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justicia militar:
El país merece una explicación
David Lovatón
Aldo Blume
1. Introducción
Consideramos que el actual Tribunal Supremo de justicia militar y policial le debe una
explicación al país sobre lo sucedido en este caso, pues precisamente por la falta de
garantías de debido proceso e independencia judicial, quedó en la absoluta impunidad.
La justicia militar habría ahorrado al país el inmenso daño que nos hizo este siniestro
personaje si es que hubiera sido debidamente condenado. Ahora que la justicia militar y
policial ha peleado para que el caso del espía Víctor Ariza sea juzgado en dicho fuero
privativo, todo el país espera que estas historias de impunidad no vuelvan a repetirse.
En nuestra opinión, la justicia militar, al menos tal como está regulada actualmente en
la Ley Nº 29182, específicamente en sus artículos 10º y 38º, no cumple con los
parámetros de independencia e imparcialidad en el ejercicio de la función jurisdiccional
que exige la Constitución.
Antecedentes
En los años del régimen militar, durante el gobierno del General Velasco, Montesinos
trabajó bajo las órdenes del General Edgardo Mercado Jarrín, siendo ambos
provenientes de la ciudad de Arequipa. En 1973, este general pasó a ser Primer Ministro,
Ministro de Guerra y Comandante en Jefe del Ejército. Fue así que Montesinos, entre
1973 y 1976, se desempeñó como integrante del Comité de Asesores del Primer Ministro
(Coaprim). Aprovechando esta posición, logró tener acceso a documentación secreta que
no le correspondía conocer, desde la relación de armamento soviético que estaba siendo
adquirido por el gobierno, información de vital importancia en un contexto en el que se
hablaba de un probable enfrentamiento bélico con Chile (gobernada en ese entonces por
el dictador Pinochet); inclusive hasta la agenda semanal del Presidente Velasco. Ya en
esta época se comentaba, como lo afirmó en 1990 el Coronel Rafael Córdova, Jefe de
Inteligencia del Ejército de ese entonces, que Montesinos remitía esta información a las
agencias de inteligencia estadounidenses.
En 1975, con el retiro del General Mercado Jarrín, Montesinos solicitó ser transferido al
Ministerio de Agricultura, donde pasó a ser asesor del General Enrique Gallegos Venero,
quien fue parte del grupo de militares que apoyaron a Velasco en el golpe de Estado de
1968. No obstante, en agosto de 1976, con el ascenso al poder del General Morales
Bermúdez, como parte del proceso de expulsión de los “velasquistas”, se dispuso su
traslado al Grupo de Artillería de Campaña Nº 51, El Algarrobo, ubicado en Sullana,
Piura.
Sin embargo, Montesinos, no conforme con esta disposición, solicitó vacaciones y viajó
sin autorización de sus superiores a Estados Unidos, donde tuvo contacto con
funcionarios de la CIA, tales como Robert Hawkins, Oficial de Inteligencia, siendo
presentado inadecuadamente como asesor del Primer Ministro del Perú, el General
Guillermo Arbulú. Durante este viaje fue sorprendido por el General EP Miguel Ángel de
La Flor, representante del Perú ante la Junta Interamericana de Defensa, quien reportó
esta irregularidad. Es así que al regresar al Perú Montesinos fue detenido y sometido al
Consejo de Investigación de Oficiales, luego de lo cual fue dado de baja por medida
disciplinaria, en virtud de la Resolución Suprema N.º 0552-76, de fecha 06 de octubre
de 1976.
El caso de Montesinos fue revisado por el General Alberto Vargas Ruiz de Somocurcio,
fiscal militar que recomendó que se acusara a Montesinos por el delito de traición a la
patria, el cual llevaba consigo la pena de muerte. Sin embargo, esta sugerencia no fue
acogida por las autoridades ya que el hacerlo implicaba cuestionar la buena reputación
que el General Mercado Jarrín tenía en el ejército. Un juicio por traición a la Patria a
Montesinos podía significar la deshonra para Mercado Jarrín, así como el
reconocimiento del Gobierno Militar que sus más importantes dispositivos de seguridad
habían sido penetrados por la inteligencia americana. Así, el 31 de mayo de 1977 el
Consejo Supremo de Justicia Militar, confirmó la sentencia del Consejo de Guerra de la
Segunda Zona Judicial del Ejército, condenando a Montesinos a 12 meses de prisión por
los delitos de desobediencia con el agravante de falsedad, por cuanto se comprobó que
fraguó documentos para poder gestionar su pasaporte.
