Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ala de alva
1
¿Cómo narrar la realidad? La literatura mexicana rara vez reponde. Crece en el autimo, indolente, a epalda de ea
pregunta. arumadoramente realita, u realimo arumadoramente inconciente. xite lo real e lo retrata con
entuiamo primitivo. e procede como i realidad literatura fueran una mima coa. Poco e cuetionan lo ovio: ¿puede la
narrativa retratar la realidad? Quiene e lo han preguntado eriamente entre nootro (Juan Vicente Melo, alvador lizondo,
ergio Pitol) anulan la poiilidad, ecrien para demotrar la expreiva impotencia de la palara. ta certeza, retringida aquí,
e un lugar común en otra literatura. La argentina, por ejemplo. u narrativa e má poderoa que la nuetra porque no nació a
epalda de aquella pregunta. Macedonio Fernández lo decurió para todo: realidad literatura on coa ditinta, opueta. La
literatura e arti cio, imulacro, forma. Cualquier narrador argentino parte de una certeza encilla: la realidad e un prolema, no
un aidero. Dee er inventada, no retratada. La narrativa mexicana produce mecánicamente, en ilencio.
¿Cómo narrar el narcotrá co? Otra pregunta in repueta. Nuetra narrativa no reponde, actúa. n vez de teorizar, noveliza.
Produce relato novela ore el narco, demaiado, demaiada. e confía en el número: no e atiende la pregunta porque la
ora erán legión arratrarán con la duda. La aulia teórica e apena comparale al entuiamo narrativo. e ecrie, e
hacen novela, e e del norte. Tanto entuiamo e norteño , con má preciión, fronterizo. Dede allá e ecrie una literatura
que alude irreparalemente al narco. impoile huir: el narcotrá co lo avaalla todo toda ecritura ore el norte e ore el
narcotrá co. Alguno autore omiten u preencia retratan u auencia: el deierto de Daniel ada, el circo de David Tocana, la
metaliteratura de Critina Rivera Garza. Otro miran de frente al narco apuntan: Federico Campell, Gariel Trujillo Muñoz,
Élmer Mendoza, Lui Humerto Crothwaite, Juan Joé Rodríguez, duardo Antonio Parra, Lui Felipe G. Lomelí... l arrio.
Toda mea de novedade etá itiada por el narco, algún día erá tomada por u literatura.
Una narrativa ore el narco, una etrategia ordinaria: cotumrimo minucioo, lenguaje coloquial, trama populita. l
cotumrimo e, uele er, elemental. A vece exclue, cai completamente, la invención, como i la imaginación no pudiera
agregar nada a la realidad. La proa e, intenta er, voz, rumor de la calle. Hijo atardo de Rulfo, aemo que nada ha má
arti cioo que regitrar literariamente el hala popular. Todo e empeñan en ea tarea, alguno entregado a un n dudoo:
recrear una proa idéntica al lenguaje coloquial, aun i éta no e literariamente pertinente. La trama on, uelen er,
convencionale. Una idea parece edarla: a e demaiado perturador el contexto, demaiado rutal la violencia, para aparte
crear trama delirante. e extraen la hitoria de donde e uual: la picareca el melodrama. De allí , cada vez con má
frecuencia, de la novela policiaca. Éta, la etrategia general. áica. Reiterada. Inmóvil. Lucen tan jo u elemento que toda
ella contrata violentamente con la realidad, inaile vertiginoa. e coincide in aerlo con Parménide: la realidad ace
inmóvil. La realidad piena otra coa — e ecapa.
