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Son las 9:30 de la mañana y las clases del colegio público Trabenco, en

Leganés (Madrid), se van llenando con cuentagotas. Ninguna sirena


apresura el paso de los alumnos, que al sentarse lo primero que hacen es
abrir un libro de lectura. Después de media hora dedicada a leer no tendrán
Lengua, ni Mates, ni Cono. En este centro de primaria e infantil, el tiempo
no se organiza en asignaturas: tienen un método propio que no se rige por
exámenes, libros de texto ni deberes. Trabenco es uno de los cerca de cien
centros públicos distribuidos por toda
En España existen cerca de España que desarrollan pedagogías
un centenar de centros que alternativas, alejadas —y huyendo— del
apuestan por una enseñanza funcionamiento tradicional, dentro del
centrada en el niño, más propio sistema.
activa y experimental “Creemos en una manera de educar que
tenga al niño como centro de la actividad,
que no esté impuesto por el adulto, sino
que considere sus capacidades, intereses y ritmos”, explica David
Fernández, director del centro. Este colegio lleva 40 años aplicando esta
filosofía, que tienen en común todas las escuelas innovadoras, inspiradas
en pedagogías como las de Montessori, Gardner u otros referentes de una
enseñanza solo accesible tradicionalmente a los que pueden permitirse
una escuela privada.
“Cada vez hay más interés, tanto de padres como de profesores, por este
tipo de iniciativas”, cuenta Almudena García, de Ludus, un directorio de
educación alternativa en España. Además cree que la crisis ha tenido
mucho que ver en este cambio de orientación: “En los últimos años se han
empezado a cuestionar cosas que antes se daban por hecho, como la
educación que hemos tenido hasta ahora. Se ha visto que el sistema 'ir al
colegio, pasar a la universidad y conseguir un trabajo' ya no funciona”.
Alumno
s de Trabenco. (Foto: M.Z.)

Proyectos en lugar de asignaturas

La mayoría de los centros innovadores comparten metodología: la


enseñanza por proyectos. En lugar de asignaturas distribuidas por el
horario, desarrollan proyectos transversales propuestos por los alumnos
donde los profesores van incorporando los conceptos de las distintas áreas.
“Por ejemplo, si se ha elegido estudiar sobre Brasil, se tratan temas de
geografía, música, naturaleza...”, explica Miguel Ángel Galindo, un padre de
dos alumnos de Trabenco. “Depende del proyecto que se elija, se podrán
meter unas materias u otras. La idea es que salga un tema que les interese,
y luego se aplica el método científico: vemos lo que sabemos, lo que
queremos descubrir, y las hipótesis de partida para luego investigar”, cuenta
David Fernández.
La entrada de dos niños de unos cinco años en el comedor donde
transcurre la entrevista interrumpe su explicación. Vienen con una lista de
todos los compañeros que se quedarán a comer para entregársela a la
cocinera. El reparto de tareas es otro de los principios del centro, puesto
que la responsabilidad, según explican, juega un papel muy importante
para que se desenvuelvan de manera autónoma y el sistema funcione:
“Cada día un niño trae la fruta del recreo para todos sus compañeros.
Cuando son muy pequeños salen con un cartel, para que su madre o padre
lo sepa, y luego son ellos los encargados de apuntarlo en el calendario o
acordarse”, cuenta Sara Sábate, una madre del centro.

Antes de iniciar un proyecto se aplica el método científico. (Foto: M.Z.)

Ambientes en lugar de clases


Las puertas de las aulas de Trabenco nunca se cierran y es habitual
ver niños de distintos cursos mezclados, haciendo talleres de robótica,
huerto o cocina, a menudo dirigidos por los propios padres, que también
tienen libre acceso. Los talleres ocupan otra parte del horario, que se
completa con “las zonas”: espacios en los que desarrollan por grupos
propuestas de los profesores. Apuestan por la comprensión del concepto
más que su memorización, propio de la enseñanza que rechazan. “Es más
experimental, cada día están en una zona, la de números, la de letras... Lo
que se pretende es que se adapte a las capacidades de cada niño, para que
el que quiera profundizar mucho pueda hacerlo, y el que tenga más
dificultades, llegue hasta donde
El objetivo es abarcar todos pueda”, señala David Fernández.
los ámbitos: no solo En el centro Es Puig, en Palma de
educativos, también de Mallorca, también funcionan mediante
expresión, sociales, desarrollo este sistema, con nueve ambientes en
físico... los que dejan de lado los libros de texto
y se rigen más por la iniciativa y
motivación de los menores. Ellos eligen entre pasar su tiempo en espacios
como “Jugar a ser”, “El restaurante”, “Experimentación” o “Mediateca”. Cada
una de ellas tiene una estética y materiales diferentes y el niño acude a
uno u otro según su interés o dirigido por el profesor, dependiendo de la
edad. “El objetivo es abarcar todos los ámbitos: no solo educativos, también
de expresión, sociales, desarrollo físico...”, cuenta Antonia Muñoz, directora
del centro.
U
no de los ambientes del centro Es Puig donde los menores se acercan según
sus intereses. (Foto cedida).