Estas publicaciones motivaron a que, a instancias del General Carlos Briceño Zevallos,
Comandante General del Ejército, el fiscal del Consejo de Guerra de la Segunda Zona
Judicial del Ejército, el Comandante EP Ismael Chauca Vásquez, denunciara a
Montesinos el 03 de octubre de 1983 por los delitos contra la seguridad y el honor de la
nación, previstos en el Libro Primero, Sección III, del Código de Justicia Militar. Esta
denuncia fue acogida el 11 de octubre del mismo año por el auditor suplente del Consejo
de Guerra de la Segunda Zona Judicial, el Coronel EP Ricardo González Ruiz de Castilla,
quien abrió instrucción contra Montesinos por el delito de traición a la patria. Esta
decisión fue ratificada el 13 de octubre por el Presidente del Consejo de Guerra
Permanente, el Coronel EP Jaime Montesinos Ampuero. Al día siguiente, el juez militar
permanente, el Comandante EP Florentino Cornejo Effio, ordenó recibir la instructiva
de Montesinos y dictó orden de detención contra éste. No obstante, para ese momento
Montesinos ya había huido a Ecuador pues había sacado su pasaporte 35 días antes de
que las autoridades migratorias tuvieran conocimiento de la existencia de la orden de
impedimento de salida del país.
Cabe precisar, no obstante, que una vez que Montesinos salió del país, el General Carlos
Briceño, Comandante General del Ejército, perdió interés en el caso ya que su objetivo
principal con el impulso de este proceso, hacer que Montesinos cesara de publicar
artículos difamatorios en su contra, había sido cumplido. Siendo una autoridad de
salida, no le interesaba ya a Briceño que se investigara a fondo a Montesinos ya que el
admitir que éste se había apoderado de secretos militares podía implicar también una
responsabilidad funcional por su parte al haber permitido que tales secretos fueran
vulnerados.
- 02 de noviembre de 1983
El Jefe del Archivo Central del SIN, Comandante Leónidas Gutiérrez López, remite al
Consejo Supremo de Justicia Militar (CSJM) la “Hoja de Antecedentes Nº 480” de
Vladimiro Montesinos.
- 08 de noviembre de 1983
- 13 de diciembre de 1983
El procurador Talavera solicita embargar los bienes del estudio de Montesinos hasta por
200 millones de soles. Demanda el allanamiento del domicilio a fin de investigar la
documentación que acredite la comisión delictiva. El embargo recién se hace efectivo el
28 de diciembre.
- 01 de marzo de 1984
- 06 de abril de 1984
- 25 de junio de 1984
El Ministro del Interior, Luis Pércovich Roca, informa al juez permanente que
Montesinos hizo declaraciones ante la embajada de Perú en Argentina y le da una copia
del documento, con la cual se demuestra fehacientemente la renuencia de Montesinos
de presentarse ante la justicia.
Pronunciamientos judiciales
El 31 de julio de 1984 el juez Vicente Gerbi León informó al Presidente del Consejo de
Guerra Permanente que no podía imputársele a Montesinos el delito de traición a la
patria ya que no se había acreditado su responsabilidad con las pruebas actuadas
judicialmente, a pesar de que aún habían testimonios claves, entre ellos el del propio
acusado, que no se habían recogido. Es por eso que esta decisión fue cuestionada el 15
de agosto del mismo año por el auditor del CSJM, el Coronel EP Óscar Gárate Burgos,
quien opinó que debía proseguirse con la instrucción de la causa ya que existían
numerosas diligencias por actuar. Es así que el 17 de agosto el Presidente del Consejo de
Guerra Permanente, el Coronel EP Jaime Montesinos Ampuero, le otorgó 20 días más a
Vicente Gerbi para concluir con las diligencias faltantes.