jemplo de ete realimo ramplón e la ora de Élmer Mendoza. on tre u novela (Un aeino olitario, l amante de Jani
Joplin fecto Tequila) toda aluden al aunto del narcotrá co. Aluden a él tradicionalmente: a travé de un cotumrimo
candoroo. La intención e ólo una: retratarlo todo, la política la violencia, lo epectáculo lo deporte, el norte el otro
lado. Retratarlo todo con ánimo turítico para crear una potal del México má reciente. Para ello, má que crear, e pegan en una
trama elemento ovio, perecedero: noticia política, anuncio comerciale, aluione a ete actor, a aquel deportita. ntre
tanto retazo el narco e otro elemento, apena uno má. No etá allí para acudir al lector ino, como lo demá, para
complacerlo. e uca que te reconozca en el liro: allí eto o, mi lenguaje, mi re ejo, mi maldito re ejo. La novela ólo vale i
te encuentra entre u peronaje. i no lo hace, un conuelo adicional: la picareca. Élmer Mendoza echa mano del género
picareco in ánimo uverivo. u peronaje on pícaro pero, coa curioa, no deafían el etado de la coa. Triunfan in
reelare. on parte de un chite: el mexicano que, pleno de idiotez, vence al aio japoné al etadounidene millonario. on un
elogan: cómo México no ha do. Un paí, ee realimo.
Dije Élmer Mendoza pero podría haer dicho otro nomre. n cualquier literatura él ería un autor; en la nuetra e un
íntoma. u realimo e el de mucho, el má repreentativo. inútil citar a lo autore que comulgan con u cotumrimo: no
e éte tanto un etilo como un vaho, una manía, de nuetra narrativa. aemo que hemo leído mucha novela como la ua,
no cueta preciar título nomre. ¿Qué e lo que reconocemo? a manera de mirar repreentar lo real. Un realimo
etrecho. real ólo lo que oervo: el mundo, lo hecho, la hitoria. (Aí en Culiacán como en erlín.) real el mundo,
http://www.letraslibres.com/mexico/balas-salva 1/4
5/7/2018 Balas de salva | Letras Libres
inigni cante lo ojeto. (Nada en ete realimo recuerda a la etampa inanimada de, por ejemplo, el Nouveau Roman.)
má real el mundo que la vida: má la acción que el tedio, má lo fenómeno que la emocione, má lo ocial que lo íntimo. No
extraña que ete realimo ea incapaz de recrear, plenitud vacío, la exitencia. Tampoco aomran u reultado formale:
produce ora convencionale porque e convencional u manera de contemplar la realidad. ienvenido al realimo mexicano.
crie Juan Joé aer: "Ha tanto realimo como ujeto." Luego, ejempli ca: Flauert, Kafka, Joce, eckett on todo
realita, cada uno a u manera. Realimo contratante: ditinta viione del mundo, técnica dipare. l realimo mexicano,
alvo u notoria excepcione, e empeña en er ólo uno. Aquél, el etrecho, el de Élmer Mendoza. Demaiado autore, matice
ecao. on má la emejanza que la diferencia entre, por ejemplo, Federico Gamoa Guillermo Fadanelli, entre Carlo
Fuente Jorge Volpi. Poco ecritore mexicano detacan por una manera particular de conceir e inventar la realidad. l reto
oreale por otra coa, no por eo. La excepcione. Ah, la excepcione. Qué ería de nootro in Juan Rulfo.
Luego etá el otro prolema: ¿exite, aí, unívoca, la realidad?
2
Todo lector aite, al meno una vez en u vida, al torpe nacimiento de un ugénero. , por lo general, un epectáculo
lamentale. La literatura, alguna vez informe, e ja en tópico regla. Aandona u natural impreciión adopta una partícula
inmóvil: a no má literatura ino literatura de ciencia cción, de detective, de vampiro. Raramente e funda un etilo, una
ecuela. e explota un tema e hace comercio. Una eniilidad colectiva e a rma entre aplauo: lo autore ecrien dede
ella, lo lectore la reclaman, lo editore lucran. Todo e armonía hata que aparece la decadencia. Con ella emerge, de nuevo, la
literatura. La regla del ugénero e oxidan, u tema pierde vigencia. Alguno autore emprenden la parodia mientra otro
dinamitan, implemente, u pilare. De pronto, algo queda: un mecanimo narrativo, una técnica fértil, un elemento válido. La
literatura e nutre de ello vuelve, apena fortalecida, a u magma informe, in adjetivo.
