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CRISIS Y RECOMPOSICIÓN DE LA DERECHA

El descontento acumulado durante los gobiernos del PRI y del PAN encontró en la
campaña electoral una vía para expresarse, colocando a López Obrador en primer
lugar siempre. El descontento popular utilizo la joya más preciada del sistema
democrático burgués, las elecciones, para rechazar las políticas neoliberales de
los gobiernos de estos partidos.
La utilización popular del mecanismo electoral burgués tiene un primer resultado;
la desestabilización del PRI y del PAN, por medio de los cuales la burguesía ha
obtenido máximo beneficio con el empobrecimiento de la población. Fisuras y
fracturas internas han aparecido en ellos y en los dos hay una dura lucha interna
con el pretexto de buscar culpables de su pésimo desempeño electoral,
enmascarando intentos desesperados de salvaguardar su utilidad para enfrentar
las demandas de mejora del nivel de vida, seguridad, educación, salud, salario,
etc.
En el PRI, la salida de su anterior dirigente Ochoa Reza y la llegada de Juárez
Cisneros buscó reunir la mayor cantidad posible de los sobrevivientes del
naufragio pero también es la confesión del fracaso de su equipo dirigente, Peña
Nieto a la cabeza, que la necesidad mantiene unido sin ser ya funcional a grado tal
que algunos de sus integrantes buscan salvarse con un exilio dorado
acomodándose en alguna gran empresa trasnacional. No es un secreto; Luis
Videgaray, ex-Secretario de Hacienda y actual Secretario de Relaciones Exteriores
ya tiene acomodo en una gran trasnacional financiera.
Señal clara del sálvense quien pueda priísta son las predicciones de analistas
políticos y empresas encuestadoras anunciado que de los electos por el PRI, una
parte se unirá a morena.
Durante la campaña hubo antecedentes; Miguel Ángel Chico Herrera, Senador
con 40 años de orgullosa militancia priísta; Canek Vázquez, dedo chiquito de
Manlio Fabio Beltrones mejor conocido como don Beltrone y cercano a los
caciques del Estado de Hidalgo (con el ex Secretario de Gobernación durante
prácticamente todo el sexenio de Peña Nieto, Miguel Ángel Osorio Chong y el
actual gobernador Omar Fayad, a la cabeza); Claudia Delgadillo, nombrada
Coordinadora de campaña en Jalisco por el propio candidato Meade, no duró ni 24
horas en su nombramiento antes de pasarse, como los anteriores, a morena.
En el PAN las cosas están, si se puede, peores. Dos expresidentes panistas;
Germán Martínez y Manuel Espino, este nombrado en morena Coordinador de
ONGs y Gabriela Cuevas, Senadora, son sólo ejemplos.
Agreguemos la defección del grupo del expresidente Calderón, quien inclusive
presentó a su esposa como candidata independiente a la presidencia. Otra;
Ernesto Cordero, presidente del Senado; Jorge Luis Lavalle y Alfonsina Cruz,
ambos senadores y los tres recién expulsados del PAN por apoyar al candidato del
PRI.
Para echarle más leña al fuego, Ricardo Salcedo, consejero estatal del PAN en
Jalisco pide la expulsión de su candidato presidencial, Anaya, por apoyar al
candidato a gobernador estatal de Movimiento Ciudadano contra su propio
candidato. De locos.
Los dos partidos emblemáticos de la derecha se juegan más que los puestos en
disputa. Está en entredicho su efectividad para imponer decisiones que beneficien
a sus patrones; los grandes empresarios nacionales y extranjeros.
Pero no toda la derecha está desesperada. Una parte se frota las manos,
empezando por los chapulines que aterrizaron en morena. La inclusión de los dos
expresidentes panistas en morena implica la entrada de una corriente histórica del
PAN cuyo líder más conocido es el fallecido Carlos Castillo Peraza quien en su
historial cuenta con el apoyo a la llamada concertacesión con la cual se legitimó el
fraude electoral de 1988 contra Cárdenas y el apoyo a la acción militar contra el
EZLN.
Derecha católica, nostálgica de los imperios de Iturbide y de Maximiliano, con el
triunfo de morena tendrán su tajada en la acción y los recursos gubernamentales.
Con esas posiciones buscarán reorganizar a la derecha de la cual provienen.
Otro caso es el Partido Encuentro Social, integrante de la coalición electoral de
morena. Su base son organizaciones religiosas protestantes contrarias al aborto y
al Estado laico. Diferentes predicciones sobre los resultados para la composición
de la Cámara de Diputados le dan un mínimo de 45 diputados (actualmente tiene
nueve). Esta sobrerrepresentación es producto de las concesiones dadas por
López Obrador para la formación de la coalición. El uso que darán a esta excesiva
cuota de poder es más que previsible. El colectivo LGBTI está justamente
preocupado y todos deberíamos estarlo.
Mientras las organizaciones políticas tradicionales de la derecha, PRI y PAN,
están en crisis por el triunfo de morena, otra parte de esa vieja derecha
reaccionaria llega al poder gracias a las contradicciones de López Obrador
creadas por la idea de llegar a toda costa a la presidencia relegando las
necesidades de la población. Las políticas antipopulares apoyadas en el pasado
por esta derecha se apoyara en el programa de gobierno presentado por morena y
buscarán imponerlas nuevamente.
La enorme energía del pueblo mostrada durante toda la campaña merece la
solución a sus demandas más sentidas. Para ello no necesitamos a la derecha en
el poder, ni la del PRI y PAN ni la cobijada por morena

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