATE UMA VEZ UN MERMOSO MANETA LLAMADG TIERRA SB las ramas de los arboles para espantar a los pajaros. -Kulum —le decfa su madre—, no debes mo- lestar a nuestros vecinos. —(Pero, mamti, si es tan divertida verlos ‘correr cuando se asustan! La madre callaba, pero todo los huemules movian indignados sus orejas. _ Pasaron los afios y el pequefio huemul cre~ cid..., pero seguia causando los mismos des- trozos. Todos estaban enojados con él. ¥ par eso, pensando que lo regafiaban demasiado, Kulum decidio marcharse, Y asi lo hizo. Pasé junto a varios lagos, to- dos muy hermosos, pero siguié caminando... hasta que, ya muy lejos de su hoger, aunque siempre en el bosque templado, encontré un bello lugar, frondosos arboles, una laguna de aguas claras y amistosos animales, Alli se quedé Kulum a vivir, Sin embar- 9, como estaba acostumbrado a correr por cualquier parte destruyendo la vegetacién, cn poco tiempo rompié los arbustos y la hierba de su nuevo hogar. Y como estaba acostum- brado a chapotear descuidadamente por ei agua, en poce tiempo la laguna se convintié 34 SAUL SCMROLICE nun fodazal. ¥ como estaba acostumbrado a molestar a los vecinos, ¢n poco tiempo, éstos, disgustados, abandonaron aque! sitio. Asi, pues, Kulum se qued6 solo, en un lugar feo y descuidado. —Bueno -se dijo—, jque ldstima que esto este tan poco acogedor! Tendré que buscar otro. paraje mas aceptabic. Y partié.a buscar un paraje mas aceptable, Caminé hasta que los drboles escasearon. El bosque templado fue desapareciendo para dejar paso a matorrales, espinos, boldos y algarrobos. Entonces divisé un grupo de cisnes de cuello negro y se acercd a ellos. —;Qué tal! los saludé—. Soy el huernul Kulm y busco un luger para vivir. Aqui hay una hermo- sa laguna, pero no veo muchos 4rboles. —Pues no creo que estes matorrales te sirvan Para instalante —afinmd un viejo cisne—. Pero, dime, gqué haces por aca?, ,acaso no vives en el bosque? —Es que me aburti en él- mintiéd Kulum, no queriendo contarle al cisme que habia destrui- do su territorio—. Me aburri y estoy buscando algo mejor. ERASE UMA VEZ UM HERMOS® PLANETA LLAMATIO TIERRA 58 —Te repito que éste no es un buen lugar para ti. Desde luego no podras esconderte del puma. Al oir hablar del puma, ¢l huernul prefirié continuar su marcha, De todos modes —dijo—, el pasto y Iss hojas son muy duros por aqui— y siguié adelante, comprendiendo que no podria vivir en aquella zona. Cruzé, subiendo y bajando, innumerables eordones cordilleranos y angostos valles, alimentandose apenas con algunas hierbas y bebiendo en algun arroyo ocasional, hasta que Una mafiana, al echar una ojeada hacia delante, casi no pudo creer lo que veia. Frente a €] se extendia un largo y enorme desierto. —Buene— dijo, pensando en voz alta—, has- ta aqui liega mi busqueda. Es indudable que ningin huemul puede vivir en un lugar donde sélo hay arena, rocas y cactus. —Asi es~ dijo una voz Kulum vie un zorro que asomaba la cabeza fuera de su madriguera. Pero yo quicra seguir. Qué puedo hacer? —Te diré: algunas veces he salido a cazar hacia el lade de la cordillera y he visto peque-

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