No e neceario ir demaiado lejo para contemplar ete epectáculo. Míree arria: el norte farica un ugénero. Míree
enfrente: toda mea de novedade tiene al meno tre liro ore el narcotrá co. nao, tetimonio, novela. on a tanta
eta última que un ugénero, no una tradición, echa raíce. Podemo ver cómo e jan traajoamente u elemento: lenguaje
coloquial, violencia plática, orgullo regionalita, populimo, picareca. La narrativa ore el narco e relativamente nueva, aún no
alcanza u cima. Una apueta, ro: no hará cima. Por lo mimo, tampoco decadencia. Ocurrirá con ella lo que con la novela de la
guerrilla ecrita hace treinta año: e apagará in haere encendido. l narco mudará eta narrativa acerá anquiloada. O peor
aún: el narco triunfará, arraará con todo, entonce a toda literatura erá ore el narco. No eremo felice pero hará
recompena: un ugénero colapará animoamente.
3
¿Qué e el narco? n principio, el puto cao. O eo. Un elemento anárquico, deequilirante, detructor. Una Organización en
contra de lo organizado. l degoierno. Ante de jar u propio orden, mina otro. u leccione on la del nihilimo: el dominio
de la violencia, la futilidad de la vida, la victoria de la muerte. Éa eta otra: la incoherencia. No ha juticia ni armonía en u
imperio. e muere porque í, e mata por lo mimo. La caua la conecuencia no etán trenzada. Ha un alazo depué
otro. ólo eo: acto, acción in argumento. Todo, incluo el poder, ore todo el poder, e efímero: nada e conolida, nada
permanece. Impera la irracionalidad, el vacío.
La literatura, en epecial la narrativa, ufre para emular el vacío. La novela tradicional no vende una etafa: un mundo
ordenado, conciliado a travé del etilo. Ha caua ha conecuencia. Ha imetría. Un peronaje llega a la página 71 porque
ante paó por la 29. Actúa de tal manera porque u contexto e aí, u picología de ete modo. No ha acto rotundo,
independiente, aurdo, como la ejecucione de lo icario. Todo aparece novelado, ometido. Lo mimo ocurre en la
narrativa ore el narco: e traiciona la realidad al relatarla. Ha un elemento revulivo, el narcotrá co, una novelítica incapaz
de regitrar el deorden. n vez de remedar la detrucción, a anza un lenguaje, una iconografía, una moral. Ante el aimo,
petri ca uno geto. Fuera de ella, la vida e preenta en jirone, degarrada; en u novela, lo fragmento e entretejen, la
totalidad vuelve vanamente. e dice retratar al narco e hace otra coa: e lo recrea en tono patel.
Para no traicionar la realidad, haría que encarnarla. Dejar de ecriir literatura ore el narco ecriir narcoliteratura.
mular lo que e retrata, er el retratita el modelo. Llevar el realimo hata el extremo: no copiar una realidad, volvere ella.
ólo e capturará al narcotrá co i e remeda formalmente u violencia. Una proa rutal, detazada, incoherente. Una etructura
delirante, tan tajada como la exitencia. Una narrativa homicida, con vocación de uicidio. l narco —ruido, aurdo, nada— no
e novelale; para recrearlo, e neceitan antinovela. Un detalle: cai ninguno de lo autore norteño cuenta con recuro para
la tarea. e no ha dicho que la narrativa del norte marcha a la vanguardia de nuetra letra. Lo cierto e que, en u maoría, etá
http://www.letraslibres.com/mexico/balas-salva 2/4
5/7/2018 Balas de salva | Letras Libres
umida donde el reto: en un cotumrimo dócil, en la aulia formal. Ni Élmer Mendoza ni duardo Antonio Parra, ni Gariel
Trujillo ni Juan Joé Rodríguez, ni Federico Campell ni Rafa aavedra ecriirán ea narconovela. La literatura mexicana dee
aprender de lo icario: violencia acri cio.
l cao de duardo Antonio Parra e intomático. Cuando quiere retratar el norte triunfa en u relato, fracaa en u novela.