Informes cualitativos en lugar de notas


En estos colegios no se puede sacar un diez. Tampoco suspender. No
existen las notas, otro de los puntos en común de las escuelas
alternativas. “Somos personas, y no somos cuantificables, tenemos muchos
matices y no hay ninguna capacidad que en principio tenga que ser mejor
que otra”, cuenta Fernández. Al final del trimestre, los profesores elaboran
un informe cualitativo sobre los conocimientos y capacidades que han
adquirido. “La diferencia con las notas que nos ponían a nosotros es
abismal: en lugar de la cruz en 'sabe escribir' o 'sabe diferenciar izquierda o
derecha', tienes un informe de varias páginas donde te cuentan si tu hijo
comprende para qué se usa”, explica Sara Rodríguez, otra de las madres.

Se evalúa mediante la En Es Puig tienen un sistema


observación. A medida que el similar: “Se evalúa mediante la
profesor va pasando por los observación. A medida que el
ambientes, van viendo si superan profesor va pasando por los
los contenidos ambientes, va viendo si superan
los contenidos”. Así consiguen un
seguimiento personalizado. “Se mira más la evolución personal, el progreso
individualizado, no que todos alcancen las mismas metas al mismo tiempo",
explica Muñoz. "Que desarrollen su capacidad sin presiones, sin hacer
'niños buenos' o 'niños malos'".
Tampoco creen en los deberes como tarea obligatoria, ni en los libros de
texto, que utilizan como una herramienta más de consulta y son comunes a
toda la clase, como el resto de materiales. “Aquí nadie tiene su estuche de
bolis, todo es de todos porque se paga una cuota”, explica David
Fernández, el director de Trabenco, que tiene la peculiaridad de definirse
como una escuela “asamblearia y democrática”, donde todas las decisiones
se toman entre padres, niños y equipo docente.
De hecho, los más pequeños realizan cada día una asamblea antes de
empezar la jornada, donde se debate sobre las tareas diarias, los problemas
o las iniciativas. Durante la primaria, esta práctica se mantiene un par de
veces por semana. “Creemos que el modelo jerárquico de 'equipo directivo,
claustro y consejo escolar' no funciona, apostamos por las asambleas y
comisiones de trabajo, donde se desarrollan determinadas tareas
relacionadas con todos los ámbitos del cole: desde el transporte a nuevas
tecnologías”, añade el director, quien reconoce que a pesar de su cargo, no
toma decisiones.
Alumnos de Trabenco compartiendo el libro de texto en un taller. (Foto cedida).

Esta manera de trabajar tiene sus propios pros y contras, como reconocen
algunos profesores: “A veces los niños tardan más en adquirir
conocimientosque en los tradicionales, pero notamos que tienen mejores
habilidades sociales y autonomía”, confiesan dos profesoras de
Trabenco. Todos los centros reconocen haberse encontrado con familias
que no compartían los principios del colegio que, por zona, les
correspondía. Algunas deciden marcharse, otras, acaban convencidas.
También es habitual, por el contrario, que acudan familias de otros barrios
porque buscan este sistema o que llegan a mudarse para tener más
puntos y conseguir matricular a su hijos.
Más presente en Cataluña, primaria e infantil
De los 109 centros innovadores que Ludus calcula que hay en España la
mayoría, con diferencia, se encuentran en Cataluña. El motivo, según
explica Almudena García, es su mayor tradición y “conciencia
social” con este tipo de iniciativas, que empezaron a aflorar hace una
década dando forma a lo que se conoce dentro del sector como “el modelo
catalán”.
En cuanto a centros, el grueso suele concentrarse en infantil y primaria,
donde por las peculiaridades de la educación es más fácil de implementar,
y a medida que avanza la edad, el número de centros disminuye: “Es
como si se les fuera preparando para lo que viene, para el sistema
tradicional, pero es la pescadilla que se muerde la cola, porque si se tiene
ese miedo no se implementan alternativas”, defiende García.