No obstante, tras recoger las declaraciones del Presidente del Senado, Manuel Ulloa
Elías, quien nada tenía que ver en el asunto, y de Enrique Gallegos Venero, General de
División y amigo de Montesinos, quien obviamente negó todo, el juez Gerbi León emitió
el Informe Ampliatorio N.° 120/81-1 JMP, de fecha 25 de septiembre de 1984,
ratificando no haber encontrado responsabilidad penal en Montesinos.
Lo curioso es que a pesar de que Montesinos fue formalmente absuelto, los militares, al
menos antes de su llegada al poder con Fujimori, seguían considerándolo como un
traidor a la patria. Prueba de ello es que en julio de 1985, meses después de terminado el
juicio, el Comandante en Jefe del Ejército, Guillermo Monzón, prohibió la entrada a
Montesinos a todas las instalaciones militares.
Como puede observarse este es un proceso que presentó serias irregularidades pues se
observa una deficiente actuación de los órganos jurisdiccionales del fuero militar ya que
se obviaron la valoración de testimonios y documentos que acreditaban la
responsabilidad penal del acusado. Una imputación tan grave como la que se hizo a
Montesinos, traición a la patria, ameritaba una acuciosa investigación que implicaba
contar con la colaboración de los altos mandos militares, de quienes se supone que
Montesinos había sustraído la información. No obstante, éstos se mostraron renuentes a
colaborar pues admitir la sustracción de tal información implicaba también admitir su
responsabilidad en el incumplimiento de su deber de cautelar tal información
confidencial. En suma, la caída de Montesinos hubiera arrastrado a muchos altos
oficiales y hubiera significado una vergüenza para las Fuerzas Armadas ya que
significaba admitir que sus más altos secretos habían sido vulnerados. El juez, oficial en
actividad subordinado a estas autoridades, no estaba en condiciones de lograr hacerlas
declarar, máxime cuando el acusado, por los años en los que había laborado como
asesor del Consejo de Ministros en la época de Velasco y por su labor como abogado en
el fuero militar, tenía una importante red de contactos con estas autoridades.
De otro lado, cabe resaltar que situaciones como las descritas líneas arriba ponen en
evidencia que tal falta de independencia e imparcialidad en el ejercicio de su función
jurisdiccional, derivada de la conjunción en el mismo sujeto de la condición de juez y de
oficial en actividad, impide que la justicia militar cumpla con su función constitucional.
De acuerdo a una interpretación conjunta de los artículos 173º, 165º y 166º de la
Constitución, esta consiste en procesar y sancionar a aquellos efectivos militares y
policiales que incurren en la comisión de un delito de función, a fin de que tanto la
Policía Nacional como las Fuerzas Armadas cuenten con efectivos disciplinados para
cumplir adecuadamente con sus responsabilidades constitucionales. Lógicamente, esta
función no se cumple si se que permite que la comisión de delitos tan graves, como es el
caso del delito de traición a la patria, queden en la impunidad.
4. Conclusión
A nuestro juicio, el Caso Montesinos en el fuero militar nos deja las siguientes
conclusiones:
c) Finalmente, este caso deja una lección a futuro para las actuales autoridades del fuero
militar, quienes deben asumir el firme compromiso de cumplir con independencia e
imparcialidad sus funciones, a fin que de la situación de impunidad en la que quedó el
Caso Montesinos no se repita en el Caso Ariza, el suboficial FAP acusado de vender
secretos militares a Chile, el cual también involucra la comisión del delito de traición a
la patria, y que actualmente se encuentra en manos del fuero militar. En ese sentido,
creemos que el Tribunal Supremo Militar Policial, antes de exigir mayores
competencias, debería de preocuparse por ejercer adecuadamente las que ya tiene,
impidiendo situaciones de impunidad que no hacen más que dañar los intereses del
país.