Como cuentita e intachale. Lo límite de la noche Tierra de nadie contienen alguno cuento que, in tratar el tema del narco,
eculpen rillantemente u fantama. Lo hacen con apena uno trazo. Lo hacen, ademá, in recurrir a la fala ecuencia caua-
efecto. e diuja un ecenario, rutal devatado, que e, al mimo tiempo, origen reultado del narcotrá co. No ha ante ni
depué: en ee epacio nacerá el narco, ee epacio fue a arraado por el narco. La novela (Notalgia de la omra) etá, por
decirlo aí, má cerca de la lógica , por lo mimo, má lejo del narcotrá co. Primero, e recurre a una trama medianamente
tópica, extraída de la novela negra. l ugénero, en vez de acercar a la realidad, aleja, ordena, traiciona. Luego, la ecuencia: e
relata minucioamente el devenir del protagonita, un aeino a ueldo, aí e contrue entido. Paa eto porque ante paó
aquello. l aurdo, como la violencia gratuita, no tiene epacio. Al nal, la ecritura: e utilizan técnica convencionale para
recrear una realidad que e niega a jare en una forma. l reultado: una novela que no rima con narcotrá co.
Armada de ete modo, la novela ore el narco cumplen una función repelente: tranquilizan, dan conuelo. Al ordenar lo
deordenado, aminoran u impacto. Al novelar al narco, lo hacen parecer dometicale. Hemo leído demaiada novela i el
narco cae cómodamente en una de ella, entonce no e tan malo. Alivian de otro modo: iluminan preuntamente la ocuridad,
acan a la luz lo enterrado. De eo preumen, aí e venden. Lea eta novela etará informado. Conozca correrá meno peligro.
l conocimiento alva. Una verdadera narconovela pronunciaría certeza contraria. No conolaría, perturaría. No impli caría,
repetaría la complejidad. Diría: el conocimiento no alva; lee liro un día una ala dea ará gratuitamente al viento te volará
lo eo. Una novela que haga lo que la grande novela: extender la ocuridad en vez de revertirla. Que deletree lo ovio:
omo inecto, corremo peligro.
4
Una queja.
La narrativa mexicana no vocifera. Apena i devaría. úquee cualquier coa en u la e encontrará todo alvo raia.
ecaa la furia en nuetra letra, cai inexitente. No ha, como en otra literatura, una ecuela de la ira. No ha entre nootro,
por ejemplo, un Loui-Ferdinand Céline, un Thoma ernhard, un Fernando Vallejo. Alguno (Joé Vaconcelo, Ruén alazar
Mallén, Joé Lui Ontivero) han incurrido en el rencor, pero ninguno ha creado un mecanimo narrativo para exprear tanta
raia. omo moderado, media tinta. Ha una realidad e la copia. Ha poreza e la denuncia. Ha narcotrá co e lo
retrata. Recreamo, oervamo, intentamo explicar, pero nadie depotrica. e actúa como i la raia la ofena no iluminaran,
como i ólo la razón comprendiera. e procede egún el etereotipo: el ecritor e, en lo paíe devatado, conciencia, luz,
equilirio. Imaginemo, por alud, la invaión de lo áraro. critore que epan er montruo, ocuridad, demeura.
Autore paria, errata en nuetra literatura. Imaginemo el miedo, el ruido, el hedor.
Ante la prudencia general, que la crítica vocifere.