Apenas hay institutos


La llegada a la secundaria es una de las mayores incertidumbres de los
padres que deciden llevar a sus hijos a centros innovadores, puesto
que apenas existen opciones para continuar con este tipo de formación.
“El instituto necesita más recursos y además para ser profesor de
secundaria no hay ninguna formación pedagógica, ni didáctica o sobre
cómo trabajar con niños de esa edad”, dice Fernández. De hecho, debido al
cambio de modelo, a los alumnos de Trabenco se les suele atragantar el
comienzo de la ESO, hasta que se adaptan. “Muchos están un poco
perdidos durante el primer trimestre, e incluso puede que suspendan el
curso, porque no están acostumbrados a ese tipo de educación, pero al final
a todos les va bien”, cuenta Fernández. “Durante la primaria les han dado
las herramientas para ser autónomos, para saber organizarse por sí solos,
así que no puede irles mal”, explica la madre Sara Sábate.
El instituto Creu de Saba, en Barcelona, es uno de los pocos centros donde
sí puede encontrarse metodología alternativa en la secundaria, pero solo
durante la franja de optativas de primero a cuarto de la ESO. Durante
esas horas aprovechan para desarrollarse con las ocho inteligencias
múltiples de Gardner (espacial, musical, corporal, inter e intrapersonal,
lingüística, naturalista y lógico-matemática). “Se hace un estudio previo del
alumno para ver cuáles son las suyas y en función de eso se aplican los
contenidos para que las desarrolle”, explica Alex Salas, el director.

Los problemas: consejerías y profesores


asignados
Pero la continuidad en la secundaria es solo uno de los desafíos a los que
se enfrenta este tipo de educación. El principal es contar con maestros
que comulguen con la forma de trabajo y que estén dispuestos a dedicar
su tiempo libre a la formación en estas metodologías. A diferencia de un
centro privado, donde se contrata a los profesores que se ajustan al perfil,
en los públicos depende de los que “toquen” según un sistema de puntos. “A
veces encuentras compañeros muy abiertos, con ganas de cambiar el
anclado sistema tradicional y a veces tienes docentes muy conservadores y
tradicionales que no hay quien los separe de sus libros”, explica Esther
Zarrias, directora del colegio público Rosa dels Vents (Mallorca) y experta
en pedagogías alternativas.

La ley permite la libertad de enseñanza, pero la


práctica no es tan sencilla
La legislación reconoce la libertad de enseñanza para elegir el método,
siempre que recoja los contenidos del currículum que establecen las
comunidades, pero las consejerías no siempre lo facilitan. Por ejemplo,
aunque vaya contra su filosofía, el centro debe rellenar notas sobre sus
alumnos, algo que también ocurre con los horarios. “El problema más
grande que teníamos es que a la hora de poner ambientes no puedes
rellenar un horario, y la administración te pedía Lengua, Matemáticas… pero
este año ya han apostado por esta manera de enseñar y podemos trabajar
legalmente”, cuenta Muñoz. Lo solución, coinciden los directores, pasa
por concienciar a la administración, que cada vez más “les dejan hacer”.

Más demanda que oferta


Para ello también ayuda que sea una opción cada vez más demandada.
“Ahora mismo hay más padres que quieren estos sistemas de lo que
pueden absorber los centros; muchos tienen lista de espera”, cuenta
Almudena García, de Ludus. En Barcelona, por ejemplo, 300 familias se
organizaron este año para protestar por no poder entrar en la escuela
innovadora Congrés Indians.
Jesús Martín Cordero, profesor de Psicología Evolutiva y de la Educación de
la UNED, ve como positiva esta nueva tendencia dentro de la educación
pública, pero recomienda cautela a la hora de ponerlos en marcha:
“Cualquier innovación en materia educativa es positiva, pero ni los proyectos
ni los ambientes son una varita mágica por sí solos, el cambio tiene que ser
gradual porque el sistema educativo es muy complejo”.
Alumnos
de Trabenco durante una asamblea. (Foto cedida)

También Esther Zarrias coincide con esta idea: “El problema que a menudo
encuentro es que algunas escuelas, en lugar de abrazar toda la
metodología, cogen solo unas partes, dejando la esencia del método
esfumarse entre estanterías de Ikea colmadas de materiales Montessori. De
nada sirve eso, porque en unos años habrá fracasado y daremos la razón
a aquellos que dudaban y criticaban esta educación”.
En cualquier caso, todos coinciden en la importancia de que esta tendencia
se esté llevando a cabo, precisamente, dentro de la educación pública y que
se potencie la variedad entre los centros: “Nosotros queremos estar en la
pública porque creemos que tiene que haber equidad e igualdad de
oportunidades. Si para acceder a este tipo de educación tengo que pagar
500 euros al mes, solamente podrá acceder un determinado estatus social”,
defiende Fernández. “No puede ser que las familias dejen sus sueldos en
escuelas privadas porque la educación no es capaz de dar respuestas a
las demandas de estas familias”, sentencia Zarrias.

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