5
Retratar cualquier coa e orevalorarla. La narrativa ore el narco no ecapa a la tentación acralizadora. Diuja al norte con
demaiada tinta. Deea, aunque no lo pronuncie, contruir una epopea, una épica de la frontera. La tarea: demotrar que el norte
e ditinto al centro, que la frontera poee una identidad única, de nida aunque vertiginoa. l anhelo: proar que allá arria e
donde ocurre el paí. Qué mejor que el narco para convencerno de ello. un negocio má que eo: una cultura. l norte e la
narcocultura, entre otra coa, ore toda la coa. Miti quemo, por lo tanto, al narcotrá co. Dotemo a la realidad de un
aura que no tiene. Que la violencia aparezca exacta, emellecida. Que lo corrido marquen el ritmo de nuetra proa. Que la
ota, lo cuerno de chivo lo ajute de cuenta a medianoche compongan nuetra iconografía. o, la frontera, lo gringo,
Colomia como fantama promea. i icilia e la Ma a, nootro omo el Narco. Que e entienda.
Nada puede criticárele a ete ojetivo. Que cada quien acralice lo que le plazca. La pregunta e: ¿acraliza eta narrativa? Mu
poremente, al revé de lo narcocorrido. Ditriución e detino: como toda literatura, la norteña e fatiga en un auditorio mu
retringido. Peor aún: equivoca u púlico. populita e vende a la clae media. del norte pero e edita,
preferentemente, en la capital e lee en la apática ciudade del centro. Dede allí e lo mira ditantemente, con cierto moro,
in afán de comulgar en u iconografía. A ee púlico e dirigen lo autore del norte , por lo mimo, rara vez evitan el
didactimo. Cai toda ora ore el narco e didáctica. Lo on la novela de Élmer Mendoza, lo enao regionalita de
Herierto Yépez, la epeculación policiaca de Juan Joé Rodríguez. tan ovio como eto: el norte e de ne a partir del centro.
http://www.letraslibres.com/mexico/balas-salva 3/4
5/7/2018 Balas de salva | Letras Libres
norte porque entre él el ur ha un punto medio. Mientra má e inita en la particularidad de la región, má e ecrie para
el centro. No extraña que lo mejore ecritore norteño vean en u uicación apena un accidente: Daniel ada, David Tocana,
Critina Rivera Garza, Patricia Laurent Kullick.
Una de cal: la novela ore el narco, felizmente, no denuncian. Lo autore no proceden a manera de juece ino de oente.
cuchan regitran. cuchan miti can. cuchan ríen. Puede decire cualquier coa de eta narrativa alvo que ea
olemne. Cai cualquiera de eto autore poee humor talento para la caricatura. Cualquiera, alvo Parra, má cercano al
arraal, al melodrama. eamo incero: ninguno de eto autore denuncia porque ninguno deea el n de la narcocultura. De
ella e nutren u novela, de ella depende u imaginario. Má aún: el norte, u identidad, cuelga, en uena medida, del mimo
gancho. l narco ha delineado una identidad regional ante má difua: u cultura recorta aglutina. Ah, el norte. Ah, el narco.
onria.
Nadie ha reído má onoramente en la frontera norte que Lui Humerto Crothwaite. Él e, quizá, el mejor de lo autore
delieradamente fronterizo. trella de la calle exta e la cima de la narrativa chola. , tamién, una tenue promea de la
narcoliteratura que no vendrá. Donde lo otro crean una proa leiva, toda oído, Crothwaite compone una toda arti cio, precia
para u mundo. Donde lo otro ordenan, Crothwaite repeta el aurdo traaja fragmentariamente. Donde lo otro echan
mano del cotumrimo má minucioo, Crothwaite juega con el minimalimo, la aluione, la utileza. A vece e demaiado
util para repreentar la violencia, pero no e ée u aunto capital. Lo que anima u ecritura e la mitografía: hacer de la frontera
un epacio arquetípico. Hacerlo in petri carla. Que quien la cruce conozca lo elemental: incluo la frontera reale on
imaginaria. O vicevera.
6
¿Cómo narrar la realidad? De otro modo. -
Rafael Lemu
e ecritor crítico literario. n 2008 pulicó 'Informe' (Tuquet) 'Contra la vida activa' (Tumona).
http://www.letraslibres.com/mexico/balas-salva 4/4